Capítulo 1. Identidades.
Era pasado el mediodía. No es como que ella pudiese ver, pero podía saberlo por la forma en la que los rayos de Sol tocaban su piel.
Los suspiros seguían bastante notorios, pensar en qué haría y cómo pediría disculpas a sus padres, por tal acto de insolencia y rebeldía, la preocupaban. Estaba comenzando a resignarse, y aceptar su castigo. Siendo quizá confinada a su alcoba, por el resto de su vida…
Sintió algo.
¡Dio un golpe a la tierra!
- ¡Agh! – oyó al quejido de dolor.
Corrió rápido para encararlo.
- ¡¿Quién eres y qué hacías espiando?! – Su voz sonó intimidante, acompañada de una pose firme y segura.
El ex general sobaba su golpeada posadera, girando levemente a su encuentro. Probablemente muy joven como para derribarlo, encararlo; y encima atreverse a desafiarlo con esa pose tan "intimidante"… Sonrió ante la escena, retomando calmo su lugar.
- Oh, señorita.– Comenzó. - No estaba espiando. Me encontraba descansando mis ancianos pies, mientras tomaba una relajante y merecida taza de humeante té.– La voz de aquel viejo sonó sincera, y ligeramente despreocupada de que esta le hubiese mandado a volar.
- Sentí tu mirada.– Replicó.
- Tal vez lo hice, pero fue porque me sorprendió ver a una chica tan joven vagar sola por estos lugares.– Contestó devolviéndole una tonta y amplia sonrisa, como sólo él podía.
Esta continuó sintiéndolo…analizando sus vibraciones. Realmente parecía no mentir.
- Sabes…– Comenzó a bajar la guardia. - tú tampoco pareces ser el más indicado para vagar por aquí.– Se acercó un poco. - Eres muy viejo.-
- ¡JAJAJA! – Una gran carcajada brotó del ex general. Esa chiquilla valerosa, parecía no tener ninguna especie de reproche al dirigirse a él de esa manera. - Ciertamente lo soy.– Se limitó a responder al impertinente comentario. Una apacible sonrisa perduró en sus labios… - ¿Qué te parecería tomar una relajante taza de té? – La voz continuaba amable y atenta. - Pareces cansada.-
Toph lo pensó, llevaba casi un día entero sin dormir; pues por la noche y parte del día anterior, la chica desquiciada y compañía los habían perseguido sin darles descanso…
- Básicamente, la mayoría de la gente cree que soy una inútil por ser ciega; y mis "amigos" – Hizo gesto con la mano por el comentario sarcástico - Están empeñados en querer que haga sus ridículas tareas. Sé que se preocupan por mí, pero no los necesito. No necesito a nadie.– Relataba su historia.
El viejo maestro la observaba. Esta estaba en cuclillas con su vista fija en el suelo, el flequillo le tapaba un poco las expresiones, pero sabía que aquella niña ruda y valerosa, estaba siendo muy honesta y abierta con sus verdaderos sentimientos y emociones.
Le acercó el vasito de té a las manos.
- Incluso creo que tú lo piensas.– Agregó con cierto reproche. - Me serviste el té cuando yo misma puedo hacerlo.-
Con esto "terminó" su relato.
Iroh lo pensó un poco; por la forma tan peculiar de pensar.
- Te serví el té porque quise hacerlo, no hubo ningún motivo en especial.– Comenzaba a explicarse apacible. - Sabes, me recuerdas mucho a mi sobrino, ambos creen tener la razón y creen que deben hacer las cosas por si solos, queriendo parecer independientes. Pero lo cierto es, que no hay nada de malo en pedir ayuda, y reconocer nuestras fallas.– Toph escuchaba atenta. - Deberías de dejar que las personas que te quieren y se preocupan por ti, te ayuden…- A lo que podía deducir, la pequeña era una excelente maestra tierra, muy fuerte e independiente para su corta edad; El viejo Dragón del Oeste admiraba eso. - No es que yo te quiera a ti, pero te respeto.– Agregó con cierto tono y sonrisa.
La maestra soltó una leve mueca por el comentario, y por la forma tan peculiar del viejo. Un tipo de avanzada edad, siendo tan sabio y al mismo tiempo tan relajado… Era diferente a cualquier adulto que hubiese conocido antes. Le agradaba.
- Y tú deberías de decirle a tu sobrino que lo quieres, y que también lo necesitas.– Devolvió respondiendo al concejo.
- Gracias.– La voz sonó ligeramente alegre. - Se lo diré cuando lo encuentre.-
- Gracias a ti.– Contestó casi del mismo modo. - Por el té y lo demás.– Dio el último sorbo que le quedaba.
- Compartir el té con extraños interesantes, es mi recompensa.– Sonrió complacido sorbiendo su segunda taza de té. - Nunca sabes como el destino puede darte una buena lección.– Finalizó con esto.
Toph sonrió aceptando lo dicho, el viejo tenía razón. Se dijo tomando de nuevo sus ánimos; y el bolso que la acompañaba.
Le regresó aquel vasito.
Iroh la vio con cierta rareza; tomando de sus manos el vaso.
- ¿Qué es lo que harás ahora, joven Lin? – Sonó su pregunta.
"Lin", fue la identidad que brindó al viejo, si bien continuaba molesta con el trio de idiotas, no iba a permitirse revelar ninguna clase de información comprometedora hacia ella, o hacia aquel exasperante grupo de individuos. Por lo cual, se limitó a ocultar toda clase de hecho oficial, como su nombre (Toph), providencia (Gaoling), posición o alcurnia (Beifong). E incluso la existencia de algún posible "equipo avatar".
- Creo que es momento de volver a casa.– Respondió 'mirando' ligeramente sobre su hombro.
