He tenido una de las peores temporadas del año, parece que está por terminar, pero estaré sobresaturado por los siguientes días...
HADOS
Capítulo 9
Tras cerciorarse de que todo hubiese vuelto a la normalidad, Kalluto regresó al cuarto; tenía miedo de continuar con la conversación, sin embargo no fue necesario detenerse, fue el mismo Illumi quien pidió la privacidad en esa ocasión.
—Yo no sé qué tanto puedo influir en Killua, pero haré lo posible por protegerlo. Sé cómo funcionan los Iluminados, y puedes apostar que no se meterán con él mientras yo no lo permita.
Esas palabras eran las mejores que había escuchado en meses desde que había salido de casa, por eso mismo no pensó en alegar más.
—Kalluto, si tu plan es forzar a Killua a volver, entonces te sugiero que regreses a casa, preferiría que me ayudaras a espiar a mamá.
—Sí, ese era mi plan, pero por ahora no puedo volver.
Kalluto se recargó sobre la puerta, con los brazos cruzados; ya tenía otro problema en mente para traer a colación. Dio un fuerte suspiro y se quedó pensando en cómo externarlo.
—¿Por qué no?
—Porque te estoy ayudando —concluyó—. Chrollo ha estado buscándote todo este tiempo, he conseguido hacer que no dé contigo. Lo vigilo, vigilo sus fuentes de investigación; quizá no puedo frenarlo por completo, pero hago lo posible por retrasar todos sus avances aunque sea un poco.
—Está bien si él da conmigo. Al fin de cuentas, no soy la persona que busca.
—El sabe que no lo eres —remarcó— y sabe que albergas las memorias de la entidad, así que le importa muy poco que seas él o no. Todo esto se lo dijo el otro, Hisoka. Él también te ha estado buscando y yo he tenido que hacer malabares con tal de ocultarte lo más posible. Esta es la razón por la que he venido aquí, quería verte, aclararte las cosas y que ellos crean que estoy teniendo un progreso con la búsqueda.
Chrollo era cosa difícil, pero Hisoka era un problema peor. Seguramente ahora el pelirrojo lo buscaba con el objetivo de provocar una pelea final entre ellos. Si quería librarse de él, tarde o temprano tendría que darle lo que buscaba.
—He estado tan preocupado por esto, que no he tenido tiempo de venir a presionar a Killua a volver a casa, aunque… veo que tienes las cosas bajo control.
La puerta sonó, y escucharon la voz de Alluka.
—Killua se fue a su cuarto, ¿puedo pasar?
Se miraron un momento más antes de continuar con el tema. Kalluto ya había concluido con todo lo que planeaba decirle a su hermano y prefirió deshacerse de su hermana antes de seguir hablando de algún detalle que el mayor quisiese añadir.
—Sí, ya puedes entrar —aclaró Kalluto.
La chica entró y se recargó en la puerta junto a Kalluto.
—Ahora sí, hablemos los tres —comenzó la chica— ¿cómo te sientes? —le preguntó a Illumi, por precaución.
—Estoy bien. No es nada referente al ente.
—Bien.
—¿Y tú, Kalluto?, ¿ya estás mejor?
—Sí, pude comprobar por mí mismo lo que dijiste.
—Ahora, sí, la pregunta que más nos importa… —levantó un dedo acusador— ¿han estado teniendo relaciones sexuales ustedes dos?
Vino a la mente de Kalluto la frase de Illumi «Alluka no sabe ser sutil» y tuvo el impulso de cubrir su rostro, avergonzado de escucharla hablar como si fuera cualquier tema.
—Eso no les compete a ustedes.
—¡Claro que sí!
Illumi se levantó de la cama. Su rostro mostró la seriedad que necesitaba para asustar a sus dos hermanos menores; finalmente estaban cruzando la línea que él debía imponer entre su familia y su relación con Killua.
—Ahora sí, llegaron al límite —caminó a donde estaban los dos pequeños, los tomó por la tela de sus ropas y los arrastró hasta la cama, donde los obligó a permanecer sentados.
—Entiendo que estén preocupados por su hermano —comenzó a regañarlos— pero les recuerdo que yo también soy su hermano, y su hermano mayor, así que me van a escuchar los dos.
—Pero…
—¡He dicho! —detuvo a la chica de cualquier comentario que pudiera tener— ya sé que no estamos tratando con una relación común y que esto puede ser… ¿cómo decirlo?, «desagradable» y que por lo mismo quieran proteger a Killua. Pero creo que se olvidan de un detalle importante: yo soy quien empezó con esto y, por ende, me importa mucho su bienestar. Posiblemente me importa más que a ustedes. Déjense de tonterías, y no estorben, no les he pedido que se pongan de mi lado, hagan lo que crean que hace falta para que Killua esté bien, no los detendré, pero si se meten en nuestra relación, se las verán muy mal conmigo, ¿estamos claros?
—Sí —contestó Kalluto.
—No es que me meta es…
—¿Estamos claros? —repitió, levantando una ceja.
La chica no quería contestar, quería explicar sus motivos, pero al final cedió.
—Estamos claros —contestó a regañadientes.
—Bien —sonrió—, agradezco su intención, pero no estorben o entonces esto se volverá un dolor de cabeza. Killua tendrá muchos desordenes emocionales por culpa de la carta y cualquier mala influencia lo va a derrumbar, sólo les pido que sean positivos con él, y traten de calmarlo cuando vean que tiene ansiedad. No se pongan a llorar con él, no le va a servir de nada.
—¿Más desorden?, maldición… —Alluka se atrevió a expresar su preocupación. Kalluto no entendió a lo que ella se refería.
—Sí. Esto está fuera de mis capacidades.
—De acuerdo, Kalluto y yo te cubriremos ¿verdad, Kalluto?
Él lo vio sin comprender ni una sola palabra, su hermana le decía con su expresión que debía aceptar lo que sea que ella tuviese en mente y sintió deseos de negarse.
