Bien, aquí otro capítulo largo, y debo aclarar algo importante... tendré una pequeña demora más en el siguiente capítulo porque tengo la idea de sacar un fanfic de Jujutsu Kaisen, aprovechando que ya terminó el manga y quiero alimentar un poco al fandom. Ya ven, yo, como siempre, fan de las ships menos populares (en este caso ChoIta), por si a alguien le apetece, nos vemos en ese otro.

Guardo mucho cariño a quien sea que lea esto▲

Capítulo 38

La mirada azul se perdía en la imagen mental de su amado alejándose en medio de una debacle emocional silenciosa. Su corazón se estremecía con desesperación, enojo y miedo mientras imaginaba todos los desafortunados escenarios que podían resultar de su partida inconclusa. Sentía que era un fracaso como pareja, insensible e incapaz de comunicarse correctamente; todos eran atributos que cualquiera pensaría de Illumi, pero era él. Sólo él.

«Vulnerable, insatisfecho y sensible» eran las palabras con las que asociaba al estado actual de su amado y los celos le azoraban. Podía adivinar todas las formas en las que Joab sacaría ventaja de su estado. Veía al morocho —con su torpeza habitual para socializar— capaz de dejarse llevar por la decepción y aceptar su consuelo sin percatarse que estaba cayendo en su trampa. No necesitaba que le recordaran que eran tonterías suyas, por supuesto, Illumi no era así. Más bien era un hombre adulto, responsable de sus propias acciones, con límites adecuados y absolutamente capaz de contenerse frente a los demás sin dejarse llevar por una emoción oscura.

—¿Está todo bien? —la voz de su padre le sacó de sus pensamientos. Se giró para encontrarse con su expresión inquisidora que le hizo entrar en razón.

—¿Eh? Sí, sí, no pasa nada —trató de sonar normal, pero algo en él no coincidía con sus palabras.

—Illumi es particularmente protector contigo, ¿no crees? —podía ser una pregunta casual, pero no en un Zodyck, menos en una reunión con tantos secretos y manipulación de por medio.

Había dado por hecho que su padre sabía todo, pese a que no lo había confirmarlo con nadie todavía, y si seguía su instinto, lo mejor era jugar ese juego cuidando sus palabras e implicaciones. No darle ventaja era lo principal.

—¿Y eso qué? —se alzó de hombros con su sonrisa despreocupada, pese a que sus manos temblaban ligeramente— Siempre ha sido así conmigo.

—Sí, es verdad —pero su padre no era ningún tonto, Killua podía o no ser consciente de sus jugadas, pero él tenía la experiencia suficiente para continuar con su estrategia provocativa—. Es bastante paternal contigo. Supongo que es porque participó mucho en tu crianza, te vio crecer muy de cerca.

Podía leer a su padre en esos momentos, ese deseo por recordarle al Illumi que él veía como un héroe, al hermano mayor apegado y familiar, crear en él un remordimiento por sentir una atracción insana pero irresistible por él. Para desgracia de su padre esto era algo que había pensado tantas veces que ya no le hacía mella, era como un chiste para él, algo que a veces podía encontrar divertido y otras tantas como erótico, incluso romántico.

—Sí, pero ya tengo un padre, ¿o es que ahora quieres renegar de tu paternidad?, ¿no crees que es un poco tarde para ello? —entre bromista y retador, Silva levantó las cejas sintiéndose acusado.

—En lo absoluto. Coincido contigo, soy tu padre, no entiendo entonces por qué Illumi actúa como si tuviera derecho a enojarse por las decisiones que tomamos contigo.

—Eso es porque somos muy cercanos —debía ser cuidadoso, no se ganaría el favor ni respeto de nadie actuando altanero y pisoteando a todos, así que procuró mostrarse sincero y avergonzado—. Tenemos una relación especial.

Silva tragó saliva al ver el ligero rubor en sus mejillas. Killua no le estaba dejando material para acusar a Illumi de nada; no podía decir que se había puesto de acuerdo porque esas expresiones en su heredero no eran actuadas. Esos ojos llenos de angustia y de deseo por tomar su mano cuando les había visto llegar. Killua no había disimulado víctima de sus procesos mentales. Le molestaba no ver en él ni una pizca de desagrado, manipulación ni una señal de forzarse a sí mismo a hacer algo contra su naturaleza. Sus estrategias parecían desvanecerse frente a él.

«Si tan sólo pudiera separarlos. No quiero tener que lidiar con esto hasta que podamos remover la entidad». Quería una solución alternativa, quizá podría tolerar que tuvieran una convivencia mínima, pero llegar tan lejos le resultaba repulsivo e inaceptable.

—Curioso que digas que son tan cercanos, ¿no? Es el mismo Illumi del que alguna vez huías. Si mal no recuerdo, fue precisamente por eso que te fuiste de casa…

Silva podía creer que estaba reabriendo las viejas heridas que tanto le habían afectado o, en el mejor de los casos, ver si Killua era capaz de mentirle en la cara para disimular el asunto de Nimrod, ¿hasta dónde podría llegar con tal de darle una explicación a todo lo que ocurría entre ellos sin decir la verdad?

—Sí, tenemos muchos problemas familiares que necesitan hablarse, pero pensé que íbamos a tratar el asunto de Kalluto, ¿o prefieres ignorarlo?

Era brillante como sólo su heredero podía ser. Dejó escapar un suspiro y asintió. Ya encontraría más formas de seguir presionando a su hijo, por el momento había asuntos más importantes que le apremiaban.

—Killua, ese plan que dices no suena mal, pero tengo más dudas que quizá nos hagan desistir de la idea —continuó el abuelo, seguro de que si les daba tiempo, continuarían con sus absurdas indirectas para las que no estaba de ánimos.

—Illumi lo dijo, padre —señaló Silva, cambiando de postura a una más relajada, extendiéndose sobre su asiento—. No pueden tocar a Killua sin importar si es él quien les provoca primero.

—Exactamente por eso mismo no estoy seguro de que funcione. Es más que obvio que todos en esa hermandad saben la regla, y no se van a arriesgar descaradamente, al menos, no todos.

—No digo que todos van a caer, pero si los estudiamos, podríamos encontrar maneras de atraerlos a nuestra trampa —añadió Killua con una perturbadora tranquilidad, se estaba habituando a un mundo al que ningún chico de su edad debía hacerlo.

—¿Y qué hay del uso de entidades de Nen? ¿Qué tal si tienen alguna habilidad desconocida que pueden usar para hacerte daño y que al final tu no recuerdes nada? Ustedes dos no están pensando en todos los riesgos… —se cruzó de brazos, sabía que ambos estaban subestimando demasiado a sus oponentes, una cualidad compartida en ambos que nos les permitía ver las cosas con mayor claridad— necesitan enfocarse si quieren que esto funcione, no por nada Illumi se enfadó y no es que me guste darle la razón, pero los dos están olvidando que se trata de la organización más poderosa en el mundo.

Una vez que recuperaron la compostura, permanecieron discutiendo las ideas que tenían; analizando todos los escenarios que pudieron imaginar y formas en las que actuarían. Las precauciones, señales y vigilancia, en algunas estrategias incluso Kalluto les planteó la idea de participar en las trampas. Aunque no quisiera continuar con esos asuntos, ellos igualmente harían lo que les placiera, así que optó por buscar otra forma de satisfacerse.

Desde que abandonó la sala no hacía otra cosa que lamentarse por sus decisiones, no había forma en que considerara justa su actuación incluso si tenía motivos. Si había algo que odiaba con toda su alma era dejar a Killua inquieto. Había aprendido que ese era un error que se pagaba caro. Killua era impredecible, era mejor no asumir que actuaría con sentido común en todo momento. Él era un gran estratega, no siempre hacía lo que otros hacían, a veces terminaba haciendo cosas para su propio beneficio aun si se veían mal. Entendía que tenía celos, que no quería que pasara tiempo con un pretendiente, eso era aceptable; quizá no estaba de acuerdo en que sus reclamos fueran hacia él, como si tuviera la culpa de las acciones de Joab, pero lo toleraba porque él en su lugar tampoco estaría tranquilo. Sólo requería ser paciente, escucharlo y ser honesto para hacerlo entrar en razón.

Consideraba que Killua no había hecho algo tan malo como para perder los estribos, pero nada le parecía más incoherente, ilógico y absurdo que le ocultara cosas cuando había impuesto la regla de la comunicación abierta, especialmente cuando el asunto se relacionaba con personas actuando descaradamente hacia él, alimentando sus celos salvajes e inhumanos. A esas alturas de la relación quería pensar que Killua entendía que él también sentía celos y que debía buscar maneras de sobrellevarlo o negociarlo, justo como él lo hacía.

—No es un amor real, después de todo… —concluyó con tristeza. Suponía que si fuera un amor sincero y puro, Killua tendría la bondad de pensar en él, de tenerlo en consideración cada que tomaba una decisión que lo involucraba. Que los miedos y acusaciones podrían mediarse con palabras y cariños.

Dolía recordar que todo era por una simple carta. Una magia antigua y misteriosa que tenía su complejidad y sus reglas. Por más que quisiera perpetuar el efecto, no estaba en sus manos, no del todo. Él sólo podía demostrarle lo que era capaz de ofrecerle si se le concedía una oportunidad, pero si no era suficiente, si no lograba conmoverlo y lo aburría, sólo sería una relación fugaz destinada a perderse. Tenía todo esto en cuenta, pero ya habían pasado suficientes meses como para irse haciendo a la idea de que había fallando en su objetivo. No había estudio, garantía ni astros que prometieran un amor más allá de lo humano, no importaba nada si el albino no quedaba enganchado por su amor.

Se detuvo frente a la puerta que conducía hacia el jardín que solía ser el favorito de su madre, ahí había una hermosa terraza de madera y piedras oscuras con vista a una cascada pequeña, rodeada con una especie de cúpula de vidrio que protegía de la lluvia ligera que comenzaba caer entre los árboles, los arbustos y demás plantas que decoraban su esplendor. Justo en el sillón con enormes cojines, se encontraba Joab esperando con una copa de su vino favorito. En cuanto lo vio llegar se levantó a saludar e hizo una señal a su personal para que se retirara.

—¿Una reunión complicada? —señaló— Parece que vienes de mal humor.

Illumi relajó el entrecejo y tomó un respiro, no podía empezar su conversación dándole herramientas para hacer burla tan rápido.

—Supongo que puedes hacerte una idea, si el abuelo te dejó solo aquí es porque era un asunto serio.

Ingresó a la cúpula para protegerse de la lluvia y se sentó al otro extremo del sillón. Joab se concentró en encender una fogata al centro de la terraza, justo en una mesa de piedra que estaba destinada para eso.

—Te diría que volvamos al interior, pero aquí me gusta, además con la lluvia y el ruido de afuera me da la sensación de que tenemos privacidad… salvo que digas que tu hermanito nos tiene más sorpresas.

—Probablemente haya una, pero te lo advierto, no toleraré que seas irrespetuoso en esta segunda ocasión.

—¿Irrespetuoso? —se giró a verlo, pensó que había escuchado mal.

—Sí, como típico heredero Asesino que no respeta a los demás simpatizantes, ¿es mucho pedir?

Le ofendió profundamente que le cuestionara su actitud, él no tenía por qué dar explicaciones a nadie, mucho menos de un mocoso simpatizante e incestuoso que sólo servía como trofeo y moneda de cambio. Reprimió su ira porque no quería verse débil, pero tomó aquello como un reto personal.

—Entonces el que debe preocuparse eres tú, ¿por qué debería importarme tus advertencias?

—Porque Killua es el heredero de los Zoldyck, y él es particularmente protector con sus hermanos menores. Kalluto entiende la dinámica de los Asesinos, pero Alluka nunca recibió entrenamiento ni educación más allá de lo básico. Es sólo una niña normal.

—¿Una niña? Pensé que Silva sólo tuvo hijos.

—… —no iba a tomarse la molestia de darle explicaciones a un extraño, además le desagradaba la idea de que su hermana tuviera que verse cuestionada por su identidad de género.

