Y bueno, regresamos al Hiatus habitual, por lo menos me va a dar tiempo para traducir el manga del japonés al español, traducir es un arte chicos, no es cualquier cosa
Recuerden que soy un humano. Visiten mi fanpage para ver más tonterías de la serie facebook loveoverxshimja/.'.
HADOS
Capítulo 18
.'.
—¿Cómo te fue en el encierro?, ¿estás bien?
Se sorprendió al escuchar la voz de su hermana interrumpiendo sus preocupaciones mentales mientras fingía leer. No era común que alguien más se interesara en su bienestar. De inmediato se puso a la defensiva, si ella preguntaba eso, quizá se debía a algún interés de por medio.
—¿Qué ocurre? —contestó un poco violento, seguro de que se encontraría con una amenaza por parte de la chica—, si vas a decir algo será mejor que te ahorres los rodeos Alluka, estoy listo. Dispara.
—¡¿Qué diablos significa esa actitud, hermano?!, nadie te está acusando, sólo te estoy preguntando por tu bienestar.
—¿Por qué habrías de…?
—Porque eres mi hermano, ta-ra-do —canturreó— y porque eres especial para Killua, y si lo eres para él, debes serlo para mí. No quiero que se te olvide que somos hermanos.
Alluka se levantó de su silla y caminó hasta quedar frente al sillón, donde empujó a su hermano para recostarse a su lado. Illumi estaba tan confundido que ni siquiera pudo defenderse de la invasión hasta que la chica estaba acurrucada a su derecha.
—Y quiero que te acostumbres a tenerme cerca, a hablar conmigo, a abrazarme y todo lo que hacen los hermanos.
Su mente se quedó en blanco, esto era más de lo que podía controlar. Si exigía su espacio y maltrataba a la chica, desencadenaría una gran pelea con el albino que conllevaría al inicio de una terrible ruptura, por lo que decidió no fastidiarla ni pidió que se apartara —como hubiese hecho en condiciones normales— y sólo se hizo a un lado; justo cuando iba a escapar del sillón, ella lo tomó de la mano en forma firme pero delicada, como una petición de que no se apartara.
—Ya sé que es raro, también lo es para mí, pero Illumi… lo quieres, ¿no?, hagamos las cosas más fáciles para él.
Lo peor es que ella tenía la razón. Killua sería infinitamente más feliz si veía a las dos personas que amaba juntas, en paz, teniendo una convivencia sana. Miró una vez más a Alluka y tomó su decisión; se recostó de vuelta en el sillón, bajó su mano libre, pero no supo dónde colocarla, porque cualquier parte que tocara de su hermana le parecía en cierta medida irrespetuoso. De nuevo la chica fue quien le guió, tomó la mano de Illumi y la colocó sobre su cintura.
—No pasa nada Illumi, no es como que esto signifique algo como lo que Killua y tú tienen.
—De acuerdo —susurró sin confianza; miró su mano e intentó no mover ni un solo dedo, no fuera que esto se transformara en un momento todavía más incómodo.
—Cada día veo que empeora más —confesó ella cerrando los ojos, Illumi tenía una particular presencia que hacía que cualquiera se sintiera seguro estando bajo su protección— ¿esto seguirá empeorando?
—¿A qué te refieres con empeorar?
—Durante tu encierro actuó muy inestable, no salía de su cuarto, no quería comer, apenas dormía, y estaba más irascible que de costumbre; después de verte regresó histérico, dijo que estabas muy herido, que no habías comido y que te trataban terriblemente mal…
—Si el abuelo hubiese sido como tú, creo que me hubiera ido peor. La tuve fácil.
Ella rió, era demasiado sincero y directo al momento de hablar, quizá peor que ella al expresar sus ideas con honestidad. Illumi prácticamente no tenía filtros.
—Pero en serio Illumi, Killua fue muy obsesivo.
—Será peor… —tuvo que ser sincero, no importaba cuanto lo quisiera disimular, la realidad llegaría y no podría negarlo—, pero yo haré lo posible por tenerlo siempre satisfecho.
—No te esfuerces de más, no dejes que esto también te consuma a ti. Creo que esto también es difícil para ti.
No respondió nada, en cierto modo le daba miedo la forma tan franca y sencilla en la que Alluka interpretaba las cosas, tan atinada que era imposible refutar.
—Lo que yo pase es lo de menos.
—No. Porque si te cansas, entonces no será lo de menos, será lo peor. Killua te llorará mucho, y tú no podrás debatirte entre lo que deseas por culpa de una entidad, y lo que deseas por causas de salud mental. Será enfermizo.
—Eso no pasará.
—No digas sandeces…
—No pasará Alluka, ya lo he prevenido todo.
—Ah… —suspiró— nunca se puede discutir con el señor rey de la manipulación.
Tras una charla silenciosa, en donde ella se dedicó a hablar de sus experiencias en el viaje y otros asuntos que a Illumi no le interesaban, ella acabó por dormirse a su lado. Estaba bastante cansada después de haber estado atendiendo al joven albino los últimos días, e Illumi no quiso moverse por temor a despertarla.
Aproximadamente una hora después, Killua llegó junto a su abuelo, se notaba a leguas que estaba en su fase insoportable y lo peor para él fue encontrar a su amante junto a su hermana, acostado a su lado, sintió que la sangre le hervía, los celos terribles aparecían y no sabía si podría controlarse. Tragó saliva, no quería ser cruel, se dijo que era sólo un acto de hermandad, pero no podía creerlo del todo.
—¿Qué ocurrió?
—Se quedó dormida.
—¿Pero por qué ahí con…? —detuvo su pregunta al captar la atención de su abuelo, ni siquiera había saludado, sólo se estaba dejando llevar por sus sentimientos.
Illumi se levantó y ocurrió lo que había estado evitando; la menor despertó, se talló los ojos y se percató de que su hermano había llegado.
—Hola —saludó en medio de un bostezo.
