Unidos

Escrito por LubiaKurosaki (mi usuario en Wattpad)


Capítulo 1

Noche

24 de septiembre del 2018

El un Alfa, heredero de la compañía de su padre que pasaba de generación en generación, un honor; criado y educado con los mejores valores y normas, etiqueta y reglas. Seguro de sí mismo, imponiendo con su presencia y logrando grandes cosas a sus 20 años, 21 a cumplirse.

Destacado con honores en todos sus estudios, deportes y cultura, con cuerpo fuerte y bien trabajado, deseado por muchas Betas, Omegas hembras y varones. Si, tenía una buena vida, buenos amigos con quienes compartir un agradable rato, pero aún con ello, le faltaba algo.

—¿Cómo festejamos tu cumpleaños? –fue más una pregunta para sí mismo que para el cumpleañero al cual abrazaba por el cuello.

Shima Renzo, Omega hijo de una prestigiosa familia de oradores a través de los años, el menor de tres hermanos.

Y con aquella pregunta, inicio lo que después se convertiría en un laberinto caótico y lunático del cual no encontraría una salida fácil.

Rin no era el típico Omega sumiso, temeroso y que se dejará doblegar con facilidad, todo lo contrario, era un rebelde, impulsivo y testarudo, pero también alguien de noble corazón, protector a aquellos que ama y cuidadoso en la limpieza y cocina.

Un estudiante despreocupado, torpe y despistado; atraía las miradas de Alfas hembras y varones, las cuales eran ahuyentadas por su buena amiga y maestra Izumo Kamiki, Alfa y profesora como tutora del grupo de Rin, una mujer muy estricta con una alta arrogancia al ser la mejor en su generación y la mejor en su momento.

—Será divertido –habló un Beta amigo del chico, quién no decía uno "no" a la diversión.

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Claro que, todo tiene su historia, un comienzo y un fin, el inicio de una historia, el fin de la soledad, el desarrollo de un sentimiento y el clímax de sus vidas.

La habitación y todo en ella como la luz de la luna reflejada en el espejo del tocador delante de aquella gran cama eran testigos de los gemidos y gritos de ambos seres que se entregaban después de unas copas, la charla de sus vidas las cuales se les olvido después de la tercera botella, un aroma a zarzamoras y madera quemada empezando a fundirse.

Gruñidos por parte del Alfa ante cualquier otro Alfa que se acercará a "Su" Omega. Menos mal que el camino a las habitaciones era fácil de llegar, el cierre de la puerta y el desprender de las ropas para dar paso agigantados a la llama que empezó a incendiar sus cuerpos.

Hazme tuyo ¡Ryuji! –gimió fuerte al sentir el miembro ardiente del chico dentro de él, invadiendo sus adentros sin dudar.

Una mordida que marcaría no solo a su media naranja, sino también su corazón, ambos.

Despertar y no recordar nada, encontrar a un chico con aroma excitante desnudo durmiendo desparramado en aquella cama y con sus cuerpos pegajosos de sudor y semen.

Solo una cosa vino a su mente: "mierda".

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Capítulo 2

¿Raspado?

24 de octubre del 2018

—Rin- Rin- –removía el fiel amigo de este desde que tenía memoria junto a su otro mejor amigo de orbes amarillos y cabello púrpura como su leve barba y mejillas retocadas en rojo, grandes manos con las cuales comunicarse y nariz. Ukobach es el nombre del Beta de grandes manos.

Kuro Neko, igual Beta de cabello negro alborotado y orbes verde amarillo, movía el cuerpo de Rin quien dormía desparramado y sin ropa en aquella cama con aroma mezclado del suyo con madera quemada el cual para ambos era muy leve el aroma, pero para quienes pasaban por la habitación, Alfas u Omegas, cubrían sus narices, y no es que oliera mal.

—¡Rin! –desesperado y molesto lo sacudió con fuerza lanzándolo por los aires y caer al suelo.

—¡Iitai! –chilló el Omega con un gran chichón en la cabeza el cual masajeaba —¿Kuro? ¿Ukobach?

Ambos asintieron —¿qué hacen aquí? Más bien- –miro a su alrededor —¡me quede dormido!

Ukobach se golpeó la frente con la mano mientras Kuro se sostenía la frente con la mano mientras negaba con la cabeza —tu hermano está que echa humo por las orejas, le dije que estabas con nosotros, que te quedaste dormido mientras estudiabas.

Iré a estudiar con Kuro y Ukobach –decía mientras intentaba ocultar su buena ropa y aroma al estar emocionado, enojado o triste aumentaba llamando la atención, por lo que el mayor se daba cuenta a aun siendo un Beta.

Parecido al mayor a diferencia de los lentes, este le miro con recelo y atrajo tomándolo de la parte trasera del cuello de la camisa.

¿Tú aroma está fuerte? ¿Qué pasó? –maestro en la escuela que cursaba, frunció el ceño. No era mala persona, al menos hasta que alguien mentía o se comía su comida. Era paciente, amable y muy atractivo como inteligente y atleta, siendo siempre el mejor de su clase —si no entiendes algo te puedo ayudar yo.

Lo que pasa es que- –no lo diría, no diría la verdad de que le invitaron a una fiesta de "chicos grandes" ya que; primero: era un Omega y uno muy deseado por la escuela. Segundo: su aroma era como miel para las abejas entrando o no en celo. Y tercero: era menor de edad para andar con esas personas.

Ya había quedado con ellos, además tendremos examen con Izumo la próxima semana –no había mentira ahí, pero si miedo con el cual ocultar la emoción.

Está bien, yo te llevo –alzándose, Rin le detuvo —Rin

Puedo ir solo Yukio, no necesitas cuidarme.

Lo sabía, sabía que su hermano desde pequeño se cuidaba solo y desde hace unos meses que se manifestó su origen, pero no podía evitar tener ese sentido de protección hacia él. Le palpó la cabeza y sonrío —lo sé.

La cabeza le daba vueltas, su cuerpo le dolía y a pesar de haberse duchado y puesto todos los aromas que había en el baño de aquel hotel donde fue la fiesta, no podía quitar el aroma a madera quemada.
Y no solo era el aroma. La sensación en su cuerpo, el hormigueo y calor en su piel, pero lo que le hizo gritar al verse en el espejo y llamar la atención de Kuro y Ukobach que fueron a ver qué pasaba, fue la mordida profunda en su cuello.

¡¿Qué demonios había pasado?!

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Suguro a su mala idea a los perfumes, se bañó en ellos saliendo de la ducha por tercera vez, pero el aroma a zarzamoras seguía ahí, sabía que no era buena idea, pero como siempre se dejó manejar por el Omega amigo de la familia.

Konekomaru Miwa, su también amigo y confidente como un "posible" buen pretendiente para Ryuji iría hoy a verlo como cada fin de semana para pasar un tiempo, por lo que, si o si debía quitarse el aroma a Omega.

—Bon, que bien hueles, algo exagerado por tú ira, pero- –Shima fue tomado del cuello y alzado, trago en seco y cerró los ojos con fuerza sumiéndose al aroma del otro.

—Tú, maldito, es tu culpa.

No decía nada, un Alfa enojado era lo peor que tu abuela con chancla en mano. Cerró con más fuerza sus ojos reteniendo las lágrimas, su aroma a incienso fluyó con fuerza, pidiendo ayuda internamente, una que no llegaría.

Era un Omega despreocupado, feliz a su manera y muy hablador, lo que le atraía problemas y más con su familia al querer emparejarlo.

El aroma llegó al Alfa por lo que se relajó un poco y bajo al Omega, lo conocía desde mucho, ya debía saber cómo era, dejó salir un suspiro y miro a Shima.

—Disculpa.

El otro sonrío de lado con los orbes sinceros, pero aún con miedo.

Una ancha sonrisa se dibujó en el Omega quién se olvidó de todo cuando a consecuencia del calor, se compró un raspado de lima para bajar la temperatura de su cuerpo, Ukobach a su izquierda con uno de jengibre y limón; a su derecha Kuro con uno de cereza, los tres felices olvidándose de la venda en el cuello de Rin, su aroma mezclado y el hecho de su primera vez con un desconocido bajo la influencia del alcohol, sin mencionar la furia de Yukio al llegar.

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Capítulo 3

Nota

24 de octubre del 2018

No fue tan malo como esperaban si en la ecuación entro una buena comida hecha por parte de Rin al mayor, el que comenzará a ser frío colocándose una bufanda para cubrir la zona mordida y que Yukio comenzará un resfriado. Si eso no era suerte, no encontraban otra explicación a ello.

Rin paso de ser percibido por su hermano, pero no de los demás de la escuela que le miraban raro.

Izumo le arrastró hasta la sala de maestros donde solo había un maestro de avanzada edad Beta durmiendo, el aroma a césped recién cortado de la chica se manifestó como explosión y su nariz viajó por la parte alta del chico quién no se movía de los nervios.

¿Quién es? –cuestionó la mujer con enojo en sus ojos, el aroma de Rin mostraba miedo y nerviosismo —¡responde!

¡No lo sé! –púrpura y azul se miraban. La mordida de Rin era notoria y clara ya.

Le soltó bruscamente sin dejar de mirarle —¿Dónde fue?

Titubeó un poco jugando con sus dedos —en una fiesta- –la mirada penetrante de Kamiki estaba en el —de adultos-

Maldito mocoso ¿tú hermano que ha dicho al respecto?

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—¡¿Cómo que no sabes quién?! –el rostro furioso de Yukio daba igual miedo que el de Kamiki quien cruzada de brazos observaba.

Había reunido a los otros dos cómplices del asunto que también recibieron su remienda por ambos profesores. Eran aún unos adolescentes, pero sabían de lo bueno y malo.

—¡No soy un niño! Además, no pasó nada malo.

Grave error. Fue estrellado contra la pared arrinconado por los brazos del mayor a cada lado.

—¿Nada malo- dices? –aquellos orbes flameaban en ira —¿Nada malo?

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¿Qué es ese aroma tan dulce Ryuji? –cuestionó la mujer. Su madre una Alfa imponente y hermosa.

A de ser Shima o alguien de la servidumbre –dijo sin más acomodando la corbata en su cuello, la cual su madre jaló atrayéndolo a ella y oler —oye-

¿Con quién estuviste Ryuji? Tú aroma está mezclado –no había manera de engañar por más a su madre.

Y aún si quisiera, algún día lo descubriría.

Vaya- vaya- –río del otro extremo el hombre Omega que era su padre, de calva y piel morena —te has unido.

Aquello hizo que la expresión de la mujer se frunciera en molestia —explica ahora mismo.

Sus padres eran tolerantes hasta cierto punto, por lo que debía aprovechar a hablar ahora antes de que otra cosa pasara. Y así fue que empezó a narrar desde la idea de Shima y hasta donde llegó y empezó de nuevo su memoria.

Te desharás de ese lazo con Miwa y listo –acertó a decir la mujer avanzando a la puerta que fue abierta por un mozo y salir.

¡Espera mujer! –exclamó su pareja corriendo tras ella, aquello aterro al hombre.

Sabía que hacer aquello sería duro para ambos, conociéndose o no, el Omega y Alfa unidos sufrirían física, mental y espiritual, era algo de verdad doloroso.

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Algo bueno de Miwa, es que comprendía, era paciente y muy buena persona que, al sentir el aroma mezclado del chico, se alejó en un principio, causándole nauseas el aroma, pero luego entendiendo sabiendo cómo era Renzo.

Deberías buscarlo y darle fin de manera en que salgan lo menos afectados posible –concluyó el de lentes posando la mano en el hombro ajeno.

Gracias Konekomaru, solo que ¡como lo encontraré!

Miwa río leve, aquel comportamiento del Alfa le gustaba —muy simple Ryuji.

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Capítulo 4

Destino

18 de octubre del 2018

Por qué cuando el destino quiere es caprichoso, y sin importar el lugar, la hora o día, siempre obtendrá lo que quiere de quién lo requiere.

Nadie era la excepción, ni el faltante. A todos les tocaba tarde o temprano, de una u otra manera, lograba su cometido como una dulce niña.

Porqué por bien o para mal.

El listón rojo es una historia de cientos de años, recordada como olvidada, creída y tomada en serio.

¿Cómo saber si es o no verdad? ¿Quiénes son testigos o partícipes? Era algo que nadie sabría, pero que dentro de sus corazones algo latente les indicaba la respuesta.

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El joven Omega gruño con ira, pero a la vez miedo, defendiendo a un gato de un grupo de maleantes que intentaban dañar al animal.

Los chicos mayores que él y uno Alfa y líder se vio atraído por este "espécimen" poco común.

–Que lindura de Omega, y tú aroma me está enloqueciendo ¿dónde está tú dueño? –notando el ya leve olor de madera quemada en el cuerpo del otro —quisiera negociar con él.

Los otros reían, Betas desinteresados como su líder en algo que fuera de provecho para sus vidas, hijos de funcionarios de bueno estatus social, quienes podían salir sin preocupación del dinero que gastar de sus bolsillos.

