Perdón por la demora, ya saben que suelo publicar desde temprano pero estos días no han sido los mejores para mí.'.

HADOS

Capítulo 8

Los días pasaban con lentitud; Killua constantemente se preguntaba cómo pudo haber aceptado estar lejos por tanto tiempo, entonces se alentaba recordándose que lo vería por varios días seguidos. Tal vez con un poco de suerte, estando a solas en el hotel, la relación subiría de nivel. Usualmente así se le iba el tiempo, pensando en su hermano y extrañando su cercanía; de vez en cuando sus pensamientos se desviaban hacia esos rumbos oscuros que jamás creyó que llegarían a su mente, recuerdos de su cuerpo desnudo, de la sensación placentera, sus respiraciones unidas y luego aterrizaba, regañándose por volver a recordar algo que, eliminando la imagen de Nimrod, le resultaba apetecible.

Pasados los siete días, Illumi anunció que viajaría esa noche a donde los dos chicos Zoldyck estaban. Killua se emocionó tanto que no se preocupó por ocultar su felicidad y claro, Alluka estaba satisfecha de verle así, no obstante, quedó pasmada en sus pensamientos cuando supo que sería una visita larga; le preocupaba lo que pasaría ahora entre sus dos hermanos. La última noche, sin importar lo discretos que habían sido, ella supo que Illumi se había quedado a dormir con el menor y sus malos recuerdos volvieron.

—Rentarás otro cuarto para que duerma ahí Illu-nii, ¿verdad?

—¿Eh? —ni siquiera lo había pensado, hasta ese momento lo único que deseaba era verlo, detalles como ese eran lo de menos. Inconscientemente estaba dando por un hecho que su amante dormiría con él— sí, claro… —por eso dio una respuesta vaga.

—No van a dormir juntos —sentenció—. Hermano, no, ¿tú crees que no me di cuenta que durmieron juntos el otro día?

—¡¿Nos estuviste espiando?!

—¡No dormirán juntos! He dicho.

—Eso no es de tu incumbencia Alluka. Que yo duerma con él no tiene nada de malo, él es mi… —se detuvo, de nuevo tenía esa incapacidad para decir las cosas tal como eran— ya sabes de lo que hablo.

—Ni siquiera te atreves a decirlo y quieres que lo tome más en serio.

—De todos modos no tienes de qué preocuparte. Illumi es muy respetuoso. Además, sí, rentaré otra habitación para él.

Y así fue; con un poco de pena por tener que decirle a Illumi que su hermana no quería que durmieran juntos, rentó otro cuarto, justamente frente al suyo, y de ese modo sólo bastaría cruzar de puerta en puerta para verse. Eso en el supuesto caso de que fuesen a cumplir su palabra. El problema fue que Alluka no era tonta, y en cuanto notó que sus cuartos estaban demasiado cerca sospechó de las intenciones del albino.

—Si querías disimular que no dormirían juntos, al menos debiste esforzarte un poco más.

Killua se puso pálido por ser descubierto y aunque tenía valor para ocultar sus intenciones, decidió que era momento de comenzar a confrontar la realidad.

—Me gusta mucho, ¿sabes? —no levantó la voz, fue claro y directo, tanto como tuvo fuerzas para hacerlo— no sé cuándo lo volveré a ver, por eso quiero aprovechar el tiempo libre que me dedica…

Ella abrió los ojos, impresionada por escucharle confesarse así. Era la primera vez que lo oía decir las cosas sin pena y por la seriedad con la que lo decía, tuvo que asimilarlo.

—Bueno, sí… dicen que cuando te gusta mucho alguien, tratas de pasar el mayor tiempo posible con esa persona, saber todo de ella… tal vez, es lo que te ocurre.

—No te preocupes por nosotros Alluka, todo va bien, no dormiré con él, si es lo que quieres escuchar.

Ella bajó la mirada, estaban a mitad de pasillo, poco antes de que cada uno se retirara a sus cuartos a dormir. Illumi llegaría por la madrugada así que contaba con que estarían a solas por un rato más.

—Yo te vi con Nimrod una noche… —dijo en voz alta, por primera vez se atrevía a hablar de ese tabú— tal vez en ese momento no entendía lo que pasaba, pero me dolió tanto como si lo entendiera. Hermano, no sé si esté lista para enfrentar esto. No aun, y me asusta saber que ustedes dos están a solas haciendo algo como eso.

Era doloroso recordar, más aún viniendo de la boca de su hermana. Tomó aire y con decisión habló.

—No te diré que no pasará —la impresión de su hermana—, es algo que eventualmente Illumi va a necesitar, pero cuando eso ocurra… —contestó, dispuesto a transmitir su confianza, no dejaría que ella le hiciera dudar ahora que estaba tan feliz en su relación— te prometo que seremos cuidadosos, no dejaré que te enteres, simplemente pasará cuando deba pasar y nuestra relación no va a cambiar.

Ella sonrió. Si hablaba así era porque en verdad no habían hecho nada obsceno hasta ahora, sólo dormir. Eso significaba que ella podría descansar tranquila, creyendo que ellos dos sólo hacían eso, dormir juntos, visualizar las cosas desde ese punto era más sencillo, aún si era mentira; si en un momento ellos dos dejaban esa actividad y la transformaban en otra cosa, estaría bien porque ella no se enteraría, seguiría feliz en su nube de "ellos sólo duermen juntos". Killua estaba siendo el adorable hermano mayor que siempre amó, el que la cuidaba incluso de sus propios temores.

—Gracias.

Illumi llegó por la madrugada; cargaba una pequeña maleta de mano con un par de mudas. Venía cansado, tanto del viaje como del estrés por tener que hablar con su hermano sobre los complejos temas que vendrían y que no le habían dejado descansar. Esperaba llegar a recepción y preguntar por su cuarto, y en cambio encontró a su pequeño amor sentado entre los sillones de la entrada, esperándole ahí con una agradable expresión que le provocó una sonrisa. Caminó hacia él, y el adolescente se puso de pie para saludar.