La lluvia comenzó a arreciar, lo que complicaba escucharse sin levantar mucho la voz, así que Joab aprovechó para sentarse más cerca de Illumi, al fin tenía una excusa para hacerlo. No tenía idea de cómo iniciar el tema que tanto le intrigaba sin verse desesperado, pero Illumi estaba serio, poco participativo y comprendió que no había camino fácil.

—¿Por qué haces eso, Illumi? —preguntó—, ¿por qué elegir a tu hermano menor teniendo tantas buenas elecciones a tu alrededor?, ¿cómo fue que empezó todo ese deseo por él?

Illumi tenía la mirada perdida en el fuego, había tanto en su cabeza en esos momentos como para preocuparse por darle atención al molesto invitado, pero esas preguntas desencadenaron un río de pensamientos que había reprimido por mucho tiempo.

—No era nada de lo que parecía y tampoco esperaba que fuera así —contestó sin darle sentido alguno. Su mirada seguía perdida en el fuego, su rostro inexpresivo. Joab tuvo que mirarlo fijamente para asegurarse de que el ruido de la lluvia le estuviera confundiendo.

—¿Eh?

—Es curioso que, siendo nosotros Asesinos. Criados en la sangre, sirviendo a la muerte, viviendo al filo del peligro constante mientras negamos nuestra necesidad de conexión humana… aún así me cuestionen por un detalle tan absurdo como amar a mi propio hermano, ¿no lo crees?

—No, no realmente. No me es relevante que sea tu hermano o no, tal vez eso le importa a Silva porque son sus hijos, pero yo no veo lo «sorprendente», el velo de la moralidad y decencia me fueron arrebatados tal como lo dices, «rodeado de la sangre» —para él, la preocupación no tenía nada qué ver con los lazos sanguíneos o la edad de Killua, todo se trataba sobre ser elegido por sobre otros, ganar o perder. Eso era todo.

—Y mi padre no lo entiende. Fui privado de toda forma de cariño desde que… no, probablemente desde que nací, no se me dio ni siquiera una pizca de afecto.

—¿Debían dártelo? No tengo idea de cómo funcione la educación de los Zoldyck en ésos aspectos.

—No lo sé, pero estoy seguro de que fui sólo un experimento para mis padres, un método para darle a Killua las mejores herramientas —a pesar de las interrupciones de Joab, él realmente seguía metido en sus reflexiones, estaba seguro de que llegaría al punto que Joab y él necesitaban para dejar toda esa faramalla de negociaciones—. Nunca cuestioné a mi padre ni a mi abuelo, sólo seguí el camino que ellos me impusieron, así que cuando empezaron a delegarme a Killua, no tenía expectativas, creía que todo sería blanco y negro, tal como fue conmigo, pero al verlo crecer descubrí un mundo de colores…

Joab aguardó en silencio. Se percató que no estaba realmente participando en su retahíla de reflexiones, sólo le quedaba escuchar y entender la respuesta que se le estaba otorgando. Illumi se mantenía indescifrable y frío, metido en ese mundo de colores del que hablaba. Parecía tan inalcanzable para él, sus ojos se llenaban de ternura ante una imagen que él no podía ver y era incapaz de comprender de dónde venía ésa calidez.

—Killua me hizo sentir un amor que jamás pensé que existía. Me dio un cariño que no puedo expresar, y me hizo desear tener más que sólo un camino a la muerte, y al principio sólo era eso, yo era tan novato y tonto, lleno de inseguridades y sólo sabía corresponder con violencia a todo eso que él me daba, por eso sé que arruiné muchas cosas hermosas que pude haber construido y, antes de que digas algo estúpido… —rodó los ojos adivinando lo que interpretaría de sus palabras— no hablo de romance, hablo de una relación de hermanos, de una familia simple, como todas las que vemos fuera de este mundo oscuro.

No iba a mentir, podía jurar que todos los Asesinos o casi todos, alguna vez habían soñado con una vida normal. Vidas sencillas, con aventuras típicas, una familia cálida, un hogar al cual llegar y crecer junto a otras personas que tuvieran la capacidad de amar. Conforme iban creciendo sus mentes y espíritus alcanzaban un punto de frialdad en el que sus aspiraciones estaban relacionadas a la competencia que tenían entre ellos por ser superiores, y eran tanta la necesidad que esos sueños se volvían absurdos y sin forma. Así que escuchar a Illumi hablar de ello removió esos sentimientos de antaño y fue doloroso para él.

—¿Podrías parar? —no pudo evitar decirlo, y al instante se arrepintió. Creyó que se vería débil.

—La entidad no podía entenderlo —aunque Illumi ni siquiera notó su respuesta, lo cual agradecía en secreto—. El ente podía ser un experto en muchas cosas, pero en cuanto a la formación de un Asesino y la vida en una familia así… sólo podía adivinar y asociarlo con sus propias experiencias, así que puedo decir que si hubo un incestuoso y pedófilo sin moral ni respeto, ése era él —dejó escapar una risa triste y su expresión parecía cada vez más compleja de entender—. Se equivocó tanto conmigo, y terminó dañando mi deseo original. Lo que pudo haber sido una relación de hermanos que se protegen, se unen y pelean juntos, se enturbió con sus ideas.

Quedó boquiabierto. Él también lo había juzgado así, era demasiado sencillo hacerlo, pero Illumi le estaba diciendo que lo que realmente añoraba era una familia, ser aceptado y amado. Killua le había dado eso y él no había sabido corresponder, para colmo, una entidad abusó de eso para volverlo algo completamente distinto al original.

—Y lo peor es que… aunque yo lo sé, ya no hay vuelta atrás. Ese ente me hizo adicto a él, me duele no estar cerca, me vuelve loco pensar que puede amar a alguien más. Estoy atrapado en este amor perverso y hambriento. Llegué a aceptar esa nueva forma de mi deseo como si fuera mío desde la raíz, pero yo esperaba tener más tiempo… —volvió a quedarse en silencio. Anhelaba retroceder al momento en que dejó a Nirmod a cargo de su vida y salvar a su hermano de sí mismo.

Realmente detestaba esa parte de su historia. Sí, soñaba con tener a Killua en sus brazos, pero no de ese modo y no a una etapa tan temprana. Parte de su fantasía consistía en un día volverse como un héroe que aparecía en la vida de su hermano después de unas cuantas relaciones fallidas en las que el albino sólo encontraba sufrimiento, y gracias a esas malas experiencias podía tener un punto de comparación que sirviera para demostrarle entonces que él era todo lo que necesitaba en su vida para ser feliz. Lamentaba constantemente ser el primero en su vida porque odiaba no tener un punto de comparación que Killua pudiera tomar como referencia para saber lo que le gustaba y disgustaba, todo era demasiado nuevo para él y, por tanto, si un día era descartado, Killua podría usar todo lo aprendido para satisfacer a alguien más.

—Mira, qué más quisiera yo que poder hacerte entrar en razón y que vieras que tienes mejores opciones, pero me has dejado en claro que ni siquiera tú mismo lo deseabas así, sino que obedeces a una fuerza superior que no puedes contener —Illumi ahora le miraba, parecía atento a él por primera vez en la conversación—. Yo quiero entender entonces, ¿por qué quieres seguir en este plano? A sabiendas que Killua puede aburrirse de ti y desecharte. Eso sería lo más normal, digo, ni siquiera tiene dieciséis…

—No tengo opción. Si el ente vuelve, me volveré flanco de una cacería por parte de los Iluminados que juraron acabar conmigo si esa cosa continuaba en primer plano. Quizá podría aguantar un tiempo, pero no creo que él pueda prevalecer por siempre. Es muy descuidado en las peleas porque subestima siempre a sus oponentes.

Ahora entendía el motivo por el que era imposible dejar que Nimrod retomara el control del cuerpo. Tenía que darle la razón, ni siquiera él podía prometer protegerlo por siempre. Esa gente, en su momento, había causado un enorme desastre, si Silva estaba llegando al punto de aceptar la relación de Illumi, era precisamente porque ni siquiera él podía garantizar la seguridad de su familia. En caso de que Illumi se volviera el objetivo de ellos, no sólo corrían el riesgo para quién quisiera estar cerca de él, sino que la razón por el que toda la hermandad de Asesinos negociaba tanto se perdería, no habría más motivos para querer afiliarlo. Ese pensamiento le hizo sentir un enorme desanimo.

—Estamos jodidos —contestó—. No puedo separarte de Killua porque el precio es tan elevado que perderías tu valor por completo, y tú estás en una condición fatal en la que corres el riesgo de ser desechado por Killua debido a su inexperiencia en la relación. Eso explica por qué eres tan sumiso ante todas sus quejas.

Ambos suspiraron al mismo tiempo y Joab miró hacia el techo de la cupula. Sentía pena por Illumi. El pobre estaba atrapado sin elección alguna, enamorado, sí, pero bajo las peores circunstancias posibles y con pocas expectativas a futuro. Si aspiraba a apadrinarlo tendría también que someterse a la voluntad de Killua y olvidarse de toda oportunidad de relación con el morocho. No era un buen negocio, por más que buscaba una salida, no iba a funcionar.

—¿Y si nos deshacemos del ente? —recordó que ese era el objetivo inicial por el que Silva le había traído a escena.

—En ese caso no importaría si me distancio o no de él…

—Con el tiempo lo superarías, podrías estar bien y él también te olvidará.

Era tan cruel ese hombre. No pensaba jamás en lo que sus palabras podían lograr. Illumi apretó una de sus manos conteniendo la tristeza que esa imagen le traía a su corazón. Al mismo tiempo comprendía que era una posibilidad y que incluso estando en esa situación sólo le quedaría agradecer el tiempo compartido y anhelar la felicidad del albino sin importar la distancia.

Una pequeña figura se asomó entre la puerta y una chica con un paraguas rosado salió jugueteando entre el charco de agua que se había formado en la entrada.

—¡Illu-nii! —gritó con su enorme sonrisa y se apresuró a entrar en la cúpula— ¡Te estuve buscando!

Joab sonrió, agradecía que Illumi le hubiese advertido previamente que era una niña quien les interrumpiría esta vez. Una pequeña y sonriente Alluka que parecía no entender que eran personas peligrosas las que ella estaba buscando. Se sentó en medio de ellos, iniciando la conversación como si fuera normal para ella actuar con tanta iniciativa. Realmente Joab no pensaba prestar el más mínimo interés en la pequeña, pero Alluka se lo dificultaba con sus preguntas incómodas y su parloteo descuidado.

—¿Illumi, tú quieres irte a vivir con este señor? —preguntaba mientras comía un pequeño pastel de fresas y vainilla que uno de los mayordomos le había traído a petición de Illumi.

—No, y recuerda levantar la cabeza, te vas a llenar el cabello de betún —le acomodó el cabello hacia atrás, él cuidaba mucho su propio cabello y le era imposible no fijarse en lo descuidada que era Alluka con esos detalles.

—Entonces, señor, ¿por qué persigue tanto a Illumi si él ya dijo que no? —esa chica era la mezcla perfecta de Silva y Kikyo, tenía los dulces ojos de Silva, los que recordaba en su juventud, pero la delicadeza de su madre, era imposible no sentirse incómodo ante ella.

—Porque no es su decisión, eso tu padre lo tiene que decir.

—¿Y por qué entonces está aquí y no persiguiendo a papá para insistirle? No tiene sentido…

Illumi contuvo la risa, pero no pudo reprimir su sonrisa, su hermana se había sentado entre ellos a propósito recargando su cuerpo sobre de suyo para marcar territorio, y él había hecho su mejor papel fingiendo ser el hermano cariñoso con su pequeña e inocente hermanita a quien mantenía pegada a su cuerpo, peinando sus cabellos, acariciando su cabeza y cuidando que no le faltara nada. Nada más provocaba que Joab no tuviera ánimos de ser cortante con la chica, le recordaba que debía frenar sus «conductas de heredero».

Alluka no lo diría frente a ellos, pero estaba disfrutando mucho las atenciones de Illumi. Si se lo proponía podía ser verdaderamente un buen hermano mayor, podía ser que estaba fingiendo, pero le salía tan natural que se le ocurrió que quizá debía buscarlo más para acostumbrarlo a ser así con ella. La cantidad de problemas y malentendidos que se ahorraría valdría la pena el esfuerzo.

