Extraño publicar cada quince días. Esta semana ha sido muy dolorosa para mí, perdí al amor de mi vida para siempre y mi padre comenzó a ponerse peor, creo que aunque extrañe publicar con frecuencia, al menos tomé una buena decisión al darme espacio para descansar mi —Muy desgastada— mente.'.
HADOS
Capítulo 34
.'.
El viaje fue largo, y agradeció que Illumi se tomara la molestia de enviarle mensajes para calmarlo. Cualquiera que conociera al albino diría que estaba totalmente fuera de sí: pensando tanto en su hermano, preocupado por su bienestar, dando vueltas a sus celos y a su inestabilidad emocional; no parecía el mismo muchacho que alguna vez guardó sus sentimientos para no molestar a Gon cuando atravesaban el drama con las hormigas-quimera y tendrían toda la razón al cuestionar su conducta. La carta estaba rigiendo en su vida y agotando con sus resistencias; moliendo su mente hasta llevarlo al punto en que era incapaz de reflexionar sobre sí mismo.
Al amanecer se dedicó a escribir largo mensaje de texto en el celular a su amigo, preocupado por su salud, y le relató a grandes rasgos lo que le sucedía. No le expresó que ya no se sentía él mismo, ni se atrevió a quejarse por sus circunstancias, aunque dejó entrever en sus líneas que estaba comenzando a celar a Illumi, a decir cuánto le molestaba que la gente estuviera detrás de él como si fuera un objeto que pudieran obtener por algún mérito. Habló de sus viajes, de su experiencia con el hijo de Roboam y el posible trato al que llegaría con él si las cosas resultaban de acuerdo a sus planes; aunque no estaba del todo en concreto, quería escuchar la opinión de su buen amigo ante una decisión tan compleja para él. Al final, después de haber enviado el mensaje, se arrepintió por completo. No quería que Gon pensara mal de él, no obstante,fue muy tarde para cuando quiso frenarse, su amigo lo vería sin importar cuánto se arrepintiera de sus palabras.
Al llegar a su casa notó una tensión en el ambiente. Silencio, más de lo normal. Se preocupó y fue a buscar a su hermana. Alluka estaba bien, jugaba con su consola portátil sobre la cama de su —ya antigua— habitación.
—¡Hermano! —le saludó con una gran sonrisa pero no despegó la mirada de la pantalla, parecía tener un verdadero reto frente a ella.
—Al menos ven aquí a saludarme apropiadamente —se quejó.
—De todos modos tienes que ir con papá —lo volteó a ver rápidamente antes de continuar—, estoy segura que por culpa de él estas aquí.
«Siempre tan perceptiva», pensó, luego asintió, tomó un par de prendas para cambiarse y tras hacerlo fue a ver a su padre.
Había un aura inexplicable alrededor del cuarto oscuro en el que su papá lo esperaba. No se sentía como siempre, no le inspiró confianza, así que tan pronto como entró a la habitación, alzó la guardia. Silva lo miraba fijamente, como si quisiera descubrir algo en él, algo muy concreto que Killua le ocultaba. No quiso mostrarse nervioso, así que sólo saludó y esperó a escuchar a su padre y sus exigencias.
—Killua —la mirada afilada del hombre le dio mala espina—, qué bueno que estás aquí tengo asuntos importantes que tratar contigo.
Se sentó cómodo frente a él, sobre el sillón redondo que le provocaba la sensación de estarse confesando frente a alguna autoridad acusadora.
—Sí, te hice caso y vine, ¿por qué tanta prisa papá?
No obstante Silva no mostraba el mismo apuro por el que lo había presionado a acudir a casa; estaba absorto, con la mirada fija como si lo fuese a intimidar con su silencio inapropiado, cosa que logró exitosamente.
—Primero que nada —se echó para atrás, cruzándose de brazos—, he preparado una serie de exámenes físicos que necesito que atiendas de buena gana. Illumi se encargó de preparar algunos de ellos.
—Sí, él me lo dijo. Está bien.
—De añadí unos cuantos más, serán unos días ocupados para ti.
—Claro, cooperaré en lo que haga falta.
De nuevo el silencio. Killua estaba a punto de quejarse y alegar que si no tenía prisa entonces se marcharía, cuando la voz de su papá le hizo detenerse.
—¿Illumi es un buen hermano?
Killua no comprendió si era una pregunta o no.
—¿Te trata bien?, ¿crees que es alguien de fiar?
Se sintió en un decía que sí, después del largo historial, daría la sensación de que las cosas no coincidirían, perderían su lógica; por ende pondría en la mira de la sospecha a Illumi. Tuvo que contener su instinto de hablar bien de él con tal de no ponerlo en riesgo.
—No sé cómo sea ahora con los demás, pero la deuda que tiene conmigo lo ha calmado. Digamos que está bajo control.
