NOTAS:

Para las personas que solamente van con el anime, intentaré hacer el menor spoiler posible acerca de la pelea final. De igual manera este fic está ambientado en un universo semi-canónico ya que aún no conocemos (ni los lectores del manga) quien quedará de pie al final.


CAPÍTULO 5

Sabía que no era culpa de Gojo, o de nadie en específico, que Utahime no correspondiera sus sentimientos. Ella había decidido enamorarse cuando a la perfección sabía que sería una causa perdida. Sollozaba a las afueras del bar, cubriendo torpemente su rostro con sus manos.

—¿Estás bien? —preguntó Utahime, se acercó a ella con cautela.

—Si, solo salí a tomar un poco de aire fresco —sollozó una vez más y alzó la vista al cielo.

—Lamento si Gojo dijo…

—No es su culpa —la corrigió de inmediato—. No dijo nada malo.

—¿Entonces qué pasa? —la tomó de los hombros y la miró desde un costado.

—Le gustas ¿verdad?

Utahime pareció pensarse su respuesta, suspiró y concedió aquella platica.

—Si, probablemente. Pero no de una forma romántica.

—¿Y le crees?

—Lo conozco, te lo puedo asegurar.

—¿A ti te gusta? De cualquier manera…

Pensó en que responder antes de hablar y apretó los labios ante la incómoda pregunta.

—No. Yo no lo veo así.

—Entiendo —sonrió para sí misma, de una manera amarga, porque sabía que Utahime le estaba mintiendo para no herirla—. Oye Iori–san, ¿yo podría gustarte de la misma forma en la que no te gusta Gojo?

Sabía muy bien que a raíz del incidente con Kaito, Haruhi había desarrollado sentimientos por ella, era muy consciente, por eso ni siquiera había llevado a Shoko a ese lugar, porque sabía que eso la pondría aún más celosa y no pretendía hacerla sentir mal. Inclusive había escondido que tenía novio hasta hace algunos meses.

—No, lo siento.

Dolía mucho y el saberlo de antemano no ayudaba a que el dolor en su pecho disminuyera. Utahime la abrazó desde atrás.

—Eres una chica increíble y hermosa. Que no puedas gustarle de la manera en que tú quieres a otra persona no significa que haya algo malo en ti. El amor es complicado y a veces no podemos elegir de quien nos enamoramos, pero inclusive si no eres correspondida puedes aprender de esa experiencia para conocerte mejor a ti misma.

—Ni siquiera después de rechazarme puedo pensar mal de ti.

—Porque eres una buena chica —besó su mejilla—. Vamos adentro antes de que todos salgan a buscarnos.

—Iori–san…

Fugazmente, aquellos labios habían sido robados por su amiga, un beso pequeño y tierno, sería el primero y último que se permitiría tomar antes de que los entregara a alguien más… alguien que, a cómo iban las cosas, terminaría recibiéndolos esa misma noche.

Adentro las cosas estaban más tranquilas, Gojo no se había tomado nada personal el ataque de Haruhi, podía comprender que en su inmadurez el desquitarse con él era lo más que podía hacer para sacar su frustración.

No pasó demasiado tiempo hasta que las dos volvieron dentro del bar, pero en lugar de ir a la mesa, se quedaron en la barra, ordenaron cuatro bebidas e invitaron a sus otras dos compañeras a unirse al brindis.

—Cuando Haru supo que Utahime tenía novio lloró por dos semanas seguidas —dijo Kaito muy resignado ante las actitudes de su hermana—. No había manera de consolarla.

—No será el primero ni el último, tendrá que acostumbrarse —dijo Gojo. Sabía de lo que hablaba, puesto que él había pasado por lo mismo, no el llanto o los celos, claro, sino más bien el verla con otros hombres.

—Es testaruda a más no poder —dijo Yamamoto, por su cara parecía que estaba rememorando algún incidente.

—Hace unos meses ¿cuándo habrá sido? Bueno, no importa. El punto es que un hombre super atractivo empezó a coquetear con Uta —relataba Takeuchi muy divertido—, ella no le fue indiferente…

—¿Era más atractivo que yo? —la voz de Satoru dio un atisbo de molestia, pero ellos qué no lo conocían no lo sabrían.

La pregunta hizo reír a la pareja.

—Yo diría que podrían competir —dijo Takeuchi. La respuesta no complació a Gojo, disgustado hizo una mueca.

—Ohtani —dijo Gojo rodando los ojos. Estaba seguro de que el sujeto en cuestión ni siquiera era tan guapo como él.