La reunión al final había sido agotadora. Horas hablando de cada detalle y posibilidad, debatiendo entre diferentes conductas y experiencias. Killua ya no tenía más mente para pensar en nada importante, pero su abuelo le había solicitado su presencia y no tenía más remedio que acudir a él. Zeno también estaba fastidiado de tanta charla, pero tenía ese pendiente en mente que no quería soltar por más agotado que estuviera. Killua se había hecho a la idea de que no se salvaría de tocar el tema de la mañana, sólo rogaba que no fuera un montón de regaños porque no se encontraba de humor cuando él mismo se estaba masacrando mentalmente.

Fueron a uno de los comedores de la casa que se encontraba en la misma planta de la habitación de su abuelo, cerca a un gran ventanal cuyas cortinas estaban abiertas de par en par, dejando mostrar el día lluvioso golpeando los cristales. Tomó asiento en una de las sillas redondeadas que combinaban con la mesa larga de madera oscura y al instante los mayordomos colocaron platos y bebidas acorde al menú del día, todo listo para que ambos comensales pudieran continuar con sus actividades.

—Lo de esta mañana, ¿fue tu idea o de él? —le preguntó antes de dar un bocado a la carne humeante en su plato.

—¿De qué hablas? —se le ocurrían varias cosas, pero no estaba seguro de lo que hablaba.

—Illumi llegó a su encuentro con tu padre y Joab vestido apenas con un pantalón… fue bastante incómodo de ver.

—Ah… —no quería culpar a Illumi y dejarlo mal frente a su abuelo, pero tampoco era como si pudiera engañarlo— creo que ambos estábamos más preocupados por otras cosas que no le dimos importancia.

—Sólo asegúrate que no vuelva a ocurrir, ¿entendido?

Asintió, comieron en silencio para cargar energías y al terminar, el abuelo solicitó que les trajeron galletas y té para continuar con la conversación acompañados de algo para merendar. Killua ya se encontraba lo suficientemente tenso, pensando en todas las formas en que se vería perjudicado por sus acciones, a diferencia de su abuelo, el cual se mostraba tranquilo y eso era peor, justamente cuanto más suave y paciente parecía, más molesto y certero era en sus palabras. Nunca había sido una buena señal.

—Killua, primero debo disculparme por mi desaire de esta mañana. Aunque lo que dije no era lo mejor en el momento, no es mentira que trabajamos en remover a la entidad del cuerpo de Illumi y si eso se logra… ¿Entiendes lo que eso significa?

Sintió que su pecho se apretaba de dolor. Era una carga terrible, no quería imaginarlo, no podía concebir la idea de vivir sin él, sin su voz por las mañanas, sin su respiración relajando la suya durante la noche, la forma en que se adueñaba de su piel y su cuerpo, calentando su sangre. Era una pesadilla en la que no quería vivir. No pudo responder a su abuelo, no quiso ni moverse; no iba a darle ninguna señal de que estuviera remotamente de acuerdo con esa decisión.

—Killua, mírame —le llamó tras ver que el chico realmente no estaba tomando partido en la conversación—. Lo tuyo con Illumi es sólo una ilusión pasajera, algo que no se puede permitir por siempre.

—¿Por qué?, ¿por qué tiene que ser así? No le hacemos daño a nadie —si su abuelo iba a querer debatir, le daría la satisfacción porque realmente él estaba convencido en que tenía fundamentos para estar con Illumi muy para el pesar de los demás.

—Porque eres un niño, tu desarrollo se ve mermado con una relación como esta y…

—¡Soy un Asesino! —refutó dando un golpe en la mesa que, aunque había sido ligero, hizo saltar todo a su paso y su abuelo no tuvo opción más que detener su discurso—, no me hables como si no lo fuera, no me hables como si no hubieran torturado desde que tengo memoria. Aun era un bebé cuando comenzaron a electrocutarme y no olvidaré esa horrible ronda de tortura con mamá en una caja que no podía romper y tenía que permanecer desnudo por días con hambre, sed y mis fluidos por todos lados. ¡A los cuatro años maté a una persona por primera vez! ¡Cuatro años! ¿Te atreverías a decir que eso no mermó mi desarrollo?, ¿No puedo besarme con Illumi, pero si puedo matar a una familia en plena protesta sólo para satisfacción de un cliente?

Zeno lo sabía, todos esos argumentos que deseaba darle eran fútiles y no sólo eso, era ridículo querer excusarse de moralidad y psicología cuando él mismo había incentivado a la familia a lineamientos de una hermandad perversa que a su vez tenía tradiciones tan cuestionables que era ridículo querer apegarse a unos principios. Todo entonces recaía en la voluntad de cada miembro, como mínimo les debía libertad para elegir lo que era mejor para cada uno y aceptarles tal cual, siempre y cuando acataran el negocio y la hermandad como marcaba la tradición.

—¿Qué pasará con él el día en que te aburras? No has pensado en que tu vida apenas está empezando y encontrarás más personas que te van a atraer.

—Abuelo, ya pasamos por esto —resopló fastidiado—. Tú mismo dijiste que no ibas a aceptar que me separara de él así porque sí, y no es mi intención dejarlo. Lo que tú no entiendes es que, para mí, esto es y será así con o sin entidad… —se detuvo para tomar aire y tomar sus cabellos para recuperar la calma— Quiero saber por qué estamos teniendo esta conversación otra vez. No lo entiendo.

Zeno no estaba senil, tenía una excelente memoria, no podía usar nada de eso como pretexto para retomar la conversación, ni siquiera podía alegar que estaba siendo víctima de años de pelear porque cada tanto solía hacerse chequeos médicos preventivos. Sólo estaba actuando como un abuelo protector, lo cual era incompatible en el complejo mundo de los asesinos; no encontraba las palabras adecuadas para decir lo que sentía sin caer en la hipocresía que su nieto argüía con justa razón.

—Los vi crecer. Ustedes dos crecieron entre mis brazos —se rindió ante su propia consciencia y dejó escapar sus pensamientos sin más—. Conozco a Illumi desde que era un niño callado y tímido, lo vi transformare en un adolescente rebelde hasta volverse un hombre, y tú… desde que eras pequeño recuerdo que te dejamos a cargo de Illumi, creíamos que tu presencia le ayudaría a sensibilizar su humanidad, y jamás pensamos que esto llegaría tan lejos. Quizá es la culpa la que me está perturbando —se tocó la frente, lamentando sus viejas decisiones, pero era imposible atinar el futuro—. Si no los hubiera visto crecer, probablemente no me importaría en lo más mínimo los detalles morales, pero es por el lazo que siento hacia ustedes que no puedo evitar pensar en mis propios errores.

Era esas raras ocasiones en las que podía apreciar a su abuelo como un ser humano. Ellos, —Zeno y Silva— solían hablar de «humanidad, sensibilidad y valores» como si fueran tan ajenos a ellos, ni siquiera eran conscientes de que lo hacían. Zeno andaba por la vida presumiendo ser un Asesino de élite, mostrando sus habilidades y jactándose de su trayectoria, pero luego se alarmaba cuando veía algo que salía de sus reglas y no era capaz de tolerar las rarezas de sus nietos, como si fueran cosas por las que debían avergonzarse. El contraste era más evidente cuando veía a su abuelo con Milluki, el chico siempre andaba por ahí buscando la aprobación de sus mayores, tratando de demostrar que tenía habilidades valiosas dignas de reconocimiento, sin embargo su abuelo solía girar los ojos y expresar su desaprobación como si ser un experto en las tecnologías fuera una deshonra. En cambio con Killua era diferente, aprobaba sus rarezas como cosas de su juventud, y aceptaba cualquier condición porque su talento en combate era sobresaliente, con un montón de creatividad en batalla y un Nen a fin a él, así que no importaba sus defectos porque todo estaba bien balanceado para él. Luego, por alguna razón que salía de toda su lógica, Illumi no ganaba su respeto, pese a sus increíbles habilidades de pelea y técnicas superiores, todo era tomado como motivo para desconfiar más de él siendo que Illumi les era leal y obediente. Era como si el anciano tuviera unos valores aleatorios que era mejor no comprender.

—Abuelo, ¿no tienes ya suficiente de esto? —optó por confrontarlo—, ¿no será que haces todo esto simplemente porque odias a Illumi? Nunca te lo he preguntado, pero tu desprecio por él siempre ha sido muy evidente y no me sorprendería que realmente esto es lo que hay detrás de tu insistencia por separarme de él.

—No lo odio —contestó incrédulo, no sabía por qué, pero le había herido que su nieto dijera aquello—. Estoy seguro de que no lo es así, esto es… es complicado.

Miró a su abuelo a los ojos. Estaba empezando a enfurecer, pero debía ser precavido porque su abuelo podía jugar en su contra y tampoco quería perder su apoyo que era tan relevante frente a su padre.

—Sí, es igual que papá, todos ustedes son tan egoístas y desconsiderados. Illumi creció tan solitario y doblegado a ustedes que cuando cometía errores jamás eran capaces de asumir la responsabilidad por las cosas que le enseñaban. Estaban más concentrados en culparlo a él de todo —su voz era tan dura que incluso su abuelo no se atrevió a frenarlo—. Es así, no necesitas darme explicaciones rebuscadas.

Abrió los ojos, Killua estaba golpeando en viejas heridas que había dejado atrás deliberadamente. El albino no sabía que él realmente se culpaba a sí mismo de la mala crianza de Illumi así como la de Silva. Él se atribuía el desastre de Silva con los Iluminados. Si tan sólo le hubiera enseñado a tomar mejores decisiones estando lejos de él en lugar de forzarlo a ser una copia suya, no hubiera tenido que recoger las cenizas de una carrera fructífera lanzada a las llamas en una noche fatal. Él fingía demencia, pero veía todo lo que Silva hacía con Illumi como un mensaje sutil para reprochar su crianza y sabía que estaba usando a su hijo como venganza. Los dos se habían dejado llevar por sus peleas personales y lo habían descargado en un inocente.

—Kil, ve un poco más despacio —se levantó de su asiento y fue hacia el ventanal, mirando como temblaban los vidrios con el viento que les azotaba.

Killua se puso de pie y fue detrás de su abuelo, se paró justo a su lado y comprendió que ya no necesitaba añadir más. Ya le había dejado en claro que esto que ocurría entre él y su amante, era algo que no sería tocado por sus palabras ni acciones, que sólo le había dejado la opción de ser parte o hacerse a un lado.

—Abuelo, ¿qué es lo que piensa hacer nuestro padre entonces? —aprovechando que las aguas se habían calmado decidió sacar a colación el tema que más le preocupaba—, Illumi no me ha dicho nada, quizá porque papá lo condicionó, no lo sé, pero ya me es bastante obvio que él ya sabe de lo nuestro.

—¿Cómo…? —no siguió su pregunta, era claro que Killua tenía una maravillosa intuición, no por nada lo habían elegido como el heredero—, no importa —se sonrió orgulloso de ver que ese chiquillo era mejor de lo que él y su hijo lo habían sido—. Quiere demostrar que puedes estar sin Illumi. En su mente, tú sientes compasión por él y por eso estás con él. No cree que te mueva algo más allá que la lástima o tus propios principios.

—Pffff —soltó la carcajada— ¡Esperaba más! —y es que se estaba atormentando tanto los últimos días que esto parecía poca cosa comparado con todo lo que pasaba por su mente—, bueno, abuelo, hay algo que me gustaría consultar contigo, ya que es algo que no puedo hablar con Illumi por todo el hermetismo que hay entre papá y él.

Su nieto tenía una magia natural que era más allá de sus capacidades, en tan sólo unos segundos todo ese dolor y tensión que él mismo le había ocasionado se habían esfumado con su risa y su tranquilidad. Tomó un profundo suspiro y asintió.

—El hijo de Roboam, Icabod y yo queremos hacer un negocio juntos —soltó así de simple y vio en su abuelo una auténtica sorpresa—. Pensaba en entregarle a Illumi. Queremos que esta transacción nos ayude a organizarnos para conseguir ventajas para los Asesinos y quizá ganar algún favor nosotros como familia y…

—¡¿Por qué no me lo habías dicho?! —estaba tan intrigado y admirado por la astucia de su nieto que no pudo controlarse.

