Hola a todo el mundo que lea esta cosa. Por cierto que cuando publico me pongo muy nervioso y creo que todo está mal escrito... en fin.
Recuerden que la historia es de amor, un amor un poco extremo por culpa de una cartita.'.
HADOS
Capítulo 5
Al siguiente día no tocaba visita de Illumi, así que Alluka sugirió que salieran a pasear, para buscar nuevas funciones teatrales y eventos culturales. Así lo hicieron, pero después de comer, él se hartó, su mente no estaba ahí, no podía enfocarse en nada que fuera diferente a Illumi; a cada instante se perdía imaginando cuánto disfrutaría verlo ahí junto a ellos, viendo el mismo espectáculo que él, escuchar sus opiniones, mostrarle sus descubrimientos y compartirle sus reflexiones; no podía seguir así. De nuevo sintió ansiedad por ver a Leorio y tratar con él ese tema delicado; tal vez con suerte lograba definir por completo su situación.
—¿Qué ocurre contigo, hermano?, has estado muy distraído últimamente… ¿estás pensando en él?
Le apenaba bastante que la chica se expresara libremente, haciendo esas preguntas directas sin el debido tacto que él solicitaba.
—¡No!, no, Alluka, estaba pensando… quisiera ir a saludar a mi amigo.
—¿El señor del otro día? —Killua rio por el comentario.
—Sí, él.
—Mira, es temprano y estamos a pocas cuadras del departamento; hay suficiente seguridad por aquí, puedo quedarme yo sola, ve a verlo. Mañana vendrá Illumi, y estoy segura que no tendrás tiempo para ir a ver a tu amigo.
Lo pensó detenidamente, ya últimamente solía dejarla sola por periodos cortos, lo cual tenía un efecto positivo en su vida; gracias a esto ella se estaba volviendo bastante independiente, aprendía a cuidarse y a observar; sin embargo no siempre se convencía de hacerlo, la veía tan pequeña y frágil que le daba pánico pensar en la posibilidad de que alguien la lastimara. Miró a los alrededores; en realidad, era una zona de estudiantes, interesados en los asuntos culturales, había guardias por varias partes, y era cierto, sólo eran pocas cuadras antes de llegar.
—Si algo pasa, sabes que te llamaré, mi celular tiene el botón de emergencia ¿lo recuerdas?
—Sí, pero…
—Ya… tranquilo, yo estaré bien ¿confías en mí?
Le sonrió, esa confianza era algo que muchas veces deseó para él cuando Illumi no le dejaba aprender por su cuenta cosas de la vida; no iba a ser incongruente, se despidió de su hermana y regresó a toda prisa al edificio.
En dos minutos ya estaba ahí, listo para tocar la puerta de Leorio. La sorpresa fue que su amigo abrió la misma antes de que él tocara.
—¿Killua?
—¡Eh!, ¿sabías que vendría?
—No, iba a comprar frituras, ¿vienes?
No le quedó otra opción, comenzaron a bajar por las escaleras, y recordó lo ocurrido el día anterior.
—Sobre ayer…
—No, no… descuida, a veces esos temas son difíciles de hablar, es sólo que —suspiró— llega un punto en que es tan normal que ya no encuentras ese toque de vergüenza. Lo siento, creo que hablé muy rudo.
Leorio intentó retomar la comodidad entre ambos para hablar de esos temas; de todos modos, no iría tan rápido esta vez, dejaría que el chico se expresara antes de emitir uno de sus juicios. Que en su opinión era bastante sencillo: estaba comenzando a enamorarse de alguien o ya lo estaba. Sólo era cuestión de analizar lo que quería y, seguramente, tendría montones de preguntas sobre lo que el otro sentía.
Regresaron al departamento. Leorio compró bastantes frituras para que ambos comieran sin pena y se acomodaron en los sillones. Killua se desparramó, preparándose mentalmente para retomar el tema del otro día.
—¿Podría ser otra cosa? ¿Algo diferente a gustar?
—Mmm… podría ser que admires a ese alguien y nada más.
Se quedó pensativo, ¿admiraba a Illumi? Sus sentimientos modificados por la carta le hicieron responder con un sí, y su razonamiento se ajustó para dar la respuesta que faltaba. «Lo admiro, porque pese a todo lo que pasó, él sigue aquí, es un tipo fuerte, inteligente, atractivo… —se ruborizó por sus pensamientos— es independiente, y valiente, aunque aparente que no lo es…»
—Pero pregúntate esto ¿te enojaría que ese alguien estuviera con otra persona que no fueras tú? Admirar alguien no es motivo para sentir celos por verle con otra persona.
Cerró sus ojos, visualizó a su hermano junto a un ser imaginario, pero no lograba encontrar a alguien ahí; «Muath» recordó ese nombre, y lo visualizó como alguien que podía ser bastante cercano a su hermano.
—Imagina que está con esa persona, que lo abraza, lo besa, lo trata de un modo especial.
«Illumi sonriendo, abrazando a ese tipo, tomándolo de la mano, besándolo…» repasó en su mente.
—¡No!, nunca, él nunca, no… no me cambiaría por nadie, ¿verdad?
—¡Oh, tranquilo! —se rio. Cada vez era más obvio que le gustaba alguien, pero que estaba reacio a reconocerlo— él puede ser libre de estar con quien quiera, ¿no lo crees? —todavía le costaba trabajo admitir que su amigo estaba enamorado de otro chico, especialmente porque consideraba que era lo suficiente atractivo para conseguir a cualquier chica.
El albino se mordió el labio, no soportaba esa idea, no podía admitirla, Illumi no podía estar con nadie más, no sólo por su deseo. Le había dicho que estaba enamorado de él, se confesó delante de él, y fuera de ello, sentía que tenía más derecho sobre cualquier otra persona a exigirle exclusividad.
—No —contestó sin pena.
—Eso es muy egoísta de tu parte, ¿acaso no disfrutas viéndolo feliz?
