He vuelto, nunca he sabido poner notas de autor.'.
HADOS 24
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Joab torció los labios y se acomodó en su asiento, dejando escapar un profundo suspiro. Sus amigos tenían razón, no era momento de discutir con Killua por asuntos relacionados con Illumi, menos cuando Silva era quien tenía la última palabra. Además, tratándose Silva, sabía que tenía las de ganar.
—Es momento de hablar del motivo por el que estamos aquí —continuó Roboam—. Killua, necesitamos evaluar tu desempeño y persona.
Recargó sus codos en la mesa, empujándose hacia adelante para acomodar su cabeza entre sus manos entrelazadas. El ambiente se torno serio, Killua se acercó más a Illumi, como parte de su instinto protector.
—¿Por qué habría de rendir cuentas ante ustedes? —contestó retador.
—No, no lo malinterpretes. No estás rindiendo cuentas, estamos aquí como un favor para Silva, él quiere prepararte para ascender como su heredero oficial. Como bien sabes, aunque el título de heredero está sobre ti; de acuerdo a las costumbres y leyes entre nosotros, no serás reconocido como tal hasta que Silva te haya presentado ante la hermandad de forma oficial, y en ese momento tu trabajo será dedicarte a los negocios de la familia ya no como un simple asesino, sino como un líder. Entonces, nosotros vamos a evaluar tus pros y contras, y le diremos a Silva todo lo que tienes que trabajar. De ese modo él podrá guiarte en base a una crítica objetiva, seria y experta; él necesita todo nuestro apoyo porque tú eres clave para varios de los problemas que él tiene dentro de la hermandad, ¿me entiendes ahora?
—Sí, niño, nosotros no somos tus enemigos. No tenemos interés, al menos nosotros tres —señaló Al Prince a Roboam y Julen— no tenemos interés en Illumi, no te lo vamos a quitar, así que deja de estar a la defensiva con nosotros —remarcó Al.
Illumi colocó una mano en el hombro del albino, para sugerirle que tomara el consejo y se calmara, hasta ese punto el albino se convenció de bajar un poco la guardia, y aceptó la sugerencia.
—De acuerdo, tienen mi atención.
—¡Excelente!, me encanta tu actitud —aplaudió el hombre—, primero que nada, me gustaría que nos contaras sobre tu entrenamiento, ¿en qué nivel te encuentras?
Se quedó en silencio, la pregunta le parecía disparatada. Él, hasta donde tenía conocimiento, no tenía ninguna técnica de pelea, ni siquiera era como si tuviera interés en desarrollar alguna en específica. Tampoco era como si su padre se tomara la molestia de evaluarle según parámetros que él conociera.
—Killua completó sus niveles a los once años. Esperábamos comenzar a trabajar con su Nen a los doce, pero esa parte él la trabajó por su cuenta —respondió Illumi, consciente de que su hermano carecía de la información suficiente para comprender la pregunta.
—¿Once?, eso está excelente, dime entonces, ¿qué clase de trabajos realizas ahora?
Otra pregunta compleja. Acababa de regresar a su casa después de dos largos años de no estar involucrado en el oficio familiar, no podía responder más que con algo deficiente. Tenía vergüenza de decir algo y quedar como un completo tonto.
—Nuestro papá lo dejó ir de casa a los doce, a partir de ahí él se unió a los Hunters y realizó trabajos de alto riesgo para la asociación.
—¡Por el amor de Dios!, ¿por qué carajos respondes tú y no él?, ni que fueras el heredero, eres un simple lacayo —Al se desesperó por la falta de respuesta del albino. Estaba muy apegado a las costumbres de la hermandad y le incomodaba ver tanta iniciativa en alguien que no era un heredero y sin una posición dentro de su agrupación.
—Les recuerdo que Illumi está como representante de Silva —intervino Joab—, y como el muchacho ha dicho, es su maestro, tiene todo el derecho de responder.
Joab, pese a que estaba molesto con Killua y ya no le miraba con buenos ojos, hizo a un lado sus intereses personales por atender la necesidad de su mejor amigo. Era un lazo más importante que cualquier otro que tuviera.
—Sí, Al —llamó la atención Roboam—, además Illumi podrá no ser el heredero, pero él no es cualquier persona.
Se miraron entre ellos esperando una respuesta que aclarara sus palabras, pero Roboam se alzó de hombros y continuó con su charla.
—Dentro de los Hunters, ¿qué misiones de alto riesgo realizaste?
Killua miró a Illumi, pidiéndole discretamente que le diera tiempo para pensar una respuesta, era peligroso esparcir cualquier información sobre su trabajo con los Hunters, sobre todo si el asunto de Alluka se difundía.
—Participé en el control de las hormigas-quimera.
—¿Sólo participaste?
—Sí.
—¿Ah sí?
—Así dije, sí.
Roboam pasó una mano por sus cabellos, peinándolo hacia atrás, mientras sonreía satisfecho.
—Tú —señaló a uno de los mayordomos— prende el hachís, es hora de hablar de cosas serias.
Los demás se tallaron las manos, y aplaudían felices de escuchar a su amigo Roboam, sabían que el hombre traía un buen informe para ellos que les haría temblar, nada se le escapaba a Roboam; el mismo Joab lo respetaba porque no había nadie mejor que él en su área. Sin mencionar que su trabajo le permitía esa clase de lujos de información exclusiva.
Encendieron el hachís, cada uno tomó su respectiva boquilla y le ofrecieron la suya al muchacho. Killua no conocía el ritual, así que Illumi tuvo la iniciativa de tomar una manguera para él y otra para el albino.
—¿No has fumado hachís?
—No —contestó sin pena, no tenía por qué preocuparse por esos detalles.
