Gracias por recibir con tanto cariño esta historia, en verdad lo aprecio mucho y me ayuda muchisimo a seguir escribiendo a pesar de los años que han pasado y ahora soy un adulto con responsabilidades pero igual de enamorado de One Piece.

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El olor de la sal y del huerto se mezclaban con el aire, haciendo de esa noche una particularmente fresca pero calurosa para una pelinaranja navegante que estaba guardando todos sus artículos personales a una gran velocidad, casi como si estuviera huyendo de algo... o alguien.

Mientras, un joven de cabello blanco y con una suave aura a su alrededor, flotaba como quien no quiere la cosa mientras disfrutaba comiéndose gajo a gajo una deliciosa mandarina que había cosechada hace apenas unos minutos.

-Luffy, vamos, ayúdame a empacar -le dijo Nami algo frustrada al ver que el solo estab ahi, bueno, flotando. -además ¿Por qué activaste tu Gear 5? no es como que no pudieras acostarte en ese sillón de allá - le dijo

El mugiwara que ya había terminado la mandarina, se volvió sobre su estómago, aún suspendido en el aire mientras le dedicaba una se sus características sonrisas. -No lo sé, supongo que durante estos 2 años me acostumbré a pasar la mayor parte del tiempo asi - dió unas volteretas en el aire de forma cómica -además así puedo hacer esto shishishishi - se acercó hasta casi quedar frente al rostro de la chica -¡Namiiiii! ya te dije que no hay prisa por empacar, el barco no volverá hasta dentro de una semana -

-¿¡UNA SEMANA!? -exclamó la joven dejando caer una bolsa con algunas de sus pertenencias -Y-Yo pensé que nos iríamos por la mañana - exclamó con decepción.

Luffy la miró con curiosidad -¿Tienes prisa por irte?-

-No es eso -le respondió desviando la mirada -es sólo que... supongo me entusiasmé al verte y pensé que nuestra aventura de ir por los demás comenzaría lo más pronto posible, pero me imagino también que eso ahora no depende del todo de nosotros ya que no tenemos a Sunny -

-¡Un! -gruño afirmando

-Además...-la navengante se acercó al chico -Tu estás muy calmado ¿Qué me estás ocultando?- alzó la mano para jalarle uno de sus cachetes haciendolo hacer una mueca

-¡Ah suéltame!- flotó un poco más alto huyendo de su agarre y se dirigió al sillón que le había indicado la pelinaranja para recostarse un poco. En cuanto su cuerpo tocó la suave tela, su cabello volvió a ser de su característico color oscuro. La navegante lo observó, estaba pensativo y de cierta forma como ¿Enfadado?.

-Sabes Nami, creo que es muy cansado ser... bueno esto -comenzó a platicar con pesadez. La chica se acercó a él y se sentó en la orilla del sillón, el mugiwara se volteó un poco de lado para darle más espacio. -Estos años que estuve viajando con el ER (Ejército Revolucionario), cada isla, país o nuevo continente al que llegábamos con sólo verme las personas enloquecian - dijo con un dejo de fastidio, el ser un "salvador" era algo que nunca había ido mucho con la personalidad despreocupada de su capitán. -como si esperaran que hiciera algo que cambiara lo que esta pasando en el mundo - hizo una leve pausa mientras cerraba los ojos. -yo no quería nada de esto -

La navegante lo entendía perfectamente, era algo que reflexionaba mucho mientras se ocupaba del huerto. El que aspiraba a ser el hombre más libre del mundo... atado a una "promesa" de un nuevo mañana no solo con una persona, si no con miles, con cada habitante y ser de su mundo.
Era un peso y una responsabilidad que él no había buscado, que él no había pedido y sobretodo que no deseaba.

Extendió su brazo derecha para alcanzar la mejilla de Luffy, pero esta vez de una forma suave. El pelinegro al sentir su tacto se recargó en ese toque, al igual que el día que por fin despertó después de la batalla contra Im. Abrió los ojos para encontrarse con los color almendra de la chica y le sonrió. Ella contestó su sonrisa y se inclinó un poco para besarlo.

Sus labios se rozaron primero tímidamente y luego más apasionamente cuando el pelinegro dejo salir un leve gemido y la navegante usó la oportunidad para profundizar el beso mientras deslizaba su mano de la mejilla hacia la nuca de su amado. Con su otra mano se apoyó levemente en su pecho y sintió el corazón de su capitán que latía casi tan desbocado como el de ella. Incluso podía jurar que escuchaba levemente un sonido de tambores al compás de sus latidos.

