Hola chicos, donde sea que se encuentren... este capítulo es uno de los que me gustan más!

HADOS 13

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Killua abrió la puerta del pequeño departamento que había rentado —por cortesía de Illumi— para recibir a su novio que alegre llegaba a verlo. Habían ido a visitar una afamada ciudad situada cerca de una colina. Al fin se volvían a ver después de varios días separados y tenían ya planes para disfrutar su tiempo libre.

—¿Ya te dijo papá cuánto tiempo te dejará descansar? —le preguntó quitándose los zapatos dentro del cuarto, tenía muchas ganas de ponerse algo cómodo y echarse a la cama.

—Tres días —el mayor le hizo segunda, haciendo a un lado su ropa. Ya sabía que Killua no lo dejaría dormir hasta muy noche.

—¿Te irás por la mañana?

Illumi se había dado la vuelta para buscar entre el clóset algo cómodo para cambiarse, recién había terminado un trabajo y le daba la sensación de oler a sudor y muerte.

—No necesariamente.

—Illumi… —le llamó al ver su espalda desnuda. Le encantaba verlo así, no comprendía el afán de su hermano de cubrir su piel frente a él.

Lo interrumpió antes de que se colocara algo que cubriera su torso; el mayor apenas observó su expresión, de inmediato comprendió lo que insinuaba y abandonó su prenda, aunque había alcanzado a colocarse el pantalón.

Desde el momento en que se habían entregado mutuamente, el apetito sexual del menor era impredecible; a veces quería algo rápido que le quitara las ansias de sentirse poseído por él, o en ocasiones era largo, lento y profundo hasta acabar exhaustos de tanto placer. Personalmente prefería esta faceta suya porque era cuando más podía concentrarse, relajar su mente y disfrutar sin parar hasta llegar al clímax.

Illumi hasta ahora no se había preocupado por demostrarle su hambre, no porque no lo considerara relevante, sino que se conocía perfectamente y en cuanto comenzara a pedir para él, no habría límite. Él era un extravagante, y más que un deseo constante por Killua, lo que buscaba era una satisfacción que cruzara los límites normales establecidos, y eso por supuesto podía perturbar al albino, al cual cuidaba y veneraba con gran devoción.

—Esta noche… —murmuró, mientras le sonreía al albino de un modo que lo desconcertó.

Sólo de vez en cuando se dejaba llevar por sus impulsos. Como esa noche, cuando lo tomó por la cintura, lo levantó y sentó sobre el tocador, sin escatimar en los objetos que habían hecho ruido al caer; colocándose entre sus piernas, le besó con pasión, mordiendo con suavidad su labio.

—No quiero detenerme —le susurró al oído, deslizando sus manos por el pálido abdomen del albino.

Metió una mano entre sus pantalones, estimulando su sexo. Killua gimió y dejó escapar el aliento.

—No lo hagas.

Juraba ahora que era adicto a ese silencioso y misterioso morocho que conocía perfectamente cada uno de sus puntos sensibles; le hacía subir a una montaña rusa del placer, controlando y decidiendo el momento en que debía terminar. Podía jurar que era así, que él sólo terminaba cuando Illumi le daba el permiso.

—Mmm… Ah… Illumi —sentir la lengua húmeda, la boca caliente de su amante en su sexo era electrizante, enterraba sus dedos entre las largas hebras negras al tiempo que empujaba sus caderas— Illumi…

Se detuvo al escuchar que le evocaba por segunda ocasión. No era que fueran muy ruidosos en la cama, al contrario, eran muy sutiles, limpios y aun si no era a propósito, su voz no era tan audible como para que fuera del cuarto alguien pudiera escucharles.

—¿Ocurre algo?

Bastaba su mirada azul llena de lujuria para comprender hasta el más íntimo de sus deseos. Illumi podía leerlo como a un libro abierto. Su unión era indiscutible, ya las viejas dudas de si estarían juntos por mucho o poco tiempo, o si había sentimientos complejos pasaron y quedaba sólo la seguridad de lo que deseaban el uno del otro. Así de sencillo era para ambos la convivencia, la relación era más sencilla que nunca; la comprensión entre ambos estaba en un nivel nunca antes alcanzado.

La única razón por la que Alluka sabía de su actividad sexual, era debido a las pistas que ellos dejaban entrever durante sus conversaciones, haciendo comentarios sugerentes, las huellas de pasión en el cuello de Illumi y en algunas ocasiones Killua, las miradas que se lanzaban y el doble sentido que poco a poco Alluka fue captando, pero prefería pretender que no entendía nada de lo que hablaban. Esto le molestaba, por supuesto, pero en la única persona que podía confiar para decir todos sus sentimientos, repentinamente un día, no atendió a sus llamadas. Kalluto desapareció de un día para otro sin dejar pista alguna.

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La escena era un almacén, un lugar típico en el que podías encontrar una reunión del Ryodan, nada del otro mundo. Era de mañana, y el aroma de pintura, herramientas viejas y polvo estaba por doquier. Kalluto respiraba agitadamente, gotas de sudor bajaban por su frente; sus dos brazos sangraban profusamente, de diferentes partes con finas cortadas —cientos de ellas— algunas de esas cortadas estaban tan unidas que parecía que tenía la carne molida en esos puntos. Miraba al autor de sus heridas con recelo, había llegado al límite y lo sabía.

Uno de los dos persecutores de su hermano mayor no había resistido más a sus juegos, la paciencia para él había terminado; lamentó su suerte, definitivamente esto no lo había previsto. Más que pelear, buscaba un modo de escapar del almacén, pero su problema era que en cada intento se había encontrado con una trampa nueva que poco a poco iba moliendo su cuerpo. Sangraba bastante de ambos brazos y sus dedos se habían vuelto resbalosos con la humedad. Sus piernas también estaban heridas aunque no lo suficiente como para no resistir huir.

—Me he aburrido de tu juego, pequeño Zoldyck.

La voz del hombre sonaba con un eco profundo, pero no sabía de dónde provenía; el tipo estaba en constante movimiento como para determinar una sola posición. Se la pasaba colocando más trampas a su alrededor para acorralarlo.

—No voy a matarte, si es que eso es lo que intentas provocar.

No le serviría de nada acabar con su vida, lo requería vivo para atraer de forma pacífica a su hermano mayor. Tembló, miró al techo buscando una nueva salida, y con Gyo vio la red de Nen construida sobre su cabeza, por pura piedad todavía seguía con vida; no había escapatoria alguna. La malla sobre su cabeza era estrecha y cada uno de los hilos estaba ligado a una carta que rebanaría su cuerpo como una hoja de papel, pequeños y profundos cortes que provocarían hemorragias nuevas.

