Capítulo 2. Elige bien.

El grupo de peculiares individuos, estaba conformado por: un viejo alegre, un adolescente malhumorado y una joven señorita petulante. Caminaban siguiendo su rumbo hacia Gaoling.

- ¡¿Te parece divertido?! – Sonaba colérico.

Los días se habían tornado en un intercambio constante de pequeñas riñas y bromas pesadas. Las cuales, no tenían más objeto que divertir a la joven que adoraba molestar, al irritable sobrino…

- ¡Mucho! – Asintió lanzándole una boba, enorme y malvada sonrisa, apartándose de él.

¡Gruñó con ganas de querer quemarla viva!… Hoy simplemente, no era su día.

- ¡¿Por qué dejaste que se nos uniera?! – Está vez su reclamo sonó diferente, comenzaba a realmente molestarle su actitud despreocupada e impertinente ante todo.

A lo cual, la chica lo sintió levemente ofensivo; decidiendo ignorarlo. No es como que fuese a quedarse con ellos por siempre. Estaba más que lista para volver a su hogar… Pensó moviéndose de su lugar.

- Sobrino – Comenzó la voz calma. – deberías de tratar mejor a la señorita Lin. Más en estos, que son sus últimos días con nosotros.-

El chico volteó a verlo extrañado.

- ¿A qué te refieres? – Interrogó bruscamente ante el comentario.

- ¿No lo sabías? – Interrumpió sarcástica a su queja; queriendo ocultar su reciente desagrado. - No me quedaré para siempre, Princesa.– Exclamó caminando más allá. - Nos dirigimos a mi hogar. Una vez este cerca de ahí, podrás deshacerte de mí.– Sentenció sentándose en una gran roca, dejando caer su cabeza hacia atrás, restando importancia a lo dicho.

- ¿Te iras? – Ahora sí sonó confundido.

- ¿Qué? – Alzó su 'mirada' de nuevo ante su reacción. - ¿Acaso te importa? – Replicó con el mismo sarcasmo lanzando 'una mirada con odio'. Mentira, solo estaba molesta.

El príncipe volvió a fruncir el ceño por su comentario, su pasada queja no tenía que ver con que quisiera que se marchara. Es decir, ¡Sí!, le molestaban sus bromas ¡y mucho! Pero…no todas eran tan malas, a veces eran para Iroh. No pensó que simplemente regresaría con sus padres…

"- ¿Qué clase de sujetos viajan sin casa de campar? – La chica le recriminaba acostada en un montículo de tierra que ella misma formó. Dirigiendo su 'vista' hacia el cielo.

- ¡Aghh! – El príncipe gruñó intentando ignorarla.

- ¿Qué? Yo sólo digo la verdad.– Siguió. Tenía ganas de molestarlo.

- Por lo menos yo estoy haciendo algo.– Respondió a el comentario con reproche.

Era obvio que Toph ya lo tenía resuelto. Por lo que simplemente quería vacilar; pero ahora, por consecuencia de sus actos, el príncipe le había recriminado su holgazanería… Tal y como lo había hecho la maestra agua y Avatar en el pasado.

- ¡¿Eso crees, Princesa?! – Lo encaró molesta.

- Sólo digo, que tú tampoco viajas con una. ¿O sí? – Su voz sonó irritable.

Pasaban en medio de un valle despejado, casi desierto; con una fuerte tormenta avecinándose sobre sus cabezas. Sentían el aire fresco, y el olor a tierra mojada acercándose. Haciéndoles saber, que no tardaría mucho en llegar a ellos.

- Yo no la necesito, "genio" – Dijo moviendo sus dedos resaltando su comentario sarcástico.

La maestra tierra bajo de su lugar, golpeándolo con el brazo para que este se hiciera a un lado. Acto seguido…

¡Hizo de su tierra control!

Alzó un terreno alto con una amplia casa de campaña de roca que brotaba sobre un desnivel.

- Mushi puede dormir en ella.– Sentenció tomando sus cosas; arrojándolas adentro.

Zuko la miró sorprendido.

- ¡Pudiste haber hecho eso desde un principio!, ya habríamos encendido fuego dentro y…-

- ¿Habríamos? – Interrumpió cruelmente. - ¡Tú dormirás afuera! – Sentenció apuntando una dirección (al azar) con el dedo.

- ¡¿QUÉ?! – El rostro de Zuko se descolocó, mostrando más que sorpresa.

- ¿Qué eres sordo? – Soltó incrédula. - ¿Por qué dejaría que durmieras en MÍ refugio? ¿Y con esa actitud petulante? – Se cruzó de brazos. - Pídemelo por favor.– Lo encaró con una ceja alzada, y una pequeña mueca malvada surcando en sus labios.

- ¡NO LO NECESITO! – Explotó.

¡¿QUIÉN SE CREÍA QUE ERA?! ¡¿PEDIRLE POR FAVOR?! ¡ESTABA LOCA! Se decía tomando sus cosas.

Se marchó.

- ¿A dónde va Lee? – Preguntó el viejo, viendo como se iba; él apenas hubo regresado de recolectar leña.

Mushi no estaba preocupado por la tormenta, sabía que Lin tenía ese punto cubierto.

- No lo sé. Algo parecido a que no quería dormir aquí.– Mintió.

Sí, le había molestado su reproche, y sí, lo había querido hacer "pagar" por su encaro; pero, tampoco era como para que se fuera de esa manera. ¡Era un obstinado!... Además, ¡sólo estaba jugando! Pensó cruzándose de brazos de nueva cuenta, resoplando un poco su flequillo por lo ocurrido. Semejante patán malhumorado. Bufó.

Aparentemente la tormenta tardó más de lo previsto en llegar. La noche cayó; y con eso el sueño de los maestros…

Lo sintió.

¡La tormenta por fin se abría paso!

Salió presurosa. Pues aunque el chico se hubiese marchado, sabía perfectamente en dónde estaba.

¡Trueno y relámpago!

El fuerte sonido lo despertó de golpe; y al tiempo, la figura más allá de él lo sorprendió.

¡Blandió sus espadas! Por instinto.