Recordó esas breves sonrisas, su forma relajada de conversar, la mirada embelesada que le dirigía.
—Sí, claro que sí es sólo que… —no podía permitir que estuviera con nadie más, le dolía mucho la sola idea— si es conmigo, sí.
—¡Eres un egoísta! No puedes ser tan cruel, él merece ser feliz.
Por supuesto que creía que Illumi merecía ser feliz, ya era hora de que lo fuera, pero quería que esa felicidad fuera él, que partiera de él, no de alguien más, quería resistirse a la posibilidad de que Illumi pudiera encontrar salida a su deseo e irse con otra persona.
—Yo también lo merezco, no sería justo.
Claro, Leorio desconocía los pormenores del problema. Nimrod había abusado de él usando a Illumi y eso desembocaba en la idea de que el morocho tenía una deuda que lo volvía su propiedad. No iba a dejar que hiciera lo que quisiera sin pensar en sus deberes hacia él.
—Así él nunca se fijará en ti, eres un egocéntrico —lo regañó, recibiendo la mirada amenazadora del albino.
—Él me dijo que está enamorado de mí.
Leorio se sobresaltó, ¿una persona enamorada de ese chiquillo egoísta? Eso debía ser digno de verse, pero entonces cayó en cuenta de que el albino estaba siendo correspondido y mantenía esa duda aun, eso sólo podía significar algo.
—¿No le respondiste a su declaración?
—¿R-responder?
—Sí, bueno, cuando alguien te dice "estoy enamorado de ti", normalmente espera recibir un "uh, yo también" o "no, lo siento, yo no" —explicó simulando una conversación entre dos personas.
Recordó ese momento, y se reclamó por haberse quedado callado cuando Illumi se le declaraba, ¿pero qué iba a responder? Ni siquiera estaba seguro de lo que le estaba pasando, podía afirmar con seguridad que quería a Illumi, era su hermano, y ahora su responsabilidad, debía protegerlo, tal y como afirmó que lo haría, no podía jugar con los sentimientos de su hermano, era una línea muy delicada que debía resguardar.
—No sabías qué responder, ¿cierto? —el albino negó con la cabeza y Leorio suspiró—, ah, ese chico debe estarla pasando muy mal, para ser su primera vez… ¿de dónde lo conoces?
—¡¿Eh?!
—¡Oye si vas a querer que te ayude con esto, al menos debo saber un poco de esa persona!
Pensó en cuánta información estaba dispuesto a dar, lo único que le importaba era que no supieran que se trataba de Illumi, su hermano mayor.
—L-lo conozco desde hace mucho tiempo —bajó la voz— de toda la vida.
—¡Un amigo de la infancia!, ya veo, no está nada mal, los amigos de la infancia son relaciones muy estables… no hay sorpresas desagradables entre ustedes —Leorio tomó confianza, y fue por una cerveza, algo le decía que sería una conversación bastante amena.
—¿De verdad? —preguntó inseguro, no era como Illumi fuera un amigo de la infancia, pero podía cumplir los requisitos para serlo.
—Sí, un momento… si es tu amigo de la infancia… quiere decir… —miró atentamente al albino— ¡Es uno de tus mayordomos! Oh, vaya, un jefe y su subordinado, que cliché.
La carcajada de Leorio lo hizo enojar, jamás pensó en sus mayordomos de ese modo, de entrada ellos tenían prohibido las relaciones y menos, tratándose hacia los Zoldyck.
—¡No, de ningún modo! Es imposible algo como eso —una negación instintiva, casi de inmediato se arrepintió de haberlo dicho.
El mayor se quedó pensando, Killua era un novato en esas cosas, apenas y entendía que sentía algo por alguien. Debía ser escalofriante tener una relación tan rápido, cuando apenas descubrió lo que era desear estar con una persona.
Se sonrió, «menos mal que pensó en mí» quién sabe, a lo mejor una persona diferente a él lo hubiera forzado a hacer algo que no deseaba, no aún. Debía ser un adulto responsable y guiar al niño a tomar la mejor decisión, enseñarle el buen camino del respeto.
—Bueno… si no es un mayordomo mmm… supongo que al fin de cuentas sí tenías un amigo de confianza.
—Una persona con la que entrenaba —describió la forma más básica para explicar su relación, no podía decir que eran grandes amigos de la infancia, pero tampoco iba a aceptar que lo relacionaran con los mayordomos, los veía como figuras amistosas, demasiado involucradas con su labor como para mancharlas con una temática tabú.
—De acuerdo, alguien con quién entrenabas —se imaginó a un niño, aproximadamente de la edad de su amigo, una personita traída a casa de los Zoldyck con la finalidad de entrenar a su muchacho— tal vez es momento de averiguar qué quieres que pase.
¿Cómo lo iba a saber? Apenas podía asimilar la idea de que estaba siendo atraído por Illumi, esa pregunta ahora era muy compleja para él. Lo que sí sabía era que no quería que él estuviera con nadie más, sólo con él, y con nadie lo cual implicaba a Alluka. Temía demasiado que ella se fijara en su hermano. Ahora que lo veía de ese modo, le resultaba sencillo creer que cualquier otra persona podía tener intenciones especiales hacia él, no supo en qué momento dejó de verlo como un hermano para verlo como un hombre, un individuo más, con virtudes y defectos.
Tras esa conversación, se quedaron ambos conversando de otras circunstancias, se enteró de las dificultades vividas durante el viaje al continente, y de todas las cuestiones políticas tan delicadas que estaban ocurriendo mientras que él viajaba, y la situación de Kurapika. Salió del departamento cuando escuchó las pisadas de su hermana subiendo, se despidió y se fue tras ella.
Durante la noche no podía dormir, estaba bastante estresado y más aún al recordar que Illumi iría al día siguiente a verlo, su corazón no dejaba de latir con fuerza, estaba más nervioso que de costumbre, daba vueltas y vueltas en la cama imaginando los diferentes escenarios que podrían pasar, en busca de la respuesta la pregunta que había dejando en el aire.
