Capítulo 4. Duelos.
-- Earthquake.
"- ¡SUÉLTALO!... ¡suéltalo! Me iré con el Avatar".
Se despertó agitada y sudando, de nueva cuenta, la invadía el recuerdo en sueños.
¡Golpeó con fuerza la pared de tierra!
Sin duda todo se le había salido de las manos... Y no es como que hubiese planeado… Pasó saliva… No es como que hubiese planeado…enamorarse de Zuko.
¡Deshizo su tienda de un golpe!, saliendo de ahí a gran velocidad, dando grandes zancadas; yendo a un lugar apartado de ellos.
Sokka y el resto del equipo despertaron al escuchar el crujido viniendo desde la tienda de roca. Era la tercera vez en la semana que Toph despertaba en la madrugada furiosa y se iba lejos.
¡Hacía uso de su tierra control!
- Toph…– La llamó por lo bajo el joven de la Tribu Agua.
No es como que fuese especialmente bueno hablando, pero por alguna razón, desde que "volvió", era con el único que hablaba llegando a cruzar más de tres palabras en la misma oración.
Quizá porque él había sido el único que desde un principio no la rechazó. E incluso había sido él, quien "inútilmente" intentó detenerla.
- ¡Ahora no estoy de humor! – Sonó de mala gana. ¡Que ironía! Pensó aún más furiosa… Ya sonaba como Zuko.
¡Arrojó aquella gran roca despedazándola de un golpe!
- Sé que no lo estás. Pero debes intentar sacar lo que sientes. Sé que tampoco es como que seamos tus amigos, y que sólo estas aquí por obligación, pero te has visto muy mal en los últimos días.– Sonó levemente preocupado, tratando de ser razonable.
- ¿Y a ti qué te importa lo que me pase? Tú mismo lo has dicho, no somos amigos.– Volvió a lanzar y sacar rocas.
El chico lo pensó.
- Quizá no ahora, pero podríamos intentar serlo… Si nos dieras la oportunidad.– Trató de sonar amable.
La maestra lo pensó por unos segundos…
- No, no quiero.– Sentenció con actitud pedante.
El de la Tribu Agua se reprochó y lamentó a la vez. Optaría por algo diferente.
Observó a la Luna a lo lejos…
- Sabes…– Comenzó a relatar su historia expectante de la vista. - Mi primera novia se convirtió en la Luna.– Compartió.
Toph paró en seco. ¡¿Qué estaba diciendo ese sabandija?!
- Sé que es difícil, pero a veces hay que...– No terminó de decir su frase, cuando volteó su vista y encontró a la maestra tierra muy molesta junto a él.
- ¡No te atrevas a decir algo como eso! – Lo amenazó tomándolo por la túnica. El joven guerrero se vio aturdido.
- Toph, es obvio que estás sufriendo por ese malhumorado maestro fuego.-
- ¡Te dije que no lo dijeras! – Alzó su puño para golpearlo.
- ¡Ahhh! – Exclamó atemorizado, cubriendo su rostro con ambas manos.
- ¡TOPH! – Oyó a la maestra agua llegando hasta ellos; junto con Aang. - ¡SUÉLTALO! -
Esta solo se detuvo para girar su rostro molesta en dirección a dónde venían los nuevos gritos.
- Toph, ¿qué haces? ¿por qué ibas a golpearlo? – Cuestionó Aang intentando mantenerse sereno.
- Se molestó porque saqué el tema de Zuko.– Acusó estúpidamente.
- ¡Arghh! – Volvió a gruñir rehaciendo su puño.
- ¡Toph, no! ¡No lo golpees! – Sonó el monje interviniendo. - Sé que Sokka a veces puede ser un idiota…-
- ¡Oye! – Sonó el aludido.
- ¡Cállate, Sokka! – Lo interrumpió Katara dejando que Aang hablara.
- Lo que intento decir…– Volvía a replicar el Avatar – Es que él tiene razón.– Declaró.
Los ojos de la maestra tierra ahora se dirigieron a él con repudio.
- ¿Qué dices, monje? – ¡Arrojó al chico de la Tribu!
- ¡AHHH! – Se escuchó caer al fondo.
- ¿Crees que sabes algo? Tú no sabes nada, ¡ninguno de ustedes! –En seguida se dio media vuelta y comenzó a caminar.
- ¡Espera! – Procuró detenerla. - Algún día vas a tener que hablar sobre eso. Estar pensando en lo que pasó con Zuko no te hará ningún bien, además…-
- ¡¿QUÉ?! ¡¿ADEMÁS, QUÉ?! – Se giró de nueva cuenta enfurecida. - ¡¿Me vas a decir que ustedes son mis amigos?! ¡Pues qué crees, bobo! ¡NO, NO LO SON! ¡Ninguno de ustedes lo es! ¡No lo fueron cuando hui de casa, no lo fueron cuando les ayudé a dar con el origen del porque la lunática de Azula nos seguía encontrando!, ¡Y NO LO SON AHORA QUE DEJÉ A ZUKO ATRÁS! -
La maestra estaba quebrada… Por dentro y por fuera.
Sin quererlo, brotaron incontrolables sus lágrimas, rodando a cantaros por sobre sus mejillas entumecidas del enojo y la molestia. ¡Haciendo incluso al piso temblar! Estaba tan furiosa, que querría destrozar a alguien ahora mismo; pero más que a ellos, ¡A ELLA MISMA!
¡¿CÓMO PUDO SER TAN IDIOTA, COMO PARA HABERSE ENAMORADO DE ZUKO?! Se cuestionaba afligida.
Se lo pensaba y lo recordaba tanto, que a veces podía sentirse a ella misma volviendo aquellos días, tocando su rostro, haciendo bromas sin sentido; entrenando en sincronía como si hubiese nacido para ello.
¡Era una idiota! La idiota más grande por haber sucumbido, y dejar que sus sentimientos provocaran que las cosas se le salieran de control…
-- Fire whirl.
Despertó.
Con un fuerte dolor en el cuello y jaqueca que le hizo sentir un vacío en el estómago, provocándole incluso ganas de vomitar por las náuseas.
"- ¡SUÉLTALO!... ¡suéltalo! Me iré con el Avatar".
El recuerdo le arroyó la mente sin clemencia.
- ¡Arrghh! – Emitió un gruñido furioso; intentando levantarse.
¡El dolor le recorrió la espina dorsal, arrojándolo otra vez al suelo!
- Príncipe Zuko, no te levantes.– Ordenó el viejo maestro.
Zuko lo miró tomando conciencia de la voz que escuchaba. ¡SU TÍO!
- Toma esto, te hará sentir…-
El maestro fuego lanzó por los aires de un manotazo, aquel vasito con té que le acercaba.
Lo miraba desde el suelo con aversión, sin siquiera parpadear.
El viejo maestro se lamentó profundamente.
- Escúchame bien, Príncipe Zuko. Sé que estás molesto y tienes todo el derecho de estarlo, pero todo lo que hice, lo hice por tu bien.– Declaró con pesar.
- ¿Cómo puedes decir eso? – Su voz sonaba ronca del dolor generado por su agarre. Había sido tan duro con él, que incluso se había lastimado las cuerdas vocales gruñendo de la ira para poder soltarse… Pasó saliva cansino para poder continuar. - ¿Por qué habría de ser un bien para mí…el deshacerte de Toph? -
El Dragón se sorprendió; la molestia de su sobrino no tenía que ver con sus pasadas acciones, era por haber obligado a la maestra tierra a marcharse.
- ¡Habla! – Le alzó la voz con esfuerzo, retorciéndose al instante por haberlo hecho.
El viejo maestro oprimió sus manos con impotencia. Pero debía ser franco con él. Tenía cosas que entender.
- Príncipe Zuko, ¿qué crees que habría pasado de no haber estado yo ahí? – Lo cuestionó con una voz seria, esta vez, sosteniéndole la mirada.
