Cbt1996: Hola linda. Mi Inu sufrió mucho, eso también vale, ¿verdad? jajaja ok.
La reacción de Kag, la verdad si yo fuera Kag no se donde escondería la cabeza porque la culpa de lo que hizo le va caer como una roca encima, pobre de mi inukag.
Miroku el modo vieja copuchenta jajaj
Y sango bien copuchenta escuchando.
Pero, por suerte Sango, no comparó las historias. Pero eso no durará por mucho,
ya que la verdad está ahí, a la vuelta de la esquina y todo se hará un caos.
Esa manera de como Kag defendió a Inuyasha, hizo que las antenas de peligro, de Sango, se activaran y ahora Sango no le quitará los ojos de encima a Kag para que ella no vaya a cometer un error, ¿podrá lograrlo?
Saludos linda
Ginger Akasuna: Hola linda. Me alegra mucho saber que te gusta cada capítulo, ojala este también te guste, linda. Saludos
Karii taisho: Hola linda. Y una vez más le atinaste, linda. Inuyasha pasó por lo mismo, bueno en el caso de él si fue verdad.
Y estan en todo su derecho de odiar a Yura y al mal amigo de Renkotsu, ese pelao es un maldito. Pero bueno, este cap trae una gran sorpresa y para serte sincera, rogaba a todos los kami que no vayas a adivinar esta parte, ya que en muchas tu adivinastes las cosas, pero por suerte esta vez nadie se esperaba esto jijiji.
Kag está viendo la cruda realidad y eso será algo fuerte, dalo por hecho.
Mi mirsan será una relación que estará entre la espada y la pared y yo sufro por eso.
Sanguito es una mujer que piensa con la mente fría, puede ser de muy buena ayuda en este caso, pero eso no quita que ella misma va sufrir. Saludos linda
Annie Pérez: Hola linda. La decisión de Kag va a influir mucho en lo que pase en este cap, linda. Saludos.
Kayla Lynnet: Hola linda. ¿Quién mató a esos dos? jajajja ok no.
Así es Kay, esos dos no merecen el perdón por que son unos miserables que se merecen lo peor del mundo, son unas ratas. Yura y Renkotsu tienen que sufrir jajaja.
Pero mi Inu es alguien que sufrió mucho, no me lo sigas matando con los sartenes.
Inuyasha si cometió errores pero, ¿Quien no? es de humanos equivocarse. Lo bueno se convierte en malo, lo malo se convierte bueno, la misma Kikis lo dise, ok no, ya me fui por otro camino jajaja
Kag tendrá un serio problema: como salir de esta sin lastimar a Kikis y a Inuyasha.
Si, Sango anda muy distraída y por eso no vio las señales en este capítulo, pero, ¿Quién sabe más adelante? ya que las historias se parecen mucho y Sango tiene que darse cuenta tarde o temprano ¿verdad? jaja y también Sango se dio cuenta de los sentimientos de Kag.
Y Kikis se fue de viaje, esto se me sale de las manos Kay jajajajaj saludos linda.
Antes de empezar el capitulo, les dejo un pequeño post de Yura y Renkotsu para que conozcan mejor a estos dos idiotas jaja
Yura Sakasagami: edad 28 años.
Estudió modelaje. Es una mujer hermosa, coqueta, pero muy interesada. Le gustan los lujos y hará todo lo que este en sus manos por tener lo que ella quiere, sin importarle dañar y lastimar a los demás. Yura es capaz de todo por su fama.
Renkotsu Tendo: edad 28 años.
Estudió economía y es heredero de la fortuna de su tío, en Francia. Renkotsu es un hombre ambicioso. Jamás pudo ser el número 1 en nada, porque siempre Inuyasha Taisho ganaba en todo. Cuando obtuvo la fortuna de su tío, hizo todo lo que estaba en sus manos para ser el número uno en Francia, no importaba el precio que tuviera que pagar ni que tan bajo podía llegar para obtenerlo. Él es la envidia en persona.
Bueno, eso es todo, ahora si disfruten la lectura, besos.
Capítulo 19
Algunas verdades se revelan
Perspectiva de Kagome
No dormí nada, absolutamente nada. Me pasé toda la noche buscando en internet algo sobre la bendita boda, pero no encontré nada. Sentí un apretón en el corazón. ¿Acaso Inuyasha me mintió? ¿Realmente todo era una mentira? Me levanté de la cama para ir al baño. Eran las 7 de la mañana e Inuyasha iba a pasar por mí a las 9. Me quité la pijama y me metí a la ducha. Necesitaba despejar la mente. Cuando terminé de bañarme, me cambié, me puse unos jeans azules, una blusa blanca y una chaqueta de cuero negra, y unas botas negras. Me dejé el pelo suelto y me puse poco maquillaje. Tomé mi cartera y mi teléfono, y le marqué a Sango.
Un toque, dos toques...
- Hola, Kag, buen día.
- Hola, Sango, buen día. ¿Encontraste algo?
- No, Kag, nada. No pillé nada. Te lo dije, Taisho te mintió. - esas palabras me pegaron fuerte en el pecho. - Kag, ¿estás ahí?
- Sí, aquí estoy.
- Kag, ¿Qué harás ahora?
- Inuyasha va a pasar por mí para que lo acompañe a un lugar. Quiero ver dónde me lleva para pensar mejor en la noche, Sango.
- ¿Segura?
- Sí, Sango, ahora tengo que cortar, él está por llegar.
- Está bien, Kag, nos vemos en la noche, ¿sí?
- Sí, adiós, Sango.
- Adiós, Kag.
Colgué la llamada y no sé en qué momento pasó, pero tenía una lágrima en mi mejilla. Me acerqué al espejo y me la sequé mientras pensaba:
¿Por qué me duele tanto que Inuyasha me haya mentido con esto? ¿Por qué tengo este dolor en mi pecho?
En ese momento, el timbre sonó y tuve que poner mi mejor cara para abrir la puerta. Cuando la abrí, me encontré con un Inuyasha sonriente.
- Hola, Kag, buen día.
- Hola, Inu, buen día.
