Harry Potter pertenece a JK Rowling.
Bruja Llameante
37: Mantén la cabeza fría
El obsequio que Sirius le dio a Beatrice para navidad, logró el objetivo previsto por el Lord Black: Que su ahijada y heredera, mantuviera la cabeza, lejos del tema de los Mortífagos. No era algo en lo cual, los adolescentes deberían de tener que pensar o preocuparse. Para eso estaban los adultos. Y el bello obsequio de una guitarra acústica de madera, pero con forma y sonido estridente de una guitarra eléctrica, fue perfecto para la pelinegra de ojos verdes, quien estuvo haciendo su tarea y practicando con los libros que Sirius le compró, completamente maravillada, gracias a aquel obsequio.
Durante las últimas semanas del verano, Beatrice comenzó a aprender a tocar la guitarra, gracias a algunos retratos de la familia Potter y Sirius le compró una bella guitarra acústica, con forma física de guitarra eléctrica en otras palabras: Una guitarra eléctrica de madera, adornada con runas, que sonabacomo una guitarra eléctrica. Sirius se relajó visiblemente, cuando Beatrice comenzó a practicar con la guitarra o ir a un parque Muggle a practicar con ella y burlarse de los Muggles, que intentaban descubrir como hacía para que sonara, sin un amplificador.
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Dumbledore estaba FURIOSO con la situación actual del Mundo Mágico Inglés: Amelia Susan Bones-Black, oficialmente, había reemplazado a Cornelius Fudge, como Ministra de Magia y ahora, los Aurores y Magos de Choque, estaban bajo el mando directo del (ahora) ex amigo de Albus: Alastor Moody, con ordenes concisas y claras, para atacar al ver e interrogar SÍ ES QUE sobrevivían.
Cuando se supo que los Gigantes estaban del lado de Voldemort, Dumbledore intentó decir, que debían de enviar una comitiva de paz. Pero en cambio, más de dos mil Aurores, fueron enviados a lo largo y ancho del Reino Unido, sin tiempo para descansar, en más de los dos siguientes meses y medio, causando destrucción en las diez cuevas de gigantes, más reconocidas y así, diezmando la población de estos seres.
Y era prácticamente lo mismo, con el Callejón Knockturn y cualquier otro lugar en todo el Reino Unido, que se conociera, por ser un criadero de Magia Oscura, con Moody al mando, sin tiempo para descansar y creando nuevos mares de sangre, casi cada mes.
Dumbledore intentó desprestigiar a Alastor y a Amelia, pero nadie en el Wizengamot (las familias luminosas y neutrales —pues las familias oscuras, casi todas habían huido del Reino Unido o directamente, fueron masacradas—) se detuvo a escucharlo y en cambio, lo acusaron de ser un Mortífago infiltrado o de ser un Lord Oscuro en las sombras, que solo esperaba la caída de Tom Sorvolo Ryddle (fue aún más doloroso, saber que TODO EL PAÍS, ahora conocía el verdadero nombre y ya nadie temía al Alias de Voldemort)
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Luego de dos semanas, los alumnos volvían al Hogwarts Express, el 1 de Septiembre, para regresar a clases. Ningún alumno, ya fuera de primer o de séptimo año, pudo evitar notar la gran cantidad de Aurores abordo. La Ministra Bones, estaba totalmente consciente de que la seguridad del futuro mágico, era necesario y aún más: Si es que habían hijos de Mortífagos a bordo.
Beatrice se sentó relajada con Neville, Hannah, Luna y Hermione, todos en un mismo vagón, enseñándoles la guitarra acústica, que sonaba como una eléctrica. Los cuatro, estaban maravillados y Beatrice era la más feliz de todo el grupo: No pensaba en Tom... quien estaba MUY muerto ahora mismo, según aseguró el jefe de cuentas Gaunt, quien sabía de la magia oscura del último de los Ryddle.
Se comprometió a enseñarles a Hermione, Neville y Luna a tocar la guitarra; mientras las chicas hablaban de moda masculina (para integrar a Neville) y femenina, entre moda mágica y Muggle.
Un escalofrío recorrió la espalda de Neville, ante el plan de sus amigas de arrastrarlo a Hogsmeade apenas tuvieran la oportunidad y comprarle un guardarropa.
Beatrice sonreía, como si acabara de ganar un premio de algún tipo, mientras hacía un riff. Recordaba bien, como (en su vida pasada) se había infiltrado en el vagón de Draco, para descubrir qué era lo que buscaba. Recordaba como se terminó obsesionando con él y lo que fuera, que estuvo haciendo Draco en la Sala de Menesteres. Recordaba humillantemente, como fue hasta el vagón, como, usando la Capa Invisible, se había quedado agazapado en un rincón y fue golpeado por el baúl de Pansy Parkinson, descubierto por Draco y detenido humillantemente, gracias al Petrificus Totalus. Si no fuera por Nymphadora Tonks, allí se quedaría.
