CAPÍTULO LXXXV

INFIERNO

Recordando las palabras de su amado, Michiru hacía lo que estaba a su alcance para mantenerse fuerte y de paso tranquilizar a aquellos bebés.

"Está arriesgando su vida por nosotros, pero ¿Cómo estará?, ¿Ya habrá sido atendido?", en silencio se cuestionó.

"¡Demonios!", Gertrud se quejó.

"¿Estás bien?"

"Me duele y mucho. Ayúdame con el vendaje", tomando uno limpio, se deshizo del que tenía.

"¿Así está bien?", procurando no lastimarla e insegura de lo que hacía, pregunto.

"Por favor ajustalo un poco más"

"¿Te hirieron?"

La futura médico negó con la cabeza; "No, la explosion rompió los cristales, desafortunadamente uno me alcanzó", respondió y luego dirigió la mirada hacia los improvisados cuneros. "Al menos la mitad ya se han quedado dormidos", aliviada agregó.

"Es verdad. Son muy afortunados porque no se dan cuenta de lo que afuera pasa, pero al mismo tiempo…", mordiéndose los labios, no pudo continuar.

"¿Cuándo nace tu bebé?"

"Es cuestión de días, quizá horas. Pero espero que para cuando ocurra este infierno ya haya terminado, no quiero que nazca en medio de una batalla", dejando que un par de lágrimas brotaran agregó pensando en él, que no estaría a su lado para conocerlo.

"Ya veo", Gertrud asintió con deseos de saber más, sin embargo por prudencia prefirió callar.

Como si hubiera adivinado lo que estaba pensando, Michiru se limpio el llanto y luego sonrió; "Si, el papá de mi hijo es un oficial del ejército del Sur. Él es bueno y está ahí afuera, peleando por darle un mundo en el que la gente ya no se odie…", señaló mientras tomaba en sus brazos a uno de los pequeños.

"Lamento mucho haberte hecho sentir incómoda"

"No pasa nada", dijo contemplando al bebé. "Cuánta razón tenía el coronel cuando dijo que las mujeres y los niños son quienes más sufren las consecuencias de la guerra. No puedo juzgarlas porque no estoy en su situación, pero si fuera mi caso no sabría qué pensar, ni mucho menos que hacer… no sé si se pueda renunciar a algo que no se desea, pero que sabes que es tuyo", mordiéndose los labios pensó y luego negó con la cabeza en un intento por deshacerse de tan terribles pensamientos.

"¿Estás bien?"

"Si", no muy segura de ello respondió.

Afuera la pelea continuaba sin dar tregua a ningún bando.

Sin ya poder callar lo que pensaba, Michiru se volvió hacia aquellas mujeres; "¿Qué no piensa hacer algo?", cuestiono atrayendo su atención, aunque nadie dijo nada. "No finjan que no saben a qué me refiero, afuera hay personas muriendo. Entiendo la situación de cada una de ustedes, pero no pueden hacer ojos ciegos y oídos sordos. Sus bebés necesitan de ustedes"

"No estoy hablando de mi vida privada", la aguamarina respondió.

"¿Entonces qué derecho crees tener como para decirnos lo que debemos hacer?, ¿Crees que por revolcarte con un superior te hace mejor que al resto?. ¿Tú sí puedes hablar y nosotros debemos callar?"

Ante lo dicho, un inentendible murmullo se hizo presente.

"En ningún momento dije eso, me estás malinterpretando", Michiru contestó.

"No, es justo lo que estás pensando. Te crees más inteligente porque lograste protegerte. No sabes como es el mundo real, mucho menos sabes lo que el resto de nosotros tuvimos que soportar"

"Deberíamos entregarla a los civiles que iniciaron esto. Es una traidora", desde el fondo alguien sugirió.

"Nadie va a entregar a nadie. Todos estamos en esto y si esa puerta se abre con intenciones de no ayudar a quien lo necesite, todos sufriremos las consecuencias", Gertrud intervino.

"Entonces que guarde silencio", otra de las jóvenes expresó.

"Si tanto le preocupa entonces que sea ella quien se haga cargo", alguien más añadió.

"No voy a callarme porque me parece injusto e inhumano lo que están haciendo. Es cierto que no puedo ponerme en sus zapatos, pero haya pasado como haya pasado no pueden negar que se convirtieron en madres. Sus hijos, porque eso son, no tienen culpa de su desgracia y aunque son pequeños, para ellos no hay nadie más importante que ustedes. Las necesitan para sobrevivir"

"Ella tiene razón. No podemos desquitarnos con quien menos culpa tiene", aquella que prometió conservarlo, señaló.