El gato huyó en cuanto pudo del peligro, saltando de un bote a otro y cruzar la malla metálica que dividía un tramo del otro.

A sus costados dos largas paredes de diferentes edificios con la vista a la calle transitada por algunos vehículos y a su espalda la ruta de escape del gato.

—Parece que el gato le comió la lengua, jefe –se burló uno de sus secuaces. Todos aquellos rieron.

Astarot, el líder Alfa de aquellos vándalos de cabello blanco se acercaba acorralando más al Omega que no se doblegaba ante el aroma fuerte a café del otro.

Tomó con fuerza el mentón de Rin y obligó a verle —¿en serio te comió la lengua el gato? –obligándole a abrir su boca, pero Okumura le mordió ganándose una abofeteada que lo hizo retroceder.

Excitado por la manera de ser del Omega, Astarot más ansias tenía por tenerlo.

—Bastardos ¿creen que podrán contra mí? –zarzamoras, su olor se expandía, la sangre resbaló por su mentón al suelo —no por ser Omega soy débil.

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Y por más que su madre Alfa le buscara en esa semana hembras Omegas o Betas, Bon se negaba rotundamente a tener algo con ellas.

Estar unido a alguien que no conoces ¡es lo más tonto que el hecho de que yo terminara casada con tu padre! –exclamó la mujer azotando la puerta.

Leves recuerdos de aquellos momentos en la fiesta venían a su mente o sueños, un chico risueño con bella sonrisa, un aroma incomparable que lo mandaba a un paisaje de belleza y tranquilidad.

Su lazo es todo lo que necesitas para encontrarlo –respondió Miwa al chico —un llamado de Alfa a Omega, su instinto clamara.

Y de algún modo, llegó a Tokio. Aquella ciudad con grandes, iluminados y coloridos letreros como sus edificios y su gente.

Más de un Omega macho o hembra le vieron con sumisión, mientras Alfas le amenazaban. No necesito de sus guardaespaldas, ya su apariencia y ropas hablan por sí solas de él.

Ayuda-

Su cuerpo se tensó, listo para el ataque, sus pies anduvieron solos por las calles hasta dar en el lugar indicado y lanzarse sobre aquellos chicos que tenían sujetos a un joven de cabellera azul oscura.

Sangre botaba de aquí para allá, gruñidos, golpes y ataques eran acertados como esquivados, noqueó a dos de cinco, ahuyentó a uno y solo quedó el líder quien sonrío.

—Está perra sí que tiene dueño que la cuida, pero ¿qué te parece un negocio?

Un puñetazo le hizo retroceder y escupir sangre. Bon no estaba de buenas, y menos al ver cómo el Omega iba a ser violado por aquel bruto Alfa.

—Entonces, peleemos por esa zorra –uno duro golpe a la parte baja del cuello le volteó los ojos e hizo caer al suelo.

Rin había tomado un palo y golpeado a su abusador —ya te dije, que no soy un Omega cualquiera, y tampoco una perra. ¡Soy Rin Okumura bastardo!

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Capítulo 5

Palabras

25 de octubre del 2018

Sus miradas tenían diferentes mensajes, diferentes intenciones. No se conocían, solo por aquella noche y los leves fragmentos que de ella quedaron.

Pero el aroma, el olor de cada uno era inevitablemente inolvidable para ambos, Ryuji jalo del brazo al de cabello azul y lo saco de ahí.

Sin reproche, sin palabras, solo miradas, ventanas al alma, sin mentiras.

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Se encontraban en una cafetería alejados de aquella zona, caminaron hasta dar con aquel lugar.

Sentados en la parte más alejada, pidiendo cada uno una bebida, sentados frente al otro. La música clásica y suave sonaba por el lugar más las charlas de la gente.

Una joven Beta los atendió, más de un Alfa gruño ante la presencia y aroma de aquel Omega tan diferente de otros incluso en su andar, tan seguro de sí mismo, fuerte.

Atrajo Suguro a Rin a su cuerpo, aquel Omega tenía dueño.

—Entonces- –habló por fin Rin, su enojo había disminuido y sonaba más calmado —¿tú eres quien-?

Recordar aquello hacia arder las mejillas de ambos, y no solo eso, rememorar las caricias, los besos, las sensaciones causando respiraciones agitadas y corazones alocados.

—Me quiero disculpar por eso- Yo-

—Di lo que tengas que decir –serio. No se andaría con rodeos, no con Rin —los dos fuimos descuidados y estúpidos.

Un chiquillo de diecisiete años le hablaba con pantalones, y no un cualquiera, sino un Omega, uno al cual marco, eso en verdad le agradó a Ryuji.

—Me haré responsable de mis actos –respondió con la seriedad que hablo Rin —por ello estoy aquí. Aún eres un estudiante y yo tengo una vida formada por delante.

—Bien.

Se alzó de su lugar y camino a la salida con paso firme cuando le sujetaron, se giró viendo al otro detenerle con fuerza, su aroma lo reclamaba.

Okumura sintió la descarga por todo su cuerpo, sin poder moverse, teniendo un deseo de no estar lejos de él al ver sus ojos, por qué, no eran los mismos de minutos atrás.

—¡Deja a Rin! –y en un parpadear, Izumo estaba sobre Suguro con una mano tras la espalda —¿qué asunto quieres con él?

Omegas se alejaron del lugar mientras los dueños y personal de lugar tranquilizaban a la gente. El Alfa no se dejaría, defendería lo suyo por lo que bruscamente tumbó a la chica y sujeto de las muñecas hacia arriba.

—¡Dejen de armar un espectáculo! –golpeó en la cabeza al Alfa, después de todo, no permitiría que lastimara a su profesora, sea quien sea.

El Alfa gruño imponente haciendo pequeño a Rin, más este se le puso al nivel. Aquello terminó por enamorar al lobo interno del Alfa.

Segundos de intensas miradas, Kamiki se levantó y colocó al costado suyo al Omega. Dos Alfas peleando por un Omega.

—Rin ¿él te marco?

Se notaba la molestia de la mujer en su aroma que más de uno salió del local. El chico asintió.

—¿Sabes que aún es un menor de edad? –sea acercó mostrando sus caminos afilados, no era una mujer que se dejará intimidar fácil.

—Lo se. Yo tampoco quiero problemas.

—Oh, eso debiste pensarlo antes.

—Seré responsable y sé que él tampoco quisiera estar unido, por lo que-

—¡Eso no! –impidió terminar su frase —serás responsable como debe de ser ¿crees que con marcar a otro Omega te liberaras tan fácil? Que Alfa tan mediocre.

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—Soy el hermano mayor y tutor de Rin. Yukio Okumura –habló el Beta delante de Suguro con una mano tomando la camisa del menor —eres el responsable de lo que le pasó a Rin.

—Todos me juzgan ¿pero nadie lo cuestiona a él? –se defendió.

—Rin es un estúpido, y tú ya eres un hombre hecho y derecho, no quieras excusarte –regaño Yukio —además ¿cómo no darte cuenta que es un menor?

Toda la paciencia que tenía la dedicaba a ese momento. Estar delante de quién marcó y fue la primera vez de tu hermano Omega ¿quién soportaría eso sin darle antes una golpiza al tipo?

—Eso- bueno- –era verdad, se había dado cuenta ¿por qué no paro? ¿Por qué no lo envió a casa? ¿Por qué se comportó como un chiquillo también?

—¿Y bien?

—Que se vaya, que haga lo que quiera –habló por fin Rin —no me mortificare por alguien como él, puede estar con quien guste.

¿Qué era eso? Ese sentimiento ¿dolor? ¿Por qué?

Separándose de su hermano y arreglar sus ropas, habló —fue un error mío del cual debo aprender, no me afectara si desea romper el lazo ¿por qué habría de serlo?

—Es quitarle responsabilidad y culpabilidad –dijo Kamiki.

—¡Es dejar un asunto sin importancia! –exclamó —estoy harto de esto, de las marcas, de las divisiones y de las injusticias. No puedo cambiar mi origen, pero puedo ser fuerte para...

La sala se inundó de un aroma especial, la sangre le comenzó a hervir y todo a dar vueltas. Cayó sobre sus rodillas y se abrazó así mismo fuertemente.

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Capítulo 6

Celo

02 de diciembre del 2018

—Ryuji –llamó fuertemente la Alfa —tú no puedes- debes estar bromeando.

Al día siguiente del encuentro con Rin Okumura, el primer celo del joven en el cual se desató una lucha interna de su lobo interno por apoderarse y dar placer al chico. Kamiki y Yukio le detuvieron incluso con la ayuda de los dos amigos del menor que llegaron a visitarlo, llevándolo a su cuarto y retenerlo ahí.

Relájate Rin –pedía Kuro preocupado por su amigo. Aquel estado asusto a ambos amigos del Omega.

Ukobach sujetaba los pies del chico mientras Neko los brazos, Rin se retorcía cual gusano en sartén, su aroma fue en aumento de manera alarmante que Kamiki sacó sus afilados.

—No bromeó madre, quiero estar con ese Omega.

—¡Por supuesto que no! ¡Hoy mismo estarás con Konekomaru y se unirán! ¡Está decidido!

—¡No controlaras mi vida!

Aquello detuvo a la mujer quien se giró sobre sus pies y miro con ira a su primogénito ¿cómo se atrevía?

—Llama a la familia de Konekomaru, se quedará a dormir aquí hoy y lo que resta del mes, y tú –señalando a su hijo —te prohíbo salir.

—Soy un adulto que se mantiene por su propio pie.

Sin poder verla, tenía a su madre sobre él apretándole un poco el cuello.

—No lo repetiré, Ryuji. Te olvidarás de tus ideas absurdas y egoístas.

Un golpe, su madre dio de nalgas al suelo —no madre, la egoísta eres tú.

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Después de tomar los supresores que le costaron su alma y trabajar toda la vida, Rin cayó rendido. Así pasaron los días de celo de Rin, internado en su cuarto con Ukobash cuidando de día y Neko de noche, Kamiki en la puerta principal y alrededores por fuera y Yukio desde adentro.

Ryuji junto a su buen amigo que lo metió en aquel lio procuraba entrar de alguna manera para dar calma a su Omega, pero solo recibía palizas de Kamiki, la cual extrañamente veía con otros ojos a Renzo el cual se veía atraído por la chica ruda.

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—¡¿Qué tú que?!

Shima rio de nerviosismo, pero no retrocederá, ya hace dos meses que pasó el celo de Rin y ni así le permitían verlo, Konekomaru fue trasladado a su casa, específicamente en la habitación de Suguro quien estaba próximo a su celo como el chico de lentes.

Shima estaba saliendo con la profesora de Rin, y no sólo eso, al hacerse amigo del chico el cual le agrado mucho y noto que era buen tipo que no merecía ser usado por un hombre de familia adinerada.

Ryuji chasqueo la lengua, él estaba seguro que, ante todo, no quería dañar al chico, quería hacer las cosas bien, pero ¿como si no se lo permitían?

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No confío en ti, pero si en Rin –con seriedad dijo Neko llegando a un acuerdo con Suguro quien asintió.

Pasaron la tarde juntos sin decir palabra alguna en un principio hasta que ambos tuvieron hambre y pelearon por el último platillo de soba, que terminaron compartiendo.

Tenían el mismo gusto por la música y sus grupos, la comida, videojuegos y estilos de ropa, reían de los malos chistes de Ryuji y se peleaban por quien era el más guapo, todo era perfecto, hasta entrada la noche cerca de un hotel.

—Ryuji- –su nombre en boca del otro era de los más excitante, para Rin era la más seria que poseía y dejaba pasmado a más de uno.

Entraron al hotel y ante el olor del Alfa y su carácter, fueron atendidos de inmediato.

Gruño al ser acorralado contra la pared y el cuerpo del mayor quien se apegaba a él besando su cuerpo haciéndolo gemir —Su- Suguro-

Quería alejarlo, pero su lobo era más fuerte que él, debía apaciguar el calor del Alfa, las ropas cayeron y ambos se dejaron llevar. Cargo al menor tomándolo de los muslos, besando el pecho de este y tronco del cuello haciendo estremecer al menor quien rasguñaba su espalda y tiraba de los cabellos, el calor del Alfa era una perfecta colcha para el Omega, su aroma se mezcló, la entrada de Rin lubricaba por su cuenta permitiendo la entrada fácil de los dedos de Ryuji.

Quería follarlo, todo el día y noche, hacerlo suyo, vaciar su semilla en el joven que daría sus cachorros, morderlo.

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Capítulo 7

Despertar

02 de enero del 2019

—Bon- Bon-

Aquella voz se escuchaba tan lejana, distante; el olor de alcohol le causó náuseas, sus ojos ardían, tal vez por dormir tanto. Se incorporó sin abrir los ojos, las manos de alguien le retenían en su sitio.

Y cuando logró abrir los ojos, deseo no haberlo hecho.

—Esto no- –habló Renzo con el cabello cubierto por rosetas de maíz y el rostro maquillado cuál payaso, pero eso no fue por lo cual deseo no abrirlos.

