Bien... esto se puso un poco intenso, recuerden que es una historia de amor, así que esperen cosas cursi y etc...
Esto va a subir de nivel en cualquier momento, oh por Dios, me muero de vergüenza
HADOS
Capítulo 7
Illumi sabía que estaba jugando con fuego al postergar por tanto tiempo su relación. Su cuerpo ya no tenía la misma energía que cuando despertó; haciendo cálculos creía soportar exactamente diez días más antes de requerir atenciones más íntimas por parte del albino. Si su hermano le daba cierto permiso sobre él, sin llegar al sexo, podría mantenerse bajo control aproximadamente por dos meses, y luego, invariablemente necesitaría de sexo. Él no quería hacer nada de esto hasta que fuera estrictamente necesario, y planeaba no pedírselo a su hermano hasta que supiera que estaba cruzando los límites de su capacidad. Mientras tanto haría lo poco que tendría permitido.
Si le pidió los diez días completos a Alluka era porque era su límite, y no abusaría de su libertad sólo por tenerla. Se dio cuenta de que su deseo estaba llamando oscuramente a Nimrod cuando no pudo resistir su impulso por besar a su hermano. Ese día confirmó sus miedos, ya se estaba volviendo una ansiedad terrible; cada vez su cuerpo le pedía más proximidad, más contacto. Al menos ya tenía un plan sobre cómo le pediría al albino que avanzaran.
Killua la pasaba de nuevo mal, pero no porque Illumi fuera malo con él; la carta le estaba afectando profundamente, su sentir era comparable al deseo de su hermano por él cuando este fue incrementando a medidas estratosféricas. Veía a Illumi y no podía dejar de imaginar besarlo, sonreía estúpidamente por recordar los días pasados junto a él, y deseaba más, mucho más, quería sentir más cercanía entre ambos, y que le hablara de amor; no podía resistirlo y a veces era tan fuerte su necesidad que sin pensarlo, usaba cualquier excusa para que sus manos o sus pies rozaran el uno con el otro.
No podía dormir bien porque sólo pensaba en lo muy frustrante que era gustar tanto de alguien que no le permitía cruzar esas líneas por más que ambos quisieran, por sólo creer que no estaba listo. Creía que se veían como un par de tontos, deseándose mutuamente, sin darse satisfacción, era simple y sencillamente ridículo. Extrañaba mucho su presencia cuando no estaba, y Alluka no le ayudaba mucho a no pensar en él, siempre sacaba temas que le recordaban al morocho, haciendo bromas sobre su relación, comentarios inapropiados que sólo le hacían desear un poco más de cercanía. Los mensajes nocturnos de Illumi le provocaban ansiedad porque le recordaban que todavía no podía darle el tan ansiado "sí". Seis larguísimos días que ya no quería aguantar, prácticamente estaba dispuesto a lanzarse sobre él y forzarlo a tocarle si es que Illumi se negaba otra vez a hablar del tema.
Leorio le había dicho que tuviera paciencia, y siempre se lo repetía, que no había necesidad de estresarse ya que prácticamente tenía un sí. Solía recordarle que era un hombre mayor, que no era cualquier cosa iniciar una relación y que el tiempo que le pedía era una buena señal de respeto. Empero el efecto de la carta ya no le permitía ver que tenía razón y empeoró más cuando supo que Illumi estaba de vacaciones, que ahora tenía un departamento en la misma ciudad donde estaban, es decir, podía ir a verle todos los días, pero no lo hacía, sólo se habían visto dos veces porque el mayor insistía en verlo sólo en sus días de ley. El resto del día se preguntaba qué tanto hacía.
Por eso, cuando llegó otro de esos sagrados días de visita, se preparó con todo lo mejor que pudo, comió, durmió bien por órdenes de Alluka, quien le amenazó con interrumpir en su reunión privada si no lo hacía y no quería perder esas sagradas horas de compañía. Mucho menos ese día, justo cuando planeaba poner su último esfuerzo.
Illumi llegó con su porte galán, su aire de seguridad infinita y su sonrisa que tanto le hacía volverse como de gelatina. Tragó saliva, ¿cómo le diría todo lo que deseaba si no podía ni pararse apropiadamente delante de él?
—Kil —le saludó— tenía muchas ganas de verte hoy, creo que llegué demasiado temprano, lo siento.
—No te preocupes, sabes que está bien.
Y sin saber cómo, terminaba enredado en otra de esas emocionantes conversaciones con él, debatiendo sobre cuestiones morales e históricas; ahora que ya no era un completo ignorante, y estudiaba por decisión propia, se daba el lujo de dar una opinión bien pensada. Illumi siempre sacaba un tema nuevo que le demostraba que todavía quedaba mucho por aprender. Adoraba que él fuera tan espléndido; sólo quería caer entre sus brazos y dejarse mimar.
De una manera brillante, Killua había planeado toda esa conversación, la forma en la que habían estado hablando esa noche llevaba un ritmo dirigido por él; todo con tal de llevar las cosas un punto especial. Estaban dentro de su habitación, Illumi se encontraba sentado sobre su cama, mientras que él estaba de pie, junto a la ventana; estaba ahí a propósito porque Illumi tenía la tendencia de ir a asomarse para señalar algún detalle en el cielo. Desde que le había mostrado interés sobre los asuntos de la astrología, Illumi, de vez en cuando, aprovechaba ciertas horas para ir junto a la ventana y decir lo siguiente que debía mirar.
—Ese es el arcoíris lunar —y esta era una de esas ocasiones en las que caminaba hasta la ventana, se paraba junto a él y le señalaba el cielo— rodea toda la luna, hoy estamos de suerte, ¡se ve muy claro todo!
—Sí —contestó sin prestar mucha atención, tenía en su mente un objetivo un poco diferente. Se giró para observar fijamente a Illumi, el cual se dio la vuelta al sentir sus ojos sobre él, y le sonrió dulcemente— ¿ese es Marte, cierto?
Levantó una mano, para apuntar el dichoso punto rojo en el cielo, un movimiento casi natural, pero que provocó que sus cuerpos chocaran en una cercanía deliciosa; sostuvo la camisa de Illumi halándola hacia abajo como si sólo se estuviese sosteniendo para no resbalar. El morocho cayó en su pequeña trampa, su primer reacción fue abrazarle para que no tropezara; era absurdo porque Killua tenía excelentes reflejos y equilibrio, sin embargo, el movimiento del albino le hizo tener esa reacción tan cursi. Se quedaron quietos, en silencio y Killua aprovechó para devolver el abrazo.
