Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, propiedad material de Nickelodeon Intl, y está bajo licencia de Viacom International Media y Jam Filled Entertainment.

Disclaimer 2: Los materiales referidos y/o parodiados son propiedad intelectual y material de sus respectivos creadores.

Disclaimer 3: basado en los sucesos del universo de Tierra de Sombras, de El Caballero de las Antorchas

Fiat tenebris

Familia Casagrande

La gestación del Nuevo Orden

Great Lakes City

2 de marzo de 2017

Existe una fecha de caducidad para poder culpar a tus padres por todo; el momento que tienes edad para tomar las riendas de tu vida, la responsabilidad ya es tuya.

-Joanne Rowling, escritora inglesa

Muchas veces, la gente imagina formas en que el fin del mundo, tal y como lo conocemos, podría darse. Las películas, libros, podcasts e incluso los chiflados que sostienen pancartas y letreros alusivos a que "El final está cerca", empero, nunca nos dicen a todas luces cómo es que las cosas van a darse. No importa si es el desplazamiento de las placas tectónicas, una invasión alienígena con fines de genocidio religioso, una guerra nuclear o un apocalipsis zombie, las cosas siempre se pueden poner bastante mal cuando se llegue a dar la cita que la Humanidad tiende a concretar con sus más oscuras fantasías.

Dicen los entendidos que se agradece una orden en medio del caos. Que en medio de las catástrofes se levantan los héroes, que su arma defiende al débil, apoya al afligido y asiste al herido, que su ira deshace la maldad. Héroes a quienes la gente suele ver como dioses.

Por desgracia, la vida de un héroe es también sinónimo de miserias, tragedias y desgracias que los ignorantes ven como grandes gestas. Ven el manto, pero no lo que ha vivido el portador. Ven las armas cubiertas de sangre, mas no a los posibles inocentes cuyas vidas segó su usuario. Y sobre todo, ven una esperanza que el mismo no comparte, por sacrificarlo todo en aras de un bien mayor que podría no llegar a ver jamás.

Más en concreto, nos lleva con Ronnie Anne. A solo meses de cumplir los trece años, salió vestida de sudadera morada, short azul y blusa sin mangas blanca portando bajo su ropa una bolsa con comida. Normalmente sería su abuela quien fuera por las compras a distintas zonas de la ciudad. No porque fuese desconfiada de su marido, sino porque los productos frescos como carnes, vegetales y pescados no podían seguir faltando.

Las cosas en sí se habían puesto serias luego de las primeras veinticuatro horas. En los noticiarios, cuando podía verlos, se daban reportes cada vez más alarmantes, a la vez que desoladores. Tal fue el flujo de esas noticias que su abuela prohibió tajantemente que se volvieran a verlos en la casa para acercar (según la anciana) a los espíritus de la buena suerte. Ello obligó, sin embargo, a buscar otros medios de información. Y para cuando llegó 2017, las cosas distaron mucho de mejorar, pues cada vez más actividades no esenciales se vieron suspendidas o de plano canceladas.

¿Una pandemia? Lo habrían confirmado desde el primer minuto. ¿El país entrando en una guerra mundial? Descartado ante la cantidad de voluntarios fanatizados que buscaban unirse a las Fuerzas Armadas en cualquiera de sus ramas. ¿Invasores del espacio o cualquier teoría de internet? Hasta los más rancios conspiranoicos que conocía, los Gurdle, tuvieron que admitir en un blog que Carlos también leyó alguna vez que la posibilidad de que fuese aliens era un disparate. Ni hablar de una falla de contención de alguna arma biológica o la rebelión de las inteligencias artificiales, descartadas desde un inicio como algo más propio de la ficción.

Apenas salió del paso elevado del subterráneo, se encontró con una turba en el parque. Esta chusma iracunda, llegó a pensar, lo estaría por necesidad de divertirse, saquear o algo peor. Y eso siempre acarrea problemas.

En cuanto logró resguardarse dentro del Mercado Casagrande, por un momento sintió sed. Iba a tomar una botella de chocolatada del refrigerador cuando, de la nada, el extremo de un cinturón de cuero alcanzó a impactar contra su mano apenas abriera la puerta.

-¡Eso duele! -respondió Ronnie Anne en cuanto retiró la mano de la puerta del refrigerador.

-Ya sabes la regla, Ronalda -espetó Héctor, molesto con su nieta-. Nadie agarra nada aunque lo pague. Es para los clientes.

-¡Lo iba a pagar! -protestó Ronnie Anne.

-Lo siento, m'ija, pero se los dije a todos y te lo repito -insistió Héctor, alzando la voz-. Nada de tomar nada de la tienda. No quiero que esos vándalos del parque se sientan confiados porque conozcan a alguien del edificio.

-Pero…

-¡Sin peros, Chihuahua! -maldijo contundente Héctor- ¡Vas a la casa y le dices a Roberto que ya se pasó su entrada hace media hora!

Mascullando sus insultos, Ronnie Anne abandonó sus intenciones de buscar un bocadillo. Hacía tiempo que Bruno se retiró con unos familiares en México, y era evidente que Vito se mudó a donde vivía su hijo. En cuanto a otros negocios, puede dar las gracias a que las cosas el la cuadra no se hayan salido todavía de control.

Haciendo un recuento, Alberto, el papá de Casey, ya había recibido amenazas por la disminución de carne en sus cubanos, como si no se enterasen que a los comerciantes ambulantes y semifijos les está yendo mal en sus ventas. Burger Blast, un local de hamburguesas que abrió apenas hace no mucho, pasó por tantos tumultos y un par de amenazas de saqueo que sus dueños terminaron por cerrar el negocio. El camión de tamales que hacía sus rondas, aunque tuvo mejor suerte que la familia de Casey, fue confiscado por "amenaza terrorista" apenas el mes pasado. ¿Pizza Amore? De todo menos "amore", pues fue de los primeros negocios clausurados y abandonados en la zona, y ni hablar de los puestos del mercado de pescados o la sala de juegos de Joe, incendiado y reconstruido el primero previo a que un grupo de autodefensa lo custodia, y saqueado el segundo antes de que una banda de saqueadores lo reclamase como su cuartel.

Con la idea de distraer su hambre a como de lugar con lo que sea, desobedeció la orden de su abuelo y fue al parque.

El tiempo de los toques de queda quedó atrás. Con tal de que la vida reto pase un poco su viejo curso, la alcaldía cedió y permite que la gente de Great Lakes City circule como si nada hasta ciertas horas. No era la gran vida que tenían antes, y quizá los trasnochadores se sintieran mal por no poder salir bajo ley marcial de nueve a cinco, pero ya era algo.

Entre insultos, maldiciones y el jaleo general, logró abrirse paso a empujones para buscar un carrito de salchichas y asomar la cara a donde, semanas atrás, había una estatua de la que solo quedan escombros, y donde en su lugar hay un improvisado cadalso donde la chusma arrinconó a un hombre ya mayor que, bajo los golpes que había recibido, era casi irreconocible, de no ser por la ostentosa capa que siempre formaba parte de su ajuar.

-¡Nos mentiste, Ernesto! -gritaba desaforada una mujer negra de mediana edad.

-¡Dijiste que se acabarían los problemas en tres meses, maldito! ¡Tres putos meses! -blasfemaba alguien que no podía ser sino la madre de Becky, de gran parecido a su compañera pero sin esa horrorosa ceja única en su cara.

El astrólogo, de tantos golpes que había recibido, apenas y podía escupir sangre.

-¡Es la palabra del Señor! -incitó un hombre viejo antes de escupirle a la cara al pretendido astrólogo- ¡Sino que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios! -voceó- ¡Él no nos quiere partícipes con los demonios!

-¡Es un embustero! -maldijo una musulmana de hijab y vestido rosa.

-¡Denle duro!

-¡Muere, maldito!

Aunque visiblemente asqueada por la vista del astrólogo de televisión siendo linchado, no quería perderse por un segundo cómo es que este era golpeado de nuevo. Después de años de venderle esperanzas y humo a la gente que creía ciegamente en sus palabras, esta al fin se quitó la venda de los ojos. Se la quitó… solo para ver que están mucho peor que como amanecieron.