¡La tierra tembló bajo de él!

- ¿Lin? – Sonó extrañado. Reconociendo al instante el movimiento.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer… Esta solo se giró de regreso al campamento.

- ¡Espera! – Pidió al levantarse de su lugar.

¡La lluvia sobre ellos empezaba a arreciar!

La alcanzó; tomándola por el brazo.

- ¡¿Qué se supone que haces?! – Interrogó bruscamente. Sintiendo a el agua a correr, empapando todo a su paso.

Seguía molesta con él; pues por obstinado, había tenido que salir a socorrerle en medio de la tormenta.

- ¡¿Tú qué crees, bobo?! – Exclamó soltándose de su agarre.

No hacía falta explicárselo, era obvio que había ido ahí para ayudarle...

¡La lluvia se desató más fuerte!

- ¡Quedaremos mojados! – Sentenció empezando a cubrirse con el brazo, sonando casi preocupado y quejumbroso. – ¡Hay que regresar! – Soltó como orden; comenzando a sujetarla por el hombro para que avanzara.

La chica dio un respingo por esto, pero accedió.

Regresaron a la casa de campaña de roca más pequeña, ya que era más fácil por cuestión de distancia, y por lo fuerte de la tormenta al desatarse.

Escuchaban a los truenos y lluvia recia afuera de ese refugio…

Las gotas de agua escurrian del cabello de ambos, y sus ropas estaban empapadas.

Ninguno de los dos decía nada, tampoco era como que intentaran hacerlo. Sólo se escuchaban a sus agitadas respiraciones, por haber corrido bajo la lluvia… Zuko habría querido hacer uso de su fuego control para secarse, y volver el ambiente más cálido. Pero no era lo correcto.

Finalmente.

- Gracias.– Musitó serio.

- No hay de qué.– Respondió de la misma manera."

- No es lo que quise decir.– Se contradijo al recordarlo. Girando de espaldas a ellos. - Creí que te quedarías.-

Los ojos de la maestra tierra se movieron ampliamente sorprendidos. Al igual que Iroh, jamás creyó que su sobrino fuese a decir algo como eso.

Zuko solo caminó, se marchaba un lugar en solitario.

- Estúpido Lee.– Masculló al reaccionar.

La verdad, es que ella también comenzaba a cuestionarse la idea.

"El resto de gotas de lluvia caía sobre las verdes hojas de afuera…

Su cabeza se inclinó muy para un lado, despertándolo y cayendo en cuenta, de que se había quedado dormido. Al recobrar un poco la conciencia, recordó que estaba en la pequeña campaña de tierra y que no estaba solo, pues la sintió.

Quien lo había acompañado, estaba recargada en su hombro, con su mejilla sumergida en él.

¡Los ojos del príncipe se abrieron tanto como pudo!

¡¿Cuándo pasó esto?! Se cuestionó en seguida. Seguramente en algún momento de la noche. Pensó tratando de controlarse; él no era de las personas a las que les gusta que invadan su espacio personal, pero lo entendía.

No sabría que sería mejor; si despertarla, o dejar que ella misma se diera cuenta de sus acciones…

- Hhmm – Soltó un sutil gruñido arrugando la nariz.

¡¿QUÉ DEMONIOS?! Si antes podría pasar desapercibido que se había despertado antes que ella, ¡ahora sí que no podría ocultarlo!

Tomó aire en sus pulmones.

- Lin…– Sonó ligeramente.

- ¿Qué quieres? – Contestó somnolienta; sin muchas ganas y con pesadez.

La observó más por su reacción.

- ¡Lin, ya es de mañana! – Sentenció rápido y preciso; obligando a su propia conciencia a reprimir todo hecho o pensamiento.

Los ojos de la maestra tierra por fin se abrieron.

- ¿Ah, sí? – Sonó como un quejido berrinchudo tallándose los ojos; separándose de él.

Se estiró ligeramente moviendo sus hombros y cuello, y como su largo cabello negro se encontraba parcialmente suelto, por el ajetreo de anoche, no dudó en acomodarlo y sujetarlo en seguida con aquella característica diadema.

Zuko permanecía en silencio.

- No eres tan cómodo como pareces.– Sentenció una vez estuvo lista para salir de esa campaña de tierra.

- ¿Qué? – Musitó con la mirada y voz denotando más que desconcierto…

¿Ella sabía que estuvo recargada a él todo este tiempo? Se cuestionó sintiendo una profunda confusión en su pecho y estómago. Sin embargo, ella no lucia incomodada por el hecho, ni siquiera parecía molesta; nada. Al contrario, parecía que lo tomaba como: "un hecho sin relevancia".

- Vamos.– Soltó simple. - Mushi debe estar preocupado.-

Hizo movimiento con las manos, abriendo la casa de campaña de roca.

La luz entró cegadora.

Cosa, que pudo hacerlo quejarse y al tiempo, salir de sus aturdidos pensamientos.

- Sí.– Afirmó bajo y serio.

Quizá sólo eso era. Un hecho, sin relevancia."

Llegó a un lugar despejado.

¿Qué era lo que esperaba realmente? Era obvio que nadie podría quedarse por mucho tiempo con ellos.

La brisa soplaba…

Se quedó quieto por un momento. Por algo sólo eran él y Iroh, se recostó sobre la hierba. Por algo seguían siendo…fugitivos.

"Gorgoteo y vapor.

Llegaron a un acumulado de rocas y estanques termales; deteniendo su paso para aprovechando la oportunidad de darse una ducha y relajarse.

- Tío, no tenemos tiempo para esto. ¿No recuerdas que fue lo último que pasó cuando te diste una ducha? (lo habían secuestrado) – El príncipe lo cuestionó antes de que el hombre se deshiciera de su túnica.

Aunque no iba a mentir, él también tenía tiempo apeteciendo una ducha.

- No percibo a nadie cerca.– Respondió la maestra tierra en su lugar; comenzando a apartar sus abultadas ropas.

Siempre llevaba consigo, "el traje para nadar" debajo. Un top strapless en tono amarillo mostaza, que dejaba ver su abdomen. Y un short de largo hasta el muslo, en color chedrón.