—Sí tenías sueño podías ocupar una cama. No dormir en el sillón… ¿por qué estaban ahí en el sillón?
—Ay no… ¿ya vas a desconfiar de nosotros? —le acusó, sentándose con lentitud, en verdad estaba cansada, no deseaba discutir, pero esa pregunta se le había escapado del corazón.
—¡No estoy desconfiando de nadie!, sólo es una pregunta.
—Chicos, me iré a mi cuarto —interrumpió el abuelo—. Illumi, mañana a las diez de la mañana pasaré por ti, desayuna algo porque no tendremos tiempo de hacerlo, ¿de acuerdo?
—Sí, está bien.
El anciano salió del cuarto, y Killua aprovechó para acercarse al sillón, y saludar a su hermano como era debido, con un suave y fugaz beso.
—¡Estoy en medio! —chilló la chica al sentirse invadida por el albino que prácticamente la había hecho a un lado para besar a su hermano.
—Ya, ya… no pasó nada.
—No vayas a pelearte con Illumi, yo fui la que vino a acostarse aquí, él ni quería, prácticamente lo obligué.
Se adelantó, conocía bien a su hermano, sabía que si tenía algo que le estaba molestando no diría nada hasta que estuvieran a solas. Justo cuando podría reclamar a sus anchas, y algo le decía que Illumi no sabría defenderse de él.
—¡No estoy reclamando!
—Entonces quita esa cara de niño molesto, y déjame salir de en medio.
Se hizo a un lado y Alluka se puso de pie, acomodando su ropa, estiró los brazos hacia arriba, decidida a irse a dormir a cualquier cuarto.
—Ya es muy tarde, debería irme a dormir. Hagan lo que quieran, menos discutir —luego se dirigió a su hermano mayor—. Illu-nii, no dejes que te intimide.
—¡Que no estoy enojado!
Illumi se rio, ya no pudo evitar más. Alluka era bastante perspicaz, y no daba tregua, definitivamente era mejor tenerla como aliada. En cuando la chica se marchó sintió la mirada recriminadora del albino y la risa se le fue, de todos modos, ya se había mentalizado para tener esta clase de problemas.
—¿Qué pasó?
—Ella quiere que seamos más cercanos, como dos buenos hermanos. Es todo.
Sonaba como algo que Alluka diría, y de todos modos le dolía, no le gustaba verlo abrazando a alguien más, y a la vez, le daba gusto que él aceptara a relacionarse más con su hermana. Estaba en un dilema, pero en cuanto Illumi lo notó, lo jaló del brazo y lo estrechó contra su pecho.
—Te extrañé demasiado, un poco más y me vuelvo loco —susurró, y todos los problemas y sentimientos contrarios desaparecieron por completo. Al fin podrían ir al cuarto y estar a solas, por lo menos hasta las diez de la mañana, cuando su abuelo fuera por él.
—Sabes que yo también te extrañé.
—Vamos al cuarto.
En cuanto llegaron y se cambiaron por algo más cómodo para dormir. Killua se echó sobre la cama, apenas consciente de lo cansado que estaba, pero un sentimiento más le estaba ganando, el deseo de sentir a Illumi sobre él; de abrazarlo, besarlo y hacer todo lo que un buen amante haría en medio de la comodidad de la oscuridad.
Antes de que Illumi se colocara la parte superior del pijama, le llamó desde la cama, con una voz que contenía un deje de inseguridad.
—Illumi… no hace falta —se ruborizó.
El morocho le sonrió coquetamente, y eso incrementó su rubor, estaba prácticamente rojo de toda la cara; aun así, no perdía el deseo de seguir adelante, no sabría cuándo podría verlo de nuevo y era mejor aprovechar tanto como fuera posible.
—Entonces… —colocó una rodilla sobre la cama, y se echó para adelante, alcanzando esos dulces labios que le correspondieron en un beso profundo— me temo que hoy no seré tan paciente.
Se sonrió esto era justo lo que estaba buscando en él, que bajara la guardia para hacerlo hablar sin ningún reparo, ni posibilidad de mentir. Al menos así lo había imaginado. Se mordió el labio coquetamente, y se acomodó en la cama para permitirle a su amante acomodarse sobre él.
—¿Ansioso? —susurró al oído del morocho.
—Sí —contestó casi sin aliento.
Ver a Killua tomando la iniciativa cuando se encontraban a solas era mucho mejor; también disfrutaba de su timidez natural, pero prefería verlo un poco más participativo y deseoso. Eso incrementaba su excitación a niveles estratosféricos.
—Illumi… —le llamó mientras sentía sus labios húmedos cubrir de besos su cuello.
—Dime —estaba más concentrado en saborear su piel y deslizó sus manos por debajo del pantalón del albino.
—¿Estarás conmigo por… —se trabó en medio de la oración, sus caricias le distraían— estarás conmigo por mucho tiempo?
—Todo el que quieras.
Continuó recorriendo su cuerpo. Le volvía loco el aroma del albino, apenas percibía su presencia y no podía hacer otra cosa que rendirse a él.
—¿Para siempre?
—Lo que quieras.
Estaba inconforme, necesitaba poner más presión, Illumi parecía sólo darle por su lado sólo porque estaba deseoso por tenerlo.
—¿Desde cuándo estás —bajó la voz con timidez— enamorado de mí?
Illumi bajó por su pecho hasta llegar a su abdomen, le encantaba besar su cálida piel, los vellos se erizaban al contacto con la humedad de sus labios y sus músculos se relajaban.
—Desde hace mucho… no lo sé.
—¿Cuándo? —tomó aire, le hacía cosquillas el cabello de su amante sobre su vientre y tuvo que resistir el impulso de rascarse— ¿cuándo te diste cuenta que yo te gustaba?
Se dio cuenta que Killua tenía intención de hablar, no comprendía por qué había fingido una escena para tocar un tema que traía en mente, probablemente era porque no quería hacer mucho drama mientras conversaban.