—¿No es un poco tarde para estar despierto? —acarició su mejilla. Moría por besarle, pero no lo haría ahí, no frente a todo el mundo.

—Tengo tu llave.

Una excusa barata, bien podía haberla dejado en la recepción. Su conciencia le regañó por su pésima mentira; «te extrañé», era lo que deseaba decir y no lograba pronunciar.

—Y yo a ti —irónicamente Illumi logró descifrar su intrínseco mensaje. Killua rió por la simpleza con la que habían salido esas palabras, tan acertadas.

Lo condujo hasta su cuarto y enseguida le entregó la llave e Illumi abrió, mirando a un lado para despedirse del pequeño. Sin embargo, Killua tenía otros planes en mente, se le quedó viendo en silencio batallando por soltar las palabras que tanto deseaba.

—¿Te mmm… te quedarás ahí? —alargaba las palabras, pretendiendo prolongar el tiempo.

—Kil… dijiste que Alluka no quiere que durmamos juntos —le recordó la situación, ya conociendo su destino final.

—Sí, pero es sólo si ella se entera.

No fue necesario que lo repitiera; dejó la maleta en el cuarto, volvió a poner el cerrojo y el rostro alegre del albino le dijo que esa acción no podía haberle complacido más. Killua le señaló su cuarto, abrió la puerta y le invitó a pasar. El morocho entró primero, vio que la cama lista, con aroma a cuarto limpio, y se dio la vuelta justo cuando Killua entraba y cerraba la puerta.

—Espero no te moleste que… —apenas el albino comenzaba hablar, sintió como era jalado por el hombro izquierdo, arrinconado y sus labios arrebatados por un intenso beso. No tuvo tiempo de prepararse, Illumi estaba hambriento por él, pudo percibirlo en la intensidad con la que devoraba su boca.

—Sabes a café y galletas —susurró contra su mejilla.

—Quería mantenerme despierto —se ruborizó.

Illlumi sabía a pasta dental, probablemente lo único que tenía planeado para esa noche era precisamente dormir.

—Vamos a dormir —confirmó sus pensamientos.

—D-dijiste que tenías algo qué decir.

—Podemos hablarlo mañana, tenemos tiempo de sobra —besó su frente y lo tomó de la mano para que se apartara de la pared— me importa mucho que duermas lo necesario.

—Pero…

—Kil… ¿harías esto por mí?

Se sintió sutilmente chantajeado y no le dio importancia, era el chantaje más noble que había escuchado provenir de su hermano mayor. Se tuvo que resignar a sólo dormir esa noche, con el placer de hacerlo en la cercanía de esa persona que tanto le atraía.

Por la mañana Illumi regresó a su cuarto para que su hermana no descubriera el incumplimiento de su palabra. Reconocía estar apenado de mentirle puesto que no le era de su conocimiento el asunto de la criatura que habitaba en su hermana; al morocho le preocupaba que la entidad le agrediera si les descubría. En cambio Killua, se mostró sonriente, completamente repuesto de sus malos días y saludó a Illumi como si no le hubiera visto. Alluka les pidió que la llevaran al centro comercial, no dio sus motivos, pero ellos dos sólo querían pasar el día juntos así que cualquier detalle extra, les importaba poco.

Llegaron a una esquina cerca a un puente; Alluka entró a una tienda pequeña con grandes vidrios y ellos optaron por esperarla, sólo vigilándola por fuera. Killua se sentó sobre una columna de concreto e Illumi se recargó en la pared, a un lado de él.

—¿Ya me dirás? —vio que él observaba los movimientos de su hermana— No te preocupes, ella tardará, se ha estado tardando mucho entre cada tienda. Tiene muchas ganas de comprar algo en especial, no tengo idea de qué, pero por lo visto no logra decidirse.

—Hablé con papá —comenzó a hablar—, durante la conversación me dio a entender que los Iluminados te van a buscar.

—¿A mí? Yo no tengo nada que ver con ellos. No habría motivo para que ellos lo hicieran.

Cierto que esto le sorprendía al albino; su primer contacto con ellos no lo había encontrado negativo del todo. El Barón era relativamente desagradable, pero nada que no pudiera resistir, y la causa de su contacto estuvo completamente bien justificada.

—Quizá lo ves así, pero mamá es parte de ellos, papá también. Yo mismo soy parte de…

—Uh —tenía razón—, si lo dices así, tal vez tengo un poco de relación. De todos modos, yo no tengo nada que ver.

—Sea como sea, sólo quiero pedirte una cosa. Si ellos te buscan, si te sientes aunque sea un mínimo acosado, dímelo. ¿Lo prometes?

Quiso ser serio porque Killua no daba señales de darle la relevancia que requería. El estaba tan estresado que por la noche no durmió hasta que se aseguró que no tuvieran molestos espías a su alrededor.

—Si eso te ayuda a relajarte un poco, cuenta con ello.

—Gracias. Sobre lo otro, bueno, papá me dijo que me enviará a la isla de los Asesinos.

—¿Allá?, ¿cuánto tiempo?, ¿por qué? —algo le decía que no era bueno.

—Son cuestiones de negocios, papá no quiere que nuestro abuelo me entregue a alguien. Así que me pidió que me refugiara en casa de un amigo suyo.

—¡¿Papá tiene amigos?! —eso era nuevo para él.

—Algo así… sólo serían quince días.

—¡No! —alzó tanto la voz que algunos transeúntes le miraron con curiosidad. Se avergonzó por el efecto obtenido y bajó la voz— No te puedes ir por quince días, Illumi, es demasiado tiempo.

—No es porque yo quiera, pero creo que es una buena idea. Papá me ayudaría a convencer al abuelo de no involucrarme con alguien, por lo menos por ahora.

—Pero y… ¿Nimrod?

—Kil, mi deseo está satisfecho todavía, haría falta que no te viera por dos meses, sin posibilidad de comunicarme contigo para que él volviera a aparecer.