Tenía que reconocer que su hijo era realmente bueno en esto de ocultar y disimular información importante, no dejaba brechas abiertas para tomarlo por sorpresa.
—¿Y con Nanika?, ¿te parece que las cosas andan bien como para que lo dejes andar por ahí con Illumi alrededor?
Otra pregunta difícil, sin embargo, ya llevaba tiempo planeando esto. Estaba en completa ventaja.
—Las condiciones con ella han cambiado. Ya no representa ningún peligro para la familia, la libertad le sentó bastante bien, me he asegurado de que nadie más la pueda usar.
—¿Nadie más?, o ¿sólo tú?
—¿Eso es relevante? Alluka ya no es peligrosa.
Silva no discutiría ese tema, no por ahora, todavía no era el momento de usar ese recurso.
—En conclusión, Illumi no es más una amenaza para ti. Eso suena bien, supongo que con su nueva alianza has podido llegar a una conclusión positiva con respecto a él, ¿cierto? —el albino asintió—, merece alguna clase de recompensa, ¿no crees?
Sudó nervioso, eran demasiadas interrogantes sólo para hablar de una persona; además sospechaba de que su padre se traía algo entre manos al resaltar tanto a Illumi, justo la persona de quién más dudas se tenían en la familia.
—Supongo que sí… —terminó bajando la voz, no quería delatar sus nervios.
—Desde que era muy joven, Illumi se mostró muy entusiasta con la hermandad de los Asesinos. Él realmente se ha esforzado para encajar a pesar de que no tiene tus posibilidades; tiene mucha popularidad y ha despertado el interés de gente importante.
Tragó saliva, su padre estaba bastante dispuesto a continuar con su discurso convincente.
—Su carrera es perfecta —Silva no iba a permitirle debatir, sería contundente con sus palabras, para que el chico no pudiera alegar—, creo que de todas las cosas en las que Illumi ha demostrado interés, la más constante ha sido en formar parte de la hermandad. Creo que, en cierto modo, tú y yo se lo debemos.
—Yo no decidí ser el heredero —se apresuró a justificarse. Él no le debía esto a Illumi, ese era su padre. Silva sabía que Illumi quería esa posición y se la quitó cuando era un adolescente, no tenía por qué pagar por algo en lo que él, en principio, no tenía capacidad de decisión.
—De todos modos, eres la figura de lo que él quería. Killua, creo que esta es la oportunidad real para Illumi.
—¿Qué quieres decir? —fingió no entenderlo, no iba a aceptar así de simple sin que su padre expresara por completo su plan.
—He estado hablando con un amigo mío, Joab. Ya lo conoces. Él ha mostrado un auténtico interés en Illumi. Estoy seguro de que hará un excelente papel.
Y mientras él hablaba Killua estaba entrando en crisis, quería explotar contra ese hombre, reclamarle, pelear con su padre, llamar a Illumi, irse de casa y hacer un drama, pero a la vez, era imposible; no se atrevería a ponerse en riesgo y exponer a su hermano. Estaba resistiendo.
—Él, a diferencia del resto, le ofrecerá el respeto y dignidad que merece; bajó su tutela Illumi podrá crecer tanto dentro de los Iluminados como en el grupo de los Asesinos y trabajar como mejor le parezca; además podrá casarse y tener hijos, quién sabe, quizá uno de sus hijos se vuelva tu sucesor.
Analizaba con mucha atención la actitud de su hijo; por más que no quisiera delatar sus celos, estaba en un verdadero apuro. Quizá no expresaba la ira que tenía dentro, pero sin darse cuenta, mostraba reacciones que sólo tenía cuando se reprimía, y conociéndolo desde su más tierna infancia, era imposible ocultar sus emociones ante su padre.
«Respira con lentitud porque quiere calmarse —observó Silva—; baja la mirada, no me quiere ver porque no quiere que su ira lo domine; está cruzando los brazos porque no quiere sentir mis palabras de forma personal. Está planeando algo»
—Joab no me da buena espina. Ese hombre es como todos los demás, tiene intenciones sucias con Illumi —si iba a apelar, lo haría basado en hechos concretos que él consideraba fuertes a su favor.
—¿A qué te refieres con intenciones sucias?
—A él… —le incomodaba hablar del tema y fingir que no le afectaba directamente—, a él le gusta Illumi. Y mucho.
Silva fingió no darle importancia. Se alzó de hombros.
—Bueno, a muchos hombres les gusta Illumi, es entendible. Aunque no creo que sea el mismo caso con Joab —casi cae en la provocación—, no creo que tenga el descaro de tratar a Illumi como un objeto, tenemos buenas relaciones de por medio que proteger. Lo respetará como es debido.
—Cuando estábamos en su casa solía acosarlo. Fue bastante inapropiado.