El resto del Ryodan se había marchado ya, se suponía que él se había quedado en el almacén para esperar a Machi. Una vil trampa, desconocía quién había empezado todo el juego de dejarlo solo, posiblemente el mismo Hisoka, puesto que Chrollo no se le había visto desde hacía días.

Dos cartas chocaron contra una caja y regresaron a un punto desconocido, esperó pacientemente a que el movimiento de las cartas desencadenara otro ataque y así lo fue; treinta cartas salieron volando por varias direcciones a ritmos diferentes, y el alcanzó a evadir la gran mayoría, excepto tres que rebanaron sus muy adoloridos brazos. El dolor se estaba tornando insoportable; para su desgracia, una mala pisada le hizo resbalar con su propia sangre. Una vez en el suelo, se quedó quieto y entonces por fin vio al autor de su tortura mientras caminaba a paso lento en dirección a él.

—Tu hermano, es todo lo que pido. No lo voy a matar si eso es a lo que temes.

—Mentiroso.

Seis cartas atravesaron diferentes puntos de su cuerpo, estaba tan concentrado en la figura frente a él que olvidó que las trampas estaban constantemente activándose. Sus piernas salieron lesionadas, y su rostro. El chorro de sangre salpicó al interior de su ojo y tuvo el impulso de apretar el parpado; el ardor no le permitía enfocarse de vuelta en su condición, y se desesperó. Sus movimientos entorpecidos activaron más trampas y nuevas cartas abrieron sus ya muy destrozados brazos, y piernas. Cuando el ataque cesó y pudo abrir de vuelta los ojos, vio que su antebrazo izquierdo estaba tan abierto que podía ver su propio hueso, la carne había volado a un par de metros de distancia; de no haber sido por la constante tortura a la que le sometía su madre, el dolor le habría hecho desmayar.

—No quiero matarte, pequeño. Así que deja de moverte o seguirá pasando esto.

Levantó su ensangrentado rostro y pasos detrás de él le hicieron temblar. Su peor pesadilla estaba ahí. No se movió por temor a salir más herido tal y como Hisoka se lo había advertido.

—¿Jugando con mi prisionero?

—Chrollo —la dorada mirada del mago brillo con una lujuria extraña, su sonrisa macabra se ensanchó.

—Kalluto, ¿quieres que te ayude?

No era una pregunta cordial ni por trabajo en equipo con la intención de salvarle, era una pregunta retórica que ocultaba su verdadera intención. Kalluto fingió que no le escuchó, pero supo que debía tomar una decisión: en manos de quién prefería caer.

—Si no quieres que te ayude me quedaré aquí como espectador, no me importará mucho lo que te llegue a pasar, pero si quieres que te ayude entonces sabrás muy bien lo que te costará tu libertad.

—Ah… —soltó la risa Hisoka— me ofendes, lo haces ver como si yo dejaría que te lo llevaras así de simple.

Chrollo sólo lo miró sin hacer ningún gesto, con una seguridad escalofriante. Momentos como éste hacían dudar al pelirrojo de sus capacidades contra el líder de las arañas, aunque disimuló a la perfección. El Danchou se acercó más hasta quedar pegado a la espalda del niño, y Hisoka se preparó para atacar.

«¿Quién es peor?» se preguntó el menor, «¿Quién me asegurará que Illumi tendrá más posibilidades de salir bien librado?», desconocía por completo las habilidades de su hermano mayor. Tenía la noción de lo que era muy fuerte porque su madre en algunos momentos llegó a decirlo, pero todo seguía siendo difícil de evaluar. Si bien era cierto que la entidad de Nen le había otorgado mucho poder a Illumi, desconocía si era capaz de usarlo. Tenía mucho miedo de que cayera en manos de uno de esos dos y perder a toda su familia, Alluka moriría, y Killua sería el más afectado emocionalmente. La pérdida de sangre le estaba provocando frío y cansancio, lo que le dificultaba pensar con claridad.

—Si no aceptas la ayuda, no te mataremos, Hisoka y yo te requerimos con vida —escuchó la promesa— pero te dejaremos inservible de por vida. Será un recuerdo que te seguirá a todas partes con tu inútil cuerpo.

Ya lo sabía, desde que los cortes con las cartas comenzaron, conocía que esa era la intención, torturarle lentamente hasta hacerlo confesar. Cerró los ojos, estaba preparado para suicidarse en una situación como esta, las consecuencias no serían tan desastrosas según su estimación. Alluka se pondría triste, y sus padres tomarían cartas en el asunto, mientras que Illumi, seguramente él tendría el impulso de tomar venganza, recordó el momento en que Killua amenazó al Barón cuando creyó que Alluka e Illumi estaban muertos.

«¿Qué estoy pensando?, morirme sólo atraerá la tragedia, la única diferencia es que yo no estaré aquí para verlo» se regañó al recordar que Killua saldría en su defensa y lo que sería un problema para Illumi, se volvería en algo mucho peor.

—Ayúdame, Chrollo —lo eligió a él porque en todo el tiempo nunca lo vio actuar violento en su objetivo, y porque consideró que no estaba tan mal de la cabeza como para perder el autocontrol como muchas veces llegó a ver en el pelirrojo.

Hisoka perdió su sonrisa. Miró a Chrollo sonreír confiado —más que nunca— en sus capacidades.

—Cierra tus ojos, descansa. Ya después nos veremos.

Kalluto perdió la conciencia, no sabía si por motivos de las heridas y el cansancio, o por alguna otra razón. En esos momentos sólo se perdió. Estaba tan fatigado por resistir el dolor que el descanso le vino bien. Jamás supo lo que ocurrió en el almacén, si es que esos dos pelearon o era parte de su plan. Despertó escuchando un goteo constante a lo lejos, estaba en otro lugar oscuro, el agua corría en alguna parte de la zona, podía escuchar como un arroyo cercano y se levantó cuando recordó lo que había pasado. Sus brazos estaban vendados, su cabeza dolía bastante, y sus piernas también estaban vendadas, al menos se habían tomado la molestia de curarle.

—Parece que eso es todo.

La voz de Feitan a su derecha le provocó escalofríos. Chrollo estaba ahí, sentado frente a él, mirándole fijamente.

—Eso explica por qué tu temor de hablar. Pero descuida, no pienso atraer a un monstruo de Nen que no puedo controlar, es más sencillo ahora que puedo tratar con un lado humano.