—Ay, luego te explico, sólo di que sí.
—¿Sí…?
—Ahí lo tienes, Illumi.
Viéndolos así, no era capaz de creer eso de que la chica pasó años encerrada en un cuarto. Parecía la persona más cuerda de toda la familia y a la vez sólo era una niña que actuaba por instinto, quizá inspirada por un montón de novelas románticas que le servían como manuales de vida.
El último día en que Kalluto los acompañó, Alluka los arrastró hasta un jardín que era bastante popular en la ciudad y que no habían ido porque las temporadas de turismo saturaban el lugar. Para su suerte, no había tanta gente y entre más caminaban, más caminos agradables, verdes, frescos y llenos de flores aparecían; los cuatro subieron a una pequeña colina desde donde se podía ver cuán grande y hermoso era el lugar, y se detuvieron un instante más motivados por la conversación que por el paisaje.
Killua iba de buen humor, aunque silencioso; no había tenido éxito en convencer a Kalluto de regresar a la casa y venía pensativo sobre lo que debía hacer. Illumi lo había apoyado, pero no se había involucrado tanto como él había querido. Suspiró, siguió su camino cuando vio que Alluka se alejaba corriendo colina abajo y Kalluto le seguía de cerca porque la chica no paraba de hablarle.
Detrás de ellos sobresalía Illumi, quien observaba de cerca la expresión del albino, embelesado por cada detalle de su rostro. Killua era de naturaleza maternal, así que era natural que estuviera preocupado, sólo bastaba con darle su espacio para que se recuperara. Pero estaba harto de tener que contener sus ganas de besarlo, más estando en un lugar tan atrayente y romántico, perfecto para pasar el día, quería que ya fuera de noche para estar con él sin verse interrumpido. Miró a su alrededor, no había turistas cerca porque Alluka insistía en alejarse más y más de las zonas populares, vio que los dos más jóvenes se habían adelantado y pensó que no era una mala idea. Tomó a Killua por la mano y lo hizo darse la vuelta, antes de que éste lograra reaccionar, se inclinó y besó sus labios. El albino le reclamaría por su descuido, pero ya habría tiempo para disculparse después, la necesidad estaba primero. No fue un gran beso, apenas había sido una pausa suficiente para que sus labios se tocasen, y se alegró de ver que Killua no opusiera resistencia —lo cual era muestra de que también estaba necesitando ese contacto—; se quedaron quietos un par de segundos, satisfechos por la cercanía.
Kalluto volteó justo cuando sintió que nadie los seguía, y lo primero que vio fue ese gesto dulce en Illumi. Estaban lejos así que no podía ver a detalle cómo había sido en el caso de Alluka, pero se sobresaltó y quiso esconderse, fingir que no había visto nada. Corrió al encuentro con Alluka para refugiarse en ella.
—Los vi…
—Ah… —suspiró— no es tan malo, te lo dije.
Entonces, como un fugaz recuerdo, vino a su mente el recuerdo de la conversación que había tenido con su hermana en los días anteriores.
—Illumi lo quiere de verdad —declaró con toda seguridad—, ¿crees que haríamos mal en quitarle la maldición?
—Kalluto… ya hablamos de esto ¿lo recuerdas?
No tuvo más remedio que aceptar el argumento de su hermana. No tocarían otra vez el tema, Illumi estaba enamorado del menor y a ellos les tocaría hacer de jueces en su relación les gustara o no.
El más joven de los Zoldyck se marchó esa noche, sin más regaños por parte de Killua. El heredero de los Zoldyck tenía en mente una idea que no podía alejar de él: Illumi se iría pronto a la Isla. Sólo quedaban unos cuantos días más y nada le aseguraba que lo volviera a ver pronto. Tenía un mal presentimiento en dejarlo ir y no quería que pasara, desprenderse de él se estaba volviendo difícil, quería estar con él desesperadamente, pero todavía tenía la fuerza para no mostrar su debilidad.
La noche se volvió más sensual después de que vio a su hermano salir de la ducha con su torso desnudo, su cabello húmedo y sus pantalones negros que le daban un aspecto más maduro, se le hizo agua la boca, y desvió la mirada al suelo.
—¿Ocurre algo? —Illumi se sentó en el colchón, dándole la espalda a Killua, quien estaba recostado en la cama fingiendo prestar atención a su tableta electrónica.
Vio la espalda desnuda de su hermano. Algunas cicatrices destacaban, pero la forma, la piel desnuda, húmeda fue la que captó su atención por completo.
—N-no.
—¿Seguro? —terminó de secarse el cabello y se dio la vuelta—, ¿vas a jugar más o prefieres dormir?
—¿Dormir? —soltó la risa, una vez que se acostaban, lo último que hacían era dormir.
—¿Quieres que sea más directo? —lo jaló del pie, para forzarlo a recostar su espalda por completo en la cama, se subió sobre su cuerpo, quitándole la tableta para que no estorbara—, ¿qué tal si jugamos a otra cosa?
Killua estaba rojo, nunca se había sentido tan intimidado como ahora. Illumi colocó una rodilla entre sus piernas y él se quedó sin palabras, movía la boca como si fuera a hacer algún reclamo, pero no salía ningún sonido.
—¿Qué pasa Kil?, ¿hay algo que te moleste? —se inclinó sobre él, dejando un beso en su mejilla—, ¿mmm?
Más besos, en su cuello, su mandíbula, hasta llegar a su boca. Killua recuperó su compostura cuando por fin pudo levantar una mano para atraer a Illumi hacia él. Quería más, ya no sólo besos; quería más contacto y tener a su hermano con su torso desnudo no le facilitaba las cosas, estaba al borde de perder el control. Se distanciaron un poco, Illumi le sonreía juguetonamente, para enloquecer al albino con su coquetería. Killua deslizó una mano desde su cuello, bajando por su pecho desnudo hasta llegar al área del corazón.
—Tus latidos —murmuró.
