N/A: Hola hijos de vuestras respetadas madres, papi JkAlex ha vuelto. Y si no se han portado bien, comenzaré a repaRtir nalgadas sin distinción de género y edad.
Si se han portado bien, y si se portan bien en este capítulo dejándome muchos comentarios y votos, el próximo capítulo subiré un fan art de Percy con su característica y única "Postura de Fuego". Depende de ustedes.
En otras noticias, ya he visto la serie de Netflix de Avatar y debo decir que me encantó. Hubo pequeños detalles menores que no terminaron de convencerme, pero amé la interpretación que hicieron. Y debo decir que Zuko se llevó todo el protagonismo, él y el tío Iroh fueron mis personajes favoritos y amé la relación que tuvieron en la serie. Sin duda alguna, fueron los mejores personajes. Otra interpretación que me sorprendió, pero me gustó, fue la de Ozai. Le dieron una personalidad más profunda y realista que en comparación con la serie de animación y es por eso que trataré de hacer justicia a esa versión de Ozai que, incluso si es un villano, fue más entendible el porqué hacía las cosas que hacía.
En fin. En lo personal, realmente me gustó la serie. Y me dejó con altas expectativas para la segunda temporada, donde aparecerá nuestra amada y ruda maestra tierra ciega 3.
La serie me inspiró a escribir este capítulo que, de la misma manera, intentaré implementar mi propio estilo al mundo de Avatar. Este capítulo es, en mi opinión, el primer verdadero crossover de la historia, donde implemento cosas del mundo de Percy Jackson (monstruos mitológicos) y Avatar (cultura de predominio asiático). Espero haberlo hecho correctamente, pero ustedes serán los verdaderos jueces de ello.
Espero les guste y, sin más preámbulos... Let´s go!
Capítulo 9
Lo que asecha en las sombras
Parte 2
Percy
Desde que Percy era un niño, su padre siempre le había contado historias sobre el mundo de los espíritus. Un lugar místico y misterioso habitado por seres llamados espíritus, criaturas más allá del entendimiento humano que eran capaces de brindar protección y seguridad a aquellos quienes los respetaban y veneraban. Pero así mismo, también eran causantes de grandes destrucciones y tragedias si eran ofendidos o perjudicados de alguna manera.
En el pasado, espíritus y humanos convivían en armonía gracias a la persona que era conocida como el Avatar, alguien que era conocido por ser el puente entre el mundo de los espíritus y el mundo mortal. El Avatar era el encargado de mantener el mundo en equilibrio, ya sea entre los humano y espíritus o entre los propios humanos, debido a que era el único capaz de controlar el agua, la tierra, el fuego y el aire. Algunos incluso decían que el Avatar era un espíritu hecho humano.
Y, hace aproximadamente 100 años, el Avatar desapareció.
Su padre le había dicho que el causante fue la Nación del Fuego al iniciar la guerra contra los Nómadas Aire. Ya que el Avatar era un ser capaz de reencarnar en otro ser vivo al morir. Al igual que las estaciones del año, al morir, el Avatar reencarnaba en un habitante de la siguiente nación siguiendo el ciclo de agua, tierra, fuego y aire. Cuando el anterior Avatar murió, un hombre de la Nación del Fuego llamado Roku, se supo que el siguiente Avatar nacería entre los Nómadas Aires, razón por la cual el anterior Señor del Fuego Sozin orquestó un ataque contra ellos con la intención de romper el ciclo del Avatar.
Esa fue la historia que su padre le contó.
Pero en la academia aprendió algo diferente. Sus maestros le enseñaron de que el Avatar era el causante de que existiera tanta miseria en el mundo. Que debido a sus arcaicas tradiciones de adorar a los espíritus y buscar la convivencia con ellos, era que el ser humano vivía bajo yugo de ellos, incapaces de progresar y valerse por sí mismos. Y cuando la Nación del Fuego se libró de esas ataduras y comenzó a prosperar como nación, haciendo de lado las anticuadas tradiciones de venerar a los espíritus y en lugar de eso enfocarse en su crecimiento como nación, deseó compartir esa misma riqueza y prosperidad con el resto del mundo. Enseñarles un mejor camino.
Cuando el Avatar Roku murió, el ciclo continuó y el siguiente Avatar renacería entre los Nómadas Aire, quienes se aferraban a las viejas costumbres de que los humanos deben de adorar y respetar a los espíritus. Y con el Avatar de su lado, el conflicto con el avance progresista de la Nación del Fuego era inevitable.
Independientemente de qué fue lo que en verdad sucedió en el pasado, había algo innegable; el Avatar había desaparecido.
No se había sabido de noticias acerca del regreso del Avatar en los últimos 100 años, todos pensaron que el ciclo se había roto y que el Avatar había desaparecido de este mundo, dejando a los humanos a merced de los espíritus.
Y ahora, uno de esos espíritus había secuestrado a un niño de tan solo diez años.
Percy mentiría si dijera que no estaba algo asustado. ¿Cómo no estarlo? Todas las historias que su padre le había dicho sobre los espíritus eran que, si era un niño malo, los espíritus vendrían por él. Como los Kemurikage, espíritus oscuros que descendían de las montañas y secuestraban a los niños que se portaban mal. O Koh, el roba rostros, un espíritu malvado que robaba los rostros de las personas si es que mostraban un indicio de emoción en su presencia. ¿Cómo no estaría asustado si existiera seres como esos?
Él había crecido escuchado esas historias. Incluso recordaba con clara vergüenza que, cuando tenía seis años, una tormenta había asolado la isla de Shu Jin y, aquella noche, Percy pudo jurar que vio una oscura y siniestra silueta en la esquina de su habitación. El grito que había pegado en aquella ocasión fue tan fuerte que se escuchó sobre los truenos de la tormenta y despertó a Piandao y Fat. Durante las siguientes noches, Percy fue incapaz de dormir debido al miedo que sentía de que los Kemurikage habían venido a por él porque había robado las galletas de Fat de la cocina.
Así que era de esperar que, cuando uno de los soldados informó que el causante de las desapariciones que había estado ocurriendo fue a causa del espíritu de un monstruo, Percy sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo y su garganta cerrarse. Nadie pudo culparlo por esconderse detrás de Zuko mientras seguían a Azula, quien se dirigía al lugar donde ocurrió la desaparición.
—Su Alteza, debo insistir en que permanezca dentro del Palacio Real—el soldado intentó persuadir sin éxito a Azula.
—Solo los cobardes se esconden—espetó Azula.
—Pero estamos tratando con un espíritu desconocido y peligroso.
Azula bufó, el escepticismo era evidente en su rostro.
— ¿El espíritu de un monstruo? No seas ridículo. Eso es imposible.
—Eso es lo que afirma el soldado que estuvo presente cuando el niño fue secuestrado.
—Entonces escuchemos a este soldado.
