Ranma no me pertenece, todos los personajes pertenecen a Rumiko Takajashi que es su creadora y esta historia solo es para entretener y se hace sin fines de lucro.
La presente historia es para participar en la dinámica de #Sextember5 de la página Fanfics y Fanarts de Ranma Latino.
BESOS CON SAL.
La Lujuria merece tratarse con piedad y disculpa
Cuando se ejerce para aprender a amar…
Dante Alighieri.
Una risa horrible burlándose de él lo despertó y cuando abrió los ojos esa mañana el mundo le pesó más que nunca, rodó sobre la cama y solo despertó totalmente porque se cayó. Ya estaba acostumbrado a empezar el día con el pie izquierdo.
Se bañó a prisa y apenas se secó, tomó el uniforme vistiéndose con el cuerpo escurriendo agua, no era tarde pero sabía perfectamente que el trabajo en el restaurante rebasaría a Mousse así que tenía qué correr.
Entró como siempre haciendo más ruido del que pretendía, las puertas de roble lo saludaron con su característico olor, todo estaba vacío, era demasiado temprano pero al fondo, la cocina ya tenía luz.
Encontró a su jefe como siempre, sentado y comenzando a trabajar.
—Buenos días.
—Buenos días… Vaya… Te ves terrible ¿Tuviste pesadillas otra vez?—Preguntó el chef mientras pelaba un costal de cebollas.
—Ya lo sabes—Contestó con una voz cansada y ronca.
Cuando escuchó la respuesta el joven de ojos esmeralda rodó la mirada completamente hastiado.
—Ya pasaron tres meses desde que rompieron, tienes qué superarla.
— ¿Y si no quiero?
—Es tu problema — Contestó encogiéndose de hombros—Pero el restaurante no se atiende solo y cada día te ves más horrible. Esto tiene que parar.
—La amo.
— ¡Ay por favor! —Le dijo casi aventándole el cuchillo—Tenían una relación a distancia y se vieron muy pocas veces, lo que te gusta es que tiene buenas fotos en internet y el cuerpazo de amazona, pela más cebollas, necesito muchas.
—Ella era muy linda conmigo, Mousse.
—Eso no es cierto Ranma, se comportaba como una perra.
— ¡Oye!
— ¡Eras su maldito maletero, idiota!
— ¡Solo porque eres mi jefe no te rompo la boca!
—Anda inténtalo, así como estás no me costará tirarte los dientes.
Bajó la mirada y entonces se encontró con los vegetales, cajas y cajas que lo esperaban para trabajar, no dijo nada y suspiró.
—Suficiente. Ven acá.
Tomó a su sub chef de la blanca filipina y lo hizo levantarse.
— ¡Hey! ¿Qué te pasa Mousse? ¡Suéltame!
— ¡No! ¡Mírate!
Lo soltó en cuanto estuvieron frente al enorme espejo que había en el recibidor del hermoso restaurante.
Por primera vez, en tres meses Ranma se miró a sí mismo con genuina seriedad.
Sus ojos zafiro estaban tristes, rojizos y debajo de ellos unos círculos oscuros lo avejentaban. Con desagrado encontró una barba crecida, torcida y espantosa, no había pulcritud en ella, el cabello estaba mojado y recogido en una bola amorfa y enmarañada, como si un animal muerto viviera en su cabeza sin cepillar, ya ni siquiera se hacía la trenza, estaba demasiado flaco y deshidratado, tanto, que se asustó de su propio aspecto, miró a Mousse y se llevó las manos al rostro ocultándolo con vergüenza.
No era la intención de su amigo hacerle daño, trató de entenderlo y llevó su mano al hombro del sub chef.
—Hey, tranquilo campeón. Ve a casa y tómate una de las pastillas que te di para dormir, descansa al menos treinta horas, llévate todo lo que quieras de la despensa para que comas bien y mañana en la noche ve a bailar… Quién sabe, si te bañas tal vez alguien te dé un beso de buenas noches.
—Pero… Yo sí me baño.
—Pues no parece, anda tómatelo todo con calma, ve a dormir y ponte guapo… Ah y no regreses aquí si no te descargaste.
—Pero… ¿Y el trabajo? Es mucho para ti solo.
