Hola a todos! He aquí el siguiente capítulo de esta pequeña historia. Así que sin más qué decir además de que las cosas comenzarán a ponerse interesantes… COMENZAMOS!

Capítulo 4.

Contrato.

El clima era ideal para una siesta de media tarde. No hacía calor, la suave y fresca brisa entraba por su ventana y Félix estaba buscando como loco en su ático por lo que no tendría que preocuparse demasiado si pensaba escapar e igual Plagg podía echarle el ojo.

Se giró abrazando su mullida almohada cuando sus orejas y su mechón captaron algo, eran unas pisadas fuertes, pesadas y poderosas. ¿Acaso un ogro estaba en la zona? No pensaba levantarse a comprobarlo y si a ese ogro se le ocurría entrar a su territorio terminaría achicharrado. Pero… era raro, sonaba como si el ogro estuviese encima de ella y… ¿acercándose?

La puerta se azotó al abrirse y levantó la cabeza para ver a quien se había atrevido a entrar a su habitación y… su enojo momentáneo se esfumó apenas vio a Félix.

—¿Eh? ¿Ya es hora de hacer la cena?

—Bridgette… —exhaló su nombre mientras contenía su enojo—. Dime… ¿Qué significa esto? —le mostró la hoja de papel. Ella bostezó y se levantó de la cama retirando su manta.

—Bueno, es lo que viene escrito —estiró sus largas piernas y los brazos al ponerse de pie, mostrando su pijama favorito de tirantes y un pequeño short de color rojo de encaje que delineaba cada curva de su cuerpo—. Si lees en el inciso número tres… ¿Félix?

Félix cubrió sus ojos aunque tenía la cara más roja que hacía unos momentos.

—¿Félix?

—Podrías… —tragó al sentir la boca seca—. ¿Podrías ponerte algo de ropa?

—¿Qué tiene de malo mi pijama? —preguntó examinando su atuendo.

—Por favor… ponte algo.

—¿Ah?

En el casillo del reino Agreste las cosas comenzaban a ponerse tensas.

—Mi lord. Debe ser un placer verme —la reverencia de Chloe Bourgeois, la princesa del reino de Vesperia era todo menos humilde. Hasta Adrien quiso pegarse en la frente por semejante descaro pero su padre fue más tolerante.

—Bienvenida sea, princesa Bourgeois. ¿A qué debo su visita sin anunciar? —señaló de forma sutil la falta de respeto al no anunciar su visita tal y como debía hacerse con una carta.

—He venido hasta aquí porque me he enterado de la penosa situación referente al príncipe Félix —habló con falsa condescendencia—. Y vine rápidamente para evitar que otra desgracia ocurra.

—¿A qué desgracia se refiere? —para sorpresa de todos, Chloe señaló a la princesa Marinette que aguardaba junto con la corte a los costados.

—¡Para evitar que esa princesa de quinta se case con MI prometido Adrichoo!

Todos en la corte quedaron pasmados. Adrien quiso decir algo pero se mordió la lengua ya que Marinette permaneció inmutable, aunque Alya parecía a punto de írsele encima a Chloe que siguió hablando sin darse cuenta de la situación.

—No porque el príncipe Félix haya sido secuestrado quiera decir que mi pobre Adrien deba casarse con una princesa de un reino tan insignificante. Él no debe sufrir semejante castigo. Por eso exijo que Adrien se case conmigo lo más rápido posible.

Nino aguantó la risa mientras que Adrien comenzaba a sentir pena ajena a quien alguna vez fue su amiga de la infancia. Miró a Marinette de reojo que le dedicó una sonrisa tranquilizadora aunque por dentro bullía de la rabia como Alya.