—Toma la boquilla, sorbe un poco y trata de mantenerlo en tu boca —esperó hasta obedeciera las instrucciones, todos estaban al pendiente de lo que hacía, lo cual intimidaba un poco al albino—, eso, ahora respira profundamente…, bien, suelta…, excelente. Sí, así se hace, si quieres seguir haciéndolo, adelante, con que lo hayas hecho una vez es más que suficiente.
—¿Para qué es esto? —preguntó confundido, el aroma y sabor le habían desagradado, naturalmente.
Los hombres rieron ante la falta de conocimiento e inocencia del muchacho.
—El hachís es tradicional entre los Asesinos. La palabra Asesino, su raíz etimológica hace alusión al hachís, por ende es natural y básico entre nosotros que nos vean fumarlo. Como no nos afecta y al resto de la gente sí, no le tememos, podemos fumarlo sin sufrir sus efectos. Antes lo usaban para intimidar a quienes querían solicitar nuestros servicios, hoy en día es sólo por tradición.
Se animó a probar otra vez el vapor que salía por la manguera, pero nuevamente el sabor lo encontró amargo, nada interesante y dejó a un lado la boquilla. Illumi lo imitó, pero a diferencia de Killua, él no sentía desagrado por el sabor. Killua lo observó con curiosidad, era la primera vez que le veía fumar y tomar alcohol con tanta naturalidad.
—Killua —continuó Roboam—, ¿sabes a qué me dedico?
—Eres un Asesino.
—Sí, pero ¿de qué tipo?, ¿qué me diferencia de tu padre?
Negó con la cabeza, nunca se había planteado la posibilidad de que hubiese diferentes tipos de asesinos, para él todos eran iguales.
—Trabajo como el líder, presidente, cabecilla o como quieras llamarle, de las agencias de seguridad y sistemas de inteligencia de los países más influyentes del mundo. Tú podrías decir: este país y aquel otro son enemigos, pero lo que no sabes es que en el trasfondo, son controlados por los mismos líderes, quienes con un propósito particular los hacen parecer tener ideas contrarias y crean guerras entre ellos, ¿soy claro?
—No soy estúpido —rodó los ojos, y recargó un codo sobre la mesa, algo le decía que ese hombre podía ser peligroso, pero a la vez un buen aliado si es que sabía jugar bien sus cartas.
Los tres tipos rieron, y Roboam aprovechó el lapso para dar un buen trago a su bebida.
—¿Sabes quiénes son esos mismos líderes supremos?
—Los Iluminados —contestó tajante, quizá otros temieran mentarles, pero para él eso ya estaba muy atrás, ya no sería intimidado por una hermandad que le debía mucho.
—Así es —contestó satisfecho—. Yo no soy un Iluminado, soy un Asesino, pero soy simpatizante. Jamás podría ser un Iluminado, no sólo porque no tengo las cualidades necesarias para serlo, sino porque nunca traicionaría mi hermandad para unirme a ellos.
Entonces comprendió que esa era la misma posición en la que estaba su padre. Por primera vez fue capaz de comprender el motivo por el que Silva era tan asediado por su propia hermandad; ahora estaba claro por qué su padre tenía la necesidad de quedar bien y limpiar su nombre. Esos tipos eran una especie de aliados a quienes debía ganar para el bienestar de su propia familia.
—Gracias a mi trabajo y a mi posición entre Asesino e Iluminado, es que sé muchas cosas que el resto no sabe —se notaba que tenía la intención de mostrar algo más, algo que entre líneas nadie más sería capaz de ver—. Hay muchas cosas que debo saber para poder trabajar. Una de ellas, por supuesto, fue el caso de Silva. Yo siempre supe que tu padre era inocente, que él no traicionó a la hermandad.
—¿Y por qué no lo ayudaste desde el inicio?, vaya amigo… —le reprochó.
—Yo lo hablé con Silva, no podía salir en su defensa porque, debido a que mi posición es muy delicada, sólo lo hundiría más. Habría sido más sospechoso que yo lo defendiera, hubiésemos quedado los dos como traidores. Si vas a reclamar a alguien, reclámale a Joab —finalizó mirando a su amigo que parecía severamente ofendido.
—¡Ey, cuidado con lo que dices!
—¿Qué?, ¿no ha sido tú el único de nuestro grupo que está limpio de todo y nunca metió las manos al fuego?
—Ya déjalo, Rob, todos sabemos por qué no lo hizo…
Hubo silencio, uno bastante prolongado e incómodo. Entre ellos se notaba que había algo bastante delicado que no aclararían y que los dos hermanos Zoldyck no estaban enterados. Roboam tuvo que aclararse la garganta, antes de cambiar de tema.
—Como decía, yo me entero de muchas cosas… el caso de las hormigas-quimera no es una excepción… —la mirada de Killua se mantuvo firme, no iba a delatarse a lo tonto— Si te pregunto al respecto, no es para saber lo obvio, sino lo que tú viviste.
Debido a que Killua continuaba sin responder, Roboam se sintió forzado a empujarlo a hablar.
—Yo sé, por supuesto, de tú papel en la misión, sé que prácticamente el asunto quedó en tus manos, que hiciste un magnífico trabajo ayudando a la gente que vivía en NGL; el cómo protegiste a tu amigo Gon, y por supuesto, sé del otro asunto, entiendo perfectamente por qué Illumi está aquí en estos momentos, y que claro, no debo abrir la boca al respecto.
Roboam tuvo la necesidad de callar rápidamente, la mirada de Joab sobre él le hizo sudar frío, pero pese a que sabía mucho, no estaba enterado del motivo por el que Joab se comportaba de ese modo. Supuso que su amigo era bastante protector con los hijos de Silva.
Illumi y Killua fingieron no darle relevancia a la confesión de Roboam, pero estaba claro que ese hombre conocía la relación que tenían ellos dos.
—Illumi —le habló Roboam—, hay un tema que me gustaría hablar contigo en privado, me preguntaba si después de esta reunión sería posible, y claro, si Killua está de acuerdo, ¿podemos hablar?
