¡Hola chicos! Os publico un nuevo capítulo de esta historia. Espero que os guste! Decidme que opináis.

10 años atrás.

Acababa de colgar por teléfono con el pequeño Conan, cuando le dije que tenía que ir a casa directamente después del colegio, me pareció notar la desilusión en su voz. Tal vez había quedado con sus amigos para ir a jugar a la casa del profesor para probar algún juego nuevo, pero tendría que esperar para mañana, ya que necesitaba su ayuda en casa hoy al no encontrarme bien.

Me encontraba recogiendo un poco la agencia de detectives, ya que papá la había dejado hecha un desastre antes de marcharse esta mañana, cuando algo me pareció inusual en la calle. Sentía que me estaban observando, no sabía de dónde procedía, pero podía notar como unos ojos escalofriantes no dejaban de mirar todos mis movimientos desde que había entrado en la oficina. Mientras seguía divagando en mis pensamientos, sonaron unos golpes en la puerta, lo que hizo que me acercara para ver de quién podría tratarse.

-Lo siento, el detective Mouri no está hoy en la agencia. ¿Necesita alguna cosa? – preguntó a un hombre de estatura media, vestido de negro y con unas gafas de sol. Vodka.

-¿Eres Ran Mouri?

-Si, soy yo. ¿Necesita algo?

-¿Eres la amiga de Shinichi Kudo?

La mención de Shinichi me resultó sospechosa, pero no tenía por el momento ningún motivo para desconfiar de aquella persona, por lo que decidí responder con la verdad.

-Soy su novia, ¿le está buscando?

-… – sonrió – es lo que necesitaba escuchar.

Justo después un disparo impactó en mi vientre, haciendo que cayera al suelo de rodillas.

-Jefe, lo tenemos. Es cuestión de tiempo que esa rata aparezca, ahora que tenemos a su querida novia con nosotros.

-¿Rata? – susurró Ran antes de caer inconsciente, ya que Vodka le propinó un fuerte golpe en la cabeza.

Cuando despertó, pudo notar un olor putrefacto a su alrededor, lo que le hizo sobresaltarse y que le doliera de nuevo la tripa.

-Oh, está despierta.

-¿Quiénes sois vosotros? – preguntó la adolescente.

-Deberías saberlo, ya que fuimos nosotros la razón por la que tu novio estuvo durante meses escondido detrás del patético de tu padre.

-¿Escondido?

-¿Dónde está?

-No sé de qué me estás hablando.

-¿Dónde está Shinichi Kudo?

-No lo sé, hace meses que no nos vemos.

-Si me mientes, sufrirás una muerte más dolorosa de la que ya tengo planeada para ti – dijo Gin.

-Es verdad que no sé dónde se encuentra Shinichi en estos momentos, y aunque lo supiera, nunca os lo diría.

-Eres otra rata – masculló mientras sonreía – es una pena que vayas a morir por un detective al que no le importas nada.

-…

-¿Acaso piensas que le importas? – musitó el hombre que me había disparado en la agencia de detectives – Si fuera así no te habría dejado sola, sabiendo que nosotros tarde o temprano acabaríamos pillando su sucia mentira.

-…

-¿O acaso no sabías que se escondía detrás de tu padre?

-No sé de qué me estás hablando – respondió por fin.

-Tu querido novio, Shinichi Kudo, el detective más conocido de toda la época, ha estado todos estos meses viviendo contigo. ¿No te suena un tal Conan Edogawa?

-¿Conan? – dijo abriendo mucho los ojos en respuesta.

"¿Entonces me ha estado mintiendo todo este tiempo? ¿Se ha estado riendo de mí desde entonces? Sabía lo mal que lo estaba pasando desde que se marchó ¿y ha estado todo este tiempo conmigo? no, no puede ser, algo raro está pasando aquí. Shinichi nunca me haría esto por gusto ¿verdad?" pensaba Ran con la mirada perdida.

-Ahora que sabes quién es, ¿dónde está?

-No te lo diré, nunca.

-… – sonrió Gin – tienes agallas, pequeña rata.

-¿Quieres que la matemos ya, jefe?

-Si, ese detective no vendrá.

-Sé que vendrá – murmuré, mirando a los ojos de nuevo al hombre de pelo largo platino – confío en que vendrá a buscarme, siempre ha podido encontrarme.

Un disparo sonó en la fábrica dónde se encontraban, el cual impactó en una de las piernas de la joven, haciendo que ésta soltara un nuevo gemido de dolor.

-Es una pena que ésta vez esa rata no vaya a encontrarte, pero no te preocupes, dentro de poco tu novio se reunirá contigo – susurró malévolamente mientras volvía a dispararla, solo que esta vez en el lado derecho del pecho, al lado contrario de su corazón.

-¡Gin! El jefe la quiere todavía con vida, necesitamos que sobreviva – dijo la voz de una mujer, pero yo apenas ya podía mantenerme consciente.

-Cállate Vermouth, ¿o acaso te importa esta sucia rata? ¿Tu eres otra?

-No, claro que no, pero es lo que quiere el jefe, y es lo que haremos.

-Si ese detective no aparece pronto, acabaré con ella Vermouth y me da igual que es lo que diga el jefe se todo esto.

Sentí que unos brazos me rodeaban la espalda para ayudarme a incorporarme, el problema era que apenas me sentía con fuerzas para poder andar o estar consciente más de cinco minutos seguidos. Había perdido la noción del tiempo desde que el último disparo impactó en mi cuerpo. Habían sido tres disparos en total, uno en el estómago, otro en la pierna y el último al lado contrario de mi corazón. Estaba perdiendo mucha sangre, y sentía un frío cada vez más fuerte apoderándose de mi.

-Ángel, te pondrás bien, ¿puedes escucharme?

-Mm – solté un balbuceo leve.

