CAPÍTULO LVIII
DESDE CERO
(Hace dos años. En algún lugar del Sur)
Hacía horas que el combate había comenzado, no permitiendo que las armas descansaran y menguando las fuerzas y el ánimo de ambos bandos.
"¿Nos llegarán refuerzos?", cuestionó un teniente.
"Olvídate de ellos, tenemos que resistir y mandarlos en retirada", replicó Heinrich, su comandante.
A pocos metros de él, agazapado y petrificado por el más puro terror, el castaño Nicolás mantenía fija la pérdida mirada contra el suelo.
"Tú, ven aquí y dispara", a gritos Heinrich se dirigió a él.
"No puedo", haciendo rechinar sus dientes como amenazando con romperlos, tembloroso el joven contestó.
"No me vengas ahora con esas idioteces... ve y pelea. Maldito cobarde"
El castaño negó con la cabeza y abrazándose con fuerza a su arma, comenzó a entonar una canción de cuna en un intento por acallar el grotesco griterío en su cabeza.
Harto, su comandante lo tomó por el uniforme para hacer que se reincorporará, luego le colocó el arma a la altura de la sien. "Los cobardes no me sirven para nada, así que o peleas, o ¿Quieres que tu esposa y tu hijo sepan que moriste?"
Ante sus palabras, pero aún sin que la conmoción lo abandonara, con movimientos pausados Nicolás dejó su escondite. "Mis manos no merecen volver a tocarlos, soy un desgraciado", y habiendo murmurado, de su cinturón tomó la última granada. Llenándose el pensamiento con el fatídico recuerdo de lo sucedido hacía muchos días, lejos de arrojarla hacia donde el enemigo se encontraba se quedó paralizado y entonces estalló. Lanzándolo hacia un lado, arrancándole el antebrazo e hiriendo de muerte a varios de sus compañeros.
"Un médico, necesitamos un médico", su comandante a fuertes voces ordenó.
(Presente)
No hicieron falta grandes palabras, basto una mirada y el roce de sus traviesas manos para que dieran paso a algo más;
Haruka, sin poder contenerse la aprisionó contra la mesa del comedor, que era la misma donde aquella noche y contra su voluntad iba a tomarla.
Michiru sin objetar, pero deseándolo, entrelazo sus dedos en ese rubio cabello, animandole a continuar.
"¿No prefieres que vayamos a la habitación?", él cuestionó antes de dirigir sus traviesos labios hacia su semidesnudo pecho.
"No hay tiempo", consultando el reloj que pendía de la pared, con la respiración entrecortada ella replicó.
Ante su aprobación el coronel deslizó las manos por entre ese par de piernas y despojandola de los interiores, en ese incómodo lugar comenzó a poseerla.
"¡Ahhh, dioses!", ella gimió y acto seguido le echó los brazos alrededor del cuello.
Ante sus quejas y las excitantes expresiones de su rostro él sonrió.
Ella por su parte se mordió los labios para no gritar, esfuerzo inutil porque justo en ese instante se estremeció en brazos de su amado, dando paso a una queja abierta.
"¿Quieres que me detenga?", deseando un no por respuesta, se empujó de forma lenta.
"No", sonriendo ante las más placenteras sensaciones, ella por fin pudo hablar.
Haruka sonrió un poco y luego la embistió con fuerza.
"¡Ah!, echando la cabeza hacia atrás se quejó, amenazando con derrumbarse.
Haruka hizo a un lado los cubiertos para que pudiera recostarse, luego se inclinó un poco para besarla.
Y estaban tan concentrados en lo suyo, que no escucharon que había alguien tocando a la puerta.
"¡Oh!, de... de nuevo voy a…", la aguamarina no alcanzó a articular, entregándose a esa palpitante experiencia.
Y apenas Haruka iba a hacer lo propio, escuchó aquella voz que con insistencia lo llamaba. "Coronel"
"¡Demonios!", sin deseos de detenerse, el rubio chillo.
"Coronel, ¿Estás en casa?", cuestionó el tuerto Fiódor.
"Puede ser urgente", recuperando el aliento perdido, con una sonrisa Michiru expresó.