—Tú y tu maldito secretismo, Rob —reclamó Julen— ¡cómo me jode!
—Pero bien que nos beneficia, Julen. Rob nunca nos deja morir —añadió Al y volteó hacia los jóvenes Zoldyck— ¿saben que es Rob el que protege a Kikyo?, su madre es detestada incluso dentro de su propia hermandad y debido a que Silva no podía hacerse cargo de todo cuando ustedes eran pequeños, Rob se hizo cargo de la seguridad de Kikyo, parte de los mayordomos que trabajan para su madre, son hombres de Rob.
—Genial, ¿debería sentirme agradecido? —contestó Killua con sarcasmo. Illumi apretó su hombro para invitarle a tomar todo con calma.
—Entiendo lo que dice —Roboam soltó la carcajada—. No te preocupes Illumi… Da igual Killua, no lo hice por ti, lo hice por Silva, mi amigo.
Killua ya estaba bastante preocupado por el hecho de que el secreto de Alluka estaba divulgado, y no sólo eso, sino su relación con Illumi.
—Cuando pregunto estas cosas, no es para saber, sino para confirmar —Roboam era un hombre bastante directo, no quería perder el tiempo dando rodeos hasta escuchar lo que necesitaba—. Ahora, cuéntanos un poco sobre tu trabajo en NGL, con las hormigas-quimera.
No le quedó de otra, después de todo, Roboam dirigía la conversación haciendo preguntas tan certeras que le helaban la piel, no pudo evadir ninguno de sus dardos filosos, y terminó explicando algunos detalles incómodos, como el hecho de que se sintió un poco traicionado por Gon; que estuvo todo el tiempo bajo estrés emocional, y que nunca estuvo de acuerdo en dejar actuar por su cuenta a su amigo, pero que se limitó a trabajar con las herramientas que tuvo a la mano y sacó adelante la misión tan lejos como pudo. Los hombres le aplaudieron su destreza, y madurez, alegando que Silva no tuvo nunca esa capacidad durante su juventud, y bromeando al respecto.
Joab le escuchaba hablar con un poco de intriga, era un chico bastante interesante y profundo, seguramente bajo las condiciones adecuadas habría sentido una gran admiración por todo el sacrificio que se vio forzado a hacer durante su difícil misión. Entre más escuchaba sobre su vida y personalidad, más interesado estaba en él como aliado, mas al recordar que era justamente este muchacho el que quería limitar a Illumi, se le revolvía el estómago y entonces quería dejar esa idea de lado, olvidar que era un buen chico y odiarlo por quitarle a Illumi.
Unas horas después, terminaron la conversación y cada uno se despidió del albino, haciendo alguna felicitación por su trabajo personal, por su desempeño, ignorando por completo a Illumi, lo cual era totalmente comprensible debido a que era lo usual, hacer a un lado a los no-herederos. Todos lo ignoraban, a excepción de Roboam quién veía al morocho de otro modo.
—Quiero agradecer tu presencia, que te hayas tomado el tiempo para escucharnos y permitirme una oportunidad para conocerte, quizá no conversamos, pero espero me concedas esta oportunidad para hablar —le hablaba con una cortesía poco común de ver y los otros Asesinos se sorprendían por ello.
—¡Que va, Rob!, si quieres hablar lo que sea, dile a Silva, no necesitas ni hablarle a este muchacho.
—Quizá para ti sólo sea un hijo más de Silva, pero lo cierto es que es alguien mucho más influyente y relevante de lo que te imaginas.
Todos, inclusive Joab se giraron a observar a Illumi, el cual continuó neutral con el fin de restándole importancia a sus palabras.
—Mañana, si quieres, puedes buscarme en casa de Joab. Killua y yo estaremos ahí por la mañana.
—Claro, con mucho gusto lo haré.
Joab invitó a los muchachos a cenar fuera de casa, pero Killua estaba fastidiado de estar cerca de tanto público y no tener privacidad con Illumi, tenía montones de preguntas por hacerle, estaba nervioso y estresado por los sucesos de la tarde, y en parte estaba asqueado del aroma a hachís, quería darse una ducha y pasar el resto de la velada junto a su novio, pero al ver entusiasmo en los ojos de Joab, recordó el reclamo en la tarde y supo que el drama no había finalizado. Todavía tendría que dar explicaciones sobre por qué Illumi no podía ser entregado a nadie, y podía apostar que la pelea sería totalmente personal y basada en sentimientos románticos que le provocarían más ira de la que pudiera contener.
Por suerte no tuvo necesidad de hacer una escena y, previniendo el problema que se desataría durante el interrogatorio de Joab, Illumi se adelantó a aplacar las cosas.
—Nos gustaría aceptar, pero Killua debe estar cansado de hablar y tener que estar dando explicaciones personales, creo que nos vendría mejor descansar en casa, necesitamos algo de privacidad —argumentó el morocho para evadir al desesperado Jaco.
Juraba que quería abrazarlo por su empatía y compasión. No podía estar más satisfecho con un novio tan perfecto y sensible a sus sentimientos. Joab no tuvo más remedio que aceptar dejarles ir. Por supuesto, no estaba satisfecho, un sentimiento de angustia le estaba consumiendo y sabía que Killua no dejaría en paz a Illumi, no tendría tiempo para hablar con él en privado, se fue a su recámara con la mente hecha trizas.
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Killua se echó sobre la cama, se había dado un buen baño, y se encontró con la agradable sorpresa de que su novio había traído bebidas, helado y galletas para cenar. Las había dejado sobre una mesita junto a la cama antes de tomar su turno para bañarse. Se sonrió, era tan feliz cuando Illumi actuaba tan condescendiente y amable, quizá no era una de esas personas que te llenaban de una vida color rosa con palabras dulces y regalos por doquier, pero sí era alguien que le satisfacía cuando lo necesitaba y en los modos más efectivos. Era perfecto, no podía quejarse. Tomó una galleta y la untó de helado, mirando a la puerta, desesperado por verlo otra vez. No habían cruzado muchas palabras desde que quedaron a solas, y ya no aguantaba las ganas de tenerle a su lado.