—Veamos —se separó, le dio un fugaz beso en los labios y se acomodó el cabello a un lado mientras pensaba en la respuesta— creo que fue cuando estabas en la Torre Celestial.
—¡Tenía seis años! —tuvo el deseo de golpearlo, era como si la suposición de su abuelo fuera correcta, detestaba darle la razón porque él quería defender a Illumi a capa y espada, pero primero debía encontrar toda la perfección en él antes de poder darle la mejor de las defensas.
—Y no te toqué ni te hice nada, de hecho no pensaba hacerte nada, ni siquiera imaginé que un día me corresponderías, sólo te vi crecer mientras te admiraba en secreto —besó su frente, definitivamente Killua le estaba robando la inspiración para la noche.
—Pero… —aunque le hacía feliz saber que su hermano le respetó toda su vida, todavía tenía una duda dentro de él— entonces, si crezco, si ya no soy ese niño ¿ya no voy a ser interesante?
Dio por sentado que no habría sexo esa noche, se quitó de sobre él, y se recostó a su lado. Suspirando pesadamente, él había sido muy sincero cuando dijo que estaba ansioso por él, lo necesitaba con mucha pasión y Killua había regresado al cuarto con un montón de inseguridades de por medio.
—¿Qué te dijo el abuelo?
—¡No tiene nada qué ver!
—Es obvio que esto lo dices por algo que él te hizo pensar —lo miró con un poco de reclamo, no era su intención discutir pero no pudo evitarlo.
—Illumi…
Tomó una bocanada de aire. Debía actuar rápido o si no el albino no confiaría en sus respuestas.
—Será mejor —se apresuró a contestar, no iba a permitir que Killua comenzará a hacer sus aclaraciones— entre más crezcas, mejor será esto.
Killua se quedó expectante, quería sonreír de felicidad al escucharlo decir esas palabras que tanto necesitaba. Sin embargo se contuvo, sólo mirando a su hermano con admiración.
—Cuando estés más grande podré tomar tu mano en la calle sin parecer un subnormal, podré abrazarte y besarte frente a todos, podré traerte a vivir conmigo y admitir abiertamente nuestra relación sin parecer un pederasta incestuoso… todo el mundo me juzga como el que te manipuló, por eso me acosan tanto. En realidad, tengo prisa porque crezcas. No quisiera esperar tanto tiempo.
Era una respuesta mejor de lo que había esperado. Le había dado un alivio que no sabía que necesitaba. Se sintió más enamorado de lo que nunca antes había estado, eran palabras prometedoras de un futuro mágico y dulce. Deseó concederle ese sueño a su hermano.
—Ahora mismo no puedo hacer todo lo que quisiera, tengo que aceptar mantener esto en secreto, aunque yo no tengo miedo de admitir la verdad frente a nadie —la severidad con la que había dicho eso dejaba en claro que algo más se estaba guardando, como un plan secreto—; en la medida de lo posible, me gustaría… me gustaría ser capaz de brindarte toda la felicidad que esté en mis manos pues tú, mejor que nadie, sabes lo importante y especial que eres para mí.
Ya había entendido que era mala idea admitir su relación abiertamente pues sólo le creaba problemas a su hermano y a sí mismo. No quería eso, menos pretender que no estaba pasando por un mal momento con tal de mantener al albino tranquilo, no soportaría verlo aguantar de nuevo un montón de maltrato sólo por quedar bien y demostrar que él no quería aprovecharse de su hermano menor.
—Illumi —levantó de su posición, y se echó sobre su hermano para regalarle un impulsivo beso en la mejilla—, todo va a estar bien, confía en mí.
Lo abrazó, sus palabras aceleraron sus latidos. Rogaba que fueran palabras y acciones provenientes de su corazón y no de una carta, lamentablemente sabía la realidad.
—Por supuesto que confío en ti. El tiempo que desees darme, yo te lo agradeceré toda la vida.
Cuando le hablaba así, le dolía, le hacía ver que Illumi no daba por hecho nada a pesar de que él estaba completamente seguro de que su amor era eterno.
—Entonces no te rindas… hay mucho camino por delante —susurró Killua con pena, había hecho lo posible por expresar su interior y las respuestas de su hermano le hacían sentir que no estaba tocando todavía su corazón.
Se relajó en sus brazos, estaba satisfecho y ahora con más ganas deseaba hacer el amor con él. Darle la paz que necesitaba antes de verse forzado a ir con su abuelo y escuchar reproches y más palabras ofensivas.
—Y no creas que se me olvida lo de la reunión —recalcó el albino, para aliviar la tensión de haber sido el último en decir algo dulce.
—Ya… ya…
—Pero primero —bajó la mano izquierda con lentitud por sobre el abdomen del morocho y jaló la tela del pantalón.
Tuvo la tentación de reírse, esa expresión de su hermano era demasiado explícita para alguien con su nivel de timidez, o al menos así lo veía. Era como si le ordenara que se quitara el pantalón para él. Atrapó la mano del albino y sin darle tiempo la guió al interior de su ropa, para hacerlo masturbarle en reclamo por haberle robado la inspiración. Killua obedeció sin rechistar, pero los labios de Illumi le hicieron olvidar cualquier duda que tuviera.
—Mmm —gimió en boca del menor— Kil, lo haces muy bien.
Le intimidaba que Illumi le dijera esas cosas, y al mismo tiempo le encantaba que lo hiciera, le incitaba a seguir con más empeño.
—Ahora yo.
Se acomodó, bajó la ropa interior del albino para tomar con su mano derecha su erección. Killua dejó escapar un gemido grave al sentir las manos de Illumi tocándole a sus anchas. Estuvo así un rato, deleitándose con las sensaciones y reacciones de su joven amante, hasta que deseo cambiar las cosas. Lo detuvo un momento, para colocarse nuevamente sobre él, esta vez comenzó a frotar su erección contra la del menor, en un tacto caliente, húmedo y totalmente placentero.
