Cbt1996: Hola, linda. Sí, Kikis, hazle caso a Cin, Naraku no es como el del Canon, este es bueno. ¡Refúgiate en el Kikis por Kami!.

El...Mirsan está en una nube de amor y no ve la tormenta que se viene...

¿Qué pasará en ese departamento de Inuyasha? Bueno, tú ya lo sabes, así que espero que me defiendas de la loca de Kay, jajaja. Ok, no.

Saludos, linda.

Kayla Lynnet: Hola, linda. Kikis está viendo lo sexy que es nuestra araña sexy, y a mí también me gusta.

Ese apretón en el pecho... ¿Será un mal presentimiento? Ojalá que no.

Sango, el cable a tierra del grupo. ¡Cómo amo a Sango!, pero todo tiene un límite y nuestra Sanguito puede pasarle la cuenta. Toda la preocupación de sus amigas está en ella, ojo con eso. Mi Sango sí que es fuerte para aguantar tanto.

Kag está entre la espada y la pared; ya no tiene muchas opciones.

Haaa, ¿viste? Querías venganza, Kayla Lynnet,

¿Y ahora?, no pues, ya es tarde para bajarse de este tren, mi ciela. Cuando este tren choque, vamos a morir todas, jajaja.

La reacción de Inuyasha pronto se viene, y por eso les digo: nunca tomen tanto alcohol porque les puede jugar en contra, como en una noche de copas, jeje.

Saludos, linda.

Karri Taisho: Hola, linda. El Narakikiyo me respira en la nuca, bella.

Lo sé, bella. Yo igual odiaba a Inu al principio, pero él es bueno, y ahora, cuando toda la verdad se sepa, no quiero ni pensarlo. Lloro por eso. Una segunda traición será un golpe duro para él, no tengo duda de eso.

No eres la única que babea por él, linda, creo que todas aquí lo hacemos, jajaja.

Sango, la voz de la razón, siempre.

¿Y qué hará Kag ahora en el depa de Inu? Ahora lo sabremos.

La forma en que le habla Inu a Kag entre besitos... Por Kami, me muero.

Mira, la chininola quiere lemon, jiji. ¿Habrá en este cap? Mmm, no sé, ya se me olvidó, jiji.

Saludos, bella.

Annie Pérez: Hola, linda. El deseo es algo que Kag está luchando un montón por no caer, bella. A ver si lo logra. Saludos, linda.

Ferdy Arevalo: Hola, linda. No eres la única que desea que esto siga, a ver si Kag quiere también.

¡X Kami, una Morohita ya quieres, bella! jajaja. Eso sí que los dejaría a todos con la boca abierta, pero me temo que no, bella. Morohita aún no va a llegar... por ahora, jiji.

Ahora, a ver qué pasa con estos dos en el departamento de Inuyasha: si gana la razón o el deseo.

Saludos, linda.

Guest: Hola, linda. Me alegra que te haya gustado el cap. Ojalá este también te guste.

Saludos, linda.


Capitulo 21

La debilidad de Kagome

Perspectiva de Kagome

Entramos a su cuarto mientras el me bajaba al suelo, pero sin dejar de besarme. Sentí como sus manos, con tiernas caricias, me quitaban la blusa mientras yo desabrochaba su camiseta, sin embargo él se la quitó de un sólo tirón, quedando desnudo de la cintura para arriba y yo sólo con mi brasier.

Me abracé a él mientras me guiaba y me recostaba en su cama, quedando sobre mi. Sus besos hicieron un recorrido por mi cuello hasta llegar a mis pechos, al mismo tiempo en que, con su mano, tomaba uno de ellos, apretándolo de una manera deliciosa, tanto que me arqueé hacía él. Comenzó a masajearlo mientras besaba todo lo que el brasier dejaba al descubierto.

- Mmm, Inuyasha.

- Shhh, por favor deja que te ame, Ka...go...me.

Me sujetó un brazo, levantándome un poco y, con la otra mano pasando por debajo de mi, desabotonó mi brasier y volvió a acomodarme sobre la cama. De un sólo movimiento me lo quitó, dejando mis pechos a la vista.

Volvió a besarme mientras su mano ahora acariciaba mi pierna, subiendo mi falda y colando su mano en mi intimidad.

- Mmm, eres tan cálida, Kag. - susurró en mis labios, pasando por mi cuello y seguir bajando.

