Tengo que decirlo, es probable que me vaya a Hiatus por una cuestión de necesidad, Togashi está cambiando todo lo que yo tenía planeado y quizá me sea conveniente esperar a que termine de publicar para yo seguir la historia, dado que esto no es un AU precisamente, yo les anunciaré en mi fanpage de facebook (lo encuentran como loveoverxshimja) cuando entre en Hiatus, lo siento.

HADOS

Capítulo 16

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La puerta se cerró con un golpe seco, Zeno al fin los había dejado solos y los muchachos se tranquilizaron. Illumi, quien permaneció sentado todo el tiempo, fue el primero en moverse; tomó al albino por la cintura y lo abrazó por detrás, colocando su cabeza sobre la espalda baja del menor, quién se ruborizó por el gesto. Illumi estaba avergonzado de sí mismo, se suponía que por ser el mayor debía levantarse y salir en defensa de su pequeño amante, sin embargo, su debilitado cuerpo y su temor por provocar un problema más al albino, le detuvieron en su deber. No tenía valor para argumentar a su favor.

—Illumi… tus heridas, déjame revisarlas.

Se movió un poco, pero Illumi no le dejó ir. Esperó unos segundos largos hasta que su hermano decidió soltarle, con una expresión de arrepentimiento por ponerlo en esas circunstancias.

—Está todo bien, Illumi. No necesitas actuar de este modo —pero no obtuvo respuesta y comprendió que no era momento para dramas, su hermano necesitaba su atención, así que se arrodilló a su lado para ver de cerca su costado herido.

—Debería coserte, es bastante profunda —Illumi se alzó de hombros, sin darle importancia—. No tengo nada para eso, pero la desinfectaré y vendaré. No te vayas a mover.

Illumi estaba maravillado por el acto de nobleza dirigido a él. Nunca en su vida se había sentido tan especial y amado, no tenía palabras para agradecer el gesto de amor. Jamás se le ocurrió que algo así podía ocurrirle a él.

Killua tomó una gasa limpia, la roció con medicamento y procedió con la limpieza, como muchas veces aprendió de su hermano. Intentó ser tan cuidadoso y protector como pudo con todas y cada una de las heridas de su hermano y, al terminar, vendó la herida más grave y lo observó, satisfecho de ver una imagen más recuperada y alentadora. Llegó la comida que había ordenado y se sentó junto a su hermano, advirtiéndole que no estaría tranquilo hasta que lo viera comer.

Tenía mucha hambre, y prácticamente devoró todo lo que le llevaron, sin fijarse en esos ojos curiosos que lo vigilaban entre bromas que intentaban animarlo después de días de soledad. En cuanto terminó, se acomodó sobre la cama, al fin tranquilo después de tanta sutil agonía, se recargó en la pared, con las piernas contra su pecho, y jaló al albino para que se sentara en medio de ellas, y así abrazarlo durante los pocos minutos que les quedaban.

—No sé si me deba acostumbrar a esto —le confesó—; no sabía lo bien que se sentía ser tratado así.

Cuando se trataba de su niño, le era fácil hablar, expresar todo lo que sentía en su interior.

—Claro que sí, deberías acostumbrarte —se rió, adoraba que su hermano lo abrazara y mostrara cuánta confianza tenía en él.

Besó su cuello y lo apretó suavemente, para no lastimarse, después de todo Killua se había esforzado mucho por curarlo. No quería soltarlo, ahora menos que nunca. Estaba tan feliz que no podía contener sus ganas de darle toda su atención. Entre tanta comodidad sintió que era buen momento para abrir su corazón.

—Yo siempre supe que era aborrecible a todo el mundo. Sé que los mayordomos no me atienden gustosos, que el abuelo no piensa bien de mí, que mamá me detesta y papá sólo me usa —estaba tan satisfecho que no le daba miedo hablar de esas cosas con su niño, si estaba rodeado de amor ¿por qué tendría miedo de ser él mismo?—. Nunca me atendían cuando salía herido, jamás se interesaron en mí. Cuando estuve más grande, vi que hacían estas cosas por Milluki, y yo no lo vi mal, porque era muy inocente, creía que era obvio porque Milluki tenía muchos problemas con su cuerpo. No sabía cómo expresarme hasta que llegaste a mi vida.

Killua estaba atónito por lo que escuchaba. Era la primera vez que lo oía hablar con tanta libertad, contar cosas terribles como si no fueran relevantes. Justamente esas cosas que tanto le intrigaban, pero que no era capaz de preguntar.

—Yo… sé que soy muy torpe para decir y hacer cosas que quizá para otros son obvias, pero… —se arrepintió de seguir, no quería darse alabanzas por todo su esfuerzo durante los años pasados. Se aguantó en silencio, esperando no haber arruinado el ambiente.

—Hiciste lo que pudiste, Illumi —se acurrucó en su pecho, apretando la mano del morocho—. Y estamos aquí gracias a eso.

En su mente, situaba la historia de su hermano entre los héroes y las personas admirables que conocía. Un chico débil y solitario, que se esmeró por entrenarle y darle una mejor vida, y que por causa de su inocencia cayó en muchos problemas, pero que de todo se levantó; y ahora era un gran erudito que le trataba con delicadeza y devoción, tanto que no le dejaba espacio para dudar de su amor. Si alguien se sentía seguro de su relación, ese era Killua.

Se levantó de su lugar, se dio la vuelta, arrodillado frente a su hermano. No quería perder la oportunidad de besarlo otra vez, besarlo muchas veces porque no sabría cuando volvería a sus brazos. Illumi lo atrajo hacia él, acarició su espalda, y poco a poco lo fue recostando sobre la cama, cubriendo su rostro y cuello con más besos. Olvidaron por completo el tiempo y el lugar. Concentrados en lo que sus cuerpos les pedían, hasta que el ardor de la herida le recordó al mayor que debía ser cauteloso, su abuelo volvería pronto y no quería que maltratara a su niño, por sus acciones. Se separó de él.

—La herida… —dijo, como excusa para detenerse.

—Pero…

—El abuelo vendrá en cualquier momento.

Pero lo único que le importaba en ese momento era él, en cuánto lo amaba. Sabía que una vez que pusiera un pie fuera del cuarto, el recuerdo de las heridas en su cuerpo le iban a atormentar toda la noche, la preocupación de no saber si estaba en un buen lugar no siendo alimentado como debería. A sabiendas de que su hermano estaba constantemente luchando por hacer las cosas bien cuando era preferente escapar y protegerse. Deseaba, aunque sea darle una pequeña satisfacción antes de partir. Se levantó sólo para alcanzar sus labios una vez más y exigirle su atención.