El rubio se apartó de ella y acomodándose la ropa y el alborotado cabello, frunció el entrecejo; "Apenas que... no, no te vayas. Ya vuelvo", pidió deseando que se tratara de algo sin importancia. "¿Qué sucede?", evitando parecer molesto, cuestionó en cuanto atendió.
Contemplando que el rubio llevaba la camisa mal fajada y que su rostro estaba perlado por un fino sudor, Fiódor dudó; "¡Ah!... yo... Si lo prefieres puedo volver después"
"Ya estás aquí. ¿Qué ocurre?", tomando del bolsillo su pañuelo, se limpió la frente.
"Es de suma importancia que firme esto, además necesitamos los planos de la tercera parcela"
"Pasa, en un momento te lo entrego", Haruka señaló.
Y apenas Fiódor ingresó en el recibidor, echo una discreta mirada hacia el otro lado de la habitación.
"Tengo que irme", Michiru pensó deseando que ese sujeto lo hiciera primero para que no se percatara de su presencia.
Pero fue justo en ese momento que el tuerto hombre contempló a la joven, quien en vano había intentado ocultarse. Así que quitándose el gorro, hizo el saludo militar. "Buenos días. Soy el capitán Fiódor Matveyev y pertenezco al comando del coronel"
Sabiéndose descubierta, apenada la joven salió y replicó a su gentil saludó; "Buenos días". Esperando que el coronel no se molestara, se dirigió al sujeto.
"Veo que ya se conocieron", sin prestarle ninguna importancia a que él descubriera su secreto, Haruka expresó.
"Coronel, mi clase está por empezar y no quiero llegar tarde", la joven dijo mientras que de la mesa del recibidor tomaba sus libros.
"Lamento no poder acompañarte. Te veo mas tarde", colocandose el gorro exclamó.
"De acuerdo, coronel. Con su permiso, capitán", avergonzada dijo respectivamente.
"Pasé", contemplando que la hermosa joven estaba encinta, el regordete sujeto no pudo evitar sonreír de forma juguetona.
" Se llama Fiódor Matveyev... ¿Dónde escuche ese nombre y ese apellido?", sin imaginar que fue en otra vida y en un lejano lugar, ella no pudo evitar cuestionarse.
"Nosotros también tenemos que irnos", tomando el resto de documentos que dejó sobre la mesa, ambos abandonaron el lugar.
El regordete sujeto, con una sonrisa juguetona he imaginado por el aspecto del hombre y su tardanza en abrir lo que estaban haciendo, se dirigió a él; "Lamento mucho haber llegado tan de repente, coronel. Espero no haber interrumpido nada"
"Supongo que te diste cuenta, ¿Verdad?"
"¿De qué habla?", haciéndose el desentendido se encogió de hombros.
"No finjas, sé que lo viste"
"Bueno, coronel. No somos niños como para que tengamos que dar explicaciones sobre nuestros actos", replicó.
"Has dicho una gran verdad", dando por terminada la conversación, Haruka señaló.
(Cerca de ahí)
Harta, Mina tomó el par de cartas que le acababan de entregar, centrando toda su atención en la del rubio Nikolai, quien una vez más le confesaba sus sentimientos. En cambio la del castaño Nicolás la hizo añicos y la arrojó hacia una pila de escombros.
"Ya estoy cansada de ese sujeto"
"Ignóralo, es lo mejor que puedes hacer", contestó la cirujano, quien había recibido una carta de parte de sus padres e hijo.
"Creeme que lo intento, pero luego de leer que soy el motivo de sus deseos, he vuelto a enfadarme", tratando de no pensar en lo que ese desagradable sujeto imaginaba, asqueada apretó el puño.
Ante ello Amy rió un poco; "Pero que valor el de ese pervertido como para hacer semejante confesión"
De pronto contemplaron a Fiódor, quien tratando de ocultar esa juguetona sonrisa, a prisa se acercó a ellas.
"Tú lo sabías, ¿Verdad?", cuestionó a la peliazul.
"¿Saber qué?", encogiéndose de hombros Amy respondió.
"Que el coronel vive con una civil y que el hijo que espera muy probablemente es suyo", murmuró para que nadie más lo escuchara.
Ante las inesperadas palabras del hombre, Mina frunció el entrecejo y sin dar ninguna explicación, con rapidez comenzó a alejarse.
"¡Dioses, Mina!... espera", preocupada Mizuno trató de darle alcance. "Fiódor... no... ¡Rayos!"