Mis ojos estaban cerrados y mi mente daba vueltas con sus caricias, hasta que sentí una lamida en mi pezón y me arqueé una vez más. Él introdujo todo en su boca.

- Mmm, Inuyasha...

Perspectiva de Inuyasha

Ya no aguantaba así que me lleve su seno a mi boca. Lo chupe, lo lamí y lo mordí.

- Inu... Inuyasha.

Oírla decir mi nombre era algo que me volvía loco.

Seguí chupando para después soltarlo y seguir con el otro seno, dándole la misma atención. Mi mano se coló dentro de su ropa interior y toqué una vez más su intimidad.

Santo cielo... su intimidad ya estaba muy mojada... tanto que se me hizo agua la boca.

Solté sus senos para bajar por su bello y plano vientre y llegar a su falda. Levanté la vista y ella tenia sus ojos cerrados, por que aproveché y deslicé el cierre de su falda, quitándosela, al igual que sus botas.

Ella quedó frente a mi, solo con su bragas. Acerqué mi cara a sus piernas para acariciarlas y besarlas, ascendiendo en un recorrido lleno de besos. Llegué a su ropa interior y la besé por encima de la tela, continuando mi camino hacía sus pechos nuevamente y luego su cuello, en donde me detuve, lamiendo, chupando y mordiendo su piel.

- Inu... Inuyasha, yo...

- Shhh. - la callé con un beso que nos robó el aliento a los dos.

Coloqué mi pierna en el medio de las de ella, haciendo que las abriera un poco mientras mi mano se deslizaba en el interior de sus bragas, acariciando su centro. La sentí removerse, pero fue en busca de más caricias. Introduje uno de mis dedos y luego el otro, acariciando su intimidad lo más profundo posible.

Ella gimió mientras la besaba y yo, feliz, ahogué sus jadeos. Noté como abrió sus piernas aún más para que yo continuara, pero mi miembro ya dolía por lo duro que se encontraba. Necesitaba estar dentro de ella o iba a volverme loco.

Dejé de besar sus labios y comencé a recorrer su cuerpo con besos desesperados antes de quitarle sus bragas. Me quité el resto de la ropa y así, los dos nos encontrábamos completamente desnudos.

Volví a subirme sobre ella y a enredarme entre sus piernas, volviendo a unir mis labios a los suyos.

Perspectiva de Kagome

Tenía mis ojos cerrados, pero sentía cada mirada que él me daba, y como besaba y tocaba mi cuerpo, haciendo que ardiera en deseo por él.

Él volvió a besarme mientras introducía su lengua en mi boca y yo hice lo mismo. Batallamos con nuestras lenguas para ver quién tenía el control, pero para ese punto ya no lo sabíamos ni nos importaba.

Sentí su miembro en mi entrada y una corriente recorrió mi cuerpo.

- Mmm, Inu... Inuyasha.

- Kag, te deseo tanto, pequeña.

Amaba que me llamara de esa manera.

Sentí como rozaba su miembro en mi entrada. Me estaba volviendo loca y deseaba sentirlo de una vez por todas.

Mi cuerpo se movía solo. Mis piernas lo abrazaron por la cintura, atrayéndolo más hacía mi.

- Mmm, hazlo... - exclamé al borde de la locura.

Y él lo hizo. Se introdujo en mi, provocando que los dos lanzaron un gemido ante aquel contacto.

- Kag...

Comenzó con un vaivén lento y yo apreté mis piernas alrededor de su cuerpo. Mi mente estaba en blanco y sólo podía sentir las caricias del hombre que me volvía loca.

- Inuyasha... más... más.

- Mmm, mi pequeña.

Sentí como sus embestidas se profundizaban mientras jadeaba en mi oído, volviéndome aún más loca de lo que ya me encontraba.

- Más... ¡Inuyasha, más!

Perspectiva de Inuyasha

Escuchar sus ruegos por más... Dios mío.

Si ya se sentía mágico estar dentro de ella, escuchar pedirme más era algo que me hacía perder la cabeza por completo.

Mi mente se nubló por el placer y la empecé a embestir como un salvaje. Para ese punto yo jadeaba locamente por ella, mientras ella gritaba mi nombre con la misma locura.

- ¡Inuyasha!

- Eres tan deliciosa, Kag, me vuelves loco.

- Inu...

- Kag...

Nuestros gemidos se escuchaban por todo el cuarto, mientras su nombre se grababa a fuego en mi piel. Sentí su cuerpo temblar, clara señal de que estaba por llegar a su liberación. Y el mío también estaba cerca.

