Bueno... he vuelto, y esto se va a poner muy intenso. ¿Se acuerdan que dije que iba a ser una historia de amor?
HADOS 6
Sabe sólo de Amor mi pensamiento;
por él y en él lo tengo tan cambiante:
de Amor la potestad lo lleva amante,
o a loco razonar, su valimiento. —Tutti li miei penser, Dante Alighieri
—Estoy enamorado —pronunció en voz alta, esta vez con seguridad, ya no había rubor ni miedo de por medio, simple y pura sinceridad.
—¡¿Lo aceptaste al fin?! —exclamó Leorio, impresionado por la declaración tan formal por parte del albino, no era un mero sentimiento, ya era una realidad— Me sorprende… y bien, ¿qué sigue entonces?
—Se lo dije.
—¡¿Qué?!
—Bueno, no —cortó la expresión— no directamente, sólo se lo insinué —esta vez se ruborizó, recordó la frustración de esa noche— y me dijo que nadie cambia de parecer de un día a otro —se desparramó sobre el sillón, incluso repasar ese momento lo desanimaba.
—Prácticamente así fue.
—No… yo tengo bastante tiempo así…
—Pues, entonces, suena a que tratas con un muchacho bastante maduro para su edad. Que te diga eso es porque te ve con seriedad, bien podría haberse aprovechado de ese momento pero no lo hizo.
Killua sonrió, estaba feliz de escuchar algo como eso. Le daba a entender que Illumi lo estaba tratando con respeto, lo cual le hacía sentir inmensamente especial.
—Aunque dime ¿qué es exactamente lo que te llevó a darte cuenta de eso? ¿Qué es eso que te gusta tanto?
Lo pensó detenidamente, mirando hacia el techo.
—Él es… él es genial, es fuerte, inteligente y me entiende en un modo en que nadie más podría hacerlo. Me trata bastante bien, es muy detallista. Por ejemplo… a veces me pasa que, cuando voy a pagar la cuenta del hotel donde estuvimos hospedándonos Alluka y yo, descubro que él ya pagó nuestros gastos y ni siquiera me dice algo al respecto, actúa como si nunca lo hubiera hecho.
Leorio silbó sorprendido.
—Un chico rico, ¿eh?
—Sí… algo así.
—Pero se nota que te dedica tiempo, se interesa por ti y tú hermana, no muchos tipos hacen eso sin alardear al respecto o presionarte a "pagarles" de otro modo.
—¡El nunca haría eso! —sintió la necesidad de aclararlo— De hecho, pese a que sabe que podría hacer lo que quiera conmigo, no ha tomado ventaja de esa libertad. No se atreve a tocarme ni nada por el estilo.
—¿Qué quieres decir con "hacer lo que quiera"? —no hubo respuesta— bueno, quizá no se aprovecha porque es un niño, digo, dieciséis años no es una edad de mucha seguridad como para… —vio la expresión de culpa en el rostro del albino— no me digas que… no tiene dieciséis años, ¿cuántos tiene? Killua…
—Es mayor que yo.
—¿Dieciocho?, ¿veinte? ¡Killua, a esa edad se dejan llevar por sus hormonas, se sienten ya mayores de edad y quieren experimentar de todo, podría estar jugando contigo!
—¡Acabas de decir que me está tomando en serio! ¿Por qué el cambio de opinión ahora?
—¡No sabía que tenía veinte!
—¡No tiene veinte!
La conversación había evolucionado a gritos frustrados, ambos estaban bastante alterados como para hablar con decencia, pero esa expresión final marcó la pauta de nuevo terror en Leorio.
—¿Qué edad tiene? —bajó la voz, intentando intimidar al chiquillo que se cubrió el rostro con un cojín del sillón en el que se encontraba.
—Es… doce años mayor que yo…
—¡Doce!, ¡por el amor a lo que más quieras! Doce es un número enorme.
Pensó en retrospectiva, las conversaciones pasadas y se sintió mal por haber aconsejado de ese modo al muchacho; seguramente eso era lo que lo llevó a pensar de ese modo y abrir su mente para reconocer su enamoramiento.
—Podría estar casado, estar aburrido de su matrimonio y buscar algo de diversión fuera de casa.
—¡No lo está! —se quejó.
—¿Cómo lo sabes?
—Yo lo sé perfectamente —tornó los ojos.
—A lo mejor no es un matrimonio, pero puede tener un compromiso serio con alguien.
—No, yo sé con quién estoy tratando. Está soltero.
Leorio suspiró, no iba a convencerlo, ese chiquillo era muy aferrado cuando se le antojaba. Pero luego se le ocurrió que Killua no era un niño normal, no era como los demás muchachos que conoció a lo largo de su vida, era un asesino, criado como asesino, con una familia muy loca; seguramente amor, no era una de las cosas básicas que se le brindó a lo largo de su corta vida, todo lo que conocía le indicaba que su madurez mental era bastante avanzada y quizá eso explicaba que se fijara en un hombre adulto.
—Lo sé… —escuchó que el adolescente decía— sé que suena ilógico, pero ya está hecho y no puedo deshacerlo porque sí.
—Ese tipo, ¿te ha hecho algo? ¿Te ha tocado de forma indecorosa? —su instinto protector salió a la luz, preocupado por su joven amigo.
—No… ya te lo dije, no quiere ni tocarme.
—¡Que alivio!, una carga menos —suspiró.
—No vas a ayudarme, ¿cierto?
Podía verlo en la postura de Leorio; su amigo no iba a aceptar que tuviera una relación con un hombre mucho mayor que él. Justo ahora que estaba decidido a afrontarla, y quería tener un poco de apoyo moral de parte de alguien que no conocía por completo su condición.
—Killua… —el tono decepcionado lo alarmó, rechistó los dientes, debía decidir entre hacer lo correcto moralmente o cerrar los ojos y guiarlo.
«Pero conociendo a Killua, seguramente aunque yo le diga que no, él hará lo que su instinto le diga… esto podría acabar peor», y tenía razón, si no tenía apoyo, de todas maneras Killua correría detrás de Illumi y se abrazaría a él, con o sin orientación.
—De acuerdo —se desanimó—, te voy a ayudar, pero escúchame bien, me vas a decir todo, todo lo que te hace o dice, sino no hay trato ¿entendido?
Se levantó del sillón, con una gran sonrisa, y agradeció bastante que fuera así, comenzó a relatar algunos gestos y palabras que Illumi solía decir y hacer, para ver si Leorio podía deducir su relación, explicaba sin temor puesto que no era como si su amigo fuera a saber de quién hablaba; además, tratándose de Illumi, no había mucho qué contar. Salvo que era un tipo bastante inteligente.
—Sabes, en realidad, suena como si tuviera miedo de hacer algo indebido contigo. No lo culpo, yo también me sentiría así si fuera él, ¡uy! —sintió escalofríos por imaginar estar en esa posición— en ese caso sólo te queda una opción: dar tú el primer paso.