-Con Mercurio saliendo de la Décima Casa junto a Saturno de la Octava -recordó las palabras del astrólogo- y el Sol en su máximo sobre Piscis, vendrán tiempos mejores para todos, mis estrellitas. El paso de Venus que culmina su ciclo en Acuario asegura restauración, y con Marte entrando este mes en la Doceava Casa, la paz vendrá del Oriente…

Cuelga decir que Ronnie Anne, en su escepticismo, no tardó en tener la razón. Todo el tiempo tuvo que soportar que su abuela, la tía Frida y sobre todo Bobby y Carl confiando en las palabras y la labia de Ernesto Estrella. Y dado que Rosa era la verdadera cabeza de la familia Casagrande, su palabra no tardó en volverse ley bajo su techo. Ley que está a nada de volverse polvo por basarse en ese embustero.

Lo notó día tras día. Gracias a esa supuesta profecía las cosas se recrudecieron por toda la ciudad. Entre la paulatina militarización de las calles, los saqueos, disturbios y ahora los linchamientos, ya nada es lo que era. Solo las casas de las familias ricas como la de Laird, los bancos, hospitales y supermercados se han vuelto puntos prioritarios para la defensa de la ciudad, y con mayor motivo los residentes de los barrios periféricos han estado recelando de su propia necesidad.

No queriendo perderse ningún detalle, sintió una mano al hombro. Al voltear, se dio cuenta de que su madre estaba tras ella.

-Vámonos -ordenó María, quien luce un corte en la cara del rabillo del ojo a la oreja-. Este no es lugar para nosotras.

Sin decir nada, ambas hicieron caso omiso de las súplicas del astrólogo hasta que un disparo resonó en el aire, provocando una estampida que reveló al propio Ernesto con el cráneo reventado de un garrotazo certero.

~o~

No podía estar más aburrido.

Las cosas con Carl, lejos de empeorar, fueron mejorando a pesar de su encierro en casa. En especial porque oficialmente no había ya escuela por orden de la alcaldía y en el último día logró timar a varios de los amigos de Ronnie Anne.

Puede dormir tranquilo. Estando en casa, todo lo que tiene que hacer, al menos bajo la mirada de sus padres, hacer algo de escuela virtual, jugar un rato y sus quehaceres. Pero lejos de la mirada de ellos hace justo lo que mejor sabe hacer. Usar su mente rapaz a su favor.

-Se lo juro, señor, ¡es mercancía de primera! -juraba Carl, sosteniendo una paquete de cigarrillos-. Nada de falsificaciones mexicanas o chinas, ¡de veras!

-No te creo -acusó su cliente, un hombre fornido de cabello castaño y marcado con numerosos tatuajes de tradición celta.

-¿No le puede creer a un niño? -preguntó Carl, actuando como si fuera inocente.

-No a uno que vende más caro algo que puedo encontrar en el mercado -bramó el sujeto, tomando el paquete de las manos de Carl-. Espero que sea buen tabaco, mocoso, o yo mismo iré a tu casa a romperte el cuello.

-No sabe dónde vivo -bromeó el niño.

-Todo a la larga se sabe, niño. Todo se llega a saber -añadió el cliente, arrojando un fajo con al menos veinte billetes de cincuenta.

-Le diré a mis papás que es muy amable, señor Torres -repuso el niño, haciéndose el idiota.

-Deja de hacerte el niñito adorable, Joaco, que no te va -dijo con aspereza Torres, abriendo el paquete y sacando una cajetilla de la que toma un pitillo-. Para la próxima, mis chicos y yo esperamos algo más… -lo enciende y le da una larga calada-… mmm… fino.

Con nerviosismo, Carl recoge el dinero a la vez que recibe el desagradable humo en su cara. Sonriendo de forma estúpida, lo mira por última vez.

No es la primera vez que hace esto. A diferencia de Ronnie Anne, Bobby o Carlota, Carl siempre se ha logrado colar de y a su habitación, saliendo impune la mayoría de las veces. A últimas fechas, se ha vuelto un consumado mentiroso, y la mercancía que tenía es la prueba de ello.

¿Original? Ni de chiste. Entre los suministros que se declararon prioritarios, el tabaco y el alcohol se consideran más bien un lujo, y la situación presente no está para lujos. En su lugar, prefirió ahorrarse un dinero y adquirir imitaciones más bien chinas o incluso artesanales por la sexta parte de lo que ahora está costando un paquete original.

Contando el dinero, hizo un rápido cálculo. Si una cajetilla venía costando catorce dólares contando impuestos antes de la presente contingencia, con lo que recibió le saca al menos seis veces más al valor del paquete con diez cajetillas. Nada mal, considerando que aquél paquete es de una imitación barata artesanal. Y si aquél sujeto no se dio cuenta de que era lo que estaba fumando, allá él y sus pulmones. En su imaginario, era imposible que alguien le hiciera daño a un niño.

Buscando que no hubiera una cara conocida, se cerciora de que nadie lo viese llegar por la escalera contraincendios. Fácil, puede pagarle a la señora Kernicky para dejarle entrar por su departamento. El único problema de ese sistema es que tiene que armar un alboroto para llamar la atención de la banda de gatos y camuflar el escándalo que arma al bajar la escalera.

Maldiciéndose por no traer consigo una lata de sardinas, decide jugársela. Tiene suerte de ver que Ronnie Anne no está en su habitación. Mejor aún, tiene el plan perfecto para no tener que subir por la escalera hasta el 4A, de la señora Kernicky, y entrar sin que se den cuenta y excusarse con que estaba jugando con los audífonos puestos en su habitación. No es algo que quisiera, pero es mejor que su plan original y meterse en problemas solo por eso.

-… te lo dije -escucha decir a María desde la cocina-. No me gusta que salgas sola. ¿Quieres que te pase lo que al papá de Casey?

-Ya casi no salgo -dijo Ronnie Anne, justificándose-. ¿No puedo ver a los amigos que me quedan?

-No es que no puedas. Es que no debes ir a sus casas. ¿No recuerdas qué le pasó a la familia de Sameer? ¿El saqueo de los edificios de la calle 9? -siguió un silencio incómodo- ¿O qué me dices de lo que viste ahora en el parque?

Haciéndose el desentendido, Carl usó esa charla como distracción para salir de allí con sus beneficios intactos. Al fin y al cabo… ¿qué podría salir mal?

Desconocía lo sucedido en el parque. Curioso, entró por el vacío cuarto de Sid en el 3-A e intentó escabullirse lo mejor que pudo por el hogar. El problema, los animales que lograron sacar del zoológico por la gran afinidad de las niñas con ellos.

No está con suerte. Apenas abrió, una tropa de titíes entró a la pieza y armaron un jaleo, excepto por uno muy barrigón que se limitó a echarse a comer una manzana a medio comer sobre el puf de Sid.

-¡Adelaide! -llamó la voz de Becca desde la que debía ser la recámara- ¡Por favor dale de comer a esos titíes!

-Te dijo que se fue con los Flores a trabajar esos materiales de la escuela -dijo convincente Stanley, saliendo de la pieza.

Carl estaba apenas oculto por la puerta de la habitación de Sid. Apenas y podía ver el pasillo, pero las voces resonaron en él.

-Como sea… -dijo Stanley, sonando casi aliviado de no ser por lo cansado que estaba-… es el primer día libre que tengo en meses.

-¿Quieres saber cómo suena eso cuando te quedas sin trabajo? ¡Suena muy mal! -reprochó Becca, tronando de furia.

-¡No es mi culpa que cerraran el zoológico! -exclamó indignado Stanley- ¿Por qué te desquitas conmigo?

-¿Y quién dice que me desquito contigo? -gritó Becca, frustrada.

-¡Así suena cuando usas ese tono!

Se habría quedado a escuchar más atento, pero un mono de pelo rojizo, Nico, lo tomó por sorpresa y le sacó de la campera una tira de carne seca que tomó del Mercado sin que sus abuelos se dieran cuenta.

-¡Mono malo! -chistó Carl, molesto, a lo que Nico respondió con una pedorreta labial bastante grosera- ¡Suelta eso!

De una patada, el mono salió rodando por la alfombra, soltando un chillido agudo, adolorido, antes de quedar tendido sobre el piso.

-¿Nico? -voceó Becca.

Alarmado, Carl no tuvo mucho para reaccionar. Si era urgente buscar un lugar para esconderse o huir, eso ya era cosa de tener tiempo que no disponía. Los pasos que se sucedieron uno tras otro solo alarmaron a los titíes, mismos que soltaban chillidos y alaridos como si quisieran ahuyentar a un depredador.

