Capítulo 12: "Ese lugar"
"Ese lugar" no tenía nombre, aunque la verdad es que le gustaba llamarlo así. Su padre no estaba al tanto de ese sitio hasta que finalmente la encontró ahí después de siglos alejada de su familia tras despertar de un largo sueño.
-¿Dónde estamos?- preguntó Gabriel sorprendido mirando alrededor, no era el único en ese estado.
-Bienvenidos a "Ese lugar"- Les dijo su hermana con algo de entusiasmo fingido frente a una fortaleza de piedra negra estilo medieval europeo. Ellos estaban en un claro entre la fortaleza y una espesa niebla negra que parecía tener vida propia. No se podía ver nada a través de ella, pero se podía sentir que criaturas grandes la rondaban y la sobrevolaban -La regla más básica es que no importa lo que crean escuchar o ver, no se acerquen a la niebla y si se topan con alguna criatura, no la miren a los ojos… qué más… qué más… oh sí… su magia es inútil aquí- Declaró y algunos trataron disimuladamente de hacer algo de ella, pero nada.
-¡Abran las puertas!- Ordenó con voz seria y firme.
No lo habían notado antes, pero habían ángeles de alas negras custodiando las murallas con el rostro cubierto por una tela y vestimentas estilo militar de combate, todo de negro, cada uno de ellos con un arma a la vista.
Al ingresar al patio tras las murallas un ángel los recibió, más de cerca notaron un símbolo plateado familiar en un broche que estaba en su ropa y en la tela que cubría su rostro, todos los ángeles que alcanzaban a ver portaban ese mismo símbolo. Entonces lo recordaron, su hermana tiene ese mismo símbolo en el dije de uno de sus collares.
-Hola de nuevo Matt, mi padre y mis hermanos desean ver a Sera- Le comunicó la menor.
Matt era tan alto como Azrael pero más fornido y de piel canela -Por supuesto mi princesa- Se reverencio antes ella, levantó su mano derecha y las puertas del edificio a sus espalda se abrieron, dos ángeles volaron directamente al interior y las puertas se cerraron nuevamente -Despejaremos el camino para que no tengan inconvenientes- su voz era calmada y pausada -¿Pudo revisar los documentos? Mi princesa-
-Por supuesto- hizo aparecer en sus manos una caja llena de pergaminos, treinta como mínimo -Todos revisados, con anotaciones y firmados- le hizo una señal para que se acercara -Debes evitar que Kaz se acerque- le susurro al oído, él asintió, naturalmente sabía porque le pedía eso.
Las puertas se abrieron nuevamente y ella avanzó -Es por aquí…síganme- avanzaron por un pasillo estrecho e iluminado por cristales de color lila, habían varias puertas metálicas y se escuchaban extraños ruidos a traves de ellas. El lugar parecía un laberinto, con bifurcaciones por doquier, después de mucho caminar, aparentemente en descenso, finalmente se detuvo frente a una puerta -Es aquí- la abrió y los dejó entrar primero.
Pensaron que entrarían a una celda, pero no, la niebla que vieron afuera cubría gran parte del lugar y no los dejaba ver. La menor avanzó hasta el límite de la niebla, levantó su mano izquierda y absorbió toda la niebla del lugar, entonces lo vieron, sólo había un par de metros de piso, no existían murallas, el basto universo estaba ante sus ojos, era hermoso.
Sera estaba dormida con grilletes en sus muñecas y tobillos, levitaba, cadenas la unían al piso. La menor materializó un gran par de alas blancas con los bordes azul claro, voló hasta ella, la guió hasta el piso y la despertó extrayendo esa niebla negra desde su interior.
Sera tosió mientras despertaba, cuando abrió los ojos y vio a su creador se inclinó a su pies -¡Mi señor!- exclamó asustada, sabía porque estaban ahí.
-Sera…Sera…Sera… dime… ¿Por qué lo hiciste?- Le pregunto levantando su rostro para que lo mirara a los ojos, ojos de esclerótica negra e iris dorados, clara señal de su enojo.
-Yo no sé…-
Antes de que terminara de hablar Miguel la interrumpió enojado -¿Por qué hiciste que Samael desobedeciera a padre? ¿POR QUÉ METISTE ESAS IDEAS EN SU CABEZA?- ella lo miró aterrada.
-Calma Mike- Leo lo tomó por los hombros y lo apartó de la ex Serafín antes de que cometiera alguna imprudencia, él también estaba extremadamente enojado, pero gracias a su experiencia sabía que no debía hablar en ese momento.
-Pero Leo…- quiso rebatir, sin embargo la mirada severa del mayor lo hizo guardar silencio y obedecer. Leo lo había criado y a pesar de que ya era un adulto, ante él volvía a sentirse como un niño pequeño.
Los hermanos se agruparon en torno a su padre, sabían que no debían interferir a pesar de lo que quieran decirle a la ex Serafin o hacer con ella, el autocontrol era importante.