Cuando llegaron a la casa de correos, los soldados se aglomeraban por el lugar, formando un círculo alrededor de la casa y manteniendo a los pocos civiles a raya, quienes miraban con curiosidad al único soldado que estaba de cuclillas, sujetándose la cabeza mientras murmuraba por lo bajo, aunque Percy alcanzó a escucharlo.
—No era humano… No lo era… Su piel… Sus ojos…
Percy ignoró los balbuceos incoherentes del soldado mientras prestaba atención a Han, quien estaba despotricando contra otro soldado.
— ¡¿Cómo que no puede buscar a mi hijo?! —cuestionó Han, la su molestia en su voz solo parecía ser opacada por su incredulidad.
—Señor Han, por favor, sea comprensible—intentó apaciguar un soldado que, a juzgar por su armadura distinta y la tela roja que tenía sobre su armadura, tenía un rango mayor al de cualquier soldado presente.
— ¿Comprensible? ¡Usted debe ser comprensible, capitán Jiro! ¡Mi hijo ha desaparecido y ustedes se niegan a buscarlo!
—Lo sentimos, señor. Pero en estos momentos, nuestra prioridad es poner a los ciudadanos a salvo. Asegurarnos de que no haya otro secuestro y garantizar la seguridad de todos, quienes están aterrados. Una misión de búsqueda es imposible en estos momentos con la cantidad de soldados que tengo a mi disposición. Buscaremos a su hijo, se lo prometo, pero hasta entonces tenga paciencia.
— ¡¿Paciencia?! —Han parecía al borde de comenzar a soltar golpes a diestras mientras se acercó al soldado, irguiéndose sobre él debido a su imponente altura—. ¡Mi hijo fue secuestrado! ¡¿Y usted me está pidiendo que sea comprensible y tenga paciencia?!
El capitán Jiro dio un paso atrás, temeroso ante el imponente hombre, pero no desistió en sus intentos de apaciguarlo.
Mientras eso sucedía, Percy vio como Azula se acercaba al soldado que estaba de cuclillas sosteniéndose la cabeza mientras murmuraba incomprensiblemente.
—Tú, ¿qué sucedió aquí? —demandó saber ella con autoridad.
El soldado levantó la cabeza y Percy lo reconoció como el mismo hombre que era guardia de la casa de correos.
—Su Alteza… —farfulló él—. Yo… lo vi…
— ¿Qué fue lo que viste?
—A lo que se llevó a Chao.
—Entonces viste al responsable.
El soldado asintió de manera temblorosa.
—Salió de las sombras y atacó a Chao cuando volvía de hacer una entrega. Lo arrastró a las sombras de aquel callejón—el soldado apuntó a uno de los callejones con un dedo tembloroso—. Fui tras él. Intenté detenerlo, pero llegué demasiado tarde. Aquellas… cosa, desapareció en la oscuridad. Antes de irse, lo último que vi fue… fue…
— ¿Qué? —presionó Azula con impaciencia.
El soldado la miró y el miedo fue evidente en sus ojos.
—A un monstruo.
— ¿M-monstruo? —tartamudeó Ty Lee, escondiéndose detrás de Mai, quien incluso se veía algo asustada.
—No seas ridículo, los monstruos no existen—rechazó Azula con un movimiento de mano.
—Le puedo asegurar que esa cosa no era humana, su Alteza—dijo el soldado—. Podría vestirse como uno de nosotros, incluso tener nuestra complexión, pero era anormalmente pálido y la piel de su rostro… se caía a pedazos. Su carne era putrefacta, como un cadáver. Su cabello blanco era largo. Y sus uñas eran largas como garras. Nunca en mi vida había visto algo así… Y espero no volver a hacerlo.
—Ji… Jiang Shi—musitó Percy, abriendo los ojos en reconocimiento y miedo.
Todos voltearon a mirarlo, confundidos.
— ¿Qué? —preguntó Zuko.
—Jiang Shi—repitió Percy—. Es… una criatura del que mi papá me ha contado historias. Un monstruo que parece una persona, pero no lo es. Es un espíritu maligno que posee el cuerpo de una persona muerta y lo usa para secuestrar personas y… chuparles la vida.
Ty Lee se vio más asustada al escucharlo y se acurrucó más hacia Mai, quien también se veía algo inquieta. Los únicos que parecían escépticos eran Zuko y Azula.
—Solo es una historia infantil para asustar a niños crédulos—dijo Azula, antes de mirar al soldado con desagrado—. Y una historia usada como excusa para ocultar la incompetencia de uno.
Azula resopló antes de voltearse y alejarse. Ty Lee y Mai la observaron irse y, luego de unos segundos de duda, también la siguieron, dejando a Percy y Zuko solos con el afligido soldado.
Sintiendo la curiosidad apoderarse de él, Percy fue al callejón que el soldado había señalado.
— ¿Eh? Oye, Perseo, ¿a dónde vas? —preguntó Zuko, siguiéndolo.
Cuando ambos llegaron, se dieron cuenta de que solo era un callejón en medio de dos casas, al final de callejón otra casa se alzaba, impidiendo la salida o una vía de escape. No había nada extraño en el lugar, solo un par de contenedores donde tirar la basura.
—Aquí es donde ese soldado dijo que Chao desapareció, ¿no? —inquirió Zuko, mirando por todo el callejón—. Yo no veo nada extraño.
Percy estuvo a punto de irse cuando se percató de algo. Allí, al final del callejón, pudo ver algo extraño en el suelo.
—Oye, ¿qué es eso? —preguntó él.
Al acercarse, vio que se trataba simplemente de las siluetas de las pisadas de un par de botas, pero no fue eso lo que llamó su atención, sino el material del que estaba hecho esas pisadas. Al mirarlo con detenimiento, reconoció el material oscuro y áspero.
—Es… arena—dijo él, pasándola entre sus dedos—. Arena volcánica.
—Bueno, vivimos en medio de un volcán inactivo—señaló Zuko.
—Sí, pero la arena volcánica solo hay en playas, arroyos o lagos. Y el único lago que tiene arena volcánica aquí es… el lago La Reina.
Zuko se encogió de hombros con desinterés.
—Tal vez uno de los que viven en estas dos casas fue allí—él miró a las dos casas que había a los lados—. Oye, ¿qué es eso?
Percy volteó a mirarlo y vio a Zuko apuntar a uno de los techos. Allí, a más de tres metros de altura, vio unas marcas lineales talladas en las tejas y, en medio de ellas, pudo ver un par de hilos colgando. Al mirarlo más detalladamente no vio que eran hilos, sino cabellos. Largos mechones de cabello blanco.
— ¿Qué fue lo que dijiste sobre los Jiang Shi? —preguntó Zuko—. ¿Uñas largas y cabello blanco? ¿No crees qué es posible…?
—Que un Jiang Shi sea quien se llevó a Chao—terminó Percy—. Tenemos que decírselo a los soldados.