El príncipe no lo entendió.
- Dime, sobrino. ¿Qué crees que habría pasado de no estar yo ahí? – Lo volvió a cuestionar sabiendo que no tendría la respuesta. Continuó respondiendo a su misma pregunta. - Azula los habría asesinado a ambos… Y de no ser así, entonces Toph iría prisionera contigo rumbo a la Nación del Fuego.– Sentenció con toda seriedad, mirándolo fijamente.
El rostro del joven maestro fuego se descolocó por un momento, sin entender exactamente a lo que se refería. Sólo lo miraba con cierto toque de recriminación, oprimiendo sus labios.
- Lo entendí, Príncipe Zuko.– Prosiguió. - Lo vi cuando atacaste a tu hermana para defenderla, en lugar de seguir tras El Avatar. Y sí Azula también lo hubiera notado, entonces entendería que Toph se ha convertido en una debilidad para ti.-
Zuko se descolocó enteramente.
- ¡¿Debilidad?! – Cuestionó furioso e impresionado a la vez.
Gruñó nuevamente quejándose del dolor…
- ¿Debilidad, tío? ¿Cómo Toph podría ser una debilidad?... Apenas la conozco.– Objetó queriendo escudarse.
Iroh lo observó con detenimiento.
- Me dirás que miento al decir, ¿que entre tú y la señorita Beifong, no se estaba formando cierta complicidad? – Confrontó el viejo con voz seria.
El Príncipe apartó por un momento la mirada… Sin responder nada.
No es como que lo hubiese planeado. Pues todo esto le resultaba sumamente incómodo si lo pensaba. Aunque tenía que admitir, que jamás había conocido a alguien como ella. La querría a su lado por el resto de su vida, como su aliada en la guerra, como su mano derecha en las batallas, como su cómplice…cuando de avanzar y contratacar se tratara.
- En la guerra no hay una brecha, Príncipe Zuko. Yo lo aprendí de la peor manera.– La voz comenzaba a oírse quebrada.
El joven maestro fuego regresó a ver a su tío, pues probablemente sabía a lo que este se refería.
Iroh y su descendencia eran la familia real a quienes les correspondía ascender al trono, todos lo sabían. Pero las cosas cambiaron, una vez su primo Lu Ten falleció en batalla. Su tío se vió sumergido en un sinfín de viajes por el mundo; rechazando el trono una vez ya no tuvo a nadie más con quien compartirlo.
- Tío… yo – El muchacho quiso consolar y disculparse con su desdichado tío.
- No, Príncipe Zuko. Tú no tienes nada porque disculparte.– Lo interrumpió aún con su voz quebrada. – No quiero que cometas los mismos errores de mi pasado. Yo no lo entendí hasta que fue demasiado tarde. Por un mal enfoque, arriesgué lo más valioso que tenía... Entrené a mi amado hijo con furor, creyendo que la guerra se escondía detrás de la gran muralla.-
- Ba Sing Se.– Completó el príncipe por lo bajo al recordar cuando recibió la noticia. Para él y su familia también fue un momento muy oscuro. Pasó saliva ante sus recuerdos…
- Así es.– Consensuó. – Pero el asedio, no hizo nada más que revertirse en mi contra.– Sonaron amargas esas últimas palabras. - Creía tanto en mis habilidades y en las de mi hijo, que por más de 600 días procuré que toda la gente se doblegara ante el dominio.-
Zuko volvió a pasar saliva… Ahora entendía a lo que se refería su tío; su primo Lu Ten murió a manos del ejercito Tierra, en medio de la batalla y bajo circunstancias deplorables.
Pronto comenzó a cuestionarse. ¿Ese sería el futuro que le deparaba a él? Y no solo a él, para quién quisiera quedarse. ¿Ese era el futuro que le deparaba…con Toph? ¡Le retumbó en la cabeza el pensamiento! Habría querido que fuese su General, su perfecto as bajo la manga… ¡Ella era una chica fuerte, una chica de guerra! Pero debía admitir, que sí su tío con tanta facilidad pudo notar que entre ellos surgía una complicidad, le aterraba. Le aterraba la idea de que alguien lo supiera. ¿Su hermana habría podido asesinar a Toph? Y sí así fuera, ¿sería su culpa?
"- ¡Aléjate de ella, Azula! -
- ¡Jajaja! Parece que el sentimiento es mutuo.-"
¡Estúpido! Se lamentó tocándose la cabeza, por el dolor que volvía a invadirlo.
…
- Toph…– Llamó el monje acercándose lentamente y con cuidado.
La chica no contestó.
- Toph, por favor, sé que no hemos sido los mejores sujetos contigo. Pero nos duele verte de esta manera… Por favor, ayúdanos a entender qué fue lo que pasó.– El maestro aire puso una mano en su hombro. - Permítenos ayudarte.-
La maestra tierra intentaba detener su llanto. ¡Estaba siendo un idiota! Una débil llorona, pero no podía evitarlo… Le dolía el haber traicionado, y traicionarse a sí misma, el haber aceptado.
"Deberías dejar que las personas que te quieren y se preocupan por ti, te ayuden."
Llegaron de golpe las palabras de Iroh a su cabeza.
Pasó saliva con pesar…
- L-lo trai…– Empezó a musitar con todo el sentimiento que había quedado en su voz tras el llanto. Aang la observó paciente y ansioso a la vez, escuchando lo que intentaba decirles, con su rostro todavía empapado en lágrimas. - L-lo traicioné.– Terminó de mascullar. Con amargura.
- ¿A quién? – Aang no lo comprendió.
- ¡A Zuko! – Exclamó desesperada.
El monje la miró sorprendido, pero no dijo palabra, esperaría a que Toph se calmara y continuara.
La maestra tierra lentamente se fue recuperando; terminando de sollozar, suspirando por el sentimiento que le quedaba. Inhaló y exhaló profundamente…
- T-traicioné a Zuko.– Soltó sin levantar su mirada del todo. Querría ocultarse a sí misma de la vergüenza que sentía, porque la vieran así; aceptando sus errores.
- ¿A qué te refieres, Toph? – Preguntó el chico de la Tribu Agua sin perder de vista sus expresiones.
La joven maestra se lo pensó un poco más antes de contestar…
- ¿Te das cuenta de que Zuko siempre ha sido el enemigo? – Sentenció la morena perdiendo la paciencia por las palabras emitidas; y porque creía que estaban siendo demasiado considerados con ella.
Toph oprimió sus labios intentando reprimir cualquier palabra de desprecio que sintió en el instante hacia la maestra agua.
- Tú no sabes nada.– Refutó ante la ira, dejando escucharse a su voz.
- ¡¿Ah, no?! – Prontamente se vió ofendida. - ¡Ellos asesinaron a mi madre! -
La maestra tierra volvió a recuperar su compostura al escuchar semejante estupidez. Suspiró un poco más recuperando la calma. Intentaría explicarse.
- Sólo piénsalo, Katara…¿qué edad tenías cuando murió tu madre? – Sonó su pregunta.
- Tenía ocho años. Sokka y yo quedamos devastados cuando eso pasó.– Declaró, sujetando con dolor el collar de su madre.
- Zuko no tuvo nada que ver con esto.– Objetó quejumbrosa.
Los ojos de la maestra agua se abrieron como platos. Frunciendo su ceño ante la "poca" empatía de la maestra tierra.
- Toph, lo único que me queda claro, es que fraternizaste con el enemigo.– Replicó a consecuencia.
La pequeña mostró un gesto de amplia molestia invadiendo su rostro.
- ¡Esperen! – Intervino el Avatar. - Quizá Toph tenga razón.-
- ¿Qué dices, Aang? – Lo interrumpió Katara, molesta.
- Que Toph tiene razón.– Se escuchó de nueva cuenta.