Se inclinó un poco más sobre él, recargando también sus pechos y sonriendo felinamente cuando Luffy la tomó firmemente de la cintura.

Se sentía en un éxtasis de sentimientos. Desde que Arlong había invadido su isla, había crecido alejada del contacto tan cercano con cualquier otro ser humano, hasta que un día un joven delgaducho la había convencido de unirse a su tripulación. Y aunque los años habían pasado y había hecho muchos nakamas a quién se sentía en la confianza de abrazar, no era nada comparado con este tipo de contacto.

La mano de su capitán sobre el borde de su blusa, como si estuviera pidiendo permiso para adentrarse le hizo estremecer hasta la punta de sus pies. Con sus hábil mano de ladrona desabotonó el primer botón de su camisa, tocando su firme y bien trabajado pecho, invitándolo sin decir nada a que él hiciera lo mismo con ella.

Gimiendo en anticipación, lejos de sentir aún más la mano de Luffy, lo sintió separarse abrúptamente de ella.

Abriéndo levemente los ojos, iba a preguntarle si todo estaba bien. Tal vez había ido un poco rápido siendo que era la tercera vez que se besaban, pero el mugiwara tenía la mirada fija en dirección a la puerta donde se encontraba la hermana de la gata ladrona recargada en el marco de madera.

-¡Ups! - dijo socarronamente, casi burlándose -¿Interrumpo? -

La morena estaba aguantándose las ganas de seguir con la jiribilla hacia los mugiwara que se estaban acomodando incómodamente en el sillón, como si no hubieran estado hace unos segundo prácticamente el uno sobre el otro.

-Pensé que estarías en la casa de la Villa - le dijo Nami algo apenada por la situación. Su hermana recorrió la pequeña casa con la mirada, sin pasar por alto el bolso donde Nami había estado empacando.

-Escuché la alarma que avisó de un barco pero que no atracó del lado del puerto y que convenientemente pasó muy cerca de este lado de la isla -

-Shishishishi pensé que nadie se daría cuenta -

-Venir en un barco del ER no fué lo más discreto - se burló -pero bueno, supongo que no podemos pedirle a este chico que lo sea, es todo menos eso - le sonrió. Nami no sabía si se refería a que siempre estaba gritando, bailando, haciendo bullicio o a todas las noticias que recibían del periódico sobre su impacto en el mundo.

-En fin, decidí venir a darme la vuelta para ver que todo estuviera bien y que no te fueras sin despedirte como bien sabes -dijo tomando una mandarina de la cesta que había dejado en la cocina y comenzándola a pelar.

-¡Oi!- exclamó la pelinaranja sonrojándose un poco. Después de todo ahi estaba junto a dos personas de las que no se había despedido al marcharse. -No te preocupes- le dijo -nos iremos hasta dentro de una semana que vuelva a pasar el barco del ER - se levantó para tomar su bolso con sus cosas para volver a acomodarlas en su sitio.

-Que bueno por que quiero que me prestes otros días más a Zeus, ya falta poco para que terminemos de reabastacer la nueva presa y un par de lluvias más podrían ayudar con eso -

La pelinaranja se sintió un poco avergonzada al pensar que no se había acordado de que había dejado al homie unos días atrás al cuidado de su hermana para que propiciaran unas cuantas lluvias en la zona alta de la isla.

Nami nunca lo aceptaría pero los que la conocían dirían que a ella le encantaba la atención, siempre vistiendo y caminando para resaltar a donde quiera que fuera. Pero no era así en Cocoyashi, donde cuando llegó hace dos años, le dió a Genzo una bolsa de oro que había traido consigo de los botines que habían acumulado en el Sunny y procedió a aislarse de todo y todos en la que había sido la casa de Bellemere.
Era como si aun sintiera vergüenza de la persona que se había a obligado a ser cuando estaba bajo las órdenes de Arlong.

Gracias a ese oro, la gente de toda la isla había podido solventar nuevas infraestructuras que se vinieron con la modificación de la geografía de la isla. un nuevo puerto, el descubrimiento de unas antiguas ruinas en la costa oeste, pero sobretodo el cambio de clima que había tenido la isla ya que donde solían tener sus cultivos los habitantes, ahora estaba muy por encima del nivel del mar y ya no era adecuado para la agricultura.
Ella era la única que insistía en mantener el huerto de su difunta madre, incluso Nojiko se había mudado más cerca de la Villa y había comprado algunas parcelas donde había comenzado su propio huerto que ya no era solo de mandarinas, aunque ese nunca dejaría de ser su producto principal y por el que la Villa era famosa en el ahora País de Conomi, ya que era de los pocos lugares donde los árboles frutales habían sobrevivido.

