Rebecca se miró al espejo que tenía en su tocador. Estaba vestida con un traje sastre de sus colores favoritos: blanco y verde oliva. Su peinado estaba impecable, de hecho, era el mismo corte de cabello que traía desde siempre, y le parecía cómodo.
Lo único que no le parecía cómodo era el motivo por el que portaba un traje sastre: su juicio.
Lo habían programado a las 10 de la mañana y tenía que estar impecable. No sabía cuánta gente relacionada a los temas de seguridad nacional iban a estar en el lugar, y cada opinión importaba, pero por suerte, según lo dicho por Edward, su situación no ameritaba un jurado, sino evaluar cada uno de los aspectos por especialistas que estarían en el lugar y el juez determinaría el resultado de la situación.
Chris se encontraba en camino, y eso la confortaba, pero Billy, aunque ella hubiera deseado que la acompañara, no podía hacer otra cosa más que desearle mucho éxito, lo que había hecho una noche antes de la última cita que habían tenido, cuando ahora, entre sus sorpresas, decidió llevarla a una cita en la azotea del hotel donde se hospedaba.
Había pedido permiso para usarla, y cuando le fue concedido, decoró el lugar con luces colgantes y puso una pequeña pantalla con un proyector con la finalidad de ver películas luego de que ella le comentara que amaba los filmes animados mientras consumían de acompañamiento algunos dulces.
La idea que él tenía era la de darle una noche con lo que más le gustaba para que al día siguiente se relajara antes del juicio. Tras la cita, le dijo que lo haría bien y que aunque no podía estar con ella, siempre la apoyaría, lo que para la chica fue reconfortante.
Llegó puntual a los tribunales donde Edward la esperaba, le dio instrucciones finales tanto a ella como a Redfield y finalmente entraron a evaluar si Rebecca cometió o no un delito.
Al entrar al tribunal, se le leyeron sus derechos y los delitos por los que se encontraba en el lugar, una presunta acusación de encubrimiento que se hizo después de que en 2017, un hombre, un exmilitar llamado Matt Blake, en Dulvey, Louisiana, presuntamente vio al exteniente Billy Coen con vida a diferencia de lo que reportó en 1998 tras el incidente de las montañas Arklay.
La tensión para todos en el tribunal se podía sentir, pero más para Rebecca, quien se encontraba tensa en su incómodo traje burocrático a pesar de intentar demostrar firmeza. Los delitos que le estaban adjudicando sonaban graves al venir de una figura de autoridad de dicha magnitud.
Encubrimiento y Obstrucción de la justicia.
—Se alega que la doctora Chambers, siendo consciente de la vida del exteniente Billy Coen en una investigación que involucró la presencia de armas biológicas en el año 1998 en las montañas Arklay en la extinta Raccoon City, decidió no informar a las autoridades pertinentes, a pesar de saber que el reo en cuestión iba a cumplir una sentencia de muerte ¿cómo se declara, doctora Chambers? —preguntó el Juez con el tono autoritario que caracteriza a esta clase de autoridades.
—No culpable, su señoría —respondió la mujer con el tono tranquilo mientras veía a Edward, quien le dedicaba una media sonrisa. Estaba haciendo las cosas bien.
Sin embargo, en su labor, el fiscal intervino:
—Su señoría, en el año 2017, un testigo en Dulvey, Louisiana logró identificar al exteniente que fue condenado a muerte en 1998 como vivo y activo a pesar de que se le dio por muerto y la doctora no reportó este hecho cuando ella fungía como oficial en el campo, por lo que estaba obligada a informar a sus superiores que Coen seguía con vida después del incidente de Arklay.
Edward entró en su papel tratando de defender a Rebecca, sabiendo que aunque todo esto pareciera ser un intento de obstruir sus planes para liberarla, era el protocolo común, y era sumamente fácil de tirar.