El calor de la mano de Killua sobre su piel desnuda se transformó en un disparador que encendió su cuerpo, recordándole su deseo por ese chiquillo.
Sin meditarlo, tomó la mano de Killua y la deslizó más abajo casi llegando a su vientre y respiró hondo. Con su pulso fuera de control, apretó la mano del albino y la levantó por sobre su cabeza, apresándolo contra la cama; se lanzó a besarlo nuevamente, mientras que su otra mano se posaba sobre el mentón del chico; aprovechando el momento, empujó su dedo pulgar entre esos tiernos labios y apretó para hacer que éste abriera un poco la boca y dar paso a su lengua. Era la primera vez que se atrevía a hacerlo, y apenas estaba saboreando su boca cuando escuchó un corto y sutil gemido proveniente del menor. Se asustó, creyó que Killua estaba expresando desagrado por el gesto y se detuvo.
—¿Estás bien?
La imagen que vio era algo inesperado; las mejillas sonrosadas, la inconformidad de su rostro por verse interrumpido, jadeante y con un toque de lujuria. Fue suficiente respuesta.
—Sí —apenas escuchó lo que dijo puesto que estaba sin aliento.
—¿Puedo…? —no terminó la frase, ansiaba continuar probando el delicioso sabor de su hermano.
—Sí —afirmó, moviendo la cabeza.
Volvió a besarle y esta vez no dio rodeos, metió de nueva cuenta su lengua y la voz de Killua terminó por provocarle una erección. Amaba ese sabor, pero no debía seguir o si no, propasaría los límites que se había impuesto como respeto a la pureza de su hermano. Muy a su pesar tomó distancia; Killua lo jaló, apretando su hombro para que no se separara, propinando más besos calientes, y tuvo el impulso de gemir en la boca del albino.
—Kil —balbuceó, tomando lentamente distancia—. Kil, espera.
Puso una mano sobre el pecho del menor, para que comprendiera que hablaba en serio.
—¿Qué ocurre? —jadeó.
—Kil, creo que es momento de dormir.
—Pero… mmm… —se decepcionó, ¿es que acaso Illumi no se daba cuenta que moría por sus besos? ¿Qué debía decir para convencerlo?
—Si sigo ahora, no podré detenerme.
—No te detengas. Si no quieres, no lo hagas.
Dejó escapar su aliento, se separó y se acostó a un lado. Apoyando costado, mirando a su hermano.
—No se trata de que yo quiera. Esto es cosa de dos. Tú también deberías desearlo.
Torció los labios, «sí quiero, por favor…» pensó, pero no se atrevió a decir.
—Pero tú sabes…
—Kil, yo… yo no me retractaré de ti. Dije que quiero estar contigo y esa es la verdad. No tengo vergüenza de que nos vean juntos, no me importa que nos vean besarnos, no creo que haya algo vergonzoso en expresar mi afecto por ti, pero no puedo continuar más allá si no estoy seguro de lo que tú sientes por mí.
Se sintió apenado. Illumi tenía razón, no estaba siendo el novio que debía ser y darle el amor que su hermano merecía. El morocho hacía mucho por él, no sólo en detalles pequeños como pagar sus gastos, también cuando aceptaba convivir con su hermana, viajaba sin importar dónde estuviera con tal de ir a verle unas horas, y cada gesto valioso que entregaba para él era único y exclusivo. Se dio cuenta que no estaba dándole tanto cómo debería.
—Illumi —se giró hacia él y escondió su cabeza en el pecho de su hermano— claro que quiero, no me arrepiento de estar contigo. Si no hubiese querido esto, no te habría dicho que sí. No dudes de mí, es que… —«dilo» pensó, y se quiso orillar a hablar— esto es muy nuevo, yo no sé cómo debería actuar.
—Tranquilo —acarició sus cabellos—, te dije que íbamos lento, no tenemos prisa. Cuando vayas adquiriendo confianza, verás que se volverá más sencillo.
Aceptó, y se quedó con el dolor de no haber podido expresar todo lo que debía, proponiéndose comenzar a hacer un cambio. A la mañana siguiente, durante el día, con disimulo, intentó tomarlo de la mano, acercarse más a él, y perder sus nervios cada vez que lo hacía. Para su fortuna, Illumi le correspondía en cada ocasión, devolviéndole el gesto y haciendo que no se sintiera avergonzado por hacerlo. Esto provocó que, poco antes de que Illumi se fuera, comenzara a perder el control de sus sentimientos, que ahora se expresaban con un poco más de libertad.
—No te vayas, Illumi —pidió con su mirada triste.
Todo el día estuvo distraído, triste, molesto, cada comentario o broma que hacían no le causaba gracia. Tenía mucha sensibilidad, y cuando hablaban algo tocante a la partida del morocho, refunfuñaba. Alluka tuvo que intervenir y regañarlo un par de veces por su mal carácter, y regresaron más temprano de lo normal al hotel, donde Killua se encerró con su novio en el cuarto.
—Lamento haberme portado tan mal todo el día.
—Te entiendo, lo sé. Yo tampoco quiero irme.
Lo abrazó para que se calmara, apretándolo, y se quedaron en silencio un par de minutos.
—Es que… ¿por qué tienes que irte?
—Piensa que esto es para nuestro beneficio. Papá está arreglando todo para no entregarme a nadie, y si lo hacemos bien, podré quedarme contigo. Francamente yo no quiero que me entreguen a nadie más, prefiero estar a tu lado.
—¿Si te entregaran a alguien, ya no volveríamos a vernos?
—No como ahora. Tendría que servir a alguien más —acarició su espalda.
Abrazó más fuerte al mayor. Al menos esas palabras le habían sido útiles para darle motivos para dejarlo ir; ya no lo veía como una partida, sino como una buena causa.
Se relajaron un rato. Por sugerencia del mayor no hablaron del tema de su viaje, pero a la noche, volvieron los besos y caricias intensas.