Lejos de entender a qué se debió el extraño proceder de la joven, Fiódor dudó; "¿Qué... qué pasó?, ¿Dije algo que no debía?"
"Hay cosas que...", en ese punto prefirió callar. "Si, lo sabía porque ella es mi paciente, pero no estaba en mi decírselo a alguien más"
"Tienes razón. No tienes de qué preocuparte, lo que sé quedará como un secreto entre nosotros, pero... ¿Sabes qué le pasa a Mina?"
Afligida Mizuno bajó la mirada y negó con la cabeza; "Ni siquiera yo lo sé", mintió para no cometer una indiscreción mayor. "Mina, espero y te encuentres bien"
Por su parte la rubia dirigió sus pasos hacia el archivero y rebuscando entre los expedientes de sus pacientes, encontró el de Nicolás, quien hacía varios meses fue atendido a causa de una herida en la mano.
" Al igual que ese hombre yo también soy una pecadora, pero la gran diferencia entre ambos es que acepto cada uno de mis errores... No sé si Armand llegaría a perdonarme, aunque ese asunto ya no importa. El jamás va a regresar", revisando dónde es que trabajaba el castaño, anotó la dirección. "No sé si es lo correcto, pero puedo intentarlo... espero no estar cometiendo un terrible error que a ella la condene a una terrible infelicidad, pero aún así siento que debo intentarlo", emprendiendo camino hacia el punto indicado, murmuró.
(Cerca de ahí)
Sin imaginar lo que estaba a punto de suceder, Nicolás, que trabajaba en la reparación del techo de la oficina de correos, de pronto fue interrumpido.
"Oye tú, tienes correspondencia", le anunció un oficial.
"¿Yo?"
"Así es, toma"
Dejando a un lado lo que hacía y esperando que no la hubiera enviado Rei, la leyó y entonces una sonrisa se dibujó en sus labios.
"Ella... ella ha accedido a verme esta noche", emocionado y esperando algo más que conversar, exclamó.
(Esa noche)
Alegre y muy impaciente, el castaño Nicolás esperaba mientras que en su cabeza revoloteaban las palabras que utilizaría para convencerla. Que poco creía conocer a esa mujer, quién durante los últimos cuatro años había aprendido tanto del mundo de los hombres.
"¿Creías que no vendría?", luego de un retraso de más de veinte minutos, a su espalda la rubia Mina preguntó.
"Si, comenzaba a pensarlo", él expresó encaminando sus pasos hacia ella.
"Pues aquí estoy. Estoy harta de recibir tus cartas, así que hablemos de una vez por todas y dejemos las cosas en claro"
"No creo que haga falta"
"¿Entonces piensas que accederé a tus insinuaciones?, ¿Crees que me interesa un hombre que ofende y desprecia a su propia familia?"
"No es como te lo han contado, pero no estamos aquí para conversar sobre ellos, sino de nosotros"
"Entonces habla"
"Tú y yo somos muy parecidos"
"¿En qué?", ella preguntó no encontrando relación más allá de lo médico y paciente que pudiera unirlos.
"A ambos la guerra nos convirtió en asesinos... He ahí la gran diferencia entre ella y tú. Ella jamás podría amarme, no debe hacerlo"
"Salve más vidas de las que quite", molesta por semejante comparación, Mina elevó el tono de su voz.
"Poco importa la cantidad, lo hecho está hecho y no borra lo que somos"
"Ustedes nos orillaron a combatirla. Si no nos hubieran obligado a ir, estaríamos trabajando nuestras tierras y ustedes vivirían en paz", enfadada respondió. "Además, ¿De qué forma tú esposa o yo vamos a entenderte si no eres claro?"
Con fuerza él apretó el puño. "Sabes que perdí el brazo en el Sur, pero no conoces la verdadera razón"
"Es imposible, te encierras en ti mismo. De esa forma nadie será capaz de ayudarte", dándose la vuelta, ella dio por terminada la conversación y con paso ligero comenzó a alejarse.
"Perdí el brazo porque dejé que una granada me explotara", le gritó. "No debí perder el brazo, debí morirme"
Ante lo terrible de sus palabras, Mina frunció el entrecejo y de golpe detuvo su andar.