Corrió hacia la puerta, y habría cerrado con estruendo de no ser porque Stanley logró tomarlo por el brazo.

.

-¿Cómo que entró a su departamento? -preguntó indignada Frida.

Una vez que Carl fuera apresado, ignoró un sermón que los Chang le endosaron. Por muchas simpatías que Adelaide despierte en él por el trabajo de Stanley, lo cierto es que, a diferencia de Ronnie Anne, él dio pruebas manifiestas de no estar en gracia de sus captores. Para mayor humillación, Becca lo llevó casi a rastras (idea de Carl para parecer más víctima de lo que era), cosa que la rubia detestó y la orilló a cargar con él a cuestas, cosa que le hizo tanta gracia como ver a Nico aturdido y con varios huesos rotos.

-Mi marido lo encontró saliendo por nuestra sala -describió Becca-. No sé que estaba haciendo, pero sabe que no debe de meterse en casas ajenas si no lo invitan.

-Eso no es posible -respondió Frida, más enojada por el trato que supuestamente recibió Carl que por su acción en sí-. Le he dicho que no tiene por qué entrar si no lo invitan.

-Pues suena como que no lo hubieran educado como se debe -secundó Stanley-. Además, le encontramos esto.

Como si se tratara de una bolsa de basura, la mochila que el niño solía usar para la escuela cayó con un ruido sordo, volcándose y revelando su contenido. Conservas, paquetes de jamón, carne seca, una ingente cantidad de dinero y, lo que sorprendió a Frida de la peor manera, los dos paquetes de cigarrillos que le quedaron tras la venta del día.

-¿Qué significa esto? -preguntó Frida.

-¡Los Chang me lo metieron en la mochila! -mintió Carl, adelantándose a sus captores- ¡Dijeron que me…!

-¡No mientas! -amonestó Becca.

-Ya hablaremos sobre límites -advirtió Frida, más molesta por las acusaciones que por el mero hecho.

-¿Y no va a hacer nada? -preguntó Stanley.

-¡Dije que voy a hablar con él! ¡Buenas noches! -respondió Frida, azotando la puerta- ¿En qué rayos estabas pensando? -cuestionó- Y no mientas.

-Que podía seguir a Ronnie Anne para ver a dónde iban -respondió Carl, convincente y esperando a que su madre le creyera.

-¿Y crees que voy a…? -continuó Frida hasta que sonó su teléfono- ¿Hola, Romeo? -respondió- No, no, estoy en medio de algo… hablaré más tarde de tu castigo, Carl.

Es claro que no seguiría. En los últimos días, luego del cierre de las galerías y plazas comerciales, Frida experimentó lo que era ser desempleada a tiempo completo. Entre su esperanza de volver a vender algo y el agotamiento de sus materiales por la escasez de los mismos, verse ocupada como madre no fue precisamente la mejor parte de su día a día. Pero todavía, con las eventuales salidas que ya se daban la situación resultó no ser precisamente la mejor. Entre los desplantes de Carlota por encontrar cerradas o incluso saqueadas las tiendas de ropa, la melancolía de CJ porque ya no hay temporada para el restaurante con show de piratas y lo demandantes que son los dos menores, preferiría estar encerrada en su estudio, el cual fue convertido en bodega pese a sus protestas, y crear.

Carl sabía de esas ideas de su madre. Peor, ha sabido sacar provecho sin apenas repercusiones. Sin embargo, lo que no calculó fue el daño que empezó a gestarse entre los Casagrande y los Chang.

~o~

No pueden culparlo. Y sin embargo lo hacen.

Bobby no estaba en casa, atendiendo su videollamada de las 4 con Lori como la mayoría de las veces o trabajando como loco resurtiendo anaqueles y refrigeradores. Por razones de seguridad, y haciendo caso omiso del abuelo, está con su abuela en un viaje de compras.

Está de suerte. Dado que están dando prioridad a ancianos y a familias con enfermos o niños, su único trabajo aquí es ser, en pocas palabras, una mula de carga. Labor que no le importa desempeñar en lo más mínimo, en especial porque algunas chicas tanto de su clase de la preparatoria como de cursos superiores le ofrecen algo que la computadora de su casa no podía hacer con Lori. que haría más llevaderos sus días. Todavía más contando que en familia hay dos ancianos, CJ se había venido sintiendo mal y Ronnie Anne presenció apenas el día anterior un linchamiento del que no dieron detalles.

Si bien todo parecía en orden en aquel sitio, la verdad es que la presencia de militares ha ido en aumento, y al parecer también ha habido rumores que ha tenido por disparates que ni el más fumado guionista de Parque Jurásico habría tenido la desgracia de redactar.

Eso lo tenía pensando por unos minutos. Empero, lo dejó en cuanto una cara conocida le hizo caer en cuenta de algo.

-Hola, Roberto.

El tono aterciopelado de esa voz era de alguien que no sabía que estaba ya en la ciudad, la misma persona que ayudó para conseguirle ese vestido y esas joyas con que regaló a Lori.

Dana.

-¿Dana? -dijo asombrado Bobby- ¿Qué haces en Great Lakes City?

-Vine con mi mamá -afirmó Dana, dejando caer una pesada mochila de viaje-. Las cosas en Royal Woods se están poniendo un poco… raras.

-¿Raras?

-Si. ¿Conoces a ese reverendo de televisión? ¿Samuel Ryker? -preguntó la chica, a lo que Bobby negó- Mamá dijo que ese hombre estaba loco.

-¿Loco como payaso de internet o…?

-No sé cómo decirlo -expresó Dana, un tanto incómoda y dejando de sonreír-. Hace dos días incendió la preparatoria y destruyó la bellota de la entrada, según él, porque era representante de las malas acciones del hombre. Como si atacara a… quien odiara más -añadió llena de duda.

-No, no puede ser el mismo reverendo Ryker -negó Bobby-. Mi mamá nos hacía ir a misa los fines de semana a su iglesia. Tuve que ayudarle una vez al mes en el comedor de caridad desde que cumplí trece.

-No es el mismo que dices -describe la chica-. Con todo esto, ya nadie sabe qué es verdad y qué no, y él actúa como si fuera un rey, diciendo qué hacer y qué está mal.

-Dana, eres tan buena comediante como yo soy hijo único -dijo Bobby, incrédulo ante lo que escucha.

-Roberto, ese hombre echó de su casa a la señora B por una obra que lo hacía ver como un payaso -continuó Dana, un tanto molesta-. Cada día está reuniendo gente, cosas… y a mamá no le gustó.

-Roberto -llamó Rosa, unos puestos más allá en dirección al muelle-, ya tengo todo, m'ijo. Ya vámonos.

-Suenas a alguien que estuvo fumando hierba -desdeñó Bobby, tomando su bolsa.

-Hablo en serio -insistió Dana con vehemencia-. A mi mamá y a mi no nos gustó dejar Royal Woods. Dice que tiene un presentimiento de todo esto.

Rehusándose a creer, Bobby la dejó.

La primera cara conocida y decente de mucho tiempo, pensó, y es la primera persona que le cuenta esos disparates. Era imposible que el reverendo, un hombre entregado a Dios y a sus creyentes por muy mediático que fuera, menos con su presente situación respecto al abuelo.

Regresando, el plan era simple. Ya que Ronnie Anne seguía todavía en gracia del anciano a pesar de sus salidas furtivas de casa, solo era cosa de entrar por su ventana. No sería tarea difícil, si no fuera por un pequeño detalle del que se percató en cuanto le cayó una chispa a la camisa.

Soldadura.

-¡Listo! -escucha la voz de Héctor frente a la reja de acero recién instalada en la ventana- A ver quién viene ahora a robarnos.

-Para, papá -escucha la voz de Carlos frente a la ventana-. Te dije que tenías que usar una careta. Además, necesitamos esa salida.

-Ya escuchaste al señor Scully -reprochó Héctor, tallándose los ojos-, solo podemos tener una salida por piso. El sótano se clausura si no es para lavar y no podemos dejar entrar a nadie.

-¿Y qué me dices de Bobby?

-¡Ni me nombres a ese desobligado bueno para nada! -tronó el anciano- ¡Por su culpa estuve a nada de perder mi negocio y tu herencia!

