Hola a todos! He aquí el siguiente capítulo de esta historia. Gracias a todos por seguir por aquí. Y lo que se viene… muajajaja, pero bueno, basta de drama, ¿de qué rayos hablo? ¡Amamos el drama! Y sin más qué decir… COMENZAMOS!

Capítulo 2.

Tesoro.

Limpió su frente después de un arduo trabajo en su huerto. Recogió la cesta con los vegetales del día mientras pensaba que podía hacer con ellos.

—Qué rico, quizás pueda hacer una salsa con los tomates y hacer berenjenas rellenas con carne de cordero. ¿O debería usar esas salchichas que tengo guardadas y colocarlas en una cama de verduras junto con patatas a la mantequilla? —mientras cavilaba sobre qué debía hacer de comer escuchó un fuerte estrépito y caminó tranquila hacia el jardín de enfrente, ya que si fuera algo grave, Plagg hubiese ido a por ella y avisado.

Al llegar al frente, su visitante y su amado discutían.

—¡Félix! ¡Vamos a hablar como personas civilizadas! —rogó Adrien que estaba de espaldas en el suelo al mismo tiempo que tenía entrelazadas sus manos con las de su hermano en un desesperado intento de evitar que lo estrangulase.

—¡No hay nada que discutir! ¡Voy a matarte, Caín!

Bridgette suspiró a lo bajo y vio a Plagg sobre una de las estatuas de piedra que decoraban el jardín.

—Plagg, ¿no deberías intentar detenerlos?

—¿Y perderme la diversión? ¡Olvídalo! Esto es entretenimiento —señaló al darle una mordida a su queso.

Los dos hermanos rodaron en el suelo quedando Adrien encima o al menos así fue por cinco segundos hasta que Félix volvió a estar encima. Ambos con las caras rojas, con los dientes apretados e imponiendo su fuerza el uno del otro sin soltarse las manos. Rodaron por el suelo hasta que entraron al pequeño jardín de flores.

—¡Uy! —exclamó Plagg y Bridgette ahogó su exclamación quedando con la boca abierta. Sus cuernos crecieron en su cabeza y exhaló vapor.

—¡Ya paren los DOOOOOOOOS! —pateó con tanta fuerza el suelo que una grieta se abrió y los dos hermanos se separaron por el temblor, quedando sus traseros atrapados en la grieta. Se quejaron al no poder salir pero Bridgette ya estaba frente a ellos con una mirada que no auguraba nada bueno.

Los dos estaban sentados en el comedor, cada uno tomándose la cabeza ante el fuerte golpe que la dragona les dio con un calabacín maduro. Al menos no fueron sus puños. Tras unos momentos, Félix habló.

—No lo puedo creer. Mi hermano, mi propia sangre, tú que eres incapaz de matar a una mosca me apuñalase por la espalda —iba a golpear la mesa con su puño pero se lo pensó dos veces al sentir desde la cocina la mirada de Bridgette sobre de ellos. Bajó despacio su puño—. Dime por qué, Adrien. ¿Qué te hice para hacerme esto? ¿Acaso tanto quieres la corona?

—La corona me importa poco y lo sabes. Esto lo hice como un acto desesperado por tu completa indiferencia.

—¿Qué quieres decir?

—Félix, amo a Marinette.

—¿Quién? —Adrien quiso golpearlo.

—¡La princesa Dupain-Cheng! ¡¿Quién más?!

—Ah, cierto. No recordaba su nombre —Adrien estaba furioso, incluso mostró sus dientes al contener su ira.

—No me lo puedo creer. Y eso que estás comprometido con ella —expresó con desilusión y rabia contenida.

—Sólo nos hemos visto un par de veces, no seas dramático —rodó los ojos indiferente.

—¡Eso! —le señaló acusador—. Por eso es que tuve que hacer esto. Estoy enamorado de ella desde que era un niño y a ti no te importó. Incluso cuando padre preguntó si estabas de acuerdo ¡dijiste que sí! —apretó los puños—. Si esto lo consideras una traición de mi parte, adivina, tú me traicionaste primero.

—¿Disculpa? —se tomó unos momentos y frotó el puente de su nariz intentando invocar su paciencia—. A ver si entendí bien. Te pusiste en contacto con una dragona para que me secuestrara sólo porque estás loco por la princesa... eres un idiota.

—Tú primero. ¿Cómo puede ser que mi hermano me haya hecho eso? Esto no es nada a lo que tú me hiciste.

—Adrien, el amor te ha hecho enloquecer. Y es un sentimiento completamente trivial en la unión de nuestros reinos.

—¡No lo digas de esa forma! Y el amor es algo que les pasa a todos. Incluso a papá, ¿recuerdas?

Cómo olvidarlo. Su padre era el perfecto ejemplo del epítome del hombre enamorado. Un hombre que lo dio todo por amor y que al final quedó destrozado ante la pérdida de este. Se prometió que nunca sería como su padre en ese aspecto.

—Tonterías —suspiró cansado—. Es increíble que hayas llegado a esto por una chica.