—Pero, pero, pero— Esta vez fue él quien suspiró—Escucha, aquí hay buenos cocineros y ellos podrán, sí, será difícil pero también es difícil para mí ver como mi mejor amigo se consume como una vela por una mujer, diablos Ranma, si tu mundo va a colapsar, qué no sea por ella. Largo de aquí y no me vuelvas a contradecir.
—Gracias Mousse—Contestó sonriendo triste y salió de ahí.
.
.
.
Desde que puso un pie fuera de su departamento sintió como si hubiera estado dormido por meses y apenas despertaba.
Respiró el aire fresco de la noche y vio las luces de Tokio encendidas en todo su esplendor.
Mousse tuvo razón, durmió hasta que el cuerpo le pidió levantarse, tenía un hambre voraz cuando despertó al otro día, miró el terrible desorden de su departamento y le dio asco, así que limpió todo a profundidad. Preparó sendos alimentos deliciosos. El perfume, el cepillo y ropa limpia regresaron a su cuerpo. Sin duda, había vuelto a la vida.
Después de todo, se quitó la apariencia de vagabundo y ahora estaba ahí en una calle transitada llena de gente de todas las edades buscado divertirse esa noche de viernes. Algunos se tambaleaban riendo botella en mano con las mejillas sonrosadas, se abrazaban y Ranma entendió después de mucho tiempo que debía tomarse con calma la situación, tal y como le dijo su amigo, la vida no es un valle de lágrimas y ahora, él debía tener un poco de diversión.
Caminó siguiendo los letreros neón, realmente nunca fue un chico fiestero, así que ese rumbo no era tan familiar para él, aunque cada vez se sentía más contento y despejado.
Inspeccionó con la mirada, bares de un lado y de otro, no lo convenció del que salían unas chicas con ropa de vinil negra y el cabello en colores azules y picos. Tampoco le apeteció entrar al lugar donde muchos parecían indigentes y fumaban de enormes pipas, olían un poco extraño y además, no estaba acostumbrado a tales excesos.
Casi al final de la calle vio las puertas de un lugar enorme, unas palmeras en luces verde y café lo adornaban, le parecieron graciosas así que miró la fila de los que querían entrar, ni tan larga ni tan corta.
La ropa de la multitud se componía por vestidos, faldas, pantalones normales y playeras, tal vez eran un poco más rebuscadas, pero, él con sus jeans oscuros y camisa blanca a la altura de los antebrazos que le hacía lucir sus músculos, sintió que no estaba fuera de lugar.
Por fin se había cepillado el cabello y su trenza volvió a aparecer, así que al verse presentable decidió entrar.
.
.
.
No sabía que existiera un lugar así en Tokio, no porque no le agradara, todo lo contrario, pero los ritmos caribeños no eran comunes. Trompetas, tambores y muchos otros instrumentos sonaban a ritmos cadenciosos evocando calor, sabor y deseo.
El lugar no era tan grande realmente, sillones escalonados que al final terminaban en la pista maravillosa de un animado salón de baile.
Varias parejas daban vueltas sumidos en el compás de los músicos que también bailaban cantando felices.
Estaba maravillado. Las luces de colores cálidos daban la sensación de un carnaval en algún país sudamericano, las caderas, brazos y rostros eran toda sensualidad y candor que se contagiaba con algarabía.
Los ases de luz iluminaban a momentos y después volvían a la complicidad de la oscuridad en la que los concurrentes mostraban sus mejores pasos.
Miró hacia todos lados, las mesas al lado de la pista estaban ocupadas y pensó que sería un poco ridículo si él intentaba ocupar una ya que iba solo, así que hizo lo que cualquier persona que no llevaba acompañantes, ir a la barra directamente.
Un enorme mueble elegante color café oscuro era el bar, las luces ambarinas que lo bañaban lo hacían parecer atemporal y detrás de un muchachito que parecía muy joven para estar ahí, un espejo del tamaño de la pared reflejaba las botellas de todos los licores que Ranma podría imaginar.
— ¡Hola! —Saludó sentándose en un banco alto al muchachito que limpiaba un vaso de cristal.
—Buenas noches amigo ¿Qué te sirvo?
—Una cerveza por favor.
