Bueno, hemos ido superando poco a poco todos estos problemas y pronto me verán de mejor ánimo. Lo prometo.
Por cierto, hace poco comencé a traducir un fanfic al español, no se olviden de pasar a visitar. Dado que aquí no puedo compartir el enlace les invito a buscar en google "brocon Damage x Control" en AO3, ahí verán su trabajo al español.
HADOS
Capítulo 20
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De noche llegó una fuerte lluvia. Gruesas gotas caían y golpeaban contra la ventana del cuarto de la pequeña Alluka, quién despertó cuando un estruendo terrible resonó. Estaba teniendo una pesadilla justo en esos momentos cuando el ruido la obligó a levantarse. Su corazón latía velozmente; le atemorizaban las imágenes que habían llegado a su mente y un segundo trueno empeoró su condición; se cubrió con las sábanas, y aun así el deslumbrante rayo la hizo temblar. En casa contaban con dispositivos que atenuaban el ruido, además ella pasaba gran parte de su tiempo encerrada en un cuarto muy al fondo de la montaña, donde el ruido de las lluvias no era tan molesto. Si por casualidad ella se encontraba paseando por los alrededores, siempre algún mayordomo aparecía para llevarla a toda velocidad de vuelta a la casa, por lo que nunca había oído los truenos ni visto los rayos como ahora lo hacía. Se sentía vulnerable y deseaba regresar a la seguridad de su casa.
La lluvia golpeando a su ventana no la relajaba, no podía comprender porqué es que antes le solía gustar tal clima. El sonido de las nubes chocando a lo lejos le hizo tener miedo y, aunado con la pesadilla, le dieron ganas de llorar, no quería estar sola, pero salir del cuarto le daba pánico. Se convenció que no tendría otra opción cuando un nuevo rayo iluminó la habitación y, decidida, se levantó a toda prisa de la cama corriendo hasta la habitación de sus hermanos. No tocó la puerta, sino que abrió y entró tal cual como lo deseaba, sus hermanos no habían dejado puesto el seguro, cosa que agradecía. Ellos confiaban en que ella no irrumpiría su espacio a menos que fuera estrictamente necesario.
—¿Qué ocurre, Alluka? —escuchó la voz de Illumi.
Estaba temblando, las emociones le hacían sentir frío. Escuchar la voz de Illumi trajo el recuerdo de su mal sueño y rompió en llanto.
—Mmm… —se quejó Killua, estaba muy cansado y no tenía ánimo de levantarse, hizo un gran esfuerzo para concentrarse en el momento— ¿Alluka?
La chica lloraba, y le apenaba hacerlo porque sus dos hermanos estaban descansando y ella simplemente se aparecía sin poder hablar.
—Ven, acércate —indicó Illumi.
Una lamparilla aluzó sobre ella, y luego otras más pequeñas se encendieron en torno al cuarto, aclarando su visión entre las sombras. Se talló los ojos y siguió la instrucción de Illumi, pegándose a la cama; Killua continuaba dándole la espalda, el pobre apenas podía mantenerse despierto y sintió mucha pena por molestarlo a tan altas horas de la madrugada.
—Chicos… lo siento, tuve una pesadilla.
—Oh, ya veo.
—¿Pu-puedo dormir con ustedes?
El movimiento de Illumi sobre la cama, acomodándose para darle espacio a la menor hizo despabilar a Killua. El recuerdo de haber visto a Alluka salir del cuarto de Illumi durante la tarde volvió a él, y por supuesto que no estaba nada contento; empeoró todavía al recordar que Illumi había tardado en salir como si hubiera intentado ocultar algo. Eran cosas de su mente, su propia imaginación, no tenía motivos para desconfiar de Illumi, mucho menos de Alluka, pero era suficiente para él, no podía tolerar la idea de verlos a ellos dos juntos; por más que se esforzaba por aceptarlo, no podía. Sintió que su estómago se revolvía cuando pensó que ella estaría ahí, en medio de ellos, cerca de su Illumi.
«No conforme con tenerlo todo el día, también lo quiere por la noche», eso fue lo que pensó y su sangre hirvió de celos.
—Alluka, ya estás grande, es momento de que aprendas a enfrentar una simple pesadilla —se adelantó a responder. Intuía que Illumi aceptaría recibirla, no sólo porque estaba por acomodarse, sino porque lo conocía, sabía que esa era la clase de respuestas que daría.
—Kil…
—Pe-pero…
—Kil, no tienes por qué ser tan duro con ella. No es ninguna molestia para mí
—Por supuesto que no va a ser ninguna molestia para ti —reclamó sin pensarlo.
Hubo un silencio incómodo. Esas palabras habían sido hirientes, había insinuado que no le iba a molestar porque entre ambos había algo más. Killua se avergonzó por su comentario, debía calmarse, quiso hacerlo. Agradecía seguir dándole la espalda a la chica, para no enfrentar su mirada de decepción.
—Alluka, no siempre nos vas a tener ahí para protegerte de cualquier cosa, hay cosas que sí podrías enfrentar por ti misma. Esta es una de ellas, y será mejor para ti que vayas aprendiendo a controlarte —quiso cambiar su argumento, centrarse en otro tema, sonar como un hermano mayor preocupado, dando un sabio consejo pero era muy tarde, Alluka estaba herida por su actitud e Illumi estaba abochornado por su repentino arranque de celos. Aunque estaba consciente de que esta clase de escenas se repetirían constantemente.
—Pero estamos aquí. Creo que mientras estemos aquí ella debería aprovechar para contar con nosotros —previniendo una pelea entre ambos chicos, intentó razonar con su novio—. No pasa nada si la ayudamos, ella debe saber que puede contar con sus hermanos mayores. Kil, no hace falta que seas tan duro. Cuando ella esté sola, entonces aprenderá a controlarse.
Illumi estaba indignado, no quería que Killua se recordara a sí mismo como un cretino cuando cayera en cuenta que estaba dejándose llevar por sus celos. Con todo y sus sentimientos adversos, prefirió apelar a sus sentimientos de apego.