—Princesa… creo que hay varios malentendidos que debo aclarar —Gabriel se levantó de su trono y el ambiente cambió drásticamente, tornándose tan pesado y tenso que por primera vez le cerró la boca a Chloe—. En primer lugar, nunca ha habido un acuerdo formal entre nuestros reinos más que el debidamente establecido y la unión de ambas familias queda fuera de contexto a pesar de lo que la reina, su madre, haya alguna vez comentado —bajó un escalón del trono—. En segunda no se ha declarado que mi hijo menor vaya a casarse con la princesa Dupain-Cheng que, aunque su reino sea más pequeño, es más rico en recursos que el suyo —bajó el último escalón y todos bajaron la cabeza, incluso Chloe—. Y en tercera, mi hijo Félix regresará a cumplir con sus obligaciones, eventualmente —se inclinó un poco sobre Chloe haciéndola sentir pequeña—. Y en dado caso que hubiese un cambio de planes con respecto al matrimonio, no recibiría invitación —se enderezó demostrando su poderío—. Después de todo no quisiéramos ofenderla —todos dejaron salir el aire, incluso Adrien y Marinette habían contenido el aliento—. Es bienvenida en quedarse en mi castillo el tiempo que desee como una invitada. Enviaré personalmente un comunicado a sus padres de ello. ¿Le parece bien?

Chloe abrió la boca para refutar pero se quedó en silencio al toparse con la mirada fría de ese hombre que le causó escalofríos.

—P-Por supuesto, su majestad —Natalie Sancoeur, duquesa, secretaria y mano derecha del rey apareció e hizo un leve gesto de cabeza.

—Perfecto. La duquesa Sancoeur le mostrará sus aposentos.

Con un gesto de mano todos se marcharon y Adrien se acercó disimuladamente a Marinette susurrando a lo bajo.

—Tu padre está furioso.- le dijo ella primera y él cerró la boca un momento antes de responder.

—Desde que la reina Bourgeois insultase la memoria de mi madre en su funeral mi padre apenas y puede tragarlos. Casi como con mi tía Amelie.

—¿Crees que tu padre cambie de parecer con respecto a mi compromiso?

—Dale tiempo. Y verás que no tendrá de otra que aceptar un nuevo compromiso —se separaron para no levantar sospechas, pero Chloe sospechaba ya que algo estaba sucediendo entre ellos.

—Princesa —habló a su lado la duquesa—. Sígame, por favor.

En el camino, Chloe apretó la falda de su vestido, planeando cuál debía ser su siguiente movimiento si quería casarse con Adrien.

Sentados en la mesa, Bridgette observaba a Félix que se había tranquilizado, quizás porque ella se había puesto un albornoz encima del "revelador" pijama. Plagg volaba alrededor curioso por la situación.

—Bridgette… ¿puedes decirme por favor qué es esto?

—Eso es un pergamino.

—Ya sé que es un pergamino —respondió apretando los dientes—. A lo que me refiero es a lo que está escrito dentro.

—Ah, pues es un contrato —tomó el pergamino y lo desenrolló con una gran sonrisa—. Esto es un contrato para secuestrarte.

—Ya… entonces puedes decirme ¡¿POR QUÉ MI NOMBRE ESTÁ ALLÍ?! —señaló la pequeña firma a un costado.

—Porque tú la firmaste.

—¡Esto debe ser falso! ¡No recuerdo haber firmado nada así en mi vida! —se estaba tomando de los cabellos a punto de enloquecer cuando Plagg intervino con su risa burlona.

—Oh, chico. Supongo que eras muy pequeño para siquiera recordarlo, ¿qué edad tendrías? ¿Cinco? ¿Seis años?

—Seis y medio años —respondió Bridgette segura—. Pero con mucho gusto te refrescaré la memoria —se aclaró la garganta y comenzó a narrar tal y como si contara un cuento—. Hace muchos años el pequeño Félix estaba cansado de las lecciones de cómo ser un buen príncipe. Corrió lejos del castillo y lloró harto de soportar cada lección puesta por sus estrictos profesores. Y no muy lejos de allí, un dragón y un hada escucharon su llanto…

—¡Su patético llanto! —recalcó Plagg con burla y Bridgette le miró con reproche.

