N/A: Hola a todos, JkAlex les desea una Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo... atrasado. Espero lo hayan pasado bien con sus amigos, familia, pareja o amantes. Yo no juzgo, sobre todo porque recibí estas fiestas totalmente borracho y durante año nuevo amanecí ebrio en el sofá con una chica que no conocía mientras discutíamos sobre medicina.

En fin, espero que disfruten del capítulo.

Y sin más preámbulos... Let's go!


Capítulo 7

Los candidatos

Percy

Cuando supo que su padre, el espadachín más famoso en la historia de la Nación del Fuego (y no estaba exagerando, porque había investigado), estaría a cargo de la formación de un grupo de espadachines de élite, Percy supo que mucha gente se vería interesada en querer formar parte. Después de todo, él había sido testigo durante toda su vida como personas de toda la Nación del Fuego, iba al pueblo de Shu Jin con la intención de volverse el discípulo del famoso Piandao.

Lo que no esperaba era encontrar a tantas personas aglomeradas en la puerta de su nueva casa. ¡Eran más de cien personas! Su padre tendría un día muy ocupado poniendo a prueba a todos ellos.

Percy atravesó el mar de gente, dirigiéndose hacia las puertas. Fue algo difícil hacerlo, considerando que todos ellos eran adolescentes entre 15 y 16 años, mientras que él solo era un niño bajito de 12 años.

—Permiso… Permiso… Oh, perdón por pisarte, amigo… Permiso … Hey, bonita espada… Permiso…

Cuando llegó a la puerta, no pudo cruzarla porque había un pequeño grupo de personas que la bloqueaban.

—Oye, niño, retrocede—gruñó uno de ellos, agarrándolo por el hombro—. No pienses en adelantarte para ser el primero en ver al maestro Piandao.

Percy lo miró. Era un adolescente que parecía tener la edad de Zuko, solo que él era mucho más robusto. Sus fornidos brazos parecían ser capaces de partir vigas de madera por la mitad. A juzgar por el elegante atuendo sin mangas que vestía, definitivamente pertenecía a la clase alta. Nadie en su sano juicio vestiría tanto color dorado a menos que quiera presumir su posición social.

—No seas duro con él, Qiang—dijo otro chico, intentando apaciguarlo—. Es solo un niño. Debe estar emocionado.

—No te metas en esto, Ming—espetó Qiang, volteando a mirarlo con dureza—. Si está aquí, entonces sabe lo que eso significa.

—Sí, seguramente está ilusionado porque piensa que puede convertirse en discípulo del Maestro—dijo alguien más, esta vez era una chica—. Mira, hasta tiene su propia espada. Qué lindo.

Qiang entrecerró sus ojos al ver la espada envainada de Percy.

—Piérdete, mocoso—espetó Qiang, colocando su mano sobre el pomo de su espada envainada—. A menos que quieras que te obligue. Este no es un parque para que niños como tú jueguen.

—Y este no es el zoológico para animales como tú—replicó Percy.

Percy miró su espada envainada, luego a él. Qiang era casi veinte centímetros más alto y mucho más robusto. Pero, a pesar de eso, no se sintió intimidado ante la imponente figura que intentaba aparentar. Tal vez habría intimidado a los demás candidatos con su tamaño y su confianza, pero no a Percy. A sus ojos, solo era otro mimado niño de la clase alta que demandaba ser escuchado.

Qiang se vio indignado ante las palabras de Percy. Apretó los dientes con furia y dio un paso delante de manera amenazante, pero alguien lo detuvo.

— ¿Qué está sucediendo aquí?

Todos voltearon para ver a Zuko acercarse a ellos con una expresión severa en su rostro. Percy vio que era la misma expresión que tenía cuando hablaba con los guardias del Palacio Real o con los sirvientes. Altiva, orgullosa e imponente. La imagen de un honorable miembro de la realeza.

Qiang abrió los ojos con evidente sorpresa y rápidamente inclinó su cabeza en señal de sumisión.

—Su… ¡Su alteza! Es un honor verlo aquí—farfulló él, mirando las espadas dao envainadas en la espalda de Zuko—. Supongo… que usted también ha venido aquí para aprender del Maestro.

—Sí, así es—asintió Zuko.

—Entonces, permítanos acompañarlo—ofreció Qiang, señalándose a sí mismo con orgullo—. Mi nombre es Qiang. Y ellos son mis amigos, Ming y Xiuying. Cada uno de nosotros somos familiares de destacados comandantes que sirven en el ejército de la Nación del Fuego. Como podrá ver, somos más que dignos de acompañarlo, su alteza.

Zuko lo miró a los tres detenidamente, como si estuviera considerando sus palabras.

Ming era delgado y alto, pero era evidente que se mantenía en forma. Tenía el cabello negro muy corto, casi rapado y duros ojos dorados. Al igual que Qiang, empuñaba una espada jian que estaba atado a su cintura. Tenía una expresión serena y controlada en su rostro, como si nada pudiera alterarlo.

Xiuying, la chica, era solo un poco más alta que Percy. Su cabello negro estaba recogido en una coleta baja. A diferencia de sus amigos Qiang y Ming, ella portaba un par de espadas dao. Tal vez fue por eso por lo que ella miraba a Zuko de arriba abajo con interés, ya que ambos usaban el mismo tipo de espada.

—Agradezco la oferta—dijo Zuko—. Puedo ver que han venido a representar a sus familias con honor. Pero ya tengo a alguien que me acompaña.

