Harry Potter pertenece a JK Rowling

Bruja Llameante

18: Oclumancia y Orden del Fénix

Cualquier otra persona, que pudiera haber escuchado decir a Beatrice (fuera de Hermione y Sirius) que ella tenía conocimientos del futuro, perfectamente se hubiera burlado de ella y pensaría que solo mentía.

—La oclumancia es una técnica tan sólo alcanzable mediante el presente hechizo. Consiste en un férreo blindaje de la mente del mago o bruja. —explicó Sirius a su ahijada —Dicho blindaje impide cualquier tipo de intromisión mental que suponga el envío de mensajes y de visiones. Cualquier otra sugestión mental que no tenga componentes vocales o visuales podrá alcanzar al objetivo sin problema alguno. Pronuncias el cántico: 'occlumentum' —Sirius no era un maestro, pero poseía conocimientos, que Walburga le había obligado a coleccionar, por ser un Black, incluso si estaba en Gryffindor... aun así, él seguía siendo un Black y otorgaría todo ese conocimiento, con su ahijada y si ella quería aprender a proteger su mente, entonces él le daría el conocimiento —Cierras los ojos y respiras hondo, visualizando tu mente protegida por un férreo blindaje contra cualquier tipo de intromisión mental indeseada.

Los ojos verdes de la pelinegra se abrieron. — ¿Me estás diciendo, que... todo lo que necesito es visualización y este hechizo "Occlumentum"? —Sirius asintió, un tanto sorprendido por todo el asombro que tenía su ahijada, a quien obviamente, alguien no le enseñó adecuadamente. La vio cerrar los ojos y luego de unos segundos, ella imaginó... algo y luego apunto a su sien, mientras respiraba hondo. —Occlumentum —dejó escapar el aire.

Aunque ella seguía con los ojos cerrados, una sonrisa apareció, en el rostro de Sirius. — ¿Sientes una parte de tu magia, centrándose en tu cerebro? —Preguntó lord Black, suavemente.

—Sí —aseguró Beatrice, quien lentamente, fue abriendo los ojos.

Legeremence —pronunció Sirius. Beatrice sintió la intromisión de Sirius, antes de sentirlo salir, sin que ella hubiera visto absolutamente nada, como en las desagradables ocasiones, en las cuales Snape le había "enseñado". —Aprendes muy rápido, me asombras.

—Tengo un buen maestro. —aseguró una Beatrice feliz y satisfecha, con sus propios conocimientos. La sonrisa y felicidad que invadió a Sirius, fue tal, que el hombre estaba más que seguro, de ser capaz de invocar un Patronus.

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Pasarían hasta dos semanas, luego de que Beatrice aprendiera la Oclumancia, hasta que (por fin) llegaron los miembros de la Orden del Fénix. Ella tenía que ser sincera: Había estado esperando a que ellos llegaran; mientras que Lily Potter, se le acercó en sus sueños y en su forma de Sigmis y mientras le enseñó sobre su historia personal, también le otorgó mucha información a Beatrice sobre su raza, hechizos de fuego, Aritmancia y Runas Antiguas.

Siempre sentada en la sala de la casa, ignorando olímpicamente a los miembros de la Orden del Fénix, quienes la veían con confusión, curiosidad o enfado, al ser todos ellos adultos, entonces creían que merecían alguna clase de respeto, por parte de la pelinegra, además de un simple: Buenos días, buenas tardes, buenas noches, hola y adiós. Ella... Los veía con un letrero de «idiotas», mientras los escuchaba hablar, sobre como Fudge no parecía estar haciendo nada contra los Mortífagos y Voldemort y al mismo tiempo, parecía decidido a negar su resurrección.

—La reunión está a punto de comenzar, así que váyanse. —ordenó Molly.

—Oh, Mamá —se quejó Ron.

—Son demasiado jóvenes, no forman parte de la Orden. —dijeron dos voces. Una con autoridad y otra con burla. Molly era una de ellas y todos, voltearon a mirar a Beatrice, quien seguía leyendo en su rincón.

Molly abrió la boca, pero Beatrice habló primero. —Cuando Crouch Jr. ingresó mi nombre en el Cáliz, aparte de destruir los Encantamientos de Dumbledore, destruir el Horrocrux de Voldemort, también me...