—¡Te lo estoy diciendo! —hizo un puchero y se cruzó de brazos—, estaba esperando el mejor momento… pasa que Icabod también es nuevo y no puede solicitar a Illumi así sin tener ningún beneficio a intercambiar, ¿no es así como funciona?

—Ah… —colocó una mano en su hombro y lo presionó como un gesto cariñoso—, realmente no eres un niño como parece —Killua le sonrió en respuesta y se alegró de no haber intentado intervenir más en sus decisiones—. Me parece mucho mejor la idea de que Illumi sea entregado a ese chico que a Joab por las conexiones que los Sohar tienen con los Iluminados, pero pensé que Rob no estaría de acuerdo porque conoce las intenciones de Joab y ellos dos son aliados.

—No sé si Icabod ya lo habló con su padre. Por el momento sólo quiero saber cómo puedo presentarle la idea a papá para que él me tome en serio y deje a un lado todo el tema de Joab.

Y he ahí el meollo del asunto. Silva no iba a aceptar diferentes puntos de vista cuando tenía la urgencia de entregarlo y tampoco estaría complacido de ver la iniciativa al despreciar a Joab por «otro niño».

—Hay algo que debes saber antes de empezar con tus planes —le aclaró—. Las intenciones de tu padre y las de Joab detrás de esta alianza no son lo que parecen.

—¿Qué quieres decir?

Zeno comenzó a caminar rumbo a su cuarto, no era una conversación que le pareciera fácil de exponer, y de algún modo sentía que estar en su espacio privado le brindaría seguridad.

—Tienes que comprender que en Tierra Sagrada la vida es muy diferente que fuera de ella. Tienen códigos de conducta tan diferentes que para alguien criado en un ambiente en las montañas va a parecer un lugar absurdo y con reglas de etiqueta que no son compatibles con tu personalidad —eventualmente esperaba poder explicarle para que pudiera adaptarse a ello y tener una mejor conexión con sus raíces —. Una de esas cosas que te parecerá extravagante es con respecto al honor…

Ingresaron al cuarto, despidió a los mayordomos que les atendían y tomó asiento en un sillón individual, Killua en cambio se acomodó en una silla acojinada, su favorita desde que era pequeño y pasaba tiempo con su abuelo.

—Desde que Silva y Joab eran unos niños, eran muy unidos, crecieron como mejores amigos, pero cuando alcanzaron la adolescencia, Silva se volvió el objeto del amor y admiración de Joab.

—¡¿Qu-qué?! —no pudo evitar sobresaltarse ante la noticia, eso no tenía sentido para él después de todo lo que había visto en días pasados.

Su abuelo levantó la mano en señal de pedirle que esperara en silencio, debía tener paciencia si quería escuchar la explicación.

—Sí, Joab se enamoró de él y estuvo obsesionado por años, a mí ver, creo que todavía siente algo, pero ese es un tema que no me corresponde —se cruzó de brazos advirtiendo con la mirada que no debía hacer ningún comentario al respecto—. El asunto es que Silva se apartó de toda la hermandad por causa de Kikyo, para ser exactos, fue a raíz del embarazo de Illumi. Es decir, Joab perdió a Silva por «culpa de Kikyo e Illumi» —observó divertido la expresión estupefacta de su nieto y no pudo evitar sonreír divertido— ¿Te parece mal que tu padre tenga pretendientes?

—¡No quiero ni pensar en eso! ¡Es desagradable! —la sola idea le perturbaba.

—Lo dice el niño que sale con su hermano —puso su los ojos en blanco.

—¡Pero no tiene sentido, pensé que Joab estaba detrás de Illumi…! —se arrepintió de sus palabras, no quería que su abuelo pensara que estaba haciendo todo eso por celos y no por un plan honesto con Icabod.

—¿Detrás de Illumi? Bueno, sí, noté eso, pero me resulta tan desagradable que no quise darle importancia… —recordando la forma en que Joab fingía desconocer a Illumi y como pretendía ocultarse de Zeno para estar a solas con él. Claramente él no era tonto, y no habían podido engañarlo por más que se esforzaron— Realmente no tengo dudas de que esta ha sido una venganza por parte de Joab, por el desprecio de tu padre y Silva quiere entregarle a Illumi como una ofrenda de paz. Quiere demostrarle que el cariño y la amistad que tuvieron es de mucha importancia al entregarle al hijo por el que perdieron contacto. Una muestra de etiqueta entre Asesinos.

Eso complicaba todo todavía más, no iba a poder simplemente llegar con su padre y plantearle su genial plan con Icabod. Para su padre sería devastador que no pudiera entregar a Illumi a su amigo, incluso podría resultar ofensivo y empeorar las cosas.

—No puede ser, abuelo… papá no va a acceder a mi plan… —de todos modos los Zoldyck no negociaban entre ellos, debía mostrar una fuerza contundente si quería ganar una pelea de este tipo. No obstante, no tenía el ánimo para hacer algo así cuando él era tan empático, podía imaginar lo que su padre sentiría y la decepción de Joab.

—Es por ello que yo he insistido en dejar a Illumi tratar con Joab. Nadie mejor que Illumi para desanimar a ese engreído, ¿lo entiendes?

Abrió la boca con sorpresa. Su abuelo había estado calculando todo aquello desde antes, incluso sin saber que había una segunda opción. Se sintió más tonto aún por sus celos e inseguridades. Su mismo abuelo, sin conocimiento de la dinámica entre ambos, era capaz de asumir que Illumi rechazaría y respetaría su relación sin duda alguna mientras que él estaba paranoico imaginando que Joab trazaría un plan maligno para robarse la atención hasta hacerlo caer en alguna trampa.

—¿No lo habías visto así, Killua? —la voz de su abuelo le sacó de su ensimismamiento.

—N-no es eso —se ruborizó, no iba a admitir que estuvo deslizando sus creencias entre disparates y desequilibrios mentales—. Sé que Illumi lo va a rechazar, pero no pensé que serviría de algo. Ese hombre ha estado insistiendo desde hace tiempo.

—Él es así, un heredero que no sabe perder, pero Illumi es una criatura escurridiza y salvaje, no puede ser atrapado si él no desea ser atrapado. No sabe lo que le espera…

Por alguna razón extraña la sonrisa confiada de su abuelo le hizo sentir que conocía mejor a Illumi de lo que él había juzgado. Tal vez era aquello que su abuelo y su padre habían visto en él, motivo por el cual Illumi dejó de ser apto para ser considerado el futuro heredero de la familia.

.'.

Com parte del plan, le informaron que Roboam había sido convocado para atender el asunto de Kalluto, por lo que llegaría esa misma noche, habían optado en él para la investigación con Kikyo gracias a toda su experiencia en robo de información y manipulación mental. Habían decidido recurrir a alguien de su cinfianza dado que ninguno se veía con la capacidad de mantener la mente fría durante el proceso de investigación y escarbar en la privacidad de Kalluto podía resultar perturbador para el menor. Era mejor dejarlo en manos de un experto en labores de inteligencia, no sólo contaba con el personal y la experiencia, sino que también entendería las motivaciones de los Zoldyck y mantener un perfil bajo sin arriesgar la privacidad de las víctimas.

Para el anochecer no le quedó de otra que regresar a su habitación. Estaba tan nervioso que había optado por saltarse la cena. Veía la puerta con angustia cada tanto tiempo mientras estaba recostado en la cama, dando vueltas inquieto y trataba de enfocarse en algo más, pero ni siquiera se sentía capaz de abrir los mensajes de Gon, ni de nadie más. Cada que tomaba el celular revisaba si Illumi le había enviado algo y al ver su ausencia se impacientaba más. Tenía un montón de emociones. Estaba triste por la pelea, también le extrañaba y quería disculparse por haber fallado, pero también estaba molesto por la distancia que había impuesto durante todo el día.

Illumi a duras penas le había enviado un par de mensajes avisando que estaba bien y que estaba ocupado, y otro preguntándole si iría a recibir a Roboam ya que no sabía a qué hora llegaría y quería estar al tanto de sus planes. Ni una palabra sobre el asunto de la mañana, tampoco le parecía cariñoso en esos dos únicos mensajes y eso le dolía. Quería al menos una señal de que todo estaría bien, que lo extrañaba y deseaba. Le carcomía el miedo de seguir perdiendo su confianza, no quería afectar más su relación.

Aunque él tampoco había hecho algo diferente en cuanto a su comunicación. Incluso sus respuestas a sus mensajes habían sido más escuetas y desinteresadas que los de Illumi.

«Entiendo, yo también estoy bien».

«Sí, iré en la madrugada».

Se había arrepentido de ambos cuando releyó por sexta vez la conversación intentando descifrar algún código oculto en las palabras de su amante, pero no tenía el coraje para rectificar y enviar otro que fuera más coloquial.

—Conociéndolo, seguro pensó que no quiero hablar y por eso no me ha mandado nada —se dijo en voz alta y se maldijo mentalmente. Odiaba ser tan nocivo con Illumi, detestaba su falta de control, su sensibilidad ante cualquier cosa que ocurriera entre ambos, no tener la capacidad para ser más amoroso y apegado. No podía creer que él fuera el más problemático en la relación y lamentaba tanto que Illumi tuviera que cargar con eso.

Ya había pasado la hora de la cena, eran cerca de las once de la noche y había decidido tomar una ducha para tranquilizarse. Apenas había empezado a desnudarse cuando escuchó que la puerta se abría y sintió que su corazón se aceleraba al instante. Recogió las cosas y volvió a vestirse, pero cuando quiso tomar el pomo no pudo abrir, estaba tan nervioso que empezó a respirar deprisa y temblaba inconscientemente. Trataba de suavizar su respiración, pero no era capaz y estaba paralizado entre salir y lanzarse sobre Illumi para suplicar su perdón, o esperar a que fuera él quien diera el primer paso.

—Respira hondo —escuchó que Illumi le decía del otro lado—. Más suave, tranquilo.

Quería llorar, podía sentir la presencia de Illumi recargado en la puerta, tan amable y tierno, respirando lento para guiarlo. Optó por imitarlo y poco a poco dejó de temblar. Dio un último respiro y abrió la puerta tímido, justo para encontrase con su mirada seria, pero llena de amor.

—Ven aquí —le extendió la mano y él no pudo más, tomó su mano y se aproximó a él, colocando su frente sobre el pecho de su hermano. Illumi lo rodeó y estrechó cariñoso su cuerpo. Ninguno decía nada, era momento de darse alivio el uno al otro, sin necesidad de palabras.

Illumi fue el primero en tomar distancia, pero no por mucho tiempo. Levantó el rostro de Killua con ambas manos, examinando su expresión más cerca. Pudo ver las señales de su sufrimiento, tenía esos viejos hábitos de su infancia de morderse los labios hasta dejar huellas de sus dientes con marcas sanguinolentas que parecían pequeñas inflamaciones rojizas.

—¿Estás bien? —Killua asintió, aunque su rostro claramente reflejaba lo contrario—, me duele tanto verte triste… —susurró y se inclinó para besar su mejilla y volverle a abrazar.

Internamente se quejó de que no hubiera besado sus labios. Lo necesitaba tanto que quería salir de sus brazos para reclamarle que no le estaba dando suficiente. Quería consumirlo, reclamarlo como su propiedad eterna y que entendiera que ya no existiría nada en el universo que pudiera separarles. Eran sentimientos tan complicados y vastos que era imposible ponerlo en palabras.

—Illumi… —le llamó con un aire quejumbroso.

El llamado sonrió y volvió a liberarlo. Dios, era tan evidente ese chiquillo que no necesitaba preguntar lo que le ocurría. Volvió a tomar su rostro y lo apresó entre sus labios, atrayendo su cuerpo, deslizando una mano hasta tomar su cintura. Sus labios le comían con fascinación, podía sentir al albino temblar con escalofríos y no podía creer la cantidad de emociones que le hacía sentir.

—Te extrañé todo este tiempo. Odio pelear contigo —confesó Killua cuando Illumi le liberó.

Illumi besó su frente y acarició sus cabellos buscando consolarle.