—Claro… No te había visto nunca por aquí—Le dijo dándole una botella burbujeante llena de helada bebida.
—Oh, bueno es que no salgo mucho y nunca había visto este lugar… Jaja no sé bailar pero me pareció interesante entrar.
— ¿Y te está gustando? ¿Ya elegiste pareja de baile? Hay muchas chicas lindas.
—Sí es lo que veo, pero, bueno yo acabo de llegar y no sé bailar.
El chico sonrió empático, tal vez por su juventud no era alguien que lo juzgara y mucho menos que se fijara en su estúpido sonrojo.
—Entiendo, no te preocupes en un momento alguien vendrá.
— ¿Alguien? ¿Quién?
—No lo sé, alguna chica linda, después de cada canción toman algo, ahí podrías aprovechar.
—No tengo gracia para moverme. Todos bailan muy bien.
—Oh no te preocupes por eso, a las chicas les gusta enseñar los pasos.
—Parece que tienes mucho tiempo aquí ¿Tienes edad para trabajar en este lugar?
El joven soltó una tremenda carcajada.
—Te apuesto a que tengo tu edad, solo que mis genes son buenos. Me llamo Satori, mucho gusto…
—Soy Ranma, Ranma Saotome.
—Muy bien Ranma Saotome cuéntame ¿A qué te dedicas?
—Soy sub chef en Casa del Cielo, es un restaurante.
—Oh ¿En serio? Lo conozco, es bastante glamuroso fui ahí una vez con mi novia, es excelente.
—Gracias, si vuelves a ir di que vas de mi parte y te haremos un descuento.
—Genial, gracias…—El bartender lo miró calladamente unos segundos arrugó ligeramente el entrecejo y continuo— Oye, eres un tipo amable, deberías ir a bailar.
—Jaja pero no tengo pareja, soy un poco tímido.
—Oh… Espera cinco segundos, y pide un agua mineral.
Ranma lo miró como si le estuviera hablando en un idioma desconocido.
— ¿Agua mineral?
—En seguida.
Al tiempo que la botella llegaba a las manos de Ranma una voz a su espalda lo hizo voltear para encontrarse con un vestido negro de tirantes que se acercaba a la barra.
— ¡Por favor Satori agua mineral!
—Oh, lo siento hermosa Akane, mi última botella fría la tiene el caballero.
Fue cuando la miró.
Una chica alegre y vivaz bajita en proporción a él, enfundada en ese atuendo negro y diminuto, contrastaba de manera muy interesante con su blanca piel como algodón, el cabello azulado era un toque que agregaba sensualidad a los de por sí femeninos ojos chocolate, el rubor húmero en las mejillas por el calor del baile la hacía ver como una muñeca, sus piernas emitían un brillo con la luz del lugar, y olía a flores o a mar, tal vez simplemente era su aroma de mujer, de verdad una chica preciosa y él no podía dejar de ver ese cuerpo perfecto y ese rostro mágico que lo encantó de inmediato.
Ella apenas lo vio fugazmente y él trataba de articular palabras mientras Satori lo miraba impaciente.
— ¡Tómala! —Dijo casi gritando haciendo que la chica le mirara de frente ahora.
— ¿En serio? ¿No le molesta?
—No, claro que no, yo te la invito.
—Bueno pues muchas gracias, adiós.
Satori le hizo señas de que la siguiera y el chef obedientemente se internó detrás de ella entre la gente. Cuando ambos desaparecieron el del bar sonrió complacido y dijo para sí.
—Espero que me inviten a la boda.
.
.
.
—Oye, oye espera.
Akane volvió la vista y por fin puso atención, el hombre que tenía delante era alto, el cabello negro como alquitrán brillaba de hecho, lucía sedoso y fuerte, pero lo que más le llamó la atención fueron los ojos cobalto, profundos y amables, ella nunca había visto unos ojos como esos. Cuando Satori dijo que la botella era de él no se atrevió a mirarlo más de tres segundos porque su galanura la intimidó un poco, sí le parecía muy guapo y no quería que su timidez la delatara, pese a que le gustaba mucho bailar y acudía con sus amigas a ese lugar porque era algo cómodo, a diferencia de ellas se cohibía frente a chicos que la rondaran.
—¿Sí?
—Soy Ranma Saotome em ¿Quieres? ¿Quieres?