—Kil —murmuró entre besos.

Las manos del albino se escabulleron entre su ropa, tocando la piel descubierta, ansioso por sentir más de él y, accidentalmente, comenzaron a excitarse cada vez más.

—Quiero hacerlo… —rogó al oído del morocho, frotando su cuerpo para dar énfasis a lo que deseaba.

—Mmm… —gimió en respuesta, moría por hacer el amor con él, pero no era posible, el abuelo llegaría en cualquier momento y tendría que negarse a hacerlo— tenemos poco tiempo.

—Entonces hay que darnos prisa.

Tomó su mano y la apretó contra su pecho, donde estaba su corazón.

—Quisiera, Kil, pero nada me haría enfadar más que el abuelo entrara y te viera. Yo debo tener la completa exclusividad de verte así. Soy un tipo muy celoso.

Se miraron a los ojos, y se dijeron todo lo que deseaban a través de ese instante; lo frustrante que era tener que esperar, saber que se separarían sin ninguna garantía de que se volverían a ver, trasmitiéndose el amor intenso que se guardaban. Poco a poco se fueron calmando, ya habría tiempo de hacerlo, de salir, y entregarse como otros días.

Disfrutaron sus últimos momentos tanto como pudieron hasta que Zeno regresó, llamó a la puerta antes de entrar y se llevó a Killua con él, mientras que el menor le dirigía una última mirada de enamorado al único que llenaba su corazón. Lo escuchó suspirar en el trayecto a su cuarto, no hablaron de nada, no tenían nada qué decirse. Además, sabía que terminarían en una discusión infinita si comenzaba a reprocharle.

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Antes de confirmarle a Killua el resultado de los médicos, optó por la sensata idea de hablar con la única persona que había presenciado ese cambio de cerca y que seguramente tendría mucho qué decir al respecto. Preparó todo para una reunión especial con Alluka, no temía a la criatura de su interior, era lo bastante inteligente para controlarla. Por supuesto, él desconocía lo ligado que estaba el espíritu de Alluka con el de Illumi. En cuanto estuvo listo, se encerró en esa oficina blanca, para no atraer la atención de la entidad, y con todos los recursos necesarios para mantener a la niña feliz. Tomó aire y entró, la muchacha estaba sobre el gran sofá, uno alto y lleno de cojines, que hacían parecer a la chica mucho más pequeña de lo que ya era; sus pies se balanceaban de arriba abajo mientras esperaba impaciente a que la sacaran de ahí. En cuanto vio a su abuelo se percató de que algo no muy bueno estaba por ocurrir. Ambos se quedaron viéndose en silencio. Era la primera vez que tendría una conversación más o menos decente con ella.

—Alluka —le llamó por su nombre, quería dirigirse a ella y sólo a ella, no terminar invocando a la criatura en su interior—, debido a que este último tiempo has estado todos estos días junto a Killua, quiero conocer tu sincera opinión al respecto de la situación que ha estado ocurriendo con él.

Ella no respondió. Sólo miraba al anciano entre molesta e intranquila, no estaba acostumbrada a recibir atención por parte de la familia, salvo que necesitaran uno de sus favores. Ese día le habían tomado por sorpresa y ahora se preguntaba qué tanto debía decir para proteger a su hermano.

—Tú sabías de todo esto, ¿cierto?, de la relación entre Illumi y Killua.

Ella miró al suelo, fingiendo no entender lo que le decían, pero Zeno no era tonto. Caminó hacia el sofá y asestó un golpe contra el brazo del sillón para llamar su atención. La pequeña se sobresaltó, mirándolo fijamente, todavía temerosa de responder a la pregunta.

—No me ignores, piensa que esto es importante para tu hermano. No quieres que algo malo le ocurra, ¿verdad? —ella asintió, pero todavía no se atrevía a mirarlo a los ojos— No es malo lo que te estoy preguntando, sólo quiero saber lo que tú piensas al respecto.

Kalluto se lo había dicho hace mucho. Estaban preparados para enfrentar esta situación, y se puso a repasar en su mente sus planes con su hermano menor. Kalluto constantemente le repetía que en el momento en que ellos dos fueran descubiertos requerirían de todo su apoyo para salir de la dificultad. Siempre se lo repetía para animarla a seguir. Repasó en mente las palabras que su hermano menor le había dicho para cuando tuviesen que enfrentar a la familia.

—Alluka, responde ahora mismo —demandó.

La chica tembló y tragó saliva antes de atreverse a hablar.

—Yo… bueno, ellos… no pienso que esté mal.

Fue una respuesta tímida e insegura, por supuesto que esto no iba a convencer al anciano, el cual parecía mucho más severo de lo que ella recordaba. Le intimidaba esa mirada fija en ella, tan desconocida y familiar a la vez.

—No quiero que me respondas lo que ellos te enseñaron a decir, se honesto conmigo. Di la verdad, no te pasará nada. Lo prometo.

Pensó de nuevo en todo lo que acordó con Kalluto, el por qué era importante que Killua siguiera bajo ese efecto y no viviera la situación como una pesadilla. Pensó en lo terrible que sería destruir su corazón que tanto había pasado por penas y cargas si no se tomaba con seriedad esa oportunidad de abrir camino en el corazón de su abuelo.

—Es en serio —esta vez contestó más firme, de los nervios las palabras comenzaron a salirle como gritos—, Killua es feliz, Illumi nos trata bien a ambos. Es respetuoso y dedicado con mi hermano.

Particularmente no creía que ella estuviera enterada de los problemas del hombre de la Y, pero tenía que probar antes de afirmarlo.

—¿Y sobre el asunto del hombre de la Y?, ¿no te preocupa que Killua esté atado a él por siempre?

La respuesta por supuesto era un sí, pero no lo diría. No en voz alta.

—Es precisamente por esa causa, que creo que es mejor que las cosas estén así. No pienso involucrarme más, ni decir nada sobre ellos. Nadie mejor que ellos saben cómo es el problema, y qué es lo que los mantiene juntos.

Nunca creería que esa niña pasó años de su vida encerrada en un cuarto con tan extenso vocabulario y buena habilidad verbal.

—¿No lo ves mal?

—No.

—Son hermanos —objetó, analizando la expresión de ella para ver si encontraba alguna trampa de Illumi.

—¿Y?, si ellos piensan seguir con esto seriamente, entonces no veo qué les impide reconocer sus sentimientos.

Se preguntó en qué momento había aprendido a mentir con tanta naturalidad, probablemente estaba en su sangre Zoldyck. Era imposible detectar uno de esos juegos mentales de Illumi, a menos que se dejara de tonterías y terminara por reconocer que su nieto no tenía nada que ver en las respuestas de la chica.

