CAPÍTULO 2

El comedor solo se llenaba en ocasiones como esa, por lo regular cada uno iba y venía a su ritmo dependiendo de las misiones que tuvieran, por lo cual nunca había tanta gente ahí, pero los días de intercambio eran otra historia.

Miwa se había pasado también temprano para desearles suerte a sus kouhais, estaba aliviada de ya no tener que andar en esas actividades, aunque sinceramente era mucho mejor que irse por días a completar misiones cada vez más difíciles.

El personal de la escuela había preparado un delicioso banquete para los muchachos y los invitados, que no estaban obligados propiamente a comer ahí. Umeko no se había presentado esa mañana, Oki en cambio había llegado a la par de los alumnos de Kioto junto con el asistente auxiliar Tanabe, quien cabe resaltar era sumamente querido por el alumnado.

—¿Tú crees eso? —susurró Yuta para Maki, aunque estaba a su lado.

—También estaba sorprendida, pero era tan extraño —habló también quedamente.

Maki le había contado a Yuta, mientras desayunaban, lo que escuchó y presenció la noche anterior cuando estaba con Gojo. Maki estaba segura de que aquello que notó en su profesor habían sido nada más y nada menos que celos. Yuta estaba incrédulo, en todos esos años había hablado una qué otra vez de manera muy superficial con su maestro sobre alguna relación romántica y siempre se mantuvo recio de aceptar querer una, al menos formalmente.

—¿Entonces Itadori estaba en lo correcto ayer? —Yuta siguió hablando bajito.

Megumi, no queriendo realmente, estaba pendiente de lo que decían porque no era normal que estuvieran cuchicheando.

—Deberíamos investigar ¿no crees? —Más que curiosidad, las palabras de Maki tenían saña. Encontrar algo con lo cual fastidiar a Gojo era igual de valioso que el oro.

—No lo sé…, si está celoso ¿no estará enojado también?

—Quien sabe, no conozco ese tipo de celos.

—No tienes de que preocuparte, yo siempre te veré solo a ti.

Yuta sonrió tiernamente desde lo más profundo de su existencia. Adoraba a Maki con cada célula de su cuerpo.

—E–ese no es problema, tonto —tartamudeó bastante apenada, alzando un poco más la voz. Kugisaki entonces prestó atención.

—¿No?

—No puedes evitar que otras personas se fijen en ti.

—Oh, entiendo.

—Y… ¿Qué tal si llaman tu atención?

—¡Jamás! ¡Maki–san es la única!

Yuta había levantado más la voz, dejándose llevar por el hilo de la conversación, Maki quedó en blanco ante la súbita respuesta. Amaba a Yuta inequívocamente a pesar de ser tan opuesto a ella, porque era tan noble, tierno e inocente, sin embargo, a veces era también un completo idiota cuando se dejaba llevar.

—Ehhh, yo también quiero vivir mi romance estudiantil —se quejó Mizuno, alumna de segundo de Tokio.

—Okkotsu–senpai siempre me pareció increíble, ahora más que ha conquistado a alguien como Maki–senpai —dijo Itadori.

—Si le rompes el corazón a Maki–san, te partiré el cuello —lo amenazó Kugisaki apuntándole con el tenedor.

—¿Cómo qué alguien como yo? —respingó Maki, golpeando la mesa.

De pronto su conversación privada sobre Gojo se tornó en una pública de su relación aún no confirmada a sus colegas, una que era evidentemente obvia. No es que quisieran que fuera un secreto, solo que… Todo a su debido tiempo.

—Ustedes. Si hacen cosas indebidas en la escuela… —les llamó con severidad, Satoru, quien recién entraba al comedor—, que no los atrapen.

—¿No debería decirles directamente que no las hagan? —preguntó confundido, Itadori.

—Confío en Yuta, pero no en Maki —dijo Gojo.

—¡¿De qué demonios hablas?!

—¿No estará metiendo a todos en su saco? —suspicaz hizo el comentario, Nobara.