—Vamos, Kil —acarició su espalda y le dio un fugaz beso en la frente— sólo esta vez, ya pronto volveremos a la montaña y no será fácil que esto ocurra.
Con eso lo desarmó. Era cierto, iban de regreso a la casa donde su hermana no era bien recibida. Se conmovió. No quiso que su hermano se moviera y terminaran acomodando a la chica en medio de ellos, así que se adelantó para hacerle un espacio a su lado, para que entendiera que dormiría justo ahí.
Illumi aprovechó el momento para hacer a un lado la almohada del albino y que la chica estuviese más cómoda.
—Toma, de todos modos Killua me usa a mí de almohada —echó a un lado el cómodo aditamento, y escuchó la risa de la chica, mientras Killua reclamaba.
Alluka se dio la vuelta y se encontró con la mirada de su hermano peliblanco. Se quedaron en silencio, observándose, y luego sintió que tomaba su mano. De alguna manera Killua deseaba disculparse por su falta de sensibilidad.
—Kil, nadie quiere quitarte a Illumi. No tengas miedo —le dijo.
—Lo sé —mintió, pero al instante comenzó a sentirse mejor, Illumi estaba abrazándole a él, al final de cuentas no era necesario usar palabras para demostrar lo obvio—. ¿Qué soñaste? —susurró para cambiar el tema.
La pequeña volvió a gimotear, estaba triste de vuelta, pero esta vez ya no se sentía sola.
—Soñé… soñé que Illumi moría en un trabajo —su voz se cortó—, moría y tú te quedabas ahí junto a su cuerpo, llorando, no querías levantarte. Me sentí tan terrible que quise venir a estar segura que él estaba bien. Llorabas mucho, nadie te podía consolar y yo…
—Es absurdo —interrumpió Illumi—, no hace falta que te sientas mal por algo así. Nosotros no nos ponemos en peligro al trabajar. No te preocupes por eso.
—Tranquila —continuó el albino—. Este idiota sigue aquí, ¿ves?, todo está bien.
Sonrió, se sintió increíblemente mejor. Ambos tenían el humor de bromear pese a que estaba diciendo una historia triste, una que quizá, por desventuras de la vida podía ocurrir. No obstante, si ellos estaban bien, ella no podía quejarse. Se quedó entre la oscuridad observando a los ojos azules de su hermano, hasta que recuperaron el sueño.
Le pareció interesante ver que ya no interpretaba la relación de ambos como algo terrible. Podía ver a Killua dormir sobre Illumi, en un abrazo tierno, y no se sentía con ganas de desaparecer como antes. Respiraban al mismo ritmo, o eso parecía, además, Illumi era excesivamente bueno con él, lo abrazaba protectoramente, lo acariciaba y besaba, se levantaba cada cierto tiempo para cobijar o descobijar al pequeño, de acuerdo a lo que necesitaran. Esos gestos eran adorables. No podía evitar pensar maravillas del morocho. Era, después de todo, un gran amante. Terminó convencida de que pese a que aparentaba ser era un tipo serio, frío, en realidad era un encantador caballero. No pudo evitar sentir un poco de envidia de Killua, de que él encontrara a una persona tan extraordinaria. Esperaba que lo mismo le ocurriera un día.
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Una semana más pasó. El ritmo que su abuelo les imponía en ocasiones era pesado, y la ausencia comenzaba a hacerles mella. Aunque se enviaban mensajes constantemente y se veían por las noches, no era lo mismo, no tenían la misma privacidad de antes, y en ocasiones detestaban estar bajo observación. Alluka estaba ansiosa por regresar a su casa y dejar ese hotel, no se sentía tan cómoda como quería, porque las miradas de todos estaban por lo regular sobre ella, esperando a que la criatura de su interior se exteriorizara. Cosa que nunca ocurrió. Zeno estaba enterado de que esto sería lo que obtendrían del regreso de Illumi al primer plano. Siguiendo los consejos de Dalozza, era más conveniente aceptar la relación de esos dos, que perder a dos Zoldyck perfectamente funcionales de tajo; no sólo eso, quizá con el tiempo y con los experimentos, podrían encontrar un método para usar a Alluka y a Illumi a su favor.
Pero el día esperado llegó. Llegaron al dirigible, Killua estaba cada vez más nervioso, no podía aceptar que su libertad cesaría pronto, apretaba la mano de Illumi hasta que él le hacía una sutil seña de que estaba demasiado tenso y de nuevo se calmaba, pero luego repetía la acción; Illumi optó por abrazarlo durante el camino de vuelta, ya que el albino no tenía el más mínimo humor para hablar, estaba serio, con un rostro de infelicidad absoluta.
—Voy a llamar a Gon —murmuró.
Se puso de pie, y caminó hacia la puerta, Illumi sólo le sonrió comprensivo y lo dejó ir. Alluka estaba a la expectativa de lo que ocurría entre ellos dos. Y su abuelo estaba en otra área, para no verlos juntos. Killua caminó a toda prisa, un cuarto vacío, para marcarle a Gon, necesitaba desahogarse de todas las ideas que venían a su mente, y que no se atrevía a decirle a Illumi.
—No quiero volver a casa, no quiero Gon, pero no puedo negarme. Sería abandonar a Illumi y a Alluka, también Kalluto depende de mí.
Le explicó las condiciones en las que iban, las cosas penosas que ocurrieron durante el encierro de Illumi, su desesperación y preocupaciones, Gon lo escuchaba, un poco perdido por tanta información repentina y esperó hasta que el mismo muchacho se fue calmando tras haberse desahogado por completo.
—Killua, si te molesta tanto volver a casa, ¿no has pensado en hablarlo con tus hermanos?, digo, estoy seguro de que pueden llegar a un acuerdo más justo, ¿no lo crees?