Killua voluntariamente deslizó una mano por la espalda de Illumi, y continuó su recorrido hasta acariciar su abdomen. Illumi nuevamente introdujo su lengua en la boca del albino; esta vez sus dulces gemidos no lo hicieron dudar y continuó besándole a pesar de que su erección —cada vez más húmeda— le estorbaba en sus movimientos. Se llevó la sorpresa cuando Killua tomó su mano y la condujo por debajo de su camisa. Sus respiraciones se aceleraron.
—Mmm.
Gimió el peliblanco cuando sintió que los dedos de Illumi subían un poco más por su pecho. Esperaba ansioso que esto fuera suficiente señal para que el mayor dejara de contenerse. Si él debía dar el primer paso, lo haría.
Illumi se colocó sobre él para besar su cuello y morder suavemente su piel. Lo deseaba, ya sabía que pronto su voluntad comenzaría a flaquear y Killua no le estaba ayudando en nada para detenerse. Entre besos y lamidas, bajó por el abdomen descubierto del menor, disfrutando sus reacciones tímidas y calientes.
Killua respiraba rápidamente; sentía cómo sus pantalones le apretaban demasiado y quería que continuara, que se dejara de rodeos y le quitara toda la ropa. Para su desgracia, sin rastro de advertencia, el morocho se detuvo. Su inconformidad por la pausa fue esta vez demasiado obvia.
—¿Por qué te detienes?
No era justo que le dejara así, tan caliente y menesteroso de pasión.
—Es muy pronto —escuchó que le respondía.
—¿Qué quieres decir?
—Kil, apenas llevamos un mes.
—Casi dos meses —corrigió.
—Sí, pero es igual. Kil, podríamos esperar un poco más.
Quedó estupefacto, no sabía nada sobre tiempos de una relación; no comprendía el concepto de tiempo en una relación. De hecho ni le importaban esas medidas, sólo quería hacer el amor ahora, antes de que se fuera, y quedarse con ese recuerdo hasta que pudiera verlo de nuevo. No obstante Illumi sonaba tan convincente que, con la decepción en sus ojos, aceptó detenerse.
—Lo siento, Kil.
—Está bien, descuida. Yo no sé nada de esto. No sé cuánto es "poco tiempo".
Aunque se había resignado, era evidente que no estaba nada feliz, se acomodó la ropa y se cubrió con las cobijas para ocultar su vergüenza. Preocupado más por el rechazo que por las palabras de Illumi para consolarlo.
—Sólo, déjame hacer esta misión, y cuando estemos más relajados…
.'.
A la mañana siguiente se despidieron. Killua se encerró en su cuarto, tenía el mal presentimiento de que algo ocurriría, algo serio y delicado, y se echó a llorar sin comprender bien el motivo, hasta que se sintió nuevamente aliviado.
Illumi llegó a casa del hombre que de momento representaba sus más grandes frustraciones: Joab Jaco, el tipo que de seguro le estaba esperando para revivir sus grandes y sensuales momentos. No quería verlo por dos razones: primero porque no quería sentirse comprometido a pasar tiempo con él sin tener que batallar por hacerle saber que él no tenía el más mínimo interés en mantener relaciones sexuales con él, y segundo, porque sentía que estaba siendo infiel a su novio. Por muy extraña que sonara esa palabra, era novio de Killua, así se lo había planteado al albino y no le quedaba otra opción que acostumbrarse a usarla y como tal, entonces debía actuar acorde a las circunstancias.
—¡Illumi! —le saludó calurosamente Jaco.
En cuanto lo vio, le pareció mucho más viejo de lo que recordaba. Cuando Nimrod usaba su cuerpo, todo el mundo lucía más joven de lo que era, y ahora que tenía el control de todo, podía observar las cosas desde un punto de vista más claro.
—Joab.
Ni siquiera sonrió. Sólo usó ese nombre como un saludo e hizo un esfuerzo por asentir con la cabeza para parecer respetuoso.
—¿Por qué la seriedad? ¿No te da gusto volverme a ver? Teníamos mucho tiempo sin convivir, te he extrañado bastante.
De nuevo aparecían esos sentimientos de culpa. El nombre de Killua bordeaba todos y cada uno de sus pensamientos. Dio un paso atrás para tomar un poco más de cortés distancia que le ayudara a lidiar con ese pesar de estar frente a un "rival" de su pareja. Justo al momento de recular, el hombre le dirigió una mirada interrogante, esperando una explicación a su desaire, pero él se mantuvo con su semblante inexpresivo.
—Como verás, mi padre decidió que yo no sería entregado a nadie.
—Lo sé, ¿y?
—Y yo he tomado la decisión de darme mi espacio de todos. Eso te incluye a ti. Espero no haya resentimientos entre nosotros.
Joab tardó un poco en comprender lo que eso significaba. ¿Illumi estaba cortando con él? No podía aceptarlo, si no hubiera visto ese rostro de solemne seriedad no lo hubiese creído ni de chiste. Parpadeó, procesando las palabras. Bueno, era un muchacho joven e inexperto, y pese a que hubiese dado muestras de ser un hombre de mucho autocontrol y poder, no quería decir que fuese una persona con la misma madurez que él poseía. Entonces recordó una curiosa realidad; Silva le había rechazado en el pasado, casi del mismo modo en que Illumi lo estaba haciendo, se estaba repitiendo ese desastroso pasado al que tanto temía y odiaba. El sentimiento de rechazo le sobrepasó, no iba a aceptar que jugaran con él dos veces, justamente otro Zoldyck más. Respiró hondo, pretendiendo que no ocurría nada.
—De acuerdo, lo entiendo. Descuida, desde el principio dije que eres como un sobrino para mí.
Se limitó a poner una mano sobre el hombro del muchacho, pero éste incluso se apartó de ese simple toque. Soltó la carcajada, nervioso por ser descubierto.
—No te asustes Illumi, no pienso sobrepasar el límite.