—No haría nada indebido.

Yuta estaba rojo, verde, morado, azul de la vergüenza, tratando de cubrir su rostro con sus antebrazos. Era realmente lindo que un hechicero de su calibre pudiera estar en jaque con palabras tan sencillas como esas. Gojo estaba riéndose de él campantemente.

—¿No te había dicho que no los molestaras?

Utahime llegó justo después de él, había alcanzado a escuchar los últimos comentarios. Con su mano, como si fuera un hacha, golpeó la cabeza de Satoru, él se quejó. Megumi entrecerró los ojos, sospechando y atando cabos sobre lo dicho por sus superiores ¿por qué había dejado que ella lo golpeara si se supone que tenía activado su infinito?

—Y no los mal aconsejes —agregó la pelinegra.

—Utahime, tú tampoco eres quien para hablar.

Al parecer también se había sentido con el derecho de regañarla.

—¡¿Qué?!

—¿Acaso no recuerdas las veces que el director nos llamó a su oficina por hacer travesuras?

Otra vez, había usado ese tono qué indicaba una segunda connotación. La sonrisa pícara de Gojo dejó a todos perplejos. Incluso los alumnos de Kioto, que estaban un poco ajenos a la plática de los de Tokio, voltearon a ver a su siempre colecta maestra Utahime. Podían creerlo de Gojo Satoru, pero ¿de Utahime? Y más aún por hacer cosas indebidas con… Él.

O sea, si los habían llamado a la dirección, si se habían ganado algún castigo a pesar de que habían sido malinterpretaciones. Gojo lo sabía bien y el hecho que lo mencionara así era… ¿Por qué se empeñaba en hacer tan obvia su relación?

—¡Eso solo fueron malentendidos! ¡No hice nada malo!

—Entre todos ¿por qué el profesor Gojo? —se quejó un alumno de Kioto.

—Así que tenía razón después de todo —comentó Itadori de lo más sorprendido.

—No creo que se refiera a lo que quiere dar a entender —dijo Megumi.

—Entonces…, si puedes malinterpretar una situación como esa… ¿No quiere decir que al menos pasó algo? —alegó Kugisaki.

—¿Algo cómo en los mangas shoujo? —dijo Itadori.

—Correcto.

—Eso siempre acaba en romance ¿no? —dijo alguien de la otra mesa.

Gojo parecía encantado con todo el caos que había creado por un simple comentario, claro que su contraparte no compartía su opinión. Estaba furiosa, más que eso, era sumamente bochornoso que estuviera diciendo cosas que sonaban comprometedoras, aunque no tenía intención de aclarar cómo esos sucesos se habían dado, porque el contexto era… era difícil de señalar. De todas las "travesuras" la peor era cuando Yaga los había descubierto durmiendo juntos en la habitación de Gojo. Solo de recordarlo sentía que le iba a dar migraña.

—¡¿Quién quiere una anécdota de la profe Utahime en su época de estudiante?!

Gritó Satoru alzando la mano. Todos los alumnos sin excepción levantaron sus manos. Hasta Fushiguro que era posiblemente el menos interesado, pero haciendo memoria era él quien probablemente tenía más tiempo de conocerlos, así que sería hipócrita de su parte el decir que no tenía un poquito de curiosidad. Miwa tecleaba rápidamente en su celular a Momo para contarle todo lo que sus oídos habían captado tan temprano por la mañana, imaginaba qué entre todos sus conocidos, Nishimiya sería que la que más se iba a oponer al hecho de que alguien como Satoru tuviera algo que ver con Utahime.

—G–o–j–o…

La voz de Utahime fue de ultratumba, el ambiente a su alrededor era tan lúgubre que podría crear ella sola una maldición de primer grado si se lo proponía.

—Gusanos…—dijo él, haciendo un ademán con ambas manos, cómo si estuviera titulando la historia que quería empezar a contar.

—¡No hables!