Lo miró sonrojarse y eso le hizo sonreír, tal vez no era un Casanova y eso le gustaba.
— ¿Bailar?
— ¡Sí! Bueno no sé hacerlo muy bien pero…
Se llevó la mano a la nuca y a ella le pareció adorable ver cómo se sonrojaba de nuevo, era evidente que no estaba cómodo pero se esforzaba, ella lo vio desde que llegó, era el más apuesto de los hombres esa noche, lo siguió con la mirada y hablaba con Satori, obviamente estaba solo, así que le interesó un poco.
—Sí, bailemos, dejaré esto en la mesa.
Él respiró aliviado y tras un minuto tocó las manos suaves pero fuertes de la chica.
—Yo te llevo—Dijo sonriendo con los labios y los ojos, y fue entonces que el corazón del chef se sintió vivo de nuevo ante los giros, el movimiento en los brazos, el roce del cuerpo el olor a flores de Akane y el aire que con la música los hizo divertirse, cada que se equivocaba de paso, que era muy seguido la chica estallaba en divertidas carcajadas, junto con él para intentarlo de nuevo, hasta que hubo un momento en el que se acoplaron y solo disfrutaron bailar.
— ¡Ya aprendiste!
— ¡Tengo una excelente maestra! ¿Akane verdad?
— ¡Oye lo recordaste!
—No lo olvidaría jamás.
Ella sonrió como el sol.
—Me llamo Akane Tendo y soy bibliotecaria.
— ¡¿Qué?! Eso es genial.
—Contrasta un poco ¿No es así?
—No, no tanto, por un lado te gusta el ruido y la diversión y por el otro prefieres estar en el silencio rodeada de mucho conocimiento, no me parece contrastante en absoluto. Oye ¿Quieres tomar algo? Muero de calor.
—Eres en serio amable, me agradas, sí vamos a tomar algo, ahora yo invito.
Cuando Satori los vio tan animados sin que se lo pidieran les preparó dos refrescos, no quería que salieran de su burbuja de encanto.
Se sentaron en la barra y siguieron hablando, bailaban una pieza que a Akane le parecía encantadora y ambos en complicidad entendían lo que el otro quería, fue sencillo, sin complicaciones ni presunciones. Las luces doradas les daban calor haciendo que la ropa de Ranma marcara sus brazos y torso, por su parte, Akane parecía bañada por estrellas y brillos, era maravillosa.
Sus pies bailaron sobre las pesadillas y el pasado doloroso del chef que ni siquiera lo recordó.
Hablaron y bailaron tanto que solo se dieron cuenta de que el lugar se había vaciado porque Satori les dijo que era hora de cerrar.
—Lo siento tortolos.
—Te llevo a casa Akane.
No contestó lo tomó de la mano mientras Ranma le daba las gracias a Satori y con la otra mano libre le decía adiós.
.
.
.
— ¡Cielos! Ya amaneció—Dijo Akane levantando la vista.
— ¿Tendrás problemas por la hora?
—No, para nada ¡Mira! El hombre de los hot dogs.
Volteó hacia donde la manita de la chica señalaba y ahí estaba en medio de la calle. Un carrito ambulante humeante y cálido con salchichas listo para saciarlos.
—Deme cuatro con todo y una soda extra, extra grande por favor ¿Y tú qué vas a pedir Ranma?
El chico solo soltó una carcajada.
—Veo que no tienes mucho apetito.
—Es broma, dos son para ti, y compartimos la bebida ¿Está bien?
—Lo que tú desees preciosa.
—Oh por favor señor con cebolla dulce y picante… Pero antes de eso…
Sin previo aviso Akane se volteó hacia Ranma se puso de puntillas y tomó el sorprendido rostro con ambas manos para besarlo, no fue algo inocente, fue maduro y húmedo, una lengua cálida e intrusa invadiendo el frío de sus labios, sal de mar en cada acercamiento, y de repente no estaban en una calle sola esperando comer, el ex doliente chef fue llevado a la playa, a arena fina, al sol y al mar, la atrajo a su pecho, no podía dejar de abrazarla y besarla, de respirar ese mismo aire, solo hubiera querido encontrarla antes.