-Aguanta, nuestra bala de plata está buscándote sin descanso, debes resistir. – al notar que no la contestaba me zarandeó un poco – ¿Ran?

-No voy a aguantar…

-Debes hacerlo – dijo mientras me tumbaba en algún sitio mullido – Shinichi te está esperando.

-¿Shin… ichi? ¿Dónde está?

-Está buscándote, él está bien.

-Puedes decirle de mi parte … que le quiero.

-Se lo dirás tú misma, en cuanto te recuperes, podrás hacerlo.

-Dile que lo siento, que no le culpo de nada …

-Ángel no… – vió como Ran comenzaba a estar cada vez más y más pálida, y que sus heridas no dejaban de sangrar – ¿Ran? ¿RAN? ¡Joder!

Me desperté unos días después de mi secuestro, una mujer, a la que llamaban Vermouth y me la misma me llamaba Ángel, estuvo conmigo desde que me quedé inconsciente. Me donó de su sangre y me estuvo curando las heridas, hasta que pude abrir los ojos de nuevo.

-¿Hola, Ran? ¿Estás despierta? – murmuró esa mujer.

-Hola, si, no me he vuelto a dormir desde que me desperté antes. Por cierto, gracias por ayudarme estos días, no pude decírtelo antes de que te tuvieras que ir.

-No tienes que darme las gracias, ya que estás en esta situación por culpa de mi organización.

-¿Has visto a Shinichi? – pregunté ansiosa, si esos hombres le llegaran a encontrar, podrían hacerle mucho daño torturándole o… asesinándolo a sangre fría.

-Sí, sigue con tu caso de desaparición. Está cooperando con el FBI, la CIA y la policía Japonesa. Pero no encontrarán nada, salvo la fábrica en la que te torturaron mis compañeros.

-¿No seguimos allí?

-No, nos marchamos después de que te disparasen.

-Pero, si Shinichi encuentra esa fábrica llena de sangre… pensará que he muerto.

-…

-¿Vermouth?

-…

-¿No me digas que… ?

-Sí. Mientras estabas dormida estos días, encontraron la fábrica. Fui a visitarlo, pero no pude acercarme.

-¿Piensa que estoy muerta? – grité histérica.

-Si…

-… – estuvo unos minutos en silencio, hasta que susurró – nunca saldré de aquí con vida ¿verdad?

-No lo sé – en cuanto terminó de decirlo, se escucharon unas cuantas voces que se acercaban a dónde nos encontrábamos las dos, por lo que Vermouth se alejó de mí rápidamente.

-¿Ya se ha despertado esa rata?

-Si – respondió la mujer echándose más para atrás y dejando el camino libre para que el hombre de pelo largo se acercara a mi.

-¿Sigues sin querer decirme dónde podría esconderse ese detective?

-Como te dije el otro día, no lo sé, y aunque lo supiera, nunca te lo diría.

-Dame el cuchillo Vodka – masculló mientras la otra persona le daba lo que le había pedido– ya que estás recuperándote bien y que como no nos dices nada, al jefe ya no le interesas, comenzaré a despedazarte poco a poco, hasta que me supliques y me digas dónde está.

-¿Qué? – musitó la mujer – No podemos matarla todavía, aún podrían estar buscándola.

-Ese detective sabe dónde la teníamos antes, y sus cooperadores dejarán de ayudarlo dentro de poco, ya que tienen que pensar que está muerta, por lo que ese detective volverá a esconderse de nuevo. No tenemos tiempo que perder.

-Pero Gin, es muy precipitado.

-¡Cállate! – gritó mientras el cuchillo entraba en mi cuerpo por primera vez haciéndome soltar un gruñido contenido. – Que valiente y fuerte eres a pesar de ser una mísera adolescente, veremos cuanto aguante tienes.

Habían pasado unas horas y me encontraba de nuevo en mal estado, las heridas antiguas de bala se habían vuelto a abrir después de que me encogiera de dolor debido a las puñaladas que me estaban haciendo. Me encontraba de nuevo desangrándome, volviendo a perder mi vida, solo que ésta vez sí era poco a poco, como dijo aquel hombre despiadado. Estaba tirada en el suelo, respirando con dificultad debido al dolor cuando se marcharon y me volví a quedar sola de nuevo durante unos minutos, hasta que la puerta volvió a abrirse y apareció Vermouth. Parecía angustiada, ya que no paraba de mirar al pasillo por el que acababa de venir andando.

-Arriba Ran, no tenemos tiempo que perder.

-Vermouth… ¿que?

-Tómate esta pastilla, la necesitas para poder salir de aquí con vida en estos momentos.

-¿Es algún analgésico?

-No, es el veneno por el que se encogió Shinichi en el pasado

-¿Qué? – susurré aterrada, ya que acababa de ingerir la mini píldora que me había dado – ¿voy a encogerme?

-Es probable, no todas las personas que se la han tomado les ha pasado eso.

-¿Qué les pasaba a las otras?

-Morían.

-Ah bueno, genial entonces, me quedo mucho mas tranquila – dije con ironía mientras corría por el pasillo con la mujer ayudándome en el proceso, mientras gemía de dolor.

-Tienes de todas formas dos opciones Ángel, o mueres en esa habitación desangrada, o tienes la posibilidad de hacerlo con esa pastilla, solo que con la última opción tienes una oportunidad de sobrevivir.

-No puedo respirar…

-Es normal, es por el esfuerzo.

-No… me arden los pulmones – musité una vez pudimos salir de donde estaba cautiva y me ayudaba a subir en un coche negro.

-Te llevaré a un sitio, para que te curen las heridas nuevas y las antiguas.

-No puedo respirar … ahhhhh – grité desesperada agarrándome con fuerza la camiseta ensangrentada.

-Aguanta ángel, tú puedes con ello.

