Hola, espero que la estén pasando bien, yo estoy sufriendo desde que vi a Illumi en el barco. Por cierto, yo hice la corrección a la PÉSIMA traducción que está circulando en internet del manga. Estoy comenzando un proyecto para traducir el manga al español desde el japonés y no desde el inglés como actualmente ocurre. Si desean saber más del tema, por favor búsquenme en facebook como loveover, hay mucho material interesante que he estado compartiendo y seguro se entretienen.

HADOS

Capítulo 17

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Illumi se subió al cuerpo del menor; colocando sus rodillas a los costados, deslizó sus dedos por el pecho del albino hasta llegar al elástico de sus pantalones. Killua levantó la cadera para permitir que le desnudara. Illumi se apresuró a obedecer, y una vez que se deshizo de la prenda, se hundió en aquel vientre cálido mientras las manos del albino acariciaban su nuca. Bajó entre dulces caricias hasta rozar con sus labios el sexo palpitante del menor y se deleitó al escuchar sus suaves gemidos; Killua siempre hacía todo lo posible para resistir, le avergonzaba gemir y a la vez lo hacía porque veía el efecto maravilloso que provocaba en su hermano cuando su voz escapaba.

La boca de Illumi le nublaba la vista, era una sensación tan deliciosa que no quería que parara. Sin embargo, todavía no quería terminar, deseaba más de él.

—Illumi… —le llamó en un susurro.

El morocho se separó con cuidado, y se puso de rodillas sobre la cama, para bajar su ropa interior y mostrar su erección. Killua lo vio detenidamente con sus mejillas encendidas, y reparó en un detalle, no traían consigo lubricante. Su hermano siempre insistía en que no lo hicieran sin él, pero por alguna razón, Illumi no había argumentado al respecto. Sólo podía significar que estaba bastante excitado como para darle relevancia, lo cual le alegraba bastante.

—¿Preocupado? —le preguntó y Killua levantó la vista.

—¿Por qué habría de…?

Illumi gateó de vuelta para quedar cerca del menor y le besó. No era que había olvidado ese detalle, pero no podía detenerse, estaba muy ansioso por tener de vuelta a su adoración y hacerle el amor hasta el hartazgo.

—Tomará un poco de tiempo, sólo relájate —le pidió.

No quería asustarlo y mucho menos lastimarlo. Él quería que todas sus experiencias juntos fueran perfectas. Le ayudó a recostarse en la cama, colocándole una almohada debajo de las caderas para facilitar el acto y se echó sobre él, besando sus labios acaloradamente, para relajarlo y excitarlo más, moviendo sus caderas para frotar sus erecciones. Killua respiraba cada vez más agitado, así que se detuvo cuando sintió que estaba listo para seguir. Se inclinó sobre su vientre, repartiendo suaves besos hasta llegar a su entrepierna, la cual lamió para deleite del menor.

Se preparó, aprovechando que Killua estaba lo bastante excitado como para pensar con coherencia, dejó escapar su saliva para recubrir toda la zona perianal, y movió sus dedos para frotar toda el área. Killua dio un respingo cuando sintió como el primer dedo empezaba a deslizarse a su interior, Illumi era lo bastante paciente como para irse asegurando de que siempre hubiera suficiente humectación.

El albino hacía todo lo posible por cooperar con su amante, manteniéndose relajado tanto como podía. Si bien le provocaba algo de pena el sentirse observado de ese modo y en esa posición, la vulnerabilidad que mostraba le excitaba cada vez más, sobre todo cuando Illumi volvía a esparcir su saliva caliente para introducirle sus dedos, se aferraba a la sábana, miraba al techo y luego buscaba al morocho; en cuanto le veía recuperaba el deseo de seguir. Illumi le hacía sentir tantas cosas, quería mostrarle cuán devoto era a él, que no se cansaría de estar en sus brazos, ni se arrepentiría, como tanto se lo había planteado su abuelo. Aunque debía ser sincero, estaba desesperado por sentir a su hermano en su interior, quería abrazarlo a su pecho y provocarle como en otras ocasiones, verlo tan vulnerable como él ahora mismo estaba.

—Illu… mi —gimió en voz baja— ya…

Debía admitir que estaba nervioso por hacerlo sin un lubricante adecuado, la saliva funcionaría, aunque no por mucho tiempo si no lo hacía bien. El hecho de que Killua le pidiera continuar le ponía nervioso porque todavía no estaba del todo seguro si era buena idea o no.

—Illumi… —volvió a pedir, sintió que los dedos salían de su interior.

Illumi se posó sobre él nuevamente, para besar sus labios y acomodarse entre sus piernas. Tampoco él podía resistir más las ganas de penetrarle después de tanto tiempo.

—Me dirás si te duele —le pidió, mientras acariciaba sus piernas— no te vayas a aguantar, ¿de acuerdo?

Killua asintió con la cabeza, Illumi se acomodó para comenzar a deslizar su miembro al interior de su niño. El albino se mordió el labio y cerró los ojos. La sensación más poderosa y deliciosa del mundo le inundó. Nada era mejor para él que sentirse uno con su amante.

Illumi tuvo que poner sus codos a los costados del albino para sostenerse. Había logrado entrar por completo, gracias a que el menor ya estaba más habituado a estar en esa situación, estaba ansioso por moverse, pero prefería esperar hasta que el mismo Killua diera el primer paso. Al observar a su alrededor se encontró con algo maravilloso que no esperaba: el efecto mágico de la carta de los amantes, una energía rosa que cubría todo el cuarto, como una especie de humo que les rodeaba; no tenía aroma, sólo forma y parecía brillar, aunque no era eso, era que podía ver el Nen. Era un espectáculo hermoso que fluía a través de la piel del albino. Sólo quería decir que Killua le amaba, le deseaba y el sentimiento era mutuo, era tan fuerte que era visible.

No lo pensó dos veces, tomó ambas manos del menor a los costados y, entrelazando sus dedos, comenzó a moverse. La sutil voz de su amante escapaba de vez en cuando, pero su respiración no le dejaba mentir, estaba muy excitado, tanto que apenas podía contenerse. Adoraba cada expresión de su niño, sin lugar a dudas; esa torpeza para disimular sus sentimientos era lo mejor de todo.

