Lo siento, tuve un pesado día de trabajo. Recuerden... esto es para que se empalaguen, está especialmente dedicado a los fans del IlluKillu que desean ver más de ellos, y claro, todos son bienvenidos a unirse al lado oscuro...

HADOS

Capítulo 2

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En otra parte del mundo, a una distancia lejana de donde la gran mayoría de los seres humanos habitaban, se escuchó una gran explosión en medio del océano. Una enorme embarcación fuertemente acorazada estaba siendo atacada; gritos, llamadas de auxilio, botes salvavidas y personal corriendo por todas partes era lo único que se podía divisar entre tanta incertidumbre.

—¡Se está hundiendo el Azur!

—¡¿Qué?!, ¡¿otro más?!

—Así es —el reporte del ataque llegó a oídos del capitán secundado de gritos de terror.

—¡Vamos a morir! —se oía, entre el llanto, hombres y mujeres.

—Lo que más me preocupa es que el rey no va a aceptar un no por respuesta.

El viaje de prueba del rey de Kakin y compañía se había mermado a mitad de camino. No habían tomado un rumbo normal para llegar al ansiado continente, puesto que el verdadero camino estaba reservado para uso exclusivo de los Iluminados; así que sólo podían tomar una ruta alternativa, una cargada de peligros, llena de témpanos, monstruos terribles y mal tiempo. Eso en un principio no había representado temor para ninguno de los tripulantes ni temerarios acompañantes de las flotas submarinas. Sin embargo, no contaban con los conocimientos suficientes para alcanzar su meta, el equipo de exterminio de los Iluminados había arribado a la zona apenas hacía unos días, con la finalidad de detenerlos. La única sección que pensaban perdonar, era la que había sido notificada por Pariston Hill, el cual poseía el único de los submarinos que no recibiría agresión; el ex-miembro del zodiaco había sido advertido que la flota sería severamente atacada por parte de Dalozza, el cual protegía el continente a capa y espada. Pariston se había comunicado con Dalozza quién había aceptado perdonarle sus intenciones si le entregaba parte de sus investigaciones en el proceso.

El capitán se había resistido tanto como había podido, peleando en azorados combates contra los sujetos y animales que les atacaban, haciendo impresionantes demostraciones de sus habilidades, pero ni así pudo evitar que hundieran cada uno de sus botes y destrozaran sus submarinos hasta ir reduciendo la cantidad de acompañantes.

—Debemos regresar, elaborar una nueva estrategia y volver —anunció la segunda al mando con firmeza. La chica miraba con asombro los increíbles daños que habían recibido y eso que no estaban ni a mitad de su viaje.

—De ningún modo —exclamó el hombre, ésta era su oportunidad de brillar.

—Firmaste un acuerdo.

—Estamos lejos de la sociedad, en un sitio dónde las palabras dichas en tierra pierden el sentido.

—Te recomiendo sigas nuestras instrucciones, o no tendrás tierra a dónde regresar, de eso me haré cargo yo personalmente —amenazó el abogado del rey, que se encontraba ahí como observador.

Nadie quería morir a manos de esos montones de monstruos con formas humanas. Sí, tenían gente fuerte en sus tropas, pero no darían abasto ante tantas personas que requerían protección y sobre todo, las tecnologías que poseían no eran ni remotamente resistentes a los ataques a los que eran sometidos.

—¡Escucha lo que te digo! —exigió la segunda al mando—, no te estoy pidiendo que te rindas, si no que volvamos, estudiemos esto y regresemos más fuertes.

Pero volver, para él, significaba perder su posición de respeto, mucha gente contaba con su voz para defenderse de las constantes amenazas de los extranjeros que estaban en contra de los deseos de su rey. Salió del cuarto, necesitaba pensar las cosas, saber cómo anunciar su decisión y no quedar como un tonto. Se miró en el espejo, habló consigo mismo, y a la mañana siguiente, accedió a la petición de volver, no sin alegar que lo hacía por causa de ellos, de su debilidad.

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La biblioteca estaba cerrada cuando llegó, sabía que podía solicitar que la abrieran para él, pero no quiso hacerlo principalmente porque había llegado con un cansancio insoportable a la ciudad de la Iluminación; además no estaba dispuesto a actuar como Nimrod, tomar provecho de su posición no era lo suyo. Decidió que a la mañana siguiente volvería con más seguridad.

Durmió profundamente, después de unos pesados días de trabajo y estrés por todas las consecuencias de Nimrod dejadas a su paso y a primer hora partió a la biblioteca. La mañana era fría y se dio prisa por llegar. Al entrar, tal como la vez pasada, se vio rodeado de miradas inquisidoras y él, como era su costumbre, se concentró en su asunto e ignoró espléndidamente a todo el mundo. Caminó hacía el pasillo que le interesaba hasta que una voz le hizo detenerse.

—¡Magister Illumi! —le llamó nada más y nada menos que el mismo Galileo— Magister, que gusto verle por aquí, tan lúcido; siendo usted mismo después de una larga travesía aprendiendo cosas a través de esa entidad…

No respondió, se dio la vuelta dispuesto a seguir su camino.

—¿Qué lo trae por estos rumbos? —pero los propósitos de Galileo lo forzaron a detenerse.

—No es tú asunto —no se tomó la molestia de voltear a verlo, le desagradaba que actuara como si le conociese de verdad.

—¡Oh!, entonces déjame ser más claro —alzó más la voz atrayendo más miradas y susurros que se enfocaron en el suceso a medio pasillo—. Después de que toda la hermandad se viera sometida por una sola entidad poderosa y con fuertes aliados, me temo que cualquier asunto concerniente a ti, es asunto de quien desee involucrarse.

Era una amenaza sutil y elegante, pero Illumi no se iba a dejar intimidar.

—En dado caso, sería bastante absurdo e incoherente de tu parte afirmar que desconoces mis asuntos aquí.

Galileo sonrió, en definitiva, no trataba con un muchachillo ignorante y novato.

—Los amantes, ¿cierto? —no esperó a que afirmara—, ¿necesitas ayuda?