-Por lo menos sé razonable.

-¡Razonable mis polainas! Donde vuelva -amenaza Héctor, bajando por la escalera-, yo mismo le voy a… ¡Áy, Chihuahua!

Entre maldiciones, Héctor cayó rodando escaleras abajo, mientras que Bobby hacía lo posible por no quedar atrapado.

Era obvio por qué estaba molesto. Héctor escuchó que Carl se metió a una casa ajena (sin darle mayor explicación) y, a diferencia de Frida, el sí tomó medidas que a ojos de muchos habrían sido tomadas como "desproporcionadas y criminales" en otro contexto, acabando todo en su nieto siendo azotado con el cinturón. Sumando que Bobby "huyó" de sus obligaciones para con el Mercado y sorprendió a una fardera con una docena de latas de atún y otras tantas botellas de limpiador, su humor no era precisamente el mejor para tratar con él.

-¿Estás bien? -preguntó Carlos, preocupado de ver a su padre caer al suelo.

-¡Qué me preguntas eso sí ya lo sabes! -dijo Héctor, adolorido- ¡Baja y ayúdame a levantar!

-Será mejor que entres conmigo, Bobbyto -ordenó Rosa-. Ya sabes cómo se está quieto cuando le digo que te pedí que vinieras.

-Gracias, abuela -respondió Bobby.

-Pero le tendrás que decir por qué tuviste que faltar. Ya podrás hablar con Lori al rato.

-Si, Lori… -suspiró Bobby.

Lori. Si hay alguien que ha tenido en mente por ocupado que esté, esa es Lori. Con todo lo acontecido, no era de extrañar que un amor adolescente haga mella en su cabeza. Sobre todo porque podría ser demandante, aunque la recompensa sea igual o apenas mayor. Todo cuanto procuraba hacer en cuanto se desocupara entr era preparar su laptop o el teléfono, abrir el chat de Swiftypic y dedicarle una hora de mimos virtuales o una noche de película. Todavía recordaba como, sin querer, ella le arruinó al menos dos finales mientras escuchaban a Lola berrear de lo injusta que fue la resolución de una película.

Con todo, sigue siendo un hombre. En proceso, si, pero en el tiempo que vivieron en Royal Woods y lo que lleva en Great Lakes City ha tenido cierta ansiedad. Ya en ocasiones se había visto mirando, sea por la falta de supervisión en el primer hogar o por mera casualidad, a algunas chicas. No dejaba de fantasear con la maestra DiMartino o con Lori si llevara el peinado de Mónica, aquella guía de turistas en Royal Woods, o con la cartera, en situaciones que había visto en videos para adultos. Incluso se veía a sí mismo imaginando escenarios que los aullidos de la tía Frida daban a entender lo que pasaba, cambiando a su pariente por Lori y ocupando sus desvelos con intensidad.

La subsecuente discusión con el abuelo fue algo áspera. Por ello, y por el hecho de que Rosa no intervino, las salidas de Bobby como cargador pasaron a la Historia. Los turnos serían de 12 horas con solo una de descanso y el dueño no aceptará ninguna réplica.

.

La cena, que por las evidentes carencias se había vuelto solo la segunda y última comida del día, no contó ni con María -ausente por trabajo-, Bobby -que con su comida está pagando a juicio de Héctor el día que falto, lo que desconcertó a todos- y, cosa rara, Ronnie Anne y Carlos, que está con su sobrina repasando los cuadernos de trabajo de la escuela.

-¿Por qué tenemos que seguir con esto? -preguntó Ronnie Anne- Es absurdo.

-Porque estoy tomando precauciones -respondió parco Carlos, mirando a la recién cancelada ventana.

-¿Precauciones de qué?

-Es lo mismo que me preguntaron tus primos. Lo que estamos haciendo es importante, y quiero cubrir toda posibilidad de que no se lleven lo que más valoro.

-Pues no haces un buen trabajo si estás aquí conmigo y no con Carlota -dijo Ronnie Anne , algo incisiva-. Ella ni siquiera tocó sus cuadernos -añadió.

-Sabes bien qué valoro aún más que a mis propios hijos o a Frida.

-¿Tus libros?

-Lo que contienen.

-Es algo tonto.

-¡Ay! -suspiró Carlos-. Nadie lo entiende.

-Porque es tonto.

-¿Y por qué dices que es tonto? -preguntó Carlos, poniéndose un tanto filosófico- Te lo pondré de esta forma. ¿Sabes qué es una trampa?

-Eso hasta un tonto como Carl lo puede saber -dijo Ronnie Anne, riéndose en el proceso antes de recibir un ceño fruncido.

-Bien, al menos sabes algo al respecto -suspiró Carlos, no menos divertido por la chanza-. Bien, los libros son trampas por sí mismos.

-¿Vas en serio?

-Tan en serio como deberías aplicarte a tus estudios -objetó Carlos-. Por lo general las trampas se dejan y su presa puede escapar dejando un rastro que el trampero puede seguir. Con los libros eso no pasa. ¿Sabes por qué? -recibe una negativa con la cabeza- Su presa son el conocimiento y las historias que pueden caer en ellos. Son una trampa del peor tipo, porque no dejan ir lo que atrapan. Más a mi favor, pueden permitirnos tener a su presa sin tocarla.

-¿No pensaste que eso suena, no sé…? ¿Aburrido? -cuestionó Ronnie Anne.

-Nunca en mi vida -suspiró Carlos, sonando casi enamorado de su profesión antes de ver el reloj en la pared-. Después de todo, el conocimiento heredado por medio de la palabra escrita es el máximo logro de la humanidad… ¡ya andamos retrasados! ¿Por qué no dejamos esto por hoy y vamos por un queso a la cocina?

-Porque nos racionaron todo, ¿recuerdas?

-Etiqueté algunas cosas y le pedí a tu abuela que las tuviera aparte. Para quien hizo un buen trabajo -dijo Carlos, afectuoso, palmeando la cabeza de su sobrina.

Por un segundo, Ronnie Anne se sintió mal por sus primos. Más que nada por CJ, que había tenido una semana horrible de trabajo con las guías y Carlitos, que apenas ya está viendo sus primeras letras.

En la cocina, vieron que dentro del refrigerador había un par de cazoletas individuales de barro con queso y pedacería de embutidos varios tapados con tan solo una película de plástico. Algunos secos y de hecho algo duros por la falta de humedad, otros que parecian haber sido cambios de más pedacería que estaba en las últimas. No les tomó mucho tiempo calentar una en el microondas y, al poco rato, de ese queso quedó el recuerdo.

-Solo no le digamos nada a tu abuela -pidió Carlos, limpiando el horno antes de tomar un totopo y embadurnar las últimas hebras del ques fundido-. Sabes cómo se pone cuando nadie que seamos tu madre y yo los que tomamos algo sin avisar.

-¿Crees que, cuando todo esto termine, podamos estar como si nada? -preguntó Ronnie Anne.

-Eso ya le toca pensarlo a quienes son más inteligentes que yo -respondió Carlos, tomando su teléfono y abriendo las noticias a la par que Lalo, el perro de la familia, trataba de alcanzar unas frituras de la barra-. Que raro…

-¿Cómo raro de "wow" o raro de "uy"? -preguntó Ronnie Anne, dudosa.

-Creo que esto ya responde tus dudas.

Ominoso como solo podía ser un redoble de campanas en una iglesia o una mala calificación en un examen importante, el encabezado que dejó ver Carlos era bastante desolador.

Avistamiento de dinosaurios en la zona

Según reportes en distintas zonas del planeta, se han dado avistamientos de criaturas parecidas a los dinosaurios de las películas, así como de otras criaturas.

"No tenemos confirmación, pero les aseguramos que estamos ante un evento de enormes posibilidades para las ciencias de la vida", aseguró la doctora Daphne Azincourt, curadora del área de paleontología del Instituto Smithsonian. "Algunos colegas y yo ya enviamos solicitudes al Congreso para permitir el estudio y salvaguarda a los dinosaurios y demás criaturas que han salido solo Dios sabe donde".

Este es un hecho sin precedentes en la historia, pues según académicos y paleontólogos los últimos rastros de dinosaurios en la actualidad son las aves, y confirma ante la opinión pública la existencia de estás criaturas, así como…

Sin terminar de leer, Ronnie Anne se quedó con la duda.