- Vamos, Kag... oh, más, pequeña... Lleguemos juntos

La embestí con mayor fuerza y rapidez y, en cuestión de segundos, sentí como llegaba al clímax y me dejé llevar.

- ¡Kagome!

Perspectiva de Kagome

Los dos llegamos al clímax y él cayó con todo su cuerpo sobre mi, pero sin aplastarme. Nuestras respiraciones eran agitadas y, poco a poco, comenzaron a normalizarse mientras salía de mi y se acostaba a mi lado, atrayéndome con su brazo.

Mi mente comenzó a caer en cuenta de lo sucedido y la realidad me cayó en la cara. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras era consciente de la locura que acababa de hacer.

¡DIOS MIO! ¡¿QUÉ HICE?!

Exclamé para mi misma, al mismo tiempo en que comenzaba a llorar.

Perspectiva de Inuyasha

Me sentía el hombre más feliz y completo del mundo en ese momento, pero todo eso se borró cuando la escuché llorar a mi lado. Me alarmé, sentándome en la cama.

- Kag, ¿Qué te pasa?

Pero ella no me respondió, al contrario, se levantó de la cama y empezó a buscar su ropa con una rapidez que me preocupó.

- Kag, linda, ¿Qué tienes?

Pero ella solo lloraba mientras se vestía.

Me levanté y me puse mi bóxer para acercarme a ella, pero ella se alejó de mí.

- ¡No te me acerques! - me gritó, dejándome en shock por su comportamiento.

- Kag, pequeña, ¿Qué pasa? Me estás preocupando.

Pero, una vez más, no recibí respuestas.

La vi ponerse sus botas para salir del cuarto, pero yo la detuve del brazo.

- Kagome, ¿Qué te pasa? Por favor, dime. ¿Hice algo malo? Si te sentiste obligada a estar conmigo, linda, te pido perdón. Nunca fue esa mi intención. De verdad, Kag, perdóname.

- ¡Por favor, ya no hables, Inuyasha! te lo suplico... No es tu culpa, es mía, solo mía. - fue todo lo que me dijo. Se zafó de mi agarre y salió corriendo del cuarto.

Yo me quedé ahí, en shock, hasta que mi mente hizo clic. Kagome se estaba yendo de mi departamento, pero algo me decía que era más que eso.

Corrí detrás de ella, pero ya no estaba en el interior.

- ¡Maldición!

Corrí a mi cuarto, me puse mi ropa y zapatos, y salí de mi departamento. Llegué a la recepción, pero el conserje no estaba.

- ¡Perfecto, lo que me faltaba! - exclamé desesperado. Salí a la calle, pero no había nadie.

Regresé a buscar las llaves de mi auto para ir a su departamento y hablar con ella, pero justo en ese momento mi teléfono sonó. No iba a contestar, pero vi que era Miroku.

- Qué extraño... - dije. - Él sabía que estaría ocupado esta noche.

Tomé el teléfono y contesté mientras salía de mi departamento.

- ¿Qué pasa, Miroku?

- Inuyasha, amigo mío, perdón por molestarte, pero es urgente.

- ¿Qué pasa?

- Hubo un accidente en la empresa y se incendiaron unas oficinas. Los bomberos ya están aquí y la policía quiere hablar con los dos.

Estaba por abrir mi auto cuando maldije mentalmente.

¡¿Justo ahora pasa esto!?.

- Miroku, ¿no puedes hacerlo tú solo?

- Amigo, perdón, sé que estabas ocupado. Y créeme que no te iba a llamar, iba a hacerlo yo solo, pero la policía pide tu presencia.

- ¡Maldita sea! - exclamé. - Voy para allá ahora mismo.

Colgué y me subí a mi auto. Quería ver a Kag, pero tendría que verla mañana.

- Kag, ojalá estés bien. Kami, cuídala por favor. - susurré para después dirigirme a la empresa.

Perspectiva de Kagome

Frené el auto de golpe, por poco chocando con la vereda. Me bajé y corrí al departamento de Sango. Subí en el ascensor, y cuando las puertas se abrieron, corrí a su puerta y toqué como loca.

La escuché gritar desde adentro:

- ¡Ya voy!

Cuando abrió la puerta, me lancé hacia ella para abrazarla.

- ¡Sango!

Perspectiva de Sango

No podía dormir. Era media noche y no sabía nada de Kag. Decidí tratar de dormir. Iba a apagar la luz de la lámpara, pero unos golpes en la puerta me detuvieron.