—Ajam…
Ella le sonrió al vendedor y tomaron los alimentos, se sentaron en la calle por la que minutos más tarde transitaban personas que tenían en infortunio de madrugar y trabajar.
Siguieron hablando y riendo en completa naturalidad, parecían amantes de muchos años, se veían tan íntimos que era muy difícil creer que se conocieron esa noche.
En un momento una brisa de aire los inundó e instintivamente Ranma rodeó a Akane con sus brazos queriendo protegerla del incipiente frío.
La chica sonrió y levantó los ojos, de nuevo ese beso cálido llegó al joven, sonrieron y siguieron hablando un poco más, parecía que querían retrasar la despedida.
—Te llevaré a casa, ya es de mañana—Dijo Ranma un poco apesadumbrado por separarse de ella.
Akane lo miró y volvió los ojos hacia la calle, comenzaba el cantar de algunos pajarillos y la vida continuaba, bajó la vista al piso y suspiró, desde que Ranma se había acercado a ella y lo vio ser honesto con sus colores en el rostro y la afirmación de que no sabía bailar, ella ya había decidido ir a dormir con él. No era algo que hiciera, es más, ni una sola vez se le había ocurrido, pero le gustó tanto que pensó en una travesura, en ese deseo que nació en su ser cuando le daba vueltas en la pista de baile, volvió a mirarlo con curiosidad y se armó de valor, o era ahora o no era nunca.
— ¿Y si no vamos a mi casa? Aquí enfrente tenemos una posada—Pidió de manera tranquila y natural mirando a ningún lado, intentaba dominarse internamente aunque en su fracaso nunca se dio cuenta que estaba roja como una pequeña fresa.
Él la miró con los ojos completamente abiertos mientras su compañera de baile sonreía al fin llena de valor y se columpiaba en un pie como una niña traviesa. Intentó calmar su corazón un momento, Akane necesitaba una respuesta.
—Tengo entendido que las camas de esa posada no están diseñadas para dormir.
—Qué maravilla.
Saltó en seguida a sus brazos enredó las largas piernas en la cintura de Ranma mientras lo besaba de nuevo, y él caminaba rumbo a la posada más cercana que encontró.
.
.
.
Seguían besándose justo antes de entrar a la habitación, el pasillo era simple y solitario, ya iba a abrir cuando Akane lo interrumpió.
Era innegable que él le gustaba, tan así que estaban ahí como estudiantes en celo, pero quería, mejor dicho, necesitaba protegerse.
—Escucha Ranma no hay nada prohibido en cuanto estemos en esa cama, pero por favor no vayas a enamorarte, terminando nos iremos para no volver a vernos ¿Está bien?
— ¿Estás segura de que eso es lo que quieres? ¿Olvidar que nos conocimos y que estuvimos juntos?
—A veces Ranma, lo mejor es no tener caprichos de amor ¿Aceptas querido?
—Está bien Akane si no deseas que invirtamos en esto, lo acepto, finalmente estoy aquí por tus caderas y tú no estás conmigo por mi corazón.
Sonrieron y no dieron más detalles, la mano fuerte del joven empujó la puerta, se agachó y la tomó de las piernas enredándolas de nuevo en su cintura, la lengua de seda de Akane entró en su boca para no salir, para robarle el aliento y darle de beber, enredó los dedos en la cabellera que comenzó a soltar, besó su cuello mientras sentía rozar la creciente necesidad de Ranma sobre sus muslos ya desnudos del vestido que ahora estaba a media cintura.
El exceso de caricias fue un común denominador para ellos. Los tacones abandonaron los pies de la chica y la cama recibió la espalda de Ranma, la sentó sobre él y la admiró por completo, era muy hermosa sin duda, la estrechez de su talle y el escote marcando sus formas perfectas, suavemente el vestido fue abandonando su cuerpo, dejando ver la aterciopelada y fina piel nevada.
Sin la prenda aún era más perfecta si es que eso podría ser posible.
Se quedó sin habla, solamente la acarició, mientras la hacía derrumbarse de nuevo en sus labios.
Entre besos húmedos y en susurros le hizo saber lo deslumbrante que era para él, mientras las manos gráciles de la bailarina desabotonaron poco a poco la camisa que terminó en el suelo de la habitación.