Deseó haberse suicidado cuando tuvo la oportunidad. Feitan tenía la capacidad de hacer hablar hasta los muertos, no hacía falta consciencia para confesar delante del pequeño hombrecillo. De hecho, esta era la principal razón por la que temía más ser torturado hasta la muerte por el Ryodan, porque ellos no sólo no le darían el lujo de seguir con vida, además tomarían toda esa información que hasta ahora había protegido usando su cuerpo. Se dio cuenta que había sido un tonto cuando le siguió la corriente a Chrollo en el almacén, imaginando que el tipo sólo le pediría lo de siempre, que le llevara hasta la presencia de su hermano. Fue bastante inocente de su parte.

—Una relación incestuosa, que enfermo —Feitan continuó torturando su consciencia.

—No hay nada de relevante en eso. En otra época era bastante habitual. Lo interesante es cómo usarlo, podríamos ir detrás del más chico, aprovechar su falta de experiencia para atraparlo y hacer que Illumi coopere voluntariamente. No pueden estar separados por mucho tiempo así que eso hace que él desee recuperarlo rápidamente.

Quería rogarles que no hicieran eso, que él tomaría el lugar de Illumi y les daría lo que ellos pidieran, pero estaba tan debilitado por las heridas y las artes de Feitan que se quedó callado.

—No te asustes, Kalluto —continuó Feitan— nadie tiene por qué salir herido, Illumi sólo tiene que hacer lo que Chrollo le pida un par de veces hasta que su curiosidad quede satisfecha.

—Quizá unas tres veces… —corrigió el líder— le llamaré ahora mismo.

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Killua despertó por el ruido del celular de Illumi que vibraba contra la madera del buró aledaño. Tenía la tentación de darle un manotazo para hacerlo callar. Al parecer su hermano no tenía la más mínima intención de responder, cosa entendible dado que la noche anterior habían dormido hasta muy tarde después de tanta actividad, incluso no se habían vestido por pereza de salir de la cama, de modo que dormían cómodamente desnudos el uno sobre el otro. El celular volvió a vibrar y se quejó silenciosamente del molesto sonido.

—Illumi… —le llamó.

—¿Mmm?

—Tu celular está sonando.

—Lo sé —respiró hondo y prefirió seguir acostado con ese dulce peso sobre su pecho aprisionándolo.

El celular cesó de sonar, pero de nuevo volvió con otra ronda de vibraciones contra la madera.

—Illumi —le advirtió, tenía el sueño más ligero que el de su hermano, cualquier cosa lo podía despertar.

—Tú estás más cerca de tomarlo. Contesta tú.

Sintió que era la oportunidad que tanto buscaba, al fin podría ver quién era el infeliz que disfrutaba de llamar constantemente a su hermano. Se levantó de su cómoda posición, estiró el brazo, tomó el aparato y éste dejó de sonar. Maldijo en voz baja, por lo menos tenía el aparato en la mano si es que volvía a vibrar. Esperó unos minutos, y la llamada no llegó. Estaba a punto de arrojar el aparato a cualquier parte del colchón cuando volvió a vibrar, está vez fue unos segundos.

—Llegó un mensaje.

—Ajá…

Illumi estaba en su fase de pereza, tenía tres maravillosos días libres para él, lo último que quería era atender llamadas de personas cuyo único interés estaba en fastidiar su hermoso descanso junto a su pequeño novio.

—¿Y si es importante?

—Cualquier cosa importante puede esperar en estos momentos.

Levantó la mano para acariciar la espalda del menor, invitándolo a recostarse una vez más.

—¿Y si es papá?, ¿o el abuelo?, no quiero que tengas problemas.

—Ya lo veré más tarde.

Pensaba que con esa actitud le demostraría que nada era más importante en su vida que compartir su tiempo con él. Sin embargo, Killua era un mar de inseguridades, siempre se preguntaba si era suficiente para alguien como Illumi; se veía a sí mismo como un muchacho inexperto que muy poco o nada podía aportar a la vida de su amante. Illumi sabía mucho de muchas cosas, gracias a Nimrod; hablaba varios idiomas, sabía de ciencia, arte, historia, filosofía, música, política, cualquier cosa que le preguntara, no importaba cuan complejo o extraño fuera, probablemente él tenía algo qué decir al respecto. En cambio, él era sólo un ex-asesino ignorante, que además, no era más experto que su hermano en nada; a veces creía que Illumi sólo se fijaba en él por algún fetiche desagradable. Así que, cuando Illumi le decía que no importaba la llamada matutina, él sólo entendía que era una de esas cosas que su hermano le ocultaba por algún motivo que era más conveniente que él desconociera.

—¿Y si te leo el mensaje?

Illumi soltó una risilla, de todas las cosas que imaginaba que ocurrirían con el albino, le seguía causando gracia imaginar que tendría esos celos por él. No que le fuera gracioso que lo sintiera, sino que le era inverosímil que Killua pudiera sentir algo así por él, menos cuando él era un hombre extremadamente fiel.

—Adelante, léelo —dijo sin dudar. Llevó una mano a su rostro para tallar sus ojos y comenzar a despertarse ya que Killua no tenía intención de dejarlo dormir más.

No tenía miedo, no creía tener algo qué ocultar del albino. Quería demostrarle que a él nadie lo buscaba con alguna intención más allá que el mismo trabajo.

Killua desbloqueó el celular, Illumi lo vio por el rabillo, sorprendido de ver que el menor conocía su contraseña cuando él nunca se la mencionó. Un chico bastante observador e inteligente.

El mensaje estaba escrito por alguien que parecía no distinguir un mensaje de texto, de una carta.

"Illumi: Por favor atiende mi llamada, deja de ignorarme. Tengo una oferta para ti que no vas a poder rechazar, en cuanto la conozcas estoy seguro que te interesará por completo. Tú sabes de lo que hablo. Chrollo".

—¿Qué es? —le preguntó el albino en cuanto terminó de leer el mensaje en voz alta.

—Mmm… —se quedó pensativo, intentando recordar alguna conversación que tuvieran y que pudiera despertar el interés del líder de las arañas— no estoy seguro.

Otro mensaje llegó, esta vez Killua no preguntó si podía leerlo o no, Illumi ya le había tenido confianza una vez, una segunda ocasión no sería mal vista.

"La verdad es que quiero una oportunidad contigo. No puedo dejar de pensar en ti. Eres injusto conmigo, supe que a Hisoka sí le diste una oportunidad de estar contigo. Déjame demostrarte lo que soy capaz por ti. Sólo pido una oportunidad, no te arrepentirás".

Si Killua hubiera escuchado el corazón de Illumi en esos momentos, quizá hubiera captado el momento en que comenzó a latir con velocidad. El mayor le arrebató el celular de las manos y lo bloqueó como si con eso ganara algo, pero Killua ya estaba hecho una furia.

