Ranma 1/2 no me pertenece. Todos los derechos están reservados a su autor original, Rumiko Takahashi. Esta obra es escrita sin fines de lucro. Nota: Esta historia tendrá dos marcos histórico-culturales, uno de la época actual y el otro de la década de 1920-1930, por lo cual puede haber errores y/o situaciones que pueden llegar a incomodar a algunas personas, además de acontecimientos ficticios. De antemano, una disculpa.
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Deja Vú
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El tenaz felino observaba aquella escena trágica con total fijación. Fue testigo de como el arma filosa desgarraba la carne y el kimono de la joven. El olor a sangre y muerte le era un aroma bastante conocido, ya estaba acostumbrado a ello, por lo que no fue una sorpresa para la criatura ver como ella caía estrepitosamente, viéndose cada vez más pálida. Y luego, pudo ver al chico teniendo el mismo trágico destino que la mujer que yacía inerte en el viejo suelo de madera.
Los dos cuerpos estaban tendidos, tomándose de las manos. Los orbes zafiro se iban apagando poco a poco, entre lágrimas y sollozos desgarradores. Y luego estaban los militares, quienes tomaban a la responsable de aquella doble muerte para apresarla. Otros corrían presurosos hacia el par de personas con la esperanza de salvar la vida de al menos uno de ellos.
Se acercó, con la ventaja de no poder ser percibido por los humanos. A excepción de los ojos azules, quienes apenas lograban visualizarlo.
"Otra oportunidad. Necesito una maldita oportunidad más."
"Así será."
Se desvaneció poco a poco de aquél lugar, planeando su siguiente movimiento. Entonces, hizo resonar la frase que le había dicho a la pequeña Akane, para que Ranma la pudiese escuchar.
". -. / - - .-. .- / ...- .. -.. .- / ... . .-. .-.- -. / ..-. . .-.. .. -.-. . ... .-.-.-"
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Capitulo 3.-Los pasos del pasado que persiguen al presente.
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Ranma retrocedió, sumamente asustado por el animal al que tanto temía. Los escalofríos se acrecentaron cuando esa cosa blanca y peluda avanzaba hacia enfrente, moviéndose con demasiada elegancia. Akane estaba incrédula, no entendía que es lo que estaba sucediendo. Para empezar, todo era una locura porque no había forma de que el museo los haya transportado mágicamente hacia ese edificio derruido, escenario del cruel destino en sus sueños.
—¡Mierda! ¡N-no te acerques!— Gritó el chico con pavor. Agitó la lámpara de un lado a otro, intentando ahuyentar en vano al felino. —¡Atrás, maldito g-gato!
"Es inútil. No le tengo miedo a nada." La voz proveniente del animal era diferente a una voz normal. No sonaba ni femenina, ni masculina. Un tono neutral y armónico la adornaba. Con calma saltó hacia una roca cercana, sentándose en la superficie tosca. "He presenciado la muerte una y otra vez. No hay manera en la que me asusté con algo tan simple cómo la luz de una lámpara."
Akane se acercó a la criatura, aferrando el reloj en su mano con fuerza. —¿Qué demonios está pasando?
"Lo que está sucediendo, es que regresaron a la vida."
—¿Regresar a la vida?— Preguntó Akane curiosa.
Cuando el de trenza escuchó lo que ese animal dijo, se acercó un poco más. Aún si el miedo hacia ese animal le quisiera paralizar entero, la curiosidad era más poderosa. Llegó hasta colocarse atrás de la chica, temeroso aún del horrible gato blanco. —¿A q-que te refieres?— Preguntó en un susurró que fue escuchado perfectamente por la criatura.
"Reencarnación. Ustedes han reencarnado en una nueva época, pero con los mismos nombres, y los mismos rostros. Y me temo que su péndulo está marcando la misma dirección cruel."
—¿Péndulo?— Ranma no entendía nada. —S-sabes... A-aunque me des m-miedo, si no nos explicas bien todo t-te voy a golpear.— Akane simplemente rodó los ojos al escuchar la pobre amenaza salir de los labios de Ranma.
El gato bajó de la roca, rodeando a los dos en círculos, como si fuese un depredador que espera matar a sus presas. Movía su cola de un lado a otro, hipnótico, misterioso. "El péndulo es como un sistema en el que nosotros, los ánimus, podemos predecir el destino de cada uno de los humanos."
—¿Animus?
—Mi cerebro se esta friendo.— Dijo Ranma tomando su cabeza frustrado. —¿Animus?¿Péndulo? ¡No entiendo una mierda!
"Nosotros somos una especie de guardianes de cada ser humano, por lo cual somos individuales. Yo, sin embargo, soy el animus de ambos. Nuestro deber como guardianes es vigilar que el péndulo que los rige no salga de su trayecto."
Akane pensó un poco, y luego, su cerebro se iluminó. —Déjame ver si entiendo, ¿Estás hablando de algo parecido a la teoría del caos?
—¿Por que no hablan en japonés? Akane, ¿Qué demonios es la teoría del caos?
La chica le miró. —La teoría del caos es la ley que dicta que siempre hay un camino trazado, pero dicho camino puede verse afectado por diferentes cambios. También se le conoce como el Efecto mariposa.
El animal saltó hacia otra roca, y en cuanto lo hizo, unos destellos comenzaron a formar una especie de visión. Era un péndulo de oro, adornado con listones de cuero natural y grabado con secuencias de puntos y líneas. "Cada persona tiene un péndulo distinto. Es individual. Aunque, el caso de ustedes es peculiar. Su péndulo es compartido, es decir, son almas gemelas destinadas a conocerse."
Los corazones de ambos dieron un vuelco al escuchar aquello. Almas gemelas. Ahora entendían porqué sentían familiaridad y conexión entre los dos. Se miraron fijamente, y en cuanto lo hicieron, los destellos los rodearon y el viento les acarició las pieles. Imágenes nítidas de ambos les cruzaron por sus mentes. En algunas, corrían juntos, en otras, luchaban. Cada pequeña chispa de recuerdos les iba inundando sus mentes, hasta que sus iris se iluminaron.