Illumi quería que Killua descansara, tomara las cosas con menos presión, sabía que su vida como asesino sería muy exigente, no podría ser libre de hacer lo que le placiera en todo momento, dependería de una actitud inteligente, una visión aguda para poder definir quienes eran sus aliados y quienes estaban ahí para sacarle provecho. Aunque en estos momentos de su corta vida, lo más probable era que estuviera más preocupado por sus sentimientos que por los asuntos reales de su vida. Por eso mismo dudaba de su relación, porque era consciente de lo mal que estaba, la mayor parte del tiempo evitaba pensar en esos detalles, sin embargo la realidad llegaba a su mente cuando menos lo esperaba. Al final siempre caía en cuenta de que no podía resistirse. Como al salir del baño, que se quedó embelesado con su sonrisa y sus ojos azules mirándole con ternura.
—¿Mejor? —le preguntó.
Así mandaba al diablo lo que estuviera bien o mal, si su niño era feliz, entonces iba por buen camino.
—Sí, ¿haremos algo más?
Quería saber si saldrían de casa de Joab o tenía algún otro plan más, puesto que no era tan noche, pero en cuanto lo preguntó le sonó a otra cosa.
—Todo lo que quieras…
—¡No hablo de eso! —enrojeció de vergüenza.
Se dio la vuelta, soltando una risa burlesca y cogió su camisa para colocársela.
—¡Hablo en serio, Illumi!
—Ya, ya, lo sé, pero fuiste tú el que lo dijo, no yo.
Rodó los ojos, detestaba cuando él tenía la razón y no tuviera nada más para alegar. Illumi terminó de cambiarse y tomó asiento junto a él, en la cama, Killua había acabado con el helado y había dejado un par de galletas. Él no apetecía nada en particular, sólo había traído algo para aplacar el posible antojo del albino.
—¿De qué crees que Roboam quiere hablar contigo?
—Algo de la hermandad, está claro, ¿qué otra cosa no podría compartir con sus amigos?, ¿quieres acompañarme?
Killua asintió, no le daba pena ya admitir que deseaba estar con él la mayor parte del tiempo y protegerlo. Con tantas personas rodeando a su hermano era imposible sentirse seguro de que alguno de ellos atrajera su atención; en esos momentos perdía la razón, no podía sentirse estable a pesar de que el inicio de sus problemas partía precisamente del deseo que había atado a Nimrod a la vida de su hermano. Las emociones le consumían y era capaz de arrebatarle a todos la posibilidad de tener la más mínima convivencia con el mayor si sus celos le dominaban; por suerte Illlumi siempre estaba al tanto de él y lograba contenerlo a tiempo.
—Sobre Ender y el otro tipo…
—Dime.
—¿Cuándo verás de nuevo a Ender?, no quiero que el otro tipo aproveche el momento.
No tenía coherencia. Era una pregunta fuera de contexto y carecía de toda lógica; se lamentó que el albino llegara a ese nivel emocional en el que estaba perdiendo el control de sus decisiones. Supuso que su pregunta se derivaba de algún pensamiento que estuviera acosándole últimamente.
—Cuando tú quieras, en donde tú lo desees —tomó su mano y la besó—, estoy en tus manos, dime tú la respuesta.
Se quedó sin palabras. Su cuerpo empezó a emitir la energía rosa que le rodeaba en momentos como ese cuando le emocionaba sentirse deseado y amado, Illumi acarició sus cabellos y terminó por abrazarle.
—¿Por qué te sientes así? —le preguntó.
Soltó un profundo suspiro, lo cierto es que tenía vergüenza de admitir que estaba inseguro de su posición. No quería que Illumi le reprochara por dudar, tampoco quería que esto llegara demasiado lejos.
—Son muchas personas contra las que compito. Es complicado… tú no tienes competencia, me tienes aquí para ti todo el tiempo, por eso no lo entiendes.
Contuvo la risa, era el argumento más absurdo que creyó que escucharía de su boca.
—Todo el tiempo tengo miedo de que eso pase —Illumi se excusó—. Todos los días, a veces quisiera poder borrar el mundo para que sólo me vieras a mí…, y aquí estoy, haciendo lo posible por…
—Tarado, no digas tonterías, no tienes derecho a dudar de mí.
—Ni tú de mí.
Se soltó de su abrazo; lo miró entre retador y coqueto.
—No lo hago. Estoy tan seguro de que eres mío que puedo hacer esto —deslizó una mano por la pierna del mayor, rozando peligrosamente su entrepierna— y sé que no podrás resistirte a mí.
Sus oscuros orbes brillaron con lujuria, le fascinaba cuando Killua le coqueteaba. Se olvidaba de su corta edad y podía darse el lujo de responder a sus retozos.
—Tienes toda la razón.
Levantó una mano para acariciar su mejilla, y atraer su rostro, deseaba besarlo, un buen beso que por fin satisficiera su necesidad que durante la mayor parte del día había resistido. No importaba su inhibición, su responsabilidad ni nada más cuando ese jovencito volvía traspasaba sus límites. Podía hacer lo que sea, se volvía un esclavo por amor.
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Joab se levantó de la silla, estaba decidido, hablaría con los dos hermanos de una vez, averiguaría lo que estaba ocurriendo aún si tuviera que hacer uso de la fuerza y su posición social. A él no le importaba que Killua tuviera planeado prohibirle al mundo entero el poseer a esa joya, arrebatarle su derecho de ser un miembro respetado de la hermandad por celos a que Illumi llegara más lejos de lo que él sería capaz; Illumi era más valioso para él, lo juraba. Tenía algo de temor, eso sí, no quería que Silva supiera que había discutido con el albino o de lo contrario era posible que el mismo Silva efectuara su poder para cerrarle la posibilidad de estar con Illumi. Preparó su Zentsu, iría tras ellos, pero primero los espiaría, vigilaría su conversación para saber qué clase de asuntos secretos le ocultaban, así podría usarlo a su favor y salió en camino al cuarto en donde se encontraba Illumi.