—No, pero si tanto te apura que haga mi deber, entonces deja de interrumpirme. Nos vemos.

Siguió su curso y escuchó detrás de él que Galileo decía:

—De cualquier modo, me sentaré frente a ti por si es que requieres mis servicios.

Galileo era sincero en eso de ofrecer sus servicios, sin embargo, también deseaba espiarlo y asegurarse de que en verdad hiciera lo que decía y no se enfocara en buscar más información sobre el ente de Nen. No iban a ponerse en riesgo una segunda ocasión.

Illumi retomó su camino y tomó el libro en el que se había quedado la última vez que asistió a la biblioteca, disponiéndose a leer; apenas tomó asiento, escuchó que Galileo se aclaraba la garganta para llamar su atención. El alzó una ceja y esperó a que iniciara su discurso.

—¿Estás seguro que quieres comenzar con eso?

—¿Qué hay de malo en que haga lo que me venga en gana?

—Pues, verás —se puso de pie, señalando con su mano derecha— detrás del mismo estante donde tomaste ese libro, hay otros doce, y a los lados hay más. Los doce de atrás representan los signos zodiacales como son popularmente conocidos bajo la lectura del sol y en los lados están en sus interpretaciones, egipcia, según la alquimia, maya, árabe, de la época de Babel, entre otros… así que, creo que ese libro que tienes es sólo la más pequeña punta de la gran pirámide que te espera.

En efecto, cuando por fin prestó atención descubrió los estantes plagados con información sobre los astros, constelaciones y formaciones estelares; la astrología le rodeaba y lo había ignorado. Si bien poseía vastos conocimientos del tema debido al acceso que tenía sobre los recuerdos de Nimrod, desconfiaba de ellos. Se trataban de conocimientos obtenidos a través de la mente de un ser siniestro, todavía le costaba trabajo asimilarlos como propios o reales; además, no tenía información concreta sobre la complicada condición de los efectos de la magia insertada en el cerebro de Killua. De hecho, hasta antes de recibir la carta de los amantes, desconocía el signo bajo el que había nacido su hermano.

—Ahora, si me permites ilustrarte —sonrió amistosamente, no había más pretensión en su expresión corpórea—, yo recomendaría comenzar con la parte del amor, hay un buen libro sobre el amor y otro sobre el erotismo y sexualidad, justo en uno de los doce estantes. Están excelentemente desarrollados.

No se hizo el sabelotodo; no quiso perder su tiempo, así que dejó el libro que traía en manos y se fue en busca del indicado. Resultaron ser dos gruesos libros pesados que azotaron la mesa en cuanto los dejó caer. Abrió primero el del amor y se preparó para una larga sesión de lectura.

«Antes que nada, se debe señalar que en el amor Cáncer es, de todos los signos, el más emocional. Una vez que echa raíces sobre el ser que ama, difícilmente lo dejará, por más tóxica y perjudicial que sea la relación, creará una codependencia difícil de erradicar.

Repasemos las características:

Casero; doméstico; familiar; entrañable; afecto; fiel; íntimo; sentimental; sensible; sensitivo; afectivo; delicado; tierno; suave; emotivo; romántico…»

Sintió que su estómago se revolvía entre cada una de esas palabras.

«Imaginativo; psíquico; soñador; inspirado; receptivo; místico; bondadoso; apacible; dulce…»

No sabía si podría seguir leyendo y, entre más avanzaba, las palabras "romántico" y "pasional" resaltaban. Sus ojos se abrieron como platos, cuando sin más tuvo que reconocer que de todo lo que Cáncer pedía, él a duras penas podía cumplir con uno o dos requisitos.

«Soy prácticamente lo contrario a lo que Killua quiere…» se lamentó, eran noticias desalentadoras. No podría cumplir su parte del trato con el Barón, ni darle un final feliz a esa historia.

—¿Qué signo es él?

Galileo interrumpió sus lamentos interiores.

—¿Perdón?

—Él, tu hermano, ¿qué signo es él?

—Cáncer —contestó a secas, no podía seguir leyendo a causa del desánimo.

—¡El romántico y tierno Cáncer! —exclamó sin pena, llamando la atención del resto de lectores que estaban cerca de ambos para que escucharan la conversación que estaba por iniciar.

«Romántico» resaltó en la mente de Illumi, y de nuevo se consternó.

—¿Y tu signo es…?

—No se trata de mí, se trata de Killua, él es el único afectado por el efecto de la carta.

Galileo creyó que bromeaba, quizá el malhumor del muchacho no le estaba permitiendo usar sus conocimientos arcaicos, y no se equivocaba mucho.

—No has revisado la compatibilidad, ¿cierto? Entre tu signo y el signo de tu hermano. No significa que sean buena o mala relación, pero habla de los puntos que tienen en común, los que tienen de diferentes y eso te enseña a potenciar lo que tienes y controlar lo que debes.

Hizo un cálculo increíblemente veloz de su signo y contestó en voz alta.

—Virgo.

—Oh… interesante. El intelectual y eternamente joven, Virgo. Felicidades, según la tablilla esmeralda, diría que ambos tienen demasiado en común. Tanto así que si fueran una relación, estarían destinados a un largo y próspero matrimonio.

—Pero… según este libro, Killua necesita de romance, de pasión y cosas de las que yo carezco.

—¿Careces?, ¿estás seguro de eso? —nuevamente no lo dejó responder, se levantó de su asiento, volteó hacia los lados y gritó—: ¡Maestro B, Maestro W, vengan por favor aquí. El Magister Illumi requiere de sus servicios! —y de inmediato ambos invitados se dirigieron al lugar de Galileo, tomaron cada uno una silla y se acomodaron ante la sorpresa del Zoldyck.

—Procedamos, frater —pronunció uno de ellos.

—Él es Virgo, y su compañero en el amor, Cáncer.

—El trabajo está hecho entonces, ¿cómo podríamos ayudar en algo así?

Illumi se sorprendió, todos parecían dar por sentado que ellos dos estaban hechos a la medida, esto por supuesto le intrigaba.