- ¿Ahora estás de su lado? – Se quejó.
- No, pero tampoco lo estoy del de ustedes.– Refutó desempeñando su papel, por primera vez. - Tengo que ser imparcial para comprender ambas partes.– Explicó.
- No es momento para tus cosas de Avatar.– Espetó el no maestro, incordiado también por lo dicho.
- Siempre lo es, Sokka, ya antes perdí a Toph por no ser imparcial.– Resonó el chico aire queriendo actuar sabio y razonable. Además, él mismo tendría una curiosa experiencia con el maestro fuego en su repertorio. Cuando lo rescató de las manos del Almirante Zhao. Por lo que ahora estaba curioso. - Dinos, Toph, ¿por qué crees que Zuko no es el enemigo? -
- No creo que no sea el enemigo.– Empezó a explicarse. - Simplemente él, no lo es… La Nación del Fuego sí.-
- ¡¿Y de dónde crees que es él, niña?! – ¡Explotó de nuevo el no maestro, moviendo los brazos exageradamente!
- ¡Sé de donde es, bobo! ¡Pero la ridícula de tu hermana no puede acreditarle a Zuko un suceso como la muerte de tu madre! – Expresó con voz fuerte y dominante también ante su reclamo. - Sería prácticamente imposible. A menos que Zuko pueda viajar en el tiempo, dudo que él lo haya hecho.-
- ¿Qué? – Se vió confundido.
- ¡¿Qué eres idiota?! – Perdía el control explicando demasiado las cosas, a su parecer. Era obvio que estos chicos eran inferiores al intelecto de Chispítas, con él ni siquiera habría que decir mucho para que entendiera. – ¡¿Qué edad crees que tiene Zuko?! – Sugirió gritando.
El de la Tribu Agua lo pensó…
- Entiendo tu punto.– Volvía a sonar el monje. - Zuko no pudo hacerlo, porque él debió de haber sido un niño también para ese entonces.-
- ¡GRACIAS! – Exclamó llevando sus brazos al frente con expresión de: "¡Por fin!, alguien que no es tan idiota". Continuó. – Zuko tendría los diez años para ese entonces, por lo que él no pudo haber hecho semejante atrocidad contra tu madre. ¡Es prácticamente imposible! – Terminó de explicarse.
Katara estaba en silencio, con su entrecejo fruncido… Tocando su collar.
- Eso no justifica una vida de guerra a causa de esa Nación.– Refutó más calma.
- Lo sé, Katara. Pero tampoco quiere decir que él sea malo.– Contestó a consecuencia.
- ¿Y qué me dices de incendiar la Isla Kyoshi? – Replicó el chico agua.
- Eso es verdad.– Sonó de nueva cuenta la maestra agua a causa de los reclamos de su hermano. - O de invadir nuestra Tribu cuando encontramos a Aang.– Agregó.
Toph se molestó levemente… Resoplando su flequillo.
- Sólo está confundido.– Sentenció a un volumen más bajo, queriendo justificar.
- ¡Oh, gracias, Toph! ¡No lo sabía! Gracias por explicarnos que el chico está "confundido" – Sarcasmo impregnó la frase del joven de la Tribu Agua, quien movió los dedos resaltando lo dicho.
La maestra tierra bufó y volvió a tomar posición en el suelo, sujetando sus rodillas.
- Toph…– Replicó el monje - todavía no me has dicho porque lo traicionaste.-
Eso le dolió en el pecho a la maestra. No pensó que de verdad lo fuese a recordar. Oprimió sus labios antes de confesar.
- Hice un trato con Iroh.– Admitió con desaprobación a sus palabras. Arrepentida.
"- Iroh, hay algo que debo confesarte.– Sentenció la maestra tierra después de que el anciano terminara de recoger las cosas ahí.
Zuko no se encontraba cerca, por lo que tendrían el suficiente tiempo y oportunidad de hablar, pues últimamente con cada sesión de entrenamiento, se generaban situaciones complicadas en su cabeza.
El mayor la miró expectante.
Toph se armó de valor, y le contó sobre el ofrecimiento del Príncipe. Por justificadas razones, omitió todo acuerdo donde estipulaba el convertirse en su General. También le contó, que hasta hace un tiempo formaba parte del equipo Avatar; y de cómo fue que la reclutaron, y echaron de este.
Sin duda Iroh quedó pasmado, pero lo entendía. Sí la jovencita hasta este momento se lo declaraba, es porque se estaba debatiendo si seguir adelante con la oferta del Príncipe. Principalmente, porque ahora él y su sobrino, eran sus aliados.
- Ciertamente, joven Lin – Salió casi en automático. La chica sólo denotó una ligera mueca. - Toph – Se corrigió con gracia. - Ciertamente, estás bajo una disputa que te lleva a cargar sobre tus hombros el peso y el destino de dos cosas completamente diferentes.– El viejo comenzaba a explicarse. - Por un lado, la vida de mi sobrino; que aunque me cueste admitirlo, aún no está listo para volver a su hogar... No me mal entiendas, quiero que el Príncipe Zuko sea la mejor versión de él. Quizá pienses que es algo injusto, pero estoy convencido, que en él hay más que sólo guerra y desesperanza para las naciones.– La maestra tierra escuchaba atenta. - Él debe ser, quien cambie la historia y el destino de su propia Nación.– Hizo una breve pausa para contemplar sus reacciones... La joven siguió sin inmutarse. - Por otra parte, está tu propio destino y el del Avatar entrelazados. Sí los espíritus le dieron una visión de ti, es porque tú eres la indicada para llevar semejante fuerza y tenacidad al equipo. Estoy seguro de ello.– Aseveró calmo.
Toph sentía un hueco en el estómago, seguía molesta con ellos, y sentía la presión de Zuko en la cabeza. No quería abandonarlo. No podría después de las vivencias, y menos sabiendo su pasado... Y al mismo tiempo, pensaba en las miles de vidas que estarían en juego de continuar; eso incluyendo… A sus padres.
Oprimió la tierra bajo sus pies.
- Sé que es difícil, joven Toph, pero sé que harás lo correcto.– Sentenció el viejo decidido, con su característico tono amable.
- No, no puedo.– Sonó casi molesta.
El maestro fuego se sorprendió al escuchar semejantes palabras. La joven movía su cabeza en manera de negación enérgica, y un reproche hacia sí misma.
- No puedo simplemente irme y buscar a pies ligeros. Zuko no me lo perdonaría.– Esas palabras sonaron muy preocupantes.
Iroh la miró nuevamente expectante.
- ¿Te interesa lo que mi sobrino piense si te vas? – La cuestionó aún sorprendido.
Quizá ahora tenía más sentido, que la pequeña hubiese recurrido a su ayuda para saber qué hacer. Tenía una teoría.
Ella agachó su rostro intentando evadir los posibles prejuicios por parte del viejo maestro.
- No puedo simplemente abandonarlo y ya.– Recobró un poco su postura para disimular. - Eso no hacen los amigos.– Intentó sonar más convincente.
El mayor alzó una ceja con incredulidad.
- Lo siento, joven Toph, no sabía que tú y mi sobrino fuesen tan buenos amigos.– Pronunció, disimulado también. Ahora lo sabía. - Pero si ese es el caso.– Consintió. - Te ayudaré a seguir con tu camino, sin que sientas que abandonaste a mi sobrino.-
Los opacos ojos se abrieron con sorpresa.
- ¿Y cómo harás eso? – Su voz sonó confundida."
Los recuerdos la invadían, oprimiéndole el pecho. Por lo que se limitó a dar razones vagas. Nunca solía relatar historias con lujo de detalle.