—No es así, Gon —hubo un silencio en el teléfono— no puedo pedirles que hagamos otra cosa porque es pedirles que sacrifiquen algo de sí mismos, cuando bien yo puedo arreglarlo todo por mi cuenta.
Gon quiso insistir un poco más, pero Killua lo detuvo, no quería que le diera ideas para seguir queriendo escapar de casa, así que Gon optó por hacerle ver el lado positivo de seguir su camino. Que a la larga Alluka tendría un hogar estable dónde vivir, Kalluto estaría a salvo, podría quitarle a su madre de encima, y sobre todo, que estaría junto a Illumi, cerca para vigilar que el hombre de la Y no volviera.
—La satisfacción al final, será mejor que esta pequeña preocupación —concluyó el albino, un poco más tranquilo.
Regresó junto a su amado con mayor seguridad, y tomó su mano. Lo encontró contestando a alguna pregunta que Alluka le había hecho, y se alegró de ver que los celos ya comenzaban a ser cosa del pasado, se sonrió y se sentó de vuelta, incorporándose en la conversación.
Llegaron a la montaña y Killua retomó su mutismo, mirando a su alrededor todos los cambios que la casa había sufrido al paso de los años. La última vez que había ido, estaba tan preocupado por Gon que no reparó en esos detalles; ya no veía el bosque frondoso que antes solía recibirle justo al cruzar la puerta. Parecía que habían reforestado y lucía más amplío; nuevos árboles recién sembrados comenzaban a reverdecer con la primavera, se notaba que estaban renovando las áreas verdes. Al llegar a la primera parada, le sorprendió ver a su padre esperándolos con los brazos a los costados, y algunos mayordomos por detrás, listos para atenderles.
—Has tomado una buena decisión, bienvenido, Kil —saludó el hombre.
Killua miró a los lados, un tanto intrigado por lo que veía.
—¿Ella está aquí?
—¿Ella?
—Esa mujer… Kikyo —su voz se volvió áspera, sus ojos brillaban con una ira muy especial.
—¿Killua? —no hubo respuesta.
Silva se extrañó por la forma en la que él preguntó por su madre, era como si tuviera algo importante qué decir respecto a ella. Illumi tragó saliva, no había hablado con el albino sobre si era correcto o no hablar los asuntos de su madre, con su padre. Su instinto de supervivencia le decía que no debía hacerlo por temor a los resultados finales, pero también había esa otra parte dentro de él que le decía que lo tratara, que su padre también necesitaría saberlo.
—Kil, ven conmigo, debemos hablar —dio una semi-vuelta y vio a la pequeña que venía con el grupo—. Lleven a Alluka a su cuarto.
—No —interrumpió Killua.
—Yo la llevaré conmigo —se adelantó Illumi, sabía que Killua discutiría con su padre a la primera oportunidad, así que evitó el percance.
—No creo que a Kil le guste la idea —Silva todavía recordaba las peleas que ambos muchachos habían tenido hacía tiempo atrás, no quería más percances cuando el muchacho apenas se había animado a volver a la casa.
—Está bien —espetó— llévala contigo, asegúrate que no la vayan a encerrar.
Illumi asintió, Alluka se apresuró a tomar la mano del morocho. Quería demostrarle a Killua que estarían bien, que podía seguir a su padre. Por otro lado, Illumi, dio un par de pasos hacia el albino, y extendió una mano para acariciar sus cabellos. Fue un gesto suave, apenas un instante, Killua se ruborizó y suspiró, expresión que no pasó desapercibida. Aunque como era de esperarse, nadie hizo alguna expresión ni comentario. Después de eso, cada quién se fue por su lado. Illumi llevó a su hermana a su cuarto, donde sabía que ella estaría a salvo de cualquier mirada.
Killua entró al cuarto de su padre, ya extrañando el contacto con su amante. Tenía una sensación increíble en todo el cuerpo, era un hambre atroz por él, lo echaba de menos y eso que hacía algunos minutos que se habían separado. No podía pensar una respuesta pero él lo negó, se repitió que debía concentrarse en lo que hablaría con su padre.
—Vamos a acordar las condiciones para que vuelvas a integrarte a la casa.
—¿Condiciones? —no esperaba tal cosa, a su ver, él no era quién pedía volver. No tenía porqué debatir condiciones.
—¿Esperabas que te dejara volver así de simple?, esto no es un juego Kil.
—No, no. Eres tú el que quiere que vuelva, ¿no?, no se supone que soy yo quien debe acordar las cosas contigo.
—¿Acaso te pedí que volvieras?
Tenía unas terribles ganas de salir del cuarto, tomar a Illumi y a Alluka y largarse de ahí, pero recordó que su abuelo les había pedido eso a cambio de su protección. No tenía escapatoria. Bajó la mirada, y pensó inmediatamente en los argumentos que poseía para defenderse de su padre y sus peticiones.
—No te pediré nada que no puedas cumplir, ni te pondré en desventaja. Te dejaré pensarlo. Eres el heredero después de todo.
—Sólo te pido que le digas a esa mujer que se mantenga lejos de Illumi, Alluka, Kalluto y de mí. No la quiero cerca de nosotros.
Silva continuó extrañado pero no hizo expresión alguna que delatara su curiosidad; supuso que se había peleado con su madre o algo por el estilo, de lo contrario no comprendía el motivo de su enojo.
—Creí que estabas molesto con Illumi, ¿está bien que él esté con "Nanika"?
La sangre comenzó a hervirle, le molestaba que usaran ese término para referirse a su hermana. Ella no era sólo una criatura extraña, era un ser humano.
—Hemos arreglado nuestras diferencias —se contuvo, era preferente no provocar a su padre y que optara por vigilarles más de lo normal— ha sido un malentendido. Eso es todo. Ahora él me debe tanto que ni con su vida podría compensar su deuda, así que de una vez te lo digo, papá, Illumi me pertenece.