"Habla por ti", desde el fondo alguien dijo.

"Tienen razón, no puedo opinar porque nuestras circunstancias no fueron las mismas. Pero da lo mismo quien sea el padre, nada cambia el hecho de que nacieron de ustedes. Ustedes son lo más importante que ellos tienen, así que al menos por esta noche finjan que sus hijos les importan", dejando que el llanto brotara, en vano pidió.

(Afuera)

A lo largo y ancho de la ciudad las explosiones y los disparos reventaban los cristales y herían a todo aquel que a su paso se interponía.

"¿Hace cuanto que esto inició?", Fedorenko preguntó .

"Hace cuatro horas, pronto va a amanecer. Eso va a cambiar las cosas a nuestro favor porque podremos verlos". Pavlov dijo.

"Ojalá y así sea"

"Tarde que temprano tendrán que rendirse, dudo mucho que puedan seguir peleando hasta el amanecer", confiado Volkov expresó.

(A varias calles de ahí)

Valiente y como hizo en los días más terribles, la castaña defendía su posición.

Dimitri levantó la vista al cielo, contemplando su oscuridad, la cual era quebrantada por el brillar de las llamas que todo lo devoraban.

"El trabajo de los civiles fue en vano, si esto continua volverá a ser una ciudad en ruinas. Mi único consuelo es que esta vez nuestra gente está a salvo. No podemos permitir que este conflicto salga de aquí y llegue a nuestra tierra", murmuró.

"¡Maldición!", su esposa gritó.

"¿Estás bien?, ¿Te hirieron?", preocupado preguntó.

"Pasa que pronto me voy a quedar sin municiones", sin dejar de disparar, Lita respondió.

"Esta vez será casi imposible conseguirlas. Es mejor que vayas a refugiarte"

"No soy una cobarde", la castaña replicó.

Dimitri asintió; "Lo sé y es por eso que espero y puedas perdonarme", el pelinegro respondió he inclinándose sobre ella la tomó en sus brazos, cosa que a la mujer sorprendió.

"¿Qué haces?, bájame", molesta y luchando contra su agarre se quejó.

"No importa que por el resto de nuestras vidas me odies, debo ponerte a salvo", dijo llevándola escaleras abajo.

(A pocas calles de ahí)

Resistiendo el ataque del que no eran partícipes como muchos de sus vecinos, Nicolas, su esposa y su hijo, al igual que los demás inocentes rogaban a quien pudiera escucharlos porque aquello pronto terminará.

Recordando las terribles repercusiones que el ejército tomó en contra de la población civil, en vano el castaño trataba de no pensar en ello.

"De nuevo pasará, de nuevo pasará. Saben que combatí en el Sur, pensaran que soy cómplice de esos idiotas. Si vienen a buscarme, ¿De qué forma voy a demostrarles que no tuve nada que ver?", embargado por el terror murmuró.

De pronto el cristal de la habitación del fondo se rompió, lo que permitió el paso de un civil armado.

"¿Joseph?", reconociendo que se trataba de uno de sus amigos, el castaño frunció el entrecejo.

"No puedes ser un cobarde, Nicolas. Haz lo que te corresponde", el hombre expresó entregandole un arma.

"¿Eh?"

"Tomala, maldito idiota. Es tu oportunidad de vengarte, de cobrarte lo que te hicieron", el sujeto dijo señalando hacia donde debía estar su brazo.

"No… no…", balbuceante el castaño negó con la cabeza.

"¿Se te olvidó lo que le hicieron a tu esposa?, no, sé que no lo has olvidado. ¡Anda!, tómala. Que lo que perdiste no quede impune"

Nicolás lo hizo a lo que Rei negó con la cabeza. "No lo escuches, tú no quieres esto", llorando suplico.

El joven observó el arma, luego a su pequeño, quien horrorizado lo contemplaba. "Jamás podré olvidar aquel día, eran niños de la edad de mi hijo", pensó.

Joseph se apostó cerca de la ventana, comenzando a disparar hacia el otro lado de la acera, donde un par de oficiales trataban de repeler el ataque.

"No lo hagas", ella volvió a suplicar.

Confundido el castaño observó al hombre, luego a su familia, reviviendo en su memoria una y otra vez lo que en el Sur tuvo que hacer y luego lo que ellos les hicieron vivir.