- ¿Estás segura de eso? – Sonó dudoso - ¿Qué clase de anciano hombre sería, si dejase que una señorita se marchara en medio de la noche? – Cuestionaba siendo sensato.
Eso era verdad, la luz de día comenzaba a menguar en el horizonte. Podía sentirlo por lo fresca que comenzaba a volverse la tierra bajo sus pies. La mirada de Toph giró hacia otra parte, tratando de evaluar la situación. Quizá "Mushi", según había oído su nombre cuando se presentó, estaba en lo correcto.
- ¿Por qué no vienes conmigo y me ayudas a encontrar a mi sobrino? – Se oyó muy convencido. Prosiguiendo con su interrogatorio.
El viejo maestro lo sabía, la pequeña pasaba por la encrucijada de su vida. Quizá con un poco más de tiempo, le ayudaría a entender su lugar en el mundo; y tomaría el valor para enfrentar a sus padres.
Toph permaneció sin palabra, pero fue obvio que esa propuesta la tomó por sorpresa.
Continuó.
- Quizá eso te ayude a pensar en lo que harás cuando vuelvas a casa. Y sentirás que no fue una pérdida de tiempo, pues habrás ayudado a un anciano a reencontrarse con su familia.– Trató de convencer siendo razonable.
La joven maestra analizaba la verdad en sus palabras…
Mushi no parecía mal sujeto, no creía que tuviese motivos de trasfondo para su propuesta. Además, cuando hablaba sobre su sobrino, su voz parecía ligeramente distante y quebrada, como si todo lo que envolviese fuese dolor y añoranza. No entendía exactamente por qué, pero el anciano en verdad debía reencontrarse con su sobrino. Apretó un poco sus labios. Quizá, está sería su responsabilidad ahora.
Seguía evaluando la situación…
¡Al carajo! Respiró hondo, relajándose un poco. Echando a la suerte, lo que habría de pasar.
Se giró decidida, extendiéndole la mano.
- Pero una vez encontremos a tu sobrino, me ayudarás a enfrentar a mis padres.– Sonaron sus palabras, acordando un trato.
Iroh se sonrió complacido.
- Será un honor, señorita. "Ayudar a otros, siempre puede ayudar a salvarte a ti mismo." – Expresó.
Esas palabras, sonaron muy sinceras y palpables.
Estrecharon la mano… Tenían un trato.
…
- ¡¿Cómo pude ser tan idiota?! – Sonaba el monje consternado, moviendo sus manos en señal de arrepentimiento. - ¡Eché del equipo quizá a la única maestra que estaba destinada a enseñarme tierra control! -
- Lo lamento mucho, Aang.– Intervino la morena a su queja - Fue mi culpa que Toph se marchara.-
- No digas eso, Katara. Fui yo quien pidió que se fuera.– Sonó queriendo consolar - Todo esto es mi culpa.-
- Tienen razón.– Lanzó el guerrero ante los "lamentos"; enfatizando sus verdades.
Ambos giraron a verlo, una con reproche y el otro cabizbajo.
- ¡Gracias, Sokka! – Soltó quejumbrosa sarcástica; su hermana.
- ¿Qué? Yo solo digo la verdad. Sino hubieras sido tan controladora y Aang tan perceptible, no se estarían lamentando la partida de Toph.-
- Sokka tiene razón.– Concordó el avatar sintiéndose aún más culpable.
El moreno sólo asintió a las palabras del monje… Querría que por fin superaran el hecho.
Todos estaban muy cansados, y esa actitud lastimera no ayudaba. Sin mencionar, que fue a él a quien pareció no importarle en lo más mínimo la actitud de Toph. Y fue él, quien intentó, aunque pobremente, detenerla. Pues la chica lo apartó con un simple movimiento de tierra control.
Después, Aang y Katara cayeron en cuenta de lo ocurrido, para luego, dar al bisonte un baño. Dejando a relucir, que Toph siempre tuvo en la razón.
…
- ¿Cuándo fue la última vez que viste a tu sobrino? – Preguntó caminando junto al viejo.
- Hace un par de semanas. No sé exactamente a donde fue, pero algo me dice que pronto lo encontraremos.– Iroh siempre parecía ser muy optimista. - Si está en problemas, quiero estar ahí por si me necesita.-
Toph sonrió por esto.
- Tu sobrino tiene suerte de tenerte.– Expresó sincera. En el fondo, a ella le hubiese gustado que su padre fuese alguien como él: Sabio, pero comprensivo. Protector, pero no hostigador.
- Te lo agradezco.– Sonrió apacible al gesto. Esta sólo le asintió. - Y dime…– Preguntó de nuevo. - ¿cómo es que encontraremos a mi sobrino? -
Iroh estaba impresionado con las habilidades de la maestra tierra.
Anoche esta alzó 'casas de campaña' hechas de roca y tierra para cada uno, por si acaso venía alguien en el bosque o llovía. Y en la mañana, lo ayudó a encontrar animales que pudiesen cazar... Le bastó con dar un golpe a la tierra, para mandarlo a volar y ponerlo frente a ellos. Se apartó, dejando que el viejo hiciera el trabajo sucio y la comida.
Cuando estuvo listo y hubo probado de aquel estofado; a la chica parecieron brillarle los ojos.
- ¡Delicioso! – Exclamó.
El ex general tenía un excelente gusto y sazón; por lo que comió hasta saciarse, agradeciendo contenta la comida.
- Sólo necesito una descripción detallada de él.– Explicó breve. - Si lo encontramos solo o en multitud, me enfocaré en seleccionar a sujetos con esas características. Aunque por lo que me has dicho, quizás continúe viajando solo.– Se alzó un poco de hombros por el hecho. - Bastará con un golpe a la tierra para sentirlo, y dar con su paradero.– Sentenció segura.