Illumi se mantuvo en silencio. Joab de repente se sintió perdido, quería decirle que parecía una persona completamente diferente a lo que él recordaba, pero no pudo, no sin parecer dolido por haber cortado la relación. Optó por ignorarlo e invitarlo a sentirse cómodo en la casa. Illumi sólo pidió que le permitiera irse a descansar a su recámara, de la que no salió por los dos días siguientes.
Joab estaba intrigado por el cambio. Al principio fingió comprender su cansancio como algo derivado de un largo viaje; sin embargo, al ver que el tiempo de descanso se prolongaba, creyó que el chico estaba haciendo lo posible por evitarlo. Turbado, decidió ir a buscarle. Le tomó casi dos horas de un intenso debate para hacerle entender que el propósito de que él estuviera ahí en su casa, en la isla, se debía al favor que estaba haciendo a Silva de hacerse pasar como un interesado en negociar por el morocho. Que para que su plan tuviera éxito, debían salir juntos, hacerse ver en Tierra Sagrada, tantas veces hasta que se fueran convenciendo de que ya no sólo era una relación de "tío-sobrino".
Illumi se vio forzado a aceptar; estaba angustiado por tener que explicarle a Killua sobre la persona con la que estaba saliendo. Se preguntaba como tomaría su niño el asunto si se enteraba de la verdadera intención de su familia en Tierra Sagrada. Y entre más se lo preguntaba, llegaba a la conclusión de que era mejor no tocar ése tema, al menos no hasta que pudiera quitarse de encima al engorroso Jaco.
.'.
Cada día de ausencia de Illumi, Killua empeoraba un poco más. Sus pensamientos deliraban sobre lo que hacía tan lejos de él. Su enojo empeoró cuando se enteró, por boca del morocho, que éste sólo estaba realizando tareas —a su punto de vista, absurdas— como ir al coliseo a ver espectáculos de peleas, asistir a cenas con un montón de gente desconocida, y otras tantas reuniones con gente que le provocaban celos terribles. Deseaba tener la única exclusividad del tiempo de su novio y no podía controlar sus impulsos. No se conformaba con un par de mensajes de su parte, quería más, quería montones de palabras, conversaciones hasta la madrugada, sentirse en contacto constante con él, que ignorara al resto de personas que se le acercaban por estar con él.
Alluka lo veía y no podía hacer otra cosa más que preocuparse; su salud se estaba deteriorando y sin hacer mucho esfuerzo. Lo encontraba injustificado, no era como que tuviera entrenamientos salvajes o que estuviera enfrentando a un enemigo terrible, no tenía motivo para verse tan acabado. Pasaba más horas mirando la pantalla de su celular que prestando atención a lo que hacían juntos. Viajar había dejado de ser divertido. En ocasiones detestaba tanto estar así que deseaba volver a la montaña, allá por lo menos no tenía tantas preocupaciones como ahora. Lo peor para ella fue cuando descubrió que el albino no estaba durmiendo por estar esperando un mensaje de Illumi que no llegaba. Illumi se despedía de él en la noche, pidiéndole que se fuera a dormir y se quedaba despierto por horas, ideando cualquier excusa para escribirle, y lo hacía hasta que se aseguraba que su novio realmente se quedaba dormido. Para colmo del caso, Killua perdía el apetito muy fácilmente, su cansancio y hambre regresaban justo cuando llegaba un mensaje de su amante, entonces se relajaba y aceptaba las ordenes de su hermana de dormir y alimentarse.
"¿Cuándo vas a venir?" Le escribió a Illumi, harta de no poder hacer nada para ayudar a su hermano. "Killua está muy mal".
No esperó a que el morocho le respondiera. Sabía que no lo haría porque su hermano estaba constantemente escribiéndole y era más importante que le respondiera a él que a ella.
Illumi vio el mensaje de Alluka, no le sorprendió que fuera así. Killua insistía mucho en que él estaba bastante bien, pero tantos mensajes en un día delataban que estaba lejos de estar tranquilo y estable. Le asustaba que Killua tuviera tantas dudas sobre su relación, tanto como para querer acosarle todo el día. No quería describir con una palabra tan cruel a lo que Killua hacia con él. Acoso no era agradable, pero apenas decía que se iba a ocupar, éste le bombardeaba con preguntas sobre lo que haría, con quién —sin importar si conocía a las personas de quién hablaba o no— y por cuánto tiempo.
Estaba tan pasmado en su móvil, que daba a entender que estaba más interesado en ver la pantalla de su celular que en las personas que le rodeaban, y sí, en realidad le importaba más la personita con la que hablaba a través de su aparato, pero no quería que fuera evidente a todo el mundo, no de ése modo. El mensaje de su hermana no sólo confirmó sus miedos, también le hizo tomar la decisión de ir a darse la vuelta a ver a Killua, sin importar las consecuencias.
.'.
—Deseo salir a atender unos asuntos personales —le dijo a Joab.
—¿Qué cosas?
—Son personales.
—No. Si no puedo saber de qué hablas, no te dejaré ir. Tú padre me pidió y fue muy claro en esto, que me hiciera cargo de ti.
Joab estaba haciendo un gran esfuerzo por controlarse y parecer el tipo genial de siempre. Tras pensarlo mucho creyó que éste era otro de los juegos de Illumi, una técnica nueva para convencerlo de que de verdad le solicitara a Silva, volverse el padrino de Illumi. No iba a caer en ése juego y le demostraría a Illumi que no podía jugar con él, no lo convencería de hacer lo que él quería cuando quería.
—Un cliente privado, nada relacionado con mi familia. Por eso es un asunto personal.
—¿Qué quiere?
—Un trabajo, obviamente.
—¿Por qué ahora?, ¿no puede esperar?
—Si hubiese podido esperar, no te habría dicho nada en primer lugar. Sé lo importante que es esto.
Illumi era un muro impenetrable en muchos sentidos. No podía leer lo que ocultaba detrás de ésas palabras, lo que provocaba que tuviese muchos deseos de enviar alguien a espiarle, pero iba a ser estúpido de su parte acosar a un Zoldyck tan bien entrenado como lo era ése muchacho.
