Tres meses después de aquel momento de horror en el hospital, la chica de cabello corto cruzó la estación, por primera vez desde que casi muere sin razón ninguna, llevando en brazos un delicado arreglo floral.
La terapia finalmente había dado sus primeros frutos.
Llegó al cementerio, limpió la tumba y oró durante algunos minutos. Miró la hora en su reloj de pulso y se despidió dejando un beso de despedida sobre la lápida familiar.
Se puso en camino a su trabajo donde sus compañeras le dieron la bienvenida con una breve fiesta sorpresa y Ranko la puso al tanto de los últimos detalles de la oficina. Luego cumplió con su rutina hasta el atardecer y volvió a abordar el tren de regreso a casa.
Llegó a su destino ya bien entrada la noche y como era usual, tomó los binoculares para dar una breve mirada al edificio cercano, antes de encender la luz.
Lo encontró, desde luego, tan apuesto y arrogante como de costumbre, ejercitándose vanidoso frente a la ventana.
Tomó su celular y se lo llevó a la barbilla en gesto reflexivo antes de marcarle. Le gustaba mirarlo y el hecho de que Ranma lo hiciera con tal descaro la hacia pensar que aquello no era sólo por ejercitarse sino con la cruel intención de ser visto.
Una ligera flama de celos se encendió en su pecho al pensar que cualquiera de las vecinas podría estar mirándolo.
-Torpe-murmuró ella mientras digitaba su número.
La llamada se conectó casi de inmediato, pero esta vez ella no encendió la luz. Era la primera noche sola en casa desde aquella en la cual sus vidas se cruzaron y por algún motivo se sentía extremadamente nerviosa.
- Te quedas sola y ya estas espiando a tus vecinos, chica vigilante? -se escuchó la voz masculina al otro lado de la línea, acompañada de su odiosa risa.
-Planeo espiar solo a uno de ellos, de ahora en adelante-respondió haciendo uso de toda su paciencia, mientras admiraba el torso desnudo que se exhibía a la distancia.
-Seguro que no es ni la mitad de sexy y atractivo que yo.-respondió, flexionando los bíceps
-Presumido.-sonrió ella sin bajar los binoculares.
-Estas en casa o aún no llegas?
-Aun no estoy en casa, voy de camino-mintió ella.
- Qué tal fue tu primer día de regreso a la oficina?-preguntó secándose el sudor con una toalla.
-Estuvo bien. Aproveché para visitar la tumba de mis padres.
-Me alegra escuchar eso.
Akane se mordió el labio, indecisa ante como seguir el curso de la conversación. Tal vez sería más sencillo expresarse mediante texto que con palabras.
-Quiero verte-lo escuchó decir-Ven a cenar esta noche. Te haré algo delicioso, lo prometo.
-Pues, es que yo...-intentó excusarse, torpemente.
Akane lo había recibido en casa durante ese tiempo. Los últimos meses acordaron que Kasumi debía quedarse con ella.
Se podía decir que habían mantenido una especie de relación cercana durante la investigación, gracias a la cual pasaba largas horas hablando con él en la sala, mientras su hermana o Tofu se movían de aquí para allá, fingiendo malamente discreción.
Pero, ahora que estaba en su apartamento, se sentía ansiosa y nerviosa de un encuentro a solas, aún más sí se trataba de ir a su casa a cenar.
-Es que...-intentó alegar ella.
-Ven, por favor, Akane.-pidió dulcemente él, su voz casi una caricia.
Las piernas le temblaron y no supo que más decir para negarse.
- Antes tendría, tendría que meterme a la bañera y elegir otra ropa. Además, ya es muy tarde.-argumentó
Hubo un silencio a continuación.
- Por Dios, Akane, ayúdame un poco-lo escuchó decir acompañado de una fuerte exhalación-No deberías decirme esas cosas, tengo una imaginación muy gráfica respecto a ti, sabes?-respondió él.
Akane parpadeo confundida.
Desde que a Ranma le dieron finalmente el alta, aquellos comentarios de coqueteo habían cesado súbitamente. Incluso ella llegó a concluir que, al conocerla mejor, su aparente interés se había esfumado.
Después de todo, ella no era exactamente la definición del tipo de mujer más interesante, atractiva o ideal.