¿Qué había pasado de nuevo? Rin se encontraba desparramado en el suelo con sólo una sábana cubriendo parte de su cuerpo el cual seguía vestido, pero con las vestiduras al revés. Una peluca afro muy colorida y en la parte de su trasero la palabra: "hall ween", en la cual si te ponías a pensar faltaba una letra.

El tenue aroma de Rin y el alterado de Shima sumando la del cuarto y el alcohol le hicieron mover los pies torpemente al baño.

Shima espero a que vaciara el estómago.

—¿Qué demonios? ¿Qué haces aquí Shima?

—¿Eh? Eso debería preguntarte yo –el Omega gruñó —¿no recuerdas?

—Claro que recuerdo, estaba teniendo el mejor sexo de la vida.

—¡Que coña!

—Espera –sí, esa habitación no era a la cual llegaron, si no la del hotel donde fue su cumpleaños —¿que estamos haciendo aquí?

Suspirando, Shima tomó aire —festejamos tu cumpleaños, pero algo se salió de control y este chico nos ayudó a salir.

—Rin-

—Hablas como si tuvieras mucha familiaridad con él –un Omega celoso era peligroso, y más si este era tu amigo.

Un "Clic" en su mente le hizo conectar todo —mi cumpleaños –Renzo asintió —entonces-

—Te drogaron –soltó el Omega –sé que es mi culpa, yo solo quería que pasaras un día sin agenda, sin hacer lo que tu madre ordena –soltó, sintió en el aroma de dolor de su amigo. Se preocupaba por él —pero solo termino arruinando todo ¿no?

La puerta se abrió estrepitosamente entrando la policía y seguido de ella la madre del ex cumpleañero y el hermano con los amigos del chico.

—Hermano –corrió el mayor sobre el menor quien seguía en los brazos de Morfeo —¡Rin!

—Explícame esto Suguro –aquello sumiso al Omega de cabello rosa y a cualquiera que estuviera ahí, como el padre del chico, por ejemplo, esposo de la mujer Alfa.

Aún no estaba completamente en sus cinco sentidos, no comprendía del todo que había pasado, porque estaba ahí, porque seguía en su cumpleaños cuando en realidad había pasado semanas.

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Me casare con Rin Okumura. Si quieres des heredarme hazlo, no seré parte de tu juego de negocios, no más –tomado de la mano de Rin, Suguro se puso en pie.

No eres nadie para dar órdenes, deja esa actitud y ven aquí –a pesar de la pelea anterior, la Alfa no se deja domar tan fácilmente.

No.

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—Eso fue lo que pasó –finalizó el relato Okumura sin omitir ningún detalle —no me ha tocado.

Todo empezó normal como cualquier otra fiesta, amigos que invitaban a sus amigos y estos a sus amigos. Bebidas que entraron sin ser vistas, música a todo volumen.

Un clima juvenil que entre la oscuridad se iba tornando maliciosa, Alfas manoseando a Omegas inducidos por efecto de las drogas puestas en sus bebidas al mínimo descuido.

Y Rin Okumura comía, comía y comía, para su gusto la comida no estaba tan mal, lanzaba miradas asesinas a Alfas que querían pasarse de listos poniéndolos en su lugar.

¡El cumpleañero dirá unas palabras! –escucho a un chico Omega sobre una pequeña plataforma.

Suguro- –el gruñir de un Alfa no le pasó de ser percibido.

La explosión de la salida de bala directa a Suguro inició el conflicto del cual el Omega sacó al principal actor del evento y a su segundo. El aroma al meterse en un contenedor de basura del lugar distrajo a los atacantes logrando entrar en otra habitación mientras los encargados del lugar se hacían cargo.

Pero no por ello dejaría la fiesta así.

Todo es mi culpa –se culpaba Shima.

No tiene por qué terminar así –le animo Rin sonriendo y contagiándolo.

—Es verdad, yo los atendí cuando cambiaron de cuarto, no querían llevar el problema a otro lugar por lo que se quedaron aquí, pero en otro piso y cuarto –una mucama del hotel dio su testimonio.

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Soltó el aire que en algún momento retuvo, el proceso se volvió extendido.

—Gracias –Renzo se sentó a su lado con la mirada baja —yo- No hubiera sido capaz-

—Claro que sí, todos somos fuertes.

Ambos Omegas establecieron plática, hasta que llegó el Alfa.

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Capítulo 8

Culpable

08 de enero del 2019

—¡Rin! –exclamó llegando a unos pasos de este y su hermano, había pasado algunos días del caso en los que habían estado atareados de investigaciones por lo sucedido.

—Joven Suguro, no creo que sea correcto que este aquí –después de todo, la familia Suguro era un blanco para cualquier asalto, y no de que fuera fácil, pero lo sería de dar una oportunidad.

Los aromas de ambos podían sentirse en el aire, el menor de los Okumura podía sentir aquel olor cómodo, protector, cálido mientras Bon sonrojado ante su cercanía del celo, no paraba de imaginar a Rin, al cual sólo por su alocado sueño conocía y sentía cerca, en posiciones que calentaba su parte baja.

—Quería agradecerles –se inclinó, aun si no era solo eso lo que quería.

—Bon –llegaron tras de él los otros dos Omegas, Konekomaru y Shima, llamando el aroma de Miwa la atención de Rin, ya que este tenía más impregnado aroma del Alfa lo cual entristeció a Rin.

—Es lo que cualquier persona hubiera hecho, además mi hermano estaba implicado en esto y no lo dejaría solo –hablo Yukio arrastrando a su lado al menor —nos vemos —despidió caminando con el menor quien miro por última vez al Alfa.

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Golpeó de nuevo la pared de su habitación, sus nudillos ya sangraban ¿tan débil era?

Que coincidencia, Ruiji también entrará en celo.

Como si de animales se tratara, su madre habló con los padres de Miwa quien también aceptaron la idea de unir a sus familias por un lazo como el matrimonio y que mejor reforzar con cachorros.

Sentía el calor emanar de su interior y el aire ser más espeso a su alrededor, su celo estaba a nada y su mente traía solo la imagen de un Omega, y ese era Rin.

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El chico de orbes como cabellera azul caminaba de un lado al otro por su habitación mientras Kuro lanzaba la pelota a la pared. Suspiraba una y otra vez pensando en aquel Alfa que no olvidaría su aroma.

—Olvídalo Rin, él es alguien de una posición social al cual jamás encajaremos –tenía razón, lo sabía, pero no su corazón que latía por aquel extraño.

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Capítulo 9

Interacción

18 de enero del 2019

¿Quién lo diría que el destino los quería juntos?

Para suerte de Bon, fue imposible que el joven Omega siquiera saliera de su habitación, ya que los fuertes ataques atraían a los Alfas cercanos, sacarlo sería como iniciar una guerra. Por lo que su celo pasó como todos, en solitario en su habitación.

Su mente y su fiebre sólo lo llevaban a imaginar al chico de cabello azul a su merced, por él fue quien se vino tantas veces, por él su celo fue diferente.

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—¿Una Alfa? –Bon no podía creer que su buen amigo Shima, en su encierro esté saliese con una profesora, y no cualquier profesora, sino amiga también de Rin, lo que llevaba a...

—Podemos tener una cita doble –Renzo parecía tener planeado todo. No era mala idea, notando las feromonas del Alfa alterarse al saber del chico que le agrado.

—No lo sé- –rasco su nuca ¿qué tal si no era lo mismo a cómo soñó? ¿Qué tal si no le agradaba al chico? ¿Si quedaba como el típico Alfa adinerado que consigue lo que quiere a base de comprarlo?

—Anímate, ¿qué es lo peor que podría pasar? –cierto, nada perdía con saber que era verdad y que no.

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Y con un nudo en la garganta, Suguro se encontraba nervioso esperando con Shima a la Alfa y Omega con quienes saldrían a pasear por el parque, ir al cine y cenar. Según Renzo, todo estaba bien planeado y calculado, por lo que no habría quien interviniera.

La joven maestra, de cabellera púrpura lucia radiante con aquel vestido ajustado con moño a la cintura color azul rey, un listón tomando su cabello y zapatillas a juego. El Omega con pantalón oscuro como sus zapatos y camisa blanca desabrochada de los primeros dos botones. Sus manos en los bolsillos y con un semblante despreocupado, pues las feromonas de la Alfa lo tranquilizaban.

Shima presentó como es debido a las dos partes y empezaron con los planes del chico quien, en primera instancia no perdió ningún minuto en estar cerca de aquella Alfa. Con Bon, el chico era tal como lo soñó, distraído, muy cabeza dura y testarudo, de buen corazón de hierro y blando.

Un helado recorriendo el parque, película de aventura con sus respectivos alimentos y la cena.

—¿Te gusta él béisbol?

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Capítulo 10

Interpretado

30 de enero del 2019

Disculpa, pero- No me gustas de esa forma.

Ya había pasado unas semanas desde la invitación de la cena doble que resultó exitosa, intercambiaron correos y números, chateaban y conversaban, pero no todo sería alegría.

Rin viajaría a Francia con su hermano, tan sólo tenía unos días para convivir con aquel Omega que lo ponía alegre, con vida.

Pero, verlo con un hombre Alfa que no fuera él.

Mephisto Pheles. Rin me ha contado de ti –saludo aquel hombre de ridículas ropas rosadas estilo medieval, un bufón con paraguas cual bastón y sombrero exagerado —un gusto.

Gruñó al simple hecho de recordarlo. Ese aroma a anís le causaba náuseas, le ardía el alma de ira al verlo tan junto a Su Omega.

Tenía que hacer algo.

No me gustas de esa manera-

Demonios. Esa frase se repetía en su cabeza haciéndolo crujir los dientes, agregando la imagen del Omega riendo a morir por los chistes de aquel tipo, hicieron que él Alfa lanzará todo lo que había sobre él escritorio.

Sus feromonas advirtieron a los presentes que estaba de mal humor, por lo que no le molestaron a menos que fuera necesario y un Beta lo hizo.

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Seguiré tu juego, pequeño Rin –sonrió Mephisto —veo que en verdad te gusta ese Alfa desde-

Suspiro, la última prenda fue colocada en la maleta y ser cerrada. Bajo de la cama y llevo a la estancia principal donde se encontraba su hermano hablando con la vecina que cuidaría de su hogar.

Un mes en Francia, una oportunidad única que no desperdiciarían. El taxi llegó, colocaron las maletas en la cajuela y fueron directo al aeropuerto.

Gente de todas partes del mundo yendo y viniendo, anuncios por los altavoces, tiendas de todo tipo, desde comida hasta cosméticos y joyería.

Como era debido, llegaron dos horas antes por cualquier cosa que pudiese pasar. Charlaron sobre el lugar donde se hospedarían, la ubicación y practicaban un poco el idioma, ya que, si, ambos sabían francés.

Su vuelo no tardo en ser anunciado, pasaron por los rayos X ellos como sus pertenencias, revisión de datos y abordaron.

—¿Bon?

Retrocedió, aquel Alfa se encontraba en el avión y no se veía muy contento, el ambiente y caras de los pasajeros lo decían todo.

—Lo siento- Pero no puedo dejar que te vayas.

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Capítulo 11

Existencia

10 de febrero del 2019

¡No puedes irrumpir un vuelo solo por ser adinerado! –eso dolió. Las palabras de aquel Omega quien no le tenía miedo, lo desafiaba.

Que podía decir contra eso, que podía hacer. Desvío la mirada.

Vete.

No.

¡Vete o yo mismo te bajare pateándote el culo adinerado que tienes!

De no ser por Yukio, el Alfa se le hubiese echado encima. Guardias Alfas lo bajaron del avión.

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Su mano sangraba de los golpes que le había dado a la pared de cemento de aquel callejón. Había sido un idiota ¿cómo fue tan estúpido de hacer tal acto? En verdad era estúpido.

La última gota de alcohol resbaló por su garganta sin hacerle efecto de ardor. La lanzó al bote cercano y se dejó caer al suelo mirando el cielo, pronto llovería.

Abandono el celular en la oficina, por lo que nadie le molestaría, nadie sabría dónde estaba, que hacía, nadie le diría nada sobre sus actos, ya era un hombre que caminaba por su propio pie.

Las gotas comenzaron a caer de poco, la gente apresura a él paso, algunos usaban sus maletines, mochilas o abrigos como paraguas, mientras que los más precavidos sostenían sus paraguas.

Río. Comenzó a reírse de su acto, de creer que podría hacerlo, que estaría con ese Omega tan único.

—Joven Suguro –Pheles sostenía su colorido paraguas cubriendo a ambos —que sorpresa.

—No moleste.

Río —Aún eres joven, mi buen amigo.

—No soy su amigo, y ya le dije que se largará.

—Te he estado vigilando de cerca, no creo que le agrade a Rin lo que has hecho.

Ahora fue el quien río —como si le importara.

—Un corazón lastimado no confía fácil de nuevo.

Le extendió la mano.