—El Magister todavía no asimila los conocimientos de Nimrod con la pulcritud que debería. Requiere que le ilustremos con paciencia, no tiene tiempo para fundamentarse como nosotros lo hemos hecho.

En ese momento, justo cuando creía que no podía esperar más, un bombardeo de información ocurrió. Llegó a un punto que ya no sólo los tres en la mesa opinaban. De vez en cuando las personas a los alrededores se detenían a hacer comentarios respecto a todo lo que Illumi debía saber sobre sí mismo y sobre su hermano. Hubo cosas que impresionantemente se ajustaban a él con tal perfección que parecían sacados de un poderoso espía que estaba al tanto de las profundidades de su corazón, otros aspectos parecían ser lo contrario a él. No pudo opinar, objetar era fútil; quedó en silencio y sólo hablaba cuando se le hacía una pregunta.

—Debes ser paciente, porque empezará el efecto de la carta. La luna comenzará a hacer su trabajo con toda la potencia que nunca antes mostró; esto es debido a los cambios que la carta efectuará, lo volverá potencialmente celoso, obsesivo y posesivo…

—Dale lo que pide, si te dice "no lo mires", tú harás justamente eso. Deja de pensar en ti como una persona, se su propiedad.

«Oh cielos… », entre más escuchaba, más descubría lo difícil que sería tratar con su hermano.

—Si no lo haces, recuerda que Cáncer perdona, pero nunca olvida, y cuando menos lo esperes, te lo recriminará en la cara.

Algunas cosas eran sencillas, los aspectos familiares en los que podrían coincidir bastante, o que él podía comprender a la perfección y por los que no sufriría grandes cambios.

—Virgo puede ser infiel, Cáncer no.

—¡Cáncer sí puede ser infiel! Depende de la carta astral en los aspectos de relaciones… —interrumpió alguien del público.

—Esto no se evaluará en base a esos detalles, ¿no ves que se arraigarán en su corazón los aspectos más destacados sobre cáncer? Se enamorará hasta los huesos, nadie en el mundo existirá para él.

—Cáncer es rudo por fuera, blando por dentro, nunca lo olvides. Aunque aparente que no le importa algo, le está importando tanto que de un momento a otro explotará.

Los cambios constantes de ánimo, los excesos de atención, los futuros sube y bajas en su relación; tantos pros y contras, junto a la constante sensibilidad que el albino tendría, cada aspecto le provocaba un dolor de cabeza. Era mucha información que no debía olvidar y todavía estaba la palabra con "r" que creía no poseer y que sobresalía entre toda la información. Hasta ahora sólo entendía que debía volverse esclavo de Killua, un precio justo a pagar por todas las faltas cometidas en su pasado. Luego procedieron a bombardearlo con todo lo concerniente al erotismo, lo cual no le asustó; incluso le pareció racional y llevadero. Todo lo que su hermano pedía podía satisfacerlo, era su naturaleza, además estaba garantizado que él lo disfrutaría tanto como el albino; no obstante, a él le importaba más todo lo concerniente con su relación, puesto que se decía: «el noventa por ciento de nuestra relación se llevará fuera de la cama, no puedo preocuparme por lo menos difícil».

—¿Y qué hay del romance? El libro dice que requiere muchas dosis de romance, y yo, francamente no sé hacer algo como esto —interrumpió.

—¡Claramente eres Cirgo! —Bromeó W— el concepto de "romance" no es el mismo en tus labios, que en los míos o en los de tu querido hermano.

—Me sorprende que alguien cuyo cuerpo es compartido con una entidad con un historial de romance como el de Nimrod no pueda expresar un poco de lo que aprendió de él —argumentó Galileo deseando forzarlo a buscar más en su interior por la información valiosa que tanto reprimía.

Nimrod, en vida, nombró diosa a su mujer, edificó templos lunares en su nombre; escribió cánticos, poemas, hizo leyendas con su historia, la exaltó hasta lo más alto, y la amo con tanta pasión que ese mismo amor fue el que los unió por toda una eternidad. Cuando Illumi pensó en esto, se dio cuenta que también deseaba esa trascendencia tan mágica, rica en una naturaleza espiritual que no se obtenía con ninguna otra práctica, ni ciencia, sólo amor puro y verdadero. El secreto del Nen de Semiramis y Nimrod.

—Lo que el frater W dice, es verdad, Galileo —se puso de pie B y se sentó sobre la mesa, a un lado del Zoldyck, enfocándose exclusivamente en Illumi—. A ti te corresponde enseñarle tu estilo de amor, basado en acciones que trascienden sobre las palabras, razonamiento, ayuda y protección; ese amor que busca volverlo un diamante pulido con la más perfecta de las técnicas. No te será difícil, no es un reto, puesto que tu amante tiene la fortuna de ser el signo más comprensivo de todos, bastará con verte a los ojos para saber todas tus bellas intenciones, y las amará; a cambio te dará el amor que él sabe dar. El amor basado en comprensión, libertad, pasión y todas esas cosas que te son imposibles de dar; te protegerá y defenderá a toda costa, será tu admirador número uno y te cobijará en su cubierta maternal.

—Es por ello que sabemos que serán el uno para el otro. Porque Cáncer no tardará en comprender las necesidades de Virgo, y Virgo le dará a Cáncer todo lo que necesita.

Soltó un largo suspiro, un peso de sus hombros había sido removido, comprensión era lo que más necesitaba y era justo lo que tendría. Memorizó tanto como pudo, al fin bastaba con que entendiera la idea general. Si lo satisfacía y alcanzaba su meta de volverse más de lo que Killua esperaba, entonces tendría garantizado que al final del efecto, conservaría ese lazo y la felicidad de su hermano quedaría intacta. El efecto no desaparecería se disiparía de una mañana a la otra; así como apareció y se fue sembrando en él, el efecto desaparecería paulatinamente, todo como si fuera natural. Killua no olvidaría nada, ni tampoco despertaría sintiéndose desorientado, puesto que no era como había sido con él, cuyo cuerpo había sido arrebatado; todo lo estaría experimentando con su propia consciencia, así que más le valía ser el perfecto caballero y dar lo mejor de él, sin importar cuánto sacrificaría a su paso. Estaba en juego la estabilidad y salud mental de su hermano menor, del amor de su vida y por ello haría todo lo que tuviera a la mano.