—No te muevas —le pidió al mayor, respiró hondo, sentía como temblaba, probablemente por la emoción de tenerle cerca.
—Kil —tuvo el impulso de empujarle, temía que su voluntad no fuera la misma de antes, pero los brazos del menor rodeándole no le permitían darse ese lujo—, no debemos…
—¿Por qué no? —alzó la voz— yo también quiero… yo…
—¿Qué quieres? —intentó empujarle, pero el niño se aferró a él.
—Que tú y yo… eh…
—Ni puedes decirlo. No puedes querer algo que no puedes ni decir.
—¿No me deseas?
—Kil —esa pregunta le alteró bastante, se le hizo agua la boca, el aroma del niño inundaba sus sentidos y le elevaban su deseo de tocarle y besarle—. Kil, yo no puedo resistir. No podré por más tiempo.
Hizo un esfuerzo por soltarse, y esta vez, para su sorpresa vio la mirada de determinación en su hermano menor, el cual le sostenía por la manga de la camisa.
—Yo estoy listo, lo he estado por mucho tiempo, ¿cuánto tiempo más vas a hacerme sufrir así? ¿Es que no te gusto tanto? Porque Illumi… ni siquiera sé qué deseas escuchar de mí.
Era injusto, le había pedido a Alluka diez días, apenas llevaba tres, y ya estaba en su límite. Killua lucía tan apetecible, pequeño y adorable, pidiendo cercanía y atención; rogando por su amor, y él tenía mucho de eso para darle. Se imaginó cuánta carga estaba dejando sobre los hombros del albino al hacerle esperar, y se compadeció, «he sido tan cruel con él…» se regañó mentalmente, miró por última vez al pequeño albino y sin pensarlo más, se dejó llevar. Tomó la muñeca de la mano que sostenía su camisa, llevando su pequeña mano hasta su pecho, a la altura de su corazón para trasmitirle a su hermano que no estaba tranquilo para nada, y se abalanzó sobre él, besándole nerviosamente.
Killua reaccionó un poco lento, había sido realmente inesperado ese beso. Se perdió en esos labios tibios que reclamaban los suyos, y no se hizo de rogar, devolviendo el beso con toda la atención que podía, sintiendo en su palma el corazón que latía cada vez más rápido y fuerte; no quería romper la magia de ese beso, quería adueñarse de esos labios y olvidarse de todo por siempre; tenía miedo que su hermano volviera a separarse bruscamente y pedirle perdón porque definitivamente no lo perdonaría de nuevo, darle tanto y después arrepentirse, era desalmado. Con calma, y lentitud se dieron espacio para separarse.
—Sabes que no podrás retractarte, ¿verdad? —susurró contra sus labios, Illumi.
Killua tembló, esas palabras eran todo lo que deseaba escuchar, al fin se estaban dando esa oportunidad que tanto Leorio le había hablado. Asintió con la cabeza y sonrió.
—No me retractaré, no lo haré.
—Ni mañana, ni nunca ¿entiendes esto? Yo te pediré más, y más, y no quiero que nadie más lo tenga.
—Y yo tampoco aceptaré que estés con nadie más ¿entiendes tú lo que digo?
Illumi rio.
—Es imposible que yo lo haga, soy adicto a ti.
Killua enrojeció. Illumi no dejó que las palabras quedaran ahí, volvió a tomar sus labios. Esta vez, sostuvo su rostro entre sus manos, besándole con ternura, ahora ya podía decirlo, ya no era un sueño, una meta imaginaria, Killua le estaba aceptando; le devolvía el beso con la misma ternura que él lo hacía. Transmitiendo cuidado y respeto, era un niño, nuevo en esto y los besos apasionados podían esperar hasta que se adaptara al cambio. Quería borrar esos momentos de angustia que el ente le forzó a vivir, y para eso deseaba construir nuevos recuerdos sobre aquellos dolorosos y aplastantes.
Se separaron, y el albino suspiró, el cansancio vino a su cuerpo, después de días resistiendo las profundas emociones que tenía que retener para controlarse, le dio hambre y su estómago lo delató delante de su hermano.
—¿Quieres ir a comer algo?
Quería responder que no, que prefería quedarse en su cuarto, asolas con él y seguir con ese momento tan romántico, pero Illumi le tomó de la mano y lo sacó de ahí antes de que pudiera negarse.
—¿A-a dónde vamos?
—A un restaurante, no has comido ¿cierto?
—Espera, espera un momento —quiso detenerse, pero Illumi ya lo había sacado del departamento, y se ruborizó cuando se dio cuenta que sus manos seguían unidas, aún estando en la calle.
—¿Qué ocurre?, ¿tienes algún antojo en particular? —sonrió cuando notó que el pequeño miraba sus manos, se acercó a su rostro y murmuró— ¿qué te sorprende?, ¿no era esto lo que deseabas?
—Ah… no tengo ningún antojo en particular —la cercanía de Illumi ya lo estaba acelerando, su pulso estaba fuera de control.
Los dedos del morocho se enredaban entre los suyos y apretaban suavemente su mano, a lo que él respondió con otro apretón.
Alluka los vio partir desde la ventana, con lágrimas en sus ojos, reconoció que no tenía opción más que aceptar lo que veía, aprobarlo y dar el aviso a Kalluto.
"Killua es feliz".
.'.
A la mañana siguiente Killua despertó de un especial buen humor, no podía borrar esa sonrisa tonta de su cara, repasaba todas las cosas agradables vividas la noche anterior, y lo que seguía, ahora que eran novios. Era una palabra muy especial que resaltaba a donde quiera que fuera, y ya quería ver cómo las cosas cambiarían entre ambos.
Alluka lo interceptó en la cocina, después de desayunar, estaba inquieta tras verlo por unas horas con esa actitud y consideró que era el momento de hablar de ciertos aspectos que debía dejar en claro entre ellos dos.
—¿Ya son novios? —preguntó sin tapujos, como era lo usual en ella.
Killua escuchó esa palabra y enrojeció, no podía creer que ella fuera capaz de usarla con tanta libertad cuando a él le costaba mucho esfuerzo pronunciarla aunque fuera estando a solas. La miró con incredulidad.
—¡Alluka, esto no es…!
—¿Asunto mío? Esto es gracioso, hasta en sus respuestas parece que se ponen de acuerdo.