Se acercó a mí y me dio un beso en los labios mientras me abrazaba. Pensé en mil cosas para alejarme de aquel contacto, pero no pude, o mejor dicho, mi cuerpo no quiso alejarse de él. Así estuvimos unos segundos hasta que fue él quien se alejó de mí para hablarme.
- ¿Lista? Ya se nos hace tarde, linda.
- Sí, voy por mi cartera y nos vamos, ¿sí?
- Ok.
Tomé mi cartera y nos fuimos.
Íbamos en el tráfico cuando le pregunté:
- Inuyasha, ¿a dónde vamos?
- Ya te dije, es una sorpresa.
- ¿Pero no me darás una pista al menos?.
Lo vi sonreír y mirarme mientras detenía el auto esperando el cambio del semáforo.
- Vale, te daré dos pistas: Una, quiero que conozcas a una persona que es muy importante para mí. Y dos, quiero que conozcas a un amiguito que tengo. Hoy le voy a dar una buena noticia y me gustaría que tú me acompañes a dársela.
- ¿Un amigo? ¿Es alguno de los de las fotos que tienes en tu departamento?
- Sí, así es, linda.
Me dice para tomar el rumbo. Me quedé pensando quién sería esa persona especial y me perdí en mis pensamientos por unos segundos, pero después puse mi vista en la ventana para ver las calles y mi corazón se detuvo.
Oh, por Kami, estas calles las conozco muy bien.
Pensé mientras mi mente entraba en pánico. Puse mi vista en Inuyasha para hablar.
- Inuyasha, ¿a dónde me llevas?
- Cariño, ya te dije, es una sorpresa.
No dije nada, solo le rogaba a todos los santos que Inuyasha doblara hacia otra calle, que no siguiera derecho, pero mis ruegos no fueron escuchados porque Inuyasha siguió de largo. Sentí como si mi corazón estuviera por salir de mi pecho.
De todos los lugares, tenía que traerme aquí.
Cerré mis ojos para implorar que no fuera el mismo que yo creía, pero una vez más no fui escuchada. Inuyasha detuvo el auto justo afuera y en ese mismo momento quise que la tierra me tragara.
- Listo, Kag, ya llegamos.
- Eh, sí, claro. - le contesté.
Nos bajamos y caminamos a la entrada. Un guardia nos dio la bienvenida.
- Señor Taisho, bienvenido.
- Gracias, Cooper.
- ¿Cooper, nos ayudas con los regalos?
- Claro, señor.
- Gracias.
- Kag, vamos. - me tomó de la mano y yo miré hacia otro lado para que el guardia no me viera.
Caminamos por el pasillo largo que nos llevaba al jardín y yo rogaba que nadie me reconociera.
- Kag, ¿te pasa algo?
- Eh, no, claro que no.
- ¿Te gusta este lugar?
- Sí, claro, está muy lindo.
- Me alegra que te guste. Ah, mira, allá está la persona que quiero que conozcas.
Y mi corazón se congeló. Mientras en mi mente repetía:
Estoy acabada, acabada.
Caminamos hacia la persona que Inuyasha me quería presentar, mientras yo miraba hacia todas partes en busca de un escape, pero ya era tarde. La teníamos frente a nosotros, pero yo me rehusaba a verla.
- Hola. - saludó Inuyasha.
- Oh, hola, cariño, ¿Cómo estás? Ya te estabas tardando en venir. Los niños ya te extrañaban mucho, Inuyasha.
- Y yo a ellos. Pero mira, quiero presentarte a alguien.
- ¿Así? ¿A quién, hijo?
- Kag...
Inuyasha me tomó la mano para que me diera la vuelta y viera a la persona frente a mí, y así fue. Las dos nos quedamos viendo. Yo no sé qué cara tenía, pero la de ella era de asombro.
- Kag, te presento...
Pero no lo dejé terminar porque me adelanté.
- Soy Kagome Higurashi, mucho gusto en conocerla, señora. - le dije con ojos de súplica.
Mientras Inuyasha reía algo confuso por mi comportamiento, pero gracias a Kami, la persona frente a mí me siguió el juego.
- Mucho gusto, señorita Higurashi. Yo soy la directora Sato, un gusto de conocerla.
- Kag, ella es la persona que quería que conozcas y...
- ¡Inuyashaaaaa! - se calló cuando vio correr a un pequeño niño hacia él.
- Shippo, ¿Cómo estás? - se agachó para abrazar al pequeño.
- Inuyasha, ¿por qué no venías a verme?
- Ya, enano, no seas rencoroso. Ya estoy aquí.
- Sí, pero...
- Pero nada, mira, quiero que conozcas a alguien.
- ¿Eh? ¿A quién?
- Mira.
Inuyasha se dirigió a mí, dejando al pequeño en el suelo.
- Kag, te presento a Shippo. Shippo, te presento a Kagome.
- ¡Woo! ¡Qué bonita! Hola, soy Shippo.
Yo me agaché para estar a su altura y le sonreí.
- Hola, soy Kagome, pero me puedes llamar Kag.
- ¡Qué lindo es tu nombre, Kag!
- El tuyo también.
- ¡Inuyashaaaaaaa! - levanté mi vista para ver muchos niños y niñas correr hacia Inuyasha mientras él era volteado por ellos. Todos lo abrazaban con alegría.
- Te extrañamos mucho, Inu. - dijo una pequeña de unos 5 años.
- Sí, nosotros también. - dijeron más niños de la misma edad.
Mientras Inuyasha se levantaba del suelo para quedar de rodillas frente a los niños.
- Yo igual los extrañé mucho, pero el trabajo me quita mucho tiempo.
- ¿Te quedas hoy con nosotros, Inu? - dijo una niña de unos 6 años.
- Claro, me quedaré un par de horas con ustedes y para que también abran sus regalos que les traje.
- ¡Siii! ¡Inuyasha nos trajo regalos! - gritaban de dicha mientras él los abrazaba con tanto cariño que yo me derretí ahí mismo.
- Inuyasha, vamos a jugar fútbol, tú me lo prometiste. - escuché al pequeño Shippo.
- Shippo, lo sé, pero no puedo dejar a Kagome sola.