Recordó lo que alguna vez su madre dijo sobre la lectura de su mano cuando era más joven; justamente la lectura de la línea del amor cobraba sentido al decir que la línea de su mano indicaba un destino junto a alguien que conocía desde hacía años. Línea que estaba bordeada del triángulo de venus, de la perversión, se preguntó si acaso Killua tenía uno como el de él.

Cabe decir que regresó a trabajar con la mente lista después de haber sido instruido, ya no iba a tientas en cuanto al asunto de la carta. Killua le había dejado un mensaje desde hacía un par de horas y por una u otra razón, no había tenido tiempo para responderle, lo cual le ponía bastante nervioso porque el muchachito deseaba saber la hora a la que llegaría. Resultaba extraño que le preguntara tal cosa, cuando ya habían acordado el plan, tenía curiosidad por entender qué ocurría detrás de esas palabras.

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Killua se sentía un idiota por lo que había hecho. Había sido el resultado de un arranque desesperado por saber un poco sobre el morocho; deseaba regresar al pasado y borrar de su mente la idea de escribirle. Ese tentador mensaje que había enviado el mismo día que se verían, justo cuando ya habían acordado una hora. Deseaba que la ausencia de respuesta de Illumi se debiera a que había fallado el envío, que estaba perdido en la inmensidad del mundo virtual de los mensajes, pero es que lo extrañaba, quería que se diera prisa por ir a verlo y quería no ser el único idiota que extrañara al otro.

Esta actitud trajo a su memoria su niñez, cuando extrañaba a su hermano y se la pasaba preguntando a los mayordomos por él hasta escabullirse por la montaña para ir a verlo. Le daba vergüenza y a la vez felicidad recordar algo tan agradable; pensaba que ese sentimiento infantil estaba de vuelta en él, esto porque no iba a aceptar de un día para otro ese extraño y poco entendible sentimiento que había surgido de forma inexplicable.

Miró por vigésima vez la pantalla de su celular, hacía dos horas que había enviado el mensaje, y de pronto, para su desgracia, el aparato le indicó que tenía una respuesta. Sintió que su sangre se helaba, se le revolvió el estómago y de pronto ya no quería leerlo, tenía nervios de ver lo que contenía. Bloqueó la pantalla, miró a los lados y finalmente no resistió la tentación.

«Llegaré a la hora acordada ¿ocurre algo?»

Diez segundos después su celular comenzó a vibrar y creyó que se caería de la sorpresa. Illumi era quien llamaba.

—Hola —contestó casi sin voz, estaba completamente rojo y agradecía que Illumi no lo viera.

—Lo siento Kil, no podía responderte, odio hacerte esperar, ¿estás bien?, ¿necesitas algo?

Ya no era broma, estaba obligado a inventar algo o quedaría como un tonto y definitivamente no estaba dispuesto a quedar como tal frente a su hermano.

—No-no es nada malo, yo pues… —quería reírse de nervios— es que, estaré libre desde más temprano y me preguntaba si podía verte antes de la hora.

—¡Oh, ya veo! Sí, está bien.

Terminaron acordando una nueva hora y finalizaron la llamada. Killua se golpeó la frente con la palma de su mano. Su argumento era por completo falso, no tenía el tiempo libre según todo lo que había planeado con Alluka. Ahora estaba en un meollo y debía resolverlo cuanto antes. Terminó mintiéndole a Alluka, echándole la culpa a Illumi, inventándole que él había solicitado el cambio de hora de forma inexplicable y que por tal motivo no podían quedarse afuera hasta tarde.

Alluka no era ninguna tonta, vio la mentira en sus ojos, cualquier otro podía caer en las mentiras de Killua, era un experto, un maestro en el arte del engaño. Quizá sabía controlar todo su cuerpo y su tono de voz, pero Alluka lo conocía a dedillo; cientos de veces lo vio mentir cuando lo hacía por ella. Se quedó sin palabras. Su propio aliado, su hermano y mejor amigo le estaba mintiendo a la cara; debía tener sus motivos; ya se lo preguntaría en privado, se aseguraría de que no escapara de su interrogatorio.

Disfrutaron el tiempo que les quedaba, Alluka había querido asistir a un curso público para hacer postres y no podía decirle que no. En medio de la actividad se le antojó hacer uno para distraer su mente y dado que todo el tiempo pensó en Illumi, terminó por hacer otro para él.

«Dioses, ¿qué me pasa?», se preguntó cuándo logró llegar a su cuarto y encerrarse a esperar a su hermano, miraba el recipiente con el pequeño cupcake y se ruborizaba. Lo había hecho para la persona que menos creyó que cocinaría algo en su vida, un tipo que seguramente sabía hacer toda clase de postres como todo un experto gracias a la entidad que compartió todos estos conocimientos con él. ¿Qué le diría?, ¿cómo se lo entregaría? Descartó la idea de inmediato, no podía, aun no tenía tanta confianza como para atreverse a hacer algo así, pero luego comenzó a alucinar con la reacción que su hermano tendría y un sentimiento extraño surgió, era una especie de ternura y deseo.

«Bueno, no tiene que saber que yo lo hice para él…» se justificó, además, en serio no pensaba comerse eso después, no porque no tuviera buen sabor, si no que se la pasaría pensando en la persona para quien lo había preparado, más el tiempo y esfuerzo desperdiciado por no haberse atrevido a dárselo. Llamaron a la puerta y él se sobresaltó, respiró hondo.

«Es sólo Illumi» repitió en su mente.

—Kil —miró entretenido el atuendo del albino, se notaba que había estado en alguna actividad que involucraba harina, y un aroma dulce se desprendía de su cuerpo, pero no quiso indagar directamente.