—¿Qué quiero que pase? —se preguntaba—, ¿qué? —suspiraba, y volvía a cerrar los ojos.
«Illumi saliendo con alguien, saliendo con otra persona…», volvió a imaginarlo y no pudo más que sentir repulsión, la ansiedad llenaba su mente; lo quería para él, lo quería dolorosamente para él, para nadie más, «Illumi… con… conmigo» sus mejillas se encendieron y ésta vez murmuró— no… él es mi hermano, es mi hermano mayor, yo no puedo hacer algo así, no… —cerró los ojos y lo primero que vio, fue una de esas escenas imaginarias, cursis. Illumi estaba frente a él, acariciando su mejilla, levantando su barbilla y…
Se sobresaltó, su teléfono celular acababa de vibrar, miró la pantalla y leyó el nombre del remitente.
—Es él…
Tomó el aparato, y leyó apresuradamente el mensaje.
"Hola, ya estoy en mi cuarto, iré a ducharme y luego dormiré. Mañana te veo".
Sentía esas palabras tan agradables que sonreía de lado a lado, «Illumi escribió esto para mi», lo imaginaba, trataba de adivinar lo que su hermano sentía cuando lo hacía, cuando enviaba ése mensaje a la persona de la que estaba enamorado. Tal vez estaba nervioso, y ansioso como él, tal vez esperaba un mensaje de regreso o sólo quería trasmitir tranquilidad. No era un simple "estoy bien". Escribió un mensaje que le tomó varios minutos terminar, no por la extensión del mismo, sino porque leyó y releyó tantas veces el mensaje hasta que estuvo convencido de que eso era lo que le quería decir a Illumi.
"No puedo dormir, me siento algo extraño. Ya quiero platicar contigo"
Se arrepintió de enviarlo, pero ya no lo remediaría. Illumi le escribió en regreso.
"Aquí estoy, ¿quieres que te llame? ¿A qué te refieres con -extraño-?"
Sus manos temblaban, quería responder, pero la pregunta sin respuesta volvió a su mente. No podía jugar con Illumi, no podía hacer un experimento sólo para saber lo que deseaba; una parte de él deseaba que estuviera a su lado, y otra parte peleaba en contra de ese concepto, porque de entrada "estar a su lado" no tenía ninguna definición, sólo sabía que no quería compartirlo con nadie más.
"No quiero despertar a Alluka. No sé cómo explicarlo ¿mañana a qué hora llegarás?"
Se maldijo mentalmente, ¿por qué nuevamente había preguntado algo que ya tenía conocimiento? Era como un vicio de seguir escribiendo, haciendo contacto con él. Se jaló los cabellos, odiaba no controlarse, esos condenados impulsos que sólo lo hacían ver patético.
"Llegaré a la ciudad desde temprano, estaré cerca de ti en cuanto me lo pidas. Kil ¿recuerdas cuando estabas pequeño que te enseñé una forma de calmarte? ¿Podrías hacerlo? Me gustaría estar ahí para ayudarte, pero no puedo, no podré dormir si tú no estás bien».
Su corazón volvió a latir muy fuerte, creía que moriría de un infarto en esos momentos, esas palabras estaban cargadas de ternura, así lo vio y se echó sobre su cama, con un placer indescriptible, la calma más perfecta de todos los tiempos. Illumi se estaba mostrando un poco de su corazón. Lo quería abrazar muy fuerte, decirle algo agradable que le devolviera esa sensación maravillosa de armonía y paz. Escribió apresuradamente sin pensar, entusiasmado más por sus sentimientos que por su razonamiento.
"¡Lo haré! Gracias, siempre me haces sentir mejor. Ve a dormir, ya quiero verte".
Y cayó en cuenta que había sido demasiado explícito, enrojeció por completo, refunfuñó, regañándose por ser tan descuidado.
—Sólo pido diez segundos de autocontrol —gritó en voz baja exasperado, intentando no despertara su hermana.
"Esa es mi línea. Duerme entonces".
Eso fue lo último que leyó, de nuevo la sensación más agradable del mundo volvió. Hizo memoria, eso a lo que su hermano se refería, y lo recordó, cerró los ojos; centró su mente en un lugar en que deseaba estar, un paisaje hermoso que le pareció familiar, unas gotas de rocío cayendo, chocando contra una ventana mientras él se asomaba por ella, viendo un enorme jardín con muchas construcciones increíbles en su interior, y luego, se dio la vuelta y ahí estaba él, Illumi, de pie, esperándole. Así en medio de su fantasía se quedó dormido.
Illumi leyó ese mensaje una docena de veces, analizando palabra por palabra hasta que se convenció de que estaba siendo un exagerado por querer adivinar algo que era obvio. No mentiría, estaba terriblemente feliz por saberse deseado, que dijera "siempre", era como si toda su vida tuviera sentido ahora, tanto sacrificio, esfuerzo invertido, todo su dolor se desvanecía sus cargas quedaban en el pasado como tristes historias que ya no valían la pena invocar. Quizá sí, ya era el momento de recoger un poco de la cosecha que con lágrimas y sangre había sembrado.
Gracias a eso, Illumi durmió como hacía mucho no podía. Desde que despertó de su largo letargo, no había conseguido hacerlo; la carga de la culpa lo carcomía, cerraba sus ojos y sólo veía lágrimas, súplicas de parte del albino, pidiendo que parara, que pensara mejor las cosas. Esto lo estaba torturando, apenas aceptaba que no tenía del todo la culpa, pero de todos modos dolía; era terrible, él se suponía que era el hermano mayor responsable que protegía a su familia, no el que la destruía. Ahora, ya eso por lo menos se vio disimulado por las palabras nobles del albino. Lo vería al día siguiente, y se aseguraría de que cada segundo valiera la pena, tanto que el chico dejara de temer a lo que fuera, se decidiera por él sin más. Era momento de subir la apuesta.