—¡¿Le preguntaste lo mismo a Illumi?! —no podía creer que esa niña tuviese bastantes agallas. Cualquiera pensaría que era mentira que ella hubiese pasado años encerrada en un cuarto rodeada de juguetes.
—Sí, ¿y bien?, ¿ya lo son?
—Alluka no se te olvide que él y yo somos… —iba a decir "hermanos", pero recordó lo que le había dicho a Illumi, ya no serían más hermanos, no jugarían doble papel, serían una sola cosa y él ya había elegido lo que quería, ¿sería correcto decirlo abiertamente delante de Alluka?— n-no… diferentes.
—Novios —remarcó con velocidad, y se preparó para lo que había ido a buscarle—. Es obvio que entre ustedes hay algo especial; transpiran esa atracción, apenas están juntos y no dejan de coquetearse, no puedo estar cerca de ustedes y fingir que no me doy cuenta que Illumi te ve de una manera no muy normal para llamarlo "hermanos". Ustedes dos ya abandonaron sus lazos de sangre para ser algo más, entre ustedes ya no hay ese lazo. No lo olvides —Killua quedó en silencio, sorprendido por la increíble coincidencia que tenía con el discurso de su hermano—. Pero eso no va a cambiar las cosas entre nosotros— apuntó un dedo índice sobre el pecho del albino— yo soy tu hermana menor —luego levantó su dedo hacia un punto en el espacio— y él es mi hermano mayor, las cosas no van a cambiar entre nosotros. Sólo cambia entre él y tú, todos nosotros no tenemos por qué rebuscar nuestra posición frente a ustedes, no llamaré a ninguno de ustedes "cuñado", eso sería enfermo. Que te quede claro eso.
—¿Qué demonios…? —ella era más madura de lo que sospechaba, a menos que esto fuera parte de la conversación privada que habían sostenido ellos dos hace tiempo—, ¿él te dijo todo esto?
—Illumi es muy estricto con sus propias reglas —ignoró la pregunta.
—Dímelo a mí —no resistió las ganas de decirlo, después de tantos años de tratarlo.
—Él nunca podrá hacer las dos cosas a la vez, no será tu novio y tu hermano. Por eso supuse que tendría que decírtelo, y decirte lo que Kalluto y yo pensamos sobre esto.
—¡¿Kalluto?! —esto estaba llegado a límites insospechados— ¡¿Ustedes dos saben todo?!
—Sí —soltó una risa accidental— y es importante que lo sepas. Nosotros dos no nos interpondremos, pero no nos vayan a tratar como si estuviéramos involucrados en su relación, ¿entendido?
Atrapó la muñeca de la niña antes de que se le escapara y se encerrara en su habitación.
—Ese Kalluto me las va a pagar, no puedo creer que ustedes dos complotaran todo esto a mis espaldas. Sí, entiendo esto que me dices y no, no los veré de otro modo mas que como mis hermanos, pero no deben difundirlo ¿lo entiendes? Podrían poner la vida de ambos en peligro si papá se llegara a enterar.
Ella le sonrió para infundirle tranquilidad.
—Es obvio, sólo sé un buen novio ¿de acuerdo? Es tu primer novio, después de todo.
—Lo dices como si fuera a tener más —su respuesta fue tan sorpresiva que Alluka se ruborizó.
—¡Eso es mejor aún! —se abalanzó sobre él y lo abrazó—, ¡eres tan bueno! Apuesto que Illumi será un excelente novio también, se nota que es tu fan número uno. ¡Oh, cuídense mucho el uno al otro!, ¿de acuerdo? Yo quiero verlos felices, lo demás no me importa.
Luego de esa conversación, ella logró escapar y encerrarse en su cuarto, sus emociones estaban carcomiéndole desde hace rato. Quería echarse a su cama a llorar, en lugar de eso sacó su celular y marcó a la única persona en la que podía contar cuando se sentía así.
—¡Ya son novios! —gimió adolorida—, Kalluto, ya son novios. Ya me lo dijo Killua.
Le dolía profundamente que fuera así, eran sus hermanos, no podía verlos como dos amigos que se habían enamorado, menos cuando Illumi era muchos años mayor que Killua. Quién sabe qué mañas podría tener que pudiesen lastimar al más chico; pensar que Killua estaba siendo movido a actuar contra su propia naturaleza y que ella debía aparentar como si aquello fuera aceptable era lo peor de todo.
—¿Y por qué lloras? Ya sabíamos que esto iba a pasar.
—No puedo… no…
—Sí puedes. Sí, Alluka, y lo vas a seguir haciendo.
Kalluto estaba más sereno, porque le era más fácil enfrentar la realidad sin verla. Era sencillo tener en la mente que todo esto ocurría mientras él trabajaba en arreglar otros desperfectos, sin embargo, era consciente que su hermana no la estaba pasando nada bien.
—No puedo creerlo Kalluto, todo fue más rápido de lo que yo esperaba.
—Dijiste que Killua era feliz, ahora hazte a la idea de que esto es lo que tanto deseábamos. Luego lo arreglaremos, además recuerda el propósito de esto.
Es decir, hacer que Killua lograra enfrentar su duro pasado con su hermano, y seguir adelante como si nada hubiera pasado antes.
—Illumi no es tonto, sabe lo que tiene que hacer y tratará a Killua con decencia y respeto. Dejará en él muchos buenos recuerdos que suplirán todos los sinsabores que le dio cuando estaba bajo la posesión del ente y tendrá una oportunidad de reparar el daño.
—¡Más le vale que lo haga! Se las verá conmigo si no es así.
—Lo hará, créeme. Hablaré con él luego.
—Yo quiero estar cuando hablen.
—Déjame hacerlo primero yo… necesito hablar con él de asuntos privados. Luego nos reuniremos los tres.
Se limpió las lágrimas, ya no quería llorar más por eso. Era demasiado sufrimiento en tan poco tiempo, y si iban a estar así juntos por un largo periodo, entonces sería mejor que se hiciera a la idea y de verdad aceptara su relación con respeto. Ambos lo querían, ya no era como antes, cuando sólo Illumi era el obsesivo.
999
Escupió la cerveza cuando escuchó la gran noticia. Killua estaba sentado frente a él, con una enorme sonrisa. No había resistido las ganas de ir a contarle a Leorio la gran novedad.
—¡¿Tan pronto?!, ¿qué pasó con eso de esperar, de pensar mejor las cosas? —agitaba sus manos, para darle más dramatismo a sus palabras.
—Ya sabíamos que esto pasaría, Leorio. Era el momento. Esto no podía esperar más.