Killua se recostó en la cama, Illumi había tenido que tomarse el tiempo para ir por el lubricante, le había insistido al albino que era mejor usarlo; en momentos como ese, uno de los dos debía ser racional, y por ser el mayor no tenía otra opción que ser él el responsable de la relación. Se dio la vuelta y tragó saliva, Killua era tan irresistible, no era consciente de esto, y prefería que siguiera así. Su cuerpo desnudo, su mirada tierna que todavía conservaba rasgos infantiles y su expresión expectante que sólo acentuaba más su deseo sobre él. Lo tomó su pie derecho, jugando con sus dedos, provocándole cosquillas.
—Ven, acércate.
Killua se acercó más a la orilla de la cama y antes de que pudiera sentarse, Illumi le empujó suavemente de vuelta, confundiéndolo un poco.
Joab escuchó un corto ruido, podía jurar que era la voz de Killua, era como una especie de sorpresa, y volvió a aguardar en silencio. La puerta estaba cerrada con seguro, tal como lo esperaba, y no tenía algún espacio para ver, ni siquiera se había molestado en colocar cámaras en los cuartos, pero era muy tarde para lamentarse. Jaló uno de sus cabellos, recubriéndolo con Nen, y lo clavó en la pared, con la intención de atravesarlo de un lado a otro, era bastante arriesgado, esa simple sensación de Nen era capaz de poner en alerta a cualquiera de los dos, pero intentó ser lo más veloz posible para no llamar demasiado la atención. Cuando por fin logró su objetivo se quedó en silencio, esperando a ver si había conseguido una reacción desfavorable. No escuchó algún otro ruido, sólo el sonido de algo rechinando, pero de nuevo volvió el silencio.
—Recuerda que no debemos hacer ruido —le susurró Illumi al oído.
Había hecho su mayor esfuerzo hasta ahora, Illumi le acababa de penetrar y se mordía el labio, conteniendo la respiración, con tal de aguantar.
Volvió a su posición, estaba casi de pie, al borde de la cama, Killua abría sensualmente sus piernas y tuvo que acomodarse hacia adelante, colocando sus manos en las rodillas del menor, para empujarse hacia su interior. La mirada de Killua le provocaba deliciosos escalofríos y un deseo incontenible de seguir tomándolo. Los dedos de Killua se enredaron entre los suyos, diciéndole con la mirada que tenía todo su permiso para seguir.
Joab hizo todo lo posible para enfocar su mirada a través del pequeño agujero, apenas podía ver destellos de luz al otro lado y algunas figuras confusas moviéndose. Dentro de su mente la escena parecía tener sentido y pero la lógica le negaba lo que parecía ver. Dos sombras que parecían tener sexo. Esperó, y esperó hasta entender, tuvo la tentación de abrir otro agujero, pero se rindió. El sonido de pasos caminando por el pasillo le hizo salir veloz hasta su cuarto. Sintiéndose un idiota por actuar como un fugitivo en su propia casa.
Regresó a su cuarto a refugiarse y analizar lo ocurrido, pero entre más lo pensaba más absurdo le parecía. Killua e Illumi eran un par de hermanos, como cualquier otro par; no tenían una relación que le pareciera especial en algún morboso sentido, así que no le costó nada de trabajo descartar la idea de que estuvieran en una situación comprometedora. Pero eso no era lo importante para él, sino su propósito. Quería hablar con Killua reclamarle por su falta de sensibilidad con su hermano, quería pelear por Illumi, sacarlo del problema en que estuviera. A su punto de vista, la única razón por la que Killua no permitía que su hermano triunfar era por celos, envidia de que él fuera un Iluminado con una posición tan relevante como para que Roboam lo respetara, lo cual significaba mucho, y no podía concebir otra posible respuesta. Quedarse en su habitación de brazos cruzados no le pareció una opción viable; no quería confrontar al albino delante de Illumi, pero tampoco podía esperar hasta tener una oportunidad mágica que lo más probable era que no existiría, Killua no permitiría ni un segundo de paz entre ellos. No de nuevo.
Se miró delante de un espejo, respiró hondo y se armó de valor diciéndose todos los pros y contras que tendría si lo hacía, luchando por pensar como un hombre de su edad, con su experiencia y no como un tonto enamorado.
«Vamos, es sólo un mocoso de catorce años», fue su máximo argumento.
Killua le imponía una especie de respeto que no podía comprender, herencia de su padre. Tenía esa mirada aguda que parecía atravesarte con sólo verte. Su forma de hablar, tan clara, segura, irradiaba una madurez no propia de un niño de su edad, y a leguas se notaba que había sido enseñado por Illumi. Cuando escuchaba sus conversaciones intelectuales siempre lo oía usando palabras tan rebuscadas y referencias tan complejas durante la cena, que a veces olvidaba que trataba con apenas un adolescente.
«Illumi te lo agradecerá, no volverá a rechazarte»
Estuvo así por varios minutos, preparándose para salir al rescate, convencido de que estaba obrando con la mente fría y no movido por su sentido romántico, hasta que por fin salió.
Illumi se había recostado sobre el pecho del albino por unos momentos para tomar aire, estaba recuperándose de la actividad, y todavía podía escuchar la respiración acelerada proviniendo del pecho de su hermano. Guardaba mucha gratitud por la libertad que el albino le otorgaba para expresar sus sentimientos sin pena, quería poder conservar su lazo por un largo tiempo y ante la idea de perderlo, prefería ignorar sus miedos.