Lo aprisiono en sus brazos sintiendo el cuerpo caliente de Ranma mientras le besaba hasta el apellido, el sabor de los hombros al morderlos la extasió, había sal en la piel de su compañero y flores en la de ella, el gusto de Ranma no dejaba hueco de su cuerpo sin recorrer, pronto la ropa fue estorbosa y volaron entre las sábanas, la sed de Ranma quiso probar la miel que manaba de la intimidad de Akane resbalando lentamente en su interior.
Pronto demandó necesitada su invasión, lo tomó fuerte y sintió la firmeza de su deseo y se sujetó de él uniéndose pocos segundos después.
Entre jadeos y movimientos escandalizados que no dejaron lugar a secretos entre ellos su piel se acopló como olas rompiendo salvajemente, los muslos suaves de Akane seguían bailando sobre todos los malos sueños de Ranma, resbalando mientras sus cuerpos se entregaban por esa única ocasión.
Esa habitación pudo haberse incendiado de excitación, perdieron la cuenta de cuantas veces hicieron el amor había una fiesta en esos cuerpos dejando marcas por doquier repitiendo las risas, los jadeos, besos e intrusiones una y otra vez.
La piel de Akane y su interior se convirtieron en un pecado que no podía, no quería y no debía dejar, negaba el abandono de seguir tomándola porque al fin él era libre, sin importar el tiempo, pudieron haber amanecido de nuevo juntos, pero con delicadeza se dejaron caer en la cama que había sido testigo de todo su idilio.
Se entregaron con furia y deleite, se conocieron en todo y en nada a la vez, tropezaron con sus ojos y rieron cansados.
—Estoy muerto.
—Qué muerto tan guapo.
Lo abrazó y comenzó a besar de nuevos sus costillas.
— ¿Quieres matarme mujer?
—No, de hecho ya me duele todo.
— ¿Dormimos ahora sí?
—Sí, descansa.
—Buenas tardes preciosa— La abrazó, le besó la coronilla y se dio cuenta que ella muy probablemente ya soñaba, así que cerró los ojos y después de meses descansó.
.
.
.
La puerta sonó, Ranma abrió los ojos y ya era de noche de nuevo, miro a su lado solo para comprobar que la hermosa chica ya se había ido, el encargado insistió pidiendo la habitación.
—Ya voy— Contestó refunfuñando.
—Gracias, la chica se fue hace unos veinte minutos—Le contestó una voz de hombre al otro lado de la puerta, mientras una nota se deslizaba por debajo.
Ranma la tomó y leyó:
Me divertí mucho, fue un placer conocerte querido Ranma. Un beso.
Sonrió, terminó de vestirse y tomó valor para salir de nuevo al mundo en el que ambos vivirían la insoportable mentira de ser unos completos desconocidos.
.
.
.
—No habíamos podido hablar en estos días pero creo que te fue muy bien el fin de semana, luces mejor en definitiva, te veo mejor en estos días.
—Sí, gracias Mousse, me sentí mejor.
— ¿Y? ¿No me vas a contar?
Ranma rociaba vino rosa sobre un hermoso corte de carne, sin embargo se notaba ligeramente confundido.
— ¿Qué te pasa?
—Conocí a alguien.
— ¡Lo sabía! ¡Ese es mi muchacho! ¿Es bonita?
—Es preciosa.
— ¿Le pediste su número?
—Aunque lo hubiera hecho no me lo habría dado.
— ¿Eh? ¿Y por qué no?
—Quedamos en eso.
—… Ah… Perdón lo siento, no quise ser entrometido.
—Pero lo eres.
—Sí claro pero no quise hacerte sentir mal.
—No lo hiciste, aunque la verdad ella me gusta mucho.
—No olvides que hicieron un trato Ranma.
— ¡Ya lo sé! Pero…
—Pero.
—Yo sé que va a sonar muy estúpido lo que voy a decir, pero he dormido muy bien desde que estuve con ella, ya no tuve pesadillas.
— ¿Y me vas a decir que sueñas con ella?
—Sí pero no como lo imaginas.
— ¿Entonces?