—¿Cuánto tiempo sería?
—Un día. Voy, termino el trabajo y vuelvo, no es gran cosa.
—Está bien, después de todo. Mañana tengo una reunión importante, y te dejaría solo en casa. Mejor ve y atiende tus asuntos, nos vemos mañana en la noche.
Tras cinco días de ausencia, Killua recibió el mensaje que tanto deseaba. Illumi iría a verlo. Sus emociones se descontrolaron, estuvo tan feliz que no paró de hablar en todo el día con Alluka y no molestó a Illumi hasta la noche, que le confirmó que se habían movido a una ciudad a tan sólo una hora de Tierra Sagrada.
Illumi llegó por la mañana bastante temprano, y en cuanto abrió la puerta del cuarto, un contento niño saltó hacia él. No fue un saludo con muchas palabras, sólo se abrazaron. Hasta ése momento Illumi fue completamente consciente de lo mucho que había extrañado a su pequeño niño, lo abrazó tan fuerte que tuvo que soltarlo porque lo escuchó quejarse de la presión.
—Me sofocas, Illumi —se rio, al menos ya no se sentía apenado de extrañar al otro.
—Lo siento.
—Yo también te extrañé —esta vez fue él quien se adelantó a decir esas palabras. Illumi rio suavemente.
—¿Cuánto tiempo estarás aquí?
—Hasta la noche.
—¡¿Qué?! No, es muy poco tiempo.
—Sólo fue un permiso… —se calló, Killua tenía una mirada de angustia que delató todas sus horas de desvelos, de falta de alimentación.
—Entonces nos quedaremos aquí.
No lo cuestionó, no quería hacerlo enojar más de lo que estaba ya con su decepción, esperando pasar más tiempo con él. Tomó la mano del albino y lo llevó a la cama, la verdad era que le desesperaba ver esos ojos cansados y su sonrisa forzada por permanecer despierto otras horas más. En cuanto tocó el colchón e hizo a Killua sentarse sobre la cama, se dio cuenta que no sería capaz de quedarse sólo esas horas, no, haría falta más tiempo; su niño pelearía con todo por forzarlo a permanecer más tiempo a su lado. Sudó frío, «y este es sólo el inicio».
Lo abrazó, lo hizo recostarse en su pecho y comenzó a hablar, a contar las cosas que había visto en la Tierra Sagrada, ideas sobre algo que pensaba desde hacía tiempo y sobre otras cuestiones y Killua se mostraba participativo en ello, respondiendo y preguntando, añadiendo su punto de vista, y hablando de cualquier otra cosa. Así hasta que sin darse cuenta, el sueño fue venciendo a su dulce amor. No se despegó de él, se quedó ahí acariciando sus cabellos.
—No te vayas a ir.
—No lo haré.
Su respiración se fue volviendo lenta, profunda.
—No te vayas.
—Aquí estaré cuando despiertes, duerme.
—¿Lo prometes?
—Sí.
Se fue quedando dormido poco a poco. Lo acomodó sobre la cama, lo arropó y salió del cuarto en busca de Alluka. La chica le había pedido algo de tiempo para hablar. Con extrema precaución salió del cuarto, cuidando que Killua no se fuera a despertar de un sobresalto por notar su ausencia.
—Se durmió —le anunció a la chica.
—¡Gracias al cielo! Llevaba dos días sin dormir, eso sin contar que duerme muy poco y come muy mal. Illumi, no sé qué debas hacer para que Killua recupere la consciencia, pero hazlo.
Era más fácil decirlo que hacerlo. Killua lo necesitaba desesperadamente, casi tanto como él lo necesitaba cuando se debilitaba por su ausencia. Le preocupaba que fuera así porque sabía lo que se sentía, el dolor por el que pasaba día con día.
«Eso mismo estoy haciendo», resistió la tentación de contestar groseramente.
—Lo sé.
—Sólo con eso me sentiré bien. También asegúrate de que coma algo, y si te vas a ir, ayúdame a convencerlo de que siga cuidándose.
"Ayúdame" eso sonaba bastante agradable, Alluka no le estaba arrojando las circunstancias así de simple, estaba contando con él como parte de sus planes personales, ofreciéndole la ayuda con naturalidad. E hizo lo que mejor se le daba, planificar una estrategia para que en conjunto lograran convencer a Killua de cuidarse más.
—Illumi, yo no sé qué ocurrirá ahora. Insistes bastante en que Killua estará inestable, pero te diré esto, él necesita más de ti, eso es lo que me da a entender. Que quiere más palabras de tu parte, y no estoy refiriéndome a una conversación, él quiere escuchar cosas románticas, que lo trates más… como debe ser.
Ella evitaba ser explícita, pero él entendía a lo que se refería. Era demasiado complejo para él. No podía ir con su niño y recitarle un poema como Nimrod lo haría, ni llevarle un ramo de rosas. Por dios, de sólo pensarlo le daban escalofríos.
—Es difícil.
—No me importa y tampoco debe importarte que sea difícil, si él lo pide, tú se lo vas a dar, ¿estamos claros?
Detuvo el debate en el que terminó de estar cuando sintió el momento en que Killua se levantaba de la cama alarmado por no verle a su lado. Se despidió de Alluka y salió a toda prisa hasta el cuarto.
—Illumi, me asustaste, ¿dónde estabas? —el albino estaba fuera de la cama, cerca de la puerta, Illumi lo tomó de la mano para calmarlo.
—Estaba hablando con Alluka.
—¿De qué?
Lo abrazó para calmarlo, sintió como su corazón estaba acelerado y le dio unas cuantas palmadas en la espalda para reconfortarlo.
—De que no has dormido bien, ni has estado comiendo como es debido.
Agradeció que lo tuviera abrazado porque así no veía su expresión de vergüenza al ser delatado. Entonces recordó que su hermano se iría esa noche y volvió a sobresaltarse, había desperdiciado la oportunidad de estar con él por quedarse dormido.
