Capítulo 7. Posibilidades.
Un aroma lo despertaba, provocando que gruñera su estómago.
Después de días de haber estado en cama, por fin sintió ganas de moverse; asemejando el enorme vacío que lo atravesaba. Sería capaz de devorar hasta un enorme rino komodo. Pensó saliendo de aquel futón, lo cual también generó apeteciera ducharse.
El Dragón desde la cocina lo escuchó. Tal parece su sobrino ya se encontraba mejor.
A los pocos minutos…
- ¡Aghh! ~ Salió un bostezo tallándose los ojos, pues otra vez estaba acostumbrándose a la claridad del día.
- Buenos días, sobrino.– Sentenció aquel hombre, gustoso de su apariencia; meneaba enjundioso el estofado que preparaba.
- Buen día, tío.– El chico se acercaba a él. - ¿Qué…es…ese olor? – Cuestionó pausado mientras daba una olfateada.
- Es caldo de arroz, no creo que sea de tu agrado.– Respondió el anciano con un extraño tono, por su actuar.
- En realidad...– Olfateó un poco más. - huele delicioso, ¿me sirves un poco en el tazón? – Sonó casi tan amable y gentil como solía ser. Cuando era un pequeño príncipe de trece años; su tío no pudo evitar soltar una mueca de desconcierto.
- Ahora que ya no tienes fiebre, creo que noto algo diferente en ti.– Declaró como queriendo que confesara, y al tiempo obedeció a la petición de su sobrino.
Una vez terminó de servirle, el chico comenzó a caminar más allá, a la mesa.
- Es un nuevo día, tenemos casa nueva, muebles nuevos.– Comenzó a hablar despreocupado. - Y hoy es la inauguración de tu salón de té. Las cosas están mejorando.– Argumentó bastante animado.
Cosa, que pudo hacer al viejo maestro dar un respingo de la impresión. En el rostro de Zuko se embozó una mueca tranquilo, y en la del viejo Dragón. Parecía que su sobrino estaba contento, renovado… En parte, porque también sería la fecha en que verían a la maestra tierra. Lo miró un tanto de reojo; sonriendo y volviendo a su tarea. El Príncipe solo continuó con su comida.
…
Las cosas por el lado del equipo Avatar eran un poco distintas.
Hace unos días que los chicos se habían marchado para encargarse de sus deberes, dejando a Katara y Toph al frente para alistar los preparativos de: "La Invasión", junto a los cinco generales y el rey tierra.
Después de ayudar al rey Kuei, les hicieron entrega de unos documentos que hubieron interceptado. El mensaje lo traía Appa cuando Long Feng lo encontró, de parte de un Gurú que ayudaría a Aang a controlar el Estado Avatar. Otro, era un mensaje que informaba sobre ciertos guerreros de la Tribu Agua, que resultaron ser el escuadrón que dirigía el padre de Sokka y Katara; y por último, una carta para Toph. Donde sus padres le expresaban su deseo por querer reunirse con su hija. Tendría que considerarlo. Fue lo único que pensó después de que escuchara a Katara leerla por ella.
- Katara, ¿podrías ayudarme con algo? – Solicitó abriendo la puerta que correspondía a su habitación.
La maestra agua que posaba en la sala se extrañó por tal manera de petición tan agradable.
Era cierto, desde hace poco más de una semana que Toph había estado muy callada. Y cuando asistían a las juntas con el rey tierra y generales, simplemente escuchaba y se guardaba su opinión. Sin mencionar que en ocasiones ni siquiera sabía a donde iba y/o merodeaba por las tardes.
- Claro, Toph.– Aceptó acercándose a la puerta. - ¿De qué se trata? – Correspondió amable.
- Quiero que me ayudes a peinarme.– Expresó sin darle mucha importancia a lo dicho.
La maestra agua se sorprendió.
- ¿En serio? – Ni ella podía creerlo, pues estaba siendo amable y requería de su ayuda. Además que traía puesto el vestido que usó cuando se colaron en la fiesta del rey Kuei en busca de respuestas.
- Síp.– Respondió simple.
- … ¿Y cómo quieres que te peine, Toph? – comenzaba a sentirse extraña.
- ¿Qué tal el peinado de la fiesta? – Sugirió otra vez. - Sólo que en esta ocasión usaré mi diadema.– Explicó bastante calma.
- Bien.– Accedió pese al sentimiento en sus entrañas. Tomó una silla para que la pequeña se sentase y hacerle el peinado…
Después de unos minutos ya casi para terminar. Se atrevió a indagar.
- Toph…– su voz sonó insegura. - últimamente has estado muy callada.– Pasaba las manos por su cabello, dando los últimos detalles. - Dime, ¿esto tiene que ver…- Hizo una pausa, evaluando sí decirlo o no.
La maestra tierra no movió ni un músculo. Esperando.
- Dilo.– Querría que terminara su teoría.
- Esto tiene que ver, ¿con Zuko? – Masculló con cierto miedo de conocer su respuesta.
Toph sonrió ligeramente, maliciosa… No era tan boba como creía. Pensó.
- Sí.– Contestó simple y con desdén.
- ¡Toph! – Se alarmó. Casi como esperando cualquier reacción por parte de la más joven. Quien volvía a sonreír, pero esta vez un tanto resignada.
- Él lo hizo, Katara.– Confesó sin remedio.
- ¿A qué te refieres? – Permanecía pasmada.
- Él lo hizo. Él liberó a Appa.-
- ¡¿Qué?! – Se vio incrédula y alarmada. - ¡¿Cómo sabes eso, Toph?! -
Esta se cruzó de brazos, dispuesta a "dialogar".
- Porque lo sentí.– Comenzaba a explicarse. - Ese día en el Lago Laogai no fuimos los únicos, y cuando pensé que las cosas no podían ponerse peor, Zuko liberó a Appa.– Mintió a medias. De forma que la morena pudiera "entender" el porqué lo sabría. - No sabía que Zuko estaba en la ciudad, me impresioné tanto como tú al saberlo.– mentira, pero Katara no tenía forma de argumentar lo contrario. Además, Toph parecía contarlo tan fácil… La pequeña solo podía sentir a la propia maestra agua bajando la guardia. - Un acto como ese, resulta…muy gentil, ¿no lo crees? – Cuestionó, moviendo sus manos con gracia y elocuencia. - Tal parece, Zuko cambió.– Fue lo último que declaró despreocupada.
La morena permanecía sin palabras. Toph se acercó y le quitó la diadema de las manos. Terminando ella con su peinado.