.'.
Killua despertó por la mañana, más temprano de lo normal después de un sueño bastante comprometedor. Su hermano le besaba, lo llevaba por una enorme casa, con un aspecto bastante familiar, y luego, en medio de una conversación, lo besaba. Recordaba cada detalle del sueño, parecía muy auténtico, incluso recordaba el sabor de su boca, la calidez de sus labios, sus dedos atrayéndole más a su cuerpo, la respiración chocando. ¿Así se sentían sus besos o era una alucinación? Porque de verdad quería saberlo ahora, estar seguro de qué tan bien era ser besado de ese modo tan pasional.
—¡¿Qué demonios?! —se regañó.
Retazos de lo ocurrido la noche anterior aparecieron en su mente, se avergonzó bastante por sus acciones, estaba dando falsas esperanzas a su hermano y eso no estaba bien, por nada del mundo podía hacer algo como eso, menos a alguien que sufría desesperadamente de amor. Debía vigilar más atentamente sus acciones, no caer en provocaciones de esta índole o si no perdería el juego.
Para la tarde, regresaron ambos chicos al departamento, Alluka insistió que debían hacerlo porque ese día Illumi iría a verlo.
—Debes arreglarte bien, asegúrate de que él no deje de verte —aconsejó, y él se molestó bastante, como no lo había hecho antes contra la chica.
—Alluka —la reprendió— Illumi es nuestro hermano, lo que sea que te estés imaginando, déjalo.
Pero ella no se iba a dejar intimidar tan fácilmente; levantó el dedo índice, señalándolo acusadoramente.
—Pero él te gusta, no lo puedes negar.
—Eso se llama incesto.
—Se llama amor —corrigió, su tono se volvió amenazador—. Digas lo que digas, la forma que sea que tenga, si te sientes así, es porque estás enamorado. El amor es la fuerza que es capaz de revolucionar el mundo, un gobierno, cambiar una ideología, despojar a un hombre de todos sus bienes, de sus creencias, valores y llevarlo a la locura.
El escalofrío más intenso hubiese experimentado jamás, lo recorrió. Esas palabras eran como traídas del mismo infierno. Tomó a Alluka por los hombros, despavorido por lo que acababa de escuchar.
—¡¿Dónde escuchaste eso?!
Ella se asustó, jamás su hermano se había comportado de ese modo, temblando respondió.
—Semiramis, ella… solía decirlo.
Se percató de lo que estaba haciendo y se arrepintió.
—Lo lamento Alluka —se disculpó, y se dio la vuelta mirando apenado hacia el suelo.
Esas palabras eran las mismas que Nimrod usó el día que describió lo que era el amor. Odiaba tanto a ese hombre, que no soportaba escuchar nada referente a él.
—Tranquilo hermano, sé que estás asustado, pero tómalo con calma, yo sólo quiero que estés bien. No digo esto por burlarme, creo que quizá necesitas un empujón para dejar de temer.
Con esas palabras se quedó, y una hora después llegó Illumi a su cuarto. Por un momento olvidó lo muy nervioso que le ponía la idea de que su hermano fuera. De nuevo estaba alerta, deseoso por verlo, por saber qué cosa nueva ocurriría; descubrir en sus negros ojos un mundo infinito, hermoso.
—¿Cómo seguiste? —le preguntó el morocho después de uno minutos de conversación relajada.
—B-bien, creo… ¿tú?
—Yo estoy bien, estaré bien.
Según lo estimado, su siguiente movimiento sería determinante, sólo podía lograr dos cosas, presionar a su hermano a tomar una decisión, que éste aceptara seguir con él, o lo rechazaría, para al final seguir con él. La diferencia entre ambas era que en una su relación funcionaría, y en la otra no. Un buen inicio era un augurio positivo de que las cosas resultarían.
—Sobre lo que te dije el otro día… Kil —el menor se alarmó por la manera en que había dicho aquello, inclinando su cuerpo hacia adelante, como si tuviera que decir algo serio— lo que dije, que estoy enamorado de ti.
—No te preocupes, yo…
—Lo dejaré ir… —Killua se quedó helado, sin palabras— fue un error haberlo dicho sin pensarlo más. Sabes, yo no quiero que por algo como eso, nuestra relación se pierda, yo soy feliz con esto, no necesito más.
—¿Un error?
—Kil… —veía en sus ojos azules una especie de decepción, que tuvo que resistir, «es mi estrategia» se recordó— yo no quiero que esto acabe, no quiero forzarte a nada, para mí, lo primordial es tu felicidad. Te debo tanto que…
Killua lo detuvo, lo jaló de la manga, su rostro estaba mirando hacia el suelo. El pequeño no entendía lo que pasaba en su interior, esas palabras, eso de "dejarlo ir", "un error", dolió, dolía tanto que no podía articular palabra alguna. Apretó con más fuerza la manga, «¿qué quiero que pase?» la pregunta flotó en el aire, contuvo sus lágrimas.
—No lo hagas… —susurró— d-dame tiempo.
—¿De qué hablas?
De nuevo silencio, era incómodo y triste, e Illumi se arrepintió de entristecerlo, no merecía esto, era terrible e injustificado. Quiso sostener su mano y Killua se apartó, estaba bastante herido como para dejarse tocar y se asustó.
—Illumi yo… me siento extraño —confesó— no sé qué es pero sé… sé que no quiero que dejes de insistir.
Se sentía apenado de admitir su egoísmo tan abiertamente, no le estaba diciendo que se sentía atraído por él, sólo que quería sentirse deseado por él. No le prometía nada a cambio, ni establecía las bases de algo, no lo beneficiaba ¿por qué aceptaría hacer algo tan egoísta?
—¿Esta es… una de esas cosas que debo hacer por mi deuda?
Killua alzó la mirada, sólo para encontrarse con sus ojos, mismos que denunciaban días de desvelo y arrepentimiento, de buscar un perdón inalcanzable.