—Más bien como Ran Takahashi.

—Cierto, daba un aire así, pero más maduro —aseveró Kaito.

—¿Y qué pasó?

—Oh Dios, Haru fue de lo más molesta —dijo entre risas Kaito—. No los dejó en paz toda la noche.

Gojo sonrió con satisfacción ¿él habría hecho lo mismo si esa situación se presentaba hoy? Lo más probable era que no hiciera nada, solo que últimamente se sentía menos tolerante a las atenciones de Utahime hacía otros hombres. Recordó de nuevo a Oki y sintió una molestia en el estómago.

—Así que se interpondrá entre cualquiera que se acerque a Utahime —afirmó Gojo.

—Llegaste con un letrero neón que además gritaba "amenaza" —dijo Ryohei—, era obvio que se pondría pesada.

—Puedo encargarme de ella…

En la barra se oyó un golpe seco y el grito de Utahime. Todos voltearon a verla porque se escuchaba molesta. Agarró el tarro de cerveza que le quedaba poco menos de la mitad y se lo pasó de una. Balbuceaba cosas que ellos no alcanzaban a entender, pero Satoru supuso de qué iba su enfado al ver el televisor de la pared.

—¡Te lo dije!¡Los Giants ganarán este año! —le gritó Gojo desde la mesa.

—¡Por supuesto que no! Primero tendrían que pasar por los Swallows que están de racha.

—Suerte para los Lions, que están en la conferencia del pacífico. Deja que los expertos se encarguen de los fuertes.

—Te recuerdo que el año pasado los Giants perdieron contra los Hawks.

—Al menos llegaron a la Serie de Japón. ¿Te recuerdo a quienes vencieron los Hawks para pasar?

—Quedar primero en la conferencia también es importante.

—¿Y de qué les sirvió? ¿Hace cuanto los Lions no pasan de la climax series?

—Fueron un par de años de mala suerte.

—¿Ahora los justificaras por la lesión de Taira Kaima?

Gojo no era un acérrimo fan del béisbol como Utahime, pero le gustaba lo suficiente como para seguir los partidos siempre que tuviera tiempo. De hecho, la propuesta de jugar béisbol en el evento de intercambio hace tres años era porque sabía que Utahime no se negaría a un juego, aunque Yaga y Gakuganji dijeran lo contrario. Era una pequeña forma de irritar al viejo y complacer a Utahime al mismo tiempo.

Ambos siguieron discutiendo sobre el juego, jugadores, posiciones, reglas, diferentes ligas, campeonatos. Ya sabían que tan intensa podía ser Utahime una vez que sacaban el tema, aunque más que nada estaban sorprendidos que Gojo pudiera seguirle tan bien la plática, sin embargo, eso era porque no era la única vez que se habían puesto así de pesados el uno con el otro hablando de béisbol.

Gojo tenía un selecto tópico de temas que le gustaba sacar cuando estaba "bebiendo" con sus compañeros —o cuando estaba aburrido—, en primer lugar estarían sus datos totalmente extraños e innecesarios sobre cosas que a nadie se le ocurriría preguntarse; el béisbol porque era lo más cercano a su deporte favorito; política y religión, había descubierto que los borrachos les encanta hablar sobre ello como si fueran expertos y a él le gustaba discutir; historia de Japón, que al contrario de lo que pudiera parecer era un hombre culto o al menos curioso en lo que le interesaba; la shonen jump, porque era un otaku de closet, probablemente solo los que lo habían visto comprar la jump en la tienda de conveniencia cerca de la escuela lo sabrían (o Ijichi que siempre era motivado por Gojo para que la leyera).

Quien detuvo la discusión había sido una pareja recién llegada, conocían a Utahime y la invitaron a sentarse con ellos para conversar un rato. Iori aceptó porque la discusión con Gojo parecía que sólo acabaría con uno de los dos muertos.

Satoru decidió mejor cantar en compañía de Ana un par de canciones ya que el karaoke estaba libre, luego Kaito quiso animarse a intentarlo él y le cedió el micrófono, Ana e Izumi se quedaron para seguir cantando. Utahime ya estaba entrada en copas y se había ido a otra mesa a platicar con alguien más. Ryohei y Yamamoto estaban en la barra, ordenando algún cóctel.