Comenzaba a salir por la puerta.
- Toph – Musitó; pudiendo salir de sus exaltados pensamientos.
- ¿Sí? – Contestó casi inocente.
- ¿Irás con él? – La encaró.
- "Ellos" – Corrigió. - Hoy es la inauguración del salón de té del ex general Iroh.– añadió tomando un pequeño bolso de mano. Estaba lista para irse. - Pero sí…– Sentenció después de unos segundos. - iré con Zuko.– Enfatizó marcando una pequeña mueca.
Dejando a la aturdida maestra detrás…
Alzó su mano en señal de despido, cerrando la puerta de la entrada tras de sí.
…
Todo lucía calmo y ordenado. El salón de té pronto abriría sus puertas y la gente que estaba reunida aplaudía y felicitaba al viejo 'Mushi'.
Una vez hubo pasado la emoción de apertura, las cosas se hicieron más calmas, permitiéndoles un momento de paz y reflexión a ambos maestros fuego.
- Quién diría que llegaríamos aquí como simples refugiados, y ahora tengo mi propio salón de té.– Exclamó contento y airoso. - Sigue tu pasión, sobrino, y la vida te recompensará.– Sentenció sabio y satisfecho a sus propias palabras.
- Felicitaciones, tío.– Replicó un muchacho, orgulloso.
- Te lo agradezco mucho.– Correspondió calmo y apacible.
- Te lo mereces. 'El Dragón del Jazmín' será el mejor salón de té de la ciudad.– Declaró seguro.
- No.– Corrigió. - Te agradezco que decidieras compartir este día tan especial conmigo. Significa más de lo que crees.– Resonó tocando el hombro de su pequeño.
El Príncipe sonrió, realmente sentía haber algo diferente en él. Sin embargo, un nerviosismo lo invadía. Lo ignoró respirando profundo.
- Hay que ir a atender a los clientes.– Sentenció gustoso y se marchó del lado del viejo maestro.
- Sí, hay que ir a preparar más té.– Refutó igual de gustoso que el joven.
…
- ¡Pff! – Respiraba, presionada; sintiéndose ligeramente ansiosa.
Estaba a escasos pasos de llegar al lugar. En realidad, habría llegado puntual, justo al momento de apertura, pero mientras más pasos daba en su dirección, más sentía sumergirse en pensamientos apresurados… Lo había 'visto' dormir y revolcarse en la colchoneta; pero algo en el fondo le decía…que todo sería diferente.
"Dos días después de la primera reunión con el rey Kuei:
No sabía nada sobre el papanatas. Durante dos largos días, después de sentirlo partir a lado de Iroh, era como si se lo hubiese tragado la tierra. ¡Que ironía! Pensó. Y al mismo tiempo sentía preocuparse, comenzando a maquinar. ¿Habrían huido de Ba Sing Se? ¿Iroh habría tomado…medidas? Frunció su entrecejo. ¡No estaría segura hasta comprobarlo!
Se decidió a indagar e hizo uso de sus instintos criminales; empezando a vagar por las calles en busca de pistas, dando pasos sumamente firmes, para expandir sus horizontes en busca de los sujetos.
Y tuvo éxito.
- Gracias, se lo agradezco mucho.– Llegó hasta sus oídos la voz a la lejanía.
Se aceleraron sus latidos al afinar mejor.
- La veré luego, bella flor.– El maestro fuego se escuchaba levemente pícaro "conversando" con una señora más allá.
Se sintió victoriosa por encontrarlo, y por presenciar de sus típicas conquistas. Jamás cambiaría. Pensó divertida.
Lo hubo seguido, sigilosa, intentando ocultar su presencia alrededor de varias calles… Hasta que se detuvo.
- Sí quisieras saber sobre mi sobrino…– se escuchó la voz, del hombre que llevaba varias bolsas en mano. - Tan sólo tendrías que venir a preguntar.-
La pequeña sonrió maliciosa al escuchar tales palabras. Saliendo de su escondite.
- Eres bueno, Mushi.– Decidió llamarlo así por el pasado, y porque era obvio que en una ciudad como Ba Sing Se, no serían el ex general Iroh y Zuko, el Príncipe desterrado. 'Nobles fugitivos de la Nación del Fuego'.
Se colocó frente suyo, con una especie de pose ruda, cruzada de brazos; y una ceja levemente enarcada.
Iroh sonrió complacido de verla, y por lo dicho.
- Siempre es un gusto verla, señorita.– volvió a declarar con toda la amabilidad que siempre lo caracterizaba.
Toph lo contemplaba, midiendo sus vibraciones… Principalmente, para saber que no estaba mintiendo.
- Uhm, me debes una disculpa.– Se decidió a hablar sin perder su pose; yendo directo al grano.
Iroh la miró a detalle por su encaro, pero sabía a lo que se refería. Aunque creía, ella también le debía una, pero el hombre no la pediría.
- Siento aún…el haber recurrido a tales métodos.– prosiguió. - Pero como entenderás, mi sobrino necesitaba tiempo para madurar y estar listo.– Sentenció calmo.
La pequeña dio un tenue respingo combinado con suspiro. Sabía que había actuado mal. Es decir, sentía serle completamente fiel a Zuko, aún sabiendo de las consecuencias que esto traería. Y pese a sus convicciones, no hubo terminado de pensar así, hasta que no presenció lo que posiblemente pudo ser la pérdida de ese tal Jet. Un tipo sin historia ni renombre; pero que dio su vida con valentía y honor, defendiendo sus ideales. Lleno de convicción, como un libertador. Esto la hizo verdaderamente reflexionar sobre si las cosas que estaba haciendo, eran las correctas.
- También lo siento.– Se limitó a responder de la manera más franca posible. Pues todavía sentía dolerle sus acciones, y un tanto lo pasado.
- Bien, me alegra escuchar eso.– ya solo consensuó. - ¿Por qué no me acompañas a casa? A Zuko le caería bien el sentir tu visita.– Le propuso con un leve tono entre amable y preocupado, pues su sobrino todavía pasaba por una gran batalla.
- ¿A qué te refieres? – se vió sorprendida.
- Mi sobrino enfermó después de que lo ayudaras a liberar al bisonte.-
El rostro de la maestra tierra se avergonzó por ser descubiertos, pero también se vio ampliamente preocupada.
- ¿Qué le ocurre? – Preguntó tratando disimular e ignorar su encaro.