Zeno la miró como quien viera a un animal desconocido y soltó una sincera carcajada, la ironía de la situación le rebasaba. Estaba claro que no podría ejercer lucha contra esa relación, tenía todo en su contra. Nadie relevante en la vida del albino le apoyaría para alejar al chico de su hermano. Esperaba encontrar un poco de oposición en alguien tan cercano a Killua, si tan sólo encontrara un aspecto negativo en esa relación, podría usarlo como excusa para desestimar al morocho y sacarlo de su vida. No obstante se había encontrado con un muro impenetrable. Estaría solo en esto si pensaba proceder en su contra. Se vio en la penosa necesidad de reconocer que era mejor dejar a un lado su oposición para reconocer que ya no le quedaban armas.

Se dio la vuelta, abrió la puerta de la oficina e hizo que una escolta llevara a la chica nuevamente a su cuarto. Ya estaba claro, sólo quedaba una cosa más por averiguar: la profundidad de los sentimientos de ambos muchachos. Una cosa era permitirles caer en la desgracia de jugar con sus sentimientos y otra muy diferente era tomarlos en serio. Si esos dos planeaban estar juntos, aun contra todo pronóstico, entonces más les valdría que tuviesen en consideración que su relación tendría graves consecuencias si llegase a terminar por cualquier tontería, no sólo por la entidad, sino porque su relación como hermanos quedaría dañada de por vida y no debía afectar a la familia en ningún modo. En ese caso, los obligaría a tomarse en serio con tal de no permitir una ruptura de un día para el otro.

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Killua daba vueltas de un lado a otro, sobre la cama. No podía dormir, llevaba horas pensando en Illumi, su estado era terrible; sucio, triste, herido, hambriento y en un lugar que le provocaba tormento. Estaba sufriendo por imaginar que él volvería a ese cuarto y que ignoraría su condición hasta que las cosas empeoraran. Por supuesto que era su imaginación, puesto que olvidaba que Illumi seguía siendo un Zoldyck, es decir, estaba lo suficiente entrenado para resistir el dolor y las condiciones extremas. En su corazón le entristecía verlo en ese estado, ya no era capaz de verlo sufrir como si fuera cualquier cosa. Dio otra vuelta en la cama, intentando concentrarse en dormir, pero la imagen de Illumi regresaba, quería apretar su mano, besarlo, no podía soportarlo. Era tan doloroso, que se levantó de la cama, miró hacia la pared con el vacío en su corazón, se quedó en ese estado decaído hasta que decidió que no le quedaba más por hacer.

Salió del cuarto y llamó a la puerta de Alluka; no esperó respuesta, entró y se recostó a su lado. Su hermana lo observó, estaba oscuro pero pudo intuir lo que ocurría, tomó la mano de Killua y le consoló como mejor pudo.

—Vi a Illumi… —murmuró, la oscuridad le daba confianza para hablar abiertamente— se veía terrible, tan débil, triste… no puedo dormir, no…

—Él está bien Killua —bostezó—, él sabe cómo cuidarse.

—Es que… se ha esforzado mucho, se quedó aquí pese a que el abuelo lo ha tratado mal.

—Él abuelo sólo te está defendiendo de lo que él cree que está mal.

No prestó atención a esas palabras, estaba más preocupado por terminar de expresar sus propias emociones.

—Es que… Alluka… él debería huir, no quedarse a que le den ese trato tan despreciable.

Escucharlo hablar así le sacaba de quicio, ella podía ver a través de sus palabras, y sabía que estaba diciendo cosas sin sentido —al menos desde su punto de vista—. Se acercó un poco más para murmurar su respuesta y ser escuchada está vez.

—Preocúpate primero por ti. No podrás hacer nada por él ni por nadie si sigues actuando de este modo, no has comido bien y no duermes por más que te lo insisto.

—Allluka —se sintió herido, él quería desahogarse, no escuchar un montón de consejos no solicitados. Además, él no era tan egoísta como para no darle importancia a lo que sentía su novio— es que no lo entiendes.

—¿Qué cosa? —respiró hondo, era la madrugada y su hermano le estaba robando el sueño que con tanto esfuerzo había conseguido después del susto con su abuelo.

—Él está sufriendo, por mi culpa. Esto que le ocurre es por mí culpa, porque él quiere estar cerca de mí, y yo no puedo hacer nada. Esto es demasiado para mí, no entiendo cómo puede ser tan noble…

Alluka vio con claridad el efecto espejo que Killua proyectaba, ahí el noble no era otro sino el albino. Tomo una gran bocanada de aire para asegurarse de llamar la atención.

—Killua, él no está haciendo nada que no le corresponda. No es ser noble, es ser responsable. Bien pudo habernos abandonado y tendríamos que resolver el problema desde otra perspectiva. En cambio, sigue aquí porque sabe que lo que hace está mal —se quedó en silencio, apenas había captado que no era un buen momento para expresarse sin filtro alguno—. Killua, está mal, y lo sabes, él lo sabe; entiendo que lo veas como tú novio porque entre ustedes rechazaron la idea de ser hermanos, pero eso no borrará el lazo consanguíneo que comparten; ni cambiará la forma en la que yo, Kalluto o cualquier otro miembro de la familia los vemos a ustedes, para mí Illumi y tú seguirán siendo mis hermanos. Para comprender lo que está pasando primero tienes que entender cómo nos sentimos nosotros… es… entiendo que es difícil, pero también para nosotros es difícil. Lo que quiero que entiendas es mmm… —comenzó a ponerle nerviosa el hecho de que Killua no respondiera y entre la oscuridad era difícil calcular si lo que le decía estaba pasando su límite o no—. Illumi lo sabe, y sólo está acatando las consecuencias de sus actos por ser el mayor. No te sientas mal por cómo lo traten, porque son sólo eso… consecuencias de algo que ambos saben que está mal y es difícil de aceptar para nosotros.

El albino quedó en silencio, mirando entre las sombras del cuarto a su hermana, giró el rostro y sintió la humedad de la almohada, provocada por las lágrimas con las que había empapado la tela. Ahora veía las cosas con claridad, todo el tiempo se había pasado pensando las cosas desde su perspectiva, es cierto, sentía dolor por lo que Illumi sufría pues él era su amante y lo adoraba, veía todas sus acciones como algo hermoso y lleno de bondad, pero siendo objetivo, él debía hacerlo, estaba en deuda con la familia por cometer un acto tan atroz con su hermano menor, no tenía derecho a defenderse; analizándolo con mayor profundidad, debía reconocer que Illumi merecía más castigo, si se había mantenido a salvo se debía a su oportuna intervención, podía apostar que por eso mismo su abuelo se había resistido a matarlo cuando estuvo a solas con él. Respiró hondo, y se calmó.