"¿Sabes por qué?", él continuó.
Y ella negó con la cabeza.
"Porque estas manos están manchadas con la sangre más inocente... con la de esos pobres e indefensos niños a los que confundí con soldados... no debí arrojar esa maldita granada, no debí"
Tan hórrida confesión terminó por petrificar a la desprevenida joven.
"Si, no eran soldados, ni mucho menos civiles armados, sino niños pequeños como mis hijos... ellos se ocultaban ahí y yo... me convertí en un maldito monstruo... aún sus rostros me persiguen... aún sueño sus llantos", expresó y luego con impotencia golpeó el muro. "Después de saber que es lo que me aqueja, ¿Crees que puedo acariciar a mi esposa, a quién no he dejado de amar?, no tengo derecho a tocar a mi hijo... después de lo que hice no tengo derecho a otorgar vida"
"¡Nicolás!", su esposa, a quien Mina había citado para que los tres pudieran conversar y llegar a una solución, escuchó parte de su confesión, llevándola a cubrirse los labios para ahogar en ellos el gritó de horror que en su garganta nació.
Pálido él se volvió, contemplando a la pelinegra. "No me veas, no merezco que lo hagas", trató de huir, pero Mina logró retenerlo.
"¿Es lo qué tanto te mortifica?", caminando hacia el, Rei apoyó la mano en su hombro.
"Aléjate, no quiero… no...", rompiendo a llorar de forma lastimosa, sin poder contener el dolor que aquejaba su desgastada alma se derrumbó ante ella. "Ellos se estaban ocultando, no representaban amenaza alguna y yo... creí... debí morir... Todo lo que desde entonces pasó es mi culpa"
"¿Cometí un gravísimo error?. Si, lo hice. De haber sabido que ella tendría que escuchar semejante historia, no la habría hecho venir", afligida ante la escena que se abría frente a sus ojos, Mina pensó.
"Tú no debías saberlo, juré callarmelo. ¿Ahora eres capaz de ver que ya no soy el hombre que conociste?. Es precisamente por ello que preferí huir"
Rei sonrió un poco; "Lo que ahí hiciste fue para mantenerte con vida y…"
"No justifica lo sucedido"
"No fue tu culpa, Nicolás. Porque sé que de haberlo sabido no lo hubieras hecho, y aunque ya es tarde para lamentaciones, debes continuar con tu vida"
"¿Cómo hacerlo?, si no tengo fuerza para mantenerme en pie. No hay día que no me torture"
"Perdónate"
Él se abrazó a su esposa con fuerza y besó su mejilla. "Y tú, ¿me perdonas por lo que hice?, ¿Perdonas mi indiferencia y cada maldita palabra que sin pensar de mis labios escapó?"
"No hay nada que tenga que perdonar. No fue tu culpa, tú solo actuaste de la forma en que creíste y era correcta", ella contestó.
"¿Aceptas a este idiota?"
"Jamás vuelvas a decir que eres un idiota", limpiándole las mejillas, sonriendo ella contesto.
Él también sonrió, volviendo a recuperar la confianza perdida; "Entonces, ¿Aceptas volver a empezar"
"Si", ella contestó antes de depositar un beso en sus labios.
Mina sonrió y encogiéndose de hombros, sin ninguna prisa comenzó a alejarse. "No sé si hice lo correcto, pero ahora que han sido sinceros espero que su relación mejore… por supuesto que esto no me libera de mis culpas ni mi dolor... Pero aún así espero que Armand me haya perdonado", murmuró recordando sus más dolorosos días de guerra.
Notas de autor;
¿Cómo los está tratando este 2024?. Muchas gracias por sus buenos deseos.
Por fin conocemos el secreto de Nicolas, ¿creen que justifico su actitud?
Michelle; No importa cuanto Haruka quiera aparentar que no la quiere, sí con sus acciones demuestra cuánto la ama.
Kaiohmaru; En la otra historia Mina y Michiru llegaron a ser buenas amigas, quizás está vez no sea la excepción.
Isavellcota; Ya era hora de que Michiru se encontrará con Mina y Lita. Haruka flaqueó totalmente ante ella y dejó de ser ese ogro, aunque no lo culpemos, haber perdido a su familia es algo que no podrá olvidar.
Dark in the night; Gracias y feliz año nuevo.