- Está pasando en medio de una gran contienda, una metamorfosis. La pelea interna entre su pasado y el presente, están haciendo estragos dentro de él, postrándolo en cama, con una fiebre muy alta.-
La joven maestra tierra frunció visiblemente su entrecejo, ideando de qué manera podría ayudarlo. ¡Se lo debía! Él ya antes había cuidado de ella en su momento de mayor debilidad; cuando huyeron de Iroh. ¡Haría lo necesario para que estuviese bien!
Una vez llegaron a la casa, Toph dejó las bolsas con las que ayudó, colocándolas sobre la mesa con cuidado; Iroh en seguida empezó a poner el té.
- Puedes pasar, mi sobrino está en la habitación continua.– Declaró.
Esta lo sentía desde que llegó. Zuko desprendía tales vibraciones, que por un momento dudó si acercarse a él sería lo mejor.
Se quedó atenta, contemplándolo desde el marco de la puerta de aquella habitación...
Iroh la observaba detenidamente. Toph no daba un solo movimiento, hasta que respiró profundo y se dirigió hacia él. Al estar ahí, se arrodilló a un lado del futón… Sintiendo todas y cada una de sus alteradas vibraciones. Y casi de manera inconsciente, posó su mano sobre la frente del desvariarte muchacho.
El viejo la miró impresionado, pues la expresión en el rostro de la joven era desconcertante. No lucía nerviosa o alterada. No, sólo pasaba con delicadeza su mano, como queriendo con esto, su batalla interna por fin terminara. Brindándole consuelo en medio de su estado de salud y confusión.
Fascinante, sumamente impresionante. Meditaba el viejo contemplando la escena.
Por un instante Zuko pareció abrir los ojos, lanzándole un pequeño gruñido que sacó a la misma maestra tierra de sus ensimismados pensamientos. Quedándose mutuamente en lo que pareció una 'mirada'. Pronto, el Príncipe volvía a desvanecerse.
…
- Iroh – Lo llamó después de un rato estando en la cocina con una taza de té entre las manos. - Mañana vendré a 'verlos' por última vez.– Posó sus labios en la taza humeante, denotando pensativa. - Después de eso ya no tendré tiempo. Demasiados asuntos con el bobo rey tierra.– Resonó quejumbrosa. Ya tenía casi una semana que los visitaba de diario.
El viejo Dragón la observó, comprendiendo sus razones.
- Eso me parece muy buena idea, señorita.– Contestó disimulado. - Sé que mi sobrino se repondrá pronto.– Quiso confortarla. - Tus visitas tienen un gran impacto en él, te lo puedo asegurar. Sólo será cuestión de tiempo, para que mi sobrino esté completamente renovado.– Aseveró con una pequeña sonrisa, afable. A lo que Toph solo asintió levemente, bebiendo más de aquella infusión... Suspiró, soltando cierto aire de preocupación.
El mayor la observó, compadeciéndose un poco de ella, quizá intentando "adivinar" su sentir.
- Sabes…– Comenzó a sonar de nuevo. – ahora tendré mi propio salón de té. Sería muy bueno si pudieras acompañarnos en la apertura.– Invitó aquel hombre con ligera picardía.
- ¿Tendrás tu propio salón de té? – Se abrieron sus perlados ojos con sorpresa. - ¡Eso es genial! ~ Exclamó con alegría.
- Te lo agradezco.– Replicó calmo pese a la emoción.
- ¿Y qué nombre tendrá? – Se vió curiosa.
- 'El Dragón del Jazmín' – Sentenció orgulloso.
- Cool ~ Expresó. El ex general se sonrió.
No podían negarlo, eran muy buenos amigos. Una rara combinación de amistad, pero lo eran."
Llegó al pie de aquella enorme puerta. Lo sentía. Aquel exasperante muchacho, se desplazaba presuroso por el local…
Suspiró resignada, repróchante ante su cobardía. ¡Tenía que ser fuerte! Inhaló y exhaló aire con gran determinación. ¡Estaba lista!
- Tío, necesitamos dos más de jazmín, dos de ginseng y uno de Lichi…-
- Y uno más de jazmín, por favor.– Sonó la voz tras de él.
Su corazón y sentidos se turbaron tanto, que esta vez sí que podría jurar que tiraría aquellas finas tazas.
- ¡Toph! – Se giró haciéndole frente.
Su voz sonó tan diferente… Se dijo así misma sonriéndole.
- ¿Qué tal, Chispítas? ¿Me extrañaste? – Sonó con toda la valentía y encaro que sus nerviosos labios le permitieron.
Cosa que no la pudo hacer sentir mejor, pues pareció no inmutarlo en lo más mínimo. Toph no lo sabría del todo, pero el rostro de Zuko denotaba tanta felicidad, que una enorme y boba sonrisa lo invadió por más del tiempo deseado… Sin si quiera poder decir o hacer algo ante su pregunta. No dejaba de mirarla de pies a cabeza, contemplando su recién descubierto rostro tras ese peinado y elegante vestido en tonos verdes que la acompañaban, perfecto para la ocasión.
La maestra tierra se sintió nerviosa ante su reacción y silencio, pero le encantaba su nueva actitud.
- Sobrino...– Llamó ligeramente la voz de aquel viejo maestro detrás de la barra.
- ¿Sí? – Pareció responder despistado.
Iroh simplemente lo miró enarcando ambas cejas.
- Eh…– Sonó sumamente avergonzado al darse cuenta de sus actos, recobrando su postura. - De jazmín, ¿cierto? – Trató de evadir todo pensamiento y encubrir sus pasadas acciones.
El Dragón volvió a dirigirse a la cocina, y Toph soltó una risilla burlona, como solo ella podía. El príncipe se sintió apenado en gran manera, por verse descubierto. Pero no le quedaba más, que ser víctima de aquella pequeña maestra que lo podía 'ver' todo, percibiéndolo de pies a cabeza… Y francamente, tampoco querría detenerla.
Lo intentó de nueva cuenta recuperando su aliento.
- En seguida vuelvo con tu taza de té de jazmín.– Esta vez sonó con una voz más suave, dejando relucir todos sus buenos modales, dedicándole reverencia... Como un Príncipe.
- G-gracias.– Sentenció ligeramente titubeante, reprimiendo a sus mejillas el intentar intensificar su color rosado.
- ¡Chico! – Sonó quejumbroso un hombre quien los interrumpía de "su reencuentro". - ¿Tendrás mi té? ¡Tengo tiempo esperándolo! -
Zuko giró a verlo un tanto irritado, pero respiró hondo y se volvió a su deber. ¡Tenía un salón de té que atender! Pensó determinado.