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Los efectos del cansancio apenas comenzaban a pegar en su cuerpo, le dolía bastante la cabeza, el cuello y la espalda, a causa del estrés de tener que estar llevando su vida en base a lo que ese albino necesitaba. Tenía meses viajando constantemente entre sus trabajos y visitas a Killua —haciendo un gran esfuerzo por no faltar a su acuerdo— y nunca se quejaría abiertamente, pero dormir entre viajes y moverse de lugar en lugar no era para nada cómodo. Lo bueno era que por fin estaba recibiendo una recompensa gracias a su perseverancia; ver a su hermano actuar coquetamente era como rocío sobre el desierto, nada mejor que salir con él y escucharlo lanzarle indirectas.
Constantemente se preguntaba si el albino se sentía cómodo con todo lo que pasaba entre ellos; si era feliz, si no le hacía daño con su amor, y sonreía cuando recordaba esos dulces gestos que Killua solía hacer por él como ofrecerle agua o pedirle que se quedara otros quince minutos más; no podía negar que disfrutaba recibir uno de esos mensajes sin ningún propósito serio, o cómo recién ocurrió, descubrirle en medio de uno de esos gestos al acariciar su mano mientras conversaban.
Le entristecía que sólo bajo esas mágicas circunstancias su hermano le correspondiera, pero ese pesar se desvanecía cada vez que veía sus hermosos ojos, su sonrisa y esos labios delicados que rogaban por besos. La idea de que fuera su hermano menor, nunca le había parecido importante, era un detalle que sólo endulzaba sus deseos, y lo volvía más valioso, no todas las personas tenían el placer de gozar una relación tan compleja y a la vez, tan perfecta como él lo haría a lo largo de su vida. Había estado rogando durante tanto tiempo porque este día llegara, que ahora lo disfrutaría plenamente, sin detenerse, pensar ni dudar, guardaría cada instante en su memoria por siempre. Porque nada le decía que su relación sería eterna, no tenía esa esperanza, pero si podía disfrutarla aunque fuera un par de años, con eso se daría por satisfecho.
Cansado como ya estaba, optó por seguir su plan, no podía mantenerse viajando por tanto tiempo o explotaría, así que llamó a su padre para hacer lo que debió haber hecho desde que despertó del efecto de Nimrod.
—Voy a tomarme este tiempo de vacaciones —le indicó.
—Illumi, el otro día me lo dejaste muy en claro, eres el único que está trabajando ¿crees que voy a aceptar que te tomes este tiempo?
—Puedes usar a los mayordomos, papá, llevo meses haciendo esto, estoy harto, necesito una pausa.
Escuchó a su padre alejarse del teléfono y cruzar algunas palabras con las personas que estaban cerca de él.
—Y quiero cambiar mi número de teléfono.
—Espera, espera…
Su padre estaba bastante ocupado, probablemente en ese momento tenía otra reunión, pero si se ponía a indagar, lo más probable es que se arrepintiera de tomar unas vacaciones gracias a su instinto de hijo responsable. Por eso mismo se dio prisa a hablar y no darle tiempo para negociarlo.
—¡¿Cambiar tú número?! Illumi, eso ya es bastante, ¿qué ocurre?
No pasaba nada malo si cambiaba su número, para empezar, los clientes de los Zoldyck no se comunicaban directamente a sus números personales, más bien lo hacían a través de otro servicio que garantizaba la seguridad de no ser rastreados. Cambiar o no de número, no representaba en absoluto algún problema, salvo que tuviera algún contacto que no fuera a través de esos medios seguros.
—Estoy harto de que me llamen de la isla —confesó, sospechaba que su papá comprendería su postura—. Quiero un descanso de todo, de ellos.
Al parecer lo que dijo era más relevante de lo que creyó que sería, porque su padre se alejó de las personas con las que estaba sólo para responder a su petición.
—De acuerdo, cámbialo, ¿cuánto tiempo requieres? Illumi, no creas que me gusta la idea de que nos dejes con todo el trabajo, pero creo que estás comenzando a entrar en razón y esto es más importante para mí.
Se quedó anonadado, jamás consideró la posibilidad de que su padre le conociera, al decir esto, era como si reconociera que su hijo estuvo actuando fuera de sí todo ese tiempo, y que secretamente estuviera esperando el momento en que regresara a su habitual forma de ser. Era un alivio, la persona que más problemas le podía dar, no estaba siendo un estorbo en su vida.
—Un mes, tal vez sólo tres semanas, sólo lo necesario para perder un poco la pista de todos ellos…
—Bien, pero luego vendrás a casa, necesito hablar seriamente contigo, en persona.
—De acuerdo.
Colgó. Ahora quedaba hacer los pendientes que tenía en mente. Desde hace tiempo había solicitado una copia de todos los libros que requería para estudiar la carta y los cambios que afectarían a su hermano, sobre todo, aprender lo necesario para ganarse su amor. Se habían demorado debido a que eran copias que se realizaban en el momento que se solicitaban y tomaba tiempo hacerlas, ahora sabía que ya estaban listas, y podía ir por ellas. Así que primero hizo una parada en la biblioteca, reunió todo, y lo hizo llevar hasta la casa que había rentado —dentro de la misma ciudad donde Killua y Alluka se hospedaban— tenía planeado avisarle a su hermano que se quedaría ahí hasta la segunda semana, para tener un lugar decente donde recibirlo, en caso de que se diera la oportunidad de que fuera así y estaba totalmente seguro de que eso ocurriría.
Terminó bastante fastidiado, al final del día sólo se tiró a la cama y se quedó profundamente dormido. Despertó en la madrugada de un sobresalto.
«¡El mensaje!» escribió a su hermano que ya estaba en casa, que dormiría porque estaba bastante cansado, y no tardó en recibir respuesta. Un agradable:
"Dulces sueños", seguramente Killua lo había hecho sin querer y estaba avergonzado de decirlo, pero eso sólo le hacía sentir mejor y volvió a quedarse dormido. Al menos ya no tendría que pensar en vuelos, trabajo y sus asuntos personales al mismo tiempo.
A la mañana siguiente, antes de terminar de hacer el cambio de número de celular, avisó a su hermano de la novedad, luego notificó a Alluka y a Kalluto, este último gracias a la insistencia de la chica y, finalmente, tras mucho pensarlo, le escribió a Gio, una petición especial.
"Cambiaré de teléfono, te enviaré mi nuevo número, pero no quiero que me escribas sin mi autorización, estaré muy ocupado, en cuanto te diga, volveremos a estar en contacto".
Gio estuvo de acuerdo, al parecer, las cosas estaban saliendo a pedir de boca. Se alegró de que así fuera, esa podría ser una buena señal de que su suerte estaba comenzando a compensarse.