—¿Qué significa esto?, ¡dame el maldito celular!

—Kil…

—¡¿Tuviste algo con Hisoka?!, ¡¿por qué ese imbécil te habla de ese modo?!

Lo de Hisoka había sido un golpe bajo. Él jamás había esperado que Chrollo le hablara con esas intenciones, lo peor era que por los nervios no podía pensar en una idea que explicara su comportamiento coqueto. Chrollo lo había hecho con toda la saña posible, sospechaba que la razón por la que le ignoraba era precisamente por estar con su pequeño amante, darle un poco de problemas amorosos definitivamente le llamaría la atención, el cabrón había atinado a su suposición.

—¡Responde maldita sea!

—Kil, tranquilízate.

—¡No! Quiero respuestas ahora, Illumi.

—No puedo hablar contigo si no te calmas. Yo necesito que me escuches.

Se sentó en la cama, mirando los ojos azules llenos de furia.

—Lo de Hisoka pasó hace mucho tiempo. Mucho. Ya no tiene importancia, y Chrollo, la verdad, no tengo idea de por qué dijo eso.

—Dame el celular. Quiero ver tus contactos.

Su voz era amenazante, Illumi tenía algo de terror por ver esa actitud, que se prolongara y le causara daños emocionales. Le urgía hacer algo para ganarse la absoluta confianza de su amante así que no rechistó y le entregó el aparato. Killua de inmediato volvió a desbloquearlo, miró la pantalla, y tecleó algunas cosas; de entrada si revisó los contactos, para disimular su intención verdadera mientras su hermano lo miraba impaciente, escribió un mensaje en respuesta a Chrollo.

"Aléjate de Illumi. Él ya tiene a alguien. Un mensaje más y te las verás conmigo".

Para el morocho era evidente que no estaba haciendo lo que había dicho. No quería reclamar, pero también podía meterse en problemas si no intervenía, aunque sea para ayudar al albino a reflexionar en sus acciones.

—¿Qué tanto haces?, no estás viendo mis contactos, ¿verdad?

El albino le respondió con una mirada de odio, y tragó saliva.

—Sólo me estoy asegurando de que ya no te moleste.

—Kil, no. Con Chrollo no se puede actuar así, él no entiende de razones. Sabe que yo no soy el ente de Nen y de todos modos está aferrado a que le ayude en lo que sea que tiene en mente. Dame el celular, no le mandes nada.

—Ya se lo envié —contestó amenazante sin soltar el aparato de sus manos—, ¿Por qué lo defiendes? —y finalmente no pudo evitar reclamar.

—¡No lo estoy defendiendo! —tuvo el impulso de alzar la voz y se regañó mentalmente, debía calmarse o alteraría más al niño.

—Illumi…

Reconoció que debía respirar hondo. Estaba juzgando a su hermano por las cosas que Nimrod había hecho y no era justo para él. Illumi no debía disculparse por algo de lo que había sido víctima, su cuerpo había sido vilmente usado para complacer a otros y para colmo él se lo reclamaba como si fuese el verdadero autor. Era momento de aclarar las cosas antes de que se le fuera de las manos.

—¿Hay más?, ¿hay alguien más con quien hayas tenido algo que ver?

—Kil… —iba a ser veneno en sus venas si su hermano comprendía la magnitud de problemas en los que el ente se metía sin escatimar en daños colaterales— ¿es realmente importante para ti?, porque yo lo único que deseo es estar contigo, no quiero evocar al pasado.

Killua le tomó de la mano, y la presionó contra sus labios. Su amante era tan paciente con él y sus arranques de ira y descontrol, cuando él se dejaba llevar sin meditar un poco en las consecuencias de señalarlo. No quería que esta clase de emociones negativas se volvieran en reproches constantes que fraccionaran su relación.

—Illumi, si voy a ser tuyo, tú también tienes que ser mío, ¿entiendes?, somos exclusivos.

—Kil, tú eres quien no lo entiende del todo —acarició su mejilla— yo soy tuyo desde hace muchísimos años. Nadie puede ocupar tu lugar.

—¿Lo prometes?

—Claro que sí.

El celular volvió a sonar. Esta vez, sin pensarlo dos veces, el albino respondió la llamada ante la mirada incrédula de su hermano mayor.

—¿Qué quieres?

—Hola. Perdona, ¿está Illumi contigo? Preciso hablar con él.

—Chrollo, deja de molestarlo. Él no va a responder tus llamadas nunca.

—Dile que espero que me atienda más tarde, cuando tú te calmes un poco.

Se cortó la llamada. Killua se sintió extremadamente abochornado por la respuesta del tipo. Era como si le dijera que era un novio irracional e irrespetuoso de un modo muy educado.

—¡No quiero que lo vuelvas a ver! —reclamó furia, azotando una almohada contra el suelo— ni a él, ni a Hisoka, ni a Joab, ¿me estás escuchando?

Illumi asintió, sonriendo nervioso, no sabía qué cara poner frente al iracundo albino. Quién sabe en qué condenado problema lo estaba metiendo al responderle de ese modo al líder del Ryodan.

—Kil…

—Nunca más Illumi. No quiero a esos tipos cerca de ti, ni de chiste.

—Por favor, déjame hablar —esa forma dulce de hablarle le paralizó, Illumi estaba esforzándose por darle un trato amable pese a que él lo estaba amenazando— ¿quieres que los ignore?, perfecto, así lo haré ¿qué otra cosa deseas?, lo que pidas estará bien para mí. Si eso te hace feliz, no tengo problema con dártelo.

Miró al suelo, con su rostro enrojecido. Se mordió el labio. Todo este tiempo el drama lo estuvo haciendo él cuando Illumi lo esperaba con tranquilidad, sin darle relevancia a sus reclamos.

—Estoy siendo un idiota, ¿cierto?, tú ni siquiera pareces darle importancia a esos tipos y yo te estoy hablando como si supiera que los irás a buscar.

—No importa —sonrió con calma, aunque por dentro dudaba si estaba haciendo lo correcto— ven aquí —lo atrajo en un abrazo y se quedaron quietos un largo rato, sin decir nada.

—Lo siento, Illumi.

—Está bien, no estoy molesto. Sólo quiero que confíes en mí.

—Lo hago. Es sólo que… esas cosas me vuelven loco, no lo soporto.

Se distanciaron una vez que Killua se quedó más tranquilo. Illumi constantemente le daba palmadas en la espalda y acariciaba sus cabellos para que se enfocara más en sus atenciones que en el tema tan sinuoso.

—Descuida. Entre nosotros sólo va a pasar lo que queramos que pase.