- En seguida lo traigo.– Hizo reverencia en manera de disculpa, disponiéndose de inmediato a continuar. - También traeré el tuyo.– Le dijo a Toph ya con un tono más 'normal'; acostumbrado a lo que solía.
La pequeña frunció el ceño, no querría que se marchara; había esperado mucho como para pasarse el resto del día aguardando a su descanso.
Apenas hubo dado un paso…
- ¡Espera! – Lo tomó de la larga túnica en tonos verde y café. Zuko se detuvo en el acto. - Yo puedo ayudarte con esto.– Sentenció determinada.
- ¿Por qué querrías hacerlo? – Se escuchó dudoso ante la propuesta.
- Mira…– Comenzaba a explicarse. - es obvio que hay mucha gente aquí y la demanda te rebasa. Déjame ayudarte y así tampoco me aburriré.– Su propuesta sonaba bastante convincente. Aunque realmente tuviera otras intensiones de tras fondo.
Se lo pensó solo un poco.
- ¡Chico! – continuaba escuchándose más gente llamándolo.
Cosa que comenzaba a molestarle a la joven maestra, y a el maestro fuego también. ¡¿Qué acaso no podrían esperar?!
- Bien.– dio su afirmativa. - Los uniformes están allá atrás. Ve y busca alguno que te quede.– Ordenó rápidamente.
Esta asintió de inmediato a su orden y se fue de ahí.
Zuko la vio irse, para después, hacer lo propio comenzando a recorrer todo el lugar con pedidos en mano.
Toph llegó corriendo a la cocina.
- Mushi, ¿dónde están los uniformes? – Cuestionó brusca y apresuradamente.
- Hola, señorita, también me da gusto verla.– Respondió a consecuencia de su intromisión y falta de saludo.
La pequeña maestra dio un ligero respingo.
- Tu salón es muy bonito, felicidades.– Refutó simple.
Sí que lo era, pero ahora no tendría tiempo para eso.
- En aquella caja de atrás, la de madera, podrás encontrar varios de ellos.– Terminó de explicar, divertido ante su prisa.
- Gracias.– dirigió una leve reverencia moviéndose a gran velocidad.
- ¿Para qué los quieres, joven Toph? – Preguntó más intrigado sin dejar de servir el té.
- Ayudaré a Lee con los papanatas.– Sentenció rápidamente, tomando uno de esos mandiles.
Iroh sonrió complacido. Era obvio que no podía evitar el ser tan condescendiente el uno con el otro.
- Permíteme ayudarte con eso.– Se acercó tomando los cordones, ajustándolos a sus hombros y diminuta cintura, de manera que no le quedara tan larga la prenda... Seguía quedándole enorme, pero por lo menos ya no le arrastraba. Pensó divertido el Dragón.
- ¿Cómo lo sientes? – Cuestionó amablemente.
- Está bien.– Respondió sin darle importancia. Sabía que no le quedaba, pero eso no podía serle menos relevante. Extendió sus manos en señal y pose de: "dame la orden".
Sonrió ante su impaciencia.
- Bien, el té negro es para el centro a la derecha, el té verde para el fondo a la izquierda, bla-bla-bla…– Toph oía balbucear todas esas indicaciones. - Y cuando los entregues, no olvides sonreír.– Fue lo último que escuchó y asintió con expresión de: "entendido".
Salió con rapidez de aquella cocina con las bandejas en mano.
- Aquí tiene su orden.– Escuchó a su voz más allá siendo 'amable'. Zuko volteó casi de manera inconsciente, y sonrió ante la curiosa escena de una Toph con gran uniforme sirviendo té.
Siendo un hecho, particular de ver.
- ¡Chicos, dos órdenes más! – Escuchó a su tío desde la cocina.
Ambos comenzaron a caminar hacia la barra; agarraron la charola al mismo tiempo.
- ¿Qué pretendes, Chispítas? ¡Esta es mía! – Le dijo con leve voz socarrona, queriendo provocarle.
- ¡Yo la tomé primero, Toph! – Replicó a manera de que entendiera que no iba a ceder.
- ¡¿Ah, sí?! – Sentenció haciéndole frente.
Los dos se miraron de manera "desafiante".
- Chicos, chicos…– Se oyó Iroh interviniendo. - hay una más aquí. Compórtense y terminen de entregarlas.-
Asintieron un poco y ambos avanzaron con aquellas charolas.
Después de unos escasos minutos, Toph comenzaba a sacarle la lengua, querría provocarlo y lo lograba. El príncipe gruñía, pero al mismo tiempo, empezaba a sonreír. Se topaban de vez en cuando por entre las mesas y esta lo empujaba, le daba de codazos o le soltaba palmadas. Haciéndolo tambalear con aquellas órdenes en mano. Cosa con la cual, esta soltaba risitas burlonas.
¡Sí, lo irritaba! ¡Y mucho! Pero… ¿por qué carajos lo disfrutaba tanto? Se cuestionaba volteando de nueva cuenta a verla, mientras esta atendía depositando sonrisas 'amables', caminando rápida y eficiente de la barra a las mesas y viceversa.
Suspiró resignado, lanzando una pequeña mueca para sí; siguiendo con lo suyo.
Pasadas las horas el viejo creyó conveniente dar un buen y merecido descanso. Pues ya caía la tarde, los clientes comenzaban a menguar y ya habían desempeñado más que bien su papel.
- Chicos…– Volvía a llamarlos. Estos se acercaron. - Estoy más que agradecido con ambos por su excelente desempeño en mi salón. Muchas gracias.– Sonó un maestro contento y airoso.
- No hay de qué.– Correspondieron al unísono.
- Los clientes ya están servidos, ¿por qué no van y toman un descanso? – Sugirió amable.
Ambos asintieron sin darle mucha importancia.
Se dirigieron a la parte trasera, desasiéndose de los mandiles. Abrió la puerta para que Toph saliera. Cosa que la hizo soltar una pequeña reverencia y asentir en señal de agradecimiento.
- ¡Uhm! – escuchó la carraspera al fondo. Generando que volteara. Su tío le tendía una ligera mirada, que lo hizo denotar un leve nerviosismo… ¿Eso que significaba? Simplemente respiró hondo, cerrando la puerta tras de sí.
Sintió la brisa suave, la pequeña maestra tierra lo esperaba, sin decir una palabra. No es como que tuviese qué, sólo estaba ahí, expectante.