Cada que Nami iba a la Villa la gente se le acercaba, le querían dar la mano, incluso abrazarla o que cargara a sus hijos; no solo por ser una gran benefactora, si no también por el hecho de ser parte de la tripulación del Dios del Sol.

Si... tal vez si entendía un poco a Luffy.

-¡Naaaaami! -la llamó el pelinegro -¡Oi! ¡N-A-M-I!-

La chica volvió en sí dandose cuenta de que volvían a estar solos. -¿Y Nojiko?-

-Ya se fue- le dijo el mugiwara mientras giraba su sombrero en uno de sus dedos -dijo que nos veía en la Villa dentro de 6 días, para que te despidieras o algo así - volvió a ponerse su sombrero -espero que haya una fiesta, eso significa... ¡Comida!- Le gruño el estómago. Nami no pudo evitar reírse, definitivamente había cosas que no cambiaban.

-Ven Luffy, vamos a buscar algo para cenar -

-¡Yosh!-

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-Creo que podría acostumbrarme a esto- dijo la pelinaranja mientras estaba acostada en el pasto con su cabeza apoyada en el firme abdomen de su capitán. El mugiwara rió haciendo que su cabeza se moviera abruptamente causando que la chica también riera al unísono.

Era el atardecer del quinto día, las estrellas no tardarían en salir y tenía mucho que no se sentía en tan absoluta calma y tranquilidad; incluso se atrevería a decir que la última vez había sido en Wano, donde pasaron algunos días recuperándose. De ahí en adelante todo fue tan rápido y sin descanso que ni aún el tiempo que habían pasado separados se había sentido "pesado".

Sentía su corazón ligero. Cerró los ojos un momento y se imaginó que en lugar de estar en claro del huerto, estaban en el Sunny, meciéndose con el arrulló del mar, con el sonido de las olas chocando con la madera y el ligero crujir de la misma. De fondo el ruido habitual de sus compañeros haciendo sus respectivas tareas y hobbies.

Los extrañaba tanto.

-¿Estás bien Nami?- le preguntó el joven del sombrero de paja. Ella se giró de costado para mirarlo mientras él seguía comiendo unas uvas que les habían regalado en el pueblo esa mañana.

Sólo lo miró sin responderle. Tenía unas semillas de uva en la mejilla y la miraba con aquellos ojos negros que podían parecer simplones para cualquiera que lo conociera por primera vez, pero terroríficos para quién se atreviera a lastimar a sus seres queridos.

Luffy la veía algo seria y preocupada, estaba así desde que habían visitado el pueblo esa mañana. Notaba la incomodidad con la que se movía entre las personas, evitándolas; lo cual fué bastante difícil por que en cuanto los pobladores lo vieron no pudieron evitar rodearlo, agradecidos por toda la buena fortuna que había traído a la isla desde el momento que la pisó por primera vez. Incluso activó su Gear 5 para emoción de los niños (y sinceramente de todos los adultos también) para divertirse un rato, de alguna forma se sentía un poco más familiar el estar ahí a comparación de las otras islas en las que había estado.

Mientras que Nami permanecía apartada de la multitud, casi incluso escondida.
¿Qué era lo que tanto la atormentaba?

Si fuera usuaria de haki de observación, entendería su preocupación, ya que parte de que hubiera regresado antes, además del hecho de extrañarla demasiado, era que le habían hecho saber que cierto gyojin había escapado de su cautiverio y rondaba por las aguas del East Blue.

La otra noche lo había sentido. Cerca pero no lo suficientemente cerca de la isla, merodeando, aprovechándose de que había mucho movimiento en la isla por las exportaciones de fruta para ocultar su presencia entre las sombras de los barcos.

Esa noche, había dejado la hamaca que Nami le había ayudado a colocar en el pórtico y se escabulló a la habitación de la pelinaranja que estaba dormida hecha un ovillo como si de un gato se tratara. Se deslizó entre las sábanas y la abrazó por la espalda.
No iba a permitir que nada ni nadie la volviera a lastimar. Así que pasó la noche velando su sueño y reconfortándose un poco de que conforme pasaron las horas, la chica se acurrucaba más contra él.