Iori soltó un puñetazo al abdomen de Satoru, pero el golpe fue esquivado sin problema alguno. Megumi bebió de su agua y miró de reojo a Maki, quien haciendo una señal con la mano le hizo saber que se había percatado también del detalle: ¿por qué esquivarías algo que no podría, en primer lugar, poder ser golpeado?

—¿No deberíamos detenerlos? —preguntó Miwa a su compañero Arata.

—¿Tú lo harás? Yo no quiero meterme entre esos dos.

Ambos observaron como seguían peleando, o más bien como Utahime intentaba golpear a Gojo mientras este danzaba de aquí a allá esquivando sus golpes, menos mal que el comedor era grande.

—Por lo regular, la señorita Utahime no se comporta así —sopesó Tanabe. Él conocía a Utahime desde que ella empezó a dar clases, así que sabía que ese "por lo regular" no incluía la presencia de Satoru.

—Es como un niño, en serio —se quejó Oki—. Ni siquiera después de muerto dejará de ser un fastidio.

—No creo que la lógica se aplique para alguien como él.

Al final de cuentas Satoru no abrió la boca y reveló algún vergonzoso suceso de Utahime. Cada equipo terminó sus alimentos y dispusieron el tiempo restante en organizarse y planear sus estrategias para la segunda ronda.

El ocaso anunció el inicio de la segunda ronda: Hide and Seek.

La propuesta ganadora fue la de Kioto, que el evento se haya realizado por la noche fue al azar. Había un área delimitada para la prueba y en ella maldiciones de tercer y segundo grado, la misión era atrapar a todo el equipo contrario mientras permanecían ocultos. No era un enfrentamiento, sino más bien se evaluaría su capacidad de llevar con sigilo la prueba. Habría ocasiones en las que era mejor escapar antes que pelear directamente o simplemente emboscar a tu oponente para poder ganar. Las maldiciones de bajo nivel eran para determinar el grado de encubierto que podían manejar aun cuando su objetivo principal era la caza del otro equipo.

Dos puntos por atrapar a tu rival, un punto por cada maldición eliminada sin ser atrapado. Hasta diez puntos otorgados por Oki y Umeko para el desempeño de sigilo. El tiempo límite eran las 2:00 am, así que tenían siete horas para terminar el juego.

Kioto sabía que en un enfrentamiento de fuerza era imposible vencer a Tokio, pero con las preparaciones adecuadas hasta alguien sumamente poderoso podría ser derrotado. No necesariamente debían pelear, tan solo encontrar la brecha ideal para sacarlos de juego.

—Fushiguro Megumi será un gran problema. Su habilidad es perfecta para este tipo de misión —comentó Oki de manera seria.

Utahime, el maestro Nagatsuki (que daba clase a los de tercero) y Oki estaban sentados en línea al frente de aquel salón. Tanabe se había encargado de poner cámaras en toda el área para poder observar la pelea, aun si era de noche. Gojo, Gakuganji y Umeko estaban detrás de ellos. A los costados del salón estaban Kasumi y Noritoshi; Maki y Yuta.

"Aunque la técnica ritual de Chizuka es perfecta para la ocasión, creo que de quien deberían cuidarse es de Kei"

Eso les había comentado Gojo cuando planeaban su estrategia. El ritual de Chizuka de primer año era "mutismo" capaz de quitar el sonido en un rango determinado, lo cual era ideal para el juego, si bien para pelear no implicaba un ritual que fuera de utilidad, servía para otras cosas. Por otra parte, el ritual de Kei podía ser tan bueno como el ritual de Yuta.

Las sombras de Fushiguro eran de gran ventaja para la misión, ya que podía esconderse en ellas y detectar al enemigo. Inclusive sus shikigamis podían ser usados para localizar y reportar. Según lo hablado, su primera opción era sacar a Kei del juego.