—Te recuerdo... eres Ranma Saotome. Un campesino, hijo de dos de los líderes ganaderos y agrarios más importantes del año de 1929.
—Y tú eres Akane Tendo, la hija menor del comerciante de seda más poderoso. Eres parte del zaibatsu Tatsuichi-Tendo.
"Veo que han podido recordar algunas cosas. Los sueños que han tenido, en realidad, son recuerdos."
Sus ojos se abrieron asombrados ante ello. Los dos dieron un par de pasos hacia atrás por la impresión, soltando las lámparas y el reloj. En cuanto eso sucedió, la vieja casona se iluminó por dentro y las puertas que daban al jardín se abrieron, mostrando el interior de manera clara. Ambos giraron para admirarlo, observando la escena que se desarrollaba.
Adentro ocurría una pelea acalorada entre Akane y una mujer que aun le era desconocida, gracias a que usaba una vestimenta con la que podía ocultar su identidad. Fueron testigos de como Ranma llegaba para presenciar la muerte de Akane sin poder hacer algo para evitarlo. Luego, aquél hombre trataba de luchar contra la femenina, pero fue inútil. El mismo destino le ocurrió, tendiendo su cuerpo junto al de Akane. Los dos perecían mientras que un conjunto de personas llegaban para arrestar a la culpable de tal atrocidad.
"Ese fue su trágico futuro."
La respiración se les aceleró. Habían logrado sentir el dolor de la daga atravesándoles, y sus corazones se perforaron cuando presenciaron su última despedida.
Aquél ánimus tenía razón. Ellos dos eran la reencarnación de dos trágicos amantes.
El gato se les acercó, deteniéndose frente a ambos, quienes simplemente estaban pasmados. "Su péndulo está programado para seguir un mismo camino. En esa época, su felicidad estaba pactada. Pero otro ánimus de fuerza oscura llegó a interferir. Es por ello que terminaron así. Y me temo que aunque hice lo posible para que no volviera a suceder en esta nueva vida, no lo he logrado."
Ranma miró al gato, esta vez sin ninguna pizca de miedo en sus ojos. —E-entonces... ¿Nuestro destino en esta vida es... morir?
"Así es. Pero ahora, les ofrezco la posibilidad de poder cambiarlo."
Akane respiraba frenética. No quería morir, no deseaba pasar por el dolor de su vida pasada. Sus manos y todo su cuerpo temblaba gracias a la frustración. ¿De verdad en esta nueva oportunidad estaban condenados a la misma mala suerte? Clavó su vista furibunda al gato. —¡¿Por que?! ¡¿Que sentido tiene todo esto si vamos a morir de nuevo?!
"Les prometí que en otra vida serían más felices. Es hora de cumplir mi promesa."
Un papel llegaba siendo arrastrado por el viento, y el reloj que estaba tirado en el suelo levitó. A Ranma le entregaron el rollo, depositándolo en sus palmas, y Akane volvió a tener el reloj en sus manos.
"El pergamino contiene un mensaje codificado que se revelará con cada acción positiva que realicen. Tendrán que modificar el trayecto de su péndulo con pequeñas acciones que marcarán el nuevo rumbo. Una vez que el pergamino tenga la palabra correcta, se les concederá un deseo a cada uno. El reloj está programado con una cuenta regresiva, tienen tres meses para poder lograr cambiar su futuro. La corona del reloj les dará dos oportunidades para revertir el tiempo, pero solo pueden usarlas en casos extremos de emergencia. Si lo usan sin justificación, la cuenta regresiva se acortará."
Ranma extendió el pergamino, encontrándolo vacío, sin ninguna palabra escrita en él. —¿Y cómo daremos con la dichosa palabra?
"Durante sus vidas pasadas se comunicaban con código morse. No será la excepción por esta vez."
—Somos almas gemelas, ¿Esto significa que estábamos enamorados?— Preguntó Akane, logrando que el de trenza le mirara un poco sonrojado.
"Así es."
—¿Y por qué ahora actuamos como si lo estuviéramos? No nos conocemos de nada.— Preguntó el de trenza.
"Porque los recuerdos se están mezclando con su realidad. Desde este momento, me aseguraré de que sus recuerdos no interfieran para nada."
—Entonces si esto esta solucionado es pan comido. Para empezar debemos evitar enamorarnos.— Declaró Ranma, muy seguro y confiado de su respuesta.
"Puede que si. Puede que no. Algunas cosas se pueden cambiar, pero otras no."
—Pues debemos cambiar eso. Si ella me dijo pervertido en el metro, no creo que haya forma de que algo entre nosotros funcione.
Akane entrecerró sus ojos con enojo. —Deja las bromas y tómatelo en serio.
Una luz les rodeó, y en tan solo unos segundos pasaron de estar afuera de la vieja casona, a ahora estar en el jardín de la residencia de los Tendo. Confundidos miraron a todas partes, encontrando al ánimus arriba de la barda.
"No se preocupen por lo que pasó en el museo. Todo ha regresado a la normalidad. Ahora deben enfocarse en su péndulo."
Sin siquiera esperar a que ambos pronunciaran una palabra más, desapareció, corriendo hacia el horizonte.
Es entonces que los dos se sumieron en un silencio profundo, procesando todo lo que acababa de pasar. Había sido demasiada información por ese día.
Akane suspiró, mirando el reloj de oro. Marcaba la media noche, y ya se encontraba en marcha. —La cuenta regresiva ya comenzó.
—Estoy confundido. ¿Qué exactamente debemos evitar que suceda?
—Supongo que nuestros próximos sueños nos lo deben indicar.
Ranma, un poco cansado bostezó. —Bien, entonces mañana comenzamos.
—De acuerdo. Te veo en clases.