—Kil, es imposible que nunca discutamos. Tenemos formas muy diferentes de resolver las cosas…

—¡Pero ni siquiera discutimos!

—Y me alegra que haya sido así, no quiero imaginar lo tontos que nos hubiéramos visto frente a papá.

Tomó la mano de Killua y lo llevó al balcón. Había sido un día lluvioso así que el clima se sentía húmedo y fresco afuera, sólo lamentaba no poder ver las estrellas por causa de todas las nubes que oscurecían el cielo. El menor se dio la vuelta y se dirigió al barandal en donde se recargó para mirar el paisaje oscuro a lo lejos, Illumi se colocó justo detrás de él, rodeando su cuerpo para que no tuviera frío con el viento que de pronto se sentía más fuerte.

—Lo siento, sé que debí haberte dicho desde ayer el asunto de los Iluminados… —debía reconocer que se hubiera ahorrado muchos problemas si tan sólo fuera más cuidadoso con la manera en la que abordaba la información, no quería que Illumi creyera que le ocultaba cosas aprovechando la desventaja que el mayor tenía frente a él.

—¿Y qué fue lo que ocurrió? —recargó su cuerpo en el albino y dejó que su aroma llenara sus pulmones.

Killua tragó saliva. Realmente no quería decirlo, quería empezar con un discurso apaciguador para advertirle que debía mantener la calma y no comenzar una guerra. Tal vez funcionaría recordarle que él era capaz de defenderse ya que había tenido un excelente maestro, pero después del largo día y los dramas matutinos, no se sentía con el derecho a pedirle favores extra, no cuando todo había iniciado por su causa.

—Verás… —aclaró su garganta— parece que enviaron un tipo nuevo a trabajar con nosotros y ese tipo es algo… complicado —intentaba encontrar las palabras más sutiles y superficiales, algo que no le diera señales a Illumi de peligro—. Pa-parece que no sabe mantener la calma…

—¿Podrías dejar de hacer eso? —pero Illumi ya estaba tan habituado a sus gestos, podía identificar cuando estaba nervioso y quería disimular y, por supuesto, podía notar cuando quería ser amable para no herir sus sentimientos—, sólo dime lo que pasó, ¿no soy de tu confianza?

—¡Por supuesto que sí! Pero sólo quiero que te mantengas tranquilo…

—Estaré bien, no te preocupes —afirmó acurrucándose en su espalda, colocando una mejilla junto a la del albino para apaciguar su estrés.

Sabía que no sería así, que Illumi no podía contenerse cuando algo le molestaba y esta era una de esas cosas que lo sacarían de sus casillas. A veces adoraba ser su centro de atención, pero otras veces tenía que reconocer que Illumi podía ser difícil.

—El tipo nuevo, Podesta, desde que llegó empezó a insinuarse conmigo. Es… muy inapropiado —al menos Illumi no podía ver su expresión, pero recordar a Podesta le ponía de mal humor y su rostro enrojecía de vergüenza.

—Inapropiado… —su sangre comenzó a hervir, había prometido que se mantendría tranquilo así que dio una gran bocanada de aire para contenerse—, Podesta, ¿es su nombre?

—Illumi, no…

—¿No lo entiendes? No tengo por qué soportar este tipo de cosas —su voz sonaba tranquila, pero Killua lo conocía tanto que podía leer entre líneas.

—Dijiste que no me preocupara, que estarías tranquilo —se dio la vuelta para mirarlo y vio su gran actuación, Illumi realmente podía engañar a cualquier otro que no le conociera.

—Estoy tranquilo.

—No hagas nada, por favor.

Apretó los dientes, Killua estaba pidiendo más de lo que él era capaz de sostener. Una cosa era pedirle que no sobre-reaccionara estando juntos, pero otra era no permitirle actuar para marcar los límites con la hermandad.

—Kil, no puedo quedarme de brazos cruzados, esto es inadmisible.

—Déjame resolverlo por mi cuenta —levantó la voz, quería dejar en claro su deseo, pero tampoco quería ser demasiado demandante.

—Bien —se cruzó de brazos y se dio la vuelta y regresó a la habitación, estaba ahora más molesto que al inicio, recordaba todo lo que había pasado durante el día y se percató que ya estaba en su límite.

—¡Oh no! ¡No hagas eso, Illumi! —se fue detrás de él ahora más desesperado, esa expresión en él la conocía de toda la vida.

—¿Qué cosa? —se giró mostrando su inconformidad en su mirada.

—Ese «bien», maldita sea, es irritante. Sé que de igual modo harás algo y luego lo retorcerás para que yo crea que fue mi logro.

Tenía toda la razón, eso era algo completamente esperable en Illumi. Tenía una necesidad de control tan fuerte que no le importaba no llevarse el crédito, sólo le importaba la meta.

—¿Cómo pretendes que esto se arregle? —cuestionó Illumi esperando darle una explicación que justificara su intervención— Te harás el fuerte y le pedirás que pare, y el tipo no sólo no va a parar, lo tomará como un reto y buscará otras formas de provocarte, esto sólo irá a peor. No puedo dejar esto así.

—¡Y si lo matas sólo harás que el plan para Kalluto se complique porque todos verán que mataste a un tipo sólo por pedir verme a solas…!

—¡¿Te pidió eso?! —inconsciente dejó que su Nen se tornara más oscuro y tuvo que apretar los puños para recordar que debía controlarse— No, no… —controló su energía y retomó su actuación serena— Kil… sobre lo de Kalluto, no harás nada de eso. No te lo permitiré —era severo, pero también trataba de no sonar agresivo, no quería mostrar que estaba hablando desde sus celos, sino desde una razón objetiva.

—¡No puedes pedir que no haga nada por mi hermano! —pero Killua al contrario estaba empezando a dejar a un lado sus ideas de tratar de ser suave con Illumi, especialmente después de escucharle decir que debía tener su permiso si quería seguir con su plan.

—Ese plan es estúpido, no puedo dejar que nadie te toque… —de nuevo tenía ese aire cruel y posesivo, una parte de Killua encontraba eso atractivo, pero estaba tan furioso por su poco interés en el plan que tuvo que omitir ese pensamiento.

—¡No es por gusto! ¡Además no necesito tu permiso para…!

—Kil —se inclinó para mirarlo a los ojos y sostuvo su barbilla entre sus dedos—, entiende que soy un hombre celoso, te he dicho que no es divertido jugar con mis celos.

—Para tu mala suerte, eres mío y harás lo que yo te pida —contestó retador mirando directamente a sus ojos negros que brillaron por un segundo.

El rostro de Illumi se suavizó al instante, estaba desconcertado ante sus palabras. Killua tenía razón, él tenía todo el poder sobre su alma, podía controlarlo con un poco de esfuerzo y desarmarlo sin necesidad de trucos ni manipulación. Así como él era celoso, Killua era posesivo. Una vez que marcaba a alguien como su propiedad no le soltaba y se iba a entregar hasta las últimas consecuencias.

Retrocedió y fue a sentarse a la cama. Tocando su frente para recordarse que estaba en una relación anormal en todos los sentidos. No podía dejarse llevar así y no le haría bien a Killua ver que realmente él lo deseaba más allá de lo humano, quería ser el dueño de todas sus necesidades y no permitirle estar cerca de nadie más allá de lo estrictamente necesario. Aunque podría vivir bien sin que su capricho quedara satisfecho siempre y cuando fuera el dueño de su amor.

De pronto Killua reaccionó a sus propias palabras, y se dio cuenta de lo mal que había sonado aquello. Sí, sentía que era el dueño de Illumi, pero en un sentido más amoroso y pasional. Tímidamente fue a sentarse a un lado de Illumi y se acercó a él para tomar su mano.

—Lo siento, Illumi, no quise decir algo tan desagradable —bajó la cabeza y apretó los dedos de su amante, estaba profundamente arrepentido por darle el mensaje equivocado—, eres lo más importante para mí, no quisiera herirte más, realmente lo siento.

Illumi jamás era libre, él tenía que recordarlo, nunca tuvo tiempo para ser alguien fuera de la familia, e incluso en la época en la que por fin le daban más permisos para formarse fuera de su casa, su cuerpo fue dominado por una entidad. Todo giraba en torno a su familia, al trabajo y los propósitos de las hermandades para las que tenían que trabajar. Al menos quería darle la oportunidad de tener un espacio para ser él mismo.

—Mi Kil —correspondió el gesto de apretar su mano y la guió hacia su rostro, permitiendo a Killua tocarle—, no ha sido mi día.

Sonrió triste, detestaba ser la fuente de malos momentos de Illumi. Se suponía que debía compensar todas las heridas que había acumulado en su vida y sin embargo no podía parar de hacer cosas que terminaban por remarcar esas ideas que habían sido sembradas en él para robarle sus sueños.

—Lo sé… —tenía tantas ganas de decirle cosas bellas, llenarlo de halagos y expresarle más su cariño, pero esas palabras quedaban atrapadas en su garganta— S-solo quiero que estés bien, pero tampoco quiero desproteger a mis hermanos cuando puedo hacer algo.

—Siempre pensando en los demás. No puedo esperar menos de ti, pero si yo no te cuido, ¿quién lo hará? Todos me dicen que te van a cuidar, pero te lanzan adelante esperando a que lo resuelvas por tu cuenta y si sólo se involucran hasta que algo sale mal. Yo no puedo hacerte eso, necesito prevenir. Tú eres todo para mí.

Su corazón se derretía de amor. Illumi tenía muchos defectos, pero eran derivados de su amor descontrolado, ninguno de los dos estaba hecho para ese sentimiento, eran tan torpes y descuidados que no podían expresar más allá de sus límites mentales. Por eso, cuando uno de esos destellos se asomaba por un desliz, no podían evitar conectar incluso más allá de la magia, de la razón y la naturaleza.

Sus miradas se cruzaron con deseo, el aroma del ambos les atraía, como una droga que los envolvía.

—Quisiera seguir hablando del tema pero… —no terminó la oración cuando Illumi se abalanzó sobre él para besarlo y colar sus manos entre su ropa.

Fue desnudándolo mientras iban subiendo a la cama, entre caricias y besos, estaban tan ansiosos que a duras penas se daban espacio para moverse. Killua torpemente intentaba quitarle la playera a Illumi y en su prisa por lograrlo terminó por romperla, no pudo evitar reírse e Illumi optó por desgarrarla para recostarse sobre él.

—Lo siento Kil, pero tendré que castigarte esta noche —susurró en su oído.

Se le hacía agua la boca. Su sola voz grave y seductora era suficiente para hacerle arder, frotaba su erección en el vientre del morocho, separando las piernas para dejarle acomodarse entre ellas. El cuerpo completamente desnudo del menor era tan erótico que mostrar resistencia era absurdo.

Se centró entonces en humectar bien su entrada, al ver que el chico estaba tan excitado prefirió pasar directamente al acto antes que seguir con sus jugueteos. Aunque era suave y cuidadoso, la mirada de Killua le mostraba lo mucho que disfrutaba sentir sus caricias, junto a su respiración y gemidos sutiles que le iban guiando hasta que consideró que era suficiente. El mayor se acomodó para liberar su erección que llevaba rato comenzando a apretar entre sus pantalones, luego levantó las piernas del albino en sus hombros.

—¿Serás obediente? —preguntó y deslizó su mano acariciando una de sus rodillas para ir deslizándose hacia sus muslos.

—Sí —gimió deseoso por sentir esa mano tocar su entrepierna. Estaba tan excitado que era capaz de venirse sin mucho esfuerzo.

—Entonces se niño bueno y aguanta sin correrte hasta que te dé permiso —dicho eso, tomó una pequeña tira de su playera destrozada y la ató en la base del pene del menor.

El albino estaba confundido, pero tenía curiosidad sobre lo que eso haría con su cuerpo así que se dejó llevar. Luego de eso, Illumi se acomodó para empezar a penetrarle, y miró hacia el techo dando una bocanada profunda de aire, quería mentalizarse para cumplir la petición de su hermano, y para su sorpresa, los movimientos de Illumi se mantuvieron lentos y suaves, más de lo que usualmente era. Eso le permitía relajarse y concentrarse en todo lo que sentía en su cuerpo. Rodeó con sus manos la espalda de Illumi y comenzó a deslizar sus dedos por ella.