- Iroh supo de mi alianza con Chispítas.– Comenzaba a contar con pesadez. - En cuanto Zuko me ofreció el unirme a él, supe que tenía que hacer algo, por lo que pedí ayuda a Iroh. Que mejor hombre para aclararme las cosas que él, ¿no? – Se dijo a sí misma alzándose un poco de hombros, con su barbilla hundida entre sus rodillas. - Me contó porque Zuko está tan obsesionado con capturarte… Fue la historia más horrible que haya podido escuchar.– Eso último salió como un susurro.
- ¿Y por qué está tan obsesionado? – Cuestionó el chico agua, escuchándola.
- ¡Eso es algo que no te incumbe, sabandija! – Replicó levemente molesta, por su curiosidad.
- ¡Bien! No me digas las razones de tu novio.– El moreno alzó las manos, molesto por el comentario.
Toph igualmente se incordió por el otro comentario, más no le negó.
- ¿Y después qué pasó? – Continuó Aang interesado.
La chica suspiró…lamentándose.
- Me propuso ganarme la confianza de Zuko.– Confesó sonando sumamente avergonzada.
- ¡¿Qué?! – El trío replicó al unísono.
"- Mi sobrino confía en tus habilidades. No veo otra razón por la que te pediría el unirte a su búsqueda, si no fuera así.– Sentenció observándola. - Esto es algo muy importante para él.-
La maestra tierra asintió levemente.
- Por lo cual…– prosiguió explicando su idea. – deberás de ganarte su absoluta confianza. Y cuando llegue el momento, yo veré que te vayas.-
¡El rostro de la maestra se descolocó por completo con asombro. Casi con repudió!
- ¿Ganarme su total confianza, Iroh? – Sonó horrorizada. - ¡Eso es una pésima idea! – Prontamente se vio molesta. - ¡Lo último que Zuko necesita, son más traiciones!... No lo haré. ¡No voy a traicionarlo! -
El viejo maestro fuego la contemplaba a detalle.
- Bueno, entonces solo queda una única opción.– Sonó como queriendo ser sabio y razonable.
- ¡¿El que?! – Le respondió quejumbrosa y molesta.
- Declina su oferta.– Objetó como un hecho simple de aceptar. - Dile que debes volver a tu hogar, que ya has pasado mucho tiempo lejos de casa, y que no puedes continuar... Mi sobrino no podrá negarse a eso.– Expresó sabiendo de antemano la verdad. Zuko anhelaba tanto el poder hacerlo, volver a la Nación del Fuego, que se vería empático con la idea… Siendo quizá una negativa al principio, pero al poco aceptaría.
La maestra tierra se lamentó; tomando sus rodillas y frunciendo su entrecejo.
- Tampoco quiero hacer eso.– Sonó como un quejido berrinchuda.
Iroh lo entendió por completo... Toph estaba flechada."
- ¡¿Entonces fue mentira?! – Se oyó el Avatar impresionado.
Toph negó con un ligero movimiento, empezando a ocultar su rostro completo entre sus rodillas.
- ¿Entonces? ¡Dinos, Toph! – Se impacientaba el no maestro.
- No lo sé.– Sonó muy confundida y dolida.
- No, yo creo que sí lo sabes.– La apuntó el chico con su boomerang. - ¡Te enamoraste del malo! -
- ¡Ya te dije que él no es malo! – Volvía a molestarse.
- Bueno, "no es malo" – Otra vez hacía uso de sus dedos para enfatizar su sarcasmo. – Pero es obvio que algo pasó entre ustedes.– Refutaba.
- Sí. Vimos cómo se interpuso por ti contra su hermana y…– Aang dudo en decirlo.
La maestra tierra volteó a él al escucharlo, esperando a que continuara.
- Dilo.– Exigió con amargura.
- Y como su tío lo sometió para que regresaras.– El Avatar se vió dudoso. - Si todo era mentira, ¿entonces por qué lo hizo? -
A la maestra le dolía admitirlo, pues eso era lo que más le pesaba. Tomó aire antes de decir sus palabras…
- Porque eso no fue mentira.– Sentenció con gran dolor.
- ¿Qué quieres decir? – Preguntó extrañado el guerrero.
- Porque ella dudó.– Sentenció la maestra agua seriamente. - ¿Verdad, Toph? – La encaró.
El rostro de la maestra tierra se colocó en dirección a Katara. Asintiendo lentamente.
- ¡Lo sabía! Entonces sí te enamoraste de Zuko.– El no maestro la encaró nuevamente.
La pequeña volvía a sentir la presión en el pecho, la sensación de pesadez sofocándola, tenía ganas de gritar, de correr, ¡desaparecer!
"- ¡No te la llevarás! -
- ¡Suéltalo, Iroh… Por favor! -"
- ¿Toph? – llamó el Avatar al ver su rostro regresando a quebrarse.
…
- ¿Ahora lo entiendes, Príncipe Zuko? – Cuestionó el viejo maestro fuego al notar las reacciones de su sobrino. - Es difícil tomar las decisiones correctas cuando se está influenciado bajo la guerra.– Explicaba queriendo hacerlo entrar en razón. - Sé que hay un destino diferente para ti, estoy seguro. Y hasta que no decidas cuál es tu camino a elegir. No podrás mezclarlo con ningún otro.– Iroh dirigió su vista a su sobrino, quién permanecía sin decir nada. Todo era completo silencio… Continuó. - Haber alejado a Toph, para evitar ponerla en riesgo, fue lo mejor.– Lo dijo con algo de aflicción en sus palabras. Comenzando a llevar de vuelta el vasito que anteriormente le había ofrecido con té medicinal. Para su contractura.
El príncipe lo sujetó, incorporándose lentamente, sólo para poder tomar aquella infusión. Iroh lo ayudó. Este se quejaba, pero igual tomó de un solo trago aquel líquido…
Dejó el vasito vacío con esfuerzo, devolviéndolo a su tío. Regresó a recostarse, permaneciendo en silencio, pues aunque los pensamientos se le acumulaban, no tenía nada qué decir.
El viejo Dragón lo observó. Después de todo lo explicado, el príncipe ya no sé notaba furioso; sólo estaba…cabizbajo.
Iroh lo supo… Había roto la ilusión de su sobrino.
…
- ¡TODO SE ME SALIÓ DE LAS MANOS! – Gritó volviendo a llorar.
- Calma, Toph… todo – Sonó el monje de nueva cuenta.
- ¡No! ¡Las cosas no están bien! – Se dijo a sí misma con reproche. – ¡Yo dudé, Aang! – Se lo pensaba, ¡tenía tanto que confesar! Los pensamientos y sentimientos la estaban volviendo loca.
El Avatar y los demás la observaban. La chica recordaba todo lo vivido.
- ¡Iroh tenía todo planeado! – Tomaba un poco de aire para poder seguir mientras sus lágrimas caían.– Lo único que no planeó…-
- Fue que te enamoraras.– Aunó el monje.
¡Oprimió el suelo con fuerza! ¡Estaba furiosa!
- De no haber sido así, no tendría porque haberlo lastimado… Él no iba a permitir que me marchara.– Toph sonaba sumamente dolida. - Si Iroh lo sometió de esa manera, fue porque yo rompí mi trato. Entendió que no me iría… No lo haría.– Sintió el fuerte dolor en su pecho. - ¿Cómo puedes someter a alguien sin tocarlo? Solo es posible, cuando ese otro te importa.-
Esas últimas palabras, sonaron muy preocupantes a los oídos del resto, quienes seguían escuchando la versión de la joven; atentos y sorprendidos.
Continuó.
- ¿Y sabes? – Sonó con gran seriedad. - Aún me pregunto… Si yo te habría liberado.– Se cuestionó, dirigiendo su 'vista' hacia El Avatar.
Se quedaron pasmados, viéndose los unos a los otros. Su honestidad era severa. Pero no objetaron nada. La maestra tierra de nueva cuenta volvía a esconder su rostro. Dolida, apenada; sentía haber traicionado todo lo que creía. Y sin embargo, sentía extrañar tanto a Zuko… Y pese a todo, a Iroh.
