Capítulo 2.

Luego de pasar un par de meses en la ciudad de Kuoh, Madara comenzó a relajarse un poco más de lo normal. Toda su vida estuvo plagada de muerte y amenazas de destrucción, lo que forjó su vista del mundo a una violenta que sólo podría ser dominada por el poder bruto. Pero este lugar era diferente, no había peligros inminentes, las personas vivían libres del odio generalizado o temor a una guerra, era realmente un paraíso si descontaban la contaminación absurda que generaban los automóviles y otros vehículos.

Había ganado un poco más de conocimiento sobre el lugar donde se encontraba, le puso un nombre a la maquinaria que servía de transporte para los civiles, así como otras cosas. Los semáforos tuvieron su prioridad luego de que casi fue atropellado por un auto, no es que le hubiera causado daño alguno, pero habría revelado su identidad como alguien con capacidades fuera de lo ordinario.

Lo ordinario en la ciudad de Kuoh eran los civiles, ni una sola vez había sentido una pizca de chakra en alguna persona, el chakra era difícil de medir para shinobis no sensores, pero con suficiente experiencia y práctica se podría tener un acceso limitado a la habilidad sensorial, no era útil en batalla, pero tenía sus usos. Gracias a esta habilidad notó que ninguna de las personas con las que se había encontrado en los meses que había estado en la ciudad tenían chakra, algo inaudito, incluso los civiles tenían la mínima cantidad de chakra para sobrevivir, pero estos carecían de la más mínima señal de chakra.

Fue la mezcla de estar utilizando esta pequeña habilidad sensorial que requería mucha concentración y el hecho de que se había vuelto un poco relajado que permitió a alguien chocar de frente contra Madara. El Uchiha obviamente no se inmutó, pero quién fuera que hubiera chocado contra él había caído al suelo, una chica o un niño si la voz aguda proveniente del suelo le daba una pista.

Madara se quedó parado mientras se maldecía internamente por su descuido, aunque su atención fue rápidamente atraída por el extraño sentimiento que tuvo cuando chocó contra la persona en el suelo, no era chakra, era algo diferente que se encontraba en el interior de este desconocido que nunca antes había sentido.

—Oh, perdonami, signore.— la confusión se hizo presente en el rostro de Madara ante las palabras del desconocido, no reconocía el idioma extraño.— Sono stato disattento e ho finito per colpirlo.— no entendía sus palabras, pero el tono de disculpa era obvio pese a la barrera del idioma.

Todavía estaba pensando en lo que había sentido, razón por la cual se había quedado parado mientras escuchaba los ruidos de tela siendo movida junto a algún tipo de contenedor de metal, supuso que su choque había causado que algún tipo de contenedor de equipaje, quizás una mochila, se hubiera abierto cuando lo que ahora apostaría era una niña cayó al suelo.

Sería descortés dejarla tirada luego de causarle problemas, en el pasado se abría alejado sin darle un segundo pensamiento, pero ahora no estaba atado al odio en este lugar, sus ambiciones fueron destruidas, entonces no tendría razón para ser un idiota con una pequeña niña.

El pelinegro usó su bastón para moverlo a través del suelo, encontrando prendas de tela y llevándolas a la dirección general de la niña. En pocos minutos, sintió una pequeña mano sobre la suya mientras seguía moviendo su bastón por el suelo, supuso que finalmente habían recogido todo el equipaje de la niña.

—Grazie per il tuo aiuto, buon samaritano, io...— la voz de la niña que estaba llena de agradecimiento fue cortada por un pequeño jadeo de esta, Madara estaba confundido por la razón, pero rápidamente fue respondida cuando sintió unas pequeñas manos tocando su rostro, habría golpeado a la niña de no ser porque algo extraño sucedió al instante siguiente.— Oh Signore, permettimi di riportare la luce a questo povero cervo perso nell'oscurità.—

Una sensación extraña comenzó a envolver su rostro, era cálido, como un faro de luz en una noche oscura. Era algo que nunca antes había experimentado, la calidez parecía centrarse en sus ojos. Pasados unos segundos la sensación desapareció, y la niña trató de abrirle los párpados, era molesto, así que simplemente alejó sus manos y abrió sus ojos para complacerla.