Mientras seguía gritando por el dolor no podía dejar de pensar en mis padres, en Sonoko, en Kazuha, en Heiji, y en Shinichi, mi joven detective Shinichi… Miles de recuerdos aparecían rápidamente por mi cabeza dejándome cada vez más exhausta.

-Siempre te encontraré Ran, me cueste lo que me cueste.

-Eres un caso muy difícil, ¿cómo quieres que entienda el corazón de la chica que me gusta?

-Ran, seremos mejores amigas para siempre ¿vale?

-Siempre fuiste tú, ¿lo sabías?

-¿Por qué tratas de protegerme, Conan? Porque te quiero, te quiero más que a nadie y más que a nada en este mundo.

-Te quiero mucho hija, estamos muy orgullosos de ti.

-Me llamo Shinichi Kudo, ¿tú cómo te llamas?

-Así que tu eres la chica de Kudo.

-Llevo enamorado de ti desde que tengo tan solo 4 años de edad, nada ni nadie podrá cambiarlo.

-Heiji no ha parado de hablar de una tal Kudo todo este tiempo, así que supongo que eres tú.

-Mi nombre es Conan, Conan Edogawa.

-¿Entonces, somos novios? Por supuesto, que somos novios.

-Tengo muchas ganas de besarte, Ran. Hazlo entonces, Shinichi.

-Te quiero, Ran. Yo también te quiero, mucho.

"Voy a morir, este veneno me va a matar. Tengo muchas heridas y he perdido demasiada sangre, voy a morir en este coche, sin ver por última vez a las personas que más quiero en esta vida, moriré sin poder volver a verlo de nuevo… Te quiero estúpido maníaco de los misterios" pensaba Ran, hasta que cayó desvanecida por el esfuerzo.

Actualidad.

-Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo Ran – susurraba Shinichi con los ojos enrojecidos mientras me da un abrazo fortísimo.

-No te culpes por lo que sucedió Shinichi, no fuiste tú quien me hizo esas cosas.

-Fue por mi culpa, Ran. Si yo tan solo hubiera llegado antes a casa…

-Nos habrían capturado a los dos, y nos habrían torturado todavía más aún Shinichi, no puedes culparte por ello.

-De verdad que lo siento muchísimo – farfulló levemente mientras se separaba de mí poco a poco, para mirarnos a los ojos de nuevo. – ¿Sigues…? ¿Sigues teniendo las cicatrices de lo que te hicieron?

-Sí, pero como te dije hace un tiempo atrás, yo apenas las veo ya, me he acostumbrado a verlas en mi cuerpo.

-Sufres alguna secuela? – preguntó ansioso.

-Apenas, pero estoy bien Shinichi, de verdad, deja de preocuparte o no seguiré contándote la historia.

-Vale – musitó enderezándose – te escucho.

10 años atrás

Lo primero que vi al abrir los ojos fue una pared blanca, como en una habitación de hospital. Me encontraba rodeada de cables por todos lados y con una enfermera a los pies de mi cama sujetando unos archivos.

-¿Hola? – susurré con la voz melosa, debido al tiempo que me encontraba sin hablar.

-Hola – respondió acercándose a un lado de la cama – ¿cómo te encuentras pequeña?

"¿Pequeña? ¿De qué está hablando esta señora?" pensaba la adolesente aturdida.

-Estoy bien, ¿dónde estoy?

-Estás en el hospital central de Haido, tus padres que trajeron después de que te recuperaran de tu secuestrador.

-¿Mi que…?

-Avisaré a un médico, y les diré a tus padres que pueden entrar a verte mientras – dijo mientras se marchaba de la habitación.

"No entiendo nada, ¿de qué secuestrador está hablando?" seguía pensando cuando una puerta se abrió y entraron tres personas por ella.

-Hola cariño, ¿cómo te encuentras?

-¿Quienes sois?

-Yo soy Hana, tu madre. Éste hombre de aquí es tu padre Haru y ésta de aquí tu tía Sharon.

-Hola Ema – saludó la última persona que había mencionado Hana– soy tu tía, ¿no me recuerdas?

-No, no sé quienes sois.

-Es normal – respondió el hombre llamado Haru– estuviste secuestrada mucho tiempo y es probable que tengas problemas en la memoria.

-Si cariño, estuvimos mucho tiempo preocupados por tí.

-¿Por qué? – inquirí desconfiada, algo me resultaba sospechoso de todo esto.

-Porque somos tus padres y te queremos. Lo pasamos fatal cuando aquel hombre te secuestró a la salida del colegio.

"¿Colegio? No recuerdo ir al colegio"

-¿Recuerdas algo del incidente, cielo? – cuestionó Sharon.

-No, no recuerdo nada.

-Bien – susurraron todos muy bajito, pero me percaté de ello.

-Hola – habló un hombre vestido de blanco mientras entraba por la puerta – veamos que tal está la pequeñaja.

-No soy pequeña, ya soy mayor.

-Ema, cariño – dijo Hana preocupada– tienes 7 años, todavía eres pequeña.

"¿7 años?"

-No puede ser – susurré.

-Has estado durante unas semanas en coma, es normal que durante ese periodo de tiempo hayas estado soñando y puedas haber confundido ese sueño con la realidad. ¿Podrías decirme algo de lo que recuerdas?

-No recuerdo mucho… Sólo recuerdo el rostro de un chico…

-Tal vez sea alguien de tu escuela y lo hayas proyectado durante el estado de coma, es muy normal – musitó mirando a mis padres – suele pasarle a la gran mayoría de las personas que entran en ese estado, hay pacientes que afirman haber vivido una vida plena y llena de vivencias cuando despiertan, pero no se preocupen, a lo largo de los meses se le acabará olvidando.

"Pero yo no quiero olvidarme, quiero recordarlo"

-No quiero olvidarlo – dije por encima del médico que seguía manteniendo una conversación con los tres adultos.