Haruhi rodeó toda la mesa para acercarse al lado de Satoru, quien a sus anchas ocupaba el lugar que le venía en gana, la chica se había sentado a escasos centímetros de él, debía admitir que se sentía expectante sobre lo que quería decir. Era obvio que él no se disculparía por lo antes dicho y ella mucho menos, pero aguardó a que iniciará la conversación, porque se notaba a leguas que algo tenía para decirle. Miró a Utahime, a dos mesas de él, aún no se había dado cuenta de que ambos estaban solos.

—¿Desde cuándo? —preguntó Haruhi, como si Gojo tuviera poderes psíquicos para saber a qué se refería.

—¿Desde cuándo qué?

Ambos tenían la vista al frente, viendo como los tres amigos se divertían cantando terriblemente mal.

—Te gusta de verdad ¿cierto? —dijo con tristeza.

—No es algo de tu incumbencia lo que sienta o no.

—Lo que Iori–san siente, eso sí me importa.

—Entonces cuéntame. ¿Por qué la admiras tanto?

—Ella salvó mi vida…

Gojo volteó a ver a Haruhi, parecía triste al recordar aquel momento. Haru se encogió en sí misma y tomó aire para encontrar el valor de decirle lo que había pasado.

—Nos conocimos hace dos años. Fue por Kaito. Él frecuentaba este lugar y terminó haciendo buenas migas con Iori–san.

—Supongo entonces que tú no tenías edad para venir a estos sitios.

Al parecer Haru era aún más joven de lo que había pensado.

—No legalmente —sonrió con malicia. A Gojo le pareció divertida su rebeldía—. Yo… ¿cómo decirlo…?

—¿Te metiste en problemas?

—Todo el tiempo —dijo con vergüenza—. Lo peor era que tenía la tendencia de relacionarme con sujetos que eran unos completos abusivos.

—Umm…

—Un día, Kaito intentó defenderme y se plantó delante de mi novio. Pero como ves, Kaito es… Él no está hecho para esas cosas.

Ambos vieron al pelinegro, cantando alegremente mientras mantenía una mano al aire y con la otra sostenía fuertemente el micrófono bastante lejos de su boca. Con toda seguridad, Gojo, podía decir que era un buen chico.

—Imagino que le dio una paliza… —dijo Gojo, con sorna— tu novio, obviamente.

—Me siento aún mal por eso —dijo Haruhi y se echó a la mesa: codos encima y las manos a la barbilla—. Yo me gané una buena tunda también.

—No puedo entender a la gente que tiene esta afición por ser utilizada o maltratada conscientemente. Deberías tener más orgullo —la regañó Gojo. Ahora que más o menos sabía su edad, se sentía un poco más en su papel de maestro.

—No es fácil ser fuerte, Gojo.

Haruhi volteo a verlo y Satoru hizo lo mismo, al encontrarse sus miradas ella le confirmó lo que Satoru ya sabía desde el primer instante que la había visto: ella podía controlar su energía maldita, pero no tenía idea de cómo usarla, por lo cual solo se mantenía ahí acumulada. Haruhi podía ver maldiciones, mas no exorcizarlas, de igual forma, ella no tenía ni siquiera lo mínimo como para intentarlo, había aprendido a convivir de una manera discreta con ellas.

—Utahime no lo sabe ¿por qué no se lo has dicho?

—¿Para qué? No pretendo hacer algo con esto. Además, ella lo ocultó de nosotros y si es así respeto su decisión.

—Bueno, Utahime es una debilucha así que tampoco es como que pueda hacer mucho por otra debilucha como tú —dijo en tono burlón, solo para hacer sentir mejor a Haru con su decisión. Pero más que reconfortarla, el comentario la ofendió.

—Iori–san es muy fuerte —comentó con rabia contenida entre sus dientes. Sabía que no podía gritarle.

—Para un humano normal, probablemente…

—En serio, ya entiendo por qué ella se queja tanto de ti, eres exasperante.

—Admito que tengo mala actitud, sin embargo, a Utahime le caigo bien después de todo.

—No estaría tan confiado si fuera tú —Haru lo miró con hartazgo.

—Bueno, bueno… volviendo al tema principal ¿qué pasó después?

—Cuando Iori–san se enteró de lo que le pasó a Kaito, ella estaba enloquecida, creo que nunca la he visto más furiosa —dijo con humor. Ahora parecía gracioso de recordar, pero en su momento fue terrorífico.

—Tiene su carácter —Gojo también se rio—. Ya perdí la cuenta de cuántas cosas me ha tirado encima.

—Seguro que te las merecías todas.

—No todas —aclaró.