En un momento, cuando menos lo espero, los ojos azules se abrieron y le miraron con fijeza, de un modo tan extraño que fue imposible no preguntarse qué era lo que pensaba. Killua apretó sus manos, y relamió sus labios, su boca estaba seca; Illumi tuvo la tentación irrefutable de besarle otra vez. Introduciendo su lengua para saborear a mayor profundidad, pero se sorprendió cuando sintió que su joven amante había aprovechado el momento para hacerle girar sobre la cama, a lo que no se opuso, sino al contrario, el mismo le abrazó para permitirle quedar sobre él.

—¿Así que este era tu plan maligno? —le preguntó con una gran sonrisa.

Killua se rió, no podía evitarlo. Le habían salido las cosas bastante bien, Illumi no podía resistirse a sus gestos ni coquetería, era un libro abierto cuando se trataba de él.

—Me toca —contestó y al instante se ruborizó, todavía le costaba trabajo admitirse esta clase de libertades frente al morocho, no obstante, deseaba hacerlo y darle pruebas a Illumi de que su deseo era auténtico.

Se empujó sobre el vientre de su hermano, evadiendo su mirada, concentrado en lo que estaba en derredor a ellos, y escuchó la suave risa de Illumi.

—¿A qué le temes? —le preguntó pero Killua no respondió, volvió a cerrar los ojos para concentrarse en lo que deseaba hacer.

Cuando apenas el albino estaba a punto de moverse, Illumi se sentó, lo atrajo a su pecho y guió el movimiento.

—Ah… —Killua no resistió, su voz escapó con más fuerza. Una de las manos del morocho se deslizó por su abdomen hasta tomar su entrepierna y masturbarle. Killua se abrazó a la espalda de Illumi.

Sus movimientos, sus jadeos, la forma en la que su voz escapaba con timidez, esa irresistible esencia mágica cubriéndolos, provocaron que Illumi no deseara contenerse más y penetrándolo con más profundidad, movió su mano con mayor velocidad, estimulándolo tanto como era posible. Killua prácticamente ya no disimulaba su placer, sobre todo al escuchar la voz de Illumi gimiendo en su oído, provocándole una ola de deliciosos escalofríos que finalmente desembocaron en un fuerte orgasmo que lo dejó con la mente en blanco.

El menor no podía quedarse quieto mientras se corría sobre el vientre de su hermano, sus caderas estimulaban tanto a Illumi que, finalmente, se dejó llevar y al poco tiempo se corrió en su interior. Se quedaron en esa posición un tiempo más, hasta que se recuperaron ambos, cansados y satisfechos después de una larga temporada sin poder tocarse.

En esos momentos lo que Killua deseaba escuchar más que otra cosa, era esa palabra extraña que había pronunciado su hermano cuando Zeno les había atrapado, ese extraño lenguaje que le había provocado la más maravillosa magia en su interior, pero no sabía cómo pedírselo a Illumi, le abochornaba la idea de expresarlo, y hacerle saber que le correspondía. Tuvo que conformarse con sentir las caricias en su espalda y en silencio se dejó arrullar.

—Vamos, debemos dormir, ya debe ser tarde.

Pero él sólo quería escuchar esa palabra, no podía dormir así, no estaba conforme y no lo iba a estar. Se sintió algo triste cuando Illumi se levantó de la cama para recoger la ropa y pasarle las prendas para que pudiera vestirse en caso de que su abuelo llegara.

Al ver su rostro pensativo le extrañó que continuara en completo silencio a pesar de que al fin estaban a solas.

—¿Ocurre algo?

Killua terminó de colocarse el pantalón y negó con la cabeza. Respuesta que para nada le dio confianza.

—Kil… —le llamó, detestaba ser tan lento para entender las necesidades de su adorado albino, momentos como este hubiera hecho lo posible por leer su mente— ¿t-te lastimé?

Killua volteó a verlo con sorpresa, su boca se abrió pero no salieron palabras, no de inmediato.

—¡N-no! Idiota, todo… todo está bien.

No podía creer que de todas las cosas que Illumi podía imaginar que le ocurrían, lo primero que atinaba a decir era si lo había lastimado, se tuvo que recordar que se trataba del mismo Illumi, el chico que difícilmente expresaba sus sentimientos y que no lograba entender a los demás como él lo hacía. Le sonrió nervioso, quería explicarle lo que le ocurría, pero no era tan fácil para él. Una mano en sus cabellos le hizo alzar la mirada, sorprendido por la acción.

—Me alegra.

Deslizó su mano hasta acariciar la mejilla del menor, todavía estaba intrigado por la actitud taimada del chico, aparentaba estar algo triste, se preguntó si era por la cantidad de tiempo desperdiciado al estar separados, cada minuto era tiempo valioso que él debía aprovechar para ganarse el auténtico amor del albino. Esas tres semanas sin estar junto a él, podían representar un retroceso. Asustado por esto mismo, se acercó al rostro del menor para buscar su mirada.

—¿Sabes lo importante que eres para mí?, ¿que estos días han sido los más tortuosos de mí vida?, te extrañaba tanto que creí que iba a morir ahí.

Confesó un tanto apenado, pero eran palabras que debía decir para tocar el corazón del menor y hacerle ver que albergaba esa calidez y atracción por él, más allá de lo lógico y natural.

—Tonto…

Illumi atrajo una mano de su amado a su pecho, ignorando el insulto y después de apretarla suavemente la llevó hasta sus labios para besarla con dulzura.

—Yo también te extrañé —escuchó que susurraba el chico, y de nuevo estaba ahí ese Nen rosado fluyendo entre ellos. El hecho de que Killua no hiciera ningún comentario respecto a ello delató que no era capaz de verlo. Aunque no comprendía lo que era, ni a qué se debía, en ese momento creyó que era porque el efecto de la carta estaba en su máxima expresión.