«¡Oh dios, estoy siendo el peor de los egoístas!» Illumi no distinguía su culpa de la de Nimrod, no sólo le estaba pidiendo que viviera enamorado de alguien que no le correspondía, también le pedía que cargara con una deuda y que pagara con sus sentimientos de por medio.
—No… —se quedó sin aliento. Quiso pensar en algo qué explicara lo que deseaba, aquel sentimiento que le estaba quemando por dentro, desgarrando sus entrañas, buscando salida— yo… Illumi…
—Está bien, no te juzgo.
—¡No!, sólo cállate, ¿de acuerdo?
Aguardó, ambos estaban en una posición muy compleja, sus emociones estaban en peligro, era una apuesta muy grande. De nueva cuenta Illumi se arrepentía de haber procedido de ese modo, no esperaba consecuencias tan grandes, sólo hacerlo desesperar y darse prisa, después de todo, el tiempo de la carta estaba corriendo y no podía darse el lujo de esperar.
—Necesito tiempo, sé que es egoísta, ruin… pero… cuando te veo, no sé qué siento. Dame tiempo ¿sí? sólo te pido que no dejes de intentarlo, tal vez y así…
—Kil… me rendiré cuando esté seguro de que no lo lograré.
Si tan sólo no tuviera esa vergüenza e inseguridad, el albino juraba que se hubiera lanzado sobre él para abrazarlo. Su admiración y aprecio incrementaron, estaba decidido a que llegaría a fondo, le daría una respuesta segura a Illumi, no dudaría esta vez, se enfocaría tanto como pudiera en ello hasta que ser firme. Él lo merecía, ese muchacho extraño y sereno valía la pena. Ahora estaba seguro que era así.
—¿Le has comentado a Alluka la idea de vernos? —cambió el tema, deseaba que su hermano se guardara esas palabras en su mente, las siguiera rodeando por el resto de los días.
.'.
—¡¿Le dijiste que te diera tiempo?! —reclamó Leorio cuando se enteró de la novedad que el albino trajo para él.
La noche después de la visita de Illumi, su joven amigo se había escabullido del cuarto para ir a buscar el consejo del aspirante a médico. Estaba en un difícil dilema después de darse cuenta que no podía pensar por sí mismo lo que quería para él con respecto a Illumi, y estaba claro que Leorio era una persona que aparentaba la suficiente experiencia como para darle una correcta instrucción o por lo menos, un punto de vista objetivo.
—¡¿Qué hay de malo con eso?! —también gritó, si Leorio le alzaba la voz, él no se quedaría atrás.
—Pues, verás… —recargó su cabeza en la palma de su mano, el albino estaba frente a él, acostado sobre el sillón, jugando con una pequeña pelota que arrojaba y atrapaba constantemente— cuando alguien te pide tiempo, usualmente es porque quieren apartarte de sus vidas, pero en un modo amable.
—¡No es así!, que a ti te haya pasado toda tu vida no quiere decir que siempre sea así.
—No, bueno… personalmente a mí me tomó tiempo darme cuenta de que las cosas no eran tan lineales. Depende de la etapa en la que estén.
—¿A qué te refieres? —atrapó la bola, y cambió de posición, sentándose para ver mejor a su amigo.
—Cuando yo era un mocoso enclenque, como tú… —sintió que la pelota rebotó en su cabeza y se sobó— Cuando una chica me pedía tiempo para pensar las cosas, me ilusionaba, creía que tendría una pequeña oportunidad y me motivaba bastante hasta que eventualmente caía en cuenta que no me iban a corresponder jamás, así que, conforme pasó el tiempo yo adopté esa petición por un "no", y así lo mantuve hasta que logré madurar, y actualmente puedo distinguir cuando eso se refiere a un amable "no" o a una oportunidad sincera —se aclaró la garganta, todavía le incomodaba pensar en su amigo comenzando a sentir atracción por alguien más—. Si tu chico es muy novato, seguramente entenderá tu respuesta como un no… es difícil de estimar esto…
—No lo verá así —le aseguró.
—No es así Killua —suspiró—, ¿qué edad tiene él?
—Él tiene… —se detuvo antes de revelar esa información, se ruborizó al pensar en la gran brecha que había entre ellos dos— Es mayor que yo…
Pero Leorio intuyó que algo no estaba muy bien en ese aspecto. De todos modos, quiso darle el beneficio de la duda, tragándose sus teorías.
—¿Cuánto?
—A-algunos mmm… años.
—Killua —contestó en tono de regaño— al menos necesito un poco de información sobre esto, ¡será imposible ayudarte a interpretar las acciones que quieres comprender si no me das ese dato! Todo depende de la etapa en la que esté, no es lo mismo un chico de catorce a uno de dieciséis, no importa que la edad esté muy cercana, créeme.
—Es mayor, es todo… además… yo quiero saber —se detuvo, le costaba tanto trabajo decir abiertamente su problema, entre más lo decía más complejo se volvía— qué es lo que quiero que pase entre él…
—¿Todavía no te decides? —el silencio del menor le respondió— es de esperar ¿sabes? Tienes catorce, está es la primera vez que te planteas la idea de tener "algo especial" con alguien. No es como que a esa edad uno sabe lo que quiere, menos a largo plazo.
—No puedo jugar, especialmente con él, no puedo decir que sí y luego que no, pero no sé si quiero decir que sí.
—Cuando yo tenía trece, había una chica de mi clase que me gustaba bastante. Era una chica un poco aislada, pero amable; el día en que me confesé, ella dijo que no podía corresponderme porque sus padres no le permitían tener novio —suspiró—. Después de eso, seguimos siendo amigos, en segundo grado de secundaria yo continué enamorado de ella, pero estaba seguro que me rechazaría así que no intenté nada, salía con otras chicas y ella lo sabía, nunca me reclamó ni nada parecido; en el último año, yo escuché un rumor, uno que aseguraba que ella estaba enamorada de mí, volví a intentarlo, me confesé y ella respondió que necesitaba tiempo.