El de trenza no dijo nada más. Saltó la barda y se retiró a descansar. Aunque ninguno pudo hacerlo adecuadamente esa noche
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Ya era martes por la mañana, y Ranma bajaba las escaleras de su habitación para ir al comedor, como siempre hacía. Llevaba el pergamino en su mochila gracias a que había recibido un mensaje de Akane, quien le comentó que después de sus clases de historia irían a la biblioteca a estudiar código morse. No sabía que era peor, si las clases de historia o el hecho de tener que aprender algo nuevo como ese idioma. Hastiado comió lo más rápido que pudo, antes de que su padre llegara a importunarlo.
—Vaya hijo, hoy tienes mucha hambre.— Comentó Nodoka un poco extrañada por el apetito tan voraz de su hijo.
Los trozos de arroz que se le pegaron en la boca los retiró con un poco de prisa. —Es que tengo que llegar temprano.— Rápidamente se levantó de su asiento e hizo una reverencia a su madre, a modo de despedida. —Tengo que irme.— Comenzó a caminar hacia la salida de su casa.
—Hijo, espera...
—Ranma.— Llamó Genma con voz firme, apareciendo con su ya típico periódico en manos.
Rodó los ojos, impaciente. Lo único que quería era tener una mañana mucho más tranquila que las últimas que había tenido, pero era demasiado pedir. —¿Que carajos quieres?
Genma se acomodó sus lentes. —Necesito que hoy llegues temprano a cenar. Tendremos visitas y necesitamos quedar bien ante ellas.
Se extrañó. Nunca le había pedido llegar temprano. —Bien, estaré a tiempo. Me largo.
No esperó a que su padre dijera algo más, simplemente salió a la calle. Cuando comenzó a caminar, el maldito gato se le apareció frente a frente, asustando un poco a Ranma.
—¡Oye! ¡C-cada vez que apareces me asustas!
El felino caminó junto al de trenza. "Veo que hay un cambio de rumbo en el péndulo."
—Es imposible. Aún no hemos actuado.
"No han sido ustedes. Fue el ánimus oscuro."
Ranma se detuvo abruptamente. —¿El que nos mencionaste? ¿De nuevo está interfiriendo?
"Esta vez se materializó en forma de un ser humano. Y me parece que tiene conexión contigo."
—Vaya...
"Algunas cosas han cambiado, pero visualizo el mismo final. Recuerden que para ser felices deben evitarlo."
—Lo sé...— Sintió de repente una punzada en su corazón, como un presentimiento de que algo iba a ocurrir. Luego de ello, vino a su mente el recuerdo de la primera vez que conoció a Akane en su otra vida.
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Ranma caminaba tranquilamente por la sección ganadera. Era el amigo de toda la gente del lugar, no solo por ser el hijo de los lideres agrarios de la sección, sino que también resultaba ser una buena persona, alguien que siempre velaba por la seguridad de todos. Era la definición de pureza y bondad, algo muy difícil de ver, sobretodo en esos tiempos crueles donde los militares mandaban, autoritarios y sin piedad de nadie.
Con una gran sonrisa cruzaba cerca de un terreno baldío, cuando de repente escuchó un pequeño disturbio cercano. Se acercó, notando una escena grotesca. Un par de militares que se encontraban ahí habían tomado a una pobre campesina, y la estaban acosando.
—¡Suéltenme!— Gritaba la fémina, retorciéndose entre los brazos del militar.
El sujeto simplemente reía, divertido del miedo incipiente de la mujer. —La criaturita se está espantando.
Otro de los hombres tomó uno de los extremos inferiores del kimono roído. —Que sucia está. Vamos a quitarle la ropa para que pueda asearse.
—¡Ayuda!
No lo pensó dos veces. Corrió y saltó hacia ellos, golpeándolos con sus habilidades impresionantes de Judo. Él sabía este arte marcial gracias al acercamiento que tuvo con conocidos del creador del estilo de lucha, y al menos el no se aprovechaba de esos conocimientos para hacer el mal, tal como lo hacían esos sujetos. Los pobres militares eran nada a comparación de su fuerza, por lo que en un santiamén esos dos inútiles estaban en el suelo. Cuando terminó la lucha, observó a la mujer víctima de los malditos. Era una joven envuelta en una capa, con un kimono viejo y pelo descuidado que temblaba un poco asustada de todo lo que ocurría. Se acercó lentamente a la chica, y le extendió su mano con delicadeza.
—No deberías estar sola. Algunos militares son unos hijos de puta. Ven conmigo.
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"¿Ocurre algo?" Preguntó el gato al notar el semblante intranquilo de Ranma.
—Akane está en peligro...
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Akane caminaba tranquilamente hacia la universidad, mientras que en su mano llevaba el reloj de oro puesto. Pensaba en lo que debería de evitar, pero simplemente no daba con nada especial. Todo estaba siendo confuso, ahora ningún recuerdo se había materializado, por lo que no sabía que es lo que seguía. Estaba caminando cerca de un callejón, en una calle un poco solitaria. Todos los días pasaba por esa zona, pero en esta ocasión tuvo un presentimiento que le causó escalofríos. Caminó un poco más rápido, pero unas manos le tomaron de la muñeca y la arrastraron al callejón, apresándola el el muro..
—¡Suéltame!— Gritó mientras intentaba librarse del agarre. Era una pena que no tuviera la fuerza suficiente para poder defenderse.
—No tan rápido. Dame el reloj.— Habló el hombre quien se encontraba oculto tras un cubrebocas y unos lentes negros
—¡No!— Se arrepintió de negarse cuando sintió el filo de la navaja en su cuello. Aunque Japón era un lugar seguro, no siempre era así, y lo que estaba ocurriendo era la prueba de ello.
—Dámelo, preciosa. No quiero tener que cortar ese lindo cuello.— Aquél sujeto acarició con lascivia el cuello, haciendo que Akane se sintiera asqueada. —Ahora que lo pienso, me llevo el reloj y además nos divertimos un rato, ¿Qué te parece mi plan?
—¡Suéltame! ¡Ayuda!
Akane cerró los ojos con fuerza al sentir una ráfaga de viento cruzar frente a ella. Luego de unos segundos los abrió, descubriendo a Ranma golpeando al sujeto que le había interceptado, luchando para intentar salvarla de lo que sea que estuviera ocurriendo. Entonces ella sintió que algo estaba siendo conocido para ella. Esto ya no se sentía como la anemoia, como la añoranza.