— ¡SEÑORITA POTTER, NO SE ATREVA A HABLARLES SOBRE LOS...! —Dumbledore estaba furioso, por toda aquella naturalidad, acababa Beatrice de nombrar la existencia de los Horrocruxes y se quedó por un momento en silencio, mientras que intentaba decidir si repetir la palabra o no hacerlo, casi como si temiera que Voldemort fuera convocado a la sala de la Antiquísima Casa de los Black, al hablar sobre loa fragmentos de su alma. — ¡HORROCRUXES!

—No creo que haga falta, volver a hablar sobre los Horrocruxes. —dijo tan casualmente la pelinegra, que no pareció notar como Dumbledore saltó en su puesto, mientras continuaba palideciendo y en su rostro, todos vieron una expresión que jamás le habían visto: Horror y curiosidad —Entonces: ¿Qué está haciendo la Orden, para luchar contra Ryddle? —todos notaron el nerviosismo de Dumbledore aumentar.

Las llamas de la chimenea se encendieron espontáneamente y pronto, se volvieron verdes, de ellas salió Snape, quien movió casualmente su varita, deshaciéndose de la ceniza en su túnica, piel y cabello, mientras se acercaba al centro de la habitación y tomaba asiento —Dumbledore ha ordenado mantener un estrecha vigilancia, sobre el Departamento de Misterios —dijo Snape.

—Suficiente, Severus… —dijo Dumbledore con seriedad y frunciendo el ceño, ordenándole quedarse en silencio y no decir nada más a los miembros de la Orden; solo para que todos vieran la tristeza y se veía desconsolado, ambas emociones se posaron en su arrugado rostro. Algo que él no quería que los demás vieran. Estaba acostumbrado a presentarse como alguien relajado y siempre poseyendo todo el conocimiento, pero… con todo lo que se había desprendido —para... para mi propio desconcierto, la Señorita Potter, ya tiene el… la información sobre lo que se guarda en el Departamento de Misterios. Y, parece haberlo sabido por varios años. Aunque todavía, no me ha sido revelado, como lo sabe. —Los ojos de todos, se abrieron. No era solo Dumbledore, era la figura que el propio Director e Hogwarts y Jefe del Wizengamot, había dibujando sobre sí mismo, para todos los demás. La figura de un genio omnipresente. No importaba lo que ocurriera sobre el mundo, el profesor Dumbledore ya estaría informado, por algún medio omnisciente.

—Entonces, ¿Les has ordenado guardar la Profecía, incluso sabiendo que solo Tom o yo, podemos agarrarla? —Un 99% de los miembros de la Orden, miraron con curiosidad a Beatrice. Dumbledore y Snape giraron sus cabezas hacia Beatrice, tan rápidamente, que se escuchó el crujido de su cuello. Ella pareció pensarlo y volvió a hablar —Eso es estúpido. Al menos, la parte en la cual haces parecer que un único miembro está parado frente a la puerta del Departamento de Misterios.

—En realidad… —Shacklebolt, algo nervioso, tosiendo nervioso —eso es justamente lo que Dumbledore nos ha ordenado hacer.

Beatrice los miró con extrañeza y su mirada Jade, se repartió entre todos los presentes — ¿Uno por noche? ¿O por varias noches? —Lupin abrió la boca, pero nada salió, todos se veían incómodos —Obviamente, ninguno de ustedes le hecho caso, ¿Verdad?

Dumbledore recuperó la voz y le dio a Beatrice, una mirada de sabiduría. —Voldemort irá…

—Detrás de la Profecía y junto a él, los Mortífagos sobrevivientes a mi llamarada, además de los que están en Azkaban, ¿Y un único miembro de tu Orden, podrá pararle los pies a Ryddle? Sabes perfectamente, que Ryddle no irá él solo. Necesita que sus lameculos, lo vean matar Muggles indefensos o, en este caso: "Traidores de Sangre" y TUS seguidores. —todos se sonrojaron, se sintieron abochornados de que una adolescente, les estuviera diciendo las cosas que hacían mal.

