A mi Señor Jesucristo, gracias Dios por permitirme regresar.

Salmo 28:7 Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. Debemos dar gracias a Dios porque él nos da las fuerzas que necesitamos en medio de cualquier circunstancia.

Naruto no me pertenece, los personajes e historia son una creación de Masashi Kishimoto.

Ayaka san.

-o-

Días pasaron, días sin verla. Igual no era tan malo, las secuelas del bendito jutsu me sacudían de cuando en cuando, era molesto, horrible, pero algo común y cotidiano si tenías mi suerte y esas ganas de complicarte la vida y no cooperar. A menudo me preguntaba si los recuerdos la torturarían a ella también, esperaba que no.

Fui a lavarme el rostro y me sostuve del lavabo del baño mirando mi reflejo cansado y asustado en el pequeño espejo oval. Justo acaba de recordar a Mina llorando ante la muerte del joven Ryota, sigue sintiéndose mal a pesar de los años, como con tantos otros. Me sentí un poco mareado, pero no hubo mucho tiempo para restablecerme, tocaban, la Hokage me requería en su oficina. Acudí puntual, para ese tipo de cuestiones solía darme el lujo de ser puntual, o al menos no llegar tan tarde.

— Que bien que llegas, si acaso me hacías esperar siquiera un minuto te mandaba colgar por una hora de los calzoncillos del asta de la torre.

No dije mucho, se le veía malhumorada y apurada, como siempre, y aparentemente aquella vez que llegué tarde seguía molestándole, dejarla media hora esperándome me perseguiría de por vida

—En fin, no quiero perder el tiempo innecesariamente así que iré al grano— aventó un mar de papeles ante mí—, léelo, necesito que repares el problema. No es tan serio pero requiere inteligencia, sigilo y delicadeza.

Lo leí —; no es mi escuadrón, no están bajo mis órdenes.

Suspiró —; en realidad ya no tienen órdenes de nadie, murieron todos, ese es el problema. Quiero que retomes donde se quedaron, se encargaron de dejar todo bien —suspiró con melancolía —; analizándolo bien creo puede salvarse la misión y con ello no habrá sido en balde el sacrificio y esfuerzo de los pobres.

—Pero…

—Sé que vas a decirme, que te dieron días para recuperarte del…— pausó y tosió un poco —, del interrogatorio, pero lamentablemente es necesario y urgente atender esto cuanto antes; también sé que otras veces te han restituido a labor antes del tiempo, así que no es nada nuevo para ti.

—Hum—. Deseaba negarme pero aún tenía algo como agradecimiento y honor para mis deberes ninja, no podía dejar que el trabajo de los caídos se fuera al carajo.

Volvió a toser y bostezó —; perdona, Naruto se resfrió y me ha contagiado, lo siento.

—¿Está bien?

La hokage sonrió —Sí. Los niños se recuperan pronto, ya está como siempre, de hecho eso me recuerda que Iruka ya me citó en la academia, otra vez, este mes, mandaré a Jiraiya —; sonreí, tenía tiempo que no veía al hijo de Minato sensei, la quinta también sonrió pero su sonrisa se borró al retomar el asunto de la misión—. Obviamente tengo otras opciones además de ti, pero creo que eres más indicado. Sé que no eres el mejor interrogándote, pero eres de los mejores en campo, te necesito ahí; dejo esto en tus manos, haz las adecuaciones que tengas que hacer.

—Suponiendo que vaya, hay un problema, necesito una mujer, la última de mi escuadrón se ha dado de baja por maternidad, y no soy bueno aparentando ser afeminado.

La hokage rió y me sentí un tanto nervioso — Oh bien, bien, no creas que te forzaría a algo así —siguió riendo bajo pero más tranquila—; busca alguien de tu total confianza, puede ser de otro escuadrón, o yo que sé, seguro que conocerás mujeres, o puedes preguntarle a Jiraiya, seguro que tendrá opciones ¿no?

—Ah… no creo— dije seguro, ese tono y esa mirada me indicaban que debía ser precavido —; igual creo que ya tengo a alguien, es discreta, astuta, perfecta para este tipo de cosas.

—Oh, pensé que dirías que Sakura, pero con eso de discreta no creo que sea ella.

—No.

—Pues me alegra que tengas opciones, igual no son misiones de su estilo, además tiene mucho trabajo y dudo que pudiera ayudarte mucho.

—¿Es todo?

—Sí. Entonces, ¿tomarás la misión?

—¿Puedo negarme?

—Es una buena pregunta— bromeó —por un momento creí que pondrías condiciones.

—¿Se puede hacer eso?

Ella sonrió una vez más —entonces es un sí.

—¿Hay otra opción?

—Muy bien, más vale que tu amiga no meta la pata, tiene que ser muy cuidadosa y sutil. Tú también. Suerte. Y lamento tener que meterte en acción a tan poco de… del interrogatorio, aunque no estuviste tan mal esta vez, al menos no tanto, Sakura no es tan mala, fue una gran idea regresarla. En fin, se precavido, seria todo, puedes retirarte.

—Ahora que lo menciona, tal vez si tenga algo por decir —la quinta subió los ojos prestándome atención una vez más—; que Haruno sensei ya no vuelva a la sala R.

—¿Qué?

—No conmigo.

—Ah vaya, ósea que con otros sí.

—Preferiría que con nadie.

La quinta sonrió, dejó de leer y me miró largamente. Después con ironía dijo —Sí, y yo quisiera tener 10 años menos, poder salir de compras y descansar en la playa bajo el sol, y mira, aquí estoy perdiendo mi tiempo contigo. —-Pareció esperar por algún comentario pero no agregué más, la mujer suspiró aburrida —¿Y qué? ¿Crees que prescindiré de un buen elemento solo porque tú me lo pides?

—Hum… Usted dijo que podía poner condiciones.

—¿No notaste el sarcasmo?

—No.

Suspiró —mira, te lo digo fácil: estoy muy contenta con los resultados de Sakura interrogándote, cierto que pudo ser mejor y todo eso, pero no pido milagros, al menos me han dejado esos viejos consejeros un instante y nadie murió. Astutamente por fin encontré algo para… "ayudarte" y no crear tantos embrollos para anbu, para ti, para los viejos y para mí, y funcionó ¿y ahora vienes y me quieres quitar la carta ganadora? No lo creo. ¿Y a qué viene esto?

–No creo que sea un buen lugar para ella.

—¿Por qué? Temes que algún loco le dé contra el suelo y le rompa la nariz —dijo sonriendo, no me pareció gracioso— oh vamos, es tu maestra, sabes el buen trabajo que hice entrenándola, no es como si fuera una dama en desgracia.

—No, no lo es, pero… no es un lugar para ella.

—Eso ya lo dijiste— La mujer cruzó los brazos sin dejar de mirarme atentamente —; es curioso, casi tengo un deja vu, pero eras un niño y era Sakura la que pedía eso mismo pero de ti en ANBU.

—No es igual.

—¿Ah no? ¿Qué pensaría si le preguntáramos? ¿Recuerdas lo que le contesté y aclaré?

—Sí.