Durmieron juntos y, por la mañana, muy temprano, se despertaron para volver a hacer el amor. No querían perder la oportunidad de hacerlo cuando su abuelo podía darles la mala nueva de que permanecerían separados por más tiempo. Después de eso durmieron otro par de horas más hasta que Zeno se anunció en el cuarto. Les declaró que tendrían una reunión en privado y para su sorpresa, al llegar a la oficina del anciano, lo que vieron fue a Alluka ahí sentada frente a una mesa redonda.

—¡Hermano! —corrió ella a saludarle efusivamente, el albino se alegró de verle tan tranquila, como si nada malo hubiese ocurrido los días pasados. Para sorpresa de los presentes, la chica se dio la vuelta y corrió a saludar a su otro hermano.

—¡Illu-nii! —le abrazó, contra todo pronóstico, tan sorpresivo fue aquello que el mismo Illumi se quedó paralizado, tardó un momento en comprender que estaba siendo abrazado por alguien diferente a Killua—, que gusto volver a verte.

Con mucha pena y lentitud, levantó una mano para corresponder el abrazo de la chica. Fue hasta que su mano tocó la cabeza de su hermana, que sintió una mirada fría clavada en él, unos ojos azules que le exploraban de forma inquieta. Si ya tenía inseguridades, ahora era peor, la mirada de su amante le desconcertó por completo, no podía decidir si estaba molesto con él por abrazar a su preciada hermana o si algún otro motivo se escondía en el gesto.

—Bueno, ya, ya fue mucho abrazo —espetó el albino, tomando un brazo de Alluka para liberar a Illumi de ella—. Si necesitas abrazar a alguien aquí estoy yo.

—¡Oye pero si a ti te vi todos los días y a él no!

—¡Y mágicamente ahora es "Illu-nii"!, ¿eh? Ya no es necesario que lo abraces tanto.

Illumi volteó a ver a su abuelo en modo de disculpa, suplicante porque ignorara la escena, pero es que su abuelo no podía dar crédito a lo que veían sus ojos. Era un acto de celos, y no de cualquier tipo, Killua estaba siendo excesivamente territorial con su hermano mayor, al grado de no permitirle a su hermana, la más cercana de todos en la familia, el tener mucho contacto con el mayor.

—No creo que a Illumi le molesten mis abrazos, ¿verdad Illumi?

Y ahí estaba, en medio de una encrucijada todavía más complicada que la disculpa con su abuelo por la actitud descontrolada del albino. Killua le decía con su expresión corporal que si lo contradecía sería peor, y a la vez no quería ofender a Alluka porque, indudablemente, eso también terminaría molestando a su amante.

—No me molestan —se arriesgó, evitó la mirada furtiva de su amante—, pero creo que estoy bien así…

La chica giró los ojos con fastidio, se percató de la mirada amenazadora de su hermano y comprendió todo.

—¡Ay eres horrible con Illumi!, acaba de salir y ya lo estás castigando.

Killua enrojeció hasta las orejas, no creyó ser tan obvio hasta que escuchó esas palabras. Miró como su abuelo evitaba el contacto con cualquiera de los presentes, al fin consciente de que todos ahí sabían que ese acto no era debido a que él añorara a su hermana más que a nadie, sino que se había autoproclamado el dueño de Illumi, y no permitiría que nadie más le diera ni siquiera un poco de lo que él le daba. Quería ser el único proveedor de cualquier efecto amoroso en él, que sólo le viera y viviera para él, y cualquier amenaza iba a ser tomada con violencia.

—¡No soy malo!, ¡no sé qué estás pensando, pero ya saca eso de tu cabeza!

—Vamos a la mesa, chicos, debemos hablar —interrumpió Zeno.

Si por casualidad todavía tenía duda sobre los sentimientos de Killua, ahora no podía ni siquiera mirarlos sin sentirse avergonzado por la evidente relación entre ellos.

Tomaron asiento, y permanecieron en silencio hasta que Zeno tomó el control de la situación de vuelta.

—¿Alluka estará aquí…? —indagó Killua.

—Sí, bueno, aparentemente él sabe todo —se aclaró la garganta, viendo el bochorno en sus nietos.

Alluka estaba tranquila, sólo le hacía gracia ver la vergüenza en sus hermanos.

—¿Piensan decirle a alguien más?—preguntó sin rodeos.

—P-por mi parte, ya todos los que deben saber, saben —respondió dubitativo.

—Yo no tengo ningún problema con que esto se divulgue —respondió Illumi, la seguridad del morocho era inquebrantable, en parte esto le incomodaba al anciano, porque podría significar que él mismo lo haría del conocimiento general.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?

—Seis meses —se adelantó el albino a contestar.

—¡Es demasiado tiempo! —más de lo que Zeno estimaba que aguantarían a estar juntos.

Los miró horrorizado, pero ninguno de los dos parecía notar algo extraño, salvo Alluka que intentaba disimular que no era gran cosa. Aprovechando la brecha en su reacción, decidió que era momento de ver si podía tomar ventaja.

—En tu opinión —se dirigió a la chica—, ¿cómo se llevan ellos dos?, ¿cómo se comportan entre ellos?

Killua se puso rígido, recordaba que él normalmente no se refería a Illumi de forma tierna, probablemente ella le había escuchado llamarle constantemente con insultos, más frecuentemente "idiota", y no sólo eso, no era precisamente la clase de novio que sorprendiera con su gran despliegue de afecto. En cambio, Illumi tenía mucho para argumentar, le cuidaba a él y a su hermana, lo trataba con respeto y aunque no era el tipo de hombre que se desvivía con halagos y frases cursi, era evidente en sus acciones que había algo más que sólo palabras.

—Illumi se porta bien —lo miró con una sonrisa que no podía disimular, Killua bajó la mirada temeroso de lo que pudiera decir su hermana—, él se hace cargo de todo, como debe ser; Killua es como un pequeño gatito mimado a su alrededor. Se llevan bien en general.

—¿Gatito mimado? —preguntó Zeno.

—¿Qué diablos significa eso?

