Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 472. Era Mi Enemigo (1)

—Su Majestad, encontramos los registros que pidió de cuando Ian fue vendido como esclavo, los cuales explican a dónde fue.

—Tráelos.

—Sí, Su Majestad.

Este Ian del que hablan es supuestamente el primer hijo de esa mujer llamada Irina. ¿Por qué Isabella estaría buscándolo?

El Jasper del día no sabía que Irina e Ian eran prácticamente desconocidos. No entendía la petición de Isabella, que el Emperador Edward le había transmitido. En cualquier caso, lo vio como una oportunidad de utilizar al niño para ponerse de nuevo en contacto con Isabella.

En contacto... pensar en ello le recordó la irritante carta enviada por el Emperador Edward. Arruinado su humor, Jasper caminó solo hacia el Palacio Oeste. Fue a la habitación que una vez utilizó Isabella, aunque no recordaba nada. Sentado solo en el suelo descubierto, en una habitación desprovista de muebles, estiró las piernas.

En el momento en que imaginó las conversaciones íntimas que Isabella y él pudieron haber mantenido en esta habitación, le invadió la envidia. Dio un fuerte pisotón en el suelo mientras intentaba reprimir el inesperado dolor punzante.

—¡Ack!

Se apretó la cabeza. Jasper tardó mucho en poder bajar las manos. La expresión que mostraba ahora era mucho más sombría.

Los dolores de cabeza comenzaron después de ver a Isabella. Sentía como si truenos pasaran por sus oídos. No era tan doloroso como para no poder soportarlo, pero era una sensación sumamente desagradable. Antes, se habría limitado a pedir un analgésico. Pero ahora sabía que en realidad no tenía diecinueve años. Cada vez que llegaba el dolor, Jasper sentía más miedo. Vivía aterrado ante la idea de que llegara el día en que no despertara más. De que llegara un momento en que el Jasper original ocupara tanto el día como la noche, y él dejara de existir.

El Marqués Karl y los otros secretarios eran los hombres del Jasper de la noche. No podía consultar con ellos. Si les contaba sus preocupaciones, felizmente encontrarían la manera de deshacerse de él.

Necesito un confidente...

Jasper se puso de pie y se acercó a la ventana. Se agarró al marco. El jardín, teñido por las coloridas hojas otoñales, era hermoso, a pesar del frío viento.

Necesito un subordinado que siga mis órdenes y guarde silencio sobre mi situación.

También necesitaba pastillas para dormir. Pastillas que le hicieran dormir toda la noche, sin despertarse. Tal vez entonces su personalidad de la noche desaparecería lentamente.


Edward se había marchado a recuperar otra piedra de maná, pero regresó tras encontrarse con una fuerte lluvia.

—No pasa nada, mi reina. Todo lo que necesito es un té y dormir bien.

Lo dijo completamente empapado. Pero al día siguiente, su estado empeoró hasta el punto de que ni siquiera podía hablar. Aún conservaba su agudeza mental, era más un fuerte dolor de garganta. Después de que el médico del palacio lo trató, Edward se agarró la garganta, angustiado por no poder comunicarse. Podría haber soportado la fiebre, pero no poder hablar era agonizante para él.

Me dolía verle así, así que le tomé la mano.

—Yo cuidaré de ti. No te preocupes, Edward.

McKenna trató de disuadirme.

—No puede, Su Majestad. Sería terrible que se resfriara. Yo cuidaré de él.

Pero Edward estaba tan afónico que no podía comunicarse con nadie. En momentos como éste, debía quedarme con él. Después de todo, podía entenderlo como a un libro.

—No te preocupes, McKenna. Yo cuidaré de Edward. Sería difícil para ti, porque no lo entiendes. Él me necesita a su lado, ya que puedo saber lo que quiere.

Tal como ahora. Visto cómo Edward agitaba desesperadamente los brazos, él prefería que lo cuidara yo antes que McKenna.

Los ojos de McKenna se abrieron completamente al mirar a Edward.

—Pero... ¿no lo entendería yo mejor?

Su afirmación era absurda. No le creía, pero me contuve y le dije a McKenna que Edward deseaba que yo cuidara de él.

Dado que McKenna no comprendía las señas que él me hacía, al final acordamos que ambos cuidaríamos de él juntos.