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Desde el momento en que Leorio le dijo que él debía ser quien diera el primer paso sólo se la pasaba pensando en todo lo que eso implicaba. No era tan fácil, no tenía la más mínima idea de qué debía hacer, sólo que requería darle esa confianza a Illumi. Se preguntó si era buena idea dejar las indirectas y decir las cosas concretas. A veces se desesperaba y deseaba ser sincero, sin embargo, él nunca se había caracterizado por ser una persona abierta hasta ese punto, menos en cuanto a asuntos del corazón.
A su vez Alluka se rindió en conseguir su atención, su hermano siempre estaba en las nubes, y hablando de forma indirecta sobre Illumi, cosa que era absurdo porque, por más que se esforzara ella siempre descubría de lo que hablaba, a veces se lo hacía ver, y otras tantas, se quedaba en silencio, fingiendo que no comprendía sus preguntas y comentarios.
Killua recibió un mensaje del nuevo número de su hermano el mismo día que lo cambió; él sabía que era necesario que su hermano hiciera tal cosa, intuyó sus motivos, seguramente estaba evitando a la gente que el ente de Nen atrajo después de años y años de estar metiéndose en su vida.
Illumi fue a verlo el día acordado y, esta vez, para su sorpresa, Killua no lo encerró en su cuarto, lo invitó a pasar a la sala del departamento. Alluka también estaba ahí, aparentemente el albino tuvo la idea de que se reunieran los tres, lo cual significaba una buena señal de que estaba aceptando su presencia como algo cotidiano y positivo. Illumi pasó a la sala y saludó a la chica que lo observaba de pies a cabeza, como para asegurarse de que fuera en son de paz, y luego le saludó animadamente.
—Lo siento Illumi, ahora no tendremos privacidad —explicó el albino.
La risa de Alluka lo hizo darse la vuelta para pedirle que no se burlara.
—¡No fue mi culpa! —se justificó la chica, luego llamó la atención del morocho, el cual miraba atontado a su hermano— Illumi, ¿recuerdas lo que te pedí?
El muchacho la miró por un segundo y asintió en silencio.
—¡Ustedes dos y su secretismo me está matando! —se quejó Killua—, ¿te está molestando Alluka?
—¡Oye! —reclamó ella— ¿dónde está ese hermano protector que me defendía de todos?
—Estoy bien —contestó Illumi intentando no sonar muy efusivo, estaba conteniendo la risa por la escena que veía ante él. Tomó una de las sillas que quedaban libres, y se acomodó ahí, casi desplomándose.
—¿Estás bien? —Killua indagó, ese gesto en el morocho no era común. Por fin pudo verlo con atención y se percató de su estado de ánimo.
—Al fin que tengo tiempo para descansar, apenas me doy cuenta que no he parado desde que regresé.
—¿Has tenido mucho trabajo? —preguntó Alluka.
—Ha habido bastante trabajo en casa, y soy el único que está al pendiente de todo.
—Cuando dices que hay mucho trabajo, no sé si tomarlo como algo bueno o algo malo —contestó Killua, ofreciéndole un vaso con agua fría a su hermano.
—Depende del cliente.
Sí, sabía esto. Matar no era precisamente agradable, ni una actividad cotidiana que podía volverse un tema de conversación. No obstante, en algunas ocasiones, matar era un acto justiciero, y pese a que era cruel, llegaba al punto de aceptar el acto como el único medio en que podría haber balance en la sociedad.
—Nunca me tocó ir a los trabajos más difíciles, siempre me llevaban a las cosas que estaban más planeadas.
—Es bueno… —explicó— en la medida de lo posible, preferiría que no volvieras nunca más a casa —dio un sorbo a su bebida, y se quedó en silencio.
Él sabía mejor que nadie las cosas horrendas que le esperarían en su camino en el caso de que volviera. ¿Para qué tanto poder si al final lo usarían contra la misma humanidad? No le veía utilidad.
—No volveré, ni tampoco Alluka. Soy un Hunter, puedo vivir de eso.
Finalmente prefirieron cambiar el tema antes de que todo se volviera incómodo. Alluka fue la primera en hablar de las obras de teatro y arte que estaban en la ciudad; la gente extraña que rondaba por el lugar, y lo mucho que le gustaba estar ahí. Conforme la noche avanzó, la convivencia se volvió más animada, Killua no podía quitar la vista de su hermano, que poco se había animado a hablar, posiblemente porque le intimidaba la presencia de su hermana, no lo dudaba, era raro verlos a ellos dos juntos. Pero tantas miradas, sonrisitas disimuladas y sutiles indirectas entre ellos, pronto fueron captadas por la chica que de vez en cuando interrumpía esos gestos para su diversión personal.
—Bueno, la pregunta más importante es esta —habló con un tono excesivamente fuerte, y ambos dejaron otro momento más de sonreírse coquetamente—: ¿ya son novios?
—¡Alluka! —tuvo la tentación de darle un buen coscorrón a la atrevida chica.
Illumi soltó la risa, por primera vez en toda la noche.
—Todavía no me dice que sí —le contestó burlescamente, y esta vez fue Alluka quién rio.
Killua estaba rojo a más no poder, y para colmo, esta vez no vio necesario aguantar su impulso. Tomó una de las cucharas de la mesa y la arrojó sorpresivamente a la cabeza del mayor, el cual apenas alcanzó a esquivarla.
—Está bien, los dejo a solas para ver si ya te responde.
—¡Ya basta! Te las verás conmigo, ¡¿a dónde crees que vas?! —le gritó mientras veía que ella escapaba de la sala y se encerraba en su cuarto—. Esa niña… —refunfuñó mirando la puerta cerrada, luego volteó a ver a su hermano el cual todavía reía— ¡tú, no creas que te salvarás de mí! —miró amenazante a su hermano— ¿qué fue ese comentario?, ¿te parece gracioso?
—Sí —respondió sin ninguna vergüenza— sólo verte, es suficiente para que me haga gracia.
—Deja de burlarte, idiota.
—No sabía que te gustaban los eventos culturales. ¿Desde cuándo es así?
Killua detestaba que hiciera eso, que cambiara el tema cuando podía aprovechar la situación para hablar de cosas que urgían arreglar, como sus sentimientos mutuos.
—Desde hace tiempo —reprimió sus emociones, no quería reconocer que se debía a Nimrod, todavía hablar de eso era un tabú— me gusta aprender cosas nuevas.
Esa parte sí que conocía, desde que era un bebé, no había forma más eficaz para obtener su atención que mostrándole cosas nuevas para que volteara y se quedara quieto, hasta que comprendía la supuesta novedad y volviera a perder el interés.
Y mientras Illumi comenzaba a hablar sobre los interesantes puntos de vista que se aprendían en el desarrollo artístico, Killua se perdió en un pensamiento que no podía eliminar de su mente «quiero besarlo», observaba el movimiento de sus labios y recordaba el sueño que tuvo con él, ese beso de sus sueños, y lo brillante que sonaba mientras hablaba de esos temas complejos, «es tan sexy». No resistiría por más tiempo, lo más difícil había sido reconocer que estaba enamorado, besarlo era sólo algo que desde hacía más tiempo se le había antojado y, en realidad no tenía excusa, sólo lo deseaba. Entre más hablaban, más pensaba en que no era un simple antojo, era una necesidad básica. El punto culmine de su deseo desembocó cuando lo vio relamerse los labios, tenía la boca seca y pidió más agua, pero él no le escuchó, estaba perdido en su imaginación.