Era difícil tratar con un chico que no podía controlar sus sentimientos por él y que tampoco sabía cómo hacerlo. Eso sin mencionar la falta de experiencia amorosa que le sirviera de guía entre lo que estaba bien o mal en una relación según su punto de vista. Le tocaba a Illumi tener paciencia y explicarle por él mismo las cosas hasta forjar en él una madurez necesaria para tomar la relación con la seriedad requerida. No era un camino fácil, menos si consideraba que la magia de la carta estaba constantemente haciendo efecto y provocando esos derroches de emociones descontroladas. Ni modo, él era el adulto ahí, era su responsabilidad cuidarlo y atenderlo como hacía falta.

Chrollo colgó el teléfono y miró al ensangrentado muchacho, y después a Feitan que lo miraba expectante, esperando una respuesta.

—No tuve mucho éxito. Su novio no lo deja hablarme —se rió, cuando él sabía perfectamente que era su culpa, por haberle ese mensaje que insinuaba una relación intima entre ambos.

«Killua celoso», pensó Kalluto. Recordaba haber escuchado algo sobre la futura inestabilidad emocional del albino. No le dio muchos rodeos. No estaba en condiciones de hacerlo. Intentó levantarse y se dio cuenta de la condición tan severa en la que estaba, sus brazos a duras penas podían responderle.

—Deja que tus músculos descansen un poco —le pidió Feitan—, casi te arrancan la piel de todo un brazo, agradece que recuperara las partes y las cosiera de vuelta.

—Gracias —susurró sin pensarlo.

Su condición podía empeorar si continuaba en ese lugar tan sucio y descuidado. Era un basurero, lo reconoció después de un rato de estar mirando a su alrededor. No lo llevarían a un mejor lugar porque se suponía que el asunto de Chrollo era algo privado y debían apartarse de la gente. No quería aceptarlo, pero pronto terminaría por llamar a Illumi para pedirle ayuda; era la única forma en la que saldría bien librado de su penosa situación.

—Lo llamaré más tarde, sólo espero que no responda su novio de nuevo o tendré que recurrir a métodos más drásticos.

Kalluto tembló, Illumi no era el único manipulador que podía controlar personas, dentro del mismo Ryodan había quien podía hacerlo con exitosos resultados.

—Podría llamarlo de una vez para que se dé prisa en llegar —le respondió Feitan—, necesitas hacerlo antes de que te veas con el payaso imbécil.

—Sería buena idea. Tú tienes más creatividad para convencer a las personas…

Lo decían para atormentar al pequeño Zoldyck, era difícil distinguir sus intenciones con tanta pérdida de sangre y dolor muscular.

—No. Yo… yo lo contactaré —interrumpió Kalluto— a mí me hará caso.

—Bien, hazlo —contestó Feitan sin darle más rodeos y le entregó su teléfono celular.

Kalluto dudó una última vez, mientras miraba la pantalla de su móvil y marcó el número de su hermano.

El teléfono interrumpió una vez más justo cuando estaban en medio de un dulce beso de reconciliación. Killua rechistó con fastidio e Illumi tomó el aparato, pidiéndole permiso a Killua con la mirada para atender la llamada.

—No quiero que hables con ése maldito.

—Es Kalluto —intervino, sintió que la adrenalina recorrió su cuerpo, no era una buena señal, Killua de inmediato lo supo.

—Aniki…

—¿Dónde?, ¿cuánto tiempo? —le respondió.

Escuchó un golpeteo en el micrófono y una voz quejándose.

—¿Ahora si atiendes?, me da gusto que ahora comprendas tu posición, ¿lo quieres de vuelta?, es tu responsabilidad si estás muy lejos de la zona y no llegas a tiempo…

Su mirada se descontroló unos segundos, Killua lo vio y tuvo miedo. Más miedo que nunca antes. Ese hombre era poderoso, su mismo padre lo había advertido y ahora estaba buscando un enfrentamiento con su hermano; la posibilidad de perder a su persona más amada y a su hermana inocente que requería cuidados al mismo tiempo se presentó con la mayor fuerza que nunca antes hubiera visto. No sólo eso, Kalluto también estaba en juego, de pronto se dio cuenta del enorme problema en el que se habían metido.

—Tengo que ir Killua.

—¡Le dije! Le dije a ese idiota que se alejara del Ryodan, se lo advertí muchas veces. Te lo dije.

Estaba furioso. Illumi esperó paciente a que terminara de hacer su rabieta y repitió.

—Debo ir, Kalluto me espera.

—Vamos.

—No. No vamos, yo iré. Tú te quedarás aquí a cuidar a Alluka y a permanecer en un lugar seguro, ¿lo entiendes? —al fin con lentitud había caído en cuenta de la verdadera razón por la cual Chrollo le había mandado ese mensaje extraño y provocativo— él sabe que hay alguien importante para mí, desconozco si él sabe que eres tú, pero el mensaje que me mandó en la mañana era precisamente con la intención de molestarnos. Kil, quédate aquí y espérame.

La mirada de recelo de Killua le hizo darse cuenta que no sería sencillo convencerlo.

—Kil, por favor, haz lo que te pido.

—No quiero, por favor, llévame contigo, puedo cuidarme.

—¿Y a Alluka quién la va a cuidar?, ¿qué tal si alguien nos está vigilando ahora mismo y se la llevan?

Apretó la sábana que cubría su desnudez y se echó sobre su novio en un abrazo.

—No están muy lejos de aquí, en unas siete horas estaré de vuelta.

—No quiero que te lastimen.

—Estaré completamente bien, sólo sacaré a Kalluto de ahí y regresaré, ¿de acuerdo?

No tuvo opción más que aceptar. Se despidieron con un profundo beso, y lo dejó partir. Illumi se veía preocupado, más de lo que antes lo había visto. Así que no quiso llenarlo de más ansiedad y se contuvo de pronunciar cualquier palabra.

De todas las habilidades de Nimrod, todo su poder, había una herramienta que siempre consideró la más poderosa de todas: la magia del lenguaje. Prácticamente podía hablar idiomas imposibles, idiomas considerados como perdidos, una herramienta que era insospechada. Cuando lo escuchó hablar latín y arameo, no le pareció relevante, pero después, cuando conoció el egipcio antiguo, el lenguaje del edén, de babel, entre otros, creyó que era estúpido de parte de Nimrod el no usar esos idiomas en lugar de sus agujas, y pronto entendió el motivo por el cual evitaba hacerlo. Era extremadamente peligroso usarlos sin la comprensión absoluta de lo que se hacía, la paga por cometer un error venía desde la vacía nada de respuesta hasta convertirse en un burro sin tener regreso a su forma original; no obstante ese no era el más grande peligro, sino la cantidad de enemigos y gente interesada en conseguir esas habilidades, cientos de años en la historia, muchas personas buscaron los sonidos originales para los cánticos y encantamientos de los antiguos sacerdotes de diferentes regiones antiguas, no se podía practicar nada de esos antiguos rituales si no se poseía la verdadera entonación con la que debía ser ejecutado el trabajo. En cambio, él sí que lo sabía, todo y a la perfección, y si por casualidad alguien no apto se enteraba, se vería en la penosa necesidad de exterminarle junto con toda la posibilidad de personas que supieran su habilidad.