"¿Qué demonios estás esperando?, ¿Qué no vas a venir a ayudarme?", furioso el hombre gritó.

Nicolás se puso de pie y dirigiéndose hacia él lo tomó por la espalda, luego con el arma comenzó a golpearlo; "Fuera, fuera de mi casa", a gritos ordenó.

Ante la grotesca imagen su esposa cerró los ojos, protegiendo a su hijo en sus brazos. "No veas. Todo estará bien"

Por su parte Uwe lloraba sujetado a ella.

"Cobarde, no solo perdiste el brazo, también te arrancaron…", Joseph chillo mientras que a muerte trataba de escapar a su agarre.

"Esta es mi casa, nada tienes que hacer aquí", decidido a todo por mantener a salvo a su familia, Nicolás gritó. "De ellos no pude protegerlos, pero de ti si"

"Cobarde, eres un traidor", llevando delantera Joseph giró sobre él, aprisionandolo contra el suelo y colocando el arma a la altura de su cuello para cortarle la respiración. "Debiste dispararme"

"No…", al borde de la inconsciencia, el castaño trató de golpearlo, pero entonces un disparo proveniente del exterior alcanzó al sujeto, quien sin vida se derrumbó sobre él.

Apartandolo Nicolás se reincorporo y observando a través de la deshecha ventana, contemplo a un oficial del Sur, quien al mismo tiempo que le dedicaba una amigable sonrisa ante él hacia el debido saludo militar.

"Gracias", desde su sitio el castaño inclinó la cabeza, luego regresó al lado de su mujer y su hijo. "No se muevan, pronto terminará"

(En el ático)

Furioso por no haber encontrado a su hermana, Gunther ingresó en el lugar y dirigiéndose hacia el cadáver de su alguna vez mejor amigo, lo tomó por el abrigo.

"Habla, hijo de perra. ¿Sabes algo sobre Michiru?. ¿Sabes a dónde se fue a refugiar", sacudiendolo ordenó. "¿Qué ibas a decirme?"

La burlona sonrisa que permanecía en el rostro de Helmut terminó por enloquecer al hombre.

"Hijo de perra…, tú te lo buscaste", tomando su arma, volvió a dispararle, borrandole esa maldita mueca. "Debe estar en algún lugar, pero donde", asomándose a la ventana, contempló el sitio en llamas, donde el griterío y los disparos se mezclaban.

"Esto no va a acabar hasta que alguno de los bandos se quede sin municiones, pero no seremos nosotros quienes se rindan", pensó mientras se servía una copa. "Falta una hora para que se haga de día, fue ingenuo de mi parte pensar que al amanecer todo terminaría. No cabe duda, es hora de dar paso al plan B", tomando la bengala, esperaría el momento para lanzar la señal.

(En la clínica)

Podía escuchar lo que por lo bajo ellas murmuraban, sin embargo las habladurías era lo que en esos momentos menos le importaba, todo su pensamiento estaba con él.

"Pobrecillos, tienen hambre", murmuró.

"Pronto va a amanecer", Gertrud señaló.

"Dudo mucho que podamos resistir una noche mas en este maldito lugar"

"Esto no va a parar hasta que alguno ceda, y a decir verdad dudo mucho que sea el ejército"

Michiru asintió; "Quien lo haya planeado es un maldito inconsciente que no pensó en todas las vidas que van a perderse"

(Cerca del teatro)

"¿Crees que estamos en condiciones de resistir?", cansado uno de los rebeldes se dirigió a Rudolf.

"¿Empiezas a dudar?, ¿Estás pensando entregarte?"

"No, pero…"

"¿Pero qué?", furioso cuestionó.

"Somos civiles, no militares. Lo que estamos haciendo es un maldito suicidio"

"No necesitamos cobardes", Rudolf le apuntó y acto seguido disparó. "Aquel que esté considerando ceder a favor de ellos más vale que lo piense", grito para con el resto.

"Al final quienes terminarán pagando las consecuencias de lo que estamos haciendo serán los civiles, ¿Qué demonios estábamos pensando cuando decidimos escuchar a ese hombre?", uno de sus cómplices en silencio se preguntó.

"Resistan, pronto va a amanecer. No les va a quedar de otra más que rendirse"

"Dudo mucho que podamos continuar hasta entonces. Somos menos en comparación con ellos", contemplando que pocas eran las municiones que le quedaban, uno mas penso.

