Mi beta Chiru enfermó y no quería publicar sin ella, amo a mis betas, han estado conmigo con mucho compromiso, no voy a dejarlas de lado sólo porque de pronto no puedan cooperar conmigo.

Les dejo el capítulo si es que hay alguien interesado en leerlo.

Recuerden pasar a leer el fanfic de Brocon en AO3 se llama Damage x Control, no puedo dejarles enlace, pero es un illuKillu y HisoGon hermoso!

HADOS

21

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Killua era incapaz de negar su emoción al ver su lazo con Illumi; era algo íntimo y secreto que nadie más podía tener ni compartir, mucho menos comprender y, esa exclusividad comenzaba a fascinarle. Era un poco evidente que algo le ocurría si uno prestaba atención a su mirada mientras seguía al morocho caminando por el pasillo; distraído, fascinado por su hermano, bien podría decirse que lucía como el hermano menor fascinado con su todopoderoso hermano.

La apariencia de Illumi había cambiado a una más sobria y madura, con ropas oscuras y monocromas que podían fácil camuflarse entre cualquier multitud. Se había recogido el cabello en una coleta alta y eso, por supuesto, atraía más la atención dado a su belleza natural. Killua se animó a tomar su mano en cuanto se sentaron juntos, dispuestos a repasar los detalles que Silva les había dejado para su trabajo; el menor se sonrió, conteniendo la risa al ver la respuesta de su hermano, el cual se había puesto nervioso, incluso la carpeta que sostenía se le resbaló por un segundo antes de que volviera a apretarla entre sus dedos. Illumi no estaba acostumbrado a las muestras de cariño públicas, menos a las improvisadas muestras que Killua comenzaba a hacer frente a quien fuera, y esto el albino lo entendía, y eso le añadía un goce especial, valía la pena arriesgarse por verlo confundido.

—¿Qué tanto lees?

—Ya lo terminé —cerró la carpeta y lo puso a un lado.

Killua lo había tomado desprevenido cuando le tendió la mano, Illumi estaba leyendo los últimos detalles del reporte que su padre le había entregado. Aunque el albino ya sabía perfectamente de lo que se trataba, simplemente deseaba escuchar la explicación que su hermano le daría.

—¿Qué es?

—El reporte de tu trabajo. Nada interesante.

Killua nunca le había prestado atención a ese detalle, puesto que desde que era un niño le dejaba eso a su hermano mayor. Lo veía llegar con los documentos, leyendo entretenido, mientras iban en camino a su trabajo y en cuanto terminaba, le daba las instrucciones completas. Así que siempre asumió que era parte del trabajo de Illumi. Aunque ahora ya no era un niño, y estaba comenzando a hacer consciencia de que él un día ocuparía ese puesto por el que había nacido y tendría que leer esos mismos reportes, o eso creía.

—¿Puedo verlo?

Illumi lo miró inexpresivo, sabía que un día Killua haría esto y descubriría las muy desagradables aventuras en las que se metía en su trabajo, sin embargo, él no estaba ahí para ocultarle la verdad. El informe estaba lleno de datos de las personas que iban a matar, detalles de su vida personal, familia y amigos; dependiendo del cliente, era posible o no saber el motivo por el que se iba a acabar con su vida —aunque Zeno siempre insistía en remarcarlo como para mantener una línea que justificara sus acciones— por esto mismo, los trabajos del albino regularmente contenían esta información con la que podrían guiar al muchacho y, para su desgracia, solían enviarle trabajos no muy fáciles de asimilar.

—No hace falta, yo te lo explico si quieres.

La evasión de Illumi, lejos de darle calma, le intrigó. Nunca antes le había parecido relevante leer los datos de un cliente cuando ya tenían toda una estrategia preparada.

—Voy a ser un Asesino, ¿lo recuerdas? Tengo que hacerlo.

Su hermano dio un suspiro largo, como si se preparara mentalmente para hacer algo horrendo; lo miró fijamente y le extendió la carpeta sin hacer ninguna expresión, mas tenía curiosidad por la reacción que su pequeño hermano tendría al descubrir una verdad.

Aquellas hojas eran una desgracia. Se encontraba en camino a destruir una familia e iniciar una serie de negocios sucios con el fin de engrandecer a los criminales de la zona. No estaba triste, no iba a dramatizar por descubrir algo que ya sospechaba, pero estaba indignado, molesto en un modo en el que no había estado antes; se quedó en silencio, observando los papeles sin ver nada. Illumi no lo miraba, estaba volteado hacia la ventana, pretendiendo darle su espacio, no hacía falta preguntar lo evidente y espero a que el albino se sintiera listo para hablar.

—¿Siempre supiste lo que yo hacía, cierto?

Asintió con la cabeza. No se atrevía a devolver la vista, no se sentía listo para escuchar sus reclamos.

—¿Crees que no quiero hacerlo?

—No lo creo, lo sé.

Tenía razón, no quería hacerlo. Illumi le conocía muy bien.

—¿Tú quieres hacerlo? —preguntó preocupado por la respuesta que el morocho pudiera darle.

—No lo sé, nunca pienso en eso. Te agradecería que no me hicieras reflexionarlo —contestó con amargura.

Killua rió, pero esta vez de forma auténtica. Repentinamente sintió mucha ternura por ese atolondrado morocho que parecía un niño pequeño negado a la realidad.

—Illumi… —al fin se animó a verle con sus ojos negros confundidos por su risa— lo haré, te dije que seguiría con esto, y no pienso abandonarte ahora, ni nunca, ¿estamos claros?

Illumi levantó una mano y acarició el rostro de su amante, adoraba que fuera tan fuerte y albino podía ver a través de él y comprender mejor que él mismo sus propias emociones.