Acariciaba su piel, y le permitía al morocho hundir su rostro en su cuello, dejando besos en sus hombros y mejillas, estaban más enfocados en sentir su desnudez frotando sus cuerpos para deleitarse con la sensación. Killua comenzó a mover más sus caderas, quería que Illumi acelerara el ritmo, pero parecía que no estaba con la disposición aún.

—Tranquilo… así suave —susurró inclinándose sobre él para introducir más profundo su miembro—. No tengo prisa.

Illumi volvía a presionar ese punto en su interior que le hacía sentir una corriente extraña de placer que envolvía todo su ser, apenas comenzó a notarlo y clavó sus dedos en su espalda con hambre de más. Escuchó que Illumi gemía y no pudo contener su deseo por arrancare más sonidos de su boca. Esta vez Illumi obedeció y empezó a moverse cada vez más rápido, podía escuchar su respiración agitarse y Killua se revolvía debajo de él, apretando sus piernas contrayendo su cuerpo ante el fascinante extásis que le dominaba.

—Mmm… Kil, Kil… —su voz profunda gimiendo su nombre sólo le incitaba más— me estás volviendo loco…

Sentía que estaba por terminar, pero notó que no lograba seguir. Entonces comprendió para qué era ese trozo de tela y tuvo el impulso de bajar su mano para tocarse, pero Illumi le retuvo.

—Estás castigado, mi linda nube —sonrió malicioso y volvió a bajar el ritmo de sus caderas para hacerle perder el estímulo sin anularlo por completo.

—Illu… mi… —apenas pudo pronunciar su nombre, sin aliento y desesperado— quítalo…

—No —susurró sin aliento y optó por frenar por completo para salir de su interior.

El albino tenía una mirada suplicante y confundida, no quería que parara, sólo necesitaba terminar y esa ausencia le había sacado del clímax abruptamente, entonces notó la expresión traviesa y seductora del morocho, no supo interpretar su significado, pero estaba expectante a sus deseos.

—Tendré que dejarte en claro tu castigo.

Aunque amaba ver ese rostro jadeante, con sus mejillas sonrosadas y su boca entreabierta soltando deliciosos soniditos de ardiente pasión, decidió que era momento de hacerle cambiar de postura a una que le diera más control. Tomó su cintura y, para sorpresa del menor, le hizo darse la vuelta.

—Eso es, levanta tus caderas, déjame verte.

Killua estaba completamente avergonzado. Esa posición realmente no iba con él, tan expuesto, vulnerable y entregando, realmente estaba comenzando a arrepentirse de haber accedido. Apretaba las sábanas y pensaba que lo hacía por el dichoso castigo, se lo debía y quería complacerlo.

—Eres tan erótico, mira nadas más, qué lindo te ves desde aquí —le dijo mientras se volvía a acomodar entre sus piernas y se preparaba para penetrarle una vez más—. Respira hondo.

La sensación era más fuerte, Illumi podía dominarlo en esa posición con demasiada facilidad. Él sólo podía aferrarse a la cama, volviendo a sentir ese punto que Illumi ya encontraba con rapidez, pero estaba comenzando a perder nuevamente la voluntad de contenerse, no quería esperar hasta tener el «permiso» de su amante. Como pudo llevó una mano a su entrepierna, estaba llegando a su clímax y le urgía liberarse.

—Oh no, no sin mí. Tendrás que hacerme venir primero si quieres mi permiso —volvió a suavizar los movmientos, y Killua dejó escapar un quejido inconforme.

Tampoco era que quisiera torturarlo demasiado, así que retomó el ritmo poco a poco, además él también estaba empezando a sentir que pronto terminaría. Se inclinó sobre él para tomar sus manos y acercarse a su oído.

—Kil, eres mío, mi dulce Kil —respiraba con más dificultad, su voz apenas salía y Killua definitivamente estaba al borde, podía sentir sus espasmos—. Si tan sólo pudiera embarazarte… nadie podría separarnos —su voz, y el significado sus palabras, le hacían llegar a un nivel diferente de locura— ¿Quieres eso? ¿Quieres que te embarace?

Ni siquiera podía pronunciar palabras, estaba embriagado del éxtasis y le urgía liberarse, pero no podía ni moverse más a ese punto.

—Sí, sí… Aaah… haz-lo —intentó articularlo como pudo e Illumi entendió que no podía ser más cruel y era momento de darle el permiso. Bajó su mano para soltarle y masturbarlo.

—Lo haré, sí, ah… —terminó en su interior, fascinado ante la reacción del albino que se contraía tan fuera de sí que no se daba cuenta que estaba ensuciando la cama con sus fluidos, pero él tampoco podía parar, continuaba moviéndose a pesar de que estaba ya estaba pasando el límite.

Killua a ese punto sólo gritaba contra la cama que amortiguaba el ruido. Se había superado a todo lo que había sentido hasta ahora, no sólo con esa manera tortuosa de retrasar el orgasmo, sino esas palabras tan estimulantes, y el hecho de que Illumi no se detuviera, le hacía temblar.

—P-para… ah —aturdido apenas pudo pronunciar con su respiración fuera de control.

—Mmm… —fue calmando el ritmo con suavidad hasta que se rindió, quedando recostados el uno sobre el otro.

Besaba su nuca y mejillas, Killua estaba demorando en recobrar el aliento. Le parecía divertido ver lo profundamente excitado que estaba incluso después de haber terminado. Se recostó sobre él, sin salir de su cuerpo, y permanecieron así hasta que sintió que su lindo albino se relajaba, entonces se recostó a su lado, observando su expresión sonrojada y despeinó sus cabellos con cariño.

—¿Estás bien, Kil?

—L-la cama esta sucia —confesó avergonzado, se giró para que Illumi pudiera ver el desastre, pero se sintió más intimidado cuando vio su sonrisa orgullosa, sus ojos parecían brillar de satisfacción—. Pervertido —masculló tratando de ocultar su rubor—, si los mayordomos entran a limpiar lo notarán sin duda.

—Y yo estaré más que encantado de que sepan lo bien que te hago sentir —apenas terminó de decir la frase tuvo que moverse a un lado antes de que el albino le asestara un manotazo a la cara.

—¡Ni creas que olvidaré lo que me hiciste decir! —estaba ahora más rojo que antes y entendió de inmediato a qué se refería.

—Oh vamos… ni que fuera naturalmente posible —pero no podía evitar sonreír burlesco—. Sólo quería decir algo que te hiciera imaginar cosas sucias, y parece que te gustó…

—¡Ni sueñes! —le arrojó una almohada que esta vez Illumi no se molestó en esquivar, lo tenía bien merecido.

Illumi se sentó, acomodó su cabello que era todo un desastre, y dejó que el menor terminara de hacer su berrinche. Le encantaba esa variedad de reacciones, podía estar todo el día observando enamorado todas sus facetas. No podía creer que estuvieran ahí tan tranquilos y actuando como si fuera tan normal y sencillo compartir tanto de sí mismos. Estaba empezando a temer el día en que la carta perdiera su efecto, soltar ese sueño le iría destruyendo por dentro hasta volverlo añicos, al menos esta vez estaba seguro de lo que haría en caso de que el día de despedirse de él llegara. Nunca más volvería a permitir a Nimrod destruir la vida de su amado.

—Ve a limpiarte, me encargaré de la cama, en seguida te alcanzo.

Entre murmullos de reproche le vio salir directo al baño. Él se levantó y tomó las sábanas, las sacó al balcón y sin prestar mucho en detalles buscó un poco de alcohol, las roció y les prendió fuego, luego regresó al cuarto y cerró las puertas, dejando que el humo se quedara en el exterior con el viento y la humedad. Tomó un a colcha del ropero y la colocó sobre la cama sin mucho esfuerzo, ya se encargaría el personal de la casa de arreglar todo. Lo único importante era ocultar la evidencia de sus actos.

Al entrar al baño vio al albino que estaba bajo el chorro de agua, se notaba que apenas había ingresado, sus cabellos todavía no estaban lo suficientemente empapados. Se detuvo a mirar su cuerpo desnudo. Esas marcas sutiles de sus manos en su cadera y los pequeños chupetones en su pecho, no durarían, lo sabía, quizá para mañana ya no estarían ahí. De pronto se preguntaba si no estaba en un sueño hermoso, con ese chico tan adorable permitiendo cruzar todas las líneas de la decencia.

Se desnudó por completo y se apresuró a colocarse detrás de él, tomando su cintura y presionando su erección contra su espalda. Killua dio un respingo, no esperaba esa reacción.

—No he tenido suficiente —murmuró y procedió a besar su cuello, permitiéndose dejar una pequeña nueva marca—. Aun no ha terminado tu castigo.

Killua suspiró, ese hombre conocía todos sus puntos débiles y sabía cómo hacerle olvidar todo. Quería darse la vuelta para besarlo, pero no le fue permitido. Illumi le tomó del mentón e hizo girar su rostro para unir sus labios torpemente, a ese punto ya sólo escuchaba el chorro de agua a un lado, el vapor estaba por todas partes impregnando el baño de calor. Sus mejillas ardían recuperando su pudor, pero no quería que parara, quería que Illumi terminara por corromper todo su interior.

Illumi le apoyó contra la pared, de instintivamente Killua se fue inclinando, encontrando una postura que guiara al morocho nuevamente para penetrarle. Illumi sostenía sus caderas mientras Killua se aferraba con sus uñas afiladas a la pared, dejando agujeros en los azulejos.

Sus piernas temblaban, agotadas por la actividad pasada y la fuerza de sostenerse, al menos agradecía que el suelo rugoso no les hiciera resbalar. Illumi le masturbaba a la vez que estimulaba con su movimiento delicioso de caderas.

—Illu… mi —gimió cuando sintió que sus movimientos se volvían más rápidos y fuertes, apenas y se había podido recuperar del anterior orgasmo, no estaba seguro si podría venirse una segunda vez, pero estaba claro que su amante tenía la paciencia para encontrar el modo de hacerle ver que todavía podía aguantar más.

—Kil… mmm —su voz excitada hacía temblar al albino— soy muy celoso, no quiero que nadie te vea. Quiero que sólo seas mío.

—Ah… lo-lo soy —respiraba apresurado, Illumi se enterraba tan delicioso dentro de él que no era consciente de lo que decía—. Sólo tuyo.

—Déjame matarlo —rogó, ni siquiera él mismo sabía de dónde salían esas palabras en un momento como ese y recordar el asunto de Podesta mientras se consumía de placer—, quiero matarlo.

—Ah, yo… —no estaba seguro de lo que se refería, pero estaba tan fuera de sí que ese era capaz de vender su alma al diablo si con eso le daba satisfacción a su hermano.

—Si te lleno más, ¿me darás un bebé? —trató de cambiar de tema, no iba a manipular a Killua a comprometerse sin estar en todos sus sentidos.

No podía evitar sentir más calor cuando le hablaba así, de pronto parecía que sí, que tenía sentido abrir sus piernas para permitirle embarazarle. Quería responder igual de desvergonzado y seguirle el juego, pero esta vez terminó antes de que pudiera hacerlo.

—Tomaré eso como un «sí» —no se detuvo, sus movimientos eran más intensos, prolongando así el orgasmo del menor que ya estaba apunto de soltarse y caer, así que lo tomó más fuerte y se inclinó para sostenerse con una mano a la pared y no perder el ritmo. La voz de Killua resonaba con el eco del baño, provocando que se perdiera ante la satisfacción de tenerle así y dejó que su esperma volviera a llenar su interior.

Habían terminado por desplomarse juntos en el suelo, tratando de recuperar el aliento. Había sido tan intenso que incluso Illumi no podía quejarse de necesitar más. Los dos estaban más relajados después de una buena actividad que había liberado la tensión de todo el día. Se permitieron estar en la bañera un rato, al fin podrían retomar el tema sin tener esa sensación de que algo estaba mal entre ellos, además estaban tan agotados que no les quedaba deseos de hacer más escándalo.

—Preferiría que no lo mataras —Killua había entendido a qué se refería Illumi cuando le había dicho aquello, así que se dio la libertad de expresarlo—, pero no te detendré si eso es lo que realmente deseas. No puedo perdirte que no mates a ese tipo, pero sí a los otros para defender a Kalluto. Sería hipócrita de mi parte.