Tal vez su trato constante, se había convencido ella, lo hizo darse cuenta de que una relación entre los dos era poco realista.
Quizás, ahora que el caso estaba próximo a concluir, que el vídeo grabado por ella había servido como efecto domino en contra de Taro y que mudarse de aquel viejo edificio era inminente, no quedaba nada que los uniera realmente.
Ni siquiera era posible una amistad.
Y llegar a esa conclusión le había dolido en cierta forma, porque al contrario de él, a ella cada día le gustaba más la compañía de Ranma. Aunque eso lo supo ya en aquella bodega en el momento en que lo besó.
Cada conversación y cada instante a su lado lo añoraba más. Los días en que no iba a verla, que eran pocos, lo extrañaba. Su cercanía se sentía tan cálida y gentil que incluso echaba de menos sus estúpidas bromas, pero más que nada, la picardía de aquellos comentarios suyos y la forma en que estos le hacían sentir.
- Lo siento-se disculpó él ante su silenciosa respuesta.
A través del cristal de los binoculares y detrás de su ventana, en una habitación a oscuras, Akane observó lo afectado que él parecía estar mientras hablaba y leyó sus labios descubriendo el resto de la respuesta.
-No deberías molestarla mientras esta en terapia, idiota, aprovechado!.- lo vio reprocharse con frustración.
- Ranma, puedo preguntarte algo?-pronunció casi sin voz. Si bien se moría de vergüenza, lo prefería antes de seguir con aquella duda.
-Sí, claro. Pregúntame lo que quieras-respondió él apoyando la frente al marco de la ventana.
- Ranma...Por qué, por qué dejaste de tratarme como lo hacías? Tengo curiosidad-se excusó ella
Él permaneció en silencio unos segundos antes de responder.
-Siempre te he tratado igual.
- No es cierto!.-reclamó agitada
-Si lo es!.
Akane suspiró frustrada. Cómo demonios iba a exponer sus dudas, sin sonar como una mujer desesperada.
-Antes te expresabas de otra manera. Parecías un...pervertido, obsesionado con llevarme a la cama.-explicó como pudo y se arrepintió de las palabras elegidas.
Otro silencio los invadió. Impaciente, Akane apretó los binoculares en su mano hasta que lo escuchó hablar nuevamente.
- En realidad, cuando te llamé, sólo quería asustarte. Pensé que, definitivamente, te asustarías y dejarías de espiar a tus vecinos. No había considerado ir a tu casa. Nunca hubiera ido de no ser porque me dejaste con la palabra en la boca.-explicó él, calmadamente, dibujando algo en el cristal.
Una punzada de dolor atravesó su pecho. No es que ya no lo hubiera visto como una posibilidad, pero entonces, estaban todos aquellos otros momentos en los que le había hablado de la misma manera, incluso en el hospital.
-Entiendo-respondió en un susurro y se dispuso a colgar la llamada.
-Supongo que la lengua se me soltó por que tú me gustas, mucho-lo escuchó decir y sus ilusiones volaron sin control otra vez-Y, después de que empecé, ya no podía dejar de decirte lo que se me venía a la cabeza. Supongo que aproveché la oportunidad, yo sólo... sé que me llamaste pervertido, pero también me besaste y supongo que creí que no te molestaba, al menos no tanto, que yo intentara coquetear contigo.
-Entonces, por qué...?!-se escuchó decir, pero se calló súbitamente al notar la angustia en su propia voz
-...Me dijeron que estabas atravesando por una situación emocional traumática, difícil. Que no debería aprovecharme de ti...No quiero aprovecharme de ti, Akane.-reflexionó llevándose una mano a la nuca - Además, no quería que me consideraras un pervertido o un patán. No lo soy.-enfatizó
- Lo sé, sé que no lo eres-aceptó ella-Tampoco yo estoy traumatizada, al contrario. Todo lo que pasó me hizo despertar del estado en el que viví desde la muerte de mi familia. Además, a mí... a mí no me molesta... si eres tú quien me lo dice...está bien, puedes decir o comportarte conmigo como gustes. No me incómodas.
- De verdad?...Bien...entonces, supongo que yo...-balbuceó sin dar crédito a sus palabras.
La conversación había llegado a un punto revelador. Y si ese era el caso, pensó Akane, entonces...
-Sería de encaje negro-se atrevió a decir.