—¿Kil?
—Perdón —se aclaró la garganta.
—¿Podría tomar un vaso con agua?
—Sí, yo te lo traigo, espera un segundo.
Fue por el mentado vaso y dio un vistazo hacia la puerta del cuarto de Alluka, ella estaba encerrada con seguro; había puesto música, lo notó por el sonido sordo que escapaba de vez en cuando probablemente de algún vídeo que estaba viendo ahí dentro. Llevó el vaso, y esperó en silencio a que terminara de beber.
—Illumi —le llamó, no iba a dar marcha atrás ahora, de verdad estaría dispuesto a dar el siguiente paso, su corazón latía fuertemente y tuvo que controlar su temblor—, ¿podías… cerrar los ojos un momento?
Illumi tragó saliva, sabía lo que eso significaba. «Es muy pronto…», pensó. Él tenía una rutina en mente, pero no podía oponerse a la realidad, una cosa eran sus planes y otra que lograra efectuarlos.
—¿Para qué?
—¡Sólo hazlo, idiota! —con lo mucho que le costó pedirlo y este se ponía reticente. No iba a pedirlo de nuevo, esperó a que obedeciera, y lo hizo, después de mostrar su completa duda y desconfianza.
Sus manos sudaron, su estómago se revolvió, su boca se secó y se arrepintió de lo que iba a hacer, pero era la mejor oportunidad para hacerlo. Estaban a solas, y de sobra sabía que su hermano no le rechazaría. Se relamió los labios, y se aproximó hasta donde estaba el morocho sentado, no debía acercarse lentamente o leería sus intenciones, o al menos eso esperaba. Cuando estuvo a una distancia segura, cerró los ojos «aquí voy, es ahora o nunca», se apoyó sobre el respaldo de la silla y le plantó un suave beso en los labios.
Illumi se quedó sin aliento, perdió la respiración, Killua estaba besándole sin duda, ¿cuánto esfuerzo le costó hacerlo? Seguramente bastante. Hacía falta mucha determinación y seguridad para hacer algo de esa magnitud, pero adorable o no, estaba mal, era una de esas acciones que el albino se arrepentiría más adelante, cuando el efecto de la carta pasara; se preguntaría en qué maldito mundo se imaginó que besar a su hermano era una idea maravillosa. Y no, no pensaba arriesgar a perderlo sólo por una acción tan ambigua como esa. Con todo el dolor de su corazón, colocó una mano en su hombro, respondiendo el beso con la misma suavidad que el pequeño lo había hecho, y luego, despacio lo apartó de él.
—Kil… —susurró, con el corazón en la garganta, todavía podía percibir el calor de sus labios contra los suyos. Deseaba estrecharlo contra su pecho y besarle apasionadamente, pero lo guardó, ya habría tiempo para hacerlo— ¿qué… qué se supone que haces?
—Aniki yo, pues —era ridículo que preguntara algo como eso, cuando era evidente lo que acababa de hacer— no quiero que creas que no… mmm…
—No juegues conmigo —apretó su mano, trasmitiéndole su miedo— no puedes hacer esto y esperar que no desee más.
—Pero tú sabes que puedes…
—No, no así, ya te lo he dicho. No es algo que se me antoje y ya, no Kil. Por lo que más quieras, no juegues conmigo, con esto que siento por ti.
—No lo hago, Illumi —quería confesarse, pero aparentemente era más difícil decir en voz alta lo que sentía que besarlo— yo también lo deseo —y al final terminó murmurando, no controlando su vergüenza.
Hubo un silencio incómodo prolongado. Pese a que fue planeado, el morocho no tenía idea de qué era lo mejor que podía hacer bajo esas circunstancias.
—Creo que es mejor que me vaya… —miró la tristeza en los ojos del albino y se sintió conmovido.
—No —rogó—. Yo, no sé cómo decir esto, Illumi.
Illumi no podía hacer como si no hubiera visto nada, ni pretender que no lo escuchaba, se quedó quieto, al fin era más débil de lo que creía.
—Kil, no puedo hacer dos papeles al mismo tiempo. Si soy tu hermano, entonces debo actuar como tal, no debo tocarte, ni hacer nada indebido, nada impropio de un hermano mayor; si soy tu novio, entonces, puedo admitirlo. No soportaría jugar el papel de un "hermano especial", y esperar el momento en que tenga que compartirte con alguien más, que llegue el día en que aparezca ese alguien especial para ti y yo tenga que conformarme con las migajas de lo que me ofreces. No, preferiría morir. Sé que me pediste vivir, que esto y que todo lo que ocurre ahora en mi vida, es tu deseo, pero… tengo límites.
Abrió sus ojos con impresión, ahora comprendía el verdadero origen del problema entre ambos. Miró al suelo, evaluando la situación, buscando una respuesta en su interior. La pregunta que Leorio le había hecho antes volvió a su mente, y se decidió como nunca antes a dar ese paso que hacía falta.
—Yo…
—No necesitas decir algo sobre esto, me quedaré hasta tarde, pero cambiemos de tema ¿de acuerdo?
—Pero…
—Ahora no, prometo que luego hablaremos esto, pero —miró abajo, apenado— mis piernas tiemblan, me siento como un chiquillo de catorce años haciendo algo tonto.
—¡Oye! —le reclamó— yo tengo catorce años.
—Por eso lo digo —aprovechó la cercanía para despeinar sus cabellos.
—Ya, ya —apartó su mano.
—Te prometo que otro día hablaremos con tranquilidad, no hoy, Alluka debe estar en su cuarto y puede que escuche algo comprometedor, preferiría esperar.
—¿Cuándo? —no era tonto, pondría presión para que cumpliera su palabra.
—La próxima vez que venga.
Y tal como dijo, hizo un cambio de conversación y aunque ese ambiente tenso se quedó por el resto de la velada, no era tan pesado como inicialmente lo fue, más bien era como una ansiosa espera a que el tiempo pasara más aprisa y les otorgara la oportunidad de aclarar las cosas y decidir todo de una vez.
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—Hice algo estúpido —confesó el peliblanco, apenado.
—Puedo imaginar cientos de cosas, pero si nada de eso tiene que ver con sexo, no creo que sea tonto.
Lo miró incrédulo, ¿cómo podía decir algo como eso tan a la ligera?
—¿Recuerdas que tengo catorce años, cierto?
La carcajada escandalosa de su amigo le intimidó.
—Tranquilo, sé que no fue nada de eso.
—¡Cállate!