No era su intención sonar romántico frente a su padre, si no autoritario. Hacerle ver que si su hermano pasaba mucho tiempo junto a él era por su deuda y no otro motivo. Killua había decidido que ocultaría su relación, por lo menos, mientras averiguaba un modo de hacérselo saber sin que se vieran afectados. Quizá cuando él tuviera una posición más o menos respetable dentro de la familia y sus palabras tuvieran más peso.
—Lo siento Killua, pero creo que estás sobrepasando tus libertades en casa. Illumi no te pertenece.
No pudo evitar mostrar su ira al escuchar esas palabras, pero su padre no tenía la culpa de sus celos y posesividad, así que continuó en silencio.
—En lo que respecta a Illumi, mientras su posición dentro de la familia no tenga un rumbo claro, me pertenece para negocios familiares y no está a discusión —se refería a la entrega a Illumi en manos de la hermandad de Asesinos, y él ahora lo sabía—. Creo que puedo hablar con Kikyo y pedirle que mantenga su distancia de Nanika y de ti, pero definitivamente no le diré que se aleje de Kalluto ni de Illumi. Si ellos no lo quieren, no importa lo que tú quieras.
—Bien, puedo con eso —sonrió orgulloso, y Silva sintió escalofríos, podía apostar su vida de que Killua sería un terrible líder, implacable y firme. Se alegró de ver su seguridad, aunque tendría que frenar sus intenciones.
—No. Nada de ordenarle a Illumi que "por su deuda" me solicite esto. No lo aprobaré. ¿estamos claros?
—Seguro.
Pero vio en sus ojos que no le había importado su advertencia. Resopló, ya hablaría con Kikyo de los asuntos.
—Tu madre no está en casa, fue a una reunión importante —le dijo—, volverá dentro de cuatro días. Hasta ese momento hablaré con ella.
—Bien.
—Killua —lo llamó, y se levantó de su cómodo sitió para imponer su presencia—, este ya no es un juego, ya no eres un niño que puede venir e irse de casa cuando quiere. Si vas a regresar, y vas a imponer tus reglas, entonces ya no podrás dar vuelta atrás, nada de jugar a ser un Hunter, ni otra cosa, serás un Asesino, y es punto final a tus decisiones.
No podía engañarse, eso le hacía dudar, tomar una decisión definitiva para el resto de su vida. Cerró los ojos, y vio su futuro, se sintió entre los brazos de su amado. Quizá ahora parecía una decisión drástica y escalofriante, pero luego, cuando tomara el poder que le correspondería, poco a poco encausaría a todos a un destino diferente, de acuerdo a sus intereses. En esos momentos sólo quería correr por Illumi, decirle que estaba listo, que se quedaría junto a él por siempre.
—De acuerdo papá, si eso es todo lo que me pides, no rechazaré la oportunidad.
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Illumi llevó a Alluka a su cuarto, no se le ocurrió otro lugar más seguro. La invitó a sentarse en un sofá y le ofreció de sus libros, aunque no estaba seguro si ella sabía leer, aun así se adelantó, sin preguntar siquiera si le gustaba hacerlo. Por suerte, ella sonrió y corrió emocionada a ver qué era toda esa colección de coloridas tapas. Entonces reparó en el montón de cámaras que había en su habitación y se molestó bastante. Para su sorpresa, al abrir la puerta para ir tras Milluki, se encontró con él justo cuando iba a buscar a su hermano mayor.
—¿Por qué hay cámaras en mi cuarto? —inquirió.
—Oye, hola, sí, estoy bien —volteó a ver a Alluka, justo detrás de Illumi.
—¿Y bien? —no quería darle motivos a Killua para que se molestara con él, así que ocultó a su hermana.
—No te preocupes, haré que las quiten, de hecho, a eso venía. Eso y que, en cuanto supe que estarías aquí…, —pero ya le fue inevitable contener su curiosidad— ¿por qué está él en tu cuarto? —señaló a Alluka.
—Porque sí —contestó indiferente—. Llama a tu personal, quiero esas cámaras fuera de mi cuarto, ahora.
—¡Ya oí, ya! —tomó su celular y ordenó a su equipo de mayordomos que fuese a retirar las cámaras, el cual atendió enseguida.
Illumi vigilaba celosamente que no se acercaran a su hermana, y se dio cuenta que no era tan necesario preocuparse, todos le temían tanto a él como a ella, así que procedieron veloces y en silencio. Milluki no se apartó de él en todo momento, se notaba que quería hablar con él, pero no encontraba un tema que pudiera hacer una buena conversación.
—¿Qué ocurre ahora? —le preguntó, si tenía algo que decir era mejor que lo hiciera de una vez por todas.
—Mamá se fue, no me preguntes cómo lo sé, pero se fue con "esa gente", unos tipos de una cueva.
Hizo un esfuerzo por aguantar la sorpresa, hizo como si no fuera un secreto.
—¿Y?, no es nada nuevo, mamá tiene sus propios negocios.
—Papá estaba furioso, debiste verlo. La dejó ir después de una discusión escandalosa.
—Nada me hace más feliz que saber que no estuve aquí para ver el ridículo que esos dos siempre arman con sus peleas maritales.
Milluki soltó una carcajada.
—Fue divertido. Mamá ganó. Papá no puede contra su necedad.
—¿Alguna otra novedad?
—¿Por qué regresó Killua?, el mundo era un lugar mejor con él fuera de casa.
Illumi rodó los ojos, cosa que Milluki vio con indignación.
—Ya vas a empezar con tu preferencia… maldita sea, hermano, por eso no tienes novia.
No pudo evitar reírse. Incluso Alluka se rió a carcajadas, pero ninguno de los dos quiso explicar el motivo de su risa. El muchacho se fue refunfuñando entre dientes, que su hermano era un idiota que no apreciaba sus esfuerzos, y que estaba en deuda con él. Illumi le prometió que iría esa misma tarde a verlo, sólo que no podía dejar a Alluka sola.
Tenía una relación medianamente buena con Milluki, era de buen provecho llevarse bien con él. Así que, en cuanto Killua volviera, le explicaría la situación y se marcharía a buscarlo.