No podría acabar con Chrollo usando sus agujas, eso estaba claro, tampoco el entrenamiento Zoldyck le aseguraba una victoria. Además de que Chrollo estaría en ventaja al ocultar a su hermano con ayuda de sus aliados. Le quedaba una opción pacífica pero altamente peligrosa. Antes de proceder debía asegurarse por completo de que sus actos no tuvieran grandes consecuencias.

Llegó al basurero que Chrollo le había señalado, justo en el punto en que sintió su presencia, se aproximó con cautela, inspeccionando que no hubiera más testigos.

—¿Dónde está mi hermano?

—Illumi, por supuesto que te lo regresaré, pero primero debes cumplir tu parte.

—¿Qué es lo que quieres?

—Kundalini. El ritual, los cánticos egipcios, mis amigos y yo los requerimos. Quiero que lo realicemos juntos para aprender de ti.

Le sonrió, Chrollo no se había dado cuenta que desde que le había hablado, había usado el lenguaje del Edén, aquel que es comprendido por cualquier ser viviente en la tierra, sin importar su forma, especie, ubicación o edad; no importaba si Chrollo no lo hablaba, igual lo entendía, y lo escucharía como si fuera un idioma normal a menos que estuviese prestando mucha atención. Usando el idioma que Nimrod hablaba con Killua para forzarlo a sentir placer, podía convencer a Chrollo de devolverle a su hermano sin temor a represalias, por lo menos no las tendría en ese momento. Chrollo sería consciente del abuso al que fue sometido hasta después, cuando él ya estuviera lejos con su hermano y el efecto del encantamiento sobre Chrollo pasara. Es decir, aproximadamente un día completo antes de darse cuenta que había sido duramente engañado.

—Tengo una mejor idea. Trae aquí a mi hermano, me lo llevaré y no te daré nada, otro día nos vemos.

—Entiendo.

Chrollo sacó su celular, marcó a Feitan y dio la orden.

—¿Por qué?, ¿no se supone que primero ibas a hacer el ritual con él?

—Las cosas han cambiado, necesito que lo traigas ahora mismo.

Feitan se extrañó por la contradictoria acción de su líder, pero no lo cuestionó, tal vez su contrincante era demasiado complejo como para jugar de ese modo, o cualquier cosa pudo haberse presentado que le complicara el trabajo. Llevó al menor al lugar señalado. Kalluto no podía caminar, e iba en brazos del tipo que cuidaba que no se lastimara más, eso le parecía un tanto confuso, a veces no comprendía para nada las actitudes del Ryodan.

—Entrégale a Kalluto, ya luego nos veremos, ¿de acuerdo?

—Así es —respondió Illumi tomando a su hermano, ahora sí hablando en el idioma del cazador. Se apartó tan pronto como acomodó a Kalluto en sus brazos.

Se fue a toda prisa sin mirar a su hermano. Estaba avergonzado de no haber previsto la situación antes. Se preguntó por qué no había hecho, si era evidente que pasaría; se confió en que el niño le daría tiempo para ocultarse de Hisoka y Chrollo cuando ese no era problema de él y además era un niño, apenas tenía doce años, no podía hacerle algo así. En silencio lo llevó hasta un hospital privado, y dejó que allí le atendieran.

—No me puedo quedar aquí, pero tampoco te puedo dejar sólo de nuevo. Llamaré a casa para que vengan por ti, vas a volver a la montaña.

—¡No! No, por favor.

El menor estaba recostado sobre la cómoda camilla, le habían limpiado las heridas, y cambiado las vendas por unas nuevas, la atención dada por Feitan había sido lo suficiente buena como para sólo encargarse de algunos simples detalles.

—Kalluto, no puedes estar en el Ryodan, Killua te lo dijo, yo te lo repetí. No puedes.

—No iré con ellos, mírame. No soy parte de ese grupo, ya no —su voz sonaba herida— no quiero volver a casa, no puedo dejarlos solos ahora.

—Llamaré a casa —sacó su móvil.

—¡No! —imploró—, yo lo haré, yo llamaré y le pediré a mis mayordomos que vengan a cuidarme, por favor, no me regreses a casa.

No podía hacerle eso. Estar cerca de Kikyo debía ser una pesadilla también para Kalluto; sabía que su padre no lo atendería porque no se responsabilizaba de él; en cambio esa mujer loca que de seguro iría y le echaría en cara que era un asco para protegerse a sí mismo, y le reclamaría por no haber logrado el objetivo inicial. Es decir, devolver a Killua a casa.

—No puedo dejar que Killua te vea así, Kalluto. Él se va a enojar mucho y perderá el control, no puedo dejarlo solo ahora porque está batallando mucho consigo mismo.

—Lo sé. Lo noté en la mañana… Por favor, dame esta oportunidad. Iré a verlos cuando mis heridas estén completamente sanas, prometo no darte cargas.

Sintió mucha pena por él, rogando por una oportunidad que también le asustaba mucho. No quería que el Ryodan lo buscara para torturarlo otra vez. Estando en casa, al menos tenía la seguridad de que nada le ocurriría.

—Kalluto, no eres una carga —se sentó a su lado—. Podrás vernos cuando quieras, pero ten mucho cuidado, por favor háblame todos los días, quiero saber que estás bien, ¿de acuerdo?

—Te mantendré al tanto, no sé si todos los días, pero lo haré… —asintió con una sonrisa que no pudo evitar, era la primera vez que sentía que alguien con autoridad se preocupaba auténticamente por él y estaba agradecido—, llamaré a mis mayordomos, estaré bien.

Se quedó hasta que la guardia de Kalluto llegó, una agrupación de mayordomos que no sabía que trabajan juntos y que eran aliados fieles del chico. Se sorprendió bastante de verlos ahí tan serios y preocupados por su pequeño amo, les delegó la responsabilidad de la seguridad del niño, y les ordenó que estuvieran en constante movimiento para que el Ryodan no pudiera localizarlos; una vez repartidas las órdenes, se marchó de vuelta a los brazos de albino, quién le esperaba con angustia.