Fue en busca de unas servilletas para limpiar el desastre que provocó con la cerveza, mientras meditaba en lo que siguiente que le diría a su joven amigo.
—¿Qué debería hacer ahora? —ese era el verdadero motivo por el que estaba con Leorio. Una vez que le había dado el "sí" a su hermano, no tenía ni la más remota idea de qué seguiría o cómo esto afectaría su vida.
—Nada muy grande, si es que eso era lo que esperabas —contestó y echó los papeles al bote de basura— todo seguirá igual que siempre, pero la diferencia es que ya serán libres de expresar todo lo que sienten. Supongo que él estaba reservando sus deseos para estos momentos. Él es libre de llamarte, de invitarte a salir como su pareja, tocarte y… —refrenó sus palabras— entre otras cosas.
Recordó el momento en que Illumi, antes de marcharse, se había despidió con un dulce beso que lo dejó en una nube de felicidad. Lo extrañaba y eso que se acababan de ver la noche anterior. Quería más interacción entre ellos.
—Él… —se vio interrumpido, su celular empezó a sonar y vio que se trataba precisamente del dueño de sus pensamientos— es él…
—Contesta —tenía curiosidad sobre la forma en que se hablaban, pero Killua se puso de pie y salió del departamento para hablar junto a las escaleras, mientras que Leorio tuvo que resistir sus ganas de espiarlo.
—Hola, Illumi.
—¿Todo bien?
—Sí.
Era un alivio escuchar su voz, el albino sonaba muy contento y eso le inspiraba más deseos de verle.
—Oye… Kil… —no sabía cómo decir lo que deseaba, respiró hondo— me preguntaba si podía verte hoy. Te echo bastante de menos.
Al menos escuchar eso le hacía sentir menos tonto, no era el único que estaba extrañando en medio de una ausencia tan breve.
—Sí, sí —se apresuró a contestar— bueno, Alluka me dijo que quería ir al teatro esta noche. Hay una función mmm… ¿te gustaría venir con nosotros?
—¿No crees que Alluka se moleste?
—¿Qué dices? No, no, ella sabe lo… lo nuestro —se ruborizó. Todavía le costaba trabajo expresarlo.
—¿Ella? —se preguntó si eso estaba bien, claro que sabía que tanto ella como Kalluto estaban al tanto de la situación, pero no creyó que se lo harían saber al albino.
—Descuida, Alluka estará feliz de vernos juntos, está loca.
—Claro —era mejor que nada— ¿a qué hora estaría bien que pasara por ustedes?
—La función es a las ocho, pero podríamos vernos desde antes.
—Bien, entonces a las seis voy por ustedes, estaría bien que fuéramos a cenar antes de ir al teatro.
No era la idea que tenía en mente. Quería que se vieran a solas un rato antes de la función, pero ya había propuesto un plan bastante concreto e incluyendo a su hermana, aceptó la invitación y regresó al interior del departamento de Leorio.
—¿Qué pasó? —curioseó Leorio, viendo su sonrisita embobada.
—Lo veré en una hora.
999
Se alistó para verlo, no cabía de la felicidad, Killua lo era todo para él. Por muchos años había resistido sus intenciones, consciente de que era un niño pequeño, y justamente toda su espera al fin daba resultados positivos, cada momento en su vida valía la pena y era mejor, sobre todo al escucharle tan pleno, emocionado por verlo tanto como él. Llegó temprano por ellos, tocó a la puerta, ansioso por ver al chico de hermosos ojos azules.
—Illumi… —saludó, y el mayor no resistió sus impulsos, lo besó fugazmente en los labios, deteniéndose cerca de su rostro para responderle.
—Hola —se distanció un poco y continuó— ¿están listos?
—Sí… —susurró— Alluka ya saldrá de su cuarto.
Dicho esto, casi al instante, la chica salió y vio al mayor de pie frente al marco de la puerta con Killua embobado viéndolo, como su fuera la primera vez después de mucho tiempo.
—¡Listo! —gritó ella para llamar su atención— Ah… Illumi ¿ya lo besaste?
—¡Alluka! —Reclamó el albino.
—Te lo perdiste —contestó con cinismo, y Killua tuvo deseos de esconderse de en medio de ellos—. Lo volvería a hacer pero no quiero que Killua me lance otra cuchara a la cabeza.
—¡Te lo estás buscando! —amenazó al morocho, pero no pudo evitar sentirse mal por haberle lanzado el cubierto cuando estaba tan emocional, no lograba habituarse a escucharlos hablarse como si fuera muy normal que entre ellos dos hubiera una relación y a su vez, la mano de Illumi, sobre su cabeza lo hizo relajarse un poco.
—¿Nos vamos?
—¡Sí! —contestó Alluka satisfecha.
Tuvieron una noche bastante agradable, Illumi se comportó a la altura, después de tanto estudiar sobre el signo de Killua era consciente de lo importante que era la familia y el romance para el albino, se aseguraba de tratar a su hermana con mucha atención y cuidado para que Killua lo notara y apreciara ese gesto amable, y por supuesto, le demostraba su afecto en cada detalle, tomando su mano durante la función, acariciando sus dedos, sutiles gestos que no serían notados por cualquiera. Él no era esa clase de personas que se desvivían abiertamente frente a todos por la persona que amaba, prefería los pequeños detalles que enriquecían la vida de su amado, y serle útil ante todo, con eso podía darse por satisfecho.
Al final de la función Killua no lo dejó marcharse, le pidió de forma indirecta que se quedaran en su cuarto a conversar un rato, y casi le rogó a Alluka en secreto, que les dejara a solas.
—¿Te gustó la obra? —le preguntó a Illumi una vez que estuvieron en privado. Durante toda la función no lo había escuchado decir palabra alguna.
—La fierecilla domada —respondió— alguna vez leí el guión, pero nunca antes estuve en una representación de ella. Fue agradable.
—Yo no podía dejar de reír, Petruchio es un personaje épico.
—Un donjuán machista —alzó las cejas, Killua tenía las típicas costumbres de un asesino, lo cual era entendible, dado que fue criado por su padre y su abuelo. En cambio, a Illumi, para su desgracia, Nimrod lo había educado en un modo muy extraordinario. Enseñándole a apreciar valores que el hombre comúnmente no valoraba— no dirías lo mismo si Catalina fuera Alluka.
—Aguafiestas —reprochó—. De todos modos fue gracioso.
—Lo sé, lo entiendo, prefiero éste humor sencillo que los monólogos absurdos que ahora presentan en la televisión.