- No te preocupes por la señorita, Inuyasha, yo me encargo de ella.
Y yo me quedé tiesa ahí mismo.
- No sé, Kag, ¿tú quieres...?
- Eh, sí, no hay problema. Tú ve a jugar con los niños, yo me quedo con la señora. De verdad, Inuyasha —le sonreí para tranquilizarlo.
- Bueno, prometo volver pronto, ¿sí?
- Claro, no hay problema.
- Ve, hijo, yo la cuido. - dijo la persona al lado mío mientras me tomaba del brazo, dándome un apretón. Yo tragué saliva.
Las dos le sonreímos mientras se iba con Shippo y los demás niños. Cuando ya lo perdimos de vista, ella me jaló casi a rastras a su oficina.
- Tú y yo vamos a hablar muy seriamente, Kagome. - me dijo.
Y cuando llegamos, ella abrió la puerta para que yo entrara y ella detrás mío. Vi cómo cerró la puerta y me miró con los brazos cruzados.
- Y bien, Kagome, dime, ¿Qué haces con Inuyasha aquí?
Yo sonreí con nerviosismo para saludarla como se debe.
- Hola, abuelita Kaede.
- Abuelita Kaede ni qué niño muerto. ¿De dónde conoces al joven Inuyasha?
- Abuelita, ¿usted cómo lo conoce y cómo él sabe de su hogar de niños?
- Aquí las preguntas las hago yo, jovencita. ¿De dónde conoces a Inuyasha?
Solté un suspiro para contarle, claro, no la verdad, obviamente pensé.
- Bien, te contaré.
- Bien, mejor será que nos sentemos.
Nos sentamos y empecé a contarle.
- A Inuyasha lo conocí en un bar. Fui con Sango y lo conocí. Compartimos nuestros números para vernos después y así pasaron los días hasta que nos conocimos mejor. Y pues, aquí estamos.
- ¿Son novios?
- ¿Eh? ¿Por qué preguntas?
- Respóndeme, mi niña. ¿Son novios?
- he, algo así, abuelita Kaede.
Vi cómo ella soltaba un suspiro para verme muy seria.
- Hija, quiero que te alejes de él. Él te va a lastimar, Kagome.
- Abuela Kaede, ¿de dónde conoces a Inuyasha? Por favor, dime.
- ¿Inuyasha te ha hablado de su pasado?
- ¿Eh? ¿Su pasado?
- Sí, ¿te ha dicho algo de su pasado?
- Bueno, sí.
- ¿Sí, qué cosa?
- Pues...
- Kagome, dime la verdad.
Tragué en seco para después contarle.
- Inuyasha me contó de una boda.
- Así que te contó de su boda. Dime todo lo que él te contó, Kagome.
Solté un suspiro de derrota y le conté todo. De lo mujeriego que él me contó y de la boda donde lo traicionó su prometida Yura y su amigo Renkotsu.
- Y eso es todo, abuelita. Ahora, por favor, cuéntame de dónde conoces a Inuyasha.
La vi que se calló por unos segundos que para mí fueron eternos.
- Kagome, lo que Inuyasha te contó es la verdad.
- ¿Qué? - fue todo lo que pude decir.
- Hija, yo conozco muy bien esa historia.
- Abuela, se lo suplico, ¿Quién es Inuyasha?
- Bien, te lo diré, pero esto no se lo he contado a nadie. Pero tú eres mi nieta y eres la primera chica que él me presenta. Bueno, ahora te contaré... Yo conozco hace muchos años a la familia Taisho, más de 40 años. Pero ellos se fueron a Estados Unidos cuando el niño Inuyasha tenía cinco años. Tú y Kikyo apenas tenían dos años de edad. Ellos estuvieron algunos años afuera y volvieron a Japón cuando tenía 15 años. A Inuyasha yo lo quiero como a un hijo, igual que a sus dos amigos en ese tiempo y a su hermano mayor.
Tenía intención de que ustedes lo conocieran, pero por una y otra cosa nunca se dio esa oportunidad. Cuando él tenía diecisiete años, era un rompecorazones en el colegio. Pero él jamás le dio alas a las jovencitas, siempre fue un caballero. Jamás jugó con los sentimientos de ninguna mujer, de eso estoy completamente segura. Después, él cumplió los dieciocho años y entró a la universidad. En ese momento iba a hacer una cena para que ustedes conocieran a la familia Taisho, ya que yo les he hablado mucho de ustedes a los padres de Inuyasha. Ellos se morían por conocerlas, pero bueno, sigamos hablando de Inuyasha.
Él entró a la universidad y ahí conoció a esa mujer, Yura Sakasagami. Y justo en ese momento quedó completamente ciego por ella. Él hacía todo lo que ella le decía. A mí nunca me cayó bien esa mujer, pero ¿Qué podía hacer? Mi niño se veía tan feliz con ella, que yo desistí de la idea de que lo conocieran porque él ya tenía novia. Imagina que una de ustedes se enamorara de él, iba a sufrir por un amor no correspondido.
Cuando fue el día de la boda, Inuyasha era el hombre más feliz del mundo. Yo estuve ahí, en la fila de los familiares del novio. Y... después todo pasó tan rápido, mi niña.
Inuyasha sintió el dolor, la traición y la humillación en lo que se suponía que era el mejor día de su vida. Después de toda esa humillación, salió de la iglesia con la cabeza abajo, se fue, a pesar de los gritos de desesperación de su madre y los míos.
Pasaron días, semanas, cuando volvimos a saber de él. Fueron dos meses que Inuyasha estaba desaparecido. Solo le envió un mensaje a su hermano para decirle que no lo buscara.
Y cuando volví a ver a mi niño, ya no era el mismo, Kagome. Era otro. En sus ojos ya no veía esa alegría y transparencia que él siempre tenía. Ese respeto que le tenía a las mujeres, que era de admiración, ya no estaba. Lo que mis ojos veían era un hombre diferente, muy serio y de mirada fría.
Desde ese día, Inuyasha fue conocido como el Taisho rompe corazones de Japón y después de eso hice lo imposible para que él no diera con ustedes, mi niña. Por eso yo no las dejaba venir al hogar, para que no se vayan a chocar con él.