Rápidamente emprendió su camino en dirección al estanque, pero al llegar ahí…

Detuvo levemente su paso; sosteniéndose de las rocas por toda la orilla. La maestra tierra no lo iba admitir, pero aunque el aglomerado de agua estuviera bajo, debía ser precavida. No sabía nadar.

Al chico le causó cierta gracia ver su acto de valía, siendo opacado por el miedo al agua… Sin querer se sonrió.

- Ahh… ~ Se oyó al suspiro relajante, por fin entrando al agua; en señal de que esta estaba deliciosa.

- Lo ves, sobrino. No hay nada de qué preocuparse.– La voz de Iroh sonó calma, y en extremo relajada.

Zuko solo soltó una ligera mueca pensativo, pero al final; accedió comenzando a quitarse sus ropas, dejando sólo su short…

No quiso admitirlo, pero el agua realmente estaba deliciosa.

Ahora los tres individuos descansaban en el estanque termal.

- ¿Saben que haría esto aún más relajante? – Se alzó la voz de la joven sacando a ambos hombres de sus laureles.

- ¿El qué? – Respondieron al unisón.

- ¡Mascarillas de barro! – Sonó entusiasta.

- ¿Qué? – El príncipe se vio desconcertado.

El agua se agitó al levantarse de su lugar.

- Sólo hay algo que me gusta más que la tierra. – Comenzaba a explicar. - Y eso es, ¡el barro! – Expresó. Avanzando un poco dudosa al caminar, pero logró llegar al centro. - En el fondo de este estanque, yace barro; ¡y quizá del mejor! Puedo sentirlo.-

Acto seguido, con un rápido movimiento de brazos; sacó de aquel fango color café-guindásea.

Extendió sus manos con la lodosa mezcla.

- Tú vas primero.– Sentenció decidida con 'una mirada desafiante' y ligera sonrisa.

- ¡Estás loca! – Replicó en seguida, quejumbroso. - No dejaré que pongas esa cosa en mi cara.– Hizo gesto a su queja con la mano.

- Ciertamente me vendría bien un poco de relajación adicional.– Sentenció Iroh con cierto tono de gracia al ver la escena que los jóvenes repartían. - El barro posee poderosas fuentes curativas y desintoxicantes.– Expresó calmo.

- ¿Lo ves? – Replicó con tono soberbia; restando importancia a su negativa.

El príncipe seguía sin cambiar de opinión.

- ¡Uhm! – Se alzó de hombros. - Si así lo quieres.– Continuó.

De un movimiento rápido, untó el barro en la cara del despreocupado hombre.

- ¡Perfecto! – Se vio gustosa.

- Ahhh ~ Mushi se recargó en la roca, disfrutando del tratamiento…

- Tú sigues.– Lo encaró 'observando' por encima del hombro.

- No.– Replicó serio, mirando un tanto inseguro con su ceño fruncido. No quería que se acercara…

- Vamos, querido sobrino. No tienes nada…que…-

¡Sonó el ronquido!

Ambos maestros lo miraron extrañados.

- Jijiji ~ soltó su risilla burlona. Mushi no dejaba de ser un anciano curioso… Pensó divertida ante el acto.

Zuko solo la escuchó reírse.

- ¿Y bien? – Cuestionó ligeramente burlona y por lo bajo; no querría que Mushi se despertara.

El príncipe la observó. Realmente no iba a desistir, ¿o sí?

Suspiró largo y pesado…

- Está bien.– Soltó aceptando casi sin ganas; permitiéndole que lo hiciera.

El agua volvía a agitarse al abrirse paso. Toph avanzaba hacia él, manteniendo en su rostro cierta mueca victoriosa.

Esto no lo hizo sentirse mejor, pues en cuanto hubo terminado de "llegar", se colocó justo frente a él; haciéndolo sentir incómodo.

Sin embargo, posó sus manos sobre su rostro, con cuidado.

Cosa, que no había hecho con Iroh, ella solo hizo uso de su tierra control, la maestra lo sabía muy bien; estaba siendo…diferente con él.

El príncipe pasó saliva, la chica no tenía una mirada en específico. Sólo lo 'observaba', como con delicadeza. Sus manos comenzaron a pasar por toda su cara… Pero al posar sus dedos cerca de su marca.

- Suficiente.– Sentenció tomándola por las muñecas.

- No te preocupes, Princesa. Sé de tu cicatriz.– Replicó enseguida sacándose a ella misma de sus pensamientos; y el agarre. - Acabé.-

Se giró al instante queriendo ocultar lo ocurrido, avanzando más allá…

Zuko la miró detenidamente, esta volvía a sacar del fondo otra porción del barro lodoso, y se la untó de un solo movimiento.

Las dudas en el maestro fuego brotaron en seguida. ¿Cómo es que sabía de su cicatriz?

De nuevo se encontraba en su lugar; sin decir nada. Recargando su cabeza en unas cuantas rocas. Extendiendo sus brazos, como dejando que el agua termal y la mascarilla "hicieran su efecto". Mentira, en realidad quería ignorar todos los pensamientos, que sin querer se le habían acumulado en la cabeza…

Aunque le costara aceptar, quizá empezaba a llevar demasiado tiempo con esos dos. Lo cual, le estaba provocando desarrollar un cierto toque de…"afecto".

No sólo por Mushi, a quien consideraba como a un gran amigo y mentor. Sino también, por Lee. Ese exasperante sujeto, últimamente la ponía de un especial humor.

Aunque la mayoría de las veces quisiera enterrarlo vivo.

Agitó su cabeza intentando ignorarlo. Estaba más que dispuesta a volver a su hogar. Se dijo así misma disimulando sus cavilaciones. Resopló su flequillo.

El príncipe no sabía por qué, pero todo eso le había resultado sumamente extraño; sentía a una leve palpitación en su pecho…

¡¿Qué demonios significaba todo esto?! Se cuestionaba por la confusión que le causaba tener a la maestra tierra especialmente cerca.

¡Frunció su ceño! Dejándolo pasar…

También se recargó en las rocas".