—Gracias —apretó la mano de Alluka, enlazando sus dedos con los de ella— me duele, de todos modos, me duele, sin embargo, creo que puedo con esto.

El hecho de que reconociera la verdad no disminuía su dolor, pero al menos ahora sabía qué actitud tomar. Esta vez esperaría con más paciencia hasta que su abuelo le dejara volver a estar con su hermano.

Zeno iba a llevarlos al límite, ese era su propósito ahora, no era gusto propio sino una necesidad; quería asegurarse de que esos dos no estuvieran jugando con sus sentimientos y esa relación perdurara un tiempo largo, por lo menos hasta que Illumi quedara libre del ente de Nen. A la tarde siguiente, buscó a Killua para darle la noticia sobre sus resultados, sería honesto, aunque no le daría el gusto que el adolescente deseaba. Lo encontró con su hermana, conversando en la mesa y lo hizo salir para acompañarlo a su oficina.

—Killua, he visto tus resultados, lo hemos discutido con todos médicos y sólo hay una conclusión para esto.

El menor lo veía con sus enormes ojos azules, atento a la noticia. Aunque no lo aceptara abiertamente, él también tenía duda sobre la posibilidad de tener algo de Nen controlándolo, lo pensó muchas veces durante esos días, reconocía que había algo muy raro en su atracción por su hermano, pero había determinado que, con o sin Nen, él al final estaría en brazos de su hermano por voluntad propia.

—Todas las pruebas fueron negativas. No hay nada controlándote.

Su rostro se iluminó de felicidad, una carga menos en sus hombros. Era como si hubiera ganado una gran batalla casi destinada a perder. Ahora restaba saber lo que su abuelo determinaría con respecto al hombre de la Y.

—Sin embargo, yo no creo en la historia. No he encontrado nada que respalde lo que dices.

Su felicidad se borró. De todos los escenarios en los que pensó, éste no apareció en su mente, las posibilidades le parecían demasiado bajas, era la verdad, no una historia cualquiera, una verdad que no estaba a discusión.

—Es la verdad abuelo, no es cosa de que creas o no.

—Puede que sí, puede que tengas razón. Pero esta es mi voluntad, no te creo.

Eso era peor, una cosa era no saber la verdad. Otra era saberla y negarla. Contra eso no había armas.

—Pero…

—Haré la prueba. A partir de este momento no podrás ver a Illumi, más te vale que esta vez cumplas. No lo verás hasta que note al tal "hombre de la Y", sino…

—¡No!, no, abuelo, por favor, no arruines todo por lo que tanto me esforcé.

Se puso pálido de miedo, ya no se creía capaz de enfrentar una segunda vez a Nimrod, sus pesadillas más horrendas se derivaban de la reaparición de ese hombre. La maldad encarnada, robando todo lo que amaba y destrozando su vida. No podía tolerar la sola idea.

—No hagas esto más difícil, Kil. Esto es por tu propio bien.

La conversación de Alluka vino a su mente, las palabras de su hermana le frenaron de armar un escándalo.

—Abuelo por favor —bajó la voz con la intención de no sonar amenazador— no me hagas esto, no podemos permitir que esa cosa vuelva.

—No sé distinguir entre Illumi y esa criatura. Tu hermano apenas habla, no puedo ver algo diferente en él, no sé en dónde sacaste esa idea de una entidad de Nen que controla a un ser humano.

Retrocedió y chocó contra una silla, no se sentía bien. Controló sus emociones con tal de no encender la ira de su abuelo, pero Zeno notó su temor, no podía intuir lo que le ocurría a su nieto, pero sabía que fuera lo que fuera, era algo terrible y malvado. Acomodó la silla detrás del albino para que éste se sentara y no terminara por desplomarse.

—Abuelo… —murmuró— no lo hagas, por favor, debe haber otra forma.

—Es mi última decisión —acarició los cabellos del menor—, en cuanto note la presencia de esa criatura, te dejaré ir con él.

Miró suplicante a su abuelo y Zeno comprendió que no llegaría a ese límite, quizá estaba bien decirlo como una forma de aflorar las emociones de sus nietos, pero por la reacción de Killua podía afirmar que algo muy malo se desataría el día en que esa línea fuera cruzada.

«Seguramente cuando selló a la criatura fue en un momento complicado en el que quedaron en malos términos».

Y ahí quedó tendido sobre la silla, sin ánimo de salir. No podía discutir la decisión de su abuelo porque lo tenían bien merecido, pero de todos modos le parecía injusto y un extremo innecesario, Illumi ya había sufrido demasiado a lo largo de su vida cómo para que le menospreciaran a tal grado.

Zeno fingió frialdad, se dio la vuelta y se marchó. Tocaba el turno de avisar su decisión a su nieto mayor. Llegó al nuevo cuarto donde estaba encerrado y vio con sorpresa a lo que había llegado Killua en su proceso por mantener a su hermano en buenas condiciones. Sólo podía describirlo como un sincero amor. El cuarto estaba limpio y fresco, Illumi estaba recostado mientras revisaba el avance de su herida, y había un plato sucio a un lado, posiblemente estaba esperando a que fueran a recogerlo, para la siguiente comida. El albino se había asegurado de que siguieran alimentándolo.

—Illumi, necesitamos hablar.

No quería. En el momento en que abriera la boca, se metería en más problemas innecesarios, pero no podía negarse por más tiempo, Killua también merecía una defensa de su parte. Aunque él estaba seguro de que las cosas saldrían bien, dado que los Iluminados estaban de su parte, ya había llegado el momento de demostrar que tenía interés suficiente como para respaldar lo que su niño había dicho.

—Ya sé todo sobre el hombre de la Y, me han confirmado mis contactos sobre ello.

Illumi se levantó, sorprendido por las palabras del anciano. Sentándose sobre el colchón y mirándolo fijamente. Ahora todo pendía de un hilo delicado, no estaba seguro de si su abuelo estaba molesto con él o con su madre.

—No tengo duda de que las cosas han sido manipuladas todo este tiempo por Kikyo, ella nunca ha sido precisamente de fiar… sin embargo, he decidido que quiero hacer volver a Nimrod, creo que él me es más útil que tú.

—Espera, abuelo —pidió, estaba horrorizado por su declaración. Lo que le sugería era terrible, iba en contra de todo lo que había planeado con Killua, además, eso significaba perder al amor de su vida, y todo el esfuerzo que había dedicado hasta ese momento—, no puedes hacer esto, no es conveniente.