Durante la noche, la idea de ver dinosaurios se le antojó bastante estúpida. Vio que la nota era de meses atrás, por lo que la noticia no era una sorpresa para nadie.

Como si algo llamara a la puerta de todos en el piso, escuchó pasos que sonaban apresurados antes de detenerse, calculó, nada más azotó la puerta de la entrada.

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Las noches, aparentemente tranquilas debido al toque de queda vigente desde las diez (debido a que el mismo se relajó un poco) se habían vuelto un tanto más interesantes. No tanto como antes, que no había vigilancia militar ni miedo a otra cosa fuera de algún trago adulterado, algún asaltante solitario o gente que estuviera metido entre prostitución y drogas.

Carlota sabía que escapar de la vigilancia de los abuelos era más complicado por el hecho de ser mujer. Bobby bien podría faltar a trabajar al Mercado, pero ella no "porque la ciudad era más peligrosa para una jovencita". Lo más curioso de todo era que, por lo menos hasta que todo esto inició, tenía mucha más libertad de movimientos que él. Pasándola entre el centro comercial, la escuela y la escuela de diseño que su madre le venía pagando, no supo manejar el toque de queda en la primera semana. Dado que su ahora inútil carrera se considera como "no esencial", sus días se limitaron en buscar conejillos de Indias para su vlog de modas y estilo, pasarla como leona enjaulada y estar malhumorada debido a eso.

Para ella, que las medidas se flexibilizaran un poco fue un respiro para su antiguo tren de vida. No solo porque algunas tiendas que resistieron un protestado (y en muchos casos cumplido) aviso de muchas bancarrotas se conjuró, sino porque al haber cumplido ya los dieciocho legalmente Carlota ya es una adulta. Si bien se la podría juzgar en una corte como tal, el acceso a numerosos lugares que antes le estaban prohibidos por la dicha restricción (y la relativamente rígida moral de la familia) compensaba con creces. Ello significaba solo una cosa.

-¿Al centro? -cuestionó incrédulo Carlos durante la cena, unos días después de que tuviera una conversación seria con Ronnie Anne- ¿Y descuidar así tus estudios?

-No es al centro, solo pasaré por ahí, papá -respondió Carlota con ligereza, vestida realmente para romper algunos cuantos corazones con un vestido aguamarina sin tirantes y de escote amplio en la espalda-. De cualquier forma la Escuela de Diseño de Modas rechazó todas las solicitudes hasta nuevo aviso. Solo voy a una fiesta.

-Fiesta o no, hay reglas -dijo enérgica Frida, frustrada por no tener noticias de la galería de Romeo-. ¡Todavía eres una niña!

-Ay, ya tengo dieciocho, no exageres, mamá -espetó Carlota.

-Eso no es motivo para que salgas así vestida -dijo cortante Frida, llevándose las manos a la boca.

-¡Solo es un vestido! No es para tanto.

-Igual no vas a salir y punto final al asunto -sentenció Carlos.

-Alguien tiene que ponerle el ejemplo a tus hermanos y no siempre voy a ser yo -añadió Frida.

-Claro, como siempre se los pones… -masculló Carlota.

-¿Qué cosa, m'ija? -cuestionó Frida.

-Nada, mamá… -remedó Carlota, volviendo a su habitación.

"Después de todo", pensó al entrar, " las reglas son para romperse".

Para suerte de Carlota, ni CJ ni Carl estaban en sus cuartos. El primero estaba cabalgando a Lalo por los corredores del edificio tratando de compensar que el can ya no podía salir de paseo, mientras que Carl se quedó en la sala de los abuelos viendo una película de cuando ella tenía tres. Así mismo, sabía lo atareado que estaría Bobby con el trabajo en el Mercado. ¿Ronnie Anne? Seguramente con los Chang, y en eso la idea le llegó como de rayo en menos de un segundo.

Escaparse por el cuarto de Sid no fue sencillo. Esta había quedado a cargo mientras sus padres iban al cuarto de lavado para tener cierta intimidad y Adelaide estaba ocupada con una rana a la que le puso vestido de princesa. Engañarla con la promesa de un disco de colección autografiado de 12 Is Midnight como paga por el servicio fue tan sencillo como pedirle cuartada a Ronnie Anne, pero lo difícil fue saltar la escalera contraincendio de Ronnie Anne. La reja en la ventana de su prima ya estaba instalada, pero la ventana seguía sin tapiar y la puerta abierta. Y el paso ocasional de los abuelos lo complicó todo. Solo el fortuito paso de Sergio, que se alcanzó un paquete de galletas neutras, fue provechoso para que pudiera bajar tan sigilosa como el descargo de basura de la señora Kernicky, quien creyó que nadie la estaba viendo, le permitió hacerlo.

La zona de la ribera no estaba muy vigilada costa adentro. Los hangares allí ubicados, abandonados hace meses dada la prioridad que tenía el aeropuerto en virtud a su capacidad de carga y logística frente a estos, de uso particular, se convirtieron por tanto en el sitio ideal para que se dieran algunas reuniones clandestinas. Lo mismo algunos libertinos que se tomaban en serio sus burlas a la Ley Marcial y buscaban saciar ciertos vicios que adolescentes ansiosos por festejar lo que fuera con tal de sacarse el estrés del encierro, adultos que solo buscaban socializar o cualquier persona que busca solo relajarse de la familia o su miseria personal se daba cita allí, aunque por algunos mensajes unos pocos amigos le habían dicho que evitará esos sitios. Los pocos vigilantes allí apostados solo necesitaban un soborno decente para voltear a otro lado, pero nunca faltaba una entrada clandestina para los tacaños con el riesgo de ser agredido por perros.

¿La razón de su escapada? Mia, una chica árabe de su clase de gimnasia, le dijo que habría una fiesta por el que consideraban el fin del encierro y la regresión de la vida anterior. No sabía quién la organizaba, pero el mero hecho de ser una parranda en toda la extensión de la palabra y de intuir que quien lo hacía debía de ser de verdad rico era una opción demasiado tentadora frente a cuidar de sus hermanos o atender el negocio familiar en caja. Colgaría mucho decir que la mayoría de los chicos de la que debía ser su promoción de la preparatoria se hallarían presentes, pero para ella sería muy incómodo tener que lidiar con Diego, su último novio antes del toque de queda.

Una vez pudo sortear a los perros y la alambrada rota -no consideró oportuno llevar fuera de lo que pudiera pagar por su consumo y trabajó mucho para que su vestido no se rasgara ni manchara-, Carlota revisó su teléfono para empezar a buscar la bodega donde sería la fiesta. A su paso, veía a varios transeúntes buscando lo mismo que ella, a pesar de que algunos se veían demasiado idos para el gusto de ella y la salud de estos.

-¿Quieres pasarme tu número? -preguntó un hombre en sus sesentas, cortés pese a su evidente borrachera.

-Oye -voceó una chica dos años más joven que ella, ignorando quien era-, dile a Mandy que si no me paga…

-Oye, hermana -llamó un afroamericano con abrigo rosa, dejando ver docenas de joyas colgando del cuello-, ¿quieres hacer un buen dinero? ¡Solo tienes que venir con Sweet Jesus Pop! Nos vamos cincuenta-cincuenta y los extras te los quedas…

-Quedé con una amiga -dijo desdeñosa Carlota para desembarazarse de este-, nos vemos.

-¿Ese es un si?

-Ya dije…

Llamados y conversaciones así fue encontrando hasta que se vio frente a un edificio alargado y chato que en estaba rotulado con pintura algo gastada de una empresa de paquetería. No era difícil de reconocer, pues era el mismo hangar donde Par celebró su cumpleaños poco antes de Acción de Gracias. En esta ocasión, la organización corrió a cuenta de la persona menos esperada y querida en su vida.

-Ugh, ¿quién dejó entrar a Carlota Casagrande? -ironizó Cindy Tran, vestida con un vistoso vestido escotado naranja y unos tacones de aguja.

-Creo que el novio de cierta cerda lo hizo -devolvió Carlota, bastante ufana pese al aspecto sencillo que quería dar a conocer.