A través de las cámaras, el proceso del encuentro se llevaba a cabo. Todos siendo cuidadosos de sus movimientos. No fue hasta que Gojo observó ambas manos de todos los integrantes de Kioto que entendió que posiblemente la cosa no iba a pintar tan fácil para sus alumnos.

Utahime estaba delante de él, podía ver por arriba del hombro de ella que tomaba nota de lo ocurrido. Estaba seguro de que la idea había sido de la pelinegra.

"La técnica de Kei permite guardar técnicas malditas e imbuirlas en sellos para ser utilizadas. Sólo pueden usarse una vez y por un tiempo limitado, pero eso depende de cuánto tiempo Kei haya estado en contacto con el usuario y la capacidad del portador del sello para aplicar su propia energía maldita y liberar la técnica…. Me pregunto ¿cuántas técnicas diferentes tendrán almacenadas?"

—¡¿Mimetismo?! —Dijo con asombro, Umeko.

Era un ritual raro y tres de los alumnos de Kioto lo estaban usando.

—La habilidad de Kei es estupenda. Apenas está en primer año, pero controla su técnica muy bien —comentó Oki.

—Es una niña muy talentosa. Llegará a ser de primer grado antes de terminar la preparatoria —dijo Utahime con orgullo. Las felicitaciones a su alumna le hicieron inflar el pecho.

—Con alguien como tú guiándola, no me sorprendería.

Gojo se despilfarro en su asiento, asqueado de las palabras de Oki. Que fuera tan adulador le enfermaba. Aunque debía reconocer que lo que Utahime había dicho era cierto.

"No hay un peleador tan sagaz como Itadori dentro de sus filas, sin embargo, al ser más débiles son más precavidos. Tienen la ventaja de conocer el terreno, por eso Utahime escogió un juego como este, sabía que no podría enfrentarse cara a cara y planearon minuciosamente sus movimientos"

—Si no pueden atrapar a Fushiguro no ganarán —habló Yuta para Maki.

—La opción de extender el juego hasta el final existe. Solo no deben ser atrapados y exorcizar a la mayor cantidad de maldiciones.

—Aún si eso pasa, los puntos de sigilo también serán un factor clave si no terminan a tiempo.

Kioto

Maldiciones exorcizadas: 5

Enemigos anulados: 0

Tokio

Maldiciones exorcizadas: 4

Enemigos anulados: 0

"Mantienen su energía al mínimo con "mimetismo" para aguantar el ritual, mientras que los tres restantes se encargan de exorcizar maldiciones con "mutismo". A pesar de que Megumi pudo localizarlos, al no saber dónde están los otros tres no puede arriesgarse a salir y ser emboscado."

Pasó una hora hasta que el primero cayó: Haruta de segundo año de Tokio.

Kioto

Maldiciones exorcizadas: 7

Enemigos anulados: 2

Tokio

Maldiciones exorcizadas: 4

Enemigos anulados: 0

"Planearon bien su defensa y usan la ventaja del terreno a su favor. Son bastante astutos en usar sus debilidades y fortalezas"

Gojo sonrió con ironía mientras veía escribir nuevamente a Iori.

"Esa es mi chica."

—Muy astuto de su parte elegir un juego cómo este, ¿cuánto tiempo les llevó prepararse para este encuentro? —Habló Gojo.

—Desde primavera —respondió Nagatsuki—. Como el joven Arata era el único de tercero, nos enfocamos desde un principio en los nuevos alumnos de primero.

—Ya veo —caviló Gojo—. ¿Tú los entrenaste, Utahime?

—Con ayuda del profesor Nagatsuki.

Transcurrió media hora más para que el siguiente enfrentamiento cara a cara se diera, contra toda predicción, Kei, la alumna de primero, se había topado con Itadori cerca de la entrada sur a los campos boscosos de la montaña. Estaba sola, se había separado del grupo de mimetismo (cosa que el equipo de Tokio no sabía) y casualmente había terminado su técnica justo antes de encontrarse con Itadori.