Mi abuelita me quedó mirando para decirme:
- Ese es el pasado de Inuyasha, Kagome.
Yo me quedé viendo a mi abuela con mis puños apretados, tanto que hasta me estaba lastimando las palmas con mis uñas.
- ¿Cómo pudieron hacer eso? ¡Son unos malditos! - solté al borde de las lágrimas.
Mientras pensaba:
Era verdad, era verdad, Inuyasha me contó la verdad y yo... ¡Oh, Kami, qué hice!
Las lágrimas inundaron mi rostro mientras me levantaba y caminaba como un león enjaulado.
- Kagome, tranquilízate.
- ¿Qué me tranquilice, abuela? ¿Cómo puedo hacerlo? Esos malditos le destrozaron la vida a Inuyasha. ¿Cómo me pides eso? Inuyasha no se merecía esa traición. - me mordí la lengua porque yo estaba haciendo lo mismo y me sentía la escoria más grande del mundo.
- Mi niña, eso pasó hace seis años y hoy vi algo que no veía hace mucho tiempo en él.
Me detuve para verla.
- ¿Qué viste, abuela?
- Amor.
- ¿Qué?
- Así es, Kagome. Por primera vez después de seis años, vi amor en los ojos de Inuyasha.
Mi abuela caminó hacia mí para tomar mis manos y mirarme a la cara.
- Hija, dentro de estos seis años solo puedo ver al verdadero Inuyasha cuando viene aquí y pasa horas con los niños, pero ese lado solo se lo muestra a ellos, a nadie más. Y hoy lo vi, y no era para los niños. Esa mirada era para ti. Kagome, tú fuiste capaz de traer a mi niño de vuelta. ¡Oh, por Kami, has traído al verdadero Inuyasha a nosotros otra vez!
Y me abrazó y yo me sentí como una basura, como lo peor del mundo.
¡Dios bendito, qué fue lo que hice!
Más lágrimas cayeron por mis mejillas mientras abrazaba a mi abuela. Necesitaba un poco de consuelo, aunque en el fondo sabía que no lo merecía.
Después de unos segundos recordé algo. Miré a mi abuela para deshacer el abrazo.
- Abuela, ¿por qué no encontré nada en internet sobre la boda?
- Ah, eso. - ella agachó la cabeza.
- ¿No te lo dijo Inuyasha?
Negué con la cabeza.
- No.
- Bueno, lo que pasó fue que ese mismo día tanto su padre como su hermano tuvieron que hacer lo imposible para borrar cada video, cada grabación y comprar el silencio de las revistas y canales de televisión. Tenían que hacerlo rápido, antes de que acabara el día, o sino, Inuyasha, hasta el día de hoy la prensa le recordaría lo que pasó. Creo que por eso a Inuyasha le da pena decirte que su padre y hermano tuvieron que pagar la suma de 10 millones de dólares. Una suma muy fuerte, por la que después los tres tuvieron que trabajar mucho para recuperar ese capital.
No sabía qué decir, con razón no pillé nada en internet.
- Hija.
- Sí.
- No sé si esto es juego del destino, que justo mi nieta esté con él, pero algo hiciste para que Inuyasha vuelva a sonreír así y que regrese ese brillo en sus ojos. Pero igual tengo miedo por ti, Kagome, que vayas a sufrir en esta relación.
No dije nada, solo caminé hacia la ventana que daba al jardín y ahí lo vi, jugando como otro niño más con los niños del hogar, riendo y abrazando a los niños.
Cerré mis ojos por la vergüenza; no era digna de ver a Inuyasha, ¿Cómo iba a verlo después de lo que estaba haciendo?. Volví a abrirlos para secarme las lágrimas y ver a mi abuela.
- Abuelita Kaede, ¿le puedo pedir un favor?
- Claro, ¿Qué pasa, mi niña?
- ¿Puede hacer como si no me conociera, por favor?
- ¿Por qué?
- Usted misma lo dijo, tiene miedo de esta relación que tengo con Inuyasha. Es por eso que, si por casualidad esto no funciona, yo me alejaré de él. Pero si él sabe que yo soy su nieta, él se va a alejar de este lugar por mi culpa. - volví a mirar al jardín para verlo. - Yo no podría soportar que por mi culpa él no viera más a estos niños, que por lo que veo, lo aman así como él los ama a ellos.
- Así es, Kagome, él olvida todo cuando está con ellos.
Sonreí con tristeza por lo mala que había sido.
- Creo que ya es hora de bajar, abuelita. Inuyasha puede sospechar.
- Sí, tienes razón. Y no te preocupes, por esta vez no le diré nada, pero déjame decirte que no me gusta nadita mentirle. Yo lo quiero como si fuera mi nieto, Kagome. Así que tienes un par de días para decirle que eres mi nieta, o se lo digo yo, ¿entendido?
- Sí, abuelita, entendido. Bien, vamos.
Abrí la puerta, pero justo el teléfono de mi abuela sonó.
- Perdón, deja que contesto. - la vi contestar. - Aló, sí, mm, deme un segundo.
La vi tapar el teléfono para verme.
- Kagome, ve tú. Tengo que contestar esta llamada, es muy importante.
- Claro, nos vemos. - la dejé para caminar al jardín.
Cuando llegué, vi a Inuyasha jugando con el pequeño Shippo. Hasta que Shippo se fue corriendo detrás de una niña, fue que él me vio y sonrió, caminando hacia mí.
- ¿Todo bien, bonita? - yo no respondí, solo lo miré. - Kagome, ¿estás bien?
Y mi cuerpo se movió solo. Me acerqué a él y lo abracé, lo abracé como nunca había abrazado a nadie.
- Kagome, me estás asustando. ¿Kaede te dijo algo?
No le dije nada.
- Solo estoy feliz, eso es todo.
- Pequeña, me asustaste. - me dijo para besarme. Yo lo besé con un deseo que jamás pensé tener por un hombre. Nos besamos como si no hubiera un mañana.
Nos separamos por falta de aire y nos quedamos mirando a los ojos hasta que Inuyasha habló.