—Illu… mi —deseaba detenerlo, a ese paso se correría y no quería hacerlo, deseaba sentirlo dentro de él.
Pero los movimientos no se detuvieron, Illumi estaba ya fuera de sí como para detenerse. En parte lo hacía con esa intención, conocía los deseos y fetiches del menor, sabía que le encantaba sentirse así, como marcado por él; como una posesión. Pero no quería hacerlo para desquitar su frustración inicial, y continuó con sus movimientos sensuales sobre él; acentuando sus intenciones con besos húmedos que tronaban con sus labios, permitiéndose entrar a su boca con su lengua y recorrerla en un toque tan íntimo que Killua se tensó de placer de pies a cabeza.
Su cuerpo vibraba, y fue incapaz de resistirse más, Killua tuvo un orgasmo que empapó su piel y su sexo. Se aferró con fuerza al mayor, frotándose todavía con mayor ahínco, ensuciándose de su néctar hasta que provocó que el morocho terminara sobre él. Se apartó un poco más para esparcir con morbo más su esperma sobre el cuerpo del muchacho y se quedó quieto, hasta que poco a poco comenzó a recuperar el aliento.
Killua comenzó a ruborizarse conforme se fue dando cuenta de su posición, estaba cubierto de semen que había salpicado hasta su pecho. Y lo peor fue ver la sonrisa pícara de su hermano el cual estaba sentado entre sus piernas, no dándole espacio para huir a limpiarse.
—Desde este ángulo te ves encantador.
—¡Idiota!, quítate.
Obedeció antes de hacerlo enojar de verdad. Se hizo a un lado para permitirle salir de la cama y lo siguió, él también necesitaba limpiarse así que se fue detrás de su niño. Luego regresó a la cama, se recargó en la cabecera y esperó a que Killua terminara de alistarse, todavía quedaba pendiente un tema más, que Killua había amenazado con tratar mientras él se cambiaba de ropa.
El albino salió secando su rostro con una toalla, y se subió a la cama, antes de dejarlo sentarse a su lado, lo tomó por la cintura y lo hizo sentarse en su regazo.
—Si vamos a hablar, quiero que hablemos así. De frente.
Killua se sentía un poco intimidado por la posición, si se movía un poco podría acabar haciendo algo bastante sugerente. De todos modos no refutó y permitió que Illumi lo detuviera en esa posición sólo porque sabía que lo presionaría a hablar de algo que él no quería, además, la sonrisa coqueta de Illumi no le permitía escapar de sus brazos.
—No des más rodeos Illumi, dilo…
—Oye, ten un poco de misericordia de mí —acarició su rostro— claro que te lo diré.
Aunque dijo eso, Killua no lo tomó en serio, le dirigió una mirada de reclamo y él comprendió que no podía aplazar más esto. Si le mentía o le ocultaba algo sólo aseguraría perderlo en el futuro.
—Sabes que cuando papá infringió las reglas de los Iluminados, al casarse con mamá, se ganó un castigo, uno serio. Lo que quizá desconoces es que él negoció con ellos al respecto, entre mamá y él les prometieron una cosa —se detuvo, esto era muy duro de decir, podría lastimar los sentimientos tan complicados de su amado niño.
La mirada afilada del albino parecía amenazarle con algo peor si no continuaba con su historia.
—Tú… papá intercambió a "su heredero" a cambio de su castigo.
El rostro de Killua se llenó de horror, se alteró por completo e Illumi tuvo el impulso de abrazarlo para darle un poco de consuelo y calma.
—Por eso siempre intentaron educarnos como siervos fieles, que no fuéramos a traicionar a la familia así trabajaríamos para los Iluminados sin cuestionarnos nada. Querían presionarnos a ser fríos, firmes, algo que a ellos les convenía. Los Iluminados te estuvieron vigilando de cerca durante estos años para asegurarse de que cumplieras el trato que papá hizo con ellos, si hubieses durado un poco más fuera de casa, ellos te habrían dado cacería por temor a que fallaras o intentaras huir.
—Pero… entonces Illumi… —tuvo miedo, no comprendía bien el por qué de su miedo, pero ahí estaba ese sentimiento oscuro y doloroso— yo…
—Ya lo arreglé, a eso me refería con el abuelo.
Comprendió entonces todo, el sacrificio que su abuelo se refería no era otro más que Illumi.
—¡Illumi, no! —quiso levantarse, pero los brazos de Illumi lo apretaron fuerte, no podía salir de ellos sin luchar.
—Ya hice el trato Kil, ya no hay vuelta atrás.
—No, ¡no! —volvió a intentar salir pero nuevamente su esfuerzo no fue suficiente. Esa era la verdadera razón por la que Illumi lo quería tener sobre él, para calmarlo cuando escuchara la mala noticia.
—Es bueno, es un trato bueno.
—¡No es cierto!
Era su peor pesadilla, su hermano en manos de esos Iluminados que alguna vez amenazaron con destruirlo. No podía imaginar un escenario pero que él siendo usado como experimento humano para hacer pruebas con entidades de Nen.
—Soy un juez dentro de la hermandad —alzó la voz para hacerle escuchar sus palabras— soy un juez, el tipo más importante de la hermandad me nombró así, y ellos me pidieron que trabajara como miembro del concilio de los Iluminados a cambio de dejarte libre. Con un cargo alto podré hacer muchos más cambios convenientes para todos.
Repentinamente dejó de forcejear. No tenía caso oponerse cuando las cosas ya estaban hechas. De alguna manera, escuchar el trato le hizo sentirse un poco de esperanza, no era que le pareciera bien verlo trabajar hombro a hombro con un grupo peligroso y problemático, sino enterarse de sus intenciones positivas, esa parte de que planeaba vigilarlos y juzgarlos, le encontró extrañamente agradable. La mano derecha de Illumi se posó en su nuca, acariciando sus suaves blancos cabellos.