Toph podía percibirlo, lo había estado pensando desde mucho antes de que llegara, y hasta cierto punto, sabía que Zuko también lo entendía. Las cosas ahora…serían diferentes.
Se colocaron en un puente más allá. El viento meneaba sus ropas y cabellos; Zuko se posó en el barandal, observando el atardecer, como meditando e intentando calmarse. Toph se posó de espaldas también al barandal de aquel puente. Recargándose y percibiendo al pensativo príncipe a su lado.
Suspiró cansina.
- Con que…cambio de planes, ¿eh? – Se atrevió a encararlo después de tanto silencio.
Se vio levemente alterado, sabía exactamente a lo que se refería.
- Es complicado.– Se limitó a contestarle. Con algo de seriedad y aún pensando en sus acciones.
- Uhm... No me interesa.– Contestó a consecuencia.
El chico volteó a verla, confundido.
- ¿A qué te refieres? – Cuestionó.
- Sabía que…hay algo de bondad en ti. Prácticamente desde que te conocí.– Se oyó siendo lo más honesta con aquel que la escuchaba con atención.
Este la observó fijamente, ella tenía su mirada puesta en el suelo, pero lo importante era… ¿Por qué Toph le mencionaba estas cosas? La maestra tierra se giró a él, soltando un pequeño suspiro de nueva cuenta, combinado con ligera sonrisa. Burlona, queriendo apaciguar.
- Eres un tonto, Chispítas.– Aunó a causa de su confusión. - Siempre supe que no eres malo, nunca lo creí. Y en realidad, tampoco me importó. De cualquier forma, te habría seguido a donde fuera.-
¡Esto último se le escapó! El príncipe la miró anonadado. ¡Ella misma se asombró de sus palabras!
- E-es decir…– sintió a su agitado corazón revolcarse en su pecho. Querría justificarse, pero por primera vez, no tendría excusas para negar o mentirle.
¡Giró su rostro al sentirse avergonzada! Pues su fuerte latido, incluso le provocaba un temblor. Al igual que sentía como sus mejillas comenzaban a arder.
- Agradezco que lo creas.– Intervino a su reacción, aún atónito. Pues sentía a sí mismo agitarse a causa de las declaraciones y pensamientos de la joven maestra. Pero también la entendía, ahora que las cosas habían tomado un giro inesperado, la situación entre ellos era distinta. Es decir, ya no sabría con exactitud cuál era su relación… Ya no había un trato que cumplir, por lo que ya no había cosa que la llevara a permanecer a su lado; se lo cuestionó incluso después de que despertara de su enfermedad, por lo que todos los sucesos, tan sólo lo dejaban pensar, en las posibilidades… Pasó saliva, armándose de valor.
- Toph – La maestra prestaba especial atención a sus vibraciones; y ahora a sus palabras. - Hay algo que quiero pedirte.– Se escuchaba nervioso. Pues quizá estaba por cometer, la más grande de sus locuras.
- Dilo.– Le encaró aún sin girar hacia él. Querría escuchar lo que tendría que pedirle.
Zuko respiró hondo.
- Toph, quiero que vengas a vivir conmigo y mi tío.– Solicitó ávidamente. Lo cual fue opacado rápidamente por un sumo nerviosismo y vergüenza. ¡¿En verdad acababa de pedirle eso?!
¡Los ojos de la maestra tierra se sorprendieron tanto, que por un momento no supo que hacer o contestar! Esperó unos escasos segundos a que su agitado corazón se recuperara, y con la poca fuerza que aún le quedaban en sus piernas, se giró a hacerle frente.
- ¿Qué me estás pidiendo? – Sonó dudosa y confundida tras esa propuesta.
El príncipe pasó saliva… Ni el mismo había entendido exactamente a qué se refería con esto.
- Quiero que vengas conmigo y mi tío… Ahora tenemos una vida aquí…en Ba Sing Se.– trataba de explicarse.
La maestra tierra lo "miró", pensativa. Recuperando un poco su postura tras esa respuesta.
- ¿Por qué querrías algo como eso? – Cuestionó todavía denotando confusión en su expresión y entrecejo un tanto fruncido. - Creí que solo querrías a el Avatar...– Dado unos segundos, mostró una pequeña y sutil sonrisa, señalando su broma. Sentía a su agitado corazón dar un revuelo por las emociones y pensamientos que se le acumulaban, y aunque no lo entendía del todo, la simple idea de regresar con ellos le fascinaba.
El nervioso joven se sintió ligeramente mejorado pese a su "respuesta", soltando una leve mueca también.
- ¡Pupilos! – Sonó un Iroh llamando.
Los chicos se vieron levemente sorprendidos, despabilándose de sus aturdidas emociones.
Incluso Toph había hecho caso omiso a su posible intromisión, al sentir a sus pasos aproximarse, pues una amplia y alegre sonrisa ignorando el hecho sustituyó en su lugar. Hacía mucho que Iroh no los llamaba así.
En cambio, Zuko sí pareció un tanto irritado. El viejo hombre dibujaba una leve mueca en su rostro.
- ¿Qué pasa, tío? – Cuestionó impacientado.
- ¡Oh! Es el salón, estamos listos para cerrar.– Sentenció apacible en señal de querer avisar y necesitar de su ayuda.
El muchacho suspiró resignado, pero rápidamente cambió su actitud por una más calmo.
- Vamos, Chispítas.– Le ganó a su intento, comenzando a caminar. Esta le motivaba moviendo la mano, indicando que también caminara.
El joven la observó. Era extraño, pues todavía después de la charla y sus crímenes pasados, las cosas se sentían en paz… Diría que era casi demasiado bueno para ser verdad; sin embargo, ignoró el pensamiento meneando un poco su cabeza, obligándose a olvidarlo. No tendría por qué pensar de esta manera. Todo era diferente ahora. Se dijo con una renovada actitud.
Caminó hacia la puerta...
- ¡Ugh! – ¡Golpeó su brazo!
- ¡Ja, continúas siendo una princesa! – Denotó retadora brindándole su muestra de "afecto" sin que él se lo esperara.
Giró a verla ligeramente alterado, sintiendo una gran alegría. Pues Toph le lanzaba otra de sus amplias sonrisas.
Regresando a las andadas. Pensó abriendo la puerta para que entrara en respuesta, y esta sólo se vio divertida ante su reacción tan relajado. Una vez adentro, no les quedó más que separarse para empezar a recoger y limpiar la zona.
…
El ordenar el lugar se volvió otra competencia. Corrían de aquí allá por ver quién sería el más rápido en terminar con las tareas.