Oprimió sus labios cansina, dejando salir lo último de sus lágrimas.
- Perdóname, Chispítas.– Musitó en un suspiro inaudible; quebrada.
-- Fire.
Por el resto de días de obligada recuperación, el Príncipe continuaba con su actitud molesta y quejumbrosa hacia su tío, reprochándole una y otra vez; aunque este no se lo decía, sólo permanecía en silencio por horas, incluso días. Pues aunque el ex general lo intentaba, ni siquiera él había previsto el hueco que dejó la partida de Toph. Las risotadas escandalosas y poco disimuladas, los arduos entrenamientos, las noches de bailes, historias divertidas y bromas sin sentido. El meterse en problemas cada cinco minutos, y recibir un golpe como respuesta a su muestra de afecto… Todas estas fueron cosas, que ambos maestros añoraron.
Zuko parecía de algún modo haber perdido la chispa, irónico, ya que así era como la pequeña escandalosa siempre lo nombraba. Ignoraba todo hecho o intento de su tío, aunque fuera poco, por hablar. Se recostaba a las orillas de la fogata; y cuando iban a ducharse a los estanques o ríos, simplemente se limitaba a darse una enjuagada rápida, para después quedarse sentado observando alrededor, quedando debajo de la sombra que proveía algún árbol.
Todo este comportamiento, sólo pudo preocupar profundamente a su viejo tío, pues su sobrino apenas y cruzaba más de tres palabras en las conversaciones cotidianas; comía poco, y suspiraba cada cuanto. Más a la hora de acostarse a descansar, en donde terminando con su cena, en seguida recogía las cosas, para listar su lugar de dormir; dándose la media vuelta sin decir siquiera un: "buenas noches".
El Príncipe atravesaba un duelo. ¿Sufriendo por qué? Ni siquiera el Dragón lo sabría con exactitud, pero se lo temía... Quizá sólo hay una cosa más tormentosa para un adolescente que enfrentar un exilio en soledad; y esa es… Recuperarse de un abandono.
Cuando fue más joven, siempre se hubo enfocado en cumplir con sus tareas y obligaciones, que por deber lleva un príncipe de trece años. Él era un chico intrépido, un tanto irreverente; aún lo era. Con el suceso en la cámara de planeación de guerra, y el Agni Kai con su padre, era obvio que en el exilio algo como "fraternizar" vincularse o hacer alianzas, no tuviera cávidad para un joven como él. Y ahora, a sus dieciséis años, finalmente volvía a sentir el duro aguijón de una pérdida, de una manera bastante peculiar a decir verdad. Todas esas leves situaciones furtivas, lo habían llevado a desarrollar cierto afecto hacia la maestra tierra. Aunque este ni siquiera se hubiese dado de manera formal.
Analizaba un viejo maestro fuego en pensamiento.
Era impresionante el creer que su fuerte y audaz sobrino, se viera envuelto y atormentado nuevamente por un mal como este. Pues incluso El Príncipe de la Nación del Fuego, era un humano, común y corriente. Capaz de sentir cualquier clase y forma de amor en su máxima expresión, y en esta etapa de su vida; aún sin saber o estar seguro de lo que este era. Y de la misma manera, la falta de él como un duro golpe directo en la nariz en contraste. Yendo de lo más maravilloso, a lo más complicado y doloroso como el propio sentimiento puede ser.
Suspiró de nueva cuenta al verlo "dormir", sin decir nada… Pues por una noche más, su joven y resentido corazón; le recriminaba el dolor y vacío que se acumulaba en su pecho.
- Buenas noches, sobrino.– Resonó con algo de propio dolor en sus palabras. Dando paso a él mismo, para dormir.
-- Earth.
Después de su pasada confesión, las cosas parecieron comenzar a calmarse en el equipo Avatar. Pues aunque todos sabían las pasadas intenciones de Toph, y sus verdaderos sentimientos de "amor y lealtad" hacia el Príncipe desterrado, no fueron suficiente impedimento como para que los chicos no tomaran las cosas con sabiduría y madurez. Ella misma estaba consciente de que no podía permanecer todo el tiempo sufriendo y reprochándose sus pasadas acciones; y el como éstas resultaron.
Por lo que, para compensarlo, comenzó a ayudar un poco con las tareas del campamento; y a su vez, hallar el valor de acatar la orden de su viejo mentor, El Gran Dragón del Oeste.
…
¡EL FUERTE SONIDO DE ROCA ESTALLANDO Y SALIENDO DISPARADA ALREDEDOR LOS DESPERTÓ!
- ¡Buenos días, pupilo! – Optó por tomar la frase de su antiguo maestro. - Ya es momento de que empiece tu entrenamiento.– Le dijo acercándose de especial buen humor al monje. Quien ya se estaba incorporando para hacerle frente al día.
- ¡Silencio! ¡Quiero dormir! – Sentenció el chico de la Tribu al verse incordiado por los ruidos tan temprano.
Era cierto, Toph odiaba madrugar, pero desde que vivió con Zuko y Iroh, las costumbres se le pegaron. Pues esos días solían comenzar desde muy temprano de una manera vigorosa, con un excitante y extenuante entrenamiento. Después, venía la deliciosa hora de la comida en la cual la quietud duraba unos momentos, para en seguida, idear en qué tontería inesperada y divertida gastaría su día, concluyendo, con un segundo entrenamiento más rudo que el anterior. Por último, dirigir a ducharse, cenar y descansar.
El recuerdo hizo a Toph suspirar por un instante, pero no se dejaría decaer.
- Lo siento, intentaremos no hacer tanto ruido…– Sonó quedito intentando reflejar inocencia y dulzura en su voz.
Acto seguido. ¡Mandó al tipo a volar por los aires en su bolsa de dormir…!
- ¡AHHH! – Se escuchó en lo alto, una vez volvía a caer. - ¡Abshbshs! – Se le escuchó haciendo rabietas por su forma de actuar.
Cosa que logró hacer reír a el Avatar, divertido. Parecía que Toph regresaba a ser la chica ruda, pesada y divertida que encontraron en el "Estruendo Tierra VI".
- Como diga, Sifu Toph.– Le dirigió reverencia, risueño y respetuoso.
- Hey, a mí nunca me llamaste Sifu.– Reclamó una Katara levemente incordiada.
- ¡Jeje! ~ Aang soltó una risilla nervioso en respuesta. Marchándose rápidamente para comenzar con su entrenamiento.
…
- El tierra control es completamente diferente al aire. Pues en este debes ser rudo, resistente. Con una postura firme, debes de ser capaz de hacerle frente a la roca.– Le mostró la postura correcta. - Deberás ser capaz de moverla sin titubeos. ¡Así! – La maestra tierra adaptó bien su postura fuerte ¡y atacó!
¡LA ROCA SE DESPLAZÓ CON RUDEZA LLEGANDO AL FONDO DEL LLANO!
Los ojos del Avatar se abrieron con impresión.
- Ahora vas tú.– Recalcó la chica indicando su postura y movimiento; tal y como acababa de mostrarle.
Cosa con la cual… El Avatar no logró ni moverla un poco.
- ¡ERES UN DEBILUCHO! – Reclamó al sentir la nula intención del chico por mover la roca.
- Quizá podría intentar moverla desde otro ángulo.– Sentenció procurando excusarse, rascando su calva cabeza en señal de idear otra manera.
- ¡NO! – Lo interrumpió de inmediato. – ¡Aquí no hay otro ángulo, ni puntos de vista o soluciones diversas! – Lo regañó. – ¡SOLO HAY UNA FORMA DE HACERLO Y ES ASÍ! -
Acto seguido.
¡La pequeña maestra rompió la inmensa roca con la cabeza y el resto de su diminuto cuerpo!