—Mi objetivo es liberarte de todo, que seas capaz de decidir por ti mismo si quieres ser o no un asesino. Te fuiste de casa por eso, porque no te dejaban ser tú mismo, y yo quiero cumplir tu deseo. Quiero pelear por tu causa.
Su corazón se aceleró. No había algo más romántico que escuchar a Illumi decir eso, tenía unas ganas enormes de decirle la verdad, decirle que lo amaba. Tristemente, en esos momentos, sólo pudo acurrucarse en su regazo, rendirse ante él con el alma inspirada en amor y comprensión. No creía que pudiera ser más feliz, o encontrar a alguien que le hiciera tan afortunado como Illumi lo hacía. Su sensación amor era tan intenso que su cuerpo comenzó a desprender esa aura rosa que el morocho era capaz de ver, síntoma de que el amor de Killua estaba incrementando.
Illumi lo vio a su alrededor, cubriendo todo el cuarto, como destellos y humo fluyendo por la piel del albino, no pudo evitar conmoverse por ver los sentimientos del albino materializados frente a sus ojos. Al menos podía decir que no necesitaba escuchar palabras dulces para arrullar sus sentidos.
Durmieron en absoluta calma, como hacía mucho no podían hacerlo, y a la mañana siguiente, después del desayuno, se despidieron con un largo beso que Alluka tuvo que soportar porque esos dos no se dieron el tiempo de esperar un momento a solas. Luego Zeno apareció para llevarse a Illumi con él.
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Partieron a una ciudad a no más de una hora de ahí. Illumi ya intuía lo que iba a pasar, lo comprendió cuando vio las noticias esa mañana, mientras escuchaba la conversación de Killua con su hermana; un movimiento fuerte de gente disconforme contra unas nuevas leyes laborales estaba por asentarse en diversos países, misma ley fue hecha precisamente con ese fin, crear una tragedia que provocara un caos severo. No hizo ningún comentario al respecto, y esperó hasta que su abuelo confirmara sus sospechas.
Llegaron a la zona de la protesta, eran quizá unas diez mil personas reunidas de forma pacífica en la plaza frente al gran edificio de presidencia, estaban todos de pie, hombres y mujeres de todas edades, incluso algunos padres llevaban a sus hijos. El encuentro había sido planeado para estar ahí entonando cantos de lucha social, reclamos, e informando a toda la población a unirse a la causa. Por supuesto que a ese paso lograrían su objetivo de atraer la atención de la prensa internacional, no obstante el gobierno les había tendido una trampa, y para eso Illumi y Zeno estaban ahí.
—Este es un trabajo que nos impusieron los Iluminados, es esta clase de trabajos que Killua tendrá que coordinar.
Le explicó su abuelo, y él no respondió nada. Esa era la realidad de un Zoldyck, todo su entrenamiento se había reducido a eso, a luchar a favor de los intereses de un grupo que ya tenía todo controlado, pero que insistía en actuar como si fuera fácil derrotarles. Su deber ahora era infiltrarse, vigilar los movimientos de la población y esperar un momento adecuado para crear una masacre aparentemente justificada en un momento que simulara todo tal cual como le era conveniente a la hermandad. Zeno prefirió quedarse arriba de un edificio, observando todo con calma mientras trazaba un plan; Illumi se metió entre toda la protesta; observaba la actitud pacífica y llena de vida de la gente, la población tenía fe en lograr su meta; estaban unidos, se les oía reír, hacer bromas; otros con bocinas se dedicaban a dar discursos para que la población no desistiera de luchar. Buscó a su abuelo, y esperó a que él le hiciera alguna señal. Esa clase de trabajos eran largos, podían estar ahí por horas buscando su excusa para provocar un disturbio.
Conforme pasaron las horas poco a poco parecía que el ambiente iba calmándose. La gente se tomaba turnos para irse a comer y estaban teniendo menos ánimo que al inicio, habían cesado los cánticos y los gritos de protesta, pero esto no era afortunado tampoco para los organizadores de la protesta, y en un punto, comenzaron a organizarse para realzar el ánimo de la gente. El grupo líder de la protesta se paró al centro de la multitud, con una bocina y un discurso ferviente, todos lo escuchaban con mucha atención, se sonreían y maravillaban, volvieron a gritar de emoción e indignación. Y consiguieron justo lo que Zeno necesitaba: la protesta se realzó.
Zeno llamó a los agentes del gobierno cuando comenzó a ver que la masa se volvía a animar. Una guardia de policías armados cercaron la zona y su presencia disparó todavía más la emoción de la gente, el deseo de lucha; sin embargo los agentes de las fuerzas judiciales no se movían de sus lugares, lo que incrementaba los gritos y reclamos, fue entonces que Zeno mandó un mensaje a su nieto.
"Hazlo".
Illumi puso su mente en blanco, como todas las veces que hacía su trabajo. Sacó unas cuantas agujas y las arrojó al azar. Los afectados al instante se volvieron marionetas con una sola orden: atacar a la policía, crear caos y disturbios. La diferencia de fuerza era muy grande, no eran capaces de sobrepasar los escudos de la policía, así que él tuvo que hacer un movimiento extra, cruzó las líneas de la policía, y atacó a uno de ellos, cortándole el cuello con una botella de vidrio que deliberadamente hizo que azotara en el suelo con un fuerte choque que desprendió trozos de vidrios por doquier, lo hizo con tal velocidad que nadie se percató que fue él. Parecía algo natural, como si uno de los alborotadores hubiera lanzado la botella que mágicamente cruzó los escudos antibalas y con un filo inexistente cortara ese cuello como si de mantequilla se tratara. Los policías junto al herido se alarmaron, su actitud se volvió hostil, habían herido severamente a uno de ellos, uno de sus amigos, y la pelea empezó.