-Qué?-preguntó Ranma, confundido, levantando la vista en su dirección.
- La lencería que usaría esta noche, durante la cena, es de encaje negro-explicó Akane, sintiendo como el rostro se le enrojecia de vergüenza.
Eso de hacerse la sexy o coqueta nunca había sido lo suyo, realmente.
Sin embargo la expresión del rostro masculino le dio cierta esperanza de ir por buen camino.
Ranma se acercó a su ventana en un intento por distinguirla en la habitación a oscuras.
-Ya estás en casa, cierto?-preguntó él con la voz ronca.
Como la tonta que era, Akane asintió en silencio.
- Yo, iré en cuanto esté lista-avisó antes de colgar.
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¿A cuánto tiempo equivalía "cuando esté lista" para una chica?. Media hora? Una hora? Algún día?
Ranma se duchó, se cepilló, rasuró, perfumó y estuvo ya vestido, esperando por ella, cuando las manecillas del reloj de la sala habían pasado menos de un cuarto de hora.
Se sentó en la silla de cuero negro y esperó por ver algún rastro de vida en el departamento de Akane, a través del telescopio.
Nada. Las luces seguían apagadas, impidiendo cualquier atisbo de la chica de cabello corto.
Se había arrepentido de ir? O peor aún ¿Alguien la interceptó al salir de su edificio?
Volvió a mirar el reloj en la pared. Otros dos minutos se habían escurrido perezosos.
Bañarse, vestirse y cruzar la avenida que separaba sus edificios no debería tomar más de 20 minutos, reflexionó Ranma, meciendo un pie con impaciencia.
Si su timbre no sonaba en los próximos 3 minutos iría a buscarla a su departamento. A esperarla afuera del edificio. O Mejor la llamaría.
Se recostó en el asiento y el cuero negro chilló bajo su peso. Ella le había dado permiso de hacer y decir lo que deseara, verdad? Al menos así había sonado para él.
Si tan sólo tuviera más experiencia en citas que en atrapar delincuentes al menos sabría lo más básico de ellas.
Tic, tac, tic, tac, tic...
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Akane salió de la bañera sin poder borrar la sonrisa en sus labios.
Emocionada, escogió un lindo vestido y perfumó su piel con una esencia agradable.
Decir que estaba nerviosa, era decir poco. Estaba casi entrando en pánico ante la idea de ir a cenar, a solas, con él, dado que ella poco y nada sabía de citas.
Si tan solo le hubies prestado atención a Ranko cuando ella intentaba darle cientos de tips al respecto.
Sin pensarlo demasiado, le escribió a su amiga. La respuesta no tardó en llegar, en modo de llamada.
- Ranma te invitó a cenar? En su casa?- aunque en su texto jamás mencionaba el nombre de Ranma, la pelirroja (y todos a su alrededor) sabían que no hacía sino hablar de aquel detective.
-Sí, bueno, él insistió, dijo que me haría algo delicioso. Y yo realmente quiero ir.-se justificó torpemente
La risa femenina fue escandalosa.
-Pero Akane, claro que él te hará algo delicioso!.
Ella enrojeció de vergüenza al escuchar la forma en la que lo decía Ranko
-Se refería a la cena!-casi gritó en respuesta
-Ay, por favor, como si no supiera las ganas que se tienen.
-No te llamé para que te burlas de mí. Voy a colgar.
-Oye, oye, calma. Desde luego que te ayudaré. Dime, qué necesitas saber?
- Olvídalo, hablemos mañana-respondió Akane y colgó. Lanzó el teléfono sobre la cama y volvió a mirar su reflejo en el espejo.
El encaje negro resaltaba aún más sobre su blanquecina piel. No era una pieza muy reveladora, pero le gustaba como se veía.
Tiñó de un suave color cereza sus labios y resaltó con rimel sus pestañas. Secó y peinó con cuidado su corta melena azulada y sin estar del todo satisfecha con su reflejo, se dispuso tomar su bolso y salir del apartamento.
El timbre en la entrada resonó mientras ella luchaba con el zarcillo derecho.
-Voy-anunció por reflejo y antes de abrir la puerta, vio a través de la mirilla-Ranma-se le escapó al descubrirlo en su entrada.
Nerviosa, revisó por última vez su imagen en el espejo y, lanzando un pesado suspiro, abrió finalmente.