«Se está esforzando de verdad. Es muy bueno», se sintió orgulloso de ver cuánto había crecido su muchacho desde la última vez que debatió con él algún tema sin relevancia. No tenía motivo para creer en su palabra. Bien podría tratarse de un ataque de celos o una mentira para restarle puntos a su amigo. Prefirió guardar sus sentimientos para hablar con Joab después y aclarar las cosas.
—Como sea Killua, el punto es darle la oportunidad a Illumi.
—Mientras que él no me diga de frente que tiene ese mismo interés, no lo creeré. Así que mi respuesta es no, creo que tendremos que hablarlo con él para aclarar esto.
—No hace falta, yo he vivido con él todos estos años, Illumi no es tan tonto como para hacer tanto esfuerzo por nada.
—Yo sólo he dicho: no, hasta que él me lo diga de frente.
Silva sonrió. Ese era sólo el inicio.
.'.
Killua regresó consternado a su cuarto. Su padre había sido muy persistente en el tema de entregar a Illumi. Lo que más le molestaba era que no le daba opción alguna más que aceptar con gusto o no.
Esta vez no corrió a hablar con Illumi, quería demostrarse a sí mismo, que él podía mantener las cosas con calma y que todavía tenía la resistencia para contener sus emociones. Por más que Illumi le preguntó si todo iba bien, él se reservó el asunto con su padre; habló de los exámenes médicos y le habían regañado por escaparse de sus deberes, pero no comentó lo de Joab. Pensó que lo mejor y más sano era esperar a que él volviera a casa para hablar del tema y arreglarlo juntos, aunque dentro de sí no estaba feliz.
—¿Cómo van las pruebas? —le preguntó al día siguiente.
Killua acababa de volver después de un largo día de estar rodeado de médicos y experimentos, y le habían anunciado que tendría todavía más. Estaba fastidiado de tener que ver las mismas caras de señores aburridos que no le hacían conversación ni se reían de sus bromas; aguantando agujas, permaneciendo en bata mientras lo miraban y le pasaban máquinas. Era muy similar a una tortura.
—Ya quiero que acaben —contestó desganado.
—¿Tan mal fue? —en realidad pensaba que quizá Killua exageraba, no era gran cosa presentarse para un examen médico.
—Es que… no es como que me guste que un montón de desconocidos estén viéndome semidesnudo.
Silencio. Los celos comenzaron a emerger como un ácido en sus venas. Illumi fue incapaz de responder por unos segundos.
—¿Illumi?
—¿Por qué tienes que estar semidesnudo? —preguntó con desdén.
Tuvo deseos de reír, era la primera vez que era consciente de los celos de Illumi. Para él había sido muy natural puesto que eran médicos profesionales, lo que significaba que estaba justificado que estuviera en paños menores. Sin embargo Illumi era así, no podía concebir la idea de que alguien más viera su cuerpo.
—¿Quizá porque me están examinando?
Respiró profundo. No iba a hacer una escena de celos en esos momentos.
—Cierto… olvídalo… ¿mañana también te revisarán?, ¿sabes si te están haciendo las pruebas que pedí?
—¿Qué fue eso?
—¿Qué cosa?
—Me reclamaste por estar semidesnudo, ¿o fue mi imaginación?
—Kil… —iba a pedirle que lo dejara a un lado, pero sonaría terrible, así que resistió—, sólo, no volvamos a tocar el tema.
Pero la risita traviesa del albino lo atrapó.
—¿Celos?
Suspiró. Para ese momento era obvio que Killua no iba a quitar el dedo de la llaga.
—Sí, ¿podemos cambiar de tema?
—Así que no soy el único que siente celos…
—Obviamente —pero si al albino le hacía gracia un poco de celos, entonces lo dejaría—. No soporto la idea de que alguien te vea así.
—En mi defensa diré que yo no lo elegí. Además, tú solicitaste pruebas.
—Sí, pero ninguna implica desnudez.
—Si estuvieras en casa podrías supervisarlo.
—Y acabar matando a los doctores…, parece bastante buena tu propuesta —no pudo resistir el odio, sus palabras sonaron más bruscas de lo que esperaba.
—Idiota, no es gracioso —no había sido la reacción esperada, y tuvo la necesidad de regañarlo para retomar la conversación con calma.
—Mis celos no son graciosos, Kil…
—Aguafiestas —y con eso había acabado con la sensación divertida de romance salvaje que había creído ver en el mayor.
Por otro lado, Illumi no podía dejar que su niño se sintiera intimidado por sus fuertes sentimientos; hasta ese mismo momento había retenido bastante bien sus deseos de abrirse por completo, limitándose sólo a mostrar lo mejor de sí. Sus celos podían ser una terrible carga para el menor si es que no se controlaba. Era parte de su naturaleza, una vez que las cosas lo ameritaban, optaba por el fácil camino de matar.