Nos les costó mucho traer a un soldado y llevarlo nuevamente al callejón para presentarles las pruebas que encontraron. Tal vez el hecho de que Zuko esté presente hizo que el soldado sintiera la necesidad de escucharlo, aunque su respuesta no fue lo que Percy esperaba.
—Miren, chicos, aprecio que tengan la intención de ayudar—dijo el soldado con un suspiro—. Pero este es un asunto serio. Cinco personas han desaparecido y no podemos actuar básandonos en las suposiciones de mitos y leyendas que un niño escuchó como cuentos de terror.
Percy frunció el ceño ante la desestimación del soldado.
— ¡Al menos, envíe a un grupo de soldados a investigar el lago! —sugirió.
El soldado negó con la cabeza.
—No disponemos de muchos soldados para iniciar una búsqueda en este momento. Nuestra prioridad es asegurarnos de la seguridad de los civiles. Vayan a sus hogares. Estarán a salvo allí hasta que encontremos al culpable.
El soldado se marchó, dejando a Percy y Zuko solo en el callejón.
—Él tiene razón, ¿sabes? —dijo Zuko.
—Sí, lo sé, pero… —Percy volteó sobre su hombro a mirar las marcas en el techo, junto con los mechones de cabello blanco—. Tengo un extraño presentimiento acerca de esto. Hay algo… raro en todo esto. Mi instinto me lo dice. Y papá siempre me dijo que tengo que hacer caso a mis instintos, dentro y fuera del campo de batalla.
Zuko lo miró y arqueó una ceja.
— ¿Y qué vas a hacer?
—Tengo un plan.
—Este es un horrible plan—dijo Zuko.
La noche ya había caído cuando ambos se escabulleron entre las casas y se dirigieron hacia el lago La Reina bajo el manto de la oscuridad, siendo guiados por la luz de la luna en lo alto del cielo.
—Estás quejándote, pero aun así me seguiste—señaló Percy, mirando por la esquina de la casa hacia el lago, donde vio a un par de soldados hacer guardia.
—Es porque harás alguna estupidez y alguien tendrá que detenerte.
— ¿Una estupidez como esta?
Percy agarró una piedra del tamaño de su puño y, con fuerza, lo arrojó al otro lado de la calle, causando un estruendo que llamó la atención de los dos guardias, quienes rápidamente fueron a investigar.
— ¡Ahora es nuestra oportunidad! —susurró Percy, saliendo de su escondite y dirigiéndose al lago.
— ¿Qué? ¡Perseo, espera…! —llamó Zuko, siguiéndolo.
Ambos se acercaron a la orilla de lago, donde Percy pudo ver la misma arena negra volcánica que vio en el callejón donde Chao desapareció. Tuvieron cuidado de no hacer ruido y avanzar lo más sigilosamente posible. Percy no quería alertar al Jiang Shi ni a cualquier criatura responsable de los secuestros.
Mientras avanzaba, él miró a todos lados, sintiendo como su corazón latía con fuerza y, siendo honesto, algo de miedo.
—Entonces, ¿qué estamos buscando exactamente? —cuestionó Zuko.
Percy se encogió de hombros.
—No lo sé—admitió él—. Cualquier cosa sospechosa.
— ¿Aparte de dos personas caminando en la orilla del lago durante la noche? —inquirió una nueva voz.
En el futuro, Percy no negaría el agudo grito de miedo que soltó cuando escuchó a alguien hablar detrás de él. Lo que sí negaría fue que haber abrazado a Zuko con miedo fue su primera reacción en lugar de desenvainar su espada.
Por un segundo, Percy pensó que los soldados habían vuelto y los habían descubierto, pero cuando volteó a mirar vio Azula, Mai y Ty Lee.
—Oh, mis disculpas, ¿te asusté? —inquirió Azula con una sonrisa burlona.
— ¿Asustarme? Pff, claro que no—rechazó Percy.
— ¿Y por qué abrazas a Zuko? —cuestionó Ty Lee, riéndose entre dientes.
Percy miró a Zuko, quien lo observaba con molestia, antes de apartarse de él.
— ¿Qué hacen aquí? —preguntó Zuko, mirando con molestia a las tres chicas.
— ¿No es obvio, hermano? —inquirió Azula—. Estoy impidiendo que hagas alguna estupidez.
—Yo no estoy haciendo una estupidez. Estoy impidiendo que él lo haga—Zuko apuntó a Percy.
—Oye, yo solo me negaba a quedarme de brazos cruzados mientras los soldados no hacían nada—se defendió Percy—. Les dije que al menos investiguen las pisadas.
— ¿Pisadas? —preguntó Mai con curiosidad.
—Perseo encontró unas huellas en el callejón donde desapareció el niño—explicó Zuko—. En las pisadas había restos de arena volcánica. Y aquí es el único lugar en la ciudad donde las hay.
—Les dije a los soldados que investigaran, pero me ignoraron—dijo Percy con un encogimiento de hombros—. Entonces decidí venir.
— ¿Y pensaste que investigar por tu cuenta mientras hay un secuestrador en la ciudad era sensato? —cuestionó Azula, mirándolo con una ceja arqueada.
—Es por eso por lo que vine con Zuko—dijo él, señalándolo.
Azula rodó los ojos.
—Por favor. Zuzu ni siquiera es capaz de protegerse de una mama pato tortuga que lo ataca.
— ¡Oye, eso fue hace años! —se quejó él.
— ¿Un pato tortuga? ¿En serio, Zuko? —inquirió Percy, divertido.
— ¡Tenía doce años! —luego agregó en voz baja—. Y aunque lo creas o no, muerden muy fuerte…
Percy soltó un bufido, pero cuando Zuko volteó a mirarlo con molestia lo hizo pasar por un ataque de tos.
—Entonces… —Percy miró a las tres chicas—. Ya que están aquí, ¿quieren ayudarnos? Nos vendría bien ayuda extra. Nos ayudaría a cubrir más terreno.
— ¡Claro! —aceptó Ty Lee inmediatamente—. Suena divertido.
—Encontrar a un secuestrador no es mi idea de diversión—comentó Mai, sonando insegura.
— ¿Qué dices, Azula? —Ty Lee volteó a mirarla—. Suena interesante. ¡Como una misión para combatir el crimen en la ciudad!
—Solo tú verías interesante algo tan mundano como esto, Ty Lee—dijo Azula, poniendo los ojos en blanco.
— ¿Ves el hecho de ayudar a alguien como algo mundano? —inquirió Percy, arqueando una ceja.
—Lo veo como algo por debajo del nivel de alguien de la realeza como yo. Todos en este mundo tienen un rol que cumplir. El de mantener el orden y la seguridad en la población es el rol de un soldado, no de alguien de la realeza como yo.
—Entonces, básicamente, estás diciendo que te sentarás sobre tu trasero y no harás nada mientras tu pueblo sufre.
Azula entrecerró los ojos con molestia al mirarlo.