Él miró a Percy y todos voltearon a mirarlo. A su vez, Percy miró detrás de él, buscando a ese acompañante al que Zuko se refería.

— ¿Es en serio? —cuestionó Qiang con incredulidad—. ¿Qué tiene de especial este niño para que sea digno de poder acompañar a un miembro de la realeza como usted?

—Él es el hijo de Piandao.

La declaración de Zuko fue recibida por un silencio sepulcral mientras todos voltearon a mirarlo con distintos grados de sorpresa, intriga y cautela. Percy maldijo a Zuko por lo bajo. Odiaba ser el centro de atención. Todo lo miraban curiosos y expectantes, como si esperaban que se pudiera a hacer trucos con su espada.

Fue en ese momento que las puertas de la mansión se abrieron. Percy esperó ver a su padre allí, listo para recibirlos. Pero no era él, sino alguien a quien no había visto en un par de días.

— ¡Fat!

La emoción creció en su pecho cuando vio al hombre y no pudo evitar ir a abrazarlo con fuerza. Debido a su barriga, no pudo rodearlo con sus brazos, pero esa prominente barriga solo era muestra de que en verdad se trataba del viejo mayordomo de su familia.

—Joven maestro, es un placer volver a verlo—dijo Fat, correspondiendo al abrazo.

— ¿Cuándo volviste? —preguntó Percy, rompiendo el abrazo.

—Esta mañana. Me sorprendió cuando su padre me dijo que fuiste al Palacio Real para escoltar al hijo del príncipe Ozai. Supongo que es el joven que te acompaña.

Zuko se acercó a ellos, los demás candidatos se abrieron como una ola para dejarlo pasar.

—Es un honor, su alteza—Fat se inclinó ante Zuko, realizando una reverencia—. El Maestro me ha hablado de usted. Me dijo que está interesado en aprender el arte de la espada y que el maestro Percy le ha estado enseñando lo básico.

—Sí, su… guía me ha sido de mucha ayuda—dijo Zuko, mirando de reojo a Percy—. Me ha hecho darme cuenta de los conceptos básicos para ser un espadachín. Ahora, espero ser aceptado por el maestro Piandao y ser guiado bajo su tutela.

—El Maestro en este momento se encuentra en una reunión con tu padre, el príncipe Ozai. Puede esperar por él en el salón de invitados donde se encuentra la señorita Azula y sus acompañantes.

Una expresión agria adornó las facciones de Zuko, tal vez sea ante la idea de esperar en la misma habitación que su hermana. Percy no podía culparlo. Incluso si solo habían interactuado personalmente una sola vez, él pudo ver que Azula era alguien difícil del tratar.

Mientras Fat guiaba a todos los candidatos al patio donde serían puestos a prueba, Percy llevó a Zuko hacia la misma sala de invitados donde se había reunido con Piandao hace unos días. Solo que en esta ocasión estaba ocupado por Azula y sus amigas, Mai y Ty Lee, quienes se encontraban bebiendo té y comiendo galletas.

Percy miró las galletas con molestia. Esas eran las últimas que quedaban que había traído de Shu Jin. Pero como Fat estaba aquí y había sido él quien cocinó esas galletas, lo dejó pasar.

—Oh, finalmente están aquí. Me preguntaba cuando llegarían, considerando lo cerca que estamos del Palacio Real—comentó Azula con sorna, bebiendo de su taza de té con los modales de un miembro de la realeza—. Dime, hermano, ¿has visto a todos los candidatos que han venido buscando ser discípulos de Piandao? Debe ser difícil para ti saber que tienes que competir con todos ellos para demostrar que eres digno.

Percy pudo ver como la duda se hacía evidente en el rostro de Zuko. Y no podía culparlo por ello. Allí afuera, había más de cien personas esperando ser discípulos de Piandao, y solo doce de ellos lo lograrían.

Pero Zuko no estaba dentro de esos doce discípulos. Él no necesitaba competir con los candidatos, solo demostrar que era digno de ser instruido por Piandao al mostrar las cualidades de un espadachín. Cualidades que ya había mostrado en el duelo que tuvieron.

—Zuko podrá hacerlo—dijo Percy con seguridad.

Zuko volteó a mirarlo con sorpresa, sin esperar que Percy lo apoyara.

—Yo… Yo también creo que Zuko pueda hacerlo—musitó Mai, pero cuando todos voltearon a mirarla, ella bajó la cabeza con vergüenza.

— ¿En serio crees eso? —cuestionó Azula, mirando a Percy con escepticismo.

—Sí—respondió él sin dudar—. Zuko ha demostrado tener las cualidades de un espadachín. Mientras se aferre a eso, sé que mi papá lo aceptará como su discípulo.

Azula resopló con burla.

—Si fuera tú, no estaría tan seguro. Zuko nunca logrado cumplir las expectativas que nuestro padre ha tenido en él. No ha destacado en el fuego control, tampoco posee la aguda mente de un líder y mucho menos las cualidades de un gobernante. Hasta ahora, no ha sido más que un fracaso y una gran decepción para la Familia Real.

Por el rabillo del ojo, Percy pudo ver como Zuko bajó los hombros de manera abatida y apretó los puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Frunció el ceño con molestia, pero en sus ojos solo vio frustración y vergüenza. No negó las palabras de su hermana porque tal vez creía que eran verdad.