—¡Ni me lo recuerdes! Gon y yo nos llevamos muchas decepciones al querer entretenernos con esos programas.
La convivencia era sencilla ahora que tenían puntos en común, y compartían un poco más de sus vidas. Illumi se sentó en la cama seguido por el menor. Killua tenía ahora más curiosidad que antes sobre las actividades que su hermano realizaba cuando estaba en posesión del ente; sospechaba que estaba cargando con muchos problemas en sus hombros y deseaba ayudarlo, esperaba pacientemente a que él se animara a contarle por voluntad propia sus pesares y poco a poco se fue dando cuenta que eso sería una misión difícil de conseguir dado que él no parecía interesado en hablar de esos temas, los evadía, daba vueltas hasta que encontraba una salida y eso le angustiaba, quería tener más cercanía a él, ganarse su entera confianza.
Los días pasaron con velocidad, más de lo que imaginó que sería. Cada día era único y especial, sentía más y más apego al morocho. Quería estar con él, tanto así que terminaron por verse todos los días, al principio era por las noches, luego comenzaron a verse cada vez más temprano hasta que duraban desde la mañana, hasta la noche juntos. No se aburrían el uno del otro, estaban tan unidos y se sentían tan bien que la relación se volvió natural. Killua no batallaba en decir que estaba disfrutando de esa cercanía; Illumi le sorprendía a cada instante, provocándole ternura dado que, de vez en cuando, lograba ver la dulce vergüenza que sentía cada vez que se abría a él y mostraba ese lado sensible y romántico que poseía en realidad.
Como prefería pasar el tiempo con el morocho, las visitas a Leorio se redujeron considerablemente, solía verlo cuando se encontraban en medio de las escaleras camino a su departamento, pero fuera de eso, lo llegó a visitar unas cuantas veces sólo para reafirmar que su relación iba viento en popa. Siempre diciendo todas las cosas espléndidas que iba descubriendo en su camino.
—Bueno, creo que esta es nuestra despedida —le informó Leorio.
Un día antes había recibido la notificación de que se reuniera con Cheadle para revisar sus estudios durante esos días de aparente descanso antes de marcharse al Continente Oscuro. Iba con miedo de dejarlo solo, cerca de ese hombre mayor que se hacía llamar novio del pequeño albino. Tenía buen concepto de su pareja, un hombre trabajador, responsable y educado, que no se había propasado nunca con él, ni buscado algo más que sólo una buena relación, sana, y que no le estorbaba para nada, pero las malas costumbres podrían salir a la luz tarde o temprano.
—Me alegra mucho haberme encontrado contigo —confesó— no habría sabido qué hacer.
—Killua, prométeme algo —lo tomó por los hombros— prométeme que no dejarás que ese hombre se propase contigo. Que te cuidarás…
Leorio se sentía absurdo. En su juventud sus padres también llegaron a advertirle sobre su cuidado personal y sexual, ignorando por completo los consejos y haciendo cuanto deseó con su cuerpo en su momento. Ahora podía comprender mejor esos consejos insistentes. Quería que ese niño no cayera en malos pasos y de hecho, no quería marcharse.
—¿De qué estás hablando Leorio? —se quejó— él nunca me haría daño, de eso estoy seguro.
Por supuesto que no podía esperar a que él le entendiera, era demasiado joven para darse cuenta de ciertos detalles. Además, no sabía si Killua tenía alguna experiencia sexual antes de eso, personalmente creía que todo sería más simple si se tratara de una relación común, una chica de su edad; bajo esas circunstancias estaba dispuesto a darle consejos sobre cómo hacer mejor las cosas y complacer a la chica, pero esto le sobrepasaba, y por motivos que le parecían obvios, consideraba que Killua sería el pasivo en la relación, así que con mucho temor se hizo a la idea de que era algo que no podría evitar por más que se lo planteara.
—Yo entiendo lo que crees —se aclaró la garganta para armarse de valor a lo siguiente que diría—, pero Killua, escucha esto: si un día decides tener relaciones sexuales con ese tipo, como médico que deseo ser, te diré que… es algo que duele, pero no es un dolor que no puedas soportar. No es un dolor imposible, debe haber mucha lubricación, él debe prestarte mucha atención y cuidado —remarcó con toda la seriedad que pudo, sin atreverse a mirarle a los ojos— prométeme que si te duele demasiado, si después de ése día tu cuerpo no se repone como debería, me lo dirás ¿de acuerdo? Si ese maldito hijo de perra te lastima me las va a pagar. No me importa lo que tenga qué hacer, si ese infeliz no te cuida como debería, yo me aseguraré de que pague.
Killua estaba rojo de vergüenza, hablar de sexo era todavía muy fuerte para él, aunque ya no era tan impresionante como antes. Ahora sabía lo que era mantener una relación sexual, y para ser honestos, no lo encontraba tan repulsivo como llegó a creer que sería. Tal vez lo había hecho con Nimrod, pero ese tipo había sido lo suficientemente cuidadoso y delicado como dejarle una horrenda impresión de lo que significaba. Por supuesto, todavía le provocaba escalofríos, y esas palabras de Leorio trajeron a su mente ciertos recuerdos penosos que prefería mantener ocultos.
—S-sí… descuida, sé cómo lidiar con esto.
—¿En serio? —no lo podía creer, menos con la expresión cabizbaja del muchacho.
—Sí, por supuesto —contestó con firmeza.
—De acuerdo, yo, de todos modos, quiero mantenerme informado —se marchó, no sin antes pasarle un número para mantenerse en contacto e hizo comprometerse al menor que se mantendría en contacto constante y le avisaría sobre cualquier cambio que hubiera en la relación, después de eso Leorio pudo sentirse tranquilo de partir sin mayores cargas.
999
Una semana después de que Leorio se fuera, Illumi le avisó que pronto regresaría a la montaña, sus vacaciones acabarían así que ése sería último día en que estarían juntos. Planeaba marcharse durante la noche para llegar por la mañana a la montaña y encontrarse con su padre, seguramente ese viaje lo conduciría a muchas tareas nuevas y existía la posibilidad de que se ausentara por más de tres días a sus citas con Killua, así que temía que la respuesta del menor fuera negativa. Por eso no se molestó al escuchar la reacción del albino al anunciarle sus partida, y es que, estar sin ver a su amado, era perjudicial; entre más se acercaba la hora de alejarse, más angustiado se le notaba.
—Tranquilo, Kil, volveremos a estar juntos, como antes.