—¿Y aun así sigues empeñado en esto? —asentí, la quinta suspiró, tanteó los dedos en el escritorio y con ese tono que no augura nada bueno habló —-No me equivoque contigo, quizá ANBU no es lugar para un niño, pero mírate, eres de los mejores, quizá la "sala R" de interrogatorios no sea un buen sitio para Sakura, y mírala, pudo con uno de los peores, si me lo preguntan creo que tampoco me equivoque con ella.

—Tomaré la misión inmediatamente y será exitosa.

—¿Y…? Soy la hokage, tu un anbu, necesito más para…

—Ese… ese lugar no es bueno para ella.

—¿Por qué? ¿Temes que pierda su inocencia y pureza si encara a los vagos como tú? —dijo con sorna.

—Trabaja demasiado en el hospital y en campo, es más indispensable para usted ahí. Además, Haruno sensei odia los interrogatorios y sé que la tiene ahí prácticamente solo por mí.

—¿Tan importante te crees, Lobo? Vaya ego el que tienes ¿y así te soporta? Sí, quizá aún es inocente, tal vez se merece un altar.

—Usted lo acaba de confirmar— la quinta hizo una mueca y una sonrisa extraña le adornó los labios —; por ello ya no será necesaria. Cooperaré en adelante en las entrevistas, al menos… al menos un poco, no es necesario que ella esté ahí.

—¿De verdad?

—Hum— asentí.

—Oh vaya, realmente debes quererla fuera. ¿Así le pagas a tu maestra? Eres un total malagradecido, pobre Sakura, yo pensaba que estarían contentos de poder pasar más tiempo juntos.

—No es eso.

—¿Entonces qué? ¿Quieres evitarle malos tragos? Sí, seguro que por eso accediste a la primera cuando te cuestionaba, por favor, no me vengas con eso. Hasta te dio por fastidiarle el día con tus tonterías e insinuaciones, de verdad que no sé como no te dio tu merecido.

—Puede que sea el peor, pero no soy el único caso difícil ahí. Sé que ella es buena y puede defenderse, pero no es la clase de persona que deba estar ahí.

—La subestimas.

—No lo hago. Es excelente en donde esté, ese es el problema.

—¿Entonces no la quieres ahí solo por capricho? Si, ahí viene otro deja vu —dijo con burla.

—Puede decirse que sí si quiere. No dudo que Haruno sensei haga un gran trabajo, pero eventualmente la afectará, quizá no en su desempeño, pero la afectará. Usted sabe que tengo razón, sino, ¿por qué dejar de entrenarla en interrogatorios por todos esos años?

—¿Y tú cómo sabes eso? — dijo molesta.

— Soy anbu, parte de mi trabajo es saber lo que necesito.

—¡Parte de tu trabajo es seguir órdenes del hokage sin chistar! Eres todo un caso, definitivamente te hace falta una buena tunda. Mira, te he dejado hasta aquí porque me hacía falta reírme de algo, pero ya no me parece tan divertido y me estás fastidiando. Aunque debo admitir que esta vez es por una causa noble, ¿quién lo diría? Parece que aún tienes algo de buen corazón ¿eh? —sonrió divertida—-; aunque te preocupas demasiado por Sakura, supongo que algo bueno debías aprenderle a tu maestra —, pausó y pareció esperar por mis palabras, no agregué nada—; mira, ve, haz tu trabajo y te prometo que si lo haces bien pensaré un poco lo que me has pedido, lo pensaré…

—Que tenga buen día Hokage sama.

—Igual. Por cierto, mantendré en secreto lo de Sakura.

—Se lo agradezco.

—No lo hago por ti, sí se entera que estas pidiendo sacarla puede que ni siquiera llegues a la salida de la aldea. —La quinta volvió a sonreír; un segundo después practicamente me echó de la oficina.

A la verdad no me apetecía ir de misión, pero de todas formas iría y al menos saque algo bueno para mí. Era temprano y partiría en unas horas, quería aprovechar el tiempo para estirar las piernas y descansar un poco antes de volver a la rutina de las misiones.

Pensando en la mujer indicada para el trabajo recordé a Ayaka san, sería difícil convencerla para que cooperará, pero me las arreglé bastante bien, desafortunadamente.

Recordé la última vez que la visité, fue un breve descanso entre el cambio de sujeto en la misión pasada; rememoré su conversación, sus consejos y creí que sería bueno tomar en cuenta su punto de vista femenino.

—"Realmente pensé que estarías muerto" —me dijo entre broma y broma al abrirme la puerta —"y dime, ¿quieres algo especial? Bueno, hace tiempo que no soy una linda mujer de cabellos rosados pero creo que aún lo hago bien".

-"En realidad no quisiera que fuera así".

-"¿De verdad?" —Asentí—- ", pues me alegra, he tenido una semana estresante y estoy harta de ser otra mujer" —bufó— "; al menos… al menos me gustaría no tener que ser otra por una vez".

Le tomé atención y noté el cansancio en sus ojos tristes así como el rastro de melancolía de siempre —"Ayaka san, estoy cansado".

Ella sonrió y me invitó a su casa, me recosté y me sentí libre, ligero, como si el gran peso de llevar la vida de otro a cuestas por fin me dejara un poco, ella no hizo muchas preguntas, solo se quedó ahí, sentada en el sillón mirando el techo abanicándose elegantemente.

—"Bien, bien, generalmente no vienen a visitarme solo para dormir, ni siquiera los más viejos y seniles, pero si eso quieres…"

-"Por ahora es suficiente" —, cerré los ojos y sentí sueño —-"; pero, quizá después de una siesta estaría bien".

-"Sí, ya me parecía raro" — rio y sonreí antes de dormir.

Las horas pasaron en su agradable compañía, se sorprendió un poco cuando me negué a que usara su jutsu para aparentar ser mi maestra y me agradeció con un tierno beso que le "regalara" una noche solo para ella. Al finalizar me preguntó por Haruno sensei (siguió insistiendo a pesar de que no quisiera hablar de ella) y le comenté de mi entonces resolución de olvidarla y de que, aparentemente, lo había logrado.

—"Así que la has olvidado… me alegro por ti, eso de cargar con el amor no correspondido es una lata" —- la miré detenidamente y sonrió—- "; oh vamos, me vas a decir que te sorprende."

—"No, es solo que…"

—"Sí, lo sé, las personas no suelen imaginarse enamoradas a las que son como yo" —y suspiró — "esa idea es una tontería bien grande. Aunque pensándolo bien tal vez sería mejor que así fuera" —la miré desde la cama con la pregunta pintada en el rostro, ella pareció entenderlo— "he amado a dos hombres en mi vida, el primero de ellos…" — pausó y una bella sonrisa adornó su rostro —", es la persona que más he amado y apreciado en toda mi vida, pero… como la gente piensa (y esta vez con certeza) a las que son como yo, que viven de dar y vender amor, el amor verdadero no se nos da muy bien, no creo ser correspondida jamás, así que me resigné y me dolía tanto que pensé que no podría amar a nadie más, pero mira, el segundo ha sido una sorpresa, lo amo pero no de igual forma, digamos que lo amo más como un hermano, o algo así, no se porque nunca tuve hermanos o familia alguna, pero se que nunca pude amarlo igual porque al primero no he dejado de amarlo jamás, y quizá nunca lo haga, es algo extraño."

—"¿Amas a los dos?"

—"Sí, es curioso, ¿verdad? De formas diferentes, pero los amo."

—"¿Alguno soy yo?"

Y rió —"por supuesto que no, no te creas tan afortunado de tener mi amor Kakashi kun, te apreció y todo eso, pero no es para tanto" – su cara sonriente se tornó triste –"; pero… verás, por eso te entiendo, me alegra que arreglaras eso, vivir así… es duro y ya es suficiente con el trabajo, ¿no crees?"

—"Sí."

—"Ahora que dices que ya no te importa tu maestra te diré algo que siempre pensé en decirte pero no me atrevía. Si tu… si al menos encontraras alguna esperanza, algún mínimo momento de estar con ella, inténtalo, lucha por tu felicidad, no desperdicies la oportunidad."

-"No creo que eso pase"

—"Quien sabe, el mundo da muchas vueltas y eres muy joven aún. Dale tiempo al tiempo. Sin embargo, me alegra que ya no sufras por eso, supongo que decirte que hagas todo para estar con ella (incluso si eso representa esperar) si acaso puedas tener una mínima esperanza… pero quizá ya está demás, dices que la has olvidado, así que supongo que es verdad."

—"Es en serio, la he olvidado."

—"Sí… claro, pero, lo decía por si acaso no; es una pena si piensas que a lo mejor alguna vez tengas esa suerte, pero… como no."

Su melancolía me llevó irremediablemente a cuestionarla —"Ayaka san, ¿lo habrías hecho tú?"

—"Claro, si al menos yo tuviera una mínima opción lo haría, pero es imposible, ni con el primero, ni con el segundo, es irremediable mi situación. Y tú crees que tienes mala suerte" —-sonrió y bromeó —"Pero, supongo que a las de mi tipo no se nos da bien, tal vez es lo mejor."

La miré tan lejana y raramente triste que sentí compasión –"Ayaka san, ¿puedo pedirte un favor? Verás, tengo un amigo, es buen amigo, pero no me ha dejado tranquilo con la tonta idea de que le presente a mi novia."

—"¿Tienes novia? Vaya, ya era hora."

—"No, no la tengo."

—"Oh…"

—"No sé cómo rayos se ha enterado pero sabe que estaré en Konoha mañana y me ha mandado mensajes donde me pide presentarle a mi novia."

—"Válgame Kakashi, ¿por qué preocuparse por una tontería así? Simplemente dile que no o evádelo, una excusa, qué sé yo1, eres especialista en eso, ¿no?"

"Sí, se me da bien, llevo un año así."

"¡Oh vaya! Con razón te ha podido rastrear, seguro que todo este tiempo ha estado preocupado por ti y tu le das la espalda y aparte quieres que te ayude a mentirle, que mal amigo el que tiene, eres un desgraciado". Rodé los ojos "Bien, bien, te buscaré alguna joven bonita y tonta que convenzas para…"

"No, en realidad quisiera fueras tú".

Aquello la sorprendió —"¿yo? Pero, Kakashi kun… este, te lo agradezco pero… Konoha… yo… tengo mucha historia ahí y… que te vean conmigo…"

— "¿Por qué no?"

—"Las mujeres como yo no son de las que se presumen como compañía o novias."

—"Eso no me importa, solo necesito tu ayuda, no creo que Gai te conozca, además solo serán un par de horas."

—"No… no lo sé."

—"Necesito alguien de confianza, si pones alguna amiga tonta de las que me dices me echaran a perder todo."

—"Kakashi kun…"

Siguió negándose un poco pero finalmente aceptó, no sin "tomar medidas extraordinarias", se cambió el color a rubio y disminuyó la longitud de su largo cabello rizándoselo un poco. Se miraba linda. Llegamos a Konoha y lo primero que divisé fue a Gai, casi nos arrollaba.

—"Hum… hola Gai" –lo saludé y después me revisó de pies a cabeza y lloró diciendo un buen par de sus tonterías habituales —"¿Cómo has sabido que vendría hoy?"

—"Kakashi, Kakashi, eres bueno para perderte pero he mejorado mucho este tiempo que te has ido. ¿La has traído? ¿Viene contigo?"

—"Hum… que malos modales, ahí está, a tu lado."

Gai brincó y se sonrojó completamente. —"Es un gusto señorita."

Ayaka san sonrió y me miró por el rabillo del ojo, pero no dijo más. Fue un día agradable pero ajetreado, Gai pasó charlando con Ayaka san (se presentó como Nanami) y me alegré de que al menos pasara un día alejada de ese mundo donde vivía.

Precisamente ese buen rato que pasó me ayuda a sobrellevar su pérdida, pensar que al menos le hice feliz, ingenua e inocentemente feliz, alguna vez en su vida.

Cuando regresamos Gai se empeñó en acompañarlos, pero fui tajante en el "no" y terminó por acceder, se despidió muy formal y caballeroso y Ayaka san sonrió ante sus amables palabras. El regreso a su pueblo y casa fue ameno y tranquilo y me sentí contento de brindarle unos momentos de dicha sana.

—"¿Sabes Kakashi kun? Tenía años que nadie me decía señorita o me miraran como tu amigo. Es un buen tipo el tal Gai, no seas tan malvado y ten consideración, realmente te aprecia."

—"Lo sé, lo tendré en cuenta."

—"Fue un día maravilloso, ¿puedes creer que tu amigo me hizo sonrojar cuando el viento me levantó la falda y me miró accidentalmente?, se disculpó tan afanosamente el pobre, creo que incluso por un momento llegué a recordar lo que se siente tener vergüenza frente a un hombre" —Me sonrió con sinceridad y se despidió.

Anoté mentalmente dos pendientes, uno de ellos correspondía a Gai, básicamente solo se refería a darle su merecido por hablador y meterme en problemas con mi maestra, no fue su intención, por supuesto, pero se merecía al menos un buen golpe (con ello me desahogaría).

El otro pendiente era sobre Ayaka san, no sólo de convencerla para que me ayudara en la misión, también le contaría que mentí respecto a Haruno sensei; que fui ingenuo al pensar que olvidé a mi maestra, y que seguiría su consejo y lucharía por la aceptación y aprecio de mi mentora para poder estar a su lado y aprovechar ese mínima esperanza que se me daba y que a ella se le había negado durante toda su vida. Y debía ser así, sino seguramente Ayaka san se aseguraría de torturarme por tonto, como efectivamente me amenazó poco después.

Esos días sin ver a mi mentora no fueron solamente por las secuelas del jutsu, después de pensarlo mucho decidí "darle su espacio" unos pocos días al menos, precisamente tratando de seguir las recomendaciones de Ayaka san y "no echarlo todo a perder", esperando que asimilara un poco todo lo que pasó entre nosotros en tan poco tiempo y mis sentimientos.

No era tan sencillo debido a la euforia que me inundaba el cuerpo al recordarla, deseaba verla, y fue más complicado al saberme a punto de partir; no quería irme sin arreglar las cosas, al menos un poco. Pensando en eso llegué a la floristería Yamanaka, así que evidentemente le enviaría flores.

—Hola, buen día, ¿viene por flores para su novia? —era una niña rubia de grandes y claros ojos azules, Ino Yamanaka. —Pues ha llegado donde están las más frescas y mejores flores de toda Konoha.