El hombre pareció satisfecho con lo que pedía, aunque debía ser inteligente y no incluir cosas como colores o aspecto; Toph era ciega, por lo que no tendría sentido hacerlo. Pasaba la mano por su barba haciendo una mueca, pensativo…
- Bien.– Comenzó la voz rasposa y calma. - Mi sobrino es ligeramente más alto que este viejo gordinflón.– Dijo dando un par de palmadas a su estómago, estaba jugando. Toph solo mostró una pequeña mueca. - Es de complexión delgada, pero está bastante bien ejercitado. Siempre mantuve a Lee en buena forma.– Sonó orgulloso y pensativo. - Aunque…– Sobó su barbilla. – yo no seguí eso al pie de la letra.– Bromeó de nuevo dando una gran sonrisa a la joven. Esta le escuchaba divertida. - Suele tener un carácter impulsivo, por lo que a veces llega a hacer cosas sin pensar.– Iroh se lamentó de decir eso de su propio sobrino… - Eso también lo vuelve un tanto difícil y peligroso, pues la ira y el enojo casi siempre lo acompañan.– El viejo suspiró, pues sabía de antemano del porqué de la ira. Toph permaneció sin decir una palabra. - No sé si tenga sentido para ti, pero mi sobrino posee una gran cicatriz en el rostro.-
- Tienes razón.– Sentenció calma. - Eso no tiene ningún sentido para mí.– Alzó un poco sus hombros sin darle importancia. - Pero si quisieras…– Una sonrisa comenzaba a surcarse. - Podría andar por ahí tocando rostros para encontrar a tu sobrino.– Soltó socarrona.
- ¡Jajaja! – sonaron las risas amenas de ambos individuos.
…
- Ten, tómala. Es tuya si la quieres...– Se hizo escuchar por lo bajo.
"Un par de días atrás…
Llegó a un pueblo precario del Reino Tierra. Las pocas personas que lo habitaban, eran amedrentadas y controladas por falsos soldados del ejército tierra. Al principio, le dio algo de lástima su situación, sintiéndose un tanto miserable por saberse parte de la causa de la guerra; pero no era él quien podría solucionarlo. Ese no era su destino.
Todo cambió, cuando comprando unas cuantas raciones de comida; un grupo de chicos molestó a aquellos detestables sujetos. Por tal causa, terminó teniendo un pequeño enfrentamiento. Sin embargo, se mantuvo sereno. Sabía que no se encontraba en óptimas condiciones para una pelea; estaba cansado, hambriento y con sed... Lo dejó pasar.
- ¡Espera! – Se escuchó la voz de uno de los niños. - Gracias por no delatarnos. Te compensaré el favor alimentando a tu caballo avestruz.-
El chico lo llevó a su casa, donde sólo vivían él y sus padres. Una pequeña granja yacía ahí, criaban puercos mezclados con todo tipo de animales domésticos; vacas, pollos, ovejas.
Le ofrecieron hospedaje y él se negó; pero lo convencieron diciendo que podría ganárselo, pues estaban agradecidos con que hubiese defendido a su pequeño hijo.
Al poco tiempo, adquirió cierto cuidado por el niño, quien parecía ser muy valiente a pesar de su precaria condición y débil aspecto. Por lo que, inundado por sus recuerdos, y después de haberlo pillado jugando con sus espadas duales; le regaló una vieja daga de perla, obsequio de su tío Iroh años atrás cuando él era un niño…
"Nunca te rindas sin dar pelea"
Era el grabado de esa bonita daga.
Sin embargo, las cosas parecieron no cambiar; cuando hubo que partir, los molestos soldados arremetieron contra la pobre familia. La madre del pequeño lo buscó, pidiéndole por su hijo. Sabía que no se conocían de mucho, pero él era buena persona y podría ayudarlos.
- Mi hijo los ha amenazado con una daga, no sé de dónde ha podido sacar algo como eso.– Replicó entre llanto.
Este no pudo negarse, estaba en él vengar a la familia; aunque a veces no comprendía porqué hacia este tipo de cosas.
Su carácter impulsivo lo llevó a dar pelea y enfrentarse a los soldados, como si aquellas personas que pedían su ayuda fuesen de su importancia o los conociera de años.
Todo se salió de control; débil, por el deterioro de su cuerpo a causa de los días de baja alimentación, tuvo que hacer uso de su fuego…
- ¿Quién eres tú? – Lo cuestionó aturdido el soldado tierra después de haber recibido aquel golpe.
- Soy el Príncipe Zuko, nieto del ex Señor del Fuego Azulón, primogénito de Ozai y de la princesa Ursa. Heredero de la Nación; y futuro Señor del Fuego.– Exclamó fuerte y claro, guardando de nueva cuenta sus espadas Dao.
- ¡Eso es mentira!, él no es más que un príncipe exiliado. Quemado por su propio padre, dejándole la marca de la vergüenza.– Se escuchó a un anciano que antes le alentaba en la pelea".
- No, no la quiero... Te odio.-
…
Flauta, bandolina y banyo.
Se escuchaba una danza habitual de los bohemios…
El ex general había tenido la "brillante idea" de juntarse en el camino, con un grupo de nómadas. Por lo cual no dudó en sacar a relucir sus cualidades como: cantante-compositor.
Las mujeres del grupo le hicieron coronas florales y le trenzaron la barba.
- Es un honor que semejantes flores atiendan a un pobre anciano.– Sus palabras sonaron con un ligero toque de picardía.
A lo que éstas, sólo dieron risillas tímidas y nerviosas.