—Su señoría, las acusaciones del fiscal no cuentan con fundamento. La testificación de un hombre en Louisiana no se puede considerar una prueba irrefutable de la supervivencia del militar, aparte mi clienta no tenía obligación de reportar información que no se podía verificar de forma confiable. El incidente de 1998 se investigó exhaustivamente por las autoridades y las posibles omisiones en este no fueron intencionales —las palabras del abogado hicieron que el fiscal se levantara a contraargumentar.
—¿No intencional? Hablamos de un exteniente condenado por asesinato, alguien con peligrosidad altamente conocida y su encubrimiento no solo podría poner en peligro la seguridad pública, sino que es una grave falta ética y profesional —terminó su intervención.
Rebecca decidió intervenir en el tribunal
—Su señoría, desde el año 1998 he trabajado en el marco de la ley y en su momento cumplí con todas mis obligaciones como miembro del personal médico de los S.T.A.R.S. Nunca tuve la certeza de que Coen estuviera vivo después de lo ocurrido en Arklay, por lo que las acusaciones de que encubrí su paradero son solo conjeturas que se basan en la declaración de un individuo con credibilidad no probada.
El Juez preguntó al fiscal cuáles eran las pruebas que tenía para poder sostener la acusación más allá del testigo en Dulvey, a lo que le respondió que tienen registros de comunicaciones interceptadas en las que se sugiere que la doctora Chambers pudo contactarse con Coen en años posteriores, pero no mencionó nombres, sin embargo señaló que los contextos de las conversaciones eran sospechosos.
Edward en el juicio señaló que la fiscalía construyó una narrativa que se basaba en suposiciones, porque la cliente nunca mantuvo contacto con Coen ni hay evidencia de que esto haya ocurrido de esta manera, ni era prueba de que Rebecca cometiera irregularidades.
El juicio seguía tornándose serio, la joven seguía inmóvil, nerviosa, viendo cómo su destino se estaba debatiendo en ese lugar.
Entonces, el receso fue marcado por el juez.
Edward y Chris se vieron cara a cara mientras Rebecca bajaba del estrado para preguntarle lo que ella ya imaginaba.
—No —contestó tajante —luego de lo de la Mansión y en Arklay, no supe nada más —bajó el tono de su voz en susurro —¿crees que se refiera a lo de las citas?
—No —respondió Edward —están hablando de años posteriores, no de la última semana, y dices que se han comunicado desde teléfonos públicos sin usar nombres, así que lo veo muy improbable.
—¿Cómo ves la situación? —intervino Chris mientras la veía ligeramente sonrojada —¿preguntó lo que yo creo que preguntó?
—Sí —contestó Edward, mientras volvió a susurrar —tiene miedo de que su affaire salga a la luz, y tiene razón en sentirse así, pero durante la semana previne y moví contactos.
—¿Qué hiciste, Edward? —preguntó Chris extrañado, a lo que este le contestó que le dio unos documentos falsos a Coen donde usaba el nombre de Steve Johnson, para que pudiera salir en libertad con Rebecca y que ella pudiera tener una coartada en caso de que algo saliera mal, pero pasada la sentencia, los tiene que quemar.
—Bien pensado —dijo Chris, sorprendido de la astucia de su amigo, aunque normalmente desdeña esa clase de actos, considera que si el fin es que su amiga tenga una vida amorosa ligeramente más saludable, el riesgo podría valer la pena.
Regresaron del descanso con el juez en su lugar, quien retomó el juicio indicando que las acusaciones de Rebecca eran graves y podrían poner en riesgo la reputación de la viróloga, pero concedió el punto de que no se podía actuar usando especulaciones, sino que debían usarse pruebas concretas y verificables antes de dar un veredicto.