Aang se quedó con la boca abierta, se sentía impresionado y avergonzado a la vez... Él no podía hacer eso. Pensó preocupado.
- ¿Por qué no intentas con algo más suave, Toph? – Se acercó a ellos la maestra agua al ver como Toph le gritaba a Aang.
- Tienes razón.– Espetó la más chica pensando en algo más. Quizá Aang si era demasiado blando… Más de lo que ella creía. – Vamos, pies ligeros.– Ordenó comenzando a caminar. - Intentemos otra cosa.-
Llegaron a un lugar diferente con roca firme.
- Intenta esto.– Le indicó que iniciara con un entrenamiento de nivel básico, de lo más inicial en las escuelas de tierra control.
La maestra frotó sus manos y con suma determinación, ¡comenzó a partir y abrir la tierra con la punta de sus dedos a gran velocidad! El monje la miró e intentó imitar sus movimientos… Haciendo solo que sus dedos tronaran contra la roca sólida…
Pasaron todo el día intentando un sinfín de movimientos. Pero nada daba resultado.
- ¡Suficiente entrenamiento! – Exclamó visiblemente molesta. - ¡ERES UN DELICADO CON PIES DE BAILARINA! – Reclamó golpeando su pecho con el dedo.
Aang se vio cabizbajo al no dar ni un poco de frutos su intento.
- Lo intentaremos mañana.– Expresó más calma.
Aang estaba cansado y lleno de tierra, pero no iba a ser ni un poco compasiva con él.
La pequeña maestra se dirigía a un lugar en solitario…
- ¿Qué habrías hecho tú? – Lanzó su pregunta al aire, como si alguien realmente la fuese a escuchar. Sentándose más allá, tomando sus rodillas.
Si bien Toph no era mucho de creer en cosas cósmicas o espirituales, después de haber conocido a Iroh, quería creer que quizá todas esas cosas sí que tenían algo de sentido y razón… Querría su consejo más que nunca, había intentado con todas sus fuerzas y determinación iniciar con su petición… Aunque esta fuera en contra de lo que Zuko quería.
Se lamentó de nueva cuenta.
- Estúpido papanatas.– Masculló para ella misma al recordarlo; pensando en lo que podría estar haciendo el neurótico de Chispítas en estos momentos… Por lo menos esperaba, estuviera bien.
…
- ¿Cómo te sientes, Príncipe Zuko? – Preguntó al verlo salir de aquella despedazada cabaña después de días.
El fuerte agarre con el que sometió a su sobrino, lo había dejado en reposo; quizá se le había pasado la mano. Pero sabía que con sus remedios herbales, pronto estaría renovado y en forma.
- Bien.– Sentenció un poco seco, recuperando nuevamente la costumbre a la luz del día en sus dorados ojos; y la sensación de movimiento en sus brazos y piernas.
El príncipe estiró su cuello y extremidades, todavía se sentía algo entumido. Pero quizá solo era por el tiempo recluso.
- Tío.– Lo llamó. - He estado pensando. Si quiero enfrentar a Azula, necesito aprender a dominar el arte del relámpago control.– Sentenció en un tono un tanto calmo. Pues estos días en reposo, le habían dejado muchas cosas en qué pensar.
El viejo lo escuchó… Percatándose de que su voz y su actitud diferentes.
"- Deberías de intentarlo alguna vez, la lunática de su hermana podría tener peores consecuencias en él que tus rayos.-"
Las palabras de la joven maestra tierra sonaron tan palpables en su cabeza.
- Sé que tal vez dirás que es mi hermana, y que no debería de luchar contra ella…-
- No.– Lo interrumpió súbitamente - Tu hermana esta chiflada, y necesita escarmiento.– Sentenció observando determinado a su sobrino.
El joven maestro fuego se sonrió solo un poco. Sabiendo que eso significaba que su tío por fin lo enseñaría en el arte del relámpago control.
Se apartaron a un lugar más allá en donde Iroh situó a su sobrino cerca de una pendiente, para que prestara atención.
- Escúchame, sobrino, el arte del relámpago posee un balance, como todo en esta tierra.– Se comenzó a escuchar su voz firme. - Para poder dominarlo, tu mente debe estar completamente serena. Sin nada que la perturbe.-
El mentor indicó a su sobrino el hacerse más para atrás, pues estaba a punto de realizar una magnífica demostración.
El Dragón posó firme; empezando a mover sus brazos y manos en una danza iónica llevando a cada extremidad de lado contrario, una vez lo hizo, pudo notar como la energía dejaba un rastro… Al llegar al centro, ¡un rayo de energía acumulada brotó de sus manos! Los dedos de Iroh lo apuntaron lejos de aquella pendiente. ¡Sonando estrepitosamente!
Los ojos del príncipe se vieron asombrados, aturdidos y entusiasmados, de ver el poder de su tío al ejecutarlo.
- ¡Yo quiero intentarlo! – Sentenció rápida e impacientemente.
El viejo Dragón lo tomó como un cumplido al ver la reacción de su sobrino.Ambos se pusieron en posición y este le indicaba como debía de hacerlo.
- La energía debe recorrer tu cuerpo, siendo capaz de separar las energías positivas de las negativas.– Movía sus manos al compás de su enseñanza. - Sólo separándolas correctamente, y volviéndolas a juntar, se creará el rayo.-
El príncipe lo intentó decidido, pero;
¡EXPLOSIÓN!
Lo intentó cientos de veces, teniendo siempre el mismo resultado. Irritándose cada vez más… Hasta que, él mismo explotó. Su tío negó cabizbajo, al entender que su sobrino no estaba preparado.
- ¡Arrgghh! – Gruñía al verse dañado, por su mismo intento de rayo.
- ¡Concéntrate, Príncipe Zuko! – Sentenció con gran seriedad y cierto pesar cargado en su voz.
¡El chico lo intentó una vez más…! Teniendo exactamente el mismo resultado.
- ¡Arrgghh! – Gruñó de nueva cuenta. - ¡No puedo! ¡No puedo hacerlo! ¡Sólo logro que me explote en la cara como todo en mí vida! ¡Como todo lo que quiero! – Sonó quejumbroso; furioso y dolido.
El Dragón supo a lo que se refería.
- Príncipe Zuko, no puedes estar lamentándote del pasado, es algo que no te dejará mantenerte sereno.– Pronunció queriendo sonar sensato.
- ¡¿Y cómo quieres que lo esté?! – Lo encaró perdiendo el control. - ¡APARTASTE A TOPH!, ¡ELLA Y YO TENÍAMOS UN TRATO! – Lo miró desafiante, dejando finalmente salir sus reprimidos sentimientos. - ¡ERA MI ALIADA! ELLA SERÍA QUIEN ME AYUDARÍA A DERROTAR A QUIEN FUERA, ¡¿Y A TI TE PREOCUPA SU BIENESTAR?! ¡¿QUÉ HAY DE LO QUE YO REQUIERO?! SI ME HUBIERAS ENSEÑADO ANTES EL RELÁMPAGO CONTROL, ¡YO LA HABRÍA DEFENDIDO! – El príncipe lanzaba sus palabras impregnadas con resentimiento, perdiendo cada vez más la compostura… De pronto, su enojo comenzaba a bajar más y más… Convirtiéndose, sólo en un llanto desesperado. - Éramos…– Se lamentaba antes de si quiera poder admitirlo, pues ni él mismo sabría describir lo que eran. - Éramos un equipo.– Sonó casi sin fuerzas. Pero haber sacado todo lo que revolvía su mente, le ayudaba a sentirse menos agobiado.
Iroh lo miró arrepentido, pues su sobrino estaba experimentando quizá por segunda vez, la pérdida de un ser amado. Pero esto no sería nada comparado si este realmente la hubiese perdido en una batalla de guerra, en una batalla real… Zuko ya tenía suficientes traumas con su pasado, como para enfrentarse también a esto. Cerró sus cansados ojos avellana. Sabía que había hecho mal al no instruir a su sobrino antes en el relámpago control, así que compensaría las cosas.