- Kagome, ¿quieres saber por qué te traje aquí?
- Sí. - le respondí.
- Vinimos aquí por Shippo.
- ¿Shippo? - dije, para verlo mejor a la cara.
- Sí, yo le voy a dar la noticia de que fue adoptado por mis padres.
- ¿Qué? - dije con asombro.
- Sí, verás, Shippo llegó aquí a los 3 años y ahora él tiene 7. Mis padres, cuando lo vieron por primera vez, cuando él tenía 4 años, desde ahí se enamoraron del enano. Hasta recién este año mis padres decidieron adoptarlo, y yo le voy a dar la noticia de que vamos a ser hermanos y que hoy mis padres vienen por él.
- ¿De verdad, Inuyasha?
- Claro, ya le tengo colegio. Entra mañana a su nueva escuela.
- ¿Y qué escuela escogiste?
- La misma donde está Sota.
- ¿Qué? - dije asustada.
- Sí, ya hice todos los trámites. ¿No te gusta la idea, Kagome?
- Eh, sí, claro, me gusta mucho, pero ¿por qué ahí? Hay más escuelas...
- Sí, pero en esa está la maestra Rin, que es tu amiga, y Sota. Creo que es el lugar indicado para él.
- Sí, claro, es buena idea. - le sonreí, pero por dentro quería morir—. Mira, ahí viene Shippo.
- ¡Inuyasha! Ya terminé con mis cosas, ¿Qué era lo que querías decirme?
Inuyasha me miró con una sonrisa para después ver otra vez al pequeño.
- Shippo, ¿tú cómo me ves?
- Mm, como un tonto.
- ¡Oye!
- ¿Que? no es mi culpa, desde que llegaste con la señorita Kagome, no paras de verla como tarado.
- Eres un enano insolente. - le dijo, haciéndole cosquillas.
- ¡Ah! ¡Ya para, Inuyasha!
- No, hasta que me pidas perdón.
- ¡Ah! Vale, vale, per... perdón. - le gritó el pequeño mientras lo soltaba.
Y mi corazón se apretó más por el dolor que estaba teniendo.
- Ya, Shippo, dime cómo me ves.
- Pues, ¿Cómo más te veré?, eres como mi hermano tonto.
- Bien, eso es lo que quería escuchar.
- ¿Eh? ¿De qué hablas, Inu?
- Hablo de que desde hoy ya soy tu hermano mayor legalmente.
- ¿Cómo?
- Sí, Shippo, mis padres, quiero decir nuestros padres, ya te adoptaron oficialmente y en dos horas más ellos pasan a recogerte, pequeño hermano.
Vimos cómo los ojitos del pequeño se llenaban de lágrimas para después saltar a los brazos de Inuyasha.
- ¿De verdad, Inuyasha? ¿No me estás mintiendo?
- ¿Cómo crees eso, Shippo? Jamás haría bromas con esto.
- Gracias, gracias, Inuyasha, gracias por dejarme estar en tu familia.
- Eh, tonto, no digas eso. Nosotros somos los que estamos felices de que tú seas parte de nuestra familia, pequeño enano.
Yo misma estaba llorando por el lazo que los Taisho tenían con el pequeño.
- Vaya, veo que ya le dieron la noticia. - escuché a mi abuela detrás de mí.
- ¿Usted lo sabía, abuelita Kaede? - preguntó Shippo, secándose los ojos.
- Claro que sí, pero era una sorpresa, no podía decir nada, Shippo. Pero ya se hace tarde, ve a preparar tus cosas y despedirte de tus compañeros, ¿sí?
- Sí. - Shippo miró a Inuyasha. - Inu, cuando vengas al hogar, ¿puedo venir contigo, verdad?
- Claro que sí, enano.
- Súper. - después me miró a mí y yo le sonreí. - Puedo decirte cuñada, ¿verdad, Kagome?
- Eh...
- Ya, Shippo, no molestes a la señorita. - fue Kaede la que me salvó. - Vamos a que te despidas de los demás. Inuyasha, ya tiene que irse, cariño.
- Bueno, nos vemos después, hermano.
- Claro, hermanito. - le respondió Inuyasha.
- Adiós, cuñada.
- Adiós, Shippo. - le dije.
Vimos cómo se iba Kaede con Shippo.
- Inu, ¿de verdad te gusta la idea de tener un hermanito?
- Claro, yo le tengo mucho cariño a Shippo. Y mi madre aún quiere apapachar a un niño igual que mi padre, y ni mi hermano ni yo estamos para eso, así que ahora tienen a Shippo —me dijo sonriendo.
Y yo sonreí por su gran corazón y bondad.
- Bien, linda, es hora de irnos. Te llevo a tu departamento, es tarde, pero primero iremos a almorzar, ¿sí?
- Claro. - le respondí.
Los íbamos cuando el teléfono de Inuyasha sonó.
- Perdón. - me dijo.
- No hay problema.
- Alo... ¿ahora?... pero... mm, está bien, voy para allá. - y colgó.
- ¿Pasó algo malo?.
- Sí, bueno, es algo del trabajo. Se rompieron unos discos duros y no encuentran las copias. Tengo que ver si los tengo yo en mi caja de seguridad. Kag, lo lamento, no podremos ir a almorzar.
- No te preocupes, Inu. Cuando el trabajo llama, hay que hacerle caso. - le sonreí, pero por dentro lo único que quería era huir de ahí.
- Bien, pero te invito a cenar hoy en mi departamento. Yo voy a cocinar y no acepto un no.
- Está bien, acepto la invitación a cenar en tu departamento.
- Bien. - y después de eso, nos subimos a su auto y nos fuimos.
Cuando llegamos a mi departamento, nos despedimos como ya era costumbre entre nosotros, con un beso que nos dejaba sin aliento. Él se fue y yo entré al que se suponía que era mi departamento.
Cuando cerré la puerta, caminé al sofá y me senté en él y lloré. Lloré por todo: por mi amiga, por la venganza, por Inuyasha, por mí y por un mal presentimiento que me estaba matando.
Ya no podía más con esto, ya no.