Illumi procedió a explicarle la clase de trabajos que tendría que hacer. Ya había escuchado sobre el control de población antes, pero nunca se esperó la complejidad de su trabajo que iba más allá de sólo matar a una o varias personas por cuestiones de estrategia.

El enemigo originalmente no existía, la población vivía tranquilamente, con problemas básicos de economía, criminalidad y problemas socio-culturales. Antes de atacar y crear un enemigo, se hacían estudios sobre lo que la sociedad estaba dispuesta a combatir, los problemas que más les aquejaban y lo que consideraban peligroso. El país elegido en esta ocasión representaba un problema para los intereses de los Iluminados: exceso de buenas costumbres, pacífico, con un gobierno relativamente decente, que estaba más a favor de los intereses de la población que de los Iluminados y esto era un riesgo. Así que implementaron la estrategia de shock, comenzaron por crear un disturbio, una nueva ley que incrementaba los impuestos sobre los trabajadores y permitía a las empresas extranjeras no sólo no pagar impuestos, sino no ofrecer las prestaciones de ley sugeridas a sus trabajadores, mientras que a las empresas locales les estaban incrementando los impuestos. Esto por supuesto desató una serie de reclamos, pacíficos, pero finalmente que fueron usados en su contra.

Illumi había participado en la primera revuelta, cuando Killua mató a una lideresa del sindicato de trabajadores, y ahora quedaba la hermana, una señora cuyo oficio era ser costurera, y que ante el asesinato de su hermana se había levantado uniendo a la gente en protesta; una señal de indignación que redobló los sentimientos de la gente en busca de justicia. Dicha mujer tenía una hija pequeña de unos cinco años, a quién solía llevar a todas partes como un recurso para demostrar que estaba en son de paz, que no iba a provocar a la gente a levantarse en armas, no delante de su bebé. Ahora, era su turno de morir, y no de cualquier modo, las especificaciones en los documentos indicaban que debía ser una muerte violenta, que debía haber mucha sangre de por medio, y por supuesto, delante de su hija.

Tras la muerte de la mujer, Killua debía acompañar a Illumi a realizar algunos negocios con los dueños de las mafias locales, a las cuales debían incitar a comerciar con mayor libertad, ofreciendo garantías legales para protegerlos por debajo del agua, no había una cantidad de víctimas señalada en esos asuntos, pero debían lograr que ellos se sintieran con la confianza de hacer cualquier acto de crueldad saliendo impunes. Sólo contaban con un mes para concretar su trabajo.

No sabía exactamente qué le estremecía más, si matar a la mujer, o provocar más muertes con tal de acrecentar los índices de vandalismo, secuestro y esclavitud. No le gustaba, sobre todo, la parte en la que señalaba que Killua debía aprender a iniciar esos negocios con las mafias, él chico no había previsto meterse en esos asuntos, pero si su padre lo estaba indicando, mejor dicho, si la hermandad de los Iluminados lo ordenaba, entonces él debía obedecer.

Bajó del dirigible, reconociendo la zona. Illumi lo tomó de la mano, él no deseaba que sufriera mientras hacían el trabajo, así que lo incitó a platicar de cualquier cosa, distraerlo hasta que Killua comenzó a concentrarse en él, en sus palabras. Y lo guió hasta el primer punto, donde se suponía que residía el gobernador impuesto hacía un año y medio por los Iluminados, el tipo los estaba esperando para empezar los negocios entre ellos y la mafia. El gobierno debía mostrar su poder sobre los mafiosos, llevando a un par de asesinos expertos que lograran impresionarlos y llamar su atención para aceptar aliarse y así incrementar el tráfico de drogas, armas y delincuencia.

Tuvieron una cena especial en la enorme casa del gobernador junto a otras personas importantes, empresarios que saldrían beneficiados de la delincuencia, y otras personas no tan relevantes para ellos. Killua los despreciaba, no se molestó en disimular su incomodidad, de no ser por Illumi, quién lo hacía aterrizar su ira, no habría aguantado las ganas de hacer un desastre en la fiesta. Se fueron temprano, Illumi no iba a forzar ni de broma a su amado niño a permanecer rodeado de gente detestable por mucho tiempo.

Al día siguiente comenzaron con el plan para hacer negocios con los mafiosos atrayéndolos usando el nombre del gobernador. Eran tres bandos que peleaban por el territorio, así que lanzaron la carnada, les dijeron que el que ofreciera más garantías les darían protección y acabarían con sus enemigos. En cuanto supieron que eran Zoldyck, no pudieron negarse y así comenzó la carnicería. Al menos en esta etapa del trabajo Killua no dudó en actuar, centró su mente en acabar con cuanto mafioso apareciera en el camino. De fondo la policía los secundaba y anunciaba las peleas como rencillas entre grupos criminales y les daban la gloria al departamento judicial por contrarrestar a los enemigos. Hasta que redujeron considerablemente el número de criminales, y estabilizaron los intereses de un bando específico. Esto les tomó alrededor de tres semanas, entre matanzas, falsas noticias de policías rescatando a ciudadanos en medio de tiroteos creados con el mismo propósito de darle el territorio a un bando —grupo que trabajaría hombro a hombro con el mismo gobierno—.

Mientras este plan se ejecutaba, la población indignada peleaba por sus derechos, ignorando la guerrilla desatada entre las mafias, gracias a que no atacaban a la población inocente, sólo a mafias involucradas y policías que de vez en cuando se veían implicados en las peleas y, en cuanto la situación se estabilizó, fue el turno de Killua de acabar con la mujer, la defensora de los derechos de los trabajadores, que exigía la justicia por la muerte de su hermana mayor.