-Me decepcionas profundamente Sera… ¡Confié en ti y me fallaste!- comenzó a decir el creador -¡Apartaste a mi pequeña y amada estrella de la creación y lo disminuiste!… ¡No lo escuchaste, a pesar de que con él cree muchas de las cosas que conoces!, ¡A pesar de que, sin importar su apariencia, es mayor que tú, es uno de mis ángeles primordiales!… ¡Uno de mis amados hijos!... ¡A pesar del amor a mi pequeña estrella de la mañana!… ¡Lo despreciaste e hiciste lo posible para deshacerse de él!... no sólo en el pasado… si no, que hoy lo llevaste ante el tribunal para culparlo por la segunda muerte de Adan… ¡Por milenios nos mentiste cuando tratábamos de contactarnos y arreglar las cosas con él!… y además, al ver la posibilidad de que tu mentira se descubriera… ¡Mantuviste por milenios a mi otra pequeña estrella dormida, alejada de nosotros! y quisiste que las exorcistas la lastimaran para mantenerla lejos- estaba extremadamente molesto, su respiración estaba agitada y por cada exclamación había crecido unos metros -Creíste que las exorcistas podrían acabar con ella, pero fue al contrario… esas exorcistas entraron al infierno sin autorización y capturaron a mi nieta… sólo en unos segundos mi pequeña estrella de la noche acabó con todas ellas… El castigo por este tipo de crímenes es la inexistencia… ese mismo será tu castigo… no tengo ganas de lidiar contigo y que sigas ocupando espacio en mi universo-
-¡Mi señor por favor!… ¡deme otra oportunidad!- Le rogó llorando a sus pies -Cometí un terrible error, pero por favor… Perdóneme- el Creador se apartó de ella con violencia, estaba demasiado furioso, sabía que si desataba su irá en ella las cosas podían salir de control y lastimar a alguien más, como a sus amados hijos que estaban cerca, o destruir parte de su universo, suspiro para tratar de calmarse. Sentía que toda la energía destructiva se estaba acumulando, entonces sintió una pequeña y fría mano que tomaba suya, al ser el ángel de la destrucción podía captar lo que le sucedía a su padre y las consecuencias si liberaba ese poder. Mirando los ojos preocupados de su pequeña comenzó a respirar lentamente para calmarse mientras volvía a su tamaño usual. Le hizo una señal a su hija para que procediera, ella tiene más autocontrol que él.
La menor suspiro, no se sentía cómoda hacer esta clase de cosas frente a sus hermanos, pero no había opción, sabía que su padre perdería el control y en ese tipo de cosas jamás podría desobedecerlo -Podemos hacer esto dignamente o no Sera… es tu decisión- hizo aparecer su alabarda negra entre sus manos con una fría calma. La aludida retrocedió con lágrimas en los ojos, esto era definitivo y real.
Se levantó con orgullo -Que sea dignamente… estrella de la noche… ejecutora del creador… aceptaré mi destino… pero… no me arrepiento de nada- Esas últimas palabras provocaron que el Creador y sus hijos sintieran aún más irá.
-Maldita perra- murmuró Salael furiosa y le cortó la cabeza como si nada, como cuando un cuchillo caliente corta mantequilla. Con otro movimiento de su alabarda y antes de que la cabeza tocara el suelo la partió por la mitad. Todo su cuerpo sólido pasó a gaseoso, se desvaneció cada partícula y su alma. Sus hermanos parpadearon un par de veces incrédulos.
-Está es la inexistencia Rafael- Dijo el padre de espaldas a ellos, recordando la anterior pregunta de su hijo en la sala de reuniones -Salael llévanos de regreso-
-Sí padre- su alabarda desapareció, camino hasta la puerta sin mirar a nadie, estaba avergonzada, abrió la puerta para guiarlos a la Salida y ahí lo vio, se paralizó un momento -¿Qué?… ¿Qué haces aquí Kaz?- Él le tomó la mano y sé la besó, antes de que ella pudiera reaccionar.
-¿Y tú?… ¿Quién eres?- Le preguntó Gabriel con el ceño fruncido al chico frente a ellos, fue el primero en salir y alcanzó a ver el descaro del soldado. Al igual que el resto de los que custodiaban ese lugar, vestía de negro, pero no tenía el rostro cubierto. Era tan alto como él y Miguel, de piel grisácea, cabello verde oscuro y ojos verde claro, apuesto, eso era innegable.
-Kaz vete de aquí… no es el momento- le dijo la menor en voz baja tratando de que le soltara la mano -No seas imprudente frente a ellos… No hagas nada estúpido-
-Kaztemir… ¡Tanto tiempo! ¿Cómo estás muchacho?- preguntó el padre celestial con mejor humor, conocía al chico desde hace centenios, en ese momento su hija aprovechó de soltarse y pararse junto a Gabriel que parecía querer asesinar a Kaz.
-Es un placer volver a verlo mi Señor- se inclinó con respeto, en esa misma posición añadio -Es un placer también conocerlos finalmente mis príncipes-
La menor rodó los ojos -Padre… debemos regresar pronto- esta interacción la ponía algo nerviosa.
-Es cierto… Kaztemir camina junto a mí mientras hablamos y guíanos a la salida- Ambos encabezaron al grupo.