El menor le dirigió una expresión severa, sabía que se volverían a ver pero eso no le bastaba.
—No quiero verte como antes… —«quiero verte todos los días», pero eso fue todo lo que atinó a decir. Últimamente así era su comunicación, Killua no se atrevía a decir las cosas como completamente deseaba. Para su bien, Illumi le conocía de toda la vida y comprendía todo lo que omitía con su boca.
—Nos veremos tan seguido como me sea posible, lo prometo. ¿Acaso crees que no quiero aprovechar esta oportunidad?
Killua le respondió con una sonrisa tímida y desvió su atención en el momento en que Alluka salió de la tienda con un gran cono de nieve. Corrió hacia donde estaban sus dos hermanos y se les unió en el camino de vuelta a la casa. También estaba al tanto del nerviosismo que su hermano mayor tenía por estar a solas con su novio, y pese a que ella quería retrasar un tanto las cosas para que esos dos pasaran menos tiempo a solas, no debía hacerlo o Killua no lo tomaría muy bien. Todo el día lo notó estresado, frunciendo el ceño a cada rato; particularmente irritable cuando hablaban de la hora y lo tarde que se estaba volviendo.
Para cuando por fin estuvieron a la soledad de su cuarto, Illumi se dedicó a abrazarlo y besarlo tanto como podía.
—No quiero que te vea Kikyo…
—No podría evitarlo, aunque te prometo que la evadiré todo lo posible
—¿En verdad tienes que irte ahora…? —cuestionó el menor, sosteniendo las manos de su amado.
—Viajar de noche no es tan malo, llegaría por la mañana a casa, y descansar un rato —apretó suavemente las manos del menor atrayéndolas a su pecho.
—¿Pero… ahora mismo? ¿No podrías irte mañana?
—Mañana es cuando debo estar allá.
—Mañana por la mañana podrías irte, y llegarías en la tarde a la montaña.
—Igual debo ir a dormir —se rio.
—¿Y si te quedas a dormir aquí?
Era la primera vez que lo veía de ese modo, tan ansioso, temeroso de perder el contacto al que tanto se había acostumbrado los días pasados. Esa invitación era una gran tentación para él, tenerlo cerca toda la noche, escuchar su respiración, llenarse de su aroma y contagiarse con su buen ánimo, sería la mejor forma de cerrar ese primer mes al lado del ser que más amaba en el mundo.
—Ah… —detestaba pensar las cosas, evaluar si era conveniente o no quedarse, por todos los dioses, él quería quedarse y olvidar sus itinerarios por un día— dormir, ¿verdad?
—Sí, claro. ¿Por qué?
—Sólo quería asegurarme, digo, si me quedara aquí, tendría que irme temprano, así que no estaría mal dormir suficientes horas.
—Claro. Si tú me dices que durmamos, lo haremos, sólo quiero que estés… —y ahí quedaba su fuerza de voluntad para decir cosas agradables.
—Claro que sí —besó su frente— ¿tienes enjuague bucal? No traigo conmigo mi cepillo de dientes, y no quiero dejarle una mala impresión a mi pequeño novio.
La risa de Illumi en esas circunstancias, lejos de hacerle enojar, sólo acentuaba su rubor. Él era tan honesto y libre de decir esa clase de expresiones cuando estaban a solas, era cálido y dulce en muchas maneras, y quería corresponderle, hacerle sentir de ese mismo modo, pero se le dificultaba bastante.
—Alluka compró varios cepillos hace días, no lograba elegir uno sólo, le gustaron los colores… —suspiró— niñas… —y murmuró al final con un deje de reproche— te daré uno de esos. Se apartó y fue en busca de uno de los mentados cepillos que estaban en la alacena del comedor, y regresó.
—Gracias. Pasaré al baño, ¿de acuerdo? —Killua asintió y permaneció inmóvil hasta que la puerta del baño se cerró.
Desde que Leorio le había hablado de las cuestiones sexuales, ahora tenía ese pensamiento constante, se preguntaba si Illumi sentía esa necesidad aunque no lo demostraba, e inconscientemente comenzaba a desear que la tuviera. Durante esos días se había estado preguntado cómo sería hacerlo con Illumi; recordaba su cuerpo desnudo y se sonrojaba, su cuerpo se encendía en deseo. De alguna manera, sin percatarse de sus deseos más oscuros, estaba esperando a ver si esa noche el mayor se animaba a dar un paso más, pedirle un poco más de él. Se mordió el labio imaginando que su novio saldría del baño, se recostaría a su lado y con suerte, recibiría un poco más.
—¡Debo cambiarme de ropa! —murmuró alarmado y se dio prisa por ponerse el pijama, aprovechando que Illumi continuaba en el baño. En secreto pensaba que si su hermano lo veía con esa ropa tan cómoda y fácil de quitar, podría darle otra idea tendría sobre lo que harían esa noche de soledad.
En efecto, cuando Illumi salió del baño con su cabello recogido en una coleta baja, y se encontró con el albino sentado en la cama —con el pijama puesto— se le hizo agua la boca. Contuvo la respiración en un intento por sacar esos pensamientos de su mente «no es momento» se dijo muchas veces, para calmarse. Amaba profundamente a ese niño tanto así que deseaba dejarle la mejor de las impresiones posible y ante ese pensamiento era fácil sostener sus deseos. Killua fue al baño y fue turno del mayor de quedarse con sus pensamientos, no sabía cómo decirlo pero parecía como si ese niño estuviera coqueteándole y eso era más que tentador porque si descubría que era así, posiblemente no podría tener voluntad para resistirse.
Se subió a la cama, acomodando las cobijas y su espacio para recostarse en él. Era más cómodo de lo que se veía, y de inmediato sintió el peso del cansancio; había estado haciendo un gran esfuerzo para permanecer activo, así que se sentó para no quedarse dormido y terminó por despertar cuando vio al albino salir con su destellante sonrisa y sus ojos iluminados de la emoción, seguramente provocada por tenerle ahí en su cuarto.
—¿Listo? —le invitó a recostarse a su lado.
El pequeño se acomodó junto a él, viendo de forma entretenida a su hermano, vigilando los movimientos de sus manos, de su mirada, esperanzado por ver un destello de lujuria en su expresión.
—Sí —en cuanto se acostó, Illumi aprovechó el momento, se dio la vuelta y lo besó.
Estando a solas, la noche entrada y en el silencio, era inevitable desear hacer algo más que sólo acostarse. Lo besó con un aire apasionado, colocando una mano sobre la mejilla del menor, empujándolo contra la cama, ahondando el beso hasta casi dejarle sin aliento.