Ahora, más bien, era un deja vú.
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Mientras ese misterioso chico de trenza luchaba contra los militares, ella temblaba asustada. Cuando solía ir a reuniones de la alta sociedad con su padre los militares se portaban como todos unos caballeros. Pero ahora, gracias a todo esto se daba cuenta de que siempre usaban una máscara falsa. Con las mujeres campesinas eran crueles, despiadados. Y de verdad lamentó por primera vez pertenecer a un estrato muy superficial.
Una vez que ese hombre terminó de golpear a los grandísimos idiotas se giró a observarla. Y ella no pudo evitar sentirse azorada por su presencia. Aquellos ojos azules, profundos como el mar le miraban preocupados. Su peculiar trenza era hipnótica, y todo su rostro resultaba hermoso.
—No deberías estar sola. Algunos militares son unos hijos de puta. Ven conmigo.
A pesar del miedo que sentía, aceptó, tomando su mano con delicadeza, y dejándose guiar por él.
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No supo en que momento ocurrió, pero Ranma terminó de noquear al ladrón en menos de dos minutos. Notó como se acercó a ella, preocupado. Y ella sintió su corazón agitarse con fuerza cuando se percató del sonrojo que se le había formado en las mejillas. Era tan ágil, tan fuerte. Jamás había conocido a un chico que pudiera dejar inconsciente a alguien tan rápido. Además, no lo había notado hasta ahora, pero era muy guapo.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo?— Habló con la respiración agitada, en parte por correr y en parte por el duelo que tuvo.
Akane asintió, un poco atontada por el efecto que ese chico le causaba. —Estoy bien.— Miró al ladrón tirado en el suelo. —Esto fue un deja vú.
—¿Un qué?— Preguntó el de trenza confundido.
"Un deja vú." El felino apareció de la nada, posándose sobre el cuerpo inconsciente del vástago que intentó hacerle daño a la chica de pelo corto. "Algo que ya había pasado. Les dije que algunas cosas se podrán evitar, pero otras no. Y esta es una de las inevitables."
—Tuve el recuerdo de que estabas en peligro. Y por eso vine, fue una corazonada.
—Vaya. Pensé que los recuerdos no deberían interferir con nuestros sentimientos o intuiciones.
"El recuerdo si interfirió en su intuición, pero ningún sentimiento de la vida pasada influyó en el corazón de Ranma. Puedo notarlo."
—Es verdad, no creo que lo que estoy sintiendo en este momento haya sido producto de mi reencarnación. Me preocupé en serio por ti, y por eso vine a rescatarte...— En cuanto fue consciente de lo que dijo se sonrojó furiosamente. —¡N-no es lo que piensas! ¡Estoy tratando de evitar enamorarme de ti! P-pero debía mantenerte a salvo p-para que el péndulo n-no estuviera en problemas.
La de pelo corto frunció el ceño, igual de sonrojada que el chico. —Si, si, ya lo sé.— Miró al gato nuevamente. —¿Esto que pasó no nos ayuda en nada?
"Vean el pergamino." Declaró antes de desaparecer.
El chico de orbes azules abrió rápidamente la mochila, extrayendo el pergamino que le había sido entregado. Akane se acercó para observarlo a profundidad, y en cuanto fue abierto, descubrieron unos símbolos escritos en la superficie.
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—¿Tres guiones? ¡No me jodas!— Dijo Ranma.
—Es código morse, imbécil.
—No me digas imbécil, estúpida.— Sintió como le daban un golpe en la cabeza. —¡Eso duele!
—Debemos averiguar el significado de los símbolos.
Ranma enrolló nuevamente el pergamino, lo metió a su mochila con precaución y asintió. —De acuerdo.— Iba a darse la vuelta, hasta que sintió como le sostenían del brazo. Observó a la chica, quien le miraba con cierto sonrojo en las mejillas.
—Gracias por salvarme.— Pronunció con voz baja, avergonzada y percibiéndose como una tonta.
El de trenza tragó duro, y su piel se erizó. —D-de nada...
Akane le soltó el brazo, y ambos comenzaron a caminar hacia la universidad, en silencio, sintiendo una calidez posarse en sus corazones.
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Kuno Tatewaki iba caminando por las calles de Nueva York, vistiendo un abrigo y unos pantalones sofisticados. Todo en él gritaba a elegancia y dinero, y como no habría de ser así, si era perteneciente a una de las familias más pudientes de todo Japón. Su caro celular vibró con una notificación de mensaje. La abrió, dándose cuenta de que era una foto de su compañera de clases, Nabiki, con un fuerte mensaje sexual. Contestó a la provocación, y luego guardó su celular. Sonreía de lado.
Nabiki Tendo y él llevaban una relación en la que solo había atracción del tipo sexual, o por lo menos así era para él. No le interesaba de manera romántica, y siempre terminaban follando en su mansión. Llevaban por lo menos un año realizando este tipo de cosas, y así se mantendría hasta que se cansara de ella. Siendo sincero, jamás se había sentido enamorado de ninguna chica. Incluso estaba acostumbrado a que cayeran por él, y claro, eso lo aprovechaba con fervor. Rio con suficiencia mientras entraba al gran hotel donde se estaba hospedando.
Subió el elevador, pensando en que a veces era divertido ser el sucesor de la riqueza de su padre. Abrió la puerta de su suite, y se quitó el abrigo, dejándolo tendido en el respaldo de una de las elegantes sillas. Fue hasta el refrigerador y sacó de ahí un vino que le proporcionaron. Sirvió una copa, pero en cuanto iba a beberlo, un fuerte dolor de cabeza se asomó en él. Terminó con la copa hecha trizas en el suelo, el vino desperdigado y él con sus manos en la cabeza, tratando de controlar ese intenso dolor punzante. Su mente comenzó, entonces, a mostrar algo que nunca había visto.