Gas lacrimógeno, bombas molotov, balas de goma, hasta subir poco a poco de tono. Illumi y Zeno se encargaron de coordinar las muertes que provocaran focos de violencia cada vez más altos. Hasta que la misma gente con su propia voluntad terminó por seguir la violencia. Fue una gran masacre. Cientos de cuerpos bañaban con su sangre la plaza, gente herida arrastrándose en busca de ayuda, hombres y mujeres refugiados entre los diferentes edificios mientras la policía les daba cacería. Se mantuvieron ahí hasta la noche, la policía armada se mantuvo persiguiendo al resto de los refugiados en los edificios aledaños y asesinándolos a sangre fría. Los Zoldyck sólo vigilaban y coordinaban el trabajo, repartiendo a los policías y asegurándose de que la muerte rodeara toda la plaza. Ambos quedaron de pie en medio de la masacre, Zeno observaba a su nieto que parecía estar en un modo asesino, no había rastro del muchacho enamorado, sólo una mente siniestra, enfocada en su trabajo.
—¿Crees que Killua pueda hacer esto?
Le sacó de su estado, lo necesitaba concientizar y ver qué tan lejos estaba dispuesto a llegar con su muchacho. Si era cierto que era capaz de ver las cosas tan complejas como él lo hacía.
Illumi, sereno, le volteó a ver, ya sabía la respuesta; era obvia, sólo no quería contestar porque la dirección de la pregunta era solamente una que su abuelo deseaba.
—Mi principal meta es que no tenga que hacerlo nunca.
Zeno resopló conociendo lo evidente, su nieto era un libro abierto, fácil de interpretar y predecir, obviamente ayudaría al objeto de su afecto sin importar si se dañaba a sí mismo en el proceso.
—Tienes que ser realista Illumi. No puedes librarlo por siempre.
—Pero en lo posible…
—No quiero ni permitiré que deje de ser un asesino —se adelantó—, no permitiré que Killua abandone lo que tanto esfuerzo hemos construido, y tú lo sabes, has visto que a través de generaciones hemos trabajado como tal. Si no es un asesino, dime, ¿qué otra cosa va a ser? —pero no le permitió responder—, no puedes ser un Hunter, esa es una simple quimera. Ustedes no sólo no fueron criados para ser asesinos, no pueden someterse a las órdenes de nadie y menos con fines simples, lineales, ustedes son independientes, y están acostumbrados a una vida de lujos. Además… —le molestó bastante el rostro impávido de su nieto, como si no escuchara lo que decía— los Hunter son otra extensión de los Iluminados. Te has esforzado por sacarlo de ahí y si él se vuelve un Hunter, es como si entregara su alma a ellos, en cualquier momento lo tomarán de vuelta y ahora bajo la excusa de que labora para los Hunter, y no podrás intervenir de nuevo.
Su abuelo estaba dando un golpe en el clavo. Justo el hueco que le faltaba llenar, y consideró la posibilidad de que los Iluminados estuvieran tomando provecho de este hueco, confiados en que de igual modo podrían tomar al Zoldyck omitiendo el trato que tenían entre ellos. Un movimiento bastante inteligente.
—Mejor es que permanezca con nosotros, donde podremos protegerlo y en cierta medida ofrecerle la libertad que él busca. Ya yo les estoy aceptando esta relación enfermiza, no me des más cargas.
—De acuerdo, abuelo —murmuró.
Se sentía tonto por no haber pensado en eso antes. Concederle eso a su abuelo, a cambio de la aceptación que Killua tanto necesitaba para estar a salvo no sería gran cosa, si tan sólo Killua lo viera del mismo modo en que él lo hacía. Quizá podría llegar a un buen trato con el albino.
Se quedaron en silencio, los ecos de los gritos y llanto de la gente alrededor le hicieron notar que ya era momento de ordenar el retiro de las fuerzas armadas. Llamó al comandante y esperó a que se diera la orden.
—¿Cuánto piensas durar con él? —preguntó deliberadamente, mientras Illumi veía al horizonte, pensativo en lo que planeaba decir a su niño.
—Lo que él quiera. Ese es el trato, si él quiere estar conmigo un año, un año será, si son veinte, veinte serán.
—¿Crees aguantar veinte años?, creo que tanto Alluka como yo hemos visto en él esa actitud hacia ti, parece que no tiene la confianza suficiente, quizá esta es sólo una consecuencia de ser elegir a su hermano mayor como pareja.
—Lo menos relevante es lo que yo sienta. La respuesta es, sí, aguantaré eso y más si hace falta.
Rodó los ojos, estaba bien que Illumi fuera predecible, pero en ocasiones como esa esperaba que pensara un poco más frío y no sólo aceptar la presión del albino sin escatimar en sus propias consecuencias.
—Illumi, las cosas no funcionan así, aun si esta fuera una relación normal, los celos sólo lastiman a la persona que lo siente, Killua se está dañando a sí mismo al tiempo que se cobra esto contigo, no hay motivo para volverte su esclavo sólo por sus celos. Esto terminará por destruirlos a ambos. No puedo permitirlo.
—Abuelo, lo sé… lo tengo todo bajo control.
—No te creo.
Las fuerzas comenzaron a replegarse. No había nada por hacer más. las noticias anunciaban sólo veinte heridos y tres muertos, de los cuales uno era un policía, sólo se contaron cincuenta como desaparecidos. La indignación de la población era inmensa, no sólo era ilógico la cifra presentada como oficial, bastaba con ver unos cuantos vídeos hechos por algunos testigos para escatimar el daño, la sangre en la plaza. Todavía era de noche cuando llegó un equipo especial foráneo a limpiar sin hacer objeción alguna y que no volvió a verse en la ciudad.
—Illumi, si Killua te presiona a hacer algo que no quieres, no olvides decir que no de vez en cuando. No creas que eres el dueño de todo. Te digo esto porque también eres mi nieto.