—Iré por algo para limpiarnos —tomó aliento y se separó de él, era el mayor, debía demostrar su respeto al protegerlo con más atenciones.
En cuanto pudo ponerse de pie escuchó que llamaban a la puerta, no hacía falta ser un genio para saber de quién se trataba. Lo malo era que la expresión de Killua cambió de inmediato a una de fastidio.
—No nos va a dejar en paz, ¿cierto? —susurró el albino.
Illumi respondió con un movimiento de cabeza de que en efecto, Joab no los dejaría de perseguir. Se dio la vuelta, buscó una caja de pañuelos desechables, tomó unos y pasó la caja al menor, al tiempo que se cambiaba de ropa.
—Ya voy —dijo en voz alta, aunque no se dio prisa, no tenía animo de abrir y desatar una discusión con su hermano.
Joab estaba nervioso y entre más se demoraban en abrir, su humor empeoraba. Culpaba ya de todas sus desgracias al albino, juraba que era él quien más le provocaba problemas y no de otro contendiente invisible; en su mente Killua era responsable de que Illumi se apartara de él y que su comportamiento no fuera el que él conocía: del chico intelectual que moría por una buena follada. No lo soportaba, y a la vez, se decía constantemente que no le tomara odio, que era el heredero de Silva; por tanto debía tener un buen trato con él, ganarse su confianza para así mantener los lazos de respeto entre ambas familias.
Para colmo de su desesperación, fue el mismo Killua quien abrió la puerta, y tuvo que forzarse a sonreír.
—¡Killua! —sobreactuó su sorpresa y Killua no respondió, se quedó fijo con una expresión de aburrimiento—, ¿no te agradó el cuarto que te preparamos?
—Te dije que prefiero dormir con Illumi, es más cómodo.
—Oh, pero no dije que no podías invitar a Illumi a dormir en la recámara que te preparé —se rió, aunque con sus nervios sólo sonó patético.
—¿Escuchaste Illumi?, podemos dormir en el otro cuarto —contestó con la misma ironía con la que Joab le habló y el hombre tuvo que fingir que no le importaban sus desaires.
—Bueno, en realidad hice algo de trampa —confesó Joab—, vine aquí para hablar contigo en privado, sabía que estarías aquí. Claro si es que no te molesta.
Giró su rostro para ver a Illumi, tenía ganas de decirle cuánto le desagradaba el tipo. No deseaba ir con él, menos dejar a Illumi solo. Dudaba de sus intenciones.
—Lo que sea que quieras hablar conmigo, puedes hacerlo frente a Illumi.
—¿Estás seguro? —aunque estaba decepcionado, no se haría del rogar.
—Sí, sí.
Se hizo a un lado e invitó a Joab a pasar. Illumi estaba sentado al borde de la cama con los codos recargados en sus piernas, pensativo. Killua se dio la vuelta y se recargó en la pared frente a Illumi, de ese modo ambos hermanos podrían comunicarse mediante sus expresiones faciales sin tener que decir palabra alguna, y Joab comenzó a caminar sin sentido alrededor del cuarto, deseaba buscar una excusa que le permitiera sentarse junto al morocho, pero optó por quedarse de pie frente a Killua, casi estorbando la visión a Illumi, y así no distraerse con la presencia del mayor.
—¿Seguro que quieres hablar de esto frente a Illumi?
—Claro que sí —se cruzó de brazos—, Illumi y yo tenemos una excelente relación. No veo el problema.
—¿Ah sí? —preguntó en tono sarcástico—, ¿entonces por qué le quieres privar de su derecho a pertenecer a la hermandad?, le robas esta oportunidad que tiene para unirse siendo apadrinado… es ilógico, incluso tú saldrías beneficiado.
—¿Entregándolo a un montón de hienas que sólo quieren usarlo para su interés sexual?, ¿bromeas?, eso no es ningún beneficio.
Joab colocó ambas manos en su cadera, molesto por el tono autosuficiente del chiquillo. Deseaba darle un par de golpes que le quitaran ese tono creído.
—Bien, puede que sí tengas razón, más bien es interés romántico, pero eso no tiene nada que ver contigo, si Illumi está de acuerdo… No creo siquiera que le hayas preguntado.
—Illumi…
—No —justo cuando vio que Killua estaba a punto de preguntar, sus emociones le ganaron e intervino en la queja del chiquillo—, no le preguntarás ahora, no voy a creer en esa respuesta forzada.
—¿Cuál es tu maldito problema?, Illumi no tiene necesidad de ocultarme nada, él siempre es honesto conmigo.
—Ja, no logras hacerme reír.
Illumi estaba atento, sabía que en cuanto el volumen subiera, la situación se volvería bochornosa y terminaría muy mal, tendría que meterse tarde o temprano en la discusión. Sólo lo haría en el caso de que las cosas salieran de control, aunque confiaba en que Killua razonaría un poco.
—¿Ah no?, entonces voy por buen camino.
—Si no te basta eso, entonces piensa en los beneficios que esto traerá a tu padre y a ti.
—Illumi ya pertenece a una hermandad. Liarse con otro club de locos no le traerá nada bueno.
Ante el comentario, su mente se cerró. Sólo pudo interpretar esas palabras como envidia, ya no quiso escuchar más palabras de parte de un niñato que sólo era movido por sus sentimientos.
—Eso es terriblemente egoísta e infantil.
—Si no te gusta mi decisión entonces no hay nada más que hablar.
—No. Es cierto, pero vine aquí porque quiero que veas que no lo estoy haciendo esto en contra tuya, ni para molestarte —se cruzó de brazos, no quería dejarse llevar por su mal humor y terminar amenazándolo—. Lo cierto es que sólo me basta hablarlo con Silva, mi amigo, estoy completamente seguro de que él aceptará cuando yo le pida a Illumi. Estará encantado de dármelo.