Esa tarde no había sentido su presencia y sabía que Nami no lo hacía por que no tenía la habilidad de hacerlo. Así que se dedicó a disfrutar del tiempo que estaban pasando juntos.
Faltaba poco para que el barco del ER llegara y la navegante ya había trazado toda la ruta que harían para ir por todos sus nakama. Ciertamente había corrientes y se encontrarían con nuevos obstáculos, pero eso solo la emocionaba más.

Luffy tomó un pequeño mechón que le atravezaba la cara y mientras se lo colocaba detrás de la oreja, se quedó congelado por un segundo.

Ahí estaba.

Un pequeño punto en el horizonte.

No lo veía pero lo sentía moviéndose a toda velocidad, como si supiera exactamente dónde estaban.

Arlong venía hacia ellos.

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Nami se alertó ante el gesto del mugiwara, lo conocía demasiado bien como para saber que algo estaba pasando, que algo estaba mal.
Sentía un terrible presentimiento que le apretó el estómago y le hizo sentir una oleada de fuego en el estómago.
No era tonta.

Había escuchado los rumores y pronto entendió por que el chico había vuelto antes, lo cual de cierto modo no pudo evitar que le rompiera un poco el corazón, por el hecho de que no fue sólo por que la extrañara desesperadamente como ella a él.
Pero no era momento para esos pensamientos, en lo que parecía menos de una fracción de segundo, ya se había puesto en pie y tenía su clima tact listo para lo que sea que fuera a suceder.

Sin embargo, siendo aún más rápido, Luffy se le había adelantado y ya estaba a medio camino hacia el acantilado más cercano, donde había un sendero que daba hacia la playa, la misma donde el ER se había acercado para que desembarcara.

Se dirigía hacia allí con toda prisa y con el corazón embravecido. Había activado la segunda marcha y sentía el vapor salir de cada poro de su cuerpo mientras sus pies pasaban del escarpado sendero a la arena aún caliente.
Se detuvo de golpe y pudo observar como una mancha oscura llegaba casi al borde de donde terminaba el agua, emergiendo y enderezando su cuerpo que brillaba con un halo dorado mientras el sol se escondía y daba entrada a la noche.

Escuchó un pequeño grito acallado y sin siquiera voltear, sabía que Nami lo había alcanzado montada en Zeus.

La fuente de todas sus pesadillas y terrores nocturnos se encontraba de nuevo frente a ella, con aquella sonrisa burlona que le solía dar cuando sabía que él estaba con el control de la situación, haciéndola sentir de nuevo pequeña y vulnerable.

-Que gusto verte de nuevo... Nami-
Y de pronto, ella de nuevo tenía 8 años y estaba viendo a su madre morir. De nuevo tenía 11 y a duras penas había evitado que abusaran de ella. De nuevo tenia 14 y estaba arrugando un mapa que había manchado con la sangre de sus heridas. De nuevo tenia 17 y estaba llorando sola, hambrienta y miserable en una pequeña balsa en medio del mar.
Sentía que el aire escapaba de sus pulmones, incluso haciéndola sentir mareada.

Apoyó el clima tact en la arena para no perder el equilibrio ante la visión de aquel hombre tiburón que tanto daño le había hecho.

Pero entonces una figura se atravesó entre ella y el gyojin. Su capitán tomó una posición de ataque frente a ella mientras extendía su brazo derecho a forma de protección.

-No te vas a acercar a ella Arlong- dijo con una voz seria y profunda

El gyojin se rió cínicamente.

-Mugiwara, que sorpresa encontrarte aquí. Pensaba que estabas en alguna otra isla siendo el bufón de la República- le dijo socarronamente, provocándolo.

Luffy apretó sus puños.

-Te sorprenderás pero no me interesa tu presencia aquí -caminó saliendo totalmente del agua y arrastrando tras de si una espada que le había robado a algun marine. -yo solo vengo por lo que es mío- extendió los brazos mirando hacia el cielo donde las primeras estrellas habían comenzado a aparecer. -Cocoyashi se ha vuelto una isla muy productiva y yo aún soy dueño de ella y sus habitantes ¡Vengo por lo que me pertenece! -bajó la mirada y miró directamente a Nami. -Esto te incluye a ti también cariño -

La chica se congeló. El gyojin claramente estaba fuera de sus casillas, fuera de realidad alguna si creía que todo lo que decía era mínimamente cierto.
Y por primera vez en toda su vida, pasó de sentir miedo a sentir lástima.
¿Acaso de verdad entendía lo que estaba pidiendo?
Vió a Luffy tomar posición de batalla y se adelantó para ponerle una mano en el hombro.
El chico se sobresaltó y se volvió hacia ella, sorprendido de verla con un rostro calmado y hasta cierto punto de desagrado. ¿Sería que...?
En eso comenzó a caminar hacia el hombre tiburón con su clima tact en su mano derecha y con Zeus a su izquierda mientras comenzaba a emitir unos pequeños destellos eléctricos.