.'.

Apenas llegó a la puerta, el albino se acercó a él para hundir su rostro entre la tela de su ropa. Estaba alterado, su respiración fue calmándose lentamente. En cuanto se separaron Killua le examinó con la mirada de pies a cabeza repasándolo como si estuviera esperando ver algún detalle nuevo en su cuerpo.

—Estoy bien —le contestó—, no estoy herido ni nada por el estilo.

—¡Illumi! —escuchó los pasos apresurados de Alluka, la chica llegó corriendo hasta meterse entre ellos dos—, ¡¿y Kalluto?! Killua me contó lo que pasó, ¿dónde está él?

Hasta ese momento el albino no había notado la ausencia del menor, y también le extrañó bastante la ausencia de Kalluto. ¿Cómo era posible que su hermano llegara intacto si se suponía que había ido a pelear por recuperar a su hermano menor?, se preguntó si por casualidad la historia que le había contado era mentira, aunque era imposible, él mismo vio cuando la llamada provenía de Kalluto. Muchas ideas oscuras pasaron por su mente en esos momentos pero se guardó sus ideas para otro momento.

—Lo dejé en un lugar seguro.

—¿Dónde? —cuestionó Killua. La seriedad de su mirada preocupó a ambos, Illumi y Alluka.

—En un hospital, estaba herido —contestó apenado de decir la verdad. Alluka casi rompe en llanto, un Zoldyck no iba al hospital por cualquier cosa—, pero ya está bien.

—¡Quiero ir a verlo! —Alluka tomó la mano de Killua y recargó su rostro en su hombro para insistirle en que le hiciera caso.

Killua se quedó quieto, ignorando la insistencia de su hermana. Por alguna razón la mirada inquisidora de Killua le estaba angustiando, tuvo la tentación de solicitar hablar con él en privado pero temía empeorar las cosas. El muchacho acarició los cabellos de su hermana abrazándola para darle confort.

—Tranquila Alluka, si Illumi está aquí es porque Kalluto está bien. Vamos, regresemos.

Una vez dentro el departamento, le pidió a Alluka que se marchara a su cuarto, alegando que deseaba hablar a solas con su hermano. Illumi ya se imaginaba lo peor mientras veía a la chica alejarse. Killua atravesó la puerta de su habitación y se cruzó de brazos, recargándose contra la pared; su mirada fija en él le provocaba escalofríos al morocho, el cual desconocía el motivo por el cual era examinado de ese modo tan intrusivo.

—¿Fuiste por Kalluto?

—Sí.

Lo miró de pies a cabeza.

—Y estás intacto…

De inmediato captó la indirecta. Le fue imposible no molestarse, no era justo; había sido bastante descortés de parte del albino el tratarlo de ese modo, como si estuviera jugando con sus sentimientos o tratando de engañarlo; ya sabía que cosas así ocurrirían puesto que Killua estaba particularmente sensible y cualquier cosa estaba presta a ser malinterpretada. Coloco ambas manos en sus caderas, en una postura de poder para intimidarlo.

—¿Querías que regresara bañado en mi propia sangre?

Cayó en cuenta de la grosería que acababa de decirle a su amante, estaba bien, reconocía que temía no ser tomado con seriedad, pero tampoco era para acusarlo de infidelidad sólo por un par de cosas que no eran de su conocimiento.

—¡No, claro que no! Pero… ¿qué pasó entonces?, te veo intacto, y se supone que fuiste a arrebatarle a Kalluto a ese bastardo.

—Kil… no puedo creer que estés desconfiando de mí —bajó los brazos y Killua dio un paso adelante, agachando el rostro con pena—, ¿te he dado motivos para dudar de mí?

—No es eso, pero…

—Ven —cortó, se inclinó para tomarlo de la mano y jalarlo para darle un buen abrazo— supongo que un día íbamos a pelear.

—No estoy peleando.

Illumi soltó la risa.

—No, por supuesto que no estás peleando, estas molesto por algo en tu mente que no me has dicho pero que ahora me dirás.

—No es nada.

Si decía que no era nada, no lo presionaría, le daría tanto espacio como él requiriera porque lo amaba, respetaría su silencio.

—¿Qué pasó? —preguntó el albino, todavía con vergüenza de su actitud.

—Te lo contaré, pero quiero que nos calmemos un momento.

—¿Estás molesto?

—Sí…

Apretó la tela de la ropa del morocho. Él era el único culpable de que Illumi estuviera molesto, era su responsabilidad hacerlo sentir mejor, después de todo, le dijo indirectamente que era un mentiroso cuando Illumi se esforzaba por decirle siempre la verdad. Prácticamente era la primera vez que lo hacía enojar; nunca se le había cruzado por la mente que él pudiera sentirse de ese modo por algún comentario suyo.

—Estoy bien —acarició su espalda— quiero recostarme un momento.

—Vamos a la cama entonces.

En silencio se subieron a la cama, acomodándose el uno junto al otro. Illumi, todavía molesto, lo acunó en su pecho para darle calma, para mostrarle que, pese a su enojo, no se olvidaba de lo valioso que él seguía siendo para su vida y que no cambiaría nada por un desliz de palabras. Por supuesto Killua se desesperó un poco porque deseaba conocer la historia, pero después de haberlo insultado no se sentía con el derecho de exigir que se pusiera a narrar algo que parecía difícil. Illumi se fue calmando de poco en poco, estructurando el modo en que le contaría los sucesos a su niño, hasta que voluntariamente decidió hablar.

—Si yo hubiera decidido ir por el camino difícil, habría tenido un enfrentamiento muy duro con Chrollo… —comenzó a explicar— Hay una filosofía familiar con la que estoy de acuerdo, ¿sabes?, eso de pelear para ganarse la vida simplemente va muy bien conmigo. ¿por qué arriesgar mi vida sin obtener nada a cambio?, eso es lo que pienso, y gracias a las cosas que aprendí con el ente de Nen, puedo decir que sé cómo evadir una pelea. Eso fue lo que hice, controlé la situación para no pelear.

Killua tragó saliva, y preguntó.

—¿Qué hiciste?

Illumi se preparó, se sentó en la cama y el albino le siguió. Sentándose junto a él.

—Por mucho tiempo aprendí cosas que me preguntaba por qué el ente no las usaba para su beneficio. Él sabía cómo manipular a las personas y sacar todo lo que deseaba de donde lo deseaba, incluso era capaz de predecir el futuro, sin embargo, por una razón que yo desconocía, jamás las usaba y prefería usar mis habilidades para resolver sus conflictos.