-Nada ha sido real cariño, es mejor que lo olvides – respondió Hana acariciándome suavemente la cabeza.

Después del incidente que tuvo lugar en la habitación con el médico, apenas había vuelto a ver a nadie. Me encontraba sola, intentando recordar algo más de aquel supuesto sueño que había tenido mientras dormía, pero no conseguía nada. Sólo podía acordarme de un niño de mi misma edad, un chico con el pelo negro y los ojos azules y que no paraba de dedicarme sonrisas cada dos por tres mientras jugamos a pillarnos.

-¿Quién eres, chico misterioso? – susurré suspirando derrotada.

Pasaban los meses y cada vez me encontraba mejor, seguía teniendo que ir continuamente al hospital para revisiones y hacer rehabilitación para mi pierna, ya que todavía no podía andar sola sin la muleta para ayudarme.

El médico tuvo razón al decir que apenas acabaría recordando algo de lo que soñé estando en coma, a día de hoy apenas recordaba a aquel chico de ojos misteriosos y su cálida sonrisa, cosa que a mis padres aliviaban cada vez que me preguntaban por el asunto. La tía Sharon ha pasado unas cuantas veces a verme durante estos meses, pasamos el rato juntas paseando por las calles de Haido mientras nos comemos un helado de chocolate y le cuento que tal van mis clases.

-Ema – habla una voz detrás de mí– espérame y nos vamos juntas a casa.

-Claro, pero primero tengo que pasar por la cafetería de mamá y papá, después podemos si quieres hacer los deberes juntas y después salir a jugar.

-Vale, me parece perfecto – declaró Jun, mi mejor amiga.

Mientras íbamos paseando de camino a la cafetería, vimos por las televisiones de las tiendas varias noticias de un detective de la zona de Osaka que había resuelto un caso muy complicado que había por allí. Algo en ese chico me pareció llamativo, por lo que me paré a observarlo. Era un joven de tez morena y de ojos azules, pero había algo en él que me resultaba extrañamente familiar. Hubo un momento en el que de fondo se vió el cuerpo de un niño pequeño hablando con una chica de la misma edad que el chico detective. El niño no pude verlo, pero lo que sí pude fijarme de él era lo delgado que se veía, parecía estar enfermo, mientras que la adolescente con la que hablaba era alta y morena, pero también parecía estar enferma.

-Ema, ¿qué estás mirando? – cuestionó Jun, ya que llevaban un rato viendo el noticiero.

-Nada, solo pensaba que me resultan familiares estas personas.

-Claro, son gente famosa, debiste de ver alguna foto suya antes de que te secuestraran.

-Supongo… por cierto, ¿tú y yo nos conocíamos antes del incidente?

-No. Te conocí cuando te cambiaron de colegio al que estamos juntas, supongo que tus padres querrían asegurarse de que en este estarías mejor, ya que en el otro cuando salías fuiste raptada.

-Supongo… – volví a decir poco convencida.

-Vamos, se nos hará tarde.

Iban pasando los años y la adolescente rejuvenecida cada vez estaba más acomodada a su nueva vida. Había comenzado a recordar algunas cosas que olvidó después del coma, como las cosas que le gustan hacer, las situaciones que la ponen nerviosa, las cosas que le dan miedo o tristeza… Gracias a que Jun siempre estuvo presente para ayudarla a recuperar las emociones que en algún momento de su vida quedaron atrás, para que pudiera expresarse mejor y que así pudiera ayudar a su amiga cuando lo necesitara.

Ahora las jóvenes tenían 10 años, Ema tenía el pelo más corto que cuando su mejor amiga y ella se conocieron, ya que según su madre le quedaba mucho mejor así de corto, aunque a ella no le importaba llevarlo largo, es más, le gustaba tenerlo largo.

-Nos vamos a hacer unas compras chicas, ¿portaos bien de acuerdo?

-Sí mamá.

-No se preocupe Hana.

-Que buenas chicas que sois – terminó de decir antes de marcharse por la puerta de casa con papá.

-Vamos – dijo Jun levantándose de golpe – vamos a buscar fotos tuyas de pequeña. ¿Sabes dónde las podrían guardar tus padres?

-No, he tratado de buscarlas miles de veces, pero nunca encontré nada de antes del secuestro, y tengo curiosidad de verme de bebé.

-¡Claro! Seguro que eras muy revoltosa y tendrías moretones por todos lados.

-¡Oye! Yo no soy revoltosa.

-No, claro que no, porque desahogas tu energía en las clases de Kárate.

-¿Prefieres que lo haga contigo? – pregunté divertida.

-No gracias – gritó mientras corría de camino a la habitación de mis padres.

Llevábamos una hora buscando cuando Jun decidió rendirse, se dio cuenta de que no le mentía al respecto con las fotos y comenzamos hablar de otra cosa hasta que tuvo que irse a su casa para prepararse para el colegio al día siguiente. Una vez mi mejor amiga se marchó de mi casa, comencé a recolocar las pocas cosas que todavía se encontraban descolocadas en la habitación de mis padres, ya que si se llegasen a enterar que habíamos estado revolviendo en sus cosas se pondrían muy furiosos con nosotras.

Mientras abría uno de los cajones pude ver un periódico con fecha de hacía pocos días. En él se encontraba un chico de mas o menos mi edad, con gafas, el pelo negro y unos ojos azules muy llamativos y atrayentes, lo que hizo que algo dentro de mi se revolviera, poniéndome nerviosa.

"¿Quién es este chico?" pensaba mientras seguía con los dedos la silueta de él en la fotografía.

Me puse a leer el artículo para saber de qué trataba y el por qué salía ese chico allí, y fue cuando me enteré de que efectivamente, ese niño era de mi misma edad.