(En la clínica)

Imposible fue que el cansancio no terminará por vencer a la hermosa aguamarina, conduciendola a un sueño profundo el cual se vio interrumpido por un pequeño milagro.

"¿Eh?", confundida contempló a una mujer, quien en sus brazos sostenía al que debía ser su bebé.

"Estaba llorando, supongo que tiene hambre", se limitó a decir y acto seguido aún con él en los brazos, se dirigió hacia el otro lado de la habitación.

Contenta porque en algo sirvieron sus palabras, Michiru se puso de pie. "¡Dioses!", se quejó llevándose una mano al adolorido vientre. "No, por favor ahora no"

(Del otro lado)

Aunque mal herido y débil a consecuencia de la pérdida de sangre, Haruka y la docena de oficiales que le seguían estaban cerca de llegar a ese punto, que aunque que era el centro desde el cual se gestó aquel malévolo plan, parecía estar libre de ataque.

"Es extraño, la ciudad está en llamas y aquí no pasa nada", señaló un comandante.

"Sé que no estoy equivocado, aquí hay algo", el coronel respondió.

"No parece", un sargento agregó.

"Comienzo a entender de qué se trataba. Los oficiales que murieron y de los que se sospechó no intercambiarón armas por alcohol porque era precisamente esto lo que se debía evitar. Más bien los civiles las tomaron durante el asedio y todo este tiempo estuvieron planeando la forma en que debían asestar este maldito golpe. Además tengo mis motivos para pensar que el verdadero culpable está oculto en uno de esos edificios", señaló.

"Son unos malditos", uno más exclamó.

Entonces las palabras de Mizuno resonaron en su cabeza, palabras que por cierto la llevaron a prisión; "Aunque la evidencia así lo diga, creo firmemente que ningún oficial disparó en contra de otros… fueron esos civiles quienes lo hicieron aprovechando el asunto del alcohol a fin de confundir a las autoridades", dijo. "Quizás el tirador es uno solo", pensó.

De pronto un disparo proveniente de una de las ventanas fue la alerta de que el ejército estaba cerca, lo que dio inicio a un feroz fuego cruzado.

"Nos estaban esperando", un oficial se quejó antes de ser alcanzado.

Uno de esos disparos provocó que con violencia el rubio cayera sobre sus rodillas y llevando la mano a su costado izquierdo, la negra sangre no tardó en teñir aún más su uniforme.

"No… no puede ser", chillo mientras terminaba de derrumbarse, luego se hizo el silencio.

Tendido sobre el suelo y al borde de la inconsciencia, el rubio observó como la luz del nuevo día poco a poco iba borrando la oscuridad de la noche pasada.

"Lo lamento mucho, esta vez no podré cumplir mi promesa. Perdoname", dejando que el llanto brotara, murmuró.

Sin saber lo que en realidad significaba, observó cómo desde uno de los edificios una bengala se elevaba.

Esa no era otra cosa más que la señal para dar inicio al siniestro ataque final.

Notas de autor;

Michelle; Haruka jamás será un cobarde y Michi sabe que un militar debe subordinarse a órdenes, pero en este momento no sé si hizo bien o mal al ir y combatir siendo que ya estaba herido. Sea como sea lo hizo por su pollito x(.

Kaiohmaru; Es cierto, en ninguna de sus vidas el pollito la tiene fácil, siempre hay algo que amenaza su existencia.

Isabelle; Es casi imposible que Gunther entre en razón. Está dispuesto a todo por demostrar que él está bien y los demás equivocados.

Isavellcota; Difícilmente se iniciara otra guerra como la anterior. Ningún país querrá apoyar a esos descerebrados, además pocos son los recursos con los que cuentan para seguir peleando. El error que Gunther cometió fue que solo pensó en el escenario que lo beneficia.

szer; Sin importar donde esté, Michi corre peligro, siendo que con sus palabras lo que menos quiere es herir a alguien. Sus intenciones son buenas aunque haya quienes la malinterpreten.

Kyoky; Lo único bueno de que Gunther ande como loco buscando a Michi, es que se expone a que incluso sus cómplices lo maten. Sin importar que el combate la emocione, Dimitri hizo bien. Si bien es cierto que todo lo hace por vengar a su hermano, debe comenzar a pensar más en su familia.

Alice; Me alegra que continúes mi actualización. Entendí tu comentario a la perfección, si no hubieras mencionado que el español no es tu idioma, no lo habría notado. No tengas miedo de aprender, con constancia y dedicación todo es posible. Confía en ti.