—Azula… —musitó Ty Lee, viéndose algo triste y disconforme ante la actitud de su amiga.

Incluso Mai frunció el ceño ligeramente al observarla de reojo, pero se mantuvo callada.

—Eres su hermana—le dijo Percy a Azula en un tono acusador—. ¿No deberías tener más confianza en él?

—La confianza es para los tontos—declaró ella, colocando la taza de té sobre la mesa y dándole a Percy una mirada fría y dura—. Solo eres un plebeyo de las islas exteriores. No sabes nada sobre cómo se rige esta gran nación… Ni de cómo es vivir siendo un miembro de la realeza. La responsabilidad, las expectativas y el peso que ello conlleva.

Percy no entendía. No entendía por qué estas personas actuaban de esa manera con su propia familia. La desconfianza, los celos, el desprecio… Nunca pensó que una familia podría ser de esa manera.

—Tienes razón, no lo sé—Percy miró a Zuko antes de mirar a Azula y sostenerle la mirada—. Pero sé que una familia debe apoyarse mutuamente, como mi padre lo ha hecho conmigo—él miró a Zuko—. Y como tu madre lo hace contigo.

La única persona que parecía ser la excepción en esa disfuncional familia era Ursa, la madre de Zuko y Azula, quien parecía ser alguien cariñosa y amorosa, como Percy siempre se había imaginado que debería ser una madre.

Zuko, parpadeó, viéndose ligeramente perplejo. Su expresión se suavizó y una sonrisa tentó con estirar sus labios. Azula, en cambio, frunció el ceño y sus labios se apretaron en una expresión de amargura, a la vez que arrugaba la nariz con disgusto, como si estuviera oliendo algo desagradable.

—Yo… yo también creo que Zuko puede hacerlo—musitó Mai de manera casi imperceptible, demostrando una vez más su apoyo a Zuko.

Aunque no fue lo suficientemente bajo, ya que todos voltearon a mirarla con ligero desconcierto, especialmente Zuko. Al darse cuenta de que la habían escuchado, Mai bajó la mirada con un fuerte rubor en su rostro y se removió con incomodidad.

— ¿Ves? —dijo Percy, palmeando amistosamente el hombro de Zuko—. Tu madre y yo no somos los únicos que creen que puedes hacerlo. Así que ten más confianza, Hotman.

— ¿C-Cómo me llamaste? —farfulló Zuko, indignado.

Antes de que Zuko pudiera reprenderlo por lo que, según él, considera una falta de respeto a un miembro de la realeza, Percy rápidamente salió del salón y se dirigió a lo que se había convertido su habitación.

A pesar de haber vivido en un castillo en el pueblo de Shu Jin, Percy no se consideraba una persona de gustos ostentosos y lujosos. Tal vez porque su padre siempre le había inculcado la importancia de tener una vida humilde y sencilla. Que había cosas más importantes en la vida que las posesiones terrenales. Y él estaba bien con eso. Pero cuando vio lo lujosa que era su habitación de la mansión, Percy admitió que no le molestaría vivir el resto de su vida en un lugar así.

La habitación era espaciosa, aunque no en exceso. El suelo era de madera, cubierta por una fina alfombra. Había una cama de madera con dosel lo suficientemente grande para que quepan tres personas, con sábanas de seda y mullidas almohadas. La ventana con cortinas atadas a la derecha de la habitación dejaba entrar una cálida luz, junto con una fresca brisa veraniega que era característica de la Nación del Fuego. A la izquierda de la habitación había un elegante armario de madera, junto con un ornamentado escritorio de caoba y una silla acolchonada.

Era una habitación simple, pero a la vez elegante y a Percy le gustaba.

Cuando revisó su armario, vio la gran variedad de atuendos y ropas elegantes que había comprado en la ciudad. Su padre había insistido. Si iban a vivir allí por varios años, entonces tendrían que vestir como ellos.

Luego de observar los muchos atuendos, al final simplemente se decidió por un simple chaleco de mangas corta color rojo con bordes negros. Cerró el chaleco por delante y lo sostuvo con una simple faja de tela negra alrededor de la cintura. A pesar de ser un diseño bastante simple, Percy podía notar la calidad de la suave seda. Se sentía más cómodo que cualquier ropa que haya usado en su vida.

Al mirarse al espejo, Percy asintió para sí mismo. Le gustaba más el chaleco de mangas cortas que su anterior atuendo qi pao que usaba su padre, el cual sentía que, aunque elegante, era algo restrictivo en sus movimientos a la hora de usar la espada.

Además, tenía que admitirlo, se veía bien.


Cuando volvió al salón, lo encontró vacío, así que fue al patio donde vio que todos ya se habían reunido. Su padre y el príncipe Ozai también estaban allí, con el príncipe colocándose delante de todos los candidatos. Jóvenes adolescentes de alrededor de quince años que había venido con la intención de formar parte de un selecto grupo de espadachines.

Aunque para hacerlo, tenían que demostrar que eran dignos.

Entre ellos, en primera fila, pudo ver a Zuko, quien tenía una expresión seria en su rostro, aunque flaqueaba ligeramente, vislumbrando su nerviosismo subyacente.

Si Ozai se sintió impresionado o intrigado al ver a su hijo entre los candidatos, ciertamente no lo demostró. Su expresión parecía haber sido tallado en piedra cuando dio un paso adelante y todos los candidatos se pusieron firmes al reconocer al príncipe de su nación.