Acercándose a Carlota, Cindy no perdía el tiempo y pretendió un andar elegante y enérgico que iban muy acorde a una cara afilada enmarcada por una larga melena marrón algo rizada , su piel blanquecina y los ojos almendrados que siempre han sido su sello como influencer adolescente y embajadora juvenil de una conocida marca de maquillaje. La ropa que lucía definitivamente le iba bien, pero con ese carácter solo conoce una o dos personas que podrían aguantar a alguien así que, para colmo, podrían ser su familia política. Uno de ellos, el novio que Ronnie Anne siempre niega desde que lo conocen, sea como sea que se llame y por quien tendrá que pedirle todo el chisme a ella.

-Creí que esta era una fiesta exclusiva -dijo desdeñosa Cindy, cruzando los brazos en actitud altanera.

-No me dieron los detalles, eso es todo -respondió Carlota, desafiante.

-Seguro que una de tus amigas fracasadas fue invitada y tú no.

-La diferencia entre tú y yo es que al menos tengo amigas con qué llenar mis vacíos.

-Uhhh… -suspiró el corro de gente que las rodeaba.

-No tengo tiempo para pelear contigo, Culogrande -resolvió Cindy, resignada por una inesperada derrota verbal-. Igual el toque de queda es el toque de queda y aquí nos vamos a divertir. ¡Quiero ver esas palmas, Tranners!

Como si de una orden real se tratara, la multitud celebró el gesto de su fandom local. Algunos agradecidos de ver en vivo una discusión tras meses de ver reacciones de su diosa influencer a los experimentos de Carlota, otros decepcionados de que no corriera sangre y unos más que, sencillamente, eran la clara imagen de la expresión las personas con odio van a odiar, decepcionados de que más redes no se convulsionen con algo que ahora no tiene mucha importancia.

Afuera, a medio kilómetro de la bodega donde era la fiesta de Cindy, un guardia se la pasaba viendo a la pantalla de su teléfono. Ocupado como debía estarlo, no lo estaba fuera de su teléfono. No veía posibles refugiados, cargas de contrabando que valieran la pena el soborno o alguna criatura que valiera la pena hacer coladera.

Desde diciembre había visto en las noticias de algo que los intelectuales llamaban "sinápsidos", seres que según se parecían a los mamíferos que supuestamente vivieron antes que los dinosaurios. Siendo él un negacionista convencido de cualquier teoría que no fuera el creacionismo puro y lo que dictasen las Sagradas Escrituras, cree que todas las criaturas que el ser humano desconocía son cuentos de viejas chismosas, independiente de que hubiese pruebas tangibles de ellas. No ha visto cosa alguna que se le pareciera que vieran sus colegas y está más dispuesto a creer en los Nephilim, criaturas gigantes híbridas entre ángeles y humanos que en lo que tuviera delante, motivo por el que prefería tener los audífonos puestos en un evento del juego para celular Safari de Modas.

En su cubículo, veía en la pantalla unos zapatos de plataforma que apenas tenían valor alguno. No era quien para juzgar, pero igual lo atrapó antes de escuchar sin prestar atención el ritmo de pisotones estridentes.

Unos zapatos planos, si. Raros por el patrón de cebra. Una nueva captura y, ahora sí prestó atención a los disparos de uno de sus compañeros. Creyó que eran petardos que alguien estaba lanzando al aire para un evento al que, sin más, habría querido ir si no fuera porque debía mantener cierta imagen ante sus vecinos como alguien respetado y respetable.

Vestido de chiffon dorado, se le escapa y…

-¡Con un demonio! -maldijo el guardia, lanzando el que sería su cuarto teléfono en el mes, al tiempo que una figura maciza contrastaba la iluminación del interior de su puesto con los colores chillones de las paredes y la negrura fuera de allí.

Lo lamentaría el resto de su vida, que ahora mismo se reduciría a menos de veinte segundos que malgastó mirando a su verdugo, mojado y con el hocico alargado.

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-¡Aquí Carlota Casagrande reportando la moda y la acción de la primera fiesta desde que he podido salir! -dijo Carlota, dirigiéndose hacia sus miles de seguidores en redes al estar en una transmisión en vivo- Y vamos, sé que dirán que soy muy hipócrita porque les dije el año pasado que jamás, repito, JAMÁS iría a una fiesta de Cindy Tran…

-¡Camisetas mojadas, perras! -gritó tras ella un chico latino de jersey negro y amarillo de los Acereros de Pittsburgh, descargando sobre una chica de camiseta blanca una generosa lluvia de cerveza.

-¡Perdonen lo que acaban de ver! -dijo Carlota disculpándose- ¡No sabía que esto se pondría de más de dieciocho! ¡Pronto tendrán que quedarse en casa! ¡Gracias! ¡Gracias por tu donativo, Xavier1220! -respondió a un donativo de dos dólares- ¡Prometo más contenido en los próximos días!

-Enseña tu bra -pidió uno de los usuarios.

-¡No voy a enseñar nada! -protestó Carlota, indignada- ¡Será fiesta de dieciocho para arriba, pero no voy a andar enseñando nada de mi!

-Maldita puta, ¿para qué pides donaciones si no enseñas nada? -replicó el mismo usuario.

-Lo siento, Carlovers, pero si van a estar así mejor vayan a OnlySimps. Seguro allí alguien les tira sus miserias.

Luego de eso, procedió a expulsar de su transmisión a quien empezó todo. Algunos comentarios no la bajaban de elitista, por decir lo más amable. Cosa sorprendente, algunos venían de chicas que le reclamaban cómo se puso por un pago que alguien sin estar metido le hizo, buscando la forma de ofenderla de la forma más hiriente posible, llegando incluso a llamarla "vaca parada", "frijolera" y demás insultos afines a cualquier mexicano ilegal. Los más, no obstante, eran sobre todo muestras de apoyo que provocaron una disputa interna.

Una vez interrumpida la transmisión, Carlota hizo lo que cualquiera en su posición haría. Siendo que apenas y tanteó el alcohol a escondidas tanto como pudo (uno o dos sorbito del tequila o el mezcal del abuelo hasta que el año anterior Rosa la sorprendió y le dejó marcada con la chancla por un buen tiempo como castigo), en un principio se sintió culpable por haber pedido en la barra una piña colada. No era precisamente un cóctel que disfrutase solo porque al probarlo creyó que estaba algo quemado al primer trago, pero al segundo le pareció una bebida más bien dulce. Con el ron casi imperceptible conforme bebió y, en una de esas ya en el tercer vaso, decidió desinhibir un poco sus impulsos.

En todo el tiempo que ha estado en la fiesta no vio ninguna cara conocida. Si algunos se fueron a Chicago por miedo o si fueron con parientes a otro lado en el campo, no es importante, pero ellos se lo perdían. Ni siquiera Devon, aquél chico que se sienta con Bobby en Biología, Mia o ninguna de sus amigas se presentó, lo cual la dejó pensando entre trago y trago.

-Está buena la piña, ¿no? -preguntó Cindy, que había seguido a Carlota en su cuarto vaso y se sentó a su lado en la barra.

-¿Y por qué preguntas? -devolvió Carlota, algo sonrojada porque jamás se acostumbró a beber bien.

-Por nada, Casagrande -afirmó Cindy, sentándose al lado de su competencia-. Solo quería ver qué mis invitados y sus "acompañantes" se diviertan.

-"Acompañantes", ¡buena esa! -dijo Carlota, riéndose por el tono más que por la intención.

-Y supongo que te la pasas bastante mejor que en tu casa, con todos esos niños jodiendo y tus papas dejándote como mami -añadió Cindy, bebiendo margarita de una copa escarchada con sal.

-Créeme, a veces es mejor esto que cuidar de mis hermanos -admitió Carlota, ebria-. Mis papás siempre se ausentan, y cuando están se ponen pesados con que debo ocuparme… -interrumpió hipando un poco-, ¡prefieren meterse en sus cosas! ¡Y mis primos no me ayudan!

-Vamos, Casagrande -animó Cindy, sacando un micrófono sin que Carlota se diera cuenta-, dile todo a la cámara…

-¿La qué?

-¡A la camarera! ¡Camarera! -corrigió la castaña, tronando los dedos para llamar a una barista que atendió con cara de agotamiento- Oye, tráele una paloma cargada.

-No, estoy bien así, gracias -respondió Carlota-. No me gustan las palomas -señaló Carlota.

-No dije paloma de ave, es una bebida, así se llama -objetó Cindy, una vez trajeron la bebida.

