Hola a todos! Lo sé, lo sé, tengo demora pero esta culpo a fanfiction, no me dejaba subir el capítulo y al fin logré hacerlo. Pero bueno, es hora de darle una pequeña lección a Félix y sin más qué decir… COMENZAMOS!
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Capítulo 8.
El festival de las flores.
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Tal como su nombre decía, el Festival de las flores era una celebración la cual daba la bienvenida a la primavera. Los árboles se llenaban de pequeñas flores cuyos pétalos expedían un aroma agradable por la noche, los puestos regalaban a la gente la oportunidad de divertirse o alimentarse con las delicias locales. También se vendían plantas en los puestos acordados lejos del bullicio del festival en un recorrido precioso y exótico para quienes buscaban conseguir nuevas plantas para sus jardines.
—¡Vamos! ¡Corre que se nos va a hacer tarde! —debajo de su sombrero de ala ancha, Plagg no dejaba de apurar a Bridgette.
—Plagg, el concurso de quesos es en una hora. ¡Deja de tocarme los cuernos! —se quejó a lo bajo y Plagg se asomó.
—Pero yo quiero llegar antes para ver los quesos.
—Tú sssolo quieres darle una mordida a cada quessso —señaló Sass debajo de la capa de Luka y Plagg siseó molesto antes de regresar bajo el sombrero.
A pesar de la alegría del momento, el único que no parecía contento era Félix. No le gustaba todo ese bullicio y mucho menos que lo empujaran a cada tanto.
—No entiendo cómo a la gente le gusta esto.
—Porque es divertido —sonrió Bridgette dándose la vuelta haciendo que la falda de su vestido verde se levantara un poco con el vuelo—. Si quieres entender a tu pueblo debes divertirte con él. Es una excelente forma de saber cuáles son sus necesidades.
—Yo aquí no veo nada por el momento.
—Mmm, tal vez no tienes buen ojo después de todo —musitó Luka con una amplia sonrisa haciendo que Félix le mirase con expresión de hastío bajo su capucha.
—¡Vengan! ¡Hay que divertirse! —Bridgette los jaló de la mano al mismo tiempo para desconcierto de Félix que quiso golpear la mano que sostenía al bardo.
Si bien al principio Félix estaba renuente en participar en todo ello, en poco tiempo comenzó a conocer el significado de divertirse a lo grande.
La comida no era mala como pensó que sería, la música era armoniosa… en su mayoría, ya que sacaron a un hombre que no dejaba de gritar en lugar de tocar, y los juegos aunque simples eran divertidos. No recordaba haber sonreído así desde que era un crío. Cuando se acercaron al concurso de quesos el aroma lo dejó mareado, pero Plagg se salió del sombrero y no dudó el muy ladino en darle una mordida a cada queso hasta que fue él quien lo atrapó.
—¡Ese concurso estaba apañado! ¡Debió ganar el Camembert! ¡Lo digo! ¡El Camembert!
—Ya cierra la boca o te van a descubrir.
—¡Plagg! Te dije que no podías hacer eso —le regañó Bridgette que lo tomó entre sus manos—. Si alguien te ve…
—No pasa nada, me puedo hacer pasar por un muñequito y ya. Ya lo he hecho antes —Bridgette lanzó un largo suspiro de resignación.
—No la hagas preocupar, pequeño —le instó Luka con voz calma—. Se preocupa por ti porque le importas —Plagg se removió un poco entre las manos de la dragona y bajó la vista unos momentos.
—Ya, bueno, perdón —Bridgette le sonrió y le acarició la cabeza.
—Está bien, Plagg. Lo importante es que nadie te vio.
De repente una exclamación ahogada llamó la atención de todos y vieron a una pequeña niña de coletas y grandes dientes frontales ver a Plagg.
—¿Ese muñequito habla? —fue tal la sorpresa que Bridgette cubrió a Plagg con sus manos, erizándose su cabello como el de un gato, incluso su extraño mechón de cabello asomó por su sombrero.
—Estás viendo cosas —dijo Félix antes de tomar a Bridgette del brazo y querer huir de la escena.
—¡Yo lo vi! ¡Ese muñequito habló! —exclamó la niña a sus espaldas. Félix en serio quería que la mocosa se callase al notar que algunos transeúntes miraban la escena con curiosidad pero Luka intervino.
—No es un muñequito, es un hada —declaró haciendo que Bridgette y Félix lo mirasen como si estuviese loco—. Y a las hadas no les gustan que les molesten —les guiñó un ojo para que no se preocupasen y tomó su laúd para tocar—. Entre las flores que caen, las pequeñas hadas juegan sin cesar~ Pero no les gustan ser vistas, porque su magia no pueden realizar~
Félix y Bridgette aprovecharon la distracción del bardo para irse. Ya a unas calles lejos, Bridgette puso a Plagg bajo su sombrero.
—Fiuu, eso estuvo cerca.