Esta vez él fue quien inició la conversación, tenía curiosidad por las actividades que el menor hacía en su ausencia, tal vez y así conseguiría conocer el motivo de su apariencia.

—Alluka y yo fuimos a comer postres —él voluntariamente sacó el tema, tal como lo esperaba— nos sobró un postre… me… me preguntaba si te gustaría quedártelo. Aunque no sé si te gustan estas cosas.

De nuevo mentía, y se olvidaba de un detalle. Illumi era quién lo había instruido en el arte de la mentira. No le tomó demasiado tiempo darse cuenta que le ocultaba algo, y le intrigó bastante, sin embargo, a diferencia de Alluka, Illumi no tendría oportunidad de averiguar la verdad, así que se conformaba con inventarse un motivo que calmara sus ansias por saber la verdad.

«¿Se habrá peleado con Alluka y por ello no quiere hablar del tema? —se preguntó, después observó el postre, una deliciosa combinación entre café, chocolate y vainilla que parecían mezclados con un poco de apuro— para ser una tienda dedicada a los postres, la presentación no es lo suyo… —pensó con ironía y se aguantó las ganas de reír. Entonces cayó en cuenta de la verdad, ese postre no había sido hecho precisamente en una tienda, estaba hecho por Killua mismo, fue cosa de atar cabos para concluir una sola cosa—: lo hizo para mí —se levantó de su asiento para disimular su asombro, y caminó en dirección a la mesa».

Las últimas semanas Killua había estado rentando habitaciones que incluyeran algún espacio para pasar el tiempo conversando. Eso había dificultado su forma de rentar el cuarto, cosa por la que Alluka se había quejado, dado que dedicaba bastante tiempo para elegir el siguiente destino; y es que él quería asegurarse de que su hermano tuviera espacio para moverse en la habitación, además consideraba que estar sentados juntos en la cama, era demasiado sugerente.

Tomó la cuchara que venía incluida en el recipiente, y se dispuso a probarlo, tomando una pequeña porción que incluía un poco de betún de queso crema. Tal vez la presentación no era buena, pero el sabor sí que lo era; Killua se había esmerado bastante en hacerlo bien —clásico en él— ese perfeccionismo era una de las cualidades que más le atraía del albino. Ahora era uno de esos momentos que el destino había puesto en su camino para que tomara provecho de él.

—¡Esto está delicioso Kil! —sonrió, y la felicidad del niño delató lo bien que se sentía de oír aquello—, tienes una excelente sazón —al fin no iba dejar pasar ese momento.

—¡¿Qué te hace creer que yo lo hice?! —estaba absolutamente rojo de vergüenza, lo peor era que por más que intentara disimularlo, ya era muy tarde.

Illumi tomó uno de sus brazos, levantando la manga para señalarlo.

—No creo que la mezcla en tu ropa sea casualidad, fuera de eso… —se acercó al cuello del menor, que tuvo escalofríos ante la cercanía de su hermano— hueles a vainilla, definitivamente.

Mentir era lo más estúpido que podía hacer, después de haber sido descubierto tan atrozmente.

—Alluka y yo los preparamos, ese sobró… —pero no podía decir la verdad, sin importar nada. Illumi lo volvió a notar, y se rindió, no iba a hostigarlo con un tema de esa índole.

—Entonces estoy de suerte. Gracias por compartirlo conmigo.

Acarició sus blancos cabellos, y la piel de Killua se erizó, suspirando de emoción. Ambos estaban deseado ese tacto un poco más de lo que creían, pero por el momento se conformaban con sólo eso. Se perdieron en su conversación etérea. Ya no se molestaban por el tiempo, era obvio que se quedarían juntos hasta muy entrada la noche.

—Sería bueno que un día de estos saliéramos, creo que te hago encerrarte mucho en los hoteles, no creo que sea bueno hacerte perder el tiempo así.

—No está mal para mí, no te preocupes —le sonrió tímido— ¿es que quieres hacer algo diferente?

—De vez en cuando, suelo ir a los eventos culturales de las zonas donde estoy para no aburrirme mientras hago mi trabajo… normalmente lo hago solo, pero no estaría mal un poco de compañía.

Killua se ruborizó imaginando lo genial que sonaba su hermano ante sus ojos, tan inteligente, fuerte, lleno de talento y belleza; un hombre así de brillante en medio de uno de esos eventos hechos para gente intelectual, de pronto se le antojó mucho hacerlo.

—Es de los pocos hábitos que me agradaban del ente.

Aunque eso último lo sacó de su ensoñación, de todos modos, sonaba bastante decente la actividad.

—Claro que sí, estaría encantado de acompañarte —y ya se hacía en una nube imaginando todo lo que podría pasar mientras estaban en uno de esos maravillosos lugares, donde podía aprender tanto.

—Sólo pregúntale a Alluka si quiere venir… no sé si a ella yo le desagrado.

Desde hacía tiempo había decidido adoptar esa forma de referirse a Alluka, si Killua afirmaba que era una chica, no se pondría a discutir sobre ello. La mención de la chica volvió a reventar la burbuja mágica en la que Killua se había sumido, se sintió mal por olvidarse de ella. Por supuesto que no la dejaría sola en el hotel por nada del mundo, ella era su invitada en ese viaje y debía darle todas las atenciones que se merecía.

—Alluka es la persona más noble que conozco en el mundo, estoy seguro que ella no tendrá problemas contigo.

—Sólo pregúntale, ¿de acuerdo? No lo des por un hecho.

—Confía en mí, le preguntaré.

Ya se las arreglarían, y al final, esta vez Killua le pidió especialmente a Illumi que le mandara un mensaje cuando llegara a su hotel, alegando que le preocupaba que algo le ocurriera en el camino. Lo cual era absurdo, tratándose de Illumi, pero este era sólo uno de los muchos desvaríos que comenzaría a presentar el albino.

Se aseguró de mandar su mensaje «Ya estoy en mi cuarto, dormiré. Nos vemos», así de técnico y plano, y no tardó mucho cuando Killua le respondió.