—De acuerdo… —resopló desganado— Tú ganas, sí, estoy celoso y no lo disfruto. No quiero que nadie más tenga tanto acceso a ti.
—Ni yo, ¿crees que me gusta compartir mi privacidad con alguien que no eres tú?, nunca he entendido como es que otras personas se dejan llevar tan fácil cuando se da la oportunidad.
Sintió cómo su rostro enrojecía, por supuesto, Killua tenía esa estrella madre, la fidelidad era un lema para él. Podía apostar que en caso de que Killua se viera rodeado de muchas oportunidades para engañarlo, optaría por apartarse voluntariamente por sus propios principios más allá de sus sentimientos por él.
—Sólo… no me dejes saberlo, no me hace bien.
Soltó la risa, ya no podía contenerse más. Le daba ternura saber que se ponía tan mal, sólo por un grupo de doctores fisgoneando en su cuerpo.
—De acuerdo, si eso te da paz, lo haré.
—¿Vas a dormir? —quiso cambiar de tema antes de que se extendiera más y tuviera que dar explicaciones—, ¿quieres que me quede en la línea hasta que duermas?
—En un rato más —vio que era un buen momento para sacar un tema peliagudo, justo ahora que estaban relajados—. Por casualidad, ¿has hablado con Joab?
—¿Joab?, no. No he sabido de él desde la última vez que estuvimos en su casa.
—Mmm… ¿no te ha mandado algún mensaje o ha intentado contactarte?
—No, ¿por qué preguntas eso?
—Es sólo que es un poco sospechoso, ¿no lo crees?, mucho silencio para un tipo tan persistente.
—Hasta donde yo recuerdo, es un tipo muy ocupado, puede estar haciendo cualquier cosa. No te preocupes.
Al menos se quedó con la certeza de que Illumi no sospechaba de estar a punto de ser entregado. Quería decírselo y que este lo consolara, pero ya había sido mucha dependencia de su parte y no quería continuar cargándolo a él con sus quejas.
La voz de Illumi le mantuvo tranquilo hasta que se quedó dormido. Illumi era demasiado feliz por sentirse útil para la persona que amaba, su sola voz era inspiración de tranquilidad. Nunca antes había disfrutado tanto hablar.
.'.
Dos días después, regresó, era bastante noche cuando llegó a la casa. Killua se había quedado dormido, aunque cuando entró al cuarto no le dio la impresión de que estuviera descansando, parecía más bien estar en medio de una pesadilla. Tocó su frente y acarició sus cabellos.
—Kil —susurró, pero éste no respondió y continuó sufriendo entre sueños—. Kil, ya estoy aquí —volvió a decir, y esta vez se subió a la cama para acostarse junto a él, al instante el movimiento del colchón lo despertó.
—Illumi —se talló los ojos, sentía como si hubiese dormido por muchas horas, cuando sólo llevaba una—, ¿qué hora es?
—Las cinco de la mañana, vamos a dormir, estoy muy cansado.
Sintió que el albino jalaba de su playera y entendió el mensaje, se inclinó sobre él para darle un beso en los labios a modo de saludo. Fue un gesto superficial, apenas tocando sus labios por un instante, pero el menor no quedó conforme y volvió a jalarlo.
—¿Estamos exigentes?
—No te he visto en mucho tiempo.
No refutó aunque tenía motivos para hacerlo. Volvió a besarlo, esta vez con menos suavidad, pasando sus labios con mucha hambre, y Killua aprovechó el momento para enredar sus dedos entre las largas hebras negras que se desparramaron sobre su hombro.
—¿Vamos a hacer algo más que sólo dormir? —le preguntó sonriente, de no ser por la oscuridad podría jurar que vería la expresión de reclamo de su hermano menor.
—Me lo debes —contestó.
A veces la sinceridad de su niño le impresionaba. Por un lado, le gustaba, pero dudaba que fuera debido a su naturaleza. Le parecía más como si sus emociones le presionaran a expresar sus sentimientos más allá de sus límites. Definitivamente extrañaría escucharlo hablar de ese modo una vez que la carta terminara.
Las manos del albino se colaron por debajo de su camisa, tocando sus pectorales. Escuchó un «mmm» sutil escapar por sus labios, declarando cuánto disfrutaba tocarle; no podría estar más complacido. Aprovechó su posición para quitarse la playera y permitirle al menor continuar con su jugueteo.
—Como ordenes —dijo en voz alta colocándose de rodillas sobre la cama, para desnudarse con mayor comodidad.
Killua jaló de la tela de su pantalón, la típica forma de exigirle a su hermano que se desnudara. Illumi podía apostar que no se daba cuenta de que lo hacía, porque su expresión era muy dispersa entre su mirada y su falta de diálogo.