Sin darse cuenta se quedó dormido.

Sus sueños con los eventos de los últimos días comenzaron a surgir, recordando lo vivido; y también teniendo pesadillas…con el Avatar.

¡Crack!

El pequeño crujido lo despertó.

Haciendo que en seguida se pusiera en guardia. No vio a nadie, pero sin duda, no estaba solo…

¡Dagas al aire!

Una barrera de roca las paró. Haciendo que se viera ligeramente sorprendido.

¡Lin salía de entre los arbustos!

Con otro rápido movimiento, se desplazó hasta quedar junto a él; pronto el viejo Dragón del Oeste también se encontraba ahí.

¡El chico se alzó petulante!… ¡Juntos acabarían con los intrusos!

- Miren nada más, ¿qué tenemos aquí? – Sonó ronca la voz del hombre, proveniente bandido de la Nación del Fuego.

Él, y su grupo de caza recompensas, estaban tras la pista de los sujetos: "El príncipe exiliado y el ex general Iroh".

- Como te has descuidado, ¡Oh, gran dragón del Oeste! – Sonó con sorna y osadía, dejando ante los oídos de la maestra tierra, la verdadera identidad del viejo maestro.

Se escucharon las risas de los sujetos que lo acompañaban.

Zuko se tensó por esto, no sabría con certeza la reacción de la chica; además de sentir furia por la osadía de aquel tipo por faltarle al respeto a su tío. Sin embargo, la maestra tierra no cambió ni un poco su expresión o pose de combate. Iroh también permanecía sereno con expresión de matón. Al ver esto.

- Más vale que se alejen de aquí si saben lo que les conviene.– Amenazó con voz firme el joven maestro.

El tipo lo miró con soberbia.

- Parece que los años en el exilio no te han servido de mucho, ¿verdad? Príncipe bobalicón.– Ese comentario salió con veneno.

- ¡Arrgghh! – Gruñó apretando los dientes.

Iroh lo tomó por la túnica; haciendo gesto a que se calmara.

- Dime, Boro.– Comenzó a cuestionarlo, pues los conocía de antes. - ¿Qué es lo que pretendes? -

- ¿Qué no es obvio, viejo? – Respondió petulante al sujeto - ¡Quiero sus cabezas! La Nación del Fuego ofrece una gran recompensa por ustedes.– mostró el panfleto. - Aunque no especifica, si los quieren vivos o muertos.– Sonrió malvado.

De nuevo se oyeron las risas malévolas de los sujetos alrededor.

- ¡Para mí sólo suenas como un charlatán! – La maestra tierra abrió la boca, sólo para dejar escapar un poco de sus comentarios irritantes.

Zuko la miró de reojo.

- ¿Tú quién eres, niñita? – Respondió el tipo burlón menospreciando. - ¿Acaso te perdiste en el bosque? – Sonó imitando su voz aguda.

Las risas volvieron a sonar.

- ¡Jajaja, qué gracioso eres, hombre! – Sonó con claro sarcasmo. - ¡Soy la niñita que te pateará el trasero! – Lo apuntó amenazante con el dedo.

¡Las risas sonaron estruendosas!

Zuko y Iroh tan sólo se observaron en señal de complicidad…

- ¡¿TÚ?! ¡POR FAVOR, NO ME HAGAS REÍR! – El tipo aún no se recuperaba de su risa cuando...

¡De un fuerte golpe a la tierra, una columna de roca lo mandó a volar!

El grito del tipo grande salió agudo al salir disparado por el aire.

Segundos en caída…

¡Cayó!

¡Rematándolo al instante con otro movimiento de tierra control; dejándolo inconsciente!

Los tipos se vieron sorprendidos de ver al "jefe", completamente aniquilado. Pareció tomar unos segundos asimilarlo… Sin embargo;

Los gruñidos de los hombres se escucharon tomando sus armas.

¡Ráfagas de fuego y rocas salían por todas partes!

La maestra tierra los cubría parcialmente, lanzando a la par proyectiles para golpear a los sujetos.

Zuko peleaba a fuego y espadas, cubriendo las espaldas de Lin y su tío…

Estaban tan sincronizados, que sus movimientos parecían ensayados. Una mueca brotó, cuando este decidió aprovechar una de las tantas columnas de tierra que produjo; haciendo temblar las cosas bajo sus pies, ¡impulsandose para dar una gran patada!

¡Ráfaga de Fuego!

- ¡¡AHHHH!! – Sonó el tipo neutralizado tras el golpe.

Cayó inconsciente…

Al príncipe se le salió una gran sonrisa victorioso, ¡habían terminado con todos!

A la vista resaltaban bandidos enterrados y/o desmayados a causa de los golpes.

¡Pronto el trio huyó lejos de la escena del crimen! Volviendo a ocultarse en el bosque…

Una vez llegaron a un apartado lugar.

¡Sus espadas otra vez se blandieron!

- ¡¿Qué demonios crees que haces?! – Lo cuestionó visiblemente molesta, extrañada y sorprendida.

Apuntaba directo hacia ella…

- Ya lo sabes, Lin.– Pronunció totalmente a la defensiva.

- ¡Acabo de arriesgar mi trasero por ti!, ¡¿y así me lo agradeces?! – Encaró completamente furiosa; apretando los puños en pose retadora.

- Sí, lo sé, pero arriesgaste tu vida por Lee, no por .– Sentenció completamente serio.

Iroh tomó ligeramente a Zuko del hombro para que se calmara…

- ¡¿Y qué pensaste que haría, gran bobo?! – Se miraron extrañados. - ¿Acaso pensaste que cobraría por sus cabezas? – Se movió en pose de: "¡Eso es ridículo!"

- ¡¿AH, NO?! – La interrumpió molesto. - ¡¿Qué no sabes quién soy, o quien es él?! – Permaneció sin bajar la guardia. No podía creer que ella lo tomara como un hecho más.

Hizo un movimiento de tierra control, alzando una roca para sentarse.

¡Se alteró! Pero Iroh de nuevo lo tomó por el hombro. Toph le enarcó una ceja, incrédula.