Killua le observaba atento, intentando adivinar a lo que se refería. La risa de Illumi le desconcertó por un segundo.

—Le pasó lo mismo que le pasa a todas las personas que tienen un poco más poder que el resto: menospreció a sus oponentes. Creía que sus habilidades eran demasiado para ser usadas en seres diminutos como nosotros.

Sí el morocho le estaba explicando todo eso debía ser por un sólo motivo, quería decir que había empleado una de esas oscuras habilidades que había ganado.

—Hay un lenguaje universal que es el primer lenguaje de la humanidad, el lenguaje del Edén.

Killua sintió escalofríos. Reconocía ese lenguaje.

—No importa si tu no hablas ese idioma, tu ser entero lo reconoce; puedes hablar con la naturaleza, con los animales y todos te entienden y obedecen. Ese lenguaje podría ser un arma poderosa.

Sí, Killua lo reconocía. Su cuerpo se doblegaba ante la voluntad de Nimrod cuando comenzaba a usar ese idioma en su cuerpo. A exigirle que sintiera placer.

—Entonces le pediste a Chrollo que te devolviera a Kalluto.

—Así es.

—¡Hablas el idioma del Edén! —exclamó impresionado, ahora que lo comprendía le parecía espléndido. Su novio era maravilloso por donde le viera.

—No lo digas en voz alta, Kil. Ese idioma no debería saberse por nadie. Si alguien peligroso se entera de que yo hablo el idioma del Edén, será el fin para nosotros… Los Iluminados no nos dejarán en paz —se quedó en silencio, pensativo—. Hay algo que debo decirte, pero no he sabido cómo hacerlo…

—Pues este es un buen momento para comenzar a hablar —suspiró, temía seguir descubriendo más y más cosas incómodas que terminaran por complicar más su relación.

—Chrollo sabe lo nuestro.

—¡¿Qué?!

—Por eso mismo mandó ese mensaje, para hacerte enojar. Supuso que estaríamos juntos y no se equivocó.

—Ese maldito…

—Sí —no lo dejó quejarse—. Lo que quiero decirte es, la verdad, no me importa que él lo sepa, ni que nadie más lo sepa. Incluso… preferiría que todo el mundo supiera de nuestra relación… No me preocupa en lo más mínimo. Si acepto a mantenerla en privado es por ti, no quiero que nadie se meta contigo.

—El hecho de que Chrollo lo sepa es bastante peligroso, Illumi… él podía usar esto a su favor y lo sabes.

Sí, podía pasar. Chrollo podría intentar separarles para despertar a Nimrod y eso sería su perdición.

—En caso de que pudiera usarlo —volteó a verlo con una expresión que denotaba su confianza— es preferible que se centren en eso, que crean que es una debilidad, porque las habilidades que yo poseo me pueden servir para recuperarte siempre. Por eso, y por muchas otras razones, es preferible que la gente no sepa que hablo el idioma del Edén, el egipcio antiguo, y otros más. Puedo usarlos como armas.

Killua abrió la boca con sorpresa y lo volteó a ver.

—Así que todo este tiempo tenías un plan b, c, d y e.

—No podría dormir si no pudiera protegerte —besó su frente.

Killua estaba feliz de saber que estaba con la persona más precavida del mundo, que además le cuidaba, atendía, respetaba y pese a que no le decía verbalmente que le amaba, lo sabía, dentro de su corazón intuía sus profundos sentimientos. Sin embargo él había comenzado a sentirse poca cosa comparada con él; Illumi tenía muchas habilidades y conocimientos que para él era interesantes y superiores a los suyos, siendo que no tenía motivos para alegar tales cosas; se la pasaba comparándose con él y eso provocaba que se viera a sí mismo como un cero a la izquierda cuando estaba con él.

—Yo también quiero hacerlo Illumi… —murmuró, se suponía que ahora él era su responsabilidad, debía protegerlo del mismo modo. En caso de que cayeran en alguna trampa y se veían forzaban a permanecer separados, él no sabría cómo enfrentar la situación sin recurrir a métodos violentos y peligrosos.

—¿Qué cosa?

—Protegerte, protegernos… no me siento bien con saber que sólo tú podrías actuar. ¿tendría que quedarme como princesa en un castillo hasta que llegues por mí?, eso es absurdo.

—Princesa —repitió con gracia y soltó la carcajada.

—Enséñame —continuó.

Illumi lo vio extrañado por la petición.

—El idioma del Edén, la magia —remarcó.

Tuvo el impulso de negarse, de hecho lo iba a hacer pero la expresión seria de Killua le frenó.

—Yo recuerdo ese idioma, sé lo poderoso que es. Es el idioma que Nim…

—No lo digas —le tapó la boca, detestaba recordar esos momentos, lo odiaba profundamente, no quería visualizar de nuevo esos ojos llenos de lágrimas, su agonía interior, llamándole para pedirle que le rescatara de ese horrible ente—. No quiero recordarlo.

Quitó la mano que le cubría la boca.

—Illumi… estoy bien, ya pasó. Estás aquí y eso es lo que más me importa ahora.

En momentos como es no podía más que maravillarse. Killua era tan noble y dulce que no podía creer que le estuviera otorgando una oportunidad tan valiosa como esa. Lo adoraba. Pese a que detestaba la idea de enseñarle esos idiomas, sabía que cedería ante sus deseos.

—Bien, te enseñaré el idioma del Edén.

—Y los otros idiomas.

—Y los otros idiomas… pero debes prometerme que no los usarás mas que en situaciones extremas, ¿entendido?

—Sí.

Su corazón latió rápidamente. Estaba emocionado por aprender algo nuevo y poderoso. Estaba ansioso por ya no ser una princesa a la espera de su héroe. Sería útil para Illumi y eso era algo que anhelaba. Illumi siempre pagaba sus gastos, le cuidaba de todo; en algunos momentos llegó a darse cuenta de que, por las noches, mientras dormían juntos, el morocho solía despertar a revisar que no tuviera frío o calor, que estuviera cómodo; vigilaba que estuviera bien; le daba todo el amor que podía darle una persona tan seria y apartada como lo era él. Participar en algo que Illumi hacía bastante bien, valía la pena. Quería hacerlo, y esforzarse para que su hermano lo viera y le admirara tanto como él lo admiraba.

¿Y bien?, ¿qué les parece? es una locura esto...

Yuuki, hermosa, eres la única que me lee por aquí, lamento la demora, pero ya ves... la vida de mierda que llevo.

Nos vemos el 8 de Febrero y no saben los nervios que me dan porque el 9 me voy a Argentina unos días

Con gratitud para Chiru y KaiD23.'.