Killua estaba recargado al otro extremo de la bañera, jugueteando con las burbujas, había intentado evitar ver esos ojos negros porque temía encontrar una emoción negativa. No iba a ser capaz de resistir verlo triste o molesto otra vez en un mismo día.

—No lo haré, pero ellos deben respetar mi autoridad, no puedo dejar que hagan lo que quieran contigo. Y eso incluye conversaciones inapropiadas.

—No es para tanto…

—Lo es —contestó firme, pero no molesto, no quería que Killua siguiera evitando su mirada—. No sólo porque para mí eres valioso, sino porque yo soy un juez. Las dinámicas establecen que ellos deben respetar a mis parejas, sin importar si hay un matrimonio de por medio. Es una cortesía.

Al menos ese era un argumento convincente. No una palabrería de celos y dominación. Si iba a decir algo, al menos debía ponerse a la altura de sus palabras.

—En ese caso, no estaría mal que le hicieras una advertencia, sólo como cortesía. Al menos así sabrían que tú y yo nos decimos todo.

—Naturalmente.

—Sólo quiero aprender a lidiar con este tipo de personas. Parece que abundan en este grupo.

No lucía conforme y no podía culparlo, Illumi solía hacer énfasis en lo importante que era para él protegerlo y lo muy peligrosos que eran sus celos. Tenía una vaga idea, después de las experiencias que había vivido con él, pero ahora que ya se había adaptado a esa nueva vida no sabía si Illumi tenía cambios derivados de la entidad, y si a eso se refería con los peligros de sus celos. No era algo que quería preguntar dado que todo el tema de la entidad le era tabú, no quería recordar todo el horror vivido con Nimrod, no quería mencionarlo, quería que Illumi no sintiera más cargas por ello y tampoco quería vivir todo el tiempo culpando a la entidad de cada cosa que ocurriera entre ellos.

—Kil, necesito pedirte algo —le sacó de sus pensamientos—. Dado que me has pedido que te permita resolver el asunto con el negociador de los Iluminados, me parece justo que me concedas una oportunidad para buscar otra solución con respecto a Kalluto.

Iba a levantarse y objetar, se habían esforzado mucho en hacer ese plan, analizando cada detalle, era un dolor de cabeza regresar sus palabras y detener a su padre, pero tenía razón en que era un favor adecuado, era injusto negarse sólo por el esfuerzo que eso implicaba.

—Por eso me mencionaste el favor que te pedí… —se quejó en voz alta.

—Así es —no contuvo la risa, pero estaba claro que Killua se lo permitiría—. Yo me encargaré de hablar con papá y el abuelo, así que no te preocupes por eso.

—Te acompañaré, seguro te dirán algo sobre «no ser el heredero». Ultimamente traen una fijación con eso.

—No hace falta. Es mejor que yo lo trate, es un asunto de los Iluminados, después de todo.

«Va a hablar del nuestra relación, por eso no me quiere ahí». Tenía tantos deseos de decirle que ya lo sabía todo, que incluso su abuelo se lo había confirmado, pero si lo hacía, su padre no estaría satisfecho.

—¡Ah, es verdad! —de pronto recordó el motivo por el que todo se había complicado últimamente, había sido un día tan largo que por poco lo olvidaba—, ¿pasó algo con Joab hoy? He estado tan preocupado que no recordaba a ese bastardo.

Asintió sonriente, pero no dijo más. Salió de la bañera y le dio la mano a su amante para hacerle salir junto a él. Era momento de alistarse para dormir, aunque fuera un poco antes de que Roboam llegara, tomó la secadora y dejó que Killua se sentara detrás, mirándolo curioso. Sabía que tenía muchas ganas de continuar, pero apenas se habían reconciliado como para sacar ese tipo de temas. Eso y que no estaba seguro de qué tanto debía contarle sobre la conversación que habían tenido. Había sido una conversación demasiado compleja como para externarla, estaba seguro de que era un tema que era más apropiado evitar, pese a que deseaba cumplir el trato de no guardar secretos.

—¿Y bien? —volvió a tocar el tema una vez que le vio dejar la secadora a un lado.

Se encontraban en el tocador, Illumi estaba sentado en un banco sin respaldo, mientras que Killua estaba sentado en una silla elegante y acojinada, había subido las piernas para cruzarlas más cómodo. Illumi se giró para verlo de frente y analizar sus expresiones mientras hablaba.

—Parece que entendió la importancia de darme mi espacio —pensó que rodear todo y sólo dar la conclusión bastaría para dejarlo tranquilo—. Le expliqué la importancia de mi presencia en casa, y estar para ayudarte en tu desarrollo.

«Joab sabe del ente» concluyó y asintió con la cabeza sin dar más argumentos.

—Aunque no quedó conforme del todo, quizá vuelva con una nueva idea para liberarme de mis deberes y llevarme, pero eso está en «veremos».

No pudo evitar mostrar su angustia. Entendía perfectamente lo que significaban esas palabras, las mismas que su abuelo y, probablemente, a estas alturas ya era un hecho que todos se estaban poniendo de acuerdo a quitarle el ente a Illumi.

—Y tú, ¿quieres eso? —preguntó tímido, esperaba poder aferrarse junto a él a seguir adelante, no podía perderlo, no cuando estaba empezando a soñar con un futuro a su lado.

—Kil, es algo que le dije para excusarme, no necesariamente es verdad —pero Illumi seguía empeñado en su papel de disfrazar el tema entre verdades a medias.

—No, Illumi, dime la verdad, ¿tú quieres que te liberen del ente?

Perdió su sonrisa, era claro que Killua ya había captado todo, no podía esperar menos de un chico tan brillante y con una intuición escalofriante. Miró hacia el techo, comprendía que Killua quisiera mantener las cosas como estaban, pero debía recordar que eso era debido a la carta, y a ese punto ya se había hecho a la idea de que el efecto no sería duradero, por más que quisiera, manipular a Killua para darle satisfacción era egoísta y cruel. Por el momento válido usar la excusa del ente porque había una atracción irresistible por ambas partes, ¿para qué arruinar el buen ambiente? Si podía encontrar la cura antes de que Killua perdiera el efecto, sería mejor, así Killua podría ser libre y no mirara atrás y nadie sufriría por su causa.

—Es lo mejor —le dijo con una mirada tan dulce y llena de amor que Killua sintió que todo su ser se derretía, no podía creer que esas palabras tan dolorosas le hicieran sentir algo tan hermoso.

—No quiero perderte —aun si estaba triste, le sonrió, podían entenderse ahora a un nivel que no habían pensado que llegarían.

—Con o sin ente, no me perderás. Toda mi vida te pertenece —se levantó del banco y se arrodilló junto a la silla, colocando su cabeza entre las piernas del menor—. Sólo quiero que seas feliz, que tengas opciones y no estés conmigo a la fuerza. Así debería funcionar el amor, ¿no crees?

Acarició sus largos cabellos, enredando sus dedos entre ellos y se detuvo a pensar en lo que quería decir. No era la primera vez que lo escuchaba hablar así, pero sí la primera vez que le oía mencionar al amor como parte de sus sentimientos. Muy dentro de él comprendía su necesidad por ser elegido más allá de un modo de supervivencia, pero quería que entendiera que aún no estaba en posición de ir tras él con sólo amor en los bolsillos. Necesitaba garantizar que no sería entregado a nadie que fuera a interponerse en su relación, tomar el puesto como heredero y protegerlo. Librarse ahora mismo de la entidad los ponía en riesgo, no era buen momento. Claro que quería que fuera libre, que no tuviera esa asquerosa entidad, pero más adelante, al menos unos tres años más. Sin embargo ninguno dijo más. Estaban bordeando el tema tabú que tanto les atormentaba, y ya habían tenido suficiente por un largo y angustiante día.

Durmieron un par de horas antes de que les dieran aviso de que Roboam había llegado, no era obligatorio salir a saludarle, pero Killua tenía un asunto que atender con el invitado, así que apenas escuchó la noticia salió a recibirlo. Illumi también se levantó, aunque con el propósito de hablar con Zeno para negociar el plan de Kalluto y, de ser posible, evitar que Killua se expusiera. Una vez que se alistaron, salió cada uno rumbo a su respectivo asunto.

Killua iba aun adormilado entre el largo pasillo mientras arrastraba los pies, al menos los planes por los que tanto se habían demorado podía dejarlos de lado por el momento, así que no había prisa ni presión por tratar esos temas. Llegó a la entrada de la casa y vio a Roboam rodeado de mayordomos, y luego vio otro rostro conocido.

—¡Hola Killua! —le saludó sonrientemente, Icabod.

Se le fue el sueño al instante, había planeado pedirle a Roboam una oportunidad para contactarlo, así que no esperaba encontrarse con él tan rápido. La última vez que había hablado con Icabod supo que el chico no contaba con la aprobación de su padre para sus planes, así que todo el asunto del negocio entre ellos debía ser un secreto hasta que pudieran negociar seriamente con sus padres, pero con todo el asunto de Joab lo más probable es que terminarían apresurando las cosas.

—Hey, Icabod —bostezó cansado—, tiempo sin vernos.

—Perdón por despertarlos —saludó Roboam con su voz profunda y porte elegante, dejó a un lado el cigarro que sostenía en su mano—. Silva dijo que era urgente, ¿y dónde está el imbécil de tu padre?

—Aquí —contestó malhumorado desde atrás, parecía que venía de casa de los mayordomos, venía acompañado de Joab el cual sonreía divertido por alguna razón.

—¡Ah vaya! El señor de las urgencias está presente —los tres hombres ingresaron juntos a la mansión conversando distraídos entre ellos.

Killua estaba curioso por ver a su padre interactuar con personas más allá de asuntos de negocios, era completamente nuevo para él. Era igual de serio, poco sonriente, pero era increíble ver lo mucho que toleraba los comentarios burlescos y el sarcasmo, incluso podía seguirles el juego para molestarlos. Era extraño verlo con ellos, no encajaba con la imagen que tenía de su padre, como si hubiera dejado de ser una máquina de matar y volverse un simple humano.

—Icabod, ¿Killua y tú ya se conocían? —preguntó Roboam dándose la vuelta para ver a su hijo, tras unos minutos de ver como ambos se tenían una confianza peculiar—, no recuerdo que los hubiese presentado…

Los dos chicos se voltearon a ver conteniendo la risa. Habían olvidado por completo que sus padres no sabían de la comunicación que había entre ambos, y ni siquiera se habían puesto de acuerdo de la excusa que debían dar. Fingieron que no era algo de importancia, quizá así no podrían volver a ser ignorados por sus padres.

—Illumi me lo presentó —excusó el chico.

—¿Ah sí?, ¿cuándo fue eso? —era muy normal en Roboam hacer sus interrogatorios, era un hábito en él. Tratándose de información, él adoraba molestar especialmente a su hijo para hacerle hablar.

—Fue… veamos… después de que me evaluó —intentó fingir recordar algo que encajara con el itinerario que había tenido desde que conoció a Illumi.

—¿Exactamente después de se fuera a la iniciación de Killua?

—Después de mi iniciación —intervino Killua, tratando de dar sentido a sus palabras.

—¿Y eso fue antes o después de que Illumi se fuera con su amigo el payaso? —pero Silva no iba a jugar en su bando. También él estaba interesado en lo que tenían que decir al respecto.

—Después… —contestó inseguro, ya intuía que ambos padres sabían bien de lo que hablaban.

—¿No fue después de que te pedí que fueras a Salión a terminar una misión? —más que pregunta, Roboam estaba confirmando—, más o menos cuando rentaste una sala de reuniones para encontrarte con Killua en un hotel, sin pedir mi aprobación.

Icabod rodó los ojos con fastidio. Detestaba que su padre lo tuviera en vigilancia sin motivo alguno, y más aún cuando lo confrontaba frente a otras personas, era su modo de exhibirlo y hacerle saber que se acercaba un castigo.

—Bueno, sí, fue ahí. Ya no soy un niño, papá, puedo tomar mis propias decisiones —se cruzó de brazos.