Tan pronto como Carlota intentó rechazar el gesto, desistió a la primera. A primera vista parecía refresco de toronja, pero una vez aceptó beber el sabor no era tan suave. Algo picante de la bebida gaseosa y el ardor del sabor de un José Cuervo Especial parecía desinhibir un poco más sus propias acciones. Todo aquello le parecía tan brillante, tan estridente y agradable que una sola cosa podría estropearlo, y eso sería (pensó conforme le servían la tercera) que sus padres o, peor, la abuela la sorprendieran bebida en mano.

En algún momento, volviendo a la improvisada pista de baile que se hizo del centro del hangar luego de lo que le parecía una muy amena charla, Carlota veía ya algo borroso y los sonidos se volvían bastante nítidos. Algunos de los agasajados se veían difuminados, tambaleantes, como si fuera muchas gotas difuminando el reflejo de un charco. No estaba tan mal, considerando la cantidad de alcohol bebido, pero se sentía plena, como si fuera a su primera gran fiesta en su vida.

Paralelamente, en casa las cosas no parecían tan mal. De hecho, todo se veía normal, excepto porque se supone que ya sería la hora en que Carlota hubiera ido a cenar y, al menos para el estándar Casagrande, el momento para bajar la comida a Bobby o a Héctor. Como la regla era turnarse para dicha tarea, Ronnie Anne tenía que llevarla a cabo. Empero, Frida le dijo que su prima se sentía mal y le pidió el favor de ellos.

-Carlota -llamó Ronnie Anne, sosteniendo una bandeja con un plato de longaniza frita para tacos, una jarra con agua de jamaica y una telera con dulce de fresa ante la puerta-, la tía Frida me dijo que te trajera la cena. ¿Carlota? -insistió, pateando la puerta con suavidad.

Dos minutos y nada, por lo que asumió que su prima se quedó dormida o está usando sus audífonos para un tratamiento de belleza, razón por la que regresó a la cocina del 2-A y dejó la bandeja.

-Creo que está ocupada -dijo una vez que volvió al comedor y tomó asiento.

-¿Qué te dijo? -preguntó Frida, apenas tragando un bocado del taco que comía.

-No me dijo nada -contestó Ronnie Anne-. Apuesto a que tiene los audífonos puestos.

-¿Ah, si? -preguntó Carl, dudoso aunque sincero- Creí que iba a una fiesta.

-¿Hace cuánto que la viste? -preguntó Frida.

-Me dijo que se iba a los hangares abandonados antes de que hablaras con ella. De seguro le dijiste que no lo hiciera.

De la nada, el silencio sepulcral que siguió fue de los más incómodos de la vida en para la familia, y la reacción de Carlos fue de lo más previsible apenas hizo la suma.

Fiesta en los hangares. Supo que un antiguo colega había sido detenido hace poco por saltarse un toqué de queda, sorprendido con una menor y encarcelado por ello. La puerta de su cuarto cerrada, solo lo está cuando duerme, se arregla o no está, y le tiene prohibido usar audífonos porque Frida se lo prohibió para desquitarse de la propia prohibición que le dio Rosa. No hubo respuesta, Carl menciona lo de la fiesta… así que no necesitaba de ser un genio para suponer lo obvio.

-¿A dónde vas? -preguntó Héctor, viendo a su hijo levantarse de la mesa- Nos toca el turno de la noche.

-Voy a buscar a Carlota -dijo resuelto Carlos.

-Se pasan de las ocho, no llegarás rápido con ella -alegó Frida.

-Pediré ayuda, entonces -dijo Carlos con necedad.

-M'ijo, no seas tan terco -objetó Héctor.

-Solo son quince minutos en el expreso de las 8:15, no es demasiado…

-¡Carlos Casagrande! -exclamó Rosa, contundente- Te prohíbo que cruces esa puerta si no quieres que te…

-Si, mamá -dijo asustado Carlos, volviendo a la mesa, cabizbajo.

-En cuanto a Carlota, ya le voy a dar motivos para salirse de noche con todos esos vagos.

Rosa no mentía hasta cierto punto. Aunque no toda la gente obedece el toque de queda, la mayoría de quienes lo saltan son sobre todo criminales a los que ve como vagos si está de humor generoso. Por consiguiente, Carlota está a nada de quedar con esa etiqueta y la anciana sabe que no le dolerá más a su nieta de lo que a ella le va a doler tener que aplicar un fuerte correctivo.

Po su lado, el festival de chismes de Cindy se había vuelto toda una sensación en línea. Y la estrella de la noche, Carlota, seguía bailando casi como una desaforada burócrata que ansiosa esperaba que fuera viernes y día de paga. Estaba un poco más repuesta, pero la obvia falta de costumbre empieza a hacer mella. Su relativamente baja condición física no es una mejor ayuda, aunque sigue teniendo a varias personas que quisieran algo más de ella, pero otras… no son precisamente las más pacientes.

-Oye, chica -dijo una afroamericana rapada tras ella-, ese negro te come con los ojos.

-¿Cuál de todos? -preguntó Carlota.

-Allá.

Ante la respuesta, vio a su exnovio, Diego. El chico con quien salía seguía usando aquella cazadora azul gastada que antes le encantaba, pero sus jeans se veían más bien gastados, casi deslavados. Su cara, al verse descubierto, reflejaba un profundo malestar, provocando en Carlota que algo hiciera "click" y se decidiera a seguirlo apenas lo viera dar la espalda y salir de allí.

-¡Diego! ¡Oye, espera! -llamó Carlota, perdiendo un poco la ebriedad.

-No me molestes -respondió Diego, cortando en seco todo intento de hablar.

-Oye, ¿a dónde vas?

-A cualquier lado lejos de ti.

-No te hice nada malo -acusó Carlota, defensiva.

-¿Ah, no? -retó Diego, tocando la manilla de la puerta del servicio- Entonces dime que vergas es esto.

Ni tardo ni perezoso, Diego le puso el vídeo de la transmisión de Cindy de la fiesta y adelantó a una parte que, desconoce la chica, podría afectar su vida.

-A ver, de tu novio, Dion o como se llame -dijo Cindy, ansiosa y en voz alta para sobreponer su voz al ambiente.

-¿Diego? Él ya es historia, Cindy -respondió Carlota, ebria en el video-. Ese pobre diablo rogón es muy quejumbroso, un vividor -sorbo a la piña colada-. No tiene personalidad y quiere toda la atención en todo de todos. Es peor que mis hermanos, ¡y mi mamá sabe que ellos son una peste!

-No dijiste que querías todo con él?

-Solo fue cosa de unos meses, Cindy -negó Carlota-. La verdad, él me presionaba para coger y me rogaba por hacerlo, pinche mono rogón. Cuando lo dejé, me insistía y estaba chingue y chingue con que…

-¿Quieres más pruebas? -dijo hiriente Diego, parando el video- ¿Por qué no le comes la mierda a Devon, vas y te mue…

Ignorando de hecho los pasos que se escuchaban y vibraban a pocos metros de ellos, no se dieron cuenta tampoco que los invitados y los colados se alejaban de las ventanas y la puerta principal del hangar para ponerse a cubierto.

¿El motivo? Un alosaurio al que todavía le faltaba mucho por desarrollarse. Con siete metros de nariz a cola y una altura de tres metros a la cruz, la dentadura serrada de este parecía ya haber tenido una entrada bastante buena, justo para ir por el plato principal.

Entrando la cabeza por la puerta de servicio, el depredador alcanzó a romper la misma y tratar de entrar, aplastando a Diego sin remedio y provocando en Carlota el más abyecto grito de terror que jamás en su vida había proferido. La chica no lo pensó dos veces y corrió hacia el lado opuesto, chocando con varias personas, Cindy incluida.

Los siguientes minutos para la chica Casagrande fueron todo un trauma. Todo se veía tan irreal que parecía uno de los juegos de supervivencia que María tiene guardados bajo la cama para cuando reta a su madre las pocas veces que había tenido tiempo libre o las películas de terror de Carl dónde los personajes huían de algún dinosaurio. Con las fauces abiertas, la bestia ni siquiera tuvo que hacer un gran esfuerzo por buscar comida entre los aterrados asistentes. Los más urgidos por salir hacían lo posible porque la puerta del hangar se abriera, pero en su desesperación algunos saltaron por los ventanales más altos que pudieran alcanzar (si no es que las potentes mandíbulas del terópodo no lo hacían antes) o se pusieron fuera del alcance del alosaurio. Otros tantos, la gran mayoría, empujaban y provocaron un único y demoledor aplastamiento y sofocos entre las casi cuatrocientas cincuenta personas allí reunidas.