—Vamos a dormir —murmuró al finalizar. Acarició su mejilla y le sonrió.
—¿Sólo dormir? —preguntó Killua, sin poder resistirlo.
—Claro, ¿qué otra cosa más te gustaría hacer?
Hubo un silencio incómodo, era como un "obviamente no quiero dormir, quiero hacer otra cosa contigo", pero sin poder ser expresado abiertamente, Killua sólo pensaba «tómame», e Illumi trataba de enfocar sus pensamientos en todo lo bonito que resultaría si hacía bien su papel como novio responsable, y resistía la tentación de esa noche.
—Illumi… tú… no piensas en mmm… —entre más hablaba más enrojecía, lo cual era un tanto cómico— ¿no tienes necesidades especiales?
El silencio volvió, era una pregunta retórica compleja de responder, más porque podría darse a malentender y eso sería desafortunado por completo.
—Mi deseo va más allá que sólo eso, Kil —al menos logró resolver la forma de decirlo. Enredó sus dedos en las blancas hebras— deseo tu absoluta felicidad y satisfacción, aunque siendo franco, por el momento no lo requiero, y creo que te tengo la suficiente confianza para pedírtelo si me llegara a hacer falta.
Durante todo su discurso no paró de ver a su rostro. Su hermano mayor era cada día más atractivo a sus ojos, con su sonrisa galante, su cuerpo bien formado y musculoso, sus atractivos físicos, emocionales e intelectuales le fascinaban.
—¿Y si yo te lo pidiera? —preguntó deliberadamente, de nuevo colocó en un dilema a su hermano.
—Sí tú me lo pidieras, por supuesto que lo tomaría en cuenta para un futuro —sonrió—. ¿Ahora me dirás qué cosa tienes pensando hacer esta noche? No estaría mal desvelarme si es por ti.
Había sido tan sorpresivamente amable que no se le ocurrió decir en el momento alguna excusa. Killua se preguntó el motivo por el cual su hermano se negaría a hacerlo cuando lo deseaba en realidad, pero no quiso indagar demasiado con tal de no hostigarlo, después de todo, era un tema delicado. Si él no se sentía preparado todavía para esa clase de actividades, entonces era mejor esperar. El problema era que ahora debía idear algo para sustituir el vacío creado por sus palabras, algo que justificara su sugerencia nocturna.
Respiró hondo, miró atentamente a los ojos negros de su hermano y se levantó, esta vez para robar un beso del mayor. Era la primera vez que se esforzaba por besarlo de ese modo, desde que su relación había iniciado, y era consciente de que él debía poner de su parte para que la relación progresara, tal como Leorio le llegó a explicar en algunas ocasiones. Colocó una mano en el cuello del mayor y lo atrajo más hacia sí mismo, hundiéndose entre sus labios. Moviendo su boca, sintiendo cómo poco a poco el mayor lo volvía a recostar contra la cama para encender más el beso, tuvieron que separarse puesto que luego acabarían haciendo algo más para lo que todavía no estaban listos.
—Ahora sí, creo que podré dormir —sonrió Killua.
Illumi lo atrajo hacia su cuerpo, en un dulce abrazo, y el menor se acurrucó junto a él, sí que sería una larga noche con ambos haciendo el esfuerzo por no pensar en lo evidente. Sus cuerpos tan cerca y sin poder cruzar sus límites, desviando sus pensamientos en algo que no delatara su excitación. Illumi casi no pudo descansar por temor de que sus manos se deslizaran y tocaran piel que no debía ser tocada aún, y Killua no le ayudaba dado que inconscientemente terminaba por coquetear con su cercanía a su hermano, intentando provocar que las manos del mayor llegaran a partes que hasta ahora se había resistido.
Illumi llegó a la montaña durante la noche. Despegarse del niño al final resultó demasiado difícil, todavía por la mañana le convenció que se quedara a desayunar junto a él, y lo acompañó hasta que el dirigible llegó por él. Tuvo que prometerle muchas veces que volvería y estaría con él por más tiempo, hasta que se despidieron con un discreto y fugaz beso. Eran conscientes que debían tener cuidado sobre el tiempo y lugar en el que explayaban sus muestras de afecto.
Esta vez, su recibimiento fue muy diferente a cuando Nimrod estaba ocupando su lugar. Tras muchos años de temer al mayor de los Zoldyck, por primera vez llegaba en un estado neutral, tanto así que no muchos se percataron que él estaba ahí hasta que le vieron de pie frente a la puerta del cuarto de su padre, escribiendo atentamente en su celular.
"Ya estoy en casa, hablaré con papá. Me comunicaré contigo más tarde".
Esperó un rato no muy largo y recibió su respuesta: "de acuerdo, mantenme al tanto de todo. Te echo de menos".
Sonrió, Killua era tan tierno que era imposible no llenarse de ese sentimiento puro cada vez que leía sus palabras.
Abrió las puertas y vio a su padre solo, le intrigó la forma en que le recibió: serio, un tanto confuso por ver a su hijo tan tranquilo después de tanto tiempo actuando como si estuviera al borde de una explosión. Saludó, y tomó asiento frente a él.
—Te has de preguntar por qué te hice venir en un día como este —aclaró— tu madre salió a una reunión urgente, y tu abuelo está en la isla. Quiero aprovechar que estamos a solas para hablar libremente sobre tu posición en estos momentos, Illumi, quiero saber qué es lo que deseas que pase ahora, ¿quieres que te entregue a alguien de los Asesinos o prefieres que te comprometa con alguna mujer?
Eso fue mejor de lo que esperaba, aunque sospechaba de la ausencia de su madre tan oportuna. Seguramente ella se encontraba con los Iluminados, escuchando ahora el castigo que le correspondería por su traición a la hermandad.
—Sobre eso, bueno, éste mes me ha servido para pensar y evaluar lo que realmente me conviene hacer al respecto. Francamente no deseo ser entregado ni comprometido con nadie, al menos no por ahora, si me dieras a elegir, diría que preferiría esperar unos años más. Por el momento prefiero trabajar para la familia, Kalluto está en sus asuntos, Killua tiene tu permiso para estar fuera de casa y Milluki, definitivamente no puede hacer el papel que hace falta para los trabajos de la familia. Si me marcho tendrás que hacer todo sólo.
Silva se quedó en silencio, meditando en el deseo de su hijo mayor.