—Nunca olvidaré cuando llegó a casa y sacó a mi novio —en un intento divertido, Haru comenzó a dramatizar la escena con su cuerpo—. Él se puso todo violento, pero Iori–san simplemente fue genial. Le dio un puñetazo en la cara que pensé que le había volado la cabeza. Fue lo más asombroso que he visto en mi vida.

De su emoción había tomado del brazo a Gojo, le había permitido tocarlo al cruzar sus dedos detrás del vaso con refresco de miel, ella no representaba peligro alguno. Satoru sintió como las manos de Haru temblaban de su entusiasmo. Se hacía una idea de cómo había manejado la situación. Utahime por lo regular era alguien muy colecta, pero cuando tiene un detonante su actitud tranquila da un giro completo. Que sí lo sabía él, que llevaba desde los quince años provocándola.

—Me llevó a vivir con ella durante todo un mes para que pudiera recuperarme. Iori–san es tan amable y afectuosa —dijo desbordante ensoñación—, no sé si se deba a que es maestra, simplemente, ella sabe cuidar a las personas.

—La idea de proteger a los demás siempre ha estado en su mente —dijo Gojo con seriedad. Era la primera vez en la noche que Haru le escuchaba decir algo no de manera irónica.

—No fue solo a mí. En realidad, a muchas personas de este lugar las ha ayudado…

—Por eso no quería que la acompañara —susurró Gojo más para sí mismo que para su acompañante.

—Defendió también a Takeuchi y Ryohei de personas que se metían con ellos por sus preferencias.

Gojo miró a la pareja en la barra del bar, platicaban amenamente, se notaba a kilómetros en sus miradas cuánto amor se profesaban el uno al otro. Le resultaba obvio que Utahime se metiera en medio de una riña que no le competía solo para defender a quien es dañado. Cuando joven solía ser un poco miedosa, pero siempre que la situación lo ameritaba se esforzaba como nadie. La cicatriz en su rostro era prueba de ello, del todo o nada, Utahime había permanecido en situaciones en las que muchos habrían salido huyendo, ella no era así, se mantendría adelante sin importar las consecuencias.

Recordó entonces, haber apretado con fuerza la mano ensangrentada de Utahime, aliviado que aquella situación en la que se había metido hubiera terminado con ella a salvo. Ese momento fue decisivo para que Utahime supiera y decidiera que debía hacer en el futuro: ayudar y cuidar a quien lo necesite.

También durante el primer evento de intercambio de Itadori, Gakuganji había manejado la ejecución del muchacho y la maldición de categoría uno a espaldas de Utahime, y en su lugar había utilizado a Mei, porque sabía que si ella se enteraba de ninguna manera les hubiera permitido a sus alumnos llevar a cabo tan horrible misión. Utahime le había prometido hace muchos años seguirlo, aunque renegara de él seguía manteniendo su promesa fielmente desde el primer día.

—Saldó la cuenta de Izumi con prestamistas. Ayudó a Ana a conseguir un empleo estable —siguió relatando Haru—. Natsuo, Kaori, Aoi, Yashi… y podría seguir soltando nombres de todas las personas a las que Iori–san les dio una nueva oportunidad.

—Utahime… Ella no es alguien que debería ir al frente ¿sabes? Pero aun así lo hará porque no teme poner su vida en juego por los demás.

Gojo volteó a ver nuevamente a Utahime, quien sonreía agradablemente junto a la pareja de la mesa con quienes estaba platicando. Le pareció verla diez veces más hermosa de lo que la recordaba minutos atrás. Había escuchado comentarios similares de otras personas acerca de Utahime y estaba de acuerdo con ellas. Más de una vez se había llevado regaños hasta por parte de sus propios alumnos por ser imprudente, lo cual le parecía gracioso. En el fondo entendía el por qué todos –o la mayoría– de los alumnos la querían tanto, aunque él hiciera lo mismo con ellos, sus métodos tal vez no eran tan afables como los de la pelinegra.

—¿Por qué te gusta a ti? —insistió Haruhi al notar que Gojo la veía con detenimiento.

—Tiene muy buen trasero —dijo con más seriedad de la necesaria.

—Das asco —contestó Haruhi resignada. Aunque fuera verdad lo que él decía, el semblante de Gojo ocultaba algo más. Él no iba a confesarlo tan fácilmente.

—Sigue recomendándole ropa que le quede así de bien —dijo Gojo jovialmente con un pulgar arriba.

—No puedo contigo, de verdad…

—Iré en serio cuando sea el momento adecuado. No te preocupes.