Leorio era más difícil de comprender cuando tomaba las cosas a broma, además no le gusta que se dirigiera a él de ese modo tan grotesco.
—Bueno, ¿me dirás qué hiciste? Recuerda que acordamos que me contarías todo —sacó de entre sus bolsillos un cigarrillo—. ¿Te molesta si fumo?
El albino negó con la cabeza y el mayor procedió a encender su cigarrillo. Killua se recostó en el sillón, por alguna razón encontraba más sencillo hablar de sus asuntos personales en esa posición que cuando estaba sentado.
—Lo besé.
Escuchó cómo casi se atraganta el aspirante a médico, y se cubrió el rostro con un cojín, detestaba haber llegado tan lejos, y todo para que su hermano lo rechazara de ese modo tan penoso.
—Perdón, perdón —tosió un poco más—.Yo nunca imaginé que tomarías eso de dar el primer paso tan a pecho.
—¡¿Qué querías que hiciera?!
—Preguntarle si aún sentía eso por ti, hacerlo hablar del tema —se dispuso a ir en busca de una lata de cerveza, era bastante insano hacer esas cosas, pero ese chiquillo siempre lo hacía sentir con el deseo de estar en un estado de estupor para poder escucharle sin alarmarse tanto.
—Pues ya lo hice, ya ni modo.
—¿Y bien?, ¿qué pasó después?
—Me rechazó —se hundió todavía más entre los cojines.
—¡¿Qué?! —ahora se ahogó con su cerveza, vaya que pasaba por su propio drama privado.
—Creyó que yo quería jugar con sus sentimientos, y no quiso hablar del tema. Me dijo que cuando nos volviéramos a ver, lo hablaríamos.
—A ver, no, espera… no —se quedó pensativo.
Un chico de veintiséis años, al cual de inicio juzgó como un aprovechado, un pedófilo en busca de un chico fácil que pudiese usar, estaba actuando como un tipo racional. Bueno, con la descripción que su amigo daba sobre él, parecía un gran tipo, respetuoso, educado y con un instinto protector que sobresalía cada vez más.
—¿Por qué pensó eso? ¿Le diste algún motivo para creer que…? Ah ya veo.
—¿Qué cosa? —se descubrió el rostro para cerciorarse de lo que captó. Leorio parecía tener una respuesta.
—Verás, él es un hombre adulto, ya con una vida hecha. Una relación de secundaria no va con él, quiere algo serio, eso explica por qué se da tanto espacio contigo.
Encajaba bastante con la descripción. Illumi le había dicho que no soportaría eso de jugar doble papel a la vez; quería ser su novio, y no uno cualquiera, sino uno serio. Una relación con un largo camino por delante. Era tonto pensar que el albino podía verlo como un entretenimiento temporal, eso no era propio de él, menos si se iba a involucrar con su hermano. Para atreverse a hacer algo como eso debía tener toda la determinación del mundo sobre sus hombros, estaba arriesgando algo más que sólo su relación, sus vidas podían ponerse en riesgo si sus padres llegaban a enterarse.
—No voy de juego —remarcó—, es imposible que yo haga algo como eso con él.
—Espera un poco Killua. Tienes apenas catorce años, no puedes tomar una decisión tan seria sin saber lo que te espera a futuro.
—Sí puedo ¿qué me impide a hacerlo?
—Que eres un niño —levantó el dedo índice—. No creo que aguantes una relación formal si nunca antes tuviste otra relación, mucho menos con un hombre mayor.
«Y mi hermano», añadió mentalmente, pero no podía evitarlo, sus cualidades no eran algo que encontraría en nadie más. Una persona que lo comprendía en muchos sentidos, que siempre daría la cara por él, y lo trataría con dignidad, que no batallaría porque su madurez mental no era la de un crío que se echaría a llorar por cualquier cosa. Tantas cosas positivas que encontraba, que negarse a tener algo con él era como arruinar su propio destino.
—Pero yo ya lo decidí.
Exhaló, no le podía debatir a un muchachito que ya se había aferrado a su decisión. Además, si lo rechazaba corría el peligro de dejarlo a la deriva con un hombre que en cualquier momento podría mostrar una cara de maldad de la cual su amigo no saldría bien librado. Prefería estar ahí cerca, protegiéndolo a su modo, que refutar y decirle que estaba mal, para que no confiara en él y no le pidiera ayuda el día en que lo necesitara de verdad.
—De acuerdo, entonces, díselo. Escúchame bien, se lo vas a decir, y vas a llegar a un acuerdo con él. No a besarlo ¿entiendes?
—¿Qué acuerdo?, ¿para qué llegaría a un acuerdo?
—Cuando inicias una relación, se debe llegar a un acuerdo de lo que está correcto y… —se quedó callado, recordó apenas que Killua era un chico sin experiencia en el área, no podía saber lo que era aceptable y lo que pelearía en caso de que se cruzaran sus límites de tolerancia— Verás, hay cosas que debes estar dispuesto a tolerar y cosas que, sin importar lo que ocurra, rechazarás. Por ejemplo, apuesto que no aceptarías una infidelidad ¿verdad?
—Claro que no, nadie toleraría eso.
—Así debe haber más detalles, reglas que debes poner. Como que él debe entender que tu hermana va en primer lugar, o que Gon es tu amigo y él debe aceptarlo.
—¡Esas cosas son lógicas!
—No siempre, Killua, créeme que no siempre. Piensa en esas cosas, y cuando vayas a hablar con él, díselas. Recuerda. Nada de besarlo.
Enrojeció de nuevo y se cubrió el rostro ¿cuánto ridículo más debía hacer antes de tener una consecuencia positiva?
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Entendía ahora que tenía tiempo libre de sobra para estudiar todos los libros que le faltaban para comprender a su hermano, los cambios que tendría y la relación que era más conveniente mantener para que, al término del efecto, cayera rendido a sus pies, o quizá no a ese extremo, pero que no le dejara sólo por una nimiedad. Necesitaba que se comprometiera seriamente en su relación, un mal paso, una libertad inapropiada sólo arruinaría sus oportunidades. Entonces recordaba esos labios, el cálido beso que recibió mientras cerraba los ojos, sabía que eso ocurriría y no lo evadió, no pudo, lo deseaba tanto como el mismo Killua, quizá más.
Leyó la siguiente línea de su libro; pensó en sus labios, repasó en el calor que procedía de ellos, de su blanca piel; salió de sus pensamientos, y leyó todo el párrafo; regresó a ese instante, a la sensación de sus labios contra los suyos, el sutil movimiento que hizo por sólo dos segundos que duró el beso, la mano apoyada en el respaldo, como apresándole para que no escapara; se regañó, no era momento de fantasear. Terminó de comprender la página, y de nuevo la imagen estaba ahí. Extrañaba tanto esos labios, ansiaba besarlos una vez más. Aunque fuera sólo por dos segundos más.