—Tienes dieciséis. Eres un niño —vio que estaba a punto de alegar y le miró amenazador—, ¿qué nunca viste a los niños asesinos? Pueden ser asesinos, pero seguirán siendo niños.

Killua sintió poca simpatía por ese comentario, especialmente si su padre lo usaba después en su contra.

—Si vas a sermonearme hazlo mañana, tengo mucho sueño.

—Sólo quisiera que me dijeras de qué hablaron, ¿por qué tanto secretismo? —miró a Killua, a fin de ver cuál de los dos se delataba primero.

—¿Qué eso no te lo contaron? ¡Una lástima, Killua y yo ya nos vamos! Es tarde y tenemos cosas qué atender.

Killua instintivamente dio un salto hacia la cima de la escalera, siendo seguido por Icabod, y se giró para despedirse burlesco de los tres hombres que los miraban con una clara intención de regañarlos por actuar como dos mocosos rebeldes. Agitó la mano a modo de despedida y se marchó con el chico a su espalda.

—Ya, ya déjenlos —escucharon de fondo que Joab intervenía—. Dejen de ser papás por un rato, ¿quieren?

Ambos chicos siguieron su camino por el pasillo. Estaban más relajados después de que Joab les había salvado el pellejo y querían asegurase de quedar lejos de la vista de ellos antes de que cambiaran de parecer y los mandaran a llamar.

—Killua, ¿podemos ir a algún lugar privado? Sé que es tarde y que preferirías descansar, pero necesitamos ponernos de acuerdo con esto antes de que papá haga más preguntas.

—Sólo sígueme —le señaló.

No había un lugar más cómodo y privado para conversar que su cuarto, es decir, el que ahora compartía con Illumi. Apenas estaba llegando a la puerta cuando vio que Illumi venía por el otro lado del pasillo.

—¡Hola Illumi! —saludó sonriente Icabod.

—Pensé que demorarías más —continuó Killua.

—Yo también y pensé que tú también te tardarías más —miró intrigado a Icabod, estaba nervioso por saludarlo y provocar los celos de Killua, así que sólo le hizo un gesto con la cabeza.

Abrió la puerta de la habitación y dejó que los chicos ingresaran. Icabod fue el primero en pasar y vio que ese espacio no era un simple cuarto, por un momento tuvo curiosidad por preguntar a quién de los dos pertenecía ya que sólo había una cama ahí.

—Icabod y yo tuvimos que salir de ahí antes de que nos interrogaran, ¿y tú? —preguntó el albino una vez que estuvieron dentro de la habitación.

—Hablé muy poco con el abuelo. Le dije el plan y estuvo más que contento cuando escuchó la alternativa, ni siquiera quiso hablar, lo dejó en mis manos.

—¡Oigan! —aclaró su garganta para llamar su atención— Perdón por interrumpir, pero ¿puedo dormir con alguno de ustedes? Con lo que acaba de suceder lo más seguro es que mi padre me someta a un castigo y realmente no quiero soportarlo ahora, al menos acá no vendrá a buscarme.

Illumi miró a Killua en busca de una respuesta, aun no estaba seguro del modo en que debía actuar con un chico que en algún momento expresó un profundo desprecio.

—¡Prometo no molestarlos! —se adelantó a la posible situación que estaba ocurriendo de por medio— no haré ningún ruido, puedo dormir en el suelo, no me importa.

—No hace falta. Puedes dormir en el sofá —Killua parecía más tranquilo así que Illumi dio un profundo suspiro de alivio.

La puerta sonó y los tres se miraron, no podían captar la presencia detrás, así que podía ser cualquier persona usando Zetsu. Para sorpresa de los hermanos Zoldyck, era Kalluto que lucía un poco más sombrío de lo habitual.

Kalluto ingresó sin prestar atención al chico extraño que estaba ahí de pie, venía demasiado metido en sus pensamientos que ni siquiera era consciente de que no estaba en privado.

—No puedo dormir —les dijo—. Creo que ya llegó el grandísimo imbécil que va a interrogar a mamá. De sólo pensarlo tengo ganas de ir a patear su trasero.

Killua hizo un gesto por intentar frenar a su hermano, pero fue demasiado tarde.

—Sí, yo lo haré —Icabod llamó su atención.

Kalluto enrojeció, le dio vergüenza ser escuchado mientras hablaba de manera despectiva sólo para descubrir que la persona de la que se había quejado estaba ahí presente.

—L-lo siento —se apresuró a disculparse aún si no era muy propio en él, fue el primer impulso que tuvo en un arranque de inseguridad— pensé que lo haría el amigo de papá, todos sus amigos son uno raritos… —intentó excusar su insulto para dirigirlo a alguien más.

—No, mi padre quiere que empiece a usar mi entrenamiento. Además mi técnica de Nen es especial para interrogatorios.

—¿T-tú padre? —estaba ahora más rojo que antes, Killua se puso la mano en la cara sintiendo su vergüenza.

—Sí, aunque coincido. Es un grandísimo imbécil, no le vendría mal que alguien le pateara el trasero.

—Ignora a Kalluto, ha tenido un día complicado —el albino intentó sacar a su hermano del apuro.

El más chico estaba tan humillado que estaba apunto de salir corriendo del cuarto, sólo que Illumi colocó una mano en su hombro para frenarlo.

—Kalluto, no te preocupes por el plan —expresó—, yo buscaré una alternativa más discreta.

Miró a Illumi y tuvo que apretar los labios para contener su ánimo por agradecerle el gesto. Al menos saber que no habría todo un equipo de implicados le daba alivio. Sólo bajó el rostro, asintiendo levemente.

Illumi había visto más allá, Kalluto no se sentía molesto por cualquier cosa. El que fuera a interrogar a su madre sabría todos los detalles de su abuso, y ahí estaba, frente a la persona que en cuestión de horas o días sería quién más conocería los detalles más dolorosos de su vida.

—Él es de mi confianza —Killua le hizo segunda comprendiendo entonces que su hermano aun estaba afectado por todo el interrogatorio de su padre—. Sabe mantener la boca cerrada.

—¡Encantado de conocerte! —le extendió la mano Icabod risueño—, puedes llamarme «grandísimo imbécil», no me molesta —ignorante de todo el dolor por el que el chico pasaba, pero comprendía que si Killua estaba dando una explicación, era porque el asunto no era cualquier cosa así que quería congeniar a toda costa.

Kalluto le dio la mano aunque evitó mirarlo a los ojos. Estaba herido en su orgullo y se veía a sí mismo como el más débil en la sala. Una víctima. Odiaba ese título, le hacía sentir débil y sentimental. Él era un asesino, un Zoldyck; en la cima de la élite, entrenado desde que tenía uso de razón, rodeado de las personas más peligrosas en el mundo. Incluso era parte del Ryodan, no podía asimilar ser menos que eso. Así que aunque ellos trataban de aliviar el ambiente, él se cerró y trató de cambiar el tema.

—¿Puedo quedarme a dormir aquí con ustedes? —preguntó en un intento por fingir que buscaba a sus hermanos por algo más que quejarse del invitado.

—Sí, claro —contestó Killua sin darle mayor importancia.

—¡Yo también dormiré aquí, espero no te incomode!

«Maldita sea» se quejó mentalmente. No podía ser que tantas cosas salieran mal en tan poco tiempo.

—Por cierto, Icabod, ¿cómo estuvo tu iniciación? —Illumi, siendo el que mejor comprendía a sus hermanos y sus complicadas personalidades, salió al rescate.

—No fue lo que esperaba, pero al menos ya estoy presente. Hay un tipo de lo más desagradable que está obsesionado con hacerme competencia y es un estrés… no había conocido a alguien tan desagradable en un largo tiempo —se quejó haciendo una cara graciosa de dolor.

—Yo también conocí a un tipo de lo más desagradable ahí, no me sorprende que te encuentres con gente así por allá… —Killua también hizo una expresión de asco recordando esos malos momentos en Tierra Sagrada.

—¿No será el mismo? Muath, es su nombre.

—¡Justamente! Ese bastardo está obsesionado con Illumi. No lo soporto.

—Descuida, cuando se oficialice el trato, será como darle un puñetazo en su sucio hocico —soltó una risa imaginando lo agradable que sería ese momento.

—¿Trato? —pero Illumi les hizo detener la conversación.

—¡¿Eh?! ¿No lo sabe aún?

Killua sonrió nervioso, negando con la cabeza. Se llevó las manos a la nuca, y caminó rumbo a la cama. El resto del grupo le siguió.

—Es… es que han pasado varias cosas por aquí —explicó nervioso pensando en que Illumi podría volver a molestarse al ver que había más cosas que le había ocultado. Se subió a la cama fingiendo una conversación casual—. Illumi, la idea es que Icabod sea quién te apadrine eventualmente. Sólo no hemos visto todos los detalles…

Illumi estaba auténticamente impresionado, no se esperaba una noticia así tan repentinamente en un momento tan específico. Aunque no quiso argumentar nada, pensaba que si Killua estaba diciendo eso era debido a que ya estaba un plan trazado. Usualmente el albino solía ser exageradamente precavido y no tomaba decisiones a la ligera.

Los cuatro se acomodaron en enorme cama, sentados y repartidos entre almohadas, cada uno en diferentes puntos, a excepción de Illumi que se encontraba recargado en la cabecera, con Killua recostado en sus piernas.

—Sólo ha sido una conversación entre nosotros, pero me urgía hablar con Icabod por eso mismo —continuó el albino—. Papá quiere entregar a Illumi a Joab, y eso me preocupa.

—¿Joab no te parece buena opción?

—Tiene intenciones pervertidas con él, ¡claro que no es buena opción!

Illumi miró hacia un lado, evitando el contacto visual con los chicos ahí. Killua era muy descuidado a veces, y no se percató del rostro sorprendido y ruborizado de Kalluto ni la risa mal disimulada de Icabod.

—Espera, ¿él es un heredero entonces? —Kalluto apenas caía en cuenta que estaba hablando con un miembro oficial de la hermandad de Asesinos.

—Sí, ¡y también podría apadrinarte a ti, si quieren! —a esas alturas Icabod sentía bastante diversión por los comentarios y tropiezos del menor de los Zoldyck.

—¿A qué familia…? —apenas susurró, no tenía el valor de preguntar.

—Sohar.

«Claro, Roboam es un Sohar, no sé por qué pregunté algo tan estúpido». Era una familia destacable, tenía una buena posición no sólo en la hermandad de Asesinos, sino en varios gobiernos mundiales y tenía cierta colaboración con los Iluminados. Sin duda era una buena opción para Kalluto.

—Creo que Joab también estaba interesado en él… —añadió Illumi.

—¡Ni loco! No, Kalluto, te lo prohibo.

—¡Qué no me puedes prohibir nada!

—¿No puedo? —preguntó Killua.

—¡No!

—Sí —contestó entre risas Icabod, para incitar más el enojo del más pequeño.

—Bueno, Kil, ¿cómo piensan hacer eso? —cambió el tema, previniendo el caos que se desataría si Kalluto continuaba por ese rumbo— Joab no parece estar dispuesto a ceder, además, Icabod es nuevo, podría ser riesgoso para él.

Se quedaron conversando hasta tarde del asunto. Killua tenía algunas ideas para ayudar a su aliado a tener más crecimiento en la hermandad de Asesinos, y con la colaboración de Illumi y Kalluto, no hablaron tan detalladamente puesto que estaban agotados, pero al menos pudieron establecer una rutina para el resto del día. Icabod estaba ahora más emocionado por ser parte de la alianza de los Zoldyck, además pudo congeniar más Kalluto, el chico era gracioso a pesar de su personalidad ceremoniosa, pero también era bastante inteligente y observador. No le sorprendía que Joab deseara apadrinarlo, si es que fuera así, y saber que tendría que interrogar a la madre de los chicos por algo relacionado con él le llamaba más la atención. Al final se quedaron dormidos entre el sofá y la cama, ni siquiera se dieron cuenta de que Killua se había abrazado a su hermano por la increíble naturalidad con la que lo había hecho.

Si tienen tiempo de pasar a la página de facebook para platicar y estar al tanto de las noticias de mis proyectos, sería divertido conocernos más! ▲