Negro.

Sintió el viento moviéndose frente a su rostro, como un niño trataría de comprobar si una persona estaba realmente ciega, Madara se sentiría insultado de no ser porque sintió a la niña rodear su torso con sus brazos, dándole un abrazo sorpresivo. El pelinegro simplemente se quedó quieto sin saber qué hacer.

—Perdona questo inutile seguace del Signore, nemmeno il miracolo di Dio potrà ridarti la luce.— la tristeza en la voz de la niña le sorprendió, era tan genuina que movió algo dentro de su corazón.

Con movimientos incómodos, colocó su mano sobre la cabeza de la niña y acaricio su cabello con un poco de brusquedad. La empatía o el tacto no eran su especialidad, ese era el trabajo de Hashirama, por lo que no pudo hacer más que tratar de reconfortarla.

Cuando Madara se estaba empezando a sentir incómodo por la situación, la niña se alejó del abrazo y agarró la mano que no sostenía el bastón.— Benedico il tuo cammino, nel mio nome di serva di Dio, Asia Argento, sii benedetta.— con estas palabras finales, la niña lo soltó y escucho el sonido de ruedas alejándose junto a los pasos de la esta.

El fantasma de los Uchiha no sabía cómo clasificar el extraño encuentro, lo borraría de su mente de no ser por la extraña sensación que era emitida por la niña, era como si una segunda entidad se encontrara en su interior, parecido a un Jinchuriki, pero sin ninguna presencia de chakra. No podía distinguir exactamente el sentimiento, pero algo habitaba dentro de la niña que no era compartido con otras personas en este lugar.

Luego de meses de tranquilidad algo le decía que este encuentro podría terminar su paz.


Era de noche, o al menos eso pensaba Madara, la sensación de la luz solar había desaparecido, pero las fuentes de luz artificial en las calles de la ciudad lo habían engañado más de una vez. Al menos la falta de sonidos de multitudes le permitió estar un poco más seguro. El encuentro de esa mañana lo había dejado pensativo, razón por la cual tomó una caminata nocturna para tratar de despejar su mente.

La nariz de Madara se contrajo ligeramente, seguido de un suspiro decepcionado. Las cosas nunca podrían ser tan fáciles.

Sangre.

Había captado el olor de sangre fresca en una de las casas en la calle donde se encontraba, y en grandes cantidades, si era capaz de olerlo desde tan lejos entonces no podría ser simplemente un accidente.

¿Qué haría?

Ignorar el hecho o intervenir.

El rostro de Hashirama apareció en su mente mientras sus pies se movían por su cuenta en dirección al olor de la sangre. Ese bastardo de madera no le dejaría vivir si ignorara está situación, y realmente le había gustado el sabor de la paz que estaba disfrutando, no tenía mucho que hacer, estando ciego y todo, pero la tranquilidad era suficiente para luchar por mantenerla. Si algún bastardo pensaba que podría volverse un asesino en esta ciudad entonces tendría que aprender sobre su error de la peor manera. Podría haberse suavizado, pero mantendría está pequeña paz a toda costa.

Su caminata lo llevó a la casa con el fuerte olor a sangre, su bastón golpeó la puerta y notó que estaba abierta. Entró sin ceremonias en la casa, sus instintos shinobis tomando el mando por completo. Tenía una gran desventaja en la ceguera, pero sus otros sentidos se habían afilado luego de vivir varios meses sin una luz para guiarlo.

Podía escuchar el goteo de un líquido más adelante, se movió en esa dirección sin causar ningún sonido, aparte de este ruido podía escuchar los latidos de un corazón, estaba acelerado, no sabía si por miedo o excitación, pero al menos había una persona viva en este lugar, en el mejor de los casos, era el asesino.