—Todos ustedes han venido aquí el día de hoy buscando la gloria y traer honor a sus familias al servir nuestra gran nación—habló él, su voz severa y autoritaria—. Aunque la gloria solo está reservada para aquellos que demuestran ser superiores, para aquellos que se imponen sobre los demás. Y eso es lo que harán el día de hoy. De las 107 personas que han venido el día de hoy, solo 12 serán aceptados para ser entrenados por el mejor espadachín de nuestra nación.

Hubo murmullos de creciente preocupación entre la multitud al enterarse de que solo doce de ellos serían aceptados. Muchos se veían inseguros y ansiosos al escuchar la declaración del príncipe, quien continuó con su discurso.

—Este escuadrón de espadachines solamente estará compuesto por la élite, por lo mejor de lo mejor. Así que demuestren que tienen lo necesario para formar parte de él. Demuestren que son dignos de servir a su nación con orgullo y honor.

Con esas últimas palabras, Ozai dio media vuelta y se retiró, dando paso a Piandao, quien se colocó frente a todos los candidatos. Con las manos detrás de su espalda y la cabeza en alto, tenía el porte de un militar veterano y la presencia de un distinguido guerrero. Su sola mirada bastó para poner tenso a todos aquellos lo observaron.

—Buenas tardes, jóvenes—habló Piandao con voz serena, pero a la vez firme—. Un cordial saludo para todos ustedes que han venido de muy lejos. Mi nombre es Piandao. Como el príncipe Ozai ha dicho, solo 12 de ustedes podrán formar parte de este escuadrón de espadachines. Es por eso lo por lo que, para seleccionar a esas doce personas, pasarán a través de 3 distintas pruebas que evaluarán si poseen las cualidades que yo busco en un discípulo.

—Aquí vamos de nuevo con esas malditas pruebas—habló Percy por lo bajo, aunque Fat alcanzó a escucharlo a juzgar por la pequeña sonrisa que estiró de sus labios.

—Evaluaré personalmente estas pruebas—continuó Piandao, caminando entre los candidatos—. Considerando la cantidad de ustedes, recibiré ayuda de mi mayordomo, Fat. Y mi hijo, Perseo.

Percy quedó tenso en su lugar. Él no esperaba que su padre le dijera que iba a ayudarlo a evaluar a todos los candidatos. La mirada que todos le dirigieron variaba desde el escepticismo, duda e incluso algo de desdén. Era claro que no confiaban en que un niño sea capaz de evaluarlos correctamente.

—Comencemos con las pruebas—anunció Piandao—. Todos, por favor, tomen asiento.

El patio había sido preparado previamente por Fat y Piandao para las pruebas, ya que había una gran cantidad de pequeñas mesas de madera ubicadas ordenadamente a lo largo de todo el patio que contenían pinceles, tintas y una hoja de papel. Más que una prueba para evaluar sus capacidades para ser espadachines parecía un examen de ingreso para la universidad.

Una vez que todos tomaron asiento, Piandao se colocó delante de ellos con las manos detrás de su espalda.

—La primera prueba consistirá en la caligrafía. Usarán el pincel para escribir sus nombres con tinta en el papel. Comiencen.

Todos los candidatos se miraron unos a otros, desconcertados. El único que no parecía alterado era Zuko, debido a que ya sabía en qué consistía la prueba.

En la distancia, Percy pudo ver al príncipe Ozai, quien tenía una expresión confusa en su rostro. A su lado, Azula observaba de manera inquisitiva la prueba, como si estuviera tratando de resolver un misterio.

Fue entonces cuando uno de los candidatos alzó la mano de manera vacilante.

—Eh… Maestro… ¿Cuál es el punto de esta prueba?

—Ya se los dije—respondió Piandao con paciencia—. Escribirán sus nombres en el papel. Ahora, si quieren una explicación más profunda y filosófica del porqué de tal acción, mi hijo estará más que dispuesto de responderles.

Percy volteó a mirar a su padre, conmocionado. Él no era el maestro aquí. Claro, había enseñado a Zuko estas tres pruebas, junto con una vaga explicación del objetivo de ellas. Pero ahora, más de cien personas lo miraron buscando una respuesta clara y concisa.

Vacilante, él dio un paso adelante y se paró al lado de su padre.

— ¿Por qué quieres que yo lo diga? —cuestionó él en un susurro.

—Para ver si has dominado las lecciones básicas, por supuesto—respondió Piandao con una pequeña sonrisa inocente.

Percy no le creyó ni por un segundo. Su ceja tembló cuando vio el brillo divertido en sus ojos e hizo un esfuerzo de no reclamárselo en voz alta.

Él suspiró y miró a todos los candidatos, más de cien pares de ojos lo miraban de manera expectante por una explicación. Sintió un sudor frío recorrer su nuca y su boca seca. Nunca había hablado frente a tantas personas. Se desvenó los sesos intentando recordar lo que su padre le había dicho cuando comenzó sus lecciones, pero fue un intento inútil. Al final, simplemente dijo lo primero que se le vino a la mente.

—Eh… Bueno… Al escribir tu nombre en el papel… no ayudará a saber quiénes son—dijo él.

Inmediatamente, luego de decir eso, quiso abofetearse en el rostro. Todos lo miraron como si fuera un idiota. Sentado frente a él, pudo ver a Zuko palmearse el rostro ante su burdo intento de explicación. Casi pudo jurar que lo llamó idiota en voz baja.