Cuando el tren llegó a la estación de Hogsmeade, todos bajaron con sus baúles, Beatrice encantó su guitarra, volviéndola ligera y diminuta, guardándola en el bolsillo de su capa, para luego seguir a los demás, hacia Hogwarts. Los alumnos de segundo a séptimo siguieron de frente, ignorando a Hagrid, quien llamó a los de Primer Año, para que ellos atravesaran el Lago Negro, mientras que los demás, subían a carruajes tirados por Thestrals, hasta el castillo, llegando muchísimo más rápido, que los alumnos de primer año (Beatrice nunca dejó de buscarle el sentido a eso), pues ellos caminaban más tiempo, que el tiempo que decoraban los de primer año, en cruzar el lago. Entre caminar por el sendero, subirse a los carruajes tirados por Thestrals, llegar a las puertas, entrar, sentarse en el comedor y lo que tardaba la profesora McGonagall en salir y llamar a los de primer año...
No. No tenía sentido. Pero aún así, allí estaba ella: sentada tranquilamente, esperando a que entraran los de primer año.
Dumbledore se puso de pie en la mesa de los maestros. La charla y las risas que hacían eco en el Salón desaparecieron casi instantáneamente. — ¡La mejor de las noches para todos ustedes! —dijo, sonriendo ampliamente, sus brazos extendidos para abrazar la habitación completa. —Ahora… a nuestros nuevos estudiantes, bienvenidos, a nuestros antiguos estudiantes, ¡Bienvenidos de regreso! Otro año lleno de educación mágica los espera. El Sr. Filch, nuestro conserje, me ha pedido que les diga que habrá castigo a todo poseedor de cualquier artículo adquirido en una tienda llamada Sortilegios Weasley. Estamos muy complacidos de recibir a un nuevo miembro en el equipo de maestros, al Profesor West, un viejo colega mío que ha accedido a reasumir su puesto de Maestro en Pociones. El Profesor Snape, mientras tanto tomará el puesto de Maestro de Defensa contra las Artes Oscuras. —Beatrice suspiró y mientras que los Slytherin lanzaban una avalancha de aplausos, Beatrice notó, más que solo la sonrisa de Snape, quien la miró, el Mortífago quedó más que solo asombrado, cuando la vio a ella, enseñarle una sonrisa honesta y aplaudir con absoluta honestidad y calma. Dumbledore se aclaró la garganta y todos lo miraron. —Ahora, como todos en este Salón sabemos, Lord Voldemort y sus seguidores están una vez más ganando fuerzas. —El silencio pareció afianzarse mientras Dumbledore hablaba. Beatrice miró a Malfoy. Malfoy no miraba a Dumbledore, tenía la mirada baja y temblaba. Beatrice levantó una ceja ¿Draco le temía a Voldemort o a su misión, encomendada por él? Si era sincera: Estaba más que dispuesta, a hacerlo ella misma, por venganza: NO SE PODÍA, NI SE DEBÍA confiar en Dumbledore —No puedo enfatizar lo suficientemente fuerte qué tan peligrosa es la situación presente, y qué tanto cuidado debemos de tener cada uno de nosotros en Hogwarts para mantenernos a salvo. Las protecciones mágicas del castillo han sido reforzadas durante el verano, estamos protegidos de formas nuevas y más poderosas, pero aún, así debemos cuidar escrupulosamente el descuido por parte de cualquier estudiante o miembro del equipo docente. Los instamos por tal motivo, a obedecer cualquier restricción de seguridad que sus maestros les impongan, por más irritante que parezca… en particular, la regla de que no deben estar fuera a deshoras. Les ruego, si se percatan de cualquier cosa extraña o sospechosa dentro o fuera del castillo, repórtenlo a un miembro del personal inmediatamente. Confío en que se conducirán siempre de la mejor manera para su seguridad y la de los demás. Pero ahora, sus camas los esperan, tan cálidas y confortables como las podrían desear, y yo sé que su máxima prioridad es el estar bien descansados para sus lecciones de mañana. Entonces, permitámonos decir buenas noches. —Las bancas se movieron hacia atrás con el usual rechinido ensordecedor y cientos de estudiantes se enfilaron para salir del Gran Comedor hacia sus dormitorios. Beatrice suspiró y se marchó a su habitación. Habían muchos días por venir y ya ella, podría encargarse del pequeño plan de Ryddle para ingresar en Hogwarts pues sabía (creía saber) qué y cómo pedirlo: Lo mismo que hizo, para encontrar la Diadema de Ravenclaw.
