Cbt1996: Hola bella. Pobre de Inuyasha, le dieron con todo: con sartenes y con todo. Jajaja. Pero la historia tiene dos caras, hay que ver la del lado de Inuyasha jaja. Morí con lo de Naraku, es bueno ajaja, ya se lo están dando a Kikyo. ¡Haaa, morí!. Bueno, tal vez Naraku sea su salvavidas en esto. Jiji. Saludos, linda.
Karri Taisho: Hola linda. Tienes razón, saber lo que iba a pasar no achica para nada el dolor, y para serte sincera, yo misma lloré cuando lo escribí porque era muy doloroso, pero no me quedaba de otra ya que este fic es de drama. Me gusta que rescates todos esos detalles, como ese pequeño comentario que Inuyasha le hizo a Kikyo.
Bueno, y lo otro, si alguien le hizo daño, este Inuyasha tiene un pasado que más adelante lo sabremos, y también le va a dar un giro muy grande a la historia. Ahí sí que va a venir lo grande.
Saludos, linda.
Kayla Lynnet: Hola linda. ¡Ay, mi Kay! Pues, ¿Qué te digo? Si ya lo he dicho todo en privado con ustedes dos jajaja. Si de insultos se golpeara, Inuyasha ya estaría muerto contigo, jajajaj. Pero no te niego lo difícil que me costó hacer a un Inuyasha así. Ustedes saben cuánto amo a este perro indeciso, lo amo con el alma y hacerlo así en este fic, sé que me costó. Pero más adelante sabrás por qué, linda, jiji.
Saludos, linda. Posdata: ya deja de hacer sartenes, mira que me lo vas a dejar más tarugo de lo que es ajajajaj. Beso.
Capítulo 5
Perspectiva de Kagome
Me mordí las uñas para apaciguar mis nervios. Una semana, una maldita semana había pasado y Kikyo no me contesta las llamadas ni los mensajes. ¿Qué carajo había pasado? Ella jamás dejaría pasar una semana sin hablarme. Tenía un mal presentimiento. ¿Y si ese noviecito tenía algo que ver?
No. Deseche la idea, Kikyo no me dejaría a un lado por un hombre. Miré mi mano con los pasajes de vuelo; ya habían pasado los dos meses, así que mañana regresaríamos a Japón, pero este mal presentimiento me estaba matando.
Volví a marcar su número, a ver si por fin me contestaba. Un sonido, dos sonidos, tres sonidos.
Lo sentimos, el cliente tiene su celular apagado y se encuentra fuera de servicio, fue la respuesta de la grabadora.
Maldición
Tiré mi teléfono a la cama mientras caminaba como leona enjaulada.
- Las chicas. - susurré. Corrí a mi teléfono y marqué el número de Koshõ.
Uno, dos, tres...
- Alo.
- Koshõ.
- Ka-Kagome, hola, ¿Cómo estás?
- Yo bien, Koshó. ¿Qué le pasó a Kikyo?
- ¿A Kikyo? ¿Por qué preguntas?
- Koshó, no me mientas. Kikyo lleva una semana sin contestar mis llamadas y ahora tú me estás hablando nerviosa.
- No, claro que no, Kag...
- Koshó, ¿acaso no te conozco de hace diez años? ¡Maldita sea, ¿Qué pasó con Kikyo?!
- Es mejor que se lo digas. - escuchar la voz de Asuka de fondo me dejó un mal presentimiento.
- Koshó, pon el altavoz.
- Pero...
- ¡Que pongas el MALDITO ALTAVOZ!
- Está bien, listo.
- Asuka, ¿Qué pasa con Kikyo?
- Hola, Kag. Mira lo que pasó...
- Asuka, por favor. - escuchar a Koshó pedir que se callara me estaba matando del miedo.
- Koshó, por favor, deja que hable. - mi voz ya estaba temblando.
- Kag, no te asustes, Kikyo está bien.
- Entonces, ¿Qué pasa? Asuka, por favor, dime.
- Está bien, Kag. Tú tienes que saberlo. - Asuka me contó todo de principio a fin. - Y eso es todo, Kag. Hoy la fuimos a ver, pero ella no quiere hablar con nadie.