—¿Eso qué tiene que ver con…?
—Para ese entonces —remarcó alzando la voz— yo creía que un "dame tiempo" era una forma de decir que no, así que después de que ella lo dijera, yo me alejé, no quise escuchar su rechazo; pasaron varios años, un día me encontré con ella por casualidad y conversamos, ella entonces fue cuando me confesó que ella estaba profundamente enamorada de mí en aquel entonces, pero estaba tan asustada por tener una relación, que cuando vio la oportunidad no la aprovechó, y al final, nos dimos cuenta de nuestro error.
Killua estaba a punto de refutar, pero él se lo negó por segunda ocasión.
—Ella ya tenía otro novio y…, lo que pudo haber sido, jamás ocurrió porque esta oportunidad Killua, no es algo que sólo me iba a ser concedido, también era una oportunidad para ella —los ojos azules se abrieron con sorpresa— no pienses en esto como una oportunidad para tu amigo, es una oportunidad única que también se te ofrece a ti. Evalúalo como algo que quieres que ocurra en tu vida y no sólo en su vida. Tal vez si ella se hubiera dado esa oportunidad, yo no estaría delante de ti, ella pudo haber cambiado el curso de nuestras vidas con una sola respuesta.
Killua regresó a su cuarto a descansar, Leorio necesitaba dormir tras un día de mucho estudio. Antes de marcharse recibió una hoja con una lista de cosas que su amigo le exigió pensar.
—Antes de decidir, imagínate esto, junto a él y piensa si de verdad lo quieres o no—su mente estaba un poco más clara ahora, después de todo, ahora tenía la clave de lo que estaba buscando, hasta hace poco todos sus pensamientos giraban en torno a lo que su hermano sentía, al deseo de Illumi y cayó en cuenta que no se había puesto a pensar que también se afectaría a sí mismo.
—Imagínate en una relación con él, ¿puedes visualizar esta lista? —le había dicho Leorio cuando le entregó la hoja que escribió en ese rato de estar hablando.
No leyó nada de lo que venía escrito ahí hasta la noche del día siguiente, cuando regresó a su cuarto, quería tomarse su tiempo en calma para pensar. Dejó a Alluka en su cuarto y se encerró con llave, no quería ser interrumpido. Tomó la hoja y se acercó a la ventana que apuntaba hacia la calle, mirando el hermoso anochecer, leyó la primera línea de la lista.
«Imagina que sales con él».
Eso era fácil, no sería la primera vez después de todo. Ir a comer juntos, caminar, visitar una ciudad e inspeccionarla dando un paseo, era parte de las actividades que solían hacer juntos en su trabajo. Así que visualizarse con él en una salida era pan comido. No le pareció particularmente llamativo.
«Imagina que se toman de la mano».
Su mano derecha tomó su izquierda, instintivamente mientras visualizaba esa acción como si de su hermano se tratara. Esos dedos largos con aspecto femenino, apretando su mano, dándole calor. Tragó saliva, debía ser una cosa muy agradable. No quería intimidarse por una acción tan sencilla, pero su corazón ya estaba comenzando a latir apresuradamente.
«Imagina que te besa».
Vino a su mente el recuerdo de su sueño.
—Bueno, no es como si fuera la primera vez —se excusó—, aunque era Nimrod, pero… —Illumi, según su imaginación, debía besar como un torpe niño de trece años experimentando por primera vez un beso. Tierno, intuitivo, buscando más contacto con sus labios que con su lengua. Tenía mucha curiosidad sobre este punto, así que aceptó que en esto posiblemente coincidía con lo que Leorio afirmaba.
«Imagina que lo besas»
—¡No! —de inmediato exclamó, una cosa era que Illumi lo besara, otra muy diferente era que él tomara la iniciativa. Hacer algo de esa magnitud implicaba que él descubriera esa delicada capa de su interior que jamás había sido vista por nadie. De todos modos, cerró sus ojos y se vio a sí mismo, esta vez, no sólo se vio vulnerable, también visualizó a Illumi de ese modo y en cierto modo, le gustó. «Si tan sólo él fuera cursi…» se recriminó, su hermano era frío, plano, no podía esperar sorpresas de parte de alguien que siempre era obvio.
«Imagina que lo presentas a tus amigos y familia»
—No creo que Gon tenga interés en conocerlo —de hecho era mejor si no se conocían, crear conflictos entre ellos era tan probable que prefería no hacerlo, al menos, no hasta que su amigo lograra controlarse. Tampoco creía que nadie más pudiera con esa verdad, era bastante pesada como para compartirla. Miró el paisaje, le dolía mantener esos secretos que sólo creaban distancia entre él y los seres que amaba. Leyó de nuevo esa línea, y resaltó la palabra «familia». Por lo menos Alluka ya le había confesado su aprobación, además, tenía esa actitud hacia su relación, como si supiera todo lo que pasaba entre ellos y no le molestara. También estaba Kalluto, él también alguna vez le había dicho lo mismo, respiró hondo.
—No estoy tan solo —se sonrió.
«Imagina los conflictos que podrían existir»
Nada vino a su mente. No era sencillo que ellos dos disintiesen en algo o chocaran sus personalidades, inclusive pensaba que congeniaban tanto que poco a poco comenzó a ceder abrir su difícil corazón, compartiendo algunos secretos, y opiniones.
—Al menos es así, hasta que él comienza con su personalidad controladora —rodó los ojos— se hace el mártir cuando no le corresponde y me quiere convencer de que siempre tiene la razón —soltó la carcajada—, mientras pueda lidiar con esto, no veo porqué nuestros conflictos sean tan relevantes.
