Cbt1996: Hola linda. Las banderas flotan, gritan peligro pero ella no lo ve. Y no la culpo, ¿Quién no quisiera comerse a ese bombón? Jajaja. Kag tiene un mal presentimiento, y ¿Cómo no?, si estamos hablando de su amiga/hermana, pero Kikis no ve eso, ¡ay no!
Saludos, linda.
Kayla Lynnet: Hola bella. Sí, un mes y Kikyo cree ciegamente en él y no ve las señales, las malditas señales están ahí, ¿por qué no las ve? Jajaja.
Kag desde el principio tiene dudas del Taisho y claro que a ella le haría feliz ver a su mejor amiga con su primo. Ojalá así sea.
Las señales están, pero ¿Qué podemos hacer, Kayla? Kikis no las quiere ver. Está ciega de amor por él, hay que abrirle los ojos a nuestra Kikyo.
Saludos, linda.
Karri Taisho: Hola linda. Kikis le preguntó más de una vez sobre su vida, pero el don Juan siempre esquivó las preguntas como un profesional, dejandola conforme.
Sí, es extraño que a un hombre sexy no le gusten las fotos, jajaja.
Sí, la llevó a su empresa, pero con la intención de estar con ella, para tener sexo.
Naraku, nuestro bello Naraku, ¿será él quien cure el kokoro de nuestra Kikis? Eso lo veremos más adelante.
Saludos, linda.
P.D. Preparen pañuelos.
Capítulo 4
Perspectiva de Kikyo
Me senté frente al computador esperando que Kag se conectara. Ya había pasado un mes y tres semanas desde que mi mejor amiga se había ido a Estados Unidos. Sonreí porque era el mismo tiempo que llevaba con Inuyasha. Pensé que este tiempo iba a ser muy triste para mí, pero Inuyasha lo ha hecho uno de los mejores de mi vida.
Al fin Kag se conectó.
- Hola, Kag.
- Hola, Kikyo, ¿Cómo estás?
- Muy bien, ¿y tú?
- Pues aquí, preparando los boletos para regresar a Japón.
- ¡¿Verdad?!, ¡solo falta una semana para que estemos como siempre, muy unidas!.
- Sí, ya te extraño mucho. Las videollamadas no son lo mismo que verse en persona, Kikis.
- Sí, tienes razón. Y también porque ya quiero que conozcas a Inuyasha.
- ¿Ah sí, al famoso Inuyasha Taisho?
- Oye, lo dices como si la idea no te agradara.
- No es eso, solo temo... que él nos distancie.
- Kag, nadie nos va a distanciar. Es verdad... me enamoré como una loca de él, pero jamás te dejaría a un lado por él ni por nadie. ¿Recuerdas nuestro juramento?
Tocó su collar y sonrió.
- Sí, claro que sí, Kikyo.
- ¡Jamás ningún hombre nos va a separar!.
Gritamos las dos juntas mientras yo también tocaba mi collar, que fue el regalo que Kag me dio hace años.
- Tienes razón, Kikis. Perdón por haber actuado como niña celosa.
Solté una carcajada.
- No te preocupes, Kag. Yo en tu lugar habría hecho lo mismo o tal vez sería peor, jajaja.
Vi que en el cuarto de Kag entró Sota.
- Hermana, ¡hooo, hola Kikyo!
- ¡Hola, mi pequeño Sota!, ¿Cómo estás?
- Bien, pero a mí nunca me llamas.
- Sota, perdón, pero los cambios de horario son muchos y no quería que te desvelaras.
- Bueno, igual te extraño mucho.
- Qué lindo eres. Yo también te extraño mucho, mucho.
Le tiré besos a la pantalla para regalarle una sonrisa.
Sota es el menor de los Higurashi y es como mi hermanito pequeño. A veces, los domingos los pasaba conmigo en mi departamento.
Los domingos de hermanos
Pensé mientras lo veía en la pantalla.
- Sota, ¿venías a decirme algo? - le pregunta Kag.
- Sí, Kag, es que mamá te necesita para algo.
- Bien, dile que ya voy.
- Ok, adiós, Kikyo. Nos vemos la otra semana.
- Claro, mi pequeño, nos vemos.
Vi cómo se fue corriendo del cuarto.
- Kikyo, tienes a ese niño muy mañoso.
- Jajaja, claro que no.
- Claro que sí. No sabes lo que nos costó a mamá y a mí hacer que se durmiera. Lo único que quería cuando llegamos era: "Quiero hablar con mi hermana Kikyo, quiero hablar con ella", jajaja. ¿Ves que sí está mañoso?.
- Yo creo que estás celosa porque me quiere más a mí que a ti.
- ¡Eso no es verdad!.