Percy alzo las manos con resignación, sintiéndose exasperado ante la actitud condescendiente de Azula.
—Mira, si no quieres estar aquí, entonces vete. Es obvio que esto no te importa. Solamente no nos delates con los soldados.
Sin esperar una respuesta, él se volteó y continuó caminando por la orilla de la playa, buscando algún tipo de pista.
Luego de unos segundos de duda, Zuko lo siguió, lo que hizo que Percy sonriera ligeramente. Al menos uno de los dos hermanos reales estaba dispuesto a hacer algo para ayudar a su pueblo y no quedarse de brazos cruzados. Percy esperaba que Azula diera media vuelta y abandonara el lago, pero ciertamente no esperó que lo siguieran. Ty Lee y Mai no tardaron en hacer lo mismo.
— ¿Qué acaso no era esto algo por debajo de alguien de la realeza como tú? —cuestionó Percy, volteando a mirarla con una sonrisa burlona.
Azula lo miró como si quisiera prenderle fuego.
—No te hagas una idea equivocada, plebeyo—dijo ella—. Padre siempre dice que, si quieres hacer algo bien, debes hacerlo tú mismo. Si encuentro a este secuestrador, le demostraré que soy más que capaz de cargar con más responsabilidades.
—Sí, sí. Lo que sea que te ayude a dormir, chica fuego.
La irritación era clara en los ojos de Azula, pero ella simplemente resopló con disgusto.
Entre los cinco comenzaron a buscar cualquier cosa extraña en los alrededores del lago. Tuvieron que hacerlo de la manera más discreta posible, ya que no querían llamar la atención de los soldados que patrullaban los alrededores. Aunque resultó algo difícil con Ty Lee señalando cualquier cosa que le parecía sospechosa, como un conjunto de grandes rocas que, según ella, estaban apiladas de una manera sospechosa o un reflejo extraño que se veía en el lago desde cierto lugar.
—Por última vez Ty Lee, no hay nada extraño en el lago—dijo Azula, sonando exasperada.
—Yo tampoco veo nada—concordó Percy, mirando el lago mientras buscaba algo fuera de lo normal.
—Entonces no lo están viendo desde el lugar correcto—replicó Ty Lee—. Vengan, páranse aquí y miren exactamente a donde señalo con mi dedo.
Percy y Azula se acercaron al sitio donde dijo Ty Lee y miraron el lugar del lago donde ella apuntó. Sus rostros estuvieron justo al lado del otro, con sus mejillas tocándose, pero no lograron divisar lo que Ty Lee declaraba ver. Fue entonces cuando ambos se dieron cuenta de su cercana posición, se miraron de reojo y luego se apartaron mutuamente, como si el simple contacto les quemara.
— ¿Lo vieron? —inquirió Ty Lee.
—Allí no hay nada—declaró Azula, cruzándose de brazos y dándoles la espalda.
Ty Lee infló los cachetes con molestia y luego miró a Percy.
—Perseo, tú lo viste, ¿verdad?
—No—negó él con la cabeza—. No vi nada.
Ty Lee refunfuñó por lo bajo y siguió mirando el lago, convencida de que allí había algo.
—Perseo, esto es inútil—dijo Zuko, acercándose a ellos y suspirando con cansancio—. Llevamos casi una hora buscando por toda la orilla del lago y no encontramos nada. Tal vez sea mejor volver…
— ¡Chicos, creo que encontré algo! —llamó Mai.
Los cuatro voltearon y rápidamente se dirigieron hacia ella.
Durante su búsqueda, había llegado a la parte más cercana del lago, al borde del cráter del volcán, el cual se alzaba a decenas de metros sobre ellos. Mai estaba parada allí, justo donde el lago se encontraba con la parte más externa del volcán, apuntando hacia una prominente saliente de roca, el cual les impedía avanzar. Acercándose y mirando con más detenimiento, todos vieron una grieta entre la saliente. Una lo suficientemente grande para que alguien pudiera caminar a través de ella.
—También allí—agregó Mai.
Ella apuntó a la porción de arena que había antes de llegar a la grieta, donde podía verse un par de pisadas que se dirigían a la grieta. Lo curioso era que las marcas de pisadas eran paralelas entre sí y no avanzaban como si la persona estuviera caminando, sino como si estuviera dando saltos para avanzar.
—Esto sí es algo sospechoso—comentó Azula, mirando las pisadas y la grieta en la roca—. Buen trabajo, Mai. Siempre has tenido una visión bastante aguda.
Mai asintió con una pequeña sonrisa, sintiéndose alagada por el elogio.
La grieta en la saliente de roca era lo suficientemente ancha para que una persona adulta pudiera pasar, aunque se veía oscura y un aire frío soplaba del interior.
— ¿Alguien más siente algo… siniestro de allí? —preguntó Ty Lee, mirando con inquietud la grieta.
A Percy le reconfortaba que él no era el único en sentir algo extraño proveniente de la cueva.
Azula, sin demostrar temor alguno, dio un paso adelante e hizo una bola de fuego en su mano, el cual iluminó la grieta en la roca y demostró que era mucho más profundo de lo que aparentaba, como si fuera un pasadizo.
—Averigüemos que hay aquí—dijo ella, siendo la primera en entrar.
Los demás rápidamente la siguieron y, con la ayuda de Zuko haciendo otra bola de fuego, el camino se hizo mucho más visible.
A medida que se adentraban, pudieron notar que el pasadizo era más largo de lo que esperaban y se hacía cada vez más ancho, hasta el punto de que tres de ellos podían caminar lado a lado sin problema. También pudieron notar las mismas pisadas en la arena con el mismo patrón, aunque poco a poco dejaron de ser visibles por la niebla que comenzaba a llenar el lugar. Luego de casi un minuto de caminar, el pasadizo se abrió a una cueva lo suficientemente grande para que cupiera una casa pequeña. Distintos pilares de piedra sostenían un techo donde podía verse múltiples estalactitas, algunas tan largas que casi tocaban el suelo.
—Wow… —dijo Ty Lee y el eco de su voz se escuchó por toda la cueva. Ella sonrió al escucharlo—. ¡Eehh Oohh!
Eehh Oohh…
Su eco se escuchó con más fuerza por todo el lugar.
—Ty Lee, no hagas eso—le reprendió Mai.
—Pero alguien podría responder.
Sus sospechas parecieron ser ciertas cuando se escuchó otro eco por la cueva, aunque sonaba algo inusual. Parecía más un cántico que la voz de alguien.
— ¿Escucharon eso? ¡Alguien debe estar aquí! —Ty Lee se llevó las manos a la boca—. ¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien aquí?!
La única respuesta fue recibió fue el eco de su propia voz.
—Debes estar imaginando cosas, Ty Lee—dijo Azula.
—Estoy segura de que escuché algo—insistió ella, frunciendo el ceño de manera pensativa antes de abrir los ojos con realización y llevarse nuevamente las manos a la boca—. ¡Eehh Oohh!