Mantuvo esa expresión de insatisfacción, quería seguir discutiendo el tema, no obstante se vieron interrumpidos por la chica, la cual acaba de salir con una bolsa de plástico en mano.

—¡Chicos, vean!

Sacó un broche de cabello con algunos adornos, un espejo decorado y un monedero con bordados dorados y negros. Los dos hermanos se mostraron confundidos, como si los productos no tuvieran sentido para ellos.

—Ay no… ya comenzaron a parecerse —guardó las cosas en la bolsa— ¡no me están ayudando! Quiero comprarle un regalo a Kalluto y no sé qué elegir.

—Alluka —Killua se talló las sienes—, Kalluto es hombre ¿lo recuerdas? Mamá lo viste de mujer, pero eso no quiere decir que le guste mucho parecer una niña ¿ya le preguntaste si eso le divierte?

—Ah —resopló—, siempre dice que ya le da igual.

—¡Darle igual no quiere decir que le guste!

La risa suave de Illumi atrajo la atención de ambos chicos.

—¡Tú no te rías y mejor ayúdame! —reclamó Alluka.

—Está bien, de acuerdo —pensó un poco, el albino tenía curiosidad sobre lo que diría— llévale un libro. Un libro es algo neutral, no insinúas que es un chico o una chica, y en nuestro trabajo, cargar con un libro no es gran cosa. Le darás algo con qué entretenerse en sus ratos aburridos.

La pequeña sonrió complacida.

—¿Ves, hermanito tonto?, esa es una gran idea —sacó la lengua y se dio a la fuga en busca de una librería.

Por la noche regresaron al hotel. Alluka no les había dado tiempo para estar a solas, desde el momento en que vio que Illumi tenía buenas ideas lo hizo darle reseñas de varios libros hasta que uno de ellos la convenció. Killua tuvo que soportar compartir un poco a su Illumi con tal de tener a su hermana satisfecha, y de vez en cuando, mientras los veía juntos convivir sanamente, sentía la punzada de los celos, pero en esa situación no podía definir qué le daba celos, si ver a su hermana llevarse bien con alguien que no era él, o ver a su novio convivir con alguien más. Afortunadamente no era algo del otro mundo, así que en cuanto se percató de sus emociones, se controló y logró acoplarse exitosamente a la convivencia.

En cuanto entraron al hotel, percibió la mirada escrutadora de su hermana y sintió escalofríos al recordar su advertencia de no dormir juntos, tendría que esperar hasta asegurarse que ella estuviera dormida para que ambos se encerraran en una de las habitaciones disponibles.

—¡Durmieron juntos! —el grito acusador de su hermana, mientras subían las escaleras rumbo al pasillo que los llevaría a sus cuartos, le hizo palidecer. No había esperado que ella los descubriera tan fácilmente.

—¡¿Nos viste?!

Illumi tuvo el instinto de ponerse una mano en la frente, apenado porque él sí había captado la falsa acusación. Sólo que la buena consciencia y sinceridad del albino le habían traicionado en esta ocasión.

—¡No! Sólo lo dije como broma… —abrió sus ojos como platos, era la primera vez que atrapaba a su hermano en una mentira— ¡Me mintieron, ambos lo hicieron!

Killua ya no quiso hablar, estaba muy apenado por haberse delatado tan torpemente y frente a su novio.

—Yo me preocupo por su bienestar chicos, no lo tomen a mal —suspiró resignada— de todos modos lo seguirán haciendo… sólo… sólo tengan cuidado ¿de acuerdo?

—Sí, señora —respondió burlesco, Illumi.

Para colmo tuvieron que aguantar un regaño largo por parte de ella hasta que los dejó ir, y ambos, ya sin pena, se metieron al cuarto de Killua. En esta ocasión, fue el mismo albino quien detuvo a su hermano en cuanto entraron, le abrazó y se quedaron así un rato, en silencio.

—No quiero que te vayas a la isla, ya aguanté siete días, quince días será una locura…

Apretó el abrazo, y su corazón latió con velocidad.

—Vendré, ¿en serio crees que yo aguantaré tanto tiempo sin verte? Te extrañaré más de lo que tú a mí.

Probablemente tenía razón, Illumi llevaba más tiempo enamorado y probablemente a la primera oportunidad iría a verlo.

—¿Cuándo vendrás?

—No quiero decirte una fecha y luego fallar, pero sé que vendré tan pronto como me sea posible. Todo el tiempo que tenga oportunidad, cuenta con ello.

Se apartó un poco de él, tomó su rostro con ambas manos alzándolo hacia él, y le dio un profundo beso. Justo como el del día anterior, después de un largo día de no poder ni tocarlo. Se deleitaron con sus sabores, olvidándose de todo, sólo pensando en seguir así. Illumi colocó una mano sobre la cintura del albino, atrayéndolo a su cuerpo y el menor rodeó con sus manos el cuello de su novio para profundizar más la intensidad de sus emociones.

La puerta se abrió sin anunciar nada. Alluka había querido entrar para tratar un tema más, pero se llevó la sorpresa de su vida al verles ahí tan unidos. Como nunca antes. Una cosa era ver a Illumi actuar de ése modo, como si Killua fuera de su propiedad y tuviera derecho por sobre su cuerpo. Otra era que Killua fuera el que denotara ese aire de posesividad, atrayendo al mayor a su boca, como para exigirle que no le soltara hasta que él quisiera. No se veían mal —no si no se sabía que eran hermanos— era tan naturales sus posturas, su intensidad y todo lo que trasmitían, que fue chocante en su mente. Se quebró, pero resistió, Killua no debía ver por nada del mundo su desaprobación o arruinaría todo, Illumi se estaba esforzando demasiado como para negar su ayuda. Se concentró en la imagen, en engañarse a sí misma que no estaba mal, que lucían tan acaramelados que valía la pena estar ahí para presenciarlo.