—Fiscal, sobre las comunicaciones que interceptaron y que presentó ¿hay alguna prueba tangible de que estas fueron directamente entre la doctora Chambers y Billy Coen? —preguntó el juez, mirando al fiscal en turno, quien dijo que no había nombres específicos en los textos, pero que los patrones de lenguaje indican que pudieron ser entre ellos y que el contenido habla sobre operaciones encubiertas —este tribunal no puede decidir basado en hipótesis —aclaró.
Edward aprovechó su oportunidad para intervenir, indicando que lo que se presentó, no cumplía con los estándares para sostener las acusaciones.
—Mi clienta fue sometida a una investigación minuciosa y no se encontró nada que valide los cargos, y lo que vemos aquí es que intentan responsabilizarla por eventos que no están bajo su control y solo se basan en suposiciones.
—Con el debido respeto, su señoría, no debemos ignorar que la doctora Chambers se encontró en una posición única durante los eventos en Arklay y pudo ayudar a Coen a escapar de la justicia y que omitiera cualquier información crucial en ese momento es altamente sospechoso, especialmente con el testimonio del señor Blake.
Rebecca intervino de nuevo, sintiendo que lo que estaba ocurriendo era un verdadero atropello ¿quién se creía además del fiscal?
Luego de que el fiscal presentara a Matt Blake como testigo y que su testimonio fuera desestimado debido a las inconsistencias de su relato, en las que aseguró que tras unos minutos pudo distinguir a una persona a la que no había visto más de dos veces durante su servicio militar, el fiscal intentó desestimar a Edward, pero no pudo y siguió increpando a Rebecca.
Edward siguió defendiéndola, indicando que la fiscalía se basaba exclusivamente en conjeturas y que no eran concluyentes.
—Su señoría, en ningún momento violé mis deberes como miembro de los S.T.A.R.S. en el día que serví o como ciudadana, mi finalidad fue salvar vidas y la sigue siendo ahora desde un laboratorio e incluso cuando tuve que tomar decisiones difíciles en situaciones extremas lo he hecho. Y si sobrevivió Coen al incidente en Arklay no debe ser usado para manchar mi reputación con esta clase de acusaciones sin fundamento.
Tras esta intervención, el juez llamó a Chris al estrado como el testigo traído de parte de Rebecca.
Chris iba vestido con un traje sencillo, se levantó y pasó firme al estrado, prestó juramento y le dio a Rebecca un pequeño gesto de aliento ante la situación en la que se encontraba.
El fiscal procedió a hacer su trabajo con Redfield.
—Señor Redfield, usted fue miembro del equipo S.T.A.R.S. en el incidente de las montalas Arklay y en la Mansión Spencer ¿puede describir cuál era el rol de la doctora Chambers en ese momento y qué acciones tomó durante esa misión?
—Rebecca Chambers, a sus 18 años de edad como una egresada prodigio en medicina, fue asignada al equipo Bravo de S.T.A.R.S. como médico de campo, donde mostró habilidad y valentía excepcionales, se enfrentó con nosotros a una situación ante la que nadie estaba preparado con armas biológicas de la entonces farmacéutica Umbrella. Rebecca no solo me salvó la vida en más de una ocasión, sino que contribuyó a hacer volar por los aires los laboratorios de la empresa, liberándonos del virus T por varios meses.
—¿Entonces me dice que durante ese tiempo, la doctora Chambers no supo de la supervivencia del exteniente Billy Coen? ¿Ni siquiera sospechó que pudiera escapar? —preguntó el fiscal, a lo que Chris mantuvo su postura y no se mostró nada nervioso.
—No existe prueba que sugiera que Rebecca estaba informada de la supervivencia de Coen, y si se trata de sospechas, el contexto era que intentábamos sobrevivir contra criaturas que no deberían existir, así que Rebecca cumplió como miembro del equipo y como médico. Luego de eso se dedicó a estudiar y a hacer vacunas para combatir el bioterrorismo, así que no es justo acusarla basándose en conjeturas de lo que pasó en medio de tanto caos.
Edward intervino para cuestionar a su testigo.