—Territorial —soltó la carcajada, no hacía falta más explicación, Zeno mismo había visto la forma en que Killua se comportaba cuando se trataba de Illumi, perdía el control de sí mismo— está claro que quiere a Illu-nii, si por él fuera, no lo dejaba salir nunca de casa y lo tendría para su completa disposición.

Sí, y así tal cual se veía la relación. Parecía claro que cuando se trataba de asuntos serios, Illumi tomaba el control de las cosas, pero en todo tiempo Killua era el que mandaba. Illumi se desvivía por él, lo idolatraba, y Killua era feliz recibiendo esa clase de trato, así que sólo premiaba a su amante por ser siempre bueno con él y darle todo lo que necesitaba.

—¿Crees que Illumi vaya a estar bien con ese trato? —le preguntó, pero observaba fijamente a Illumi y sus reacciones.

Por parte de Killua no hacía falta preguntar, el albino era feliz, no se había despegado de Illumi en todo tiempo, de hecho se había sentado a su lado e inconscientemente se inclinaba hacia él, al grado que constantemente sus cuerpos chocaban con los movimientos de sus brazos.

—Sí —contestó sin pensar—, se muere por ser tratado así.

Zeno dio un prolongado suspiro, cerró los ojos; no iba a cambiar su decisión, ya no era momento para hacerlo, sobre todo al considerar que ya había hablado hasta el hartazgo con los aliados Iluminados que tenía y todos coincidían con la única opción viable para mantener las cosas en calma.

—Chicos, yo soy su abuelo, yo sé que son hermanos y no puedo decir que apoyo la relación. Esto quizá es divertido ahora, pero después, cuando pase el tiempo y se den cuenta que ya no es tan interesante, va a acabar y creo que será terrible. No es una relación normal —miró a Killua— no puedes decir "ya no, gracias", y luego alejarte porque Illumi tiene un problema que no sabemos cuándo se arreglará y mientras sea así, no podrías darte el lujo de terminar con él y alejarte.

—Desde un principio ya estaba consciente de eso, abuelo, y se lo dije a Illumi, no cambiaré de opinión.

—Tiene doce años —volteó a ver a Illumi.

—Tengo catorce —manoteó con indignación.

—Dos años, ja, ¡qué gran diferencia!

—Sí, para decidir esto soy muy chico, pero para nombrarme heredero de una familia de asesinos no, ¿verdad?, para mandarme a matar a un montón de desconocidos no soy un niño, ¿eh?, es sólo hipocresía, que no puedas aceptarlo no quiere decir que esté mal.

—Bien, digamos que lo dices en serio. Entonces les pondré dos condiciones para que tengan mi apoyo. Y con apoyo no me refiero a que estaré feliz de verlos juntos o conforme, no, ni de cerca lo estaré. Con apoyo me refiero a que vigilaré los daños colaterales; que Silva no destruya a Illumi, y otras situaciones como esta… como los hombres de la isla —no quería ser directo con Illumi, pero esto ya era algo que Killua podía interpretar.

—Illumi no volverá a ese lugar —Zeno tuvo que contener sus ganas de quejarse. A estas alturas era obvio que el morocho no le guardaba secretos.

—Bien, la primera condición es que sin importar lo que ocurra, mientras Illumi tenga la entidad en su cuerpo, ustedes no se separarán. No me importa que se peleen y su relación termine, van a permanecer juntos, van a hacer lo posible por aguantarse y perdonarse lo que sea que se hagan —miró a Killua con severidad—: así te aburras de Illumi, Killua, vas a seguir con él hasta el final.

—Hecho —contestó Killua apresuradamente.

Illumi tragó saliva, quizá en ese momento Killua se sentía motivado a responder sin pensar las cosas, pero le seguía preocupando que en cuanto el efecto se perdiera, el menor deseara rechazarle con todas sus fuerzas y mantener la promesa se volviera una tortura.

—La segunda condición es que Killua vuelva a casa.

Hubo silencio, eso era peor de lo calculado. Killua miró a Alluka, la cual le sonrió para tranquilizarlo.

—Pero…

—No valdré nada, es ahora o te olvidas de mi protección.

—Abuelo…

—Decidan ahora mismo.

Le dolió bastante, no quería hacerlo, no quería regresar y volverse un asesino, entrenar como antes, acatar un montón de reglas absurdas y tradiciones que debía seguir. Ver a su madre, tener que seguir las ordenes de su padre, dejar de viajar y disfrutar su vida, llevar a Alluka a otros lugares, tener amigos; el precio de Zeno era muy alto.

—Abuelo, ¿nos asegurarás que estaremos bien?

—Se los garantizaré, como mínimo. Yo contendré a Silva, y a los enemigos posibles que pudieran salir.

—No es necesario que Killua regrese —está vez intervino Illumi, preocupado al ver la duda en los ojos del albino.

—Tú mejor que nadie debe saber los peligros a los que Killua enfrentaría si permanece fuera de casa por más tiempo.

Hubo un silencio breve, sin embargo, parecía que Illumi tenía algo muy importante que decir al respecto.

—Yo he solucionado ese problema —contestó, para sorpresa del anciano.

—¿A qué costo? —demandó Zeno—, ¿qué no has entendido los peligros que esto representa?, los Iluminados nos han puesto en riesgo desde el momento en que Silva se casó con esa mujer.

—Yo… —intentó responder, pero la mirada insistente de Killua le hizo frenarse.

—¿A qué costo, Illumi? —le preguntó el albino— ¿me has estado ocultando cosas?

Illumi se ruborizó, nunca fue su intención ocultarle nada, pero le asustaba la forma en tomaría la noticia si le decía con honestidad el problema al que enfrentaban.

—No es que te lo ocultara, es sólo…

—¿Qué les ofreciste? —interrumpió su abuelo, y tuvo que respirar hondo antes de perder el control.

—Sólo… sólo trabajaré en algunos asuntos.

—¿Más trabajo?, ¿te sacrificaste por Killua? —dio un manotazo en la mesa que sobresaltó a los tres hermanos—, ya hemos perdido bastante por su causa, no me hagas trabajar más.