- ¡Jajaja! – brotó la carcajada sonora de la maestra tierra. Mushi parecía ser todo un rompecorazones. No podría imaginárselo en sus mejores tiempos... Pensó al seguirse burlando de sus 'conquistas'.
Pronto a ella también le trenzaron el cabello; se quejó un poco al inicio, pero fue casi inevitable negarse. Se sentía por demás relajada.
Soltaron su larga y lacia cabellera negra, entrelazando mechones de cabello con listones, trenzas y flores; apartándolo de su rostro y dejándolo parcialmente suelto de la parte de atrás. La pequeña poseía un encanto natural, producto de sus finas facciones y porte. Su piel blanca como porcelana, sus labios y mejillas con tenue coloración; sus enormes y brillantes ojos color jade opaco, y esa amplia y burlona sonrisa que siempre la acompañaba.
De repente;
- Mushi, creo que sentí algo.– Sonaron sus palabras tomándola por sorpresa; pues de tanto disfrutar su recorrido a lado de Iroh y los nómadas, había olvidado la misión principal.
- ¿Hacia dónde, joven Lin? – Las palabras sacaron a Iroh de su canto.
- Hacia el Este, estoy segura.– La mirada de Toph cambió por una muy convincente.
- ¿Qué pasa, viejo? – Consultó el hombre líder de aquel bohemio grupo; Chong.
- Creo que ha llegado el momento de despedirnos.– Sentenció aquel alegre anciano.
- Oh, es una pena que tengan que irse.– Respondió la mujer de aquel despreocupado hombre.
- Así lo creo, bella flor. Pero es necesario continuar cada quien hacia su destino.– Terminó muy decidido.
- En ese caso, continúen con su camino.– Acabó el hombre cantarín. - Que los espíritus de la música y buena vibra siempre los acompañen.-
El bohemio grupo se marchó en coro y al compás del banyo. Iroh y Toph les extendieron sonrisas y adioses, para después, tornarse decididos.
¡Emprendían su camino hacia la pista!
- Será mejor apresurarnos.– Sentenció al sentir como su posible objetivo comenzaba a moverse. Tomando por la túnica al viejo, la joven maestra alzó una columna de tierra bajo de ellos; estaba lista para llevar a ambos a gran velocidad y así poder alcanzar, a quien podría ser Lee…
Ciertamente Iroh había pasado muchos años viajando, conociendo las culturas de los distintos maestros y sus elementos. Sin embargo, seguirle el paso a Toph se convertía en una tarea un tanto difícil, pues su forma de moverse no era una convencional. Ella era ciega, y había desarrollado en su mayoría, sus propios métodos. Además, que ya no era tan joven como antes, y debía ser honesto, el descuidar un tanto su estado físico, quizá comenzaba a cobrarle factura… Toph empezó a disminuir el paso, al sentir como Mushi hacia movimientos cada vez más lentos.
- ¿Qué pasa? – Se atrevió a encararlo.
- Lo siento, joven Lin.– Soltó sincero. – Parece que tendré que hacer una pequeña pausa desde aquí.– Dijo recuperando un poco la postura y el aliento.
La joven maestra desistió a seguir avanzando al escuchar y sentir eso; bajando por completo a nivel del suelo.
- No te preocupes por mí.– Inhaló y exhaló al ver su gesto, volviendo a su postura firme y decidido. - Sólo serán unos segundos.– Sentenció calmo.
Toph lo pensó analizando la situación. Si demoraban mucho, el posible objetivo se alejaría. No es como que fuese a perderle la pista, pero era más rápido si de una vez corroboraban, que el sujeto fuera el correcto.
- Mushi.– Iroh giró a verla tras esto; parecía estar ideando algo. - Puedo seguirlo por ti.– Sugirió soltando lo que pensaba. - Sigue a tu paso todo derecho hacia el Este.– Señaló con su mano la dirección. - Ahí te estaré esperando con tu "posible sobrino."– Sentenció decidida, aunque divertida, por el comentario sarcástico.
Iroh asintió a la propuesta.
- Estoy de acuerdo con eso, señorita.– Accedió al plan.
Con esto, ella volvió a incorporarse sobre la columna de tierra; lanzando una última 'mirada' segura hacia el viejo…
De nuevo comenzaba a desplazarse.
No estaba del todo seguro con dejarla ir sola, pero no creía que su sobrino fuese tan descuidado, como para usar su fuego control contra ella; menos en medio del Reino Tierra. Además, si no se trataba de él, Lin sería completamente capaz de defenderse a sí misma. Se dijo a sí mismo continuando presuroso.
…
Caminaba pensativo, había querido dejar descansar al caballo avestruz. Después de su travesía en aquel pueblo precario, se había sentido más en contacto con su destino y su pasado, por lo que ahora veía con cierta diferencia al animal, pues era su única compañía.
¡Aves revolotearon…!
Algo parecía inquietarlas.
Y no sólo a ellas, ahora su caballo avestruz también lucía bastante alterado.
¿De qué podría tratarse?
Decidió montar al animal para acelerar el paso, aunque fue inútil. A lo lejos divisó como una nube de tierra comenzaba a acrecentarse. Se dirigía hacia ellos…
- Maestros tierra…– Musitó sintiéndose más que decidido a enfrentarlos.
Bajó del animal. No iba a huir, ¡no esta vez!
Al estar más que cerca, aquel temblor cesó.
El alarido del caballo avestruz sonó inquieto... ¡Blandió sus espadas duales!
- ¡¿Qué esperas?! ¡Muéstrate! – Su voz exigió con firmeza, una pose decidido; y su ceño visiblemente fruncido.
Por unos segundos, todo pareció quedar en un increíble silencio.