—Sí puedo, y lo haré.

—No. Tú crees que vas a poder enfrentar al hombre de la Y, y pedirle que se ponga a tu servicio, y lo cierto es que no es así. Él no vendrá a respaldarte. A él no le interesamos, no somos su objetivo, pero sí es capaz de destruirnos sólo para librarse de nosotros.

—No lo creo. He trabajado con él por años y nunca vi siquiera un interés por ponerse en nuestra contra. Al contrario, trabajó hombro a hombro con nosotros.

—Eso es lo que tú crees.

—Suficiente, sólo venía a decirte lo que te depara.

Dio un paso hacia atrás, e Illumi saltó de la cama, dispuesto a detenerlo.

—Abuelo, si esta es tu última palabra, entonces te lo advierto, no dejaré que ocurra. Primero seré capaz de irme de aquí y llevarme a Killua conmigo antes que puedas notarlo.

—Si me lo adviertes no tiene caso, sabré que debo vigilarte más estrictamente.

—Te lo advierto porque mereces mi respeto. No quiero que creas que estoy sacando provecho de Killua, yo voy muy en serio con esto.

Las palabras de Illumi fueron determinantes. No sólo por lo que afirmaba, también por el modo en que lo había advertido, ya no sé había quedado sobre la cama, como si no ocurriera nada, ni prestara atención a la situación. Sus ojos, sobre todo, mostraban una firmeza contra la que no se podía debatir.

—¿Vas muy en serio con esto de escapar?

—Voy muy en serio en mi relación con Killua. ¿Acaso creíste que estaba esperando a que escucharas los ruegos de Kil para que me dejaras en paz?, no, para tu información, yo soy un hombre de acciones, no de palabras. Sólo estaba esperando a que te convencieras de la verdad.

Se quedaron en medio de un enfrentamiento de miradas. Zeno cedió primero, quería reírse, no de su nieto, sino de la serie de ironías con las que se había enfrentado en esos pocos días. Cuántas veces juzgó al muchacho de ser un abusivo y ahora estaba ahí de pie actuando como un hombre responsable, capaz de enfrentarlo con tal de hacer lo que consideraba correcto.

—No saldrás de aquí Illumi, y no encontrarás a Killua aunque te esfuerces mucho, si desobedeces, entonces te darás cuenta que Alluka ya no está aquí y Killua no se irá sin ella.

Fue un golpe bajo, nunca contó con que Killua sería tan confiado como para dejar que se llevaran a Alluka de su lado. No respondió nada, igual sabía que todo saldría bien, que le bastaría con usar sus habilidades especiales para una emergencia si es que era necesario.

El anciano vio en los ojos de su nieto una expresión tan valiente que no pudo hacer otra cosa más que sentir ternura por él. No había nada qué pelear, de eso estaba seguro; no era capaz de oponerse ante él, principalmente porque no era un niño, era un adulto, y porque su vida dependía de esa relación. Lo imaginó como en el relato de Killua: una persona que estaba ahí esperando una oportunidad para demostrar que no era un bueno para nada, ni un desperdicio de persona, y que por culpa de los malos prejuicios del pasado ahora estaba sometido a una carga a la que no estaba preparado a llevar.

—Killua me lo dijo… que tú no has sido tú por mucho tiempo y que te estás adaptando de nuevo a estar aquí —notó su desconcierto al escucharle, por un momento deseó acariciar su cabeza como cuando era un niño—. Mis contactos con los Iluminados me confirmaron el problema, y por el bien de todos me recomendaron encarecidamente que no te separara de Killua.

Y después de tantos años, se dijo a sí mismo que era el momento de abandonar todos los prejuicios del pasado, que liberaría a su nieto de su castigo eterno. Ya no maltrataría a ese muchacho.

—Cuando eras un niño, en una ocasión te vi matar a una persona de forma muy cruel, lo estabas torturando y te pedí que pararas, que no hicieras eso, ¿lo recuerdas?

Illumi asintió con la cabeza, pero sus pensamientos estaban dispersos en Killua, no veía la relación de lo que su abuelo relataba con el momento.

—Ése día aceptaste lo que te pedí, y no sólo eso, no volviste a torturar a un hombre de ese modo. Tiempo después comenzaste a desquitarte con los mayordomos, pero nunca más volviste a torturar a alguna de tus victimas.

Permanecieron en silencio. Illumi de verdad quería comprender lo que su abuelo quería decir, pero no era capaz de captar el mensaje a través de sus palabras.

—Ése es el Illumi que yo recuerdo. El muchachito obediente, hijo de Silva, no el loco que un día llegó actuando como todo un gigoló, sabiondo. Yo creí que me habías visto la cara de tonto, que nos habías engañado por años al actuar como si fueras muy inocente y torpe. Silva y yo habíamos creído que iba a ser cualquier cosa negociar contigo sobre el matrimonio, pero tú te nos fuiste de las manos… o eso pensamos… sé que suena duro, pero somos asesinos, no personas comunes, así que me tomo esta libertad para hablarte con franqueza.

—Entonces yo también te lo diré abuelo. No permitiré que me separes de Killua.

Al fin Zeno se rio, un poco de nervios y otro tanto de lo extraño que era aquello.

—Por el bien de todos, no sólo el tuyo, sería mejor que no se separen, pero Killua es muy chico… yo entiendo que tú estés con él porque pese a los años siempre has sentido este amor enfermo por tu hermano, pero él, Killua es un niño todavía, yo no puedo permitir que la relación se dé bajo esas condiciones.

—¿Sugieres que espere a que crezca más? A mí también me gustaría, pero ahora mismo es imposible.

—Sugiero a que me dejes probarlo, demostrar que Killua no está contigo por diversión, por alguna etapa rara o curiosidad por lo prohibido o alguna otra razón que no sea válida. Si él pasa la prueba, ten por seguro que yo aceptaré esto, sin importar si me agrada o no. Lo aceptaré por el bienestar de todos.

No pudo evitar mostrarse sinceramente sorprendido, quería agradecer a su abuelo por la oportunidad; estaba seguro que Killua aprobaría a esa prueba, confiaba en él no por nada.

—Afrontémoslo, no estamos ni cerca de descubrir un método para remover a ese ente de Nen. Si Killua se involucra sentimentalmente contigo y luego cambia de opinión, no sabemos cómo reaccionará tu cuerpo a su rechazo. Quizá no lo soportes.

—Sí podría con ello —se adelantó a afirmar.

—Eso lo dices ahora porque te sientes fuerte, porque sabes que si los dejo salir, Killua correrá a verte, pero es en la debilidad que podemos afirmar esta clase de cosas. Lo que yo quiero es algo más estable, más allá de unos cuantos años. Por lo menos hasta que removamos el Nen de tu cuerpo.