—¿Mejor? —preguntó burlesco cuando por fin se deshizo de su prenda.
—Tonto… —respondió nervioso.
El albino se sentó en la cama, para dejarse desnudar. Conocía esa debilidad del morocho, de disfrutar de sus cuerpos desnudos, abrazados en la cama. Le encantaba provocarlo y darle todo lo que le satisfacía de verdad.
Ya desnudos, Illumi aprovechó el momento para recorrer con besos su pecho; despacio, con calma, para desesperar al muchacho. Se esforzaba mucho por trasmitirle amor y no otra cosa cuando estaba tan expuestos. Bajó por su vientre, acariciando con suavidad su entrepierna al tiempo que continuó besando su piel hasta bajar por completo y lamer su miembro.
—Ah… Illu…
Sus piernas temblaban, Illumi le volvía loco de placer. Jadeante intentaba decirle que él también quería participar, pero parecía que el morocho tenía otra vez planes ya muy concretos.
—Mmm… Illumi…
Introdujo el miembro en su boca, acariciándolo con la lengua, y estimulándole hasta llevarlo al límite. Quería hacerlo terminar así, tenía curiosidad sobre lo que el albino haría esta vez si no le permitía hacer otra cosa más.
—Esp… espera…
Intentó disuadirlo, pero parecía que lograba lo contrario. Cada vez era más irresistible.
—Detente… Illumi, no…
Sabía que estaba por terminar. De nuevo venía a él esa fantasía dispersa que no quería reconocer. Illumi le estaba forzando a correrse contra su voluntad y él no podía pensar en otra cosa que en lo erótico que era sentirse sometido a él. Illumi bebió su semilla, deleitándose por la maravillosa reacción de su niño. Agitado, caliente, y un poco intimidado por no haber podido intervenir a tiempo.
—Te… te pedí que pararas.
—Quería que terminaras —se rió, e intentó ver entre la oscuridad el dulce rostro de su amante. Estaba un poco molesto.
—Pero… ¿y tú?
Mentiría si dijera que no amaba esa extrema consideración de su parte, por pensar en su placer también. Aunque era diferente, Illumi ya no tenía una fiebre adolescente por sexo, su deseo se derivaba ya de diversos factores en su entorno. Aunque Killua sabía perfectamente cómo excitarlo, no le permitiría hacerlo, puesto que consideraba que esas ocasiones debían ser especiales.
—Yo estoy bien, te lo he dicho. No necesito hacerlo.
—Pero yo —se ruborizó y bajó la voz—, yo si necesito verte…
Reconoció que esa declaración le había hecho dudar si eso de hacerlo terminar sólo a él era un gesto poco considerado. Para Killua, probablemente era más importante que sus seres amados fueran felices, de lo que para él lo era. Él podía comprender que no todo giraba en torno a la felicidad, pero Killua era bastante sensible a esos aspectos, debía comprenderlo y no jugar con sus sentimientos sólo por experimentar con sus reacciones.
Se recostó a su lado, tomó la mano de su amante y la llevó a su entrepierna, mirándolo a los ojos entre la oscuridad; comenzó a masturbarse con ella frente a él. Killua apenas aguantó la mirada, desvió su rostro completamente rojo al tiempo que comenzó a guiar él mismo la mano de Illumi sobre sus dedos. Acariciando la extensión de su virilidad.
—Ahora tú, tócame.
Aceptó seguir, un poco intimidado por ser él quien tuviera el deber de hacerlo terminar. No estaba muy seguro de lograrlo puesto que no conocía bien los límites de Illumi.
Los jadeos inconstantes de su hermano le inspiraron confianza para continuar, pero llegó un punto en que no estaba satisfecho de seguir un mismo ritmo. Sin avisar, ni preocuparse por más detalles, se separó, para arrodillarse en la cama, y usar su boca para complacerlo.
Illumi casi se queda sin aliento cuando sintió los labios del menor acariciando la delicada piel de su erección. De todas las fantasías de su vida, esta era una de esas que no quería hacer todavía, la deseaba, sí, pero prefería mantenerla reservada. No obstante, con Killua lamiendo y estimulándole, era imposible negarse.
—Kil… no…
La respiración agitada de Illumi le dio la señal de lo muy bien que iba todo e incrementó la velocidad de sus movimientos cuando un ronco gemido le hizo entender que le estaba haciendo llegar al clímax.
—Kil, detente… mmm…
«No voy a terminar en su boca», se dijo, aun cuando era imposible conservar un poco de cordura. Justo cuando estaba por tener un orgasmo, con un poco de brusquedad, empujó al albino para que se detuviera, y en cambio él continuó masturbándose, sin pensar mucho en la situación. Para cuando recuperó el aliento, vio con un poco de morbo que parte de su semilla se había esparcido por la mejilla derecha de su amante.