—¿Ya ves lo que provocas? —le regañó Félix y Plagg se asomó un poco.
—Bah, como si la mocosa hubiese visto la gran cosa.
De repente, escucharon a un pequeño grupo de niños reír cerca y Félix aplastó el sombrero de Bridgette para que Plagg dejase de darles la lata y dejando a ciega a la dragona por un momento por tanto que bajó el sombrero. Alrededor de un pequeño puesto repleto de libros algunos niños miraban a la cuentista con ojos embelesados.
—Y tras darle su merecido la bruja malvada huyó en su escoba chamuscada y con los bolsillos repletos de apestosas cebollas y nabos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado —relató una chica de cabello rizado y todos los niños y padres se rieron de la historia—. Gracias por escuchar, tenemos muchos cuentos para los niños. Todo muy barato. Gracias, gracias —algunos padres se llevaron los cuentos, otros se fueron a pesar de los reclamos de sus hijos. Bridgette y Félix se acercaron para ver los libros que tenía disponibles.
—Buenas tardes. ¿Qué género de libros tienes? —preguntó Bridgette.
—De aquí hasta acá son libros de cuentos, de este lado son libros variados. Tengo de todo un poco, romance, drama, histórico e incluso tengo un poco de misterio.
—¿En serio? —Bridgette parecía bastante emocionada viendo los libros y Félix examinó uno que le hizo fruncir el ceño, este tenía la orilla un poco quemada, cosa que le extrañó y molestó a la vez.
—No debería vender libros en este estado. Están dañados —se quejó mostrándole a la chica el libro.
—Por eso la mayoría están en descuento, pero su contenido está intacto y estos… estos… —la chica palideció de golpe al verle la cara y en instantes comenzó a temblar—. Y-Y-Y-Yo… ¡lo-lo siento mucho! —exclamó la chica y para sorpresa de Félix y Bridgette la chica se arrodilló hasta tocar su cabeza en el suelo—. ¡Perdón! ¡Perdón por ofenderle! ¡Lo siento mucho! ¡Por favor, no me corte la cabeza!
Félix se quedó frío ante la reacción de la chica y no era el único, Bridgette intentó calmarla.
—Tra-Tranquila. ¿Estás bien?
—Lo siento, lo siento, lo siento, por favor no me mate.
—¿Qué? ¿Matarte? ¿De qué hablas? —preguntó Bridgette confundida. Félix notó que estaban llamando la atención y quería irse pero no podía, sus piernas no reaccionaban ante la reacción de la joven.
—¡Juliet! —escucharon a alguien gritar y vieron que se trataba de Claude que rápidamente intentó levantar a la chica—. Hey, linda, ¿estás bien? ¿Pero quién rayos…? ¿Félix? —reconoció a su amigo bajo la capucha.
—¿Félix? ¿Qué haces aquí? —Allan también había llegado, seguro corriendo detrás de Claude. Pero a pesar de levantar a la chica, ella temblaba como una hoja y tenía la mirada en el suelo y lágrimas corriendo por sus mejillas.
—¡No pasa nada! ¡Fue un malentendido! —anunció Allan a la gente que se había congregado curiosa alrededor.
—Lo siento, lo siento, perdóneme, por favor su majestad —musitaba a lo bajo la pobre. Claude intentó calmarla.
—Hey, tranquila, linda. No pasa nada. Recuerda que te dije que es amigo mío. No te va a pasar nada —a pesar de sus palabras la chica seguía igual.
Fue entonces que Félix la reconoció, era la dueña de la librería que quemó por error. Incluso uno de los guardias la había detenido cuando ella se acercó a él rogando porque no quemara el edificio, incluso con más fuerza de la necesaria y él… la miró de forma tan fría y ordenó que echaran las antorchas al interior.
Comenzó a sentirse mareado, y al mirar alrededor notó las miradas de todos transformarse en miradas duras y déspotas. Juzgándolo y reprochando cada una de sus acciones pasadas. Los susurros que cruzaban de un lado a otro le hicieron sentir escalofríos, cada uno era como una serpiente enroscándose a su alrededor. Al voltearse a ver a Bridgette, la dragona parecía preocupada por la joven y ver esos ojos tan tristes en ella… se imaginó esos ojos mirándole con decepción. Sintió que algo se retorció dentro de su pecho.
Bridgette se acercó a la joven y tomó sus manos.
—Por favor, no debes temer. Te aseguro que no va a pasarte nada —la joven le miró con unos grandes ojos grises.
—¿D-De verdad?
—¡Por supuesto! Y créeme, Félix no es tan malo. Quizás la primera impresión seguro fue pésima, malísima, tiene esa impresión con todos por lo que veo. Pero él no es una mala persona, te lo prometo, mira, él está… ¿Félix? —al voltearse a ver a Félix que había estado clavado en su sitio ante la incómoda situación él había desaparecido.
….
Y… espero que les haya gustado! Es hora de hacerle entender a Félix que no todo es color de rosa. Ya puestos y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