Perspectiva de Sango
Tomé mi café mientras Miroku me contaba algo, pero mi mente estaba en otro lado.
¿Cómo le estará yendo a Kag con Taisho? Ni ella ni yo encontramos nada en internet. ¿Acaso todo fue una mentira de él?
- Sango.
Una mentira para poder estar con ella...
- Sango.
Y después abandonarla igual que hizo con Kikyo.
- ¡Sangooooo!
Salí de mis pensamientos cuando Miroku me habló mientras pasaba su mano enfrente de mí.
- ¿Qué pasa, Miroku?
- Eso mismo te pregunto. Estás aquí, pero tu mente está en otra parte. Te hablé tres veces y no me escuchabas. ¿Te pasa algo, linda? ¿Tienes problemas en la clínica?
Solté un suspiro y volví a mirarlo.
- No, no es eso. Gracias a Kami, todas mis pacientes están bien. Es solo que...
- ¿Qué pasa, bonita? Puedes confiar en mí.
- Estoy preocupada por mi amiga.
- ¿La que me hablaste el otro día?
- Sí, ella.
- ¿Quieres contarme? Tal vez podamos ayudarla.
Le sonreí.
- Gracias, pero no creo que podamos hacer mucho.
- ¿Por qué?
- Porque ella tiene que dejar de ver a una persona antes de que sea muy tarde.
- ¿Tarde para qué, Sanguito?
Solté un suspiro de cansancio. Ya estaba agotada con todo esto de la venganza, y tal vez si se lo contaba a alguien, me ayudaría con este peso.
- Miroku, ¿Qué piensas de los hombres que juegan con las mujeres?
- Eh, ¿por qué me lo preguntas?
- Solo respóndeme, por favor. ¿Qué piensas de eso?
- Pues que no valen la pena. El hombre que juega con una mujer solo tiene dos motivos, Sango.
- ¿Así? ¿Cuáles son?
- Una, que es un bastardo que no merece que ninguna mujer ponga sus ojos en él, y la otra es un hombre que está destrozado porque una mujer jugó con él y el dolor es tan fuerte que de la noche a la mañana se convierte en otra persona y empieza a jugar con las mujeres para así poder vengarse de lo que una le hizo a él.
- Hablas de tu amigo, ¿verdad?
- Sí, Sango, hablo de él.
- Perdón, Miroku, por lo que te voy a decir, pero eso no justifica que tu amigo juegue con las demás mujeres solo porque una lo traicionó.
- Y yo pienso igual que tú, Sanguito. Pero él está cegado por el odio. Sango, si supieras cómo era él antes, él era una persona tan buena y un caballero con las mujeres. Jamás le daba alas a ninguna chica para que se ilusionara con él porque no le gustaba verlas llorar, mucho menos por su culpa.
- Y ahora es todo lo contrario, ¿verdad?
- Sí, lamentablemente así es. Se convirtió en alguien completamente distinto.
- Miroku, ¿Cómo se llama tu amigo?
- Eh, bueno, me vas a perdonar, Sanguito, pero él me hizo prometer que jamás hablaría de su pasado con nadie y tengo que cumplir mi promesa. Perdóname, ¿sí?.
- Está bien, no hay problema. Ya que yo estoy algo parecida a ti, no puedo hablar mucho de mi amiga.
- Pero, Sango, ¿por qué me preguntaste qué pensaba yo de esos hombres?
- Bueno, es que mi amiga conoció a uno de esos hombres y le rompió el corazón. Mi amiga buscó a esa persona para hacerla pagar por eso y temo que ella caiga en sus redes.
- A ver, ¿cómo? ¿Tu amiga se enamoró y después buscó venganza? No entiendo, ¿la misma chica?
- Eh, no, no me expliqué bien. Mi amiga, otra, no mi mejor amiga, pero sí es la mejor amiga de mi mejor amiga. Ella fue la que le rompieron el corazón y mi mejor amiga quiere tomar venganza por su mejor amiga. No sé si me entendiste.
- No.
Solté un suspiro de derrota.
- Bueno, creo que ya no importa.
- Lo que sí pude entender fue que estás en un enredo muy grande con tus dos amigas. ¿O es una sola tu amiga? ¡Por Kami, esto está muy complicado, Sango!
- Sí que lo está, pero no te preocupes. Ojalá sea yo la que esté pensando cosas.
Vi cómo Miroku me sujetaba la mano para hablarme.
- Sango, no te preocupes, todo saldrá bien. Sé que vas a apoyar a las dos porque eres una gran persona.
Y yo le sonreí.
- Gracias, Miroku. No sabes lo bueno que me hizo hablar un poco contigo.
- Cuando quieras, Sanguito, aquí estaré.
- Gracias.
- Y dime, Miroku, ¿tu amigo aún piensa en vengarse de todas las mujeres?
Lo vi sonreír.
- Creo que ya no.
- ¿Eh? ¿No?
- No, porque puedo apostar que mi mejor amigo se volvió a enamorar y no sabes lo feliz que estoy por él, Sango.
- De verdad, Miroku, ¿no estará jugando con esa chica?
- No, Sango. Conozco a mi amigo mejor que a mí mismo. Y te lo puedo jurar por toda mi familia y la familia de mi amigo, que es como la mía, que él está enamorado, Sango, y no sabes lo feliz que eso me hace. Porque me dolía mucho ver a mi amigo así, tan frío y amargado, cuando él era todo lo contrario. Él era pura alegría y sonrisas por donde pasaba, y ver que está regresando poco a poco por esa señorita, me hace el amigo más feliz del mundo.
- Se nota que lo quieres mucho, ¿verdad?
- Sí, como mi hermano.
Sonreí. Podía ver lo bueno que él era con su amigo y además había estado ahí para él cuando su amigo fue traicionado.
Qué gran amigo.
Pensaba, hasta que otro pensamiento paso por mi mente.
¿La historia del amigo de Miroku es algo parecida a la de Taisho?
No
Borre esos pensamientos de inmediato.
Inuyasha es un mentiroso. Él jamás podría tener un amigo como Miroku. Es solo una simple coincidencia.
Lleve mi taza de café a mis labios.