«Ya lo haré luego, y no serán sólo dos segundos» se dio aliento para seguir con su lectura, y entre más leía más fantaseaba con todo lo que quería hacer, las páginas ahí sólo lo alentaban a crear escenarios fantásticos donde ellos dos eran los protagonistas.
Cuando llegó a los temas del erotismo, se rindió; imaginar a Killua bajo su cuerpo, disfrutando y pidiendo por más, superaba toda su capacidad de concentración. Sólo le preocupaba una cosa ¿cuánto tiempo más resistiría? ¿Sería lo suficiente como para llegar y cumplir sus metas? Por el bien de su hermano y su futuro juntos, más valía que sí.
Para la siguiente visita, habían acordado con Alluka que irían al observatorio por la noche a ver las estrellas. Lo habían hablado como si nunca antes hubieran ido allí y que sería la primera vez que iban juntos, Killua no quería que ella supiera que habían salido a solas o si no, las bromas de Alluka no tendrían fin. Cada día esa chica se volvía más abierta, lo cual hacía muy feliz al albino que deseaba que ella fuera al fin libre, y pudiera ser ella misma sin ningún tapujo.
Se fueron poco antes de que oscureciera porque no querían que la chica tropezara en el camino, y llegaron a la cafetería del otro día, donde esperaron a que fuera una buena hora para terminar el recorrido. Alluka estaba por demás ansiosa, aunque en la montaña el cielo podía verse tan claro como en esos lugares, ella pasó demasiado tiempo encerrada como para disfrutarlo, y en sus viajes no reparó en estos detalles. Killua la llenó de muchas expectativas antes de llegar, contándole lo maravilloso que era observar el cielo estrellado, y asegurándole que Illumi sabía muchas cosas interesantes al respecto, que podría compartirles.
Así que al llegar a la zona, oscura y fresca, escuchar las historias mientras observaba las constelaciones, las formaciones y mitos era increíble, emocionante. No dejaba de hacer pregunta tras pregunta, hambrienta por aprender más, Killua reía porque algunas de sus preguntas no tenían sentido y terminaban haciendo bromas sobre eso. Lo único que lamentaban era que, por la oscuridad, no podían dirigirse esas miradas cómplices, justo cuando hablarían del delicado tema que Illumi prometió que harían. Secretamente Killua deseaba que volvieran pronto al departamento, pero con la chica tan contenta, era imposible.
Sin darse cuenta, entre bromas e historias, se hizo muy de noche. La pequeña logró convencerlos de que se tiraran al pasto y quedaran ahí recostados observando más la luna, algunas estrellas fugaces y a unas débiles nubes que se movían a gran velocidad por el cielo estrellado. En un punto, entre movimientos, sus manos chocaron; Killua sintió escalofríos, recordó que todavía una conversación los aguardaba y aprovechó para acercar de nuevo su mano hasta la de su hermano, tocándola disimuladamente. Ante esto Illumi siguió fingiendo que no se daba cuenta y levantó su mano, sólo para acercarla más y enredar sus dedos entre los del menor. Killua quedó en silencio, no se atrevió a mover su mano para corresponderle, no quería que sus emociones le traicionaran y asustara al morocho.
Llegó un punto en que era la voz de Illumi la que sólo se escuchaba, hablando despacio, sin prisa por terminar.
—No conocía la leyenda del conejo en la luna, vaya que tenían imaginación —finalizó Killua, todavía sosteniendo la mano de Illumi, emocionado por sentir su calor— ¿tú qué opinas, Alluka?
Pero la niña no respondió, Killua se asustó un momento y se sentó para verla a través de la luz lunar, estaba dormida. Seguramente no resistió más, vio la hora de su celular.
—¡Ya es la una de la mañana!
—Deberíamos irnos, está haciendo frío.
Illumi se arrodilló y cargó a la chica en sus brazos. Killua se levantó sacudiéndose la espalda y los pantalones. Caminaron en silencio hasta el departamento y al llegar, dejaron a la pequeña en su alcoba, para luego dirigirse al cuarto del albino.
—¡Eso fue divertido! —expresó, y se arrojó a la cama, acostándose boca-arriba, Illumi le hizo segunda, acostándose a su lado, la verdad era que tenía ganas de dormir, pero seguramente Killua lo presionaría a no marcharse tan rápidamente, no cuando tenían una conversación pendiente.
—Tal vez podríamos hacerlo de nuevo.
—Sabes, si me hubieran dicho que Alluka y tú tendrían una relación más cordial, hubiera creído que me mentían, pero viéndolo, hasta parece natural.
—Es gracias a ti —aclaró—. Ella todavía se siente incomodidad cuando estoy cerca, pero se aguanta por ti, y yo… bueno, en realidad, sólo me interesas tú.
—Si lo dices así, pierde todo el encanto —soltó una risita. Se dio la vuelta para ver al morocho, recostándose en su costado izquierdo—. No importa, yo creo que no le desagradas tanto como tú crees.
Sonrió de lado, tal vez Killua no se daba cuenta de lo mucho que Alluka presionaba para forzarlo a hablar, cuando no tenía deseos de involucrarse más profundamente con alguien que no fuera el albino. Ella era bastante astuta, más de lo que él creyó que era, pero no podía discutir con ella, era consciente de lo valioso que era contar con su ayuda y lo agradecía. Haría un esfuerzo por llevarse bien con la chica, así le costara un tanto su dignidad.
—Tal vez tienes razón —quiso girarse para ver al albino y se encontró con su rostro, que estaba a sólo un par de centímetros del suyo—. Kil… —susurró, tanto tiempo fantaseando con tenerlo cerca que cuando por fin lo tuvo, ya no pudo hacer nada por luchar contra sus instintos— lo siento, sé que dije que no lo haría, pero… estás… muy cerca.
Lo tomó del mentón y lo besó, con toda la delicadeza y lentitud que pudo. Moviendo sus labios solamente, paseándolos por sobre los del menor, que al darse cuenta de la situación, no se hizo de rogar y correspondió al beso. Era mejor de lo que imaginaba, incluso sintió como su temperatura corporal se incrementaba entre más pasaba el tiempo, y reaccionó. No debía besarlo, no eran nada, más que hermanos y eso Killua podría malinterpretarlo a futuro, no tomarlo con seriedad, pero no podía separarse, no tenía fuerzas para hacerlo.
Prácticamente hizo un sacrificio por mover la mano que todavía sostenía el mentón del menor para colocarla sobre sus labios, impidiendo más contacto.
—Lo siento —tomó aire y volvió a girarse para mirar el techo, apenado—. Será mejor que me vaya.
—No —Killua le quitó la mano que cubría su boca y la apretó para que entendiera que no lo dejaría ir— Illumi yo quiero esto, no hiciste nada malo.
—Ya te lo expliqué, no puedo jugar dos papeles. Está mal que lo haga, Killua, deberías reclamarme por invadir tu espacio.
—Ya te dije que no, yo quiero esto y… no tienes que jugar dos papeles —se dio la vuelta, tentado a tapar su rostro como cuando hablaba con Leorio—. Yo sí quiero…
—Ni siquiera puedes pronunciarlo, y dices que lo quieres.