Gojo, que todo lo veía, sabía de antemano que ella ya había activado otros dos rituales; puso el codo sobre el reposabrazos y se tocó la barbilla. El resultado de ese encuentro dependía plenamente de sí Itadori se daba cuenta de ese detalle.

Kei se mostró temerosa y cohibida ante la imponente presencia de Itadori, quien estaba en posición de ataque, listo para finiquitar el asunto al menor movimiento de la otra.

—Espera, espera —le habló con preocupación—. No hay manera de que pueda ganarte en combate directo ¿cierto?

—No lo creo —habló firmemente Itadori, aún manteniendo su posición.

—Entonces, creo que me tienes —alzó las manos, como en una pose de rendición—. No hay necesidad de pelear —afirmó.

—No, no la hay —Itadori entonces relajó su postura y sus facciones. Permaneció parado donde estaba.

Todos en la sala escucharon el resoplido de Gojo. Utahime y Nagatsuki sonrieron discretamente.

Kei movió sus pelirrojos cabellos a un lado y miró de manera atrevida al muchacho que tenía enfrente.

—Deberías ser gentil si vas a poner el sello —gimoteó. Itadori inevitablemente mostró un sonrojo y asintió con la cabeza.

—De acuerdo, solo ocupo pegarlo.

—Adelante, mi pecho es todo tuyo.

Itadori avanzó hasta ella y sacó el sello que estaba guardado en el bolsillo de su pantalón. Cuando estaba a punto de ponerlo, Kei dio un paso atrás.

—Espera.

—Tengo que ponerte ese sello. Si te resistes…

—Solo quería decirte que tengo mucha admiración por ti, senpai.

—Pues… gracias —respondió cohibido ante la repentina confesión.

—Es todo un honor que seas tú quien me saque del juego.

—De nada, supongo.

—Quisiera un abrazo antes de dejar la competencia —confesó tímidamente.

—No debería…

—Solo será un abrazo —dijo entre pucheros—. Crees en mí ¿verdad?

—Te creo…

Kioto

Maldiciones exorcizadas: 8

Enemigos anulados: 4

Tokio

Maldiciones exorcizadas: 6

Enemigos anulados: 0

—Esa fue una jugada sucia —dijo Gojo un poco indignado—. Pero admito que me gustó.

—¿Por qué Itadori es tan ingenuo? —se quejó Maki—. Mierda.

—No había manera de que se diera cuenta —Yuta trataba de justificarlo.

—Utahime, ¿cuándo se hicieron de la técnica de "palabras malditas"? —preguntó Gojo.

—Cómo dijimos, estuvimos preparándonos desde primavera. No solo cazamos maldiciones, también usuarios malditos.

—El ritual de "palabras malditas" no debería de ser tan fuerte como para afectar a Itadori. Es una técnica que está por debajo del "discurso maldito" de la familia Inumaki —comentó Yuta.

—Kei usó la "zona restringida única" para potenciar su ritual —dijo Gojo.

—¿Uso dos rituales al mismo tiempo? —habló Oki. Eso requería de un alto grado de preparación.

—Sacrificó su técnica de "mimetismo" para poder usar ambos. Localizó a Yuuji y siguió obviamente su plan. Entre todos, era el más propenso a caer.

—Sabíamos que Kugisaki se había enfrentado con anterioridad a un usuario similar, así que lo más factible era usarla contra un oponente poderoso, incluso si era sacrificando a Kei de por medio —aclaró Utahime.

—¿Cuántos sellos con técnicas tiene almacenadas? —preguntó Umeko.

—Más de cincuenta —respondió Utahime.

—Excelente trabajo, profesora Utahime —le felicitó Gojo con el mismo tono que Kano había usado para felicitarle anteriormente.

Al cabo de 4 horas los alumnos restantes estaban tomándose aún con más calma la caza. Tener desplegada tu técnica maldita sin interrupciones durante tanto tiempo solo era posible para monstruos como Satoru o Yuta. De nada servía tener un arsenal de técnicas si eras incapaz de usarla al no poder imbuir los sellos para activarlos.