Lo peor era que tenía razón, ninguno de los dos muchachos lo dudaba. Silva estaría satisfecho de dárselo a su amigo de confianza, no lo pensaría dos veces, ni siquiera se tomaría la molestia de consultárselo, simplemente lo haría y se los haría saber sin más.
—No me importará si Illumi está de acuerdo o no. Con el tiempo cambiará de parecer.
Killua estaba a punto de proferir insultos contra el tipo, no podía soportar la idea de que le arrebataran de sus manos a su amado. Esto estaba sobrepasándole, pero vio que Illumi se ponía de pie y tuvo curiosidad por ver la reacción que tendría.
—Joab, no es necesario que arruines las cosas, si te estamos incomodando, nos macharemos de una vez.
—No es eso Illumi —hizo un esfuerzo increíble por serenarse, volvió su vista a Killua—, no es eso, no es personal Killua, esto lo hago por el bien de Illumi.
—No es necesario, no lo estoy pidiendo —alegó en su defensa.
—¿Es por el tipo aquel? —Illumi no entendió a lo que se refería, y Killua tuvo curiosidad por lo que diría—, ¿Killua sabe que tienes un amante?
Killua dio un paso hacia adelante, sintió que su cuerpo dolía, «un amante», esas palabras resonaron con fuerza en su interior y tuvo deseos de terminar con la conversación para hablar seriamente con Illumi. El dolor de la decepción estaba comenzando a apagar su razonamiento.
—Sí, lo conoce perfectamente —pero los ojos de Illumi le revelaron que Joab hablaba sin saber, a quién se refería no era otro más que el mismo albino—. Lo conoce y lo aprueba.
Killua sintió que el alma regresaba a su cuerpo. Tomó aire, orgulloso de descubrir que Illumi no le guardaba secretos.
—No podría estar más de acuerdo con Illumi —añadió con una sonrisa de satisfacción imposible de ocultar.
Tenía ganas de romper a carcajadas porque la expresión de Joab era la de alguien bastante confundido y dolido. No tenía la sensibilidad para apreciar los sentimientos de sus contrincantes en momentos clave. No habría resistido de no ser porque vio que Illumi no reía, ni siquiera sonreía. Entonces comprendió que no era algo para hacer burla, aunque se sintiera triunfador, alguien más estaba pasando por un mal momento. Bajó la mirada y esperó.
—Como dije, no me va a importar lo que pienses. Esto lo hago más por ti que por mí.
Para él esto no significó nada, sólo que Illumi estaba en un peligro importante y que Killua no apreciaba esto por motivos ulteriores.
—Si le importaras tanto a ese idiota, estaría aquí defendiéndote, pero no es así —miró a Killua con tanta furia que provocó que ambos Zoldyck se pusieran a la defensiva—. Si lo conoces dime quien es, iré tras él y lo acabaré, no me importa si es un Iluminado, yo lo quitaré de una vez de mi camino.
—No es tu asunto —finalizó el joven heredero, intentando ser tan amenazante como el Jaco.
—Kil…
Joab exhaló fuertemente, tomando el control de su ira. La amenaza desapareció por completo, pero de todos modos los chicos no bajaron la guardia.
—No quiero pelear con ustedes, muchachos, esto es lo último que quiero hacer. Sólo quiero que entiendas, Killua, que me importa mucho Illumi y por él haré lo que sea. Si es cierto que se llevan tan bien, entonces deberías ver por su beneficio.
—Ya lo hago. A nuestro modo.
Se volvió hacia Illumi, esperando encontrar en él una respuesta, aunque la barrera que ponía continuaba siendo muy fuerte, y se percató de algo que no había notado antes. Tenía una marca roja en el cuello, una marca muy específica y clara, recién hecha, no podía ser obra de nadie más, más que Killua, miró al niño, y tuvo una corazonada muy fuerte, de algo que estaba terriblemente mal entre ellos; sin embargo, sintió tan mal de pensar en esa posibilidad que prefirió evadir el pensamiento.
—Bien, entonces a mí modo haré lo mejor para él.
Killua no podía enojarse con las personas que le deseaban cosas buenas a su hermano, así que asintió, aun sí sabía que eso sólo le traería problemas, pero se sensibilizó al final. Pensó en lo terrible que sería descubrir que la persona que te gustaba ya no tenía interés en ti, sintió pena por Joab así que sonrió para demostrarle que estaba siendo comprensivo, y Joab le agradeció el gesto, después de todo, no podía odiarlo, era un reflejo de Silva, esas actitudes le recordaban tanto a su amigo, tanto que sentía curiosidad por él. Agradeció y se marchó.
.'.
Era aproximadamente las seis de la mañana cuando los golpes en la puerta de la habitación sonaron. Golpes veloces, que terminaron por motivarlos a darse prisa y atender. De inmediato abrieron y se encontraron con Roboam. El hombre lucía como un espectro; alarmado y preocupado, parecía que temblaba de la prisa con la que había llegado.
—Muchachos, no sé… no sé cómo decir esto.
Joab salió detrás de él, estaba igual de intrigado por la visita de su amigo. Roboam ni siquiera había tenido la decencia de saludar, simplemente entró como un enemigo, perseguido por su seguridad.
—¿Rob?
—Joab… Killua… —las ideas iban y venían, se sentía avergonzado, pero a la vez veía la delicadeza de la situación y se alarmaba—, Kikyo regresó a casa, pero no por su propia voluntad, apareció a las faldas de la montaña, inconsciente; alguien la torturó y le sacaron los ojos. Está viva, pero…, Silva quiere que vuelvan de inmediato.
Roboam era el encargado de la seguridad de Kikyo, desde hace años él vigilaba los movimientos de los Iluminados que la detestaban y Silva confiaba plenamente en él. El hecho de que ella hubiese perdido sus ojos sólo demostraba que había fuerzas poderosas contra las que no estaba preparado. Esto tendría consecuencias con Silva, y le preocupaba la reacción que los chicos tuvieran ante la noticia.