-Hola-la saludó él
-Hola-respondió ella, sintiendo que no sólo su rostro enrojecía avergonzado, sino todo su cuerpo, bajo el atento escrutinio del hombre frente a ella.-Estaba por salir...
Aunque se había acercado lentamente, como dándole tiempo a rechazarlo, Ranma finalmente la había besado.
Con la mente casi en blanco y las piernas a punto de fallarle, Akane supuso que lo de la cena tendría que esperar, pues al menos a ella la consumían otras apetencias que una ensalada no podría calmar.
-Dijiste que podía hacer y decir-se justificó él sobre sus labios.
Akane casi protestó, quién demonios quería una explicación? Lo quería a él, toda la noche y por toda la vida, si era posible.
Volvió a besarlo y tiró con apenas fuerzas del cuello de la camisa roja de su acompañante, obligándole a entrar a su apartamento.
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Taro vio horrorizado como se apagaban las luces del pasillo y la puerta de la habitación de hospital se abría lentamente.
De ser capaz de gritar, lo hubiera hecho, aunque dudaba que alguien en ese sitio desease ir en su auxilio.
- Se paga primero, amigo-escuchó decir a su carcelero y verdugo personal.
El desconocido que lo acompañaba rebuscó en su bolsillo algunos billetes.
-Todo tuyo-convino contando los viejos billetes-Solo intenta no dejarle marcas-le advirtió antes de retirarse-el otro día un imbécil le cruzó la cara por no chuparsela bien. Tuve que inventar una mierda absurda para justificarlo.-explicó
-Sí, sí, ya entendí, nada de golpes para este muñeco-respondió el otro, acariciando la cicatriz en la mejilla de Taro, con el pantalón ya abierto y el miembro a medio salir.
La mirada de Taro era feroz y amenazante, sin embargo su cuerpo era sólo una marioneta inútil que otros usaban y movían a su antojo.
Intentó al menos cerrar los ojos ante la degradante invasión a su boca, pero ella se lo impidió.
Su maldito espectro, la cara desfigurada a golpes de Rouge, esa chica a la que tanto deseó en su juventud, esa que le había provocado caer y quedar en tal estado, lo evitó.
Mirándolo a los ojos le sonrió y volvió a repetirle aquella frase que lo enfurecía tanto: "Me das asco", dijo al tiempo en que con sus sangrantes y podridas manos le sostenía los ojos abiertos.
"Me das asco"-se repitió una y otra vez, cada noche, durante cada ataque hasta casi hacerle perder la razón.
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La ceremonia culminó con el beso de la pareja. Los invitados, apenas unas treinta personas, aplaudieron emocionados a su paso.
El joven matrimonio recorrió el pasillo de la iglesia, sonrientes, enamorados y felices.
Al salir del recinto, la novia lanzó el sencillo ramo entre las solteras asistentes.
-Felicidades, Ranma-bromeó el recién casado, golpeando ligeramente sus costillas-parece que tú serás el siguiente.
Aunque la idea del matrimonio jamás había pasado por su cabeza antes de conocerla, ver a la chica de cabello corto tan feliz sosteniendo el ramo de novia, lo hizo sonreír inconscientemente.
-Sí, eso parece-admitió él, internamente emocionado con la idea.
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FIN
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NOTA DE LA AUTORA:
Hola, gente bonita de Internet, cómo están? Espero que muy, muy bien. Yo, estoy feliz porque pude terminar está historia, la cual tuve durante mucho tiempo en espera.
Muchísimas gracias por la cálida respuesta a este humilde fic, significa mucho para mí.
Pido disculpas si parece que releve a Ranma, sólo quise que Akane se salvara a sí misma, superando sus traumas de vida, pero apoyándose en él y motivada por el deseo de proteger a Kasumi.
Para quienes no han leído el manga, Rouge es un personaje que se enfrenta a Taro, por así decirlo.
Qué más, que más? Bueno, sólo decirles que espero hayan disfrutado la lectura y que tienen un pedacito de mi corazón dedicado a ustedes.
Especial agradecimiento a quienes siguieron las actualizaciones de este fic (a pesar de la demora) y a quienes lo lleguen a leer eventualmente, también muy agradecida.
Pues eso, besitos desde un punto de Centroamérica que une el norte y el sur!
