Capítulo 1:

El Miedo es como una Criatura Horrenda que Mastica mis Entrañas

—Ella lo ama. Nunca podrás compararte con él. Solo serás la pesada madre de su hijo a la que tiene que soportar cuando, en realidad, desea que desaparezcas—, susurra Zelena, sus palabras clavándose en mí como agujas afiladas. Siento cómo cada sílaba perfora mi corazón, dejándome sin aliento, apenas capaz de respirar. —Es hora de que aceptes que nunca podrás ocupar un lugar en su corazón."

—¡Ya basta!

—Pobre tonta— ronronea en mi oído —nunca serás su final feliz.

Su voz es una sentencia que acelera los latidos de mi corazón, y en mi mente resuena como un eco persistente. Quiero gritar, pero me detengo un tiempo. Zelena me observa con una mirada penetrante, saboreando la destrucción que sus palabras han causado en mí. El veneno de su lengua me deja paralizada, y el miedo me hace dar un paso atrás.

—Déjame sola— digo, con una voz que ha perdido toda su fuerza.

—Ella no te ama. Supéralo de una vez por todas. ¿O es que piensas vivir tras sus faldas toda la vida?

Mi fortaleza se desmorona como arena bajo la marea. Las redes invisibles que Zelena teje a mi alrededor me dejan inmóvil, abrumada por una realidad que se cierne sobre mí con crueldad. Regina no me ama. Escuchar eso en voz alta convierte mi corazón en una fosa vacía.

Zelena acorta la distancia entre nosotras, acercándose demasiado. Siento el calor de su pecho contra el mío, y su susurro es una caricia venenosa. —No te ama; en cambio, yo... yo puedo darte todo lo que necesitas. —su mano desciende lentamente por mi cuerpo, y aunque mi mente me grita que me aleje, mi cuerpo no reacciona. La parte de mí que aún me razona me pide que escape, pero ignoró esa voz. Estoy atrapada en un torbellino de emociones que se agolpan por salir, y por un momento, la calidez de sus manos me reconforta, un consuelo que no he conocido en días. Me odio por encontrar un momento de paz en sus caricias, pero es así.

Si lo se. Estoy siendo estúpidamente débil.

Zelena es la hermana de la mujer que amo, su más acérrima enemiga, y aún así, no detengo su recorrido por mi piel. El amor que siento por Regina ha eclipsado todos mis sentidos, dejándome anulada. Lo intenté todo, cada día, para robarle una sonrisa, aunque me destroce por dentro, porque siempre termino siendo una catástrofe. Corro cada mañana por el filo de un abismo del que cada noche caigo.

¿De qué sirve todo el esfuerzo si no puedo sacar ni una sonrisa? A veces, lo único que obtiene es su rechazo y la mentira de que somos amigas para calmar a Henry.

Yo no soy nadie.

Él lo es todo.

Supongo que está destinado a darle lo que merece. Es su final feliz, ¿verdad? Pero, maldita sea, cada vez que la veo con Robin, un arañazo invisible abre una herida en mi interior. No es culpa de Regina; ella merece ser querida. Pero eso no me quita la idea de que necesito su tacto para sanar, para volver a ser alguien. Cierro los ojos, destrozada por mis propios monstruos, los mismos que anhelan que las manos que me exploran sean las suyas; que sea la delicadeza de sus dedos lo que acaricie mi piel. Gimo, derrotada, al sentir el toque de otras manos que no son las de Regina.

—Puedo darte un regalo— dice Zelena, su voz apenas un susurro, mientras sus dedos continúan su danza tortuosa. —Un heredero... un hijo nuestro.

Con un esfuerzo titánico, apartó su mano y la empujó con violencia, lanzándola al otro extremo de la habitación. Su choca espalda contra la pared con un gemido de dolor, pero no me importa. Sus palabras son un golpe en el estómago que me hace tambalear.

—Te ha vuelto loca...—murmuro, intentando mantenerme erguida.

Una descarga eléctrica recorre mi columna vertebral, y el dolor en mi entrepierna me hace flaquear. Tiemblo, y no estoy segura de si es por el miedo o la rabia. Pasó los dedos por el interior de mi muslo, sintiendo algo que no debería estar ahí. —¡Dios! ¿Qué me has hecho?

Zelena me sonríe con una suficiencia que me aterra. —Tú, aprendiz de magia oscura—se burla, acercándose más, —Huérfana de amor.

Mi visión se nubla, y todo se vuelve blanco. Lucho por mantenerme consciente, pero es imposible apaciguar el dolor que me consume desde dentro. Mis piernas no pueden sostenerme, y caigo de rodillas ante Zelena.

—Te estoy preparando para mí.

Levanto mis manos hacia ella, invocando mi poder. Pero la magia no responde.

— ¿Qué sucede? — intento concentrarme. El dolor bloquea mi mente, pero sigo intentándolo. Llamó a la magia, y ella me responde con un silencio ensordecedor. Zelena observa mi lucha con una sonrisa burlona, disfrutando de mi desesperación.