—Para serte honesto, detesto la idea de que te involucres con uno de los hombres de la isla. Para bien o para mal eres mi hijo…, pensar que te estoy dando a uno de esos hombres y sus fetiches… Claro, aceptaría si me lo pidieras, pero ahora creo que seguiré tu deseo. El problema aquí es que tu abuelo se está dando cuenta que ya dudas de tu primera decisión y se está apresurando en conseguir a alguien para ti lo más pronto posible, pero usaré tu excusa para arreglarlo.
Illumi se relajó, era bueno saber que podía contar con su papá en esas condiciones, además tenía tiempo para prevenir que Killua se enredara en algo desagradable.
—Kalluto está bajo el mando de su madre, por eso trato de no intervenir en los asuntos de ella, no quiero causarle disgustos; pero Killua… bueno, él pronto se verá forzado a volver a casa, ahí no pienso intervenir.
Sintió que su corazón se estremecía, algo en esas palabras le sabía muy mal.
—¿Forzado?
—Tú sabes la verdad ahora. Él todavía no, y no pienso decírsela, prefiero que sea del mismo modo en que tú lo viste, por ti mismo. Una vez que lo ves, ya no puedes huir de ello.
Era cierto, Illumi podía pretender que no le importaba lo que ocurría a su alrededor, ni cuántas vidas se vieran afectadas por la situación del mundo, pero su participación en la humanidad no sería evadida, en cualquier momento tendría que volver a trabajar para la hermandad de los Iluminados. Por tanto tenía dos opciones: podía trabajar para ellos desde la familia o dentro de la posición que el único le había delegado. Hablar de huir era imposible; grandes consecuencias aparecerían el día en que negara su posición, la hermandad no perdonaba la traición, no lo matarían, pero sí lo harían volver a cualquier costo.
—Papá, ¿Killua se verá involucrado…?
—Sí —contestó, pero parecía no tener alma, no sentir ni la más mínima preocupación por lo que le fuera a pasar si caía en manos de la hermandad.
—¿No crees que sería perjudicial?
—Esto no te corresponde a ti, lo importante aquí es que tú y yo planeemos algo para detener a tu abuelo antes de que las cosas avancen más. Requeriré que sigas trabajando y, cuando yo te lo pida, vayas a la isla. Estoy seguro que Joab te dará refugio. Le pediré que finja estar en negociación con nosotros y así evitaremos que papá te entregue.
Sudó frío, ese nombre le provocaba náuseas, más si tendría que estar en su casa —a solas y a su merced—. Su disciplina le diría que no le atacara, menos considerándolo un aliado importante para la familia, mientras que su corazón y fidelidad por su hermano le insistirían en permanecer lejos de él.
—Por ahora sólo ocúpate del trabajo —la voz de su padre lo sacó de sus pensamientos.
No debía precipitarse a armar un plan, hasta no estar seguro de la posición en la que Killua se pondría. Era más relevante saber lo que ocurriría con su niño, sin importar nada, lo mantendría a salvo. Terminando de hablar con su papá, salió más preocupado y presionado que antes para llamar a Killua. Tenía mucha ansiedad por escuchar su voz y calmarse un poco. Le marcó y éste respondió con voz ronca.
—¿Hola?
—Oh… Kil, lo siento, te desperté —recordó la diferencia de horarios, seguramente ahí eran las cuatro de la mañana y el niño debía estar bastante cansado.
—No, no… estoy bien, ¿estás bien?
—Lo estoy —resistió el deseo de hablar un poco más— sólo quería que lo supieras, más tarde te marcaré, por favor ve a dormir.
—Pero…
—Más tarde, Kil, tendremos tiempo.
—Mmm —no podía insistir, además sí que estaba cansado— de acuerdo, estaré esperando tu llamada.
Colgó, y todavía con los nervios alterados, se fue a dormir como pudo. Además, era preferible marcharse de la casa por la mañana, para no encontrarse con su madre o su abuelo, sobre todo con la primera porque a Killua no le haría gracia que le viera lúcido.
Por la mañana, después de abordar el dirigible, llamó de vuelta a Killua. Era de tarde cuando contestó el teléfono, pero el niño estaba en una feria y el ruido del lugar no le permitía escuchar bien su voz. Demasiada mala suerte. Le dijo que se comunicaría después, pero con el viaje y el trabajo pendiente, se dio cuenta que no le podría marcar, sólo le envió un mensaje disculpándose por no llamar y tuvo que esperar hasta el día siguiente para volver intentar comunicarse con él.
Nuevamente llamó por la tarde, Killua estaba de vuelta con Alluka en medio del viaje.
—¿Por casualidad, sería posible que tuviéramos una conversación privada? —le preguntó, aunque no albergaba esperanza en recibir una respuesta positiva.
—Lo siento, podría ir al baño, pero no creo poder durar mucho tiempo ahí.
—No, está bien. Kil —tenía tantos deseos de decirle todo lo ocurrido— me hace falta verte… —y eso era todo lo que atinó a decir. Killua se emocionó por ello, pero no tuvo el valor de responderle.
—¿Cuándo te veré de nuevo? —preguntó intentando no sonar muy ansioso.
—Estaba pensando, papá me dio veinte días para terminar los trabajos, así que tengo planeado tomarme esta semana para terminar todo y el resto de los días quedarme contigo, no sé si eso te parezca bien.
—Pero, eso significaría que no te veré en toda la semana —no le gustó de entrada esa idea, no obstante, era mejor que verlo unas cuantas horas durante varios días distribuidos— ¿estarás bien?
—Kil, mi deseo está más que satisfecho —aclaró— el ente no volverá sólo porque me ausente una semana, y te llamaré tanto como me sea posible.
Todavía con desanimo, aceptó la propuesta, lo echaría de menos, y más ahora que se había acostumbrado a verlo seguido. Dejarlo ir por tantos días sería largo y angustiante.
Y aquí vamos, Killua con la carta, Illumi a punto de un paro cardíaco y todo el mundo mirándolos. Incluidos ustedes e.e
Nos vemos en Noviembre 9.'.
Yuuki: Hey :) ya lo sé, sé que lo dejo en partes divertidas, pero creo que hoy lo compensé un poco con un final más o menos neutral ¿no? *suspiro* todo el mundo quiere ver a Leorio enterarse... pero ¿no quieres ver a Killua tener una relación bonita por un tiempo más? Déjalos estar felices. T-T me dices que no me quieres y me amenazas, no es justo... eres mala conmigo Yuuki, mala, *se echa a llorar*