—Si te sirve de consuelo, esta es la solución temporal hasta que haga entender a padre que debe romper tu compromiso y yo pueda así comprometerme con Marinette.

—¿Te estás escuchando a ti mismo? Es una locura.

—Lo es —admitió a sabiendas de ello—. Pero haré lo que sea por ella. En serio, Félix. Podrás ser el príncipe modelo para muchos, pero careces demasiado de otras cosas y esas son las más importantes.

—¿Qué cosas? —Adrien se levantó de la mesa.

—Piensa en ello por ti mismo —se volvió a Bridgette que ya traía los platos—. Siento mucho las molestias y lo de tus flores, pero debo irme ya.

—Oh, qué lástima, pensé que te quedarías. Pero cuídate mucho, Adrien —el joven le sonrió y besó su mano, cosa que hizo que Félix arqueará en un segundo una de sus cejas.

—Así lo haré. Nos vemos, Félix.

—Nos vemos, traidor.

Adrien se marchó dejándolos solos, incluso se escuchó el sonido del galope del caballo que se alejó hasta perderse por completo. Félix suspiró intentando asimilar lo sucedido.

—No me lo creo. Mi hermano, mi propio hermano al que le enseñé a usar la espada y montar a caballo, me ha vendido por sus propios intereses.

—Yo pienso que es lindo —ella suspiró con anhelo—. Es increíble lo que uno puede hacer por amor —el mechón de su cabello se movió de un lado a otro, cosa que a Félix le desconcertó un poco pero luego se levantó de la mesa.

—Bridgette, lo que sea que te haya prometido mi hermano te lo multiplicaré con creces. ¿Qué fue? ¿Oro? ¿Joyas? ¿Tesoros? Dime qué fue lo que te prometió y yo te lo multiplicaré a cambio de mi libertad.

—¿Eh? ¿De qué hablas? A mí no me hace falta nada de eso.

—No mientas. Sé muy bien que los dragones tienen siempre un tesoro que protegen celosamente y que multiplican saqueando a otros —Plagg rio ante la aseveración.

—Bueno, eso en parte es cierto pero otra no —el kwami voló cerca de Bridgette—. Si bien los dragones adoran los tesoros, hay quienes gustan coleccionar otras cosas además de oro y joyas. Hay quienes aprecian las chucherías o nuevas invenciones que van apareciendo. Y eso de saquear es una mentira. La mayoría de sus tesoros vienen de los humanos que siempre ofrecen tributo para no ser comidos y otras veces ellos mismos consiguen sus tesoros. Son muy contadas las veces que un dragón ha saqueado pueblos.

—Es verdad, como a mi abuelo, él adora coleccionar antigüedades y mi amigo Nathaniel aprecia mucho el arte —respondió Bridgette con una sonrisa—. Hace tiempo no he ido a ver a Nath, quiero regalarle un cuadro nuevo…

—Vale —interrumpió Félix sus pensamientos un tanto desesperado—. Te daré lo que quieras a cambio de mi libertad, ¿qué dices?

—No gracias —respondió Bridgette con completo desinterés—. No necesito nada y de tu hermano tampoco acepté nada a pesar de que me ofreció quién sabe cuántos tesoros de tu reino.

—No te creo… —admitió incrédulo.

—Sígueme sino me crees.

Así hizo, bajaron barios subniveles de la torre hasta llegar a una puerta decorada en oro que Félix nunca había visto, y cuando Bridgette abrió la puerta Félix se quedó mudo ante lo que veía. Oro, montañas de oro y joyas casi le cegaron. Cofres con monedas de oro hasta desbordar, cuadros hermosos, joyas dignas de la realeza, carrozas decoradas y telas preciosas acomodadas cuidadosamente. Y al mirar arriba casi cayó de espaldas al ver el techo abovedado decorado con oro y joyas que brillaban como el arcoíris. Plagg le cerró la boca.

—Se te van a meter las moscas, chico.

—Bien, ya con esto regresemos para que pueda hacer la comida.

—¡E-E-ESPERA! —Félix le detuvo tomando su muñeca—. Si tienes todo esto, ¿por qué aceptaste ayudar a mi hermano? No lo entiendo.

—Pues hay dos razones. La primera, adoro las historias de amor y la de tu hermano es tan tierna y adorable que me derritió el corazón —admitió con una sonrisa antes de mirarle a los ojos—. Y la segunda… deberás averiguarlo tú mismo.

—¿Qué? ¿Cómo? —ella sonrió ampliamente y se dio la vuelta.

—Te lo dejo de tarea. Pero diré que la respuesta está en la torre. Te deseo suerte.

Bridgette se alejó dejando a Félix confundido en su sitio, pero tras unos momentos este recobró la compostura, decidido a encontrar la respuesta del porqué de su cautiverio y así encontrar una forma de escapar de allí.

Bridgette sonreía y se detuvo unos momentos apenas y acomodando un mechón de cabello detrás de su oreja.

—Tú eres mi más grande tesoro, Félix.

….

Y… espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer! Dejen review, nada de tomatazos y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUENTE!