Habían pasado dos días desde que Dalila había sido secuestrada, en ese tiempo la joven se había dado por vencida al no encontrar una forma de salir de aquel sótano en una casa de ubicación desconocida, pero no perdía la esperanza, confiaba en que alguno de los policías de su padre la encontrara.
Dalila no sabía qué hora era exactamente, no tener ventanas ni relojes en aquel lugar la desorientaba, y desde luego sus largas siestas inducidas por la confusión y el aburrimiento no ayudaban a resolver su incógnita temporal, las únicas referencias del paso del tiempo a lo largo del día eran las visitas de aquel zorro y su compañero felino para dejar la el paso de los días se acostumbró su presencia, disfrutaba de las charlas con Juan fruto de sus juegos de póquer y el gato parecía curioso por su presencia, había intentado hablar con él sin ningún resultado y la monotonía de su rutina estaba empezando a afectarla.
Lamentablemente esa monotonía se acabaría en poco tiempo con un giro negativo. La joven se encontraba aburrida, tumbada en la cama cuando un ruido desde la puerta principal de la casa la llamó la atención.
-¿Hay alguna noticia?- dijo Juan que sonaba bastante cerca de su posición.
-No.- dijo la voz furiosa de ese hombre desconocido.-El alcalde no cede, las palabras no sirven de nada con él-hubo un momento de silencio y una frase que Dalila no pudo escuchar antes de oír al cochero nuevamente.-¡haz lo que te digo Foulfellow!-
Escuchó entonces pasos que se dirigieron al sótano y Juan entró con indecisión en la habitación.
-¿qué pasa?- dijo ella asustada.
-No hables, calla y obedece.- dijo antes de posicionarse tras ella y vendar sus ojos con un pañuelo azul impidiéndola ver. -¡NO! ¡Suéltame, por favor!- suplicó asustada.
Dalila intentó apartarse de él, pero el zorro fue más rápido y la agarró de los hombros con fuerza para que no escapara, ella se resistió notando la tensión y el dolor de sus músculos, pero su forcejeo infructífero se detuvo súbitamente cuando la puerta del sótano se cerró de golpe, aunque no podía ver nada, Dalila pudo sentir el nerviosismo del zorro que la apretaba con miedo y temblor.
-Sujétala bien Juan...-
Dalila escuchó un ruido metálico que la alteró e hizo que se moviera nerviosamente, consiguió zafarse de Juan e intentó quitarse la venda de los ojos, pero antes de que pudiera ni siquiera tocarla el otro hombre la dio una patada desde atrás lanzándola de cara al suelo, Dalila pudo notar un olor metálico desde su nariz y más tarde en sus labios cuando la sangre brotó desde su nariz y se filtraba entre sus labios. Alguien puso su pie en la parte superior de su espalda, Dalila supo que se trataba de ese hombre, porque podía notar la suela de un zapato contra su ropa.
-Ahora niña, pórtate bien si no quieres acabar peor de lo que ya estás.-
Dalila notó cómo más lágrimas caían de sus ojos y un escalofrío recorría su espalda adolorida, escuchó de nuevo ese sonido metálico, la pierna de aquel hombre la sujetaba contra el suelo, una de las manos de su secuestrado apartó el pelo de su nuca y agarró un mechón de la parte posterior, notó algo frío contra su piel que la rozó levemente, pero lo bastante como para que se alterara y se pusiera a suplicar.
-¡NO, no! ¡Por favor basta!- sollozó nerviosa y desesperada.
-Juan, sujétala las manos, haz algo y no te quedes allí mirando sin hacer nada.- dijo el desconocido.
Dalila entonces notó las manos enguantadas del zorro agarrar sus muñecas contra el suelo, de forma más delicada y cuidadosa que el otro criminal que estaba con ellos, sin embargo ella continuó moviéndose todo lo posible hasta que notó algo que rodeaba su cuello, algo que emanaba un calor húmedo, notó la respiración de Juan en su nuca y los colmillos del zorro rozando su piel blanca.
En un rápido movimiento las tijeras se abrieron y se cerraron con un ruido metálico cerca de su oreja izquierda, el peso ejercido por aquel hombre que la había atacado desapareció, aunque Juan seguía reteniendo sus ó pasos y después la puerta se cerró nuevamente con llave, pasaron unos segundos antes de que Juan se retirara y la liberase de su agarre.
De inmediato, la joven se retiró la venda de los ojos y vio un par de cabellos oscuros frente a ella, pasó su mano por la zona donde se habían apoyado las tijeras y notó que la faltaba un pequeño mechón de pelo.
-¿qué demonios ha pasado?- preguntó alterada.
-Él quería una prueba para enviársela tu padre, para amenazarlo.- dijo Juan mirando el rostro de la chica.-deberías limpiarte la sangre.-
Dalila recordó el golpe que se había dado en la nariz contra el suelo y tocó su labio superior manchando sus dedos de sangre.
-Debería haber algo para eso en el baño del sótano.- el zorro se encaminó hacia la pequeña habitación y volvió con un poco de algodón y un trapo.- Siéntate.-
Ella obedeció y se colocó en una de las sillas. El zorro procedió entonces a limpiar la sangre del rostro de la joven, Dalila se sorprendió por la delicadeza con la que realizaba esta tarea.
-Parece que la hemorragia no sangra más, si sale más sangre tienes pañuelos en el baño.- dijo cuando finalmente terminó.
-Gracias... por preocuparte por mí.-dijo ella.-Sigo sin entender por qué le ayudas, sois muy diferentes, ¿de verdad el dinero te merece la pena?-
-No es tan sencillo.- dijo Juan recogiendo los utensilios con los que había curado a Dalila.-él es demasiado poderoso, no tiene escrúpulos, hará cualquier cosa para conseguir lo que desea y no se pensará eliminar a quien sea que se interponga.-
-Pues escapa conmigo, pediremos protección a mi padre, si sabe que me ayudaste a escapar tal vez te ayude.-
-Soy un estafador, un ladrón, no creo que tu padre deseara escucharme, y de hacerlo ¿qué garantías hay de que me creyese?-
-Tal vez a ti no te haga caso, pero a mí sí... merecería la pena intentarlo, si consigo salir de aquí.-
-Escucha, ese hombre no es idiota, aunque salieras del sótano, él es el único que tiene llaves de las puertas exteriores, ¿te crees que Gideon y yo estamos todo el día dentro de la casa por gusto?-
-Entonces a vosotros os ha encerrado también.-
-Solo estamos en una jaula más grande que la tuya, él no es ingenuo, no se dejará engañar tan fácilmente.-
-¿Y qué haremos entonces?-
-Esperar a que tu padre ceda. Es lo único que te sacará de aquí.-