- No te enciendas, Chispítas.– Replicó a su movimiento; tomando con paciencia su lugar.

Iroh de todas formas lo sujetaba…

- Cualquiera que sepa un poco de historia.– Comenzó. - Sabría que "El Gran Dragón del Oeste" – Hizo gesto con la mano a lo obvio. - fue el único general de la Nación del Fuego en derribar la gran muralla.– Completó simple.

Zuko observaba a su tío por esto…

- Pero ¿tú? – Sonó de nueva cuenta. - No tengo idea de quien seas.– Soltó con gesto de "ignorancia" moviendo sus manos.

- ¡Arrgghh! – ¡Volvió a enfurecer!

Iroh lo sujetó.

- Creo que a lo que Lin se refiere, sobrino.– Sonó Iroh intentando intervenir en la escena. - Es que no te has presentado adecuadamente con ella.– Mintió.

El viejo maestro sabía que Lin era bastante pícara, y lo mucho que adoraba molestar a su sobrino… Esta asintió en señal de inocencia.

El príncipe respiró profundo, tratando de calmarse.

- Soy el Príncipe Zuko, primogénito del Señor del Fuego Ozai y la Princesa Ursa. Futuro heredero de la Nación, y próximo a ascender al trono.– Su voz sonó fuerte, con decoro. Tal y como haría, un príncipe.

Toph bostezó…

Zuko la miró con sorpresa.

- ¿Quieres saber lo que escuché? – Dijo encarándolo de nueva cuenta. – Bla bla Señor del Fuego, bla bla trono.– Movió la mano menospreciando el galardón.

- ¡ARRGGHH! – Volvía a gruñir colérico.

- ¡Jajaja! – Por fin soltó su risa. - ¡No tienes de qué preocuparte, Chispíta! – Se vió segura; levantándose de su lugar en la roca. - Su secreto estará a salvo conmigo.– Se vio muy convencida de lo que decía.

El príncipe, quien todavía era sujetado por su tío, la observó detenidamente; esta se había colocado justo frente a ellos… Su postura cruzada de brazos y sonrisa pícara no la dejaban mentir. Estaba siendo honesta con él y con el ex general.

El maestro fuego comenzó a relajar su postura, pensándolo un poco mejor.

- Bien.– Fue lo último que sentenció.

La chica le devolvió una última sonrisa. Iroh por fin respiró. Esta regresaba a su lugar en la roca. Zuko la siguió con la mirada…parecía solo querer descansar. Quitó de apoco lo abultado de su ceño.

Después de un rato, comenzaron con lo que pareció su nuevo lugar de campamento.

Ella levantó su habitual campaña de tierra para los tres, Zuko encendió una fogata que situó en medio del lugar "alumbrando la zona", esta vez hizo uso de su fuego control; y su tío preparó de su excelente té y rica cena…

- Es más fácil así, ¿no? – Se atrevió a preguntar.

- ¿El qué? – Cuestionó un príncipe pensativo sin dejar de ver a el fuego.

Las brazas crujían frente suyo.

Habían estado muy callados armando aquel lugar. Pues aunque fueran Mushi, Lee y Lin; ya no se sentían como antes…

- El fuego.– Respondió curiosa. - La fogata y la cena estuvieron antes, gracias a su fuego control.– Declaró sin pensarlo demasiado.

El chico alzó su ceja expectante por esto, ¿a qué se refería exactamente?

- Debe ser…relajante.– Expresó soltando sus ideas. - Ya no tendrán que ocultarlo más. Al menos no conmigo.– Completó.

Iroh sonrió complacido.

- Creo que es verdad, joven Lin.– Concordó sereno. - Agradezco tu más sincero gesto de tolerancia hacia mí y mi sobrino.-

Extendió su taza con té a la joven.

Esta estaba en el suelo sujetando sus rodillas; como si pensara muchas cosas…

- No hay porque agradecer, General.– Replicó simple tomando la taza. - Para mí seguirás siendo Mushi.– Soltó con una pequeña y leve sonrisa, intentando ser amable. Aunque se sintiera consternada.

- Por favor, señorita, llámeme Iroh.– Soltó con aquel tono alegre y amable que siempre lo caracterizaba. A pesar de la situación.

Ese último gesto, le dejó claro a la maestra, que las cosas ahora serian diferentes.

Se lo había estado preguntando. Si bien era cierto que no pensaba delatarlos, tampoco era como que quisiera depositar toda su confianza… Lo cual era extraño, pues hace apenas unas horas atrás, habría querido hacer cualquier cosa por ellos. Como salvarlos o luchar a su lado. Incluso consideró el no volver a casa, y dejar todo eso atrás; siguiéndolos a donde fuera. Pero ahora que lo sabía, sentía como si un vacío enorme los separara.

Zuko por su parte, permaneció en silencio… Quizá pensando lo mismo que ella.

Antes se había cuestionado si realmente quería que Lin se marchara, pero ahora que sabía quiénes eran. Las cosas parecían complicarse, como si el paso de confianza se hubiese desvanecido. Y aún peor, como si lo dicho por ella, fuese mentira. No quería pensarlo, pero lo temía.

Se recostó en el suelo. Como dejando que todo en su cabeza se disipara; tapando su vista con el brazo, "intentando dormir"

El ambiente se tornó en un silencio pesado, la situación no era agradable. El trio lo sabía.

¡Se despertó de golpe en medio de la madrugada!

Una vibración se acrecentaba… ¡Esas malditas! Descifró al percibirlo mejor. Seguramente seguían tras del trio de idiotas. Ya habían durado mucho a decir verdad. Se dijo analizando los hechos.

- ¿Qué ocurre, Lin? – Escuchó a la ligera voz rasposa, viniendo más allá…

Respingó por lo inesperado. No sabía que estaba despierto.

- Creí sentir algo.– Respondió por lo bajo.

Zuko la observó mejor por esto, como esperando a su siguiente reacción.

Toph lo entendió en seguida.