- Príncipe Zuko, lamento mucho que pienses eso.– Sonó un Iroh primero queriendo ser comprensivo con él, y con su sobrino.
Zuko sólo apartó su iracundo rostro con fastidio al escucharlo. No querría saber nada más. Comenzaba a caminar… Iroh lo detuvo.
- Existe una técnica que podrías aprender. Y es una técnica que nadie conoce… Porque yo mismo la inventé.– Lo dijo intentando que el Príncipe se mostrara curioso.
Cosa que parcialmente pudo hacerlo salir de sus tempestuosos y aturdidos pensamientos.
Una vez se hubo sentido mejor, el joven de nuevo se apartó con su tío a un lugar más allá. Habría una explicación previa.
Iroh tomó una rama del suelo, y comenzó a relatar lo siguiente:
- El fuego, es el elemento del poder. Los maestros fuego tienen el deseo y el ser de la energía para lograr lo que ellos quieran.-
Dibujó el primer símbolo en la tierra con aquella varita.
- La tierra es el elemento de la sustancia. Las personas del Reino Tierra son versátiles y fuertes. Son maestros que permanecen y persisten.-
Continuaba con sus dibujos en la tierra.
- El aire es el elemento de la libertad, sus nómadas son capaces de despegarse de todas sus cadenas mundanas para encontrar la iluminación en la paz y la libertad… Y aparentemente, poseen un gran sentido del humor.-
Eso ultimo lo mencionó, como un pequeño chiste; que no le hizo gracia alguna… Siguió.
- El elemento del agua es del cambio. Las personas de la Tribu del Agua son capaces de adaptarse a muchas cosas. Ellos tienen el sentido de la comunidad y el amor, y trabajan juntos para conseguir lo que sea.-
El príncipe sólo lo observaba atento, tratando de descifrar, porque su tío le daba todo ese conocimiento… Mientras este terminaba de dibujar todos los demás símbolos de los elementos.
- Es importante que conozcas el significado de las diferentes naciones, para adquirir sabiduría. Si solo te concentras en la sabiduría de uno, te conviertes en un maestro rígido e inestable. Pues te hará falta todo lo demás para alcanzar tu propio balance.-
- Tío, ¿por qué me dices todo esto? – El príncipe aún no comprendía el verdadero significado.
- Porque la técnica que voy a enseñarte, la aprendí en mis viajes como nómada, y la aprendí directo de los maestros agua.– Replicó el viejo con una pequeña sonrisa hacia su sobrino.
Volvieron a estar de pie y se dirigieron otra vez al "lugar de entrenamiento".
Esta vez la pose era distinta, se trataba de balance y transformación, pues la técnica consistía, en aprender a redireccionar un rayo.
- ¿Puedes sentir la energía que corre por tu cuerpo? – Cuestionó el Dragón dirigiendo la vista a la postura de su sobrino, a su vez este le imitaba.
- Sí, puedo sentirlo.– Respondió ya un poco renovado de su pasado melodrama.
- Muy bien, Príncipe Zuko.– Felicitó un viejo admirando del buen trabajo del joven. - ¡Ya lo tienes! -
- Gracias, tío.– Correspondió sintiéndose mejor. - ¡Ahora quiero redireccionar uno! -
¡Los ojos del Dragón se impresionaron!
- ¡NO VOY A LANZARTE UN RAYO! – Corrigió a la petición de su sobrino.
El joven maestro fuego de nueva cuenta se vio malhumorado.
- Si tú no me lanzarás uno, ¡entonces lo buscaré yo mismo! -
Fue lo último que sentenció antes de desaparecer de su lado.
El mayor entristeció.
…
- ¿Con quién hablas, Toph? – Se escuchó al de la Tribu, saltando de un enorme árbol más allá.
La chica claramente se vio aturdida, y hasta cierto punto molesta, por ser tomada por sorpresa. ¡¿Cómo carajos no lo pudo notar?! Se cuestionó presurosa dándose cuenta de que el chico la había oído.
- ¡¿Qué carajos haces ahí?! – Contestó altanera en respuesta.
- ¿Yo? Cazando. Quería un poco de carne, pero ya se hizo tarde. ¿Tú qué haces aquí arriba hablando sola? – La volvió a encarar acercándose a ella.
Toph se sumió en la vergüenza al escucharlo.
- ¡Nada que te incumba, papanatas! – Replicó furiosa cruzándose de brazos, frunciendo el ceño y girando su rostro a otra parte.
- Claro.– Refutó con cierto toque de sarcasmo e incredulidad al ver su reacción. - Sigues con lo de Zuko, ¿cierto? -
Era la tercera vez que la encaraba con eso, ¡estaba harta!
- ¡¿Por qué te empeñas en cuestionarme sobre él?! ¡¿No tienes nada mejor que hacer?! – Se sentía completamente desprotegida con cada nueva pregunta del no maestro. – ¡DÉJAME EN PAZ! – Sonó como último recurso.
- Ya… Sólo decía, mujer. No tienes porque alterarte tanto.– El chico de la Tribu Agua a veces era molesto y bobo, pero siempre trataba de "entender" a su manera, lo que a las chicas les preocupaba.
Toph bufó a consecuencia. Siempre lograba ponerse a la defensiva con él, y con cualquiera que volviese a tocar el tema de Zuko. Ella misma estaba tratando de hacerse a la idea de olvidarlo, pero había noches en las que se sentía especialmente melancólica. Ya no sentía rencor hacia ellos, e intentaba con todas sus fuerzas parecer normal; tratando de pasar desapercibida en su duelo… ¡Ya no querría que nadie nunca más la viese así!
El joven de la Tribu solo suspiró dispuesto a marcharse. Si ella nunca más querría hablarle, estaba bien por su parte. Pensó resignado.
- No es eso lo que me molesta.– Comenzó a intentar explicarse, más calma.
Sabía que incluso ella estaba siendo más molesta y arcaica que el patán de Zuko con su actitud siempre a la defensiva. Más con el pobre y estúpido de Sokka. El cual, no estaba intentando otra cosa más que ser amable; lo sentía en sus vibraciones.
El moreno se detuvo.
- ¿Entonces qué es? – Cuestionó con simpleza. Como si lo reciente no hubiese importado.
- Es el patético de Aang.– Relajó un poco su postura y expresión. Mintiendo a medias. - No consigo hacerlo mover ni siquiera un guijarro.-
- Ya veo.– De nuevo la simpleza en su voz.
Toph bufó. Era un idiota sin remedio. Sin embargo, una pequeña mueca se formó en su rostro, provocando que se relajara por completo.
- Quizá deberías intentar hacerlo como lo hace Katara.– Sugirió dando su opinión.
- ¿Y cómo lo hace Katara? – Toph se sorprendió por la propuesta, pero salió con sarcasmo su respuesta.
- Aang parece ser muy sensible a ese tipo de cosas, y a veces hace cosas raras de Avatar. Pero responde más rápido con las enseñanzas de Katara.– Soltó llevándose la mano a los dientes, limpiando entre ellos con su boomerang.
- ¡Jajaja! – Soltó su risa a manera de burla.
- ¿Qué? – Preguntó el tipo sin entender porque Toph se reía.
- ¡Me pides lo imposible, hombre! – Sonó dejándose caer divertida al suelo. - ¿Podrías imaginarlo? ¿Yo? Actuando como la Reina Azucarada, dueña de quien sabe qué, en la Villa de a nadie le importa. ¡Jajaja! – Volvía a reír sin remedio. - Además…– reincorporó su pose, controlando su risa. - Es obvio que el patético de Aang va a responder a algo como eso. Un bobo como él, está hecho para una boba como ella.– Objetó casi tan pedante y quejumbrosa como Zuko.