—Lo siento… me quedé dormido, ahora, tú…
Lo detuvo, levantando su rostro y besando su mejilla.
—Arréglate, quiero invitarte a cenar. Vamos. Iré a preguntarle a Alluka si quiere venir con nosotros.
Killua aceptó, y él se dio la vuelta de regreso al cuarto de Alluka. Entró como antes, sin llamar a la puerta puesto que sabía que ella le estaba esperando.
—¿Ya despertó?
—Sí. Lo invité a salir, ¿quieres venir con nosotros?
Ella se mordió el labio con ansiedad y su hermano comprendió lo que significaba.
—Killua quiere verte a ti, no a mí, él necesita pasar tiempo a solas contigo. Prefiero quedarme aquí a esperar que vuelvan. Pediré algo para comer.
Lo sabía, ella estaba llegando a su límite, no podía exigirle que tomara consciencia de que Killua estaría cada día peor. La carta no provocaba un enamoramiento natural, no era sano, se suponía que iba en contra de todas las reglas morales y sociales. Implicaba que el afectado se vería seriamente motivado a actuar en contra de sus propios principios con tal de satisfacer las necesidades de la carta. Aceleraba los impulsos del cerebro provocando una actividad similar a la locura y eso era lo que más le preocupaba, que Killua era un chico centrado e inteligente, demasiado brillante como para no notar que algo malo estaba pasando con su propio cuerpo. Estaba completamente dispuesto a decirle la verdad si llegaba a hacer falta, así se arruinara todo su plan personal, y perdiera la oportunidad de su vida, no jugaría con algo tan peligroso como un falso enamoramiento sólo por su propia satisfacción.
Regresó con Killua. La sonrisa destellante del menor le hizo emocionarse, Killua le veía como él lo vio por tantos años, con una admiración profunda y respeto. Lo tomó de la mano y lo hizo salir del cuarto.
—Alluka dijo que tenía mucho sueño, y que le trajéramos un postre de regreso.
Mintió porque no quería que insistiera en que fueran por ella. La chica merecía un descanso de verles juntos, lo estaba requiriendo con urgencia. Llevó a su pequeño a un buen sitio del agrado de ambos y el apetito del menor por fin volvió, fue evidente al verle comer sin parar.
—Alluka me dijo que no habías estado bien, ¿qué te ocurre? ¿Hay algo que te esté molestando?
Killua hizo una pausa para dejar de comer y responder.
—Yo, bueno… —tenía miedo de ser sincero—, yo creo que mmm…
—Sé que estás preocupado. Estoy bien, y si algo te molesta puedes decírmelo ¿no me tienes confianza aún?
—¡Deja de decir eso, idiota!
—Entonces…
—No sé… Illumi, no quiero que te vayas, no me gusta que estés lejos de mí por tanto tiempo. Sé que tienes cosas por hacer y que es importante, pero yo todo el tiempo estoy asustado porque sé que el trabajo como asesino te pone en peligro, y cualquier cosa podría ocurrirte en cualquier momento.
Después de confesarlo, se sintió aliviado. Illumi asintió y agradeció que le tuviera confianza para decir las cosas.
—No estoy haciendo un trabajo como asesino.
—Pero estás rodeado de locos asesinos.
—Y estoy con una persona que es respetada. Además, el abuelo es una autoridad en la zona. No se meterán conmigo, no tengas miedo.
—¿Con quién estás? —Killua no había puesto atención a todo su discurso porque sólo le intrigó lo primero que mencionó.
Illumi tragó saliva, esta era una de esas cosas que no quería decirle a Killua porque tenía miedo de provocar un malentendido y que el chico le acusara de infidelidad.
—Con un amigo de papá. Un tipo que… —tomó la mano de Killua— prefiero no hablar de eso ahora, otro día, con más calma le dedicamos tiempo. Hoy prefiero hablar de otra cosa.
La mirada del menor le dejó en claro que no estaría satisfecho hasta que supiera todo.
—Está bien. Al menos sé que estás a salvo.
Y entre más avanzaba la noche, más ansioso se volvía el albino. Suspirando a cada rato, reflejando que en su interior las cosas estaban bastante más complejas de lo que aparentaba. Se calmó de vuelta cuando su hermano le dijo que se quedaría esa noche, que no se sentía bien marchándose mientras él no lograra controlar sus emociones. Con pena, pero feliz, agradeció que se quedara una noche al menos. Illumi se aseguró de darle todos los cariños que le hicieran falta hasta que ambos se quedaron dormidos, tomados de la mano.
Se tomó la molestia de quedarse otro día más y Alluka esta vez tuvo el deseo de unirse a ellos. Illumi decidió que trataría de volver el día más relajado para ella, cosa que al final le fue agradecido. Alluka valoró mucho que Illumi no estuviera todo el día sobre Killua, pese a que el niño insistía en pegársele sin darse cuenta. Tratar de que ambos quedaran satisfechos, fue difícil pero al final lo logró y a la noche regresó a Tierra Sagrada. Esta vez Killua estaba mejor; ya no lo notó ansioso ni malhumorado, estaba sonriente, y prometió cuidarse más para que la próxima vez que se vieran, disfrutaran del día, juntos.
Le tomó una hora llegar a casa de Joab conduciendo y al bajar, notó que las luces estaban apagadas, no había nadie en la entrada. Se alertó internamente pero no lo demostró, sólo ingresó a la mansión y vio que en la entrada estaba ese hombre sentado en un gran sofá con una lámpara encendida a su lado, mirando hacia la entrada. Estaba claro que estaba enojado, y que le estaba esperando precisamente a él. Había enviado a todos sus hombres a otra zona de la casa, precisamente para poder hablar en privado con el Zoldyck.
—Dijiste que volverías en la noche de ayer, no de hoy.
La voz delató una evidente señal de amenaza, pero no intimidó al joven Zoldyck.