- Nada importante, Chispítas.– Sentenció recuperando su postura en el suelo. - Vuelve a dormir.-

Cerró los opacos ojos "intentando dormir". Mentira, ahora tendría más cosas en que pensar…

Toph sabía perfectamente quién era él. No como tal, pero sabría por Sokka; por escucharlo quejarse del tipo obsesivo que los perseguía a todas partes, en busca de Aang. Si podía recordar algo de eso, era su nombre… Zuko.

Se dio la media vuelta.

El príncipe sólo la miró con un gesto incrédulo… "cediendo", a dejarlo pasar.

- ¡Tío! – Se escuchó a lo lejos.

El viejo maestro se despertó de golpe, soltando lo que pareció un ronquido interrumpido.

Toph también lo escuchó.

- ¡Tío, ven a ver esto! - Persistía el llamado…

- ¿Qué es lo que ocurre, sobrino? – Llegó el viejo caminando lento.

- Parece que Azula ha pasado por aquí.– Sentenció tornándose más serio.

- Ah…ya veo.– Expresó el hombre posando la mano sobre su barba.

- ¿Crees que esté tras nosotros? – La pregunta sonó dudosa.

- No lo creo. Conociéndola, ya habría dado con nuestro paradero.– Sentenció seguro.

El chico lo pensó mejor…

- ¿Crees que? – Su voz se oyó ligeramente esperanzada.

- Podría ser la razón.– Expresó; continuando con su mano pasando sobre su barba.

- ¡Tenemos que seguirla, tío! – El príncipe ordenó muy seguro de eso; y levemente exigente al decirlo.

Iroh dio un largo y resignado suspiro; pero no contradijo a su sobrino.

Toph, quien ciertamente lo siguió. Confirmaba lo que más se temía…

¡El era Zuko! El mismo chico obsesivo tras de Aang. ¡Los maestros regresaban al campamento…!

Bostezó disimulada.

- Buenos días, joven Lin.– Saludo gustoso el viejo maestro, viéndola "estirarse" mientras salía de la campaña.

- Buen día, Iroh.– Respondió también. - Chispitas.– Sonó burlona.

- No me llames así.– Replicó levemente irritado.

- Ah, ¿prefieres que regrese a Princesa? – Cuestionó siguiendo su broma.

La maestra tierra estaba más que dispuesta a fingir mera demencia, sobre todo por lo que acababa de escuchar… Tenía que disimular.

Este bufó por el comentario. Ahora tenía cosas más importantes en las cuales pensar. Se dijo así mismo alejándose de ella.

Lo sintió marcharse.

¿Qué es lo que haría ahora? Se cuestionó así misma mientras estiraba sus brazos y piernas; preparándose para continuar con su día.

Toda la mañana estuvieron vagando, se dieron una ducha, Iroh cantó sus siempre bien merecidas melodías, y reposaron en un nuevo lugar.

Especialmente hoy, Zuko parecía no tener ninguna especie de reproche o reclamo. Había permanecido más que callado ideando su plan; y ya sabría cómo solucionarlo. ¡Estaba seguro!

Al caer la noche, el viento y sonido de insectos se abrían paso en sinfonía bajo un cielo estrellado.

- Buenas noches, chicos.– Se escuchó al viejo hombre por lo bajo, tomando su lugar en la "tienda". Se dirigía a dormir.

- Buenas noches, Mushi.-

- Buenas noches, tío.– Correspondieron respectivamente.

Un silencio brotó incómodo después de esto. Sin embargo, Toph simplemente pareció querer hacer segunda; pues en cuanto se levantó de su lugar, comenzó a deshacer su peinado, yendo a su espacio en la tienda.

- Lin…– La llamó por lo bajo.

A Toph le desconcertó un poco que la llamara, en verdad había estado muy callado hoy…

- ¿Qué quieres, Chispíta? – Respondió a su llamado con un tono ligeramente seria.

- Hay algo que quiero pedirte.– Expresó sincero; levantándose también de su lugar. - Sígueme.– Ordenó por lo bajo, para no despertar a su tío.

¿Qué podría querer este sujeto? Se cuestionó un poco, pero de igual manera lo siguió…

Se adentraron en el bosque. Sentía y escuchaba el sonido de hojas y ramas crujiendo mientras caminaban.

- ¿A dónde vamos? – Cuestionó al notarlo ligeramente raro en sus vibraciones. El joven cesó su paso.

Toph permanecía esperando su respuesta…

- Lin, sé de tus asombrosas habilidades como maestra tierra, las he visto.– Explicó levemente dudoso de como expresarse. - Sé que gracias a ellas, puedes percibir muchas cosas a grandes distancias... Mi tío me contó que así fue como dieron conmigo.-

La maestra tierra empezaba a escuchar atenta las palabras; intentando descifrar sus posibles intenciones, o mentiras.

- También sé, que no he sido de lo más honesto contigo. Pero como entenderás, tenía mis razones.– El chico se notaba nervioso. A Toph solo parecía confundirle el porqué le hablaba las cosas.

- ¡Sólo dilo de una vez! – Le molestaba tanto embrollo, querría que fuese directo.

Zuko oprimió sus labios y puños, como sacando valor para dirigirse a ella.

- Lin, ¡quiero que me ayudes a capturar al Avatar! – Admitió todas sus verdades.

- ¡¿Qué?! – Soltó como un quejido.

- Eres la mejor maestra tierra que conozco.– Explicaba sus razones. – Entre tú, yo y mi tío, ¡podremos capturarlo fácilmente! -

El rostro de la maestra tierra seguía descolocado.

- Sé que es difícil de entender, pero sólo capturando al Avatar, podré recuperar mi honor...– La voz del chico, sonaba entremezclada con vergüenza y angustia. - Sé que quieres volver a tu hogar, yo también quiero volver al mío.– Continuaba explicando.

Creyendo que su "reacción", era producto de su aparente amistad sin precedentes.

- … Chispítas…yo – La maestra tierra se sintió confundida.

- ¡Por favor, Lin! Sé que no he sido del todo bueno contigo.– Replicó sin dejarla hablar. - Pero incluso me he estado cuestionando, si realmente quiero que te vayas... Te necesito en esto.– Esas palabras salieron más que sinceras.