—No juegues conmigo—le advierto, mi voz llena de furia.

Me esfuerzo por enfocar mis pensamientos, pero nada sucede. La magia me elude, y su ausencia es un recordatorio doloroso de mi impotencia. Zelena se burla de mí abiertamente, su risa resonando en la habitación.

—Dejemos de perder el tiempo— dice, arrodillándose junto a mí. Su mano se desliza por mi cuerpo, y un escalofrío de terror recorre mi piel. Me remuevo, pero no es suficiente.

"La mataré" pienso con desesperación. Sin embargo, mi magia sigue ausente, y estoy atrapada en un ciclo de impotencia.

—Aléjate de mí— exijo, con un tono que intenta ser amenazante. —No me toques.

—Tú y yo podríamos ser la combinación perfecta. Un hijo nuestro, tanta oscuridad en una sola persona—susurra Zelena, aumentando la presión de su toque. —Sería el fin de Storybrooke. Sus palabras son un veneno que me paraliza.

—No— murmuro, dolida. —Voy a matarte. ¿Qué me has hecho?"

—Solo estoy proporcionando la herramienta necesaria para que podamos procrear— dice, casi divertida, mientras su mano se cierra en la tensa erección de una manera que me hace temblar. —No hay bebés mágicos, querida. Para tener uno, necesitamos esto.

—Aléjate de mí— repito, la desesperación rasgando cada palabra. —No te atrevas a tocarme.

Mi cuerpo reacciona con una sensación desesperante, y siento que todos mis órganos internos se contraen. Hiperventilo, consciente de que estoy atrapada en una pesadilla sin escapar. Debería haber sabido que esta mujer retorcida tenía algún plan. Se presentó en la cabaña donde me escondo, pidiendo mi ayuda para castigar a Regina. Obviamente, no tengo intención de hacerle daño a la mujer por la que me sacrifiqué.

—Shhh… tranquila, no tienes permiso para resistirte—murmura Zelena, acariciando mi cabello como si estuviera consolando a una niña indefensa. —Puedes ser muy poderosa, pero eres una novata en esto de la magia. Aún no conoces los límites de tu poder.

—¡Te mataré! —me sacudo ligeramente, jurando por todo lo que es sagrado que la haré pagar.

Su risa muestra que mis amenazas no la inquietan. En cambio, se despoja de su ropa interior, arrojándola a un lado con desprecio.

—Cariño, lo único que puedes hacer es estar dentro de mí—se sienta a horcajadas sobre mi cadera.

Intento canalizar mi magia, rogándole que despierte. Quiero su sangre en mis manos, quiero aplastar su corazón. Pero, sin importar cuánto lo intente, no pasa nada. Estoy paralizada, gritando en mi mente para que se detenga, pero Zelena no entiende de razones. Su mirada burlona y su risa cruel son un recordatorio de su propósito.

Sus dedos se mueven con una precisión que me hace rechinar los dientes. Quiero pensar en mil formas de acabar con ella, pero me tiene atrapada.

Le pido a todo mi lado perverso que despierte; Quiero su sangre en mis manos. Exprime su corazón hasta que solo queden las cenizas. Intentó todo, pero nada sucede. ¿Qué se puede hacer estando paralizado? Grito apelando a su cordura, exigiendo que se detenga, pero la bruja del Oeste no entiende de razones; su propósito está pintado en su mirada burlona y su risa socarrona.

El recorrido de sus dedos por toda la dilatada erección me provoca morderme los labios hasta sangrar. Pienso en la gran variedad de formas que podría matarla: descuartizada, aplastarle el corazón, despellejarla. Pero ella, aún sin necesitar una fuerza sobrehumana, me tiene como una muñeca a su merced. Maldita, mil veces maldita. Puedo ver en sus ojos cuánto le fascina dominarme. Cierro los párpados y, por increíble que parezca, siendo yo el Oscuro, un ser temido en los mundos mágicos, me encuentro indefensa, transpirando vulnerabilidad por cada uno de mis poros.

—No tiene caso resistirse—sus caricias frías y calculadas me provocan náusea.

—Por favor… por favor—no me importa suplicar—. Solo vete y lo olvidaré. Déjame en paz.

El llanto en mis ojos no la conmueve; Hasta me parece aterrador lo complacida y ansiosa que parece. No hay marcha atrás; Nadie vendrá a salvarme. Tengo que hacer algo. Vamos, magia... Por favor.

La veo acercarme a mis labios; la cólera arde en mí. El poder rechina en mis huesos hasta hacerme pensar que está por hacer acto de presencia, pero no hay peor desgracia que tener la esperanza de que las cosas pueden salir bien. Los dedos a mis costados se crujientes. Soy el recinto de un fuego vivo que zumba grave y abruptamente.

—Tendré cuidado. Tu primera vez será inolvidable—se burla.