—¿Lo ves? —le dijo Alluka al ver que Milluki se había marchado—, por eso no tienes novia.
Volvió a reírse. Pobre Milluki, le sorprendería demasiado saber qué estaba muy cierto a alegar eso.
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Killua salió un poco alterado, su padre le había anunciado que sería necesario hacerle una evaluación para ver qué tan listo estaba para reintegrarse al negocio y la sola idea le había hecho enfadar.
Preguntó por su hermana a los mayordomos hasta que alguno le supo decir que estaba en el cuarto de Illumi, se sintió ansioso, tenía mucho tiempo que no iba a su cuarto y por alguna razón que desconocía sentía que explotaría de nervios, incluso sus manos empezaron a temblar. Respiró hondo, subió las escaleras y llegó. No fue necesario que llamara a la puerta, Illumi abrió en cuanto se percató de su presencia.
El morocho quedó paralizado, tenía muchas ganas de tomarlo de la mano e invitarlo a pasar a su cuarto, darle un gran beso, pero se limitó a observarlo sonriéndole cortésmente y le hizo una seña de que pasara a la habitación. Esperó hasta que Killua, con una ligera expresión de confusión, entrara al cuarto, y se apresuró a cerrar la puerta, lo tomó por el mentón y le dio un fugaz beso.
—No quería que las cámaras de Milluki nos vieran —le explicó, cuando se separó de él.
—Sólo imaginen que soy una cámara, gracias —intervino Alluka, girando su rostro.
—Ya va siendo hora de que te acostumbres —se mofó Illumi, y Killua lo regañó por hablarle así.
Illumi apretó la mano de Killua para llamar su atención.
—Kil, debo ir con Milluki. Quiere hablarme de algunas cosas que han estado ocurriendo en casa. Pueden quedarse en mi cuarto si así lo prefieren, o si no, te veré en la cena, ya nos pondremos de acuerdo…
—Pero… —se quedó en silencio, no quería que Illumi se fuera, quería que se quedara con él y hablaran de su nueva situación, de cómo harían para verse en secreto y todos los pormenores de su relación.
—¿Hasta la cena?
—Ya inventaremos una excusa para vernos. No te preocupes —besó los dedos de su joven amante— me voy, al fin ya vivimos juntos, nos volveremos a ver más tarde.
—Sí…
No estaba del todo convencido, pero tuvo que asimilar la situación. Ya tendría tiempo para reclamar a Illumi el haberle dado un simple beso cuando se moría por estrecharlo entre sus brazos y besarlo como era debido. Se dio la vuelta y saludó a Alluka.
Illumi fue de inmediato a buscar a Milluki, el cual estaba jugando entretenido un videojuego frente a una enorme pantalla y gritaba obscenidades como si los personajes pudieran escucharle.
—Mil, ya estoy aquí.
—¡Ah, Illu-nii! —se sobresaltó—, dame un segundo.
Terminó el nivel y puso pausa a su juego para mirar a su hermano de frente. Illumi jaló una de las sillas para sentarse cerca de él y atender la conversación.
—Me dijiste que tenías noticias importantes.
—Bueno, ya lo sabes, mamá no está, se fue en medio de una pelea con papá. Va a ser dramático cuando vuelva.
Hizo una mueca de fastidio, todo lo que llevaba el sello de Kikyo era dramático y aburrido.
—¿Y qué tiene de relevante que se haya ido?, ya es una mujer mayor, sabe lo que hace.
—Antes de que todo pasara, llegó Kalluto a casa, llegó un poco herido, y le dijo a papá todo sobre mamá.
Sintió que su sangre se helaba, ese "todo" podía significar muchas cosas.
—Le dijo que mamá hacía rituales con él desde que tenía memoria —continuó Milluki—, que ella lo había mandado con las arañas y que ahora estos le están persiguiendo. ¡Papá se puso furioso!, comenzó a discutir con mamá. Le dijo que nunca debió confiar en ella, que Kalluto ya no estaría con ella nunca más. El marica de Kalluto no supo aguantar la presión de mamá, ¿puedes creerlo?, la metió en un montón de problemas.
—Le hará bien a Kalluto comenzar a entrenar de verdad, mamá no le va a dejar nada bueno.
Torció la boca, no le gustaba que estuvieran todos en contra de su madre.
—Bueno… el caso es que justo después de lo de Kalluto, llegó una carta. Era un asunto privado de mamá, pero papá no quiso dejarla ir y de nuevo pelearon, fue un escándalo y mamá se fue.
Pensando las cosas con profundidad, le impresionaba saber que Kalluto había tenido las agallas para delatar a su madre, no era precisamente bien visto acusar a alguien de la familia, más bien denotaba debilidad, pero en este caso, parecía que era la única opción que tuvo.
—¿Kalluto, dónde está?
—Está en casa.
Miró a la cámara y se encontró con Killua saliendo de su habitación, tomado de la mano de Alluka, lo siguió con la mirada, y Milluki inmediatamente se percató de ello.
—Quité las cámaras de cuarto de Killua, si tanto te preocupa… ¿para qué lo trajiste de vuelta?
—Yo no hice nada, él quiso volver.
—No hacía falta que viniera. Las cosas iban bien.
—Si tanto te pesa, ¿por qué mejor no te vas de aquí?, Killua es el heredero, obviamente tiene que estar aquí.
—Ugh… el enano siempre me está dando problemas.
—Tenía doce cuando se fue, ya no es un niño.
Continuaron con su conversación. Se puso al tanto de los asuntos de casa, estuvo hablando con Milluki hasta casi la hora de la cena, luego se marchó a hablar con su abuelo, debían planear la forma en que reaccionarían en caso de que Silva descubriera la relación incestuosa que mantenía con su hermano. No invitaron a Killua a ese plan, puesto que primero debían estar seguros de tener algo en mente, y el niño podía volverse muy emocional al hablar de ese tema. Preferían mantenerlo al tanto hasta que fuera necesario, no preocuparlo desde el inicio.