Nunca antes se había sentido así, el efecto Killua golpeando su vida por todas direcciones y no sabía cómo reaccionar, si verlo bien o escapar antes de caer en el juego. En su corazón deseaba rechazar toda muestra de integración, pero a la vez, su niño interior corría a brazos de su abuelo. Optó por la fácil solución de no responder y dejar que fuera la realidad la que hablara por sí misma.
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—Ya es medianoche e Illumi no ha vuelto —expresó en voz alta el albino, mirando por la ventana, molesto porque su abuelo de seguro les separaría al día siguiente e Illumi estaría bastante cansado como para querer hacer alguna otra cosa que sólo dormir.
—Ya volverá, no pasa nada.
Alluka quería reírse al verlo tan preocupado por algo que ella consideraba absurdo. Illumi era fuerte, podía protegerse solo, no necesitaba de él para estar bien, pero Killua estaba aferrado a verlo como si necesitara la máxima protección del mundo.
—Es que ya es noche, y debe descansar. El abuelo sólo lo explota.
En realidad, le fastidiaba no pasar tanto tiempo como quería junto a su hermano, escarbaba entre su acervo de excusas para extrañarlo y hablar de él como si necesitara inventar algo que sustentara sus emociones. Alluka ni siquiera le dio importancia, lo dejó lloriquear en voz alta otro rato más, hasta que al muchacho por fin dejó de resistir lo que tanto le había molestado desde el día anterior.
—¿Por qué estabas ayer…? —se detuvo. En verdad que hacer la pregunta era bochornoso por demás, no podía hacerlo sin sentirse obsesivo.
—Hermano… —reprochó, no necesitaba escuchar el resto de la pregunta para entender lo que quería decir— Le reclamaste, ¿verdad?
—¡¿Qué?!, no, estás imaginando cosas.
—¿Entonces por qué preguntas esto?
Las mejillas sonrosadas del albino le dieron la señal de que había acertado. Al menos podía intuir que esto le era vergonzoso tanto como era debido.
—P-por… olvídalo…
—Kil…
—Ya, ya déjalo… luego ya sabré.
El joven Zoldyck se dio la vuelta para marcharse a su cuarto, no quería que le viera tan abochornado como ahora se sentía.
—Quiero que se integre —respondió para detenerle—, somos una familia… por lo menos Kalluto, tú y yo lo somos. Él ahora es importante para ti y si va pasar más tiempo con nosotros, al menos quiero que se sienta parte del grupo, y no el tipo al que le hablamos sólo por ti.
El efecto fue positivo, Killua volteó no sólo sorprendido; estaba experimentando una felicidad diferente a la que en su vida hubiese sentido, como si hubiesen atinado a sus necesidades románticas, lo único que le hacía falta para sentirse estable en su decisión.
—Estoy segura que Kalluto quiere lo mismo. Illumi se puso como tonto ayer —soltó la risa— se quedó paralizado cuando me acosté junto a él, tuve que detenerlo para que no se fuera, y para colmo no sabía cómo reaccionar, tuve que instruirle.
Killua soltó una carcajada ante la imagen de su querido Illumi en crisis por recibir un poco de atención, podía visualizarlo por completo, su rostro, sus reacciones, podía describir perfectamente la clase de respuesta que dio.
—Pero eso no está bien —dejó la risa— él debería sentirse cómodo, no ver esto como una trampa. Me gustaría que él pudiera contar conmigo así como tú lo haces. Es mi hermano después de todo.
Estaba feliz de escuchar la noticia, Illumi estaba avanzando rápidamente en la recuperación de los años perdidos, justo ahora que era una persona diferente a la que fue en su adolescencia. Se había transformado en un hombre brillante, prudente y por demás interesante. Consideraba tener suerte de que él fuese el objeto de su deseo porque su amor, aunque enfermo, era correspondido. De todos modos, no podía evitar sentir celos de pensar que Alluka había dormido junto a él, mientras sentía su cálida mano resguardándola, no lo podía evitar por más que se decía a sí mismo que no tenía relevancia, que era un absurdo el ponerse a pensar así.
La puerta se abrió y vio pasar a su abuelo, seguido de su hermano. Sus ojos brillaron de alegría cuando le vio pasar, buscó su mirada, pero los ojos negros del mayor estaban puestos en el suelo. Le pareció ver un ápice de tristeza en su rostro y se preocupó. Esperó hasta que halló su mirada, Illumi hizo una expresión indescifrable, y luego se apresuró a abrazarle, así, sin previo aviso, sin tomar en cuenta que estaban acompañados por su abuelo y Alluka, quienes fingieron no darse por enterados.
—Illumi —intentó hacerle razonar, pedirle que le soltara de forma sutil. A cambio lo que recibió por respuesta fue que el mayor le sostuvo con más fuerza, en verdad estaba dispuesto a ignorar a los presentes.
Zeno suspiró, mirando a los muchachos con recelo.
—Vendré por ti a medio día, Killua, encárgate de todo.
—Sí abuelo —contestó con voz ahogada gracias al abrazo.
Alluka, tras percatarse que el morocho no pensaba soltarlo, se despidió sin más.
—Illumi…
—Te necesito tanto —su voz tembló y Killua comprendió que no jugaba, de verdad estaba desesperado por alguna razón, y conociéndole, debía tratarse de algo grande.
—¿Qué ocurrió, Illumi?
Al no recibir respuesta inmediata, apretó la tela de su camisa.
—Ven, vamos al cuarto, Illumi, allí podremos hablar tranquilos.
Lo tomó de la mano y lo forzó a caminar. Apenas entraron, Illumi lo tomó de la cintura sorpresivamente, apresándolo contra la pared para besarlo apasionadamente. Robándole el aliento, era demasiado intenso el sentimiento que le embargaba, tanto así que no podía responder correctamente a esos exigentes labios y manos que recorrían su cuerpo sin darle tregua.
—I-llu… —trató de llamarle entre beso y beso— Illu-mi, e-esp…
Le asustaba un poco su actitud inexplicable. También él lo extrañaba y deseaba sentir sus besos, pero estaba preocupado por su actitud desde que entró a la sala, necesitaba respuestas.