—¿Cuánto tiempo trabajó Rebecca Chambers en S.T.A.R.S. y qué hizo luego del incidente de la Mansión Spencer?
—Rebecca solo estuvo un día en S.T.A.R.S. y ese fue su único trabajo de campo, lo que ocurrió en Arklay fue su único despliegue con el equipo y luego se fue a estudiar el doctorado y trabajar como viróloga, se ha enfocado desde entonces en desarrollar vacunas y tecnologías para combatir al bioterrorismo, y no, no se dedica a encubrir criminales.
El juez intervino:
—Dice que en todo este tiempo no ha existido indicio de que Chambers contactara a Coen o que tuviera razones para ocultar información relevante.
—No la hay, su señoría. Conozco a Rebecca desde esos días y puedo decir con seguridad que si ella hubiera sabido algo, hubiera informado a las autoridades, porque su compromiso con a ley y la ética profesional siempre ha sido inquebrantable.
Chris le dio una media sonrisa a Rebecca, mientras ella comenzaba a sentir que se relajaba. Conocía la influencia de la presencia de Chris en estas situaciones, así que cada palabra la hacía sentir reconfortada. A veces pensaba en Billy, como una excusa para evitar la tensión.
El fiscal, viéndose acorralado, decidió usar una carta que podría ayudarle.
—Señor Redfield, usted ha sido cercano a la doctora Chambers por años ¿es posible que su lealtad a ella lo haya influenciado a omitir o ignorar detalles relevantes para la investigación? —preguntó, pero Chris frunció el ceño, dejando ver su descontento con la pregunta.
—Antes que con cualquier persona, mi lealtad está con la verdad. Yo mismo me he arriesgado para proteger a inocentes y exponer culpables, así que si hubiera visto algo que indicara que Rebecca se vio involucrada en algo ilegal, yo hubiera sido el primero en levantar la voz, pero no hay nada de eso. La acusación no tiene ningún fundamento.
Tras escuchar, el juez determinó que las pruebas presentadas no eran concluyentes, por lo que no existía ninguna evidencia directa que vinculara a Rebecca con un encubrimiento, y mandó a un último receso para poder llegar a un veredicto.
Chris se acercó a Rebecca, y con una sonrisa le pudo pasar un mensaje. Lo estaba haciendo bien.
Luego del receso, en el que no se dijeron nada las tres partes, Rebecca se sintió en necesidad de llorar, pero pudo soportar las ganas hasta que el juez reanudó la actividad y llamó a todos al tribunal.
El fiscal volvió a increpar a Rebecca, preguntándole su rutina desde 1998.
—Entonces, los hechos en los que se vio envuelta durante los ataques con armas biológicas en las montañas Arklay, específicamente los de la mansión, se dieron el día 24 de julio de 1998 ¿correcto? —preguntó el fiscal.
—Correcto —contestó Rebecca —fue en el verano del 98.
—Pero por lo que tenemos entendido, en el expediente del Incidente de la Mansión, el equipo Alpha de S.T.A.R.S. fue enviado a rescatarlos a ustedes porque no se habían comunicado por 24 horas, así que la pregunta es la siguiente ¿qué pasó en esas 24 horas previas?
Chris volteó a ver al fiscal. Hacía bien su trabajo, había indagado en el historial previo de Rebecca para construir un caso, y de repente llegó Jill a su mente, quien le había comentado exactamente lo mismo. "En 24 horas puede pasar cualquier cosa".