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Era la visión más hermosa que jamás haya podido presenciar en toda su maldita vida. El suave kimono de seda color rojo contrastaba con esa nívea piel. Sus ojos, grandes, expresivos y del color de las avellanas lograban entumecer sus sentidos. Bajaba las tradicionales escaleras de la casa a la cual había sido invitado. En cuanto ella llegó y se posicionó al lado de sus dos hermanas, el olor a lavanda le invadió sus fosas nasales.
—Son hermosas mis hijas, ¿No es así?— Pronunció el hombre de pelo largo que se encontraba luciendo un traje elegante.
—Demasiado.— Susurró, acercándose a las tres. Se inclinó, saludando a la mujeres.— Soy Tatewaki Kuno, hijo del ex samurai Kuno. Es un placer conocerlas.— Levantó su vista nuevamente a la joven que le cautivó por completo.
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El dolor de cabeza desapareció, pero la inquietud se mantuvo en él. ¿Qué había sido aquello? Y lo que más le preocupaba, ¿Quién era esa hermosa mujer que había visualizado?
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—Durante esa época existieron lo que se les conoce como zaibatsu. Ellos eran un conjunto de empresas poderosas que podían encontrarse en todos los sectores de la economía japonesa.
Mientras la profesora hablaba, Ranma estaba pensativo. Por primera vez su cerebro estaba trabajando arduamente, tratando de conectar algunos puntos entre las lecciones de historia y su vida pasada. De pronto, otro recuerdo le golpeó como bala, y entonces cerró los ojos con fuerza.
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Ranma observaba como la mujer desconocida miraba hacia el horizonte, sentada a orillas del río, con la capa aún puesta. Después de que llegaran a esa parte del sector, ella había decidido no hablar para nada. El de trenza trataba de interrogarla, ya que como hijo de los lideres de esa sección le preocupaba el bienestar de cada uno de los integrantes del pueblo.
—Te lo pregunto de nuevo, ¿De que parte del sector eres?
Akane no quería responder. No deseaba ser asediada, porque si él se enteraba de su clase social, era seguro que le intentaría sacar provecho. Ya suficiente riesgo corrió con esos militares como para que alguien más le quisiera dañar.
—No te lo diré.
—¿Y por que no?— Esa chica volvió a quedar en silencio, y como le exasperaba a Ranma esa terquedad. —Necesito saberlo. Ya te dije que mis padres llevan el control de la población de esta zona. Es importante que sepa quien es tu familia y donde vives, para no dejarte ir sola.
—Tengo mis motivos para no decirte. Te agradezco tu ayuda antes, pero ya puedo cuidarme sola.
El de trenza se impacientó. Furioso se agachó a la altura de la mujer y tomó las orillas de la capa. Forcejeó con las suaves manos de ella, hasta que por fin pudo quitar la molesta tela que la cubría. Y cuando lo hizo, quedó impactado por la belleza de la mujer.
Los orbes marrones le parecían expresivos y llamativos. A la luz del sol brillaban como dos diamantes puros. Su rostro era fino y delicado, e incluso si se encontraba llena de suciedad le daba un toque adorable. Su pelo amarrado en un moño bajo parecía simple, pero resaltaba aún más una elegancia oculta. Ninguna otra chica que conociera le hacía competencia.
—E-eres... eres... t-tú... ah... eh...— Balbuceó como un tonto, porque se había quedado con las defensas bajas.
Akane se levantó con ira, y se alejó del chico. —Si. Soy Akane Tendo, hija de uno de los zaibatsu más grandes de seda. ¿Contento?
Ranma en realidad quería decirle que era hermosa, pero en cuanto escuchó la palabra zaibatsu se desconcertó. Atónito la encaró. —¿Zaibatsu?
Tan pronto como Akane se dio cuenta del error que cometió, se avergonzó. Debía evitar darle su identidad, pero falló en ello. No obstante, decidió ser valiente ante el joven. —Si.
Era de clase alta. Una riquilla como las que pululaban en las casas de moda. Ahora entendía el porqué de su belleza tan inigualable. —¿Cuá es el zaibatsu?— Al no obtener un pronta respuesta volvió a hablar con ansiedad. —¡Dime!
—¡Tatsuichi-Tendo!
Quedó pasmado ante la confesión. El zaibatsu Tatsuichi-Tendo era uno de los más ricos en cuanto a producción de seda y fabricación de ropa de alta costura. Ellos eran los responsables de vestir a las mujeres de los más altos rangos. —¿Y que demonios estás haciendo aquí? Los militares por poco y te hacen daño, no puedes estar arriesgándote a que te ocurra algo.
Akane agachó la cabeza. No podía culparlo por enojarse, después de todo tenía razón. Ella no debería de estar ahí, sola. Suspiró, mientras que se acercaba nuevamente a la orilla del río, tocando el agua con su dedo índice, creando ondas. Suspiró con tristeza. —Quería practicar artes marciales sin que me regañaran.
—¿Eh? ¿Artes... marciales?
Lo miró con sus ojos apagados por la tristeza. —Soy una mujer de clase alta, y a nosotras solo se nos educa para ser buenas amas de casa. Yo quiero entrenar artes marciales y sentirme diferente. Es por ello que me escapé por unas horas. No te puedo juzgar por molestarte, porque fui irresponsable.— Suspiró nuevamente. —Pero yo de verdad quiero ser... libre.
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Zaibatsu. Akane, en su vida pasada, era parte del zaibatsu Tatsuichi-Tendo, una familia rica que se dedicaba al comercio de seda. Y él era el hijo de un par de campesinos que luchaban por los derechos agrarios, alguien de la clase baja. El gato le había comentado que algunas cosas habían cambiado, así que dedujo que una de ellas sería la posición social de ambos. Su abuelo era el dueño de una empresa reconocida, entonces eso significaba que ahora él pertenecía a la clase burguesa, mientras que Akane a la clase común.
Eureka.
Miró de reojo a la chica de pelo corto, sentada al lado de él. Aunque el efecto de las reencarnaciones había desaparecido, su corazón comenzaba a latir por ella. No la conocía a profundidad, pero podía jurar que era una chica linda y amable, solo que a veces era un poco gruñona. Además, era guapa, no podía negarlo. Se supone que deberían evitar enamorarse el uno del otro para poder cambiar su futuro, pero... ¿Y si esa era una de las cosas inevitables?