—Esto es conmigo, ustedes no tienen nada qué ver —alzó la voz antes de que continuara con sus reclamos.

—¿No tiene nada qué ver conmigo? —preguntó indignado Killua.

—Kil, sólo… espera, por favor.

Zeno se talló las sienes, hizo una seña con la mano para detener la discusión entre los amantes, no quería verse implicado en algún asunto que sólo les concernía a ambos.

—Suficiente… eso háblenlo ustedes, después —cortó la posible discusión y se enfocó en su nieto mayor—. Illumi… no sólo es por eso que necesitamos que Killua vuelva, hay otros asuntos también que requieren atención urgente.

Killua estaba resentido con su hermano y no podía concentrarse en retomar la conversación con su abuelo, pero al observar a su hermano detenidamente, captó algo que no cualquiera era capaz de hacerlo, salvo alguien que conviviese con él la mayor parte del tiempo. Notó en su gesto vergüenza y tristeza, y se conmovió; decidió dejar esa conversación para otro momento.

—¿Cuál es tu decisión, Killua? —la pregunta le hizo regresar, miró entristecido a su hermano y luego a Alluka, no estaba seguro de lo que quería, pero su abuelo era muy claro en su propuesta.

—Está bien hermano, yo sí quiero volver a casa —confesó Alluka, no sólo para darle ánimos a decidir por ella, también era cierto que estaba harta de soportar verlos a ellos dos juntos y pretender que no le afectaba. Por lo menos en casa podía ir a su cuarto y desahogarse consigo misma por tanta frustración.

—Lo que tú decidas, yo te apoyaré —continuó Illumi, aunque ya sabía cómo terminaría todo y él no quería eso, había peleado para que no arrastraran a su hermano de vuelta y ahora no quedaba opción alguna.

—Pero… —quería ver que se opusieran, que le pidieran no volver.

Se puso a pensar en la cantidad de problemas que se desatarían si no contaban con un aliado como Zeno, no podrían volver a casa sin ser atacados, no podrían estar en ninguna parte sin ser perseguidos por su padre. Ni qué decir de lo que podrían hacerles, y todavía estaban los hombres de la Isla, y los problemas que le traerían a su hermano. No se trataba ya de él mismo ahora tenía un deber importante.

—¿Quieres que te ayude a decidir? —sintió la mano de Illumi apretando la suya, en un gesto de apoyo moral que él apreció como nunca antes. Él asintió y permitió que sus manos se unieran ante la mirada indignada de su abuelo.

—Piensa en los problemas que de verdad nos vamos a acarrear, no creo que quieras darle esa vida a Alluka y lo sabes, sabes que no hay mucho por pensar, pero si quieres arriesgarte a seguir fuera de casa, aquí me tendrás para cuidarte sin importar nada, y sabes que cumpliré mi palabra.

Sí, con Illumi a su lado se sentía seguro, ya no le daba miedo volver a casa o hacer cualquier otra cosa que considerara arriesgado. Él siempre le provocaba esa seguridad que le volvía en un instante el tipo más fuerte del mundo. Lo sabía, la decisión que tomara sería reforzada por su unión. «Si me canso, yo sé que tú me ayudarás con esto…» se dijo, apretó los dedos de Illumi con suavidad y tomó su decisión.

—De acuerdo, abuelo, volveré a casa, pero no olvides que contamos contigo.

En cuanto escuchó esas palabras, Zeno estuvo seguro de que no quería que Killua tuviese tanta confianza, que hubiese rechazado la oferta y así olvidarse de la idea de proteger esa relación enferma. Después de eso, les anunció que les haría acompañar en algunos trabajos antes de regresar a la casa. A la mañana siguiente, Zeno entregó a Illumi las llaves de un auto y le dio indicaciones del nuevo lugar al que irían.

Killua se emocionó en cuanto supo que se iría en el carro junto a su hermano y a Alluka. Al fin tendría un momento de soledad con los dos, no le vendría mal aclarar algunas cosas.

—Te extraño —le susurró el morocho en cuanto lo vio llegar al auto.

Illumi acarició sus cabellos con discreción, y le abrió la puerta para que ingresara al auto. Alluka llegó justo después de eso, y saludó a sus dos hermanos. No se sentía cómoda de estar entre ellos interrumpiendo todo lo que ambos tenían que tratar. Lo peor fue el silencio en el que se mantuvieron al inicio del camino.

—Serán dos horas de viaje —dijo Illumi.

—¿Por qué no nos fuimos en algún dirigible?

—¿No querías estar conmigo? —bromeó.

—Tonto…

—Chicos, yo me dormiré, así que hagan como que no estoy aquí —Alluka se echó sobre el asiento trasero, acomodándose a sus anchas para dormir lo más a gusto posible—. Sólo no hagan mucho ruido.

—Cómo si pudiéramos hacer ruido —Illumi venía de muy buen humor, estaba feliz de poder tener a Killua cerca sin ninguna repercusión de por medio. Había cierta tensión en el ambiente, eso estaba claro, pero era mejor que la soledad de no tener cerca al amor de su vida.

—Mucha información para Alluka…

La risa de Illumi le hizo sentir un gusto interior que por poco olvidaba. No era común escucharlo reír con naturalidad, y que estuviera así sólo podía significar que estaba mejor, que los malos momentos ya estaban en segundo plano. Esperó hasta un semáforo en rojo, para tomar la mano de Illumi y apretarla como un gesto de amor, su hermano reaccionó atrayendo sus dedos para darle un fugaz beso. Eso era todo lo que necesitaban para decirse lo que no podían estando Alluka ahí, fingiendo dormir para darles espacio.

—Ya pronto, Kil. Ten paciencia, el abuelo me dijo que podremos estar juntos en las noches, siempre y cuando tengamos cuidado de que no nos vean los demás.

—A veces detesto que me leas la mente —se rió—, aunque creo que te falta algo para…

Sintió que lo jalaban del brazo y se dio la vuelta, justo para encontrarse con unos labios que se unieron con los suyos en un breve pero intenso beso.