¡La tierra tembló bajo sus pies! ¡Saliendo ante sus ojos…!
Su rostro furioso pasó de desconcierto, a...¡¿qué carajo?! Pensó en cuanto la vio posarse por completo.
La "chica" frente a él, tenía una expresión desafiante, permaneciendo en una pose de combate, pero;
¡ES SÓLO UNA NIÑA! Y una demasiado delicada a su parecer. ¡¿Flores y listones en la cabeza?! ¡¿Esa piel pálida y estatura?! ¡¿Qué clase de broma era esta?! Pensaba sin saber cómo reaccionar…
La joven maestra tierra dio una enorme y maliciosa sonrisa. Su contrincante había bajado la guardia. Sentía a todas sus aturdidas vibraciones rodeándole.
El príncipe se sintió levemente incomodado. ¡¿Por qué carajos se sonreía de esa manera?!
Toph interrumpió a sus dudas con un movimiento rápido, que lo sacó de su estado ensimismado, ¡provocando que por fin reaccionara!
Al percibir esto, ¡se sintió con libertad de atacar!
La pelea comenzaba…
Lanzó unas cuantas rocas midiendo su nivel de combate. Suponía, que el chico era un no maestro; al igual que Mushi. O al menos eso creía.
Al ir esquivando los ataques de la joven, este pareció rabiar más y más. Comprobando, sólo dos de las tres descripciones: "Su complexión y carácter explosivo".
- ¡Arrgghh! – Gruñó notablemente molesto.
- ¡JAJAJA! – La risa burlona de Toph se hizo escuchar. Y su risa lo enfureció más…
Solo lo estaba sintiendo. Inconscientemente le parecía bastante emocionante. Además de estar haciendo tiempo para que Mushi llegara.
- ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡Dilo de una vez! – El príncipe estaba colérico; pues se estaba conteniendo. Aunque la chica lo atacara e irritara, y no entendiera lo que pasaba, no estaba dispuesto a lastimar a una mujer…y menos a una tan pequeña.
Toph paró.
Tenía suficiente. Se dijo satisfecha. No llegaría a ningún lado si ninguno de los dos estaba dispuesto a atacar de verdad…
Por lo que, prediciendo su próximo movimiento, y acercándose más a él, ¡inmovilizó ambas de sus piernas! Provocándole caer y quedar de rodillas frente a ella.
¡El rostro del chico se desfiguró! Denotando más que ira y odio…
¡Se acercó!
El maestro fuego sintió un hueco formándose en su estómago. ¡¿QUIÉN DEMONIOS SE CREÍA QUE ERA?! ¡¿O ACASO SABÍA QUIÉN ERA ÉL?! ¡Sus pensamientos corrían por segundo…! Dispuesto hacer uso de su control para liberarse...
- Eres Lee, ¿cierto? – Una pequeña mueca acompañó a esa inesperada pregunta.
- ¿Qué? – Sonó más que desconcertado.
- Jiji ~ Una pequeña risilla brotó por el estado catatónico del chico. - Soy Lin. Tu tío Mushi te ha estado buscando.– "Se presentó", cruzándose de brazos sin dejar de 'mirarlo'.
El joven maestro se quedó sin palabras…
Se oyó un ruido viniendo de entre los arbustos.
- ¡Ya era momento de que llegaras! – Alzó su voz sin voltear atrás.
- Lo siento.– Sonó la voz del viejo maestro mucho antes de que llegara. - Intenté seguirles el paso lo más rápido que pude.-
Zuko por fin reaccionó.
- ¡¿Tío?! – Sonó sumamente confundido.
Se abrieron los arbustos.
- ¿Qué tal, sobrino? – El anciano hombre le sonrió bobo, como sólo él podía…
Su rostro pasó de gran desconcierto, ¡a uno de vergüenza!
¡¿SU TÍO TENÍA FLORES EN LA CABEZA?!
- ¡¿Por qué luces así?! – Cuestionó visiblemente quejumbroso. - ¿Y qué demonios haces con Campanita? -
- ¡Oye! – Interrumpió apuntándolo con el dedo. - Campanita podría patearte el trasero ¡tan duro!, que te enviaría directo al mundo de los espíritus.– Amenazó desafiante.
- ¡¿Y por qué no lo hiciste?! – Le encaró moviéndose furioso. Intentando zafarse.
- Esa no era mi tarea.– Replicó petulante. - Yo solo debía encontrarte y detenerte. Y eso hice. ~ Se vió soberbia, con una pose orgullosa cruzando sus brazos.
- ¡Arrgghh! – Gruñó apretando los dientes.
¡Parecía querer sacarlo de quicio a toda costa! Se dijo clavándole su dorada mirada.
- Sobrino, deberías calmarte.– La voz de Iroh se escuchó queriendo apaciguar la situación. - Lin, ¿serías tan amable de liberar a mi sobrino? – Pidió con calma.
- ¡Claro! – Sonó entusiasta.
¡Con un simple movimiento de manos, estuvo libre!
Zuko se levantó depositándole esa mirada con odio y rabia a la chica…
Pasó de largo. Pensando en que después tendría ocasión para reclamarle. Esta sólo permaneció en su lugar.
- Tío – Comenzó. - te dije que quería emprender este viaje solo, ¿qué haces aquí? – cuestionó quejumbroso.
Esto para nada le agradó.
- ¡Oye, princesita berrinchuda! – Llamó interrumpiendo a su reclamo. - No deberías hablarle así a tus mayores, ¡y menos a tu tío! – Se interpuso entre ambos haciéndolo para atrás; golpeando con su dedo en el pecho del joven. - Deberías de dar gracias. Él sólo quiere un bien para ti, y tú en cambio te comportas como un niño malcriado.-
¡Zuko apretó furioso sus labios y su ceño se frunció notoriamente!