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Capítulo 12

Compromiso

11 de febrero del 2019

Medio año paso, semanas de infierno, días de tristeza y noches de desolación pensando en que el joven Rin podría estar unido a algún Alfa ya, esperando cachorros.

Le horrorizaba, le dolía de la ira. Su madre dejó de insistir después de ver cómo su hijo moría por dentro, notándose en la falta de apetito y en las ganas de seguir.

Shima seguía su relación con la mujer Alfa, lo felicitaba, se había ganado el premio con esa chica que le cuidaba, a su manera. Tenían sus peleas, pero al final eran resueltas.

Miwa admitió su amor por Bon, le dolía no ser correspondido y además ser presionado por los padres de ambos, solo para unir familias. Suguro le aseguro que no permitiría más opresión para él, quedando como siempre, buenos amigos, dolía, pero era mejor a tener a Bon de enemigo.

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Rin estaba feliz, el curso que había ganado de cocina lo llevó a experiencias que lo tenían con una radiante sonrisa. Los Alfas de aquella cocina le respetaron, le hicieron un igual a ellos.

Pero su corazón, aquel órgano estaba insatisfecho, dolido, fingiendo una felicidad pasajera, cuando lo único que quiera, lo que necesitaba estaba del otro lado.

Se negó, era fuerte, no dependía de un estúpido sentimiento como ese. Amor, tenía el de su hermano, sus amigos, no necesitaba más que esos.

Pero su interior no le preguntaría.

—Suguro- –gimió en la oscura habitación mientras su mano se movía a prisa por saciar su calentura.

Mancho las sábanas, pero no estaba satisfecho, y no había ser que añoraba más, por el cual quería ser tocado que por ese adinerado.

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Capítulo 13

Acción

16 de febrero del 2019

¿Cuánto tiempo dura un Alfa sin Omega? ¿Un Omega sin Alfa?

El celo es difícil de llevar, en ese estado follas con quien sea, es un instinto natural que te lleva a la reproducción, todos lo saben, no es problema, no es malo.

Los supresores, pastillas o inyectados cuestan demasiado para solo pocas dosis, más ¿a qué nos lleva esto?

Dos años, 730 días en los cuales sus pieles se deseaban más que nada, sus sueños cada vez eran más reales y el deseo de estar con el otro era asfixiante. No lo negaban, incluso sus amigos lo notaban, eran tal para cual, uno para el otro.

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—Llegamos a casa.

Yukio sonreía alegre, después de tanto, volvían a su hogar el cual se encontraba en buen estado, Kuro había cuidado bien.

Más, había algo en ellos, uno en especial.

—Agua.

—Rin –sujeto el mayor a su hermano quien se encontraba sudando frio. Desde que tomaron el avión, Rin se encontraba extraño.

—Parece que nuestro querido Rin ha soportado más de lo que su cuerpo a podido.

"Alfa"

Aún faltaba para su celo, por lo cual la conclusión final era alguna enfermedad.

Temblaba entre las sábanas impregnadas de su aroma a zarzamora, demasiado fuerte era que cerraron con llave ventanas y puertas, manteniendo a Rin cerca de Yukio.

—No es el único que está pasando por mal rato –el Alfa reía, ese aroma le embriagaba. Paro su risa ante la mirada del Beta —el joven Suguro está ansioso de verlo.

—Ese- –habló leve Rin —ese bastardo- –gimió leve.

Sonrió —en verdad, eres alguien excitante.

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—¡Bon! ¡Bon! –gritaba el Omega al Alfa quien salió como rayo del lugar, empujando a todos cuanto se le atravesaba.

Le llamaba; apresurado corrió siguiendo el aroma del chico, no esperaría más, sus caninos estaban desesperados por morder.

Deseoso, se detuvo recordando ese día.

Niño adinerado.

Empuño con fuerza, sabía que no podría acercarse, así como así a él, aun si fuera un Alfa, con el no usaría ese instinto salvaje, no como le pasó en el avión.

Más esa voz, lo impulsó de nuevo su andar, debía estar con él.

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Capítulo 14

Redención

07 de marzo del 2019

—¿Qué le sucede a mi hermano doctor? –pedía saber Yukio con miedo y enojo, el estado de su hermano empeoró con la llegada de aquel Alfa, quien sólo logró irritar y causar más daño al Omega.

El viejo Beta se acomodó los lentes y miro con seriedad al mayor de los hermanos. Desde hace unas cinco horas, Rin había sido llevado de emergencia al hospital en cuarentena, puesto que su estado era crítico y no sabían con claridad si podía ser contagioso.

Bon ante las negativas del Beta, fue, no dejaría solo al Omega, sabía que se necesitaban el uno al otro, aun si se negara el Omega.

Mephisto seguía de cerca a los hermanos Okumura, pero también el joven Suguro, sus intenciones y movimientos. El era un viejo Alfa enamorado de Rin, pero prefería más mantenerse en secreto y cuidarlo como siempre lo había estado haciendo, esperando a que este se enamorara de él o de algún buen Alfa.

—El joven Rin está teniendo un rechazo interno, y agregando los celos que ha mantenido al margen con medicamento, estos ya dejaron de surtirle efecto.

—¿Qué puedo hacer por él?

—Al menos que sea un Alfa, no veo que usted pueda hacer mucho.

Una enfermera llamó al hombre quien tuvo que retirarse por otra emergencia.

En la sala de espera, Yukio caminaba de un lado al otro, mirando y hablando con Mephisto. Bon más de una vez llamo la atención de ambos, pero ninguno parecía querer hablarle, y no fue hasta que su instinto se reveló y puso entre la pared a Mephisto, su rival.

—Niño ¿en verdad crees poder contra mí? –se burló el mayor.

—No dejaré que nadie se acerque a Mí Omega, es mío.

—¿Así? –río pese a lo apretado de la mano del otro en su cuello —Rin no necesita más males.

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Rin se retorcía, no su Yo Omega necesitaba de un Alfa que le brindará calor y paz, pero su Yo no necesitaba de eso, era fuerte por su propio pie, lo que llevó a esa crisis interna.

Sudaba en grandes cantidades, su piel ardía sintiendo estar en una cama de hielo y cubierto con nieve, le dolía el hecho de respirar, la voz no le salía.

No solo sufría el joven Omega, el Alfa sentía presión en el pecho, una rabia de estar lejos de aquel ser que debía proteger. Gruñía, quería atacar a cada Alfa que había cerca.

La separación de ambos se volvía cada vez más tortuosa para ambos.

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Capítulo 15

Niñez

13 de marzo del 2019

Un Omega.

Que buen aroma.

La escuela resulta una de las mejores etapas, no para algunos, pero para Rin Okumura, marco una decisión que, a su edad, era muy importante.

Oficialmente no era cien por ciento Omega, pero su tenue olor a zarzamoras atraía miradas desde sus compañeros, hasta chicos de otros cursos.

¿Dónde vas? Delicioso racimo –le impidieron el paso aquellos de mayor grado.

¿Qué te parece si te acompañamos? –siguió el otro.

Alfas con fuerte aroma y una presencia imponente. Rin los miro a los ojos, unos ojos fuertes, valientes, sin ápice de intimidación.

No me estorben –pasando por en medio de ellos, empujándolos.

Uno de ellos le tomó del hombro y estampó contra la pared acorralándolo y colocar ambas manos a sus costados de la cabeza —¿a quién crees que estás hablando así, bastardo Omega?

A un estúpido Alfa ¿te lo explico con bolitas y palitos?

Insecto ¿te crees valiente? –se integró el otro —un Omega como tú siempre terminan con la cabeza baja obedeciendo órdenes.

¿En serio? –golpeó con su cabeza la frente ajena haciendo que retrocediera del dolor, mientras al otro le hizo una llave tras la espalda —los Omegas no son todos iguales, así que piérdanse.

Soltó lanzándolo contra el otro, chocando ambos. Siguió su camino hasta que ambos le sujetaron y tomaron por la fuerza llevándolo a un salón.

Vas a aprender de una vez a respetar a un Alfa, maldito Omega –con su fuerza le retuvieron contra una pared mientras el otro descubría su cuerpo sacándole los pantalones junto a su ropa interior.

Rin gruñó enfurecido, pero la fuerza de aquellos dos era más que la suya. De alguna manera tenía que salir de ahí, su Yo Omega estaba aterrado, sin embargo, su Yo estaba furioso, esperando patearles el trasero a esos dos Alfas.

Y en un descuido de estos al apreciar su cuerpo, uso mayor fuerza en su brazo derecho lanzando a uno de los dos Alfas para poder tener esta libre y golpear a otro. Ambos se le abalanzaron, siendo este más delgado y pequeño, los esquivo y pateo sus traseros tumbándolos al suelo y escapar cerrando la puerta no sin antes tomar sus pertenencias y colocarse la ropa lo más rápido posible.

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Con el tiempo, entreno su cuerpo y mente, ahorro para poder comprar supresores que le ayudaban a mantener su celo bajo control.

Se volvió un Omega respetable, aquel que lograba defenderse sólo sin ayuda de nadie.

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Recostado en el césped con los brazos tras la nuca, su vista puesta en el oscuro firmamento con el paso lento de nubes que cubrían las estrellas, el aire frío no lo sentía.

Aquel día se encontraba sentimental, no lo haría notar. Ver parejas, lazos afectivos, imagino tener a alguien a su lado, con quien pasar buenos y malos momentos, aunque aquellas ideas, así como abordaron su mente, la abandonaron.

Era un Omega que no dependía de ningún Alfa, jamás dependería de ellos.

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La fiebre subía, asustando a los médicos quienes colocaron a Rin en la ducha fría para mantener a raya la fiebre y evitar algo terrible.

Sabían que sus acciones no ayudarían del todo al Omega, por lo que necesitarían de un Alfa, como de un milagro para que el Omega se estabilizara

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Suguro después del espectáculo que armo, se encontraba resguardado por policías del lugar vigilándole.

—Yukio –llamó el Alfa mayor, teniendo la atención de Beta —quisiera mostrarte algo que Rin me entrego hace tiempo.

De su chaqueta sacó un sobre con estampilla de corazón, Yukio abrió el ya abierto sobre y sacó el papel interno, aquel que, en efecto tenía la letra de su hermano, la fecha marcaba cuando el Omega estaba en primaria.

Señor Mephisto.

Usted es alguien extraño, desagradable y un loco, no me agrada cuando nos visita, aunque últimamente su presencia a calmado algo en mi interior.

Soy un Omega que cumple su palabra, no dependeré de ningún estúpido Alfa loco como usted, sin embargo, en algún extraño caso, lejano, casi imposible en el que, me llegase a pasar algo, quiero que- Usted cuide de mí.

Se que no hay mejor persona que mi hermano para estar conmigo, pero usted y yo sabemos que, hay ciertas cosas que un Beta no puede solucionar.

Aún no está definida si soy completo Omega o no, sin embargo, en tal caso, quiero que decida por mí.

¡No se crea la perfección que se creó o que yo tenga algún sentimiento amoroso así su persona, es desagradable!

Solo no quiero que mi hermano lidie solo con problemas por nuestra naturaleza.

Finalizó Yukio de leer, sus orbes pasaron de la carta a los verdes de aquel Alfa, arrugando el papel en sus manos.

Soltó el aire en un suspiro, tensión e impotencia —mi hermano- Usted le- ¿Quiere?

Los colmillos de Suguro salieron a relucir, inquietándose en su asiento por aquella charla. Temía perder al Omega, pero más temía que este fuera marcado por Mephisto.

—No hay Omega para mi más interesante que su hermano Rin, es especial.

Le quemaba la sangre en las venas, quería desatarse y golpear a aquel Alfa, no quería siquiera pensar en que aquel ridículo Alfa pusiera un dedo en Rin.

—Le quiero.

Su Alfa estaba descontrolado, rasga a su interior con insistencia, debía estar con Rin, él debía estar con él, darle la atención y calor que merecía, porque ambos se llamaban, se necesitaban.

—Sería para mí un honor cuidar de tan especial joven.

No podía más, los guardias intentaban pararle, pero era tarde, su iris se empequeñeció, sus colmillos surgían, y su fuerza sobresalía.

Esperaba aquello, lo veía venir, por lo que, sujeto por el cuello al Alfa que corrió hacia él y lo estampó contra el suelo con fuerza, colocando un pie sobre el pecho de este impidiéndole levantarse.

—Al parecer, aquí hay otro candidato.

—Señor Yukio, el estado de su hermano está empeorando, ya no está en nuestras manos salvarle, se hace todo lo posible, aun así, si no hay un Alfa con él-

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Capítulo 16

Clímax

15 de marzo del 2019

Gruñó, el aroma de madera quemada llegó a su nariz, un agradable aroma para su Omega interno, quien quería lanzarse a los brazos del Alfa.

—¡¿Qué haces aquí?! –logró articular entre aquellas sensaciones que su cuerpo empezó a manifestar.

—Salvarte.

—¿Eh? No necesito de un Alfa, no soy un estúpido Omega necesitado de calor, amor y sexo.

—Lo sé.