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Xian Pu estaba, aparentemente, de buen humor. Iba de un lado a otro, probando los cuatro conjuntos ganadores para la cena con los Saotome. Uno le gustaba más que otro, pero aún no podía decidirse por alguno. La verdad es que desde que había despertado esa mañana se sentía un poco extraña. Por la noche, tuvo un sueño un tanto peculiar que logró dejarle la sensación de la piel erizada. Tan solo de recordarlo los pelos se le ponían de punta.
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Caminaba con su hanfu sucio de tierra, mientras que con una mano cargaba una canasta llena de hortalizas que venderían en el mercado. Era conocida por ser la extranjera más popular de la zona. Gracias a su belleza y a su encanto se había ganado el respeto de una buena parte de los japoneses, más que nada de quienes le despreciaban por venir de Manchuria, la zona que provocó disputas entre Japón y Rusia, quitándole la vida a muchos soldados.
Llegó al puesto donde le correspondía vender, y enseguida comenzó a acomodar las hortalizas en orden. Mientras lo hacía, un grupo de jóvenes mujeres, casi de la edad de ella se conglomeraba frente al puesto. Con discreción escuchó la plática que sostenían.
—¿Ya supieron sobre lo del hijo de los líderes?
—Escuché que está tras los pasos de una joven.
—Dicen que es muy bella. La señora Masamune pudo conocerla porque él la llevó a comprar a su puesto.
—Creo que quiere desposarla.
—Cómo la envidio.
Xian Pu soltó la canasta, atónita de escuchar todo. Su corazón se hizo trizas en ese momento, y sintió sus manos temblorosas por el impacto. ¿Qué es lo que había sucedido? ¿Por qué ella no podía ser feliz? Ya había sufrido para salir de Manchuria, ¿Entonces por qué no le daban la oportunidad de vivir en paz? Las lagrimas se arremolinaron en sus ojos, pero las limpió con cautela.
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Esa visión le había dejado inquieta. No se sentía como un simple sueño. Más bien, era como si recordara algo que pasó hace mucho tiempo. Lo peor, es que la tristeza la estaba sintiendo aún dentro de ella, como si le arrancaran su propia felicidad de un día para otro. Todo el día estaba tratando de olvidar aquél sueño amargo, pero era misión imposible. Tal vez la cena con los Saotome le ayudaría a despejarse, por lo que decidió seguir con su tarea de seleccionar el mejor atuendo para la noche.
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Akane estaba tecleando en las computadoras de la biblioteca, mientras que Ranma sostenía el pergamino ya abierto. En el buscador aparecieron varias imágenes que contenían la simbología del código morse que ellos estaban buscando. Dio un click en una de ellas, analizando el alfabeto.
—Es una "O".— Señaló Akane con el puntero del ratón. Luego, giró en dirección a Ranma, mirando los símbolos en el pergamino.
El de trenza comparó el pergamino y la imagen del computador. Con sorpresa abrió los ojos. —Es verdad. Entonces, la palabra termina en "O".
Akane asintió. —El problema es que no recuerdo que palabra es. Debe ser alguna que en nuestra vida pasada compartimos los dos.
Ranma pensaba en los pocos recuerdos que había tenido, pero no lograba recordar algo en concreto. Tal parece que una de las visiones se había vuelto borrosa, y quizá era el efecto de la desaparición del alma de su vida pasada.
—Creo que uno de mis recuerdos está desapareciendo. Trato de pensar en alguna palabra que pudiera darme una pista, pero no puedo ver nada.
—Yo tampoco tengo idea de que palabra puede ser.— Miró la imagen con el abecedario en código morse. —Tendremos que memorizar el abecedario, quizá debamos usar algunos de los símbolos para comunicarnos en caso de problemas.
—Odio tener que estudiar algo que no me interesa.— Suspiró, un poco hastiado.
—¿A que te refieres?
—Primero, mi estúpida carrera, y ahora esto.
Akane notó como el chico cambiaba su malhumor a una expresión melancólica. Una carrera estúpida. Nadie que amara su carrera podía decir eso. Con calma extendió su mano hacia el hombro del joven. Los ojo azules posaron su vista en ella, quien no dudo en darle unas cuantas palmadas de apoyo.
—¿Qué querías hacer de tu vida?
El gesto le sorprendió gratamente, y sintió tanta confianza que decidió ser sincero. —Mi padre me obligó a estudiar administración. Odio las matemáticas. En realidad, quería dedicarme a las artes marciales, ser un luchador profesional. Mi padre solía entrenarme mucho, pero cuando mi abuelo se negó a darle la empresa enloqueció. Me obligó a estudiar esta carrera que detesto con toda mi alma.— Suspiró nuevamente.
—Lamento mucho que no puedas seguir tus sueños.— Sonrió tristemente. Podía ser un chico brusco con las palabras, pero no era justo para él que le cortaran sus alas y que lo obligasen a hacer algo que no le agradaba.
Se encogió de hombros, restando importancia. Algo a lo que ya estaba acostumbrado. —¿Qué hay de ti? ¿Te gusta tu carrera?
Asintió. —Amo la psicología. Siempre me ha fascinado. Comprender la mente humana es algo interesante, y estoy muy feliz de poder estudiarla. Solo que...— Agachó su mirada. —Mi hermana mayor es quien ha pagado las consecuencias de lo que nos ha pasado en casa.
—¿Puedo saberlo?
Akane aclaró su garganta para deshacer el nudo que se formó. —Mi madre enfermó hace unos años. Cuando cayó enferma, Kasumi, mi hermana mayor, se hizo cargo de ella. Apenas lograba mantener sus notas en el colegio por estar cuidando de mamá. Y bueno... ella deseaba ser enfermera. Pero gracias a su responsabilidad falló el examen de admisión. Cuando mamá falleció, ella no quiso volver a intentarlo, por lo que ahora está a cargo de casa.