Illumi se aclaró la garganta, estaba algo ruborizado por hablar de un tema así con su abuelo, era más allá de lo bochornoso.

—No te pongas así, Illumi —le dijo, también se sentía avergonzado de hablar con él de ese tema como si fuera cualquier cosa— ¿no querías esto? Pues ahora te aguantas.

Más razón no podía tener. Se hizo a la idea de que esto se repetiría muchas veces más. Aunque prefería no imaginar cuando su padre se enterara de su relación.

—Lo entiendo —susurró sin querer, lo último que deseaba era mostrar su vulnerabilidad.

—Bien, entonces te pediré algo, no salgas de aquí. Espera hasta que venga Killua por sí mismo, si eso ocurre entonces lo tomaré por buena señal.

Illumi se echó de vuelta a la cama, podía oponerse al plan de su abuelo y tener más conflicto o elegir el camino fácil y confiar en que Killua tomaría la decisión más sabia para su bien. El peso de sus palabras era impresionante, así que decidió que dejaría la decisión en manos de su joven amante, esperando lo mejor.

—A-abuelo —miró al techo para evadir la realidad un poco— yo de verdad lo quiero. No lo quiero para mí, sólo quiero que sea feliz y si es feliz conmigo, yo estaré agradecido.

Zeno se reincorporó, esas palabras le provocaban escalofríos; acomodó sus prendas y se dispuso a salir, no sin antes, al momento de pasar junto a su nieto dio unas suaves palmadas sobre la cabeza del morocho. Se sentía apenado de haberle rechazado tan duramente a través de los años, no quería dejar esa impresión sobre él, aunque sospechaba que era muy tarde para reparar el daño, igual lo único que podía hacer a modo de disculpa era dejar a esos dos seguir adelante con su relación, así fuera enfermiza, siempre y cuando estuviera seguro de que esto no representaba una carga para Killua en ningún sentido; de lo contrario, estaba dispuesto por completo a hacer hasta lo imposible por separarlos. Y por lo visto, en cierto modo, contaba con el apoyo de Illumi.

Después de eso Illumi cooperó con su abuelo para mantenerse oculto, esta vez retiraron toda la vigilancia sobre él y lo enviaron a un cuarto diferente. Killua no se enteró del cambio, esta vez el tiempo pareció marchar con tanta lentitud que hasta era tortuoso.

El albino ya no corrió a llorar con Alluka, ni permitió que le vieran deprimido por su condición porque ya era capaz de ver lo que los otros sentían cuando se enteraban de la relación. Pero por culpa de su nostalgia, parecía siempre distraído, mirando al vació por tiempos prolongados, ratos de ausencia que a la larga cansaban a quienes conversaban con él, pero que nadie podía discutirle porque al instante se ponía a la defensiva argumentando que no le dejaban en paz, que no era asunto de nadie su condición. La única razón por la que no perdía la cordura era porque creía que Illumi iría a buscarle en cualquier momento, o en el peor de los casos, su abuelo le permitiría ir a verlo, después de constatar la existencia del ente de Nen. Llevaba poco más de una semana sin tener conocimiento de su hermano y eso le estaba haciendo perder la paciencia.

Zeno lo tenía bajo vigilancia todo el día, tanto como podía se informaba sobre él, todo lo que decía, hacía y si era posible, teorizar sobre lo que pensaba, todo era tomado en cuenta. En cuanto supuso que el adolescente estaba listo, fue a darle una nueva noticia y con ello esperaba terminar todo ese problema en el que estaba metido.

Fue a donde el albino, la sala principal, y lo halló recargado sobre el brazo derecho de un sillón, mirando a la nada como usualmente se le veía. Se aclaró la garganta para llamar su atención y se puso de pie frente a él.

—Kil, tengo algo serio que anunciarte.

La mirada atemorizada del niño le reveló que de verdad temía por la integridad de su hermano, posiblemente el temor por encontrarse con la entidad.

—Ya he tomado una decisión con respecto a lo que ocurrirá con Illumi.

—Abuelo —no le permitió continuar—, si sigues actuando como si esto no estuviera pasando, me temo que sólo te llevarás decepciones.

—No, nada de eso. Illumi se ha portado bastante accesible, puedo decir que él mismo me dio el permiso para proceder de este modo. Deberías hacer lo mismo y aceptar las consecuencias justo como él lo ha hecho.

Esas palabras le supieron terrible, algo dentro de su corazón le decía que no era palabras buenas. De hecho, le hicieron perder la esperanza de que las cosas terminaran bien, tembló internamente, cerró los ojos y los abrió, dispuesto a recibir el golpe.

—Dentro de tres días Illumi partirá a Tierra Sagrada, y así se cerrará el trato. Ya no lo volverás a ver hasta que te presentes en el concilio.

—No —no levantó la voz, no quería que los mayordomos lo tomaran como una amenaza—. No abuelo, por favor no hagas esto.

—Kil, no lo hagas más difícil.

—No dejaré que te lo lleves, Illumi no podría irse de mi lado.

Zeno lo miró detenidamente, Killua se había puesto de pie para encararlo con su rostro al borde de las lágrimas. Ya había aguantado bastante desde que su abuelo los había separado.

—Ya lo hablé con él y él estuvo de acuerdo. La decisión ya está echada, él sabe que hace mal al estar contigo. Es enfermo.

Sí sonaba como algo que Illumi aceptaría, a reconocer que estaba mal lo que hacían, pero no quería, no podía aceptar que Illumi se rindiera sólo por creer que hacía lo correcto al dejarle ir. Le dolía, perdió las fuerzas para hablar y se inclinó hacia adelante para apoyarse sobre su abuelo.

—Déjame verlo, déjame hablar con él.

—No. Será mejor que descanses, necesitas procesar la noticia.

No pudo descansar, era obvio que no lo iba a hacer, sólo pensaba en el tiempo que corría. El estrés se volvió terrible, perdió las ganas de mantenerse animado, porque pensaba que cada esfuerzo suyo era valioso siempre y cuando lo dedicara en su amado. Estuvo esperando a la noche para volver a fugarse, no lo quería hacer durante el día cuando Alluka estaba ahí porque no deseaba que ella le viera regresar de con Illumi, y verlo decaído. Esperó hasta que ella durmiera para salir como la vez anterior, aunque esta vez no corrió con la misma suerte, obviamente ya estaban preparados para que él incurriera en el mismo método de explorar y luego tomar un camino.