Aquello dejo confundido a Rin. Este empapado en la pequeña tina donde el agua con hielo parecía ser caliente a su piel. Suguro se acercó poco a poco, intentando ser agradable al Omega, quien aceptó.

Se acomodo a un lado fuera de la tina —tan solo eres un chico que no termina sus estudios –dijo sin verle.

—¿Acaso vienes a sermonearme? –pareciera que la presencia de aquel hombre comenzó a hacer ciertos efectos positivos en el chico.

Negó —me es difícil comprender por qué me llamas tanto la atención, o más bien, lo que hay más allá de ti.

Rin no entendía a qué quería llegar, suspiro y se relajó un poco —eres un anciano-

—¡Oye!

—Pero- Me gustas- Yo- Siento algo por ti que no quisiera sentir, aun así, ahí está-

Un leve silencio para después continuar —tu aroma me gusta desde niño- ¡Quiero decir-! Cuando cumplo años mi hermano me lleva a acampar, el aroma del bosque, en especial cuando la madera se está quemando, me tranquiliza.

—Me gustan los batidos y helados de zarzamora, son dulces y ácidos a la vez, como tú- Eres un chico- Lindo y rebelde.

Ambos rieron, Rin sintió disminuir en gran escala sus dolores y males, Bon se relajó y vio extinto su ansiedad de asesinar a quienes le impedían ver al joven dueño de su corazón.

—Que tonto- Soy un adulto y me estoy comportando como un bastardo de escuela.

—Los bastardos de escuela son geniales.

—Claro, yo fui uno.

—¿Hace cuantos siglos? –río Rin, una risa traviesa, de niño inofensivo.

—¡Respeta a tus mayores!

—Claro, abuelo.

Risas y enojos claramente falsos, y, sin notarlo, sus manos jugaban con la ajena, uniéndose y conociéndose.

—Quisiera vivir en un lugar donde no hubiese distinción.

Suguro miro a Rin, este tenía la mirada baja, triste tras aquel flequillo mojado que goteaba.

—Así tal vez- No sufrirían los Omega, los Alfas no tendrían tantos derechos injustos y los Betas no se sentirían ajenos.

—Tú- ¿Has sufrido? –su sangre se calentó, quien quiera que le hubiese hecho daño, se encargaría de encontrarlo y darle una paliza de la cual ni en seis generaciones se repondría.

—No hay Omega que no sufra, Bon, no importa su estatus social- Siempre seremos menos preciados. Por ello, me prometí ser fuerte, no depender de nadie.

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Le fue completamente imposible retirar el pie sobre su pecho, por lo que sólo le quedó esperar el golpe final o sentencia por parte del Alfa más viejo.

Ya te lo había dicho ¿no? ¿Crees que podrás contra mí?

Le pido de la mejor manera que deje de interferir en la vida de mi hermano –sentenció Yukio con enfado.

Okumura Yukio, sedo mis derechos a este joven, a cambio de algo-

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Mephisto era conocido por tener una mente macabra como inteligente y bastante ágil como estratégica, nada se le saltaba u olvidaba.

Suguro ya se lo había dicho una vez, aunque le contó de nuevo el sueño que había tenido con él joven, lo agradable que se sintió al salir con él, el dolor de verlo irse y cada segundo que pasaba al no tenerlo cerca era como la falta de aire, asfixiándolo.

Podía parecer acosador, un hombre pervertido por querer a un adolescente, el cual podría ser su hermano, sin embargo, no pensaba tan mal, porque había de mal a mal.

—Yo- También soñé contigo- Desde que fui a París, no hubo noche que no pensara en ti –sus manos entrelazadas se unían más —de hecho- Pensaba en ti en mis celos ¿extraño no?

—¿Podría besarte? –aquello salió solo.

Su interior sintió como una explosión de alegría, queriendo montarse sobre aquel hombre y besarlo hasta quedar seco, aunque aún seguía aquella batalla entre su rebelde ser y su Omega.

—No haré nada más- Solo será un beso, después de ello, si quieres que me vaya y no vuelva, lo haré. Solo quiero que estés bien, y, seré sincero, quiero probar tus labios.

—No hay sabor diferente en los labios de las personas –con su mano libre jugaba con uno de los cubos de hielo en el agua —pero- Si.

Suguro se puso a su nivel, ninguno dejaba de soltar la mano ajena, un beso, algo natural, como un saludo-

—Relájate –juntando las frentes de ambos —si no quieres, está bien.

—¡Lo quiero!

Fue suficiente para que ambos por fin posaran sus labios sobre los ajenos, sencillo, sin malicia o segundas intenciones, solo, un beso.

Suguro se separó lento, notando a Rin sonrojado, con los ojos fuertemente cerrados, sonrió leve.

—Espero y, te recuperes pronto.

Poco a poco, sus dedos se fueron separando de los ajenos, los cuales no querían separarse aún de los contrarios.

—Rin- Tengo que irme-

—Solo, un rato más, ya me estoy sintiendo mejor –la mano de Rin intentaba con todas sus fuerzas retener a Ryuji.

—En verdad me tengo que ir.

—¡Te pagaré el tiempo que estés aquí! –fue su última opción —yo- No importa cuanto sea, lo pagaré, pero por favor-

¿Qué cosas estas diciendo, Mephisto? ¡¿Crees que mi hermano es un objeto?!

Nada de eso, lo quiero para mí de hecho, no dudaría en hacerlo mío –hablo serio aquel hombre acabando con la poca cordura que le quedaba a Ryuji —el joven Suguro tiene más oportunidad que la que yo podría tener. Solo quiero que haga algo por mí.

¿Qué es? –cuestionó Yukio irritado.

Que lo ayude consigo mismo.

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Capítulo 17

Sentimiento

19 de marzo del 2019

Y no era broma o pretexto, en verdad, Ryuji tenía demasiado trabajo pendiente, que de no ser por Konekomaru y Shima, aquello sería un caos.

Agradecía a los dos Omegas amigos que tenía, a sus empleados y sobre todo al apoyo indirecto de su padre, sabía que este movía piezas del tablero a su favor, manteniendo a su madre lejos, y después de aquella pelea entre los dos Alfas de la familia, dudaba que su madre le dijera algo más allá de su línea límite.

Retomo su trabajo con normalidad, su cabeza al enfocarse en algo, en ello se mantenía, algo que agradecía internamente, ya que se limitaba sólo a lo que debía de hacer y no más.

Aunque algo más se removida inquieto en su interior, se calmaba a sí mismo diciendo que estaba bien.

Rin tenía a su hermano y logró sacarlo de ese estado caótico que le tenía al borde de la muerte y a él con un genio catastrófico con el que podía combatir con tal de estar ha lado del chico.

Quiero que lo ayudes consigo mismo –¿qué significaba aquello? ¿Qué quería aquel Alfa que el hiciera?

Siguió en el teclado enviando y revisando informes, aquello, debía pensarlo con calma, pero por ahora, se mantendría en lo que debía de hacer: trabajar.

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Paso una semana para que Rin por fin saliera del hospital y retomará sus actividades diarias, el Omega no estuvo más feliz de salir del hospital que aquel día que su hermano le dio la noticia de ir a estudiar a Francia, ambas lo hicieron feliz.

No cambió el hecho de que Yukio fuera más estricto y celoso con él, sabía lo que tenía el mayor, una gema en bruto, un chico diferente a los demás, un Omega demasiado llamativo.

No era que le molestara u odiara eso, de hecho, imaginar a su hermano sentando cabeza, teniendo una familia, lo sabía, sabía que en algún momento Rin crecería y querrá su espacio, pero mientras tuviera la tutela del menor, se aseguraría de mantenerlo a salvo, feliz y sobre todo a su lado.

Kuro y Ukobach le organizaron a Rin una deliciosa bienvenida junto a Izumo y algunos de sus compañeros de salón, Shima incluso se encontraba ahí, algo que le extraño un poco e irritó, el joven de cabello rosa tenía un tenue olor a madera quemada, el aroma de Bon, lo cual molesto a la Alfa, quien se mantenía como fiera con su pareja.

—Oye ¿Shima? –cuestionó un poco inseguro el joven, el Omega mayor se le giro a verle con una sonrisa.

—Pero si eres tú, tu aroma en verdad es delicioso –admitió Renzo —Aún estoy en deuda contigo por "ese" día.

—¿Suguro? –fue lo único que dijo, agradecía que, de alguna manera, Renzo comprendió, ya que su expresión cambió.

—Saldrá a una cena de negocios, y al parecer estará unos días fuera de la ciudad.

¿Irse? Sintió dolor.

—El- Lamenta los problemas que ocasiono.

¿Lamentarse? Porqué aquello le era doloroso, como si algo malo fuera a pasar o decir.

—No te molestara.

Salió corriendo, sin un rumbo, un destino seguro, solo corrió lo que sus pies podían, esta era la única parte de su cuerpo que sabía a donde iban, porque su corazón solo sentía algo. Dolor.

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La cena era en un lugar elegante de gran prestigio, candelabros de cristal, gente importante y celebridades.

Se les sirvió y atendió con la mejor atención, degustaron de una deliciosa comida y se mantuvieron con una charla amena y apacible.

En verdad, Ryuji era alguien que sabía hacer negocios.

—Solo quiero hablar con una persona.

Ese aroma.

—No quiero llamar a seguridad, hijo –decía lo más amable posible aquel anciano que atendía al llegar, indicando las mesas correspondientes a cada comensal u ofreciendo algún detalle en especial.

Los guardias solo esperaban la señal del anciano para retirar del lugar a aquel que importunaba, un chico de secundaria.

—Disculpen un momento –se levantó de la mesa Ryuji, guiándose por el aroma.

—¡Ryuji!

Una señal, los guardias, Alfas fueron por el chico, más antes de que alguno de ellos le colocara una mano encima, ambos fueron detenidos por una mano sobre sus hombros.

—Señor Suguro –mencionó el anciano viendo a este —lamento este suceso- Los guardias ya se encargarán por favor, regrese a su mesa.

—Déjenlo –dijo con una mirada que intimidó a cualquiera que lo viera, tomó de la muñeca al chico y salieron a un jardín conjunto del establecimiento. No estaba muy contento con el Omega —¿Qué haces aquí?

Bajo la mirada, en verdad no sabía que decir, porque ni el mismo sabía. Mordió su labio, no se había sentido tan indefenso desde sus días de escuela.

Suguro suspiro —te llevare a casa-

—¿Qué lamentas? –soltó el Omega.

¿Qué era aquella pregunta? ¿A qué se refería el Omega?

—Yo-

—Rin –le alzó la mirada —vamos –le tomó de nuevo la muñeca y caminaron a la salida, Bon indicó que trajeran su auto y mando disculparse con sus invitados socios, aunque ya no tenían más que hablar, habían terminado los convenios y cláusulas.

Abordaron el auto oscuro del mayor y dieron marcha a la autopista, pero en realidad, no iban a casa del menor.

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Se estaciono a fueras de la ciudad, en lo alto permitiendo ver mejor aquel que era su hogar.

Salieron del auto, así como en todo el camino, se mantuvieron en silencio con la música baja que ofrecía la radio.

El aire frío hizo a Rin cubrirse con sus manos los brazos, sin embargo, no era suficiente hasta que Bon coloco su abrigo en los hombros del menor. Continuaron en silencio.

—¿Qué estoy haciendo? –se cuestionó así mismo Ryuji al aire, siendo claramente escuchado por el menor que bajo la vista.

—Fue impulso, no sé porque llegue contigo, y me disculpo- –quitándose el abrigo y devolviéndoselo —en verdad soy estúpido, me largo a casa-

No dio un paso más cuando su espalda fue estampada sobre el capo del auto y sus manos fuertemente sujetadas por las ajenas.

—Me preguntaste ¿que lamentaba? Te responderé –¿miedo? ¿Por qué temía la respuesta?

—N-no importa ya- Suéltame.

—Lamento haber causado problemas por culpa de Shima.

—Suguro-

—Lamento ser un idiota que no toma las oportunidades que le colocan enfrente.

—Suéltame.

—Lamento más que nada-

—¡Para!

—Dejar pasar más tiempo sin ti.

Rin abrió los ojos, Suguro no estaba serio, pero tampoco enojado o triste, no sabía cómo explicarlo.

El mayor junto su frente con la del menor, sintiendo como el aire intensificaba el aroma del menor, beso aquel lugar donde se encontraba su frente —lo que más me duele, y lamento es hacerte sufrir, cuando tú no has hecho más que estar en el lugar equivocado, aunque también agradezco eso.

Rin miraba borroso, las lágrimas le impedían ver bien. Le dolía el corazón por aquel momento de tensión, el respirar el aroma tranquilizador de Bon le relajo, sus muñecas fueron soltadas logrando abrazar al mayor.

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Capítulo 18

Dolor

24 de marzo del 2019

Las cosas parecían ir mejorando, ya que como dicen: "hablando se entiende la gente"

Yukio hablo con Bon, igual Suguro tenía algo que hablar con él mayor de los Okumura, y con Mephisto. Reunidos todos en la colorida casa de Pheles, Yukio tomó primero la palabra, en claro estaba el tema por el cual estaban ahí: Rin.