—Sí quiero que seamos… —se ruborizó— n…
—No lo digas, detente —volvió a colocar su mano sobre la boca del menor y se dio la vuelta para encararlo—. No puedes decir esto tan fácilmente, las cosas no son tan sencillas como esto, no pueden ser tan simples. Kil, yo llevo años enamorado de ti, ¿sí? yo sí estoy seguro de que esto es lo que quiero, no puedo aceptar que de un día a otro decidas esto como si fuera tan fácil.
Volvió a apartar su mano, con violencia.
—No soy tonto, aniki, sé lo que digo, no es algo que pensé hace unos segundos —vio que iba a refutar—. ¡Ni días! No fue tan fácil como crees.
—Kil, piensa bien las cosas.
—Ya lo hice.
—No. No es así —y levantó su mano para indicarle que no le interrumpiera—. Yo tengo una entidad oscura, una vez que digas que sí, no podrás retractarte nunca, o por lo menos, hasta que la eliminemos de mi cuerpo, no puedes decir que sí y mañana cambiar de parecer porque entonces me destrozarás para siempre ¿lo entiendes? No es un juego, no puedes jugar conmigo Kil, no lo hagas, por favor.
Killua lo recordó, los temores de Illumi tenían fundamentos reales, y era impresionante ver que pensó en ellos todo este tiempo, más allá de complacer sus propios deseos. Esto incrementó considerablemente su respeto y admiración por él, debía amarlo de verdad como para no sucumbir ante las tentaciones que él mismo le ponía en bandeja de plata. Ahora más que nunca quería responderle que sí, no tenía duda alguna de que esto era justo lo que deseaba para él.
Illumi acarició su mejilla con ternura, conteniendo sus deseos de besarle otra vez.
—No digas nada, no está noche, no mañana, ni pasado mañana. Piénsalo, no me respondas hasta que no tengas duda alguna de que esto es lo que quieres —acarició sus cabellos— quiero que lo imagines como un futuro largo, como si nunca pudiéramos eliminar el ente de Nen de mi cuerpo. Si estás dispuesto a correr ese riesgo, tomaré tu respuesta con todo gusto.
Se quedó en silencio, pese a que quería gritar que sí, y no lo hizo porque deseaba demostrarle que lo tomaba en serio, fingiría que lo pensó más y le respondería que sí, no importaba si debía esperar un poco más, el resultado sería el mismo. Illumi se quedó tan sólo una hora más, porque el menor no lo dejaba partir, y se despidió besando su frente con devoción. Killua apenas pudo dormir de la emoción, repasando una y otra vez ese cálido beso, quería otro, más, muchos otros tantos hasta que sus labios dejaran de sentir. En sueños repitió la escena, y entre más lo pensaba, más quería volverla real.
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—Haz caso, te dio un buen consejo, y lo sabes —alegó Leorio tras escuchar la historia resumida de boca del menor.
—No hay nada qué pensar, ya sé lo que quiero. Sólo quiero saber, ¿cómo lo convenzo? ¿Qué tengo que ir hasta su casa para que vea que ya tomé mi decisión? —esta vez no estaba recostado, ahora caminaba en círculos alrededor de la casa, ansiosamente.
Leorio se había cansado de perseguirlo con la vista y había optado por sentarse junto a la mesa a tomar una cerveza.
—No seas exagerado. Sólo piénsalo bien ¿no te has dado cuenta de la posición en la que estás, cierto?
Dejó de caminar, con las manos en la nuca, se recargó en la pared, intrigado por lo siguiente que diría.
—No lo sabes… —se respondió al ver esa reacción— él tiene veintiséis años, no busca una relación ocasional, ya te lo dije. Debes pensar esta relación a futuro, como si te fueras a casar con él dentro de diez años ¿me entiendes?
—¡¿Casar?! —gritó, diría que se puso azul del terror que le causó esa palabra, definitivamente esto no era algo que podía visualizar, pero tampoco la desecharía porque bien podía ser un deseo de su hermano a futuro, un muy, muy lejano futuro que todavía estaba por verse.
—Es en serio, Killua. Si no lo pensaste antes, quizá no es buena idea que te involucres —pese a que ya no expresaba su desagrado, no quería decir que estuviera de acuerdo con que su joven amigo se involucrara con un hombre mayor que él, menos sin tener experiencias previas que le ayudaran a guiarse por sí mismo en los peores momentos—. Él puede que sólo busque una relación así, o nada.
—L-lo sé —se acomodó la ropa y caminó hasta el sofá para echarse sobre él—. Creo que podría pensarlo un poco…
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Kalluto recibía los mensajes constantes de parte de Alluka con todas las novedades entre sus hermanos, la relación que tanto temían estaba avanzando lentamente. Agradecía que Illumi fuera un hombre tan considerado y le diera espacio a Killua antes de hacer un movimiento brusco con él. Alluka era una gran espía, a un grado que jamás imaginó que lo sería, disimulaba bastante bien y tenía ese instinto natural de un Zoldyck para perseguir a sus presas sin ser notada.
«Zoldyck, después de todo» pensaba con ironía. Hasta ahora sabía que Illumi le había propuesto la relación, pero dejando en claro que no lo tomaría como su hermano una vez que aceptara, eso significaba una cosa, que el mayor lo apartaría de todos, protegería esa relación a como diera lugar, sin importar que le quitaran la entidad o no. Al menos esperaba que, para ese momento, Killua fuera quien diera por terminado todo.
Kalluto tenía un dilema constante, no quería que ellos dos estuvieran juntos por nada del mundo, pero tampoco quería verlos sufrir, tal como siempre se lo decía a su hermana. Prefería que estuvieran así, a que pasaran por más angustia derivada de sus problemas. No los podía culpar por sus necesidades. Quería que ambos tuvieran justicia, pero por el momento le había tocado un papel como observador.
Descubrió que Chrollo tenía un interés muy fuerte en su hermano mayor, y que el tipo pelirrojo que antes había visto con Illumi —cuando todavía estaba bajo la posesión del espíritu— también estaba tras él, y tras el líder de las arañas. Así que no podía estar de ocioso jugando con las arañas. Gran parte del tiempo se la pasaba ocultando a su hermano con mentiras bien hechas, protegiéndolo de esos dos hombres que lo acechaban. Con el pelirrojo era más sencillo porque casi nunca lo veía, salvo en pequeños momentos en que lograba dar con él, y eran momentos muy cortos debido a que Chrollo lo protegía; mientras que con Chrollo estaba siempre a la defensiva, sospechaba que el hombre ya conocía sus intenciones pero que le estaba dando oportunidades para que terminara por hablar. Era un rehén, eso era ahora, no un miembro más de la araña, y mientras no hiciera nada brusco, no usarían la violencia en su contra. Solo imploraba que sus planes resultaran bien y que un día, pudiera cobrar todos los favores hechos. Desconocía cuánto tiempo más aguantaría antes de que Illumi consiguiera su objetivo y ocultara a su hermano de los peligros en los que lo metería.