Tendría que hacerlo solo. Illumi se había quedado a atender el siguiente ataque entre los bandos. Sus manos temblaban mientras la seguía, contenía el aliento y hacía lo posible por poner su mente en blanco y dejarse llevar por su sed de sangre y sus instintos asesinos desarrollados desde la infancia. Miró adelante, respiró profundo. La mujer sostenía la mano de su hija mientras caminaba rumbo a su casa, al atardecer. Aunque la calle no estaba sola, él sabía perfectamente cómo evadir a la gente y salir sin la menor preocupación; fue enfriando su mente, poco a poco hasta que el vacío emocional y la sombra de la violencia lo centró en su objetivo. Debía ser una muerte rápida, pero sangrienta, ignoró por completo a la pequeña que sostenía la mano de su madre, y se arrojó sobre ella. Le atravesó el pecho de un lado a otro dejando un enorme agujero que de inmediato acabó con su vida, y cayó en medio del camino, ante la mirada horrorizada de su niña y algunos curiosos que la vieron desangrarse. Juzgaron el asunto como provocado por un arma de alto calibre, y proclamaron culpable a dos de los líderes del mismo movimiento a favor de los trabajadores, acusándolos de buscar intereses personales y de estar contra la señora Virginia, asesinándola debido a que ella supuestamente se oponía a los hombres.

Killua lo vio noticias estaban diseñadas de acuerdo a los planes de los Iluminados, sintió asco, sobre todo al reconocer que él estaba formando parte del corrupto sistema. Dejar huérfana a una niña y, para colmo, saber que sus actos sólo servirían para justificar un montón de actos violentos de parte del gobierno hacia la misma población y lavarles el cerebro. Le provocaba escalofríos. No quería seguir, pero miraba a Illumi, pensaba en Alluka y Kalluto, y se daba ánimo internamente. Pasadas las tres semanas, los dos bandos cedieron el territorio y el bando ganador cerró tratos con el gobierno. Illumi y Killua se retiraron de la zona.

Venían en silencio en el dirigible, Killua se había recostado sobre las piernas de Illumi mientras el mayor acariciaba sus cabellos con ternura. No habían sido las semanas tan disfrutables que imaginó debido al trabajo y lo que implicaba de por medio. Tanto estrés le hacía perder el ánimo todas las noches, e Illumi pasaba más tiempo consolándolo que fortaleciendo su unidad. Ni hablar del apetito sexual de Killua, fue prácticamente nulo, Illumi mismo sugirió que se abstuvieran durante esa temporada hasta que el albino lograra recuperarse.

Killua todas las noches se disculpaba por su falta de interés, porque imaginaba que esto afectaba emocionalmente a su amante, cosa que no era cierta y por más que Illumi insistiera que no pasaba nada, no lograba convencerlo. Al final, Killua agradecía con todo su corazón que Illumi fuera tan comprensivo con él y lo bañara de mimos, besos y un largo abrazo que le permitía dormir tranquilo.

Y ahí estaba de nuevo, recostado sobre Illumi, sin poder pronunciar palabra alguna, pensando en la pequeña huérfana que dejó abandonada en la calle, y recordó la situación en la que estaba. Illumi lo había aguantado todo este tiempo sin quejarse de su falta de interés, él también necesitaba atención, el hecho de que no dijera nada no quería decir que estaba de acuerdo con organizar matanzas e involucrarse en situaciones ó saliva y un sentimiento de profunda culpa comenzó a agobiarlo. Se suponía que él debía ayudarlo a ser feliz, a recuperarse de todo el daño que le habían provocado a lo largo de su vida, y sin embargo, estaba consolándolo a él, cuando se suponía que debía ser más firme en su decisión de ser un asesino. Illumi no había hecho otra cosa que sugerirle que dejara todo en sus manos, y que le permitiera liberarlo de su cargo como asesino, pero se había resistido asegurando montones de veces que podía con eso y más. Aun así continuaba dándole cargas, haciéndole preocuparse y estar triste por él.

—Lo siento, Illumi… —murmuró.

—Sshh… descansa. No pienses en eso.

Repentinamente se levantó de su posición, para enfrentar la mirada desconcertada de su hermano mayor.

—Dame un beso —se mordió el labio, tenía un antojo muy grande, pero le preocupaba ser imprudente cuando Illumi había sido tan cuidadoso durante esos días.

El mayor reaccionó un poco lento, y lo besó con sumo cuidado, se sorprendió cuando sintió la lengua caliente de Killua pasear por sus labios. Tenía alrededor de una semana sin besarlo de ese modo, debido al estrés que le provocaba saber que tendría que matar a la mujer delante de su hija. Se tensaba tanto que parecía rechazar todo contacto físico. Le permitió el paso a su boca. Killua se sostenía de su playera, para pedirle que no se separara, e Illumi aprovechó la cercanía para tomar su mano y estrecharla a su pecho. Estuvieron así unos segundos más, disfrutando de la calidez de sus bocas y luego se separaron. Illumi no estaba seguro de cómo interpretar las cosas, el chico siempre le tomaba por sorpresa.

—Lamento no cuidarte como debería —escucho la voz triste del pequeño heredero.

—Está bien, te estás volviendo a adaptar, fueron varios años sin que te involucraras en estas cosas.

Había decidido ya no insistirle en abandonar la idea de ser un asesino, si Killua lo deseaba, bien sabía que podía pedirle su ayuda y él movería el cielo por él.

—Pero… ni siquiera te he atendido como debería —se acomodó en su hombro e Illumi aprovechó para abrazarlo.

—No necesito de mucho, Kil, soy feliz viendo que estás bien.

—Es que… a veces… creo que no hay más que un amargo destino en este camino.