Sus movimientos terminaron cuando escuchó una voz arrogante proveniente de la habitación en la que acababa de entrar. —Bene, bene, bene... se non è uno sporco dem- — las palabras se cortaron repentinamente, y un silencio incómodo se instauró en la habitación, puntuada por el goteo proveniente de algún lugar.

—Che strano... non mi aspettavo che fosse un umano a trovarmi invece di un demone…— el susurro fue captado por Madara, pero al igual que la niña no podía entenderlo, parecía que eran similares o el mismo lenguaje si podía compararlos.— Beh, a volte vinci, a volte perdi, muori.— el cuerpo de Madara se movió instintivamente ante el repentino pico en el instinto asesino del hombre.

El Uchiha se inclinó a un lado, un instante después escuchó un estallido seguido de un desplazamiento de aire cerca de donde había estado. Este sujeto era el asesino, si bien todo el lugar olía a sangre podía distinguir dos fuentes claras en el lugar. Uno estaba en la pared más alejada a Madara, el otro se encontraba moviéndose rápidamente hacia él con una intención de matar palpable.

Incluso ciego, Madara era un Shinobi con el poder de destruir ejércitos, nadie en el mundo podría derrotarlo sin tener el poder de un dios, y este sujeto no ocultaba sus movimientos, quizás confiado por el hecho de que era ciego, no es que pudiera comprobarlo, aunque tuviera los ojos cerrados, había quienes podían ver usando las más mínimas aberturas entre sus párpados.

Un sonido de vibración resonó en la habitación antes de que el fantasma de los Uchiha comenzará una danza mortal con su enemigo. Era fácil de predecir a su enemigo gracias a que no disfrazaba su intención asesina, su puntería tampoco era buena, o su forma, los movimientos más ligeros le permitieron evitar los múltiples ataques de lo que adivino era un hombre, los ataques que estaba usando, los ángulos y pisadas lo delataban, su voz también era un claro indicativo.

El asesino estaba usando una espada de algún tipo, estaba usando una pobre forma de esgrima que más bien consistía en ataques aleatorios, el sonido de su arma, sin embargo, era diferente al que haría una espada de acero, era vibrante y no cortaba el aire uniformemente, como si la hoja de la espada no fuera consistente.

Se había dado el lujo de permitir que el asesino le mostrará lo que pudiera hacer para medir las habilidades de un habitante de esta ciudad, era obvio decir que no estaba emocionado, si tuviera que matar bastardos como este el resto de su vida para mantener su pequeña paz entonces moriría de aburrimiento.

Finalmente perdiendo su temperamento, Madara esquivó el último ataque que le permitía al asesino y usó su bastón para atravesar el estómago del hombre con una estocada. El hombre escupió sangre, pero no se rindió, en su lugar, había levantado la mano que no sostenía su espada, pero era ingenuo al pensar que el Uchiha seguiría jugando.

La mano del asesino cayó al suelo, separada de su muñeca luego de que Madara le diera un corte preciso con su mano mejorada usando chakra del viento.— BASTARDO FIGLIO DI PUTTANA, TI UCCIDO E USERO' I TUOI ORGANI COME CRAVATTA.— incluso con la barrera del idioma el hombre ciego pudo notar que estaba siendo insultado.

Sin pensarlo mucho, Madara agarró la cabeza del hombre y la estrelló contra el suelo, silenciándolo para siempre, el sonido de su cráneo rompiéndose en mil pedazos resonando en la habitación. Con su trabajo hecho, el Uchiha solo se detuvo un segundo para recoger los objetos que el asesino había sostenido en sus manos, uno era claramente la empuñadura de una espada, aunque no tenía una hoja, el otro tenía una forma alargada parecida a una L, no sabía su funcionamiento, pero quizás estaría relacionado con el ataque de apertura del hombre. Madara dejó la escena caminando sin ninguna prisa en su vida, una vez fuera de la casa siguió su camino olvidándose casi al instante del encuentro.

En el silencio de la noche, solo se escuchaban sus pasos y la respiración agitada de un niño junto a los sonidos de una campana detrás suyo.

Fin del capítulo.