Haciendo que los pensamientos en la cabeza de Toph, se acumularan y dieran vueltas como revoloteos sin sentido.

Esas palabras, le estaban agradando más de la cuenta.

Un pleno estado de rojez invadió sus mejillas. Como no creería haberlo sentido jamás…

Él también cayó avergonzado, al notar como las mejillas de la chica aumentaban de color. ¡Pero no estaba dispuesto a dar marcha atrás! Permaneció en silencio por unos segundos.

- ¡¿Y bien?! – comenzaba a impacientarse. - ¡Vamos, di algo! -

¡Había sido más que honesto con ella, y simplemente no podía decir nada! Empezaba a sentirse preocupado, esperando por alguna razón.

- Zuko…– Musitó al fin abriendo sus oprimidos labios. Este se sorprendió al escucharla decir, quizá por primera vez su nombre. - hay cosas que debes saber de mí, antes de que quieras que forme parte de tu equipo.– Sentenció armándose de valor.

- ¿A qué te refieres? – Se mostró confundido.

- Mi nombre no es Lin.– Fue lo primero que quiso confesar, pues que le pidiera tal cosa por "ese nombre" ¡comenzaba a molestarle! – Mi nombre es Toph Beifong, hija única y descendiente directa de la familia Beifong en Gaoling.-

La mirada de Zuko se sorprendió ligeramente; alzando su única ceja. Eso no era nada que no pudiera soportar, ¡él era el Príncipe de la Nación del Fuego! Y también había tenido que ocultar su identidad. Pensó permaneciendo en silencio, esperando a que continuara.

La maestra tierra suspiró. Lista para soltar la peor parte de su historia.

- Hui de casa…porque el Avatar me pidió que fuera su maestra de tierra control.– Confesó con cierta pesadez en su voz. Esperando atenta al cambio en Zuko.

- ¡¿QUÉ?! – Sonó sumamente alterado. - ¡¿Y QUÉ DEMONIOS HACES…-

- ¡OYE! – Interrumpió apuntándolo con el dedo. - ¡YO NO SOY EL MALDITO PRÍNCIPE DE LA NACION DEL FUEGO! ¡¿O SÍ?! – Alzó su voz tanto como él. Este se quedó en silencio… - Déjame explicarte.– Bajó su tono. Zuko se limitó a observarla, respirando agitado. Toph lo entendió. Resopló su flequillo, terminaría de confesar...- Esos individuos me buscaron.– Comenzó. - Me convencieron de ayudarlos diciendo cosas de visiones y cosas místicas sobre un pantano. Luego…– Hizo una mueca tornándose completamente molesta, frunciendo su ceño. - ¡La desagradable campesina me ordenó hacer cosas que yo no quería, el estúpido Avatar se puso de su lado, porque es más que obvio que al patético le gusta! – La chica hacia ademanes y gestos mientras explicaba su relato. - ¡Después, sin más! ¡Esos malditos malagradecidos, ME ECHARON DEL EQUIPO! ¡Agh! – bufó soltando todo su aire.

Este permaneció callado por tales palabras y furor.

- Después…– Continuó. - Sólo lo que ya sabes. Encontré a tu tío, y te encontramos. Fin de la historia.– Se dejo caer al suelo mascullando maldiciones.

Zuko permanecía callado; pensativo…

- Lo peor.– Siguió.

Sacándolo levemente de sus cavilaciones.

- Es que ni siquiera sé si quiero volver a Gaoling.– Eso sonó con más seriedad que todo lo anterior, decía la verdad.

Zuko la miró, esta se quedó en su pose abrazando a sus rodillas. El joven solo lo evaluó. Maquinando una idea…

- Sabes, Toph.– Sonó sospechosamente calmo; tramaba algo. Se dijo al presenciar sus vibraciones. - Yo podría solucionar eso.– Este sabría exactamente la razón del porque Toph no querría volver.

- ¿Ah, sí? – Le alzó levemente la 'mirada', incrédula, con tono de sarcasmo. - ¿Y cómo podrías solucionarlo? – Hizo gesto con la mano como de: "¡Dilo!"

- Piénsalo.– El príncipe maquinaba sus ideas…- Ellos te echaron del equipo.– Su voz sonó peligrosa. - Ayúdame a capturar al Avatar, y no solo podrás vengarte de ellos, sino que también te ofrezco, un lugar en mis tropas. Pero no como un simple soldado.– Aclaró. - Si no, como mi General.– Los ojos de la maestra tierra se vieron sorprendidos. - Mi línea directa, mi mano derecha en la estrategia y batallas.-

Este caminaba tras de ella, rodeándola cual predador a su presa; soltando sus palabras…

- ¿Estás intentando persuadirme, Chispítas? – Sonó ligeramente "incrédula-impresionada", alzando su ceja y cruzándose de brazos.

El príncipe se sonrió… Era lista.

- No.– Continuó con sus negocios. - Sólo te ofrezco un trato. Pronto yo seré el legítimo Señor del Fuego, y sí haces alianza conmigo, tú serás mi más grande as bajo la manga. Podrás vivir en el Palacio, y no habrá nadie que te diga que hacer o a donde ir, podrás hacer lo que tú quieras.– Se posó justo detrás de su espalda…- Tú serás, quien dé las órdenes, General.– Sonó muy cerca de su oído...

Esta se vió expectante ante su oferta. En verdad querría persuadirla. Sonrió con modestia malicia. Nunca pensó que el malhumorado de Zuko, tuviera un lado aparentemente divertido.

- ¡Hm! – Brotó una mueca. - ¿Y pasarme al lado de los chicos malos? – Soltó con cierto toque de picardía. - No lo creo.– Replicó haciéndose la difícil.

Zuko sonrió por el comentario. Era la primera vez que veía este lado de Toph.

- No se trata de lados.– Replicó con ese tono seguro. - Se trata de elegir.– Explicó. - ¿Quién crees que está destinado a ganar esta guerra? No es ni el bueno o el malo, es el más fuerte.-

La maestra tierra denotó un gesto ligeramente seria; pensando… No es como que ella tuviese un alto concepto de lo que implica la guerra o la moral. Pero aún así, eso sonaba peligroso. Casi excitante. No sabría si estaría dispuesta, a cruzar al bando de los malos; porque aunque Zuko no lo admitiera, lo eran.