«Imagina qué podría separarlos»
Que él lo engañara, definitivamente no perdonaría que jugara con sus sentimientos cuando él estaba siendo excesivamente considerado, pero debía reconocer que Illumi no lo engañaría; vivió muchos años con esa maldición, y todavía la tenía, gracias a su amor por él. ¿Por qué le sería infiel si tanto lo había esperado? Descartó eso, y quiso pensar en otro factor decisivo. De inmediato pensó en su padre y su abuelo, ellos dos podían hacer mucho daño si se lo proponían. El miedo lo recorrió, «todo menos eso, por favor», no soportaría que lastimaran a su hermano frente a él. Evadió ese pensamiento, todavía no estaba listo para afrontarlo.
«Imagina cuánto tiempo quieres estar con él».
—Mucho, mucho tiempo —dijo en voz alta. Entonces abrió los ojos, todo el tiempo estuvo pensando en eso no como una posibilidad, lo estaba dando por un hecho, uno que sólo quería postergar hasta que algo pasara ¿qué cosa? No lo sabía, pero deseaba que ese algo pasara y le diera la señal de que ya todo podía comenzar. Tembló, no de miedo, sino de una excitación que jamás pensó sentir. Deseo de sentirse amado y correspondido, tocar a su hermano y que le tocara, ver que sus etapas existenciales ocurrían al mismo tiempo y entre ambos se fortalecían. Estaba seguro que entre esos brazos, encontraría un refugio y un sitio al que podría llamar "hogar", una persona a la que le devolvería las alas para llegar tan lejos como su familia no se lo permitió. Escaparían juntos, romperían todas las reglas hasta crear las suyas propias, unas que permanecerían atados a ellos. Deseo, con todas sus fuerzas ese algo, la señal.
Las estrellas ya decoraban su cielo, cuando su corazón, excitado por su nuevo descubrimiento, regresó a la vida. Al fin lo reconocía:
—Estoy enamorado.
Ahora era más sencillo reconocer sus sentimientos, los mensajes de Illumi, antes de dormir, se volvieron lo más esperado del día. Esperaba con manos temblorosas a que llegara, a leer unas palabras suyas que alimentaran ese fuego interior, leía el resto de los mensajes detenidamente, examinando sus palabras, en busca de pistas que le demostraran que era correspondido en su totalidad.
Por ratos tenía deseos de decírselo, de tomar el celular y ya no guardar más secretos. Confirmar que ambos poseían el mismo fin, pero no se atrevía, una cosa era reconocer que estaba enamorado, que ya no temía a una relación, pero otra cosa, era dar ése paso, era lo más difícil de todo. Confesarse con el mismo valor que su hermano lo hizo el día anterior.
La siguiente visita de Illumi fue diferente, desde antes estaba ansioso pero ya no del mismo modo que los pasados días, esta vez era una ansiedad por ver la señal. El momento clave que definiría el inicio de todo.
Illumi apareció luciendo bastante sencillo esta vez, con su cabello recogido en una coleta alta, y su sonrisa inteligente, que lo derretía. Lo invitó a pasar, y entonces su corazón comenzó a latir con tanta fuerza que tuvo que pedir un momento para ir al baño a lavarse la cara, necesitaba aire, estaba demasiado motivado que ya no podía contenerse. A ese paso terminaría confesándose sin una señal.
Illumi lo notaba, Killua reía más, por cualquier cosa; encontraba todo lo que hablaban como "muy interesante"; le lanzaba miradas que, si no lo conociera bien, diría que eran coquetas, además de que en determinados momentos creaba situaciones en las que el contacto físico era necesario. Debía ser honesto, adoraba ese comportamiento en su hermanito, tan discretamente amoroso y tierno, como si en cualquier momento fuera a confesar su amor. Sin embargo, no le convenía dejarse llevar por esa libertad, tomar provecho sólo asustaría a su hermano que apenas comenzaba a inclinar la balanza a su favor, era el mejor momento para proceder con lentitud, resistir la tentación.
Cambió un poco su comportamiento, para mostrar sus mejores armas, sus conocimientos, experiencias y sus expresiones, todas enfocadas a demostrar que no sólo era un tipo genial, la mejor opción para el albino. Se soltó el cabello, para sobar su cuero cabelludo, el negro de sus cabellos cubrió sus hombros de forma desordenada.
—¿Tienes un cepillo que puedas prestarme? Mi cabello es un desastre —le sonrió.
Killua asintió y fue tras uno, que le ofreció amablemente a su hermano.
—Detesto que se enrede —continuó Illumi— fue idea del ente que me dejara el cabello largo, debería cortarlo.
—¡No! A mí me gusta así como se te ve.
Killua se detuvo a observar su expresión entre burlesca y apenada, y le devolvió una pequeña risa.
—Supongo que podría dejarlo largo por más tiempo, si te gusta a ti. —Terminó de cepillar su cabello, ordenándolo hacia un lado de su hombro derecho, y le devolvió el cepillo a su hermano que lo puso sobre la mesa sin fijarse más—. Claro, no pienso dejar que crezca más allá, sería un desastre.
Aprovechó la cercanía, la mano de Killua estaba sobre la mesa, así que con un movimiento bien disimulado rozó los nudillos del menor con lentitud y suavidad, fingiendo no darse por enterado de lo que tocaba.
Por supuesto, el albino se sobresaltó y resistió la necesidad de expresar su sorpresa, en cambio se armó de valor, miró los dedos de su hermano mayor, y estiró su mano, acariciándole las yemas de los dedos del mismo sutil modo que el mayor lo había hecho.
La sonrisa de Illumi se borró, no pudo ocultar su sorpresa del mismo modo que su hermano, sobre todo cuando, al alzar los ojos, se encontró con los azules, que le hablaban de amor. Killua levantó las cejas un instante, y le sonrió de forma tan coqueta que se ruborizó por causa de la cantidad de emociones contenidas en ese instante. Tuvo el impulso de cubrir su rostro con una mano, simulando tener comezón en la nariz, pero era muy tarde. Killua lo vio todo, y ahora no podía borrar su sonrisa orgullosa.