—¿Dónde están tus padres? — busqué por el local las famosas Peonias —-es cierto eso de que son las mejores flores de la aldea, ¿por qué no compré antes aquí?

—Mamá está enferma, papá está con ella. Ya estoy grande, me sé los precios y sé sumar y restar, estoy aprendiendo a hacer arreglos muy bonitos (los mejores de mi clase) así que puedo atender sola el local, soy inteligente.

—Hum… eso parece.

—Sí, ¡Oiga, cómo que parece! —gruñó, después sonrió —¡Oh, Peonias! Son muy hermosas.

Sonreí—-; quiero estas para llevar.

—¿Por qué no mejor una docena?

—Hum… tres está bien, son muy grandes.

—¿Seguro? Son bonitas, pero se ven muy solitas, si lleva más lucirán mejor.

Suspiré— media docena entonces, por favor.

—Entre más mejor— dijo sonriente y empezó a envolverlas— aunque con una docena lucirán increíbles.

—Sí, ya veo que eres lista. Media es suficiente.

—¿Se las dará personalmente o las enviará? Espere, espere, no es algo que deba decidir a la ligera.

—¿Por qué?

—En cuestiones de flores lo mejor es entregarlas personalmente si quiere un detalle romántico. Pero si son para disculparse porque está tan molesta como para matarlo, enviarle flores siempre ayuda antes de verse, una sorpresa y un detalle, ¿cómo no se bajaría el enojo? Después cuando vaya a verla tendrá terreno listo, y si quiere asegurar que lo perdone, llévele otras pocas cuando la vea.

—Hum… Tal vez sea mejor enviarlas.

—Ah, entonces está enojada, seguro que es una fiera por la cara que puso. Apuesto que le gustaran mucho. ¿Son para su novia?

—Algo como eso.

—¡Oh! ¿Entonces es su amante?

—No— dije extrañado y avergonzado.

—Ah. Ya veo.

—Parece que eres demasiado inteligente para tu edad.

—¿Es un novio? No parece del tipo que tenga novios.

—¿Qué? No, no son para mi novio, ni mi novia, ni mi amante.

—¡Ah! Entonces son para una mujer que quiere conquistar y contentar.

—No solo eres astuta, igual hablas mucho.

—Eso dicen todos— rio mostrando su gran sonrisa —; entonces… ¿Para quién son?

—¡Hatake Kakashi! —un hombre alto y rubio entró al local salvándome de la insaciable curiosidad de la niña, o eso creí— Sabía que tarde o temprano vendrías a mi tienda— Inoichi Yamanaka, de los pocos de esa familia que no deseaban darme un golpe (mínimamente), tal vez porque nunca le vi en la "sala R".

—Inoichi san, tu hija es lista.

—Sí, lo sé.

—Tal vez demasiado.

—Lo sé— sonrió y le acarició los cabellos rubios, la niña dio una gran sonrisa—; que grata sorpresa verte aquí, ¿Peonias? Buena elección.

—¡Sí! – gritó la pequeña emocionada —-Sencillas, elegantes, hermosas, duran mucho y son muy caras.

–¡Ino!

—Pero en nuestra tienda son las más baratas y hermosas de toda la aldea.

Inoichi sonrió y yo por poco.

—¿Y quién es la afortunada que ha logrado sacarte un par de flores?

—¡Una docena papá, ya casi se llevará una docena!

—¿En serio? –dijo sorprendido.

—Media— contesté, la niña hizo un puchero resignado.

—Debe ser alguien muy especial entonces, bien hecho, ¿quién es?

Ahora recuerdo porque no venía a comprar aquí. Esto no puede ser más vergonzoso.

—Bien Inoichi san…— alguien habló desde la casa. —Tu esposa estará bien mientras sigas las instrucciones y entró desde la puerta que daba al local— tengo buen pronóstico, unos días y...

Era ella. Haruno sensei interrumpió su diálogo al verme y surgió uno de esos silencios incómodos que no le agradan a nadie.

—¿Sakura san, mamá estará bien? —La voz de la pequeña Ino rompió con la quietud entre nosotros dos.

—Sí, si sigues todo lo que diga por supuesto que sí —pareció despertar y le sonrió a la nena. Los ojos azules de la niña se iluminaron —Inoichi san, estos son los medicamentos, siga la subscripción y vendré en unos días para ver su progreso; buenos días Kakashi kun.

–Buenos días.

–¿Sakura san, lo conoce?

—Más o menos, aunque nunca pensé verlo en una floristería— dijo con sorna, era incómodo.

—¿En serio? Debe ser un tacaño entonces.

—Ino…

–Lo siento, quise decir que es la primera vez que viene. Dice que para comprar flores a alguien que no es su novio (que bien, porque no parece de los que tienen novio, ¿verdad?) — todos rieron, excepto yo—, ni su amante —nadie rio, excepto yo, nervioso–, ni su novia, pero algo así como su novia, aunque está molesta con él, yo creo que debió meter la pata muy feo o ella es una malhumorada horrible.

—¡Ino! – su padre la reprendió, la niña cerró la boca instantáneamente.

—¿Sí? ¿Por qué lo dices? —preguntó mi maestra con ese tono que no augura nada bueno.

—Eso dijo él.

—¿En serio?

— En realidad… yo no dije nada y…

—Pues si está tan enojada como dice Ino chan y crees que mandándole un par de Peonias te perdona… —pausó y suspiró incrédula —buena suerte con eso Kakashi kun.

–¡Es lo que digo yo! Mínimo una docena, ¿verdad Sakura san? ¡Le dije que una docena, una docena!

—Ino.

—Perdón papi.

—Hum…— se volvió más incómodo, su mirada enfadada no ayudaba mucho —Haruno sensei, yo…

—¡Sensei! — el grito de la niña irremediablemente interrumpió cualquier tipo de disculpa —¡Papá, dijiste que ella no era sensei de nadie!

—No dije eso.

—¡Claro que sí!

—Dije que ya no tiene alumnos, no que no tuviera antes. Ustedes perdonen, desde el primer día que te vio sanando a mi esposa se le ha metido en la cabeza ser tu alumna.

—He practicado mucho desde entonces, como me aconsejó ese día, la planta ya no está marchita —la niña corrió y trajo una pequeña planta en una maceta, era raquítica y pálida, aplicó chacra y se volvió un poco más verde y turgente, pero solo por segundos —¡ah! Espere, espere, seguro que puedo hacerlo por más tiempo, ya casi lo tengo, de verdad.

—Sí, sí, lo noté Ino chan… pero…

—Además soy lista y persistente, y no soy tan mala, quizá soy un poco torpe y me faltan detalles pero papá dice que con mucha práctica lo lograré y...

—Ah… Ino chan— Haruno sensei se removió nerviosa y apenada, le tomó el rostro y con delicadeza le dijo —serás excelente, no hay duda, no importa quién te guie. Sigue practicando, la próxima vez seguro que te quedará perfecto.

—Sí— dijo despacio, desanimada —¿Así que tú fuiste el culpable? —me señaló bastante enojada —¿Qué tan malo fue lo que hiciste para que ya no acepte alumnos?

—¡Ahora si jovencita! ¡Te has ganando una reprimenda!

—¡Pero… pero…! ¡Papá!

