CAPÍTULO LXXXIII

TRAICIÓN

(Hace casi cinco años)

"Si tuviera que describir cuál es mi concepción del infierno, diría que es esta. ¿Su aroma?, su aroma es a sangre y carne quemada y sus habitantes lejos de ser criaturas, son hombres que a toda costa buscan sobrevivir. Aquí da lo mismo si es de día o de noche, esos demonios no descansan", pensó la peliazul mientras se encargaba de los heridos que ingresaban a su tienda de campaña.

"Aquí hay otro", expresó uno de los sanitarios al mismo tiempo que colocaba a un hombre sobre la mesa de operaciones.

"¿Cuántos más habrá esta noche?", limpiándose el sudor que acudió a perlarle la frente, murmuró.

"Afuera hay una carnicería, será un milagro si al amanecer estamos con vida", una de las enfermeras, con el uniforme empapado en sangre y sudor, aterrorizada gimió.

Ante sus palabras por un breve instante Mizuno cerró los ojos; "¿Lo viste?"

"Si, señora. Él está bien, atendiendo a los que por sus heridas aún pueden combatir"

"Gracias, ten mucho cuidado... Espera, por favor dile que yo también me encuentro bien"

"Como ordene", haciendo el debido saludo contesto. "Hace tres días que el combate inició y desde entonces no la he visto descansar. Admiro mucho la fortaleza de esa mujer", pensó y en rápida carrera volvió al campo de batalla, de donde tomaba a los heridos más graves para llevarlos a esa fría mesa. Sin embargo aquello ya no sería posible, ni el mensaje de la médico sería entregado. Y es que una bala disparada desde el otro lado de la trinchera sello el trágico destino de tan valiente chiquilla.


(Presente)

Y como entonces de nuevo sucedió, la tierra se estremeció en medio de un violento rugido que amenazó con resquebrajarla y devorar todo en sus incandescentes entrañas.

Para agravar la situación, el suministro eléctrico se vio afectado, dejando a toda la ciudad en penumbra y soledad. Y es que sus asustados habitantes pronto buscaron refugio en sus hogares.

"¿Qué pasa?", fue la pregunta que dentro del teatro resonó.

"Debió tratarse de una tubería de gas", Pavlov señaló.

"El generador de emergencia se encendió, sin duda hay un corte de energia"

"Ustedes, ¿Qué esperan?, vayan y revisen", el general ordenó.

"Si, señor", acatando, media docena de oficiales se dispuso a hacerlo.

"Ivanovich, pídale a los asistentes que guarden la calma a fin de evacuar el recinto"

"Si, señor", el oficial contestó y dirigiéndose hacia el escenario, a través de los altavoces transmitió la orden del superior. "No, no creo que se haya tratado de una tubería de gas", observando a los hombres que mantenían encendidos sus cigarrillos, pensó. "Por seguridad de todos eviten usar fuego", aún así recomendó.

"Esto es inconcebible", el coronel Feodorenko, representante del general Mikhailov, negó con la cabeza.

Mientras tanto en los jardines y en medio de la abrumadora oscuridad, se llevaba a cabo una rápida movilización por parte de los militares.

"¡Dioses!", confundida Michiru se quejó.

"¿Estás bien?", Haruka cuestionó, y es que el impacto terminó por desestabilizar sus pasos, provocando que ambos cayeran con cierta violencia.

"Si, creo que sí", llevándose una mano a la cabeza, respondió.

"No estás herida", comprobando que de verdad se encontrara bien, señaló. "Tenemos que ir a un sitio seguro", dijo tomándola en sus brazos, cosa que a ella ruborizo.

"Estoy bien, puedo caminar"

"Aún así deja que yo te lleve", respondió a lo que ella terminó echándole los brazos al cuello. "¿Dónde está Fiódor?", en vano trato de ubicarlo.

"¿Qué ha pasado, coronel?"

"No lo sé… ¿Qué sucedió?", dijo para ella y luego cuestionó a un grupo de oficiales que palmo a palmo trataban de revisar el lugar.

"Una tubería de gas explotó", uno de ellos respondió y apenas lo hizo, dos explosiones más se hicieron sentir, siendo la primera la que bloqueó el acceso del teatro e hirió de gravedad a los que lo custodiaban.

La segunda explosión, la cual tuvo lugar en el subterráneo, terminó por derribar el ala norte del edificio, dejando como resultado la muerte no solo de una centena de oficiales.