—Ki-llu-a… —se separó de él con lentitud.
Le escuchó jadear, cansado por no poder entenderlo. Deseaba abrazarlo otra vez, pero las manos del niño le empujaron a la cama, en donde se dejó caer, sentándose para mirar al albino que se sentó sobre sus piernas, de frente, colocando sus manos en el rostro del morocho.
—Dame un respiro, ¿quieres?, no entiendo lo que pasa.
—Muero por ti, eso es lo que pasa.
Se sonrojó, adoraba por completo escucharlo decir cosas así, pero ante tantas emociones sólo se sentía más confundido.
—¿Qué pasó?, dime, ¿qué tienes?
Los ojos negros se llenaron de un sentimiento complicado, nunca antes había visto en él una expresión como esa. No sabía qué podía ser.
—Fue una masacre… —susurró— una completa masacre.
Quizá era miedo, una proyección del mayor por ver a Killua en medio del peligro.
—Perdóname, Kil.
—¿Perdonarte?, ¿por qué?
—Pese a este desastre, tengo que pedirte que seas un asesino, no quiero hacerlo, pero tengo que hacerlo. Quisiera protegerte, encerrarte en una burbuja de seguridad, donde seas feliz y no sufras nunca.
—Bueno eso es imposible, ¿esa burbuja te incluye a ti?, porque si es así podría negociarlo.
Illumi se rió con pena, ese niño le proporcionaba el alivio más grande que pudiera existir en el mundo kármico.
—Yo tampoco quiero verte mal, Illumi, ¿es eso posible?
—Ven, déjame abrazarte el resto de mi vida.
Su actitud excesiva sólo le demostraba que estaba fuera de control y no podía reprimir sus emociones. En parte le agradaba, era otra de esas facetas que sólo él podría ver. Cada día le agradaba más esa exclusividad.
Se quedaron en silencio abrazados, Killua acariciaba la espalda y cabellos de su hermano, calmándolo suavemente hasta que notó que comenzaba a quedarse dormido. No pudo evitarlo, pero se molestó, estuvo esperándolo todo el día para recibir su dosis de amor, como para que él se quedara dormido; aunque no reclamó porque era injusto, Illumi había trabajado todo el día y lo que más necesitaba era consuelo y descanso.
Se bajó de su regazo, le pasó un par de prendas limpias para que descansara, y él mismo se cambió de ropa. De reojo observó a su hermano mayor mientras se colocaba la ropa, le encantaba observar su cuerpo desnudo, la forma de sus músculos, sus caderas, sus piernas fuertes, le fascinaba el contrastante negro de sus cabellos con el blanco de su piel, y pronto el calor de la excitación comenzó a parecerle sofocante. Quería tocarlo, volverlo loco entre sus piernas, escucharlo jadear en su oído, y gemir su nombre. Se ruborizó, se dio la vuelta para disimular, no era momento para pensar en cosas así, pero su erección le delataría. Respiró hondo tratando de enfocarse en la realidad, Illumi necesitaba bastante el descanso.
—Kil, ¿terminaste?, ven a la cama.
—S-sí —su voz tembló, delatando que no estaba ocurriendo algo normal.
—¿Kil?
Entonces recordó lo obvio, Killua estaba bajo el efecto de una carta que le estimulaba cada vez que estaba con él. Mientras que él podía ignorar sus deseos sexuales para sólo acurrucarse con el albino en la cama, esto mismo era complicado para el muchacho. Tendría que hacerse a la idea porque entonces sería incapaz de satisfacerlo siempre.
—Ya voy —respiró de nuevo, conteniendo el aire en sus pulmones, y se apresuró a subirse a la cama, esperaba que con sus movimientos disimulados pudiera pasar desapercibido, aunque no tenía muchas esperanzas, puesto que dormiría abrazado a él, y tarde o temprano notaría su erección.
La risa suave de su hermano le hizo dudar si había hecho bien o no su labor de ocultar su problema, detuvo sus pasos y esperó.
—No tienes que fingir nada. Sólo pídelo.
Pero esas palabras lejos de animarle a pedir que sus necesidades fueran satisfechas, se sintió retado a aguantar. Fingió no escucharlo, y se recostó junto a él, la mano de Illumi le invitó a recostarse sobre él, era una noche fría y dormir cerca era más cómodo que cada quien por su lado.
Illumi no se lo iba a repetir dos veces. Dejó que el adolescente decidiera lo que mejor le pareciera. Killua se echó sobre él, sintió su mano sobre sus hombros, acariciando su espalda y suspiró, se preguntó por qué era tan difícil mantenerse firme en su deseo de no tener sexo.
«Es su culpa por… », no se le ocurrió algo rápido, y cerró los ojos, pero el aroma del mayor le comenzó a enloquecer, era un aroma delicioso, dulce, suave, opaco, delicado; intentó con sus últimas fuerzas distraer su mente hasta que se quedó logró conciliar el sueño; incluso en sueños su mente no lo dejó descansar. Imágenes sensuales comenzaron a formarse a partir de sus recuerdos, veía a Illumi deslizarse por su vientre, haciéndole cosquillas con sus logros cabellos, lo vio bajar entre sus piernas, repartiendo besos y caricias que lo retorcían de placer. Su aroma era lo que más sobresaltaba de aquellas imágenes espléndidas, deseaba tanto sentirle en su interior, provocarlo en todas las formas posibles, volver a ver su penetrante mirada, saberse su dueño único.
Bueno, seré honesto, no sé si valga la pena publicar cada dos semanas, estoy pensando en hacerlo cada tres, quiero dedicarle más a traducir el fanfic al inglés ya que tengo muy buenos amigos en el fandom en inglés y por lo menos ahí sí hay vida *risas* si alguien quiere ayudarme es totalmente bienvenido!
Si las cosas marchan bien, veré si publico el 19 de Abril.'.