Sonrió al darse cuenta. ¡Maldito!, tal parece si había algo de él en ella. Pensó levemente maliciosa.
- ¡Oye! Esa boba es mi hermana, y sí, sé que a veces es fastidiosa y creída y molesta…– Casi pierde lo que decía entre las quejas. - ¡Pero es mi hermana! – Defendió al escuchar tal insulto.
- ¡Pff! Como digas.– Bufó sin importarle su reclamo.
- ¡Es en serio! No deberías menospreciar mis consejos. Aang responde mejor bajo situaciones en las que involucra sus emociones y cosas de Avatar. Eso es todo lo que sé.-
- ¡JAJAJA! – Rió con más fuerza de nueva cuenta ante lo absurdo e irónico. Y aparentemente funcional, que había sido escuchar al pobre chico de lento aprendizaje de la Tribu Agua. - Gracias, Sokka.– Sonó finalmente.
El joven no lo entendió…
Esta comenzaba a caminar, alzando una mano en señal de despido. ¡Ya sabía que hacer! Pensó victoriosa.
…
A la mañana siguiente.
La maestra tierra se despertó muy temprano, recogió unas cuantas nueces y frutos de por ahí y "robó" el planeador de Aang…
- Buenos…días – Se escuchó levemente curioso y extrañado el calvito.
- Buenos días, pies ligeros.– La chica le respondió de peculiar humor. – ¿Nueces? – Le ofreció calma.
- Ahhh…– Sonó pensante el joven monje.
¡CRACK!
Se abrieron las nueces al dar un golpe duro y certero en ellas… Con su planeador.
- Toph, te importaría no hacer eso con…–
¡CRACK!
- ¿Con qué? – Contestó con un tono inocente.
¡CRACK!
- Toph, es una reliquia.– Su voz sonaba temerosa y nerviosa de que lo rompiera.
- ¿Ah, sí? – Insistía.
¡CRACK!
El monje veía como con cada nuevo intento por decirle algo, esta rompía con más ganas las nueces con su planeador.
¡CRACK!
La chica se notó retadora, sentía como Aang se molestaba con cada nuevo golpe.
¡CRACK, CRACK, CRACK…!
- ¡No importa, puedes usarlo! – Se fue tratando de ignorar su enojo.
Toph se sonrió maliciosamente, y tomó más de aquellas nueces recién partidas… Su plan iba victorioso.
…
Toda la tarde se paseó con aquel planeador usándolo de bastón, dando de golpes con él como si realmente lo necesitara para ver… Tal y como haría un invidente, pero con más rudeza.
Aang intentaba meditar, se sentía cada vez más irritado…
Con…
¡CRACK!
Cada…
¡CRACK!
Nuevo…
¡CRACK!
- ¡Ahhh! – Gritó el monje exasperado por cada golpe.
- ¡Chicos no encuentro a Sokka! – Sonó una maestra agua preocupada. - Desde la mañana se marchó a cazar y no ha regresado.-
Pronto el Avatar se marchó a buscarlo, pues lo que menos quería era seguir a lado de Toph. La maestra tierra también fingió empezar a buscar, pues en cuanto dio un fuerte golpe a la tierra y puso un poco más de atención a su alrededor, dio fácil y rápido con el paradero del sujeto.
Una vez se dirigió a donde el patético chico agua estaba, sintió como el maestro aire llegaba también al lugar del encuentro.
Sokka se encontraba atorado en una zanja… Estúpido. Pensó.
Lo siguiente que presenció, fue lo que la impresionó. Oculta en los arbustos escuchó como el monje daba su queja a consecuencia de ella: "¡Él nunca podría hacer tierra control!" fue lo que exclamó como reclamo el blandengue. Al tiempo, una madre alce oso dientes de sable apareció. Provocando que el Avatar la enfrentara con tal de salvar a Sokka. No dio ni un paso atrás y le hizo frente, haciendo que dicha creatura saliera por los aires y se retirara derrotada. Tan sólo se llevó a su cría.
- Aang, ¿podrías sacarme con algo de tu tierra control? – Cuestionó el chico que permanecía atorado. Cansado e intentando ser paciente.
- Lo siento, Sokka.– Sentenció el monje nuevamente cabizbajo. - Aun no puedo hacer tierra control.-
- Yo diría que estás bastante cerca, Pies ligeros.– Se oyó encima de una roca.
- ¿Qué? – El monje no lo entendió.
- Ví todo el espectáculo.– Replicó golpeando algunas nueces con el planeador.
¡CRACK!
- ¡¿Estuviste aquí todo el tiempo?! ¡Pudiste haber hecho algo, tal vez habríamos sacado a Sokka antes! – Aang perdía la paciencia.
La maestra tierra no dijo nada, al contrario, pareció no inmutarse en lo más mínimo por sus palabras, ¡y continuó!
¡CRACK, CRACK, CRACK!
¡EXPLOTÓ!
- ¡TOPH, ES SUFICIENTE! – Ordenó con firmeza tomando su mano, para evitar que esta diera otro golpe.
- ¡Jajaja! – Rió incontrolable. - ¡Bien! ¡Estás listo! ¡Vas a mover esa roca! – Lo 'miró' con decisión.
- Se volvió loca, ¿verdad? – Objetó el chico todavía atorado al presenciar tal acto.
Aang no lo entendió…
- Acabas de salvar al patético de Sokka…-
- ¡Oye! - Sonó al fondo.
- de ser capturado por un gigantesco animal, sin dar ni un solo paso atrás. Y aún más impresionante, acabas de desafiarme… ¡A mí! – Le explicaba gustosa, la naturaleza de su hazaña. - ¡Estás listo! -
El Avatar por fin lo entendió. Toph lo había estado provocando toda la mañana para que fuera firme.
- Todo es muy lindo, pero…¡¿les importaría sacarme de aquí?! – Exclamó el pobre sujeto en la zanja.
- ¡Yo lo hago, Sokka! – Espetó animoso el maestro aire.
- Ah…en realidad, mejor yo lo hago.– Lo detuvo de su valía, haciéndolo a un lado con la mano. - Aun eres muy aprendiz para eso. Podrías aplastarlo hasta morir.– Protestó sin mucha importancia.
– Sí, eso es mejor. Nada que implique aplastar al chico boomerang hasta morir.– Resonó con sarcasmo.
De un golpe a la tierra, sacó al guerrero de la Tribu Agua tomándolo por los cabellos…dejándolo "a salvo" en el suelo.
…
A partir del día siguiente.
¡El Avatar lo había logrado!
Por fin dio frutos su rudo entrenamiento, y ya era capaz de hacerle frente a su maestra. Aumentó su fuerza y musculatura. Y cada que su Sifu exclamaba un ruidoso y escandaloso: "¡COMO ROCA!" sabía que un fuerte golpe o movimiento se acercaba.
Toph asentía con cada nuevo paso exitosamente logrado… ¡Estaba orgullosa de su pupilo!
- Gracias.– Murmuró animosa al cielo. ¿A quién le agradecía? Era un misterio, pero le gustaba creer, que a alguien lo hacía.
…
…
…
Nota: Hey, there! Hola, otra vez.
Logré subir el siguiente capítulo ya que la próxima actualización, no estoy segura de cuando podré.
Agradezco cada uno de las followins de la historia, me elevan el ánimo a seguir escribiendo. Y un comentario para: Sora2710. ¡Gracias! A mí también me encantan, Toph mi favorita desde siempre, y mi niño tatemado más. Tokolover en todos los universos, jaja
Gracias por leer.~
De antemano, aclaro que a veces reactualizo algún cap por las faltas ortografícas y/o errores que detecto. Quizá con este lo haga cuando acabe de subir la historia completa.
Anyway! A todo el que se sume a este fic, bienvenido. Muchas gracias por leer. Bonita semana para cada uno. See ya! ~