- ¿Quién será a esta hora?- pero inmediatamente pensé en Kag.

Me levanté de la cama y corrí a la puerta mientras gritaba: ¡Ya voy!

Abrí la puerta y vi a Kag lanzarse a mis brazos mientras lloraba.

- ¡Por Kami, Kagome! ¡¿Qué te pasó?! ¡¿Por qué lloras?!

- ¡Sango, soy una basura, una maldita basura!.

- Kag, por favor, cálmate...

Cerré la puerta como pude con el pie y llevé a Kag al living. Nos sentamos, pero ella no paraba de llorar.

- Kag, amiga mía, ¿qué pasó? ¿Inuyasha te hizo algo? Si es así, yo…

- ¡No, Sango, todo es mi culpa!.

La vi levantarse mientras caminaba en círculos.

- Kag, me estás asustando... Ya dime qué tienes.

- ¡Soy la peor persona del mundo, la peor mujer del mundo, soy la peor amiga del mundo! - me gritó al borde del colapso.

Un mal presentimiento me invadió mientras le rogaba a todos los dioses que no fuera lo que estaba pensando.

- Kagome. - dije. - Dime qué fue lo que pasó con Inuyasha. Dímelo, por favor. - mientras tomaba sus manos

Ella me miró, y en sus ojos pude ver miedo, susto y desesperación.

- Kag, amiga, puedes confiar en mí.

- San... Sango, yo… yo traicioné a mi amiga, a mi hermana. - me dijo mientras más lágrimas caían por sus mejillas.

- Kag, te lo suplico por amor a Dios, ¿Qué pasó entre tú y Taisho?

- Me acosté con Inuyasha, Sango.

Me respondió, y al instante cayó al piso. Me llevó con ella, las dos caímos al suelo mientras la abrazaba para tranquilizarla.

- Por Kami, Kag, ¿Qué hiciste? - susurré.

Perspectiva de Kagome

- Inuyasha y yo hicimos el amor. - le volví a repetir mientras más lágrimas salían de mis ojos. - ¡Soy lo peor del mundo, una basura. No valgo nada, Sango!

- ¡Shhh, no digas eso, Kag, por favor!

- ¡¿Qué no lo diga, Sango?! ¡Mírame! ¡Traicioné a mi amiga, a mi hermana! ¡¿Cómo la voy a ver a la cara?! ¡Jugué con Inuyasha! ¡Él no se merece una escoria como yo! - le grité con desesperación.

- Kagome, amiga, escúchame. Tú te entregaste a él porque te enamoraste de él, Kag. Y Kikyo... Kag, Kikyo tiene que saber esto.

Mi sangre se congeló y me levanté del piso.

- Sango, voy a perder a Kikyo para siempre.

- Kag, no puedes callar esto, será peor más adelante.

Apreté mis puños de frustración.

Sango tiene razón, no puedo callar esto. Sería peor. Ya traicioné a mi amiga, no puedo seguir traicionándola guardando silencio.

Comencé a temblar.

- Tienes razón, Sango, no puedo seguir callando, pero... ¡no sé qué hacer! - le dije, tirándome del cabello por la desesperación.

- ¡Kag!

Sujetó mis manos con fuerza.

- ¡Ya no te lastimes, por favor! Kikyo regresa pasado mañana de Osaka, tenemos tiempo para pensar qué hacer. Por el momento, lo mejor es que no le respondas las llamadas. Si Kikyo me habla a mí, le diré que estás en un caso de trabajo. Mientras, ganamos tiempo, ¿sí?

- Sango, no importa el tiempo... ¡Voy a perder a mi hermana por Inuyasha!

Inuyasha

Pensé, y mi dolor creció mientras volvía a llorar.

- Sango, le arruiné la vida a Inuyasha. Por segunda vez, Inuyasha fue traicionado. ¡No merezco a ninguno de los dos! - exclamé mientras ella me abrazaba.

- Kag... - me susurró y yo levanté la cabeza para verla. - ¿Qué es lo que sientes por él ahora, Kag? - mi corazón se apretó por su pregunta. - Kag, amiga mía, dime la verdad, por favor. No te voy a juzgar, solo quiero encontrar una salida de todo esto.

Me mordí la lengua mientras me calmaba para responderle. Al menos una vez en toda esta mentira que hice, tenía que ser sincera. La miré a la cara para responder su pregunta.