—Suena horrible.
—Y Nabiki, mi hermana mediana, también salió afectada. Ella no era tan apegada a mamá, y tuvieron una pequeña discusión días antes de que mamá ya no estuviera más aquí. —Con tristeza miró al techo de la biblioteca. Estaban solos en esa sección, y aunque no estaba permitido hablar, no había nadie que les reprendiera. —No me lo dice, pero en el fondo me tiene rencor porque siempre fui la más cercana a mamá.
—¿Y que hay del dojo en tu casa? Lo vi cuando entré por ti ayer.
—Es de mi padre. Trata de restablecerlo, pero ha sido difícil. Después de la muerte de mamá, la situación económica es complicada. Ha estado trabajando de muchas cosas, pero se le nota más acabado. Solía entrenar cuando era más chica, pero no logré desarrollar una habilidad grande.
Un recuerdo iluminó la mente del de trenza.
•••
—Así que deseas aprender artes marciales...
Akane asintió. —Quisiera ser fuerte, ser hábil.— Tomó una piedra y la lanzó al rio, provocando ondas en el agua. —No quiero limitarme a ser simplemente una mujer tradicional, que se queda en casa y atiende a su marido.
Ranma sonrió genuinamente. Tan rápido como pudo se posicionó al lado de aquella mujer. Y entonces, lanzó un pequeño puñetazo en su dirección. Akane apenas y pudo esquivar el ataque, haciéndose a un lado con dificultad.
—Seré tu mentor.— Soltó sin más.
Akane le observó entre atónita y contrariada. —¿Qué quieres a cambio?
Balanceó su cuerpo, juguetón, como un niño pequeño. —¿Sabes de código morse?
Entrecerró los ojos. —Sí. Aunque no lo parezca, he leído libros sobre aquello.
—Entonces enséñame como forma de pago.
Desconfiada se acercó un poco a él. —¿Por qué lo necesitas saber?
—Por nada en especifico. Fue la primera cosa que se me vino a la mente.
Parecía ser sincero. Sin cuestionar asintió con seguridad. —Entonces es una promesa. Yo, Akane Tendo, me convertiré en tu aprendiz y en tu mentora.
Se irguió ante ella. —Y yo, Ranma Saotome, seré tu instructor y tu alumno.
•••
—Akane, en nuestra vida anterior te enseñaba artes marciales porque tú me lo pedías.
Se giró a verlo, confundida. —¿Qué quieres decir con eso?
Sonrió con amabilidad. —Te enseñaré a defenderte. Necesitarás hacerlo. No puedes estar indefensa.— Observó el cuaderno de la chica. Había notado, desde el primer momento en el que la vio, su habilidad para el dibujo. Ese ruiseñor que ella trazaba con esmero le había llamado la atención, y ahora deseaba aprender a hacerlo. —Y a cambio tu me enseñas a dibujar.
—¿Que? ¿Estás hablando en serio?— Su rostro se descompuso con lo que el de trenza dijo. ¿Acaso estaba loco? ¿Ranma dibujando? A duras penas podía concentrarse en sus clases de historia.
—Lo digo en serio.— Se sentía un poco ofendido. Estaba bien que no le gustara la escuela y que fuera pésimo para ello, pero si de verdad estaba interesado en algo lo aprendía con rapidez.
—Pensé que odiabas aprender algo que no te interesaba.
—Eso si me interesa. No puedo creer que eres tonta a veces.
Se molestó, pero aún así ignoró el insulto. —De acuerdo.— Alzó su dedo meñique, a la altura del pecho. —¿Promesa?
Con lentitud, afianzó el agarre con su propio meñique. —Promesa.
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Ranma llegó a su hogar con mucho cansancio, pero también con la emoción brincando en su corazón. El pequeño trato que realizó con Akane le pareció refrescante. No era para menos, después de todo, era verdad, ella debía aprender a defenderse en caso de que algo malo sucediera. No es que no estuviera dispuesto a salvarla en cuanto tuviera la oportunidad, pero si era sincero, seria imposible que eso pasara todo el tiempo.
Además, aprender a dibujar no sonaba tan mal.
Cuando abrió la puerta escuchó un par de voces desconocidas para él. Eran femeninas, una anciana y una joven. Se acercó poco a poco, recordando que el idiota de su padre le mencionó que tendrían visitas, así que suponía debían ser esas dos mujeres. Llegó a la estancia, saludando un poco cohibido.
—Buenas noches.
La anciana y la chica giraron su vista hacia el chico. Es entonces que los ojos de la joven se abrieron con conmoción. Era guapo, pero más allá de aquello, lo que la tenía un poco fuera de orbita era el hecho de que se le hacía conocido ese rostro. La melancolía volvió a encender su corazón como en el sueño, y sintió un ligero mareo. Ranma estaba en las mismas condiciones. La chica le parecía conocida, podría jurar que la había visto en algún lado, pero no tenía una jodida idea de en donde.
—Ah, Ranma, hijo. Acércate.— Genma actuaba distinto a como normalmente lo hacía. Con los brazos abiertos de forma exagerada invitó a su hijo a saludar a las dos mujeres.
Se acercó con un poco de cautela. Los ojos de la anciana lo escrutaban sin descanso, lo cual, a decir verdad, lo ponían nervioso. A ella no la había visto nunca. En cambio, la intranquilidad crecía más al fijarse en la chica. De repente, un pinchazo de miedo le invadió. No era de fiar.
—Mucho gusto. Soy Ranma Saotome.
Xian Pu sonrió, aparentando serenidad. Más lejos no podía estar de aquello. —Mi nombre es Tzao Xian Pu.
—Yo soy Tzao Kuo Long. Soy su abuela.
—Bien, ya que nos hemos presentado, es hora de ir a cenar. Mi esposa Nodoka preparó unos grandes manjares para todos nosotros.
Mientras Genma, Kuo Long y Nodoka caminaban juntos, Ranma se quedó parado frente a Xian Pu. Ese nombre también le sonaba de algún lado. Lo peor, era que se podía sentir un aura extraña emanando de ella. No creía en el sexto sentido, pero el suyo le estaba indicando que debía tener cuidado con esa mujer.