El joven Omega se encontraba con sus amigos Ukobach y Neko, debía recuperar los días de clases que no asistió, y que sabía Izumo le haría aprender en un día.

—¿Qué sientes por él? –ya en calma el mayor Okumura, porque, ningún hermano mayor de Omega permitiría que lo tuviesen sólo por diversión.

—Aún no te queda claro, Yukio –respondió Pheles sorbiendo un poco de té y seguir —sus acciones hablan por sí solas, está enamorado del lindo Omega, más bien sería saber si Rin corresponde.

—Las acciones son por instinto, las palabras racionales –explico Yukio, mirando algo enojado a Mephisto por, a toda costa estar a favor del otro Alfa.

Suguro espero a que ambos terminarán de hablar para poder él dar su respuesta. No era fácil, aun si lo tenía claro, pero Rin aún era un menor y él un adulto con responsabilidades, no es que no pudiera con Rin, al contrario, sin embargo, también quería saber lo que el Omega quería, porque una cosa era lo que él quería y sentía, y otra lo que él menor.

Agregando lo que había pasado y el hecho de que, Rin aún no se dejaba abrumar por su lado Omega, no quería volver a pasar por una situación semejante.

Tomó aire —quiero lo mejor para Rin. No es correcto, y sé que ustedes no dejarían por las buenas dejar ir al chico. En verdad, todo esto fue algo inesperado que, si tuviera la oportunidad de cambiarlo- No lo haría –re acomodo las palabras en su cabeza —lo importante es que Rin este bien, con o sin mí.

—Buena respuesta –alzó el pulgar Mephisto —sabes que Rin no es fácil, y no se dejará llevar por su Omega interno.

Asintió —lo sé, y no espero menos de él.

—Entonces, hablaremos con Rin cuando regrese.

—No.

Ambos le miraron —Rin debe de retomar su vida, no podemos presionarlo, cuando se sienta en condiciones de hablar, estaré ahí para escucharlo.

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Paso un mes de completa paz, Shima frecuentaba con normalidad a Izumo con Konekomaru, quien al parecer encontró aquel Alfa que le correspondería y cuyas familias estaban felices, Bon se alegraba por ambos de sus amigos.

El, como antes de toda esta aventura, seguía con su excelente trabajo, viajo tres veces en aquel mes y no tuve llamadas o sentimientos de tener que proteger a Rin.

Incluso el menor seguía su vida como si nada hubiera pasado, como si solo viese una película y los personajes le eran conocidos, solo eso. Espantaba a los Alfas, ayudaba a los Omega y, en pocas ocasiones recibía como daba golpes, teniendo a Izumo como su guarda espaldas, sin dejar atrás a Ukobach y Neko.

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Segundo mes, para tranquilidad de Yukio, el celo de Rin ante lo sucedido anteriormente se tardaría y pasaría normal como cualquier Omega, le dijo el doctor quien estuvo a cargo cuando Rin decayó. Sólo que, ya no podría calmarlos con supresores, por lo que debían de tener cuidado.

Era lo de menos, Yukio sabía lidiar con los pocos celos que Rin había pasado, y con ayuda de sus amigos, era menos pesado.

Suguro mantenía buena relación con sus socios, y estos no esperaban menos de él, tenía facilidad de palabra y podía llegar a tener acuerdos en los que ambas partes se vieran beneficiadas.

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—¿Rin? –le sorprendió ver al menor llorando, casi siempre era Yukio el más llorón —¿pasa algo? ¿Te sientes mal?

Preparado para llamar a una ambulancia o a sus amigos para que le ayudasen, solo sintió a Rin lanzarse a sus brazos y llorar.

Le acaricio con cariño la cabeza y espalda y no dijo más palabra alguna, esperando a que su hermano le dijera todo en su momento, o solo dejar que parara el llanto.

Le partió el corazón como nunca antes ver a su hermano así y no saber lo que tenía, no poder ayudarle, aunque sabiendo que el menor tarde o temprano le diría, era como un pequeño curita en la ancha herida.

—Lo siento- Lo siento –repetía hipeando y entre moqueos.

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Capítulo 19

Decisión

24 de marzo del 2019

Suguro llegó al lugar que Yukio le había dicho con anticipación, la agenda de Bon ese mes se encontraba algo justa y no era de los que fallaban.

Era de noche y las olas ante la hermosa luna se agitaban con más ánimo que de costumbre, camino por unos segundos, llegó un poco antes de la hora. Entre unas rocas, logró ver a una persona, y no cualquier persona, aun con el olor de mar, ese aroma le superaría por mínimo que fuera: zarzamora.

Su corazón palpito con rapidez, ese chico era el único que hacía latir así su corazón, que le ponía acelerado ritmo cardíaco. Y no fue mucho que supo que él Omega se dio cuenta del aroma de madera quemada.

Ambas miradas se encontraron, Rin bajo de las rocas mientras Suguro caminaba a su encuentro.

Cariñosamente y esperando un regaño por parte del menor, acaricio el rostro ajeno, más solo recibió un sonrojo.

—Yukio y Mephisto –el nombre de aquel Alfa en los labios de Rin le molestaba —debían estar aquí, pero sé que hace unos meses hablaste con ellos, yo hace unos días también hablé con ambos.

Espero a que el menor continuará, Suguro no apartaba la mano del rostro ajeno, viendo que no le molestaba. Conscientemente no necesitaba al chico, parecía tener todo bajo control, inconscientemente aquel tacto después de mucho era tan ansiado.

—Creo que- Lo que pasó solo fue- Algo que debía pasar solo porque así debía ser, solo eso, sin más, sin ninguna continuación, y quiero que lo sepas.

Sentía que aquello no iba a algo bueno, lo olía en el aroma de Rin, quiso acercarse más, el menor le detuvo con una mano en su pecho parando su intento —Suguro- Ambos tenemos nuestras vidas, y debemos darle un punto final a lo que paso y que no volverá a pasar.

Tenía paciencia, solo que escuchar eso era tener solo unas pocas gotas que se evaporaban rápido.

—Ambos podremos conseguir verdaderas parejas, quienes no sean tan diferentes o de cierta manera diferentes de nosotros.

La mano de Rin fue tomada y este tumbado al suelo con el cuerpo del mayor sobre el suyo —¡¿Qué haces bastardo?!

—¿Es lo que en verdad piensas? –cuestionó Suguro por fin, teniendo suficiente de lo que Rin habló —después de todo, viendo las acciones y nuestras palabras ¿Quieres terminar?

El menor desvío la mirada, en realidad no quería, era lo correcto, y hacer lo correcto estaba bien. El aroma de Bon le abofeteo en la cara, no le era fácil estar lejos de aquel Alfa, y menos cuando por fin, y después de terapias, había aceptado un poco su lado Omega.

—Si es lo que en verdad quieres- No te detendré –seriedad, una que le dio escalofrío, además de las palabras —no te haré estar conmigo a la fuerza.

—¡Hago lo que sé que está bien! –grito —¡no soy un niño, y no puedo estar solo haciendo lo que me hace bien a mí!

Se quito de encima del chico, dejando que este se sentara frente a él. La marea se escuchaba claramente.

—Empezamos mal lo que sea que empezamos, no estuvo bien de nuestra parte, cometimos errores y causamos molestias a los demás, por eso, no es solo hacer lo que está bien para nosotros, sino, hacer lo correcto para todos.

Tenía razón, aquel chico, sus palabras, sin embargo, su corazón no estaba de acuerdo con ello y le dolía. Tomó las manos ajenas y las puso entre las suyas, bajo la frente al pecho del menor, aspirar su aroma era relajante.

Escuchaba y sentía el palpitar del pecho ajeno, su acelerado corazón y sonrió imaginando el sonrojo del menor. Rin hacia todo lo posible por comportarse como un adulto, aquello eran en verdad tierno.

Beso sobre la camisa el pecho de Rin, la respiración de este se hizo más notoria.

Lo vio con seriedad y firmeza —quiero hacer bien las cosas contigo, y como dices, los dos retomamos nuestras vidas, aun con eso, yo te quiero a ti, y quiero una oportunidad.

Rin se perdió en las palabras y esa mirada, aquella que le decía la verdad. Bajo la mirada, su corazón latía por ese Alfa, los dos lo sabían, no era un secreto, aunque también estaba aquella su decisión de hacer lo correcto.

Suspiro, debía tomar esa noche una decisión definitiva.

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Capítulo 20

Obligación

05 de abril del 2019

Dejaron que él tiempo decidiera por ellos, que las cosas fluyeran como debían de ser, que los engranajes se acomodaron solos.

Se miraban, charlaban o más bien, peleaban por video llamadas y mensajes. Salían a caminar, disfrutar de una tarde de béisbol, comer un helado o solo, estar uno a lado del otro.

Y, Shima no tardo en dar la noticia que, olía a la distancia, su esencia mezclada con un olor maternal.

Konekomaru y Suguro fueron los primeros en felicitarlo, teniendo un tipo de rencor a la chica, pero también, manteniendo la distancia de aquel Omega marcado y premiado que, el mismo se mantenía lo más que podía alejado de su amigo.

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Rin se divertía con Neko y Ukubach, jugando retas en un centro de videojuegos. Maldiciones, regaños, y un agradable ambiente entre amigos que no cambiaría por nada.

Era agradable para ambos ver a su amigo alegre, el Rin que conocían, aunque una leve parte de ellos comprendían los sentimientos que el chico reprimía.

Era un Omega, necesitaba de un Alfa, y es que, entre más tiempo pase, temían que este volviera a pasar por lo mismo, aquello que lo tuvo al borde de la muerte.

No querían ver sufrir a su amigo, por lo que dejaban que este les contará a su debido tiempo. Al enterarse de que su profesora sería madre, todos le felicitaron y abordaron con preguntas, las cuales fueron respondidas con un fuerte golpe en la cabeza, nadie dijo más del tema.

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Acaricio su vientre, la ventana abierta permitiendo que el aire entrará con mayor facilidad. Recorría lentamente con los dedos de arriba a abajo, de un lado al otro, en círculos. Removiéndose entre las sábanas, acelerando su ritmo cardíaco.

—Un hijo –musito para sí, arqueado solo un poco la espalda. Su cuerpo necesitaba ser atendido, no por el celo, aun le faltaba para ello, sino por el mismo.

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Después de negociar y llegar a un acuerdo, Suguro cerró uno de los mejores tratos que pudiese imaginar, más tarde iría a celebrar con los amigos.

Estaba realmente feliz, además, un Omega nuevo que llegó a la empresa fue parte de aquel logro, ya que este dio el martillazo final al clavo para cerrar el negocio, ese joven de olor a caramelo.

—Buen trabajo –felicito Bon a sus compañeros rápidamente, tenía unos asuntos suyos que arreglar.

—¡Por favor Bon! –le abrazo por el cuello uno de sus colegas involucrados en el negocio —últimamente nos has dejado muy abandonados, por esta vez, quédate.

Otros más se le unieron, afirmando que en verdad ya hace tiempo que no salía con ellos a tomar algo, por lo cual, termino siendo arrastrado por ellos a un bar que frecuentaban, seguido también por el Omega quien, la mayoría sabía que gustaba del Alfa, y estos le ayudarían, sin saber que el hombre ya tenía a alguien especial.

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—Gracias por la comida –agradecieron para iniciar a comer, Ukobach y Rin se encargaban de la cena aquella noche en la que Mephisto se vio invitado por el menor de los Okumura, algo que, no le impresionó mucho.

Charlaron, se pelearon por algunos alimentos y rieron, rieron bastante y eso estaba bien para Yukio, ver feliz a su hermano era lo mejor para él, o en teoría, una de las cosas.

Terminada la cena, Neko fue quien terminó lavando los trastes al perder en piedra, papel o tijera contra aquel que también pendía de un hilo para lavar los trastes, Yukio.

Se acomodaron en la sala, continuando con la charla, el aroma del Omega y del Alfa parecía mezclarse y dar un ambiente agradable. Cuando Neko llegó, ya había empezado una película que habían rentado, tomo lugar en el suelo y se entregó al filme como los otros.

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Y es que, los instintos no siempre logran ser domados, eso lo aprendió esa noche Bon, quien no dejaba de maldecirse así mismo por lo que acababa de pasar, el Omega estaba más que feliz durmiendo plácidamente después de haber tenido la mejor sesión de sexo con aquel imponente Alfa.

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Capítulo 21

Cicatriz

05 de abril del 2019

Se detuvo de golpe, así como el aroma llegó a su nariz y le hizo retroceder con asco y enojo.

Neko y Ukobach se miraron sin comprender el por qué su amigo se frenó además de ponerse tenso. Rin empuño con fuerza y parecía que en cualquier momento golpearía a alguien, pero no fue así.

—¿Estás bien, Rin? –preguntó Neko preocupándose por su amigo.

Desde la mañana se decidió a hacer lo que mejor le pareciera, tanto a él como a los demás, una respuesta que le tomó tiempo, pero que por fin tenía y quería decir al Alfa Bon.