Conan Edogawa, conocido como el asesino de Kid, ha resuelto uno de los casos que más atormentaba a la población del barrio de Beika. En dicho barrio se hallaba un asesino que agredía sexualmente a sus víctimas después de asesinarlas. La población femenina del barrio de Beika puede volver a descansar de nuevo, ya que nuestro pequeño detective de tan solo 10 años de edad ha vuelto a resolver uno de los casos más importantes que la policía todavía no había logrado resolver.

"Con que este chico se llama Conan Edogawa… Me resulta extrañamente familiar…" pensaba Ema mientras seguía observando al joven.

Unos ruidos en la puerta la alertaron de que sus padres estaban por entrar en casa, por lo que se levantó rápidamente y comenzó a colocar todo lo que había en el cajón antes de que la pillaran.

Al día siguiente en la escuela, le comenté a Jun lo que me había pasado al ver la foto de aquel joven detective.

-¿Te gusta ese detective, Ema?

-¿Qué? Si no lo conozco, no puede gustarme.

-¿No dijiste que te resultaba familiar?

-Si, pero…

-Tal vez le conociste cuando todavía vivíais en Beika.

-Puede ser.

-¿Recuerdas algo de aquella época?

-Apenas. Algunas noches mientras duermo, aparecen dos siluetas en mis sueños, pero no puedo distinguir bien sus rostros.

-¿Dos?

-Si, un chico y una chica.

-¿Y tampoco recuerdas sus nombres?

-No…

-Bueno, no te preocupes, los buscaremos – dijo decidida.

Siguieron pasando los años y ahora las jóvenes tenían 13 años. Habían pasado 3 años desde que estuvieron durante una tarde buscando fotos de Ema de pequeña sin resultado alguno, y desde que la misma se enamorase por primera vez de un chico.

-Tenemos que buscarlo Ema – habló Jun mientras le colgaba la cabeza del sofá de su casa– sabemos de qué barrio es, y no vive tan lejos de aquí. Tal vez si nos acercamos podríamos conocerlo y hacernos sus amigas.

-No creo que sea buena idea Jun, sabes que a mamá y papá no les gusta que salga de Haido. Acuérdate de las veces que les mencionamos de ir las dos juntas a la casa de tu tía que vive en Beika, se pusieron histéricos hasta el punto de que me castigaron durante unas semanas…

-Pero… podríamos ir sin que ellos lo se enteren – sugirió.

-No es buena idea, sabes que acabarán enterándose y me castigarán después. No quiero que se enfaden conmigo solo para poder ir a conocer a ese detective.

-Pero ese detective es el chico del que llevas años enamorada, ¿no crees que es hora de que él sepa que existes? Aunque sea simplemente para ser amigos. Además, también podríamos buscar a los dos chicos de los que me hablaste hace tiempo, esos con los que sueñas a veces.

-No lo sé Jun… ¿y si nos pillan?

-No nos pillarán.

Después de la conversación que tuvo lugar en casa de Jun, salieron ambas a paso rápido y decidido hacia la estación de trenes. Una vez estuvieron dentro de éste, Ema comenzó a sentirse culpable por engañar a sus padres, tal vez ellos tuvieran razón y no debería salir de aquí. Cuando llegaron a Beika, Jun agarró el brazo de Ema fuerte y tiró de ella hasta salir del lugar. Mientras iban paseando, Ema comenzó a relajarse y a disfrutar de los paisajes que estaba viendo, hasta que a lo lejos vió a la última persona que hubiera deseado ver en ese momento.

-Mierda Jun, esa es mi tía Sharon – susurré alarmada puesto que si levantaba la vista nos vería.

-¿Qué dices? No puede ser.

-¿Ema? – gritó la mujer.

-Mierda – dijimos las dos a la vez. Nos acercamos a mi tía puesto a que era imposible que nos fuéramos después de que nos viera tan descaradamente.

-Hola tía.

-¿Qué hacéis en Beika? ¿Dónde están tus padres?

-Hemos venido con los míos – habló rápidamente Jun – están haciendo unos recados cerca de aquí, por lo que vinimos a pasear un poco y ver el paisaje.

-No deberías estar aquí Ema, es peligroso – respondió mirándome con seriedad y con algo de preocupación en el rostro.

-¿Por qué? no hemos venido solas – contesté, pero mi tía no me respondió de inmediato, ya que le estaban llamando. Cuando cogió la llamada su rostro se puso pálido y me miró a los ojos asustada.

-De acuerdo, iré de inmediato– mencionó antes de finalizar la llamada– Ema, debéis iros a casa ya.

-Pero mis padres… – comenzó Jun.

-¡He dicho que os marchéis ya!

Jun y yo nos quedamos quietas como estatuas, ya que no estábamos acostumbradas a que mi tía nos gritara, y menos por una tontería como esta.

Sharon nos dio un abrazo a las dos, el que me dio a mí duró más de lo normal y me pareció notar que temblaba un poco, lo que me pareció raro, puesto a que no hacía tanto frío. Después me dio un beso en la frente y se marchó.

-Deberíamos irnos Jun, está pasando algo muy raro aquí.

-Tienes razón, ya volveremos otro día.

De camino a casa no podía dejar de pensar en el incidente con mi tía. No entendía por qué estaba tan nerviosa al vernos y antes de marcharse, por lo que pensé que tal vez debería decírselo a mamá y a papá cuando llegara a casa, a pesar de que después me llegaran a castigar, pero tal vez la tía estaba en problemas y necesitaba nuestra ayuda.

Una vez llegué a casa, mamá se encontraba en la cocina preparando la cena con papá a su lado ayudándola para así poder cenar pronto.

-Hola cariño, ¿qué tal habéis pasado la tarde?

-Hola mamá, bien. Oye… ¿podemos hablar un momento?

-Claro cariño – dijo secándose las manos y sentándose en una silla frente a la mía, mientras que mi padre se sentaba a mi lado y ambos esperaban a que yo comenzara hablar.