Justo cuando estaba comenzando su exploración, no llevaba ni un minuto cuando sintió una mano que lo frenó tomándolo por un codo y, al segundo siguiente, otras seis personas le sometieron. Killua contraatacó, golpeándolos y liberándose de ellos, pero cuando quiso darse a la fuga, su abuelo fue quien apareció. Lo miró a una distancia aproximada de dos metros, con sus brazos en la espalda, y su espalda erguida, le sonreía orgulloso para decirle que sabía que él haría eso mismo.

—No puedes ver a Illumi, ya te lo dije.

Supo que no llegaría más allá cuando vio más personal aproximarse al área. Regresó la vista a su abuelo.

—Es que no lo entiendes, sólo quiero verlo una vez, una hora… por favor…

—No.

—¡Esto es vital, abuelo!

—Dije no, y ahora mismo tendrás que decidir entre Alluka o Illumi, ¿cuál de los dos prefieres quedarte?

—¡¿Qué?! —se dio cuenta que su impulso romántico le hizo perder la razón, el hecho de que le hiciera decidir entre ambos era porque ahora también tenía a Alluka presa en alguna parte de la casa o en el peor de los casos, lejos.

—Vete a tu cuarto, si quieres a Illumi irás por él otro día, después de que lo hayas pensado bien; si te decides por Alluka, entonces después de que me lleve a Illumi a la isla, te lo regresaré.

Sintió que toda esperanza se perdía. Deseaba un poco de comprensión, pero parecía cada vez más imposible. Su abuelo no estaba con la mínima intención de ceder. Eso era claro, sus piernas temblaron cuando le vio darse la vuelta.

—Abuelo… no… por favor.

No hizo ningún movimiento en falso, si no los mayordomos arremeterían contra él y lo someterían, así que se contuvo, y por lo mismo tuvo que dejarlo ir. Alguien lo tomó amablemente por el hombro y lo guió de vuelta al edificio. Regresó en silencio total, y se mantuvo así por el resto del día, esta vez Zeno estuvo al pendiente del muchachito, no quería que cometiera alguna locura que perjudicara a todos, pero verlo tan triste le hizo preguntarse si valía la pena atosigarlo tanto; él nunca se había atrevido a lastimarlo porque consideraba que ese era el papel de Silva como parte de su entrenamiento, prefería ser visto como el abuelo agradable que era más fácil de convencer para cuestiones de permisos y regalos.

No comió ni bebió nada durante su etapa de estrés; no dirigió palabra alguna a nadie de los presentes, sólo estuvo enfocado en su decisión. Repasando una y otra vez lo que quería hacer. Su corazón le pedía ir por Illumi, y su razonamiento le decía que debía ir por Alluka, no soportaba la idea de perder a uno de los dos. Seguramente a su hermana la volverían a enclaustrar y eso era lo que más temía, porque la primera vez que ella pasó ese encierro, lo hizo en compañía de Semiramis, y ahora estaría realmente sola. No lo aceptaba, pero tampoco toleraría perder su amado Illumi así, cuando ya había decidido que se quedaría con él. Sería una gran traición.

«De seguro el tarado de Illumi está obedeciendo al abuelo y no se escapará, porque es un maldito mártir que no sabe todavía que puede decidir por sí mismo —ahora estaba molesto por la falta de acción de su hermano mayor, le estaba dejando todo el peso de la decisión a él y le parecía injusto— me necesita como si fuera un niño chiquito que no puede defenderse… —pero sabía que Illumi tenía muchas culpas en su espalda que no le permitían ser libre de sí mismo como para tomar la iniciativa de escapar—, seguramente hace todo esto porque cree que así compensará al abuelo por haberme fallado como hermano —y ya que comprendía bien no pudo más que llegar a una conclusión—. Sé que Alluka está sola ahora, pero si dejo ir a Illumi, esto se podrá peor para todos. En cambiosi me uno con Illumi, juntos podríamos hacer un plan para recuperarla».

Y con ese pensamiento al fin se sintió tranquilo, listo para esperar el momento de demostrarle a su abuelo que su hermano era importante para él. Y que no dejaría que se salieran con la suya de nuevo. Por la noche salió, esta vez fue más sigiloso más estricto que antes, como si se estuviera jugando la vida de por medio. Disimuló al máximo su presencia, anduvo con extremo cuidado, caminando con lentitud observando con mucha atención a cada lado, y dándose tanta prisa como le era posible.

De inmediato se percató que la zona donde estaba el cuarto de su hermano, la vigilancia era extrema, de un lado a otro del pasillo estaba cercada por mayordomos en alerta, incluso afuera, por la ventana estaba estrictamente vigilado desde el techo hasta los pisos inferiores. No iba a ser nada fácil, sería imposible pasar sin ser notado. Así que si quería llegar debía ser desde el lado donde tuviera que pelear menos. No se animó a ir así de simple, quiso encontrar una alternativa nueva y más segura, tuvo una extraña corazonada y decidió buscar entre los pasillos aledaños una entrada alterna. Caminó a paso lento dirigiéndose al primer pasillo de los dormitorios y vio a lo lejos uno que se veía oscuro, ni una luz había sido encendida por esa área. El impulso de ir a ver le hizo dirigirse ahí, estaban tres cuartos en ese pasillo, y encontró extraño no ver ni un rastro de vigilancia, por más que inspeccionó y dudó, no encontró algún indicio de estar en una trampa. Ya más confiado decidió que abriría las puertas para buscar algo que le fuera útil en su objetivo, quizá una forma de crear una distracción para despejar el área. El primer cuarto que abrió no tenía nada, sólo una litera sin cobijas y una mesa vacía, retrocedió y fue a la puerta de en medio, con precaución la abrió. Contuvo la respiración y su sorpresa fue inmensa, entre el cuarto oscuro alcanzó a ver una mano que lo jaló al interior y cerró velozmente la puerta.

—Kil…

La voz de Illumi le hizo estremecer, lo miró un momento, incrédulo de haber dado con su objetivo sin haberlo esperado, y luego se abalanzó sobre él.

—Illumi —lo abrazó como si nunca en su vida lo hubiese hecho. Apretándolo con fuerza, inundando sus pulmones con su aroma, estaba tan feliz y asustado que no pudo moverse ni decir algo más por un rato.

—Kil… viniste, no puedo creerlo.

Besó los blancos cabellos y se separó de él con cuidado, encendió una lámpara para verlo mejor. Su abuelo le había declarado durante esos días que el reto para Killua sería decidir entre él y Alluka. Desde el inicio dio la causa por perdida porque no creía que su hermano fuera a elegirlo a él por sobre Alluka, era bastante pesimista al respecto. Sin embargo, era consciente que si lo decidía así, se debería a motivos fuertes y no sólo cariño, era una cuestión fácil cuando consideraba que Alluka era indefensa en comparación a él.