Sin mirarle, siguió de largo. No tardaron mucho en seguirle el pasó.

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Bon no estaba bien, y como estarlo. Desde esa noche de copas, terminó despertando a lado de un Omega que no era su Omega, pero quien le atendía y hacía reír, uno paciente y cariñoso. Le tenía afecto, y parecía que su Alfa interno se encapricho con ese chico, aunque su corazón pertenecía al rebelde y explosivo chico de aroma a zarzamora.

No podía pensar bien, además, había estado enviando mensajes y llamado a Rin, quien no le había contestado o respondido una sola vez, lo cual en verdad le enojo, aunque también le preocupo, ya que no estaba cumpliendo con el trato que había hecho a Mephisto de cuidar al chico.

Tomó el saco e informó a la secretaria que saldría, que le disculpara con aquellos con quienes tenía junta ese día.

—Suguro –ese aroma le atrajo como abeja a miel, quedando frente al chico —¿sucede algo? –su olor bajo la tensión y preocupación.

Sacudió la cabeza, debía dejar en claro todo.

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—¡Rin! ¡Rin! –no supieron en qué momento el chico Okumura se les perdió de vista, pero ahora debían encontrarlo antes de que algo loco se cruzara por la cabeza del chico.

Esté observaba la nada en uno de los puentes peatonales, no era estúpido ni perdería la vida por un estúpido Alfa, solo quería estar solo y tener diferentes ruidos que le alejaran de la mente aquel ahora mezclado aroma de Suguro con el del Omega dulce con toque de romance que, le haría vomitar.

Logró disminuir su olor para que no se notará, y resultó, los Alfas no notaban del otro su aroma por la mezcla de olores y gases en el aire.

No quería ver a nadie, no quería saber de nadie, en su pecho había un dolor latente que no sería fácil de curar.

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Capítulo 22

Alto

10 de abril del 2019

—Suguro –nombró a quien se encontraba tras el umbral de la entrada.

Agitado con las ropas removidas, como si hubiese dormido con ellas puestas, y al parecer, con un aroma intenso ya que Alfas se ponían en guardia y los Omega temían por hacer un movimiento en falso.

Su rostro igual hablaba por sí solo, molesto, irritado, el ceño fruncido y ojeras oscuras.

—¿Dónde está Rin? –su voz autoritaria, queriendo imponer donde quiera que fuera.

Yukio alzó la ceja, acomodo sus gafas y tomó aire —no se encuentra, tu olfato debió de haberlo detectado, así como tú instinto.

Lo quería atacar, su lobo quería acecharlo por atreverse a hablarle así, pero lo contuvo, no era una bestia. Asintió disculpándose por su anterior comportamiento y se retiró.

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Sirvió el té para ambos, ya había colocado algunos bocadillos en el centro de la mesa de madera. El hogar de Mephisto era demasiado diferente a como en verdad lo imaginaba, colores pastel, posters de actores, anime y videojuegos, figuras en 3d y otros artículos más de aquel fan del manga y anime.

—Me sorprendió que llegaras a altas horas de la noche, tú hermano me llamó preocupado por ti –a la llegada del chico en la madrugada, Pheles no le preguntó nada, solo lo llevó a una habitación para que descansará.

Lo que sí, habló con él mayor para que dejara de preocuparse, informando que el Omega estaba con él. Yukio podía confiar tanto en Izumo como en Pheles para el cuidado de su hermano, aunque como la chica debía cuidar las veinticuatro horas a su pareja en cinta, ahora solo quedaba Mephisto.

—Sería un interrogatorio en casa, solo quería distraerme y llegar a dormir sin cuestionamientos –eso lo entendía, sin embargo, también entendía la preocupación del mayor por el Omega, no era fácil, menos sin tener un Alfa o estar marcado, era un diamante en las calles llenas de lujuria.

Asintió —avisa a tu hermano o a mí, aun así, preocuparle es peor.

Bajo la mirada después de sorber un poco del té.

—¿Ocurrió algo con ese Alfa Suguro? –en realidad no iba a ser una pregunta, no quería hacer sentir mal o incómodo al chico, sin embargo, su aroma ya lo delataba.

Quería destrozar a quien le dio el permiso de ayudar y estar con Rin, quien defraudó la confianza que le dio y que pisoteo.

Pero no lo haría, no era de aquellos que atacará por un Omega, o por orgullo, y no era que aquel chico no lo valiera, ya lo había dicho, amaba a ese chico, pero, quería que este lo quisiera sin verse obligado a hacerlo. Regresando, el rostro de Rin mostró dolor e ira, los dedos que rodeaban la taza apresaban con mayor fuerza el objeto que sostenía.

Era un sí. Tomó aire y libero con lentitud, debía relajarse y dejar que el menor hablara.

No sabía cómo empezar, el principio era difícil, pero podía tener la libertad de hablar con Mephisto, ante todo.

—Tomé una decisión, pero creo que él ya había tomado una hace tiempo. Yo no quiero molestar a nadie, con todo lo que ha pasado, es lo menos que quiero, por lo que tarde en darle una respuesta que se al final, no le importaría.

—Estoy seguro, que espera por ella.

—¡No lo entiendes! Su aroma estaba mezclado muy fuertemente con el de un Omega, demasiado que Alfas y Omega se daban cuenta.

—No has hablado con él supongo –negó —¿Quieres decírselo?

—Ya no creo que haya necesidad de hacerlo- –quería llorar, apretaba los labios con fuerza —es un Alfa atractivo, con dinero y buena posición social, puede tener a cualquier Omega mejor que yo.

No, no, no. Le tomo del mentó e hizo verle —ningún ser es mejor que tú, nadie en el mundo –pocas veces veía esa seriedad en los orbes verdes del hombre, atractivos, atrayentes.

Su lobo se sentía bien, quería probar aquel Alfa, aun si su corazón le pertenecía a Bon, tan solo, quería algo más, diferente.

Acaricio con delicadeza la piel blanca de Mephisto, ese rostro que parecía no cambiar con los años, ojeras, mejillas, rozar con las yemas de sus dedos esos labios. Se estaba tentando como también tentaba al Alfa, no se negaría a algo con él.

—¡Rin! –los fuertes golpes lo sacaron del momento, el fuerte aroma del Alfa penetrando el lugar le fue excesivo.

—Aguarda aquí, después de todo yo soy el anfitrión –¿en verdad, había Alfas así? Se cuestionó después de ver a Pheles alejarse. Tan tranquilo por fuera, la realidad era que por dentro estaba como una fiera encerrada.

Abrió la puerta y mostró su mejor sonrisa, aunque aquello no detuvo a Suguro quien se metió con prisa en busca de ese chico.

—Puedes pasar –habló al aire cerrando la puerta, Bon ya se encontraba invadiendo la casa dando con aquel Omega —¿gustas un poco de té? –ofreció sabiendo que lo menos que quiere el Alfa era algo que ver con él.

—Tenemos que hablar.

Rin le miro con molestia frunciendo el ceño —esta no es tu casa para que llegues a dar órdenes.

La tensión era abrumadora, pero ninguno de los presentes se veía afectados, y menos Rin, quien siendo un Omega debía estar en pánico al estar en medio de una posible pelea de Alfas. Pero, Rin sabe que no es un Omega normal.

—Siéntate, por favor –tras esas palabras amables, se escondían unas graves.

Suguro obedeció, todo aquello empezaba a hacerle olvidar sus modales. Tomó asiento en un espacio frente a Rin a un costado de Mephisto, quien seguido de coloco en su lugar, esperando el inicio de aquella conversación.

—¿Y bien? –cuestionó Mephisto en busca de quien iniciaría.

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Capítulo 23

Intención

14 de abril del 2019

Se hablo las cosas como gente civilizada, algo que en verdad llevó mucha fuerza de voluntad para no lanzarse a golpear al compañero de a lado, paciencia para escuchar sin intervenir.

Mephisto, quien era el mediador de aquella reunión, el más viejo de todos y un Alfa capaz de controlarse y controlar su alrededor presto suma atención a ambos, preguntando detalles y dando su punto de vista.

Al final, sólo quedaba que cada uno diese su conclusión y respuesta final del asunto. El día despejado y caluroso, unos más que otros se quejaban de aquel clima de infierno hasta que entraban aun lugar con aire acondicionado.

Shima había dado a luz a un hermoso niño de cabellos morados como su madre Alfa, y orbes de su padre. Se encontraba en su nido, ni él ni su Alfa permitieron, fuera de doctores Beta, que entrarán con él, hasta pasado unas semanas, y aun así, bajo la atenta mirada de águila de Izumo.

Suguro sólo podía llamarle por móvil, tanto por precaución como por la advertencia de aquella Alfa sobre protectora.

Todo lo contrario, con Rin, quien podía entrar y salir con total familiaridad, también Neko y Ukobash y Konekomaru.—Fuiste tú el que comenzó todo esto, el que me siguió buscando –hablaba Okumura —si nuestro lobo interno nos llamaba-

Seguían con sus vidas, al final no lograban llegar a un acuerdo justo, no sabían cómo, solo se daban distancia.

Una que, comenzó a provechar el Omega de la oficina, y más si era ayudado por los otros.

—Ya basta –paró lo que sea que este planeando, aquella voz y aroma hizo temblar al Omega —quiero ser honesto contigo, yo en verdad desde ese día, me eh disculpado contigo por lo que paso, y la verdad eres un buen compañero y trabajador, pero no te veo de esa forma que tú me miras.

—Sabes, algunas cosas tarden en ser, los árboles tardan en crecer y echar raíces.

Aquel Omega era habilidoso, su aroma lograba frenarlo y relajarlo por más que esté se enojara.

—Yo amo a alguien.

—Lo sé. Por eso estoy- Yo.

Le tomo por los hombros —no quiero lastimarte, tampoco que te imagines algo que no-

Le beso pasando los brazos por el cuello ajeno. Lo retenía con fuerza, su aroma lo envolvía, quería que entendiera que, era su decisión y que, se arriesgaría por él, lo amaba con todo y no se rendiría.

Bon no se impuso, tenía tiempo deseando una íntima relación, aunque su ser le insistía que no era lo correcto, por lo que, con toda su fuerza de voluntad, lo separo.

—Yo puedo ser ese Omega que necesitas –susurro el chico —solo, una oportunidad, no necesito más que eso para mostrarte que en verdad, somos uno para el otro.

Suspiro —yo en verdad amo a otro Omega, no puedo darte una oportunidad.

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Rin jugaba con el pequeño crio de Renzo, mientras este tomaba una ducha, aquello removió algo dentro del interior de Rin, un asunto que había olvidado.

Llegando Izumo, este se pudo ir a su casa, en realidad a la pareja no le hubiera molestado que el chico se quedara a pasar la noche, ya que era demasiado tarde, pero este como siempre se salía con la suya.

La noche era tranquila, algunas pocas personas aún rondaban por las calles, entre ellos, un grupo de Alfas esperando una orden.

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—Rin está tardando –comentó Yukio tomando su móvil y marcar a su compañera Kamiki, Mephisto ya había salido con prisa del lugar.

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Capítulo 24

Vida

06 de mayo del 2019

Los Alfas tienen ese radar especial como mecanismo de velocidad que los hacen llegar a tiempo récord a su destino con su Omega, Mephisto no es la excepción a esto, y el segundo a llegar a limpiar el desastre menos.

Liquidar a esos Alfas hambrientos por un Omega fue un trabajo sencillo para el hombre, y más si el Omega es Rin Okumura con tendencia Alfa. El orgullo de todo Alfa es tener a su Omega bien cuidado, pero, para Pheles le sería una medalla, no, más que eso, que Rin fuera su Omega, ese diferente de otros, y no por querer lucirlo como tal, sino por algo distinto.

Suguro era el menos indicado de quererse lanzar sobre Mephisto para demostrar ser el más fuerte y tener el respeto de Rin, que, si bien lo conocía al menor, sabría que eso sería el acto más estúpido, y ¿qué fue lo que pasó?

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Ryuji seguía con el Omega discutiendo sobre ser su pareja y todo el paquete hasta que, de nuevo, la voz de auxilio del lobo de Rin le llamó, dejando por fin en claro que no quería nada con él.

Salió disparado olvidando y dejando a todos a su paso, aquel Omega estaba en peligro y no dejaría que alguien le pusiera un dedo encima. Al llegar, este abrazaba a Pheles, lo que le hizo hervir la sangre creyendo que este le causó algún daño cuando en realidad, no noto al llegar a los Alfas tirados en el suelo con golpes.

—Te di una valiosa oportunidad, y no supiste usarla –le dijo Mephisto al otro, quien por dentro quería golpearlo.

—Rin es mío –defendió como todo Alfa —y él lo sabe, así que tu déjalo, tú eres el que perdió su oportunidad.

—¡Nadie perdió nada, no soy un objeto! –calló a ambos Rin, quien no se separaba de los brazos de Pheles —además- No deberías de estar aquí-

—Claro que debo estar aquí, no él –señalando a Mephisto —¿acaso olvidaste lo bien que estas a mi lado?