- ¡Muy lento, Chispítas! – Se escuchaba al fondo a la socarrona voz de la molesta criatura… Al menos eso pensaba divertido.
Ni siquiera lo intentaba, estaba tan entretenido con el acto, que sólo tomaba los comentarios como venían. Soltando sonrisas y empujando levemente a la maestra mientras esta le daba de codazos, dejando aquellas tazas en el fregadero para poder lavarlas.
¡Salpicaban agua y espuma!
Iroh estaba con los nervios crispados, escaso a dar un grito en el cielo en cuanto esos chiquillos le rompieran algún artefacto de su nueva bajilla. Aún así trataba de mantenerse sereno; pues desde hace tiempo que no veía tan feliz y sonriente a su pequeño. Eso lo compensaba todo, por lo que el resto de las cosas, venían de sobra.
Dieron las últimas barridas y acomodaron las sillas dejándolas listas para mañana…
- Dime, joven Toph.– Se empezaba a escuchar la voz apacible. - ¿Qué tienes planeado para la próxima semana? -
Cuestionó a la pequeña señorita que venía tan sonriente empujando de nueva cuenta a su revitalizado sobrino.
- No lo sé.– Contestó sin darle mucha importancia. Cubriendo los nulos intentos por "defenderse", que supuestamente correspondía el joven Príncipe, aunque en este preciso momento, le encantaría una batalla real. Pensaba divertida. - ¿Por qué preguntas, Mushi? – Preguntó queriendo disimular sus emociones.
- Tengo planeado un picnic muy especial.– Se limitó a responder.
- ¿Picnic? – Sonó pensando en las posibilidades, pues aunque sabía lo que era, nunca había hecho uno antes. Sus padres siempre la mantuvieron recluida y lo único que conocía del exterior, era el jardín de su casa; y un poco de cuando huía a 'El Estruendo Tierra VI'. Claro que eso cambió una vez huyó con el Avatar, pero aún así había muchas actividades que le eran una experiencia completamente nueva.
- ¿No sabes lo que es? – Cuestionó el príncipe extrañado por su reacción. Esta se vió pensativa. - ¿Nunca has salido de picnic? – sonó asombrado.
- No.– Replicó al instante. - No es como que mis padres hicieran muchas cosas conmigo, ¿sabes? – Se vió levemente quejumbrosa, irritada un poco por los hechos y su suerte.
- Entiendo.– Refutó levemente por lo bajo.
El príncipe notó su molestia, y por primera vez pensó en todas las cosas qué Toph se podría estar perdiendo. Es decir, nunca se había tomado el tiempo. Antes sólo eran 'socios', y ahora, por alguna razón en él, que por sí mismo desconocía, estaría más que dispuesto a intentar cambiarlo.
- Creo que a lo que mi sobrino se refiere…– El viejo intervino al percatarse del ligero ambiente que se expandía. - es que esta será la oportunidad ideal.– Añadió. - Y además llevaré ricos aperitivos.– replicó como sólo él podía.
- Está bien.– Recalcó mejorando el tono de su voz. - Sí eso es lo que quieren, entonces los acompañaré.– Aceptó volviendo a sonar calma.
El viejo le dirigió una buena sonrisa, y Zuko solo se quedó analizando sus reacciones. Mientras más lo pensaba, más se convencía de su falta, pues lo único que sabía sobre ella era de sus increíbles dotes como maestra tierra, y que sus padres la sobreprotegían. Sin embargo, nunca se imaginó que tanto… Incluso él en su situación sabía lo que es un picnic.
Por un momento ambos permanecieron callados; él pensativo y ella sólo en silencio. Caminaban al compás, sintiendo la brisa nocturna y percibiendo como un aroma a estofado comenzaba a llegar, haciendo despertar su apetito. El joven apenas y diría algo, a lo que Toph se adelantó a su movimiento.
- Tengo que volver con la boba de Katara. Si no lo hago estará con un grito en el cielo. De por si ya es molesta, no imagino como se pondrá sino regreso pronto.– Explicó intentando rodar los ojos a causa de su queja y argumento.
- ¿No te quedarás? – Se vio extrañado.
- No por el momento.– Respondió con pose de: Tengo que analizarlo.
Iroh sólo los miró confundido. Era obvio que él no sabía nada al respecto.
- Okey.– Asintió meneando ligeramente la cabeza de manera graciosa.
Toph sonrió sintiendo sus claras vibraciones... A veces solo podía ser tan fácil entenderlo. Pensó agradecida.
- Bien. Me voy.– Se apartó de ellos.
- Hasta luego, señorita.– Despidió el viejo maestro dando reverencia, a lo que Toph correspondió de la misma manera.
- Toph – de nuevo la llamaba, apenas y había dado unos pasos.
- ¿Sí? – respondió simple.
- … – No sabía qué decirle. Pero era obvio que querría saber del día sobre su posible respuesta, o de cuándo la vería otra vez.
- Te "veré" la próxima semana.– Se oyó apacible. - A ti y a Mushi… El día del picnic.– Agregó; aunque creía ya había quedado acordado. Pensó sintiéndose airosa. - No me esperen antes, tendré una semana ocupada.– Explicó dándose la media vuelta.
Alzó su mano en señal de despido.
El príncipe simplemente la vio caminar hasta que se perdió entre la multitud…
- Puedo saber, ¿qué tramas esta vez? – El ex general lo cuestionó ligeramente expectante, dirigiéndole una mirada suspicaz. Zuko solo le devolvió el gesto. Le explicaría.
…
- Se puede saber, ¿por qué a esta hora? – Sonaba una maestra agua molesta y quejumbrosa. Más que por la hora, por saber con quien había estado.
- ¡Tranquila, mamá! Ya llegué.– Bufó pesada.
- Toph, es tarde. Y no deberías de andar por ahí con…– No terminó de soltar su reclamo, cuando esta ya se encontraba a su lado dando un notorio respingo.
- ¡¿Con quién?! – Se escuchó ampliamente por su comentario. - ¿Con Zuko? – La encaró.
- Pues...– titubeó un poco. - ¡Pues sí! – se armó de valor. - Toph, ya antes hemos estado en una situación como esta. Las cosas no siempre son lo que parecen.– Su tono de voz salió alarmada.
Toph oprimió sus labios, por más que sintiera odiarla en este momento, no iba a reclamarle lo pasado... Permaneció callada, cruzándose de brazos y frunciendo visiblemente su entrecejo.