Illumi soltó a Killua en cuanto notó la presencia de la menor. Se regañó mentalmente por haber bajado la guardia, las cosas pudieron haber sido peores. Miró la expresión de sorpresa de la chica, a punto de echarse a correr y supo que no debía soltar al menor cuando reparó en que Killua escondía su rostro en su pecho; no estaba dispuesto a ver a su hermana a los ojos, así que le abrazó sutilmente cogiéndolo por los hombros.

—Es de mala educación entrar sin tocar la puerta —dijo en son de broma para que Killua no se molestara después por haber usando un lenguaje más soez; sin embargo, sus ojos destellaron un evidente deseo de matar que Alluka no pudo más que tener miedo de caer presa de ese sujeto.

—Lo siento —susurró sin voz— sólo quería… yo… los veo mañana.

Cerró la puerta y se refugió en su habitación. Illumi se separó del chico y lo tomó por los hombros para animarlo a dejarse ver.

—Nos vio… —fue lo que escuchó— me siento mal por ella.

—Kil —besó su frente—, ¿te arrepientes de estar conmigo?

Esas palabras dolieron. Apretó la playera del morocho, no podía creer que siguiera con sus dudas después de demostrarle que estaba dispuesto a todo con él.

—De eso jamás.

—Entonces no te sientas mal. Esto es algo que eventualmente ocurrirá, no sólo con ella. Llegará el día en que todo el mundo lo sepa.

Era un asunto un tanto complejo. Killua solía aceptar su relación cuando estaban a solas, pero cuando había alguien cerca, lo trataba como su hermano mayor, lo llamaba "aniki", no lo tocaba y se ponía demasiado nervioso cuando Illumi hacía algún gesto cariñoso. A Illumi no le molestaba que él fuera así, y debía admitir que era preferible ocultar su relación por el bien de ambos, sobre todo por el bien del menor a quien acosarían por haber tomado tal decisión, pero él sabía que esa actitud sólo denotaba que Killua todavía no estaba lo suficientemente convencido de su relación.

Él quería que todo el mundo supiera de ellos, no tenía vergüenza ni arrepentimiento, ni el más mínimo aire de duda sobre lo que hacía, en cambio Killua prefería mantener las cosas con suprema discreción. Illumi aceptaba su decisión porque no era algo que él tuviera derecho a cambiar, al contrario, no estaba en sus manos el decidir por su cuenta. Esto era algo que ocurría todos los días, y él se había resignado a mantenerlo oculto. Sospechaba que el albino también estaba desesperado por tener privacidad, porque en muchas ocasiones lo atrapaba viéndole a distancia con un aire de tristeza. El morocho pensaba que era cuestión de tiempo antes de que ambos se hartaran de todo su secretismo.

Alluka cambió un poco su actitud. Illumi sabía que ella no estaba del todo dispuesta a aceptar su relación, sólo lo veía como algo obligatorio hasta que ambos lograran liberarse de su maldición y por ello no intervenía tanto como quería. Sin embargo, después de haberles visto besándose, al día siguiente se mantuvo silenciosa, evitaba el contacto visual y las preguntas sobre lo que pasó el día anterior. La chica se la pasó reflexionando sobre su posición, detestaba que su hermano y mejor amigo, pasara por esos problemas, con sus sentimientos fuera de control.

Todo el tiempo se la había pasado juzgando duramente a Illumi por las cargas que su hermano estaba forzado a llevar, no lo aceptaba, le sonreía, le trataba bien porque no se creía con el derecho de ser malvada con él, pero eso no quería decir que estuviera conforme. Casualmente esa noche, cuando lo vio junto a Killua, su visión repentinamente cambió. Illumi transmitía tanto durante el beso que era imposible no verlo; su cuerpo inclinado hacia el menor, sus manos atrayéndole por la cintura; su rostro, sus ojos cerrados, su guardia abajo; se veía auténticamente enamorado, mostraba un lado tan vulnerable que si lo deseaban, bien podrían destruirle en ese instante y no quedaría ni rastro del Illumi que alguna vez se proclamó como un poderoso enemigo. Fue profunda y dolorosamente impactante darse cuenta que el enemigo que tanto juzgaba, era en realidad un ser humano lleno de ilusiones y sentimientos. Se preguntó cómo se sentiría ella en su lugar. Ella no sabía la larga historia que rodeaba a Illumi, sólo conocía su deseo a grandes rasgos, y hasta ese momento fue testigo de cuán grande era su devoción. De hecho, ni siquiera le pareció un deseo, era más bien, amor.

«Si yo hubiera sido él, si yo tuviera un amor tan imposible por el cual quisiera pelear…»

Definitivamente no habría podido con la carga. Probablemente se habría rendido antes de empezar y viviría con el dolor de su corazón por siempre. Así hasta que sus emociones se entumecieran y se volviera soportable vivir así.

Al día siguiente sonrió, volvió a ser la Alluka de siempre pero con una excepción, esta vez era sincera. Ya no hacía burla de las emociones de ambos, ni decía para sus adentros cuán menospreciable y perverso era Illumi. Admitió que él era una persona más y una que amaba a su hermano de una forma especial.

En un momento de privacidad, Killua le preguntó sobre cómo se sentía al respecto; respondió que era la primera vez que veía un beso tan romántico que tuvo envidia, le describió lo que había visto en Illumi y esto, para suerte del morocho, despertó los ánimos de romance en el chico.

—¡Ah! Había olvidado por completo que quería decirles el día en que los atrapé en su nido de amor —Killua se preguntó de dónde diablo sacaba tantas expresiones— Kalluto vendrá mañana, llegará al hotel y se quedará con nosotros esta semana.

—¡Por fin! Ese niño se las verá conmigo.

—¡No!, ¡nada de peleas, Illu-nii dile algo!

Killua disimuladamente puso una mano sobre la rodilla de su hermano por debajo de la mesa en la que estaban, erizándole la piel. Illumi se quedó sin habla, jamás imaginó que Killua jugaría sucio con tal de ganar en algo como eso.

—¿Illu-nii? —le preguntó juguetonamente el albino—, ¿tienes algo qué decirme?