- Yo... yo lo amo, Sango. Amo a Inuyasha como nunca he amado a nadie en mi vida. Y después de esta noche me di cuenta de que él es el amor de mi vida... ¡Y no puedo estar con él! ¡Lastimé de la peor manera al único hombre que he amado de verdad, y me siento como una basura! ¡No merezco a ninguno de los dos!

- Shhh, ya tranquila, Kag. Vamos a encontrar una salida, ¿sí?, tal vez te duela lo que te voy a decir, pero nuestra prioridad es Kikyo ahora. Tenemos que preocuparnos por ella, ¿sí?

La mitad de mi corazón me dolió, pero Sango tenía razón, mi prioridad era Kikyo. Siempre tuvo que ser Kikyo.

- Sí, Sango, tienes razón.

- Kag, lo primero es que ya no vuelvas a ir a ese departamento que arrendaste para que él no te vea ahí, ¿de acuerdo? Mañana mismo vamos a cancelar esa cuenta por el computador, ¿vale?

- Sí. - asentí.

- Bien. Ahora ven, dormirás en mi cuarto esta noche. No estás bien, Kag, y yo estaría más tranquila si te quedas aquí.

- Gracias, pero prefiero irme a mi departamento, Sango. Necesito pensar las cosas.

- Pero...

- Por favor, Sango. Estaré bien.

- Kag, no quiero dejarte sola.

- No te preocupes, de verdad, Sango. Tú mañana tienes que madrugar.

- Está bien, Kag, pero mañana a mediodía estaré en tu departamento para pensar bien qué haremos, ¿sí?

- Sí, Sango, gracias por todo.

Le di un abrazo para después caminar hacia la puerta.

- Kag, ¿de verdad estarás bien?

- Sí, Sango, tengo que pensar las cosas antes de hablar con Kikyo.

- Está bien, pero por favor, llámame cuando llegues a tu departamento para yo estar tranquila.

- Sí, no te preocupes, lo haré.

Me despedí y me fui.

Ya afuera, en la calle, subí a mi auto y me alejé. Cuando llegué a mi departamento, le mande un mensaje a Sango, después caminé a mi cuarto y miré la foto que tenía en mi cómoda. La tomé en mis manos mientras la acariciaba. Era una foto donde Kikyo y yo estamos juntas, abrazadas, mientras disfrutábamos de la playa.

Me dejé caer en la cama mientras mi cabeza chocaba con la almohada y abracé la foto en mi pecho, dejando escapar todo el llanto y dolor que estaba sintiendo.

Porque en el fondo sabía que iba a perder a Kikyo. Así como perdí a Inuyasha, iba a perder a Kikyo, a mi mejor amiga, a mi hermana, a mi otra mitad.

- Kikyo. - susurré mientras mi rostro se hundía en lágrimas. - Perdóname, Kikyo.

Perspectiva de Inuyasha

- Inuyasha, los bomberos y la policía ya se fueron.

- Bien, ¡Pero no entiendo cómo carajo dejaron a un mocoso a cargo de las oficinas!.

- El cuidador que se queda en las noches se enfermó y dejó a su sobrino que lo reemplace.

- ¡¿Pero por qué los guardias permitieron eso?! ¡Es una negligencia de hecho! ¡Ese niño pudo haber muerto en esas oficinas! ¡Maldita sea!

- Sí, pero no pasó nada grave por suerte. Ya hablé con los guardias y me dijeron que el hombre que se queda a hacer la limpieza en la noche es muy amigo de ellos y por eso fue que ellos dejaron que el muchacho reemplace a su tío. Pero ya hablé seriamente con ellos, Inuyasha. No volverá a pasar.

- Gracias, Miroku, pero ahora lo que me preocupa es que se quemaron los documentos que íbamos a firmar mañana a las 10 de la mañana. ¡¿Ahora qué mierda vamos a hacer?!

- Quedarnos a hacerlos de nuevo.

- ¿Me estás tomando el pelo, Miroku?

- No, Inuyasha, pero no nos queda de otra. ¿O acaso vas a perder cinco millones de dólares por no quedarte a hacer los documentos para mañana?

- ¡Maldición!

- Amigo, sé que estás enfadado, te arruinamos la noche. De verdad lo siento mucho, Inuyasha.

- No es solo eso, Miroku.

- ¿Ah, no? ¿Pasó algo malo?

Solté un suspiro para tirarme en mi silla mientras me refregaba la sien. Ya tenía jaqueca por tanto pensar.