- ¡¿Niño?! – Se oyó colérico. - ¡¿Te has visto en el espejo últimamente?! – Esas palabras salieron inconscientes.
Esta se detuvo al escucharlo. Iroh hizo gesto de desagrado. Eso probablemente, no saldría bien…
- Mm…quizás tengas razón… – La voz sonó extraña. – Quizá no me he visto a el espejo, no sé, en unos… ¡DOCE AÑOS! – Gritó furiosa devolviéndole el gesto.
Zuko no lo entendió. ¡¿A qué demonios se refería?!
- ¡SOY CIEGA! – Tocó sus parpados inferiores. Haciendo alusión a lo dicho.
- ¡¿QUÉ?! – El príncipe se vió desconcertado. - ¡¿Cómo puedes ser ciega?! – Se vió incrédulo.
- ¡Lo que oíste! – Volvió a su pose de antes; cruzada de brazos. - ¿Por qué jugaría con algo tan estúpido? – Objetó segura.
El príncipe volteó a ver a su tío, como queriendo que este le dijera lo contrario. Sin embargo, este sólo le asintió a las palabras.
Lo pensó un poco, ahora que lo analizaba mejor, ¿por qué otra razón se acercaría a él de esa manera? Y sus ojos…en verdad lucían nublados, ¿no es así?
- Lo-lo siento.– Sonó un tanto inseguro de decirlo. - De haberlo sabido…-
- ¡¿QUÉ?! – Interrumpió en el instante. - ¿Qué fue eso? ¡¿Lástima?! – La chica ahora lucía molesta. - ¡No necesito de un trato especial! – Lo apuntó con el dedo. - ¡No soy ninguna discapacitada! – Lo encaró de frente. - Escúchame bien. ¡Soy la mejor maestra tierra que hayas conocido! ¡No necesito que nadie me ayude, que cuide o que sienta lástima por mí! – Sus palabras sonaron fuertes, intimidantes, 'sin despegarle la mirada'.
Zuko solo oprimía sus labios, por la molestia que le producía.
¡¿CÓMO SE ATREVÍA A HABLARLE ASÍ?! ¡Era una insolente y grosera! Sin embargo, desistió de su juego. Apretando sus puños y comenzando a caminar hacia otra parte, ¡no querría estar más ahí!
Se perdió entre los arbustos…
Iroh suspiró pesado.
- Bueno – Soltó sin remedio. - supongo que eso salió mejor de lo que esperaba.– Declaró resignado.
La maestra tierra quitó un poco su ceño al escucharlo.
- ¿A dónde vas, joven Lin? – La interrogó en cuanto notó comenzaba a marcharse.
- Necesito pensar.– Sentenció abriendo los arbustos frente a ella…
También desapareció.
Iroh se vio solo; por lo que no le quedó más remedio, que instalar un pequeño campamento donde preparar la cena, y alistar las cosas para cuando los jóvenes estuvieran de regreso.
…
- Estúpido Lee…– Mascullaba entre dientes.
Del enojo, no hizo nada más que un fuerte y agresivo tierra control.
¡ROCAS GOLPEANDO!
Sin querer habían quedado a unos cuantos metros de distancia, por lo que claramente le llegaban los ruidos de su entrenamiento.
- ¡¿Y ahora qué?! – Se dijo a sí mismo molesto, comenzando a caminar, a donde provenían los estruendosos sonidos…
Se topó con una pose firme, y correcta postura. Tal y como le habría encomendado su tío, de haber sido él.
De manera casi instantánea, se quedó a mirarla antes de siquiera terminar de llegar al lugar…
La chica daba golpes precisos y violentos, azotando rocas; reduciéndolas a guijarros.
El príncipe se vio prontamente impresionado; pues aún le parecía bastante delicada, pero a ella, parecía simplemente no importarle lo duro que esto fuera.
¡Enfrentaba de golpe y de lleno a aquellas inmensas colisiones!
Siendo un espectáculo… Increíble de admirar. Se dijo a sí mismo observándola mejor.
Suspiró pesadamente.
- ¡¿Terminaste?! – Sonó fuerte su encaro. Sacándole por completo de sus pensamientos.
¡¿CÓMO CARAJOS?! Se sintió avergonzado de ser descubierto.
- ¡Sé que estás ahí! – Giró su rostro por encima de su hombro, señalando a su dirección. – Puedo sentir a todas tus estúpidas vibraciones.– Completó.
Este apretó sus labios y puños; armándose de valor…
- ¡Lo siento! – Respondió de una vez por todas. - ¡Era mucho el ruido, y quise saber qué pasaba! -
No estaba mintiendo. Pensó analizándolo...
- Entreno. ¿Satisfecho? – Sonó con sarcasmo.
El príncipe lo entendía, comprendía su indirecta.
¡Lo quería lejos, lo sabía! Pero aún le causaba cierta curiosidad… El saber por qué su tío había confiado en ella para encontrarlo. Eso no era común.
- ¿Eres una caza recompensas? – preguntó de repente; producto de sus cavilaciones.
¡Vibró el suelo con la roca siendo azotada!
- Sabes…– Comenzó. - tu tío me mareó con historias de su muy habilidoso sobrino.-
Zuko soltó una mueca por esto.
- Pero ahora creo…-
¡Partió la roca!
- que solo te tiene mucho afecto.– Sentenció permaneciendo con una pose calma. Terminando de entrenar.
La cara del príncipe se descolocó.
¡¿Le estaba llamando idiota?! Frunció su ceño.