—¡Estás conduciendo, idiota!

—¿Decías que faltaba algo…?

Se puso rojo de vergüenza, de nuevo le estaba leyendo la mente. Aunque no pudo evitar sentirse inmensamente feliz por el beso, su esperanza de recuperar un trocito de la buena vida que había tenido volvió a él. Eso era lo que su amante le quería decir, que no se desanimara sólo porque estaba por volver a casa, que tarde o temprano las cosas serían mejores. Tenía tanto que quería aclarar con él, sobre todo el asunto que no tuvo tiempo de hablar cuando estuvo en la reunión con su abuelo, pero de pronto el teléfono de Illumi comenzó a sonar.

El mayor contestó por el altavoz del auto, sin pensar si era alguien complicado o no. Por suerte la persona que le llamó era terreno seguro.

—Illumi, hablé con tu abuelo, supe que Killua volverá a casa, ¿qué sabes de eso?

—¡Aquí estoy, papá!, no hace falta que le preguntes a Illumi por cosas que son sobre mí.

—¿Kil? —Silva se extrañó, por poco no reconocía la voz de su hijo, habían pasado varios años ya y su voz había cambiado un poco.

—Sí, soy yo.

—Sí papá, aquí estoy junto a Alluka y Killua, vamos a acompañar al abuelo a hacer algunos trabajos y luego volveremos juntos a la casa.

—¿Tú también? Pero…

—Es cosa del abuelo.

Tenía trabajo por hacer y ahora se veía obligado a suspenderlo por estar con el anciano, eso significaba que tenía suplentes que se encargarían de sus asuntos mientras que él estaba en otro lugar.

—De acuerdo, lo importante es que vienen los tres. Por favor Illumi, ten cuidado con tu abuelo, no me da buena espina con eso de la isla…

No quería decirlo por completo por temor de despertar la curiosidad del albino, sin saber que era bastante tarde para intentar ocultarle esos asuntos. De todos modos, Killua no comentó nada al respecto.

—Sí, papá. Te llamaré después.

—De acuerdo, los veré luego. Me da gusto que Killua regrese a casa.

Colgó en seguida, y Killua sintió que su estómago se revolvía. Tenía tiempo sin matar por negocio, se había esforzado a lo largo de esos años para no hacerlo, dejar atrás eso viejos hábitos. Ahora se vería forzado a recuperarlos, justo cuando su mentalidad había cambiado y no veía de buen modo ese negocio familiar, no le agradaba para nada, ni quería hacerlo. Tampoco quería que su hermano terminara leyendo su preocupación y ofreciéndose para hacer el trabajo por él, eso no sería justo porque Illumi tenía muchas otras cosas que atender por sí mismo. Miró el camino por la ventana, tenía tantas cosas en su mente, deseaba seguir dos caminos opuestos, estar junto a Illumi y ser un asesino como antes, y a la vez, salir y continuar su vida como Hunter. No podía hacer ambos, no combinaban, sabía que tarde o temprano tendría que resignarse.

—Illumi… sobre la reunión…

—¿Podríamos esperar?, sé que es importante que lo aclaremos, pero no es buen momento.

No quería que Alluka les escuchara discutir, seguramente terminaría siendo una larga conversación con diferentes puntos de vista, y hacer entrar en razón a Killua sería un problema. Con suerte lo convencería de pretender que nada pasaba y dejarlo continuar con su parte del trato con los Iluminados.

—¿Por qué? —y ahí estaba, el niño que conocía y que cuestionaba todo.

—Porque no me gustaría que Alluka se viera metida entre nosotros. Te prometo que en la noche lo hablaremos.

Miró hacia atrás, de sobra entendía que Alluka estaba fingiendo dormir y podía escuchar todo, tampoco quería que ella se sintiera así, y si el asunto desembocaba en alguna pelea, sería desagradable que ella tuviera que seguir en ese estado hasta que bajaran del auto, sólo para encontrarse con un aura tensa entre ellos.

—Ah —dio un largo suspiro—, de acuerdo, pero no te vas a salvar.

—¿Cómo te sientes?, ¿cómo te fue en el encierro?

El resto del camino se pusieron al tanto con sus asuntos personales tanto, lamentablemente tuvieron que detenerse justo cuando llegaron a un hotel. Esta vez trabajarían en conjunto con su abuelo, cosa que el albino no quería.

En cuanto su abuelo les dio las indicaciones pertinentes a cada uno, y que Killua se tranquilizó, una nueva noticia le hizo alterar de nuevo.

—Ahora, Killua, sígueme —le pidió el abuelo—. Estarás conmigo en el siguiente trabajo.

No respondió, buscó la mirada de Illumi, estaba triste de tener que dejarlo solo otra vez, preocupado por la reacción que éste tendría al separarse de vuelta, pero de nuevo Illumi le tranquilizó, sonriéndole e incitándolo a seguir al abuelo. Comprendía que el albino podría estar molesto por tener que matar después de tanto tiempo. Tuvieron que conformarse con despedirse de lejos, Illumi estaría a cargo de cuidar a Alluka, al menos así fue como se lo indicó el abuelo, quien deseaba analizar el comportamiento de los muchachos al dejar que Alluka tuviera un acercamiento al mayor, y lo más importante, comprender la relación entre esas dos entidades.

Viajaron por tres horas hasta otra ciudad, el abuelo le explicó en el camino que se habían hospedado en un hotel que estaba a poco tiempo de las cinco ciudades que tendrían que revisar, así que no planeaban quedarse días enteros en sus trabajos; luego prosiguió a explicarle su tarea. Después de tanto tiempo sin trabajar para la familia, sintió que no podría lograrlo como antes, no sin pensar en sus actos. Estaba nervioso—más nervioso de lo que jamás imaginó que estaría— por hacer algo que en algún punto de su vida fue un hábito tan cotidiano en él y la mirada examinadora de su abuelo no ayudaba para nada. respiró profundo y espero a que algo mágico viniera a él.

—¿Sabes que esta es la única forma en la que podrás seguir con Illumi, verdad? —le dijo Zeno para intimidarle e incitarle a seguir adelante.