—Si le rompes el corazón te mataré…

—No creo que puedas.

Gojo miró a Haruhi y bajó sus lentes oscuros de su rostro, solo lo suficiente para que ella pudiera ver sus ojos. Haru pareció hipnotizada unos segundos, pero entendió que Gojo estaba en una liga muy alejada de la simple realidad.

—Menos mal que a Utahime no le gustan los rostros tan lindos —sonrió con suficiencia.

—Me calificaría más como atractivo —dijo Gojo y le devolvió el gesto.

—¿Qué hacen?

Utahime había dejado de hablar con sus otros conocidos y decidió volver a su mesa. Miraba a ambos con escepticismo, hasta hace poco esos dos no parecían agradarse nada y ahora platicaban amenamente.

—Utahime ¿te parezco atractivo?

Gojo no conocía la vergüenza. Haruhi tuvo un mini colapso mental al ver que cínicamente había preguntado sobre lo que discutían, pero tenía curiosidad sobre la respuesta.

Iori volvió más borracha de lo que se había ido hace veinte minutos. Sus ojos comenzaban a cerrarse un poco más y un leve rubor se apoderaba de sus mejillas. Tomó asiento frente a los dos.

—Depende…
—¿Depende? —inquirió confuso. No esperaba esa contestación, en la punta de la lengua quedó su respuesta para una negativa rotunda.
—Supongamos que es un sábado como a las cuatro, entonces es un sí. Mientras si es un jueves a mediodía, entonces no. También podría ser un lunes a las ocho de la noche. Depende.

Gojo y Haruhi se quedaron perplejos ante la respuesta de Utahime. Ella parecía satisfecha con su contestación, aunque ninguno de los dos que tenía enfrente se hubiera enterado de que carajos estaba hablando. Pero había dicho que sí y había dicho que no, entonces era un tal vez o un más o menos. Bueno, eso era algo que solo Utahime sabía.

—Espero que se lleven bien ustedes dos —amenazó Utahime con el semblante endurecido.

—Seremos buenos rivales, no te preocupes —dijo Gojo, echando una mano sobre el hombro de Haruhi.

—¡No quiero relacionarme de ninguna manera contigo!

—¿Rivales?

—No le hagas caso, Iori–san. Debe estar borracho…

—Pero no he tomado nada de alcohol… Aunque siempre he sentido que con estos sitios puedes solamente emborracharte por el ambiente.

—Entonces se te achicharró el cerebro.

—Me pasó una vez y puedo decir con total seguridad que hoy no es el caso.

—¿Cómo que te pasó una vez? ¿Por eso eres así de insoportable?

—Ya lo era antes de que me pasara.

— Oye… ¿En serio si pasó?

—Es una larga historia, aunque parece que Utahime seguirá abusando de mi billetera por más tiempo así que te puedo contar como el gran Gojo Satoru salvó a la humanidad.

—¿Tú? Ajá.

—Todo comenzó cuando…

—Oye, Gojo —alzó la voz Utahime, por el tono no parecía muy contenta.

—¿Sí?

—Tampoco tienes que ser tan amigable.

—No seas celosa —respondió con una magnífica sonrisa—. Solo tiene curiosidad sobre nosotros.

—No hables de más —lo amenazó—. Tú, no le hagas caso —se dirigió a Haruhi. Ella solo se quedó derechita en su asiento.

Gojo volvió a sonreír y se terminó rápidamente su refresco.

—Entonces hoy serás testigo de cómo el gran Gojo Satoru salvó a un bar de los alaridos de un niño —le dijo Gojo a Haru.

—No hables así de mi hermano.

Aunque debía admitir que la voz de Kaito era horrorosa, lo sabía. Gojo sonrió con simpatía para ella por primera vez desde que se presentaron.

—¿Quieres cantar?

Gojo extendió la mano como invitación para Utahime, ella lo miró tan sonriente y divertido como siempre y pensó en él como Gojo Satoru el muchacho: ese del que en su juventud había encontrado juguetón, apasionado, listo y atrevido. Luego pensó también el Gojo Satoru actual que era exactamente el mismo solo que con muchas más responsabilidades encima.

"Te puedo contar como el gran Satoru Gojo salvó a la humanidad.".