Palideció internamente, «si ya se comporta de éste modo, me imagino cómo será después de que haya más en juego de por medio». Claro, después de haber tenido sexo, cuando los lazos se volvieran más poderosos y fuera más sencillo manipularle, seguramente Killua sólo requeriría de mirarle a los ojos para ordenarle unas cuantas cosas.

—N-no —tragó saliva y se puso de pie, fingiendo que tenía que ir al baño. Escuchó que Killua soltaba una risita al ver su reacción.

«Este niño un día va a matarme».

.'.

Kalluto iba con toda la disposición de su corazón de llegar y mostrar su apoyo y aprobación a sus dos hermanos mayores. Sostenía la idea de animar más a Killua a seguir adelante con su relación, ese año de enamoramiento no garantizaba que fuera a aguantar por mucho tiempo o, por lo menos, el suficiente como para dejarles experimentar y descubrir el secreto oculto para deshacer aquel Nen arcaico.

El asunto fue que, cuando llegó, Alluka lo condujo al cuarto donde Killua se quedaba para discutir sobre los asuntos que tenían pendientes y vio a sus hermanos juntos, sin hacer nada en específico, y sin embargo no pudo concentrarse.

Estaban ellos dos hablando sobre algo serio, se notaba porque ambos irradiaban cierto enojo. Pero no quiso indagar, estaba más impresionado de lo que creyó que estaría. A diferencia de Alluka, él si había podido pasar tiempo con sus dos hermanos juntos y sabía la compleja relación que tenían, y por eso, verles hablando civilizadamente fue simple y sencillamente chocante. Se quedó paralizado, no podía visualizarlos como una pareja, sólo como sus hermanos. La realidad le cayó como un balde de agua fría y quiso huir en ese instante.

—¿Kalluto? —escuchó que Alluka le llamó, sacándolo de sus pensamientos—, ¿no vas a responder?

—¿Eh? —volteó hacia ellos, sus hermanos le miraban con curiosidad, y entendió que acaban de saludarle—, hola.

—Sólo falta Milluki para que esto se vuelva reunión de hermanos Zoldyck —bromeó Alluka.

—¡Ni hablar, no quiero ver a ese tipo! —se quejó Killua— Sería una molestia.

—No importa, él no saldría de casa sólo para vernos —señaló Illumi.

—Hace tiempo lo vi salir, fue a una subasta en York Shin.

—¡¿Salió de casa?! —tuvo que reconocer que no le prestaba atención a las cosas que su hermano menor hacía.

—Que se quede ahí —interrumpió Kalluto— no quiero ver al perro faldero de Illu-nii.

Tanto Alluka como Killua rieron por el comentario, Illumi tenía de cara no comprender el chiste.

—Sí aniki, no te hagas el desentendido. Milluki es tu fan.

Killua siguió con la broma, pero esta vez, aprovechando que estaban sentados muy cerca el uno del otro, se recargó en su regazo sin pensar en que Kalluto estaba ahí. Illumi lo recibió, abrazándolo por la cintura.

El menor de todos procesó la imagen tan rápido como pudo, era más impresionante de lo que había calculado. Se dio cuenta de la terrible carga que dejaba en su hermana cada vez que ella le llamaba para lamentarse de estar en medio de esos sucesos, ya podía entenderla mejor. Sintió un nudo en la garganta, creyó que se rompería en mil pedazos, pero la mano de Alluka empujándolo para que tomara asiento cerca de ella, le hizo despertar. La chica le sonreía amablemente. Era un "resiste" que, aun sin palabras, comprendió a la perfección. Deseó tomar la mano de su hermana y apretarla fuertemente para seguir fingiendo indiferencia.

Se quedaron conversando un rato más hasta que Alluka le pidió al más chico que le acompañara a hacer unas compras. Kalluto no se negó porque deseaba salir de ahí cuanto antes.

—Duele.

—Te lo dije —contestó Alluka.

Ya estaban solos, caminando sin prestar atención entre los pasillos de un gran centro comercial.

—Pero duele de verdad, no como cuando tengo un enfrentamiento.

—Lo sé —se detuvo frente a un barandal, y recargó sus antebrazos en él, para asomarse hacia abajo—, sabes, el otro día los vi besándose.

—No por favor… —se acercó al barandal y recargó su espalda, su corazón latía fuerte de sólo imaginar estar en el lugar de Alluka.

—No es tan horrible como crees. Es sólo un beso, además Kalluto, aunque nos duela, ellos dos se quieren de verdad.

—No, Killua está afectado por la carta. Él no sabe lo que hace.

—Illumi sí que lo quiere. Sabes, desde que lo noté, no dejo de pensar en lo mucho que debe doler estar en su lugar.

Silencio. Kalluto tuvo que darse un momento para procesar esas palabras. Tenían mucho significado. No era como el caso de Killua, aquí no había un elemento mágico que le produjera amor.

—También se vio afectado por el ente —examinó el menor.

—Pero es permanente. Asume eso Kalluto, y entenderás que es él.

Tenía mucha razón. La realidad era más cruda de lo que imaginó. Quitarle el efecto del ente no quería decir que Illumi dejaría de sentir amor por el albino, y era orillarlo a vivir así, sin él.

—Es una decisión, es él o Killua. Uno de los dos va a seguir sufriendo.

—¿Y si no?, ¿y si Killua, cuando termine el efecto, quiere quedarse con él y nosotros no intervenimos?

—Alluka… Killua no tiene un efecto permanente, tarde o temprano va a reaccionar. No creo que Killua, con su consciencia, decida estar con su propio hermano. No es un loco.

No resistió las ganas de darle un buen sopapo en la cabeza. Alluka se molestó por la descripción tan pesimista del menor.

—Eso tú no lo decides.

—¡Ey! No me golpees.