- Inuyasha, ¿pasó algo malo?

Lo quedé mirando para responderle.

- Miroku, si te cuento algo, ¿me juras silencio?

- La pregunta ofende, amigo. Dime, tal vez pueda ayudarte.

Volví a soltar un suspiro para contarle.

- Hice el amor con Kag... - le solté.

- ¡¿De verdad, amigo mío?! ¡eso es bueno! Quiere decir que su relación está avanzando, ¿no?

- Eso creí yo.

- ¿De qué hablas?

- Bueno, cuando ella y yo pues, termi... bueno...

- ¿Terminaron de hacer el amor? - dijo, ayudándome con la palabra.

- Sí... Ella se alejó de mí, se vistió y se fue corriendo de mi departamento, dejándome ahí sin ninguna respuesta. Cuando bajé a la calle ya no la pillé e iba a ir a buscarla, pero tú me llamaste y bueno, eso fue todo lo que pasó.

- ¿Pero ella no te dijo por qué se fue?

- No.

- Inuyasha, perdón por lo que te voy a decir. No es mi intención faltarle el respeto a la señorita Kagome, pero... ¿ella era virgen? Tal vez le dio vergüenza y por eso se fue.

- No, Miroku, no es eso. Ella no era... bueno, ya sabes.

- Entonces, ¿Qué pudo pasar?

- Miroku, creo que es miedo lo que Kagome siente.

- ¿Miedo?

- Sí, por lo que me contó.

- ¿Y qué te contó, amigo? Si se puede saber, claro.

- ¡Sí que eres chismoso, Miroku!

- No es eso, Inuyasha. Tal vez ahí está la razón por la que se fue así de tu departamento.

Me quedé callado mientras pensaba en esa razón. Tal vez ella no estaba lista. Y si mal no recordaba, ella había tomado mucho esta noche. Tal vez por eso quiso estar conmigo.

- ¡Maldición! - maldije en voz alta. - Miroku, creo que yo tengo la culpa.

- Inuyasha, ¿Qué hiciste?

Lo miré en busca de ayuda.

- Amigo, si te cuento un secreto, ¿me juras que jamás lo vas a repetir a nadie, ni a la chica con la que estás saliendo?

- Te lo juro, Inuyasha.

- Miroku, a Kagome le pasó lo mismo que a mí.

- Qué? ¿Cómo que lo mismo? ¿A qué te refieres?

- Así es, Miroku. Kagome vivió lo mismo que yo.

Miré a Miroku y, sin pensarlo tanto, le conté toda la historia de Kagome.

Perspectiva de Sango

Me dolía la cabeza. Salí de mi departamento muy temprano porque me llamaron por una emergencia: un parto de gemelos. Por suerte, llegué a tiempo para salvar a la madre; por poco y no lo cuenta.

- Enfermera Shin, estos son los medicamentos que se le estarán poniendo a la paciente hasta que yo le dé de alta, ¿de acuerdo?

- Sí, doctora Taijiya.

- Bien, eso es todo. Ya puede regresar con la paciente.

- Está bien, con permiso.

- Adelante.

Cuando la enfermera cerró la puerta, me tiré en mi silla y miré la hora: 9:40 de la mañana. Tomé mi teléfono y le marqué a Kagome, pero el teléfono estaba apagado.

- Kag... ¿Cómo estás, amiga? - susurré su nombre, para después dejar mis archivos ordenados e irme a su departamento.

Perspectiva de Inuyasha

- ¡Inuyasha, Inuyasha!, ¡despierta, hombre!

- ¿Eh? ¿Qué pasa, Miroku?

- ¡Ya es tarde, los socios estarán aquí en media hora!.

- ¡¿Qué?! ¡Maldición! ¡¿Por qué no me despertaste?!

- Porque necesitabas dormir un poco, amigo. Toma, aquí está tu ropa para que te cambies. Qué suerte que siempre dejamos ropa extra en la empresa. Yo ya tengo todo listo; tú solo cámbiate y te espero en la sala de juntas, ¿sí?

- Está bien, gracias, Miroku.

Tomé la ropa para ponerme de pie.

- De nada, amigo. Ya apúrate, ¿sí?

- Sí.

Lo vi salir de mi oficina para que yo me cambiara.

Terminamos a las seis de la mañana de hacer los documentos y contratos. También nos demoramos porque Miroku me aconsejó sobre el tema de Kagome.

Flashback...