El mugiwara la observó mientras comenzaba a sentir la estática a su alreador, que aunque a él no le afectara, ciertamente podía reconocerlo. Además unas luces cálidas de antorchas comenzaron a iluminar la bahía mientras la navegante se acercaba lentamente al gyojin que sonreía cínicamente triunfante.

Arlong sonreía mostrando sus filosos dientes, alucinado en su delirio que Nami se estaba entregando voluntariamente a él, que volvería a ser su esclava y se volvería rico con el comercio de fruta y mapas de la nueva geografía del mundo.

Los humanos estarían de nuevo a sus pies. La idea lo embriagó y comenzó a reir de nuevo, haciendo caso omiso a las pequeñas centellas que comenzaban a bailar en la arena y sin titubear ni un solo segundo, la pelinaranja clavó con todas sus fuerzas su clima tact justo en el tatuaje de sol que tenía el gyojin en el pecho.

-Thunder volt...¡Tempo!- rugió, dejando descargar todo el poder que tenía su artefacto en el pecho de que aquel a quien tanto había temido y al que ahora, en ese momento, se enfrentaba sin miedo alguno.
El cuerpo del gyojin se sacudió violentamente y comenzó a humear mientras este se retorcía de dolor con el ataque. Usó la fuerza que le quedaba para mirar a Nami a los ojos buscando una explicación a lo que pasaba, buscando a la niña aterrorizada pero solo podía ver la furia en esos ojos marrones.

Nami bajó el bastón y Arlong cayó de rodillas en la arena, tenia el rostro desencajado y se veía que claramente luchaba por aún respirar.

-Nunca volverás a controlar esta isla-le dijo seria, con mucha fuerza y desprecio en su voz -y tampoco nunca vas a volver a controlarme a mi -

Se giró para darle la espalda mientras liberaba unas pequeñas nubes negras que eran inmediatamente ingeridas por Zeus.
Cuando se hubo alejado lo suficiente, inhaló con calma y sencillamente dijo:

-Raitei-

Un fuerte rayo partió el cielo y aterrizó en la playa haciendo temblar la bahía e incluso calentando la arena a su alrededor. Se aferró a su bastón, no había forma de que hubiera sobrevivido a ese ataque.

Sintió que sus piernas le fallaban pero unos brazos la sostuvieron antes de que cayera.

-¿Luffy? -le preguntó sin dar más detalles. El asintió.

Se había ido, por fin se había ido.

Las lágrimas corrieron por sus mejillas, incontrolables. Se llevó una mano a su rostro, incapaz de detenerlas. El chico la recargó contra su pecho mientras buscaba las palabras correctas para decirle.
Entonces un alarido de victoria estemeció la bahía. Los mugiwara miraron a su alrededor y ahi sobre acantilado estaba práctimente toda la villa y mucho más estaban llegando.
Algunos estaban a medio vestir ya que la noticia los había sacado de sus camas, otros traían a forma de arma lo primero que había encontrado en casa y en sus parcelas, la final todas terminaron en el suelto mientras se abrazaban unos a otros y comenzaban a desender hacia la playa.

Nami estaba estufepacta, ¿En qué momento había llegado toda esa gente? Con la mirada pudo reconocer el cabello de su hermana que corría descalza y aún en pijama hacia ella. Rápidamente los alcanzó y se unió al abrazo del mugiwara mientras lloraba y reía. El resto de los ciudadanos se fueron sumando al tumulto haciendo que Luffy soltara una carcajada por que Nami estaba totalmente roja y se veía que claramente la estaban aplastando un poco, pero al final se resignó y al igual que su hermana, comenzó a reír mientras las lágrimas no paraban de salir.