Kioto

Maldiciones exorcizadas: 13

Enemigos anulados: 8

Tokio

Maldiciones exorcizadas: 15

Enemigos anulados: 6

El ritmo de Kioto disminuyó a comparación del inicio. Si bien llevaban en puntuación el empate, era cuestión de tiempo para que Tokio siguiera sumando maldiciones.

Fushiguro y Nobuki eran los únicos que quedaban del lado de Tokio, pero los shikigamis de Fushiguro daban aún ventaja a larga distancia para poder exorcizar a las maldiciones de tercer nivel.

Por otra parte, Kei, Chizuka y Hibari seguían en las filas de la contienda. Sabían que debían preservar la energía maldita de su as para poder seguir utilizando los rituales, aunque Chizuka estaba un poco más cansada que el resto.

—Vaya, esto es más agotador de lo que pensé —comentó Miwa para Kamo.

—Imagina cómo deben estar ellos.

—Tokio es muy resistente.

—Tienen un buen plan, aunque los alumnos de Kioto no fallarán a estas alturas.

Gojo estaba cansado ya de tanta espera, al principio parecía divertido, pero conforme menos quedaban más meticuloso se volvía todo. Se levantó de su asiento e intercambió comentarios con Yuta y Maki, quienes dieron sus impresiones acerca de sus kouhais. Después de un rato de debate, Satoru creyó conveniente externar sus pensamientos sobre el evento a su contraparte. Se acercó hasta Utahime, acuclillándose a un lado de ella para observar las pantallas de monitoreo.

—Tienen la técnica de Megumi, ¿cierto? —dijo Gojo, con seriedad.

—Así es.

—Sacrificaste a la chica en la primera ronda para que pudiera hacerse del ritual de las diez sombras.

La conclusión a la que había llegado con sólo una pregunta era correcta. Viendo el panorama general se había llegado a ese acuerdo entre todos los alumnos de Kioto.

Utahime se irguió en su asiento, dispuesta a confrontar lo que se venía.

—Conocemos a nuestros oponentes y de lo que son capaces —dijo ella, plenamente segura de que su estrategia era buena.

—No es mi estilo asumir una derrota de antemano, aunque admiro su compromiso hacia el equipo.

—Simplemente previmos los posibles resultados.

Ella se giró para encararlo, el comentario de Gojo le había parecido ofensivo. No, no todos podían ser tan confiados como él.

—Utahime, eres una gran maestra —dijo, Gojo, con toda sinceridad. Una afirmación tajante que no daba cabida a la duda. El comentario llamó la atención de toda la sala—. Pero deberías asumir más riesgos. Si tienes a tus alumnos siempre siendo tan precavidos les será más difícil adaptarse a los imprevistos.

—¿Debería simplemente decirles que hagan lo que crean conveniente sin pensar en las consecuencias?

La voz de Utahime estaba empezando a dejar ver tintes de enfado. Satoru por otro lado no perdió su semblante calmado.

—Tomar decisiones equivocadas ayuda al desarrollo personal —explicó tranquilo—. Sin embargo, actuar sin pensar no es algo que todos deban hacer.

—Es algo que tú harías, sin duda.

—Diría que soy más ingenioso que estúpido —respondió entre risas.

—Así que eso crees. Que estoy siendo demasiado calculadora —infirió, un poco menos molesta.

—Si relajaras esos hombros, habrías notado que tus alumnos pudieron haber ganado para estas alturas de no haberse retraído tanto.

Para muestra, Gojo señaló como de nueva cuenta Kioto tomó la ventaja al sacar a Nobuki.

—¿De qué te sirve exponerte tanto tiempo drenando tu energía maldita? Están agotados —aseveró con dureza, Gojo—. En una situación real esto no pintaría bien para ninguno.

—Las condiciones del juego no simulan una situación completamente real.

—¿Qué habría pasado de tener civiles incluidos?