El anciano detestaba usar la "carta Illumi" para solucionar sus problemas, pero a estas alturas no se podía permitir darse el lujo de rechazar usarlo a su favor.

—¿Qué quieres decir con eso?, ¿por qué tendría relación esto con aquello otro?

Zeno dio un fuerte suspiro y se echó sobre el acojinado sillón del dirigible, soltaría todas sus ideas sobre la relación del muchacho, le haría tomar las cosas de un modo diferente, todo con tal de mantenerlo enfocado en el oficio, al fin luego le pediría cooperación a Illumi, y de este no dudaba que obtendría mejores resultados. Killua sabía cómo defenderse, preguntaba cuando debía, y no había sido entrenado sólo para matar, también había sido instruido en todo para ser un gran líder.

—Illumi es un asesino. Él sí que está dedicado a esto, le gusta, es su gran pasión y eso es del conocimiento de todos.

No podía negarlo, Illumi pese a que había despertado después de estar bajo la oscuridad de Nimrod no se apartó del camino de los asesinos, lo tenía bien asimilado y se lo tomaba muy en serio, no lo encontraba estresante, cargoso o si quiera alguna vez se quejó de tener que hacerlo, siempre iba muy dispuesto a cooperar, estaba claro que lo que fuera a decirle su abuelo, tendría toda la razón.

—No dejará de serlo sólo porque tu no quieras ser un asesino. Tendrás que aceptar sus deseos, y si se dedica a esto, tendrás que seguir entrenando porque él tendrá enemigos, muchos más de los que ya tiene.

—Pero yo puedo…

—No, no puedes. Sé que quieres ser un Hunter, pero no te durará para siempre el gusto. Tarde o temprano Illumi te arrastrará hasta su oficio, lo verás en peligro y…

—Ya acepté abuelo, ya me tienes aquí, no necesitas darme cátedra para que yo haga mi trabajo.

No quería escuchar historias del futuro incierto; no dudaba de que Illumi seguiría siendo un asesino, de hecho no podía imaginarlo actuando de otro modo. Secretamente le parecía atractivo que fuera así, manteniéndose oculto, fuera del alcance de más incómoda competencia, entrenando duro, y mejorando en áreas que él amaba crecer, como el desarrollo del Nen.

Ya antes había entrado en ese estado mental en el que se enfocaba por completo en matar a su objetivo sin sentir nada de por medio, la última vez que lo había hecho fue durante la pelea contra las hormigas, y agradecía que su concentración fuera maravillosa porque, pese a que el trabajo fue emocionalmente complejo, lo pudo realizar con mucho éxito. Zeno quedó satisfecho aunque al albino le pareció un tanto extraño realizar un trabajo tan cotidiano, junto a su abuelo, el cual solía hacer encargos más complejos que ese.

—Este trabajo le correspondía a Kalluto —le explicó cuando notó sus sospechas— pero él no estaba en casa, acaba de volver. Era menester que alguien lo atendiera.

—Oh… ya veo —no añadió más, no le interesaba conocer los pormenores.

Killua veía hacia afuera del dirigible, recargado sobre la pared, extrañaba a Illumi, había conversado muy poco tiempo, quería hacerle montones de preguntas, y le molestaba la idea de llegar muy noche, sólo verlo un rato antes de volver a salir a otro trabajo.

—¿Cuánto piensas durar con esta relación, Killua?

Pretendió no escuchar la pregunta, no quería hablar de ese tema con su abuelo, con alguien que no estaba de acuerdo con ellos dos.

—¿Estás seguro de seguir adelante?

—Abuelo, no planeo hablar de esto contigo. Espero que lo entiendas.

—¿En serio crees que va a durar?

—Ya te he respondido —dejó de ver a la ventana, para lanzarle una mirada llena de insatisfacción.

—Pues aunque te enojes, alguien debe decírtelo.

Lejos de intimidarle o hacerle desistir, esa ira en el muchacho sólo lo incitaba a molestarlo con otro de sus discursos. Se rió ante la idea de provocarle, pero se contuvo, era un adulto responsable, no quería darle la mala impresión a su pequeño nieto.

—Es pasajero, sólo piénsalo bien, Illumi es un asesino, siempre aspiró a ser uno. Su única forma para ser parte de la hermandad de Asesinos es que sea un heredero o sea apadrinado, y si alguien lo apadrina… bueno, es simple, pasará a pertenecer a alguien más. así que no tendrá más tiempo para ti —pero su nieto continuaba sin reaccionar—. Además, sólo date cuenta que se enamoró de ti cuando eras muy niño, ¿a qué edad le interesaste en un modo sexual? Tenías diez años cuando yo lo descubrí, pero quizá fue antes, y si eso es así, esto sólo coloca a Illumi en la posición de pederasta. Te amará mientras seas joven, pero en cuanto llegues a una edad más madura te hará a un lado, dejarás de ser tan interesante, y si remueven la entidad de Nen será más que claro, te dejará… te dejará porque ya no eres el niño que tanto le interesabas, serás un adulto y eso no es atractivo para un pederasta.

Killua se dijo mentalmente que sólo hablaba en base a sus percepciones, que no tenía por qué prestarle atención, pero esas palabras estaban haciendo mella en sus inseguridades. En aquellas ideas a las que temía cada vez que Leorio se lo insinuaba, tenía miedo de que fuera cierto y quedar como el tonto que se enamoró de alguien que en verdad nunca planeó corresponderle. No quería ser usado.

—Bueno, si es así ya sabré qué hacer.

—No, ya lo sabes. Yo te dije que tendrías que aguantarte, sin importar nada. Si descubres que yo siempre tuve la razón entonces deberás callarte y aceptar seguir ahí —lo decía para atormentarlo.

Killua respiró hondo, si las cosas en verdad eran como su abuelo lo planteaba sólo le quedaba una opción viable, ir a preguntarle a su amante. Afortunadamente tenía una confianza plena en que él le respondería con toda la sinceridad posible. Lo que temía era que sus respuestas no difirieran de lo que su abuelo planteaba.