- Sanguito.
- Sí, dime.
- Entonces, ¿aceptas cenar hoy conmigo en mi departamento? Yo ya conozco el tuyo. Quiero que conozcas el mío.
- Miroku, perdóname, pero es que hoy quedé de verme con mi amiga. Perdón, pero te prometo que mañana sí. ¿Qué dices?
Vi cómo hacía puchero como un niño mientras se cruzaba de brazos y yo me derretía con tanta ternura.
- Vamos, Miroku, no te enojes.
- Bueno, ya que no me queda de otra. Yo quería que conocieras mi departamento así como yo conozco el tuyo, pero si no se puede hoy, pues ni modo. Pero mañana sí, Sanguito, es una promesa.
Solté una risita por sus quejas de niño.
- Está bien, Miroku, es una promesa. Mañana cenamos en tu departamento.
- Genial. Mira que yo cocinaré y también quiero que veas mis fotografías de mi familia y amigos —me dice sonriendo.
- Genial, me encantará ver esas fotos, Miroku.
- Oye, Sanguito, el otro día cuando estuve en tu departamento no vi fotos.
- Ay, Miroku, ni me lo recuerdes.
- ¿Por qué? ¿Pasó algo malo?
- Pues sí. Es que tengo pensado pintar mi departamento y llamé a una empresa para que me mande unos maestros de pintura, así que saqué todo lo que tenía colgado en la pared, fotos, adornos, todo, para que ellos hagan su trabajo sin manchar nada. Pero de eso ya pasaron ocho días. Tengo todo amontonado en mi cuarto de huéspedes hace ocho días, y si mañana no tengo respuesta, voy a demandar a esa empresa estafadora que de lo más seguro me estafó.
- Pero qué tipos tan desgraciados. ¿Cómo se llama la empresa, Sango?
- Eh, ¿para qué quieres saber?
- Solo dame el nombre, por favor.
- Es la empresa Lindo Tu Hogar.
- Bien, no te preocupes, linda. Yo me encargaré de ellos y, por los pintores, no te preocupes que mañana a primera hora estarán en tu departamento y será gente cien por ciento responsable.
- Miroku, no es necesario, yo puedo encargarme.
- Sanguito, esas personas no son de fiar. Y si por casualidad llegan a ir, pueden robarte o peor que eso, te pueden hacer algo a ti. Por favor, sé que me vas a decir que sabes defenderte sola, pero aun así no podría estar tranquilo sabiendo eso. Por favor, deja que yo me encargue de esto, ¿sí?
- Está bien, pero yo pagaré todo, ¿de acuerdo?
- Sanguito...
- Es mi condición para aceptar, Miroku.
- Está bien, tú ganas. Será como tú quieras. Si mañana temprano llegan a tu departamento, ¿tienes alguien para que los reciba?
- Sí, tengo una chica que hace la limpieza. La voy a llamar para que llegue un poco más temprano.
- Bien.
Justo en ese momento sonó su teléfono.
- Perdón.
- No te preocupes. - le dije mientras él contestaba.
- Aló, sí, ¿Qué pasó? ¿Qué? ¿Pero cómo? ¿Llamaron a los de seguridad? Sí, está bien, yo me encargo.
Y colgó la llamada, mientras se frotaba la cara.
- ¿Pasó algo, Miroku?
Él me miró con ojos preocupados.
- Sí, es una pesadilla de la que no sé cómo escapar. No se como escapar de ella
- ¿De ella?
- Sango. - me dice mientras toma mis manos—, ¿puedo contarte algo sin que te enojes, por favor?
- Miroku, me estás asustando. ¿Qué pasa?
- Hay algo de mi vida que me atormenta y necesito que lo sepas. No quiero perderte por otra persona que está loca.
- Miroku, por el amor de Dios, ¿Qué pasa?
- Sango, escúchame con mucha atención, ¿sí?
Y yo asentí con la cabeza.
- Hace tres años yo tenía una novia. Su nombre es Shima. El primer año de novios fue genial, lo admito, pero en el segundo año Shima me mostró su verdadera cara. Era muy celosa, me celaba por todo, se enfadaba si pasaba tiempo con mi mejor amigo, si pasaba tiempo con la familia de mi mejor amigo. Si trabajaba mucho, se enfadaba. No podía saludar a ninguna mujer sin que ella me armara una escena de celos y también golpeara a cualquier mujer que se me acercara. Un día, sus celos fueron tantos que, mientras yo estaba con mis socios en una reunión para cerrar un contrato... estaban mi amigo y su padre, y dos socias de Italia para cerrar el negocio más importante de ese año. El padre de mi amigo salió al patio a hacer una llamada, dejándonos a nosotros cuatro en la mesa.
Y justo ahí, en ese momento, veo a Shima como una loca acercándose a nosotros para hacer un escándalo. La que se llevó la peor parte fue la señorita y socia que estaba a mi lado.
Shima le gritó de todo y, sin que yo me diera cuenta, se lanzó encima de ella para golpearla. Yo la pude sacar de encima de la señorita, pero nunca pensé que Shima se atreviera a tanto. A nuestro lado iba un mesero con un plato de sopa hirviendo y todo pasó en cámara lenta. Shima le tiró el plato caliente en la cara a mi socia para después romper el plato en su cabeza.
La chica cayó inconsciente por el golpe y su cara quedó toda roja por la quemadura de la sopa. Todo se volvió un caos. Yo saqué a Shima del lugar a rastras, dejando a mi amigo y a su padre en el restaurante. Lo único que escuché detrás de mí eran los gritos de la otra socia pidiendo una ambulancia y diciendo que nos iban a demandar. Y así lo hizo. Perdimos un contrato de muchos millones, el mejor contrato de ese año, y tuvimos que pagar una fuerte suma de dinero por daños y una orden de que ninguno de nosotros podía acercarse a ninguna de las señoritas italianas.
Después de eso, rompí toda relación con Shima. Sus celos y obsesión se encargaron de que el amor que sentía por ella se borrara por completo. Pensé que todo iba a ir bien, pero después de unas semanas ella me buscó y se subió a mi auto cuando yo iba a la oficina. No tenía tiempo que perder, pero no quiso bajarse del auto.