"Tenemos que evacuar cuanto antes", Volkov gritó.

Una densa capa de polvo y humo se apoderó del recinto, lo que terminó por despertar el caos.

"Por favor guarden la calma, todos conseguiremos salir… ¡Maldición!", nervioso Ivanovich pidió.

"¿Qué pasa?, ¿Por qué no abren las malditas puertas?", Volkov grito.

"Están cerradas por fuera", Ivanovich respondió.

"¿Que no hay nadie cuidándolas?, ¿Por qué nadie viene a sacarnos?", Sokolov, el segundo representante del general Mikhailov, cuestionó.

"Se supone que si… nos queda la salida de emergencia, está del otro lado", Pavlov señaló.

"Imposible, es demasiado estrecha. Si intentamos salir por ahí podría ser peligroso. Todos tratarán de hacerlo al mismo tiempo", dijo el oficial Katin.

"Es verdad, pero si no hacemos algo todos terminaran asfixiándose"

"Debemos correr el riesgo", Volkov habló. "Ustedes, diríjanse hacia ese punto y coordinen la evacuación, tiene que ser de la forma más ordenada posible"

Pero contrario a lo que él dijo, la ansiedad pesó más que la prudencia, lo que provocó que el gentío corriera hacia ese punto, formando una mortal avalancha humana.

"Esto no es normal, parece planeado", ayudando a su amada a ponerse de pie luego de una segunda caída, Haruka murmuró. Observando hacia el debilitado edificio, contempló cómo las nacientes llamas comenzaban a extenderse por el techo. "Se han quedado atrapados, debo hacer algo"

"No puede dejarme sola", asustada la aguamarina gimió.

Aunque presa de la indecisión, el joven se aferró a ella con todas fuerzas, cuidando sus pasos para no tropezar. "Te pondré a salvo, luego volveré para ayudarlos", agregó observando al grupo de oficiales que arribó.

La puerta de emergencia por fin se abrió, permitiéndoles el paso, pero en lugar de ser recibidos por el fresco viento de la noche, lo fueron por una lluvia de disparos que provenían de todas direcciones, lo que terminó por provocar más muertes, incluidas las de algunos civiles.

"Debe tratarse de una maldita broma", llevándose las manos a la cabeza, incrédulo el general masculló.

"Pues si es así, ¡vaya maldita forma de festejar su cumpleaños!", furioso Feodorenko masculló.

Haruka y Michiru, tumbados pecho tierra consiguieron arrastrarse dentro de una jardinera.

"¿De nuevo está pasando?", embargada por el llanto ella preguntó.

"No te muevas", formando con su cuerpo un escudo para protegerla, el rubio respondió. Sin embargo un dolor punzante en su brazo pronto lo distrajo. Sabía a qué se debía esa sensación. "¡Demonios!", se quejó, guardando en lo más profundo de su pecho un grito de dolor.

Tomando sus posiciones, los oficiales que pudieron salir ilesos y aquellos que cuidaban los alrededores, lograron ubicar el punto desde el que estaban siendo atacados, lo que dio inicio a un feroz fuego cruzado.

En medio de su ambición y decidido a todo para recuperar el control de la nación, Gunther desató esa pesadilla de cara a la realidad.


(En la clínica de Mizuno)

El retumbar de las sorpresivas explosiones rompieron la mayoría de los cristales, hiriendo de paso a una de las futuras médicos.

"No te muevas", dijo una de sus compañeras mientras se encargaba de atenderla.

"¿Qué está pasando?", consternado cuestionó el joven Fritz.

"Espero y no sea lo que estoy pensando", temerosa Mizuno contestó, y es que fue como regresar a ese maldito día en que el ejército irrumpió en su clínica y por la fuerza se llevaron a su amado Richard.

Y como es natural, el griterío y el llanto de los más indefensos se apoderó del lugar, lo que la hizo volver a la más horrida realidad.

"Capitana, tenemos que evacuar hacia el sótano. Comencemos con los bebés", otro de sus estudiantes expresó.

"Si, ustedes ocupense de ellos. Mina, nosotros vamos por los adultos. Prepárense, sin duda recibiremos a muchos heridos"

"A la orden"

"Luego de lo sucedido se supone que no habría más guerras, ¿Cuántos inocentes van a morir esta noche?", impotente la peliazul pensó.