- Jajaja, sí que lo es. Mira tu cara, Kag.
- ¡Cómo molestas! Mejor ya me voy, mamá me está llamando.
- Sí, claro, te salvó la campana.
- Ay, no digas eso. Mira que tú sabes cómo mamá se pone cuando no le hacen caso.
- Sí, es verdad. Da miedo, jajaja.
- Bueno, nos vemos en unas horas más, ¿sí?
- Sí, claro, nos vemos. Besos.
- Besos.
Corté la llamada para estirar mis huesos. Vi la hora en mi celular y eran las 11:20 de la mañana. Perfecto, tenía el tiempo justo para ir al templo y después ir a ver a Inuyasha de sorpresa. Sonreí, tomé mis cosas y me fui.
Llegando al templo, saludé a la vecina.
- Buenos días, vecina.
- Hola, cariño, ¿vienes a ver las rosas de Kag?
- Sí.
- Están hermosas. Ya les eché su agüita y están muy bien todas.
- Gracias, vecina.
Le di las gracias haciendo una reverencia.
- Bueno, ya me voy, mi niña. Cuídate. Ah, y por cierto, ¿Cómo va todo por allá en Estados Unidos?
- Muy bien, todo salió perfecto.
- Ah, me alegro tanto. Bueno, ahora sí, adiós.
- Adiós.
Subí las escaleras para llegar al templo. Respiré tan profundo, el aire que había aquí siempre me tranquilizaba. Caminé hacia las rosas para verlas. Estaban tan lindas, acaricié una con mis dedos para después dirigir mi mirada a un pequeño macetero.
- Tú - le dije al macetero. - Tú te vas conmigo.
La tomé entre mis manos , recordando que cuando estuve en la oficina de Inuyasha e hicimos el amor, noté que le faltaba algo, y ese algo era un toque femenino. Acaricié la rosa color rojo sangre para llevar su olor a mi nariz.
Mmm, hueles exquisito.
Sabía que Kag me mataría cuando supiera que le robé una de sus pequeñas, pero era por una linda causa.
Me di la vuelta para marcharme a la oficina de Inuyasha. Subí a mi auto y arranqué.
Cuando al fin llegué, apagué el motor, tomé mi rosa y salí de mi coche para caminar hacia la puerta. Al entrar, saludé al guardia.
- Hola, ¿está Inuyasha?
- Sí, el señor está, pero ¿tiene una cita con él?
Sonreí.
- No, pero no es necesario, soy su novia.
- ¿Novia?
- Sí, su novia. Usted me vio el otro día.
- Sí, pero...
- No se preocupe, mi novio no se molestará. Le traje un regalo. - le mostré la macetita con la rosa.
Vi en su rostro algo de confusión, pero juraría que más parecía pena.
¿Pena? ¿Por qué?
- ¿Me deja pasar, por favor?
Soltó un suspiro pero me dejó pasar.
- Gracias - le dije, pero escuché que el hombre susurró.
- Pobrecita.
¿Por qué dijo eso? ¿Será por el regalo? No, no creo.
Sacudí mi cabeza y no le di importancia a su comentario. Llegué al ascensor y apreté el último botón. Cuando al fin subí, se abrieron las puertas y salí de él mientras acariciaba la rosa con una sonrisa. Me dirigí al escritorio de la secretaria, pero estaba vacío.
- Va, no hay nadie. Tal vez está en la hora del almuerzo.
Me encogí de hombros sin dar mucha importancia. Me puse más feliz porque sería yo misma la que toque su puerta para darle la sorpresa. Caminé con la felicidad saliendo de mis poros.
Al llegar a la puerta, la vi semi abierta. Me acerqué despacio para darle la sorpresa, pero me detuve cuando escuché unas risas que vienen de la oficina. No sé por qué, pero mi cuerpo se tensó. Acerqué más mi oreja para escuchar y las manos me temblaron. Eran risas y jadeos. Una de las risas la reconocí inmediatamente, era la de Inuyasha.
Con la mano temblorosa empecé a abrir la puerta. Y cuando ya mi vista estuvo dentro de la oficina, mi mundo se hizo pedazos al ver a Inuyasha en el sofá con su secretaria, teniendo sexo.
Lo que llevaba en mis manos cayó al piso, haciéndose pedazos, al igual que mi corazón. Él se dio cuenta de mi presencia en es momento.
- Kikyo. - susurró, saliendo de su interior y buscando su ropa con rapidez, al igual que su secretaria. - ¡Kikyo! ¡¿Qué haces aquí?!
¿En serio esa iba a ser su pregunta?
- ¡¿Qué mierda es esto, Inuyasha?!
Me acerqué y, sin darle tiempo a responderme, le di una dura bofetada.