—Pudiste esquivarlo. Y no, Killua es el dueño de su vida, no nosotros. Hemos estado hablando todo este tiempo como si él no pudiera pensar por sí mismo y tomar una decisión. Lo que nos queda hacer es seguir con nuestra parte, investigar sobre el espíritu de Nen, y dejar que ellos dos sigan con lo que tienen. Si Killua decide apartarse, entonces, intervendremos.

—¿Desde cuándo eres mi hermana mayor? —soltó sin pensar, estaba impresionado de tratar con alguien tan cuerdo, considerando que vivió casi toda su vida en el encierro.

Otro golpe en la cabeza le respondió.

—Toda tu vida, tonto.

.´.

Dormir junto a Illumi se volvió un problema, no porque le hubiese dejado de gustar, sino todo lo contrario. Se volvía loco con su aroma, su presencia, y su respiración por las noches; despertaba y tenía ganas de besarle y acurrucarse de nuevo entre sus brazos. En muchas ocasiones, cuando los besos de media noche se volvían un poco intensos, no quedaba satisfecho, necesitaba más y más de él, así hasta quedar agotado. Cuando estaba en ese estado de éxtasis, el recuerdo de las palabras de Leorio volvía a él.

«Illumi es un hombre mayor, debe estar paralizado entre lo que puede o no hacer conmigo, la moralidad y los deseos».

El dilema en el que suponía poner a su hermano, que sólo él podía resolver teniendo iniciativa, y que para su desgracia, no podía tenerla, porque no era capaz de decirle sus sentimientos. Es verdad que Illumi los intuía todos, siempre atinado en cada gesto, y también era cierto que Illumi tampoco era expresivo, al menos, no en público, no era esa clase de persona que disfrutara las muestras de afecto frente a un montón de desconocidos, era discreto y paciente, esperando a que estuvieran a solas para entregarse a él. Una vez que cerraban la puerta con seguro, le abrazaba, le recordaba que le quería, lo besaba y llenaba de caricias, expresaba sus preocupaciones y era cuando sus conversaciones se prolongaban por horas en las que se escuchaban mutuamente hasta que no les quedaba remedio más que dormir.

Illumi se levantaba, tomaba sus prendas y se cambiaba de ropa. Killua desviaba la mirada por pena a verle semidesnudo, y prefería cambiarse de ropa en el baño. Siempre se preguntaba si Illumi sentía alguna especie de pudor cuando hacía aquello. Aunque secretamente agradecía que lo hiciera, porque podía ver un poco más de piel de lo acostumbrado. Entonces, cuando se acostaban, Ilumi se giraba, le atrapaba contra la cama y le robaba otro sensual beso, el de las buenas noches. Se detenía en sus labios, acariciaba sus mejillas, su cuello, y procuraba siempre no bajar sus manos más allá de sus hombros, o llegaría a terrenos en los que su voluntad flaquearía. Por otro lado, Killua, a él le bastaba eso para desear más, e inconscientemente lo trasmitía en la tensión de su boca, cuando colocaba su mano en el cuello de Illumi y lo presionaba para acercarse a su cuerpo, insinuándole que le tocara más.

Illumi no era tonto, comprendía el lenguaje corporal de su hermano, le pedía algo bastante evidente y él se hacía el tonto, ¿cómo podía atreverse a satisfacerlo si no se atrevía ni a decir algo agradable cuando estaban a solas? La intimidad a ese grado implicaba una cercanía entre ambos más profunda o acabarían en sexo sin sentido. Aunque deseaba complacerlo y por supuesto, complacerse, quería ser fuerte porque guardaba la esperanza de que un día tuviera ese amor recíproco e incontrolable, sabía de sobra que pronto su deseo se lo exigiría y él quería resistir hasta el final.

Luego, entre suspiros, y buenos deseos, ambos se dormían. No perdían jamás el contacto de sus cuerpos durante la noche, no importaba que estuvieran dormidos, buscaban su calor.

.´.

Killua ya estaba listo para confrontar a Kalluto, su pequeño hermano sólo estaría ahí por tres días así que debía darse prisa para asegurarse de tenerlo en un lugar a salvo.

—Vuelve a casa —reclamó Killua después de haber almorzado— te dije que te alejaras del Genei Ryodan. No me has hecho caso, cabeza hueca.

—Ya te dije que no lo haré ¿volverás a casa?, ¿no, verdad? Entonces no vengas aquí a darte esos aires de superioridad.

—¡Soy tu hermano mayor, idiota! Illumi…

Detestaba que Killua lo controlara de ése modo. No podía poner lucha cuando usaba el clásico tono de voz que le indicaba que debía ponerse de su lado aun si no tuviera la razón.

—Illumi no manda —reclamó—. ¿Me mandarás de regreso a casa, hermano? —se dirigió al mayor de todos.

—Kalluto, no puedo más que apoyar lo que dice Killua.

—¿Eso es lo que tú quieres? —preguntó el menor. Quizá Alluka podía pretender no darse cuenta de que Killua controlaba todas las decisiones de su novio, pero él no— dime ¿por qué crees que yo debo volver a casa, Illumi?

No tenía ni la más mínima idea de por qué Kalluto debía volver. No era como que le apeteciera exponerlo a estar con su madre, la peor persona con la que podía dejarlo. No le parecía menos problemático que estuviera con las arañas. Debía idear algo pronto, por suerte, antes de que pudiera responder, Killua contestó.

—Es peligroso que te involucres, ellos podrían…

—Le pregunté a Illumi, no a ti —no lo dejó seguir con su juego de presión, aprovechando que Illumi le amaba para sacar partido— déjalo que él se exprese por su cuenta.

Y ahí estaba de nuevo, esa mirada de "tienes que apoyarme" y que lo hacía sentirse culpable de diferir en ideas.

—Sería bueno que volvieras a casa, Kalluto, creo que hace falta alguien que pueda ayudarnos con los trabajos.

—Tú sabes bien que no es cierto.

—¿Quién no lo deja expresarse? ¿Si no vas a creerle, entonces para qué le preguntas?

Illumi suspiró. Iba a ser difícil lidiar con esa clase de problemas.