(En la prisión)

El bullicio que de afuera provenía provocó que el nerviosismo de todos despertara, llevando a algunos a escalar los muros de sus celdas en un intento por saber qué era lo que pasaba.

"¿A qué se deben los disparos?", iluminados por unas cuantas velas, unos a otros se cuestionaron.

"¿Se tratara de una invasión de parte del ejército de occidente?", ante esa callada enemistad entre ambas naciones, uno preguntó.

"Imposible, aunque no hay que descartarlo"

La puerta principal se abrió, dando paso a un agitado oficial, quien había sido alcanzado por los disparos.

"Es una maldita revuelta", débil a consecuencia de la pérdida de sangre, se dejó caer al suelo.

"¿Será posible?"

"Mejor dicho, ¿Quién será el idiota que esta detrás de esto?"

"Lo sostengo, los hombres de Volkov son unos imbéciles que ni siquiera pueden mantener el orden", el infame Kozlov, que aún no había sido enviado al Sur, masculló.

El teléfono sonó a lo que el encargado no tardó en responder, sosteniendo una rápida conversación con el interlocutor; "Como usted ordene, señor", dijo y acto seguido colgó. Tomando las llaves, se dispuso a cumplir la orden de Ivanovich. "Todos fuera. Es hora de redimirse", gritó mientras iba abriendo las pesadas rejas.

"¿Nos dejan en libertad?", Morozov cuestionó.

"Vayan y peleen contra esos idiotas y su condena será perdonada… a formar"

"¿Cómo sabremos contra quién atacar si estamos a oscuras?", fue la pregunta obligada.

"La orden es que contra todo civil armado que suponga una amenaza", fue la respuesta.

Otro oficial se dispuso a entregarles sus viejos uniformes mientras que uno más los dotaba de armas y municiones.

"Hora de regresar a la acción", emocionado expresó un joven capitán.


(En el teatro)

Adolorido y sin casi fuerza, Haruka continuaba aferrado a ella.

"¿Se trata de un sueño?", ella gimió. "¿La guerra no ha terminado y aún estoy en ese sótano?, no, imposible… sin duda en cualquier momento despertaré", centrando toda su esperanza en que así sería, cerró los ojos a la espera de que el sol se posara en sus mejillas y la liberara de esa alucinación.

"Me gustaría mucho que así fuera", tiñendole el vestido con el rojo de su sangre, él replicó.

Mientras tanto, apostados en las ventanas y a lo largo de las calles, los civiles armados en complicidad con el cazador disparaban en contra de todo militar.

"¿Pensaron que nos íbamos a quedar sin hacer nada?", el calvo amigo de aquellos dos, enloquecido grito.

"No son más que una horda de imbéciles"

"Tuvieron oportunidad de largarse, pero prefirieron quedarse. Sufran las consecuencias"


(En algún lugar)

Envuelta en su capote y con la infame arma de Dietter en sus manos, a prisa Lita corría escaleras arriba.

"¿Estás loca?", detrás de ella y cargando las pesadas municiones, Dimitri preguntó.

Pateando la puerta que los llevaría hacia el techo del edificio que ocupaban, la castaña asintió y luego se tumbó pecho tierra.

"Lo estaría si me quedo sin hacer nada", ubicando a unos de los perpetradores preparó el arma, luego comenzó a disparar hacia las ventanas. "Vasia, por favor no me abandones"


(En el ático)

Emocionado ante la sinfonía creada por el retumbar de las armas, Gunther se regocijaba.

Quedándose entre las sombras y al igual que el hombre que ordenó la guerra, lejos de ser un héroe era un maldito cobarde.

"Esto no podía seguir esperando, aunque me hubiera gustado deshacerme de más de ellos. De esa forma su armada estaría aún más debilitada", asomándose a la ventana, contempló el infierno que en medio de su locura creó.

"Atacar el teatro con muchos de ellos dentro funcionó. Murieron más que con el asunto del alcohol", Helmut señaló.

"Es una lastima que ese tal Wilhelm ni los otros estén vivos para contemplar que el plan funcionó. Debo reconocer que tenías razón cuando sugeriste conseguir ayuda"

"¿Ahora que sigue?", su hasta entonces mejor amigo cuestionó.

"Esperar el momento indicado para tomar el control total. De una cosa estoy seguro, al amanecer seremos nosotros quienes demos las órdenes", confiado y orgulloso replicó.

"Los otros ejércitos podrían venir a intervenir"

Consultando su reloj, el alguna vez pelinegro negó con la cabeza y entonces a lo lejos media docena de detonaciones se hicieron sentir.