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Killua bajó junto con Alluka a cenar. Era la hora típica en la que la gran mayoría cenaba, según lo recordaba, y se encontró en la mesa con Kalluto, tuvo el impulso de saludarlo alegremente. Fue un alivio verlo tan tranquilo, y unos segundos después llegó Milluki, y su padre. Entonces la comodidad se volvió relativa, el mayor de los chicos no dejaba de mirar a Alluka, le daba curiosidad la actitud que tomaría ahora que estaba deambulando por la casa sin ninguna especie de medidas de seguridad.
—¿Illumi? —tuvo pena de preguntar por él frente a todos.
—Está con tu abuelo. Tienen asuntos por atender —respondió Silva y continuó comiendo.
Era extraño para todos encontrarse juntos a la mesa, después de unos años sin verse. Alluka siempre estaba encerrada, Kalluto se había marchado al igual que Killua, e Illumi sólo se le veía eventualmente en casa. Así que el ambiente era silencioso y tenso.
—¿Qué clase de asuntos? —siguió preguntando, su voz era la única que resaltaba entre la ausencia de conversación de los demás comensales.
—No lo sé… tal vez sobre la isla.
—¿La isla de Asesinos?
Silva había hecho la insinuación de la existencia de una isla para ver la reacción del muchacho y se encontró con una interesante respuesta, parecía que su hijo ya conocía el lugar.
—¿Has estado ahí?
—No. Sólo escuché sobre ella.
—¿De dónde?
—Illumi —contestó a secas.
—Bien, ya que arreglaron sus diferencias, supongo que no te molestará si le pido a él que te evalúe esta semana.
—¡Papá déjalo descansar de este mocoso!, ha trabajado mucho —intervino Milluki, se había alegrado de volver a ver a su héroe, y no quería perderlo de vista tan pronto.
—No hay problema papá, por mí está bien.
—¡Claro, para ti está bien porque no te importa que él descanse!
—Basta —Silva dio un golpe a la mesa para llamar su atención.
—Tú no sabes nada sobre él, así que cierra la boca —reprochó Killua, ignorando la llamada de atención de su padre.
—Killua —le amenazó con la voz y todos quedaron en silencio—, mañana le pediré a Illumi que te evalúe, si él dice que necesita descansar, entonces te enviaré con tu abuelo —miró a Milluki para contener cualquier reproche de su parte—. En ese orden, y fin de la discusión.
—Cómo si Illumi fuera a decir que está cansado —se quejó el mayor de los chicos.
—¿Por qué carajo no saben cerrar la maldita boca cuando se los ordeno?, ¿qué diablos pasa con ustedes?
Se levantó de la mesa y los dejó inquietos. Pero ellos no quisieron continuar con la pelea, Milluki se fue casi siguiendo a su padre y Killua se quedó conversando con sus hermanos en la mesa, con la esperanza de que el morocho hiciera acto de presencia. Tras una hora y media después de estar esperando, se convenció de que no llegaría. Se marchó a su pieza, llevándose a Alluka con él, no planeaba dejarla sola, aunque lo que más deseaba era ir tras Illumi y encerrarse con él en algún cuarto, a solas.
—¿Por qué no vas a buscarlo? —le preguntó la chica una vez que estuvieron en la habitación del albino— no has podido ni acostarte, estás de un lado a otro como si no conocieras este lugar.
Estaba inquieto, no reconocía ese espacio como suyo. El cuarto estaba limpio, y con todo como lo había dejado la última vez que estuvo ahí, Alluka se había acostado sobre su cama, ella sí estaba cansada del viaje y del largo día. Pero él se sentaba frente a su computadora, abriendo página tras otra, luego revisando en sus cajones, caminando en busca de algo, lo que fuera, que le hiciera sentir en casa. No hallaba qué hacer.
—No sé si esté ahí, no me atrevo a ir a verlo.
—¿Por qué no?, aquí sólo son hermanos, a nadie le importa si vas a verlo. No es como que todo el mundo está pensando que vas a ir a buscarlo con otras intenciones.
Se puso rojo de vergüenza. Ella tenía razón, no tenía por qué ocultarse, podía salir por la puerta y caminar en dirección a su recámara sin tener que esconderse de nadie ni fingir nada. No tenían por qué pensar que ellos dos se veían con otra intención.
—Estaré bien aquí, no te preocupes, si quiero salir te marcaré a tu celular. Ve.
Y ella no quería verlo así, sería una noche larga escuchándolo moverse de un lugar a otro en busca de algo que le distrajera de su deseo de estar con su amado. Killua agradeció la comprensión, y salió de ahí a paso lento; su corazón latía velozmente, estaba nervioso por verlo y con unas ganas infinitas por abrazarlo.
Illumi claro que lo extrañaba, pero se contenía. No quería presionar a Killua a estar con él cuando Alluka requería su atención en casa, sería una pésima idea pedirle que fuera a verle cuando debía debatirse entre él o cuidar de Alluka. Bajo las condiciones en las que estaba, podía jurar que él ganaría, pero ese no sería el verdadero Killua, no iba a aprovechar su condición para forzarlo a realizar cosas que normalmente no haría.
Estaba ansioso, sobre la cama, mirando sin atención a la pantalla de su celular, decidiendo si marcarle o no, así que se sobresaltó cuando escuchó que llamaban a la puerta.
No estaba seguro de quién era, y eso era extraño. Se sorprendió mucho cuando al abrir la puerta, se topó con el hermoso albino que estaba de pie, esperando su invitación para pasar. Illumi miro a los lados, en busca de algún espía, y luego se hizo a un lado, dejando que el muchacho entrara.
—Kil —dijo con una gran sonrisa— ¿y Alluka?, ¿qué estás haciendo aquí?
—¿No querías verme? —se rió, estaba evidentemente nervioso, tanto como él—, ella está en mi cuarto. Vine a… a verte, y bueno… somos hermanos, así que no importa si vengo a pasar la noche con mi hermano mayor.