—¡Illumi! —reclamó. Él de verdad hubiera preferido que le dejara continuar, después de todo lo que se había esforzado por desinhibirse para hacer ese acto sin dudarlo.
—Oh… parece que hice todo un desastre —bromeó, deslizando un pulgar sobre la mejilla humedecida.
De un manotazo Killua lo apartó. Estaba bastante cohibido por la condición en la que se encontraba. De inmediato intentó cubrirse, pero Illumi lo detuvo, haciendo a un lado su mano.
—Está oscuro, igual casi no te veo —le explicó, pero era evidente que lo que le interesaba no era tanto verlo, sino intimidarlo—, es tan erótico…
—¡Eso sólo lo dices porque eres un pervertido!
—Sshh… no levantes tanto la voz, ¿qué dirán los mayordomos si escuchan que me llamas pervertido a las cinco de la mañana mientras estás en mi cuarto?
—Pervertido —no le importó, sabía que sólo se hacía el interesante. En realidad su cuarto estaba bastante aislado para evitar esta clase de situaciones.
—Oh, vamos… si tu estuvieras en mi lugar pensarías lo mismo.
Por un momento lo imaginó, y tuvo que salir abruptamente de la cama con tal de no darle la razón y fingir indignación. Illumi soltó una risa suave que le hizo darse cuenta que en realidad no había engañado a nadie.
Durmieron aunque Illumi estaba un poco inconforme, Killua le había hecho desvelarse más de lo planeado, y cuando había dicho que estaba cansado, hablaba en serio. De todos modos se aguantaría, no era como si su cuerpo no tuviera la capacidad de soportarlo.
Por la mañana escuchó su celular, era un mensaje de parte de su padre. Se levantó y miró la pantalla:
«Ven aquí de inmediato».
No estaba nada contento con sus dos hijos durmiendo en el mismo cuarto, sobre la misma cama, cuando estaba claro que sus actividades en la noche no habían sido para nada inocentes.
Illumi tenía demasiada flojera para ir a escuchar una de sus quejas interminables sobre su relación. Ya podía suponer todo el drama, además no necesitaba escuchar sus conclusiones sobre lo que vio en los estudios de Killua.
Silva ni siquiera le saludó cuando lo vio entrar a la pieza. Estaba sentado en el gran sofá de su recámara, frente a un sillón individual en el que el abuelo se encontraba, así que no dudó en tomar asiento al otro extremo del sillón, cerca de su padre. Los observó en silencio, intentando calcular los daños posibles. Aunque no lo demostrara, le preocupaba que su padre lastimara al albino, se suponía que la carta ya lo tenía completamente dominado y cualquier daño a su persona le afectaría el doble.
Hubo un prolongado silencio. Zeno observaba fijamente a Silva, mientras que éste se armaba de valor para comenzar la conversación.
—Llegaste en la madrugada… y no fuiste a buscarme.
Ese aire de enojo en su voz fue evidente, era un reclamo.
—Estaba cansado, quería dormir —pero él hizo caso omiso a su actitud, no tenía deseo de dejarse llevar por las necesidades de su padre.
—Y llegaste a tu cuarto —resaltó.
De inmediato captó su enojo, no tenía nada que ver con ir a reportarse, sino con Killua.
—Claro, ¿querías que fuera a dormir a tu cuarto?
—Killua lleva días durmiendo ahí.
Se echó hacia atrás, desparramándose en el sillón para mostrar control sobre sí mismo. Si iba a discutir con su padre, al menos se pondría cómodo.
—¿Y dónde dormiste?, ¿en el suelo?, ¿en un sillón?
—Si hay una cama tan grande, ¿por qué vamos a desaprovechar el espacio?
—¿Sólo dormir?
—Ya fue suficiente —interrumpió Zeno—. Estás desviando la conversación Silva, esta no es la razón por la que citamos a Illumi.
Nuevamente Silva se quedó en silencio, colocó sus codos sobre sus piernas y apoyó su cabeza entre sus dedos entrecruzados, meditando lo que diría. Cabía aclarar que estaba también molesto con su padre por el apoyo que estaba dando a los muchachos. Era inadmisible.
—Los resultados de las pruebas fueron tal como tu abuelo me lo dijo. No hay rastro de Nen en él, ni un flujo extraño que pudiera considerarse una anomalía.
Era evidente que este resultado no sería fácil de asimilar. Sin embargo, él no intervendría, no se trataba de hacer más difícil el proceso para su padre. Si no lo iba a aceptar, era mejor dejarlo así y que terminara afrontando la realidad de alguna otra manera.