—Sabes que estaré del lado de Killua, pero si quieres estar con ellos será mejor que nos des buenos motivos para no frenarte.

«Al fin algo de Illumi» pensó el chiquillo rebelde.

—Después se los diré, sólo necesito una cosa más y dejaré las cosas claras.

—Aquí vamos… —incrédulo respondió el albino.

No le gustaba para nada que estuviera con la gente de la araña. Ellos siempre estaban rodeados de peligro con oponentes fuertes y vengativos, sobre todo si entre esos ataques se encontraba Kurapika, no quería imaginar lo qué pasaría si ello se diera.

Por sugerencia obligatoria de Alluka cortaron su discusión para salir a caminar; era una enorme ciudad y según ella, no estaban disfrutando como era debido por culpa de sus debates absurdos sobre quién debía hacer qué y cuándo. Anduvieron siguiendo a la chica —con una tensión un poco reducida— por la ciudad hasta que se volvió noche y ella pidió volver.

—Necesito hablar contigo en privado —pidió Kalluto al mayor, en presencia de sus otros hermanos antes de irse a dormir— ¿tienes tiempo?

—Seguro.

—¿De qué? —preguntó Killua.

—Es privado —le respondió Alluka.

—¿Y tú sí sabes?, ¿por qué tú sabes y yo no?

—Yo no lo sé, pero si Kalluto dijo que quería hablar en privado, es porque es algo que tiene que ver con ellos dos solamente.

—Kalluto… —amenazó Killua.

Se sentía intimidado de dejar a Illumi junto a sus hermanos sin que él estuviera presente; no por lo que Illumi pudiera hacerles, confiaba ya en él; creía que, de cierta forma, le sacarían provecho al mayor. Ahora que lo conocía mejor, sabía lo sencillo que era manipularle, que era un ser humano sensible que guardaba toda su vulnerabilidad bajo capas de indiferencia que en algún punto se deshacían por su falta de entendimiento personal.

—Nadie te quitará a tu novio. Tranquilo.

Para sorpresa de todos, esa fue la respuesta de Kalluto. Lejos de sonar como una broma, parecía como si estuviera intentando calmarlo con toda franqueza.

—¡No es eso! Ah… olvídalo, vayan.

Al fin de cuentas sabía que Illumi le contaría todo.

Illumi lo acompañó al cuarto, y el menor no inició la conversación hasta que se aseguró de que no estuvieran siendo espiados. Estaba nervioso. No tenía idea de cómo empezar con sus palabras, no era su intención decir algo hiriente. Le indicó a su hermano que tomara asiento sobre la cama y él caminó dando vueltas, pensando en lo que diría.

—Kal…

—¿Cómo va todo entre ustedes dos? ¿Ya son nov-nov… eh…? —estaba completamente rojo de la cara e Illumi contuvo la risa.

—¿Qué les pasa a ustedes que no pueden hablar del tema directamente? Oh, espera, Alluka no sabe ser sutil, olvídalo… —pensó en voz alta. Encontraba cómico ver que tanto él como Killua se volvían un manojo de nervios cuando el tema giraba en torno al romance; no eran capaces de pronunciar ni las palabras más sencillas.

—¿De qué hablas?

—Sí, Kalluto. Todo va bien, él y yo tenemos una relación. ¿No se nota?

«No» quería decirle. En todo el día, pese a que estuvieron juntos, no vio ni una sola señal de romance entre ellos dos. Era como si fueran simplemente amigos, él estaba esperando verlos como sus padres, que en ocasiones los veían juntos tomados de la mano, o actuando como una pareja normal. Recuerdos que prefería omitir de su mente.

—Eso está bien, yo no quiero que las cosas vayan aprisa. Vamos paso a paso, como creo que a él le conviene más.

Por supuesto, no estaban hablando de una relación normal. Eran hermanos y él le llevaba una diferencia de doce años. Ir rápido significaría que entre ellos sólo había una atracción pasional sin futuro.

—Illumi, yo…

—Si no te gusta, lo entiendo, pero no voy a desaprovechar la oportunidad sólo porque no te parezca.

Soltó la risa. Las cosas eran tal como Alluka se las había descrito, Illumi sí estaba enamorado y consideraba esto como la oportunidad de su vida mientras que ellos, lo veían como una tregua para mantener a Killua estable emocionalmente, hasta conseguir una "cura" que resolviera todo con la misma magia con la que había llegado.

—No iba a decir eso… —se relajó más, se sentó sobre la cama. Ya no pensaba investigar más sobre lo que había entre ellos dos— En realidad quiero pedirte un favor.

—Adelante, dilo.

—Haz que Killua vuelva a casa. Convéncelo.

—Kalluto, yo no quiero que él vuelva a casa. Tampoco quiero que vuelvas tú —confesó finalmente lo que pensaba— sabes bien que allá ellos tienen poder sobre nosotros, y no quiero que Killua se involucre más con los asuntos de la familia.

—Los Iluminados irán tras él.

Calló, era la segunda vez que escuchaba eso. Se puso en alerta ante lo siguiente que su hermano menor fuera a advertir.

—Mamá me lo dijo. Papá firmó un pacto con los Iluminados, nosotros les pertenecemos a ellos para que hagan con nosotros como mejor les convenga. No sé mucho del tema, no tanto como quisiera, pero sé que ellos están al tanto de Killua por ser el heredero, y si Killua permanece fuera por más tiempo del que ellos desean, vendrán por él, harán lo que quieran con él y cuando queden satisfechos, lo forzarán a volver a la casa.

Era justo la descripción que toda marioneta temía una vez que se escapaba de su amo. Ellos no eran libres nunca, no importaba a dónde fueran, en el momento en que sus titiriteros tronaran los dedos, no tendrían opción que volver a los pies de sus amos. Killua no tenía el entrenamiento de una marioneta, pero había todavía muchas cosas que él desconocía sobre lo que sus padres habían negociado con la hermandad y que quizá existía una brecha de debilidad en ellos cuando se trataba de los Illuminados. Si Nimrod llegó a sentirse amenazado por la hermandad, siendo que él era terriblemente poderoso, Killua correría más peligro aún, considerando que aun tenía debilidades fáciles de adivinar y atacar.