«Gracias, yo también dormiré. Espero verte pronto»

Se sonrió, se acababan de ver, y sabía que volvería dentro de tres días. Eso último no iba al caso y tampoco era necesario que le respondiera, pero ya no tenía dudas, Killua estaba comenzando a enamorarse de él, estaba haciendo cosas ridículas y sin sentido, una característica clave en un enamorado. Sólo por tentar un poco su suerte y ver qué ocurría le respondió el mensaje:

«Yo también quiero verte, me gustaría volver a probar uno de tus postres. Buenas noches».

Soltó una breve carcajada porque sonaba bastante meloso para su propio gusto, pero no podía resistir el deseo de seguir adelante con el impulso de ganarse su auténtico amor.

Killua sintió que su corazón latía con mucha fuerza cuando leyó esas palabras. Estaba feliz de ver que su hermano era tan diferente a todo lo que conocía y que mostrara ese lado sensible que nadie más conocía de él, no podía más que saberse privilegiado de tener esa entrada en su vida. Deseaba seguir haciéndole feliz, motivándole a ser una persona más integra y sana.

«Lo tendré en cuenta», contestó el albino.

«Gracias. Ahora ve a dormir, te veré pronto».

Se quedó en silencio. Eso había sido algo cruel de su parte, sabía que Killua no podía controlar sus emociones y por tanto debía proceder con mucho cuidado, pero es que él también se emocionaba ante las reacciones de su hermano menor; las encontraba adorables, tanto que conmovían su corazón.

«Tú también duerme, estaré esperándote».

Eso había sido bastante claro, Killua estaba deseoso por el reencuentro, y eso lo complacía, debía repasar sus notas y no arruinar nada. Protegería a su hermano aun si por ello arruinaba sus propios planes para su futuro.

Killua se quedó viendo la pantalla de su celular, repasando los mensajes. Intentando encontrar en las palabras de su hermano un toque de romanticismo. Illumi era bastante serio al momento de hablar, pero esas palabras no eran tan formales; comenzó a analizar cada detalle, preguntándose por qué había dicho tal y cual cosa, sobre-analizando cada palabra, hasta que se dio cuenta que era muy tarde por la madrugada y que no podía seguir perdiendo el tiempo en nimiedades.

«¿Por qué me siento así cuando se trata de ese idiota?», con esa pregunta en la mente se fue a dormir.

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Los abatidos viajeros llegaron a tierra después de un mes infructuoso de viaje, y de inmediato comenzaron los rumores sobre lo que les había ocurrido. Unos los veían con burla, acusándolos de alborotar el orden de la sociedad sólo por popularidad; otros con ira, tristeza a causa de las bajas, y la mayoría de la población no se enteró del suceso dado que se dio la orden de que no se difundiera en los medios. Sólo gente muy allegada a los tripulantes se enteró de la verdad: habían sido fuertemente atacados por diversas criaturas con forma humana.

Había caos en los sobrevivientes; algunos hablaban de pesadillas terribles vividas, historias de muerte y, de los pocos que habían arribado, más de la mitad se regresaron a sus tierras natales jurando no regresar. Desde que pisaron Kakin anunciaron que no volverían a retomar el viaje. El capitán estaba enfurecido, pero se comportó decentemente; optó por examinar su situación y decidir lo que era más sano para toda la tropa.

Cheadle fue contactada por uno de los médicos de la tripulación, narrándole el trágico suceso sin dar muchos detalles; solicitó con mucha urgencia de su ayuda, necesitaban más manos que apoyaran con las investigaciones, y ante tanto caos la chica fue llevada a una reunión de emergencia. Este era el mejor momento para tratar los asuntos del viaje.

—Ha sido un desastre, hemos aislado a los afectados para que esto no se vuelva una trágica epidemia. Lamentamos no poder darte muchos detalles del viaje, pero creemos que tú, como miembro del Zodiaco, podrías ayudarnos a resolver parte de este misterio.

Tenía miedo, no iba a mentir. Se estaba enfrentando a lo desconocido con tan pocas armas para hacerlo, no obstante, la adrenalina del reto le hizo seguir adelante.

—Precisamente tengo unas cuantas personas en mente que podrían ayudarnos con esto. Sólo necesito que me den de su apoyo para irlas instruyendo y que esto acelere el avance.

En cuanto recibió la respuesta positiva del equipo de Kakin, de inmediato se contactó con la primera persona que tenía en mente para ayudarle. Se acercaba el examen Hunter y estaban en medio de los preparativos, aunque prefería tenerlo cerca, era el momento de Leorio para adquirir nuevos conocimientos relacionados justamente con el viaje que tanto se estaba anunciando al continente oscuro.

—¿Qué se supone que estás haciendo? —Cheadle le llamó y él sintió escalofríos, esa chica sí que era exigente. Desde el momento que había aceptado unirse a los Zodiacos, Cheadle no había hecho cosa más que presionarlo, apenas Kurapika se ajustó al equipo, él se dedicó seriamente a aprender, tal como ella le había dicho.

—Yo… pensaba que…

—Desde este momento necesito que te vayas a Cab, allí hay un departamento de investigación que te estará esperando. Ya les anunciaré tu llegada y espero que demuestres un buen desempeño, así te prepararás para antes de que nuestro viaje al continente oficialmente ocurra, ¿entendido?

Suspiró, no esperaba pasar sus días libres entre montones de libros cuando apenas se había reunido con los Zodiaco y comenzaba a comprender lo que ocurría con el asunto de Beyond; tras prepararse para salir, concluyó que era más útil para la tripulación si al menos tomaba el entrenamiento de Cheadle y ser útil a sus amigos. Tomó el primer vuelo a Cab y buscó una casa agradable en dónde quedarse; para su suerte, la verde ciudad no era de clase turística por la que no tendría que pagar mucho para vivir, la renta era mejor de lo que esperaba y el lugar era bastante popular por su extensa vegetación, universidades y centros de estudio, un lugar exclusivo para estudiantes. El departamento que encontró estaba en un edificio cercano al centro de investigaciones que Cheadle le había indicado, a diez minutos caminando, así que no sería una molestia presentarse todos los días, además de que el clima era increíblemente agradable, sin lugar a dudas, un lugar perfecto para relajarse y estudiar.