—Ty Lee… —habló Mai, viéndose insegura.
— ¡Shh! Escuchen.
Sorprendentemente, recibió una respuesta cuando se volvió a escuchar el mismo inusual cántico, casi como si se tratase de un llamado.
— ¡Vamos! —apresuró Ty Lee, adentrándose en la cueva.
Los demás se miraron, algo inseguros, pero no obstante siguieron a Ty Lee, con Azula y Zuko iluminando el camino. Luego de esquivar los múltiples pilares y estalactitas más prominentes, el grupo de cinco chicos llegaron a la parte más profunda de la cueva, donde el suelo terminó de manera abrupta, dando paso a un acúmulo de agua.
—Un cenote—reconoció Azula.
— ¿Un qué? —preguntó Percy.
—Es un pozo de agua, creado por la filtración de agua del techo que disuelve la roca. Tarda años en formarse y son mucho más profundos de lo que parecen. ¿Acaso no te enseñaron eso en la academia?
Percy se encogió de hombros.
—Me dormía en la mayoría de las clases.
—Eso explica ignorante que eres.
—Y el hecho de que sepas cosas como esta demuestra que eres una sabionda.
Percy y Azula se miraron mutuamente con molestia, pero su discusión fue interrumpida por la exclamación de Ty Lee.
— ¡Allí! —señaló ella.
Encima de una piedra que sobresalía del agua, había una criatura sentada. Tenía un voluminoso cuerpo de un color verde, junto con cuatro aletas. Una línea de oscuras púas de espinas recorría su columna desde su cabeza hasta la punta de su cola.
—Es una… foca iguana—reconoció Mai.
— ¿Era eso lo que hacía ese extraño ruido? —preguntó Percy.
—Sí—respondió Azula—. Las focas iguanas tienen un llamado único entre los animales, casi como un cántico. Los marineros de antaño creían que eran los cánticos de una sirena.
—Sabionda… —se burló Percy, ganándose una mirada molesta de Azula.
La foca iguana abrió la boca y soltó un extraño sonido que resonó por toda la cueva, era el mismo que habían escuchado antes.
—Oh, tiene una voz tan hermosa—dijo Ty Lee, llevándose las manos a los lados de su boca—. ¡Eehh Oohh!
La foca iguana golpeó sus aletas delanteras, como si estuviera aplaudiendo.
"¡Tienes una linda voz!"
Percy abrió los ojos con conmoción. Podía jurar que escuchó… una voz. Miró por toda la cueva, pero no había nadie más allí que ellos y la foca iguana.
—Ty Lee, no incites al animal—reprendió Azula.
La foca iguana abrió la boca y nuevamente hizo su extraño canto antes de saltar de la roca y sumergirse en el agua.
—Bueno… el concierto terminó—dijo Percy, viendo el lugar donde la foca iguana se sumergió—. Será mejor que sigamos buscando. Hay algo extraño en este lugar.
Percy no sabía por qué, pero la cueva le daba una sensación inquietante. Todo el lugar era lúgubre y espeluznante. Sus instintos le gritaban que estuviera alerta, así que eso hizo. Mientras seguía a Zuko, sus ojos estaban atentos a cualquier cosa extraña y su mano no abandonó el pomo de su espada, listo para desenvainarlo en cualquier momento.
— ¿Qué es eso? —habló Zuko, entrecerrando los ojos al mirar hacia adelante.
Avanzaron rápidamente y, cuando el fuego iluminó lo que estaba delante, ambos abrieron los ojos con sorpresa. Allí, a los pies de uno de los enormes pilares que sostenía la cueva, estaba el cuerpo inerte de una persona. Zuko jadeó cuando vio el estado en el que se encontraba. Su cuerpo estaba marchito y decrépito. Los huesos eran claramente visibles debajo de su piel.
—Está muerto—dijo Percy de manera sombría, examinándolo de cerca.
— ¿Es... una de las personas desaparecidas? —preguntó Zuko.
—Tal vez… No lo sé.
— ¡Perseo! ¡Zuko! —escucharon a Ty Lee llamarlos—. ¡Por aquí!
Ambos dejaron el cuerpo y rápidamente fueron a donde estaban Ty Lee, Azula y Mai investigando otra parte de la cueva. Cuando llegaron vieron que ellas habían encontrado a otras cuatro personas. Percy y Zuko reconocieron a una de ellas, el cual estaba sentado a los pies de un pilar.
— ¡Chao!
—Está vivo—informó Mai—. Los cuatro lo están, pero están inconscientes.
—Esto lo confirma—dijo Azula, utilizando la bola de fuego en sus manos para mirar la cueva—. Aquí es donde el responsable de los secuestros trae a sus víctimas. La verdadera pregunta es; ¿por qué lo hace?
Arrodillándose frente al inconsciente niño, Percy lo miró detenidamente. Aún respiraba, lo cual era una buena señal. Pero lo que llamó su atención fue las marcas que tenía en su cuello. Eran dos puntos sangrantes, como si algo con colmillos le hubiera mordido allí.
Con creciente pánico, Percy fue y comprobó los cuellos de las otras tres personas, un hombre y dos mujeres. En sus cuellos, tenían las mismas marcas, como si algo les hubiera mordido.
—Los trajo… para alimentarse—dijo Percy con voz temblorosa.
— ¿Alimentarse? —Azula arqueó una ceja—. ¿De qué estás hablando?
—El Jiang Shi. Trae a las personas a este lugar para alimentarse de ellas. Eso es lo que hace.
Azula puso los ojos en blanco.
—Por favor, ¿no me digas que aún crees en las ridiculeces de aquel soldado?
— ¡Es verdad! Tenemos que sacar a las personas de aquí antes de que… ¡Azula, detrás de ti!
Todos voltearon alarmados para a una silueta emerger de la oscuridad detrás de Azula. Ella volteó y observó con pavor como la figura se abalanzó sobre ella con un gruñido feroz, pero fue empujada a tiempo al suelo por Zuko, evitando el ataque. Ambos hermanos rápidamente se levantaron e hicieron otra bola de fuego en sus manos con la intención de ver al atacante. Y cuando lo hicieron, un jadeo escapó de sus bocas.
Allí, parado en la oscuridad de la cueva levemente iluminada, se alzaba una figura alta. Vestía como cualquier otro ciudadano de la Nación del Fuego, pero estaba lejos de ser una persona normal. Su piel era de un color gris enfermizo, con partes de ella cayéndose a pedazos, demostrando la carne putrefacta. Sus ojos brillaban de un enfermizo color amarillo y tenía prominentes colmillos en su boca que parecía estar perpetuamente abierta. Su cabello era largo y blanco. Y tenía uñas anormalmente largas y afiladas, que parecían capaces de rasgar la carne.
—Oh, mierda… —musitó Percy, abriendo los ojos con miedo al reconocer a la criatura—. ¡Es el Jiang Shi!