—Kakashi kun fue mi alumno— dijo despacio —pero no el único, he tenido tres, pero… él es el único que todavía está aquí.

—¿Y los otros dos? ¿Se fueron de la aldea?

—Ino… ve a ver si tu madre necesita algo, ¿sí?

—Pero… pero…

—Ino.

—Ah, está bien. —La niña partió dejando la maceta sobre el recibidor.

—Me disculpo en nombre de mi hija, suele hablar mucho, pero realmente está empecinada en que la tomes como su alumna.

—Y eso me halaga de verdad Inoichi san, pero… estoy segura de que será magnífica y tiene talento, pero…

—Sí, comprendo, no hay problema.

—Vendré en unos días, llámeme para cualquier aclaración. Creo que es un poco tarde, debo irme al hospital, que tengan buen día, me despide de Ino chan.

Y apenas terminó de hablar desapareció por la puerta. Inoichi suspiró y terminó por envolver el ramo de Peonias.

—¿Crees que tu maestra algún día vuelva a…?

—No lo sé. Es complicado.

—Lo imaginé. ¿A dónde las mando?

–Creo que mejor se las daré personalmente.

—¿En serio? Bien, buena suerte entonces, ten buen día.

Apenas salí la busqué pero no estaba cerca, me di prisa y me topé "accidentalmente" con ella en una glorieta cercana.

—Ah, vaya, así que siempre te arriesgaras a entregarle las flores. Piénsalo bien, no siendo que te rompa algún hueso, esa fierecilla que describió Ino chan no debe ser para menos.

–Hum… algunos exageran con esas cosas, confío en su buen corazón —le extendí las flores, ella frenó, las miró, suspiró —y en mi buena suerte.

—Buena suerte entonces— siguió su camino sin tomar las flores. La seguí, iba rápido, pero nada del otro mundo.

—Sensei, yo no dije nada de eso y… bueno, no creí que… es que…

—¿De qué hablas? Espera, espera, no tienes por qué decirme nada, igual no me importa, ni tiempo tengo porque hay un mundo de trabajo esperándome y voy tarde.

—Pero… Haruno sensei es que…— la seguí de nuevo, era rápida —¿Cómo puede ser tan rápida con esos zapatos, subiendo por esta calle empedrada y teniendo piernas tan cortas?

—¿Piernas cortas? —me miró enojada.

—Hum… pero igual son muy lindas.

—Arg…— gruñó sonrojada y apuró el paso, la seguí —Sí, definitivamente confías demasiado en la suerte, quizá la tengas, no tengo tiempo ni para hablarte.

—Igual solo tiene que escucharme y no tiene que parar porque no voy a tardar mucho, tengo que partir en unas horas a misión.

—¿Qué? —se detuvo y me observó detenidamente —; pero, ¿cómo? Pensé que tendrías varios días libres, sobre todo por…por… el interrogatorio.

—Surgió algo importante y urgente.

—¿Y eso qué? ¿Konoha no tiene más anbus que tú?

—No como yo.

Rodó los ojos —¿tan presuntuosos? No, no creo que eso se pueda —sonreí, ella sonrió un poco, solo un instante—; hablando seriamente deberías considerarlo, no creo que sea recomendable; ¿seguro que tu médico te ha autorizado? Si te autorizó volver, lamento informarte que no es muy bueno en su trabajo.

—En realidad era muy competente.

Ella suspiró— ¿Quieres decir que no has visto a nadie desde que te atendí?

—Hum… usted hizo un gran trabajo —ella bramó y le sonreí nervioso —No es la gran cosa. Estaré bien. Igual no puede negociarse mucho con la hokage.

—Sí. Te diría… te diría que iría a hablar con ella e interceder por ti, pero, además de ridículo… —rio —, han pasado muchos años de la última vez que lo hice, y no me fue muy bien que digamos.

—Lo recuerdo.

—Que se hace ya, ve con precaución, más de la normal, no han pasado tantos días desde el… el jutsu. Seguramente aún tienes secuelas, ¿verdad? ¿Has dormido bien?

—Sí, toda la noche— me miró incrédula —, tres cuartos, bueno… unas horas, pero no es tan malo.

—¿En serio? Yo aún tengo pesadillas— su sonrisa agridulce era linda, pero no me pareció gracioso —lo siento, no debí…

—No se preocupe; ¿las tomará? Son para usted.

—Pues… ya que— Suspiró y aceptó las flores no de muy buen agrado.

—¿Cree que debí comprar las otras seis? Todavía puedo devolverme por ellas.

Sonrió —no, no es necesario. Son suficientes.

—Que bien, porque usted no es la única con prisa.

—Lucirán hermosas en la oficina del hospital. Son muy lindas.

—Eso me dijeron. Peonias, finalmente di con las elegidas.

—No, no lo son— dejó con calma, mirando su reloj.

—¿No? Pero usted dijo que le gustaban.

—Claro que sí, ¿a quién no? Son hermosas, pero no son mis favoritas.

—Que bien que no compre las doce entonces.

Sonrió débilmente, solo un instante —Es tarde. Kakashi kun, sino puede evitarse, entonces solo queda pedirte que… seas cuidadoso.

—Hum… Lo seré. No se angustie, no soy tan malo en mi trabajo.

—Lo sé, eso me preocupa un poco también —Me miró profundamente, preocupada, como años atrás, como si apenas unos días no le hiciera rabiar, avanzó unos pasos calle arriba, sin despedirse, yo también partiría, pero se detuvo y giró mirándome con la angustia de casi siempre —Kakashi kun… si… si acaso te parece difícil seguir el camino… solo recuerda tu aldea, ella te esperara no importa que tan lejos vayas.

Aquello me sorprendió, después recordé que ella poseía parte de mis recuerdos, los de los últimos meses, y entendí que quizá no era tan admirable que supiera lo duro que era "seguir adelante" y encontrar una razón lo suficientemente fuerte para volver a casa y seguir viviendo.

—Gracias sensei… — pensé un poco en no decirlo, pero no me atreví a callarlo —Es mucho más sencillo ahora que tengo un motivo para volver.

—¿Sí? ¿Cuál?

—Usted— sus grandes ojos verdes se abrieron sorprendidos y apretó las flores, sonreí ante su vergüenza, me gustó verla así, apenada ante un halago mío —; es que no puedo quedarme con la duda de las flores, ya verá, lo sabré pronto— no habló, sus ojos verdes me veían aun asombrados, con mis palabras todavía sonando en el viento que mecía sus cabellos — Tenga buen día sensei.

—Igual, Kakashi kun.

Avanzó unos pasos y la miré ir calle arriba, sonreí y bajé en sentido contrario, recuperando un poco de aquella alegría que el interrogatorio había intentado robarme, pero me aferraría a ella lo más que pudiera. Caminando rumbo a mi casa di con algo que podría haberme quitado la alegría ganada: Gai.

—¡Hey, hey Kakashi, Kakashi! ¡Cuánto sin verte! ¡Me alegra tanto! Estaba tan preocupado por ti, que no…

Afortunadamente logré que se callara, como siempre hablaba demasiado, le di un golpe en el estómago y eso le cerró la boca. Al menos por unos segundos, además de hacerme sentir mejor. Desde que discutí con Haruno sensei respecto a "mi novia" tenía ganas de darle su merecido por soplón.