—Para lo que me importa…
Esa fue la respuesta de Killua. Roboam dio un paso atrás, no creyendo lo que acababa de escuchar, los chicos podían sentir desagrado por su madre, pero era el deber de los Asesinos de proteger a sus mujeres, sus puntos débiles de quienes debían hacerse cargo para demostrar su orgullo.
—Vamos, papá debe estar muy molesto —agregó Illumi.
Aunque dijo algo muy cierto parecía bastante tranquilo, lo cual hizo sentir a Roboam que estaba en una especie de disfunción familiar que no había notado nunca antes. Ninguno de los dos chicos se notaba molesto por lo sucedido, parecían más fastidiados. Recogieron sus pertenencias y salieron detrás de Roboam. Los tres se despidieron de Joab, el cual también estaba preocupado por sus reacciones, así como por su amigo. Tendrían que manejar el asunto de forma privada o esto despertaría las burlas dentro de la hermandad, sobre todo de aquellos que odiaban y le deseaban el mal a Silva.
Se dieron prisa, Roboam venía apurado y fumaba con insistencia mirando hacia la ventana, perdido en sus meditaciones. Killua sintió pena por él, su padre podría tomar a mal su trabajo y culparlo de que Kikyo estuviera sufriendo. Pero en esos momentos nada era más importante para él que los asuntos de la isla y todo lo que no había podido conversar con su hermano, aunque debía tener paciencia, esperar a que tuvieran la privacidad suficiente para hablar del tema.
En el camino fijaba su mirada en la persona que robaba todos sus suspiros, esperaba que le contestara con la mirada para decirle sin palabras todas sus preocupaciones, pero Illumi estaba concentrado en otra cosa. Se encontraba de brazos cruzados, cerca de otra ventana, mirando hacia al frente como si tuviera algo muy importante. Se detuvo a preguntarse cómo era posible que una sola persona albergara tanto poder sobre él, su sola existencia a la distancia bastaba para trasformar su mundo, tenía ganas de acercarse y decirle frente a todos que dejara de ser tan influyente sobre sus sentimientos, por muy absurdo que sonara. Sus pensamientos se escaparon cuando al fin logró atraer su atención.
—¿Kil?
Se ruborizó y se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. No soportaba tener tan poca privacidad, al menos buscaría un cuarto y se echaría sobre la cama para descansar unos minutos. El dirigible en el que iban viajaba a toda velocidad, apostaba que llegarían antes de mediodía. Apenas se recostó, reconoció con sorpresa la presencia de su hermano, sentado en la cama, le había seguido con poca discreción.
—¿Por qué te fuiste?
—Quiero estar solo —contestó en automático, queriendo excusar su actitud enamorada.
Craso error, Illumi se puso de pie, dispuesto a salir y darle privacidad, pero el niño de inmediato lo tomó de la mano antes de que pudiera apartarse más.
—No te vayas, ugh —resopló, se estaba ahogando de amor por él, y en momentos como ese quería derretirse en palabras agradables, pero su orgullo no le permitía hacerlo.
—Qué interesante —se mofó, sentándose de vuelta a su lado—, Kil, no tienes que forzarte a ser algo que no eres, nunca…
La puerta sonó y ambos maldijeron, tenía mucho tiempo que deseaban estar a solas, esta vez Killua no se quedó con las ganas y tomando por sorpresa al morocho, le robó un beso fugaz que lo paralizó, Illumi no tuvo la capacidad de responder. Estaba atontado, mientras que Killua atacado de la risa atendió al intruso.
—Chicos ya vamos a aterrizar, necesito pedirles un favor —era Roboam que, con su cara fantasmal, se había acabado la cajetilla de cigarros y parecía sufrir una crisis de nervios.
—Dilo —contestó de inmediato el albino.
—Nunca en mi vida había fallado con un trabajo, esto es muy nuevo para mí, y fallar delante de Silva es liarse a lo grande. Silva va a matarme, no es broma, estoy seguro de que lo hará.
—No —estaba seguro que Roboam se equivocaba, recordaba cuando su padre le había hecho prometer que no traicionaría a sus amigos—, mi papá no mataría a sus amigos.
—Parece que no conoces a Silva… —tosió fallando al reírse— no sólo sería capaz de matarme; estaría en todo su derecho de cobrarme el error exigiendo ojo por ojo, y puedo apostar que lo hará, me pedirá que le entregue a alguna de mis hijas o mi mujer para torturarla.
—No lo haría —secundó Illumi, tampoco le sonaba a una característica de su padre, aunque dentro de él comenzaba a dudar si Silva era la clase de persona que él veía o no. Después de todo, siempre estuvo enterado de los asuntos de su madre y nunca lo vio actuar.
—Chicos… sólo les pido que entren ustedes a calmarlo, no quiero ser el primero en verle a la cara, estoy seguro de que si ustedes hablan con él podrán hacerlo razonar un poco…
—No, no. Mejor entra con nosotros —alegó Killua—, yo mismo estoy dispuesto a dar la cara por ti, si papá quiere cobrarse por esa loca, no lo permitiré. Mejor que te amenace delante de mí, así podré desquitarme de una vez por todas.
Esa actitud le preocupa a Illumi, no era común que alguien nacido bajo la estrella la constelación de cáncer, sintiera tan poco aprecio por su madre, un desapego tan fuerte que caía en odio. Le preocupaba que esto le hiciera desarrollar alguna enfermedad que repercutiera en su relación, terminó por aceptar que volvería a la ciudad de los Iluminados a buscar consejo.
—De acuerdo, no sabré cómo agradecer el gesto… creo que en el futuro tendremos mucho de qué hablar tú y yo.
Nos vemos el 19 de Julio con más aventuras... yo me emociono solito porque sé lo que va a pasar.'.