Illumi se estremeció, le dolía escucharlo decir esas cosas porque se sentía incapaz de ayudarlo a cambiar su destino oscuro; le desesperaba, quería verlo feliz, tranquilo y satisfecho de su camino. Aunque suponía que eran cosas a las que debía estar preparado porque por más que intentara mantenerlo feliz, la tristeza volvería, era un ser humano después de todo y estos sentimientos podía aparecer por cualquier otro motivo. Eso no quitó su deseo de poder decir algo que le ayudara a sentirse mejor, era casi un deber de su parte darle palabras de aliento en esos frágiles momentos.

—Sabes, cuando pienso en el futuro… me gusta pensar que un día tú tomarás el puesto de papá y harás que las cosas cambien. Estando a tu lado, creo que podría ignorar esta condición hasta que tú puedas hacer la diferencia.

Se refería a su posición como heredero. Deseaba inspirarlo a pensar en un futuro positivo, donde él pudiera ir aprendiendo de la situación en la que se encontraba y descubriera las herramientas para enfrentarlo. Sin embargo, Killua escuchó algo diferente «estando a tu lado», era difícil hacer esos trabajos, le traían demasiados sinsabores a su vida, lo despreciaba con todo su corazón, pero era cierto, esto no lo habría podido hacer sin la presencia de su amado. Illumi representaba justo lo que necesitaba en su vida para resistir el dolor y la carga en sus hombros. «Estando a tu lado», representaba que no pensaba abandonarlo, que estarían juntos, y ahora más que nunca se puso a pensar en la idea de un futuro juntos. Nunca antes se lo había planteado aunque sabía que esa era la intención, pero al escuchar a Illumi decirlo, le hizo sentirse listo para comenzar a visualizarlo.

En primer lugar, imaginó ese «juntos para siempre» del que tanto hablaron al inicio de su relación, cuando su abuelo les pidió que no se separaran. Su corazón comenzó a latir con fuerza, se imaginó viviendo con él en un lugar diferente, viviendo una vida diferente; despertar junto a él, escucharlo hablar, narrar sus aventuras, compartir sus días y empezó a ruborizarse con la ilusión de un futuro prometedor.

—¿Kil?, ¿estás bien?

Salió de su imaginación, y miró a su hermano con una sonrisa tímida.

—Sí —respondió—, ¿crees que sea posible?

—¿Qué cosa?

—Ese futuro… —continuó tímido—, juntos.

No pensó en nada extraño detrás de esas palabras. Sólo estaba preocupado por hacerlo sentir mejor, darle esperanza de que las cosas mejorarían con el tiempo.

—Por supuesto que sí. Yo creo en ti.

Killua se sintió motivado, pero no por lo mismo que su hermano imaginaba. Su mente comenzó a planear para ellos dos e inconscientemente eso le empezó a causar mucha ilusión, y así empezó a dejar atrás esos malos días. Se acurrucó con más confianza sobre Illumi, e incluso se animó a tomar su mano para acariciarla. Esto le indicó al mayor que ya todo estaba bien, que le hacía falta a Killua escuchar esas palabras, y se alegró en lo profundo de su corazón. Listo para cerrar con un día mejor y prepararse para hablar con su padre sobre lo ocurrido en el viaje.

Llegaron a la montaña. Illumi le pidió que se retirara a descansar ya que él iría a reportar los asuntos que le atañían a él. Killua se despidió de él con un fugaz beso en los labios, que fue un riesgo total, dado que cerca de ellos había unos cuantos mayordomos que aunque les daban privacidad, no faltaba el curioso que los vigilara. Killua fue tras su hermana, la encontró en su habitación leyendo algún artículo en internet, y él saludó, echándose sobre la cama, suspirando profundamente.

—¿Qué tal te fue?, ¿disfrutaste tus días con él?

—Estuve todo el tiempo preocupado por ti, ¿sabes?

—Me llamabas todos los días, Kalluto está aquí y no va a dejar que me hagan algo, además, papá le prohibió a Milluki estar cerca de mí—recordó entonces a la entidad—. Y dejando eso de lado, ella ya no está aquí…

Tragó saliva, todavía extrañaba mucho a Semiramis. Le hacía falta ahora más que nunca. Volteó a ver la pantalla, intentando disimular su tristeza.

—¿Te trataron bien?

—Por centésima vez, sí. Sí me trataron bien, ¿ya por fin me vas a responder?

—Soy el peor de todo el mundo —refunfuñó entre dientes, no quería hablar de lo mal que lo había pasado por culpa de sus descubrimientos sobre su trabajo—.Estuvimos a solas, nadie nos interrumpía y yo no hice más que concentrarme en el trabajo. Lo ignoré todos estos días… bueno, no ignorar, pero no fue como esperaba.

—Claro, fuiste a trabajar. Es entendible.

Se colocó boca-abajo, y volvió a suspirar.

—No es eso… —gruñó desesperado— Olvídalo, sólo sé que no me porté bien con él.

—¿Y qué es eso de "portarse bien"?, ¿fuiste grosero?, ¿lo hiciste a un lado?, dijiste que no lo habías ignorado.

—Es que él… no —volvió a revolverse entre sus palabras, no podía decirlo en voz alta: no lo besó tanto como hubiera querido, no se echó sobre él como le gustaba, ni indagó más en su vida, no aprovechó la privacidad para hacer todo lo que normalmente no podían, ni siquiera aceptó salir del hotel a hacer otra cosa que a trabajar, cuando Illumi le sugirió que fueran a pasear o a distraerse con cualquier cosa.

—Bueno… ¿y ya te disculpaste?, ¿le explicaste lo que tenías?

—Sí, sí, pero no estoy conforme.

—¿Y qué harás al respecto?

No respondió a la pregunta, no estaba de humor para hacerlo. Entonces recordó lo que había conversado con Illumi cuando regresaban a casa, y sus mejillas enrojecieron, estaba pensando en un verdadero futuro juntos.

—Bueno, no importa, tendré muchísimo tiempo para compensárselo —se excusó, dejando entrever lo que pasaba por su mente.