—Idio… — me miró y cambió su tono enojado a uno quejumbroso, seguro que no me veía de buen humor —¿Qué te pasa? ¿Así es como recibes a un buen amigo después de tanto…?

—Créeme, te lo merecías.

—¿Qué? —dijo doblándose del dolor — Pero ¿por qué?

—Tú sabes perfectamente por qué— lo miré enojado.

— ¿Qué? No ¿Por qué?

—Sabes que te lo mereces, eso y más. No te hagas el inocente, eso te pasa por andar haciendo cosas que no deberías hacer y…

Gai enrojeció —¿te… te enteraste? — Su boca tembló de pena y miró a todos lados— baja la voz— murmuró.

—Hum...

—Te juro que… que no sabía que era mi prima.

—¿Qué?

—Además solo fue una vez y…

—¿Tu prima?

—Segunda, prima segunda. ¿Cómo es que lo sabes? Hicimos un pacto de no decirle a nadie y…

—¿Tu prima?

—Segunda…

No supe si reír o simplemente darle otro golpe en la cara, opté solo por caminar. Y así fue como perdoné a Gai esa vez, y como me dio algo para fastidiarle cada vez que me viniera en gana, han pasado años y aún lo hago, sigue siendo efectivo y divertido.

Convencer a Ayaka san me llevó más tiempo del que pensaba, pero igual lo conseguí, y así, de un momento a otro, la rutina ya me absorbía y me veía inmerso en la adrenalina de las misiones.

Fue un poco difícil al inicio, las secuelas del jutsu me golpeaban esporádicamente, eran desagradables y me desconcentraban de vez en cuando, afortunadamente fue por pocos días y lograba disimularlo muy bien.

El papel de Ayaka san no representó muchas dificultades para ella. Su especialidad era aparentar ser alguien más, desenvolverse con delicadeza y elegancia acaparando la atención de los hombres. Nadie sospechó que reemplazaba a la anterior anbu que cayó muerta por las astucias del enemigo.

Cuando la veía solía reírse y bromear con eso de "aparentar ser otra que a su vez finge ser alguien que no es". Su papel de amante de "un hombre importante" la divertía bastante, y continuamente me decía que era bueno salir de la rutina de vez en cuando.

También solía decirme eso de "la buena suerte sigue sonriéndole a los tontos" cuando le contaba sobre Haruno sensei, y es que contarle los detalles sobre lo mio con mi maestra fue parte de sus condiciones, y escuchar su opinión y consejo también, por supuesto.

La primera vez que le conté de mi declaración soltó un grito agudo de emoción (casi nos cuesta la misión), para luego darme en la cabeza con su elegante y delicado zapato que igual dolía. A veces solía reprenderme e incluso darme un que otro golpe.

—-¡Serás bestia! No sé cómo fue que no te dio tu merecido.

—Creo que estaba algo sorprendida.

—-¿No, en serio? ¿Tú crees? Pero si solo la besaste como animal.

—Hum… pensé que eso les gustaba.

—Tonto… imagínate, su pequeño alumno viene y le planta tremendo beso cuando la pobre solo se desahogaba.

—¿Entonces estuvo mal?

—No, como crees— ironizó —Aunque igual te dejó vivo, que suerte de tonto la que tienes.

Evidentemente volvió a golpearme cuando le conté lo del interrogatorio, y me dio otro más cuando le dije lo de mi casa; se burló de mí, y después me golpeó cuando le narré lo de la florería.

—¡Mira cabeza dura la que tienes! ¡Pobre mujer! ¡Seguro que has sido tan idiota! De verdad que tienes suerte. Como dicen por ahí, "la suerte sonríe a los tontos". No puedo creer que después de todo lo que le hiciste te haya aceptado las flores.

—Entonces… ¿crees que es una buena señal?

—¡Por supuesto que sí! ¡De verdad eres tan tonto! Por Dios, mínimamente yo te habría tirado calle abajo después de tantas tonterías que hiciste.

—Es que… bien, es un poco confuso. No quiero presionarla, pero… de verdad que deseo…

—Sí, sí, yo sé lo que deseas.

—¡No! —dije sonrojado, ella se alzó de hombros —bueno, también… pero me refería que a veces es un poco complicado… no es como si tuviera mucha experiencia en esas cosas, además, saber que tengo esa oportunidad… tú me dijiste que no la desperdiciara.

—¡Ah, y ahora es mi culpa! ¡Claro que debes aprovecharla, pero no echarla a perder! ¿Qué no eres un maldito genio? Idiota, hombre dejaras de ser. Mira Kakashi kun, ten cuidado, ¿qué esperabas? ¿Qué corriera a refugiarse en tus brazos? Por Dios, la mujer acaba de divorciarse, es muy difícil lo que ha pasado y tú le sales con eso, ¡Cómo crees que va a reaccionar! Menos mal que te dio por escucharme (milagros que hace Dios) y te mediste un poco dándole unos días sin ir a acosarla, sino seguro que no llegas a esta misión.

—¿Tan mal estuve?

—Sí, eres un idiota. Solo sé precavido, menos efusivo (a menos que sea necesario, por supuesto).

—¿Y cómo voy a saber cuándo sí y cuándo no?

—¡Adivina! Yo que sé. Sólo no metas la pata y lo eches todo a perder para nosotros.

—¿Nosotros?

—Sí, nosotros, que soy tu amiga y confidente, también cuento. Maldita buena suerte la tuya de lograr lo que yo siempre quise y vienes a tratar de estropearlo— me miró molesta y deseé esquivar algún proyectil imaginario —mira, debes lograrlo sino nunca voy a perdonarte, y créeme que no andaré consolándote disfrazándome de tu maestra como si no tuviera otra cosa que hacer.

—Bien, bien, ya entendí, no tienes por qué gritar, van a oírnos y nos van a descubrir.

—¿Y qué? Se supone que eres mi sirviente, puedo decirte idiota, inútil y cuanto me dé la gana, que para eso se supone que te pago— suspiró —mira, sólo lleva las cosas tranquilo, se inteligente, se sigiloso, se amable. Cortéjala, conquistala como se debe, como un caballero, no como un canalla presuntuoso, demuéstrale que ya no eres un niño no solo al besarla e insinuarte. Ya habrá tiempo para eso cuando la conquistes.

—¿Entonces qué debo hacer, dejarla? ¿Alejarme de ella?

—¡No has puesto atención a todo lo que te he dicho todas las veces que hablamos! Serás bestia… no, claro que no.

—¿Entonces debo estar con ella siempre?

—¡Claro que no! Los hombres así son muy empalagosos y asfixiantes.

Bufé y ella se calzó los zapatos y salió no sin antes decirme otro par de cosas —la buena suerte sonríe a los tontos, así que seguro tendrás otra oportunidad; el destino es así, y si es tu destino estar con ella ya tendrás otra oportunidad, solo no le dejes todo el trabajo a Dios, la suerte y el destino, tal vez también se cansan de ti y te dejan. Después seguimos conversando.

Y salió cerrando la puerta con delicadeza y cubriéndose el rostro con el abanico de papel.