Mi cabeza era un torbellino y mi corazón se sentía como si me lo estuvieran estrujando. Me senté en mi cama porque las piernas me fallaban y pensé que me desmayaría. Las voces de las chicas se escuchaban lejanas. Respiré muy profundo para calmarme, tanto que corrí a la ventana por más aire. Necesitaba tranquilizarme, no ganaba nada con ponerme así, Kikyo me necesitaba más que nunca. Por suerte, ya mañana viajaba a Japón a primera hora.
- Kag, ¿estás ahí?. - fue Koshó la que me preguntaba.
- Sí, aquí estoy.
- ¿Estás bien?
- Sí, no se preocupen. No dejen sola a Kikyo, por favor. Yo mañana a primera hora regreso a Japón.
- Kag, ¿Qué harás cuando llegues?
Cerré los ojos para después volverlos a abrir, pero con el odio puesto en ellos.
- ¿Qué haré, Koshó? Pues, ¿Qué crees? Voy a acabar con el maldito de Inuyasha Taisho.
- Kag...
- Chicas. - las interrumpí. - cuiden de Kikyo, por favor. Yo ahora haré mi maleta, los veremos allá en Japón. Adiós.
Corté porque no podía aguantar más el nudo en mi garganta. Kikyo era mi mejor amiga, mi hermana y confidente, mi otra mitad. ¿Cómo no me iba a sentir mal por ella? Me dolía pensar en su tristeza. Me sequé las lágrimas con brusquedad, mi familia no podía verme así, no quería que ellos se preocuparan también por nuestra querida Kikyo.
Tomé mi maleta y empaqué mis cosas. Me acosté aunque no dormí nada.
Cuando amaneció bajé a desayunar, o mejor dicho, a esperar que los demás desayunen. No tenía ni una pizca de hambre.
Cuando nos despedimos de mis tíos, fue Naraku quien nos llevó en su auto, ya que él también viajaba con nosotros. Vi cómo Naraku llamó a alguien para que pasen a recoger su auto, después apagó su teléfono y caminó hacia donde estaba yo.
- Listo, mi auto lo recogerá un amigo. ¿Lista para aguantar a tu compañero de asiento?. - me sonrió y yo traté de regalarle una sonrisa, pero no funcionó. - Kag, ¿Qué pasa?.
- Nada.
- No me mientas, algo te pasa.
Di un suspiro para mirar que mi familia estuviera lo suficientemente lejos para no oír.
- Si te cuento algo, ¿me juras callar?
- La pregunta ofende, prima, ya suéltalo.
- Bien.
Avión con destino a Tokio, Japón, parte en 20 minutos, escuché en el altavoz. Ese era nuestro vuelo. Miré a Naraku.
- En el avión te cuento, ¿sí?
- Ok.
Nos subimos al avión y por suerte todos quedaron lejos de nosotros.
- Bien, ¿Qué pasa, Kag?
Dirigí mi vista hacia él y empiezo a relatar todo lo que me dijeron las chicas. Cuando terminé mi relato, su cara lo decía todo.
- Voy a matar a ese hijo de puta.
- Shhh, silencio. - Naraku miró a su alrededor, algunas cabezas se voltean para vernos, pero por suerte nadie de mi familia. - ¿Quieres que mi madre se entere y se ponga mal? ¿O el abuelo?
- Perdón, Kag. - bajó la voz para seguir hablando. - Pero a ese maldito le voy a romper la maldita cara.
- No, Naraku.
- ¿Qué?. - Me miró enojado.
- No, tú no le harás nada.
- ¿Por qué?
- Porque seré yo quien le cobre lo que le hizo a mi hermana.
- Pero...
- Pero nada, Naraku, te necesito para que apoyes a Kikyo, por favor.
- No tienes ni que decirlo, Kag. Sabes que yo haría lo que sea por ella.
- Aún la quieres, ¿verdad?
Esquivó mi mirada.
- A pesar de que han pasado muchos años, Kag, yo... aún la amo. - susurró.
Puse mi cabeza en su hombro y nos quedamos así, cada uno preso de sus pensamientos hasta que, finalmente, nos dormimos.
Cuando llegamos al fin a Tokio, en el aeropuerto nos esperaban Koshó y Asuka.
- Chicas. - saludó mi madre.
- Hola, señora Naomi.