Alluka lo volteó a ver, ella sí que había entendido lo que se refreiría. Tragó saliva, no quería mentalizarse para algo con tanto alcance, bajó la mirada, quizá un día Killua cambiaría de opinión, por eso pensó que era mejor fingir que no comprendió su significado, o si no tendría que vivir con esa unión por muchos años más.

Illumi bajó las escaleras y se encontró con su padre, lo estaba esperando, la verdad el hombre estaba preparado para escuchar las malas noticias, puesto que le habían informado que Killua no había recibido de buena gana la noticia de sus trabajos. Pero ya no era un niño, ya no podía verlo como tal y quería que comenzara a ver el mundo con la misma sangre que él y todos los Zoldyck veían. Un negocio rudo que te debía enfriar el corazón, confiaba en que pasaría las pruebas si tenía la suficiente voluntad, pero al ver los ojos de Illumi, comprendió que las cosas eran más complejas de lo que parecían.

Zeno estaba al fondo, sentado sobre el cómodo sofá mientras bebía algo para entretener su paladar. Confirmó con sólo echar un vistazo a su nieto mayor que Killua había salido bien librado de su trabajo, quizá en emocional había fallado, pero finalmente lo hizo bien.

—Se nota que traes buenas noticias —le dijo cuando lo vio tomar asiento junto a ellos.

—Lo hizo bien, mucho mejor de lo que creí.

—¿Qué quieres decir con "mejor"? —preguntó Silva.

—Que pese a que me ofrecí para terminar las cosas por él, no se dejó, terminó con los objetivos tal como se le indicó.

—¿Crees que esté listo para más?

—Creo que deberían dejarlo descansar un poco, fue muy pesado el cambio. Dos años sin matar y llegar aquí…, necesita al menos pasar unos días en casa.

Había una larga lista de espera de trabajos por completar, pero Silva asintió en dejarlo descansar, tenían a Kalluto como refuerzo, mientras lo mantuvieran oculto, no estaría en problemas si salía de casa. En cuanto Illumi salió, Silva mandó a llamar al albino. Killua tenía una mirada fría, una que ninguno de los presentes había visto antes, estaba firme en su decisión de seguir en casa, y eso era lo que quería trasmitirles, que no daría marcha atrás, y sobre todo, que no lo harían cambiar de parecer en ninguna de sus ideas, prepararlos para que en el futuro reconocieran que no dejaría ir a Illumi, así se molestaran con él. No permitiría que pasaran sobre él.

—¿Crees estar listo para involucrarte más?, sabes que ya no te daremos trabajos tan el heredero.

Silva quería ser claro con él, las mentiras o verdades disfrazadas no servían con el albino. Sin embargo, Killua tenía en mente otra idea, quería compensar a Illumi por haber actuado de ese modo durante las pasadas semanas.

—Sí, de hecho, quiero solicitarte otro trabajo, creo que me ayudará a reforzar mi práctica.

Silva no se tragó del todo su deseo de salir a trabajar, así que de inmediato pensó en algo simple que pudiera hacer y que no necesitara inspección.

—De acuerdo, te daré algo para esta misma noche. Aunque esta vez lo harás solo.

Solo que su plan no era precisamente salir sin Illumi. Así que escuchar la noticia le hizo sentirse incómodo.

—¿Por qué yo solo?

—Será algo sencillo, además, Illumi se marchará a Tierra Sagrada mañana y no puedo pedirle que te acompañe.

Salió de mal humor, no pudo insistir por Illumi, su padre se lo dejó en claro. Los asuntos de ellos dos, eran entre ellos dos y él no tenía por qué pagar por sus problemas. Así que se fue refunfuñando hasta su cuarto, y antes de cruzar la puerta, se le ocurrió la grandiosa idea de buscar a su amante y cuestionarle el asunto de la Isla. Sacó su celular y le marcó.

—¿Dónde estás?, ¿puedo verte un momento?

—En mi cuarto, ¿quieres venir?

Se despidió de Alluka y corrió de vuelta a la habitación de Illumi. La puerta estaba abierta cuando llegó y entró cerrándola con fuerza detrás de él.

—No necesitas preguntar si puedes verme, Kil, yo siempre quiero verte —le había hecho gracia escuchar su voz dubitativa en el teléfono. A su punto de vista no era necesario que le marcara, que le pidiera verlo o buscase excusas para verse. Era absurdo, y le preocupaba que su pequeño niño todavía no tuviera la suficiente confianza para actuar por su cuenta.

—Ven —le tomó la mano y colocó en la palma del albino un regalo— esto es para ti, puedes venir aquí cuando quieras.

Era una copia de la llave de su puerta, acababa de cambiar la seguridad a fin de evitar las visitas de Milluki, que sabía que de todos modos el muchacho encontraría la forma de entrar, pero mientras durara, quería compartirlo con la única persona que amaba intensamente.

Killua miró la llave y sonrió, juraba que se veía estúpido de ese modo. Con tantas palabras entre líneas, jaló a Illumi de su camiseta, y lo hizo inclinarse para besarlo. No podía decirlo de otro modo, pero Illumi lo hacía inmensamente feliz. Todos sus gestos, sus acciones, la forma en que le declaraba su amor, quería estrecharlo en sus brazos hasta perder el sentido del tiempo.

—Mmm…

Gimió Illumi cuando sintió que la lengua del menor paseaba entre sus labios. Ya no podía evitar excitarse cuando la humedad de sus bocas se mezclaba con furor. Era peligrosamente adictivo. No se permitió resistir, lo tomó de la cintura y lo acercó a su cuerpo, entregándose a su boca ardiente de deseo, comiendo del manjar de esos inocentes labios que sin pena alguna se entregaban a él.