.'.

Sus heridas dolían demasiado, tenía varios huesos rotos, y las heridas todavía no habían sanado. No obstante, eso no le fastidiaba tanto como el hecho de haber sido pisoteado por un iluminado más. Sí, había perdido frente a Chrollo de forma rotunda y sin nada que alegar a su favor. No volvería a subestimar al líder de las arañas en cuanto a estrategia se trataba. Al inicio de la batalla estaban en igualdad de condiciones, fortalecido y orgulloso se arrojó sobre él. Excitado por la pelea que tanto había ansiado, Chrollo sacaba sus mejores cartas y estrategias para acabar con él rápido. Las primeras heridas en su cuerpo le habían emocionado, y justo cuando se preparó para pelear, su Nen, su maldito Nen lo condenó.

«Marionetas…»

Recordó toda esa charla sobre las marionetas y los montones de estrategias que el hombre tenía en mente, cuando la pelea recién iniciaba.

«¿Incluso con esto en mente quieres continuar?» nada le fastidiaba tanto que el reto de Chrollo disfrazado de una pacífica advertencia para prevenirle de lo que vendría.

—Sigo estando listo.

Escupió la sangre de la herida de su boca sobre el lavabo. Se enjuagó la cara y se miró en el espejo.

—Sigo estando listo —repitió frente al espejo. Sus ojos destellaban un odio mortal.

Odiaba saber que finalmente le había permitido a Chrollo pelear con ventaja, razón por la cual, el Danchou, haciendo gala de sus grandes y maravillosas habilidades, le hizo explotar.

—Ya es suficiente —se dijo frente al espejo. Estaba harto de ser el tipo gracioso, cambiando constantemente entre la diversión y sus intereses serios. Ya no tendría misericordia de sus enemigos, acabaría de una vez por todas con sus problemas, mejor dicho, con su titiritero. Quizá no podía matarlo él, pero era la hora de ser serio y localizar al tipo que le había prometido un pago justo por sus servicios hechos con tanta maestría.

Quizá Nimrod no estaba, pero Illumi sí, y si no podía localizar a Illumi gracias a sus artes y poderes que le impedían ser encontrado, Killua no estaba protegido del mismo modo, podía apostarlo. Iría por él, si no podía atrapar al albino, como suponía que pasaría, todavía le quedaba Alluka.

—Tal vez atraparlo no sea buena idea, pero localizaré a ese bastardo y cobraré mi paga.

Las paredes a su alrededor comenzaron a derretirse, la magnitud de su poder estaba escapando de su cuerpo. Sus increíbles habilidades mágicas, jamás vistas por cualquier persona, salían a la luz. Las odiaba, detestaba esas habilidades sobrenaturales que le recordaban los rituales a los que en su niñez había sido sometido, mismos que le otorgaron dicho poder. El problema era que no podía usarlas, no sin la autorización de su amo, y sólo en determinadas ocasiones aparecían como un recordatorio de su existencia. Era terrible, desgastante y le daba asco. Respiró hondo, tendría que pagar por las paredes y el —ahora— inexistente techo. La luz del sol atravesó por una pared y escuchó el grito de alguien en el piso de arriba que había descubierto el enorme agujero por el que estuvo a punto de caer. Dio un salto, el piso también estaba por derrumbarse así que lo evadió antes de caer junto con él.

—Maldita sea —murmuró. Usó su Nen para sostener el resto de la fachada y salió en busca de su objetivo.

.'.

Illumi llevaba casi tres minutos en la misma página y era claro que no estaba leyendo absolutamente nada. Alluka lo estaba observando desde el comedor, mientras comía un helado de vainilla con fresas que los mayordomos le habían servido. Tenía curiosidad por lo que le pasaba, no era la clase de persona que fácilmente se distrajera, pero era evidente que algo no estaba bien en él. Preguntarle no estaría de más, sin embargo, no sabía cómo plantear las cosas sin ser muy invasiva. Esperó unos minutos más, antes de sacar el tema a flote.

—¿Estás preocupado?

Illumi dejó a un lado el libro para atender a la chica. Por un momento imaginó que había dicho algo que no tenía nada que ver con la pregunta original y se quedó expectante, tratando de descifrar la pregunta.

—Illu-nii… ¿estás preocupado por Killua?

Se aclaró la garganta antes de responder como si no fuera gran cosa.

—Naturalmente así es.

—Él estará bien, y lo sabes.

—No me preocupa cómo esté físicamente… el abuelo está con él, y además, él es excelente defendiéndose. Me preocupa que no pueda desempeñar bien su tarea.

—¿Por qué?, no es la primera vez que lo hace.

La miró con incredulidad, se suponía que ella debía tener una mentalidad más sensible. Pero cayó en cuenta que eso era lo que Killua anunciaba a todas partes, gracias a su mal habito de sobreprotegerla. Alluka había visto y en cierta medida, provocado la muerte de muchas otras personas, muchas de las cuales ella misma presenció y sin una reacción mental que demostrara arrepentimiento o dolor. Era natural en ella, una familia de asesinos, con una entidad que mataba en masa y de manera horrorosa, por ende era absolutamente normal que ella viera la muerte o el asesinato como algo automático.

—No, pero salió de casa, se rodeó de personas que le hicieron ver la otra cara del mundo… él es muy sensible, no creo que esto le vaya a caer bien.

—Estará bien, confía en lo que te digo. Puedo apostarlo.

Y quizá ella también tenía razón, y él sólo estaba siendo sobreprotector. Se recostó en el sillón, estaba desesperado por salir, por volver a ver a su amado. No le quedó de otra más que resignarse a esperar.

Yuki: Decidí no irme a Hiatus, hice las cuentas sobre los tiempos y voy todo perfecto! De hecho actualmente en el manga ya pasó otro año y Killua tiene 15, en esta parte del fanfic Killua tiene 14 todavía así que aun puedo continuar sin ir a Hiatus!

Gracias a todos por leerme y recuerden, pueden encontrarme en Tumblr y Facebook :)

Hasta el 5 de abril.'.