Era una explicación innecesaria, Illumi lo sabía, no pasaba nada si se veían en algún lado de la casa o si se encontraban a solas, nadie tenía por qué juzgarlos al estar en privado. Era su casa, y ellos dos vivían ahí, eran libres de hacer lo que quisieran.
—¿Ah sí?, ¿sólo porque soy tu hermano viniste a verme?
Dio un paso atrás, fingiendo indignarse, y estaba a punto de darse la vuelta cuando Killua lo jaló por la ropa y lo hizo inclinarse.
—Idiota.
Lo jaló para forzarlo a acercarse a él e Illumi aprovechó la cercanía para rodearlo por la cintura y hundir sus manos en su piel, uniéndose en un beso que no parecía nada inocente. Tenerlo en su cuarto, en privado, y con tanta disposición debía ser un delito. Se le hacía agua la boca, y su pulso se aceleró.
—Aunque cometiste un grave error al venir aquí, ¿sabes?
Susurró en su oído, tras separarse de él.
—¿Error?
—Una de mis fantasías favoritas es hacerte el amor en mi cuarto, y no te dejaré ir ahora.
Killua sintió un escalofrío delicioso recorriendo su espalda, se dejó llevar por Illumi hasta su cama, que estaba a varios metros de la puerta. Illumi le desnudaba ansiosamente; lo sentía en sus manos calientes, temblorosas y su respiración pausada, conteniendo sus ganas de poseerlo de una vez por todas. Lo invitó a subirse a la cama, Killua no se hizo del rogar, se dio la vuelta y vio como sensualmente Illumi se desnudaba frente a él, haciendo a un lado su camisa, dejando al descubierto su fornido pecho, y desabotonando su pantalón. Sus ojos brillaron con lujuria cuando vio que su erección se liberaba y se mordió el labio, Illumi era una terrible adicción, le encantaba cada parte de su cuerpo.
Illumi se echó sobre él, sosteniendo su pantalón, empujándolo hacia abajo junto con la ropa interior del albino, y con su ayuda le dejó por completo desnudo. Luego volvió a levantarse, maravillado por el espectáculo de verlo así, vulnerable y caliente, sobre su cama, justo donde siempre lo quiso tener.
Killua estaba casi al borde del colchón, sus pies estaban tocando el suelo, mientras que Illumi estaba entre sus piernas, de pie. Estaba fascinado por ver la sugerente expresión de su hermano, sabía perfectamente cómo seducirlo, y cuán débil era ante él, y lo disfrutaba, no podía negarlo.
Tomó una de las piernas del albino y la levantó hasta tomar el tobillo, repartiendo besos en su piel. Fue bajando por su pierna hasta llegar a sus muslos, donde empezó a lamer y morder con suavidad el interior. Escuchó a Killua suspirar, relajado, así que aprovechó para llevar una de sus manos y manejar su erección. Killua apretó los ojos, dejándose llevar por las sensaciones que le proporcionaba su hermano.
Illumi volvió a separarse, para reclamar sus labios y susurró.
—Te encanta tenerme a tus pies, ¿verdad?
Killua se rió juguetonamente, levantó una de sus manos, hundiendo sus dedos en los largos cabellos de su hermano.
—Es que no puedes ser ya de nadie más, sólo mío.
Illumi tomó su mano, y la besó.
—Me conoces demasiado bien.
Permaneció así entre retozos y palabras dulces, Killua desprendía esa hermosa aura romántica a su alrededor, el vapor rosa que delataba sus sentimientos más profundos. Illumi sabía que no debía parar, que debía encenderlo hasta en lo más hondo de sus sentimientos, diciéndole cuanto idolatraba su perfección, besándolo, permitiéndole hacer cuanto quisiera con él. Después de todo, él no podía parar, deseaba con todo su corazón permanecer en la vida de ese chiquillo que se divertía a su costa. Advirtiéndole que ya nunca lo dejaría salir, ni dar marcha atrás.
Después de haber preparado bien a su adorado niño, se acomodó entre sus piernas, desde esa posición, con él recostado en la cama y él de pie, podía ver con mejor precisión cada detalle de su cuerpo. Le excitaba ver sus mejillas sonrosadas, su respiración agitada y esa mirada que le rogaba porque no se detuviera, con su cuerpo caliente y húmedo, deseoso de él. Entró en su cuerpo, y se atrevió a tomar las manos del agitado adolescente, que gemía en voz baja.
—Mmm… —movió sus caderas con lentitud, apretando las piernas para enloquecer a su hermano mayor— más…
Era la primera vez que lo escuchaba pedir con tanta sensualidad, sintió que perdía todo autocontrol y aumentó la presión del vaivén de sus caderas. Un hilo de saliva resbaló por la boca del albino, y lo escuchó gemir en voz alta. Apretó sus manos, atrayéndolo más a su cuerpo, hundiéndose más en el interior del albino y perdió el aliento, era terriblemente excitante.
—Kil… —escuchó que le llamaba en un ronco gemido que le hizo perder la razón.
Killua comenzó a mover sus caderas para provocarle un orgasmo a su hermano, no se sentiría tranquilo hasta volverlo loco entre sus piernas, como tanto adoraba.
—Illu… mi… hazlo —le pidió.
Era terrible, el menor le ofrecía un panorama maravilloso y adictivo, que le impidió cualquier clase de resistencia. Lo tomó por la cintura y unos momentos después terminó en su interior. Killua sonrió, pero no pudo verlo, estaba haciendo un esfuerzo por recuperar el aliento, aunque sabía que el adolescente estaba orgulloso de haberlo hecho terminar primero. Era como una especie de competencia entre ambos, de la que hasta ahora él se había jactado de haber ganado. En cuanto recuperó un poco el aliento, bajó su mano, por su pecho y masajeó su erección, besando el cuello de su niño.
—Y me dices tramposo —susurró a su oído—. Te aprovechas de que soy débil ante ti para hacerme terminar.