- No lo entiendo, Toph.– Comenzaba a escucharse, preocupada. - Dijiste que él ha cambiado, ¿pero qué tal y si esto es sólo un juego? ¿Cómo sabrías que no miente? – La cuestionó de nueva cuenta.
- ¡¿Qué?! ¡Zuko jamás me ha mentido! ¡No puede! – Movió sus manos con desesperación, por lo obvio. - Esto ya ni siquiera tiene que ver con el ridículo de Aang. ¡¿Qué no te das cuenta?! Sí Zuko quisiera venir a atraparlo, ¡ya lo habría hecho! – Declaraba tratando que entendiera.
La maestra agua frunció más su ceño, tocando su collar…
- No puedo creerlo, Toph -
- ¿En serio? – Se vio escéptica. - ¿no puedes o no quieres? -
La chica endureció su expresión, por atreverse a decirlo de esa manera. Después de todo, estaba el beneficio de la duda, ¿no es así?
- Para qué apresurarse, ¿no es cierto? – Se oyó dolida. - Aang ni siquiera está en la ciudad, aún tienes tiempo para planearlo, ¿no? – Golpe bajo. Le estaba restregando sus errores… Le estaba reclamando, su traición.
¡La maestra tierra se descolocó! Pues por primera vez sentía, que realmente quería intentarlo; incluso en su cabeza ya había pasado la idea, de que pronto Aang, necesitaría un maestro fuego.
- ¿Eso crees, campesina? – Le hizo frente, furiosa, con una pose sumamente intimidante.
- ¡¿Cómo me llamaste?! – La maestra agua enfureció.
- ¡Hm! – Esbozó una mueca retorcida. - C A M P E S I N A.– Arrastró cada letra.
- ¡Suficiente! – ¡Sacó el agua de su cantimplora, pero Toph no dio ni un paso atrás!
¡La guerra entre agua y tierra se había desatado!
La morena comenzó a lanzar sus látigos de agua, de los cuales Toph se cubría, empezando a lanzar rocas sacadas del suelo de la misma construcción. La maestra agua intentó congelarla sujetando sus pies, pero Toph saltó antes de que la atrapara; salió desplazada de la casa en una columna de roca y concreto, y al tiempo rompió la pared que daba hacia el jardín.
Katara salió por el agujero.
- ¡Vamos, princesa azucarada! ¡¿No te gusta la tierra?! – La provocaba más.
- ¡Arrgghh! – Gruñó la morena; mojándola de lleno y lanzándola contra el suelo. Toph enseguida se levantó, correspondiendo y cubriéndola con esa masa lodosa.
¡Ahora ambas estaban enlodadas!
¡La pelea siguió por más, destruyendo y mojando todo a su paso…! Se quedaron de frente furiosas, esperando el siguiente movimiento de su contrincante, hasta que… Katara se dio cuenta de la condición de la casa, la cual estaba llena de agujeros, lodo y tenía un costado abierto. El jardín, completamente destruido.
La maestra tierra apenas y hubo sacado una enorme roca con la cual intentaría aplastarla, pero;
- Toph, quiero que te vayas.– Sentenció súbitamente, interrumpiendo a su siguiente movimiento. Su voz, con suma molestia y seriedad, que incluso los inútiles ojos de la joven maestra se vieron turbados.
- ¿Qué? – Se vió confundida.
- Lo que escuchaste. Ya has "ayudado" suficiente a Aang.– Recalcó con claro sarcasmo. – Sí él ya ha aprendido tierra control, entonces ya no te necesitamos.– sentenció severamente.
Toph no lo entendía. Sabía que se llevaban mal, y esta pelea quizá se les había salido un poco de las manos, ¡pero por todos los espíritus! ¡¿En verdad de nueva cuenta la estaba corriendo?! Su rostro denotó gran desagrado en señal de: "¡Eres una ingrata!" Frunció su ceño y se dio la media vuelta, soltando la enorme roca haciendo retumbar todo el lugar, y sin siquiera decirle una palabra, comenzaba a caminar entre el lodo esparcido entrando a la casa, oprimiendo sus puños y labios con fuerza, con furia. Tomaba cada una de sus cosas, alistándose para marcharse. No sin antes, ¡lanzar un último portazo que retumbó toda la estructura!
- ¡Agh! – La vio irse y se reprimió a sí misma de intentar retractarse por lo hecho.
Su orgullo y preocupación por Aang, eran más grandes que cualquier disculpa.
…
¡Maldita sabandija malagradecida! Mascullaba llevando consigo aquel bolso con todas sus pertenencias… ¡¿Qué podía hacer ahora?! Se decía una molesta e incluso un poco dolida pequeña maestra tierra. ¿Dirigirse a la dirección que indicaba la carta de sus padres? ¡No, eso sería para otra ocasión!
- ¡Pff! – Bufó al pensar otra vez en las posibilidades... No tendría otro lugar donde quedarse.
…
Toc, toc.
Se oyó en la puerta. Ambos maestros se miraron confundidos, principalmente por la hora. De todas formas Zuko se levantó a atender.
- ¡Toph! – Sonó más que sorprendido al verla cerca del marco de la puerta, con una cara afligida y sus brazos cruzados; cubierta de lodo.
- ¿Qué tal, Chispítas? – Resonó por lo bajo con leve sarcasmo y resignación a su intromisión. Sin siquiera cambiar un poco su expresión.
Iroh, que ya se había levantado de la mesa para saber de quién se trataba, también la observó.
- ¿Señorita? ¿Qué hace aquí? – Preguntó al ver que Zuko no respondía.
Bajó un poco más su rostro, denotando un claro sentimiento… Parecía querer llorar…
Al ver esto, el Príncipe reaccionó.
Comenzando a halarla para que entrara. La maestra tierra hizo un sutil puchero y pasó saliva aguantando toda su rabia; y ganas de querer quebrar en llanto. No era el momento para eso, ¡no derramaría ni una sola lágrima por culpa de esa despreciable campesina! Se decía una y otra vez.
Zuko y Iroh hubieron traído rápidamente una silla, una manta y una taza de té para que pudiera calmarse, pues esta permanecía estática sin decir nada, oprimiendo sus puños y labios. ¡Y por Agni!, ambos sabían que nada bueno saldría de una Toph molesta al punto del llanto.
- No es necesario.– Replicó con voz menuda, no buscaba ser grosera, pero este parecía querer sentarla de inmediato, comenzando a cubrirla con la manta.
- Yo creo que sí.– replicó un tanto irritado; preocupado. A causa de su ya acostumbrada terquedad sin querer ser socorrida.