Eran pocos los momentos que podíamos darnos el lujo de conversar, sin embargo Ayaka san insistía preguntándome sobre "mi asunto". Aquello no significaba que la misión fuese sencilla o libre de amenazas, por supuesto que no. Por algo los anteriores shinobi murieron por cierto astuto ardid de los contrarios, pero fueron lo suficientemente listos para cubrirlo muy bien y dar pauta para seguir la misión.

Siendo la "amante" de un hombre importante era víctima de múltiples enemigos que deseaban verla muerta, o vernos muertos, bajo mi papel de sirviente era obvio que formaba parte de la gente indeseable y blancos fáciles.

Al final de todo se logró el objetivo pero bajo un precio altísimo, la vida de Ayaka san.

Fue así como de un momento de estar en plena quietud pasé a correr con ella en brazos, tratando de escapar y llevarla a que recibiera atención oportuna y que viviera. Fue una noche durante un paseo en un hermoso y enorme barco. Ella me pidió ir al lugar de la fiesta para asegurarme de que todo saliera bien mientras ella se cambiaba para estar sumamente hermosa ante los ojos de su "nuevo admirador y amante" que, según ella, no era tan malo si quitaban ese peligroso poder que lo rodeaba. Repentinamente las alarmas de incendio sonaron y me di cuenta de que ella no estaba. Corrí a su camarote, ardía en llamas, abrí la puerta quemándome las manos y la busqué por todo el lugar, la encontré en el suelo, desmayada.

La cogí en brazos y logré sacarla pero el resto del barco se encontraba bajo las quemantes llamas, fue muy complicado. Mientras corría con ella en búsqueda de salir del infierno caliente y abrazador que era el barco, logré que reaccionara brevemente, fui inmensamente feliz al escucharla bromear.

El ruido de las personas yendo y viniendo, llorando y corriendo se opacó repentinamente, y supe que estábamos solo nosotros dos con vida en aquel gran bote, muchos cuerpos yacían tirados en el suelo por el humo que brotaba terriblemente.

—Kakashi kun…

Su voz débil logró acaparar mi atención, tomé su rostro que apenas lograba levantar. Empezó a toser y su voz fue más débil que nunca.

—Déjalo así —me dijo despacio —aunque me saques de aquí no servirá, inhalé mucho humo y… —tosió dolorosamente y sonriendo me dijo—; bebí lo que no debía. Por fin lograron que me confundiera lo suficiente y… —me asusté y preocupe demasiado, no solo estaba mal por el humo que oscurecía la nave, sino por alguna extraña y tóxica sustancia como las muchas que alguna vez le implantaron en sus bebidas y comidas (eso fue lo que mató a la anterior kunoichi) —; fui tan estúpida —sonrió —pero… estaba tan emocionada, es tan lindo este vestido, lástima que se quemará… me descuidé un poco y apenas lo noté ya era muy tarde, eso junto al humo me mataran en poco tiempo.

—No, no. Algo debe hacerse, no debe ser tan malo.

—Lo es— dijo ella —Bájame, déjame aquí, creerán que tú y yo perecimos y así ya no te buscaran, ¿a qué es una buena idea?

—Ayaka san…

Sus ojos hermosos y cansados se cerraban —tengo mucho sueño, me siento tan… tan bien. Es extraño.

—Creo que podremos salir por ahí y…

—No, no. Está bien, es una bonita vista desde aquí, siempre me gustó el mar. ¿Sabes? Me alegra morir así. ¿Me veo linda?

—Sí, más que nunca.

Ella sonrió e incluso se sonrojó.

—Estoy feliz de que sea así, siempre odié la sangre, también por eso odiaba ANBU, algún día lo dejaras, ¿verdad?

—Tal vez. Primero saldremos de aquí, lo demás lo discutimos después.

Logré abrir la puerta a patadas, pero tuve que regresar, el fuego consumía terriblemente esa parte del barco. La puerta terminó por caer junto a un montón de pilares que hacían todo más complicado, no podríamos salir los dos.

—Maldita sea.

—Te lo digo, solo tú, solo tú. Sal de aquí y ve con tu maestra de cabellos rosados, debe estarte esperando. No seas tan idiota y lo arruines, pobre mujer, dale tiempo, sé bueno. A las mujeres nos gusta eso.

Tuve que realizar un jutsu de barrera para ganar tiempo y que el fuego no nos atrapara, pero aquello no ayudaría mucho.

—Te sacaré de aquí.

—¿Y qué? Me sepultaras en tierra. No me gusta… sabes… siempre me han dado miedo los espacios pequeños, soy claustrofóbica, que ridículo, ¿verdad? No me entierres.

—No digas eso, seguro que aún no…

Me tomó la mano y me la besó dulcemente —está bien, ya no importa. ¿Te has quemado? Al menos así podrá sanarte, mira, te he dado una buena excusa para estar con tu sensei de ojos verdes— sonrió.

—Iré con ella, y te atenderá primero a ti, es muy buena, de verdad, te salvará.

—Siempre… siempre quise conocerla. Hubiéramos sido buenas amigas, ¿verdad? Confieso que también siempre la envidié un poco, a ella y a Tsunade, ustedes dos las aman tanto— bostezó —No te sientas mal por mi— me acarició el rostro y me secó un par de lágrimas —Al menos en cenizas seré libre, libre al fin, libre de verdad.

—Ayaka san, perdona por… traerte aquí.

—No, no, está bien. Pero… quiero, quiero que lleves esto.

Me dio una pequeña y vieja pulsera tejida que siempre cargaba, era de varios colores, de esas que tejen y venden las niñas en los festivales —es mi más grande tesoro, quiero… que lo dejes en Konoha, allá, en el gran durazno de la colina del parque oriental —cerró los ojos y sonrió— ahí, ahí fue el lugar donde pasé el día más feliz de mi vida, aun lo recuerdo, él…

—¿Él? — bromeé— ¿el primero?

Ayaka san solía decirle "el primero" a aquel viejo amor que me contó alguna vez, aunque nunca me dijo su nombre.

—Él me lo dio, fue el primer regalo que me dio un hombre que me gustara, raro, me han dado hasta joyas, pero este es más valioso que cualquier cosa— el sonido de la madera crujiendo bajo el fuego no era alentador —Si lo dejas ahí, creo que encontraré la forma de llegar ahí y reposar; siempre quise volver ahí, en esta época debe estar lleno de flores, debe ser hermoso.

—Pero…

— No estés celoso Kakashi kun— bromeó —¿Sabes?, te he mentido, si bien no eres el primero, también te quiero mucho, eres el segundo hombre que mas he amado— y rio —pero no eres mi amor secreto, por eso… por eso no te sientas culpable, ni tan importante.

—Entonces, soy el segundo —Sonreí y sollocé al verla sin fuerzas, desfalleciendo, la recosté con delicadeza y me sonrió dulcemente.

—Que gracioso, te ves lindo cuando lloras, ¿no te lo había dicho antes? Podrías usarlo con ella, seguro que ya te ha visto de niño, pero dale la oportunidad de ver más de ti ahora que eres un hombre. Buena suerte. No lo arruines, hazlo por mí, si lo arruinas vendré a asustarte.

—Entonces, tal vez lo haga para…

Callé, sus ojos se nublaron por completo y su vida se apagó para siempre. Tomé su pequeño cuerpo y lo abracé, no tenía tiempo, pero deseaba despedirme, besé sus mejillas.