—Ah… —gimió, todavía estaba muy excitado, y más al saber que su interior estaba cubierto con los fluidos de su hermano.
Se sentía sucio en una manera picara. Se aferró a la espalda de Illumi, clavando sus uñas en ella. Illumi todavía le masturbaba y él temblaba de placer, hasta que, pocos segundos después cedió a su voluntad. Ensuciando la mano y abdomen del morocho.
Perdió la visión unos segundos, y luego reaccionó, preocupado por haber lastimado a Illumi con sus afiladas uñas. Sintió que un pequeño hilo de sangre resbalaba y se alarmó.
—L-lo… lo siento.
Illumi se rió, había recibido heridas peores con anterioridad, así que un rasguño profundo no le preocupaba. Sin embargo, ver a Killua asustado por algo así era gracioso en cierto modo.
—Tranquilo, no es nada.
—Pero yo… —se ruborizó y ya no pudo decir más.
—No es gran cosa, sólo un rasguño.
Killua miró a un lado, apenado por lo que iba a decir.
—Yo también debo cuidarte, así como tú me cuidas a mí.
Podía fingir que no se daba cuenta, pero en realidad era muy consciente de que su hermano le protegía en todo momento, incluso cuando le hacía el amor; podía percatarse de cuánto se resistía a ser un salvaje en la cama, se tomaba todo el tiempo necesario para calmar sus instintos y satisfacer a su joven amante, sin forzarlo a sufrir de su hambre por él.
Illumi besó su frente, y se puso de pie, acomodando su cabello.
—Kil, ¿te bañarías conmigo?
Llamó nuevamente su atención. Vio la espalda sangrante de su hermano y asintió con la cabeza.
—Quizá ganaste esta vez, pero esta segunda vez no lo harás.
Lo escuchó cuando iban de camino al baño, entonces entendió que Illumi hablaba en serio cuando le advirtió que era un error. Aunque no lo vio de ese modo, sino que había entrado a la boca del lobo, donde Illumi se volvería más sincero y le demostraría un lado que todavía no había visto del todo.
El agua tibia escurría por sus cabellos hasta sus pies. Illumi lo tenía contra la pared húmeda, besándolo insistentemente, y su corazón latía con fuerza. No lo negaría, ya era adicto a él, adoraba verlo así, no podía concebir la idea de que su deseo disminuyera, no le importaba en lo más mínimo las consecuencias de que tuviera una entidad maligna en su cuerpo, si con eso se aseguraba que estuviera a su lado por siempre. Que nadie más tuviera sus labios, tocara su cuerpo y quedarse con la exclusividad de conocerle. Quería ser el único y a la vez, sabía que era un egoísta, que era precisamente gracias a estas actitudes que Illumi siempre fue el malo en la historia de su vida, pero él se repetía que era diferente, que aunque lo deseara así, no lo sometería a su voluntad ni sacaría ventaja de su debilidad, que lo trataría siempre con dignidad y respeto.
—No te resistas —le pidió.
Deslizó una mano por su pecho hasta su cintura. Illumi estrechó su cuerpo, frotando su erección sobre la del menor. Con suavidad, se dejaron llevar entre movimientos de caderas, gemidos y el ruido relajante del agua cayendo a su alrededor. Illumi lo llevó a su límite, lo besaba con pasión. Y justo como se lo había anunciado antes, esta segunda vez, él ganó. Killua sintió que resbalaría por un momento, pero su hermano no se lo permitió, lo tomó de la cintura, abrazándolo contra su cuerpo, excitado por la sensación de la desnudez del albino, apretó los ojos y gimió una última vez, derramando su esperma.
—¿Ves lo que me haces?, te dije que era mala idea que vinieras a mi cuarto.
—Pues ahora te aguantas porque me perteneces.
Soltó una carcajada, Killua se tomaba muy en serio esa frase. No que no le agradara, pero le preocupaba que en nombre de su justicia personal, terminara por volverse un sentimiento negativo.
—Por supuesto que sí. No te lo podría negar jamás.
Le ayudó a secar sus cabellos, y lo invitó a dormir en su cama, no sin antes advertir que no le permitiría vestirse.
—Estás en mi cuarto, son mis reglas, tú no puedes dormir con ropa.
—¿Y por qué no? —preguntó un poco intimidado por la mirada de su hermano.
—Por diversas razones —fue todo lo que respondió, y tomó una de sus manos para besarla— ahora ven conmigo, vamos a descansar.
Durmieron hasta el amanecer, Killua no resistió a satisfacerle en su capricho de permanecer desnudo, abrazado a él. Al fin de cuentas era algo que ambos disfrutaban bastante. A la mañana siguiente no se molestaron en turnarse para salir del cuarto, simplemente se vistieron y cada uno fue a atender sus asuntos. Desayunaron al mismo tiempo, después de que Killua lograra despertar a su hermana y bajara a atender a su padre. Les anunciaron que partirían a una misión, porque, pese a que Zeno había evaluado ya a Killua, Silva insistió mucho en confiar en Illumi para reafirmar el cambio, además quería analizar a su heredero, ya que desde el día en partió sabía muy bien que tenía una mala relación con Illumi, y verlos tan juntos era extraño, pero aceptable. Implicaba que las cosas malas habían quedado atrás, o eso había insinuado Killua en su conversación, esperaba que el muchacho se negase al escuchar la noticia de que Illumi lo llevaría a hacer sus siguientes trabajos, pero se sorprendió al verle tranquilo, actuando como si fuera cualquier noticia. Illumi se reunió con su padre para escuchar todo lo que tenía que decirle sobre sus siguientes trabajos, y las instrucciones sobre lo que Silva deseaba evaluar, así que se quedó con esa impresión y se marchó tras su amado.
Yuuki 3 gracias por todo tu apoyo. Como ves, estos chicos te seguirán matando de amor.
Y gracias sobre todo a mis hermosas betas, KaiD23 y ChiruLess no sé quién sería yo sin ellas
Nos vemos el jueves 24 de mayo!