—Tú abuelo cree que yo debería apoyarlos y no intervenir en su relación; dado que la amenaza en tu cuerpo es más poderosa, es conveniente mantenerla bajo control, los Iluminados apoyan esta decisión, incluso podría beneficiar a la familia, ya que los Iluminados están en deuda con nosotros y podríamos aprovechar la situación. Eso dice tu abuelo, pero yo no lo acepto. Illumi… tiene todavía catorce, es un niño. Nosotros lo criamos, tú estuviste ahí desde su nacimiento, ¿no te sientes mínimamente mal?
No tenía nada para alegar a su favor, su padre tenía toda la razón. Él tampoco estaba de acuerdo, pero no había tenido alternativa, le habían colocado la carta a Killua y rechazarlo sólo tendría consecuencias negativas.
—Ponte en la perspectiva de alguien más. Si no fueras tú, si fuera otra persona, ¿estarías de acuerdo con que Killua estuviera manteniendo relaciones sexuales con esa otra persona?
«Por supuesto que no», se opondría con todo su poder.
—¿Y si Killua te pidiera que lo dejaras porque es la persona que ama?
Arrugó el entrecejo; su padre intentaba proyectarse en él, pero estaba siendo irracional.
—Papá, tú y yo estamos en posiciones diferentes. Yo soy su hermano mayor, yo no puedo decirle si puede o no estar con alguien. Por supuesto que me opondría pero si él me dijera que es lo que él quiere, no podría impedirle seguir adelante. En ese punto las cosas son diferentes. Tú eres su autoridad más importante, puedes decirle si lo que hace es correcto o no.
—Sólo cuando tú quieres…
—Silva —de nuevo interrumpió Zeno— estás desviando el tema…
Le lanzó una mirada de enojo y desesperación a su padre. Zeno había pedido que le invitara a la reunión porque temía que la conversación terminara mal, puesto que su hijo estaba bastante inestable, tenía serios problemas de conducta y no prestaba atención a los asuntos más importantes. Había perdido la comunicación con su mujer desde que había vuelto de la cueva, ya no se había atrevido a poner un pie en su alcoba, lo cual lo mantenía irascible e insoportable con el resto.
—Toma —se dio la vuelta, para recoger una carpeta y volvió a mirar al morocho—, aquí están los resultados de los exámenes que nos pediste.
Los tomó con cuidado y abrió la carpeta ante la mirada curiosa de los dos adultos. Se quedaron en silencio observando al morocho leer los resultados e interpretar las cifras en las hojas. Le tomó aproximadamente quince minutos mientras revisaba cada una de las palabras de los doctores.
—¿Ves algo mal? —preguntó Zeno.
—Parece que hay una anomalía —contestó con voz neutra, pero por dentro estaba sintiendo un miedo terrible—, no es algo negativo, pero parece que tiene un cambio muy evidente en su Nen, es como una perturbación —se acercó a su abuelo para mostrárselo, Silva ni se levantó para comprobarlo, él no estaba muy familiarizado con esta clase de lecturas.
—Sí… aunque esto también puede deberse a los entrenamientos y su uso en los últimos días.
—Lo aceptaría, de no ser porque es un cambio muy drástico, esto sí se logra, pero no tan rápido.
—¿Cómo podríamos estar seguros de que hay un cambio? —pregunto Silva.
—En su actitud. Debe volverse más agresivo al pelear, ¿no han notado algo extraño durante los entrenamientos?, quizá el exceso de energía lo está haciendo reaccionar más violento de lo normal.
—Por favor… duermes con él y no has notado un cambio —contestó sarcástico.
Zeno sólo suspiró frustrado de no poder controlar la boca de su hijo.
—En realidad, papá, Killua y yo nunca llegamos a los golpes, y si es que llegamos a tener una discusión, es bastante civilizada.
En automático el hombre se tomó de los cabellos, angustiado de escuchar su declaración.
—No necesito saberlo. Soy su padre, de ambos. No puedo aceptarlo.
—Entonces deja de acosar al muchacho, Silva —refutó Zeno—. Eres el único que está sacando ese tema constantemente, si no quieres que te responda con sinceridad, entonces no lo provoques.
Pero era imposible, no podía vivir negando la realidad, era inevitable tocar un tema que estaba tan latente, que además tenía todo que ver con ellos; le resultaba imposible de ignorar. Silva pensaba que entre más lo hablara, más fácil y habitual se volvería, cosa que los demás no comprendían.
—Pasemos a lo otro que ibas a tratar con el muchacho, no quisiera que lo prolongaras mucho.
Se incorporó en su lugar, recargándose en el respaldo y cruzándose de brazos, antes de continuar.
—Hablé con Killua, le dije que pienso entregarte a Joab.
Illumi no pudo contener el corto suspiró que escapó de sus labios.
«Más problemas», eso era lo que le esperaba.
—Tal vez las pruebas digan que no tiene Nen controlándolo, pero seamos honestos… Killua es demasiado bondadoso y noble, quiero evitar que esta cualidad suya sea la que lo esté empujando a pensar en ti de otro modo. No quiero que esté contigo por lástima.