- En verdad, no es para tanto.– Siguió tratando excusarse.
- ¿Ah, no? Entonces dime qué pasó.– La encaró.
A lo que Toph no lo pudo evitar… Pues aún sentía la rabia corriendo por su cuerpo, haciéndolo arder.
- ¡FUE LA MALDITA CAMPESINA! – Explotó. Haciendo temblar el lugar.
Zuko sintió junto con Iroh la presión. Ambos tomaron a Toph para que se calmara. El príncipe comenzaba a "consolarla", arrodillándose frente a ella y posando sus manos por sobre sus hombros; pues esta permanecía con un rostro decaído, ocultando ese par de lágrimas que habían corrido a causa de que la hiciera confesar.
- ¿Qué fue lo que te hizo? – Está vez sonó más calmo, tratando de ser paciente, y no alterarla.
Toph respiró hondo y limpió con furia las dos patéticas lagrimas escurridas…
- Me volvió a echar del equipo. Fantástico, ¿no creen? – Sonó con claro sarcasmo, soltando a su vez una leve mueca.
El príncipe se sorprendió ampliamente con esto, ¡tanto que también sintió enfurecer! ¡¿Cómo era posible tal acto?!
- ¡¿Y qué dijo el Avatar sobre esto?! – Cuestionó con gran enfado.
- Aang no está.– Confesó con molestia en su rostro, pero su voz sonó seria.
- ¿Cómo? – Trató de entender su respuesta.
- El patético de Aang y Sokka partieron hace días, por deberes y cosas pendientes.– Explicaba; omitiendo cierta información. Ahora aceptando el té que Iroh le daba. - Nos dejaron a Katara y a mí en la ciudad, pero tal parece, no congeniamos ni un poco.– Le dio un sorbo a su té.
El chico volteó a ver a su tío, denotando gran ira en su rostro, como tratando de que este entendiera el porqué ahora sentía también odiar a la "campesina". Iroh apreció la preocupación de su sobrino, pero todavía habría algo que el viejo Dragón querría saber.
- ¿Y por qué fue la discusión, Toph? – Cuestionó calmo.
- Pelea.– Corrigió con algo de molestia.
- Pelea.– Musitó el viejo.
Se lo pensó un poco antes de confesar… Manteniendo su 'vista' pegada en el vasito con té que yacía entre sus manos. Suspiró.
- Comenzó por reclamarme la hora...– empezaba a relatar. Hizo una pausa para tomar valor.
- ¿Y después? – La cuestionó Zuko siendo impaciente.
La maestra tierra suspiró un poco más antes de admitir sus verdades.
- Después, me reprochó el salir contigo. Pero como sabrán, tiene sus razones.– Soltó simple aún con su vista en el vasito.
- ¿Qué? – Sonó casi confundido tras esto.
Toph sólo alzó sus hombros en señal de obviedad y resignación. Sin embargo, el Príncipe ahora lo entendió del todo. El que Toph y él comenzaran con algo "diferente", era cosa que quizá costaría sobrellevar, incluso si a la molesta campesina no le incumbía. Aunque con el historial que llevaban, era justa la razón por la cual la maestra agua no comprendía o creía razones. Su desconfianza fue lo que la había llevado a echar a Toph por segunda vez del equipo. Dedujo un tanto molesto; girando a ver a su tío, quien pasaba la mano por su barba, analizando a la par la situación.
- Tío, ahora Toph no tiene a donde ir.– Sentenció completando las razones por las cuales la pequeña se encontraba allí.
Eso era lo que más le molestaba de todo; Zuko siempre entendía tan rápido. Pensaba modestamente complacida.
- Lo sé, sobrino.– Concluyó el Dragón ligeramente.
- ¿Y bien? – Lo cuestionó de nueva cuenta impacientado. - Dejarás que se quede, ¿no es así? – Sonó más a una orden que a sugerencia.
- Por supuesto.– refutó al instante. - No podría negarle la bienvenida a una vieja amiga. ¿Cierto, Lin? – prosiguió con algo de diversión y picardía. A lo que la maestra se vio mejorada. Sabía que Iroh y Zuko la aceptarían. El joven hizo un pequeño gesto de estar conforme con el veredicto.
- Claro que sí, Mushi.– Respondió siguiendo su juego. - Además por lo de la estadía no te preocupes. Te pagaré.– Declaró como queriendo sonar seria y comprometida con la causa.
- Sabes que no es necesario.– Resonó cómplice. - El dinero no es algo que nos importe a mi sobrino y a mí. Pero si quisieras ayudar…– Se oyó pensante. – sería atendiendo en mi salón de té.-
- Cool! ~ Consensuó satisfecha. - Chispítas y yo seremos los más rápidos sirviendo té.-
Iroh dio una amplia sonrisa cerrando el trato, tomando la mano que la pequeña maestra extendía.
- Bien, sí ya está decidido entonces volvamos con la cena. Ya debió de haberse enfriado.– El viejo avanzó de regreso a la cocina.
- No creo que eso sea un problema, ¿o sí? – masculló con picardía levantándose de su silla y alzando sus manos y hombros por la obviedad de los hechos. A lo cual el par de maestros sonrieron por la "broma"… Eso era lo que más extrañaban en la ausencia de Toph. Su fácil y llevadero sentido del humor.
Al poco el trio se vio renovado degustando de aquella deliciosa cena. 'Como en los viejos tiempos'. Pensaron.
- Tal parece…– se hizo escuchar otra vez estando en aquella mesa. - sí que me vieron antes de lo esperado.– volvió a declarar por lo que hubo dicho hace apenas unas horas.
Le depositaron otra afable sonrisa... La atmósfera que se creaba, se tornaba agradable.
Suspiraron por el raro y curioso resultado de los hechos. Bebiendo más, de aquel buen té.
…
…
…
-- Nota: ¡Estoy vivaaa!
Hey, there! Aquí les traigo el siguiente capítulo de esta extensa obra. Quizá parecerá muy lenta la 'trama', pero prometo que tendrá su recompensa.. Take it easy, ma'm! ~
Lo he dicho antes, pero continúo ocupada con mi día a día, aún así las cosas coincidieron y tuve el tiempo de actualizar, el siguiente cap ya lo tengo a mitad de corrección so, posiblemente hoy sea doble.
En fin, muchas gracias por cada favorito, followin, guardado. ¡En serio! Agradezco cada review, no solo en está, sino en cada una de las historias que he subido. Sin más, bonito finde para todxs. ¡Viva el Toko! and see ya, fellas ~