-No puedo creer que se lleven tan bien- murmuró su hija algo molesta, cruzando los brazos.
-Por cierto hermana… ¿Qué es este lugar?- preguntó Leroy a su lado.
-Eh… ¿Este lugar?- Repitió dudosa, eso era algo que no estaba segura de cómo responder o explicar -mmm… está fortaleza es…-
-Es una barrera entre el mundo de mi madre y el de su padre príncipe Leroy- Respondió Kaz.
Ella abrió la boca por la sorpresa "No puedo creer que lo haya dicho, así, sin más" pensó preocupada.
–¿Tu madre?- repitió Miguel desconcertado.
Los príncipes se detuvieron de golpe y lo miraron con sospecha, la menor nerviosa se posicionó entre ellos, él aprovechó y tomó su mano -Seeeh… Bueno… Kaz es hijo de Ro…- Pudo ver como los rostros de sus hermanos cambiaban -Perooo… no se preocupen…-
-¡Hijo de Ro!- Gruñeron Leo y Azrael al mismo tiempo, ellos erán uno de los pocos que en el pasado habían luchado contra los enemigos de su padre por largo tiempo. El nombre de "Ro" no era desconocido para ninguno de los príncipes celestiales en realidad, por eso se tensaron y miraron al chico con desconfianza y enojo.
-Tranquilos mis niños- intervino su padre relajado -Kaztemir es leal a su hermana y a mí, desde hace centenios protege este paso fronterizo… confió en él-
El joven les mostró la cicatriz de su pecho, era grotesca -Cuando conocí a la princesa- besó la mano de ella con una sonrisa provocadora, tentando a su suerte -trato de matarme como pueden ver-
-Kaz no les muestres eso- Lo regaño, aún tomados de las manos.
Azrael, el hermano más sobreprotector, no pasó por alto ese hecho y notó algo más. Ambos tenían collares que se complementaban, ella una media luna plateada y él un sol dorado, ambos con el mismo diseño y cristal. Se sintió irritado y jalo a su hermana hacia él con más brusquedad de la esperada -Suelta a mi hermana idiota- gruño.
-Tranquilo Zazy- estaba asustada.
-A cambio de mi vida le mostré el lugar por donde había entrado a este reino- continuó diciendo Kaztemir como si nada -Y mi lealtad eterna… Ella creó esta fortaleza, las barreras que protegen el paso y entre ambos la niebla negra y las criaturas que viven en ella… Todo para proteger este magnífico reino… Desde entonces nada ha pasado por aquí y nos hemos encargado de otros que han ingresado por pasos ocasionales… ¿No habían notado que los ataques habían disminuido desde hace varios siglos?- Les pregunto con algo de burla, irritandolos aún más, sobre todo a los mayores.
-Yo les proporcione ángeles para que ayudaran a resguardar el paso cuando la encontré aquí después de haber estado desaparecida tanto tiempo- habló el padre celestial tranquilamente -Así que tranquilos mis niños… Sé que tenían dudas de las tareas que realiza su hermana, pues está es una de ellas… proteger al reino de Ro… Kaztemir por favor continúa guiándonos- avanzó como si nada con el chico a su lado, hablando de banalidades.
Los hermanos avanzaron en silencio hasta la salida, todo era demasiado incómodo para Salael, sólo quería volver al castillo y encerrarse en su habitación hasta tener que ir a buscar a su querido hermano al infierno. Hablar con su hermano casi gemelo, siempre había sido fácil a diferencia del resto. Por eso es que su hermano infernal sabía perfectamente que tipo de ángel es, sus tareas, la función de "Ese lugar", sobre Kaztemir, lo que sucedió en Edén, entre muchas otras cosas. Él la escuchaba sin juzgar o imponer sus ideas, sólo si se las pedía las mencionaba, "Desearía estar con Lu en estos momentos" pensó con tristeza sin darse cuenta que ya estaban en el exterior.
-Cuídate muchacho- palmeo su hombro -Gracias por cuidar este paso fronterizo… Estoy agradecido y orgulloso de todos ustedes- Les dijo a los ángeles, siempre que iba trataba de incentivarlos con palabras de aprecio o regalos especiales.
-Fue un placer verlo mi señor- el chico se reverencio, le sonrió a los príncipes -Fue un placer conocerlos mis príncipes- añadió. La reacción de ellos fue variada, algunos le sonrieron incómodos, otros lo miraban con sospecha y algunos como si quisieran atravesarlo con un arma. Lejos de causarle temor lo divertía, tentó su suerte una vez más al besar nuevamente la mano de su "jefa" -Nos vemos mi princesa… como siempre fue un placer verla… estaremos atentos a cualquier orden que nos de- se acerco a su oído rozando con sus labios y le susurro unas últimas palabras.
Ella lo apartó rápidamente -No seas tan atrevido idiota- sus mejillas se tornaron levemente doradas -y arriesgado- lo último lo susurro. Se dio media vuelta -¡Abran las puertas!- Ordenó antes de que corriera sangre, podía sentir el aura asesina de sus hermanos. Prácticamente empujó a su familia fuera de la fortaleza y los hizo volver a la sala de reuniones rápidamente.