—Hay un observatorio en la parte más alta de una colina por estos rumbos, ¿han ido allá? —optó por cambiar de tema, no quería sostener esa mirada por tanto tiempo.
—No sabía que había uno —contestó, y desvió la mirada, toda esa actitud suya no era voluntaria, no era consciente de lo que hacía—, podríamos ir ¿no crees?
Eso fue sorpresivo.
—¿Crees que Alluka quiera ir a esta hora? ¿No le incomodará mi presencia?
—En realidad me refería a nosotros… —de nuevo lo hizo, sorprendió al morocho— Alluka debe estar en su cuarto, no creo que se dé cuenta si salimos tú y yo.
—De acuerdo —respondió sin dudarlo. Esta era una de esas raras oportunidades que no debía desaprovechar.
Salieron hasta la colina, la zona estaba apenas iluminada por políticas del observatorio. Por supuesto que para llegar al observatorio se requería un permiso especial, pero en los alrededores había un espacio para los turistas o estudiantes fanáticos de la astronomía. En toda esa área no había nada de luz, mas que la natural, el cielo estrellado y la luna eran todo lo que alumbraban ahí. Era un paisaje hermoso, rodeado por la naturaleza, pero el cielo en todo su esplendor era lo que más sobresalía.
—¡Es increíble! —exclamó el albino, ya se había topado con paisajes similares antes, pero siempre estaba en alguna misión o luchando por su vida, por lo que nunca se había dado el tiempo de disfrutarlo, ahora que podía, veía todo como si fuera la primera vez.
El silencio, los luceros, el viento fresco, la oscuridad, era tan perfecto que de inmediato vino a él la idea «¿será esta la señal?» se preguntó, estremecido, sentía el cosquilleo en su estómago, la emoción de encontrarse en medio de una situación romántica con la persona que deseaba. Buscó a su hermano entre la oscuridad, detrás de él, pudo ver como un par de estrellas fugaces recorrían el cielo.
—¡¿Viste eso Illumi?! Las estrellas fugaces.
Asintió y continuó.
—Son las Gemínidas.
—¿Gemínidas?
—Una lluvia de estrellas que ocurre a mediados de diciembre. Son tan brillantes que no hace falta tanta oscuridad para verlas.
—¿Has estado aquí antes?
—Sí —se dio la vuelta para tratar de ver la expresión de su hermano— en algunos otros momentos.
Aprovechó para explicarle algunas constelaciones y leyendas que creyó que al albino le interesarían. Lamentó que la oscuridad no le permitiera ver sus ojos cuando se emocionaba con las historias y todo el conocimiento que almacenaba en su mente. No terminó de hablar porque quería reservar una segunda oportunidad para llevarlo ahí en otra ocasión, bajo la excusa de que tenía más qué contarle.
—¿Quieres algo para beber? Abajo hay una cafetería, si tienes hambre podríamos cenar ahí algo.
El albino se emocionó todavía más. Esta era la clase de situaciones románticas que ansiaba ver para tomarlas por la señal lo que estaba esperando para darle el sí a su hermano. Aceptó la invitación de muy buena gana, y se dejó guiar por él. Allí abajo había un lugar bastante cómodo, no muy lleno, pero las personas que ahí estaban eran estudiantes de astronomía, lo notó por el tema complejo de sus conversaciones.
—¿Entiendes lo que ellos dicen? —preguntó el albino, casi seguro de la respuesta que recibiría.
—Algunas cosas, el ente tenía mucha experiencia en astronomía antigua, lo que ellos hablan son teorías actuales que yo desconozco. Además, lo que yo sé es más basado en magia y teología.
—Oh… —pese al vasto conocimiento que tenía, siempre lucía inconforme por ello, no parecía emocionado por los temas que conversaba— ¿no te gusta saber todo eso?
—¿Eh? No lo malinterpretes, me gusta bastante aprender, pero… siempre que recuerdo por qué lo sé, pienso en ti y me duele.
—¡No lo hagas! —estaba comenzando a perder la paciencia por los constantes arranques depresivos de su hermano, detestaba que el buen ambiente que llevaban lo guiara a un tema desagradable— tú eres tú, y él es él. Yo estoy hablando contigo, no con él y eso es todo lo que me importa, que eres tú.
Amaba a ese chiquillo brillante, cada día lo amaba más, dejando a un lado sus problemas y cargas para levantar sus brazos caídos y darle fuerzas para seguir adelante. Le sonrió agradecido, esta era la oportunidad que estaba esperando para dar su siguiente movimiento.
—Ah… —suspiró profundamente— sabes, es un poco molesto —dejó un silencio para cerciorarse que el albino lo estuviera escuchando— es como si me estuvieses dando falsas esperanzas.
Killua se ruborizó suavemente.
—Qui-quizás no son falsas… esperanzas —estaba muy nervioso por decir aquello, pero internamente rogó que la indirecta cayera sobre la cabeza del morocho.
—No lo creo —contestó con desánimo— nadie cambia de parecer de un día para otro.
Cambió el tema drásticamente, ese era su plan, frustrarlo un poco hasta que se volviera irresistible. Killua se mordió el labio, deseando refutar esa negativa. No pudo pensar en algo concreto para defender su deseo, así que se calló. Todavía no tenía el suficiente valor como para defender su deseo.
¿Y bien?, ¿les ha gustado?
Fujoshi83: Lamento mucho que mis mensajes no te llegaran, juraba que sí porque a mí me llegan las notificaciones al correo cuando alguien me escribe, pero muchas gracias por avisarme! De este modo podré responderte por este otro lado sin problemas. Muchas gracias por tu apoyo y los mensajitos divertidos, y con respecto a eso de que a Illumi le salga bien algo... mmm... como que, como que debo estar huyendo en estos momentos *risa nerviosa*
Nos vemos el 12 de Octubre, al fin, con otro capítulo más de la rosa de... perdón, de HADOS. Se va a poner... uuuy, muy mal todo, va a ser un especial.'.