—Kil —susurró, tomando distancia de él—, lo siento, tengo tres semanas sin tocarte, no puedo más.

—No entiendo qué estás esperando —recargó su frente en el pecho del morocho, casi sin aliento.

Illumi le rodeó, deslizando sus manos por su espalda, hasta detenerse al borde de su playera para levantarla y desnudarle. Sus manos se humedecieron de nervios por tocarle, verle expuesto y sin aliento por él. No había una cosa más perfecta que hacerle el amor con toda su pasión.

Killua no se detuvo, estaba tan ansioso como el mayor, y aprovechó que este le desnudaba para imitarlo, jalando de su pantalón para pedirle que se lo quitara. Illumi le sonrió coquetamente ante su gesto y procedió a obedecer. Con pasos lentos y torpes, entre besos, suspiros y caricias llegaron desnudos hasta la cama, para perderse entre el placer de sus cuerpos y la intensidad de su calor. Killua brillaba con el rosa intenso de la magia en su cerebro, iluminando su esencia, provocando deliciosos escalofríos.

La boca de Illumi en su piel hacía que los vellos de su cuerpo se erizaran, y no podía disimular cuánto disfrutaba atraerlo más mientras bajaba por su vientre, empujándolo inconscientemente para exigirle que atendiera cada rincón de su piel. ¿Por qué no?, si él era el único dueño de ese diferente y complicado muchacho de aspecto tranquilo, recibir sus caricias eran un derecho divino. Sólo en el momento en que Illumi se ponía entre sus piernas y se daba cuenta que no era un sentimiento unilateral, ambos se pertenecían, se debían. Nadie más podía comprenderles porque ahora sólo bastaba una mirada entre ellos para saber exactamente lo que iba a ocurrir, incluso en los gestos más complejos y tímidos, todo era claro.

—Por favor —clamó después de un rato de sentir los dedos en su interior, Illumi siempre le hacía perder la paciencia y aunque lo disfrutaba, no podía evitar desear adelantar las cosas.

—¿Por favor, qué? —fingió no entenderle porque se deleitaba con su rubor, cuando ya no tenía voluntad para pedir por completo a causa del pudor.

Se mordió el labio, miró a un lado apretando las sábanas, Illumi lo intimidaba tanto que no sabía cómo pedirle las cosas.

Se colocó sobre el albino, presionando sus erecciones, maravillado por el gemido de su boca.

—¿Te harás responsable de hacerme esperar tantos días? —susurró a su oído— sabes bien que estoy ardiendo por ti.

Killua quedó en silencio unos segundos, en los que no era capaz de enfrentar su mirada, pero a la vez estaba fuera de sí, el movimiento de sus caderas estaba acabando con cualquier rastro de resistencia, y susurró una palabra, de esas que estaba aprendiendo en el idioma del Edén y que le aseguraban que Illumi dejaría sus juegos para hacerlo esperar.

«Tómame» había dicho, e Illumi sintió que todo su cuerpo se inclinaba ante su dios. Se levantó de su posición y, separándole las piernas, se preparó para penetrarle.

Killua tembló de placer cuando su cuerpo fue tomado como tanto ansiaba. Apretó los hombros del morocho, el cual reaccionó a su orden cuando ya estaba dentro de él. Estaba sorprendido, por primera vez recibía una orden en ese idioma y fue capaz de sentir cómo su naturaleza le controlaba, aunque lejos de asustarse, se sonrió. Killua era el mejor aprendiz de todos, lo hacía enorgullecer. Se inclinó para besar sus labios.

—Tramposo.

—Aprendí de ti.

Sus cuerpos volvieron a fundirse, arrancándose la vergüenza, el aire, y cualquier cosa que los volviera humanos, en esos momentos eran magia, una misma alma.

—Termina conmigo —le pidió sensualmente el morocho, empujándose en su interior besando su cuello, perdiendo sus manos en montones de caricias que provocaban más al pequeño albino.

—Ah… mmm… —pero este ni siquiera podía responder más a sus palabras, sólo podía sentir.

Con su respiración agitada, y sus cuerpos bañados en sudor terminaron casi al mismo tiempo. Killua dejó escapar su voz con fuerza, la abstinencia le había agotado las ganas de permanecer en silencio, exigía ahora más que nunca sentirlo suyo.

Se quedaron así sin moverse por un par de minutos, hasta que se recuperaron. Había sido un orgasmo muy intenso.

—No volvamos a dejar pasar tanto tiempo —bromeó el menor— o terminaremos matándonos.

—Está bien si lo dejamos para momentos especiales, no me molestaría… —respondió honestamente.

—Pero no me gusta esperar tanto —y si de honestidad se trataba, Killua no se quedaría atrás.

Illumi sólo se rió, tomando a broma su petición, no podía creer que fuera tan hambriento de amor, ni dar por un hecho que sus sentimientos fueran reales, subestimaba las necesidades del menor debido a la carta.

—Duchémonos… —sugirió— ya veremos si de verdad lo necesitas más.

Y se equivocaba, Killua todavía en el baño le provocó otra vez, y sucumbió ante él como todo un novato. Todo para que al final terminara agotado ante las exigencias del albino que cada día era más y más apegado a él.

—Papá me dijo que te mandará a la Isla —al fin confesó cuál era el motivo de su insistencia a estar junto a él y absorber su energía con tanta pasión.

Illumi se quedó con la mirada fija en él, sabía que ese viaje iba a ser motivo de discusiones sin fin, estaba completamente dispuesto a ceder, si así conseguía calmar la sed de sangre de su amado. Le tomó de la mano, aún sin poder alegar nada en su defensa, y besó sus dedos en pos de un poco de tregua.