—Parece que tú sí.

El aroma del otro Omega estaba fuerte en Suguro, suspiro —no tengo excusa, ni pretexto. Estuve con ese Omega –respondió.

Como lo suponía, en verdad, en verdad era un estúpido, nunca debió dejar que algo más hiciera debilitar su ser, ya estaba bastante bien controlado hasta que ese Alfa llegó a crear ideas tontas que no podía ser, siempre ha ría un mejor Omega que él, lo sabía, era algo que, ni siquiera a Mephisto podía decirle.

Estaba mentalmente agotado, quería descansar, se sujetó bien a Pheles —estoy cansado-

No dijo más palabras, Mephisto lo cargo. Suguro después de su confesión, se mantuvo con la mirada baja, aquello sería lo más doloroso que pudo pasarle hasta ahora, que Rin se fuera con Pheles y no con él.

Un Alfa perdiendo ante otro delante del Omega que amaba, era imperdonable ¿Qué debía hacer? No podía hacer nada. Eso era todo, había acabado, todo por su estúpido control de mierda que no logró controlar.

Golpeó la pared contigua, la sangre brotó con rapidez cayendo al suelo, manchando su ropa, pero eso no le preocupada, tampoco la gente que lo vio, nada.

Solo quería.

Quería a Rin.

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Al llegar, Yukio reviso a Rin de pies a cabeza, cuestionándolo, pero el Omega gracias a Mephisto pudo irse a recostar y quedarse perdido en el cansancio que lo hizo dormir profundamente. Aquella adrenalina, el hecho de haber sido derrotado por aquellos Alfas y ser violado no era nada agradable de recordar, la pesadez del cuerpo y el cansancio le hicieron caer rendido.

No pensó en ello, la adrenalina había bajado y ahora sólo dormía. Kuro y Ukobach llegaron, enterándose de lo sucedido y, subir para cuidar el sueño del Omega, el cual no hace muchas noches había tenido pesadillas y fiebres de noche sin razón alguna.

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La botella antes llena, ahora estaba a menos de tres cuartos de su contenido inicial, la corbata y abrigo tirados en el suelo, la cortina recorrida dejando ver la ciudad de noche.

Tomó el vaso, llenándolo del licor ámbar y beberlo de un trago, ya era inmune al ardor del licor en la garganta como las lágrimas por sus mejillas, no había sentido una pérdida tan grande como esa, y ahora no estaba Renzo o Konekomaru para, aunque sea aconsejarle o estar a su lado.

Era un estúpido, una mierda que, tuvo lo que quería delante, pero que en verdad no supo valorar. Sabía que era más doloroso para Rin, lo sentía, y era lo que más dolor le daba.

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Capítulo 25

Conversación

14 de mayo del 2019

Final del camino llega aquí.

A veces lo más hermoso que la vida nos regala, es aquello que más dolor y sufrimiento causa,

pero aprendemos de ello.
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Había tomado una decisión, una a la cual debía ser fiel, y por la cual, no permitir que nada ni nadie interviniera.

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Cargaba aquel bebé con alegría, un corazón roto que no demostraría, pero que su alrededor notaba.

Shima e Izumo le miraban no con lástima, jamás, sino con respeto, lo apoyarían en todo lo que él decidiera, serían unos pilares más que lo sostendrán para no caer.

Kuro y Ukobach le acompañaban como siempre, hablando de cualquier tema menos lo amoroso o relacionado con lo sucedido, pronto los hermanos Okumura regresarían a París.

Mephisto habló en secreto con Yukio, el cual al saber todo, su reacción fue querer ir a golpear al Alfa que se atrevía a jugar con Rin, más, sin embargo, Pheles le dijo también, o más bien recordarle lo sucedido en el hospital y la gran ayuda que fue en ese momento, aun así, Yukio no estaba muy contento con eso, aunque por el bien de su hermano fingiría que todo estaba bien, regresarían a Francia como quedaron, como Rin decidió.

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Suguro trabajaba, no hacía nada más que eso desde ese día, la noche la pasó bebiendo hasta que salió el sol, y con los primeros rayos la decisión que hizo añicos su corazón.

Compañeros y amigos intentaban por todos los medios hacerlo salir de ese círculo de trabajo del cual se metió, pero nadie era capaz de hacerlo.

El Omega que le causó problemas, había renunciado e ido con un Alfa de más categoría con el cual, al final del mes se casó y esperaba un cachorro.

Su madre estaba feliz, ver tan motivado y entregado al trabajo a su hijo, más su padre estaba triste, no quería una vida así para su hijo, su único hijo.

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La vida sigue.

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Un Omega y un Alfa destinados a estar juntos que iban encontrar, así les doliera en el alma, por la felicidad del otro, una que no existía.

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Los celos de ambos durante los tres siguientes años fueron un tormento, su humor del demonio en aumento, un estado físico y emocional totalmente decaído, se necesitaban, pero ¿Qué es más fuerte?

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En un café de París, Ryuji esperaba a unos clientes para cerrar el trato, el lugar era elegante con buena vista al arco del triunfo, muy poco tenía de pared de cemento, sino de vidrio con detalles de flores, en verdad hermoso, macetas colgantes, mesas con tela blanca y vajilla de cerámica azul.

Las chicas Omegas sentían el aroma hostil del Alfa, por lo que se mantenían lo más alejadas posibles, los Alfas presentes observaban al enemigo.

—Ya viste –escucho el chillido de más de una chica.

Murmullos que empezaron a elevarse, lo cual le irritó más que esperar a sus clientes.

Un olor que no podía olvidar llegó a él, su mirada dio a una azulada, impactada de ver la ajena.

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Tanto Rin como Suguro habían cambiado, el chico Omega tenía un cuerpo más formado, sexy y atractivo, el Alfa un poco más de barba, fornido y galán para el Omega, sus lobos internos solo gritaban una cosa ¡dejen el orgullo ya!

—Al final obtuviste tu propia empresa –rompió el silencio Rin, su traje blanco y esa camisa azul rey con corbata plata no hacía más que incitarlo a deshacerse de ella —no creí que fuera al cual tendría como socio de este negocio.

—En verdad terminaste una carrera-

—¡¿Qué quieres decir con eso idiota?!

—Que eres un hombre.

El sonrojo del Omega aumentaba su deseo a él. Rin no estaba mejor que Suguro, en realidad su celo no tardaba, y aún sin él, deseaba follar con alguien, no había tenido tantas ansias de hacerlo desde que un leve olor a madera, conocido llegó a su nariz iniciando ese deseo.

—En el folder viene todo ya impreso, igual envié un correo –se aclaró la garganta Ryuji para proseguir, no fallaría a su promesa, ya había hecho sufrir a ese chico, solo cumpliría con hacer el trato y se iría de París esa misma tarde.

No fue más de una hora que cerraron el negocio, estrecharon manos.

—Okumura –la mano del mencionado no quería soltar la suya.

Bajo la mirada, quería llorar, aunque no lo haría, quería y a la vez no soltar la mano de ese Alfa, gruñó haciendo alzar la ceja de Ryuji.

—Di mi nombre- –quería escucharlo, solo una vez más —por favor-

Suspiro —Rin-

El corazón del chico latió con fuerza ¿creen que dejaría de nuevo libre a ese Alfa?

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Así que- ¿Lo dejaste ir? –cuestionó Kuro por la videollamada con Ukobach a su lado, ambos se encontraban en un "mochilaso" por Perú.

Rin se golpeaba contra la pared la cabeza mientras con una mano sostenía el móvil —no tenía aroma de ese Omega.

Perdimos la cuenta de cuantas veces te lo hemos dicho, si lo quieres tómalo y ya.

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Como dijo, se iría esa misma tarde, sin embargo, el destino quería retenerlo en París por más tiempo. Los vuelos estaban temporalmente suspendidos, por lo que volvió al hotel donde se supone no se quedaría, no sólo iba por negocio, sino también de vacaciones obligadas por sus compañeros y socios.

No se quedaría ahí, así que se fue al hotel. De camino y sin tener prisa, visitó algunos lugares, los cuales había visitado de joven, y, el destino amaba verlo sufrir.

El Omega estaba en uno de los parques que visitaba, recargado sobre un frondoso árbol, pareciera que lo estuviera esperando, desvío la vista y a punto de retirarse cuando, cual rayo Rin le sujeto del brazo.

—Quédate conmigo –¿Qué eran esas palabras?

Primer intento de soltarse, Rin soltó un poco de su aroma —suéltame. Te lo advierto.

—No me retes, Ryuji.

Río —¿Un Omega retando a un Alfa? –le vio directo a los ojos, intimidándole —quisiera verlo.

¿Por qué se comportaba así? ¿Después de tanto tiempo, en verdad ya no sentía nada por él? Mentira.

Se le abrazo y dejó escapar más de su aroma —quiero que me escuches, y cualquiera que pase por aquí. Yo- Fui un tonto cobarde, debí pelear por lo mío y no huir como un cobarde, aunque eso también me hizo crecer- Dejar de ser ese niño, ser un hombre, yo, te agradezco Suguro.

De un tirón se lo quitó de encima —de nada –se fue.

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En el bar, Suguro tomaba sin nada en mente, escuchaba los anuncios de la pantalla de plasmas en la esquina sobre la barra, algunas parejas y amigos tomando y charlando.

Pidió de nuevo el mismo trago, lo bebió de golpe y dejó pagada la cuenta más la propina, los vuelos aún estaban parados, se ducharía y dormirá un poco.

De nuevo el aroma a zarzamora.

Frente al elevador, la mirada de Rin era desafiante, chasquea la lengua y pasó a su lado, presionando el botón a su piso, Rin se metió en este antes que las puertas se cerrarán por completo e impedir que Suguro intentara bajarlo o parar el elevador.

—Un Omega muy ofrecido –intentaba alejarlo, y es que no sólo por no querer volver a lastimarlo, sino también porque su celo estaba cerca, sino es que encima de él.

—Soy más Alfa que tú, imbécil –le tomo del cuello y lo estrelló contra la pared, sus orbes se cristalizaron —hay que tener pantalones para dejar el orgullo ¿sabes? Saber que es tu última oportunidad de tener lo que amas.

Ambos llegarían a su celo.

—No quiero que pases más males por mi culpa, entiéndelo.

—Me sigues amando.

Mierda.

Ambos aromas se mezclaron en aquel pequeño espacio, y Dios ampare a quien pare o quiera subir con ellos.

—Nunca dejé de amarte, no estuve con nadie más desde ese día –el agarre de Rin se aflojo, Ryuji acaricio con suavidad la mejilla ajena —jamás quise lastimarte, me odio por haberte hecho llorar, por hacer daño, sufrir.

No soporto más, Rin se sostuvo como pudo de Suguro, quien le sujeto de la cintura para que no cayera, y es que, ambos llegaron a su celo al mismo tiempo, Ryuji se calentó cuál caldero de inmediato, Rin dilatado y húmedo con necesidad de ser follado en el momento.

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Y si, tuvieron que detener el elevador, impedir que lo usarán, y hasta fue puesto en custodia para que nadie interrumpirá a la pareja que follaba cuál si no hubiera un mañana en el elevador. Pobre de quien le toque limpiarlo.

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Días después que se calmó el asunto, que pasaron su celo y que se disculparán y pagaron por los daños, Rin y Suguro estaban juntos. Claro, Ryuji habló con Yukio y Mephisto. De nuevo.

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—No te creo esta historia hermano –hablo sin humor alguno Amaimon al mayor, quien disfrutaba del sol en la terraza.

El otro de cabello corto verde comía pastelillos.

—Como quieras, yo solo cuento lo que en verdad paso.

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—Por última vez, quiero que salga bien –Yukio masajeo las sienes que le comenzaban a salir. Este se encontraba ayudando a Ryuji en sus votos.

Lo habían estado practicando toda la semana como para que se le olvidarán en el día más importante.

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Rin caminaba de un lado al otro, fingiendo estar bien, pero la verdad era que estaba que moría del miedo, y es que estar a nada de casarte era algo que no podía describir.

Por fin llegó el momento, Ukobach y Kuro le empujaron para la suerte, comino por la alfombra al altar, familiares y amigos cercanos sentados a los costados del pasillo. Ryuji dándole la espalda.

Al llegar, no era el único con nervios, Suguro sudaba, tomó la mano de su futuro esposo, y sonriéndole, este le devolvió la sonrisa.

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La boda fue un éxito, Suguro dijo también sus votos que Yukio lloro por ello. La fiesta fue todo un desastre de la buena manera, brindaron, bailaron, sirvieron la comida y el pastel.

Y antes de la media noche, cual ladrones los novios se fueron.

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Rin se encontraba sobre la espalda de Suguro, ambos tenían unos minutos de haber terminado su dosis de pasión, por lo que se encontraban en total calma.

—Gracias –agradeció Ryuji.

Rin no entendió aquello —¿Por qué?

—Por ser ese Alfa que necesitaba.