- ¡¿Y SI NO ERES UNA CAZARRECOMPENSAS, QUÉ HACES AQUÍ?! -
Toph alzó su ceja.
- Ese es asunto mío y de Mushi. No te compete.– Finalizó.
¡El príncipe no lo soportó más!
Bajó desde su lugar en lo alto; donde la observaba... ¡Cayendo de un salto habilidoso!
- No sé porqué pierdo el tiempo con una niña fanfarrona y grosera.– La encaró de espaldas, aguardando a que esta girase a su encuentro.
- Quizá sólo porque eres idiota.– Toph no le dio el gusto; no hacía falta. Disimuló su molestia con desdén; alzándose de hombros… Restando importancia.
Enfureció.
- ¡NO ME DES LA ESPALDA CUANDO TE HABLO! – Su voz sonó profunda, colérico.
- ¿O qué? – Retó continuando de espaldas.
- Tú y yo, en una batalla real. ¡Aquí y ahora! – Ordenó; estaba listo para enfrentarla.
- ¡Hm! – Lanzó una mueca maliciosa. – ¿Y todo esto sólo porque no quieres que te dé la espalda? – Seguía con ese tono sarcástica a su osadía. - ¿Cuál sería la diferencia? -
- … - Este no lo entendió.
¡En un instante…! ¡Se giró hacía él poniéndose lo más cerca que pudo! Alzándose a sí misma en un montículo de tierra.
Ahora estaba a su nivel.
Zuko volvía a sentirse incómodo. La chica lo 'miraba' intimidante.
- Eso sólo demuestra más lo tonto que eres.– Sentenció sin despegarle la mirada. - Soy…ciega.– Sonó desafiante.
Tan - cerca - de - él…
No supo si fue por recordarlo, por el movimiento, o por la forma tan diferente en que se lo dijo.
Oprimió sus labios con fuerza sin dejar de mirarla.
Estaban demasiado cerca. Pensó apartándose ligeramente.
Esta también le apartó su rostro al notarlo.
¡¿Por qué carajos la hacía sentir así?! Se cuestionaba frunciendo su ceño; volviendo a su nivel en el suelo.
El joven maestro quiso decir algo, pero ciertamente…no sabía qué.
Las palabras parecían haberse esfumado; como sí la osadía le hubiese cortado todo uso del habla.
¡Era un idiota por olvidarlo! Se reprochaba por sus acciones.
- ... yo – La voz salió a duras penas.
- Olvídalo.– Interrumpió a su intento sonando un tanto baja, molesta.
Zuko la observó; esta se volvía más allá, adaptando su pose de entrenamiento. Haciéndolo completamente de lado.
Él por su parte lo pensó, sería mejor no continuar con eso…
Se apartó de ella sentándose más allá, comenzando a lanzar unas cuantas piedrecillas a lo lejos. Realmente no sabía que ganaba con esto, pero admitía estar siendo muy imbécil con sus actitudes impulsivas.
¡¿Por qué carajos lo hacía sentir así?! Se cuestionaba analizándola mejor en sus poses. Nunca nadie lo había enfrentado de esa manera. Si lo pensaba, solo algunos cuantos generales y viles ladrones se atrevieron a hacerlo… Y ahora, su intriga por saber quién era, y por qué su tío la había elegido, lo carcomían.
Después de un largo rato sin hacer o decir algo; Toph sintió por fin cansarse, dejando salir todo indicio de enojo, calmando de a poco sus pensamientos...
- No…– Se escuchó baja. No estaba segura de su diálogo, pero intentaría hablar con el molesto muchacho, que no había hecho más que aguardar en su lugar. – No soy una caza recompensas, eso es seguro.– Completó con un tono más fuerte.
Cosa que sacó a Zuko de sus cavilaciones.
- Si lo fuera ya no estaría aquí.– Sentenció deteniendo nuevamente sus movimientos.
- Lo sé.– Concordó el chico, muy bajo; más para él que otra cosa.
Aún así, Toph lo escuchó… Ambos parecían calmos ahora. Pensó.
- Ayudé al anciano de tu tío a encontrarte, porque me pareció un buen sujeto.– Contó franca.
Zuko la observó por esto.
- Por lo que pude escuchar de él, le hacías falta para continuar, y él quería estar contigo…por si te hacía falta también. Debe ser genial, tener a alguien así en tu vida.– Sonó levemente seria.
El príncipe lo pensó un poco antes de contestar; sintiéndose levemente arrepentido con la chica que parecía estar siendo totalmente honesta.
- A veces mi tío…puede ser alguien sorprendente.– Sonó con algo de vergüenza por sus pasadas acciones. Por reclamarle.
Toph sintió a las agitadas vibraciones comenzar a formarse en el chico; notando su arrepentimiento genuino, y la verdad en sus palabras. Se giró a él sin decir o hacer algo diferente, mostrándose seria.
Zuko apartó un poco su mirada al notar, que esta comenzaba a prestarle su completa atención.
Continuó.
- Desde que tengo memoria, mi tío siempre ha sido quién ha visto por mí.– Admitió avergonzado. - Incluso más que mi padre…– Eso último salió inconsciente; parando de inmediato con eso. Giró a mirar a la chica que escuchaba. Sin embargo, esta permanecía igual. Conservando la misma expresión seria de antes prestando atención.
Un silencio brotó incómodo...
- Mis padres son la razón de que yo esté aquí.– Refutó a consecuencia a su comentario, y al notarlo. El joven estaba diciendo la verdad.
- ¿A qué te refieres? – Cuestionó bajo.
La maestra tierra comenzó a acercársele… Este la observó un poco extraño por su movimiento, pero aun así, esperó a que continuara.
Suspiró pesada.