La miro con todo el desprecio que puedo encontrar dentro de mí. Ella me devuelve una mirada como si yo fuera la cosa más insignificante del planeta. Su humedad roza la parte de mi cuerpo que más desprecio en este momento. La rabia desaparece y el miedo toma terreno. Dios, no quiero que esto suceda. Rechino los dientes, odiando el hecho de que mi cuerpo reacciona sin mi consentimiento.

—Te has ganado el derecho de que te haga daño—gritó desesperada.

Los ojos hambrientos de la bruja verde se clavan en mi rostro; se relame los labios y siento náuseas.

—Tu cuerpo me dice todo lo contrario—murmura entre risas. Antes de que vuelva a gritar, me pellizca los pezones sensibles entre el pulgar y el índice; La miro furiosa, pero ella no se intimida, continúa con sus caricias, son una asquerosa tortura. La odio...quiero matarla; Sentir su sangre entre mis dedos sería la cosa más placentera de mi vida. Odio a la maldita perra.

Basta… basta —suplico en mi interior. No puedo permitir ser humillada de esta manera. La odio… la odi o—repito una y otra vez como un mantra. La rabia que estoy llegando a sentir es como un veneno que se esparce y me destroza por dentro.

—Muévete—me ordeno a mi misma con un grito desesperado.

La risa de Zelena estalla y yo la siento como una bofetada.

—Tranquila, cariño, yo haré el trabajo por las dos—se eleva un poco para acomodar la dura erección y empujar justo en su entrada.

—Soy el Oscuro—gritó con tanta fuerza, con tanto odio, que parece que la garganta se me va a partir de dos. Hago lo imposible para que la magia vuelva.

—Y de qué te sirve?—se inclina cerca de mi rostro dejando a un lado su cometido, y yo lo agradezco en silencio—. Me he pasado la vida entera buscando el camino que me lleve a tener a Regina de rodillas frente a mí. Te cuento un secreto: no podrás salvarla—en sus ojos hay chispas de odio—. Encontré una forma de hacerle daño a tu reina, y cuando terminemos aquí, iré y le contaré de nuestro apasionado encuentro y de su futuro sobrino. La noticia la dejará tan anulada que tendrá la oportunidad de traerte su corazón como regalo.

Las sombras que permanecían demasiado pequeñas se agitan como violentas lenguas de fuego; se elevan por encima de mis miedos con ansias de devorarse el mundo. Todo parece detenerse. Un silencio de muerte cae como una coraza que trae una extraña sensación y me lleva de vuelta a la oscuridad. La magia negra se pone nuevamente en movimiento, y no me opongo; es la primera vez que dejo que tome por completo el control.

Tras un instante de sorpresa, Zelena arruga la frente contemplando mi estado inerte; me plantó una bofetada y, aun así, no reaccionó. Desde mi posición puedo ver cómo se derrumba su máscara de felicidad. Entonces le dejó ver la más enorme de mis sonrisas. Ahora es ella quien se paraliza.

—De verdad crees que voy a dejar que te le acerques?—como un rayo se aleja; pero el miedo y la torpeza no la dejan llegar muy lejos—. Hice lo imposible para que salieras con la vida de esta habitación, hasta que amenaceste a la persona equivocada.

La atrapó en la puerta golpeando con saña su mejilla contra la madera. Ella no lo entiende; Se suponía que iba a violarme y no podría hacer nada para defenderme. Estoy dispuesto a demostrar su equivocación.

Mi mano acaricia su espalda y mi sonrisa es cruel cuando la siento temblar.

—Voy a destruirla y ni tú ni nadie lo va a impedir. Nunca podrás detenerme—sonríe con una mueca como si lo que estuviera ocurriendo fuera solo un juego.

—Qué placentero es ver que necesitas que te recuerde con quién estás tratando—no hay magia en lo que comienzo a hacer, solo dolor, uno que aviva mi oscuridad y la hace vitorear. Cada lamento que mi mano provoca al hundirse en su espalda es placentero. No hay magia, solo tortura. Mis dedos se abren paso a través de su carne. Músculos, huesos, me dan la bienvenida hasta llegar a su corazón—. Es delicioso estar dentro de ti, querida... lo sientes—le regaló una sonrisa perversa mientras mis dedos se cierran alrededor de su corazón sin llegar a sacarlo.

Un seco y sonoro grito sale de la garganta de Zelena y es amortiguado por el golpe que le doy a su rostro contra la puerta. Quiere defenderse, está dispuesta a pelear, pero atrapó fuertemente sus manos por encima de su cabeza, obligándola a permanecer quieta.

—Voy a matarte—se queja.

—Quisiste jugar con la persona equivocada—susurro a escasos centímetros de su oído.

—Suéltame y te voy a demostrar cómo juego de verdad. No eres rival para mí.

—Te aseguro que lo haremos. Jugaremos—musito con todo el odio empapando mis palabras—. Cuando termine, te prometo que no quedará nada de ti. No sé si te divierta, pero yo lo voy a disfrutar.

Continuará…

Nos leemos en el próximo capítulo :)

Pueden encontrarme en Instagram.

Imagenes y musica creadas especialmente para el Fic.

Hevy_lara