Así que yo le dije que haga lo que quiera, pero yo tenía que llegar a mi trabajo. Cuando iba de camino a la empresa, ella seguía gritando que no la dejara. Pero yo le grité que ya no la amaba, que me dejara en paz, que la odiaba para que me dejara en paz. Pero ella hizo algo que jamás podré olvidar.
Flashback...
- ¡Shima, ya no te amo! ¡Entiende, te odio! ¡Te quiero fuera de mi vida! —le grité.
- Miroku, si no eres mío, no eres de nadie.
Y todo pasó en cámara lenta. Shima se lanzó sobre mí para apretar el acelerador y el volante. Fuimos a caer a un pequeño barranco y perdí la consciencia.
Fin del flashback...
- ¿Qué? - respondí asombrada
- Aún falta...
Y yo asentí con la cabeza.
- Cuando desperté, el doctor me dijo que yo estaba bien, con algunas costillas fracturadas, pero todo bien. Cuando le pregunté por Shima, el doctor me dijo que ella estaba bien, pero que quedó inválida. Yo no lo podía creer. Cuando fui a verla, ella estaba llorando y... ella y toda su familia me echaron la culpa a mí. Y yo, de verdad, me sentí culpable, al grado que le dije a Shima qué podía hacer por ella y ella me dijo que nunca la dejara por nadie, que esté siempre a su lado y que me case con ella.
Todos mis amigos y familia me suplicaban que no lo hiciera, pero yo me sentía muy mal en ese momento. De verdad me sentía culpable de que ella jamás volviera a caminar. Y al final terminé aceptando. Le dije que sí.
Shima y sus padres pusieron fecha para la boda en un mes, pero mis amigos y familia se opusieron poniendo una y otra excusa. Al final, la fecha quedó para seis meses. Seis meses que viví una tortura. Ella seguía igual de celosa y posesiva conmigo, insultando a todas las mujeres que se me acercaban. No se salvaban ni las mujeres mayores, ¿puedes creerlo?
Mi vida fue un infierno esos seis meses. Cuando faltaba un día para la boda, quise hablar con ella para que dejaramos esta locura. Yo no la amaba, pero cuando llegué, la mucama me abrió la puerta. Yo le pregunté si ella estaba. La mucama me dijo que sí, que estaba en el despacho con sus padres y el doctor.
Yo me preocupé y le dije a la mucama que yo mismo iba, que no era necesario que ella me presentara. Caminé al despacho y escuché una discusión. Me quedé en la puerta para escuchar, y lo que escuché me dejó helado.
Flashback...
- Señor, usted me va a pagar el monto que le pedí o si no, yo hablo con el novio de su hija y no habrá boda.
- Usted no me puede hacer eso. Si lo hace, yo lo mato, ¿me oye? —fue el grito de Shima.
- Entonces, dígale a su padre que me pague lo que le pedí.
- No le daré más dinero.
No quise escuchar más. Abrí de golpe la puerta y ahí me encontré al doctor y a los padres de Shima discutiendo, y a Shima parada con sus propios pies en el piso y la silla de ruedas tirada lejos de ellos. Ahí mismo me di cuenta de que fui engañado por toda la familia de Shima, y el doctor era uno más de la mentira. Shima lo había comprado para hacerme creer que ella había quedado en silla de ruedas.
- Amor, te lo puedo explicar.
- ¡¿Qué mierda me vas a explicar, loca de patio?! Tú y toda tu familia están locos. ¡No quiero volver a verte ni a ti ni a tu familia nunca más en mi vida!.
- Amor, nos vamos a casar mañana...
- ¡En tus sueños!. ¡Me engañaste todo este tiempo para que sienta pena por ti y, ¿sabes? Lo conseguiste, porque lo único que siento por ti es pena!. ¡Pena por ti y por tu familia. Adiós, loca!.
Fin del flashback...
- Y eso fue lo que pasó. Hace seis meses que ocurrió eso y ya son seis meses que ella me sigue molestando. Estas últimas dos semanas no sabía nada de ella, hasta ahora que me llaman del edificio donde vivo. Shima fue a hacer un escándalo afuera del recinto.
Me quedé con la boca abierta por el nivel de locura de esa mujer.
- Sanguito, perdóname por no habértelo contado antes, pero tenía miedo de perderte.
- Miroku. - le dije mientras tomaba sus manos. - No te preocupes y te agradezco que me lo hayas contado. De verdad, esto lo valoro mucho.
- Pero tengo miedo de que ella te haga algo.
Y yo le sonreí.
- Miroku, solo te voy a preguntar una cosa.
- ¿Qué?
- ¿Tú quieres seguir conociéndome?
- Claro que sí, pero...
- Pero nada. Si tú quieres conocerme y yo quiero conocerte más, ninguna loca de patio me lo va a impedir.
- Pero ella puede...
- Shhh. - lo callé, poniendo un dedo en sus labios. - Miroku, sé defenderme muy bien. sola, no te preocupes por mí. Y si alguna vez me la encuentro, créeme que no le van a quedar ganas de meterse conmigo una segunda vez.
- Sango, eres única, ¿lo sabías?.
- Sí, lo sé. - le sonreí traviesamente para quitarle la preocupación.
Vi cómo él se levantaba de la mesa para acercarse a mí y abrazarme.
- Gracias por llegar a mi vida, Sanguito.
Y yo correspondí a su abrazo, feliz también.
- Yo igual estoy feliz por haberte conocido, Miroku.
Nos separamos para besarnos. Fue un beso tierno, pero con un sentimiento que jamás en mi vida habría sentido por nadie. Nos separamos nuevamente y sonreímos como dos adolescentes enamorados.
- ¿Te llevo a tu trabajo, linda?
- Claro.
Nos levantamos, Miroku pagó la cuenta y nos fuimos.
Mientras pensaba que Miroku Mushin era lo mejor que la vida me pudo haber regalado.
Continuará...
Si llegaron hasta aquí, gracias.
Créditos de la ortografía: la bella autora cbt1996. Gracias, linda..