.'.

Eran las seis de la tarde cuando su teléfono sonó. Esperaba que fuera su padre, notificando sus últimos trabajos, pero no fue así. Era uno de aquellos tantos que deseaba evitar a toda costa, sin embargo tuvo que resignarse puesto que ya había atendido y no podía colgar abruptamente sin cerciorarse primero de a quién le estaba cortando la llamada.

—Maestro Illumi… —No fue capaz de recordar quien era el que solía llamarlo de ese modo, cada vez era más estresante estar así—. Siento interrumpir, supe que Muath está detrás de ti, y nadie sabe el motivo de tu ausencia en la isla, ¿te ocurre algo?

Quería preguntar quién hablaba, claro que sí, no podía colgar puesto que en la isla había tanto clientes suyos como de su padre, y no podía arruinar cualquier relación sólo por sus propios temores. Se quedó en silencio haciendo un esfuerzo bárbaro por identificar la voz, pero no podía.

—¿Maestro?

—Sabes, por teléfono no reconozco tú voz —mintió y se sintió reverendamente estúpido por ello, era una mentira barata y tonta.

—Soy Ender, el nieto de Caín.

«¡Maldición!» se mordió el labio, quería colgar de inmediato el teléfono, pero se contuvo.

—Ah sí… ¿qué se te ofrece?

—Tú… eso dímelo tú, has desaparecido por completo.

—Tengo mucho trabajo.

—Sí, lo entiendo, pero Silva nos comunicó que estabas en la disposición de venir a la isla.

«Papá, ¿algo más que quieras arruinar?» se quejó mentalmente, y caminó rumbo a su habitación, apenas llegaba a descansar antes de terminar otros dos trabajos nocturnos.

—Tengo mis propios asuntos qué atender… —contestó vagamente, iba a dar por terminada la llamada pero Ender se apresuró a hablar.

—¿De verdad es eso?, no será que… —se quedó un par de segundos en silencio— Maestro, si quieres, yo puedo dejar esto de lado y pedirte a mi padre. No quisiera que por mi culpa te estés ausentando… puedo rendirme, ¿de acuerdo? Quiero verte, ya quiero verte…

Se heló su sangre, odiaba escuchar esa clase de oraciones en boca de gente extraña. Llevaba tiempo pensando en la terrible desventaja que se encontraba. Si Killua comenzaba a padecer los efectos de la carta, entonces debía proceder con mucha cautela; en la medida de lo posible, el albino no debía enterarse de lo que le había ocurrido en la isla o si no sus celos se volverían un terror, aunque no tenía mucha esperanza de lograrlo, dado que los asuntos familiares siempre terminaban saliendo a la luz. Por supuesto que quería que Killua le tuviera confianza, así que primero él debía cortar los lazos con las personas de la isla, demostrarles que él ya tenía a alguien importante a quién se debía y no aceptar más situaciones que se malinterpretaran con estas personas.

—Ender… seré breve —se aclaró la garganta—: no necesito esto, no he ido a la isla porque no me interesa y porque tengo una deuda que pagar.

—Por eso, si yo acepto el trato con tu padre, pagaré tu deuda y…

—No lo entiendes, yo me debo a alguien más… no es una deuda que se paga con bienes materiales. No volveré más a la isla, ahora debo colgar así que…

—Es imposible, no. No puedes venir aquí, hacernos esto y marcharte como si nada, pero está bien, dejaré que lo pienses más, iré a verte cuando considere que es momento.

Sabía que no iba ser sencillo, esos tipos eran los herederos de envanecidas familias de asesinos; habían crecido llenos de orgullo de sí mismos, un "no" era una respuesta inaceptable. Tendría que idear un método más drástico y firme si es que quería proteger a su hermano de ese horrendo ambiente, esperaba tener un poco de suerte.

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Alluka esperó bastante tiempo para que su hermano confesara por voluntad propia lo que tanto le ocultaba. Hacía una semana desde que lo descubrió mintiendo, culpando a Illumi de su ausencia, y ahora le había sorprendido distraído leyendo una receta en su tableta electrónica. No quiso burlarse de él porque era una actividad normal y no había motivo para hacer burla de algo tan típico, sin embargo, las intenciones detrás de esas actitudes le intrigaban. ¿Qué le ocurría su hermano mayor? Había algo que estaba absorbiendo su mente, sus deseos de salir y conocer el mundo. Le entristecía porque hacía que su viaje no fuera tan ameno como ella quería. Así que esperó a que fuera la noche, justo cuando ambos estaban conversando antes de irse a dormir, para atreverse a preguntar.

—Te ha gustado mucho eso de hacer postres, ¿cierto? —Killua se puso nervioso, pero sólo atinó a reír en voz baja.

—Ah algo así —contestó distraído, deseando cambiar de tema.

—Sólo que la última vez no nos quedamos al curso por completo, habrías aprendido a hacer los rellenos, ¡yo quería crema de avellana! Pero tú y tu prisa no te dejaron en paz.

Observó detenidamente las reacciones de su hermano, parecía como si quisiera restar importancia a lo que ella hablaba.

—Tenía cosas que hacer Alluka, ya te lo he dicho.

Killua seguía sin captar que ella lo conocía muy bien, que sólo le estaba dando una última oportunidad de confesarse.

—¿Y ahora sí me lo dirás?

—¿Decirte qué?

—Lo que estabas haciendo, lo que te pasa… dijiste que Illumi te llamó para reunirse más temprano, pero yo sé que no es así —lo miró acusadoramente, de forma que no le dio salidas de escape al albino.

—¿Pones en duda las palabras de tu hermano mayor?, ¿qué clase de aliada eres, eh?

—¡No cambies el tema!, hermano, confiésalo… no me molestaré por ello.