Escondiéndose por fin tras unos barriles de combustible lo mejor que pudo, empezó a rezar, presa de un ataque de histeria pura, rogando que aquella criatura no la encontrase. Cindy, a su vez y tratando de tener un mejor manejo individual de la situación, hizo lo propio colándose bajo una camioneta abandonada.

Una vez que la puerta principal del hangar se hubo abierto, la estampida humana no se hizo esperar. A los muertos por la asfixia se sumaron algunos aplastados más, entre derribos y tropiezos. El griterío llamó atenciones lejanas, pero el daño ya estaba hecho.

Pasado el horror inicial, Carlota hizo lo posible por razonar, aunque en su estado actual era una tarea que muy a duras penas puede hacer.

Criatura prehistórica. Fiesta. Caos de masas. Obviamente no era una película. Era la más absurda realidad lo que veían sus ojos, y de una noche que prometía ser la vuelta a la normalidad la velada se convirtió en el punto de no retorno.

Toda vez que quienes todavía podían moverse se fueron, el ambiente se convirtió en un cuadro tétrico. Los cuerpos de los muertos y de los pocos sobrevivientes yacían inertes en el suelo, excepto por los que eran presa oportuna del alosaurio que veía colmadas sus expectativas de tener la cena servida.

Inerte por el terror provocado, Carlota apenas y atinaba a coordinar. Cindy, por su parte, abandonó su escondite e intentó arrastrarse lo mejor que pudo entre los ahora prospectos a ser cadáveres hasta que pudo lograr levantarse. Ahí, soltando un quejido de dolor al moverse, no prestó atención al causante de todo ello y cometió el peor error. Resbaló y la torcedura en el tobillo se agravó, arrancándole un grito

-¡Alguien ayúdeme! -gritó a todo pulmón- ¡Por favor, alguien! ¡Ayudenme!

Repitió sin voltear a ver y sintió los pasos del dinosaurio bajo sus pies. Solo hasta que la mandíbula del alosaurio se cerró sobre ella, se dio cuenta que ya no le quedaba mucho tiempo, y entre gritos agónicos el animal la zarandeó en el aire hasta que un siniestro reventar de huesos dentro de la carne le arrancó la vida. Segundos después, la depositó sobre el frío suelo

Paralizada, Carlota no podía creerlo. No quiere creerlo. Tenía los ojos abiertos y ya no podía ni sollozar. Por muy némesis que Cindy fuera, al final era solo otra persona, una a la que ahora, con ella de testigo, su asesino le puso sobre la espalda una pata y le arrancó de un tirón la cabeza sin miramientos antes de tragar y voltear hacia ella.

La mirada que le dedicó fue algo tenebroso. Despreocupado, el alosaurio parecía decirle que con toda la carne allí dispuesta era inútil esforzarse por conseguir un bocado más.

Aterrada y sin deseos de no ver el escalofriante festín, Carlota por fin atinó a volver hacia la puerta por donde la criatura entró y, sin importar demasiado quién estaba bajo los restos, echó a andar.

Cinco minutos, el frío viento invernal procedente del lago Michigan le hizo recordar que, por mucho calor que hizo en la tarde, no salió preparada para un tiempo semejante. Siete minutos y logró salir del aeropuerto. El lugar ya estaba vacío de la vida que horas antes, y los únicos que veía entrar eran de un grupo de defensa civil que, dado su estado mental, no le importó quienes fueran en tanto los muertos pudieran ser vengados. Ocho minutos, y un par de hombres la subieron a una camioneta con toscas insignias blancas en los laterales, ignorando los disparos que acallaban los bramidos del mayor responsable de que estuviera así. No los escuchaba, pero a juzgar por la manta que le echaron encima, un vaso con algo caliente que apuró sin saborear en el camino y una mujer que le hablaba sin mucho tino, se sumió en los pocos pensamientos que el cansancio le brindó antes de caer en los brazos de Morfeo.

~o~

19 de julio de 2024

Una cosa que me sorprende, quiéranlo o no, es que la pandemia por COVID-19 dejó hasta cierto punto muchas enseñanzas sobre descomposición social. Es a partir de este momento que ya se pasaría a modelos especulativos según condicionantes, como en la docuserie El futuro es salvaje (Future is wild), ampliamente recomendable de mi parte... suena inconcebible que los mamíferos decayeran allí a la total extinción. Dichas condicionantes ya fueron dadas y establecidas, así que cabría esperar cualquier cosa dentro de parámetros.

De acuerdo a la cronología interna que El caballero de las Antorchas me proporcionó (gracias de nuevo, viejo), ya es en 2017 que se darían reportes de criaturas prehistóricas, siendo que en febrero los dinosaurios entrarían a escena. Si esperaban ver dinosaurios, solo diré que habrá posibilidad de bestias que en la carrera evolutiva fueron prueba y error.

Ahora. Saben que me manejo, en cuanto a personajes, sobre todo con los que estoy al día o tenga ya una idea de su existencia física. Pues bien, una de las condiciones a las que el Shadowverso está sometido es que sí o sí me tengo que aferrar a un criterio del propio colega sobre estos, y ese criterio es limitarme a personajes y eventos cuya aparición física fue de las temporadas 1 a la 4 de The Loud House, así como a las tres temporadas de Los Casagrande. No contemplaré, en cambio, ni personajes surgidos en las películas (así sea que formen parte del pasado de alguien) ni de temporadas posteriores, salvo una sola mención que ya fue hecha.

Un detalle sobre la interpretación de Ernesto Estrella (personaje por quien me sentí aliviado de darle cuello en su primera (y espero última) intervención directa en cualquier escrito de mi parte. Dado mi esquema de cronología regular, tengo que ceñirme a ciertos eventos astronómicos para tener algo más de sustento. Para pronto, basta por ahora decir que hace años mi familia compra cada año una especie de almanaque con ese tipo de anotaciones, el Más Antiguo Calendario de Galván, que en 2026 cumplirá su bicentenario. El evento descrito por el referido astrólogo (no, no es lo mismo astrología, la pseudociencia de la influencia de los astros, que astronomía, el estudio racional y esquemático de las estrellas y planetas) aparece tal cual descrito en dicho calendario. El dicho calendario me ayuda bastante, la verdad, cuando de ajustar eventos astronómicos y argumentales se trata.

Ahora, respondiendo de una...

Pedro Alonso Buby Huayanay Zam, con el debido respeto debo decir que si. Hay otros proyectos entre one-shots y fanfics cortos que tengo todavía pendientes de publicar y/o completar y revisar. Todavía tengo clavada esa espina de Princesa Caída desde 2020. Sobre mi experiencia con desórdenes, te recuerdo que 2020 todavía huele y a muchos duele. Ya a partir de aquí, me ciño a un camino que ya está trazado en parte, por lo que toca ahondar en detalles.

Pep delgado 99, no estoy metido con The Really Loud House, y siendo que la data sobre quien pides es escasa (por no decir miserable), sumando que a prácticamente todo el fandom se nos hace (me incluyo) como pan tostado sin nada, y lo más que puedo prometer son menciones menores e intrascendentes de ella, lo siento *inserte disculpa a lo Blitzø, la ø es muda XD*. Aparte, tengo ya bastantes pendientes por publicar como mencioné en la anterior respuesta.

J0nas Nagera, no me sorprende ver que andas al día. ¿Crees grosero tener que estar a dos frentes ahora? Ok, ok, tal vez me pasé un poco. Un hecho curioso fue la presentación de cierta nota, y es algo gracioso. La dra. Linnaeus (Blind Science, creo, de la 5ta temporada) formaba parte de una extensión del prólogo original que de hecho es el primer capítulo. Dicha extensión no pasó del corte final, pero lo que si es que su mención, aunque anecdótica, sentó bases al final. Espero que esta entrada ya marque, aunque temprano, un parteaguas.

Las cosas no van a mejorar, y lo que es un hecho es que ya pronto veremos un evento cubierto a un flanco al que le di una nueva óptica. Por ahora...

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Sam the Stormbringer

y

El Caballero de las Antorchas