—Cuando despierto los labios me palpitan, siento el sabor de la sal de esa noche al recorrerla, sueño con sus piernas en mi cintura, sueño que tengo hambre y sed, simplemente sueño con todo lo que sentí a su lado. No me atormenta pero me la pasé tan bien con Akane, hablamos muchas cosas, compartimos comida, pasamos muchas horas juntos.
— ¡Hey, hey hey, un momento! ¿Comiste con ella y después fueron a dormir?
—Sí ¿Por qué?
— Ranma ¿Cuántas aventuras de una noche has tenido?
—Con esta… Pues una.
— ¿Qué? ¿No habías hecho esto antes?
—Bueno es que yo no tengo relaciones con mujeres si no estoy saliendo con ellas. No puedo hacer eso.
—Soy un fiasco de mejor amigo al no saber eso.
—Claro que no… Sí he tenido novias pero lo de la otra noche… No es algo que yo haga usualmente.
— ¡Por eso estás enamorado idiota! Conectaste con ella cuando tenías una necesidad primaria ajena al sexo, te divertiste y no pensaste en ella como una mujer desechable, realmente te agradó y en el momento en que ella llenó tu estómago hubo un lazo, pasaron demasiadas horas juntos y se conocieron, dormir juntos fue un regalo y un plus, pero no puedes olvidarlo porque te uniste con ella.
Ranma se quedó mirándolo como si un meteorito lo hubiera golpeado.
— ¡¿Me enamoré de nuevo?! ¡Me lleva el diablo! ¡Pero ella no quiere que seamos algo más! Me pidió olvidarlo.
— ¿Crees que mentía?
—No lo sé parecía segura.
— ¿Sabes si tiene novio?
—Entre la plática… Um, no, me dijo que no.
—Ok, solo te queda una cosa por hacer.
— ¿Qué?
—Ir de nuevo al bar y buscarla.
.
.
.
—¡Hola Ranma! Wow, te ves espectacular, bonito traje.
—Yo… Eh, gracias Satori.
Frente al barista, un alto joven muy apuesto y de largo cabello peinado hacia atrás estaba de pie con los ojos ilusionados y añorantes.
— ¿Esa rosa es para mí?
—Jajaja no, lo siento.
—Lástima ¿Quieres una cerveza? ¿O prefieres un agua mineral?
La pregunta iba con toda la intención de hacerlo reaccionar y había dado en el blanco. El chef dejó la flor en la barra sin importarle ya nada y preguntó:
— ¿La has visto?
—No, hace dos semanas ustedes estaban bailando pero desde ese día no ha venido.
— ¿Sabes si está bien?
— ¿Y por qué no lo estaría? ¿Tú no estás bien?
No contestó, lo miró fija y largamente, había seguido soñando en esas dos semanas, pensó que se le pasaría pero no fue así, cada sueño era aún más vívido que el anterior, necesitaba al menos intentarlo y si ella no estaba ahí esa noche no importaba, él volvería una y otra vez a brindar con una silla vacía pero regresaría, lo haría, porque esa noche fue la mejor de su vida y no renunciaría a ella.
Sonrió de medio lado y se sentó.
—Dame un agua mineral bien fría Satori.
—Cómo digas galán.
Cuando la botella estuvo de nuevo en sus manos, el tiempo se detuvo porque ya no sabía si soñaba de nuevo o en realidad escuchaba la ardiente voz de Akane Tendo diciéndole al oído:
—Me moría de ganas querido, de verte otra vez.
Gracias por leer.
¡Holis mis hermosos y preciosos! Después de muuuuuuuuucho tiempo pues bueno aquí vengo con la historia para participar en la deliciosa dinámica del #Sextember5 ¡Gracias por esta gran dinámica chicas de la página Fanfics y Fanarts de Ranma Latino! Por favor no dejen de hacerla.
Bueno esta es la primera vez que escribo algo más sensual, yo nunca he escrito un lemon y creo que me falta mucho para eso, es un trabajo sumamente complicado y de verdad los autores que lo hacen merecen todo el respeto del mundo, es algo muy complicado.
Gracias a Mami Nodoka por animarme con esta historia, sin ti, no es posible.
Besos y abrazos a "Todas amamos a Ranma" Y a "Los Locos de Nerima".
Esperando que esta lectura les agrade, déjenme sus comentarios.
Los quiero mucho.
Besos sexosos.