— ¿Jiang… Shi? —habló Azula, con los ojos abiertos en total incredulidad—. Me estás diciendo que esta cosa… ¿Es un espíritu?
— ¡Muévanse!
El Jiang Shi volvió a atacar a los dos hermanos, abalanzándose hacia ellos con un salto. Ambos se hicieron a un lado justo a tiempo, evitando las largas garras del monstruo que se clavaron en el suelo y lo dejaron atorado.
— ¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Percy.
— ¿¡Qué hay de las personas?! —preguntó Ty Lee—. ¡No podemos dejarlas aquí con esa cosa!
—Tú y Mai sáquenlas de aquí. Nosotros detendremos al Jiang Shi.
—Pero…
— ¡Háganlo!
Percy desenvainó su espada justo cuando el Jiang Shi liberó sus garras del suelo y se volteó a mirarlos. Sus maliciosos ojos inmediatamente se dirigieron a la fuente de luz de la cueva, los cuales eran Azula y Zuko. Con un gruñido, el monstruo dio un gran salto, acortando la distancia entre ellos y extendiendo sus garras, listos para empalarlos. Pero Percy se interpuso en medio de ellos, usando su espada para detener las garras del Jiang Shi.
— ¡Ustedes dos, sepárense! —le gritó él a Zuko y Azula, deteniendo el avance del monstruo.
Azula y Zuko rápidamente se separaron, aun manteniendo la bola de fuego en sus manos para iluminar la cueva. Percy apretó los dientes cuando el Jian Shi intentó abrumarlo, demostrando una sorprendente fuerza, pero él se mantuvo firme. Su corazón latía con fuerza en su pecho y un escalofrío recorrió su espalada cuando el monstruo acercó y le gruñó directamente en la cara.
—Amigo, tu boca apesta—dijo Percy, sintiendo náuseas al oler el pútrido aliento que emergía de su boca—. ¿Acaso nunca te lo lavas después de cada comida?
El Jiang Shi volvió a rugir con fuerza, su eco se escuchó por toda la cueva.
—Lo tomaré como un no.
Con un gruñido de esfuerzo, Percy empujó al monstruo, obligándolo a retroceder antes de blandir su espada directo a su cuello. La hoja hizo contacto con la pálida piel del Jiang Shi, pero no la cortó, ni siquiera la lastimó un poco. Fue entonces cuando Percy se maldijo a sí mismo por utilizar una espada sin filo.
El Jiang Shi volvió a atacar, abalanzándose hacia él con un salto, pero una bola de fuego lo golpeó y lo envió lejos. Percy volteó para ver a Azula en una postura de fuego control, con el puño humeando.
—Uh… gracias—dijo Percy.
—Guarda tus agradecimientos para cuando acabemos con ese monstruo—dijo ella, sin apartar la mirada del Jiang Shi mientras adoptaba su postura de fuego control.
El monstruo se irguió de una manera sobrenatural, sin siquiera utilizar los brazos, y los observó con malicia. Sus ojos amarillos brillaban en la oscuridad a la vez que un siseo escapó de su boca.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Percy, adoptando su postura de fuego, el cual era muy similar a la de Azula.
— ¿Acaso no eres tú el experto en espíritus? —cuestionó ella.
—Solo escuché de este espíritu en particular cuando papá me sermoneó por haber vuelto tarde a casa, diciendo que el Jiang Shi me secuestraría por andar en las calles durante la noche. No sé cómo matarlo.
—Tch. Eres tan útil como un político en una batalla.
— ¡Ustedes dos, ya dejen de pelear! —espetó Zuko—. ¡Allí viene!
Los tres se pusieron en guardia cuando el Jiang Shi se abalanzó hacia ellos con un fuerte salto, con sus garras listas para empalarlos. Azula y Zuko se hicieron a un lado para evadirlo, pero Percy encontró su espada con sus garras, deteniéndolo. Pero el Jiang Shi no intentó abrumarlo con su fuerza, sino que utilizó sus garras con la intención de cortarlo, blandiéndolos salvajemente como si se tratara de un arma. Percy hizo un buen trabajo usando su espada para defenderse, deteniendo sus ataques o esquivándolos, pero la poca visibilidad que había en la cueva hacía que hacerlo fuera mucho más difícil. Agachándose debajo de uno de los ataques del Jiang Shi, intentó una estocada a nivel del corazón, pero la hoja ni siquiera atravesó su piel, para la gran frustración de Percy.
"Su cuerpo es tan duro como la piedra" pensó él, retrocediendo "¿Qué fue lo que dijo papá sobre los Jiang Shi? Ellos avanzaban dando saltos porque sus cuerpos estaban tan rígidos como los de un cadáver… ¿Será por eso por lo que su cuerpo es tan duro? Tampoco ayuda en nada que use una espada sin filo"
Cuando el Jiang Shi volvió a saltar, Azula y Zuko enviaron bolas de fuego para atacarlo, los cuales impactaron con el monstruo y lo enviaron al suelo, aunque rápidamente se levantó y utilizó sus las garras para disipar los siguientes ataques, para sorpresa de los hermanos.
— ¡Usa más poder, Zuko! —le gritó Azula a su hermano.
— ¡Lo estoy haciendo! —respondió él, enviando bolas de fuego que eran disipadas por las garras del monstruo.
Con un fuerte gruñido sobrenatural, el Jiang Shi se abalanzó hacia ellos, esquivando una bola de fuego. Percy vio como Azula y Zuko realizaban los mismos movimientos al unísono y enviaron una bola de fuego que se combinó en una sola e impactó con el monstruo, quien a pesar de cubrirse con sus garras el ataque aún impactó y lo envió lejos. El Jiang Shi se sacudió en el suelo entre gritos de dolor y, cuando volvió a erguirse, sus brazos mostraban grandes signos de quemadura.
"El fuego… ¡Funciona!" dedujo Percy.
— ¡Chicos, tengo un plan! —dijo él—. ¡El fuego parece afectarlo! Lo distraeré y haré una abertura para que ataquen. Cuando les diga, ¡rosticen a ese bastardo!
—Perseo, ¿estás seguro? —preguntó Zuko.
— ¡Por supuesto que no! ¡Pero solo háganlo!
Cuando el Jiang Shi volvió a saltar, Percy no se quedó esperando. Él también saltó y se encontró con el monstruo en medio del aire, chocando su espada con sus garras y empujándolo hacia atrás. Cuando aterrizaron, Percy no se contuvo y atacó al Jiang Shi con todo lo que tenía. Su cuerpo parecía actuar por cuenta propia mientras esquivaba las garras del monstruo y usaba su espada para golpearlo en distintas partes de su cuerpo. Su hoja sin filo no pudo cortar su piel, pero la fuerza del golpe aun así logró afectarlo, a juzgar por los gruñidos de dolor del monstruo.