Esa gente no lo mataría, lo torturaría hasta tener lo que deseaba. Eso significaba que sus padres tenían el acuerdo de obediencia por voluntad, y no por entrenamiento como usualmente ocurría. Entonces vino a él el recuerdo doloroso de su infancia. Cuando estaba encerrado en el cuarto blanco durante las torturas, mientras que su madre lo había dejado sin comer durante toda la semana, y no hacía otra cosa que drogarlo e impedirle dormir con los constantes ruidos y discursos que sólo atormentaban su mente. Estando ahí, con sus ojos perdidos en la nada, deseándose la muerte, escuchó dentro de su cabeza una voz que le decía la solución a sus problemas: la obediencia absoluta.

Tuvo un terrible dolor de cabeza. Cerró los ojos y apretó su cráneo, era como si la idea quisiera escapar de ahí. El recuerdo le producía tal dolor que no creía que perdería su lucidez.

—¿Illumi? —la voz de Kalluto sonaba apagada y distante a pesar de que estaba frente a él—, ¿hermano, estás bien?

Kalluto se asustó bastante, pero no quiso salir y dejar solo a Illumi para buscar ayuda, no se veía bien y podía ser que su estado empeorara si se apartaba.

Cuando vio a Illumi palidecer al tiempo que se recostaba sobre la cama, comprendió que algo no estaba bien y salió rápidamente a llamar a sus hermanos.

En cuanto escuchó la noticia, Killua fue a revisarlo a toda prisa, preocupado por el bienestar de su hermano, y al final determinó que el mayor se había quedado dormido como si hubiese hecho una actividad terriblemente exhaustiva. Por suerte para todos, ya que llamar a un médico hubiese resultado inútil tratándose de un Zoldyck.

Killua se quedó junto a él, sosteniendo una de sus manos, asustado porque fuese un efecto de Nimrod. Esperó en silencio, con el corazón angustiado ante cada movimiento de su hermano, el cual parecía que despertaría en cualquier momento.

Tras unos minutos Illumi comenzó a recobrar la consciencia, escuchó el sonido de la habitación y una respiración a su lado; entonces se percató de la mano que sostenía la suya y la reconoció, era la de su amado.

—¿Illumi? —volvió a escuchar que le llamaban, esta vez era Killua—, Illumi ¿eres tú?

—Kil —apretó su mano, quería reaccionar, pero el aturdimiento apenas le permitía entreabrir los ojos.

Se dio cuenta que sus los otros chicos Zoldyck estaban ahí cuando les oyó saliendo para dejarles tranquilos hasta que Illumi terminara de volver en sí; eso y que no querían verles en alguna situación comprometedora.

—Illumi… ¿eres tú? —todavía tenía sus dudas, desconocía por completo lo que le había ocurrido como para hacerle desmayar y cualquier cosa que fuera, debía ser lo suficiente fuerte como para matar a cualquier otro.

Con mucho esfuerzo el mayor terminó de abrir los ojos. Observó en silencio el techo, recordando lo último que había ocurrido antes de echarse sobre la cama, la conversación con Kalluto volvió a su mente, y el recuerdo inicial, aquel que le había aplastado reapareció como un destello a la distancia que ya no lucía tan dañino como al inicio.

—Kil… tengo sed.

—Me asustaste, idiota —reclamó el albino.

—Estoy bien, sólo creo que me atropelló un tráiler.

—Idiota —apretó de nuevo su mano—, eres un idiota. No sé qué hiciste, pero no lo vuelvas a hacer.

Cuando su vista logró enfocarse bien, se sobresaltó, Killua estaba a punto de llorar y se delataba por el leve rubor causado por las emociones contenidas. Se lamentó no tener las fuerzas para sentarse y darle un abrazo que calmara su ansiedad.

—Lo siento —acarició su mejilla— no lo volveré a hacer —realmente no quería hacerlo, no quería traer de vuelta esos recuerdos. Tan sólo el conocimiento aprendido era lo único que deseaba conservar.

Antes de que dijera algo más, esta vez, sin previo aviso, Killua se echó sobre él respirando hondo. Estaba feliz de verle bien, aunque tenía curiosidad por saber lo que había provocado la pérdida de consciencia.

—No soportaría que algo malo te pasase.

Cuando escuchó esas palabras, no pudo más que sonreír. Era la primera vez que escuchaba a Killua confesar sus sentimientos más profundos. Acarició sus blancos cabellos aprovechando la cercanía e intentó recuperar sus fuerzas para hablar.

—Tuve un mal recuerdo, eso es todo —tan sólo pudo admitir el recuerdo, sin embargo, no tuvo el valor para volver a explorar dentro de sí nuevamente y arriesgarse a recaer.

—Tonto… ¿cómo un mal recuerdo te hace perder la consciencia? Es absurdo.

—Un mal recuerdo Zoldyck —explicó y la risa del menor le hizo recobrar el aliento.

—Oh… retiro lo dicho.

—Pero ya pasó, y estoy bien. Estás aquí, eso es lo importante.

Killua se levantó sin pensarlo dos veces, gateó un poco hasta que besó los labios de Illumi. Un dulce beso sin ninguna pretensión más que darle esa tranquilidad que tanto necesitaba. El morocho sonrió, atrapando la nuca del menor antes de que se alejara por completo, para presionarlo contra sus labios una segunda vez, aunque ahora con un aire picarón que hizo sonrojar al menor.

Yaoista: tengo que confesar que casi lloro cuando vi que me presionabas xD me dio gusto ver que a alguien le gusta lo suficiente como para pedirme que no me olvide de la historia. Gracias!

Muchas gracias a KaiD23 y a Chiru Less por su tiempo para revisar el capítulo. Mis betas, las amo!

Nos vemos el jueves 23 si es que tengo vida...'.