Quería decírselo, decirle que se sentía extraño, que extrañaba a Illumi la mayor parte del tiempo y deseaba escribirle por cualquier motivo, no entendía lo que le pasaba, sólo que su hermano había pasado de ser un tipo indeseable a la persona más interesante y divertida que conocía en el mundo; además de que no podía dejar de pensar en él como alguien atractivo que le fascinaba ver aunque fuera de lejos. Sin embargo no podía, no sabía cómo empezar; decir que su hermano tenía buenas cualidades era como decir que estaba traicionando todo lo que antes había afirmado ante Alluka.

—¿Ha ocurrido algo malo con él? —la pregunta de ella lo sacó de su ensoñación.

—¿Malo?, ¿a qué te refieres?

—Ya sabes… pues… él —no tenía idea de cómo preguntar, la última y única vez que intentó tocar el tema de Illumi él le había pedido especialmente que no lo volviera a hacer— ¿te ha hecho algo?, algo como antes…

Y Killua captó bastante bien el mensaje.

—¡No!, no, para nada —se sentó sobre la cama de la chica y suspiró— él se ha portado increíblemente bien conmigo Alluka, no ha intentado nada extraño. Conocer a Illumi así, es como si estuviera tratando con una persona totalmente diferente a lo que había visto antes.

Alluka vio su postura, su sonrisa y ese tono de voz que le dio escalofríos. Recordó las palabras del Barón, sus dos hermanos debían estar juntos de un modo antinatural. Ella seguía sin estar de acuerdo, pero no podía hacer nada, más que aceptar la realidad.

—Sí, pero eso no quita quién es él, no es una persona de confianza.

Killua se sintió terriblemente mal de que ella se expresara de ese modo. Illumi había dicho que quería que ella los acompañara a hacer alguna actividad cuando él ni siquiera se había acordado que ella era su invitada; en cambio. Illumi estaba intentando involucrarse en su vida, de forma sana y agradable, no merecía ser tratado de un modo tan cruel, despreciarlo cuando a lo largo de su vida había sido maltratado tan frecuentemente sin que nadie le defendiera. Las tristes anécdotas de su infancia vinieron a su mente y se conmovió.

—No digas eso, Alluka —cortó con tristeza en su rostro— él no merece que lo trate así, ya muchos años, y muchas personas han jugado con sus sentimientos y él sigue siendo un ser humano.

Detestaba que Killua tuviera razón al respecto, ella sólo había escuchado un par de historias sobre su hermano mayor por boca del albino y tenía una vaga idea de lo que él había sufrido.

—Lo que digo es… —continuó ella— ¿recuerdas que me dijiste que él te daba miedo?, ¿ya no es así?

—No, al contrario. Es una persona que vale la pena conocer. Deberías intentarlo, Alluka. Él no era quien me daba miedo, era la otra cosa, la entidad que vivía dentro de él.

—¿Cómo sabes que no está allí?, ¿cómo sabes que no fue él? A lo mejor este es un plan para controlarte.

—Yo sé que no es así.

—¿Pero cómo lo sabes? —se desesperó, se puso frente a su hermano, mirándolo a los ojos retadoramente.

«Porque la entidad que estaba en ti no ha salido más» quería decírselo, pero no podía.

—Alluka, él tenía una entidad oscura que controlaba su cuerpo e hizo cosas horribles en su nombre. Su vida fue manchada por causa de esa cosa, y todo lo vivió en soledad porque nadie le daba la oportunidad de demostrar su inocencia. No seas como los demás…

Alluka bajó la mirada, un poco apenada por haber sido agresiva.

—También la entidad que vivía en mi llegó a controlarme, y sé lo que es vivir así como él, sin embargo yo… yo no te lastimo y él…

—Su vida depende de su deseo, y yo soy lo que él desea —se sonrojo por esas palabras, imaginando lo que significaban para su hermano—. Esa es la diferencia. Tu vida no depende de eso, si fuera así, yo también haría esto por ti.

Esas palabras eran justo lo que Alluka necesitaba escuchar para abrir sus ojos y sus oídos. Su hermano era más noble que ella y él no lo sabía, ella podía ser cruel y dura cuando era necesario, lo había aprendido a lo largo de su vida, pero Killua podía conservar esa bondad que hacía que cualquiera cediera ante su buen corazón. Por fin comprendía lo que el Barón había hecho por sus hermanos; si iban a tener que pasar por esa relación, al menos que fuera con algo de amor, algo que les hiciera sentir que no estaban haciendo algo horrible que manchara sus vidas por siempre.

—De acuerdo —se sentó junto a él—, dile de mi parte que cuando quiera podemos sentarnos a conversar, será un placer.

Killua le sonrió dulcemente.

—Yo le dije que tú eras la persona más noble que conozco en el mundo, y no me equivoqué al respecto.

Acarició los largos y negros cabellos de su hermana con mucha ternura.

«No hermano, tú eres el más noble de todos», fue lo que ella pensó.

Bien, espero que lo hayan disfrutado. Ya saben, tengo mucho sueño...

Respondiendo a los mensajitos que recibí:

Yo: Eh... Yuki? Tengo miedo de tu amor *temblar* nunca sé cuándo me va a clavar un cuchillo... No extrañes a Nimrod, NADIE debería extrañar a Nimrod, acuérdate que él es malo, acuérdate *llanto* Aunque debo ser sincero, yo también disfruto mucho acosando a Illumi, es adictivo. Killua es un amor, creo que ya con esto lo confirmaste y... mira qué sorpresa! Aguantaste hasta el 17! ves?, no era muy difícil, a qué no?

yaoista: Hola! Muchas gracias por tomarte unos minutos para dejarme un mensajito, bienvenida a este infier-fanfic! espero que el viaje por esta mentecita no te parezca tan desagradable y seguir viéndote por estos rumbos. Un placer.

Un agradecimiento especial a Chiru Less, mi nueva beta, no olviden darle la bienvenida a este pedazo de algodón de azúcar y no Chiru, no está embarazado... y a KaiD23, pueden creer que mi relación con KaiD23 es la más larga de mi vida? *risas*

Nos vemos... cuándo?, bueno, lo dejaremos a su criterio, porque bueno, yo me muero por publicar...