- Tú eliges, Toph.– Soltó como su último recurso.

La maestra tierra se levantó de su lugar en el suelo. Girando hacia él.

- Eres bueno persuadiendo, Chispítas.– Replicó cruzándose de brazos, soltando una mueca "divertida-satisfecha" muy notoria. - Pero no puedo simplemente unirme a tu legión de maestros fuego, sin antes pensarlo.– Su rostro se tornó más seria.

El príncipe la miró fijamente, no creía que dudara de su propuesta. Incluso él estaría más que dispuesto a cumplir con el trato si aceptaba. Tener a alguien como ella partía una gran ventaja. Y él no era alguien que se retractara, mucho menos, si Toph en verdad encontrara al Avatar…

- Bien.– se escuchó. - Tienes hasta mañana en la noche.-

Eso sonó más a una orden que permiso; pero no se negó. Pasadas las 24 horas, lo discutirían.

A la mañana siguiente…

- Chispítas.-

- Lin.– Se saludaron con decoro. Pasando de largo cada uno, para atender sus asuntos matutinos.

Iroh se quedó más que sorprendido e impresionado con esto. Ambos jóvenes parecían estar, de buen humor…

Lo dejó pasar, continuando también con lo suyo.

El almuerzo llegó y cada quien continuaba por su lado. Sin embargo, algo raro pasaba aquí. Se dijo el viejo observándolos, pues Zuko y Toph se ofrecían con distinto tono las cosas y la comida. Incluso bromearon ligeramente entre ellos y soltaban "muecas y/o risillas cómplices".

¿Qué habría pasado anoche que despertaron de tan buen humor? Se dijo analítico. Quizá sólo finalmente, habían hecho las paces.

- Iroh...– Lo llamó por lo bajo una vez sintió a Zuko moverse.

- Dime, joven Lin.– Atendió este, recogiendo unas cuantas cosas de por ahí.

- Necesito que me digas.– Dijo encarando al viejo, con un tono por demás seria. - ¿Por qué Zuko debe capturar al Avatar? -

Este se impresionó de que lo supiera, pero lo cierto era, que no la iba a cuestionar más de lo necesario.

- ¿Por qué querrías saber de eso, Lin? – El viejo maestro fuego permaneció calmo.

- Porque llevo un tiempo con ustedes, y quiero saberlo.– Replicó sin titubeos. - Debe haber una razón mas que un hecho bélico para que Zuko este tan obsesionado con él.-

La información que Iroh le diera, sería crucial para llegar a su decisión de esta noche…

- Sí eso es lo que quieres saber, entonces te lo diré.– El argumento de la chica sonó bastante convincente a sus oídos. - Aunque…– Continuó. - no es nada fácil para mí recordarlo…y una vez que te lo diga, deberás prometer que no habrá alusión a ello.– El ex general sonó casi como advirtiéndole. - Mi sobrino es muy sensible con esa parte de su vida.-

La maestra tierra asintió con una expresión muy decidida, ¡en verdad quería saber!

- Bien, entonces ven conmigo.– Sentenció el viejo. - Necesitaremos una buena taza de té para esto.-

Una vez el té estuvo listo; ambos maestros se fueron a sentar a una orilla más allá. Lejos de Zuko, pero sin parecer sospechosos.

Pasó su taza a la joven.

- Mi sobrino, como ya lo sabes, es el primogénito de mi hermano menor, el Príncipe, y ahora Señor del Fuego Ozai…-

Comenzaba a relatar…

Conforme avanzaba en su historia, la expresión seria en la maestra pasaba a una de horror y confusión.

- Un niño de trece años, convocado a un Agni Kai, marcado por su propio padre por no dar pelea.– El ex general continuaba relatando. - La vergüenza del Señor del Fuego, por ver a su primogénito suplicar por misericordia, fue lo que llevó a mi hermano a marcar al Príncipe Zuko para siempre.– Explicaba el viejo. - La marca de su humillación.-

Iroh cerró los ojos recordando…

- ¡Eso es horrible! – La maestra tierra se vio ampliamente consternada. ¡Y molesta!

- Lo sé, pero es algo que está hecho.– Sentenció el maestro fuego. - Ahora mi sobrino debe viajar por el mundo, intentando recobrar su honor.– Explicó. - Capturar al Avatar, es la tarea que mi hermano le encomendó. Y hasta que eso no pase, el príncipe Zuko no podrá volver a la Nación del Fuego.-

Toph lo pensaba, ¡lo pensaba demasiado!… ¿Qué se suponía debía hacer ahora?

- Como yo lo veo…– Continuó. - mi sobrino jamás podrá volver.-

La mirada de Toph se descolocó.

- ¡¿Pero qué dices?! - ¡No creía que Iroh realmente pensara eso de Zuko!

- No me malentiendas, joven Lin.– Se explicó. - Mi hermano jamás restituirá al Príncipe Zuko de la misma manera.– Sentenció intentando calmarla. - Él es un hombre severo, aunque mi sobrino regresara con el Avatar, las cosas no cambiarían para él. El destino de mi sobrino está en otra parte, él debe de intentar recuperar el balance, no destruirlo... Como han hecho nuestras generaciones pasadas.-

Toph lo escuchaba atenta. Iroh tenía razón, pero entonces ¡¿qué le diría a Zuko?!, estaba dispuesta a ayudarlo a encontrar su camino, ¡lo sabía! pero ¡¿cómo?! Y por sobre todo, ¡¿qué debía de elegir?!

...

Esa noche.

- ¿Y bien? ¿Qué fue lo que elegiste? – Su rasposa voz sonó seria.

- Lo haré.– Se vio decidida. - Te ayudaré a encontrar al Avatar.-

Una amplia sonrisa invadió al joven.

- Bien.– Pronunció finalmente extendiendo su mano.

La maestra tierra le asintió; extendió su mano también.

- Tenemos un trato.-