Tan solo de recordar ese día hacía que su estómago doliera, las emociones se acumulaban ahí hasta el punto de hacerla vomitar. Imaginar perder —otra vez— a Gojo era horrible, no perder al hechicero más poderoso, sino a él. Todos le debían algo, incluso hasta los que no estaban enterados. Era una deuda que nadie podría saldar y que él no se molestaba en referir. Obvio el trabajo de la pelea final no fue solo obra suya, pero nadie se detuvo a preguntar —incluida ella— si Gojo quería realmente hacerlo, todos habían asumido que Gojo Satoru se encargaría de la pelea final y, por lo tanto, aun si fuera su deseo —que no lo era— él no tenía derecho a decir que no.

En algún punto de su vida pudo decir que había estado verdaderamente enamorada de él, hace muchas cicatrices y corazones rotos atrás, aunque Satoru nunca se hubiera enterado. Pero esos sentimientos fueron desapareciendo por su bien personal y laboral, sin embargo, los últimos dos años habían sido particularmente difíciles, porque se había dado cuenta que, aunque fuera un idiota y le sacara de sus casillas, tenía el miedo latente que ya no estuviera más. No es que quisiera a Gojo exclusivamente para ella, sólo quería que estuviera ahí, molestando a todos como de costumbre.

No solo era el estómago, el pecho le dolía también.

"Sinceramente, entre acostarme contigo y trabajar contigo…, lo primero se puede evitar, pero en definitiva el trabajar con el hechicero Gojo Satoru no es opcional."

Dijo eso hace muchos años atrás y había mantenido su firme promesa de no involucrarse nunca más allá de lo profesional. Había ignorado todos estos años las caricias e indirectas de Gojo, que, a decir verdad, nunca le fueron indiferentes. Había un voto de por medio y hasta la fecha se había cumplido, incluso en la batalla final.

Había prometido lealtad, consuelo e indiferencia y esas tres promesas a veces se contradecían entre sí.

"Vuelve con nosotros" fueron las últimas palabras de Utahime para Gojo cuando este le preguntó si tenía algo para decirle antes de lanzarse a la boca del lobo aquel 24 de diciembre. "¿Debí decir algo más?" Se recriminaba ella de vez en cuando desde entonces.

Gojo nunca había sido muy bueno con las palabras cuando de sentimientos se trataba, aunque para ambos sobraban ya que había una complicidad forjada a través de los años.

Tal vez ella no podía entender todo del hermético de Satoru, pero si lo suficiente como para saber lo que quería transmitir sin tener que decirlo: cuantas veces pestañeaba, la forma en que sus cejas se levantaban, las líneas de sus labios, la tensión de su mandíbula, sus dedos inquietos, como cruzaba las piernas, la forma de su andar, el cambio imperceptible de su voz, la posición de sus hombros, su mirada. Gojo igualmente sabía que no necesitaba expresarse verbalmente con Utahime, ella sabía interpretar todo de él. Podría estar molesto, entusiasmado, melancólico o feliz y ella lo sabría antes que nadie, aunque no supiera el porqué de cada una de esas emociones.

Utahime tomó su mano y esto sorprendió hasta Satoru, esperaba ciertamente que se levantara por su cuenta. Haru vio la delicadeza en el roce de los dedos de Gojo hacía ella, Utahime no se inmutó. Si hubiera sido otro, estaría volando dos mesas adelante.

—Niña, no te quedes ahí. Ven —dijo Satoru.

—No soy ninguna niña —renegó Haruhi enseguida.

—Eres una mocosa.

—¡Qué no lo soy!

—Dejen de pelear ustedes dos…

Un nuevo pleito por las canciones se hizo presente entre el grupo de amigos. Gojo estaba cantando terrible solo para molestar a Utahime y hacerla perder puesto que habían sido emparejados en una boba competencia. Todos reían y se notaban felices. A Iori no le faltaba una pizca de amor en ese sitio o en cualquier otro. Gojo se sintió aliviado, de que al menos ella pudiera llenar su vida con buenas compañías.

Al verla ahí parada, cantando mientras mecía su cuerpo de un lado a otro entendió por qué había insistido en que lo trajera con ella. Él había decidido, sin darse cuenta, que era Utahime la única con la que verdaderamente estaba dispuesto a cumplir su deber como el jefe del clan Gojo, no porque fuera una obligación, se sentía dispuesto a intentar lo que nunca había intentado.


NOTAS 2:

Para quienes no conocen a Ran Takahashi, él es un chico que juega en el equipo nacional masculino de vóleibol.

Lo de Gojo leyendo la Jump, bueno, es sacado de la novela de Jujutsu Kaisen "Camino de rosas y espinas al amanecer".