-Hemos ido Jun y yo esta tarde a Beika – hablé rápido para quitármelo de encima, pero mis padres empalidecieron según lo dije– sé que me tenéis prohibido acercarme allí, pero fuimos a dar una vuelta ya que nos apetecía mucho ir a ver a la tía de Jun y los nuevos cachorros que ha tenido su perrita hace unas semanas, pero al salir de la estación me encontré con la tía Sharon.

-¿Iba sola? – preguntó rápidamente papá asustado.

-Si, estaba en una floristería cuando nos vió y nos pusimos hablar. Al principio me regañó por ir sola con Jun allí, pero después la llamaron por teléfono y se puso pálida. Estuvo unos segundos hablando por el móvil con otra persona y después respondió que iría de inmediato, pero según colgó nos chilló diciéndonos que nos fuéramos de allí. Me dió un beso y un abrazo y se marchó mientras temblaba un poco…

-Oh no… – susurró mamá entrando en pánico.

-¿Sabéis qué es lo que está pasando?

-No pasa nada Ema, ya hablaremos después, ahora vete a tu habitación. – Replicó papá.

-Pero papá…

-¡He dicho que te vayas!

"¿Qué está sucediendo? No entiendo por qué se comportan tan raro" pensaba mientras salía de la cocina, pero se escondió detrás de la puerta para escuchar la conversación de sus padres.

-Haru, se nos acabó el tiempo.

-Todavía no, puede que todavía no sepan nada…

-Si se enteraran de que está aquí, estaremos todos en peligro.

-Lo sé cielo, lo sé.

"¿Quién no debía enterarse de que estaba aquí? ¿Mis secuestradores?" solo pensarlo hizo que un tremendo escalofrío le recorriera el cuerpo entero, comenzando a entrar en pánico. Todavía podía ver todas y cada una de las marcas que tiene en su piel, aunque tratara se taparlas o dejar de mirarlas, sabía que se encontraban aún en su cuerpo, y solo el pensamiento de que pudieran volver a por ella para hacerla daño de nuevo hizo que le entrasen ganas de vomitar.

Había pasado una semana después de la tarde en la que me encontré con mi tía en Beika y todo parecía haber vuelto un poco a la normalidad. Al día siguiente mis padres y yo estuvimos hablando con la tía Sharon un rato y me explicó que tendría que irse durante una temporada, por lo que me puse muy triste, pero mis padres parecían encontrarse mejor con esa noticia, asique tal vez no pasaba nada malo después de todo.

-Mi tía está bien– respondí a mi amiga – solo se ha ido durante una temporada de Japón, supongo que se lo dirían en la llamada que recibió y por eso se puso tan nerviosa.

-Puede ser, espero que vuelva pronto.

-Si.

-Por cierto, ¿cuándo vamos a volver a Beika?

-No lo sé Jun, ¿no has visto las noticias estos días?

-No, ¿qué ha pasado?

-Por lo visto han detenido a un grupo criminal muy importante que había en todo Japón y en varias partes del mundo, y está todo un poco revuelto ahora.

-¿En serio? No tenía ni idea.

-Si, mira – murmuré señalando la televisión en la que años atrás nos paramos para ver a aquel chico detective de Osaka.

En la televisión se encontraban varios reporteros hablando con varios agentes de la policía, haciéndoles preguntas acerca del caso y de los sospechosos que había detrás de toda la red criminal.

-Inspector, ¿es verdad que esta Organización lleva operando en Japón desde hace más de 100 años?

-Si, siempre han sido muy cuidadosos al respecto, pero hace unos años cometieron un error garrafal, que les llevó a que ahora se les haya acabado arrestando a la gran mayoría.

-¿La gran mayoría? ¿Qué ha pasado con el resto? ¿Siguen en libertad?

-No, durante los disturbios que tuvo lugar, hubo varias bajas, tanto suyos como nuestros.

-Se ha oído que han colaborado con más cuerpos de seguridad, ¿podría decirme si es cierto?

-Por supuesto, hemos colaborado junto con la policía secreta de Japón, varios agentes del FBI y de la CIA. Todos hemos trabajado juntos para conseguir lo mismo, acabar con el sindicato que ha destrozado tantas vidas.

-¿Ha sufrido alguna baja personal debido a esta Organización?

-Han herido a varios de mis compañeros y amigos, lo que me ha hecho enfurecerme bastante, pero sobre todo lo que hemos tenido muchas personas en común para querer terminar con ellos, aparte de todo lo ilegal que hacían, ha sido por una persona especial para todos nosotros que asesinaron ellos años atrás.

-¿Todos tenían una persona a la que hirieron en común?

-Si, pero por desgracia para nosotros esa persona ya no está con nosotros.

-Sentimos mucho escuchar esas palabras Inspector. Muchas gracias por responder nuestras preguntas.

-Un placer.

"¿Todas esas personas han luchado en común sólo por una persona? ¿Que encima ya no está? Sí que debía de ser importante para todos ellos" pensaba asombrada por las palabras del inspector de policía.

-Guau, increíble Ema, no me había enterado de nada.

-Yo me enteré anoche mientras veía mi padre las noticias, no te preocupes.

-¿Crees que habrá estado involucrado en esos disturbios tu detective?

-No lo creo, todavía es un niño.

-Ya, pero ha resuelto un millón de casos.

-Esto es diferente, llevaban operando 100 años Jun, es mucho tiempo.

-Si que es mucho tiempo.

-Por lo que es imposible que él siendo tan pequeño haya estado detrás de ellos durante años.

-Puede que tengas razón.

Meses después de aquella noticia que vimos por la calle Jun y yo, mis padres me llamaron una tarde para que habláramos.

-¿Pasa algo? – pregunté cuando vi que mis padres no paraban de mirarse de reojo inquietos.