—Yo también lo probé, Silva, Killua se puso muy mal esa vez —contestó Zeno.
—Pero yo pienso llevar las cosas a otro extremo. Necesito que me ruegue, quiero ver que mueva el cielo y la tierra por estar contigo. Es por eso que te quiero pedir que no le digas que como heredero tiene derecho a pedirte como su herencia.
—No lo he hecho —confesó—, al principio no se lo decía porque no quería presionarlo a hacer algo que él no estuviera seguro si quería o no; pero luego Kalluto me dijo que él quiere encontrar un buen padrino dentro de la hermandad, y con Killua actuando tan protector, no quiero que arruine los planes de Kalluto.
—Es demasiado emocional —casi respondieron al unísono su padre y su abuelo.
—Sí… terminaría interviniendo.
Hubo un incómodo silencio por un par de minutos en los que cada uno pretendía estar ocupado en sus propios pensamientos.
—En otros asuntos, Illumi —Zeno alzó la voz, cruzándose de brazos— ¿cómo te has sentido últimamente?
Illumi lo miró confundido, creyó que no había escuchado bien.
—¿Te has sentido diferente últimamente? —le preguntó Silva, y entonces se giró a ver a su padre como si estuviese viendo un fantasma.
—¿Qué tiene que ver?
—¡Todo! —reprochó Silva— fue por culpa de tus emociones que hoy estamos aquí. Si hubiésemos puesto atención a tus sentimientos cuando eras más chico, quizá hubiésemos prevenido este desastre. Así que habla.
—Parte del trato que hicimos con los expertos en entidades es dedicar más inspección a tus sentimientos —añadió Zeno.
Pero Illumi no se mostraba abierto, ni remotamente dispuesto a expresarse.
—¿Pero, para qué?
—Sólo dilo, ¿cómo te sentiste después de despertar?, de regresar a este plano —preguntó Silva, con un aire que no le dio confianza al morocho.
Illumi permaneció en silencio, ni siquiera una expresión se asomaba por su rostro. No parecía tener la más mínima intención de contestar. Zeno lo observó fijamente y se percato del problema.
—Silva —le llamó a su hijo—, tenemos que comprender que en todos estos años nunca hablamos de esto con él. No es de extrañar que le cueste trabajo responder a una sencilla pregunta.
Illumi se enfocó en pensar en el pasado, en el mero momento en que abrió los ojos y se encontró con los azules llenos de preocupación e intriga.
—Culpa —interrumpió a su abuelo— Eso mismo sentí. Culpa por lo ocurrido a través de los años en los que me ausenté —si hablar de algo tan personal ayudaría a librar a Killua de la carga del ente de Nen, lo haría aunque no le pareciera agradable. Killua era más importante que sus propios intereses.
Zeno y Silva se miraron cómplices.
—¿Crees que hay alguna diferencia entre lo que sentías al inicio a cómo te sientes hoy? ¿Has notado un progreso en tu deseo?
—No —se aclaró la garganta, era más incómodo de lo que pensó—, no me siento diferente, no veo nada raro en mí.
De nuevo la mirada cómplice. Tuvo deseos de irse del cuarto y no continuar con la conversación.
—Va a ser más difícil de lo que pensamos —contestó Zeno.
—Claro, esto no es precisamente normal entre nosotros —explicó Silva y dejó escapar un largo suspiro.
—Entonces Illumi —Zeno intentó retomar la conversación—, ¿no hay algo que hayas descubierto en cuanto a tu deseo?, ¿algún disparador que haga que aumente o algo por el estilo?
—No precisamente.
Por supuesto que comprendía la situación, y no quería que lo malinterpretaran, pero tampoco quería dar demasiada información sobre su relación, era algo que valoraba con todo su corazón, y no pensaba compartir con tanta facilidad.
—Illumi —continuó Zeno, si querían que Illumi comenzara a hablar de algo tan profundo, debían primero darle la confianza para hacerlo, no hostigarlo—, Killua debe ser libre, no estar en una relación bajo presión, él debería saber que puede alejarse sin ninguna repercusión de por medio.
—Lo sé, lo entiendo y… creo que hay algo… —se quedó en silencio, intentando acomodar sus pensamientos antes de expresarlos, su mirada se perdió entre la oscuridad de las paredes.
—¿Illumi?
—Creo entender la clave de mi deseo, lo que hace que incremente o disminuya —al fin anunció con decisión.
No sería un cobarde ni sometería a Killua a permanecer a su lado, pondría de su parte para ayudar a su abuelo y a su padre, sería la muestra más grande de su amor desinteresado.
Me hacen falta como mil abrazos, así que espero que al menos este capítulo me haga merecedor de ellos.
Gracias por su apoyo, nos vemos el mes siguiente .'.
.'.