—Claro que no te abandonaría.

Illumi lo tomó de la mano y lo guió hasta quedar sobre un sillón, para sentarse junto a él y esperar a que su abuelo fuera a ver la decisión del albino. Killua se sentó junto a él, un poco preocupado todavía.

—Alluka está presa, necesita nuestra ayuda —confesó apenado.

Apretó los labios, nervioso por encontrar ayuda para su hermana.

—Alluka es pequeña, ella está indefensa, ¿no deberías mejor ir por ella? Yo podría distraer desde aquí al abuelo.

Pero Killua levantó la mirada, y fijó sus ojos con en su hermano con un aire de liderazgo que de inmediato se impuso en su voluntad.

—No me iré de aquí sin ti. No de nuevo.

Estaba resuelto a hacerlo, tal y como lo dijo, Illumi se enterneció ante tal afirmación y lo atrajo a él en un nuevo abrazo, acariciando su espalda. Después de tantos días, aprovechó la cercanía para besarle, ya no tenía miedo, confiaba en que Killua estaría con él en las buenas y las malas, por lo menos mientras el efecto de la carta durara. Deslizó una mano por su mandíbula para profundizar un poco más, estaba que se moría por tocar a su adorado albino. No había sido tan consciente de su dolor hasta que por fin se entregó en ese largo y profundo beso.

Sus lenguas se tocaron después de tantos días, y Killua fue el primero en gemir en la boca del mayor. El deseo era muy intenso en él, incluso más que la preocupación de ir por su hermana, lo extrañaba demasiado. Supuso que quizá no sería mala idea aprovechar la oportunidad antes de correr tras Alluka.

—Dame un momento —pidió el morocho.

No quería ir aprisa porque Zeno podía llegar en cualquier momento y entonces sería todo un lío, porque el hecho de que él admitiera perder contra ellos dos no significaba que estuviera dispuesto a verlos juntos.

—Illumi… —sintió su blanca mano sobre la tela de su playera, sabía de sobra lo que eso significaba. Ese gesto tan sutil, de deseo sexual. Killua era todavía muy tímido para pedir las cosas como lo haría él.

—Kil —besó su mejilla—, tenemos que pensar en Alluka.

—Sólo será un momento...

Terriblemente tentador, se le hizo agua la boca. Killua se mordió el labio con pena por haberlo dicho de ese modo. Lejos de dejarse llevar por sus impulsos, besó la mejilla del menor y susurró en su oído.

—No me he tocado en todos estos días, tenerte aquí es muy tentador, pero no quiero que nadie te vea…

Killua se ruborizó hasta las orejas. Él debía admitir que sí llegó a tocarse un par de veces pues no tenía tanta resistencia en su voluntad, pero Illumi debía estar más ansioso que él. Si persistía un poco, lo convencería de hacer lo que fuera aun con el riesgo de que su abuelo estuviera presente. No tuvo tiempo de reaccionar cuando Illumi volvió a besarle, con tanta ansiedad que no pudo evitar sentirse excitado. Discretamente metió una mano por debajo de la playera de su hermano, para tocar su abdomen y escuchó que gemía en su boca, lo que provocó que deseara olvidar su autocontrol.

La puerta se abrió de sorpresa y ambos se separaron tan rápido cómo pudieron. Los dos estaban bastante ruborizados. Illumi tuvo el impulso de abrazar a Killua de forma protectora, ya no deseaba dejar que los separaran una tercera ocasión.

—No me quedan dudas de tu decisión, Killua —la voz severa de Zeno sobresalió entre el silencio.

Killua tuvo miedo por su hermana, se lamentó por haber perdido el tiempo con su hermano en lugar de correr tras Alluka. Cabía la posibilidad de que ella ya estuviera lo suficientemente lejos como para alcanzarla tan fácilmente.

—Abuelo, ya no le hagas más daño. Él ha sido honesto contigo todo este tiempo. No es justo —intervino Illumi, consciente de que Killua debía estar pasando por algo muy difícil; hacerlo decidir entre ellos dos debió ser muy doloroso para alguien tan cariñoso como lo era el albino.

Hubo un silencio incómodo en el que Zeno sólo tenía su mirada fija en el abrazo de Illumi, pero ni así el mayor quiso soltarlo.

—Mañana hablaremos los cuatro sobre esto, los dejaré pasar el resto de la noche juntos.

—¿Los cuatro? —preguntó sorprendido el joven heredero.

—Illumi, Alluka, tú y yo —respondió, para aclararle que podría volver a ver a su hermana.

—¿Eh? —no comprendió por completo lo que ocurría, pero Zeno no quiso darle explicaciones, dejaría que Illumi se hiciera cargo de ello.

—Mañana vendré temprano, sean prudentes… no quiero verlos en una situación incómoda.

Y se retiró, dejando al menor sin palabras. Ya no sabía si debía ir tras Alluka o no.

—Alluka está bien, la enviaron a otro cuarto, eso es todo. Mañana sabremos lo que el abuelo decidió con respecto a nosotros.

—Quieres decir que… ¿todo este tiempo me estuvo probando?

Illumi suspiró, lo soltó del abrazo y acarició sus cabellos. Era evidente la respuesta a esa pregunta. Y por lo menos ya no se sentía tan apesadumbrado. Killua se sintió al fin aliviado después de tantos días casi agonizando. Le tomó por sorpresa que Illumi lo jalara de la mano y lo hiciera salir del sillón, besando su mano en el proceso.

—Eres mío por esta noche, ¿sabes lo que eso significa? —la mirada desconcertada del menor le hizo sonreír fascinado por su reacción— Que te haré el amor hasta cansarme.

—¡I-Illumi! —sintió el impulso de reclamar, pero él estaba feliz, tras varios días de abstinencia tenía que admitir que estaba más que deseoso por estar con él.

Illumi lo guió a la cama y lo fue desnudando de poco a poco para besar sus hombros, y su espalda, una vez que lo tuvo sobre la cama, esperando por él, se quitó la camisa, y desabotonó el pantalón. Killua tragó saliva, ansioso por continuar, su mirada se perdió entre el cuerpo de su amante. Retrocedió sobre la cama para darle espacio a Illumi sentándose, recargando su espalda en la cabecera, sus miradas se cruzaron y compartieron entre ellos en ese lenguaje lo que ambos sólo sabían cuando estaban en la cama, que el deseo mutuo no iba a terminar. Estaban hambrientos.

Si no me voy a Hiatus ya, nos vemos el 22 de marzo!

Gracias por seguir aquí