Capítulo 36

Tras la llegada del viernes, como habían organizado, Lil y Alcide volvían a encontrarse en una nueva reunión de la manada, en el mismo sitio apartado del bosque de la última vez.

La pareja anduvo en silencio, con rapidez ante el leve retraso de aquella vez. La reunión había comenzando ya, puesto que el murmullo había cesado y la voz del alfa de Alcide se alzó.

-¿Distingues lo que dice? -Preguntó la mujer, a quien el leve viento impedía aquello.

-Sí; dice que manadas de Texas y Alabama están dentro del plan, y que todo marcha mejor que bien. Va a dejar a Earl hablar directamente.

Apretaron el paso un poco más, comenzando a divisar el claro donde se celebraba la reunión mientras la voz del hada tomaba protagonismo entre el silencio. Lil por fin pudo escuchar con nitidez las palabras, pasando poco después a divisar a Earl sobre una gran roca lanzando su discurso.

-Jack no ha exagerado con sus palabras. La primera fase del plan comenzó hace unos días, y está resultando muy exitosa, lo que nos ha llevado a adquirir nuevos aliados más allá de las fronteras de este estado. A partir de este momento, comenzará a rodar el engranaje a gran escala. Drenaremos vampiros para vender el uve, cosa que os hará bastante ricos. Y no habrá necesidad de luchar contra ellos ni poneros en riesgo a ninguno: los atraeremos con sangre de mi gente, sangre feérica que yo mismo suministraré a vuestros líderes. Ningún vampiro se resistirá, bajarán la guardia al entrar en éxtasis y podréis acabar con ellos. Sé que los más escépticos pensarán que esto no es suficiente para liberarnos de esos monstruos, pero he de recordaros que tras esto comenzará, y no en un plazo muy largo, la segunda fase del plan. Por motivos de seguridad no puedo contar de qué se trata, pero puedo aseguraros que creará, no sólo una merma de vampiros nunca antes vista, sino también una agonía que les hará sentir en sus propias carnes lo que han provocado durante siglos. Esto será una guerra sutil, una guerra moderna a la altura de los tiempos en los que vivimos. Ahora, dejaré que Jack os hable de los detalles de vuestro trabajo. Os repartiréis los territorios para actuar por manadas. Pero, por favor, Jack; esto te corresponde a ti.

El mentado volvió a subir junto al hombre, tomando la palabra mientras Earl se hacía a un lado.

Lil se apresuró a acercarse hasta que hizo contacto visual con su tío abuelo. Él sonrió de aquella forma escalofriante cuando escuchó los pensamientos de la mujer pidiéndole hablarle a solas.

Sin mediar palabra, ambos caminaron unos pasos, alejados el uno del otro, hasta llegar a una zona fuera de la vista de la manada. Después de un breve y tenso silencio, Earl fue el primero en tomar la palabra.

-¿Vienes al fin a decirme que os unís a mí Sookie y tú?

-Sí, eso es. Estamos cansadas de tener miedo a los vampiros. A pesar de eso, tantos secretitos no inspiran mucha confianza, y hablo por Sookie también cuando te digo que lo de la sangre de hada no suena muy bien, ¿sabes? ¿Cómo vas a hacer eso?

La camarera se mantuvo fría, dentro del personaje mental que había ensayado para que él no pudiera descubrir sus pensamientos. Earl volvió a sonreír levemente, hablando con aquel tono condescendiente.

-Querida, todos debemos reservarnos un as. Yo tampoco me fío al 100% ¿sabes? He estado haciendo mis deberes respecto a vosotras, y he visto demasiado acercamiento con algunos vampiros. ¿Cómo puede ser eso?

-Por pura supervivencia. Tenemos miedo, esos a los que te refieres saben lo que somos. Hemos llegado a un trato, digámoslo así. Usamos a Northman como él hace con nosotras. En nuestro caso ganamos dinero y protección cuando hemos necesitado. Y a cambio, y no estoy orgullosa, hemos dado sangre. Quid pro quo, ya sabes. Y si has estado investigándonos, habrás visto alguna que otra situación para rebajarnos así. Ahora tú ¿Tienes una granja de hadas?

El rubio esbozó una mueca mientras se encogía de hombros, respondiendo mientras clavaba sus ojos claros en los de ella.

-Algo así, me temo… No estoy orgulloso tampoco de usar formas poco ortodoxas, pero no estoy hiriendo a ningún hada, eso puedo asegurártelo. De momento no tengo muchos seguidores en nuestro mundo. Quisiera poder hacer las cosas bien, pero no tengo tanto tiempo como para esperar, Lil. Trabajando todos juntos alcanzaremos todos los objetivos antes, incluido el de volver a estar en paz entre los de nuestra especie.

-¿Y haces todo eso tú solo? Es demasiado trabajo incluso para un príncipe de las hadas. Eso por no hablar de tu solución final, que puedo suponer que requerirá de mucha magia. Alguien debe ayudarte.

Lil le devolvió la ácida sonrisa al ver su reacción a aquellas palabras, esperando paciente su respuesta tras una leve risa.

-La curiosidad mató al gato, Lilian. Eres inteligente, no esperaba menos. No puedo mostrar mis cartas, como entenderás. El poder real siempre queda en la sombra, y a buen entendedor, pocas palabras bastan ¿No dice eso el dicho?