- Oh, no lo puedo creer... Pobre de la señorita Kagome, pasó por la misma humillación y dolor que tú. Maldito bastardo, ¿sabes el nombre de ese sujeto, Inuyasha?

- No, Kagome no me lo dijo y tampoco quería presionarla para que me lo dijera... estoy desesperado. Siento que, de una manera u otra, la obligué a estar conmigo cuando aún no estaba lista para dar ese paso. ¡Maldita sea! ¡no sé qué hacer!.

- Amigo, calma, calma. Por lo que me contaste, creo que lo mejor es que le des tiempo.

- ¡¿Estás de broma, Miroku?! ¡¿No escuchaste lo que te conté de ella?! ¡Si me alejo, va a pensar que solo quería divertirme con ella, y la voy a perder!.

- ¿Tú la quieres, verdad?

Me quedé callado, pero lo seguí viendo. Era obvia la respuesta, y sería idiota si se lo negara a mi mejor amigo.

- Sí, Miroku, lo acepto. Quiero a Kagome, y va más allá de un simple cariño. Esta noche lo pude comprobar. Lo que ella me hace sentir jamás lo he sentido con ninguna otra mujer.

- ¿Ni con esa maldita de Yura Sakasagami?

- Ni con ella, Miroku.

- ¿De verdad?

Vi la cara de mi amigo, sorprendido. Y no lo culpaba. Creo que esa misma cara tenía yo después de aceptar mis sentimientos por Kagome Higurashi.

- Amigo, estoy tan feliz por ti.

- Gracias, pero ahora, ¿ves por qué no puedo alejarme de ella?.

- Está bien, está bien. Mira, Inuyasha, esta es mi humilde opinión: la señorita Kagome está asustada. Dale este día para ella, pero déjale un mensaje diciéndole que se tome este día para pensar si está confundida, pero que mañana muy temprano la vas a buscar para que hablen, y que no la vas a dejar sola nunca, ¿vale?

- ¿Tú crees que eso es lo mejor?

- Claro, amigo. Es más, hoy estamos ocupados con estos malditos contratos, y no podrás verla. En unas horas llegan los socios, y después, en la tarde, tenemos otra junta. No te va a dar tiempo. Te prometo que mañana yo me quedo solo en la empresa para que tú vayas con ella, ¿sí?

- ¿De verdad, Miroku? ¿Harías eso por mí?

- Amigo, claro que sí. La pregunta ofende.

- Gracias.

Le di un abrazo de gratitud por la ayuda, y después tomé mi teléfono para dejarle un mensaje tal como él me había dicho.

- Listo, ya está.

- Perfecto. Ahora terminemos con estos documentos y contratos, ¿vale?

- Vale.

Empezamos a trabajar hasta que dieron las seis de la mañana.

- Al fin... terminamos.

- Perfecto. Ahora durmamos un poco porque mis ojos me arden, amigo.

Le hice caso y nos recostamos en el sillón para dormir. Miroku se durmió enseguida, pero yo me quedé pensando en Kagome hasta que mis ojos poco a poco se cerraron.

Fin del flashback...

Me cambié y salí para dirigirme a la sala de juntas, pero pasé todo el tiempo pensando en Kagome.

- Te extraño, Kag. - susurré antes de entrar a la sala.

Perspectiva de Naraku

Me terminé de cambiar y me miré en el espejo. Llevaba unos jeans color negro, una polera negra, el cabello suelto. Me eché algo de colonia y listo. Tomé las entradas del partido en mi mano y las guardé.

A Sango, le va a gustar mucho esta sorpresa.

Pensé. Pero antes... tomé mi teléfono y, como de costumbre, le marqué a Kikyo.

Un toque, dos toques...

- Hola.

- Hola, bonita, buen día.

- Hola, Naraku. Buen día para ti también.

- Gracias. ¿Mucho trabajo hoy?

- No, la verdad no. Bueno, es que ya estoy en Tokio.

- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué no me dijiste? Pude haberte ido a recoger.

- Perdón, Naraku. Es que extraño mucho a Kag y le quiero dar una sorpresa. Ella no está contigo, ¿verdad?

- No, Kikyo, no te preocupes. No estoy con Kag. De hecho, voy a ver a Sango hoy a las doce del día. Hay clásico, juegan Urawa Red Diamonds y Gamba Osaka, y voy a invitarla para ir a verlos.

- Me alegro por ustedes, Naraku.

- Gracias, linda. Pero, ¿Qué pasó? ¿Tú no regresabas mañana?