Percy se agachó cuando el Jiang Shi intentó cortarlo en la cabeza y vio su oportunidad. Retrajo su espada y luego atacó, realizando una estocada justo a la boca abierta del monstruo. El Jiang Shi no esperaba tal ataque y quedó estático cuando la espada se alojó en su boca, momento que Percy aprovechó para colocarse detrás del monstruo, sujetar sus muñecas y llevarlas a su espalda, dejándolo su cuerpo completamente expuesto.
— ¡Ahora! —gritó él.
Zuko y Azula se miraron mutuamente y asintieron. Nuevamente, realizaron los mismos movimientos de fuego control antes de enviar una línea de fuego de sus puños, el cual se combinó en una poderosa ráfaga que fue directamente al Jiang Shi. Cuando el fuego hizo contacto con su cuerpo, el monstruo gritó de dolor y comenzó a sacudirse intentando liberarse, pero su esfuerzo fue en vano. Percy tenía un agarre de hierro sobre el Jiang Shi mientras las llamas carcomían su cuerpo. A pesar de estar tan cerca de un fuego tan intenso, Percy no sintió una incomodidad más allá que el intenso calor, ni siquiera cuando las llamas lamieron sus antebrazos.
Luego de casi un minuto, el fuego finalmente se detuvo y Percy soltó al Jiang Shi, el cual cayó de bruces sobre el piso con el cuerpo aún prendido en llamas.
—Se… ¿terminó? —preguntó Zuko, jadeando.
Percy pateó al monstruo, pero no reaccionó.
—Creo que sí—dijo él, agarrando su espada y envainándola.
—Ese fue un plan imprudente y estúpido—dijo Azula.
—Pero funcionó, ¿no?
Azula miró al cuerpo del Jiang Shi, viendo como las llamas consumían su cuerpo.
—Supongo que sí…
Ella luego miró a Percy y entrecerró los ojos con intriga cuando vio que, a pesar de estar tan cerca de un fuego tan intenso, ni siquiera mostró signos de quemadura.
—Salgamos de aquí—dijo Zuko.
Los tres se dispusieron a irse. Zuko y Azula volvieron a crear otra bola de fuego para iluminar el camino y se dirigieron a la salida.
—Oigan, hacemos un gran equipo, ¿no creen? —preguntó Percy.
—No te acostumbres—dijo Azula—. Esto fue cosa de una sola vez.
— ¡Oh, vamos! Tienes que admitir que fue algo genial.
Azula lo miró de reojo antes de seguir mirando hacia adelante con una pequeña sonrisa estirando de sus labios.
—Tal vez…
Un cómodo silencio se instaló entre los tres cuando avanzaron por la oscura cueva, llegando al cenote donde habían visto a la foca iguana.
—Zuko… —habló Azula, algo dubitativa, llamando la atención de su hermano—. Lo que hiciste cuando ese espíritu me atacó por la espalda… ¿Por qué lo hiciste?
Zuko la miró de reojo.
—Siempre creí que tú eras la inteligente entre nosotros dos.
— ¡No seas evasivo y responde! ¿Por qué me salvaste?
—Porque eres mi hermana. ¿Acaso eso no es suficiente?
Azula abrió los ojos al escucharlo, como si no esperaba esa respuesta.
Detrás de ellos, Percy no pudo evitar sonreír. Así es como él vio a una familia, personas que se apoyaban entre ellos, incluso si a veces tenían sus diferencias. Eso es lo que su papá siempre le había enseñado.
Fue en ese momento cuando un sonido extraño llamó su atención. Él volteó y, de entre la oscuridad, vio a una figura acercarse. Abrió los ojos con sorpresa cuando reconoció al Jiang Shi, con el cuerpo completamente quemado, pero aun así logró abalanzarse hacia ellos.
— ¡Cuidado! —gritó él.
Percy y Azula lograron esquivarlo justo a tiempo, pero Zuko no reaccionó tan rápido. El Jiang Shi logró agarrarlo por los hombros y tumbarlo en el piso. Ambos forcejearon mientras el monstruo acercó su rostro al cuello de Zuko y abrió la boca con la intención de morderlo.
— ¡Zuko!
El cuerpo de Percy reaccionó antes de que su cerebro pudiera procesarlo y se abalanzó hacia el Jiang Shi con la intención de apartarlo de Zuko. Logró hacerlo, pero él y el monstruo terminaron cayendo dentro del cenote con un fuerte chapoteo.
Percy escuchó los gritos de Zuko y Azula, pero todo se escuchó distante mientras él y el Jiang Shi se hundían cada vez más. Ambos comenzaron a forcejear bajo el agua, con el monstruo intentando clavarle las garras y él impidiéndolo, agarrándolo por las muñecas. Percy vio directamente el espeluznante rostro calcinado del Jiang Shi, quien abrió la boca y, antes de que pudiera hacer algo, cerró fuertemente sus mandíbulas en su cuello, clavándoles sus colmillos. Percy esperó el agudo dolor de haber sido mordido, pero se sorprendió no solo cuando no sintió nada, sino que el monstruo retrocedió gritando de dolor, con sus colmillos completamente destrozados.
Sorprendido, y a la vez desesperado por librarse del monstruo, Percy lo empujó por el pecho y el monstruo fue enviado con una fuerza sorprendente a estrellarse contra la pared de la cueva, dejando una enorme grieta en él. Actuando por instinto, Percy estiró su mano en dirección al Jiang Shi y comenzó a flexionar los dedos. El agua inmediatamente comenzó a arremolinarse salvajemente alrededor del monstruo, quien se sacudía en un vano intento de liberarse mientras el agua comenzaba a compactarse en una esfera, aprisionándolo. Luego, el agua comenzó a solidificarse y cuando terminó, el Jiang Shi estaba completamente aprisionado en una esfera de hielo.
Cuando Percy flexionó completamente los dedos, cerrando la mano en un puño, la esfera comenzó a agrietarse poco a poco hasta que finalmente se rompió en mil pedazos y lentamente se disolvió, al igual que los pedazos del cuerpo del Jiang Shi.
Percy flotó en el agua, incapaz de creer lo que había sucedido. Se llevó una mano al cuello y vio que no había ninguna herida, ni siquiera una gota de sangre, a pesar de que el Jiang Shi lo mordió allí.
"Qué… ¿Qué pasó?" pensó él, sintiéndose aturdido "Estoy seguro de que me mordió"
No pudo pensar más profundamente sobre ello cuando, a través del agua, escuchó los gritos de Zuko, llamándolo desde la superficie.
— ¡Perseo! ¡Perseo, sal de allí! —gritaba él.
— ¡Zuko, vámonos! —decía Azula—. ¡Tenemos que salir de aquí antes de que esa cosa vuelva!
— ¡No! ¡No voy a dejarlo!
— ¡¿Por qué te importa tanto?! ¡Es solo un plebeyo!
— ¡Es mi amigo!