Dumbledore miró con enfado a la pelinegra. —Señorita Potter…

— ¿Cuáles serán tus palabras para Charlie, Bill, los Gemelos, Ronald y Ginny, cuando les digas que su madre o su padre, murieron en manos de Tom y sus secuaces? —reprochó la pelinegra, cruzándose de brazos, los ojos de Dumbledore se abrieron. Molly miró furiosa a Beatrice, quien dejó de mirar al director de Hogwarts e ignoró las miradas preocupadas del resto de la Orden, quienes parecían darse cuenta del punto de Beatrice y se centró en Molly — ¿Es eso lo que quieres? —retó la adolescente pelinegra a la matriarca pelirroja quien apretó los labios, sin contestarle. —Dumbledore no tiene familia, así que le es fácil, pedirles que se sacrifiquen cuidando una Profecía la cual únicamente Ryddle y yo, podemos recuperar y nadie más puede. Ni siquiera Dumbledore.

Dumbledore no dijo nada más. Tan solo salió furioso de la sala de la casa de Sirius Black, con los ojos brillando, tanto por las lágrimas que resistía derramar, como por la ira de todos los conocimientos que ahora poseía Beatrice.

Conocimientos que NADIE debería se poder poseer y que hundirían su vida. Y ahora mismo, la Orden dudaría seriamente en escucharlo y eso sería prácticamente la razón por la cual, el Mundo Mágico Inglés, podría estar a punto de perder su libertad a manos de Tom S. Ryddle Jr.

La Orden volvió a reunirse a la semana siguiente, nuevamente por la noche y escucharon el reporte de Arthur Weasley.

— (…) Voldemort intenta reclutar a los gigantes, también a los Dementores —Arthur Weasley, parecía haber recuperado la voz.

—Fenrir Greyback, es el Hombre Lobo más poderoso del Reino Unido, en la actualidad —dijo Lupin preocupado —todas las otras manadas, le hacen caso. Es el Lobo Alfa y sé, que yo jamás podría derrotarlo. Y lo que más ama hacer Greyback, es morder familias enteras, para crear nuevos hombres lobo y obviamente, el Ministerio jamás permitiría que algo así ocurra, entonces le es mejor, estar del lado de Voldemort. —todos temblaron.

Dumbledore abrió la boca, para indicar qué hacer, pero Beatrice habló primero. —Formen un equipo de espionaje y otro equipo táctico, vigilen a Greyback, a plena luz del día, luego captúrenlo y encárguense de que los Dementores lo besen. —dijo Beatrice. Todos se miraron entre ellos, parecían estar de acuerdo. —Sí se resiste demasiado, entonces una Bombarda a la cabeza o un Reducto al mismo lugar, deberían de ser útiles.

—Señorita Potter, usted no tiene derecho a decirnos como comandar nuestra organización —gruñó Dumbledore.

—Pero creo que tengo derecho a darles un segundo punto de vista a tus queridos polluelos Fénix, pues creo que ellos quieren vivir un día más, para abrazar a sus hijos y convivir con sus nietos. —dijo Beatrice, mientras se estiraba —Déjenme adivinar: Fudge no cree que nada esté pasando y ha sacado a Dumbledore de sus puestos de poder, ¿Verdad?

Los ojos de Dumbledore y todos, se abrieron con asombro. — ¿Cómo sabes eso?

—Lo dijeron en la última reunión. —dijo Beatrice, sin importancia. Excepto que ESA era la única reunión en la cual habían estado. —Sí no tienen cuidado y si no caminan como si estuvieran sobre un lago congelado, entonces Tonks, Shacklebolt y varios más, estarían perdiendo sus empleos y prefiero que renuncien a la Orden, antes de que pierdan sus trabajos y puedan seguir llevando alimentos a su familia.

— ¡SEÑORITA POTTER! —Rugieron Dumbledore y Molly Weasley, pero Beatrice también se puso de pie, violentamente.

— ¡¿ACASO QUIERES VER A TODOS ESTOS HOMBRES Y MUJERES, VIVIENDO BAJO UN PUENTE, SOLO POR TUS ESTRATEGIAS QUE LOS LLEVARÁN A LA TUMBA?! —Rugió Beatrice, con un volumen tal alto, que aterrorizó a todos y causó grietas en las paredes y el suelo —Sí quieren sobrevivir, mientras enfrentan a Ryddle y defienden la Profecía, entonces lo mejor para hacer, es tener a un máximo de veinte personas, protegiendo la puerta, para enfrentarse entre TODOS a los Mortífagos y al propio Ryddle.