- ¿Y mi niña, Kikyo, dónde está?
Las chicas se miran una a la otra.
- La jefa la tiene ocupada, no la dejó salir.
- ¡Qué señora tan ogro!
- Sota. - mi madre lo regañó.
- Chicas, llevemos a mi madre y a mi abuelo al templo y después me llevan a mi departamento, ¿sí?
- De acuerdo, Kag.
Nos subimos a los autos de las chicas y nos fuimos.
Al llegar al templo, dejé a mi familia en casa. Me despedí de ellos y salí de la casa con Naraku y las chicas. Cuando ya mi familia no me vio, corrí esas escaleras como si el diablo me persiguiera.
- ¡Kag, te vas a caer! - me gritó Naraku detrás mío.
Llegamos abajo y los cuatro nos subimos a los dos autos y arrancamos.
- Kag, ¿Cómo harás para que Kikyo te abra?
- No te preocupes, Naraku, tengo llaves. - Después de unos 25 minutos, llegamos al edificio donde ella vivía.
Nos bajamos y caminé lo más rápido posible.
- Hola, Kag. - me saludó el conserje.
- Hola, señor Tochi. ¿Se encuentra Kikyo en su departamento?
- Sí, claro, ahí está.
- Gracias.
Apreté el ascensor y entramos para apretar su piso. Las puertas se abrieron y salí a toda prisa de ahí. Llegué a su puerta y con manos temblorosas la abrí.
El departamento era un caos, todo tirado como si un huracán hubiera pasado por aquí. Mi sangre se congeló. Corrí a su cuarto y cuando abrí la puerta, mi corazón se partió en dos.
Kikyo estaba en el piso, rodeada de botellas de alcohol y sus ojos estaban rojos e hinchados por todo lo que ha llorado.
Me queda mirando mientras más lágrimas caían por sus mejillas.
- Kag...
- Ki... Kikyo. - Corrí hacia ella para tirarme al piso y abrazarla. - Mi pobre hermana, ¿qué te hicieron?
- Kag... - sentí cómo me abrazaba, sus lágrimas traspasaron mi blusa. - Kag, él solo jugó conmigo, solo me usó.
- Shhh, ya Kikyo, olvida lo que pasó, por favor. - trataba de consolarla mientras acariciaba su cabello.
No está tan suave y sedoso como siempre. ¿Cuándo fue la última vez que se lavó el cabello?
Pensé. Le eché un vistazo a su ropa y un nudo en la garganta se me hizo.
Esa ropa es la misma con la que hablamos la última vez.
Unas lágrimas traicioneras cayeron por mis mejillas.
¿Qué fue lo que ese bastardo le hizo para que Kikyo quedara así?
La respuesta llegó como una flecha.
El maldito la sedujo, la enamoró y la ilusionó para después reírse de ella. Maldito, mil veces maldito.
- Kag. - regresé mi vista a donde estaba ella.
- Dime.
- Yo... yo me enamoré de él y él solo jugó conmigo.
- Kikyo. - le acaricié su rostro. - Nadie, escúchame bien, nadie en el mundo vale tus lágrimas, menos un hijo de puta, ¿de acuerdo?
- Kag, lo odio, jugó conmigo, pero no tengo las fuerzas para vengarme de él. ¿Por qué me hizo esto, Kag, por qué?
La acurruqué entre mis brazos para consolarla. Besé su coronilla mientras mis ojos quedaban fijos en el suelo con odio puro.
- Te juro, Kikyo, que esto no se quedará así. - le susurré.
- ¿Eh? -levantó su mirada, viéndome a la cara. Yo hice lo mismo para decirle, ahí enfrente de las chicas y de Naraku, quienes me habían alcanzado. - Kikyo, te juro que él lo va a pagar. Te juro que Inuyasha Taisho va a llorar lágrimas de sangre. Como me llamo Kagome Higurashi, eso te lo juro, Kikyo.
Ella volvió a cerrar sus ojos para descansar en mi pecho mientras yo continuaba abrazándola.
Me las vas a pagar, Inuyasha, juro que a ésta, me la cobro.
Continuará...
Si llegaron hasta aquí, gracias :)
Crédito de la ortografía a la bella autora, Cbt1996, ¡gracias linda!