Percy se aclaró la garganta antes de volver a intentarlo.

—Lo que quiero decir es… cuando escribas tu nombre en el papel, estamparás tu propia identidad en él. Usarán tinta para escribirlo y, una vez lo que hagan, será imposible de borrar. Lo mismo ocurre cuando utilizas la espada en una batalla. Con cada movimiento que haces, reflejas quién eres y, a su vez… no podrás enmendarlo, sin importar si lo has hecho bien o mal.

Su explicación pareció complacer a su padre, quien asintió en señal de acuerdo. Todos los candidatos lo miraron de manera reflexiva, pensando profundamente en lo que había dicho. Algunos incluso se veían impresionados.

Luego de su explicación, los candidatos comenzaron a escribir en el papel bajo la atenta mirada de Piandao, quien los observaba como un halcón a su presa.

Una vez que todos terminaron de escribir, Piandao caminó entre las filas de los candidatos, observando el trabajo de cada uno de ellos con ojo crítico. Percy pudo ver a muchos de ellos removerse inquietos en sus lugares cuando Piandao agarraba su hoja de papel y analizaba su trabajo. No podía culparlos, su padre era bastante estricto cuando se trataba de la enseñanza del arte de la espada. Luego de evaluar la hoja por unos segundos, conservaba algunas de ellas, mientras que a otras las dejó en la mesa.

Pasó casi 20 minutos repitiendo este proceso, conservando algunas hojas y descartando otras hasta que finalmente terminó. Cuando volvió a colarse frente a todos los candidatos, más de la mitad de ellos aún conservaban sus hojas de papel.

—La primera prueba ha finalizado—anunció Piandao—. En mis manos, tengo las hojas de papel con el nombre de las personas que considero aptas para realizar la segunda prueba.

Percy se percató de que Zuko había pasado la primera prueba, a juzgar que no tenía una hoja de papel en su escritorio. También hubo otros a quienes reconoció, como Qiang y sus amigos.

—Para aquellos quienes aún conservan su hoja de papel, lamento decirles que no han pasado la prueba.

Aquellos quienes aún conservaban su hoja de papel bajaron la cabeza con tristeza y decepción. Algunos se veían resignados, mientras que otros se veían frustrados y molestos.

—Para aquellos que no pasaron la primera prueba, no se desanimen—consoló Piandao—. Incluso si hoy no han demostrado la cualidad que yo busco en un discípulo, eso no significa que no sean aptos para ser espadachines. El arte de la espada es una disciplina requiere tiempo, dedicación y, sobre todo, la voluntad de uno mismo. La voluntad de querer ser mejores. Tal vez el día de hoy hayan tropezado, pero serán ustedes mismos quienes decidirán si desean continuar con este camino. Los límites son solo aquellos que se imponen ustedes mismos.

Las palabras de consuelo de Piandao no solo pareció renovar el espíritu de aquellos que fracasaron en la prueba, sino que también levantó la moral de aquellos quienes habían pasado la prueba.

Percy sonrió al escuchar a su padre. No por primera vez, se sintió orgulloso de ser su hijo. Orgulloso de haber decidido recorrer su mismo camino. Sabía que, con suficiente entrenamiento, en unos años podría llegar a igualar a su padre en la habilidad con la espada, pero… ¿Sería algún día la mitad del hombre de lo que es él?


La segunda prueba tardó un poco más en realizarse. A pesar de que los candidatos eran menos de la mitad de lo que inicialmente habían sido, tuvieron que dividirlos en grupos de cuatro para la siguiente prueba de Piandao: paisajismo.

Percy podía llegar a entender el razonamiento de su padre al insistir en realizar la segunda prueba. Un espadachín siempre debe de tener en su mente la imagen del campo de batalla para utilizar el terreno a su favor.

Por alguna razón, Percy siempre había sido bueno en eso. No en el paisajismo, no, siempre había apestado en ello. Era incapaz de plasmar en el papel la imagen que tenía en su mente, a pesar de que lo tenía bien claro.

Su padre le había dicho que tenía un gran instinto para la batalla. Inconscientemente, él siempre miraba a su alrededor en todo momento, manteniéndose alerta. Eso le permitía ver los detalles a su alrededor luego de observarlo por solo unos segundos. Era una gran ventaja cuando se trataba de una batalla, pero también era una gran molestia cuando no tenía nada que hacer, justo como ahora.

Fue bastante aburrido para él ver a un grupo de adolescentes, ir al jardín trasero y, luego de observarlo por unos segundos, pintarlo. Al menos en esta ocasión no tuvo que dar una explicación del porqué los candidatos tenían que hacer tal cosa, porque Percy no sabría qué decirles. Lo único que tendría que hacer era asegurarse de que ninguno de ellos volteara a mirar el jardín otra vez.

Sorprendentemente, casi todos los candidatos pasaron la segunda prueba. Percy supuso que, si eran buenos en la caligrafía, pintar no sería difícil para ellos.

Luego de 30 minutos, más de treinta adolescentes se pararon en el patio frente a Piandao, listos para la prueba final. Percy se alegró de ver a Zuko entre ellos, con la mirada alta y orgullosa. Sus ojos reflejaban una fiera determinación, la misma que demostró durante el duelo que habían tenido.

—Jóvenes, los felicito por haber llegado hasta aquí—elogió Piandao—. Cada uno de ustedes demuestran las cualidades que busco en un discípulo. Y ahora, en la prueba final, veremos si son capaces de ejercer esas cualidades en batalla.