—Yo sé que no quieres hacerlo —se adelantó Killua a argumentar—. Lo sé… es sólo que…

Giró su rostro, no quería mostrar el enfado que estaba colmando su paciencia. Debía confesar que lo que sentía por el morocho, le estaba llevando al éxtasis de la locura, quería consumirlo, que fuera completa y exclusivamente suyo, no podía soportar siquiera la idea de verlo cerca de alguien más, pero se resistía, puesto que todavía guardaba un poco de razonamiento.

—No quiero hacerte enojar.

—No me enojas…, no es tu culpa

Tenía miedo de hablar porque si lo hacía lo más seguro era que terminaría en una pelea. Killua era fácil de leer en esos momentos, quería debatir, argumentar por qué estaba mal que fuera a la isla, pero también sabía que no podía culpar a Illumi. Por más que convenciera a Illumi de no ir, de todos modos iría porque era una orden que estaba sobre ellos. Además de que le haría la vida más difícil sólo por el simple hecho de pedirle algo tan grande, y sólo lo pondrá en un peligro frente a su padre.

—¿Hay algo que podamos hacer?

—¿Y si vienes conmigo?, ¿no te sentirás mejor si estás junto a mí en esos momentos?

—¿Crees que papá me deje ir?

—Claro —la visión de Killua en la isla le hizo desear no haber abierto la boca.

Ese lugar era hostil, no sólo por los asesinos y el ambiente tan competitivo, sino porque estaban todos sus pretendientes listos para buscarle, y seguramente esto no haría nada feliz a su niño. Lo peor es que la sonrisa de Killua le hizo darse cuenta de la magnitud de su error.

—¡Podrías decirle a papá que te deje acompañarme a mi trabajo y luego podríamos ir juntos a la isla!

—¿Trabajo?

—Larga historia —no quiso responder, estaba apenado de confesar que por su culpa estaba en ese asunto laboral.

—Kil —no pudo regañarlo. Sus hermosos ojos le debilitaron y suspiró— hablaré con papá y le pediré que te deje acompañarme, pero no te prometo nada.

—¿Y sí…? —susurró, e Illumi comprendió a lo que iba.

—No, Kil, ya te lo dije, eso sólo funciona en ese instante, en cuanto salga del cuarto papá recobrará la razón y no le costará nada de trabajo cambiar de parecer y decirme que no puedes ir conmigo.

Se resignó, Illumi le pidió a su niño esperar en el cuarto mientras él iba con su padre a intentar convencerlo o de lo contrario Killua no dormiría debido a la angustia de saber que no se verían en una temporada indeterminada.

Por su parte Illumi iba con el problema de no poder complacer a ambas partes por igual, de entrada su padre no aceptaría dejarlo ir con su hermano, puesto que su principal intención era enseñarle a trabajar por su cuenta y dirigirse a sí mismo sin la necesidad de tener a alguien observándole.

Tal y como lo sospechaba, su padre se negó. Pero en cuanto a lo otro, a que fuera con él a la isla, la idea no le pareció mala, escuchó es propuesta se quedó pensativo por un largo minuto que parecía no tener fin.

—No está mal —respondió—. Puede ir con Gotoh a hacer su trabajo y, después de que termine, tú podrías recibirlo en Tierra Sagrada y asegurarte de que comience a acostumbrarse al ambiente, además, como te quedarás con Joab, estará en una mejor posición, creo que es una excelente idea.

Agradeció la oportunidad y justo cuando estaba por salir su padre volvió a hablar.

—Vaya que Killua se ha vuelto más persuasivo de lo que tú eres, te ha convencido en venir a pedirme esto cuando bien se lo negué a él.

—Sólo estoy siendo congruente con sus necesidades.

—Claro, lo que tú digas —contestó con sarcasmo y lo dejó marcharse.

Una parte de él esperaba que su trabajo fuera largo, que le tomara varios días terminarlo para que, cuando Killua estuviera disponible, él ya estuviera de vuelta en casa, y evitar todo ese lío.

—Es un trabajo rápido —le anunció el albino sonriente, para su desgracia—, y está bien que llegue después, así puedo asegurarme de verte y si estás con uno de esos cabrones…

No terminó su oración pero fue evidente su intención de asegurarse de que su amado no le engañara. Sintió un frío corriendo por su espalda, él era incapaz de serle infiel a Killua, y saber que el niño lo colocaba en una balanza donde mostraba su lado más vulnerable, le hizo temer del futuro de su relación.

Killua convenció a su padre retrasar su viaje para el día siguiente, justo al momento en que Illumi se marchara. No quería perder la oportunidad de dormir en los brazos de su amado, y al día siguiente, se dio una prisa descomunal para terminar su trabajo e ir detrás de él. No aceptó leer el informe del trabajo, pidió a sus mayordomos que exclusivamente le señalaran a sus víctimas para no lamentarse por sus actos, dejó la mente en blanco y actuó como antes. Cambiando su personalidad por una frívola, lista para todo. Fue cruel, y sabía que esto mismo relatarían sus mayordomos, porque no le dio importancia a quienes estaba matando, él sólo quería ir con Illumi. Lo necesitaba con urgencia.

.'.

Illumi no quería ir a la isla, no quería estar ahí, ni mucho menos tener algo que ver con los Asesinos, no deseaba que le dirigieran la palabra, lo peor era estar con Joab, el tipo estaba loco, obsesionado con él. Un día no sería suficiente para quitarlo de encima, y no provocar una escena con Killua, sabía que pedía mucho. Desde el momento en que entró a la isla, y vio a Joab esperándole en el andén, dio por un hecho la inminente desgracia que le acarrearía, de hecho pensó que si Joab pudiera, habría llevado flores para recibirlo.

—Illumi, mi querido sobrino, ¡cuánto gusto me da verte!

Respondió con una expresión plana, no podía ni fingir una sonrisa. Movió la cabeza para asentir y se dio la vuelta, dejando perplejo al pobre individuo que caminó detrás de él sin comprender la falta de expresión.