Alluka, por otro lado, veía las cosas con una perspectiva diferente. La forma en que Illumi trató a su hermano esa noche, le había agradado, de hecho, ya no lo consideraba tan insoportable; de vez en cuando le gustaba escuchar las cosas tan maravillosas que compartía con Killua, y la noche en que fueron a ver las estrellas comprendió mejor su compleja personalidad cargada de información, conocimientos profundos y sentimientos encontrados. Killua apreciaba sus características con vehemencia, mientras que ella lo veía como algo digno de admiración y respeto, pero no al grado en que pudiera enamorarse, no, definitivamente ella jamás podría desarrollar algo así hacia un miembro de su familia. Hasta ahora, lo mejor que había logrado hacer era visualizar a Illumi, cuando estaba con Killua, como un hombre más, con sentimientos por Killua y reconocía que era sincero en sus emociones. Mientras lo tratara con respeto, se conformaría.
Todo lo que veía en él lo compartía con Kalluto. Le explicó que Illumi no tocaba al albino, que platicaban mucho hasta la madrugada, de diferentes temas, y que hasta ahora, sólo había ocurrido un suceso desagradable, sí, ella se percató del momento en que Killua besó a Illumi, no lo había visto, pero el silencio que hubo en la sala era suficiente señal para saber que algo extraño había ocurrido. Intentó escuchar, pero al final se dio cuenta que los muchachos habían cambiado de tema. Después de eso, ya no pudo verlos a ambos sólo como un par de hermanos, lo estuvo meditando tanto hasta que concluyó que debía respetar su decisión.
Illumi era mejor tipo de lo que creía, lo reconoció cuando no se aprovechó de su privacidad, sino que le hacía meditar sus acciones. Por eso, la noche que salió junto con ellos, los dejó estar juntos, ya no espió más, confiaba en que el morocho no lo lastimaría y se quedó profundamente dormida. Se lo platicó a Kalluto para hacerle ver que ya podían descansar. No tenían nada que temer, y aunque al inicio Kalluto fue reticente, al final, aceptó que las cosas siguieran su curso. Lo hizo cuando escuchó "Killua es feliz". Su única preocupación y objetivo final era ese, que su hermano mayor, el cual había pasado por grandes penas, tuviera al menos un poco de paz en su vida. Entonces se animó a poner más empeño, darle a Illumi tiempo para estar a solas con su hermano y arreglar de una vez por todas las cosas entre ellos dos.
Chrollo se había comunicado con Kalluto directamente un par de ocasiones, y se había encontrado con él, sólo una vez, y en cada ocasión su única motivación había sido el saber sobre Illumi. No era directo al hablar, daba rodeos, indagaba entre líneas y el menor de los Zoldyck no era nada tonto, sabía que ocurría algo de por medio. Lo peor no era eso, el problema principal era que todo hasta ahora lo había podido controlar gracias a un tercer factor: Hisoka. El pelirrojo hacía que esconder a Illumi fuera más sencillo, porque aparecía constantemente, dando vueltas sobre Chrollo, que no hacía otra cosa más que huir de él. En algún punto se preguntó por qué Chrollo se escondía, luego descubrió que el líder de las arañas guardaba cierto recelo hacia las habilidades del pelirrojo y se encontraba preparando un plan especial para resolver ese asunto. Lo malo de vivir así era que dependían bastante del humor del falso mago, si un día él se hartaba de estar de cacería, todo se vendría abajo para el pequeño Zoldyck.
Tras conocer que Killua estaba estable, se alegró tanto que decidió que era momento de tomar cartas en el asunto y dejar de depender de Hisoka para mantener oculto a su hermano, se dedicó prácticamente a examinar todas las herramientas de las que disponía para planear algo nuevo en caso de emergencia y mientras tanto, mantuvo la esperanza de seguir recibiendo buenas noticias.
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—¿Qué diablos se supone que estás haciendo? —escuchó el grito de su hermana tras el teléfono, se distanció del aparato por la impresión de recibir un grito como primera reacción— Killua lleva días en histeria, días, no duerme, no come, no habla, dice puras tonterías con respecto a ti y cree que yo no entiendo sus indirectas. Esto no puede seguir así, Illumi, ya ten tu dichosa relación con él. Hazlo ya, o te las verás conmigo.
Habían sido varios largos días desde que le había pedido al albino que se tomara el tiempo para pensar en su respuesta y no le había dado oportunidad de sacar sus sentimientos, por más oportunidades que hubiesen durante su convivencia.
Illumi se quedó en silencio, pensando en las palabras de la chica, en cierto modo él notaba esos desordenes en el menor, como si estuviera en las nubes y cuando iba a verlo siempre le sonreía actuaba natural, pero siempre tenía esa necesidad de volver a hablar de su hambre romántica y él, como buen galán, fingía no entender lo que decía dado que todo lo que el albino decía eran indirectas así que era opcional el entender o no lo que decía.
—Alluka —sin embargo, tenía conflicto sobre lo que su hermana decía— esto no tiene nada que ver contigo.
—¡Claro que sí! Tiene que ver conmigo, con Kalluto, con papá, con mamá, con todo aquel que quiera meterse y sea miembro de ésta familia —le reprochó, y él estuvo tentado a refutar—. No estamos hablando de una relación entre tú y algún fulano de la calle, o Killua y alguna otra persona. Les guste o no, son nuestros hermanos, esta relación no es normal, así que tengo derecho de opinar.
Su mano tembló, detestaba recordar eso. La realidad era terrible, no quería pensar en la idea de que estaba involucrándose románticamente con su hermano menor, prefería pensar en él como algo más, como si fuera la reencarnación de alguien que en otra vida fue su pareja sentimental y que en esta vida tuvieron la desgracia de nacer como hermanos, eso lo tranquilizaba más, no la realidad. Menos cuando se lo presentaba una chica de trece años con una mentalidad más o menos madura y que sabía perfectamente como exponer sus ideas.
—Necesito tiempo Alluka, él tiene que saber que no puede tener una relación normal conmigo. Necesito que él esté listo.
—¡Él ya está listo! Eres tú el que no lo está y por eso da largas y largas. No puedes hacerlo esperar más, yo no soportaré verlo así, Illumi ¡No come ni duerme! ¿Crees que eso no es mucho problema? Haz lo que quieras Illumi, pero si él sufre, te las verás conmigo.
—Sólo necesito diez días.
—Ya dije, si Killua sigue así, no tendré piedad —colgó.
Con gratitud a todos los que me leen, y a mis queridas betas, Chiru Less y KaiD23
Zearths, gracias por el mensaje medio extraño *risa nerviosa* espero que puedas terminar la historia... algún día xD
Nos vemos el jueves 26 de Octubre con mucho drama...