Percy abrió los ojos con sorpresa. Era la primera vez que Zuko lo llamaba así.
Mirando sobre su hombro a los restos de hielo donde había estado el Jiang Shi y comprobando de que realmente estaba muerto, Percy nadó hacia la superficie y cuando salió, sorprendió a Zuko y Azula.
— ¡Perseo! —gritó Zuko, quien lo agarró y lo ayudó a subir.
— ¿Y el Jiang Shi? —preguntó Azula, atenta por si el monstruo también emergía del agua.
—Está muerto—dijo Percy.
— ¿Qué? —Azula volteó a mirarlo—. Tú… ¿Asesinaste a un espíritu? ¿Cómo?
—Yo… Le corté la cabeza con mi espada—mintió.
—Pero antes no pudiste ni siquiera cortarlo.
—Supongo… que con lo quemado que estaba su cuerpo, estaba más débil.
Azula entrecerró los ojos con sospecha, pero pareció aceptar su explicación cuando asintió.
— ¡¿Acaso estás loco?! —cuestionó Zuko, mirando a Percy con un ceño fruncido—. ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué te arriesgaste de esa manera?!
Percy volteó a mirarlo y arqueó una ceja.
—Tú lo dijiste, Hotman, eres mi amigo. Esa es la única razón que necesito.
Zuko claramente no esperaba esa respuesta, a juzgar por la expresión perpleja de su rostro.
Fue entonces cuando escucharon el sonido de personas acercándose. Los tres voltearon para ver a Ty Lee y Mai encabezar a un grupo de soldados que usaban antorchas y bolas de fuego para iluminar la cueva.
— ¡¿Chicos, están bien?! —preguntó Ty Lee, acercándose a ellos.
— ¿Dónde está el Jiang Shi? —preguntó Mai, mirando por los alrededores con cautela.
—Está muerto—dijo Azula—. Nos encargamos de él.
— ¿Cómo están las personas que fueron secuestradas? —preguntó Zuko.
—A salvo—respondió uno de los soldados que se acercó a ellos. Percy lo reconoció como el capitán Jiro que habló con Han—. Fueron llevados a que les atiendan sus heridas. Se recuperarán. Ustedes los salvaron.
—Pero no a todos… —dijo Percy, volteando a ver con tristeza al cuerpo marchito de la persona que estaba al final de la cueva.
Zuko colocó una mano en su hombro.
—Hey, esto no es tu culpa—dijo él—. No pudiste evitar que pasara, pero sí lograste evitar que Chao y las otras dos personas murieran.
—Sí… supongo que tienes razón.
A pesar de eso, Percy aún se sentía un poco mal.
—Fue gracias a ti que vinimos hasta aquí y pudimos detener a ese monstruo. Además, me salvaste. Te lo agradezco, Perseo.
—Percy.
— ¿Qué? —dijo Zuko, viéndose confundido.
Percy volteó a mirarlo y le sonrió.
—Llámame Percy. Así es como me llaman mis amigos.
Zuko parpadeó, viéndose algo desconcertado antes de asentir y corresponder su sonrisa con una propia.
—Claro, Percy.
—Genial. Ahora, salgamos de aquí.
Cuando salieron de la cueva, Percy se sorprendió de ver a todo un escuadrón de soldados, completamente armados y listos para pelear.
—Wow—dijo él—. A esto es lo que yo llamo refuerzos.
—Gracias—dijo Ty Lee, sonriendo de manera complacida—. Fue sencillo traerlos hasta aquí. Solo tuve que decirles que los hijos del príncipe Ozai estaban en peligro.
— ¡No estábamos en peligro! —exclamaron Azula y Zuko al unísono.
Ty Lee simplemente se rio entre dientes ante la reacción de los hermanos.
— ¡Abran paso! —ordenó uno de los soldados.
El escuadrón de soldados se hizo a un lado y dieron paso a Ozai, quien venía acompañado por dos miembros de la Procesión Real, los guardias personales de élite de la realeza.
—Padre—dijo Azula, viéndose sorprendida de verlo—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Ozai miró detenidamente todo el lugar hasta que su mirada se posó en el grupo de jóvenes, quienes se tensaron ante sus imponentes ojos dorados.
—He sido informado de lo que ha sucedido aquí—dijo él—. Díganme, ¿es verdad que ustedes cinco encontraron a los ciudadanos desaparecidos?
—Sí, padre—respondió Azula, dando un paso al frente—. Los encontramos en lo profundo de una cueva.
— ¿Y el responsable de estos secuestros?
—El responsable…—Azula miró sobre su hombro a Percy, viéndose insegura.
—Está muerto—declaró Percy, dando un paso al frente.
Ozai fijó su mirada en él.
— ¿Estás seguro de eso, chico?
—Sí… señor. Azula, Zuko y yo nos encargamos de él. Ya no volverá.
— ¿Es así? —preguntó Ozai, mirando a Azula.
—Sí, padre—confirmó ella con un asentimiento.
—Ya veo… Han hecho un notable servicio a su nación. Siéntanse orgullosos del logro que hicieron hoy—su mirada luego se posó en sus hijos—. Han obrado bien, los dos. Impartieron un justo castigo a aquel que osó perturbar la paz en la ciudad capital de nuestra nación. Demostraron ser dignos miembros de la Familia Real.
A juzgar por la expresión que Ozai tenía en su rostro, se veía complacido al ver a sus dos hijos. Azula y Zuko abrieron los ojos con sorpresa, como si no creyeran que su padre los elogiara tan abiertamente. Una sonrisa estiró de los labios de ambos, demostrando lo conmovidos que estaban por las palabras de su padre.
—Andando—dijo Ozai, dando media vuelta y comenzando a caminar—. Volvamos al palacio.
— ¡Sí, padre! —respondieron Zuko y Azula, quienes inmediatamente los siguieron.
—Bueno, supongo que nosotros también debemos irnos—dijo Ty Lee antes de saludar a Percy—. ¡Fue una noche divertida, Perseo! Hagámoslo de nuevo.
Mai también se despidió, aunque lo hizo de una manera más reservada y educada al inclinarse levemente antes de seguir a su amiga.
Percy también se dispuso a irse. Su papá y Fat seguramente estarían preocupados porque aún no había vuelto.
Además…
Se llevó una mano a su cuello al lugar donde el Jiang Shi le había mordido. A la piel estaba intacta al tacto.
Necesitaba hablar con su papá.
..
..
.
¡Y eso es todo por ahora, mis queridos lectores!
Este capítulo es la introducción de Percy al mundo espiritual de Avatar, el descubrimiento de su piel invulnerable y una pequeña muestra de lo poderoso que son sus habilidades sobre el agua. Así mismo, también es un paso importante en su relación con Zuko, ya que es la primera vez que ambos admiten que ven al otro como un amigo.
Espero les haya gustado. Díganme que opinan.
Y sin nada más que decir... ¡Hasta la próxima, guapos y guapas!