- ¡Oye! ¡No le pegues! - gritó su secretaria, mientras se abotonaba la blusa.
- ¡¿Y tú?! ¡Maldita perra! - grité, dándole una bofetada que la lanzó al suelo . - ¡Maldita zorra! ¡¿Cómo te atreviste a meterte con mi novio?!
- Ya basta, Kikyo.
Me sujeto de los brazos, impidiendo que me acercara a su amante. Lo miré, llena de odio y tristeza.
- ¡¿Por qué me hiciste esto?! Yo... yo te amo, ¿por qué lo hiciste? si éramos felices...
- ¿De que hablas?
- ¡Soy tu novia! ¡¿Por qué me hiciste esto?!
Me soltó, retrocediendo un poco.
- A ver, Kikyo... creo que te estas confundiendo.
- ¿Qué?
- Tú yo jamás fuimos novios, ¿de acuerdo?
- ¡Pero llevamos casi dos meses...!
- Eso no significa nada.
- ¡¿Qué?!
- Mira, Kikyo, tú y yo la pasamos bien, tenemos buen sexo y es por eso que hemos estado tanto tiempo en este juego, pero creo que ya es hora de que no nos veamos más, ¿si?
- ¡¿Qué?! ¡¿Pero que es lo que me estas diciendo?!
- ¡Ja! Yo te lo diré, ilusa. - volteé hacia la mujer, la cuál estaba terminando de levantarse del suelo. - Inuyasha no es de nadie, él siempre cambia de chicas todas las semanas, ¿tienes idea de cuantas mujeres pasaron por aquí estos últimos dos meses?
- ¡Esmeralda! Ya basta, sal de aquí.
- Pero, señor...
- ¡Qué salgas de aquí! ¡Ahora!
Ella se marchó y nos quedamos solos.
- Inuyasha... dime que es mentira y sólo se trato de un desliz tuyo con ella... dime que fue ella quién te provocó y juro que olvidaré todo y empezaremos de cero.
- Kikyo, no te hagas esto, ¿si?
- Yo...
- ¡Ya basta! Lo que dijo mi secretaria es verdad, yo no soy un hombre de una sola mujer. Estoy con ellas un rato y luego busco a otra. De hecho, tú eres la única con la que más tiempo he pasado y ya es hora de terminarlo
- Pero si estuviste meses conmigo fue por algo, podemos intentarlo...
- Kikyo, ten un poco de amor propio, por favor. Sólo quería tener sexo contigo y eres buena en eso, pero me aburrí, ¿de acuerdo? Ahora, fuera de mi oficina.
- ¡Eres un maldito, Inuyasha!
- Si, si, lo que digas. Ustedes son mejores que nosotros, ¿verdad?
- ¿De que hablas?
- De nada, ya vete o... - sonrió. - ¿Quieres que nos despidamos de otra manera? Tenemos el sofá y el escritorio.
Lo miré con asco. ¿Cómo se atrevía a proponerme tal cosa después de que lo vi haciéndolo con su secretaria?. Me acerqué, con la intención de darle una nueva bofetada, pero él me sujetó la mano con brusquedad.
- No, querida, no te atrevas a hacerlo de nuevo o te hago echar de mi empresa como una simple mujerzuela. - me empujó hacía la puerta.
Tomé la manilla, con mi cara inundada en lágrimas. Voltee, mirándolo.
- Te odio... te odio como jamás pensé en odiar a alguien, ¡Maldito Taisho!
- Ya vete.
Y con mi orgullo herido y mi corazón hecho pedazos, salí de su oficina, dirigiéndome hacía el ascensor. Mi mirada se cruzó con la de la maldita mujer, la cuál estaba sonriendo mientras volvía a ingresar a la oficina, tal vez para terminar con lo que yo había interrumpido. Ingresé al ascensor y ahí mismo me derrumbé.
Al bajar, las puertas se abrieron y, como pude, salí corriendo hacía la puerta. Miré al guardia y noté que me observaba con una expresión de tristeza, mientras desviaba su mirada.
Él sabía todo, por eso me miraba con pena.
Cerré mis ojos, subí a mi auto y arranqué como si el mismo diablo me estuviera persiguiendo.
Llegué a mi departamento y, al cerrar la puerta, me derrumbé nuevamente. Ni siquiera sabía de donde había sacado las fuerzas para regresar a mi hogar.
Me quedé ahí tirada mientras dejaba salir todo mi dolor y mis lagrimas, sintiéndome morir lentamente, al mismo tiempo en que mi corazón se desvanecía.
¡¿Por qué?!
Me grité internamente.
¡¿Por qué me hiciste esto, Inuyasha?! ¡¿POR QUÉ?!
Continuará...
Créditos de la ortografía la bella autora, Cbt1996, gracias linda :)