—Hasta pronto Ayaka san. Trataré de no echarlo a perder.

La recosté con suavidad en el piso que apenas se mantenía integro gracias a mi jutsu. La miré por última vez, se veía hermosa, delicada, como siempre. Había una ligera sonrisa en su rostro, una sincera y pequeña.

Deshice el jutsu y corrí alejándome de ahí, sin poder mirar atrás, no deseaba ver el cuerpo de ella consumido por el fuego abrazador de las llamas.

Corrí, tuve algunas quemaduras y golpes por la madera ardiendo que caía por todos lados, milagrosamente logré salir de ahí. Salté al agua y tuve que nadar fuerte y velozmente lejos del enorme barco que se desquebrajaba bajo las llamas. Sólo al llegar a tierra pude darme tiempo para un respiro y girar y ver como el enorme barco desaparecía envuelto en una hermosa e imponente llamarada roja que ardía iluminando la gran noche.

Me alejé de ahí antes de lo que hubiese querido, las voces, los pasos, los murmullos me obligaron, era peligroso, si me encontraban las personas equivocadas todo el esfuerzo se iría a la basura.

Así fue como me despedí de Ayaka san.

Apenas pude cumplir con su deseo y llevé su pequeña pulsera al gran durazno, florecía y sus hermosas flores esparcían una dulce fragancia, no pude evitar esbozar una sonrisa.

—Tenías razón Ayaka san.

Me dejé caer frente al enorme árbol y suspiré sintiendo la dulce brisa de la tarde y deseé, realmente deseé que sus palabras se hicieran realidad y que sus restos embebidos en las corrientes de viento llegaran hasta ese lugar guiados por sus recuerdos, por su mayor tesoro.

Tan absorto estaba que no noté cuando Jiraiya san llegó, fue hasta que me puso una mano en hombro que me percaté de su presencia.

—Tranquilo, no te muevas mucho, estás herido.

—No es tanto.

—Tsunade me pidió que te siguiera, la asustaste un poco.

—No tenía tiempo para quedarme, tenía que hacer algo.

—¿Es ella, verdad? ¿Ayaka fue quien te acompañó?

Asentí —¿Cómo lo sabe?

El ermitaño sonrió y se sentó a mi lado haciendo un gran escándalo— solía escribirme recados cuando pasaba algo importante.

—No debí inmiscuirla, de saber yo…

—Lo sé. Estoy seguro que hiciste lo que pudiste, no siempre se gana. Seguro que ella igual lo sabía.

—Sí.

Quise escarbar un pequeño hueco cerca de las raíces, pero era difícil, las manos me ardían y uno de mis brazos dolía terriblemente, Jiraiya me ayudó. Le agradecí y extraje aquella sencilla pulsera.

—Aún la conservaba— dijo él —, han pasado tantos años y aún la conservaba.

—¿Qué?

—La pulsera. Se la obsequié hace mucho tiempo. Era muy joven, 15 o 16 años. Había festival, fui al cuartel y unos chicos hablaban con ella, eran muy insistentes, no los culpaba, era una joven muy hermosa, pero se veía triste y un tanto amargada. Los tipos se rindieron y la dejaron. Yo ya la conocía de antes, era tristemente famosa. Me acerqué y la invité al festival, fue un poco difícil, pero lo conseguí. Le compré un poco de ropa, se veía como una pequeña muñeca, una muñeca triste y rota. Fue una bonita tarde, le compré la pulsera y se la puse, fue la primera vez que la vi sonreír con sinceridad, como lo debería hacer una jovencita de su edad, sin penas, sin tristezas, sin ese dejo melancólico que siempre tenía. La traje al durazno porque era el lugar más hermoso, había florecillas por todos lados y olía muy bien, como ahora. Creo que le gustó, se veía contenta mirando las florecillas bailando con la brisa de la tarde.

Me quedé un poco admirado de saber por fin quién era "el primero".

—Ese día le dije que una mujer tan joven y hermosa no tenía que verse tan seria y como si tuviera 10 años más. Creo que la ofendió un poco pero no dijo gran cosa. Le prometí sacarla de anbu, tal vez no me creyó, tal vez sí, lo cierto es que tardé varios años en lograrlo, finalmente ella me agradeció infinitamente que lo cumpliera. Seguí viéndola con los años, y el resto es historia.

—Creo que… que ella realmente estaba feliz.

—Sí, eso espero. Fui un poco malo con ella, no era mejor que los otros hombres que iban a refugiarse en ella, que la usaban. Nunca la pude compensar.

—Yo tampoco.

—Era una gran mujer. Solía decir… decir que la belleza era bendición tanto como una maldición, tal vez era verdad, con ella tal vez lo era.

Se incorporó después de una pequeña oración y tocar la tierra donde la famosa pulsera aún está.

—Al menos espero y ahora sea libre, libre como el mismo viento, siempre deseó eso.

—Sí.

Me ayudó a levantarme —debes ir a ver a alguien, sé que es difícil pero estas heridas se infectaran y después será peor.

—Hum...

Mientras el ermitaño me ayudaba y caminábamos rumbo al hospital pensé en Ayaka san, en su suerte y comprendí mejor porque siempre parecía lograr comprenderme, lograr ver más allá de mí, de lo poco que solía contarle, y entendí esa alegría que le asaltó cuando le conté de esa pequeña esperanza que nació para mí, sus palabras de aliento y su gran ilusión. Era clara la respuesta, ella pasó lo mismo que yo.

Le debía mucho y me propuse tratar de llevar a bien mi "buena suerte de tonto" respecto a mi amor por Haruno sensei.

Y, prometí, en nombre de Ayaka san, tratar de no echarlo a perder, porque se lo debía, a ella, a mí, a Haruno sensei.

Esa promesa me ayudado algunas veces, pero a veces ha sido insuficiente, por mi terquedad, por mi torpeza y orgullo, espero y, como dijo ella, "la buena suerte siga sonriéndole a los tontos" y pueda resarcir mis errores.

Lo espero en verdad. Una vez más.

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Saludos desde Sinaloa, México.

27-09-24

Pues acá con otra actualización. Despidiendo a este personaje que le tome tanto cariño, quizá después le haga otra historia. No sé, ahora con los años pensé en cambiarle el final, pero al final no pude.

saludos y hasta pronto.

Cristo vive.

Nota original:

Hola:

Me alegra mucho poder finalmente actualizar HS, se me ha complicado de sobre manera debido a que he pasado por muchooo trabajo, mucho cansancio, y bien, lo redactaba de poco a poco y perdía el hilo (si llegan a ver algun error de edición o secuencia es por eso), pero gracias a Dios aquí esta el siguiente episodio.

Un cap. Melancólico donde le digo adiós a un Ooc mio, Ayaka san, me fue un poco complicado, porque amaba tanto el personaje… me caía muy bien, y voy a extrañarla terriblemente. Si alguien quiere regalarme la dicha de verla plasmada en un dibujo y no solo en mi cabeza saltaré de felicidad.

Pues bien, veremos como le va a Kakashi el resto del fic, que con esto ya entra, ¡POR FIN! a la recta final.

Saludos y dios me los cuide.

Hasta pronto.