"Ahí tienes tu respuesta. Todos están muy ocupados con sus propios problemas como para meterse en los de otros"

Helmut sonrió al mismo tiempo que negaba con la cabeza; "Estoy seguro de que nadie se lo esperaba, aunque muchos civiles moriran"

"Y lo merecen por cooperar con ellos. Por rendirse cuando estábamos tan cerca de ganar la guerra", contesto mentiras tomaba su negro uniforme para vestirlo. "Esta nación debe volver a ser fuerte, limpia de indeseables y cobardes"

-Flashback. Hace casi un año-

El pelinegro oficial del Norte, que no era otro más que Gunther, firme apuntó a la cabeza del oficial del Sur y disparando, dio como resultado la violacion al pacto establecido entre ambos ejércitos, lo que significó que el sanguinario combate se reanudara.

"Así tengamos que morir, nadie se da por vencido", burlón grito viendo cómo de nuevo la pesada artillería era accionada.

-Fin flashback-

Envuelto en su uniforme, Gunther se vio al espejo y cerciorándose de que su cabello estaba en orden, preparó el arma.

Aquello sin duda fue algo que tomó por sorpresa al alguna vez castaño. "¿A dónde vas?"

"Lo sabes", orgulloso el cazador contestó.

"Pero el plan es que una vez que ellos se rindan, tú vas a salir a tomar el control. Si mueres, ¿Qué va a pasar?, ¿Quién va a ser tu sucesor?"

"Eso no pasará, además cambié de idea"

Helmut sonrió un poco y vacilante negó con la cabeza; "Por favor no me malinterpretes, pero por como actúas siempre he pensado que estas enamorado de ella, de tu propia hermana… aunque claro, es enfermo siquiera pensarlo", se atrevió a decir.

Ante sus palabras Gunther detuvo sus pasos y volviéndose para verlo, también rió; "Pero que cosas dices", dirigiéndose de regreso, se colocó frente a él y del cinturón tomó su daga.

"¿Qué haces?", titubeante cuestionó.

"No eres mas que un idiota", Gunther dijo mientras la hundia en lo más profundo de sus entrañas.

"Hijo de perra…", Helmut masculló mientras las fuerzas lo abandonan. "Tu estupida hermana… esa perra… esa maldita zorra…", ahogándose en su propia sangre, se llevó una mano al pecho.

Burlon Gunther se inclinó un poco, tomándolo por el cabello; "Te voy a contar un secreto. Michiru no es mi hermana, su padre fue tan imbécil que aún antes de que yo naciera me reconoció como su hijo. No sé ni me interesa saber quien fue el maldito indeseable que me dio la vida", enfurecido a causa de lo que él consideraba un vergonzoso origen, murmuró a su oído.

Helmut llevó ambas hacia el cuello del hombre en un intento por defenderse. "Suéltame"

Gunther tomó su arma y colocándola en la frente del malherido hombre, sin un ápice de remordimiento disparó.

Observándose al espejo, se limpió la sangre que manchó sus mejillas. Luego en medio de los disparos y sin importarle ser alcanzado, abandonó su cobarde escondite, dirigiendo sus pasos hacia lo que alguna vez llamó hogar…


Notas de autor;

Michelle; No puede dejarla sola, la ciudad ha vuelto a ser peligrosa y aún peor, su hermano que está al acecho.

Kaiohmaru; Cuando para Amy todo parece volver a la normalidad, hay algo que la devuelve a los días más tristes de su vida. Pareciera que la felicidad no está hecha para ella.

Isabellcota; Y al igual que Adrastos, Gunther también es un cobarde. Deja que otros se maten mientras que él solo piensa en lo que le conviene. Es todo un psicópata.

Isabelle; Cuando todo pintaba bien tuvo que pasar esto. Una lastima que Helmut no haya alcanzado a decirle lo que sabe, porque sin duda Gunther habría terminado de enloquecer. Y habría estado bien porque hubiera podido echar abajo sus terribles planes.

szar; Ya era necesario devolverle el drama a esta historia. Efectivamente, Michiru sabe que Gunther no fue un buen hombre, pero imaginate si llegara a saber por boca de nuestra Mako lo que hizo en la aldea y sobre todo a sus amigos, sin duda sería algo que acabaría con ella. Si él muriera sería lo mejor para todos, incluso para su hermana.