Rebecca se había preparado para lo que Edward le había comentado que podía pasar, así que respiró y contestó lo siguiente:
—Es un día que no quiero recordar —comenzó a explicar con cierto dramatismo en su voz, un dramatismo que en el fondo no era tan fingido como se podía esperar —mi equipo llegó a los bosques de Arklay por denuncias de homicidios que eran consistentes con canibalismo, y al llegar se averió el helicóptero, por lo que dejamos al piloto, a Kevin, reparando el vehículo. Enrico nos llevó a explorar el área y vimos una Jeep militar destruida —Rebecca, conforme recordaba, se iba quebrando, su voz se hacía más triste —en esta habían tres cuerpos que se veían irreconocibles, estaban desgarrados, pálidos, mordidos —contuvo el esfuerzo por vomitar y con la mirada perdida, por lo que mentalmente, se encontraba en el lugar —y en la zona encontramos papeles que daban a conocer que transportaban a Coen. Iba a tocar los cuerpos, pero Enrico me dijo que no lo hiciera para no perturbar la zona. Seguimos nuestro recorrido para la investigación hasta llegar a la mansión, donde nos separamos y… bueno, ya no supe nada de mis compañeros.
La narración de Rebecca incomodó a todos los presentes, incluso el fiscal se vio afectado por las palabras y por el tono que la mujer utilizó al hacer las exploraciones mentales.
—¡Objeción, su señoría! —exclamó Edward visiblemente preocupado por el estado de Rebecca —¡no pueden hacer pasar a mi clienta por una tortura al recordarle esos hechos después de que los peritajes indican que tiene trastorno mental tras estos eventos!
—Aceptada —dijo el juez luego de que Rebecca se secara las lágrimas del rostro.
—¿Puedo proseguir? —preguntó Rebecca, lo que sorprendió a los presentes y cuando le dijeron que sí, ella continuó: —vi la zona por arriba, no sobrevolamos mucho al escapar, pero pude ver que hubo mucho movimiento. Creí que ya no tenía sentido ir a recuperar los cuerpos, supuse que Coen estaba muerto, y ahora me extraña pensar que no fue así. Así que, su señoría, no cometí encubrimiento u obstrucción de la justicia… solo estaba haciendo mi trabajo, y pues, bueno…
Edward intervino ante la declaración de su cliente.
—Está diciendo que pudo haber cometido un encubrimiento basada en desinformación y no en dolo, y las circunstancias extremas la llevaron a reportar a Coen como muerto, porque no había manera de probar lo contrario.
—Lo vi muerto, o eso creí… los cuerpos eran irreconocibles a simple vista —agregó.
—Es todo por mi parte —dijo Edward, el fiscal concordó.
El juez dio la oportunidad a los abogados para dar una última declaración, y aunque el fiscal se vio visiblemente conmovido por el testimonio de Rebecca, volvió a argumentar que no se debe perder de vista que la mujer contribuyó en un incidente que dejó un vacío legal importante.
—No se puede ignorar que una figura como Billy Coen desapareció bajo circunstancias sospechosas, y que un testigo en 2017 lo identificó vivo. Este tribunal tiene la obligación de asegurarse de que no se esté encubriendo a un criminal peligroso. Aunque no podamos presentar pruebas directas más allá de los testimonios y registros interceptados, la acumulación de estos elementos sugiere que al menos existió una omisión grave de su parte —agregó —se debe precisar que en casos como este, la justicia tiene que considerar las probabilidades y proteger la seguridad pública.
Mientras tanto, Edward desestimó las declaraciones del fiscal, indicando que era un juicio basado en evidencia no conclusiva y sin pruebas claras más que conjeturas y suposiciones, y también resaltó la labor de Rebecca contra el bioterrorismo.
El juez dio a conocer su veredicto final.
—He escuchado ambas partes con atención y revisado todas las pruebas y testimonios presentados. No cabe duda de que este caso plantea muchas preguntas y que el contexto detrás de los eventos de 1998 y 2017 son complejos y están llenos de lagunas. La acusación se basa principalmente en un testimonio y en comunicaciones cuya interpretación es subjetiva.
Pero no tardó en decir que la mujer a pesar de estar en situaciones extraordinarias, se mantenía fiel a sus principios y con esto en mente y con las pruebas -o ausencia de estas-, Rebecca Chambers era inocente de los cargos.