—¿Y de que país eres?— Preguntó para deshacer el terrible silencio instaurado en la estancia.
—De China. Nos mudamos desde hace mucho tiempo, así que siempre he vivido en este país.— Respondió un poco tensa.
Todo era incomodo. Por primera vez podía decir que extrañaba la sensación de confort que Akane le brindaba. Que bien se sentía haber pasado la tarde con ella. Deseaba regresar el tiempo para poder ser feliz otra vez. Pero ahora estaba ahí, parado, con una desconocida que le provocaba un sentimiento extraño.
—Creo que debemos ir a cenar. Nos esperan en el comedor. — Señaló mientras comenzaba a caminar, tratando de alejar el aura negativa que percibía.
Xian Pu pensó que ese chico era difícil de tratar. Pues bien, ella iba a jugar duro. Porque una cosa le había quedado clara, y era que debía conseguir su corazón a como de lugar.
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Nabiki tomaba aburrida de su soda de lata mientras miraba videos en su celular. Ella era una chica ambiciosa. Siempre luchaba por lo que quería, y lo obtenía sin importar el costo. Es por ello que, al inicio decidió aceptar el trato con Kuno Tatewaki, su compañero, para tener una relación llena de puro sexo casual. Pretendía simplemente sacar ventaja de ello, y ganar un poco de dinero. Pero le estaba saliendo la jugada al revés, porque sin quererlo, su corazón estaba cayendo por él.
No era una mujer que fácilmente se enamorara, pero en Tatewaki existía algo que le llamaba la atención. Tal vez se debía a su forma organizada de ver los negocios, o quizá era su físico, porque si, era muy guapo. Sea lo que sea, le agradaba demasiado, y se sentía tan bien entre sus brazos.
Dejó su lata en la mesita de noche, y trató de enfocarse en su celular. De pronto, su cabeza dio un pinchazo un poco fuerte. Soltó el aparato, dejándolo caer en el colchón, mientras se retorcía un poco por el dolor.
•••
No podía creer su suerte. Ella había estado enamorada de aquél hombre durante tanto tiempo, incluso podría jurar que desde niña siempre le había amado. Y ahora, estaba en esa cena recibiendo una puñalada a sus sentimientos. Todo gracias a su padre.
Con ira tiró las botellas de los perfumes más caros que tenía. Deseaba ser como ella. No entendía que es lo que tenía de especial para tener idiotizados a los hombres, pero en serio quería que a ella la admirasen igual.
Miró su reflejo en el espejo grande que tenía. El kimono de seda era hermoso, de un color bastante llamativo y con patrones delicados de flores. Su pelo castaño estaba recogido con un elegante tocado a juego con su vestimenta. Su maquillaje era sencillo, nada comparado a las exageraciones que las geishas solían usar en esas casas de té tan anticuadas. Además, poseía un cuerpo hermoso oculto tras esas modestas ropas. Su respiración estaba agitada, y aguantaba las lagrimas que querían escapar de sus ojos.
¿Por qué no podía ser feliz?
•••
Se irguió en su cama, con expresión perturbada. La cabeza había dejado de dolerle, pero un dolor distinto se hacía paso en ella. Era el dolor del corazón roto. ¿Qué fue lo que sucedió? De que se trataba esa visión que experimentó?
Estaba confundida. Inhaló y exhaló profundamente, tratando de calmarse y olvidar lo que había sucedido.
Mientras tanto, el gato blanco observaba con atención como el ánimus oscuro estaba volviendo a interferir en ese péndulo.
Que interesantes eran los pasos del pasado que persiguen al presente.
". -. / - - .-. .- / ...- .. -.. .- / ... . .-. .-.- -. / ..-. . .-.. .. -.-. . ... .-.-.-" Significa "En otra vida, serán felices".
Teoría del caos: Teoría que dicta que el mundo no sigue un patrón fijo y previsible, sino que se comporta de manera caótica (efecto mariposa).
Péndulo: En la teoría del caos, el péndulo caótico es un experimento en el que el movimiento es impredecible y sensible a cualquier perturbación. En este fic, el péndulo es el que marca el destino de las vidas de los seres humanos y que puede cambiar de rumbo con pequeñas acciones.
Ánimus: Palabra en latín que significa ánima. En este fic, el ánimus es el guardián encargado de las vidas de cada ser humano.
Zaibatsu: Camarilla financiera. Eran un conjunto de empresas casi presentes en todos los sectores económicos del Japón de los años 20's-30's.
Hanfu: Ropa tradicional de la tribu Han, de China. Es parecido al kimono japonés.
Manchuria: Región histórica ubicada al noreste de China. Fue un territorio en disputa entre Rusia y Japón.
¡Hola a todos!
Actualización sorpresa de este fic. ¡Yei! Espero les esté gustando. Es para mi un desafío enorme escribir esto, porque como verán, mezclo temas históricos con fantasía. Este capítulo es más corto que el anterior para no marearlos con tanto flashbacks. Cuéntenme que tal les ha parecido.
En cuanto a la teoría del caos, me di la tarea de investigar sobre el tema. Tomé dos trabajos como inspiración para tocarlo: el webtoon Save Me y el k-drama Cásate con mi marido (Marry my husband). Creo que ambas obras tratan bien el tema de los efecto mariposa. Y en serio espero que no los haya mareado con tanta información en este capítulo.
Para la siguiente actualización me temo que tendrán que esperar un poco, quizá un mes o dos. Se acercan fechas importantes (ajam, Halloween-Día de muertos), así que estaré trabajando en algunos relatos que quiero hacer. Además de ello trabajaré en la actualización de Entre amores y karate. Por ello decidí actualizar con este tercer capítulo, en compensación a los retrasos. Les pido comprensión por ello.
Ahora si, por último agradezco mucho su apoyo, créanme que recibir al menos un review, favorito o seguido me motiva a seguir escribiendo para ustedes. Los amo chicos.
¡Que tengan un lindo día!
Con amor, Sandy.