—Y estos se presentaron ante el pequeño príncipe —Bridgette hizo una pequeña reverencia—. Y así el pequeño príncipe y el dragón se hicieron amigos.

—No me acuerdo de nada de eso… —protestó Félix frotando sus sienes—. Te lo has de estar inventando —por primera vez Bridgette le frunció el ceño, era la primera vez que le fruncía el ceño a él y se quedó callado.

—No me estoy inventando nada. ¿O por qué crees que tu estricto profesor de etiqueta salió corriendo un día de tus lecciones?

Intentó hacer memoria, no tenía muchos recuerdos de su niñez pero si recordaba un incidente con su antiguo profesor de etiqueta. El bastardo era un sádico en toda la palabra y gustaba de pegarle detrás de las piernas para que nadie viera las marcas en los pantalones. Pero un día… el sujeto salió corriendo y se tiró por la ventana, aunque por suerte cayó en el jardín de rosas, para su mala suerte, era el jardín de rosas de su madre y al enterarse su padre le quitó el estatus de noble ese mismo día.

Entonces recordó algo… una figura… una sombra detrás de él que se escondía en su habitación. Temible y protectora.

—No puede ser…

—Parece ser que ya empiezas a recordar —sonrió Plagg haciendo una pirueta en el aire.

—Pero el pequeño príncipe no era feliz y su padre, el rey, también comenzó a ser infeliz y a volverse tan frío como el invierno. Entonces el pequeño hizo un trato con el dragón —Bridgette le enseñó la hoja—. Porque el príncipe no quería ser como su padre, le pidió a la dragona que si alguna vez su corazón se volvía más frío que el hielo el dragón lo alejaría de su patria para que recuerde como ser feliz y así regresar a compartir esa felicidad con su reino. Y se marcaron muchos incisos. Para ser un niño eras buen negociante.

—Espera un momento… —Félix comenzaba a sentir una migraña—. Me estás diciendo que todo esto fue porque hice un trato contigo a los seis años… ¡¿Cuándo era un crío?! —exclamó incrédulo.

—Pues sí. Debo admitir que te veías adorable mientras dictabas el contrato.

—Esto es una locura. ¡Una completa locura! —se levantó de la mesa mesando su ya despeinado cabello—. Eso no puede ser válido. Un documento así NO puede ser válido.

—Bueno, bastaría con la promesa de un dragón, cosa que hice en su momento, pero tú querías algo más oficial y solicitaste testigos. Tu hermano Adrien fue uno de ellos.

—¿Adrien? ¡Pero si tenía tres años! ¿Quién fue el otro testigo? —Bridgette le tendió el contrato y dejó que él lo abriera por completo hasta el final donde tenía el nombre y firma de los testigos, viendo la mano en tinta de su hermano menor y una firma más a un lado de esta que hizo que todo sentimiento de ira y confusión desapareciese dejando un vacío dentro—. Cómo… ¿Cómo es que…? —balbuceó sin palabras y Bridgette suspiró.

—Félix... aunque no lo creas te conozco incluso antes de que tú lo supieras. Y antes de ti, a esta persona que fue muy querida para mí —se levantó de la mesa—. Y te prometí a ti y a esa persona que te ayudaría a volverte el rey que debes ser —pasó a su lado a pesar de su estado de shock y le sonrió con cierta pena—. Voy a cambiarme y a preparar algo ligero para hoy. Tómate tu tiempo, necesitas digerirlo.- se alejó de él y Plagg se acercó a la joven.

—Psst, oye, ¿crees que es seguro dejarlo solo con el pergamino? Podría romperlo o incluso tragárselo.

—No te preocupes, Plagg. Ese contrato está en las mejores manos.

Le dejaron solo con sus pensamientos y Bridgette sabía que no le haría nada a ese contrato, después de todo, Félix sería incapaz de dañar algo que tuviese la firma de su madre.

Y… espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer! Y para el siguiente capítulo veremos al primer enemigo! Y ya sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!