Mientras se encontraba para a la derecha de su padre, Percy supuso cuál sería su papel en esta prueba final. Razón por la cual había traído su espada.

Mientras miraba a todos los candidatos que tomarían la prueba final, pudo reconocer a algunos de ellos, además de Zuko. Estaban Qiang, junto con sus amigos, Ming y Xiuying. A Percy no le sorprendió, considerando que eran de familias nobles, por lo que sus habilidades en la caligrafía y paisajismo podrían deberse a la educación que habían recibido. Lo que sí le sorprendió fue ver a un pequeño grupo de 5 adolescentes que destacaban debido a sus aspectos desaliñados, sus ropas viejas y andrajosas. Sin duda, eran de la clase social baja. Todos se apartaban de ellos, como si tuvieran una enfermedad altamente contagiosa.

—La prueba final consistirá en un duelo de espadas—anunció Piandao—. Juzgaré por mí mismo si son capaces de usar las cualidades por las cuales los seleccioné. Ahora, prepárense. Los llamaré por su nombre y darán un paso al frente. Si no poseen una espada, se les brindará una.

Piandao agarró un papel enrolladlo de la pila que tenía en una pequeña mesa y leyó en voz alta.

—Qiang.

"Tienes que estar bromeando" pensó Percy, viendo como el adolescente daba un paso al frente, pavoneándose frente a todos.

—Estoy listo, maestro Piandao—declaró él con seguridad, desenvainando su espada—. ¿Quién es mi oponente?

—La persona a la que se enfrentarán en esta prueba final será mi hijo, Perseo—declaró Piandao, para sorpresa de todos los presentes.

"Ah, lo sabía…" pensó Percy con resignación. Supuso que este era el plan de su padre desde un principio.

Piandao querría que usara esta oportunidad de enfrentarse a espadachines para ganar experiencia para dominar su postura de fuego. Pero al ver a todas las personas con las que se enfrentaría, incluso si solo eran aspirantes a ser discípulos de Piandao, no pudo evitar sentirse algo inseguro. Nunca había peleado con tantas personas antes.

— ¡¿Perseo peleará contra todos ellos?! —escuchó a Ty Lee exclamar con incredulidad—. ¡Es imposible que gane!

—Bueno… no necesariamente tiene que ganar—señaló Mai—. Es una prueba para los candidatos, no para Perseo. Basta con que pueda aguantar todos los duelos.

—Pero son más de treinta personas, ¿podrá hacerlo?

Incluso los miembros de la Familia Real presentes, quienes estaban sentados en elegantes cojines sobre una lujosa alfombra a la sombra de un árbol, no quedaron indiferentes.

—Dime, Azula—habló Ozai, ganándose la atención de su hija—. ¿Ya te has acercado al hijo de Piandao?

"¿Eh? ¿Por qué Ozai quiere que Azula se acerque a mí?", pensó Percy, mientras escuchaba su conversación con curiosidad, "¿Acaso fue él quien le dijo para que me desafiara a un duelo?"

Desgraciadamente, no pudo escuchar la respuesta de Azula porque Piandao habló:

—Bien, comencemos con la prueba final. Hijo, adelante.

Percy asintió ante la petición de su padre y fue a pararse frente a Qiang, quien lo esperaba de manera impaciente.

—Así que realmente eres el hijo del maestro Piandao—dijo Qiang, mirando a Percy con intriga—. Dime, ¿cuántos años llevas entrenando bajo su tutela?

Percy arqueó una ceja, confundido ante el interés del adolescente. No obstante, respondió:

—Un año. ¿Por qué te importa?

Qiang se vio incrédulo por un segundo, antes de fruncir el ceño con molestia.

—Eres el hijo del mejor espadachín de la Nación del Fuego… ¿Y solo has entrenado un año? —Qiang bufó de manera despectiva—. Has decido aprovechar tu oportunidad demasiado tarde. Estás muy atrasado en comparación a alguien como yo que ha entrenado desde que pude agarrar una espada. Tengo mucha más experiencia y entrenamiento que tú.

—También más ego—señaló Percy, ganándose algunas risas de los presentes.

Qiang apretó los dientes con irritación y adoptó una postura básica de espadachín, listo para enfrentarlo mientras empuñaba su espada jian con una mano.

Percy también desenvainó su espada y adoptó su postura de fuego, causando que muchos arquearan una ceja ante su inusual postura, ya que no era la postura convencional de un espadachín.

— ¿Qué demonios es esa postura? —cuestionó Qiang—. Ni siquiera parece la postura de un espadachín.

—Dímelo tú—replicó Percy con burla—. ¿Acaso no entrenaste durante años?

Un gruñido de irritación escapó de la boca de Qiang mientras ambos se miraban fijamente. La tensión crecía entre los dos espadachines mientras fortalecían sus propias posturas y evaluaban detenidamente al otro. Percy vio que, aunque Qiang tenía una postura básica de espadachín, pudo ver que era bastante sólida.

— ¡Comiencen!

Ante la señal de Piandao, Qiang y Percy se lanzaron hacia el otro y, en un solo segundo, sus espadas chocaron con un fuerte estrépito de metal chocando con metal. Qiang se vio sorprendido de que Percy pudiera no solo resistir el golpe, sino que lo estuviera haciendo retroceder. El adolescente rápidamente cambió su estrategia y dejó deslizar la espada del joven espadachín para desequilibrarlo y luego atacar con un corte dirigido al abdomen.

Reaccionando con rapidez, Percy demostró sorprendentes reflejos al detener el ataque dirigido a su zona anteriormente expuesta y luego rechazar la espada de su oponente con fuerza para luego atacar con un corte dirigido al hombro. Qiang reaccionó justo a tiempo al levantar su espada, pero la fuerza detrás del golpe hizo que sus rodillas flaquearan y casi cayera. Él usó dos brazos para detener el ataque de Percy, quien tan solo había usado un brazo para empuñar su espada.

Aprovechando la postura algo desequilibrada de Qiang, Percy volvió a atacar. Usando los movimientos agresivos de su postura de fuego, obligó a su oponente a retroceder mientras se defendía o esquivaba sus implacables ataques. Como empuñaba una espada sin filo, Percy no tuvo reparos en apuntar a los puntos vitales, sabiendo que no causaría una herida letal, pero sí un golpe bastante doloroso.

Sorprendentemente, Qiang supo defenderse bien, aunque toda su concentración estaba en defenderse mientras retrocedía. Un golpe particularmente fuerte de Percy causó que el espadachín adolescente trastrabillara hacia atrás, dejándolo desprotegido a una patada lateral de Percy que conectó con fuerza en su estómago y lo hizo retroceder.

Apretando los dientes mientras se agarraba el estómago con dolor, Qiang rápidamente se recompuso, volvió a adoptar otra postura y atacó con mayor ferocidad. Corrió hacia Percy, arrastrando el filo de su espada por el suelo y, cuando estuvo a solo unos metros de él, le arrojó un puñado de tierra al rostro. Percy se cubrió la cara, pero unos granos de arena entraron en sus ojos y tuvo que entrecerrarlos debido a la irritación, pero aún pudo ver a Qiang atacar con un golpe descendente. Percy logró levantar su espada para defenderse, pero apretó los dientes ante la fuerza del ataque. Qiang tenía una sorprendente fuerza y la usó con cada ataque. Percy se esforzó en seguir el ritmo de sus ataques con su visión mayormente limitada debido a la arena que tenía en sus ojos, pero logró detener a todos ellos al ceder terreno y jugar a la defensiva, aunque esto estaba comenzando a irritarlo.

Debido a su visión limitada, apenas pudo desviar la apuñalada de Qiang a su hombro, pero no pudo ver cuando él barrió sus piernas y cayó al suelo, dejándolo a merced de su espada. Nuevamente, sus agudos reflejos entraron en acción y rodó para evitar la apuñalada. Cuando puso algo de distancia, Percy rápidamente se levantó, pero no fue necesario porque Qiang no atacó, solamente se quedó allí con una sonrisa petulante en su rostro.

— ¿Es esto todo lo que puede ofrecer el hijo del mejor espadachín de la Nación del Fuego? —se burló él—. Debo decir que estoy decepcionado. Supongo que la sangre no lo es todo.

Percy aprovechó el momento para limpiarse los granos de arena de sus ojos y luego mirar con creciente irritación al condescendiente adolescente, alguien quien creía ser superior solamente porque entrenó durante más años que él.

Cuando dejó Shu Jin, lo hizo con la mentalidad de atravesar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino de convertirse en un gran espadachín como su padre. Y enfrentarse a todos estos candidatos que deseaban ser sus discípulos era un paso para lograrlo. Es por eso por lo que no dejaría que alguien con aires de grandeza como Qiang lo detuviera.

A sus ojos, Qiang y todos los candidatos que habían venido hoy era exactamente eso; obstáculos a superar.

Con eso en mente, Percy decidió que era suficiente de jugar a la defensiva. Al diablo con la defensa, atacaría de tal manera que no necesitaría defenderse.

La postura había creado, la Postura de Fuego, era un estilo de combate puramente ofensivo en el que ataca a su oponente con fiereza y agresividad con la intención de abrumarlo, como un maestro fuego. Pero la postura no estaba exenta de fallas. En primer lugar, era un estilo de combate enfocado puramente en la ofensiva, por lo que no tenía manera de defenderse más allá que interceptar o evadir los ataques de su oponente. En segundo lugar, no estaba muy acostumbrado a usarla en un combate, por lo que aún no lo había dominado. Y tercero, solo conocía los movimientos que había creado basándose en las posturas básicas de fuego control que había practicado con Lee, un principiante. Aún no había extrapolado los movimientos más complejos y de un verdadero maestro como los de… Azula.

Percy abrió los ojos y volteó ligeramente a mirar a donde se encontraba la Familia Real. Ozai tenía una mirada impasible en su rostro. Zuko, en cambio, se veía algo inquieto mientras lo miraba. Pero fue la expresión de Azula lo que llamó su atención. Ella se veía expectante y ligeramente molesta, impaciente diría él.

Una pequeña sonrisa divertida estiró de los labios de Percy. Parecía ser como si Azula no estuviera satisfecha con el desempeño que había mostrado hasta ahora y estaba esperando con impaciencia que demostrara las mismas habilidades que había demostrado en su duelo.

"Esto puede salir bien y ganaré rápidamente el duelo… O saldrá terriblemente mal y me romperé el cuello" pensó él, con un plan formándose en su mente. "Bueno, lo que ocurra primero"

Con un profundo respiro, Percy relajó su postura bajo la mirada desconcertada de todos. Luego, lentamente, adoptó una nueva postura. Era similar a su postura de fuego, pero ligeramente modificada. La hoja de su espada ya no estaba perpendicular al suelo, sino que estaba de manera oblicua, con la punta de la hoja mirando al suelo. Del mismo modo, la posición de sus piernas también cambió ligeramente, con la derecha manteniéndose flexionada, pero la izquierda imitaba la posición de su espada, estando completamente extendida de manera oblicua.

Por el rabillo del ojo, pudo ver a Azula erguirse abruptamente de su asiento con una clara expresión de conmoción y sorpresa en su rostro. Al parecer, había reconocido la nueva postura. Era de esperarse, después de todo era la misma que ella había mostrado en el duelo que habían tenido hace tan solo unas horas atrás.

—Qué… ¿Postura es esa? —inquirió Qiang, desconcertado.

—La postura de un prodigio—respondió Percy.

Al igual que Azula, no perdió el tiempo y atacó, sin contenerse en lo más mínimo. Él saltó y dio una voltereta en el aire antes de realizar un poderoso golpe descendente con su espada, imitando los movimientos que Azula había hecho con él.

Qiang levantó su espada con ambas manos con la intención de detenerlo, pero la fuerza detrás del golpe causó que él cayera sobre una rodilla. Aun así, la hoja sin filo de la espada de Percy golpeó el hombro de Qiang, causando que él gruñera de dolor. Sin perder el ritmo, Percy giró 360° y realizó un golpe ascendente con su espada. Si fuera un maestro fuego, ese movimiento equivaldría a la creación de un muro de llamas, idéntico al que Azula había hecho con él. La espada de Percy chocó con la espada de Qiang con tal fuerza que le arrancó de las manos y fue enviado a varios metros. El enfrentamiento llegó a su fin de manera abrupta cuando Percy colocó su espada en el cuello de Qiang, quien se encontraba desarmado y aun de rodillas.

—Es suficiente—sentenció Piandao con voz autoritaria—. Se acabó del duelo.

Percy miró fijamente los ojos de Qiang, los cuales reflejan una absoluta conmoción. Toda presunción y altanería se desvaneció del rostro del adolescente, siendo reemplazado por incredulidad y asombro. Claramente, no esperaba verse superado por un niño de doce años.

Retirando su espada del cuello de su oponente, Percy volteó para observar a los espectadores del duelo, quienes estaban impresionados por las habilidades que había mostrado. Supuso que, con esta demostración, había borrado cualquier pensamiento de duda que tenían hacia él.

En lo personal, no le importaba mucho. De entre todos ellos, solo había una persona a la cual quería impresionar. Y esa persona lo observaba con orgullo mientras asentía en su dirección para luego anunciar a su siguiente oponente.

Mientras Qiang abandonaba el lugar donde se desarrollaba el duelo y era reemplazado por el siguiente candidato, Percy volteó para observar a los miembros de la Familia Real. Ozai se veía intrigado mientras lo observaba. Zuko se veía más relajado, su anterior expresión de inquietud fue reemplazada por una pequeña sonrisa de satisfacción. Azula, en cambio, lo miraba con una expresión indescifrable mientras sus ojos ámbares lo penetraban fríamente con la mirada. Ella había reconocido sus propios movimientos.

Percy no pudo pensar mucho sobre ello debido a que su padre había anunciado a su siguiente oponente, siendo en esta ocasión uno de los chicos que vestían las ropa andrajosas y descoloridas, incluso iba descalzo. Su espada se veía vieja y algo oxidada, pero sus ojos ardían tan intensamente como las flamas que Percy había visto en un maestro fuego y supo que el duelo no sería fácil.

Nuevamente, adoptó su postura de fuego, listo para enfrentarse a su oponente.

Sería una tarde muy larga.

...

..

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¡Y eso es todo por ahora, mis queridos lectores!

Espero les haya gustado el capítulo.

Como podrán ver, a pesar de que Percy es un prodigio incomparable con la espada, aún encuentra obstáculos en su camino para ser mejor. No solamente porque es un prodigio, no significa que no tendrá que esforzarse por mejorar, como habrán visto en el capítulo de hoy. Percy es bueno, sí, pero a medida que encuentra obstáculos en su camino, se verá forzado a esforzarse más y mejorar. Los tropiezos con parte del camino. Y él seguirá aprendiendo cada vez más.

Para aquellos que esperan una interacción más profunda con los personajes, especialmente con Zuko y Azula, solo puedo decirles que sean pacientes. El impacto que Percy tendrá en ellos será significativo, pero no ocurrirá de un capítulo a otro. Ese tipo de desarrollo tiene que tomarse su tiempo para que sea uno realista y comprensible. Hasta ahora, hemos visto a Percy cuestionar las relaciones que tienen los miembros de la Familia Real porque, de la manera en la que él se crio con Piandao, le parece inconcebible que una familia actúa de la manera en la que lo hace la Familia Real. Y eso genera un impacto tanto en Zuko como en Azula, porque es la primera vez que ellos se encuentran con alguien que cuestiona sus creencia y actitudes.

Así mismo, también esperen más interacciones con Mai y Ty Lee, dos personajes que me parecen geniales y poseen potencial.

En fin, espero les haya gustado, háganmelo saber en los comentarios.

Y sin nada más que decir... ¡Hasta la próxima, guapos y guapas!