—Eso lo cambia todo. La prioridad de esta actividad es la sobrevivencia del hechicero.

—Idílica situación —comentó con sorna. Gojo se puso de pie y miró a Utahime—. Tú mejor que nadie sabe lo que puede suceder.

Sabía a dónde quería llegar, salvo por Gakuganji, nadie más en esa sala entendió a que se refería concretamente. Era un recuerdo que ella prefería olvidar en su memoria ya que era muy doloroso. Tal vez, no había una cicatriz evidente en su mano, pero si en su corazón. Ser hechicero no era fácil.

—Eres muy lista, Utahime y eres mejor que esto. Solo deja que tus alumnos… Se vuelvan un poco locos.

Oki rodó los ojos, no creía en la honestidad de las palabras de Satoru, para él todo su número era más una demostración de lo que le había dicho la noche anterior: hacerle creer a Utahime que aún debía seguir con su papel de maestra porque tenía más que demostrar en lugar de llevar una vida más relajada potenciando las barreras que mantenían a Hokkaido. Estaba seguro de que disfrazaba su manipulación con palabras bonitas.

Oki no conocía bien a Gojo, ni tampoco la relación que llevaba con Iori. De haberlo hecho, no tendría la menor duda que Gojo, más que nadie, respetaba su labor como profesora, porque él había sido testigo de aquello que le hizo tomar a Utahime esa decisión. Si hablaban solo de su lado profesional, era claro que había una confianza plena en ambos sentidos y además, una promesa que jamás se había incumplido.

Hora y media después, la preparatoria de Kioto había atrapado a Tokio por completo en un cerrado 2 vs 1. Lo cual dejaba en una victoria para cada sede. Podrían haber aceptado el estar empatados, pero… ¿Qué decían los alumnos?

Estaban exhaustos por tan largo encuentro, esperar era tan cansado como dar caza en acción rápida. Eran casi la 1 de la mañana cuando volvieron a reunirse todos en la explanada principal.

—Podemos dejarlo en empate o hacer un tercer evento extraordinario —sugirió Gakuganji para los alumnos y maestros.

—Estoy tan cansada que me dormiría de pie aquí mismo —sopesó Kugisaki.

—Yo quiero un tercer juego —levantó la mano Yuuji—. Siento vergüenza por la forma tan absurda que perdí.

—¿Cómo que absurda? —se quejó Kei—. Hice una muy convincente dramatización.

—Solo fue porque no tenía más opción que creer en tus palabras —dijo Mizuno.

—Yo lo vi sonrojarse —aclaró de inmediato—. Además, me abrazó super fuerte y eso no era una petición.

—Para, para, para —replicó Itadori todo rojo mientras agitaba sus manos en dirección a la pelirroja—. Solo haces que sea peor.

—Deberíamos dormir y dejarlo como está —dijo Chizuka sin mucho ánimo.

—Y de hacer algo ¿qué haríamos? —preguntó Megumi.

—Decidan ustedes —dijo Gojo.

Tras debatirlo unos minutos entre todos llegaron a dos opciones: pulsadas o piedra, papel, tijera.

Hubo una ronda a mano alzada para decidir que se haría: Itadori y Kei votaron por las pulsadas el resto votó por el piedra, papel, tijera; era obvio que se querían ir a dormir lo más pronto posible. El pelirosa suplicó que cambiaran de juego para poder recuperar su honor, pero el sueño era sagrado y tenían que irse a Tokio para la tarde de ese sábado.

Utahime vio a sus muchachos, cansados pero divertidos de como se había tornado la situación. Ojalá y todo fuera tan fácil como decidir con un juego de manos. Tal vez, debía admitir que Gojo tenía razón y necesitaba ser más flexible con ellos. No quería nunca más que terminaran como Kokichi o Mai.

Al final, los resultados obtenidos fuero favor de la preparatoria metropolitana de hechicería de Tokio. Dando así el ganador del año 2020.