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La historia de como Nami había acabado con Arlong había corrido como pólvora por todo el país, incluso había un pequeño artículo en el periódico mencionando que el poderoso ataque ni siquiera había dejado los huesos del gyojin.
La aldea estab sumida en un ambiente de festejo y éxtasis, por que si bien, ya habían pasado años desde que habían sido esclavizados por el hombre tiburón, la herida y el miedo aún seguían ahi. Pero ahora ya no tenían nada que temer.
Era la noche del sexto día, al día siguiente en la mañana el barco del ER llegaría por ellos para llevarlos a su siguiente destino. La fiesta que los ciudadanos ya habían planeado para despedirlos se había llenado aún más de luces, música, comida y bebida, la cual el capitán de los sombrero de paja no iba a dejar pasar.

Nami le daba un trago a su cerveza mientras era acompañada por Genzo. No hablaban mucho, simplemente se hacían compañía.
-¿Ese chico no cambia verdad?- le dijo viendo como se devoraba un pollo asado completo de un bocado.
-Afortunadamente no, aunque si ha madurado un poco- dijo la pelinaranja con una media sonrisa y mirándolo con ternura. Genzo se rió, era bastante obvio que su nieta adoptiva estaba perdidamente enamorada de su capitán y sinceramente aunque no le agradaba tanto la idea, solo la veía sonreir asi en presencia de él, además de que a su arrivo no había pasado desapercibido para nadie que ella traía el sombrero de aquel muchacho.

No sabía que clase de vida le esperaba al lado de ese sujeto que para muchos era casi un dios, un símbolo de esperanza, el que había derrotado a un gobierno que había reinado con puño de hierro los últimos 800 años. Sinceramente si él no hubiera visto con sus propios ojos por el den den mushi de video no creería que es el mismo al que la chica tuvo que correr a cederle su cerveza por que se estaba atragantando con una papa.

Suspiró.
-Ay Bellemere, no se que le depare el destino, pero tu hija es muy feliz-
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-Mamá, me marcho- Dijo la pelinaranja frente a la tumba de su madre en el acantilado. -No sé cuando volveré, pero si te soy sincera, espero que sea dentro de mucho tiempo. ¿Sabes? El mundo es totalmente diferente. Tengo mucho nuevos mapas que dibujar, ¡Estoy muy emocionada!- sonrió hacia el cielo y cerró sus ojos. -También estoy muy nerviosa, no se que vaya a pasar... con Luffy -Suspiró. -Lo amo- dijo simplemente y sentía que no necesitaba más explicación.
Sacó una mandarina de su bolsillo y la depositó junto a las flores que había traído.
-¡Hasta pronto!- dijo hechándose al hombro su bolso con sus cosas y hechándose a correr sosteniendo con su otra mano el sombrero de paja que estaba en su cabeza.

Se dirigió hacia el puerto buscando el gran barco negro que había atracado y buscó con la mirada al chico que estaba platicando y riendo con un mink perro. El chico de inmediato detectó su presencia y con una sonrisa aún mayor extendió su brazo hacia ella, enroscando su cuerpo con ella y jalándola hacia la cubierta del barco.
La navegante se tambaleó un poco al aterrizar pero recobró rápidamente el equilibrio.

Sus miradas de cruzaron.

-¿Estás lista para zarpar?-

-Aún no- el pelinegro la miró curioso. La chica se quitó el sombrero de paja y se paró de puntitas para colocarlo en la cabeza de su capitán. -cumpliste tu promesa - le dijo -es momento de que vuelva a ti-

El capitán de los sombero de paja sintió como una oleada de calidez lo recorrió desde el pecho hasta la punta de sus pies.
No pudo evitarlo, la besó.
Fue un beso corto pero cargado de sentimientos que aún no sabía expresar y que bien sabía que su navegante correspondía. Pero nunca había sido alguien de muchas palabras, ya pensaría en eso; la aventura los aguardaba.
-¡Yosh! ¡Nos marchamos!- gritó. -Hacia el archipélago Gecko. ¡Allá vamos Syrup!-

El barco comenzó a moverse rápidamente, cómo si un viento los empujara con ánimo hacia su nueva aventura, un viento que también hizo girar rápidamente los molinos de viento que con los años se habían ido acumulando junto a cierta tumba.

Su aventura para reunir a los mugiwara, acababa de comenzar.
¡Espero les haya gustado este capítulo! Sabía que quería continuar esta historia y tal vez esperaban más romance, pero no sabía como hacer y ahora ya tengo claro hacia donde quiero llegar.
Gracias por seguirme acompañando en este viaje.
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