-Si, queríamos decirte una cosa…

-Decidme.

-La tía Sharon…

-¿Ya está de vuelta en Japón? – murmuré feliz, ya que echaba mucho de menos a mi tía. No nos habíamos vuelto a ver desde el día que nos pilló a Jun y a mi en Beika, y tampoco hemos vuelto a hablar desde la semana siguiente de ese día.

-No cariño… – comenzó mamá apenada y agarrándome una de mis manos con fuerza– la tía Sharon tuvo un accidente de coche hace unas semanas, y falleció en el acto. Nos enteramos ayer por la noche.

-¿Qué?

-Lo sentimos mucho cielo – habló papá mirándome – sabemos que la tía Sharon y tú estábais muy unidas, por lo que no sabíamos cómo decirte la noticia.

Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos violáceos sin control, en mi garganta se formó un nudo que no me dejaba apenas respirar, por lo que mi respiración estaba cada vez más acelerada.

-Ema, relájate y respira cariño, estás bien.

-No puedo respirar.

-Claro que puedes, sigue mi voz.

-No puedo respirar…

-Tú puedes con ello Ángel.

-Lo siento, esta vez no pude cumplir mi palabra y poder encontrarte.

Antes de caer al suelo, unos recuerdos azotaron mi mente, recuerdos o sueños, como lo quieras llamar, pero en ellos podía escuchar una voz que no paraba de suplicarme que le esperara, que volvería a por mi.

El día del reencuentro.

-Vamos Ema, llegaremos tarde si no te terminas de preparar.

-No sé qué ponerme.

-Sólo vamos a ir al cine, al mismo al que llevamos yendo años. Ya te conocen allí, no tienes que ponerte tus mejores galas.

-No seas boba, no voy hacer eso, es solo que no quiero ponerme la misma ropa de siempre.

-Toma, ponte este vestido, es precioso.

Iban de camino al cine, mientras iban hablando tranquilamente por las calles de Beika. Desde hacía unos años atrás, sus padres ya no ponían tantas pegas para que no acudiera ella allí sola, por lo que cada vez que les apetecía ir al cine, iban al que había allí. Ese cine es espectacular, tiene unas butacas reclinables, por lo que siempre acaban recostándose para ver la película.

-¿Vamos a ver el remake de tu película favorita?

-No creo que sea buena idea ir a un sitio con tanta gente Jun.

-No te preocupes Ema, solo es un estreno.

-No lo sé…

-¿Estarás ligada con el hilo rojo del destino con él?

-Oh Jun, no seas así…

-Oye, ¿ese que está ahí parado no es tu detective?

-¿Mi que…? – preguntó sonrojándose. Efectivamente era él, iba vestido con unos pantalones vaqueros ajustados que le quedaban a la perfección, y una camisa blanca arremangada hasta los codos. Tenía el pelo ligeramente despeinado y parecía algo confuso mientras nos miraba, en general, mientras me miraba.

-Oh Ema, es él – gritó mientras corría en su dirección.

Actualidad.

-Y el resto ya es historia…

-Ran… ¿te das cuenta de que gracias a Vermouth sigues viva?

-Si… por eso me alejé durante este mes atrás… tuve que aclararme las cosas, ya que la gran mayoría de mi segunda vida me habían mentido y dicho que lo que yo recordaba de ti o de mis padres había sido producto del coma en el que estuve.

-Lo entiendo, no te culpo ni ahora ni antes por haberte alejado de mí este tiempo.

-Gracias Shinichi, siento haber actuado como lo hice el día en el que me enteré de la verdad, pero no supe reaccionar de otra forma.

-Es normal, ha pasado mucho tiempo y han habido muchas mentiras de por medio.

Le miré a los ojos y pude seguir viendo que los tenía algo enrojecidos, lo que me partió el corazón, ya que seguramente se estaría echando la culpa de todo lo que pasó durante años, e incluso ahora también.

-¿Qué? – pregunta confuso.

-¿Qué ha sido de tu vida estos 10 años?

-Bueno, no han sido tan raros como los tuyos, ya sabes.

-Casos y más casos, ¿verdad?

-… – sonríe– a pesar de todos estos años, sigues conociéndome a la perfección.

-Por supuesto, eres mi maníaco de los misterios.

-Osea que tú maníaco, eh – susurra acercando su rostro al mío lentamente.

-Shin Chan, ya estamos en casa.

-Mierda … – farfulla a milímetros de mis labios mientras se separa de mi frustrado.

-¿Dónde estáis?

-En la sala, mamá – contesta mientras vuelve a darme un rápido vistazo antes de que entren sus padres por la puerta. A pesar de que los mayores se están acercando a nosotros, puedo ver como Shinichi me mira fijamente los labios, e inconscientemente siento la necesidad de lamerlos, ya que los siento algo secos.

-¿Qué tal el paseo? – pregunto para aligerar un poco el ambiente que se ha formado en los últimos momentos.

-Muy bien – responde su madre – hacía mucho que no volvíamos a Japón y han cambiado mucho las cosas.

-Si, la verdad que a comparación de 10 años atrás, está ahora todo mucho más modernizado y las calles más bonitas.

-¿Y vosotros qué tal?

-¿Ya volvemos a ser familia de nuevo? – inquiere otra vez Yukiko con evidente emoción.

-Yukiko…

-Mamá… ¿qué?

-… – me eché a reír de su comentario fuera de lugar, ya que me encontraba incómoda pero también emocionada de volver a estar saliendo con su hijo, lo que hizo que los tres adultos restantes comenzaran a reírse también.

-¿Eso es un sí entonces?

-Eso es un, no te importa mamá.

-Vamos Shin Chan, no seas malo con tu madre.

-Yukiko te dije que no debías preguntarle ese tipo de cosas a los chicos, que son cosas suyas.

-Lo sé Yusaku pero yo quiero nietos.