Lo llevó a su mansión. En el camino al fin pudieron charlar de cualquier cosa, del clima, de la ciudad, de algunas noticias de índole mundial, pero siempre evitando el contacto entre ellos. Al llegar a la mansión Illumi se quedó en su habitación hasta que Joab le llamó para la comida. Ya esperaba una conversación incómoda, se había preparado mentalmente para ella.

—Illumi, necesito hablar contigo de algo importante.

Lo veía venir, se sentía atrapado pero no lo demostraría, respiró profundo y esperó a que Joab continuara.

—Verás —se aclaró la garganta—, estos días he intentado plantearle a tu padre la idea de que te entregue a mí. No se lo he dicho tal cual porque quisiera hablar contigo los términos y condiciones de esto.

—No hace falta —respondió a secas, no quería empatizar con él y preocuparse por cómo responder, ya estaba harto de ser siempre tan dedicado con todos menos consigo mismo—, yo ni siquiera deseo ser parte de la hermandad.

—Primero escúchame —intentó tomar la mano de Illumi, pero este se alejó al instante—. Tranquilo —quiso bromear.

—Bien sabes que yo tengo ya una relación…

—Sólo escúchame.

Su silencio le demostró que le daría la oportunidad de hablar, aunque Illumi en realidad lo que quería era darle por su lado para que terminara su discurso lo más rápido posible, negarse y regresar a su pieza.

—Bien… —volvió a aclarar su garganta, estaba muy nervioso porque la actitud de Illumi le robaba la inspiración—, verás, yo he pensado mucho en esto. Sé que Silva no desperdiciará una oportunidad tan grande como lo eres tú, que si no te quiere entregar a un padrino, entonces te dará en matrimonio, y estando en un matrimonio difícilmente podrás destacar como parte de la hermandad, y tendrás que servir a dos familias, eso es esclavizante, yo… he pensado que quizá te convenga más estar conmigo, yo no te limitaría con nada. Si quieres tener tus amantes, está bien, si quieres casarte y tener tus hijos, está bien. Puedo tolerarlo siempre y cuando estés conmigo, sigas conmigo como lo hemos hecho ya antes. No me dejes, y yo te daré toda la libertad que le hace falta a un tipo como tú. La tradición dice que deben dar en matrimonio o entregar a un Asesino a una edad joven, y tú no eres precisamente un niño…, tu tiempo va a acabar pronto y por eso sé que a Silva le conviene actuar rápido.

—Joab, no hace falta…

—No respondas tan rápido, no te dejes llevar por esos sentimientos que tienes, piénsalo bien, háblalo con tu amante, dile que yo puedo aceptarlo, pero claro, yo estaré en primer lugar.

—Él es mi primer lugar Joab.

Esas palabras dolieron, tan hondo que Joab tuvo que hacerse el fuerte para no demostrar lo muy mal que le ponía escuchar ese rechazo.

—Todavía estás muy liado por tus sentimientos —se recargó en su silla, mirando a la nada—, pero piénsalo con la mente fría y sabrás que yo te ofrezco más de lo que ese idiota haría.

No iba a pelear con un necio, perdería su tiempo, así que fingió darle la oportunidad para pensarlo con calma. Joab estuvo intentando coquetearle el resto del día, y al anochecer recibió la noticia de que el hijo heredero de Silva llegaría a su casa. Pensó que quizá era una buena oportunidad de ganarse un aliado, ofrecerle cosas al heredero para empujar a Illumi a aceptar a quedarse con él.

—Oye, mañana vendrá tu hermano, el afamado heredero. Estoy realmente emocionado de conocerlo.

—Sí, iré a pasar por él y llevarlo a un buen lugar.

—No, no. Iremos juntos, vendrá a mi casa. Ya lo hablé con Silva.

Sintió que se le revolvía el estómago y continuó como si nada.

—De acuerdo.

—Una cosa más, ¿cuál es su nombre?, me siento algo culpable de no saberlo después de tanto tiempo.

—Killua.

Su sangre se heló por un instante, recordaba ese noche en que Illumi lo gimió mientras estaban en la cama, recordó que el mismo muchacho había dicho que se trataba de un asesino, lo miró fijamente.

—¿Killua?, no es… ¿estás bromeando conmigo?

—No, ¿qué tiene de relevante?

Pero Illumi no recordaba el suceso, le extrañó ver la expresión de sorpresa y amargura del hombre frente a él.

—¿Es el mismo tipo que…? —los ojos de Illumi delataban que no tenía idea de lo que quería decir— ¿recuerdas esa vez que estábamos… que estábamos en la cama y lo mencionaste?

—¿Lo hice?

Se avergonzó más de no poder recordar algo tan delicado. Con tantos nuevos sucesos era difícil ya recordar todo lo que concernía a Nimrod.

—Sí…

Hubo un silencio incómodo, y el morocho tuvo que cortar el ambiente tenso.

—Como sea, es mi hermano menor, no hay nada que discutir sobre esto.

Joab prefirió evitar el tema, le parecía incómodo y bochornoso recordar el suceso y relacionarlo con el heredero de Silva, el hermano menor de su fantasía. Joab deseaba pasar la próxima semana mostrando a Illumi diferentes razones para que él volviera a sus brazos, las investigaciones sobre su amante no habían tenido buenos resultados, y había tenido que enviar a su persona a atender el asunto de Kakin, así que se había preparado para dar todo por Illumi esa corta semana de oportunidades.

Bueno, ya saben, si las cosas marchan bien y mis betas no se me enferman, nos vemos el 8 de Junio.

Mi condolencias al pueblo argentino por la afrenta del 25 de mayo. Un presidente vendido es una carga para un país entero.

Hasta pronto!▲