- Sí, pero terminamos antes. Las chicas ya se fueron a sus casas y estoy en camino al departamento de Kag.

- Ah, qué bien. Bueno, que la pasen bien las dos, Kikyo.

- Gracias, Naraku. Tú igual con Sango.

- Gracias, linda. Nos vemos mañana, ¿sí?

- Claro, nos vemos. Adiós.

- Adiós.

Colgué la llamada y sonreí.

Kag se va a llevar una gran sorpresa.

Pensé para después salir de mi departamento e ir a la clínica. Llegué y caminé hacia la señorita de recepción.

- Hola, señorita. ¿Se encuentra la doctora Taijiya?

- Sí, claro. ¿Tiene cita con ella?

- Ah, no, soy un amigo. Pero no se preocupe, yo la llamo a su teléfono.

- Bueno, señor.

Me alejé de la señorita y marqué el número de Sango.

Perspectiva de Sango

Estaba guardando mis cosas para irme cuando sonó mi teléfono. Era el número de Naraku. Lo tomé y contesté.

- Hola, Naraku. ¿Cómo estás?

- Hola, Sango. Bien, gracias, ¿y tú?

- Bien, igual.

- Oye, estoy aquí en la clínica para invitarte al partido de Urawa Red Diamonds y Gamba Osaka. ¿Qué dices?

¡Era hoy!

Pensé mientras me golpeaba la frente por haberme olvidado del clásico.

- Naraku, perdón, pero no puedo ir. Me quedé con Kag hoy.

- ¿Qué? ¿Cómo que no puedes ir, Sango? ¡Es el clásico! ¡¿Qué tan importante puede ser eso con Kag que no puedes ir a ver el clásico?!

Me mordí la lengua. Solo yo sabía lo que estaba pasando. Naraku era mi mejor amigo y primo de Kag, pero también estaba enamorado de Kikyo.

Por Kamisama, ¿Qué hago?.

- Sango, ¿estás ahí?

- Eh... sí, sí, aquí estoy.

- Entonces vamos.

- Naraku, yo...

- Sango, además Kag no está sola ahora, está con Kikyo y de seguro Kikyo la quiere solo para ella —lo escuché reír.

- ¿Cómo que está con Kikyo? - mi corazón se detuvo.

- Sí, Kikyo llegó hoy. Es más, creo que ya está en su departamento hace rato.

- ¡Dios mío! - exclamé.

- ¿Eh? ¿Qué pasa, Sango?

- ¡Dios, Kikyo no puede ver a Kag! - le grité a Naraku por el teléfono para luego correr hacia la salida en su búsqueda.

- Sango, ¿por qué no? ¿Qué pasa?

- Te veo abajo, Naraku - le corté mientras corría y me metía dentro del ascensor. Marqué el número de Kag.

Un toque, dos toques, tres toques...

Lo sentimos, el cliente se encuentra ocupado o fuera del área de servicio.

- ¡Maldita sea! - grité. - ¡Kag, contesta tu maldito teléfono!.

Las puertas se abrieron y corrí hacia la salida, donde me encontré con Naraku.

- Sango, ¡¿Qué demonios pasa?! ¿Hay algún problema con Taisho?

- Naraku, te lo contaré todo, absolutamente todo en el auto, porque necesito de tu ayuda. ¡Pero ya vamos al departamento de Kag, es de vida o muerte! - le grité mientras corría hacia el auto de Naraku. Él hizo lo mismo y arrancó hacia donde su hogar.

Perspectiva de Kagome

Me levanté, me di una ducha y después me cambié. Vi los dos teléfonos en mi cama, pero los tenía apagados. ¿La razón? no quería enfrentar ni a Kikyo ni a Inuyasha. Me estaba escondiendo como una cobarde de los dos.

El timbre sonó y, de seguro era Sango. Seguro había llegado una hora antes. Caminé para salir de mi cuarto y llegar a la puerta para abrirla. Cuando la abrí, me encontré con la persona que estaba ahí parada.

Y mi alma se congeló.

- Hola, Kag.

- Ki... Kikyo - susurré.

Continuará...


Si llegaron hasta aquí, gracias. Créditos de la ortografía a la bella autora, Cbt1996. ¡Gracias, linda!

Posdata: Si me matan, no podré subir el próximo capítulo, que, para ser sincera, es el más difícil que he hecho desde que empecé a escribir, y lloro por eso. Nos vemos, besos...