-¿Qué? – dijeron al unísono los adolescentes encogidos mientras se sonrojaban.

-Oh vamos, no os pongáis tan dramáticos, ya deberíais de tener 27 años los dos, así que sabéis perfectamente lo que hay que hacer. De hecho… puede que incluso ya lo hayáis puesto en práctica.

-Yukiko – masculló el mayor de los Kudo incómodo por el rumbo de conversación.

-Mamá, ¡podéis iros por favor!

Después de que Shinichi les pidiera a sus padres que se marcharan de la sala de estar, Yusaku agarró del brazo a su mujer para dejarlos un poco de privacidad, cosa que no le gustó a Yukiko, ya que quería seguir molestando un poco más a los chicos.

-Siento mucho si te ha incomodado mi madre con sus preguntas.

-No te preocupes Shinichi, la verdad es que me ha hecho bastante gracia.

-¿El qué de todo? – pregunta mientras vuelve acercarse poco a poco a mi cuerpo.

-No lo sé, todo un poco…

-¿Estás nerviosa? – susurra cerca de mis labios de nuevo, lo que hace que tanto mi respiración, como mi pulso, se vuelvan erráticos.

-¿Por qué iba a estarlo?

-¿Osea que no te molesta que me acerque tanto a ti, no? – dice mientras pasa su pulgar alrededor de mis labios, haciendo que mis labios se abran levemente soltando un ligero suspiro.

-No…

Una vez digo esa palabra, Shinichi termina de cerrar la distancia entre nosotros. No podía ni imaginarme lo de menos que había echado esta sensación. Tener sus labios sobre los míos siempre ha sido una de las mejores cosas que he podido experimentar en esta vida, por lo que un suave gemido sale de mis labios cuando se rozan nuestras lenguas sutilmente. Un sonido brutal sale de la boca de Shinichi mientras sus manos exploran torpemente mi cuerpo encima de la ropa, lo que hace que un escalofrío me recorra por la espalda.

-¿Pasa algo? – pregunta suspirando mientras me mira algo preocupado.

-No, es solo…

-No tenemos que hacer algo que no quieras Ran, podemos esperar.

-No es eso Shinichi, es que – suelto un suspiro y me armo de valor para hacer la pregunta que lleva rondándome desde que nos conocimos, de nuevo, claro – ¿has estado con alguna chica durante estos años?

-¿Qué? – pregunta confundido, por lo que se separa ligeramente de mí para poder observarme mejor.

-¿Has estado besándote con otras mujeres? ¿O acostándote con alguna?

-Pero Ran, ¿qué preguntas son esas?

-No tienes que responderme si no quieres – digo algo incómoda, ya que tal vez no quiera decírmelo para no hacerme sentir mal, ya que sí que haya podido estar con alguna chica durante mi ausencia.

-No es eso, es que no entiendo el por qué se te han ocurrido ahora esas preguntas, en cuanto nos hemos besado – dice pero se detiene durante unos segundos para asentir con la cabeza y después comenzar a moverla de un lado a otro – ¿estás celosa?

-Claro que no – respondo mirando para otro lugar.

-Ran, eres el amor de mi vida – comienza a decir mientras me sostiene mis manos entre las suyas y me mira a los ojos – solo he besado a una persona a lo largo de toda mi vida, y esa persona eres tú. Nunca he querido besar a otra persona, ni mucho menos he querido acostarme con otra mujer, por lo que es imposible que lo haya hecho.

-Entonces, tu…

-Si, Ran, sigo siendo virgen.

-Pero no lo entiendo Shinichi, siempre has tenido a miles de chicas detrás de ti.

-Pero siempre he tenido solo ojos para ti.

-¿A pesar de todo?

-A pesar de todo, del tiempo y la distancia – murmura mientras vuelve a cerrar el espacio entre los dos, mientras nuestras lenguas vuelven a encontrarse, algo parece ir mal, por lo que Shinichi vuelve a alejarse y a mirarme de nuevo a los ojos.

-¿Pasa algo? – pregunto ahora yo al ver su rostro lleno de confusión.

-¿Tú, has estado con alguien?

-Claro que no, has sido el primer chico al que di mi primer beso y el chico con el que quiero…

-¿El que quieres? – dice mientras sus manos comienzan a subir por mi espalda suavemente. Mis ojos se cierran instintivamente disfrutando del contacto, por lo que éste aprovecha y comienza a esparcir besos cálidos a lo largo de mi cuello, consiguiendo que varios jadeos salgan de mis labios.

-Shinichi… están tus padres en casa.

-Joder – musita mientras vuelve a alejarse de mi maldiciendo – perdona.

-No te preocupes.

-¿De qué quieres que hablemos ahora? – pregunta mientras deja una distancia prudencial entre los dos, cosa que agradezco inmensamente.

-No sé, tal vez podrías decirme qué fue de tu vida durante estos 10 años.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Claro que sí, yo también quiero saber qué pasó contigo y con el resto de personas.

-¡Claro! Lo olvidaba.

-¿El qué?

-Sonoko.

-¿Le ha pasado algo? – Pregunto con urgencia – ¿está bien?

-Ella está bien. Es más, dentro de poco se va a casar con Makoto.

-¿Lo dices en serio? – digo con alegría. Siempre he querido lo mejor para mi mejor amiga, y sé que Makoto siempre la hará feliz.

-Si, me llegó la invitación hace unas semanas atrás. En ella decía que podía llevar un acompañante, si quieres puedes venir conmigo.

-¡Claro que sí! No me perdería por nada del mundo la boda de mi mejor amiga. Estoy deseando volver a verla.

-Estoy muy feliz de que vuelvas a estar en mi vida – farfulla con una sonrisa en su rostro.

-Yo también lo estoy. – Sonrío. – Bueno, háblame de ti, Shinichi.