—Me tomó más tiempo del que calculé —contestó sin hacer mucho alarde. ¿Qué le podía hacer Joab? Nada, no gran cosa. Si estimaba a su padre y a su abuelo, y estaba haciéndoles este favor no dependía de él.
—Hablé con tu padre, él tampoco sabía que tuvieras algo qué hacer, y no pudo localizarte en todo el día. ¿Dónde carajos estabas Illumi?
—Con el cliente.
—¿Dónde es eso? Esa es mi pregunta, no si estabas con "el cliente".
Se puso de pie, a paso lento fue aproximándose a donde estaba el morocho. Illumi ya no respondió, no sentía el deber de hacerlo.
—Tu padre me pidió de favor que me hiciera cargo de ti. Me cedió la autoridad de castigarte si era necesario. El plan que tu padre elaboró para ti —colocó una mano sobre la pared, a un costado del rostro de Illumi para apresarlo— implica que tú y yo seamos vistos juntos en el coliseo, en los lugares relevantes de la ciudad, en las reuniones privadas que yo tengo. Y si tú te largas de aquí a hacer lo que se te da tu maldita gana no podré cumplir con mi deber y quedaré como un idiota, ¿eso es lo que quieres? ¡¿Que quede como un maldito imbécil?!
Illumi resopló.
—Sólo fue una noche. Ya estoy aquí.
—Mírame a los ojos. —Illumi lo ignoró, estaba buscando una salida por debajo de los brazos del hombre— ¡Que me mires, carajo!
—¿Qué? Joab, no eres mi padre. No entiendo cuál es el punto en que te comportes como si fueras…
—¿Tienes un amante, verdad?
¿Qué le hacía pensar eso? Fácil, Illumi era estricto, esa era la imagen que siempre daba; alguien que si decía que no, era no, y un sí era un sí. Nunca se andaba con rodeos ni falsas promesas. Cualquier cosa que fuera más relevante que su deber, significaba que tenía un "algo más", o alguien que ejerciera cierto poder en su vida. Y un cliente privado no era suficiente autoridad para retenerlo un día más.
—¿Y qué si es así?
Tampoco era como que Illumi pensara ocultarlo. No tenía por qué hacerlo, no importaba si tenía uno o no, porque al fin no había regla que indicara que no podía tener un amante, ni siquiera al ser apadrinado, él era libre de tener el amante que quisiera, sólo se le pedía que cumpliera con sus deberes normales y ya.
—Te lo prohíbo.
—No puedes hacer tal cosa.
Joab dio un fuerte golpe contra la pared, perforándola.
—¡No permitiré que dos Zoldyck jueguen conmigo, no otra vez!
Joab no estaba enojado sólo por el hecho de que Illumi llegara un día después de lo planeado, de hecho ni siquiera era importante, pero no podía aceptar verse rechazado por dos Zoldyck, menos de forma tan similar. En su época Silva le había dado falsas esperanzas y todo para que al final se escapara con esa mujer en brazos; ahora que tenía un nuevo enamoramiento, le molestaba la idea de que éste, llegara sin ninguna vergüenza y le echara en cara que tenía un amante.
—¿Perdón? Yo no sé qué clase de relación tuviste con mi padre, pero yo no soy él y la verdad es que desde un principio no tenías planes serios conmigo, ni yo contigo. Así que nadie está jugando contigo en esta situación.
Illumi estaba completamente en lo cierto. Desde el inicio, la razón por la que había follado con ese muchacho era para desquitarse de Silva y su rechazo, todo el tiempo le recordaba al morocho que era sólo diversión y morbo, nada más, que ni siquiera podía aspirar a ser apadrinado por él porque diversas excusas que siempre recitaba. Ahora estaba demostrando una debilidad que todo el tiempo protegió. Se serenó, dejó que el muchacho se apartara de él, y se quedó mirando al suelo.
—Lo siento, Illumi. Tienes razón. Me he molestado porque eres como un sobrino para mí, yo no quiero que algo malo te ocurra.
Ni él mismo se creyó sus palabras. Le sonrió, se talló los ojos y le invitó a pasar a la casa, de nuevo ofreciéndole todo con naturalidad. Una cosa tenía en mente: ahora sabía lo valioso que Illumi se estaba volviendo para él, y no era buena idea demostrar sus peores defectos al menos hasta que el chico volviera a caer en sus brazos. Estaba frustrado porque llevaba cinco días con él y no habían tenido nada de sexo, o esperanza de que en el futuro hubiera algo de acción. Illumi estaba respetando a su amante, y ahora que sabía que tenía uno, sus celos se volvieron poderosos motivos para espiar al morocho. Después de esa noche, dio la orden a sus hombres de averiguar lo posible con respecto al amante del chico, y de encontrarlo, traerlo con vida hasta su presencia, si alguien se encargaría de despellejarlo, sería él. Illumi no tendría otra opción que volver con él en cuanto supiera que no le dejaría en libertad.
Y tras encerrarse en su cuarto, Illumi se sintió más tranquilo; tenía bastantes cosas en mente, y una de ellas no podía esperar más. Tomó su móvil y marcó un número.
Jo... espero que lo hayan disfrutado... quiero ser honesto con ustedes, el domingo 3 de diciembre voy a presentar mi examen N5 de japonés así que estos días suspenderé la publicación hasta que termine mis estudios, y me asegure pasar el examen como es debido. Así que moveré la publicación hasta el 7 de diciembre, lo sé, es mucho tiempo, pero esto es muy importante para mí y a menos que me sienta con la confianza de adelantar la publicación, tendrán que esperarme un poco más▲.'.
Yuuki! Creo que... creo que con este capítulo me matarás un poquito porque Illumi está reservándose un poquito con Kil u.u pobre niño, mira que su novio lo deja con ganas... Pero no te preocupes, Kil sabe muy bien como controlarlo *risa maligna*
Fujoshi83: Ya casi comienzan los verdaderos dramas, aguanta un poquito más y ya los verás xD aunque esos deseos tuyos son un poco *ejem* preocupantes jaja