- Nunca supieron lidiar con tener a una hija ciega.– Confesó con un rostro levemente baja. Sin despegar su mirada del suelo. Zuko se sorprendió ante esto. - Nunca me dejaron intentar algo nuevo, prefiriendo resguardarme en la alcoba, "donde nada malo pudiera pasarme". – Eso ultimo sonó con mera burla y sarcasmo, moviendo sus dedos resaltando lo dicho.
- ¿Y qué fue lo que hiciste? – Se atrevió a cuestionarla notando su rostro.
- Hui de casa para unirme a un grupo de patéticos perdedores. Pero no funcionó.– Se alzó un poco de hombros con gesto de: no importa.
- Entiendo.– Sentenció extrañado, con un ligero gesto en el rostro; pensativo.
- Después me encontré con tu tío vagando en el bosque. Lo derribé, me ofreció té, y luego te encontramos.– Agregó restando importancia al relato. Como si todo lo anterior no tuviera relevancia.
Zuko enarcó levemente su ceja; expectante.
Al parecer era muy extraña… Diferente a todo lo que hubiese podido pensar. Se dijo analizando sus hechos. Las únicas chicas con las que tenía experiencia, eran Azula y sus amigas. De ahí en fuera, todo era mera coincidencia y sin importancia. Sin embargo, la maestra tierra no encajaba con ninguna de ellas…aunque…no es como que le molestara. Al menos no del todo. ¿De qué otra forma la habría interrogado entonces? Se cuestionó a sí mismo pensando en la razón por la cual su tío la aceptaría. Era un caso sumamente inusual. En todos sus años, en búsqueda del Avatar, nadie más que sus hombres los habían acompañado; y de pronto, aparecía ella sin más... Aunque era obvio que su tío no le había revelado sus verdaderas identidades.
- ¡Chicos! – Sonó la voz de Iroh desde arriba de la pendiente. Sacando a ambos de sus pensamientos. – ¡Joven Lin! ¡Sobrino! – Insistió el llamado.
Toph, quien había permanecido callada después de toda esa "conversación", se incorporó levemente de su lugar; prestando atención.
- Creo que debemos volver.– Sugirió con un tono notándose mucho más calma. Ya no tendría nada más que preguntarle o decirle al muchacho. Pensaba sin despegar la mirada del suelo.
El maestro fuego sólo asintió.
Pronto ambos se vieron parados frente a la pendiente.
¡Hizo uso de su tierra control! Salió disparada por los aires. Alzándose en una columna de roca; aterrizando encima del desnivel.
El príncipe la observó levemente impresionado al saber, que se le había adelantado pensando en como subirían.
¡Se echó a correr! Aprovechando la columna de roca para tomar impulso. ¡Subió habilidoso y cayó sobre la pendiente!
Cuando estuvo arriba, se dio cuenta de que Toph lo esperaba; cruzada de brazos con una ceja levemente alzada, mirándolo con un ligero gesto 'incrédula'.
Zuko sólo la miró pasando de largo, continuando su trayecto de regreso al campamento improvisado…
- ¿Qué pasa, tío? – Cuestionó el joven maestro al llegar.
Iroh se despabiló ante su pregunta.
Estaba impresionado de ver, a ambos jóvenes regresando. Los había visto irse molestos, y ahora regresaban…juntos.
- Nada en particular, sobrino.– Atendió a su duda de manera calma y serena. - La cena está lista.– Sentenció amable con una ligera sonrisa.
- ¡Estupendo! ~ La voz de Toph sonó bastante emocionada. Haciendo que Zuko voltease extrañado. - ¿Qué tenemos para el menú de esta noche, Mushi? – Cuestionó con voz juguetona, acercándose al viejo.
- Un estofado gurmé de conejo antílope.– Su tío le dedicó una sonrisa con el mismo entusiasmo y juego.
El joven lanzó una mirada con cierto repudió, por tal acto de aparente "confianza y afecto".
¡¿Qué se suponía que significaba?! ¡¿Acaso eran amigos de antaño? ¿Una prima perdida de la cual no sabía?! Se cuestionaba dudoso y confundido.
- ¡Fabuloso! ~ Dijo tomando un tazón, colocándose con gracia en el suelo… Con cierto toque de 'elegancia'.
Zuko estaba atónito, de repente parecía ser…¡¿amable?! ¡No lo podía creer!
- ¿No tienes hambre, sobrino? – Cuestionó el ex general al ver la expresión en su rostro.
- Sí.– Sentenció seriamente, despabilándose y sentándose a lado de la joven en el suelo; sin muchos modales. Estaba molesto.
Iroh lo notó, pero lo dejo pasar y le sirvió su plato…
Los tres se encontraban cenando del delicioso estofado, por lo que el humor de Zuko se vio gratamente mejorado. Hacía tanto que no probaba de buena comida, pero… ¡¿desde cuándo su tío sabía cocinar?! En su tiempo con él, ¡jamás lo había visto hacerlo! Volteó a verlos ligeramente furioso, ¡¿esto qué demonios significaba?!
Sin darse cuenta, el príncipe comenzaba a sentir celos de la pequeña maestra, que ahora parecía acaparar toda la atención y habilidades de su tío.
Se hubo terminado de sumergir en su tazón y pensamientos, cuando al escuchar las anécdotas del viejo, esta parecía más que relajada y entretenida; riendo a carcajadas estruendosas y golpeando el suelo como si de lo más gracioso se tratara.
¡Era irreconocible! ¡¿A dónde se había ido la malhumorada y grosera?! Su versión malvada era vilmente sustituida, por una con modales, clase; y hasta sentido tenía del humor…
Se sintió aislado y perdido, en sus aparentes "reproches" (berrinches).
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