-Sí, eso es.

-Perfecto. Si de veras estáis conmigo, os contaré toda la verdad llegado el momento. ¿Hay trato?

-Está bien.

Earl sonrió con una leve inclinación de cabeza, ofreciéndole la mano a la morena, quien la aceptó brevemente, para después proceder a volver junto con los demás. No obstante, tan solo unos pasos caminados, se giró para hablar.

-Si vamos a ser aliados deberías dejar de intentar matarme, o lo que fuera tu interés hacerme; dile a Azahara que me deje en paz. Como ves, yo también hago mis deberes. -Habló con seriedad, escudriñando sus afiladas facciones.

-Ciertamente siento aquel jaleo. No pretendía más que hacer que te trajera a mi presencia para interrogarte, pero una vez más, sorpresa, no se puede confiar en los vampiros. Mis asuntos con ella ya quedaron zanjados, así que me temo que ahora mismo te molesta motu proprio; es una yonqui de las hadas, pero seguro que podrás deshacerte de ella con esas habilidades que tu herencia materna te ha regalado. Si no, siempre puedes pedirle un favor al señor Northman, y así de paso matarlo a él también. Hay que pensar como un empresario ahora, Lil.

A la joven le recorrió un escalofrío ante aquel gesto de satisfacción en las facciones masculinas, y sin mediar más palabras, continuó con velocidad el camino de regreso al claro.


Las ruedas de la camioneta de Alcide se detuvieron frente al porche de los Stackhouse, sumiendo el ambiente en un gran silencio, roto por un suspiro discreto de él antes de hablar.

-Bueno, ha sido una noche intensa. Intenta descansar, Lil. Yo creo que voy a tomarme una copa antes de irme a dormir. -Bromeó, haciendo que ella sonriera también.

-Ojalá pudiera hacer lo mismo, pero mañana trabajo por la mañana, y he quedado para comer con Will por el cumpleaños de mi sobrina.

-Espero que en tu historia de lo que ha pasado esta noche la cita, haya ido mejor que en la realidad cuando Will te pregunte. Solamente decirte antes de que te vayas que me encantaría besarte, es poca cosa.

Lil pudo sentir aquel deseo intenso incluso en sus pensamientos, mientras Alcide se acercaba lentamente hasta rozar sus labios con suavidad, dejando que el beso se profundizara cuando ella lo aceptó.

La mente del licantrópico no paraba, y a cada emoción emitida por él, a cada pensamiento de cuánto le gustaría estar con ella y verla más, Sandford se iba sintiendo más culpable. No pudiendo continuar, Lil se alejó con delicadeza del moreno, comenzando a sentir el fuego de la vergüenza llenar su interior por momentos ante lo venidero.

-Joder, Alcide. Lo siento mucho. -Susurró con derrota, haciendo que la contemplara con confusión.

-¿El qué? ¿Qué pasa? Si he hecho algo que te ha incomodado, yo…

-No, no -se apresuró a rebatirlo, emitiendo un suspiro antes de seguir-. Aunque suene a puto cliché, y da un asco horrible, la puta verdad es que soy yo por completo. Tú eres un puto encanto y yo demasiado estúpida.

-¿Por qué dices eso?

Lil se centró en sus ojos, y aunque odiaba decir todo aquello en voz alta, no le quedaba más remedio que ser justa con aquel buen hombre, pues lo merecía.

-Alcide, me gustas, y sin duda no hace falta conocerte mucho para darse cuenta de que era una buena persona, y mejor que la grandísima mayoría de tíos que hay por ahí… pero sería muy cabrona si te siguiera la corriente, y no quiero hacerte daño. Estoy enamorada de Eric.

-¿Eric Northman? -Murmuró él, observando que ella asentía, llevándose las manos a la cara antes de hablar.

-Si, de ese el cual coincidimos hace unas noches atrás, en que era un cabrón egoísta. No puedo seguir con esto si sólo puedo pensar en él. No quiero arrastrarte conmigo a la mierda, Alcide.

-No me incumbe, pero ¿Qué ha cambiado desde la última vez que hablamos? Me dijiste que no habías tenido nada con él.

-Y más o menos era así. Nos habíamos besado alguna vez; habíamos tenido que beber la sangre del contrario, y la situación dentro del bunker de la autoridad me tenía medio loca. Fueron muchas emociones juntas. Él ha sido un idiota a veces, pero también bueno y atento, y… ¿Recuerdas lo que te conté de Alfred y que él me salvo?

-Sí, claro.

-Pues ahí, al ver que casi lo mataban, sentí algo tan fuerte que me acojoné; Nos acostamos esa noche y pude saber de verdad lo que él sentía, incluso lo que yo sentía. Había amor. En mí, pero también en ese otro Eric que él esconde todo el puto rato siendo un capullo.

-Entiendo… -Susurró con un deje de derrota, contemplando cuán afectada estaba ella. -Lo siento, Lil.

-Ya, yo también.

Alcide terminó por abrazarla al contemplar que finalmente derramaba sus lágrimas, dejando que leyera en su mente que él estaría allí como un amigo para ella, a pesar de todo.